Está en la página 1de 10

EL PRINCIPE DE NICOLAS MAQUIAVELO

CAPÍTULO I: CUÁNTAS SON LAS FORMAS DE PRINCIPADO Y CÓMO SE ADQUIEREN (QUOT


GENERA PRINCIPATUM ET QUIBUS MODIS ACQUIRANTUR).

Maquiavelo hace una separación entre estados: repúblicas o principados. Dentro de los
principados tendríamos dos cauces, un principado heredado o nuevo. Los nuevos se adquieren
porque nace el estado de la separación de otro y ahí se da el principado, y en el caso de los
hereditarios como su nombre indica por herencia familiar.

CAPÍTULO II: LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS (PRINCIPATIBUS HEREDITARIS).

Se centra en los principados, la manera de conservación y de gobierno que pueden tener. Por
una parte, se hace mención a los estados hereditarios, él considera que son mucho más fáciles
de conservar que en el caso de los nuevos, porque tan sólo tienen que seguir los pasos de su
linaje y no alterar la ordenación establecida por sus predecesores, así evitará el nuevo príncipe
problemas con sus predecesores.

CAPÍTULO III: LOS PRINCIPADOS MIXTOS (DE PRINCIPATIBUS MIXTIS).

Maquiavelo en este capítulo hace mención a los principados mixtos, es decir, un principado
que no es completamente nuevo, sino una especie de apéndice a añadido a un principado
antiguo que se posee de antemano.

Por tal reunión se le llama principado mixto, cuyas incertidumbres dimanan de una dificultad,
que es conforme con la naturaleza de todos los principados nuevos, y aquí empieza la envidia y
la disputa por el poder, a aquellos que lo ayudaron a llegar al poder tiene que corresponderles
con algún cargo público como en la actualidad, y de no hacerlos solo se generaran más
conflictos y tendrá más enemigos, al igual que los de oposición que se negaban a que llegara al
poder.

Así le ocurrió al rey Luis XII que ocupando Milán fácilmente la perdió al poco tiempo porque los
ciudadanos vieron defraudada la imagen que tenían del Rey, así como las esperanzas que
habían concebido para lo futuro, y no podían soportar ya la contrariedad de poseer un nuevo
príncipe.

Dichos Estados nuevamente adquiridos se reúnen con un Estado ocupado hace mucho tiempo
por el que los ha logrado, siendo unos y otro de la misma provincia, y hablando la misma
lengua, o no sucede

así. Cuando son de la primera especie, hay suma facilidad en conservarlos, especialmente si no
están habituados a vivir libres en república. Para poseerlos con seguridad basta haber
extinguido la descendencia del príncipe que reinaba en ellos, porque, en lo demás, respetando
sus antiguos estatutos, y siendo allí las costumbres iguales a las del pueblo a que se juntan,
permanecen ampliamente relacionados, como lo estuvieron Normandía, Bretaña, Borgoña y
Gascuña, que fueron anexadas a Francia hace mucho tiempo. Aunque existan algunas
diferencias de lenguaje, las costumbres se asemejan, y esas diversas provincias viven en buena
armonía. En cuanto al que hace tales adquisiciones, si ha de conservarlas, necesita dos cosas:
la primera, que se extinga el linaje del príncipe que poseía dichos Estados; y la segunda, que el
príncipe nuevo no altere sus leyes, ni aumente los impuestos. Con ello, en tiempo brevísimo,
los nuevos Estados pasarán a formar un solo cuerpo con el antiguo suyo.

Por su ambición los príncipes llegan a conquistar, se crea en ellos una idea de expansionismo y
por lo cual empiezan a conquistar territorios para establecer posteriormente un orden público
distinto al que ahí se contiene en las reglamentaciones originales del pueblo.

CAPÍTULO IV: POR QUÉ RAZÓN EL REINO DE DARÍO, CONQUISTADO POR ALEJANDRO NO SE
REBELÓ A SUS SUCESORES UNA VEZ MUERTO ESTE (CUR DARII REGNUM QUOD ALEXANDER
OCCUPA VERAT A SUCCESSORIBUS SUIS POST ALEXANDRI MORTEM NON DEFECIT).

