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Asignatura: Ética Profesional.

Profesor: Gabriel Cataldo V.

APUNTES DE INTRODUCCIÓN A LA ÉTICA1

CAPÍTULO 1: Conceptos básicos y marco teórico de la ética.

Temores y expectativas ante el curso de ética: lo que se espera, lo que se debe esperar y lo
que no se puede esperar.

1.1. Aproximación etimológica y definición de la ética

El concepto ética proviene, en stricto sensu, de las palabras griegas (ethos) y (éthos). Dichos
vocablos, según sea la letra inicial, significaban cosas distintas en el mundo helénico. Escrito con
épsilon el concepto designaba la costumbre o simplemente hábitos (ej. etología), Con la letra eta el
significado era carácter. Aunque, en este último caso, la palabra no significaba sólo “carácter” sino
también morada o residencia. Con todo, desde Aristóteles el concepto se viene utilizando para
designar propiamente a la ÉTICA 2. Aunque en la época moderna también se utilizó el significado
más antiguo (morada) para designar el estilo humano de habitar o morar (Heidegger), el concepto
más apropiado para designar a la ética sigue siendo el carácter o Éthos.

En el ámbito latino existía el concepto de m os (de donde proviene mor, moral), que designaba
ambas dimensiones: “costumbre” y “carácter”. Ello hizo que el término se identificara de un modo
excesivo con las “costumbres” y ello ha repercutido directamente en la reflexión moral posterior.

En este curso entenderemos la ética como ethos = carácter, a fin de evitar la identificación ambigua
del término latino y de darle su real dimensión de formación del carácter moral más que de seguir las
costumbres establecidas a nivel social y cultural. Sin embargo, entendemos también en este curso
los conceptos de ética y moral como sinónimos, aunque con la salvedad anterior: siempre en clave
de carácter, lo que le imprime un dinamismo necesario a los procesos de etización de la realidad y
disminuye el carácter estático del m os = costumbre, Con ello queremos rescatar del vocablo griego
la significación de personalidad ética. Dicho significado presenta a la ética como un modo de ser
adquirido.

1.2. La ética como reflexión, praxis e interdisciplinariedad

La significación de la ética como “modo de ser adquirido” o “personalidad ética” (éthos = carácter)
involucra aspectos dinámicos que se acercan más a la praxis transformadora que a la theoria griega.
No por casualidad el mismo Kant situó a la ética dentro de la llamada razón práctica (donde

1
Este apunte pertenece al Prof. Dr. Víctor San Martín R. Académico de la Universidad Católica del Maule.
2
Cf. J.L. ARANGUREN, Ética. Madrid 1972, 21-23

1
prevalece la voluntad inteligente), por distinción de la razón pura (razón especulativa o intelectiva) 3,
fundando con ello la distinción moderna entre teoría y praxis.

Sin embargo el concepto praxis ( del griego ) es en si mismo complejo. En muchos aspectos se
aproxima al significado de éthos, pues designa, entre otras cosas, la manera de ser. También indica
acto, acción. Sin embargo prevalece el significado de consecuencia o resultado. El acto está
involucrado, pero no es cualquier acto: pretende obtener un resultado concreto, un cambio y no la
repetición de lo mismo de siempre. Esto indica el carácter ético transformador (praxis
transformadora): es dinámico, mueve al cambio personal y del entorno social mediato e inmediato.

Al lado de esta concepción de la ética como praxis (inteligencia y voluntad) subsisten los
tradicionales trascendentales del ser (Platón), entre ellos el Bien. Sosteniendo la necesidad de
postular estos conceptos de los cuales la praxis ética participa (de un modo parcial), es necesario
afirmar que el carácter ético coincide con el predicado bueno antes que con el sustantivo bien. Sin
embargo, este predicado bueno debe ser llenado con lo que realmente debe ser considerado bueno.
Es decir, debe ser confrontado con los trascendentales ontológicos (Bien).

Ahora nos formulamos la siguiente interrogante: ¿cómo la ética puede tener alcances de relevancia
para el mundo de hoy? Hemos dicho antes que la ética apunta a la praxis. Pero no se puede
transformar nada si no se lo conoce bien. A pesar que la realidad humana, como diremos más
adelante, posee en si misma una estructura ética, dicha infraestructura está afectada hoy por el
practicismo o pragmatismo: se hace lo que sirve para…, no lo mejor ni lo bueno. La mayor parte de a
gente se autoconduce con criterios de utilidad más que de eticidad. La ética debe, entonces,
formular un discurso y una praxis transformadora para el mundo de hoy, y para ello no se puede
negar, ocultar o rechazar la realidad. Se debe conocer y asimilar para transformarla.

