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DESARROLLO FÍSICO

El concepto de desarrollo físico se refiere a los cambios corporales que experimenta el ser
humano, especialmente en peso y altura, y en los que están implicados el desarrollo
cerebral, como ya se ha indicado, el desarrollo óseo y muscular. El crecimiento es
continuo a lo largo de la infancia y adolescencia, pero no se realiza uniformemente.
El ritmo de crecimiento es rápido en el Carmen Maganto y Soledad Cruz Desarrollo físico y
psicomotor en la primera infancia 6 primer año de vida, a partir del segundo año muestra
un patrón más lineal y estable, enlenteciéndose gradualmente hasta la pubertad. En la
adolescencia se acelera de nuevo y se detiene al finalizar ésta. Las diferentes partes del
cuerpo, así como los órganos del mismo, varían también en el ritmo de maduración.
La asincronía del desarrollo de los diferentes sistemas corporales está incorporada a la
herencia de nuestra especie. Por ejemplo, el crecimiento de la cabeza y del cerebro es
más rápido que el resto del cuerpo y pronto alcanza proporciones de adulto, mientras que
los órganos sexuales reproductores crecen de forma lenta y se aceleran en la adolescencia
Algunos datos del desarrollo físico son hitos claves para la valoración del desarrollo
madurativo del niño. Es importante por ejemplo saber (Illingworth, 1985; Nelson y cols.,
1983; Le Boulch, 1999; Rice, 1997) que el recién nacido tiene proporciones corporales que
difieren notablemente de los lactantes, niños y adultos.
Se sabe que el tamaño de la cabeza es aproximadamente la mitad del cuerpo, el abdomen
es prominente y de tamaño superior a un cuarto del cuerpo y las piernas no alcanzan el
cuarto restante. El perímetro cefálico tiene un promedio de 35 cm, aumenta unos 10 cm
del nacimiento a los 6 meses, y unos 3 cm hasta los 12 meses. Al año el perímetro cefálico
y torácico se igualan. El crecimiento del bebé durante el primer año es asombroso. La talla
es por término medio de 50 cm, y al año se incrementa en un 50% como promedio, a los 5
años la estatura se duplica. Después de este rápido incremento aunque se sigue
creciendo, se da una disminución gradual en el ritmo del mismo hasta la edad de 10 años
en las chicas y los 12 en los chicos.
Aunque las proporciones del cuerpo de chicas y chicos son parecidas en la infancia y en la
niñez, las diferencias importantes típicas de adultos jóvenes aparecen durante la
adolescencia. El incremento de peso es incluso más llamativo. Los niños pesan al nacer
alrededor de 3´4 kg., normalmente para los 5 meses han doblado su peso, lo triplican al
año, y casi lo cuadruplican a los 2 años. Los incrementos anuales son muy constantes
entre los 2 y 6 años, entre 2,7 y 3,2 kg. cada año. De los 6 a 11 años, incrementan
aproximadamente 2,5 kg. al año. La composición ósea experimenta un endurecimiento
progresivo en función de la edad, aunque no todas las partes del esqueleto crecen y
maduran al mismo ritmo. Las partes que antes maduran son el cráneo y las manos,
mientras que las piernas no finalizan su crecimiento hasta el final de la adolescencia. La
edad ósea es un criterio diferencial para discriminar entre los niños de talla baja y los
niños con un ritmo de crecimiento lento.
El desarrollo físico está condicionado por el desarrollo muscular, siguiendo las leyes céfalo
caudal y próximo distal previamente citadas, de tal forma que los músculos de cabeza y
cuello maduran antes que los del tronco y las extremidades. La maduración del tejido
muscular es muy gradual durante la niñez y se acelera al inicio de la adolescencia,
cambiando asimismo la proporción de músculo/grasa. El momento más Carmen Maganto
y Soledad Cruz Desarrollo físico y psicomotor en la primera infancia 7 álgido de
acumulación de grasa se suele observar a los 9 meses, posteriormente hasta los 8 años los
niños pierden tejido graso y se van haciendo más delgados, y a partir de esta edad se van
a presentar diferencias en la acumulación de grasa en función del sexo.
Así en las niñas durante la pubertad y adolescencia se concentra, preferentemente, en
brazos, piernas y tronco, mientras que los chicos desarrollan mayor capacidad muscular y
ósea. La importancia del crecimiento físico es tal que en pediatría se registran de forma
sistemática los cambios en peso y altura como valores criterio del desarrollo. Para evaluar
estos cambios se utilizan curvas estandarizadas mediante las cuales se compara las
medidas del sujeto con relación a las medias del grupo de edad. Además, éstas se pueden
complementar con la curva de velocidad que indica la cantidad media de crecimiento por
año, curva que permite conocer el momento exacto de la aceleración del crecimiento.

