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UN ESTUDIO BÍBLICO DE LA TRINIDAD DE

DIOS EN LA DOCTRINA DE LA
PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS

ESTUDIANTE:
LUIS ALARICO VILLACORTA

DOCENTE: SERGIO RUIZ

SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO


CURSO: TEOLOGÍA DE LA REFORMA

MEDELLÍN, 08 DE ABRIL DE 2020


Contenido
Introducción

I. Definición de la Perseverancia de los Santos

II. Objeciones a la Doctrina

III. La Trinidad de Dios en la Preservación del Creyente

i. La Preservación del Padre

ii. La Preservación del Hijo

iii. La Preservación del Espíritu Santo

IV. Conclusiones

Bibliografía
Introducción
El presente ensayo pretende evidenciar la obra de la trinidad de Dios en la

perseverancia de los santos preservándolos de toda caída final.

En este escrito se comenzará dando una definición de la doctrina y de manera breve,

las objeciones que ésta presenta. Para luego dar paso a la obra de cada una de las personas

de la trinidad preservando al creyente. Y a modo de conclusión, el consuelo que esta

doctrina trae sobre el creyente.


I. Definición de la Perseverancia de los Santos
La perseverancia de los santos es aquella doctrina que ocupa el quinto lugar de las

llamadas ‘‘doctrinas de la gracia o cinco puntos del calvinismo’’. Para comprender y dar

una definición de ésta doctrina, es necesario describir los cuatro puntos anteriores a éste,

debido a la relación que existe entre ellos.

El primer punto declara que el hombre está muerto en sus delitos y pecados debido

al pecado original (Ef. 2:1). Por tal motivo, el hombre no quiere ir a Dios ni tampoco

puede. El segundo punto, declara que, al hombre estar imposibilitado de ir a Dios es el Él

quién escoge libre y soberanamente a hombres pecadores para que sean salvos (Ef. 1:3-4).

El tercer punto, manifiesta que el Hijo obedientemente vino a este mundo para dar su vida

en sacrificio expiatorio eficaz por aquellos que el Padre había escogido para salvar (Ef. 1:5-

7). El cuarto punto, sostiene que el hombre escogido por Dios será llevado irresistiblemente

al arrepentimiento y fe por obra de la regeneración del Espíritu Santo, quién aplica la

elección del Padre y el sacrificio eficaz del Hijo (Ef. 1:11-14; Jn. 3:8).

Éstas doctrinas, siendo cada una de ellas interdependientes llevan al último y quinto

punto que declara que el hombre al ser escogido por el Padre, redimido y justificado por el

Hijo, y regenerado por el Espíritu Santo, perseverará en Dios porque lo ha salvado

poderosamente (Fil. 1:6; 2 P. 1:3). Pero el creyente no perseverará porque él sea capaz por

sí mismo, sino por la obra de Dios mismo.

El teólogo Louis Berkhof define ésta doctrina de la siguiente manera: Es aquella

continua operación del Espíritu Santo en el creyente, mediante la cual la obra de la gracia
divina que ha empezado en el corazón se continúa hasta llegar a ser completa. 1 Pero si bien

es cierto, la obra de la perseverancia es atribuida en su mayoría a la obra interna del

Espíritu Santo, no sólo es el único agente que obra en la perseverancia del creyente, sino

que por medio de las Escritura se puede observar que es la trinidad de Dios quien obra en el

cristiano de manera que lo preservan para que éste persevere hasta el fin.

Al definir la perseverancia de los santos, puede surgir la pregunta, ¿en qué

persevera el creyente? Charles Spurgeon responde que el creyente perseverará en la fe y

santidad.2 Es claro que la Escritura demanda que el creyente tenga sus ojos puestos en

Cristo Jesús, el autor y consumador de la fe (Heb. 12:2), y el apóstol Pablo llama a los

creyentes a hacer morir lo terrenal en ellos (Col. 3:5ª), a que no reine el pecado en sus vidas

(Rom. 6:12ª), porque la voluntad de Dios es la santificación de ellos (1 Tes. 4:3).

