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Qué es Epicureísmo:

Como epicureísmo se denomina el sistema filosófico fundado por Epicuro que


tenía por objeto la búsqueda de la felicidad a partir del equilibrio de los placeres y
la eliminación de los temores que causan ideas como el destino, los dioses o la
muerte. Es considerada una rama del hedonismo.
Según el epicureísmo, el principio de la existencia humana radica en el bienestar
del cuerpo y de la mente, para lo cual el individuo debía valerse de la ataraxia, que
no era sino el perfecto equilibrio entre ambos.

Epicuro, su creador, nació en Atenas en el siglo IV a. de C. Se le reconoce haber


elaborado una ética del placer, que sostenía que el objetivo de una vida feliz
consistía en la ausencia del dolor tanto físico como moral. En este sentido,
señalaba que la presencia del placer era indicativa de la ausencia de dolor, así
como de cualquier tipo de aflicción, bien fuera de índole física, como el hambre o
la tensión sexual, o mental, como el aburrimiento o la apatía.
Consideraba, asimismo, que los placeres no debían limitarse al cuerpo, sino que
también debían abarcar la mente, pues los primeros, si bien eran importantes de
satisfacer, eran breves, mientras que los del alma eran duraderos y ayudaban a
mitigar los dolores del cuerpo. En este sentido, proponía buscar un equilibrio
consciente entre ambos.

Para Epicuro, tanto los placeres como los sufrimientos eran causados por la
satisfacción o el impedimento de la satisfacción de los apetitos, que consideraba
que podían ser de tres tipos: naturales y necesarios, como alimentarse o
dormir; naturales pero no necesarios, como la satisfacción carnal o una buena
charla; no naturales ni necesarios, como las ansias de poder o fama; y los no
naturales pero necesarios, como el vestido o el dinero.
Los seguidores del epicureísmo eran conocidos como epicúreos. Los epicúreos
debían evitar el dolor y las perturbaciones, así como los lujos y las comodidades
excesivas para llevar una vida en armonía y poder disfrutar de la paz. Pese a que
llevaban una vida aislada del mundo, no prescindían totalmente de la compañía
sino que era grandes cultores de la amistad, pues creían que ella generaba un
enriquecedor intercambio de ideas y pensamientos.

El epicureísmo es un movimiento que abarca la búsqueda de una vida feliz


mediante la búsqueda inteligente de placeres, la ataraxia (ausencia de
turbación) y las amistades entre sus correligionarios. Fue enseñada por Epicuro
de Samos, filósofo griego del siglo IV a. C. (341 a. C.), el cual fundó una escuela
llamada Jardín y cuyas ideas fueron seguidas por otros filósofos, llamados
"epicúreos".

Ética
Discípulo epicúreo Metrodoro

Según Adolfo Sánchez Vázquez, «el epicúreo alcanza el bien, retirado de la


vida social, sin caer en el temor a lo sobrenatural, encontrando en sí mismo, o
rodeado de un pequeño círculo de amigos, la tranquilidad de ánimo y la
autosuficiencia».

El placer y el sufrimiento

Epicuro afirmó que es bueno todo lo que produce placer, pues el placer, según


él, es el principio y el fin de una vida feliz. Pero para que el placer sea real
debe ser moderado, controlado y racional.

Él definió el placer como la satisfacción de las necesidades del cuerpo y la


tranquilidad del alma. Para el epicureísmo, lo malo es todo aquello que le
produce dolor al ser humano. Son las cosas que nos hacen o nos afectan en el
sentido espiritual y corporal, Epicuro señaló que el placer no tiene que ser
necesariamente un placer sexual, sino también algo que nos produzca placer el
hacerlo, como: respirar tranquilamente en el campo o tomar helado, pero sobre
todo los placeres espirituales como la música de calidad o un buen libro
también.

El ser humano está compuesto de cuerpo y alma, y los placeres del alma son
superiores a los del cuerpo. En su opinión, la paz interior puede alcanzarse al
reducir las necesidades del cuerpo y acabar con las inquietudes y temores. La
ética epicúrea dice que para vivir una vida feliz, es muy importante superar el
miedo a la muerte; Epicuro dijo "La muerte no nos concierne, pues mientras
existimos, la muerte no está presente y cuando llega la muerte, nosotros ya no
existimos"

Los placeres naturales y no naturales

Para Epicuro, los placeres y sufrimientos son consecuencia de la realización o


impedimento de los apetitos. Epicuro distingue entre tres clases de apetitos,
por tanto placeres:

Los naturales y necesarios, como alimentarse, abrigo y el sentido de seguridad,


que son fáciles de satisfacer.

Los naturales pero no necesarios, conversación amena, gratificación sexual.


Los no naturales ni necesarios, la búsqueda del poder, la fama, el prestigio,
dinero.

