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Comentario sobre Institución – Juan Calvino
Nota: ____________
CURSO TEOLÓGICO
La elección, como la presenta Calvino, implica que Dios escoge a quienes han
de ser salvos, en tanto que niega esta salvación a quienes serán condenados. Esta
definición parece razonable desde el punto de vista de que Dios sí escoge a sus santos
en forma incondicional e individual (Ef 1.4), y que solo depende de Él (Ro 9.16).
El problema que veo es que Calvino dice que Dios también escoge a los
individuos que son condenados. En ninguna parte la Biblia dice eso. Además, esta idea
implica que Dios castiga a algunos que tienen pecado y da gracia a otros, es decir, no
condena el pecado integralmente como un atentado en contra de su santidad divina,
sino que pareciera “evaluarlo” en función de cada individuo, lo que resta méritos a su
perfecta gracia y a su perfecta justicia. Dicho de otra manera: si castiga a todos por
igual se perfecciona su justicia, y si decide salvar a algunos, aplica su perfecta gracia
soberanamente ¿Cuál es la diferencia en esto último? según la Biblia, el castigo de Dios
es el mismo para todos y que, al escoger a algunos para salvación, pasa por alto a
quienes no son escogidos (están ya condenados), es decir, no los castiga “de nuevo”,
escogiéndolos para condenación, como plantea Calvino.
Calvino toma Ro 9.13, donde Dios dice “Como está escrito: A Jacob amé, mas a
Esaú aborrecí”, para afirmar que Dios predestina a quienes escoge para salvación y
para perdición. Olvida que este pasaje está en el contexto de la nación de Israel y no
necesariamente en una persona. Así, más que referirse a Esaú como desechado, Dios
está hablando de Edom como nación juzgada (Mal 1.2-5).
Define el bautismo como una marca y signo que hace a los creyentes hijos de
Dios. La Biblia señala, en Jn 1.12, que la fe en Cristo Jesús es la que nos da la potestad
de ser hijos de Dios. El tema acá es que Calvino, por un lado, asume el bautismo como
un diploma que dice que nuestros pecados han sido perdonados y borrados, y por
otro, que es parte de la promesa de salvación (Mr 16.16). Lo anterior es delicado, pues
contradice el hecho cierto y bíblico de que la salvación es por la fe en Cristo. El
“bautismo” al que se refiere la cita en Mr 16.16 se refiere más probablemente a una
profecía de Cristo sobre el día de Pentecostés, que es acorde con el contexto futuro de
lo que allí se dice.
Calvino usa otros pasajes bíblicos que pueden ser malinterpretados, como
Efesios 5.26, Tito 3.5 y 1 Pedro 3.21, para clarificar que no es el agua la que regenera y
purifica, ni menos que da salvación. Pero sí dice que el bautismo es un sacramento que
limpia nuestros pecados, y no solo eso, sino que, además de los pecados pasados, es
suficiente también para pecados futuros.
Por último, Calvino ofrece una explicación del alcance del bautismo, que nos es
dado para “elevar, mantener y confirmar nuestra fe”, pues nos es dado como si fuera
directamente de la mano de Dios. Este hecho, además del significado espiritual que se
ve reforzado por un bautismo por inmersión, implica que se resta importancia al
ministro que imparte este bautismo. Incluso llega a decir que da lo mismo si quien
bautiza es creyente o impío, lo importante es que, al ser en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo, viene directamente de Dios. Lo que importa, dice, es el
contenido de la carta, no quien sea el portador de ella. La Escritura revela que el
bautismo es efectuado siempre por creyentes, quienes actúan en el poder de Dios,
mediante la autoridad que Dios da por la fe en Cristo.