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Lo que no está tan claro es qué implica sostener la Universidad es un derecho, qué consecuencias
tiene afirmar la existencia de ese derecho y la correlativa obligación del Estado de garantizarlo.
Sostener que existe un “derecho a la Universidad” significa postular que la Universidad tiene la
obligación de reconocer en sus estudiantes a los sujetos de ese derecho y que ella tiene que
garantizar. Esta perfecta obviedad tiene una extraordinaria importancia y debe cambiar
radicalmente nuestro modo de estar en la Univ, nuestra manera de habitarla y nuestra forma de
plantearnos la tarea que tenemos que desarrollar en ella.
(respecto de los docentes universitarios como garantes de ese derecho a entrar, estudiar,
aprender , avanzar y recibirse en la Universidad) el autor se pregunta si es legítimo que los
docentes argumenten –para explicar su fracaso- la existencia de carencias o déficits en los
alumnos .
(respecto de la “clase” de alumnos que ahora acceden a la universidad) “Les enseñamos pero sólo
lo que ellos pueden aprender”, que sería un nivel distinto del grupo selecto de los hijos de la élite.
“Pero no nos pidan masividad y encima calidad” Existencia de una clase de educación para las
élites y otra clase para los estudiantes incapacitados de recibir la mejor educación. Qué es lo mejor
para cada uno? Y al hacer eso nos convertimos en cómplices de eso contra lo que tenemos que
pensar: el PRIMER MAL INTELECTUAL, escribe Ranciere “no es la ignorancia, sino el desprecio” y es
ese desprecio (el “pobrecitos, no pueden”) contra lo que hay que combatir. ¿Y cómo se combate
el desprecio? Con su opuesto, la consideración. No la bondad, no la condescendencia que son las
formas amables del desprecio, sino la consideración: la consideración del otro como un sujeto
igual a uno.
Otra cuestión es preguntarse sobre qué tipo de HECHOS son los que nos permiten sostener que
“de hecho” ciertas clases de hombres son más capaces o inteligentes que otros.
Respecto de los hechos, Galende afirma que la igualdad como punto de partida de cualquier
pensamiento emancipador puede sostenerse sobre la observación de 2 hechos fundamentales. 1)
que todos los hombres venimos intuyendo desde hace miles de años que hay un mensaje cifrado
en el espectáculo misterioso del cielo estrellado y queremos descifrarlo y todos fracasamos en esa
tentativa. Ese común fracaso, esa común ignorancia, nos iguala de una manera absoluta y frente a
esa igualación fundamental se nos vuelve evidente que los mecanismos de des-igualación, de
diferenciación, de justificación ideológica, política, institucional, de las diferencias de poder que
hemos ido construyendo entre nosotros a lo largo de la historia no pasan de ser artificios más o
menos insustanciales sobre asuntos más o menos menores. Ninguno de nosotros puede entender
lo que nos dice el cielo (o cualquier otra cosa que pongamos en vez de “el cielo”)
La obligación de la Universidad pública argentina actual es recibir a todos (los que quieran
entrar) y ofrecerles la posibilidad de ejercer efectiva y exitosamente ese derecho en el más
alto nivel de calidad.
Respecto del SUJETO que ese “derecho a la Universidad” postula, ¿son los estudiantes los únicos
titulares de ese derecho? Este derecho no debe ser pensado apenas como un derecho individual
(de la sumatoria de todos los aspirantes a estudiar, aprender, avanzar, recibirse) sino que debe ser
pensado también como un DERECHO COLECTIVO, cuyo SUJETO es el PUEBLO. El pueblo todo que
sostiene a esa universidad y que tiene que tener el derecho no solo de mandar a sus hijos a esa
universidad que sostiene y que le pertenece sino que, incluso si decide no hacerlo (no mandar a a
sus hijos a la univ) igual tiene derecho a recibir los beneficios de la existencia de esa universidad y
de su trabajo.
¿Cuáles son los modos en el que ese sujeto EL PUEBLO podría recibir esos beneficios?
Hay una primera acepción de la idea de “Pueblo” que nos interesa que es la que nos permite
encontrar a ese sujeto habitando organizaciones sociales, políticas, culturales, etc que desarrollan
su trabajo en el territorio donde cumple su propia tarea la Universidad. (Pueblo como sinónimo
de COMUNIDAD INSTITUCIONALMENTE ORGANIZADA)
La Univ no tiene que salir fuera de sus muros, a modo del extensionismo más convencional, para
encontrar a los “sectores populares”, ya que ellos ya ingresan a la univ (el desafío está en que esos
estudiantes de sectores populares logren terminar sus estudios y recibirse) .
Relación entre las _Univ y el medio geográfico, político, social y cultural en el que desarrolla su
tarea, su “territorio”: esta es una reflexión actual, impensable en el pasado. Las univ más jóvenes
tienen un vínculo más estrecho con su territorio que las univ más antiguas, porque su territorio es
más acotado.
Cuando hablamos de pueblo de la nación cuya representación debe buscarse en el gobierno del
Estado nacional. El Estado es el representante de ese Pueblo cuyos derechos en gral (y el derecho
a la universidad en el caso que aquí consideramos) tiene la obligación y la tarea de garantizar y de
hacer garantizar: hacer que las universidades, que forman parte de las instituciones estatales,
garanticen.
Debemos interpretar las múltiples solicitudes que las universidades reciben de distintas
dependencias de los gobiernos, de involucrarse en distintas líneas de política pública como
oportunidades para hacer mejor nuestro trabajo y cumplir mejor nuestra obligación (de garantizar
al pueblo el ejercicio efectivo de su derecho a la universidad)
Estas convocatorias que reciben las univ para colaborar con diversas dependencias del Estado
permiten a la UNIV cumplir con su obligación de estar (a través o x medio del Estado) al servicio
del pueblo que las sostiene y al que pertenecen. Y, además, les permiten refinar su propio
trabajo reflexivo al ponerlas en la obligación de pensar qué es lo que esas demandas del gobierno
del Estado (y las tareas que ellas ponen en marcha) les revelan sobre sí mismas, sobre su modo de
pensar, sobre su modo de organizarse y de plantear las cosas.
Ningún pensamiento puede ser crítico del mundo si no es también crítico de sí mismo. Esa
operación de autocrítica del pensamiento (o de la propia Universidad en cuanto sujeto colectivo,
plural, complejo de pensamiento) es lo que venimos llamando reflexión. Del mismo modo ningún
pensamiento puede ser crítico de si mismo si no es también crítico del mundo.