Está en la página 1de 16

ANÁLISIS HISTÓRICO DEL CONCILIO DE

ÉFESO Y SUS IMPLICACIONES PRÁCTICAS


PARA LA IGLESIA EN LATINOAMÉRICA

ESTUDIANTE:
LUIS ALARICO VILLACORTA

DOCENTE: Dr. MICHAEL DELARM

SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO


CURSO: HISTORIA DE LA IGLESIA ANTIGUA

MEDELLÍN, 15 DE AGOSTO DE 2020


Contenido
Introducción

I. Contexto y desarrollo del Concilio de Éfeso

II. Implicaciones prácticas del Concilio de Éfeso para la iglesia en Latinoamérica.

Conclusión

Bibliografía
Introducción
Durante el siglo V y VII de la historia de la iglesia cristiana, una serie de

controversias en cuanto a la cristología se desarrollaron. La deidad de Cristo fue puesta en

debate por las escuelas de Alejandría y Antioquía, los primeros enfatizando la naturaleza

divina y los otros a la humanidad de Cristo.

El presente trabajo describirá una controversia que surgió en el siglo IV entre el

obispo de Constantinopla, Nestorio, y el obispo de Alejandría, Cirilo, y que dio a proceder

el Concilio de Éfeso. Se abordará el desarrollo histórico del antes, durante y después de este

concilio, con el fin de llevar al lector a la reflexión de este evento que la iglesia ha heredado

y sus implicaciones prácticas para la iglesia en Latinoamérica.


I. Contexto y desarrollo del Concilio de Éfeso

La controversia nestoriana se desarrolló durante el siglo V de la historia cristiana, y

dio inicio a una serie de controversias cristológicas que se irían desarrollando hasta el siglo

VII. Esta controversia a tratar tiene como puntos de referencias a dos ciudades que eran

fuentes de la teología de aquel entonces, Antioquía y Alejandría.

La escuela de Antioquía hacía un énfasis en la naturaleza humana de Cristo y

debido a que partía de la autonomía y la integridad de la naturaleza humana, mantenía

separadas la naturaleza humana y divina de Cristo. 1 Como si dos piezas de madera

estuvieran pegadas, pero no unidas entre sí. En cambio, la teología de Alejandría siguió un

camino opuesto, partiendo del hecho tanto de la plena humanidad de Jesús como de su

condición divino-humana. Enseñaban la auténtica unión de ambas naturalezas en una

persona sin mezcla alguna.2 La controversia se vio envuelta por dos personajes de ambas

escuelas, Nestorio y Cirilo.

Nestorio fue un monje y presbítero de Antioquía, el cual nació probablemente el año

381 d.C.3, en Germanicia, Siria.4 Se destacó por su elocuencia, a la que acompañaba una

voz muy agradable al oído.5 Probablemente fue discípulo de Teodoro de Mopsuestia 6, quien

negaba la morada esencial del Logos en Cristo, y admitía solamente una morada meramente

1
Joseph Lortz, Historia de la iglesia, vol. 1, trad. de Agustín Andreu Rodrigo (Madrid: Ediciones
Cristiandad, 1982), 162.
2
Lortz, Historia de la iglesia, vol. 1, 163.
3
Giuseppe Alberigo, Historia de los concilios ecuménicos, trad. de Alfonso Ortiz García (Salamanca:
Ediciones Sígueme, 1993), 68.
4
Bernard Sesboüe y Joseph Wolinski, Historia de los dogmas, vol. 1, trad. de Alfonso Ortiz García
(Salamanca: Secretario Trinitario, 1995), 294.
5
Manuel Sotomayor y José Fernández Ubiña, Historia del Cristianismo, vol. 1 (Madrid: Editorial Trotta,
2003), 598.
6
Harry R. Boer, Historia de la iglesia primitiva (Miami, FL: Unilit, 2001), 145.
moral.7 Es decir, que Cristo no era Dios mismo, sino un depósito moral de lo divino. Es

evidente que este pensamiento influyó en la mente de su discípulo, quien años más tarde

desarrollaría el mismo pensamiento con ciertas modificaciones enfatizando la naturaleza

humana de Cristo.

