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Saavedra Muñoz, Natacha.

Universidad de Concepción
Asignatura: Transformaciones del mundo moderno
Curso: 4º / Año Académico: 2020
Profesor: Sanyar Lagos Vigouroux

REFERENCIA:
Nicolás MAQUIAVELO: “El príncipe” [Ebook]. Recuperado de
https://freeditorial.com/es/books/el-principe , 1513.

I. IDEAS PRINCIPALES

Clases de principados y de la forma en que se adquieren: las formas de dominación que identifica
el autor son la república y el principado. Estos principados pueden ser hereditarios o nuevos; estos
últimos pueden ser nuevos por completo o anexados a otro Estado.

Los principados hereditarios: el autor destaca que los principados hereditarios son mucho más
estables que los nuevos, puesto que el pueblo está acostumbrado a dicha dinastía, por lo que a menos
de que el príncipe rompa el orden establecido o una fuerza superior le arrebate sus dominios, su
gobierno debería perdurar. En este sentido, siempre y cuando el príncipe sea amado y no caiga en
vicios repudiables, no debería tener problemas, incluso le sería posible reconquistar sus territorios en
caso de haber sido usurpado.

Los principados mixtos: estos corresponden a los dominios anexados a un Estado ya conformado
los cuales pueden ser de la misma provincia y lengua, o ser completamente distinto al principado. En
el primer caso, dicho dominio es fácil de conservar, más aún si estos están acostumbrado a tener una
monarquía, pues solo basta con eliminar la línea del príncipe que anteriormente gobernaba y
conservar sus leyes y costumbres. En cuanto a los dominios conquistados de distinto idioma, cultura
y/o gobierno, Maquiavelo recomienda que el príncipe se asiente en dicho territorio, ya que permitiría
actuar con prontitud ante desordenes e impediría que el abuso de autoridades en representación del
príncipe. Otra medida aplicable es la de establecer colonias militares en territorios cercanos al estado
anexado, de cuya acción los unos afectados serían los campesinos pobres de dichos terrenos, los
cuales no significan preocupación alguna; en cuanto a los súbditos, estos no se verían perjudicados y
temerían quedar en la condición de los campesinos antes mencionados. Esta medida es preferible a la
ocupación militar, pues esta tiene mayores costos económicos y causaría descontento de la población.
En el estado anexo de distinto idioma o cultura el príncipe debe velar por la protección de las
provincias vecinas, debilitar a las de mayor poderío y evitar que llegue un estado extranjero de mayor
poder, pues puede aliarse con los enemigos del príncipe.

Por qué el reino de Darío, ocupado por Alejandro, no se sublevó contra los sucesores de éste,
después de su muerte: Maquiavelo considera que existen dos maneras de gobernar un principado:
un príncipe que gobierna con la asistencia de sus siervos (quienes viven bajo el amparo del
gobernante) o ayudado por los nobles (que poseen sus propios estados y súbditos). La primera forma
de principado garantiza un poder absoluto, pues los siervos no reconocen más autoridad que la del
príncipe; en este sentido, es un estado difícil de conquistar pues es poco probable que algún siervo se
rebele contra su gobernante, pero una vez conquistado no existen mayores problemas, pues no existe
nadie que genero conflictos internos. La segunda es mucho más fácil de conquistar, pues basta con
dividir a los nobles que conforman dicho estado, pero es difícil de mantener pues los intereses de las
familias nobles siempre generaran conflicto. En este sentido, el autor considera que es mejor poseer
un gobierno constituido por súbditos.

De qué modo hay que gobernar las ciudades o principados que, antes de ser ocupados, se regían
por sus propias leyes: Ante este tipo de Estados, Maquiavelo señala que el príncipe posee tres
opciones: destruir el lugar, radicarse en él o dejarlo seguir con sus leyes bajo un gobierno leal al
príncipe y exigiendo un pago de tributo. La complejidad de este tipo de dominios, es que su población
está acostumbrada a vivir libre, por lo que siempre existirá riesgo de sublevación. En este sentido, el
autor considera que la mejor opción para el príncipe es destruir la ciudad y dispersar a la población.