Los sucesores de Alejandro conservaron los estados que este había conquistado debido a la
inteligencia y ambición que mostraron. De dos modos son gobernados los principados
conocidos. El primero consiste en serlo por su príncipe asistido de otros individuos que,
permaneciendo siempre como súbditos humildes al lado suyo, son admitidos, por gracia o por
concesión, en clase de servidores, solamente para ayudarle a gobernar. El segundo modo
como se gobierna se compone de un príncipe,

asistido de barones, que encuentran su puesto en el Estado, no por la gracia o por la concesión
del soberano, sino por la antigüedad de su familia. Estos mismos barones poseen Estados y
súbditos que los reconocen por señores suyos, y les consagran espontáneamente su afecto. Y,
en los primeros de estos Estados en que gobierna el mismo príncipe con algunos ministros
esclavos, tiene más autoridad, porque en su provincia no hay nadie que reconozca a otro más
que a él por superior y si se obedece a otro, no es por un particular afecto a su persona, sino
solamente por ser ministro y empleado del monarca.

Un monarca absoluto que se refleja y ejemplifica con el sultán de Turquía y el rey de Francia,
gobernados por un señor único.

CAPÍTULO V: CÓMO HAY QUE GOBERNAR LAS CIUDADES O LOS PRINCIPADOS QUE, ANTES
DE SER OCUPADOS, VIVÍAN CON SUS PROPIAS LEYES (QUOMODO ADMINISTRANDA SUNT
CIVITATES VEL PRINCIPATUS QUI ANTEQUAM OCCUPARENTUR SUIS LEGIBUS VIVEBANT).

Cuando el príncipe quiere conservar aquellos Estados que estaban habituados a vivir con su
legislación propia y en régimen de república, es preciso que abrace una de estas tres
resoluciones: o arruinarlos, o ir a vivir en ellos, o dejar al pueblo con su código tradicional,
obligándole a pagarle una contribución anual y creando en el país un tribunal de corto número
de miembros, que cuide de consolidar allí su poder. Al establecer este consejo consultivo, el
príncipe, sabiendo que no puede subsistir sin su amistad y sin su dominación, tiene el mayor
interés de fomentar su autoridad

CAPÍTULO VI: LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE CONQUISTAN CON LOS PROPIOS EJÉRCITOS
Y LA PROPIA VIRTUD SE REFIERE A LOS PRINCIPADOS QUE NACEN POR OBRA DE LA
INICIATIVA PERSONAL, CUANDO EL PRÍNCIPE O MONARCA.
decide invadir un estado por uso de la fuerza armada, por el ejército que constituye su nación,
invaden a otros estados para establecer ahí otra reglamentación y cambiar completamente el
estilo de vida de la sociedad invadida.

CAPÍTULO VII: LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE CONQUISTAN GRACIAS A LA SUERTE Y A


LAS ARMAS DE OTROS.

Los que de particulares que eran se vieron elevados al principado por la sola fortuna, llegan a
él sin mucho trabajo, pero lo encuentran máximo para conservarlo en su poder. Elevados a él
como en alas y sin dificultad alguna, no bien lo han adquirido los obstáculos les cercan por
todas partes. Esos príncipes no consiguieron su Estado más que de uno u otro de estos dos
modos: o comprándolo o haciéndoselo dar por favor. Ejemplos de ambos casos ofrecieron
entre los griegos, muchos príncipes nombrados para las ciudades de la Iona y del Helesponto,
en que Darío creyó que su propia gloria tanto como su propia seguridad le inducía a crear ese
género de príncipes, y entre los romanos aquellos generales que subían al Imperio por el
arbitrio de corromper las tropas. Semejantes príncipes no se apoyan en más fundamento que
en la voluntad o en la suerte de los hombres que los exaltaron, cosas ambas muy variables y
desprovistas de estabilidad en absoluto. Fuera de esto, no saben ni pueden mantenerse en
tales alturas.