DESARROLLO PSICOMOTOR
MOTRICIDAD GRUESA Y FINA
Como se ha indicado anteriormente, el desarrollo motor de los niños depende
principalmente de la maduración global física, del desarrollo esquelético y neuromuscular.
Los logros motores que los niños van realizando son muy importantes en el desarrollo
debido a que las sucesivas habilidades motoras que se van a ir adquiriendo hacen posible
un mayor dominio del cuerpo y el entorno. Estos logros de los niños tienen una influencia
importante en las relaciones sociales, ya que las expresiones de afecto y juego se
incrementan cuando los niños se mueven independientemente y buscan a los padres para
intercambiar saludos, abrazos y entretenimiento.
En el desarrollo motor pueden establecerse dos grandes categorías: 1) motricidad gruesa
(locomoción y desarrollo postural), y 2) motricidad fina (prensión). El desarrollo motor
grueso se refiere al control sobre acciones musculares más globales, como gatear,
levantarse y andar. Las habilidades motoras finas implican a los músculos más pequeños
del cuerpo utilizados para alcanzar, asir, manipular, hacer movimientos de tenazas,
aplaudir, virar, abrir, torcer, garabatear. Por lo que las habilidades motoras finas incluyen
un mayor grado de coordinación de músculos pequeños y entre ojo y mano. Al ir
desarrollando el control de los músculos pequeños, los niños ganan en competencia e
independencia porque pueden hacer muchas cosas por sí mismos.
Los logros motores de los niños han sido suficiente y repetidamente estudiados por
pediatras, neurólogos, psicólogos, etc., hasta el punto de existir tablas de adquisición de
conductas evolutivas, indicando los hitos del desarrollo motor y psicomotor. La revisión de
la literatura existente (Bayley, 1977; Cratty, 1982; Gassier, 1990; Gesell y Amatruda, 1981;
Illingworth, 1985; Maganto, 1996; Nelson, Vaughan, McKay, 1983; Newborg, Stock, Wnek,
Guidubaldi y Svinicki, 1989; Rice, 1997; Secadas, 1988; Shaffer, Carmen Maganto y
Soledad Cruz Desarrollo físico y psicomotor en la primera infancia 8 2000) ha servido para
ofrecer una síntesis de la secuencia de conductas sobre motricidad gruesa y fina a lo largo
del desarrollo.
Hasta los 3 años los aspectos más relevantes en relación al desarrollo psicomotor están
relacionados con los desplazamientos corporales y la impulsividad de los movimientos por
una insuficiente regulación del freno inhibitorio. A partir de esta edad hay una progresiva
equilibración de los movimientos, se eliminan gradualmente las asociaciones o sincinesias
y se va marcando progresivamente la independencia segmentaria. Todo ello da lugar a
una mayor precisión del dinamismo manual, a la aparición de gestos más diferenciados y
al perfeccionamiento de la coordinación óculo-manual. Entre 6 y 7 años ya los niños
presentan una precisión general de los movimientos cuando éstos son efectuados a un
ritmo normal. Los controles adquiridos y afirmados por el ejercicio sientan las bases para
los aprendizajes escolares en los que la simultaneidad de movimientos exigirá un gran
esfuerzo de tipo psicomotor.
A esto se une la importancia de la atención, la acomodación de la postura y el manejo
coordinado de los útiles a usar. A partir de los 7 años y hasta los 10, el gesto va a ser
regulado por el freno inhibitorio. Esto da lugar a un perfeccionamiento gradual de la
precisión adquirida previamente y a la mecanización de los movimientos habituales junto
con la aceleración de los mismos. A medida que avanza la edad del niño y se acrecienta su
desarrollo físico aumenta la rapidez sin detrimento de la precisión del gesto, los
movimientos se vuelven rápidos y precisos como consecuencia de la repetición
continuada. Desde los 12 años en adelante, la precisión, rapidez y fuerza muscular se
integran, dando al movimiento características adultas.

ASPECTOS DEL DESARROLLO PSICOMOTOR


El término psicomotricidad tiene dos acepciones básicas. Para algunos, como García y
Martínez (1991), la psicomotricidad supone la interrelación entre las funciones
neuromotrices y las funciones psíquicas en el ser humano. Para otros, hace referencia al
conjunto de técnicas encaminadas a un desarrollo global que, partiendo de la educación
del movimiento y gesto, posibilite alcanzar la función simbólica y la interacción correcta
con el medio ambiente. En la actualidad la psicomotricidad contempla ambas acepciones.
Basándonos fundamentalmente en los trabajos de Cobos (1999) y Picq y Vayer (1977)
exponemos aquí aquellos aspectos del desarrollo psicomotor que son la base de los
aprendizajes escolares.
Estos aspectos son los que han generado más investigación, mayor número de programas
y estrategias de intervención. Carmen Maganto y Soledad Cruz Desarrollo físico y
psicomotor en la primera infancia.

