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Seminario ‘Hacia la construcción de una didáctica lúdica ‘

Traspaso de poder de juego


Prof. Mónica Kac

SEMINARIO: HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA DIDÁCTICA LÚDICA

El traspaso de poder de juego

¿De qué lugar se corre el docente cuando se corre de lugar?

Año 2010

Comencemos preguntándonos acerca de qué hablamos cuando hablamos de ‘poder de juego


‘en una situación de enseñanza aprendizaje. 1

Partamos de la clásicamente denominada ‘Tríada Didáctica’. fig. 1

Conocimiento

Maestro Alumno

Y consideremos esta frase: ‘la forma indica el sentido’, donde el término ‘sentido’ alude al
‘rumbo’ a la dirección en la cual se dirige esta forma que se tiene; pero también sentido, como
lo que ‘se siente’ con esta forma.

La tradicional tríada didáctica nos habla de un actor Maestro (pensemos en las llaves maestras
que abren (ellas) todas las puertas), y de un actor Alumno (del latín a-lumnis que significa ‘sin
luz propia, es decir un ser al cual hay que alumbrar).

¿Qué movimiento, sentido o rumbo y que sentir indica entonces esta forma?

La disposición de los actores en tradicional tríada didáctica es lineal y dicotómica: hay un actor
que ilumina a otro en relación a un conocimiento.

Pensar la situación de enseñanza –aprendizaje desde una mirada constructivista, que entiende
que nadie puede aprender por el otro, que el proceso de aprendizaje lo hace cada uno nos
obliga a considerar otra forma para esta tríada .veamos esta fig. 2

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Traspaso de poder de juego
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Conocimiento

Zona
lúdica

Enseñante Aprendiente

Esta otra posibilidad que podríamos pensar para la ‘tríada’ deja ya de tener una forma plana,
ha adquirido volumen y consistencia. La denominación de los actores ha mutado:

Según el diccionario Espasa-Calpe de la lengua española (2005) un enseñante es una persona


que se dedica a la enseñanza.( subrayado mío)

Según la psicopedagoga Alicia Fernández Un enseñante es alguien que cree que su


aprendiente puede aprender y quiere que lo haga.

Según el diccionario Espasa-Calpe de la lengua española (2005) un aprendiente es una


persona que está en proceso de aprendizaje permanente independiente, colectivo y
autónomo. El aprendiente es el aprendiz que en forma activa asume la responsabilidad de su
aprendizaje gracias a la guía y apoyo de su profesor o de alguno de sus pares (subrayado mío)

El volumen de esta nueva forma que adquiere la tríada conlleva la toma de consciencia y
resignificación de un espacio que desde la pedagogía tradicional ‘no se veía’. Denominamos a
ese espacio (ver fig 2) Zona lúdica.

No es pretensión de este escrito trabajar el concepto mismo de la lúdica, a la cual referimos


como dimensión constitutiva del desarrollo humano, sólo diremos que esa zona o ese espacio
en el cual se pone en juego, en movimiento y/o articulación el conocimiento.

La Zona Lúdica es un espacio de confianza donde cada actor de la tríada se crea así mismo
como autor de su propio aprendizaje.

Desde esta otra forma de entender la situación el concepto de poder cambia,


transformándose en un poder que despierta poderes.

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Des-cubriendo la potencia de actuación que otorga esa zona lúdica el poder circula, tiene
carácter provisorio, reclama constantemente participación activa, tanto del aprendiente
como también del enseñante.

El modo lúdico de ese espacio implica sostener abierta la duda, molesta y generadora, la
pregunta como motor de la búsqueda y de la acción que construye la historia o, en otras
palabras, que posibilita nuestra historización.

Habilitar el modo lúdico de la enseñanza, lo cual no significa ‘hacer juegos para enseñar tal o 3
cual contenido’, implica entrar en diálogo comunicativo.