No saben, porque a menos de poseer un talento superior, no es verosímil que acierte a reinar
bien quien ha vivido mucho tiempo en una condición privada, y no pueden, a causa de carecer
de suficiente número de soldados, con cuyo apego y con cuya fidelidad cuenten de una
manera segura. Por otra parte, los Estados que se forman de repente, como todas aquellas
producciones de la naturaleza que nacen con prontitud, no tienen las raíces y las adherencias
que les son necesarias para consolidarse. El primer golpe de la adversidad los arruina, si, como
ya insinué, los príncipes creados por improvisación carecen de la energía suficiente para
conservar lo que puso en sus manos la fortuna, y si no se han proporcionado las mismas bases
que los demás príncipes se habían formado, antes de serlo.

CAPÍTULO VIII: DE LOS QUE SE HAN LLEGADO AL PRINCIPADO MEDIANTE DELITOS.

Es aquel por el cual llegan al poder simples particulares, ascienden de una clase normal a una
posición de príncipe una posesión majestuosa. a la que llegara a través de la corrupción y la
traición a su príncipe original. Por medio de la fuerza bruta por maldades por conspiración por
poder de liderazo en el ejército como en los casos de Agátocles de Silicia y Oliverot de fermo,
quienes por alguna circunstancia son dueños del poder y suben a él valiéndose de actos sucios,
traicioneros, malvados, traiciones con las que se adueñan de los pueblos y lo somete a su
control.

CAPÍTULO XIX: EL PRINCIPADO CIVIL.

Un particular llega a hacerse príncipe, sin valerse de nefandos crímenes, ni de intolerables


violencias. Es cuando, con el auxilio de sus conciudadanos, llega a reinar en su patria. A este
principado lo llamo civil. Para adquirirlo, no hay necesidad alguna de cuanto el valor o la
fortuna pueden hacer sino más bien de cuanto una acertada astucia puede combinar. Pero
nadie se eleva a esta soberanía sin el favor del pueblo o de los grandes. En toda ciudad existen
dos inclinaciones diversas, una de las cuales proviene de que el pueblo desea no ser dominado
y oprimido por los grandes, y la otra de que los grandes desean dominar y oprimir al pueblo.
Del choque de ambas inclinaciones dimana una de estas tres cosas: o el establecimiento del
principado, o el de la república, y el de la licencia y la anarquía. En cuanto al principado, su
establecimiento se promueve por el pueblo o por los grandes, según que uno u otro de estos
dos partidos tengan ocasión para ello. Si los grandes ven que no les es posible resistir al
pueblo, comienzan por formar una gran reputación a uno de ellos y, dirigiendo todas las
miradas hacia él, acaban por hacerle príncipe, a fin de poder dar a la sombra de su soberanía,
rienda suelta a sus deseos. El pueblo procede de igual manera con respecto a uno solo, si ve
que no les es posible resistir a los grandes, a fin de que le proteja con su autoridad.

CAPÍTULO X: CÓMO HAY QUE VALORAR LAS FUERZAS DE CADA PRINCIPADO.

Los príncipes deben sostenerse por sí mismos cuando tienen suficientes hombres y dinero para
formar el correspondiente ejército, con que presentar batalla a cualquiera que vaya a
atacarlos, y necesitan de otros los que, no pudiendo salir a campaña contra los enemigos, se
encuentran obligados a encerrarse dentro de sus muros, y limitarse a defenderlos. Se habló ya
del primer caso y aún se volverá sobre él, cuando se presente ocasión oportuna. En cuanto al
segundo caso, no puedo menos de alentar a semejantes príncipes a fortificar la ciudad de su
residencia, sin inquietarse por las restantes del país. En la aplicación de justicia se debe aplicar
la fuerza para una mayor equidad y crear así un mayor orden público para que los habitantes
de principado puedan vivir en armonía con seguridad y tranquilidad.

CAPITULO XXI: DE LOS PRINCIPALES ECLECIASTICOS.

El último tipo de principado que queda por explicar es el eclesiástico. Conseguirlos es muy
difícil, ya que solo se adquieren mediante suerte o virtud; pero después, mantenerlos es un
trabajo muy fácil ya que estas instituciones religiosas en las que se basa el príncipe son tan
potentes que mantienen al señor en el poder actúe éste como actúe.

