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El Recurso de Apelación en la propuesta de Código

Procesal Civil.
El 20 de enero de 2015, la Suprema Corte de Justicia reintrodujo al Congreso
Nacional una propuesta de Código Procesal Civil y como era de esperarse, traerá una
revolución para el procedimiento civil dominicano. La iniciativa reduce sustancialmente
la dispersión legislativa, uniformando las reglas de tramitación, que son numerosas y en
algunas ocasiones recogidas en leyes contradictorias, tal como se afirma en la parte
denominada como aspectos relevantes del proyecto.

Sus redactores no dudaron en reemplazar figuras, remover unas cuantas y aplicar


nuevos métodos para la consecución de otras. Aunque el texto en su totalidad es muy
interesante, en este escrito abordaremos algunas de las novedades que se resaltan en los
27 artículos que han sido destinados al recurso de apelación, de los 1,379 que tiene la
propuesta.

La apelación es entendida como el recurso a que tiene derecho la parte que se


considera afectada por una decisión dada en primer grado de jurisdicción ante un
tribunal de segundo grado, con el propósito de que la sentencia impugnada sea anulada,
modificada o revocada. Si bien es una manifestación del derecho fundamental a que las
decisiones sean revisadas, no menos cierto es que en nuestro ordenamiento lo que tiene
carácter constitucional es el derecho a recurrir, no la apelación per se,  la cual, en caso
de estar disponible, estará supeditada a la ley.

En ese sentido, continuando con lo que nos interesa, es el Código de


Procedimiento Civil el que rige tal figura, indicando la forma para ejercerla y el
desarrollo, sin ofrecer una definición. Sin embargo, el proyecto aborda un concepto, al
señalar que es el recurso previsto en beneficio de la parte perjudicada con una sentencia,
con el objeto de hacer examinar nuevamente el proceso por la jurisdicción
inmediatamente superior para reformarla, revocarla o anularla.

El recurso de apelación tiene dos efectos: el suspensivo y el devolutivo. Es decir,


remite lo juzgado por la jurisdicción que conoció el diferendo en primera instancia a la
jurisdicción inmediatamente superior, para que ésta estatuya de nuevo en hecho y
derecho en la medida que así el recurso lo permita, pues no siempre es ejercido contra la
decisión en su universalidad, ya que existen algunos limitados a una o varias de sus
disposiciones.

Apelación de las sentencias del Juzgado de Paz. En esta parte es preciso acotar
que en nuestro régimen actual, las sentencias rendidas por los Jueces de Paz son
recurridas en apelación por ante el Juzgado de Primera Instancia. Pero, existen
planteamientos en el sentido de que debería aprovecharse la reforma que se avecina para
que todas las apelaciones sean conocidas por la Corte de Apelación correspondiente,
postura a la cual nos adherimos. Sin embargo, la propuesta objeto de estudio pretende
dejar las cosas como están, puesto que en su articulado utiliza la expresión “la
jurisdicción inmediatamente superior” y porque en el artículo 167, numeral 3 se reitera
la competencia del Juzgado de Primera Instancia para conocer de las apelaciones de las
decisiones de los Juzgados de Paz.
Sostenemos que las apelaciones de las sentencias del Juzgado de Paz deberían
pasar a ser competencia de la Corte de Apelación correspondiente no solo porque es la
jurisdicción natural, sino también porque de este modo se podría palear la carga de
trabajo y la mora que afecta al Juzgado de Primera Instancia; sobre todo en este aspecto
nos preocupa el hecho de que el proyecto sugiere aumentar la cuantía o el monto hasta
el cual se le otorga la competencia al Juzgado de Paz, lo que evidentemente hará que
muchas de las demandas que hoy son llevadas al Juzgado de Primera Instancia, por su
cuantía, deban ser promovidas ante los Juzgados de Paz, lo que se traduciría en un
aumento de las apelaciones ante el Juzgado de Primera Instancia, incrementando así su
pesada carga de trabajo.