ESQUEMA CORPORAL
Según Ballesteros (1982), este concepto se puede definir como la representación que
tenemos de nuestro cuerpo, de los diferentes segmentos, de sus posibilidades de
movimiento y de acción, así como de sus diversas limitaciones. Es un proceso complejo
ligado a procesos perceptivos, cognitivos y práxicos, que comienza a partir del nacimiento
y finaliza en la pubertad, interviniendo en el mismo la maduración neurológica y sensitiva,
la interacción social y el desarrollo del lenguaje. Las experiencias producidas por el
movimiento, los resultados de dicho movimiento y la percepción del cuerpo de otros
sientan las bases sobre las que se va a elaborar la percepción del cuerpo propio. Durante
el segundo año de vida el niño manifiesta una progresiva diferenciación de algunas partes
del cuerpo y en el tercero, los niños son capaces de identificar ojos, boca, orejas, nariz,
manos, brazos, pies y piernas.
El lenguaje va a jugar un papel esencial en la construcción del esquema corporal, ya que
además de permitir nombrar las partes que componen el cuerpo, como regulador de las
secuencias de actos motores en la interacción con el ambiente a través del juego. La
representación corporal hace posible la utilización del cuerpo de forma coordinada
mediante el ajuste de la acción a lo que se quiere o desea. Entre los 2 y 5 años los niños
van mejorando la imagen de su cuerpo y los elementos que lo integran, van
perfeccionando movimientos, estabilizando su lateralización y conquistando el espacio,
relacionándose y actuando en él. Aunque entre 5 y 6 años el esquema corporal es
bastante bueno en cuanto a la calidad de los movimientos y a la representación que se
tiene del mismo, todavía se deben dominar conceptos espaciotemporales que permitan
situarse adecuadamente en el espacio, en el tiempo y con relación a los objetos.
De 6 a 12 años se sigue perfeccionando el esquema corporal, el movimiento se hace más
reflexivo, permitiendo una potenciación de la representación mental del cuerpo y del
movimiento en función del tiempo y el espacio. Los trastornos del esquema corporal, si no
se deben a una causa de tipo neurológico, se relacionan con déficits en su conocimiento o
en su representación simbólica, por una inadecuada lateralización, concepción espacial o
por no poder situar el cuerpo como un objeto en el campo de la relación. Se considera que
un niño presenta un retraso en la elaboración del esquema corporal si a los 3 años no es
capaz de reconocer, señalando o nombrando, los elementos de la cara, o si a los 6 no lo
reconociera en sí mismo o no pudiera representarlo, además es esperable que a esta edad
los niños distingan su derecha e izquierda y conozcan algunos conceptos espacio-
temporales sencillos como arriba/abajo, delante/detrás, primero/último, ayer/mañana,
etc. Carmen Maganto y Soledad Cruz Desarrollo físico y psicomotor en la primera infancia.

LATERALIDAD
El cuerpo humano aunque a nivel anatómico es simétrico, a nivel funcional es asimétrico.
El término lateralidad se refiere a la preferencia de utilización de una de las partes
simétricas del cuerpo humano, mano, ojo, oído y pie. El proceso por el cual se desarrolla
recibe el nombre de lateralización y depende de la dominancia hemisférica. Así, si la
dominancia hemisférica es izquierda se presenta una dominancia lateral derecha, y
viceversa. El que una persona sea diestra o zurda depende del proceso de lateralización.
Se considera que un niño está homogéneamente lateralizado si usa de forma consistente
los elementos de un determinado lado, sea éste el derecho (diestro) o el izquierdo
(zurdo). Cuando la ejecución de un sujeto con una mano sea tan buena como con la otra
se le denomina ambidextro. Mora y Palacios (1990) establecen que la lateralización se
produce entre los 3 y los 6 años.
Si un niño de 5 años no tiene todavía definida su dominancia lateral, especialmente, la
referente a la mano, es necesario reconducir la misma hacia el lado o mano con la que el
sujeto se muestre más hábil y/o preciso.