Es evidente que el creyente, aun siendo objeto de la poderosa salvación de Dios y

buscando la santidad de Dios, mantiene restos de pecado que moran en él debido a su

naturaleza caída y corrupción del pecado, pero aguarda la glorificación de su cuerpo a un

estado glorioso para estar con su Señor. Y Dios que es fiel, no deja al hombre en abandono

de sus fuerzas para perseverar, sino que Él mismo lo sostiene. Acerca de esto, los Cánones

de Dort en el Cap. 5, párrafo 3, declaran lo siguiente:

Los convertidos no podrían perseverar firmemente en la gracia de Dios, si fuesen


abandonados a sus propias fuerzas. Pero fiel es Dios que misericordiosamente los
confirma en la gracia que una vez les fue dada, y los guarda poderosamente hasta el
fin.

1
Louis Berkhof, Teología Sistemática, trad. de Felipe Delgado Cortés (Gran Rapids, MI: Desafío, 2009), 654.
2
Charles Spurgeon, Una poderosa salvación, trad. de Allan Román (Medellín: Fundación IBRC, 2012), 111
En conclusión, la perseverancia del creyente se podría entender mejor como una

preservación de Dios, porque es Él quien guarda a sus verdaderos hijos de caer finalmente

en el mal, de manera que los induce, como un padre a sus hijos, a que permanezcan en sus

caminos. Esta preservación proviene de la misericordia misma de Dios por sus hijos que

son débiles e incapaces de sostenerse por sí mismos.

II. Objeciones a la Doctrina

Ésta doctrina es criticada y mal entendida en su mayoría por aquellos que sostienen

una teología arminiana. La acusación más común contra esta doctrina, según el pastor

Erwin Lutzer, es que propicia el letargo espiritual y la carnalidad. Y añade que algunos la

llaman una doctrina infernal que arrulla a los cristianos en el pecado. 3 Pero esta doctrina de

ninguna manera motiva al creyente a un libertinaje, todo lo contrario, lo llena de seguridad

y libertad para vivir según los mandamientos de Dios.

El mismo autor, sostiene que otra de las objeciones a esta doctrina es la enseñanza

del libre albedrío. Y como Lutzer, aquellos que manifiestan que la salvación sólo depende

de la elección del creyente por lo general llegan a la conclusión de que la salvación se

puede perder. Y añade, el arminianismo es el sistema que más se vincula con la creencia de

que una persona salva puede en algún momento perderse.4 Pero esta creencia es

fuertemente debatida y desvirtuada al ver el primer punto de las doctrinas de la gracia,

porque el hombre al encontrarse en un estado de muerte, no hace más que heder a pecado y

ser rebelde contra Dios. Al no tener una doctrina correcta de la condición del hombre, por

3
Erwin Lutzer, Doctrinas que dividen, trad. de John Alfredo Bernal López (Grand Rapids, MI: Portavoz,
2001), 245.
4
Lutzer, Doctrinas que dividen, 245-246.
más que se sostenga que éste es malo en un 99%, el 1% restante hará que el hombre crezca

y se crea capaz de ir a Dios y sostenerse de Él.

Es común que ésta doctrina hace surgir la pregunta sincera, ¿puede perder un

creyente la salvación? R. C. Sproul declara que la Iglesia Católica Romana responde que

las personas pueden y de hecho pierden la salvación. Si la persona comete un pecado

mortal, dicho pecado mata la gracia de la justificación que habita en su alma. 5 Pero ésta

respuesta da claramente a entender que el pecado del hombre y el hombre en sí mismo es

más fuerte que la gracia de Dios, lo cual según la evidencia bíblica es imposible y

totalmente una falacia. También, deja entender que la salvación de Dios es débil y sólo el

hombre puede permanecer en ella.

Por otro lado, R.C. Sproul escribe que hay muchos protestantes que también

consideran que la salvación puede perderse sustentando su posición con textos como

hebreos capítulo 6 y algunos ejemplos como el caso del rey Saúl. 6 Pero estos textos no

declaran que la salvación pueda perderse, porque el primero no describe a hombres que

hayan sido realmente salvos, sino que ‘gustaron’ de los bienes del evangelio. Es decir,

experimentaron las bendiciones de Dios en el evangelio, pero se apartaron de ellos

evidenciando que no eran verdaderos creyentes (1 Jn. 2:19).

En el caso de Saúl, debe entenderse que vivía bajo el pacto mosaico, donde al

incumplir las demandas del pacto recibiría las consecuencias de su desobediencia. Debe

quedar claro que, al ser parte del pacto de Dios, no necesariamente era miembro verdadero

del pacto. Además, el Espíritu de Dios obraba en él para ser rey de Israel, pero no para
5
R.C. Sproul, Las grandes doctrinas de la Biblia, trad. de Marcela Robaína (Miami, FL: Unilit, 1996), 225.
6
Sproul, Las grandes doctrinas de la Biblia, 225.
conversión. En la vida de éste rey, se puede ver que vivió contrario a los mandatos de Dios

y fue partícipe de la gracia común de Dios, más no de la gracia especial de Dios.