Este tipo de Estado tiene la particularidad que son los únicos que no defienden sus Estados y
no son atacados y que no gobiernan a sus súbditos y éstos no se preocupan. Son por lo tanto
principados seguros y felices

Maquiavelo teme hablar mucho de estos principados ya que no se atreve a “cuestionar las
inspiraciones de Dios” que los han creado. Explica eso sí, porque en ese momento la Iglesia
tuviese tanto poder temporal. Antes que Carlos rey de Francia entrase en Italia, este territorio
estaba bajo el dominio del papa, de los venecianos, del duque de Milán y de los Florentinos.
Estas potencias debían impedir que un ejército extranjero invadiese Italia e intentar que
ninguna de ellas sobresaliese entre las demás (se alzará con más poder que los otros). El
principado eclesiástico del papa nunca había podido ser más poderoso, ya que siempre era
parado por los nobles romanos (Orsini y Colonna) o se moría el papa en plena campaña (la
duración del mandato de un papa solía ser corto, de unos diez años); hasta que llego el papa
Alejandro VI. Llevó a cabo las acciones anteriormente explicadas con beneficiario a su hijo el
duque Valentino pese a que en realidad el poder que conquistó se lo quedó finalmente, al
morir el papa y su hijo, la Iglesia. Su sucesor Julio, engrandeció aún más la Iglesia, ya que se vio
con dinero, hecho que antes no había sucedido.

CAPITULO XXII: DE LAS DISTINTAS CLASES DE MILICIAS Y DE LOS SOLDADOS MERCENARIOS.

Para echar bien los cimientos a cualquier Estado, deben tenerse buenas leyes y buenas tropas.
Respecto a las tropas, hay de tres naturalezas: Mercenarias, auxiliares o mixtas. Las dos
primeras son peligrosas además de inútiles. El príncipe que tenga un ejército únicamente de
mercenarios, nunca podrá vivir seguro ni tranquilo, ya que los mercenarios no son fieles,
ambiciosos, parecen valientes, pero huyen ante el enemigo, no tienen disciplina… Es decir,
durante la guerra son un fracaso y durante tiempos de paz, saquean las arcas del Estado con
sus sueldos (pagas que no son suficientes para morir por el príncipe) [Por eso sucedió la ruina
de Italia, ya que se depositó la confianza en los ejércitos mercenarios]. A Maquiavelo no le
gustan en absoluto este tipo de tropas, así que da más motivos de su posición. Los capitanes
mercenarios o son hombres de mérito o no lo son, pero no se puede confiar en ellos ya que
siempre tratarán de aumentar su grandeza, ya sea oprimiendo a algunos en contra de la
voluntad del príncipe o bien tratando de oprimir al propio príncipe. Por eso solo una república
o principado armados con armas propias podrán triunfar [como Roma y Esparta, o los suizos]

Ejemplos de uso de armas mercenarias fueron:

-Los cartagineses

-El Imperio Romano, el cual tuvo una de las causas de su decadencia en que empezó a tomar a
los godos como ejército

-Los tebanos cuando nombraron capitán a Filipo de Macedonia y luego éste les quito la
libertad

-Los milaneses, que tomaron a sueldo a Francisco Sforza para combatir a los venecianos y
cuando lo hubo conseguido, se alió con los enemigos para acabar con los milaneses.

-Juana de Nápoles, que tomó como protección al padre de Francisco Sforza y éste la abandonó

-Los florentinos y venecianos, que agrandaron sus dominios pero por la suerte.

Algunos Estados, en cuanto se han visto amenazados por los capitanes mercenarios, han
mandado asesinar a éstos y reemplazarlos.

El autor explica ahora muy por encima la historia de Italia en relación a las tropas mercenarias.
Cuando Italia se dividió en muchos Estados, los nombrados príncipes no sabían del arte de la
guerra, así que empezaron a coger extranjeros a sueldo. El primer importante que lo hizo fue
Alberico Conio de la Romaña. Con el tiempo ha resultado que Italia ha sido recorrida
libremente por Carlos, saqueada por Luis, violada por Fernando e insultada por los suizos.

