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MI IDENTIDAD EN CRISTO

Soy sal de la tierra


Mateo 5:13
Breve repaso de las enseñanzas pasadas.
Ilustración. Hoy en día existe un término que está
dominando los medios de comunicación: “influencer” una
persona con cierta credibilidad en algún tema o que tiene
tantos seguidores que sus opiniones son tomadas como una
verdad. Lo triste es que en muchos casos es que estos
“influencers” ni siquiera conocen el campo del que están
opinando, en muchos casos son jóvenes sin experiencia y sin
una visión amplia del mundo y aún así son tomados en
cuenta, principalmente por jóvenes.
En otros casos los medios de comunicación son los que
utilizan su opinión para influenciar la opinión de los demás,
al punto que hoy muchos se han convertido en simples
repetidores de una opinión ajena, dejándose influenciar por
otros.
Necesidad. Esto no es sorpresa en el mundo, pero es
alarmante cuando los cristianos no oponen resistencia a esta
manipulación o peor aún, se dejan influenciar y manipular
por otros, están olvidando parte de su identidad.
Porque no estamos aquí para ir conforme al mundo, algo
que comenzamos a ver la lección pasada, por el contrario,
nuestra vida tiene que reflejar nuestra identidad como hijos
del reino.
Tema. Siguiendo nuestra serie de MI IDENTIDAD EN
CRISTO, hoy estudiaremos que somos SAL DE LA
TIERRA.
Panorama. Vamos a hablar de cuatro características
sobre la sal en la Biblia y en los dichos de Jesús: SAL QUE
PRESERVA, SAL QUE TRAE PAZ, SAL PERSEGUIDA y
SAL QUE DEBE SER SALADA. Basados en Mateo 5:13 y
tomando de su paralelo en Marcos.
BOSQUEJO
BREVE CONTEXTO
Mateo coloca esta enseñanza en el sermón más famoso
del mundo: el sermón “del monte” un mensaje que ha sido
estudiado por muchos teólogos y predicadores y al que se le
han dedicado series y series de libros tratando de hacerle
justicia a su profundidad y hermosura. Este verso se
encuentra específicamente después de las “bienaventuranzas”
donde Jesús habla de la plenitud y bendición que
experimentarán los que se humillan y viven de acuerdo a la
ética del reino.
Aquellos que son pobres en espíritu, que lloran, que son
mansos, misericordiosos, de limpio corazón, pacificadores y
que padecen por justicia, aquellos son la sal y la luz de esta
tierra.
Jesús está hablando a aquellos que son parte de su
reino, que han entrado en la vida eterna por la fe.
¿Quién escribió esto? Mateo, un apóstol del que no
sabemos mucho, solo que era un recaudador de impuestos,
pero debes saber que un recaudador en ese tiempo era visto
como un traidor, pues servía a l imperio y no a los suyos,
además que era mal visto porque era común que cobrarán
más de lo necesario para obtener ganancias propias, es decir,
abusaban de su poder para enriquecerse a costa de su propio
pueblo.
¿Con qué cara puede un publicano escribir sobre la ética
del reino? La Biblia nos dice que Jesús lo llamó a seguirlo y
los fariseos murmuraron y reclamaron a sus discípulos
diciendo: “¿Por qué su maestro come con publicanos y
pecadores?” y Jesús responde “los sanos no tienen necesidad
de médico, sino los enfermos” No niega que es un enfermo,
pero ha recibido cura para su alma.
Así que, Mateo no era, a los ojos del mundo el más
calificado para escribir este sermón de principios éticos altos,
pero recibió misericordia y entendió de primera mano lo que
es al amor.
¿Fue Mateo sal? Lucas añade un detalle que ni Marcos,
ni el mismo Mateo mencionan, este hombre dejó todo e hizo
un banquete para la gente de su círculo y que conocieran así a
Jesús y su amor ¿Cuál fue el resultado? Marcos 2:15 dice que
muchos habían creído.
Estas palabras vienen de la pluma de un apóstol bien
consciente de quién fue y aún más consciente de quién era
ahora por el amor que Cristo mostró a su vida.
SAL QUE PRESERVA
Ya entrando de lleno en nuestro versículo, notemos que
Jesús nos compara con la sal porque era asociada con la idea
de la pureza y de la preservación, es decir, en aquellos
tiempos que no existían los refrigeradores era necesario usar
la sal para preservar la carne y evitar que se descompusiera
pronto.
(ilustración) En México hace no mucho se utilizaba aún
la sal con estos propósitos, por ejemplo, la carne de chivo
tenía una preparación conocida como “Chito”, ya casi no se
encuentra en mercados en la ciudad, pero su característico
sabor salado se debe a esta técnica de conservación. Pareciera
que la sal “da vida” a la carne muerta, porque evita que se
pudra tan rápido como sería natural.
