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El grito de batalla de la Reforma fue SOLA SCRIPTURA, esto quiere decir, Solo la Escritura.

Por
Escritura entendemos que son los 66 libros de la Santa Biblia que fueron inspirados por el
Espíritu Santo quien a través de hombres las plasmó en pluma y papel para edificación del
pueblo de Dios.

Debemos saber que en los tiempos previos a la Reforma Protestante, la iglesia católica romana
se había apoderado de los púlpitos y también había llevado cautiva las mentes de los hombres
que buscaban a Dios a una comprensión vaga de la verdadera religión, ellos eran la autoridad
máxima de la iglesia por encima de la Escritura y hasta de Dios mismo. Los papas se
proclamaban vicarios de Cristo, personas que eran los representantes directos de Dios y que su
palabra era ley. Y las tradiciones que tenían estaban por encima de la Escritura.

Fue entonces en esos tiempos que los Reformados, siendo usados por Dios, a través del
estudio de la Escritura fueron iluminados y abiertos sus ojos para ver que estaban equivocados
y que la Palabra de Dios, la Escritura, la Santa Biblia, era la autoridad máxima por encima de
todos los hombres. Era ella la que única regla de fe y conducta para el creyente. En medio de
una sociedad que estaba corrompida y una religión vacía que llevaban comprendieron que la
Escritura era la única que revelaba al Dios verdadero. Pero los reformadores no solamente
entendieron la Escritura era la única que nos podría revelar al Dios verdadero. Porque hasta un
punto, la iglesia católica romana también afirmaba esto. Sino que también, los reformadores,
tenían la creencia que los creyentes pueden examinar la Escritura desde su interior. En
palabras de Lutero, estos sería, Scriptura sui ipsius interpres, la Escritura es su propio
interprete. Por lo cual, no eran necesarios ni los Papas, ni los concilios para hablar como de
parte de Dios lo que ella significa, porque en realidad podría oponerse a los pronunciamientos
papales y conciliares, convencerlos de que no son ni divinos, ni verdaderos, y requerir que se
aparten de su compañía. Como la Escritura era la única fuente donde los pecadores pueden
obtener el conocimiento verdadero de Dios y la Santidad, la Escritura era el único juez de lo
que los reformadores se habían aventurado a pronunciar en el nombre de su Señor, o como lo
diría Isaías 8:20:

¡A la ley y al testimonio! Si no hablan conforme a esta palabra, es porque no hay amanecer


para ellos.

Martín Lutero lo dijo de otra manera en la famosa Dieta de Worms en 1521, donde se le pidió
retractarse de sus 95 tesis: Mi conciencia está cautiva por la Palabra de Dios.

¿Por qué es importante el principio de Sola Scriptura?

1. Todo lo que el hombre está obligado a creer para ser salvo se enseña suficientemente
en ella. (Confesión de Bélgica, VII)

La Escritura dice:

Abre mis ojos para que vea las maravillas de tu ley. (Salmo 119:18)

Tú, sin embargo, persiste en las cosas que has aprendido y de las cuales te
convenciste, sabiendo de quiénes las has aprendido; y que desde la niñez has sabido
las Sagradas Escrituras, la cuales te pueden dar sabiduría que lleva la salvación
mediante la fe en Cristo Jesús. (2 Timoteo 3:14-15)

2. Porque es la suficiente regla de fe y conducta para el creyente.


La Escritura dice:

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar para reprender, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
equipado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16-17)

Hoy, como en los tiempos previos a la Reforma Protestante, la iglesia, no todas pero muchas,
han quitado la verdad de Dios se sus púlpitos. Ya no hay predicaciones expositivas de la
Escritura, sino que más están basadas en la lectura de dos o tres pasajes de la Escritura como
telón de sus muchas experiencias, sueños, visiones, supuestas manifestaciones del Espíritu
Santo, se habla más del ‘‘sentir’’ que creer que la verdad de Dios, y las muchas de prédicas de
hoy lamentablemente se han secularizado, la iglesia prácticamente ha abandonado las Palabra
eternas y verdaderas de Dios para abrazar lo que no es Dios. Esto es lamentable, no es un fin
de crítica, sino de concientizarnos a nosotros mismos y ver la necesidad que tenemos de volver
a la Escritura, como fuente suficiente del conocimiento de Dios para edificación de nuestras
vidas. Ellas son palabras de vida eterna para nuestras pobres almas.

Tú, como creyente, tienes una grande responsabilidad para siempre estar en la Escritura, para
siempre abrazarla, leerla, estudiarla y meditarla. Como creyentes salvados por Dios, nos ha
dado la capacidad por medio de su Espíritu Santo que habita en nosotros para entender su
palabra:

Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que
conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente, de lo cual también hablamos, no con
palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, combinando
pensamiento pensamientos espirituales con palabras espirituales. Pero el hombre natural no
acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender,
porque se disciernen espiritualmente. En cambio, el que es espiritual juzga todas las cosas;
pero él no es juzgado por nadie. (1 Corintios 2:12-15)

No ceso de dar gracias por vosotros haciendo mención de vosotros en mis oraciones; pidiendo
que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de
revelación en un mejor conocimiento de Él. Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean
iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de
la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con
nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder, el cuál obró en Cristo
cuando le resucitó de entre los muertos y le sentó a su diestra en los lugares celestiales (Efesios
1:16-20)

Estos pasajes nos enseñan que el nuevo nacimiento y el crecimiento en sabiduría espiritual y el
conocimiento de Dios son el resultado de la operación del Espíritu Santo en nuestras vidas y
mentes únicamente a través de la Escritura. Debemos entonces en nuestra vida personal y en
la iglesia estudiar la Escritura, cantar la Escritura, amar la Escritura y sobre todo, vivir la
Escritura.

Que nuestra oración cada día sea:

INCLINA MI CORAZÓN A TUS TESTIMONIOS... (Sal.119:36)

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