Los capitanes de estas milicias mercenarias cambiaron la infantería por la caballería, ya que
como no vivían de la tierra sino de la guerra, con poca infantería no se hacían respetar (y
mucha no podían mantenerla) pero en cambio con poca caballería ganaban temeridad.
Inventaron unos códigos militares para evitarse peligros y fatigas (como no asaltar de noche
ciudades, no degollar a los perdedores, tomar prisioneros…), hechos que llevaron a Italia a la
esclavitud y la deshonra.
CAPÍTULO XXIII: DE LOS SOLDADOS AUXILIARES, MIXTOS Y PROPIOS.

Maquiavelo considera inútiles también a las tropas auxiliares. Este tipo de tropas son aquellas
que se piden a otro príncipe poderoso en caso de emergencia [como el papa Julio a Fernando
rey de España]. Las tropas auxiliares son buenas para el que las posee pero no para quien las
pide, ya que con ello dicta su sentencia de muerte: si pierden, el príncipe cae, y si ganan, se
convierte en prisionero al entregarse por completo a la voluntad del otro príncipe [Volviendo
al anterior ejemplo, el Papa Julio II tuvo fortuna al perder con las tripas auxiliares ya que
tampoco fue derrotado porque en el último momento se presentaron los suizos y los que
habían sido hacía poco los vencedores ahora eran los vencidos].Ejemplos con consecuencias
son:

-Los florentinos llevaron 10000 franceses para dominar a Pisa y tal decisión les portó
amarguras

-El Emperador de Constantinopla para ayudar a sus vecinos, colocó en Grecia 10000 turcos, los
cuales una vez acabada la guerra se negaron a volver, así que empezó el reinado de los infieles
en Grecia.

Se concluye, en referencia a este tipo de tropas, que son mucho más peligrosas para el
príncipe que las mercenarias, debido al grado de unión superior que poseen.

Un buen ejemplo del uso de los tipos de tropas es el de César Borgia. Empezó invadiendo la
Romaña con auxiliares (franceses), además de tomar Imoli y Forli. Como no le parecieron
seguras estas tropas, se cambió a usar milicias mercenarias, tomando a sueldo a los Orsini y los
Vitelli. Tampoco le acabaron de convencer y finalmente acabó teniendo las suyas propias,
momento en el que fue más respetado que nunca.

Otro ejemplo es Hierón de Siracusa, al que no le gustaron las milicias mercenarias sobre todo
por sus ineptos jefes y se cambió a ejército propio con el que logró grandes hazañas.

Un ejemplo bíblico es el de David, que se ofreció a luchar contra Goliat con sus armas y no con
las que le dejaban.

Carlos VII, padre del rey Luis XI, también observó la buena utilidad de disponer armas propias,
por lo que mandó la creación de milicias de caballería e infantería. Eso sí, su hijo destrozó tal
obra al disolver las de infanterías y tomando a sueldo a suizos. Convirtió entonces al ejército
francés en mixto, ya que usaba tropas mercenarias y propias, opción mucho mejor que solo
mercenarios o auxiliares, pero mucho peor que un ejército totalmente propio.

Por lo tanto, las milicias propias formadas por los súbditos, los ciudadanos o los servidores del
príncipe, son la única opción para mantener el principado seguro.

CAPÍTULO XXIV:DE LAS OBLIGACIONES DEL PRÍNCIPE EN LO CONCERNIENTE AL ARTE DE LA


GUERRA.