De los principados nuevos que se adquieren con las armas propias y el talento personal:
Maquiavelo establece que los príncipes pueden conseguir un nuevo principado gracias al azar o por
sus virtudes. Estos últimos solo dependen del azar solo en cuanto esto les permitió tener la
oportunidad de desenvolver sus talentos. Además, logran conseguir su principado con dificultades,
las cuales surgen de las innovaciones promovidas por el príncipe, es decir, el cambio de leyes y
costumbre que busca implantar en su dominio. La innovación genera que quienes se beneficiaban de
las viejas leyes se posiciones contra el gobernante y se puede generar de dos modos: por un lado, los
cambios se pueden implementar a través de la súplica, lo cual suele fracasar; por otro lado, las
modificaciones son impuestas por la fuerza. Respecto a esta última, Maquiavelo considera que
siempre y cuando el príncipe posea una fuerza militar propia, las nuevas leyes y costumbres pueden
perseverar. Una vez que estos principados superan sus obstáculos, se convierten en gobiernos
exitosos.

De los principados nuevos que se adquieren con armas y fortuna de otros: el autor se refiere en
este caso a los príncipes que obtienen su dominio comprándolo u obteniéndolo como regalo. Si bien
estos Estados se obtienen fácilmente, sus príncipes se sostienen en base a la fortuna y voluntad de
quienes lo pusieron en dicha posición, por lo que la mantención de su gobierno no depende de sí
mismos. Sin embargo, Maquiavelo considera que en tiempos de crisis el príncipe, si es que está a la
altura, podría hacerse con el control de su gobierno, pero lo cual es poco probable pues antes de tener
su posición posiblemente haya sido un mero ciudadano sin conocimientos sobre el mando de un
Estado.

De los que llegaron al principado mediante crímenes: Maquiavelo señala que un principado
también puede obtenerse por medio de delitos y conspiraciones, haciendo principalmente uso de la
violencia. La conservación de este tipo de gobiernos depende de un buen uso de la crueldad: el autor
considera que un buen uso de la crueldad cuando se aplica de una sola vez, con toda la fuerza necesaria
y procurando que beneficie a los súbditos; en cambio, un mal uso de la crueldad deviene en un uso
progresivo que perdure en el tiempo. En el primer caso, al hacer todo el mal de una vez, se puede
proseguir a gobernar a fuerza de beneficios, mientras que, en el segundo, ya sea por inseguridad o
malos consejos, jamás podrá contar con sus súbditos, pues siempre se les estará agrediendo.

Del principado civil: en este caso el principado es adquirido por un ciudadano con favor de sus
compatriotas. En estos casos, el príncipe necesita del favor del pueblo o de los nobles para conservar
su gobierno. Maquiavelo considera que el pueblo y los nobles son clases antagónicas, pues estos
últimos pretenden mandar y oprimir a los otros, quienes no desean que eso ocurra. Dado lo anterior,
un principado civil puede surgir cuando los nobles, que ven en riesgo su poder sobre el pueblo, dan
toda la autoridad a un ciudadano y lo convierten en principe, de modo que este garantice sus intereses.
Del mismo modo, el pueblo al ver que no puede superar a la nobleza, nombra a uno de los suyos
como principe para que los defienda.

Un principado civil obtenido con el apoyo de la nobleza es más difícil de mantener que uno
conseguido con el apoyo del pueblo. Esto se debe a que la nobleza considera al principe su igual, por
lo que le resulta difícil gobernar sobre ellos. En cambio, el pueblo considera al principe como única
autoridad que estarían dispuestas a obedecer. Además, se debe considerar que un gobierno que no sea
apoyado por su pueblo es difícil que se constituya de manera efectiva, pues serian muchos enemigos
con los que tratar, mientras que la nobleza, aunque rica, es poca. En este sentido, si el principado es
obtenido con la gracia de la nobleza, debe procurar ser también benefactor del pueblo si es que quiere
seguir gobernando.

