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Nombre: Oscar Eduardo Xoná Jala

Carrera: Ciencias Jurídicas y Sociales


No de Carnet: 22-3205
Docente: Licda. M.A. EVELYN EDALIGIA RIVEIRO RAMÍREZ
Curso: Teoría General del estado
Sección: A

EL PRÍNCIPE
Nicolás Maquiavelo

Maquiavelo hizo una distinción entre estados: repúblicas o principados. Dentro


del ducado tendremos dos canales, un heredado o un nuevo ducado. La nueva se obtiene
porque nace el estado de separación de otro, donde se da el ducado, y en el caso de
hereditario, como su nombre indica, por herencia familiar.

Se enfoca en los principados, la forma en que están protegidos y el gobierno que


pueden tener. Por un lado, refiriéndose a los estados hereditarios, creía que eran más
fáciles de conservar que los nuevos estados, porque solo había que seguir su sangre, no
cambiar el orden que establecían, así evitará el nuevo príncipe problemas con sus
predecesores. Maquiavelo en este capítulo hace mención a los principados mixtos, es
decir, un principado que no es completamente nuevo, sino una especie de apéndice
añadido a un principado antiguo que se posee de antemano. Esto es lo que le sucedió al
rey Luis XII, que tomó Milán y pronto la perdió, porque la gente del pueblo vio la decepción
de su impresión del rey, y su visión del futuro, ya no podían permitirse la decepción de
tener un nuevo príncipe.

Para poseerlos con seguridad basta haber extinguido la descendencia del


príncipe que reinaba en ellos, porque, en lo demás, respetando sus antiguos estatutos, y
siendo allí las costumbres iguales a las del pueblo a que se juntan, permanecen
ampliamente relacionados, como lo estuvieron Normandía, Bretaña, Borgoña y Gascuña,
que fueron anexadas a Francia hace mucho tiempo. Con ello, en tiempo brevísimo, los
nuevos Estados pasarán a formar un solo cuerpo con el antiguo suyo. Por su ambición los
príncipes llegan a conquistar, se crea en ellos una idea de expansionismo y por lo cual
empiezan a conquistar territorios para establecer posteriormente un orden público distinto
al que ahí se contiene en las reglamentaciones originales del pueblo. Los sucesores de
Alejandro conservaron los estados que este había conquistado debido a la inteligencia y
ambición que mostraron.

De dos modos son gobernados los principados conocidos. El primero consiste en


serlo por su príncipe asistido de otros individuos que, permaneciendo siempre como
súbditos humildes al lado suyo, son admitidos, por gracia o por concesión, en clase de
servidores, solamente para ayudarle a gobernar. El segundo modo como se gobierna se
compone de un príncipe, asistido de barones, que encuentran su puesto en el Estado, no
por la gracia o por la concesión del soberano, sino por la antigüedad de su familia. Estos
mismos barones poseen Estados y súbditos que los reconocen por señores suyos, y les
consagran espontáneamente su afecto.

Y, en los primeros de estos Estados en que gobierna el mismo príncipe con


algunos ministros esclavos, tiene más autoridad, porque en su provincia no hay nadie que
reconozca a otro más que a él por superior y si se obedece a otro, no es por un particular
afecto a su persona, sino solamente por ser ministro y empleado del monarca. Al
establecer este consejo consultivo, el príncipe, sabiendo que no puede subsistir sin su
amistad y sin su dominación, tiene el mayor interés de fomentar su autoridad. Se refiere a
los principados que nacen por obra de la iniciativa personal, cuando el príncipe o monarca
decide invadir un estado por uso de la fuerza armada, por el ejército que constituye su
nación, invaden a otros estados para establecer ahí otra reglamentación y cambiar
completamente el estilo de vida de la sociedad invadida.

Ejemplos de ambos casos ofrecieron entre los griegos, muchos príncipes


nombrados para las ciudades de la Iona y del Helesponto, en que Darío creyó que su
propia gloria tanto como su propia seguridad le inducía a crear ese género de príncipes, y
entre los romanos aquellos generales que subían al Imperio por el arbitrio de corromper
las tropas. Semejantes príncipes no se apoyan en más fundamento que en la voluntad o
en la suerte de los hombres que los exaltaron, cosas ambas muy variables y desprovistas
de estabilidad en absoluto. Por otra parte, los Estados que se forman de repente, como
todas aquellas producciones de la naturaleza que nacen con prontitud, no tienen las raíces
y las adherencias que les son necesarias para consolidarse. El primer golpe de la
adversidad los arruina, si, como ya insinué, los príncipes creados por improvisación
carecen de la energía suficiente para conservar lo que puso en sus manos la fortuna, y si
no se han proporcionado las mismas bases que los demás príncipes se habían formado,
antes de serlo.