PROPORCIONES CORPORALES  SISTEMA ORGÁNICO CRECIMIENTO DEL CEREBRO


Los niños nacen listos para aprender y tienen muchas habilidades que aprender a lo largo
de muchos años. Ellos dependen de los padres, miembros de la familia y otros cuidadores,
como sus primeros maestros, para desarrollar las habilidades correctas para llegar a ser
independientes y llevar vidas saludables y exitosas. La manera en que el cerebro crece
está influenciada fuertemente por las experiencias del niño con otras personas y el
mundo. El cuidado especial para la mente es crucial para el cerebro. Los niños crecen y
aprenden mejor en un ambiente seguro donde estén protegidos del abandono y del estrés
extremo o crónico, y con abundantes oportunidades de jugar y explorar.
Los padres y otros cuidadores pueden apoyar el saludable crecimiento del cerebro al
hablar, jugar y cuidar a sus niños. Los niños aprenden mejor cuando sus padres se turnan
para hablar y jugar, y cuando fomentan las habilidades e intereses del niño. Criar al niño
entendiendo sus necesidades y respondiendo a ellas con tacto ayuda a proteger el cerebro
de los niños del estrés. Hablar con los niños y exponerlos a libros, historias y canciones
ayuda a reforzarles el lenguaje y la comunicación, lo cual los pone en la senda del
aprendizaje y del éxito en la escuela.
La exposición al estrés y al trauma pueden tener consecuencias negativas a largo plazo
para el cerebro del niño, mientras que hablar, leer y jugar con él pueden estimular el
crecimiento de su cerebro. Garantizar que los padres, cuidadores y proveedores de
cuidado en la primera infancia tengan los recursos y las habilidades para proveer un
cuidado seguro, estable, provechoso y estimulante es una importante meta de la salud
pública.
Cuando los niños están en riesgo, hacer seguimiento de su desarrollo y asegurarse de que
alcancen los indicadores del desarrollo puede ayudar a garantizar que cualquier problema
sea detectado temprano y que puedan recibir la intervención que necesiten.
El cerebro de un adulto pesa como término medio alrededor de 1,4 kg, es decir
aproximadamente el 2–5% del peso corporal total. En el momento de nacer, el cerebro ya
está altamente desarrollado, y tiene alrededor de un cuarto del peso que alcanzará en la
edad adulta, a pesar de que el peso corporal total sea aproximadamente un décimo del
peso normal de un adulto. Cuando nace un niño, su cerebro ya contiene los 100 billones
de células cerebrales especializadas, las “neuronas” o “materia gris”, que componen el
cerebro adulto. Las mayores concentraciones de ellas se encuentran en el cerebelo y la
“corteza”, que forma las capas superficiales del cerebro. Lo principal de la organización del
cerebro ya está en marcha, con las respectivas subdivisiones funcionales en
romboencéfalo (cerebro posterior), mesencéfalo (cerebro medio) y prosencéfalo (cerebro
anterior), reconocibles inclusive a partir de los 40 días de embarazo. Si bien todas las
partes del cerebro humano son importantes, los hemisferios cerebrales del prosencéfalo
son el rasgo más llamativo, con los profundos pliegues (crestas y valles) de la corteza.
Cada hemisferio comprende cuatro lóbulos (frontal, parietal, occipital y temporal), con
distintas funciones cada uno. Dentro de cada lóbulo, además, existen varias otras
subregiones que poseen funciones específicas. De los cuatro lóbulos, los frontales son los
más grandes. Las áreas del lóbulo frontal están asociadas con toda una serie de procesos
que van desde el control motor hasta “funciones ejecutivas” tan complicadas como la
planificación y la toma de decisiones. En la parte posterior del lóbulo parietal se sitúan el
procesamiento de las informaciones táctiles y la creación de representaciones corporales
en el espacio tridimensional que nos rodea. El lóbulo occipital sirve para procesar las
informaciones visuales e incluye áreas específicamente vinculadas al procesamiento de
atributos tales como el color y el movimiento. Por último, el lóbulo temporal contiene las
áreas que son responsables del procesamiento de las informaciones auditivas y sociales, y
en este lóbulo también se hallan estructuras subcorticales importantes para el aprendizaje
y la memoria (el hipocampo), como asimismo para las emociones (la amígdala).
El prosencéfalo es el portal de entrada de todas las informaciones sensoriales y regula los
procesos sensoriales y motores que son esenciales para la planificación y el control del
comportamiento. El mesencéfalo proporciona el procesamiento de percepciones y
reacciones sensoriales de bajo nivel y desempeña un papel relevante en la motivación,
mientras que el romboencéfalo ejerce el control de funciones básicas como la respiración
y el batido del corazón, además de tener un rol destacado en cuanto se refiere al
equilibrio y el aprendizaje motor. Aunque existen áreas específicas responsables de
funciones particulares, ningún sector del cerebro funciona jamás independientemente de
los demás; cada función específica concierne toda una cantidad de “regiones” que
colaboran como partes de una red neuronal dedicada a dicha función.

El sistema nervioso y el cerebro, los cimientos del desarrollo. 