Como deben medirse las fuerzas de todos los principados: los principados pueden clasificarse
también según su capacidad de sostenerse a sí mismos o de si requiere de la ayuda de otros. El primer
caso lo constituyen los principados que tienen hombres o dinero abundante que le permiten levantar
un buen ejército que le permita prestar batalla en cualquier escenario. El segundo caso consiste en los
principados que no poseen dicha capacidad y que deben recurrir a otros o refugiarse en sus muros,
sin ir a batallas de campo abierto.

De los principados eclesiásticos: estos principados se obtienen ya sea por azar o merito, pero se
sostienen en instituciones religiosas, que le permiten perdurar en el gobierno independiente de su
conducta y acciones. Estos dominios poseen Estados que no defienden, pero que no son atacados; del
mismo modo, poseen súbditos que no son gobernados, pero estos tampoco se rebelan. Maquiavelo
los identifica como los únicos principados realmente pacíficos, pero como obedecen a leyes
superiores no realiza un análisis más profundo.

De las distintas clases de milicias y de los soldados mercenarios: Maquiavelo considera que una
de las bases de un principado la constituyen sus tropas, pues estas garantizan el cumplimiento de las
leyes que pretende imponer. Distingue cuatro tipos de ejércitos: propios, mercenarios, mixtos y
auxiliares. El autor considera que las tropas mercenarias no permiten tener un gobierno seguro o
tranquilo, pues estas actúan por interés propio y no del principado, por lo que, ante la batalla, si esta
es desigual, huyen, y si son victoriosos insisten en su pago. Los capitanes de un ejército mercenario
pueden ser hombres de mérito o no; en el primer caso, no son de confianza pues aspiran a tener más
de lo que tienen; en el segundo caso tampoco hay que confiar pues pueden llevar el principado a la
ruina. En conclusión, un Estado defendido por un ejército propio es menos probable que caiga que
uno defendido por mercenarios.

De los soldados auxiliares, mixtos y propios: las tropas auxiliares son las que solicita un principado
a otro más fuerte para que le socorra. Depender de este tipo de soldados es perjudicial para el príncipe
que la solicita puesto que, al ser un ejército unificado de otro gobierno, en caso de que salieran
victoriosos el príncipe termina dependiendo de ellos, llegando incluso a poder ser conquistado por
dicho ejército, y en caso de ser vencidos, el príncipe se enfrenta a una derrota total. Las tropas mixtas
se componen de soldados propios y mercenarios y, si bien son mejor opción que las tropas auxiliares,
tienen la dificultad de que suelen depender de las tropas mercenarias, por ende, el príncipe nunca
tendría total disposición de ellas. Dado lo anterior, Maquiavelo concluye que la mejor opción sea
poseer un ejército compuesto solamente por soldados propios, ya que independientemente de su
fuerza, nunca se dudara de su lealtad y disposición.

De los deberes del príncipe para con la milicia: Maquiavelo considera que un príncipe debe tener
como prioridad el conocer el arte de la guerra, pues con esto se mantiene la estabilidad de su gobierno.
En este sentido, el príncipe debe cultivarse en este arte de dos modos: a través de la acción y del
estudio, es decir, debe entrenarse y estudiar sobre la historia de sus antecesores, especialmente de sus
experiencias en la guerra y como las sortearon. El autor da importancia a la práctica de la caza, en
cuanto le permite conocer al monarca la fatiga de la guerra y sus terrenos, donde probablemente se
lleven a cabo las batallas, permitiéndole así generar estrategias para estas. En conclusión, el momento
propicio para realizar esto es durante los tiempos de paz, ya que, si se aproximara una guerra, el
príncipe ya estaría preparado.

De aquellas cosas por las cuales los hombres y especialmente los príncipes, son alabados o
censurados: Maquiavelo considera que un príncipe, si quiere mantenerse en su posición de
gobernador, debe aprender a no ser bueno y a serlo cuando competa. Distingue que el ser humano
posee una serie de cualidades, buenas y malas, las cuales no se pueden poseer todas a la vez, por lo
que el príncipe debe aprender a comportarse de una u otra manera, según la circunstancia lo amerite,
de forma que se le permita seguir detentando el poder.