Para que lo anterior no siga siendo una quimera irrealizable es necesario postular hoy más que
nunca que la ética es, por sobre todo, un saber con metodología propia, pero esencialmente
interdisciplinar. La fragmentación de nuestra sociedad se manifiesta en los procesos cada vez más
sofisticados de especialización: se sabe mucho de poco, y se sabe muy poco del todo. En medio de
esta realidad donde han aprendido a convivir los fragmentos de la verdad, es necesario rescatar
esos fragmentos dentro de un sentido global y de los fines. Como decía alguien, “nos hemos
especializado en la ciencia de los cómo y de los qué, pero hemos quedado ignorantes de la ciencia
de los por qué y para qué”. La labor de la ética (y de la filosofía, de la teología y otras) es la
búsqueda del sentido y de la finalidad, aunque sin ignorar nunca la necesaria eticidad de los medios.

Para que la ética realice su misión unificadora en torno a la finalidad de la acción humana es
necesario que extraiga una gran parte de su material de reflexión y análisis de las demás ciencias.
Por ello ha sido necesario establecer el nexo con las ciencias políticas, con la economía y la
sociología para estructurar una ética social relevante. Para la bioética se tuvo que establecer
puentes con la biología, la ingeniería genética, la medicina, etc. Para la moral de la persona hubo
que conocer la psicología y la antropología. Los ejemplos ilustran la realidad necesariamente
interdisciplinar de la ética. Sólo de ese modo, en el diálogo respetuoso con las demás disciplinas, se
puede articular una ética que de respuestas a los dilemas de nuestro tiempo.
3
E. Kant formuló tres interrogantes a partir de las cuales nace su filosofía o los tres grandes tratados trazados en ella:
¿qué puedo conocer? (razón Pura), ¿Qué puedo hacer? (razón práctica) y ¿qué me cabe esperar? (teoría del juicio
teórico – practico).

2
1.3. Los antecedentes filosóficos, antropológicos y socioculturales de la ética.

Al enunciar el titulo de este apartado debemos hacer tres advertencias preliminares. La primera se
refiere al alcance global del apartado, cuya característica fundamental es ser una aproximación
básica a la historia de la ética como reflexión sistemática, con sus principales tendencias y autores.
Esta acotación nos obliga a la segunda aclaración: no tratamos aquí de las ideas morales de la
humanidad, que de por sí serían inabarcables en el apartado, puesto que exceden los objetivos de
una introducción. Sólo nos dedicaremos a los autores de la denominada ética de raíz occidental, que
proviene fundamentalmente del mundo greco-romano. Y la tercera aclaración es que toda
aproximación a la historia de la ética debe ser suplementada por lecturas de apoyo 4.

Era necesario advertir aquello de la diferencia entre ética e ideas morales de la humanidad, puesto
que las normas y conductas reguladoras de los distintos grupos humanos en la historia no partieron
necesariamente de una reflexión filosófica o teológica de base. En muchos casos se partió de las
necesidades sociológicas básicas como las de gobierno, orden, civilidad, subsistencia o
simplemente de coexistencia. Para ello fue necesario , fundar un sentido a la existencia del grupo
humano en el mundo, a su presencia en la historia. De la articulación de aquella identidad nace
fundamentalmente lo que hoy podemos llamar cultura, que es esencialmente la conciencia (memoria
histórica) de la comunidad de origen y de destino de los diferentes pueblos. Por ello es que tal
materia debe ser tratada por otras
disciplinas tales como la sociología o la antropología cultural e incluso la historia de las ideas
religiosas de la humanidad.

Las raíces fundantes de lo que hoy entendemos por ética se encuentran en el marco de la historia
de la filosofía, puesto que allí se desarrolló la ética como reflexión sistemática, o como teoría y
praxis (que podemos distinguir como saber de ciencia y saber de conciencia). En este sentido es
correcto afirmar que los fundamentos filosóficos de la ática se encuentran, al menos formalmente, en
Aristóteles, pero existen algunos rastros de ética formal en los presocráticos y en el mismo Platón 5.
Aunque dichos filósofos son importantes para la ética, es Aristóteles quien, a través de la Gran
Ética, Ética a Nicómaco y Ética a Eudemo, sienta las bases de la ética durante toda la antigüedad y
hasta bien entrada la edad moderna, pasando por el tomismo 6. En la Ética a Nicómaco Aristóteles
distingue entre dos partes del alma racional: la contemplativa ( teoría) y la deliberativa (praxis). La
primera la llamamos científica, pues se dedica a conocer los bienes (contemplarlos), y la segunda es
calcutativa, pues su tarea consiste en deliberar acerca de lo que conviene hacer. Así encontramos
que la ética es un saber práctico, en el sentido que consiste en orientar la acción 7.

