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Gamsie, Silvina: ¿Qué le pasa a mi hijo?

El diagnóstico en la clínica con niños

La autora comienza planteando que los analistas de niños suelen situarse en la

perspectiva de ese futuro que deberá advenir en la segunda vuelta de la sexualidad

introducida por la pubertad. Sostiene que ese tiempo, pone a prueba la estructura en el

desencuentro con el Otro sexuado, en la nueva condición en que se halla el sujeto, que lo

diferencia del niño, de disponer del acto sexual: lo que era juego en la infancia tiene

posibilidad de devenir real.

Sostiene que el psicoanálisis con niños se ubica en el tiempo de descuento que el niño

subjetiviza allí donde "eso" era gozado, la necesaria pérdida de la escena parental de la que

debe descontarse y que constituye el km 0 de la sucesión temporal en que consiste su propia

historia.

Se pregunta entonces cómo responder, desde ese lugar, a la pregunta que inaugura

cada consulta acerca de lo que le ocurre a un niño, y se responde que más allá a la

dimensión diagnóstica a la que alude, se hace evidente que muchas veces es

precisamente ese diagnóstico lo que se viene a buscar. Un psicodiagnóstico.

Un psicodiagnóstico cuyas conclusiones volcadas en informes suelen circular

irresponsablemente haciendo pública entre instituciones - en especial la escolar - la

intimidad de esos niños, a sus expensas y obviamente sin su consentimiento.

La respuesta del analista a esa pregunta inicial de los padres, según Gamsie, mal podría

ser un rótulo psicopatológico que reforzando la posición objetalizada del niño lo encasillara

en una nomenclatura con el riesgo de marcar a fuego su futuro en espera.


Situación inapropiada para el niño y riesgosa para el analista que preso de sus

propias afirmaciones tendería a fijar más que un punto de partida, un punto de

llegada.

En este punto sostiene que no está de más recordar que lo que caracteriza a la consulta

por un niño es que alguien pide por y para él. Se nos hace imprescindible entonces situar

quien, qué y para quien demanda, lo que no es siempre evidente en las entrevistas iniciales.

Un padre solicita tratamiento para su hijo cuando lo que denota como síntoma

recubre un saber cuyo sentido se le escapa, pero que considera dirigido a él,

atribuyéndole a veces al niño cierta intencionalidad.

Los padres aparecen destituidos momentáneamente de ese lugar de saber sobre sus

hijos que se supone deberían sostener durante la infancia. De ahí esa queja dirigida al

analista, ese "no sé qué le pasa" "no sé qué hacer" esa es la suposición de un saber

oculto recubierto por el síntoma que motiva la demanda y es lo que los padres esperan

que el analista descifre.

¿Cómo responde entonces el analista a esta demanda de respuesta por parte de los

padres?

La autora sostiene que una de las formas de responder consiste en transmitirles a los

padres una lectura aproximada de la escena que quedó recortada en el discurso familiar.

Cuando lo sintomático, como bien lo plantea Lacan, está en posición de responder a lo que

hay de sintomático en la estructura de la pareja parental.

Se trata de una intervención que apunta no sólo a resituar al niño en su condición de tal,

sino que relativiza la intencionalidad intolerable atribuida al síntoma, y que contribuye a su

vez, a reintroducir en términos discursivos la escena perturbadora en el mito familiar.


Toma entonces el caso de un niño, segundo de tres hermanos, designado como "el niño

problema", que sufría y hacía sufrir con su padecimiento a sus pares y a sus padres. Estos

últimos, apesadumbrados por la pérdida accidental de su primer embarazo en el último mes

de la gestación toman la decisión de no tener más hijos. Decisión que evidentemente no

cumplen, y con esto se desliza el primer punto: ninguno de sus tres hijos fue buscado.

La madre cuenta que al enterarse del embarazo del niño problema, la abruma la

convicción de que después de la pérdida de su primer embarazo, y un segundo nacido con

una malformación, no podía esperar más que "un nuevo problema"

Volviendo a la cuestión de cómo responder a la demanda diagnóstica, la autora

plantea que otra manera radica en transmitir lo que se captura como un modo de no

renunciamiento que involucra tanto al niño en análisis como a uno o ambos progenitores.

