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introducida por la pubertad. Sostiene que ese tiempo, pone a prueba la estructura en el
desencuentro con el Otro sexuado, en la nueva condición en que se halla el sujeto, que lo
diferencia del niño, de disponer del acto sexual: lo que era juego en la infancia tiene
Sostiene que el psicoanálisis con niños se ubica en el tiempo de descuento que el niño
subjetiviza allí donde "eso" era gozado, la necesaria pérdida de la escena parental de la que
historia.
Se pregunta entonces cómo responder, desde ese lugar, a la pregunta que inaugura
cada consulta acerca de lo que le ocurre a un niño, y se responde que más allá a la
La respuesta del analista a esa pregunta inicial de los padres, según Gamsie, mal podría
ser un rótulo psicopatológico que reforzando la posición objetalizada del niño lo encasillara
llegada.
En este punto sostiene que no está de más recordar que lo que caracteriza a la consulta
por un niño es que alguien pide por y para él. Se nos hace imprescindible entonces situar
quien, qué y para quien demanda, lo que no es siempre evidente en las entrevistas iniciales.
Un padre solicita tratamiento para su hijo cuando lo que denota como síntoma
recubre un saber cuyo sentido se le escapa, pero que considera dirigido a él,
Los padres aparecen destituidos momentáneamente de ese lugar de saber sobre sus
hijos que se supone deberían sostener durante la infancia. De ahí esa queja dirigida al
analista, ese "no sé qué le pasa" "no sé qué hacer" esa es la suposición de un saber
oculto recubierto por el síntoma que motiva la demanda y es lo que los padres esperan
¿Cómo responde entonces el analista a esta demanda de respuesta por parte de los
padres?
La autora sostiene que una de las formas de responder consiste en transmitirles a los
padres una lectura aproximada de la escena que quedó recortada en el discurso familiar.
Cuando lo sintomático, como bien lo plantea Lacan, está en posición de responder a lo que
Se trata de una intervención que apunta no sólo a resituar al niño en su condición de tal,
problema", que sufría y hacía sufrir con su padecimiento a sus pares y a sus padres. Estos
cumplen, y con esto se desliza el primer punto: ninguno de sus tres hijos fue buscado.
La madre cuenta que al enterarse del embarazo del niño problema, la abruma la
plantea que otra manera radica en transmitir lo que se captura como un modo de no
renunciamiento que involucra tanto al niño en análisis como a uno o ambos progenitores.
Se trata de un punto que abrocha la respuesta del niño, lo que se indica como su síntoma
que su hijo tuviera una posición desafiante, resultaba claro que la rebelión por la que
consulta en un principio tenía para él, otro destinatario: el abuelo del niño, su propio padre,
En el primero, los padres consultan por un niño de 3 años que no habla ni responde a las
consignas de la maestra en el jardín. Con una madre que transmite que desde el embarazo
no deja de pensar en el temor de tener un hijo con deficiencias neurológicas, comilares a las
Una infección del niño realza sus temores: el bebé es internado durante 30 dias y ella
Durante los meses que duró el tratamiento, el niño empieza a hablar, a relacionarse con
En este caso, la autora comenta que evita emplear término psicopatológico alguno para
referirse al niño.
tratamiento.
confirmación de lo que la madre creía ya saber dese antes inclusive del nacimiento. Lugar
modo ineludible, sin que su función pueda ser situada de manera unívoca.
Toma dos casos, ambos rotulados como autismo pero en los que éste término y su
mano con el hecho de que el niño que describía el analista era otro que el que los padres
tratamiento.
El diagnóstico de autismo en este caso les permitió recuperar la posibilidad de tomar una
demanda del deseo, falla que, en el caso del psicoanálisis con niños, atañe al pedido de los
Será necesario el recorrido de las diversas secuencias de esa demanda inicial a lo largo
de las entrevistas para despejar algunas referencias atinentes al deseo en el que ese