¿Qué significa esto para nosotros? El mundo necesita el
sabor y la pureza que el cristiano puede aportar. Y si el
mismo cristiano ha perdido el encanto y la pureza de la vida
cristiana, ¿de dónde podrá sacar el mundo estas cosas?
El mundo se ha vuelto cada vez más podrido y como
discípulos de Cristo, mediante nuestras vidas, debemos dejar
nuestra huella en este mundo, que tanto se opone a las reglas
del reino.
Esto quiere decir que no podemos vivir la vida del
reino, la vida cristiana en un ámbito meramente privado, sino
que debemos vivir en este mundo como lo hizo Cristo.
Jesús no vivió como un espécimen lejano y extraño, se
identificó con los seres humanos en todo, tuvo hambre sueño,
llanto, etc, pero sin pecado. Se identificó con su pueblo, las
tradiciones, las fiestas y la cultura cuando no era pecaminoso.
Se identificó incluso con su familia tomado el oficio de
carpintero (que era más parecido al actual oficio de albañil)
con todas las implicaciones, pues no era un oficio sencillo y
delicado, más bien era rudo y requería de fuerza para llevarlo
a cabo. Jesús no se aisló de ninguna de estas cosas, si bien,
buscaba momentos de comunión con su Padre a solas, no
vivía siempre en una montaña o el desierto, se movía
constantemente para impactar a las personas, incluso lo
vemos sumamente involucrado en fiestas y comidas.
Hubo quienes no entendieron este principio y se
aislaron, como el movimiento monástico, hombres que al ver
la podredumbre del mundo decidieron alejarse de él y
recluirse en un lugar apartado para meditar. ¿Cuál fue el
resultado? El mundo se perdió de los descubrimientos y la
sabiduría de muchos de estos hombres y ellos se perdieron de
la bendición que es ser pulido por Dios en el mundo.
El llamado es a vivir en este mundo firmes y sin
vergüenza de los principios que nos rigen. Dijo un predicador
“Entregarle la vida a Cristo, pero avergonzarse de su
evangelio y sus principios es una necedad”
SAL QUE TRAE PAZ
Marcos 9:50b dice “Tened sal en vosotros mismos; y
tened paz los unos con los otros” ¿Qué tiene que ver la sal
con la paz? La sal, como dijimos antes, era también una
figura de la pureza, su mismo color blanco era una imagen de
esa pureza. La sal en este pasaje es la pureza que recibimos
del Espíritu Santo, dejarnos llenar de esa pureza y de esa
manera tendremos paz con los demás.
La fuerza purificadora del Espíritu Santo nos limpia del
egoísmo, de la codicia, de la amargura, de la ira, del rencor;
de la irritabilidad, del mal genio y del egocentrismo. Por eso
es que podemos vivir en paz y llevar paz a los demás.
La sal es distinguible en un platillo, si le falta lo
notaremos tan pronto demos el primer bocado y si es mucha
será aún más evidente. La sal en un cristiano es así de
evidente y especialmente en sus relaciones interpersonales.
Cuando un cristiano carece de sal será inclinado a ver
por sí mismo y su propio beneficio, lo cual se verá reflejado
en peleas y un mal testimonio.
Con tristeza podemos contar más de una iglesia que se
ha visto fuertemente mermada por causa de peleas y mal
testimonio.
En este pasaje de Marcos acababa de suceder un evento
interesante, un hombre con fe en Cristo echaba demonios en
el nombre de Jesús, pero no se juntaba con los discípulos,
Juan y otros se lo prohibieron. Jesús a esto contestó que no lo
prohibieran porque era de ellos.
El orgullo de Juan no le permitió ver la obra de Dios
con este hombre y en lugar de proyectar paz, dejó ver su
egoísmo y mal genio.
SAL PERSEGUIDA
El comienzo de este verso es “Vosotros”, pero ¿A
quiénes estaba hablando el Señor? Por el contexto sabemos
que habla a los discípulos que estaban escuchando su sermón,
pero si prestamos atención, los versos anteriores hablan de un
grupo específico: “Dios bendice a los que son perseguidos
por hacer lo correcto, porque el reino del cielo les pertenece.
Dios los bendice a ustedes cuando la gente les hace burla y
los persigue y miente acerca de ustedes y dice toda clase de
cosas malas en su contra porque son mis seguidores.