Cuatro semanas después de la gestación, antes incluso de que una madre sepa que está
embarazada, el cerebro del feto ya se está empezando a formar. En este período y más
tarde a lo largo del embarazo, es importante que la dieta de la madre contenga suficiente
ácido fólico, cuya falta puede limitar el desarrollo cerebral y producir casos de espina
bífida (un cierre incompleto de la espina dorsal que deja expuesta la médula espinal). En
los cuatro meses siguientes, las células cerebrales se forman a una velocidad asombrosa,
que oscila alrededor de las 250.000 células por minuto. Posteriormente, la formación de
nuevas células se ralentiza mientras un número elevado de interconexiones axónicas
entre las neuronas se van estableciendo. Al terminar el tercer mes de gestación, el sistema
nervioso está lo suficientemente desarrollado como para que se manifiesten reflejos
físicos básicos, junto con reacciones tales como dar patadas o doblar los brazos.
En el cuarto mes los ojos y los oídos ya están conectados con el cerebro en desarrollo y el
feto reacciona a los sonidos y a las luces brillantes. Durante estos primeros meses, muchas
neuronas migran hacia sus metas finales desde el lugar donde se formaron y, mientras
migran, mantienen la mayoría de las conexiones realizadas. Buena parte de esta migración
se orienta hacia las capas externas del cerebro joven, formando la corteza cerebral, con
alta densidad de neuronas. Al cabo de cinco meses de gestación, los movimientos
corporales del feto son más controlados y variados, al madurar las partes del cerebro que
controlan el comportamiento motor.
En el sexto mes de gestación, el crecimiento de nuevas neuronas se desacelera
considerablemente, mientras se crean muchas más conexiones entre las neuronas
mediante las múltiples dendritas (ramificaciones) que se forman en los axones; se observa
entonces el aprendizaje ya que el feto empieza a manifestar acostumbramiento (mediante
una reducción de las reacciones) a los estímulos repetidos, como por ejemplo a los
mismos sonidos. La alimentación de la madre sigue siendo importante, ya que un
suministro adecuado de nutrientes es necesario para construir los componentes del
sistema nervioso, y existe riesgo de daño provocado por las toxinas (McEwen, 1987). El
bienestar psicológico de la madre también afecta el desarrollo cerebral; el estrés durante
el embarazo tiene efectos en el feto que resultan evidentes sólo después del nacimiento y
en algunos casos pueden ser duraderos (Mulder y otros, 2002). Durante las etapas finales
embarazo, el número de neuronas comienza a disminuir ya que la muerte celular elimina a
aquellas que no están activamente involucradas en el desarrollo de las vías y los sistemas
cerebrales.
Los cimientos para la arquitectura del cerebro se fundan muy temprano en la vida,
mediante una serie continua de interacciones dinámicas en las cuales las condiciones
ambientales y las experiencias personales ejercen una influencia significativa en cómo se
habrán de expresar las predisposiciones genéticas. Ya que las experiencias específicas
afectan circuitos cerebrales específicos durante etapas específicas del desarrollo – que se
suelen definir “períodos sensibles” – es de importancia crucial aprovechar estas
oportunidades tempranas del proceso de construcción del desarrollo. Esto significa que la
calidad del entorno temprano del niño y la disponibilidad de experiencias apropiadas en
los momentos adecuados del desarrollo son esenciales a la hora de determinar la fuerza o
la debilidad de la arquitectura del cerebro, lo que a su vez determina en qué medida el
niño o la niña será capaz de pensar y controlar sus emociones.

 El desarrollo motor en la infancia

    El desarrollo motor puede dividirse en dos categorías generales. La primera incluye
la locomoción y el desarrollo postural que concierne al control del tronco del cuerpo y la
coordinación de brazos y pies, para moverse. La segunda categoría es la presión, habilidad
para usar las manos como instrumentos para cosas tales como comer, construir y
explorar. La adquisición de estas capacidades motoras proporciona a los bebés
infinitamente más opciones para actuar sobre su mundo.

    Algunos hitos del desarrollo motor (en edades seleccionadas) son:
b.     Principios y secuencia en el desarrollo motor

    La actividad no se desarrolla en una secuencia casual, bien al contrario, la progresión


obedece a dos principios generales. El primero indica que tiende a realizarse en una
dirección próximo distal, es decir, las partes más próximas al centro el cuerpo quedan
bajo control antes que las que están más lejos. La adquisición de la habilidad de usar
brazos, manos y dedos proporciona un buen ejemplo. Aunque la mayoría de los
movimientos de sus brazos parecen fortuitos, dirige algunos de ellos hacia los objetos. La
progresión en las habilidades locomotrices en la infancia refleja una creciente
temporización, equilibrio y coordinación.

    El segundo principio es que el control sobre todo el cuerpo se desarrolla en una
dirección céfalo caudal, o de cabeza a pies.

c.     Maduración y experiencia en la aparición de la capacidad motriz

    Como la habilidad motriz surge en una secuencia bastante predecible y en tiempos
predecibles, podríamos suponer que estas habilidades están genéticamente programadas.
Y una vez más, el entorno puede desempeñar un papel, animando al niño a desarrollar
una capacidad en un momento concreto.

    En el desarrollo motor aunque la práctica es importante, los bebés de todas las culturas
conocidas alcanzan los hitos principales dentro de un margen de edad que abarca sólo
unos pocos meses. Todos los bebés normales caminan, y todos los bebés normales cogen
los objetos casi de la misma manera. Cómo nos movemos y cómo manipulamos los
objetos refleja en parte el cómo está hecho nuestro cuerpo, nuestra dotación genética,
pues, establece las etapas y nos prepara para diversos logros (estos logros se realizan por
medio de interacciones con un mundo real de acontecimientos y objetos).
d.     Implicaciones psicológicas del desarrollo motor