4
Para este apartado recomendamos especialmente: FERRATER M., J., Diccionario de Filosofía. Alianza (5ª), Madrid
1986; HORTAL A., A., Los cambios de la ética y la ética del cambio. Sal Térrea, Santander 19988; ARANGUREN,J.L.,
Ética. Rev. De Occidente, Madrid 1976; MACINTYRE, A., Historia de la ética. Paidós, Buenos Aires 1970; CAMPS, V.,
Historia de la ética. Tecnos, Madrid 1989.
5
Para ideas de los presocráticos y Platón, ver FERRATER M., J., o.c.,1058ss.
6
Por esa razón a la Suma de Santo Tomas de Aquino se la denomina generalmente síntesis aristotélico – tomista. Santo
Tomas de Aquino (s. XIII) estructuró la segunda parte de la Summa Theologica (referida a los contenidos de la moral) de
acuerdo a la que se considera la obra ética más importantre de la antigüedad: la Ética a Nicómaco, de Aristóteles. Dicho
tratado ordena la ética en torno a las 4 virtudes clasicas: templanza, fortaleza, justicia y prudencia, a su vez secundadas
por muchas otras virtudes secundarias.
7
Cf. CORTINA, A., (Dir.) Diez palabras clave en ética. Verbo Divino, Estella 1994, Introducción.

3
La gran propuesta ética aristotélico-tomista comienza a diversificarse a partir del siglo XV, época del
renacimiento. Lo que primero ocurrió fue el resurgimiento de teorías éticas que se creía olvidadas
(v.gr. estoicismo de Descartes y Spinoza, por ejemplo). En un segundo momento (s. XVII) se
produce el nacimiento de sistemas éticos diversos, fenómeno que emerge de la conformación de los
estados nacionales y de la transformación de las relaciones humanas entre personas y naciones.
Surgen autores tales como Macchiavello (realismo político). Hobbes (egoísmo ético) y, un poco más
tarde, J.S. Mill (utilitarismo).

Pero quien provocó un giro copernicano en las ideas modernas acerca de la ética (y de la filosofia en
general) fue 1. Kant (s. XVIII). De él un autor opina lo siguiente:

Kant rechazó toda ética de los bienes y procuró en su lugar fundamentar una ética formal,
autónoma y, en cierta medida, penetrada de rigorismo...

Para Kant, en efecto, los principios éticos superiores, los imperativos, son absolutamente
válidos a priori tienen con respecto a la experiencia moral la misma función que las
categorías con respecto a la experiencia científica... Dios, libertad e inmortalidad no son
ya, en efecto, los fundamentos de la razón práctica, sino sus postulados… 8

El saber moral se fundamenta para Kant en la denominada razón práctica, y su base es el


imperativo categórico cuya fórmula es la siguiente:

Obra de manera que puedas querer que el motivo que te ha llevado a obrar sea una ley
universal.

En resumen, se debe obrar de acuerdo a la “forma” del deber, independientemente de su contenido,


con una condición: que la motivación sea ley universal (ley moral universal)9. La palabra forma
designa el carácter de razón, en este caso del deber (su carácter de a priori que posibilita su
conocimiento y condiciona el obrar). Se impone, por lo tanto, la noción del deber como conocimiento
moral (conciencia moral) y con ello se identifica a la ética con la deontología (deón = deber),
identificación que persiste hasta hoy.

Este breve esbozo histórico se podrá completar en el capítulo dos, cuando tratemos los diversos
modelos éticos poskantianos. Ahora nos resta decir algunas cosas acerca de los antecedentes
antropológicos y socioculturales de la ética.

Respecto a la perspectiva antropológica podemos afirmar de entrada que se trata de una arista
definitoria de la ética. El hombre es el único ser sobre la tierra capaz de hacerse de una conciencia
ética o moral. La misma realidad humana posee una estructura ética interna que difícilmente
absuelve a la persona humana de marginarse de los deberes, las obligaciones y los derechos que
moralmente le competen y le conciernen:

8
FERRATER M., J., o.c., 1060.
9
Cf. GARCIA MORENTE ,M., Lecciones preliminares de filosofía. Editores Mexicanos Unidos (8ª), México 1987,246.