En el 428 d.C., para el siglo V, Nestorio fue nombrado patriarca de Constantinopla. 8

Luego de recibir el cargo, en su comunidad se desarrollaba una polémica sobre si María

debía ser llamada ‘Madre de Dios’ (qeotokoj) o ‘madre de un hombre’ (anqrwpotokoj).9 El

obispo respondió con vehemencia exponiendo que María no podía ser considerada como

‘madre de Dios’, sino como ‘madre de Cristo’ (cristotokoj).10 Nestorio consideraba que el

primer título mencionado enfatizaba la deidad de Cristo olvidando su humanidad y

consideraba que tenía trasfondos heréticos.

Según el historiador Giuseppe, incluso cuando se desarrollaban aún polémicas como

el arrianismo y el apolinarismo que lo obligan a precisar términos de la profesión

cristológica, el elemento que lo caracterizaba fue más bien de orden soteriológico, en

especial sobre la idea del segundo Adán.11 Este precedente ayuda a comprender lo que

Nestorio tenía en mente al rechazar los términos ya mencionados y proponer uno propio.

Como Giuseppe declara, el rechazo del término theotokos nace de la sospecha de

7
Louis Berkhof, Historia de las doctrinas cristiana, trad. de Alonzo Ramírez Alvarado (Barcelona: El
Estandarte de la Verdad, 1995), 131.
8
Sesboüe y Wolinski, Historia de los dogmas, vol. 1, 294.
9
Hubert Jedin, Manual de historia de la iglesia, trad. de Alejandro Lator Ros (Barcelona: Editorial Herder,
1980), 154.
10
Boer, Historia de la iglesia primitiva, 145.
11
Alberigo, Historia de los concilios ecuménicos, 69.
apolinarismo que podía contener, insinuando la idea de una unión física de la humanidad y

la divinidad12, pero esto tocaba fibras sensibles de la comunidad cristiana.

Para aquel tiempo, el título de theotokos era ya corriente incluso antes de Nicea y

además había sido empleado por reconocidos teólogos del siglo IV. El título era usado en la

liturgia de la iglesia, por lo cual estaba consagrado en las mentes de los fieles y las

afirmaciones contrarias de Nestorio fueron tomadas como una desviación de la tradición

eclesiástica.13 Esto causó revuelo en la comunidad cristiana y no tomó mucho tiempo que

llegasen las noticias del pensamiento de Nestorio al obispo de Alejandría.

Es importante comprender que lo que Nestorio pretendía no era negar la divinidad

de Cristo ni ningún ataque a ello. Todo lo contrario, para Nestorio lo fundamental era dejar

claro que la naturaleza humana permanecía en Cristo en toda su plenitud y de ninguna

manera mezclada con la naturaleza divina.14 El obispo, siempre hablaba de las naturalezas

divina y humana en términos de conjunción, no de unidad, lo que dejaba la impresión de

una unión yuxtapuesta, que permitía hablar de un hombre, que por el hecho de estar

habitado por el Verbo, podía ser llamado Dios. 15 Nestorio intentó hacerle justicia a la

humanidad plena de Cristo, negando la unión de la naturaleza divina en Cristo, es decir, la

unipersonalidad.

Cirilo, quien era obispo de Alejandría desde el año 412 d.C. actuó rápidamente ante

las enseñanzas de Nestorio y las criticó en una homilía que tuvo lugar en la pascua del año

12
Alberigo, Historia de los concilios ecuménicos, 69.
13
Jedin, Manual de historia de la iglesia, 154.
14
Sotomayor y Ubiña, Historia del Cristianismo, 599.
15
Sotomayor y Ubiña, Historia del Cristianismo, 600.
429 d.C.16 Él consideraba que Cristo, en cuanto hombre, es objeto de la divinización, y

dejaba de alguna manera la humanidad a un lado, aunque no negaba el lugar del alma

humana en Cristo.17 Esta forma de entender la naturaleza de Cristo, remonta a las ideas del

apolinarismo que consideraba que el cuerpo de Cristo era solo un vaso sobre el cual

reposaba la divinidad. Como afirma Giuseppe, esto daría a entender que el único verdadero

protagonista de la salvación es el Verbo divino, abandonando la realidad de su

humanidad.18 Y precisamente esto es lo que combatía Nestorio.