El arte de la guerra es tan importante, que su conocimiento no solo mantiene príncipes a los
que lo son, sino que eleva a tal posición a los hombres de condición modesta [como Francisco
Sforza]. La razón principal de la pérdida de un Estado se halla en el olvido del príncipe hacia
este arte. Un príncipe que entienda de cosas de la guerra podrá confiar en sus soldados ya que
éstos confiarán en él. Incluso en los tiempos de paz el príncipe debe entrenarse en el arte de la
guerra, y para ello hay dos modos

-Acción: Tener bien organizadas las tropas, pero principalmente dedicase a la cada, con tal de
acostumbrarse a la fatiga y conocer el terreno (que permitirá defenderse mejor y acelerar el
aprendizaje del territorio de otra zona en otro momento al existir similitudes) [Esto lo hizo
Filopémenes con gran éxito]

-Estudio: El príncipe debe estudiar historia, ver las acciones de grandes hombres ilustres para
intentar imitarlos, como han llevado las victorias y cuáles han sido sus errores. [Como Escipión
que se basó en la vida de Ciro]

CAPÍTULO XXV: DE AQUELLAS COSAS POR LAS CUALES LOS HOMBRES Y ESPECIALMENTE LOS
PRÍNCIPES, SON ALABADOS O CENSURADOS.

Para no caer en el olvido, todo príncipe debe aprender a no ser bueno, y a practicarlo o no de
acuerdo con la necesidad.

Hay muchas cualidades por las cuales los príncipes son censurados o elogiados, y el príncipe
debe agrupar de aquellas que le hagan perder el Estado cuantas menos mejor. El autor hace
especial hincapié en el pródigo (que desperdicia y gasta sus bienes inútilmente
irracionalmente) y el tacaño (el que se abstiene demasiado de gastar lo suyo, que no es lo
mismo que avaro que es el que se enriquece mediante la rapiña).

CAPITULO XXVI: DE LA LIBERTAD (PRODIGALIDAD) Y DE LA MISERIA (AVARICIA).

En un principio Maquiavelo nos plantea una idea con la cual nos permite dar un juicio de
valores, Maquiavelo nos comenta que para ser un príncipe se debe conocer la maldad y hacer
parte de ella para que así en palabras vulgares no le jalen el pelo al principio, además plantea
que dicha maldad depende de su reputación estás ideas Maquiavelo plasma en su texto
afirmando Qué es preferible que el príncipe deba tener una reputación como alguien cruel que
como alguien muy querido sin duda Maquiavelo veía está reputación como algo que para el
príncipe es fundamental en su gobierno.

CAPITULO XXVII: DE LA CRUELDAD (SEVERIDAD) Y LA CELENCIA Y SI VALE MÁS SER AMADO


QUE TEMIDO.

Este capítulo nos lleva a cuestionar Sí vale más ser amado que temido Maquiavelo afirma que
el amar depende de la voluntad de los hombres y el temer de la voluntad del príncipe además
Maquiavelo afirma que un príncipe de prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno
pero como he dicho tratando siempre de evitar el odio.
CAPITULO XXVIII: DE MODO QUE LOS PRÍNCIPES DEBEN GUARDAR LA FE DADA O CUMPLIR
CON SUS PROMESAS.

este capítulo Maquiavelo nos dice que un príncipe debe comportarse como una bestia y como
un hombre refiriéndose a que el príncipe debe ser como un león y como un zorro como un
león Para poder defenderse, pero como un zorro para poder conocer Cuáles son las trampas
de la vida además Maquiavelo afirma que el príncipe tiene la capacidad de mentir siempre y
cuando está mentira esté bien estructurada debido a que el príncipe tiene el total control de
un pueblo.

CAPITULO XIX: EL PRÍNCIPE DEBE EVITAR SER DESPRECIADO Y ODIADO.

Nicolás Maquiavelo expone los parámetros que un príncipe debe seguir para no ser
despreciado por su pueblo en primer lugar un príncipe de evitar a toda Costa tener una
actitud odiosa y toda actitud odiosa se refiere a ser ladrón y usurpar las propiedades o
mujeres de los gobernados argumentando que mientras los hombres no sean privados de sus
bienes y honor, Estos vivirán felices otras de las cualidades por las cuales un principio puede
llegar a ser despreciado es el considerado ligero, afeminado, falta de valor o indeciso según el
autor es fundamental que el príncipe cuide su reputación inspiré valor grandeza y fortaleza
mediante sus acciones así como infundir firmeza en sus órdenes Maquiavelo explica que hay 2
situaciones a las un príncipe puede tener, primero a la rebelión de su pueblo y segundo al
ataque de una potencia vencida esto lo puede evitar en el primer caso haciendo feliz a su
pueblo con su gobierno y en el segundo teniendo armas listas y alianzas para la defensa otro
de los aspectos que el príncipe debe tener en cuenta es manejar un equilibrio entre sus
soldados y su pueblo ya que los soldados buscan un príncipe que sea insolente cruel y capas.
sin embargo, esto puede afectar su reputación para con el pueblo generando así sublimación
del mismo y odio hacia el príncipe para evitar esto es fundamental que los príncipes impongan
respeto a sus soldados