Formas y plazos. Actualmente, el recurso de apelación se interpone mediante acto


de emplazamiento en los términos de la ley, y debe notificarse a la persona intimada o
en su domicilio, bajo pena de nulidad, estableciéndose que el término para apelar es de
un mes, tanto en materia civil como en material comercial.

En la propuesta cambia totalmente esa formalidad, pues a pena de nulidad, deberá


interponerse mediante escrito motivado depositado en la secretaría del tribunal que dictó
la sentencia y dentro de los 10 días siguientes a dicho depósito el recurso deberá ser
denunciado al recurrido por acto de alguacil, conjuntamente con copia certificada de la
decisión impugnada y en los 5 días hábiles que siguieren a la notificación, éste deberá
depositarse en el expediente. Luego, en los 10 días hábiles que siguieren al depósito de
la denuncia, el expediente será enviado a la secretaría del tribunal apoderado del
recurso, anexando las piezas que lo componen y copia certificada de la sentencia
recurrida.

Este mecanismo es novedoso e interesante, porque por un lado, si bien la


interposición del recurso corresponderá a la parte interesada, no menos cierto es que la
impulsión quedará a cargo de la administración de justicia, debido a que el secretario
del tribunal que dictó la sentencia impugnada tendrá que remitir el expediente al
secretario del tribunal de alzada, con observancia de los plazos que a esos fines se
dispongan.

Una de las ventajas de este método es que permitirá que el expediente original sea
remitido completo al tribunal inmediatamente superior apoderado del recurso,
significando esto un avance en lo relativo a la economía procesal y a la duración de los
procesos, también por la forma en la que se llevará el procedimiento civil. La cuestión
lamentable de esta técnica es que no se establece sanción ante la inobservancia del plazo
para remitirlo.

Hoy por hoy, tanto el plazo para interponerlo como la introducción del recurso
suspenden la ejecución de la sentencia recurrida, salvo que la misma haya sido ordenada
de manera provisional. Este aspecto se mantiene intacto, dada la naturaleza de la
apelación. Y, en lo referente al plazo, el proyecto también lo deja igual, pues señala que
salvo que se disponga uno distinto, el plazo para apelar es de un mes y no será admisible
la apelación promovida después de vencido dicho plazo.

¿Nadie se cierra su propia vía de recurso? Bajo la fórmula actual, se ha


cuestionado que el plazo para interponer el recurso, a partir de la notificación, corra
contra la parte a quien ha sido notificada la decisión, no así contra quien la ha
notificado. La justificación que se ha dado es que “nadie se cierra su propia vía de
recurso”.

Sobre este particular la Suprema Corte de Justicia ha sostenido que los plazos para
el ejercicio de los recursos inician cuando a la parte contra quién corra el plazo se le
notifica la sentencia  recurrida o, en su defecto, a partir del momento en que ésta se
pronuncia, si se hace en su presencia, no ocurriendo lo mismo cuando la notificación es
realizada por ella, pues esa notificación no puede ocasionarle perjuicio en cuanto al
punto de partida de los plazos, en aplicación del principio de que nadie se excluye a sí
mismo una vía de recurso.

Sin embargo, la propuesta da un giro muy preciso al disponer que el plazo corre
tanto contra quien la notifica y como contra la parte notificada.

Conocimiento y fallo de incidentes. En el proyecto se propone que el recurrido


interesado en presentar incidentes deba hacerlo conjuntamente, en una sola oportunidad,
llevados a única audiencia y que el recurrente o apelante haga los reparos en la referida
audiencia. También, como novedad y a los fines de garantizar ciertos principios del
proceso, se sugiere que el juez o tribunal deberá decidir todos los pedimentos
incidentales en la misma audiencia, a menos que la complejidad requiera que sean
fallados posteriormente en una misma sentencia, pero en un plazo no mayor de 15 días
luego de la audiencia.