Finalidad

La finalidad de la filosofía de Epicuro no era teórica, sino más bien práctica,


que buscaba sobre todo procurar el sosiego necesario para una vida feliz y
placentera en la que los temores al destino, los dioses o la muerte quedaran
definitivamente eliminados.

Para ello se fundamentaba en una teoría empirista del conocimiento, en


una física atomista inspirada en las doctrinas de Leucipo y Demócrito y en
una ética hedonista.

No había motivo para temer a los dioses porque estos, si bien existen, no
pueden relacionarse con nosotros ni para ayudar ni para castigar, y por tanto ni
su temor ni su rezo o veneración posee utilidad práctica. La muerte tampoco
puede temerse, porque siendo nada, no puede ser algo para nosotros: mientras
vivimos, no está presente y cuando está presente, nosotros no estamos. Cuando
el hombre se libere de sus falsos temores y elija racionalmente sus placeres,
llegará a ser un buen actor.

Epistemología

La filosofía epicúrea emplea una epistemología empírica.Los epicúreos creían


que todas las percepciones sensoriales eran verdaderas, y que surgen errores
en cómo juzgamos esas percepciones. Cuando formamos juicios sobre las cosas
(hupolepsis), pueden verificarse y corregirse a través de más información
sensorial. Por ejemplo, si alguien ve una torre desde lejos que parece ser
redonda, y al acercarse a la torre ven que en realidad es cuadrada, se darían
cuenta de que su original el juicio estuvo mal y corrigió su opinión equivocada.

Se dice que Epicuro propuso tres criterios de verdad : sensaciones


( aisthêsis ), preconcepciones ( prolepsis ) y sentimientos ( pathê ). Se dice que
un cuarto criterio llamado "aplicaciones de presentación de la mente"
( phantastikai epibolai tês dianoias ) fue agregado por epicúreos posteriores.
Estos criterios formaron el método a través del cual los epicúreos pensaron
que obtuvimos conocimiento.
Dado que los epicúreos pensaban que las sensaciones no podían engañar, las
sensaciones son el primer y principal criterio de verdad para los
epicúreos. Incluso en los casos en que la información sensorial parece inducir a
error, la información en sí misma es verdadera y el error surge de nuestros
juicios sobre la información. Por ejemplo, cuando uno coloca un remo recto en
el agua, parece doblado. El epicúreo argumentaría que la imagen del remo, es
decir, los átomos que viajan desde el remo a los ojos del observador, se han
desplazado y, por lo tanto, realmente llegan a los ojos del observador en forma
de remo doblado. El observador comete el error al suponer que la imagen que
recibe correctamente representa el remo y no ha sido distorsionada de alguna
manera. Para no hacer juicios erróneos sobre cosas perceptibles y, en cambio,
verificar el propio juicio, los epicúreos creían que era necesario obtener una
"visión clara" ( enargeia ) de lo perceptible mediante un examen más detallado.
Esto actuó como una justificación de los juicios sobre lo que se percibe.
La Enargeia se caracteriza como la sensación de un objeto que no ha sido
modificado por juicios u opiniones y es una percepción clara y directa de ese
objeto.

Las ideas preconcebidas de un individuo son sus conceptos de lo que son las
cosas, por ejemplo, cuál es la idea de un caballo de alguien, y estos conceptos
se forman en la mente de una persona a través del aporte sensorial a lo largo
del tiempo. Cuando se usa la palabra que se relaciona con la preconcepción, la
mente convoca estas ideas preconcebidas en los pensamientos de la persona. Es
a través de nuestras ideas preconcebidas que podemos hacer juicios sobre las
cosas que percibimos.  ideas preconcebidas también fueron utilizadas por los
epicúreos para evitar la paradoja propuesta por Platón en el Menón sobre el
aprendizaje. Platón argumenta que el aprendizaje requiere que ya tengamos
conocimiento de lo que estamos aprendiendo, de lo contrario no podríamos
reconocer cuándo habíamos aprendido con éxito la información, ideas
preconcebidas, argumentan los epicúreos, proporcionan a las personas ese
conocimiento previo requerido para el aprendizaje.

Nuestros sentimientos o emociones ( pathê ) son cómo percibimos el placer y el


dolor.  Son análogos a las sensaciones en que son un medio de percepción, pero
perciben nuestro estado interno en oposición a las cosas externas.
Según Diógenes Laercio, los sentimientos son cómo determinamos nuestras
acciones. Si algo es placentero, buscamos esa cosa, y si algo es doloroso, lo
evitamos.