Dice Alicia Fernández (2003): «el sujeto autor se constituye cuando el sujeto enseñante y
aprendiente en cada persona pueden entrar en diálogo. ¿Cuándo entra en diálogo el sujeto
enseñante? Cuando se autoriza a sí mismo (y se lo permite) mostrar/mostrarse en lo que
aprende, interactuar con el otro, mostrarle al otro lo que sabe»

He aquí la construcción colectiva del conocimiento y no la reproducción acrítica, acatadora y


obediente.
No hay puesta en juego si no hay “democracia lúdica”

Estos conceptos de enseñante-aprendiente la autora Alicia Fernández los toma como


posiciones subjetivas en relación con el conocimiento, que pueden ser simultaneizables y
están presentes en todo vínculo, solo quien se coloca como enseñante podrá aprender y como
aprendiente podrá enseñar.
«Aprender es ir desde el saber, a apropiarse de una información dada, a partir de la
construcción de conocimiento.» Quien aprende necesita poner en diálogo los conocimientos y
saberes con los nuevos conocimientos, y quien enseña necesita hacer que se ponga en juego
ese saber.

El traspaso de poder de juego hace referencia al propiciar la invención y el placer en el


proceso de construcción del saber. El enseñante, conductor y guía de la situación de
enseñanza, debe ser capaz de traspasar el poder de juego, o dicho de otra manera: de
traspasar el poder de poner en juego (movimiento) el conocimiento.
El enseñante, abre al juego al proceso de construcción de conocimiento, y permite que el
conocimiento a ser aprehendido se ubique en el espacio entre, en la zona lúdica donde el
poder circula.

Traspasar el poder de juego, de puesta en movimiento del conocimiento, es considerar la


posibilidad de que los niños/as propongan modos de intervención en ese proceso de

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aprender, aceptar seriamente las modificaciones a sus propuestas, que los aprendientes
puedan sugerir, vale decir: darles la posibilidad de que ellos por momentos conduzcan su
propio proceso.

Todo esto sin perder el dominio y control de la situación. El/la docente nunca abandona la
función que conlleva su rol, sólo la comparte en el intento de que los niños/as se apropien del
proceso.
Esta actitud de abrir el juego y hacer circular el poder de construcción, se da en un inter-juego 4
permanente de abrir, prestar y retomar.

Aprender no es un acto individual, es colectivo, es grupal. El aprendizaje es en grupo.

Los organizadores de lo grupal son la Tarea y el vínculo. Construcción de vínculos que se da


desde la dimensión lúdica o zona lúdica, y la tarea considerada como ‘la meta u objetivo’ que
el grupo se da así mismo y no como’ la tarea que indica o propone el docente’.
Cada encuentro de los actores intervinientes en la situación de enseñanza –aprendizaje
posiciona al enseñante con lo que trae en un lugar y al grupo (del cual también el es arte y
parte) en el caos que implica todo inicio, caos o vacío de meta u objetivo en común.
Y es, desde esta vivencia de vacio, que el docente propicia un tiempo y un espacio para que se
geste una tarea diaria o proyecto grupal en articulación con lo que el docente también ha
pensado como posibilidad.

Este tiempo y espacio que el docente propicia se gesta inmersos todos en esa zona lúdica de
confianza a modo de orden lúdico. Es por esto que construir lo nuevo desde la necesidad que
nos provoca la vivencia del vacío, constituye el “hacer” desde lo lúdico.
Para esto es necesario conocer, estar, vibrar con el grupo. Esta escucha, convierte a las y los
educadores, en investigadores e investigadoras de los temas generadores, de las expectativas
grupales, de las necesidades reales de los grupos y sitúa a la educación en una educación
“con” los aprendientes y no “para” los alumnos.
«Aprendemos cuando podemos confiar en otros, en nosotros y en el espacio, con quien nos
escucha, si nos escuchamos y cuando el enseñante nos reconoce nos atiende y nos entiende
pensantes.»A. Fernández (2003)

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