4
Esta necesidad humana e irrenunciable de modelar nuestro comportamiento brota, por
tanto. dc nuestras propias estructuras antropológicas. Estamos condenados (queramos o
no queramos) a ser éticos10

Lo anterior se trasunta en el hecho mismo de la distinción entre éthos y pathos (pasión). Esto último
designa todo aquello que nos afecta y que no hemos elegido, todo aquello que se padece sin
elección ni opción posible; la herencia natural, nuestra forma de ser (talante). El éthos es el carácter
activo, transformador: la persona humana posee un éthos, es ética en si misma. Esto no pueden
poseerlo los demás seres, aunque sean perfectos. “La ética nos presenta un modelo que el hombre
debe realizar como artesano de su propia historia” 11. Es aquí donde conviene situar el necesario e
inevitable influjo de las estructuras sociales y culturales sobre la formación del carácter ético de la
persona humana, asunto de notable importancia para las ciencias de la educación.

Ejercer la conciencia ética es valorar la materialidad e inmaterialidad del mundo. Pero sucede que la
persona humana nunca se acerca a la realidad material (ya sea para conocerla, usarla o valorarla)
totalmente desnuda de conocimientos previos, e incluso de valoraciones previas. El verdadero
conocimiento no es más que una interpretación correcta de la realidad. Y esta interpretación siempre
está mediada por la cultura, que es precisamente el esfuerzo del hombre por diferenciarse de la
naturaleza12.

La pregunta clave es: ¿cuánto influye la condición sociocultural en las valoraciones éticas de los
individuos? La respuesta es: en una gran proporción. Por ello, entre otras cosas, es injusto el
enjuiciamiento de las conductas morales de otros pueblos o de otras épocas desde las categorías
éticas de nuestra cultura y de nuestro tiempo. Sucede que no
existe valoración posible sin un significado cultural profundo (una suerte de “caja de resonancia”
cultural).

En las distintas etapas de socialización el individuo percibe con mayor o menor profundidad la
importancia de la tradición o de la memoria histórica de su grupo: desde la heteronomía se pasa a la
autonomía absoluta y, en la madurez, a la autonomía relativa o la reciprocidad respetuosa13. Pero
ninguno de estos pasos evolutivos se hace sin crisis. La dificultad excepcional (“crisis”) radica
fundamentalmente en la toma de conciencia de que los demás (próximos = prójimos) también
existen tienen derechos inherentes e inalienables.

Sea cual friere el paradigma de asimilación socio-cultural de la persona humana individual, una cosa
parece acertada: la ética siempre se encuentra en un proceso permanente de gestación. Por esta
razón la llamada moralidad es muy difícil de conceptualizar, pues los procesos individuales y
10
LÓPEZ A., E., La moral cristiana. Sus fundamentos para la realización humana. Sal Térrea, Col Aquí y Ahora,
Santander 1990, 9.
11
Ibid., 10.
12
Cf. MORANDÉ, p., Cultura y modernización en América Latina. Cuadernos de sociología, Pontificia Universidad
Católica de Chile, Santiago 1984.
13
Hay distintas formas de categorizar los proceso graduales de socialización: la socialización primaria y la secundaria, la
asimilación y la crisis, la domesticación y la rebeldía, etc. Tal vez la persona humana sufre un proceso parecido al que
PAUL Rocoeur asignaba a la forma humana de enfrentar los mitos: una primera etapa ingenua (se cree en todo y a
todo); una segunda etapa crítica (se critica y cuestiona la totalidad de las rrealidades); y una tercera etapa postcrítica (se
produce una asimilación serena de la realidad social).

5
colectivos de moralización son esencialmente dinámicos. En dicho proceso juega un papel
protagónico la tradición, pero no entendida como inmovilidad, sino como dinamismo ético. Se trata,
más bien, de la tradición viva de la ética propia de la cultura, de la comunicación constante y de los
consensos mínimos (o máximos) que no se deben ni pueden transgredir sin provocar un grave daño
a la convivencia social e interpersonal.