La idea de "aplicaciones de presentación de la mente" es una explicación de


cómo podemos discutir y preguntar sobre cosas que no podemos percibir
directamente. Recibimos impresiones de tales cosas directamente en nuestras
mentes, en lugar de percibirlas a través de otros sentidos. El concepto de
"aplicaciones de presentación de la mente" puede haberse introducido para
explicar cómo aprendemos sobre cosas que no podemos percibir directamente,
como los dioses.

Religión[editar]

El epicureismo no niega la existencia de los dioses; más bien niega su


participación en el mundo. Según el epicureismo, los dioses no interfieren con
las vidas humanas ni con el resto del universo de ninguna manera. La manera en
que existen los dioses epicúreos todavía se discute.

Algunos eruditos dicen que el epicureismo cree que los dioses existen fuera de
la mente como objetos materiales (la posición realista), mientras que otros
afirman que los dioses solo existen en nuestras mentes como ideales (la
posición idealista).

El epicureismo también ofreció argumentos contra la existencia de los dioses


en la forma propuesta por otros sistemas de creencias. La Paradoja de Epicuro,
o el Problema del mal, es un famoso argumento en contra de la existencia de un
Dios o dioses todopoderosos y providenciales. Según Lactancio:

Concepto de la justicia

Epicuro también fue uno de los primeros pensadores en desarrollar la noción de


justicia como un contrato social. Él definió la justicia como un acuerdo hecho
por la gente para no dañarse unos a otros. El punto de vivir en una sociedad con
leyes y castigos es protegerse del daño para que uno sea libre de perseguir la
felicidad. Debido a esto, las leyes que no contribuyen a promover la felicidad
humana no son justas. Dio su propia versión única de la ética de la reciprocidad,
que difiere de otras formulaciones al enfatizar en minimizar el daño y
maximizar la felicidad para uno mismo y para los demás:
"Es imposible vivir una vida placentera sin vivir sabiamente, bien y justamente,
y es imposible vivir sabiamente, bien y justamente sin vivir una vida
placentera".

Influencia

El epicureísmo es una doctrina de un paganismo típicamente laico y


mediterráneo, y en este ámbito ganó gran número de seguidores que la
consideraron una doctrina verdadera que solucionaba todos los problemas. Fue
conocida por toda Grecia e Italia, y hasta llegó a Asia y Egipto, a pesar de
estar siempre bajo la sombra del por entonces predominante estoicismo.

El sucesor de Epicuro en dirección al Jardín fue Hermarco de Mitilene, y


Polystratus, quien fue el último sobreviviente en haber escuchado a Epicuro, lo
sucedió a su vez. Sin embargo, superiores a ambos fueron Metrodorus y
Colotes, contra quienes se dirigió una pequeña obra de Plutarco. Entre los
epicúreos del siglo II a. C., debe mencionarse a Demetrio de Lacón, de cuyas
obras quedan algunos fragmentos, y Apolodoro, que escribió más de 400 libros.
Mucho también fue escrito por su discípulo Zenón de Sidón, a quien Cicerón
escuchó en el año 79 a. C. en Atenas. Después de Zenón, hubo Fedro, también
maestro de Cicerón, que estuvo en Roma en el 90 a. C., y Patro, director de la
escuela hasta el 51 a. C. Ya famoso como escritor de epigramas fue Filodemus
de Gadara (nacido en 110 a. C.). En los papiros de Herculano, que comprenden
los efectos de la biblioteca de Filodemo, hay restos considerables de casi
todas sus numerosas obras. El epicureísmo ya se había introducido en Roma, en
el siglo II a. C. La primera persona en difundir sus doctrinas en la prosa latina
fue un cierto Amafinio. En la época de Cicerón, el epicureísmo era de hecho la
filosofía en boga; y el número de romanos que se suscribieron fue, según
Cicerón, muy grande. Entre los más grandes estaba Titus Lucretius Carus (c.
95–55 a. C.), quien, en el poema De rerum natura (Sobre la naturaleza de las
cosas), dejó una exposición casi completa y sorprendentemente precisa de la
Física de Epicuro. Séneca, quien lo citó y lo defendió, demostró hasta qué
punto Epicuro aún era popular en el siglo I después de Jesús. Al siglo II d. C.
pertenece Diógenes de Oenoanda, quien talló las obras de Epicuro en una pared
de pórtico. Tal vez en el mismo siglo debería mencionarse Diogeniano, cuyos
fragmentos de polémica contra el Crisipo estoico se encuentran en el
historiador de la iglesia Eusebio de Cesarea. También epicúreo, entre los siglos
IV y V, fue el epigramático Palladas.