Estos ejemplos usados por aquellos para defender una pérdida de la salvación, no

son realmente estudiados de manera justa y esto conlleva a errores teológicos en lo que

respecta a la eficacia de la salvación del Dios trino. Y es importante que el creyente vea a la

luz de la escritura que el Dios trino obra eficazmente preservando a sus hijos en la

salvación que él mismo ha realizado.

III. La Trinidad de Dios en la Preservación del Creyente

i. La Preservación del Padre


Los libros de teología sistemática al tratar los temas de perseverancia de los santos,

comúnmente la tratan a la luz de la obra del Espíritu Santo, como si fuera el único en ésta

labor. Pero, la Escritura manifiesta que el creyente es guardado por el poder de Dios

mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para él (1 P. 1:5).

El gran teólogo del siglo XVII, Thomas Watson, sostiene lo que se propone en este

ensayo, de la siguiente manera:

Cada persona de la trinidad interviene a fin de que el creyente persevere: Dios Padre
nos establece (2 Cor. 1:21); Dios Hijo nos confirma (1 Cor. 1:8); y Dios Espíritu
Santo nos sella (Ef. 1:12). De manera que es el poder de Dios el que nos guarda; no
somos guardados por nuestra propia potencia.7
Esta perseverancia que el creyente experimenta en su vida, es fruto de la

preservación del Padre, debido al amor que Él tiene para con sus elegidos (Ef. 1:3-5). Así

7
Thomas Watson, Tratado de Teología, trad. de David Cánovas Williams (Edimburgo, UK: Estandarte de la
Verdad, 2013), 496.
qué, aquellos a quienes él ha escogido, él los sostendrá con un lazo fuerte de amor. Nada en

este mundo puede frustrar o quebrantar ésta elección del Padre.

Ante aquellos hijos de Dios, que en algún momento puedan caer en pecado de

manera radical, la Escritura responde que el Padre, como a un hijo, atraerá como con

cuerdas de amor (Os. 11:4), de manera que ellos volverán arrepentidos como el hijo

pródigo hacia su padre. La Escritura también declara que Dios conoce a los que son suyos

(2 Tim. 2:19), es decir, Dios ha escogido a los que son suyos, los ama y los preservará

como un Padre guarda de sus hijos.

ii. La Preservación del Hijo


Las Escrituras evidencian claramente también, que el creyente es preservado por la

obra eficaz que el Hijo ha realizado. Su poderosa salvación ha traído un gran fruto de

preservación de la vida del hombre. El creyente puede tener una caída seria, pero nunca una

caída completa de manera que erradique su salvación. Acerca de la preservación del Hijo,

el teólogo R.C. Sproul, comenta lo siguiente:

Jesús predijo la negación de Pedro, y Pedro protestó con vehemencia. Jesús lo miró
y le dijo: ‘‘Simón, Simón, he aquí Satanás me ha pedido para zarandearte como a
trigo. Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle. Y tú cuando hayas vuelto,
confirma a tus hermanos’’ (Lc. 22:31-32). […] Simón pertenecía a Cristo. Él cayó
radicalmente, pero la obra intercesora de Cristo estaba en efecto de modo que
Simón no se perdió’’.8
Es una realidad Escritural que el creyente es sostenido no sólo por la obra del Padre

y del Espíritu Santo, sino que el Hijo, Jesucristo, tiene un papel importante preservando al

hombre en su peregrinaje a la ciudad celestial.

8
R.C. Sproul, Todos somos teólogos (El Paso, TX: Mundo Hispano, 2014), 267.
El apóstol Juan, en su evangelio, describe cómo Cristo mismo rogó al Padre como

sumo sacerdote de los creyentes para que éstos no se perdieran (Jn. 17:11,15,24). Por lo que

el creyente hoy, puede confiar no en sus propias fuerzas, sino en la poderosa obra de su

Salvador, Jesucristo, quien lo sostiene cada día de su vida. Es por esta razón que el creyente

puede perseverar, porque Cristo lo preserva.

iii. La Preservación del E.S.


