Las normas constitucionales tienen un carácter abierto y amplio de tal suerte de
interpretación en materia constitucional, surgen con mayor frecuencia en este ámbito en comparación de las otras ramas del ordenamiento, hay una serie de normas abiertas, que todo lo que es reglamentado es decir las reglas en el derecho positivo o imperativo en el caso de nuestra legislación están en un cambio o adaptación con otros principios o formas humanas, derechos humanos que nacen de uno y mueren para otro, el legislador pondera, modera y/o usa su razonamiento, de acuerdo a su conocimiento con cierta aceptación a la violación de la regla, consideró que si algo es susceptible de ponderar es susceptible de aceptar, la regla de la cual hablamos para argumentar la que debería aplicarse cuando se hable de derechos humanos. Los sistemas jurídicos contemporáneos de un Estado de Derecho se caracterizan por contener normas jurídicas. Estas normas jurídicas pueden ser reglas o principios, y, no necesariamente un principio se encuentre en una norma jurídica. Para Dworkin, parafraseado por Atienza, lo que caracteriza a los principios frente a las reglas—según este autor—es que, mientras éstas últimas pueden aplicarse en la forma de todo-nada, los principios tienen una dimensión de peso: cuando se aplican para resolver un caso, deben ser ponderados entre sí, y el caso resuelto según un caso, deben ser ponderados entre sí, y el caso resuelto según el peso relativo atribuido a los diversos principios concurrentes. [CITATION Ati09 \p 74 \l 1034 ]. El debate actual de la distinción entre reglas y principios se ha pensado, es un problema exclusivo del Derecho constitucional, centrado en la interpretación de los Derechos fundamentales, pues se afirma que esta distinción constituye el marco de una teoría normativo-material de los Derechos fundamentales y, con ello, un punto de partida para responder a la pregunta acerca de la posibilidad y los límites de la racionalidad en el ámbito de los Derechos fundamentales. Ambas normas forman parte de la Convención Americana de Derechos Humanos. La norma I es un principio, la II, una regla. Las diferencias estructurales entre una y otra se advierten, según la mayoría de los autores, básicamente desde dos niveles de análisis distintos. Cabe examinarlos a continuación, para pasar luego al análisis de una muy interesante crítica que han recibido recientemente: a) En primer lugar, las normas transcritas son distintas en cuanto a su fuerza deóntica. En efecto, por su propia índole, la prescripción de la norma I (el respeto de la integridad física, psíquica y moral) puede ser llevada a cabo en más o en menos, es decir, admite distintos niveles de cumplimiento (o de incumplimiento). Lo que la norma ordena es que sea observado en la mayor medida posible, en otras palabras, que sea optimizada. La norma II, en cambio, ordena un algo que no admite distintos niveles de cumplimiento. Puede ser observado o no: no hay puntos intermedios, o el inculpado tiene la asistencia de un intérprete o no la tiene. Esta diferencia es causa de que la interpretación de los principios sea con frecuencia más complicada que la de las reglas. Sobre la base de lo dicho, R. Alexy ha caracterizado los principios como "mandatos de optimización". Cuando mejor se percibe la diferencia entre reglas y principios es en el momento de su aplicación. Más concretamente, en el momento de su colisión o conflicto con otras normas. Los principios, a diferencia de las reglas, configuran el caso de forma abierta, careciendo inclusive de supuesto de hecho. Como Baquerizo Minuche y Leuschner Luque establecen, cuando la …Constitución dice que todas las personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, deberes y oportunidades”, estamos ante la configuración de un principio y no de una regla, pues las condiciones de aplicación de la norma transcrita no se encuentran siquiera genéricamente determinadas. [CITATION Baq11 \p 70 \n \l 1034 ] principios y las reglas las cosas no son muy distintas, aunque pueden hacerse algunas distinciones de grado. En efecto, unos y otros también descansan, aunque no preponderantemente, sobre criterios de razonabilidad que no dependen del legislador. Piénsese, por ejemplo, en el caso de las reglas de tránsito: el legislador pudo en su momento establecer que el semáforo rojo significaría "prohibido el paso" y el verde "autorizado el paso", o lo contrario, y que la calle en cuestión fuese o no doble mano, o mano en una dirección o en otra; es decir: el legislador contó con un margen enorme de maniobra: constituyó, de algún modo, la juridicidad y antijuridicidad de conductas que en principio eran indiferentes. Ahora bien, esto no significó una ausencia total de condicionamientos a la hora de legislar. El legislador no hubiera podido establecer, siguiendo con el mismo ejemplo, que los semáforos estarían en rojo varias horas, y en verde unos pocos segundos, o que todas las calles de una ciudad serían mano en una sola dirección. La razón de esto último radica en que una norma como esa frustra el logro de la finalidad que inspira y vertebra toda la regulación del tráfico, a saber: facilitar la circulación, remover los obstáculos que la dificulten.