De rerum natura de Lucrecio

Entre los seguidores de las enseñanzas de Epicuro en la Antigua Roma figuran


los poetas Horacio, cuya famosa declaración Carpe Diem ("aprovecha el día")
ilustra su filosofía, Virgilio. Lucrecio, el epicúreo romano más importante, quien
vivió durante el siglo I a.C. , escribió una obra, "Sobre la naturaleza" (De rerum
natura), en siete libros, que representa sin duda el texto más importante del
epicureísmo fuera de Epicuro. Los temas básicos tratados por Lucrecio son la
constitución atómica del universo, una teoría sobre la sensación empírica, la
pasión amorosa, una alabanza de la persona y la obra de Epicuro, los fenómenos
de la astronomía epicúrea, y de otros. Sin embargo, en contra de la creencia
popular, Lucrecio no copia textualmente a Epicuro, sino que se diferencia en
algunos aspectos, por ejemplo en la doctrina de la felicidad, pues Lucrecio
elabora una teoría pesimista y dramática de la vida.

Diógenes Laercio fue un biógrafo, que vivió en el último siglo del epicureísmo


(siglo III), en su obra "Vida y opiniones de los filósofos ilustres", dedica el
libro 10 y último en textos epicúreos. A este escritor le debemos, sobre todo
la conservación de la Carta a Meneceo y las Máximas Capitales (ambos
resúmenes hechos por D. Laercio sobre textos epicúreos, hoy perdidos).

Su escuela de pensamiento perduró largamente durante siete siglos tras la


muerte de Epicuro; sin embargo, en el siglo IV (según el testimonio de San
Agustín) han desaparecido totalmente las escuelas epicúreas y los escritos de
Epicuro permanecen dispersos por el mundo antiguo, o bien en algunos
fragmentos de obras de escritores como Séneca, Plutarco, etcétera. Fue olvido
al advenir la Edad Media, periodo en el que se perdió o fue destruida la mayoría
de los escritos de este filósofo griego a causa del rechazo que por sus ideas
experimentó el Cristianismo, que no pudo adaptarlas a su sistema de creencias
por la visión cristiana del dolor. Por otra parte, el platonismo y
el aristotelismo lo intentaron integrar con más éxito. [cita requerida]

Sin embargo, a través de autores del humanismo (como Cosimo Raimondi) y


renacentistas (como Pierre Gassendi) el epicureísmo se da a conocer por toda
Europa. Baruch Spinoza y John Locke, por ejemplo, reconocen la importancia
(tanto desde el punto de vista histórico como por una cierta influencia en los
mismos escritos) de Epicuro y Lucrecio. Incluso se encuentran resonancias (o
sólo menciones) del epicureísmo en autores ya más contemporáneos
como Nietzsche, Friedrich Hegel, Marx y Auguste Comte.

Filósofos epicúreos

El sucesor de Epicuro en dirección al Jardín fue Hermarco de Mitilene,


y Polistrato. Otros epicúreos contemporáneos a ambos
fueron Metrodoro, Leontion, Colotes y Poliano, contra quienes se dirigió una
pequeña obra de Plutarco. Entre los epicúreos del siglo II a. C., debe
mencionarse a Demetrio de Lacón, de cuyas obras quedan algunos fragmentos,
y Apolodoro, que escribió más de 400 libros. Se ignora donde nació y se le
llamó kepotirannos (tirano del jardín), quizá por la defensa que hiciera de las
doctrinas frente a las otras escuelas. Su discípulo y maestro de Cicerón, Zenón
de Sidón, también escribió muchas obras, y su sucesor fue Fedro, fue también
maestro de Cicerón, quien éste estimó mucho, se observa en él preocupación
epistemológica y escribió un tratado Peri teon (Sobre los dioses)
profundizando en la teología epicúrea. Filodemo de Gadara en los papiros
herculaneos, que comprenden numerosas obras epicúreas. Patro fue el líder de
la escuela hasta el 51 a.C.

El epicureísmo experimenta un renacimiento gracias a Diógenes de Enoanda,


quien hizo grabar en un pórtico las doctrina epicíreas. De esta época es
también Diogeniano, que defendió el epicureísmo frente al neoplatonismo. En
esta etapa los epicúreos participan, desarrollando una cierta armonización de
teorías, de la característica actitud del eclecticismo.

En el mundo romano las doctrinas de Epicuro tuvieron poca aceptación. La


primera persona en difundir sus doctrinas en la prosa latina fue un cierto Cayo
Amafinio. Podemos citar también a Tito Casio, Plinio el joven, Tito Pomponio
Atico y en cierto sentido puede al poeta Horacio, pero especialmente al poeta
epicúreo Lucrecio.

Cayo Amafinio

Apolodoro el Epicúreo
Cavalcante dei Cavalcanti

Diógenes de Enoanda

Epicuro

Filodemo de Gadara

Hermarco de Mitilene

Leontion

Lucrecio

Metrodoro de Lámpsaco (el joven)

Timócrates de Lámpsaco

Tito Albucio

Zenón de Sidón

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