De la prodigalidad y la avaricia: Maquiavelo considera que la prodigalidad es una buena virtud,


pero la persona que la práctica notoriamente es juzgada por aquello, pero quien lo hace sin ser notado
se le acusa de ser avaro. Ante esto, el autor considera que el príncipe no debe preocuparse por ser
considerado un tacaño, pues siempre que este triunfe y realice obras que no empobrezcan al pueblo,
su avaricia será vista como prodigidad. En este sentido, Maquiavelo plantea que la tacañería es uno
de los vicios que permiten gobernar.

De la crueldad y la clemencia; y si es mejor que se amado que temido, o ser temido que amado:
Maquiavelo considera que siempre es mejor que un príncipe sea tenido por clemente que por cruel,
pero no por esto debe temer ser considerado cruel. La crueldad puede ser necesaria para mantener
unificado y fiel a los súbditos, que por excesiva clemencia pueden llegar a rebelarse. Por consiguiente,
la crueldad y la clemencia deben ser utilizadas con moderación y prudencia, de modo que se impida
generar un exceso de confianza o falta de esta.

Respecto a si es mejor ser temido que amado, Maquiavelo considera que, si lo mejor sería ser temido
y amado a la vez, pero que ser temido es mucho más seguro para el gobierno del príncipe. Aquí el
autor hace mención que la naturaleza del hombre es perversa, por lo que es mucho más proclive a
traicionar a alguien a quien ama y tiene gratitud que a alguien al que se le teme. Si bien el príncipe
debe ser temido, debe procurar no ser odiado, para lo cual se debe evitar el exceso de crueldad al
momento de tomar medidas contra los enemigos y traidores. Finaliza planteando que el amor depende
de la voluntad de los hombres, mientras que el temor proviene de la voluntad del príncipe, por lo que
este debe apoyarse en eso para gobernar.

De qué modo los príncipes deben cumplir sus promesas: Maquiavelo considera que para resolver
los asuntos del Estado posee dos medios, las leyes de los hombres y la fuerza de las bestias. Establece
que muchas veces las leyes no son suficientes para solucionar estos asuntos, por lo que el príncipe
debe comportase como bestia. A este respecto, Maquiavelo utiliza la metáfora del león y el zorro para
ilustrar como debe ser el comportamiento de bestia del príncipe: por un lado, debe demostrar la fuerza
necesaria para enfrentar a sus enemigos, pero también debe poseer la astucia para evitar los problemas
y/o solucionarlos sin la fuerza.

De qué modo debe evitarse ser despreciado u odiado: el autor considera que el príncipe debe evitar
a toda costa el ser despreciado u odiado, pues esto puede generar rebeliones y conspiraciones ya sea
por parte de la nobleza, el pueblo o el propio ejército. En este sentido, debe procurar no exasperar a
los nobles y tener satisfecho al pueblo. Una forma para evitar ser odiado es desligarse de las tareas
gravosas y resolver las agradables, confiriendo la resolución de esos asuntos a otras instancias (como
los parlamentos).

Si las fortalezas, y muchas otras cosas que los príncipes hacen con frecuencia son útiles o no:
Maquiavelo analiza la utilidad de desarmar a los súbditos y de la construcción de fortalezas. Respecto
a lo primero, el desarmar a los súbditos es considerado una ofensa para ellos, pues significa que se
duda de su fidelidad o de sus capacidades para la guerra; a pesar de eso, Maquiavelo recomienda
desarmar a los súbditos cuando es un estado nuevo el que se conquista, pero solo contra quienes no
apoyaron al príncipe durante la conquista. En cuanto a las fortalezas, están son útiles conforme a las
circunstancias, pues sirven para situaciones cuando el príncipe siente temor por su pueblo y cree que
se puede revelar en su contra. En este sentido, el autor establece que la mejor fortaleza para un
príncipe es el cariño y lealtad de su pueblo.