Sentencia C-075 de 2007 Problema jurídico El problema jurídico que plantea la
Sentencia C-075 de 2007, con ponencia del Magistrado Rodrigo Escobar Gil, se expresa de la siguiente manera: ¿la exclusión de las parejas homosexuales de los efectos jurídicos que se desprenden de la Ley 54 de 1990 constituye una vulneración del principio de la dignidad humana, toda vez que se limita la posibilidad de estas personas a tener un plan de vida y desarrollarse libremente? Los efectos jurídicos concretos que despliega la mencionada ley están directamente relacionados con temas patrimoniales o de contenido patrimonial, en las uniones maritales de hecho y el régimen patrimonial entre compañeros permanentes. Lo que desconocía el entendido amplio del principio de dignidad humana, sobre la base de una vida desarrollada en los cimientos de un bienestar integral, no solo desde los reconocimientos formales, expresados en la ley, sino desde la inclusión de un bienestar que tiene fuertes bases morales, en este sentido la jurisprudencia cita el triple contenido del principio de dignidad humana: El contenido del derecho a llevar una vida digna se expresa en tres dimensiones, en primer lugar, la posibilidad de vivir como se quiera, sin interferir en la órbita de los derechos de los demás, de modo que cada persona elija el plan vital que prefiera; en segundo lugar, la posibilidad de vivir bien, esto es tener acceso a ciertas condiciones materiales de existencia, y, finalmente, la posibilidad de vivir sin humillaciones, lo cual implica preservar la integridad física y moral. (Sentencia C-075 de 2007, M.P. Rodrigo Escobar Gil). El alcance que le da la Corte frente al desarrollo de la jurisprudencia de principios En este orden, la Corte Constitucional realiza un examen a la luz de establecer el alcance del principio de dignidad humana de las parejas del mismo sexo en cuanto al no goce de protección patrimonial, sobre la base de existir una paridad material, sobre las parejas de distintos sexos o heterosexuales que gozan de la consagración formal y material. Y del desconocimiento de la ley de nuevas circunstancias o de circunstancias concretas, que hacen de la unión entre parejas del mismo sexo una necesidad de optimización de sus derechos fundamentales, con relación al alcance la Corte expresa: En efecto, tal como se plantea en la demanda y en varias de las intervenciones, los homosexuales que cohabitan se encuentran desprotegidos patrimonialmente, porque al terminarse la cohabitación no tienen herramientas jurídicas para reclamar de su pareja la parte que les corresponde en el capital que conformaron durante el tiempo de convivencia, desprotección que es también evidente en el evento de muerte de uno de los integrantes de la pareja, caso en el cual, por virtud de las normas imperativas del derecho de sucesiones, el integrante supérstite podría ser excluido de la titularidad de los bienes que conformaban ese patrimonio, por el derecho de los herederos del causante. (Sentencia C-075 de 2007, M.P. Rodrigo Escobar Gil) De conformidad con lo anterior, es clara la argumentación de la Corte Constitucional en dirigirse a otorgarle un contenido normativo material a la misma textura abierta del principio de dignidad humana, que, en concreto a la hora de desarrollarse como derecho fundamental a la dignidad humana de estas parejas homosexuales, establece sus límites en la aplicación misma del principio constitucional. BIBLIOGAFIA. Atienza, M. (2009). El Sentido del Derecho (5ta impresión ed.). (S. Editorial Ariel, Ed.) Barcelona, España: Ariel Derecho. Baquerizo Minuche, j., & Leuschner Luque, E. (2011). Sobre Neoconstitucionalismo, Principios y Ponderación: Notas desde la Teoría y la Filosofía del Derecho (1era Edición ed.). Guayaquil, Ecuador: EDILEX S.A. Editores. Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-075/2007. M.P. Rodrigo Escobar Gil. Dworkin, R. (2002). Los Derechos en Serio (5ta. Reimpresión ed.). (S. Editorial Ariel, Ed.) Barcelona, España: Ariel Derecho.