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El psicoanálisis en las urgencias - Moscón

Se presentan situaciones límites. Extremos del padecimiento subjetivo. Nos encontramos en


los límites de la experiencia de un sujeto, de la mayor exigencia para su estructura.

El verdadero desafío en esta clínica, es construir verdades en situación de peligro.

Las urgencias conducen hacia los márgenes, su clínica transita por los bordes del discurso
establecido

Particularidades de la urgencia

Se pueden presentar

 Ataques de angustia: Amenaza de convertirse en puro cuerpo, mero objeto de goce


ante el deseo del Otro
 Episodios agudos de depresión o duelo patológico: Muchas veces hay riesgo de
suicidio. Se presenta la cuestión de quedar abandonado en la identificación al objeto
perdido.
 Descompensaciones en psicosis: Derrumbe subjetivo sin borde que enmarque la
escena
 Locuras no psicóticas
 Trastornos del acto: Agravante de la peligrosidad

¿Qué es lo determinante para que sea experimentado como urgencia?

Se cruza un umbral, el S es llevado fuera de su hábito, cediendo límites simbólicos. Se


encuentra desarmado, sin recursos. Desbordado, fuera de control, sin las defensas habituales
para poder volver atrás, hay un descontrol, un desborde del desborde. Es subjetivamente
alarmante. Un callejón sin salida. El S siente que es tomado por un goce fuera de cauce.

Hay un fracaso de la respuesta simbólica, un colapso de la función de falta en algún lugar de la


trama. La urgencia es un fracaso temporario de la respuesta, que deja por un tiempo sin
reparar la falla específica del nudo.

EJ: El insomnio.

La urgencia propiamente dicha es sin palabra, implica la claudicación de la palabra,


imposibilidad de articularla, en su formulación balbuceante, o grito desesperado.

La impotencia aguda del ste, incapaz de cumplir con su función de falta. Hay algo que
repentinamente no tiene nombre y no puede resolverse, hasta que hace perder el sentido.

Esta insuficiencia repentina de lo simbólico, sin respaldo para sostenerse, y estar a la altura de
las circunstancias, sin nombre que pueda bordear una verdad traumática, sin una ley que
pueda situarla.

Va a haber siempre un compromiso del lazo social, los trastornos en relación con el Otro, y una
experiencia puntual de soledad. La mostración o el pedido de ayuda al Otro, serian intentos de
resolver esta soledad.
El sujeto se encuentra en una relación agudamente problematizada con el Otro

La situación de urgencia se da por insuficiencia o ausencia a nivel de la trama ste, con sus
respectivas consecuencias en lo imaginario y en lo real. Correspondería un eclipse del “tiempo
de comprender”. Hay una eternización del instante del goce insoportable, cuya no resolución
empuja riesgosamente a desembocar en el momento de concluir en actos de peligrosidad para
sí y para otros. En función de recuperar la subjetividad amenazada de muerte, en estos
estados límites, se puede hacer peligrar la vida,

El sujeto deja de representarse por los significantes que lo sostenían, hablamos de la falla del
síntoma, y de la vacilación aguda del fantasma en las neurosis, o en el fracaso del delirio o de
otras formas de reparación en psicosis.

La cuestión del acto desmedido y potencialmente riesgoso está implícita. Esta mostración en
acto implícita una situación de peligro, al principio esta letra suele no ser descifrable, no estar
dispuesta enseguida a la vía discursiva, antes de que pueda traducirse y recuperarse como un
hilo de verdad para el paciente. Esto dependerá de un encuentro entre el paciente y el deseo
del analista.

La respuesta a la urgencia.

“Invento” es muy pertinente para dar cuenta del modo de intervención analítica, en los que a
la gravedad de la situación, suele sumarse la precariedad de los medios socioculturales e
institucionales.

Invento como eso que “viene” ahí como “hallazgo”, que se hace con lo que hay y no más,
armado con los retazos de lo que se escucha de particular del paciente y que lo compromete
en su singularidad de sujeto, construido con esos trazos de saber inconsciente, y obtenido a la
letra de lo que ahí frágil y precariamente se ofrece a la escucha en tanto fragmentos que hay
que captar.

La intervención debe ser fiel a la letra y a la contingencia del encuentro entre el paciente y el
deseo del analista. Su definición misma implica que podría no ocurrir, que podría no inventarse
nada, que para el caso sería no alcanzar ninguna solución particular, que por ejemplo, sólo se
logre calmar al paciente con medidas generales de contención (Contención verbal, medicación,
contención física, o internación en el hospital) cuya eficacia no responde todavía a ninguna
particularidad íntima sobre la que se haya incidido.

El paciente sea escuchado aquí en un tiempo en el que la vía simbólica discursiva se encuentra
suspendida o seriamente afectada, implica que sólo una intervención con la fuerza de la
palabra que hace acto puede tener el efecto de inscribir algo del orden simbólico que ha
cesado de escribirse y ser capaz de reinstituir al sujeto.

Dicha intervención necesariamente hará valer más su enunciación que los enunciados, la
forma, los acentos, el tono de voz más que los contenidos, tomando muchas veces un sesgo
imperativo o sugestivo, teniendo el efecto de un nombre del padre que operando sobre lo
real le pondrá límites.

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