algunos príncipes que brillaron ya fuera por su éxito o por todo lo contrario Aníbal bogliacino
Siendo príncipe de Bolonia asesinado por los canuches continuación una rebelión el pueblo se
sublevó inmediatamente contra los asesinos y los mato atrozmente esto por efecto natural de
la benevolencia Popular que el príncipe había ganado a lo largo de su gobierno

Lucio Aurelio cómodo Antonino siendo un genio brutal y cruel y queriendo estar en
proporción de ejercer su capacidad sobre los pueblos prefirió favorecer a los ejércitos Por otra
parte no sosteniendo su dignidad porque se me lleva frecuentemente se hizo despreciable aún
para las tropas como estaba menospreciado por una parte y aborrecido por otra se aliaron
contra él y fue asesinado.

CAPITULO XX: SI LAS FORTALEZAS SON ÚTILES O PERNICIOSAS.

este capítulo que está enfocado en varios sitios l primeros de ellos radican si es conveniente
armar el pueblo o no. el segundo en qué sucede con los opositores un mandatario nuevo y el
tercero en cuál es y cuando las fortalezas son buenas o malas, en el primero se explica que
cuando el mandatario arma al pueblo también se arma Así mismo Pues esta acción demuestra
confianza en los súbditos y pasa lo siguiente el que era sospechoso para el mandatario se
vuelve fiel el fiel conserva su fidelidad y el sumiso toma partido en el estado por otro lado
cuando se desarma al pueblo se crea Una atmósfera desconfianza y se empiezan estar en lo
odio de parte del pueblo a su mandatario en segunda instancia él habla de la gran confianza
que experimenta el mandatario del servidor Quien era un principio era sospechoso En
comparación con el que siempre es fiel eso se debe a que entre más la sostenga el que
anteriormente se conocía como el opositor con el mandatario milicia tendrá redimirse por lo
que pensó con antelación y en contra del principio Maquiavelo Establece que la mejor
fortaleza que puede tener el mandatario es no ser aborrecido por su pueblo Pues si se
preocupa mucho por tener fortalezas al interior del estado entiéndase por fortalezas
edificaciones, tropas que entre otras que lo protejan y lo tiene a su lado el pueblo esas
terminan en su contra y con algo de ayuda extranjera desde igual manera en su contra

CAPITULOXXI: COMO DEBE PORTARSE UN PRINCIPE PARA SER ESTIMADO.

Maquiavelo aborda la forma en que ha de conducirse el príncipe en función de las


circunstancias y de las consecuencias de sus acciones y decisiones.

Nada hace tan estimable a un príncipe como las grandes empresas y el ejemplo de raras
virtudes. Prueba de ello es Fernando de Aragón, actual rey de España, Asimismo se estima al
príncipe capaz de ser amigo o enemigo franco, es decir, al que, sin temores de ninguna índole,
sabe declararse abiertamente en favor de uno y en contra de otro. El abrazar un partido es
siempre más conveniente que el permanecer neutral.

Los príncipes irresolutos, para evitar los peligros presentes, siguen las más de las veces el
camino de la neutralidad, y las más de las veces fracasan. Pero cuando el príncipe se declara
valientemente por una de las partes, si triunfa aquella a la que se une, aunque sea poderosa y
él quede a su discreción, estarán unidos por un vínculo de reconocimiento y de afecto.

CAPITULOXXII: LA ELECCION DE SECRETARIOS DEL PRINCIPE.