    Por medio del desarrollo motor el bebé controla su cuerpo, que, a su vez, utiliza como
una herramienta. Una vez que es capaz de coger los objetos que las personas ponen en su
mano, el bebé se convierte en suficientemente coordinado y es finalmente dueño de su
propia experiencia. La hazaña de este dominio a veces parece un fin en sí mismo. El bebé
que no camina y que ha pasado meses viendo a las personas moverse de acá para allá
sobre sus pies, sonríe con júbilo después de dar sus primeros pasos, como dijera “. Yo
también puedo hacerlo”. Aunque aprender a moverse, no es sólo un logro motor para los
bebés; también les ayuda a organizar su mundo (Bushnell y Boudreau, 1993) y a la
apreciación del significado de distancia y altura. (Cuando los bebés pueden controlar su
proximidad respecto a quienes lo cuidan, utilizan sus habilidades motrices para la
exploración).

e.     El desarrollo motor más allá de la infancia

    Hacia su segundo cumpleaños, la mayoría de los niños han superado su batalla contra la
gravedad y el equilibrio, y son capaces de moverse y de manejar objetos bastante
eficazmente. Aparecen tres conjuntos de capacidades de movimiento fundamentales:

 Los movimientos locomotores: incluyen caminar, correr, saltar, brincar, dar


pequeños saltos y subir.

 Los movimientos de manipulación: incluyen coger, dar patadas, lanzar, golpear y


regatear.

 Los movimientos de estabilidad: implican el control del cuerpo relativo a la


gravedad, incluye inclinarse, estirarse, girarse, balancearse, dar vueltas, regatear,
sostenerse sobre la cabeza y caminar por una tabla.

    Estas capacidades fundamentales aparecen generalmente en todos los niños y son más
pulidas en los adolescentes que desarrollan habilidades atléticas excepcionales. Dichas
capacidades de movimiento se desarrollan a través de tres etapas. En la primera, el niño
intente ejecutar el modelo de movimiento. El segundo, el niño dispone de un mayor
control sobre los movimientos requeridos pero aún no todos encajan juntos en un modelo
integrado. Y en la tercera, todos los componentes están bien integrados en un acto
coordinado y determinado.

    El refinamiento de las capacidades motrices depende en gran medida del desarrollo de
los músculos y los nervios que controlan, pero también son importantes otros factores,
como puede ser las capacidades sensoriales y perceptivas: los niños adquieren muchas de
sus capacidades motrices en el juego, lo que implica interacción social y física. Otro
aspecto importante de las capacidades motrices es el tiempo de reacción (tiempo
requerido para que el estímulo externo ponga en funcionamiento los nervios que llevan la
información, para que el individuo tome una decisión, y para que el cerebro active los
músculos a través de los nervios de salida).

Control de la cabeza

    Al nacer, la mayoría de los neonatos pueden voltear la cabeza de un lado a otro
mientras están acostados sobre sus espaldas. Cuando están boca abajo, muchos pueden
levantar la cabeza lo suficiente como para voltearla. Dentro de dos o tres primeros meses,
cada vez pueden levantarla más; hacia el cuarto mes mantienen la cabeza erguida.

Control de las manos

    Los recién nacidos nacen con el reflejo de agarre. Si se golpea con suavidad la palma de
la mano de un infante; el bebé la cierra de manera automática con fuerza.

Locomoción

    Después de tres meses, el infante promedio comienza a rodar a propósito.

    Los bebés se sientan, al levantarse por su propia cuenta desde una posición boca abajo
o dejándose caer estando de pie. El bebé promedio puede sentarse si apoyo alrededor del
quinto mes o sexto mes y puede sentarse sin ayuda dos meses después.

    Hacia el sexto mes, la mayoría de los bebés comienzan a desplazarse por su propia
cuenta.

    Durante el segundo años los niños comienzan a subir escalones uno a la vez, pero como
antes de esto pueden subir gateando y caerse. Primero ponen un pie y después el otro en
el mismo escalón, antes de pasar a otro más arriba; después alternarán los pies. Más
adelante aprenderán a bajar. En el segundo año, los caminadores correrán y saltarán; al
tratar de mantenerse con ellos, los padres terminarán exhaustos. A la edad de tres años,
la mayoría de los niños pueden mantener el equilibrio en un pie durante un instante y
algunos comenzarán a saltar en un pie.

Influencias del ambiente en el desarrollo motor

    Todas las destrezas como: sentarse, pararse y caminar, se presentan bajo un patrón
predeterminado y los niños deben alcanzar cierto nivel de madurez psicológica antes de
poder hacerlo. Sin embargo, el ambiente también desempeña un papel importante.

    Esto sugeriría que la experiencia tiene una parte importante en el desarrollo motor.

Diferencias interculturales

    Los bebés de diferentes sociedades se desarrollan de acuerdo con diversos patrones.
    Los bebés africanos de piel negra tienden a ser más avanzados que sus similares de piel
blanca en el desarrollo de destrezas de motricidad gruesa como pararse y caminar,
mientras que los bebés asiáticos están preparados para presentar un desarrollo más lento
en estas destrezas. Algunas de estas diferencias pueden estar relacionadas con el
temperamento. Los bebés asiáticos tienden a ser más dóciles, lo que explica el porqué
manifiestan una respuesta más relajada cuando se les pone un trozo de tela sobre la nariz
y porqué también tienen menos probabilidad de interesarse en explorar desplazarse lejos
de sus padres (Kaplan y Dove, 1987).