Apelación-nulidad. La propuesta recoge una disposición que nos permite


considerar que aun cuando no se identifique como tal, se pretende incorporar lo que en
el país de origen de nuestra legislación se conoce como apelación-nulidad, debido a que
cuando el tribunal de segundo grado esté apoderado de la apelación contra una sentencia
y haya decidido anular el procedimiento de primer grado y la sentencia resultante del
mismo, retendrá el fondo del proceso con todas las prerrogativas que tal retención
implica, salvo que la nulidad se haya producido por irregularidades que hubieren
provocado que la parte demandada incurriera en defecto por falta de real
emplazamiento.

También, se propone que para ese último caso el proceso se considerará como no
iniciado y el conocimiento del diferendo será enviado a la jurisdicción de primer grado,
a fin de ser juzgado de nuevo. Sobre esta parte no encontramos razón por la cual exista
la necesidad de enviar nuevamente el asunto al tribunal de primer grado, creemos que
no habría ningún problema en que la Corte de Apelación o el Juzgado de Primera
Instancia, según sea el caso, retenga el fondo y lo decida.

Casación diferida ¿Elemento novedoso? Si bien existen sentencias dadas por el


tribunal de apelación que no pueden ser atacadas en casación, sino es conjuntamente
con la decisión que recaiga sobre el fondo, como los fallos preparatorios. También,
encontramos decisiones que por su naturaleza pueden ser recurridas en casación aunque
no haya intervenido fallo sobre el fondo de la contestación, tal es el caso de las
sentencias definitivas sobre incidentes y las entendidas como interlocutorias. En la
propuesta se plantea que todas las sentencias, ya sean preparatorias, interlocutorias y las
definitivas sobre incidente serán recurridas en casación conjuntamente con el fondo de
la cuestión.
Sobre la apelación incidental. Conforme dispone la parte in-fine del artículo 443
del Código de Procedimiento Civil vigente, el intimado puede interponer apelación
incidental en cualquier trámite del pleito y aun cuando hubiese notificado la sentencia
sin reservas. De esto se ha entendido y hecho costumbre que el recurso incidental no
está sujeto ni a forma ni a plazos. De manera que, dada la posibilidad, para que el
recurso de apelación incidental pueda adquirir independencia como si fuera el principal,
en caso de éste último desaparecer, el primero debe haberse interpuesto en el plazo del
mes, como si fuera el principal.

Pero, con el régimen que trae la propuesta se dispone que el primero en fecha en
recurrir sea considerado como recurrente principal. Cualquier recurrente posterior será
considerado como recurrente incidental. En ocasión del recurso principal y del recurso
incidental se formará un solo expediente y ambos recursos serán decididos por una
misma sentencia. El recurso incidental interpuesto  dentro  del  plazo  previsto  para el
recurso principal será considerado como independiente del recurso principal y los vicios
que afectaren al principal no tendrán efectos sobre el recurso incidental.

De lo anterior se desprende que el recurso de apelación incidental tendrá


autonomía y estará sujeto a condiciones y formalidades como el recurso de apelación
principal. Podríamos decir que la única diferencia que habrá frente a estos dos recursos
será la fecha de interposición.

Restructuración de la facultad de avocación. La facultad de avocación en esta


materia es conferida por el artículo 473 del Código de Procedimiento Civil vigente y
constituye una excepción a la regla del doble grado, debido a que el fondo del asunto,
que no fue decidido por el tribunal de primer grado, podrá ser fallado por el tribunal de
segundo grado.

En el proyecto, en la parte destinada a cuestiones comunes de los incidentes, se


establece que las sentencias que admitieren los incidentes y decidieren que no hay lugar
a conocer del fondo de la demanda son recurribles de inmediato. Esta disposición  se
aplicará sin perjuicio de que el tribunal de apelación avocare el fondo de la demanda en
caso de revocación o anulación y si estima de buena justicia dar al diferendo una
solución definitiva, después de haber ordenado, si fuere necesario, cualquier medida de
instrucción.

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