Advierte Maquiavelo sobre los criterios que debe seguir el príncipe a la hora de elegir a sus
secretarios o ministros, que serán el cuerpo de ayudantes y consejeros más cercanos y que,
por lo mismo, han de ser los más fieles, los que pongan por encima de su interés personal al
príncipe y el Estado. En esa misma línea, recomienda, más adelante, huir de los aduladores,
porque no dicen la verdad. Para conocer a un ministro hay un modo que no falla nunca.
Cuando se ve que un ministro piensa más en él que en uno y que en todo no busca sino su
provecho, estamos en presencia de un ministro que nunca será bueno y en quien el príncipe
nunca podrá confiar.

CAPITULOXXIII: COMO HUIR DE LO ADULADORES.

No quiero pasar por alto un asunto importante, y es la falta en que con facilidad caen los
príncipes si no son muy prudentes o no saben elegir bien. Me refiero a los aduladores, que
abundan en todas las cortes. Porque los hombres se complacen tanto en sus propias obras, de
tal modo se engañan, que no atinan a defenderse de aquella calamidad; y cuando quieren
defenderse, se exponen al peligro de hacerse despreciables. De esto se concluye que es
conveniente que los buenos consejos, vengan de quien vinieren, nazcan de la prudencia del
príncipe y no la prudencia del príncipe de los buenos consejos.

CAPITULOXXIV: POR QUE LOS PRÍNCIPES DE ITALIA PERDIERON SUS ESTADOS.

Las reglas que acabo de exponer, llevadas a la práctica con prudencia, hacen parecer antiguo a
un príncipe nuevo y lo consolidan y afianzan en seguida en el Estado como si fuese un príncipe
hereditario. Por consiguiente, estos príncipes nuestros que ocupan el poder desde hacía
muchos años no acusen a la fortuna por haberlo perdido, sino a su ineptitud. Como en épocas
de paz nunca pensaron que podrían cambiar las cosas (es defecto común de los hombres no
preocuparse por la tempestad durante la bonanza).

CAPITULOXXV: PODER DE LA FORTUNA DE LAS COSAS HUMANAS Y DE LOS MEDIOS PARA


OPONÉRSELE.

Afirma que no todo debe dejarse en manos de esta, sino que se ha de estar preparado para las
adversidades de tal modo que se les pueda hacer frente, el mundo está regida por la fortuna y
por Dios, de tal modo que los hombres más prudentes no pueden modificarlas; y, más aún,
que no tienen remedio alguno contra ellas. De lo cual podrían deducir que no vale la pena
fatigarse mucho en las cosas, y que es mejor dejarse gobernar por la suerte.

la fortuna que se manifiesta con todo su poder allí donde no hay virtud preparada para
resistirle y dirige sus ímpetus allí donde sabe que no se han hecho diques ni reparos para
contenerla. como la fortuna varía y los hombres se obstinan en proceder de un mismo modo,
serán felices mientras vayan de acuerdo con la suerte e infelices cuando estén en desacuerdo
con ella.

CAPITULOXXVI: EXHORTACIÓN A LIBERAR A ITALIA DE LOS BÁRBAROS.

Después de meditar en todo lo expuesto, me preguntaba si en Italia, en la actualidad, las


circunstancias son propicias para que un nuevo príncipe pueda adquirir gloría, esto es
necesario a un hombre prudente y virtuoso para instaurar una nueva forma de gobierno, por la
cual, hombre honrándose a sí mismo, hiciera la felicidad de los italianos. Pero se debe a que la
antigua organización militar no era buena y a que nadie ha sabido modificarla. Nada honra
tanto a un hombre que se acaba de elevar al poder como las nuevas leyes y las nuevas
instituciones ideadas por él, que, si están bien cimentadas y llevan algo grande en sí mismas, lo
hacen digno de respeto y admiración, no debe olvidarse que son estas cosas las que dan
autoridad y gloria a un príncipe nuevo. No se debe, pues, dejar pasar esta ocasión para que
Italia, después de tanto tiempo, vea por fin a su redentor.

También podría gustarte