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No se puede esperar la misma reacción en los estudiantes si son considerados como audiencia
que si se les concede protagonismo. Y difícilmente serán protagonistas si el trabajo escolar es
ajeno a sus intereses. Superar el aprendizaje entendido como una sencilla acumulación
memorística de datos es uno de los principales motivos que justifican el trabajo por proyectos.
Este concepto se vuelve todavía más valioso en la sociedad actual en la que los maestros trabajan
con grupos de niños que tienen diferentes estilos de aprendizaje, antecedentes étnicos y culturales
y niveles de habilidad. Un enfoque de enseñanza uniforme no ayuda a que todos los estudiantes
alcancen estándares altos; mientras que un enfoque basado en proyectos se construye sobre las
fortalezas individuales de los estudiantes y les permite explorar sus áreas de interés dentro del
marco de un currículo establecido. No basta con adquirir ciertos conocimientos sino que se le invita
al alumnado a que desarrolle sus propias ideas al respecto.
Esta estrategia de enseñanza, centrada en los intereses y preocupaciones de los alumnos,
constituye un modelo de instrucción auténtico que los involucra de forma activa en la planificación,
ejecución, presentación y evaluación de experiencias dialogadas de aprendizaje que tienen
aplicación en el mundo real más allá del aula, y les permite aprovechar en su vida diaria las
habilidades y conocimientos adquiridos en clase, logrando una mejor adaptación individual y social.
Las estrategias de instrucción basada en proyectos tienen sus raíces en la aproximación
constructivista que evolucionó a partir de los trabajos de psicólogos y educadores tales como
Vygotsky, Bruner, Piaget y Dewey. Desde el constructivismo se observa el aprendizaje como el
resultado de construcciones mentales; esto es, que los niños aprenden construyendo nuevas ideas
o conceptos, basándose en sus conocimientos actuales y previos.
Lo más importante es que los estudiantes encuentran los proyectos divertidos, motivadores y
retadores porque desempeñan en ellos un papel activo, pues les permite seleccionar los temas que
más les interesan y que son importantes para sus vidas. El compromiso y la motivación posibilitan
el alcance de logros importantes. Cuanto más involucrados estén los estudiantes en el proceso,
mejor retendrán y asumirán la responsabilidad de su propio aprendizaje.
Los principales beneficios del aprendizaje basado en proyectos incluyen un notable aumento de la
motivación, la adquisición de una gran variedad de habilidades y de competencias tales como
colaboración, planificación de proyectos, toma de decisiones y manejo del tiempo. Mediante los
proyectos, los estudiantes utilizan habilidades mentales de orden superior en lugar de memorizar
datos de contextos aislados sin conexión con su aplicación en el mundo real.
Además, el aprendizaje colaborativo permite a los estudiantes compartir ideas entre ellos, expresar
sus propias opiniones y negociar soluciones, habilidades necesarias en su futuro profesional.
Aumenta sus habilidades sociales y de comunicación, y sus habilidades para la solución de
problemas, lo que también favorece su autoestima.
Buena parte de la sociedad se encuentra anclada en una vieja racionalidad que hoy resulta
simplista y rígida. Los planteamientos derivados de la sociedad industrial ya no nos sirven en la
actual sociedad de la información y del conocimiento. Esta se basa en una nueva racionalidad que
demanda cambiar radicalmente la manera de razonar heredada del pasado, su memorismo
normativo, su reproducción simple, y sustituirlo por la cooperación, el sentido de la responsabilidad,
la capacidad de relacionar unas cosas y fenómenos con otros y así descubrir en todo momento los
brotes emergentes de lo nuevo.
Por primera vez en la historia, nos encontramos con que el ciclo de renovación del conocimiento es
más corto que el ciclo de la vida del individuo: lo que aprendemos para formarnos no nos servirá
para toda la vida. En este contexto, el trabajo por proyectos constituye una nueva concepción
educativa y del conocimiento que implica reconsiderar la función de la escuela. Resulta absurdo
vincular la educación exclusivamente al aprendizaje de contenidos que, en buena parte, van a
quedar obsoletos.
La idea del currículo como una construcción que puede llegar a ser completa y acabada es una
idea heredada de paradigmas anteriores que no tiene mucho sentido en la era de la Wikipedia,
cuando la construcción del conocimiento se lleva a cabo por expertos no legitimados por el sistema
académico hegemónico, se realiza de forma horizontal en vez de vertical y no termina nunca, no
tiene final.
Hay que descartar la idea del currículo como objeto. Debe considerarse como un proceso, como
algo en permanente construcción en vez de algo cerrado, como algo que se construye entre todos
en vez de como algo que construye solo el docente. Programar por objetivos no tiene sentido;
impide que lo inesperado y la sorpresa entren en el aula.
Es importante tener en cuenta lo que sucede fuera de la escuela, las transformaciones sociales y
en los saberes, la apertura hacia los conocimientos que circulan fuera del aula y que van más allá
de los contenidos especificados por el currículo básico. Debemos aprender a procesar el ingente
volumen de información que recibimos, reconocer las diferentes versiones de un hecho y plantear
hipótesis sobre las consecuencias de esta pluralidad de puntos de vista. Para comprender el
mundo en el que vivimos tenemos que saber cómo acceder, analizar e interpretar la información.
En el trabajo por proyectos se replantea la función docente como la de un facilitador que ayuda a
problematizar la relación de los estudiantes con el conocimiento, en un proceso en el que el
profesor actúa como aprendiz. Permite desarrollar una actitud investigadora que ayuda a los
estudiantes a dar sentido a sus vidas (aprender de ellos mismos) y a las situaciones del mundo
que les rodea (de lo local a lo global); contribuye a expandir el conocimiento de los alumnos y a
responsabilizarles de la importancia de aprender de los otros y con los otros.
Todo ello favorece el desarrollo de estrategias cognitivas complejas y de competencias de
indagación, interpretación y presentación del proceso seguido al estudiar un tema o un problema,
que por su complejidad favorece el mejor conocimiento por parte de los alumnos y los docentes de
sí mismos y del mundo en el que viven.
Los proyectos pueden contribuir a favorecer en los estudiantes la adquisición de competencias
relacionadas con la construcción de la propia identidad; el desarrollo de sus iniciativas y sus
estrategias; la utilización creativa de recursos; el pensamiento crítico y divergente; la toma de
decisiones; la asunción de responsabilidades; la comunicación interpersonal y la asertividad, es
decir, saber comunicar las ideas y sentimientos o defender sus legítimos derechos sin agredir, pero
sin dejar que la propia voz sea silenciada por quienes más gritan o proyectan formas de exclusión.
Dado que este proceso basado en el intercambio y en la interpretación de la actitud hacia el
aprendizaje de cada alumno es singular, no puede reducirse a una fórmula que pueda aplicarse de
manera repetida. Sólo puede abordarse desde una mirada diferente sobre la realidad escolar y
desde otra forma de acercarse al conocimiento que se construye en la escuela.
Esta estrategia de enseñanza exige cambios y grandes dosis de osadía por parte de las
autoridades, los docentes, las familias y los alumnos. Cambios necesarios y urgentes, pues la
comunidad educativa no puede seguir instalada de manera confortable en una concepción
obsoleta del saber. Debe asumir los nuevos desafíos.
Valencia, 11 de enero de 2015
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Publicado por Carlos Trullenque López en 13:00 No hay comentarios:
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Referencias Bibliográficas: