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Preparación:
Se hace con ajo y aceite de oliva, como indica su nombre. Hay que machacar mucho los
ajos, para sacarles el jugo, ya que es eso lo que liga con el aceite, e ir añadiendo el aceite
con una aceitera, casi gota a gota para que no se corte, a la vez que se va removiendo con la
maza. La única manera de cortar un alioli es querer ir demasiado rápido y añadir mucho
aceite de golpe. Al principio el sabor y el olor a ajo es muy fuerte, más que el ajo sólo
debido a la grasa aportada por el aceite, pero poco a poco se va diluyendo. De todos modos,
para un mortero de alioli normalmente dos ajos son suficientes, aunque se puede añadir uno
o dos más para obtener un sabor más fuerte en ajo y un poco picante. A los ajos, al
principio, se les añade un poco de sal. Al final se puede rectificar de sal y, opcionalmente,
añadir unas gotas de zumo de limón como condimento. Modernamente la salsa se puede
montar con batidora u otros aparatos similares.
Puede quitarse a los dientes de ajo el tallo de brote interior que tienen, para evitar un aroma
excesivo.
Variantes
Salsas derivadas
Salsas madres oscuras: demi-glace, salsa española y salsa de tomate, de las cuales las
principales derivadas son: de la salsa española; la bigarade, la bordelesa, la financiere y de
la de tomate; la salsa babecue, la bolañesa, la napolitana, la chesseur y otras.
Salsas emulsionadas frías: salsa mayonesa y salsa vinagreta, de las cuales se derivan
respectivamente; aioli, roulle, andaluza, remoulade, tartara, rusa, etc. Y la anchoyade,
gibiche, ravigote, etc.