Como debe comportarse un príncipe para ser estimado: Un príncipe para ser estimado debe
realizar grandes empresas y poseer virtudes que no posean los hombres comunes. Maquiavelo plantea
esto pues los príncipes más exitosos siempre han sido los que han desarrollado grandes empresas que
causan admiración en sus súbditos. A la vez, el príncipe debe encontrar la forma de parecer grande e
ilustre en cada uno de sus actos y decisiones, castigando o premiando según corresponda a sus
súbditos.

De los secretarios del príncipe: Maquiavelo considera que los ministros del príncipe deben ser
personas fieles al príncipe que pongan los intereses del gobierno y el Estado por sobre los suyos
personales. Para esto, es el príncipe quien debe pensar por el ministro, por lo que debe enriquecerlo
y honrarlo de forma que le sea siempre leal y no piense que puede sobrevivir sin él.

Como huir de los aduladores: el príncipe para evitar que los aduladores lleguen a deformar la
concepción de su propio gobierno, pues solo intentan agradar al príncipe con sus comentarios. En este
sentido, el príncipe debe rodearse de una corte a la cual le confiera el poder de decirle la verdad, sea
cual sea esta, pero siempre que sea el propio gobernante quien recurra a su consejo, además este debe
ofenderse cada vez que no se le diga la verdad por temor.

Por qué los príncipes de Italia perdieron sus estados: Maquiavelo plantea que los príncipes
italianos perdieron sus dominios se apartaron de las reglas expuestas respecto a los ejércitos,
habiéndose algunos hechos enemigos de su pueblo y otros de la nobleza. En este sentido, no atribuye
que la perdida de sus estados se deba a la mala fortuna, sino que a la ineptitud de los príncipes.

Del poder de la fortuna, de las cosas humanas y los medios para oponérsele: el autor, si bien
considera que la fortuna es un factor importante, y muchas veces determinante, no cree que la
voluntad de los hombres no tenga cabida en los hechos del mundo. Maquiavelo considera que la
fortuna se presenta en los principados débiles, donde su príncipe carece de la inteligencia y virtud
necesaria para afrontarla. También considera que un príncipe exitoso que se haya amparado en la
fortuna, dejara de serlo cuando esta desaparezca, en este sentido, reafirmar que un príncipe prudente
debe sostener su gobierno en sus propias capacidades.

Exhortación a liberar Italia de los barbaros: finalizando su obra, Maquiavelo plantea que las
condiciones de la Italia de esa época eran propicias para que surgiera un príncipe con las
características que menciona, exhortando al heredero de los Medici a liberar Italia de las manos
extranjeras.

II. ANALISIS Y COMENTARIO CRITICO

En primer lugar, habría que destacar que la intención de Maquiavelo es realizar una suerte de
“manual” sobre como gobernar en una monarquía, dirigida específicamente al heredero de la familia
Medici. En este sentido, si bien deja entrever cierta objetividad al momento de realizar los análisis de
los distintos principados presentados durante la obra, el objetivo de esta en realidad era ganarse el
favor de dicha familia al concebir esta obra que, en definitiva, ayudaría al príncipe a gobernar. En
este sentido, cabría investigar si este es realmente el pensamiento político-filosófico de Maquiavelo,
o es algo hecho en relación a sus circunstancias; pues recordemos que el autor se encontraba sin
trabajo e intentando volver a prestar labores como funcionario público. Teniendo eso en cuenta, esta
obra debemos en virtud de su objetivo.