Se trata de un punto que abrocha la respuesta del niño, lo que se indica como su síntoma

y el llamado modo de una satisfacción inadvertida en los padres.

Toma entonces un caso de un niño de 8 años, nieto de un viejo dirigente stalinista.

El padre de este niño había sufrido pasivamente el autoritarismo de su propio padre a

quien nunca se había atrevido a contradecir.

El motivo de la consulta alude en un inicio al bajo rendimiento escolar, efecto del

desafío constante del niño a la autoridad de la maestra.

Luego de un episodio familiar, el padre deja de manifiesto que le deleitaba en verdad

que su hijo tuviera una posición desafiante, resultaba claro que la rebelión por la que

consulta en un principio tenía para él, otro destinatario: el abuelo del niño, su propio padre,

ante quien no había podido rebelarse nunca.

En el primero, los padres consultan por un niño de 3 años que no habla ni responde a las

consignas de la maestra en el jardín. Con una madre que transmite que desde el embarazo
no deja de pensar en el temor de tener un hijo con deficiencias neurológicas, comilares a las

que su hermana porta desde el nacimiento.

Una infección del niño realza sus temores: el bebé es internado durante 30 dias y ella

"solo iba a escucharlo llorar"

Al final de la primera entrevista la madre pregunta, como pidiendo permiso, si estando

su hijo en "ese estado" podía tener otro bebé.

Durante los meses que duró el tratamiento, el niño empieza a hablar, a relacionarse con

otros niños en el jardín.

En este caso, la autora comenta que evita emplear término psicopatológico alguno para

referirse al niño.

Finalmente, la madre queda embarazada y el niño es sacado abruptamente del

tratamiento.

Lo que se puso de manifiesto en esa demanda, es el permiso de dedicarse enteramente a

un "hijo sano". Un psiquiatra finalmente sanciona el mentado "autismo" dando lugar a la

confirmación de lo que la madre creía ya saber dese antes inclusive del nacimiento. Lugar

que la habilita a dejar al niño confinado en una institución "especial"

Gamsie plantea que el diagnóstico psicopatológico propiamente dicho, se plantea de un

modo ineludible, sin que su función pueda ser situada de manera unívoca.

Toma dos casos, ambos rotulados como autismo pero en los que éste término y su

dialéctica se inscriben de una manera opuesta:

Distinto es el segundo caso, donde la confirmación del diagnóstico se hace necesaria

para que los padres puedan reubicarse frente a su suposición inicial.

La consulta estaba formulada de manera que lo que buscaban no era un pedido de

tratamiento sino la ratificación o la rectificación de un diagnóstico que los sumía en una


profunda angustia. El pedido era de establecer un diagnóstico para poder cambiar al niño de

analista sin el terror de estar causándole un daño irreparable. El cambio de analista va de la

mano con el hecho de que el niño que describía el analista era otro que el que los padres

reconocían, responsabilizándolos del perjuicio que le acarrearían si lo alejaban de ese

tratamiento.

El diagnóstico de autismo en este caso les permitió recuperar la posibilidad de tomar una

decisión responsable sobre el futuro de su hijo, y decidir un cambio en la orientación y la

modalidad del tratamiento.

Finalmente, la autora sostiene es por el carácter objetivante de un diagnóstico y sus

eventuales consecuencias autoproféticas que tendemos en principio a retenerlo.

El pedido de diagnóstico, pone inevitablemente en juego la falla estructural que separa la

demanda del deseo, falla que, en el caso del psicoanálisis con niños, atañe al pedido de los

padres por sus hijos.

Será necesario el recorrido de las diversas secuencias de esa demanda inicial a lo largo

de las entrevistas para despejar algunas referencias atinentes al deseo en el que ese

diagnóstico será capturado, instalándose como la confirmación aciada de un destino o

habilitando un camino por venir.

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