¡Alégrense! ¡Estén contentos, porque les espera una gran
recompensa en el cielo! Y recuerden que a los antiguos
profetas los persiguieron de la misma manera. (Mat 5:10-12
NTV)”
¿Quiénes son la sal? Aquellos que:
 Les pertenece el reino
 Tienen gran recompensa en el cielo
Pero:
 Serán perseguidos por hacer lo correcto
 Son objeto de burla y calumnias
¿Por qué alguien querría perseguir a un pacificador?
¿Por qué perseguir alguien que hace lo correcto? La respuesta
más sencilla es la que presenta Juan “Porque todo aquel que
hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus
obras no sean reprendidas. (Jn 3:20 RVR60)”
No es una posibilidad, es una seguridad, que aquel que
hace lo correcto recibirá algún tipo de opresión.
Es irónico, que en un siglo en que se defiende la
tolerancia, pluralidad y la mente “abierta”, los cristianos son
el único gremio que no es tolerado. Mientras que
homosexuales (y todas sus vertientes), feministas,
musulmanes y hasta pedófilos tienen un hueco en el concepto
de “inclusión”, los cristianos son vistos como una amenaza.
Se nos acusa de retrogradas, intolerantes, cerrados,
ignorantes y muchas cosas más desagradables. Pero, no es
sorpresa porque en el primer siglo a los cristianos se les acusó
entre los judíos de blasfemos y entre los romanos de ateos,
practicantes del incesto y caníbales.
Pero, estos tiempos exigen sal. Esta semana un cantante
plasmó las siguientes palabras en una composición:
“Hemos dejado que el concepto de tu reino
Lo reduzcan a la cultura y la religión,
Es por eso que hoy día serte fiel a ti
es casi siempre motivo de discusión.
Ya no se puede hablar con honestidad
Sin crear un ambiente de hostilidad
Esta generación se ofende con facilidad
Los sentimientos importan más que la verdad
Porque la verdad ya no es verdad todo es relativo
Que nadie tenga la razón es más progresivo
Menos conflictivo, más inclusivo
Menos convicción igual a cristianismo pasivo
Señor, antes de que seamos como aquella higuera,
Vuelve a escupir en el lodo y quita nuestra ceguera,
Quita nuestra sordera
Y enséñanos a amar al mundo pero a tu manera”
El mundo no lo quiere, por eso dijo el famoso
predicador Spurgeon “No somos el caramelo de esta tierra,
somos la sal de la tierra, algo que el mundo querrá escupir”.
El mundo no lo quiere, pero necesita cristianos que no teman
la persecución, que vivan y enseñen a vivir conforme al
código del reino.
SAL QUE DEBE SER SALADA
Suena obvio y un poco bobo, pero Jesús plantea una
pregunta válida para nosotros “la sal se desvaneciere, ¿con
qué será salada?” es decir, si la sal deja de tener sus
características de preservación, sabor, pureza, si deja de
impactar su mundo ¿De dónde conseguirá el mundo estas
cosas?
Y después hace una afirmación que da temor, si la sal se
desvaneciere “No sirve más para nada, sino para ser echada
fuera y hollada por los hombres.”
¿La sal puede perder su sabor? Ciertamente no, pero
puede ser adulterada y perder así el rumbo, perder su utilidad.
¿Quiere decir que perdemos la salvación? Claro que no, pero
podemos vivir de tal modo que, lejos de impactar el mundo
con su conducta, servirá como vergonzoso ejemplo, como
alguien que no puede ser tomado en serio y que las ideas de
este mundo le pueden pasar encima.
Alexander Hamilton dijo “El que no es capaz de
ponerse en pie para defender algo, acabará cayendo por
cualquier cosa”
¿Cómo mantenemos el sabor? Cuando se hacían los
sacrificios de grano se usaba la sal para recordar el pacto de
Dios con su pueblo (Lev 2:13) Era la adición de aquella sal lo
que hacía el sacrificio aceptable a Dios, y la ley del pacto la
establecía como necesaria. La sal era un símbolo de pureza.
Sin un corazón puro y entregado a Dios, los sacrificios
son inaceptables. Todo lo que hagamos no será sino una
religión más, un cúmulo de tradiciones y costumbres que no
tienen más valor que otras.
Necesitamos una vida llena del Espíritu Santo para que
nuestras acciones sean sal en este mundo y representemos
dignamente el Reino de nuestro Señor.

CONCLUSIÓN.
Jesús no dijo que llegaríamos a ser sal o que si
queríamos podíamos serlo, dice “SON”, no es una opción, ya
eres sal. Lo cual significa que debes buscar diariamente al
Señor para ser esa sal que impacte al mundo con los
principios del reino y que promueva la paz a pesar de la
oposición que habrá.
La pregunta final es ¿Eres sal que impacta y es útil? ¿O
servirás como un ejemplo vergonzoso por haberte dejado
contaminar por este mundo?

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