El historiador Hubert afirma que tiempo después de Cirilo predicar su homilía

criticando a Nestorio sin nombrarlo, envió cartas también a los obispos y monjes de Egipto

declarándose resueltamente en favor del título theotokos, y más tarde en una carta personal

a Nestorio le pedía explicaciones de su doctrina, pero lo único que recibió de él fue una

arrogante exhortación a la moderación cristiana.19 Este hecho evidencia lo que ya se ha

mencionado del obispo alejandrino, quien era caracterizado por una actitud vehemente y

pronta a la discusión teológica, y confirmará lo mencionado en su forma de actuar en el

Concilio de Éfeso que se desarrollaría algunos años después. Sin embargo, Nestorio

también se destaca negativamente por la intolerancia a las opiniones ajenas y una

consiguiente incapacidad de dejarse instruir.20 A pesar de todas las flaquezas de estos dos

personas y su mal forma de proceder en ciertos casos, la cuestión teológica y religiosa era

de gran importancia.

16
Alberigo, Historia de los concilios ecuménicos, 70.
17
Alberigo, Historia de los concilios ecuménicos, 70.
18
Alberigo, Historia de los concilios ecuménicos, 70.
19
Jedin, Manual de historia de la iglesia, 154.
20
Jedin, Manual de historia de la iglesia, 155.
A finales del año 428 d.C., Nestorio escribió una carta al obispo Celestino I de

Roma, exponiéndole su lucha contra los herejes arrianos y apolinaristas y tomó posición

contra el título de theotokos, que considera contrario a Nicea.21 La carta no tuvo respuesta

hasta dos años después. A comienzos del año 430 d.C., Cirilo escribió una segunda carta a

Nestorio, en la que le ruega que ponga el mayor cuidado en las palabras relativas a la

doctrina y en la fidelidad a la fe, procurando armonizarlas con las enseñanzas de los padres

de la iglesia, quienes habían llamado sin reparo a María theotokos, porque de ella había

nacido el cuerpo con el que se había unido el Logos según la hipóstasis. 22 La respuesta de

Nestorio fue formulada de manera áspera, rechazando el título a María y comparando el

entendimiento de Cirilo con el devaneo de Apolinario, Arrio y otros herejes.23

El obispo Alejandrino no demoró en tomar cartas en el asunto. En el verano del año

430 d.C., envió un extenso documento al obispo de Roma con detalles de los

acontecimientos ocurridos hasta la fecha, con su enjuiciamiento personal de las doctrinas

nestorianos y con extractos de escritos de los padres griegos que Nestorio había

descuidado.24 El informe llevó a que el obispo de Roma pronunciara una sentencia de

condenar a Nestorio en un sínodo celebrado a comienzos del años 430 d.C., exigiéndole

una retractación formal de sus errores en el espacio de diez días desde la notificación de la

sentencia, bajo pena de quedar excluido de la comunión de la iglesia católica. 25 La carta fue

enviada al obispo para que se encargara de la gestión; si Nestorio se negaba firmar la

21
Alberigo, Historia de los concilios ecuménicos, 71.
22
Jedin, Manual de historia de la iglesia, 155.
23
Jedin, Manual de historia de la iglesia, 155.
24
Jedin, Manual de historia de la iglesia, 155.
25
Ludwing Hertling, Historia de la iglesia, trad. de Eduardo Valentí (Barcelona: Editorial Herder, 1989), 105.
declaración que se le pedía, Cirilo debía cuidar de que se designara un nuevo titular de la

sede de Constantinopla.26

El cargo que recibió Cirilo lo llevó a componer doce tesis, llamadas los doce

anatematismos, pero Nestorio se negó a tal acto e indujo al emperador Teodosio II a

convocar un concilio ecuménico.27 Tal influencia de Nestorio se debía a que la sede de

Constantinopla tenía el favor del emperador. El concilio fue convocado por el emperador

para el día de Pentecostés, 7 de junio del año 431, en la ciudad de Éfeso.28

Cirilo y su séquito llegaron a Éfeso unos días antes de la fecha, y sin esperar la

llegada de los legados que enviaba Celestino I, y a pesar de las protestas de sesenta y ocho

de los obispos presentes y del conde Candidiano enviado del emperador para poner el

orden, Cirilo reunió a unos ciento sesenta obispos y declaró abierto el concilio el 22 de

junio, pero sin Nestorio presente, quien se había negado de participar por la irregularidad

del asunto.29 Este proceder de Cirilo fue presuroso y sin tener en cuenta las autoridades

enviadas por el emperador y la legalidad que el concilio debía llevar a cabo.