CAPÍTULO 2: Las principales corrientes de pensamiento ético 14

Introducción:

Con el fin de sistematizar mejor y dar una visión actualizada de las tendencias éticas actuales,
ordenaremos este capitulo de una forma distinta a la del programa de curso, a saber:

1). Orientaciones éticas que decrecen

a). La ética del vitalismo y de los valores

b). La ética existencialista y del neotomismo

c). La ética de la filosofía reflexiva francesa

2). Orientaciones éticas dominantes

a). La ética analítica.

b). La ética de la acracia, del neo-hedonismo y neo-utilitarismo.

c) La ética de la racionabilidad crítica.

2.1. Orientaciones éticas en pie decrecen:

Como todas las realidades vivas y dinámicas, el pensamiento ético ha tenido su propia evolución en
la historia, y principalmente en el siglo XX. Es así como existen corrientes de pensamiento ético que
se encuentran en una suerte de decadencia respecto de otras más dominantes. Éstas son:

 La ética vitalista y de los valores: La primera tendencia (vitalismo e inmanentismo)


tiene como principales representantes a Bergson. Blondel y Ortega y Gasset.

La ética de los valores (también llamada axiología) ha tenido a muchos exponentes,


de los cuales los más conocidos son Hartmann, Scheler y Frondizi.l

14
Este Apartado está tomado en su totalidad de M. VIDAL, o.c., 83-91. Para la bibliografía de las principales tendencias,
ver elmismo texto a pie de páginas.

6
 La ética existencialista y neotomista: Aunque entre ambas corrientes hay diferencias
muy notables, las hemos puesto aijadas precisamente por sus posturas opuestas.
En la primera línea tenemos a Heidegger, Sartre, Camus, Marcel, etc. En la segunda
los autores principales son Maritain. De Finance, Reiner, etc.

 La ética de la filosofía reflexiva francesa: Entre cuyos principales autores están


Bastide, Nabert, Jankélévitch, Levinas y Ricoeur.

2.2. Orientaciones éticas dominantes

Las “modas”, como ocurre en casi todo el pensamiento humano, no siempre privilegian aquellas
corrientes más plausibles desde el punto de vista teórico y práctico. Como dice M. Vidal, “a veces se
interfieren factores extraños a la reflexión estrictamente filosófica”. Es lo que ocurre con las
tendencias éticas dominantes, como las siguientes:

 La ética analítica: Es una de las grandes corrientes éticas del siglo XX, y se
distingue por las siguientes características:

positivismo lógico: Russel, primer Wittgenstein, Schlick, Ayer.

intuicionismo moral: Carrit, Ross, Brad.

Emotivismo ético: Stevenson, Ayer, Urmson.

ética del significado del lenguaje: segundo Wittgenstein, Hare, Novell-Smith.

pensamiento lógico – ético: Toulmin.

 La ética de la acracia, del neohedonismo y neoutilitarismo: Son corrientes


bastante “populares” en sus aplicaciones cotidianas más que por su valía reflexiva y teórica.
Por esta razón se sitúan en un mismo grupo, entre ellas:

el nihilismo ético: heredero de la moral de Nietzsche.

la ética anarquista: (también llamada libertaria): J. Sadaba, Kropotkin.

Moral de movimientos contraculturales: Marcuse , Reich. etc,

el neo—epicureísmo moral..

Orientación neo – utilitarista de la vida: heredera del utilitarismo de J. S. Mill.

 La ética de la razonabilidad crítica: Enfoca el tema ético desde la posible razonabilidad


crítica de la mente humana. La razón da cabida al discurso ético. Se caracteriza por los
siguientes cinco núcleos temáticos:

7
se adopta la decisión por el racionalismo: no se admiten enunciados fuera
de la discusión racional, y se proponen normativas para orientar el
comportamiento humano.

se trata de descubrir la eticidad humana analizando la acción humana: los


“sentidos” que se convierten en fines, conseguidos mediante ciertas
“preferencias” traducidas en “criterios de acción”.

para realizar críticamente las preferencias se habla de la razonabilidad del


sistema preferencial humano (preferidor racional)

el preferidor puede ser racional sólo si es imparcial (“pureza original” no


contaminada por el poder adquirido).

sólo así se puede articular el criterio de justicia como imparcialidad


(Rawls) mediante el cual orientar éticamente la historia humana.

la racionalidad ética se concreta mediante el principio responsabilidad (H.


Jonas).

Ante la última postura caben algunas interrogantes para la reflexión ética:

¿actúa siempre razonablemente la razón humana?

¿se puede sospechar que a veces se prefiera lo no razonable?

¿cómo conseguir la imparcialidad si se acepta el egoísmo individual y la lucha por el


poder?

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