Respecto al contenido mismo de la obra, podríamos considerar que está incompleta. Uno de
los aspectos fundamentales en los que hace hincapié Maquiavelo al momento de analizar las distintas
acciones que un monarca debe ejecutar, es la repercusión que estas acciones tienen en dos “sujetos
sociales”, es decir, en el pueblo y la nobleza. Si bien durante el texto este hace mención de ellos y de
distintas características que poseen, es siempre en relación a su vínculo con el príncipe, no como
sujetos, en cierta medida, independientes. Esto último deja entrever que si bien ambos “sujetos” serían
factores que inciden en el éxito o fracaso de un principado, estos están sometidos siempre a la
voluntad del mismo príncipe, es decir, que estos “sujetos” no serían considerados como “agentes de
cambio” por Maquiavelo, pues sus acciones, aunque fuera la de abolir la monarquía, seria de exclusiva
responsabilidad del principado. En este sentido, Maquiavelo, en virtud de presentar un buen manual,
debería haber considerado un análisis no solo de las acciones y virtudes del principado, sino también
de todos los otros factores que influyen en él de manera independiente, puesto que un gobernante
nunca podría actuar en pos o contra alguno de estos sin conocerlos realmente.

Un aspecto relevante de la obra tiene que ver con la naturaleza del ser humano,
específicamente, que Maquiavelo defiende una visión del ser humano como un ser pecaminoso más
proclive al mal que al bien y que por eso un príncipe que encarne las virtudes que los seres humanos
carecen seria apto para gobernar. Esto evidencia que para Maquiavelo los seres humanos son
incapaces de gobernarse a sí mismo, que requieren de una figura que detente el poder y guie sus
acciones, puesto que de caso contrario reinaría el caos.
Otro de los aspectos más destacable de la obra de Maquiavelo es que rompe con la imagen
en la que el monarca exitoso es representado como una persona virtuosa que siempre hace el bien.
Como se expresa en los últimos capítulos de la obra, el príncipe a veces debe actuar como bestia, con
fuerza y astucia, para poder resolver los distintos problemas que se le presentan durante su gobierno.
Del mismo modo, esto se refleja cuando el autor hace énfasis en que el príncipe debe ser prudente y
actuar virtuosamente según corresponda, pero que, de ser necesario para mantener la unidad de su
gobierno, puede permitirse no ser virtuoso y, que esa cualidad racional que tendría el príncipe es lo
que lo haría realmente virtuoso: la capacidad de discernir cuando hay que obrar con virtud y cuando
no. En este sentido, la concepción defendida por Maquiavelo respecto a la figura del príncipe es más
bien realista que idealizada.

Del mismo modo, llama la atención que siendo una obra con una visión “realista” de las
cosas, Maquiavelo considera que la fortuna y el azar son cuestiones fundamentales en lo que respecta
al destino de los hombres. De partida, asume su existencia, estableciendo que varias problemáticas a
las que se enfrentan los gobiernos y pueblos son fruto del azar, por lo que resulta realmente dificultosa
la tarea de gobernar. Pero, si bien reconoce la existencia de ambos, no los considera ineludibles, pues
un príncipe virtuoso y prudente debiese estar preparado incluso para afrontar lo inesperado. En otras
palabras, el autor termina reconociendo que la verdadera virtud seria la capacidad de controlar el azar
y las consecuencias que este acarrea con él. De hecho, considera que un principado exitoso es aquel
que trasciende la vida del príncipe que lo estableció, viéndose de este modo el “status quo”,
inalterable, la máxima a alcanzar en un gobierno. En definitiva, Maquiavelo no considera que los
seres humanos viven un destino escrito, sino que son capaces de afrontarlo si es que tienen las
capacidades necesarias.

En consecuencia, podemos concluir que la obra “El príncipe” de Maquiavelo presenta varios
aspectos que rompen con concepciones tradicionales de su tiempo. La consideración de que el
monarca debe ser muchas veces una “bestia” debió ser recibida de manera polémica para su época,
en la que se creía que los reyes debían asemejarse a la figura del dios cristiano. A su vez, considerar
que los seres humanos pueden hacer frente al azar y sus consecuencias también debió ser recibido
como algo polémico, pues era algo a lo que estamos sometidos. En síntesis, el autor nos presenta que
la figura del monarca idóneo es aquel que se aleja de la divinidad y que incluso puede afrontar a
cuestiones que escapan de lo netamente humano, como lo son la fortuna y el azar.

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