El proceder del concilio tuvo como primer lugar la lectura del símbolo de Nicea y

luego se procedió a leer la segunda carta de Cirilo a Nestorio. La asamblea confirmó que la

doctrina contenida en ella estaba de acuerdo con la fe nicena. Después, se leyó la respuesta

de Nestorio a esa carta de Cirilo y se votó en contra. 30 La sentencia a Nestorio fue que había

blasfemado contra Jesucristo, por lo tanto era depuesto de su episcopado y de toda

26
Hertling, Historia de la iglesia, 105.
27
Hertling, Historia de la iglesia, 105.
28
Sotomayor y Ubiña, Historia del Cristianismo, 605.
29
Sotomayor y Ubiña, Historia del Cristianismo, 606.
30
Sotomayor y Ubiña, Historia del Cristianismo, 606.
asamblea sacerdotal, y era un nuevo Judas.31 A pesar de las irregularidades de este concilio,

el pueblo presente acogió la conclusión de la asamblea con gran entusiasmo que lo celebró

como un triunfo, celebrando de manera especial la consagración oficial del título de la

virgen María ‘madre de Dios’ (theotokos)32, esto podría entenderse por lo que ya se ha

mencionado antes, el título de madre de Dios llevaba siglos siendo parte de la religión

cristiana de aquel tiempo y el ataque por parte de Nestorio era una afrenta a la tradición

cristiana. Sin embargo, este triunfo tuvo la consecuencia negativa de la adoración a María

como madre de Dios.

Finalmente, a pesar de la irregularidad del concilio de Éfeso y de realizarse otro

concilio días después por Nestorio quien depuso a Cirilo, al obispo de Éfeso y todos los

participantes hasta que no se retractasen y dejando la ciudad en un caos y confusión, los

legados romanos que llegaron los primeros días de julio a Éfeso, dieron el total apoyo a

Cirilo.33 Sin embargo, el legado anunciado por el emperador, el conde Juan, llegó en agosto

y arrestó a Cirilo y a Nestorio. El emperador tenía en mente reconciliar ambas partes, pero

ante la imposibilidad de lograrlo, decretó la disolución definitiva del concilio.34

La historia de eventos concluye con Cirilo huyendo a Alejandría, donde consigue

que la corte imperial decida aceptar los hechos consumados por su parte en efecto. Y la

doctrina cristológica aprobaba expresamente por el concilio de Éfeso es la contenida en la

segunda carta de Cirilo a Nestorio, donde afirma que el Verbo unió consigo, según la

31
Sotomayor y Ubiña, Historia del Cristianismo, 606.
32
Sotomayor y Ubiña, Historia del Cristianismo, 606-607.
33
Sotomayor y Ubiña, Historia del Cristianismo, 607.
34
Sotomayor y Ubiña, Historia del Cristianismo, 607.
hipostasis, una carne animada por un alma racional35; con esto se alejaba de la doctrina

apolinarista de la cual había sido acusado por años por Nestorio.

II. Implicaciones prácticas del Concilio de Éfeso para la iglesia en Latinoamérica

La historia de la iglesia es la historia de todos aquellos que declaran su fe en Cristo.

Lamentablemente la iglesia en Latinoamérica palidece por desconocer su historia y por ello

también se ha visto cometiendo los mismos errores del pasado. Pero esta historia que

pertenece a todos los llamados evangélicos es útil no solo para no cometer los mismos

errores del pasado, sino también para seguir el correcto entendimiento de las Escrituras y

reflexionar.

La historia que precede y dio lugar al Concilio de Éfeso sirve hoy para ver cómo

ciertos hombres genuinos a pesar de sus flaquezas intentaron comprender la doctrina de la

cristología. En el proceso de esto último, se cometieron errores doctrinales, pero también en

la forma de actuar, debido a las reacciones que tenían muchos obispos que guardaban la fe

cristiana mantenida por la tradición. Estas acciones llevaron a que, en un celo por guardar

la tradición de iglesia cristiana, Nestorio fuera declarado hereje sin haber un proceso legal

correcto del Concilio de Éfeso y sin estar él presente.

Sin embargo, el Concilio de Éfeso marcó un precedente importante para la historia

de la iglesia, ya que se afirmó que el Verbo divino se encarnó en un cuerpo con alma

humana, distinto a las herejías anteriores que negaban un alma humana en Cristo, pero

35
Sotomayor y Ubiña, Historia del Cristianismo, 607.
también se afirmó que era una unión hipostática. Es decir, no había en Cristo dos personas,

sino una sola persona que poseía dos naturalezas juntas, no mezcladas, pero que sí pueden

ser distinguidas.

