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Ante esta situación nos hemos propuesto fomentar el consumo responsable de los
recursos disponibles que permitan una convivencia armoniosa en el hogar.
Para lo cual nos planteamos el siguiente reto: ¿Cómo explicar con argumentos éticos la
necesidad de prácticas ciudadanas responsables en su hogar, para el uso adecuado de
recursos, en el marco de la nueva convivencia?
Para dar respuesta a este reto, nos planteamos las siguientes interrogantes:
¿Cómo expresar a través de textos nuestro punto de vista acerca del uso responsable
de los recursos?
¿Cómo explicar con argumentos las buenas prácticas ciudadanas relacionadas con el uso
adecuado de recursos, para la nueva convivencia?
¿Cómo afectan nuestros hábitos de consumo en el ambiente?
¿De qué manera podemos optimizar el consumo responsable y sostenible de los
recursos de la familia para enfrentar esta problemática de salud, a partir del análisis de
las soluciones de un sistema de ecuaciones?
el producto de la experiencia de
En consecuencia,
Para ello necesitaremos revisar cómo los hábitos de consumo que tenemos como individuos
y como familia llegan a influir en el ambiente. Identificaremos cómo la búsqueda de
satisfacción de nuestras necesidades básicas hasta las más mínimas tiene una influencia en
el ambiente, por lo que es necesario observar con atención cómo el comportamiento de los
consumidores puede poner en riesgo los recursos de su localidad, región y el planeta. Ante
esta situación debemos optar por re-pensar los hábitos de consumo que tenemos y decidir
por hábitos de consumo amigables con el planeta y el ambiente en el que vivimos.
Hoy, queremos dar una mirada a nuestra vida cotidiana y a las cosas u objetos que
empleamos en nuestras actividades cotidianas.
Para desarrollar nuestras actividades en la vida cotidiana necesitamos una variedad de
cosas, comenzando de los alimentos que tomamos, las prendas de vestir, objetos diversos
como cocina, leña, gas, u objetos electrónicos como, radio, TV, teléfonos, baterías y muchas
otras cosas más que nos hace la vida algo más cómoda, pero cabe preguntarse, ¿cómo
influyen nuestros hábitos de consumo en el ambiente que vivimos?
En nuestras actividades diarias empleamos diversidad de objetos que nos ayudan a hacer
algo más cómodo el desarrollo de nuestras actividades.
Respecto a las necesidades básicas allá por el año 1943, Abrahán Maslow, en su teoría
“Una teoría sobre la motivación humana”, propone una clasificación de las necesidades
humanas y propone que a medida que se satisfacen las necesidades básicas, los seres
humanos desarrollan otras necesidades y deseos más elevados.
Las necesidades humanas se manifiestan a través de conductas, las cuales son la expresión
de dichas necesidades. De esta forma, la conducta constituye la manifestación de que hay
una intención y una acción para lograr la meta, y que es, a su vez, delimitada por el
requerimiento personal, en términos de la satisfacción esperada.
La necesidad es satisfecha cuando la persona, ha tomado conciencia de dicha necesidad,
organizando y dirigido su conducta hacia el logro de su meta y encontrando el
requerimiento exacto, en calidad y cantidad.
Si utilizamos lo anteriormente comentado para pensar sobre lo que hacemos cada día,
veremos que, con la finalidad de satisfacer nuestras necesidades, las personas adquirimos
diversidad de productos, por ejemplo, alimentos, combustible para cocinarlo, prendas
de vestir, artefactos electrodomésticos diversos como TV, computadoras, teléfonos
móviles, etc.
Si bien estos objetos nos ayudan a sentirnos cómodos, tendríamos que preguntarnos
conforme al reto del programa de hoy:
¿Cómo afectan al ambiente el tipo de alimentos que consumo?
¿cómo afectan al ambiente el tipo de artefactos que utilizo?
¿Qué sucede si consumo esos productos más de lo ne cesario o innecesariamente?
Lo mismo ocurre con la caza y la pesca, si bien, es justo que las personas busquen fuentes
de alimento, la caza o la pesca excesiva de determinadas especies puede poner en riesgo
su existencia y por lo tanto disminuir su población y si este aprovechamiento no es
racional puede poner en riesgo a esas especies y a largo plazo ya no se dispondrían para
su aprovechamiento.
Ahora, alguien podría decir, si se crían algunas especies animales y se cultivan también
especies como el maíz, la caña de azúcar, no se afecta el ambiente.
Este asunto no es tan cierto.
Por ejemplo, si se habilitan zonas para instalar criaderos, o áreas cultivables, siempre se
modifica el ambiente natural, ya que antes no existían en esos lugares la intervención
humana y de seguro que sí había especies animales y vegetales habitándolos, por mucho
que sea desierto como en algunas zonas de la costa.
Por ejemplo, La producción de palma aceitera, se ha convertido en un monocultivo, la
investigación ha demostrado que el monocultivo empobrece el suelo, ya que, el tipo de
vegetal cultivado, extrae un mismo tipo de nutrientes, cosa que no ocurre cuando de hace
rotación de cultivos.
Otro ejemplo claro es el de la producción de carne, tendríamos que preguntarnos ¿cómo
afecta la producción de carne en el ambiente?, pues les comentaré lo siguiente:
La producción de carne demanda la producción de alimentos para los animales de granja,
sean pollos, pavos, cerdos, vacas o cualquier tipo de animal de granja, estos alimentos
afectan el monocultivo
Según la “asociación amigos de la tierra” (www.tierra.org), El 80% de todas las tierras
agrícolas a nivel mundial se destinan a la producción de alimento para los animales de
granja.
Según esta misma asociación “La ganadería industrial es responsable del 70% de la
deforestación en El Amazonas. Esto se debe a los monocultivos de soja y maíz, que arrasan
buena parte de América Latina y Asia, para producir pasto y alimentar al ganado en Europa.”
Según Maite Hellin responsable de desarrollo de los negocios de Back Market, “Sólo
en el proceso de fabricación ya se genera un gran impacto”, “Para obtener las materias
primas necesarias para su fabricación, es necesario extraer recursos naturales, muchos de
ellos minerales, lo que tiene un impacto negativo en la naturaleza, se emite CO2 y se
gastan recursos como agua y energía. Uno solo smartphone requiere de 12 litros de agua
limpia”, señala Hellín.
Ahora estamos en condición de poder decir cómo nuestros hábitos de consumo pueden
afectar el ambiente en que vivimos.
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