    Diferentes culturas animan a sus niños a desarrollarse a lo largo de líneas variadas.

Cómo puede el ambiente retrasar el desarrollo

    Cuando los niños están bien nutridos, reciben atención médica adecuada, disfrutan de
libertad física y tienen la oportunidad de poner en práctica sus destrezas motrices,
probablemente su desarrollo moto es normal. Un ambiente demasiado deficiente en
alguna de estas áreas puede retardar el desarrollo motor de manera significativa.

    El ambiente tiene que ver con el desarrollo motor, y entre más deficiente sea, mayor
puede ser su efecto.

¿Se puede acelerar el desarrollo motor?

    Aunque algunos experimentos clásicos a corto plazo demostraron la importancia de la


maduración para el desarrollo motor, los estudios iraníes descritos antes y algunos
interesantes experimentos recientes también señalan hacia el rol de la experiencia.

 Investigación clásica. Arnold Gesell en un famoso experimento concluyó que “la


poderosa influencia de la maduración sobre los patrones de comportamiento de
los infantes es clara”. Los niños parecen desempeñarse en ciertas actividades
cuando están listos al nivel de maduración.

 Investigación más reciente. Investigaciones más recientes indican que el


entrenamiento a corto plazo de infantes en ciertas actividades motrices puede
influir en el desarrollo temprano con lo cual se demuestra el impacto del
ambiente.

Los efectos de largo alcance del desarrollo motor

    Los bebés cuando comienzan a desplazarse por sus propios medios, después de estar
siempre en brazos de alguien o en un coche, se sienten como un conductor que se fija de
las marcas en la carretera y es consciente de giros que nunca había observado como
pasajero. Al llegar al sitio por su propia cuenta, se siente más familiarizado con la ruta de
lo que estuvo al comienzo. El surgimiento de la “autolocomoción” es un punto de cambio
en la segunda mitad del primer año de vida, que influye en todas las áreas del desarrollo:
física, cognoscitiva y emocional.

Cómo influye el desarrollo motor en la percepción

    Si un niño no reconoce la cara de su madre antes de los cuatro meses de edad, no es
porque tenga algún problema en su relación con su madre, sino porque la visión no es
suficientemente buena antes de ese tiempo. Al igual que si un sujeto no puede gatear
antes de los ocho meses, no es porque estuviera confinada sino porque sus músculos y su
coordinación no están lo bastante bien desarrollados (Bushnell y Boudreau, 1993). Una
vez que se alcanzan estos niveles físicos, entonces se convierten en un “hecho de base”
(Bertenthal, Campos y Barrett, 1984). Es decir, aumenta la probabilidad de otros nuevos
avances para el bebé.

Percepción háptica

    Sólo hasta que los bebés han logrado suficiente coordinación ojo-mano para alcanzar
objetos, es cuando desarrollan la percepción háptica. Ésta es la capacidad para adquirir
información acerca de objetos que manipulan en oposición a cuando los observan.
Cuando los bebés pueden realizar varios movimientos de mano, pueden percibir
deferentes propiedades de los objetos. Desde los tres meses de edad, los infantes pueden
percibir temperatura, tamaño y, quizá, dureza. Entre los cuatro y diez meses, hacen
movimientos repetitivos con los dedos y la mano, rascan, frotan, sacuden la mano,
golpean, aprietan y toman objetos para después pasarlos de una mano a la otra. Ahora
comienzan a percibir textura y peso. Hacia el final del primer año, cuando tienen
suficiente fuerza como para sentarse sin apoyarse con una mano, pueden emplear ambas
manos de manera compleja, lo cual les permite tomar conciencia de las formas. Así la
capacidad para percibir estas características está limitada por el nivel de su desarrollo
motor (Bushnell y Boudreau, 1993).

Percepción de la profundidad

    El desarrollo motor también influye en la percepción de la profundidad, la capacidad


para percibir objetos y superficies en tres dimensiones. La profundidad se perciba
mediante la imagen de un objeto sobre la retina. Las claves cinéticas dependen del
cambio en esta imagen con movimiento, bien sea de la persona o de lo que ella esté
mirando, y los demás deben saber cuál se está moviendo. Para determinarlo, un bebé
debe sostener su cabeza por un momento. Así, un bebé necesita tener suficiente control
sobre la cabeza para poder moverla y sostenerla. Esta capacidad queda bien establecida
hacia el tercer mes. Las claves binoculares para la profundidad están presentes alrededor
del quinto mes. Algunas veces entre el quinto y séptimo mes, los bebés responden a
las claves monoculares estáticas, que se encuentran en la imagen sobre la retina de un
solo ojo. Estas claves incluyen el tamaño relativo, y deferencias de textura y sombra. Para
juzgar la profundidad con estas claves, los bebés tienen que saber sobre tamaño real y
otras propiedades. Esta información puede obtenerse al manipular objetos y con la
percepción háptica resultante (Bushnell y Boudreau, 1993).

