Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En cualquier debate de sobremesa, al analizarse los enormes retos que enfrenta nuestro
país, en un momento de lucidez un comensal afirma: “…el problema es la educación...”.
Que a manera de revelación encuentra puntos de acuerdo entre posturas que parecían
irreconciliables. No es sorpresa que la promesa de invertir más en educación sea parte de
cualquier campaña política pero, por supuesto, la educación como política pública es un
tema tan complejo y multifactorial como los enormes retos que enfrenta nuestro país
juntos. Y es que el cómo y qué enseñamos dice mucho sobre nuestra propia concepción
de la realidad y no es ajeno a agendas ideológicas. En dicho sentido, existen corrientes
pedagógicas que encuentran cada vez mayores detractores -por obsoletas- al alejarse cada
vez más de la moral positiva en un mundo globalizado.
Es muy común escuchar entre docentes la opinión -o amarga queja- que las nuevas
generaciones tienen cada vez una menor “capacidad de atención”. Sin embargo, estudios
(Ver “State of Attention Report 2018” de Prezi y Kelton Global) sostienen que no es una
capacidad de atención menor, empero una atención selectiva. Es decir que, ante la
diversidad de información disponible, la persona decide qué información le será útil por
atractiva, interesante, entretenida o por cualquier otra razón que atrape a los temibles
centennials. Una estrategia para enfrentar los retos de la educación frente a la atención
selectiva es empoderando al alumno como un agente del conocimiento y no solo como
receptor.
Una de las principales características que hacen de la práctica del debate un ambiente
idóneo para conseguir este propósito es que exige transitar de la educación pasiva a la
educación activa. El alumno abandona su rol como receptor y se posiciona como
generador de conocimiento quien analiza, discute, expresa y sostiene ideas. Lo anterior
provoca motivación en el alumno quien, para analizar información primero necesita
obtenerla, de dicha manera, una vez trasladada la responsabilidad de generar
conocimiento, el alumno se ve motivado a emplear su atención selectiva en obtención de
información útil. Esta es una de las razones por las que, la práctica del debate, no solo
refuerza las habilidades de expresión oral o pensamiento crítico en abstracto, empero
también impacta en el rendimiento académico general de los alumnos.