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Se refiere a los principados que nacen por obra de la iniciativa personal, cuando el príncipe
o monarca decide invadir un estado por uso de la fuerza armada, por el ejército que
constituye su nación, invaden a otros estados para establecer ahí otra reglamentación y
cambiar completamente el estilo de vida de la sociedad invadida.
Capítulo VII: Los principados nuevos que se conquistan gracias a la suerte y a las armas de
otros (De principatibus novis qui alienis armis et fortuna acquiruntur).
Los que de particulares que eran se vieron elevados al principado por la sola fortuna, llegan
a él sin mucho trabajo, pero lo encuentran máximo para conservarlo en su poder. Elevados
a él como en alas y sin dificultad alguna, no bien lo han adquirido los obstáculos les cercan
por todas partes. Esos príncipes no consiguieron su Estado más que de uno u otro de estos
dos modos: o comprándolo o haciéndoselo dar por favor. Ejemplos de ambos casos
ofrecieron entre los griegos, muchos príncipes nombrados para las ciudades de la Iona y del
Helesponto, en que Darío creyó que su propia gloria tanto como su propia seguridad le
inducía a crear ese género de príncipes, y entre los romanos aquellos generales que subían
al Imperio por el arbitrio de corromper las tropas. Semejantes príncipes no se apoyan en
más fundamento que en la voluntad o en la suerte de los hombres que los exaltaron, cosas
ambas muy variables y desprovistas de estabilidad en absoluto. Fuera de esto, no saben ni
pueden mantenerse en
tales alturas.
No saben, porque a menos de poseer un talento superior, no es verosímil que acierte a
reinar bien quien ha vivido mucho tiempo en una condición privada, y no pueden, a causa
de carecer de suficiente número de soldados, con cuyo apego y con cuya fidelidad cuenten
de una manera segura. Por otra parte, los Estados que se forman de repente, como todas
aquellas producciones de la naturaleza que nacen con prontitud, no tienen las raíces y las
adherencias que les son necesarias para consolidarse. El
primer golpe de la adversidad los arruina, si, como ya insinué, los príncipes creados por
improvisación carecen de la energía suficiente para conservar lo que puso en sus manos la
fortuna, y si no se han proporcionado las mismas bases que los demás príncipes se habían
formado, antes de serlo.
Capítulo VIII: De los que se han llegado al principado mediante delitos (De his qui per
scelera ad principatum per venere)
Es aquel por el cual llegan al poder simples particulares, ascienden de una clase normal a
una posición de príncipe una posesión majestuosa. a la que llegara a través de la corrupción
y la traición a su príncipe original. Por medio de la fuerza bruta (por maldades) por
conspiración por poder de liderazo en el ejército como en los casos de Agátocles de Silicia
y Oliverot de fermo, quienes por alguna circunstancia son dueños del poder y suben a el
valiéndose de actos sucios, traicioneros, malvados, traiciones con las que se adueñan de los
pueblos y lo somete a su control.