La tercera de la persona de la trinidad es a quien más se le atribuye la obra de la

perseverancia del creyente, porque es Él quien está transformando cada vez más al creyente

a la imagen de Cristo aplicando las Escrituras a la vida del cristiano (2 Tim. 3:16-17; Jn.

16:13; Rom. 8:14, 28-29).

Es Dios quien obra por medio del Espíritu Santo para preservar al creyente, y esto

es debido a que la Escritura enseña que es la tercera persona de la trinidad la que mora en el

creyente (2 Tim. 1:14). Al respecto, el gran teólogo Thomas Watson, comenta lo siguiente:

El que mora en una casa la mantiene en buen uso; asimismo el Espíritu mantiene en buen

uso la gracia en el creyente.9

Es el Espíritu de Dios quien está continuamente actuando en el corazón del

creyente, para llevar la gracia a su perfección. El Espíritu Santo destila en el corazón aceite

fresco para mantener al creyente, por así decirlo, encendido en amor, santidad y honra a su

Dios. Él influye en toda la vida del cristiano de manera que este persevere y nunca se aparte

finalmente de su Señor. Así lo declara los Cánones de Dort en el Cap. 5, párrafo VI:

9
Watson, Tratado de Teología, 495.
Dios, que es rico en misericordia, obrando de conformidad con el propósito de la
elección, no aparta totalmente el Espíritu Santo de los suyos, incluso en las caídas
más lamentables, ni los deja recaer hasta el punto de que pierdan la gracia de la
aceptación y el estado de justificación o que pequen para muerte o contra el Espíritu
Santo y se precipiten a sí mismo en la condenación eterna al ser totalmente
abandonado por Él.
El Espíritu Santo, que habita en el cristiano, nunca se apartará de su vida, porque

Dios lo ha sellado con Él, para preservarlo, santificarlo y llevarlo finalmente a la gloriosa

vida eterna con Él mismo.

IV. Conclusión

El creyente puede hoy tener un consuelo firme en su vida, de que Dios lo preserva y

lo hará hasta el final, como declara la Escritura en Filipenses 1:6 ‘‘estando persuadido de

esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de

Jesucristo’’. La Biblia misma enseña que todo lo que Dios ha comenzado siempre lo ha

llevado hasta su final y lo hará así con el creyente de manera que lo preservará para que

este permanezca en los caminos de justicia.

Por otro lado, el creyente puede ver esta preservación de la trinidad de Dios en su

vida tan gloriosa para vivir en temor y santidad a Dios, como enseña el Salmo 13:4 ‘‘en

Dios hay perdón para que Él sea reverenciado’’. De la misma manera, el cristiano puede

ver la obra de su Dios preservándolo, para motivación de vivir una vida conforme a ley de

su Señor.

Finalmente, el creyente en medio de su angustiosa lucha contra el pecado, buscando

lo santo y agradable a su Dios, podría caer en el pecado, más no de manera final. Ésta

afirmación es un consuelo para aquél verdadero creyente, porque puede estar seguro de que
en los días que vendrán seguirá perseverando en fe y obediencia a Cristo. Y si las

situaciones se vuelven más complejas en su vida, podría hoy orar como Agustín de Hipona

lo hizo: Haz que persevere con ardor en el cumplimiento de tus preceptos y en el canto de

tus alabanzas día y noche.10

Bibliografía

Berkhof, Louis. Teología Sistemática. Trad. de Felipe Delgado Cortés. Gran Rapids, MI:

Desafío, 2009.

10
San Agustín de Hipona, Meditaciones de San Agustín (Amazon.com Services LLC: Ivory Falls Books,
2018), 133.
Spurgeon, Charles. Una poderosa salvación. Trad. de Allan Román. Medellín: Fundación

IBRC, 2012.

Lutzer, Erwin. Doctrinas que dividen. Trad. de John Alfredo Bernal López. Grand Rapids,

MI: Portavoz, 2001.

Sproul, R.C., Las grandes doctrinas de la Biblia. Trad. de Marcela Robaína. Miami, FL:

Unilit, 1996.

Watson, Thomas. Tratado de Teología. Trad. de David Cánovas Williams. Edimburgo,

UK: Estandarte de la Verdad, 2013.

Sproul, R.C., Todos somos teólogos. El Paso, TX: Mundo Hispano, 2014.

San Agustín de Hipona, Meditaciones de San Agustín. Amazon.com Services LLC: Ivory

Falls Books, 2018.

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