Es aquel por el cual llegan al poder simples particulares, ascienden de una clase
normal a una posición de príncipe una posesión majestuosa. A la que llegara a través de
la corrupción y la traición a su príncipe original. Un particular llega a hacerse príncipe, sin
valerse de nefandos crímenes, ni de intolerables violencias. En cuanto al principado, su
establecimiento se promueve por el pueblo o por los grandes, según que uno u otro de
estos dos partidos tengan ocasión para ello.

Si los grandes ven que no les es posible resistir al pueblo, comienzan por formar
una gran reputación a uno de ellos y, dirigiendo todas las miradas hacia él, acaban por
hacerle príncipe, a fin de poder dar a la sombra de su soberanía, rienda suelta a sus
deseos. Los príncipes deben sostenerse por sí mismos cuando tienen suficientes hombres
y dinero para formar el correspondiente ejército, con que presentar batalla a cualquiera
que vaya a atacarlos, y necesitan de otros los que, no pudiendo salir a campaña contra los
enemigos, se encuentran obligados a encerrarse dentro de sus muros, y limitarse a
defenderlos. En cuanto al segundo caso, no puedo menos de alentar a semejantes
príncipes a fortificar la ciudad de su residencia, sin inquietarse por las restantes del país.
En la aplicación de justicia se debe aplicar la fuerza para una mayor equidad y crear así un
mayor orden público para que los habitantes de principado puedan vivir en armonía con
seguridad y tranquilidad.

Para la adquisición de este no se necesita gozar de buena posición ni de mucha


fortuna, únicamente necesita de reconocimiento por su labor espiritual, con en el caso de
los papas que ejercían el poder por medio de la ideología y que por más de mil años
manipularon y dominaron los principados, les creaban a la población un cierto temor divino
y una sanción religiosa. Entonces se dice que hicieron su voluntad, papas que intervenían
en la política de los principados como es el caso de Alejandro VI que dividió el territorio de
las colonias. El príncipe no ha de tener otro objeto, ni abrigar otro propósito, ni cultivar otro
arte, que el que enseña, el orden y la disciplina de los ejércitos, porque es el único que se
espera ver ejercido por el que manda. La guerra se justifica en el propósito con el que se
llevó a cabo, el príncipe tiene que pensar la situación de tal manera que solo declare la
guerra en casos necesarios o de interés.

Los príncipes, por hallarse colocados a mayor altura que los demás, se
distinguen por determinadas prendas personales, que provocan la alabanza o la censura.
La liberalidad es con la que un hombre se conduce en la sociedad de una manera que
empieza a formar ideales de justicia y libertad, equidad, por lo que la mayoría de los
habitantes de los principados son miserables y un menor porcentaje son los dueños de
poder, a lo que llamamos oligarquía que es el poder de pocos en perjuicio de la gran
mayoría. Cuando alguien ejercía esta conducta debía ser sumamente cuidadoso puesto
que ese liberalismo atentaba contra el poder de los príncipes quienes ejercían un poder
absoluto. Al príncipe no le conviene dejarse llevar por el temor de la infamia inherente a la
crueldad, si necesita de ella para conservar unidos a sus gobernados e impedirles faltar a
la fe que le deben, porque, con poquísimos ejemplos de severidad, será mucho más
clemente que los que por lenidad excesiva toleran la producción de desórdenes,
acompañados de robos y de crímenes, dado que estos horrores ofenden a todos los
ciudadanos, mientras que los castigos que dimanan del jefe de la nación no ofenden más
que a un particular.

Por lo demás, a un príncipe nuevo le es dificilísimo evitar la fama de cruel, a


causa de que los Estados nuevos están llenos de peligros. Desde que un príncipe se ve
en la precisión de obrar competentemente conforme a la índole de los brutos, los que han
de imitar son el león y la zorra, según los casos en que se encuentre.

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