El término theotokos, también es importante de conocer para la iglesia hoy, porque

hace parte de la tradición que venía siglos antes de los debates cristológicos y era parte de

la liturgia de los cristianos de la antigüedad. Con el título de ‘María, madre de Dios’, no se

afirmaba que ella fuera la madre de la deidad, lo cual la haría creadora del logos, sino que

ella fue la madre del niño divino, del Dios encarnado. Por tal razón, no debe existir temor

hacia este término como si fuese herético, todo lo contrario, debe ser visto y abrazado como

parte de la tradición eclesiástica del cual todo cristiano es parte. Sin embargo, se debe

reconocer la cautela que debe haber en su uso, ya que después de aquel concilio en Éfeso

comenzó a darse una serie de adoraciones a María, como si fuera una deidad más.

Finalmente, la historia de estos eventos que se han tratado, ayudan al cristiano a ver

el pasado y dar gracias a Dios de cómo la comprensión de las Escrituras y del protagonista

de ella, fue desarrollada no solo por hombres amantes de correcta enseñanza, sino también

por la mano providencial de Dios, que iba trayendo un correcto entendimiento mientras los

siglos avanzaban para llegar hoy también a la iglesia Latinoamérica. Estos eventos deben

desafiar a la iglesia en Latinoamérica, para tomar tiempo en conocer su historia, pero

también para hacer teología teniendo como base los hombros de los hombres de Dios que lo

hicieron en el pasado y en las Escrituras.


Conclusión

La controversia nestoriana, como se ha podido ver en el presente trabajo, tiene un

trasfondo en las escuelas de pensamiento de Alejandría y Antioquía, las cuales dejan ver y

entender el desarrollo de la controversia hasta su fin en el Concilio de Éfeso.

El obispo Nestorio, como fiel discípulo de Antioquía, resaltaba la humanidad de

Cristo porque veían en la comprensión de Alejandría rastros de las herejías de Apolinario.

Por esa razón, negaba rotundamente el título theotokos a María. Por otro lado, el obispo

alejandrino Cirilo, atacaba vehementemente a Nestorio por ir en contra de la tradición de la

iglesia en cuanto al título de María y de rechazar la divinidad real de Cristo. Esto último,

como se ha mostrado, no se encontraba en el pensamiento de Nestorio, aunque él hablara de

que en Cristo se encontraba la divinidad, no se refería a la divinidad encarnada, sino a un

depósito moral de lo divino.

La comprensión de Nestorio, a pesar de ser obispo en Constantinopla y tener mejor

relación emperador, lo llevó a ser juzgado en el concilio que Teodosio II convocó en el 431

d.C., ya que el obispo de Roma se encontraba en favor de Cirilo y en contra de Nestorio por

ir en contra de las enseñanzas de Nicea.

Finalmente, el concilio dejó precedente en la historia cristiana de ver la persona de

Cristo como el resultado de una unión hipostática de lo humano y lo divino, sin haber

mezcla en ellas y sin haber grados. Esto ha sido mantenido también por la iglesia cristiana

del hoy, y es importante para el creyente latinoamericano conocer que su fe es parte de esta
historia por comprender las verdades bíblicas. A la vez, como ya se ha dicho, debe causar

un reto al creyente para hacer teología, en búsqueda de comprender y entender lo enseñado

por Dios en la Escritura.


Bibliografía

Alberigo, Giuseppe. Historia de los concilios ecuménicos. Trad. de Alfonso Ortiz García.

Salamanca: Ediciones Sígueme, 1993.

Berkhof, Louis. Historia de las doctrinas cristiana. Trad. de Alonzo Ramírez Alvarado.

Barcelona: El Estandarte de la Verdad, 1995.

Boer, Harry R. Historia de la iglesia primitiva. Miami, FL: Unilit, 2001.

Hertling, Ludwing. Historia de la iglesia. Trad. de Eduardo Valentí. Barcelona: Editorial

Herder, 1989.

Jedin, Hubert. Manual de historia de la iglesia. Trad. de Alejandro Lator Ros (Barcelona:

Editorial Herder, 1980.

Lortz, Joseph. Historia de la iglesia. Vol. 1. Trad. de Agustín Andreu Rodrigo. Madrid:

Ediciones Cristiandad, 1982.

Sesboüe, Bernard y Joseph Wolinski. Historia de los dogmas. Vol. 1. Trad. de Alfonso

Ortiz García. Salamanca: Secretario Trinitario, 1995.

Sotomayor, Manuel y José Fernández Ubiña. Historia del Cristianismo. Vol. 1. Madrid:

Editorial Trotta, 2003.

También podría gustarte