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Pedagogía y Subjetividad
En el ámbito educativo, ámbito en el que el ser humano aparece como sujeto y objeto
de conocimiento y acción, la exploración de las relaciones entre saber, poder y
subjetividad en un determinado espacio y tiempo, abre diferentes líneas de reflexión y
análisis. Así, los procesos de subjetivación pueden ser estudiados como resultado de las
distintas prácticas discursivas y no discursivas que constituyen un dispositivo
pedagógico. De este modo, continuando por las vías abiertas según Foucault, se
propone explorar las diferentes configuraciones que adoptan las prácticas y discursos
pedagógicos actuales en función de su vinculación con las nuevas tecnologías de
gobierno, que en el presente, están sustituyendo a las disciplinarias. Ello permitirá tanto
un abordaje político de la subjetividad, como un análisis crítico del papel que en
ellas juegan los discursos y prácticas pedagógicas.
Es, pues, este saber el que define las posiciones del sujeto en el campo de la
pedagogía; por tanto, sitúa el papel del maestro como sujeto hablante en el contexto de
la misma. El maestro habla sobre pedagogía desde las múltiples posiciones de sujeto
que lo encuadran según las regularidades de un discurso y un saber. El campo de la
enunciación pedagógica es un campo de regularidades en el dominio de los objetos,
conceptos, enunciados y estrategias de discurso; implica la autonomía del maestro en la
producción del discurso pedagógico, que supone el desconocimiento de este campo
regulado de producción enunciativa.
Dispositivos pedagógicos
Un comienzo importante es entonces, detenerse y enfatizar algunos esfuerzos en torno
a la construcción de dispositivos que permita preguntarse cómo el sujeto de la
enseñanza aporta (o no) a la constitución de la subjetividad. Se parte de considerar que
la subjetividad opera a través de un dispositivo, entendido éste como aquello que se
dispone para obtener un resultado. Proveniente de la voz latina disponere (colocar); el
dispositivo se refiere a la instrumentación de una serie de acciones destinadas a lograr
algo. Dicho de otra manera, a un despliegue de técnicas, que en algunos casos puede
enunciarse como objetivos, orientados a la producción de ciertos efectos. Es así como la
formación de sujetos se realiza mediante conjuntos de dispositivos, de maneras de
hacer las cosas y de pensar sobre ellas, este conjunto de dispositivos configuran a su
vez una pedagogía que pone en juego maneras de dar forma a la subjetividad.
En la Escuela Normal Superior Mariano Ospina Rodríguez se hace uso del dispositivo
Encuentros de Cuidado para “configurar un proceso en el que sea posible deconstruirse,
reconstruirse y constituirse como sujeto” (Baracaldo, 2005).
El Juego
Alrededor del concepto Juego existen muchas construcciones teóricas. En algunas de
ellas es entendido como un espacio, asociado a la interioridad con situaciones
imaginarias para suplir demandas culturales (Vigostky, 2003); también es considerado
como un espacio liso y plegado (Deleuze, 1994); como un lugar que no es una cuestión
de realidad psíquica interna ni de realidad exterior, sino un espacio intermedio
(Winnicott, 1981); como una acción sometida a un fin (Dewey, 1978); como un proceso
libre, incierto, improductivo, reglado y ficticio (Callois, 1997) o finalmente como una
acción o una actividad
voluntaria, realizada dentro de ciertos límites fijados de tiempo y de lugar (Huizinga,
2002).
Uno de los autores que destacó y puso en un lugar preponderante al juego, fue
Winnicott, quien lo consideró esencial en el proceso que lleva al niño a convertirse en
sujeto. Decía este autor que
… lo universal es el juego (…) conduce a relaciones de grupo, puede ser una forma de
comunicación (…) Jugar es hacer, el juego compromete al cuerpo, el jugar tiene siempre
una implicancia corporal, implica una acción social sobre el mundo y modifica a su vez
el mundo interno. (Winnicott, 1981).
La Baraja de las Siete Puertas ha sido diseñada para facilitar a quienes la juegan su
ingreso en la conversación. Con la conversación se pretende facilitar el pensamiento
sobre la vida de cada uno de los jugadores-docentes, a través de sus relatos
individuales, experiencias, diálogos y conexiones con voces que aparezcan al ingresar
por cualquiera de las siete puertas. A medida que se va jugando, una y otra vez, cada
jugador puede apreciar las múltiples posibilidades de intercambio sobre diversos
aspectos que ofrece este juego .
A partir del modelo de juego como espacio, en el que los canales de comunicación con
el sí mismo y con los otros se hallan simultáneamente permeables, aplicará el concepto
de juego a la experiencia analítica.
Entre mundo interno y mundo externo, entre subjetividad y objetividad, entre lo
simbolizado y lo potencialmente simbolizable, se halla el espacio transicional en el que
se despliega la actividad de jugar.
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