El impacto de gatear

    Entre los siete y los nueve meses de edad, los bebés presentan grandes cambios:
comienzan a entender conceptos como “cerca” y “lejos”, dependiendo de qué distancia
están los objetos a su alrededor, les ayuda a trasladarse por su propia cuenta y también a
aprender a juzgar distancia y percibir la profundidad.

    La capacidad para trasladarse de un sitio a otro también tiene implicaciones sociales.
Por un lado, los bebés gateadores parecen estar en mejor capacidad de diferenciarse a sí
mismos del resto del mundo.

    Como puede verse, el desarrollo motor puede tener efectos de largo alcance para
ayudar a los bebés e hijos en la etapa de los primeros pasos nunca se están quietos, pero
incluso estas activas personitas tienen que dormir, algunos más que otros.

Rasgos evolutivos

    A los 2 años puede considerársele un preescolar. Está saliendo de la infancia. Conserva


aún cierto tambaleo residual en la marcha y pasa más de la mitad de las 24 horas del día
durmiendo. Pero está comenzando a usar palabras para comunicarse y es capaz de
satisfacer, al menos durante períodos limitados, las exigencias del ambiente de la escuela
nursery. Manifiesta poseer un sentido rudimentario de la existencia de otras personas,
rasgo que se hace bien definida a los 3 años.

    El niño de 2 años está todavía perfeccionando los aspectos fundamentales de


locomoción y control postural. Se deleita corriendo, a causa de que es una nueva
habilidad formativa. Es un corredor; prefiere la novedad de correr a la marcha.
Habitualmente corre sin caer, pero le llevará todo un año más aprender a disminuir la
velocidad, detenerse súbitamente y dar bien la vuelta en los ángulos muy agudos. Posee,
con todo, suficiente inhibición y responsabilidad social como para permanecer sentado
toda la duración del examen. Requiere tiempo adquirir el equilibrio motor y la
conformidad social que caracterizan al niño de 3 años.

    La coordinación manual fina continúa progresando velozmente. Las habilidades motoras
finas de los niños preescolares incluyen un mayor grado de coordinación de músculos
pequeños y entre ojo y mano. Al tener bajo control los músculos pequeños, los niños
ganan un sentido de competencia e independencia porque pueden hacer muchas cosas,
como comer o vestirse por sí mismos, para comer, ya que un niño de 2 años puede
sostener un vaso con una mano y puede ponerse ropas sencillas.
    En diferencia con las habilidades motoras gruesas, los preescolares de entre 2 y 5 años
hacen progresos importantes en el desarrollo motor. Con huesos y músculos más fuertes,
mayor capacidad pulmonar y mejor coordinación neuromuscular entre brazos, piernas,
sentidos y el sistema nervioso central, muestran una mayor habilidad y dominio del
cuerpo en la realización de proezas físicas que antes lea habría resultado imposible.

    El dominio de las relaciones espaciales depende de la organización de aquellas neuronas


que rigen el complicado sistema muscular que actúa en ojos, manos y dedos. El niño tiene
dominio de la dimensión vertical y horizontal, comprobado en la realización de distintas
pruebas, sin embargo, aún no tiene dominio de la dimensión oblicua, aún lejos de su
alcance. A los 2 años se halla todavía muy limitado en el espacio.

    El problema evolutivo del niño de 2 años es concebir un espacio dotado de formas, pero
suficientemente libre del contenido masivo como para ser utilizado, ágilmente, por el
pensamiento adaptativo.

    El período de los 2-3 años es, por ello, eminentemente un período de transición durante
el cual se desprende de la jerga, nombra objetos y dibujos, usa los pronombres y atiende a
órdenes sencillas. Tiene más capacidad para quitar, arrebatar, patear, que para “dar-y-
tomar”, y esto por razones de inmadurez evolutiva. Su forma de abrazar es tan
desmesurada como la forma que tiene de abrazar es tan desmesurada como la forma que
tiene de empujar. No sabe cómo pedir ayuda, se halla en el umbral del logro de tales
disociaciones sociales.

    El detalle de los modos de conducta personal-social está determinado por el ambiente;
pero las fuerzas impulsoras, formativas, son de origen constitucional. Por ello, hasta los
acontecimientos cotidianos del comportamiento hogareño sirven como indicadores de la
madurez evolutiva del niño.

2.  objetivos e instrumentos

    Existen una serie de pruebas o escalas para determinar el desarrollo motor de un niño.
Para ello se llevan a cabo pruebas de habilidades motoras finas y gruesas según la
dificultad del sujeto.

    Entre ellas podemos destacar algunas de las habilidades motoras que podrían ser
evaluadas para determinar dicho desarrollo. Dichas pruebas están divididas en habilidades
motoras gruesas y finas:

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