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Muchas veces nos preguntamos cómo realizar proyectos más eficientes, optimizar los
costos, mejorar los plazos, evitar errores; sin embargo, tratamos de optimizar nuestros
procesos sin realmente cuestionar la forma como gestionamos todo el ciclo de vida de un
proyecto.
La desventaja de trabajar de esta manera es que se limita el aporte que pueden tener los
demás especialista, quienes pueden brindar soluciones y alertar los posibles problemas
futuros que podrían generarse de tomar determinadas decisiones en etapas muy
tempranas. Por ejemplo, recién en la etapa de construcción se identificarían los diseños
que son complejos de construir o que demandan una dificultad excesiva. Puede ocurrir
también que el tipo de equipamiento que se pensaba instalar, no sea fácil de conseguir en
el mercado local, lo cual conlleva a mayores tiempos de procura, mayores costos y
modificaciones en la ingeniería para adecuarse a la oferta existente. Todo lo mencionado
anteriormente termina generando paras en los flujos de producción, dilatando el tiempo de
ejecución del proyecto y generando sobrecostos por re-trabajos.
Debido a que cada involucrado tiene intereses y riesgos propios, terminarán colocando
contingencias económicas al momento de estimar el costo de sus servicios. En otras
palabras, se termina encareciendo el costo total del producto. Usualmente, quien se
beneficia de todo esto es aquel actor que logró manejar de mejor manera la parte
contractual y es capaz de trasladar los riesgos y sobre costos al otro. El único perjudicado
finalmente es el proyecto.
Para esto, es necesario que todos salgan beneficiados de una manera equitativa, se define
en una etapa temprana un determinado Costo Objetivo y los esfuerzos de todos se
centran en lograrlo y mejorarlo. Se define una política de incentivos en función a cumplir o
superar el Costo objetivo. Muchas veces, estos incentivos pueden hasta duplicar o triplicar
a la utilidad que podría generar uno de los actores si participara en el mismo proyecto bajo
el marco tradicional. Todas estas políticas, van de la mano con una serie de
procedimientos, metodologías, rutinas de reuniones, herramientas tecnológicas, alineadas
a impulsar el trabajo colaborativo y hacer que fluyan las mejores ideas.
En la siguiente gráfica se puede observar el efecto que puede generar en el proyecto
realizar un cambio en una etapa temprana (gráfica verde) y el costo que esto implica a
medida que el proyecto avanza:
Al participar los principales Stakeholders en la definición del mejor producto posible, los
efectos que pueden tener en costo y plazo pueden ser enormes y a un muy bajo costo
(básicamente el costo de activar a los especialistas desde el inicio). Todo lo contrario,
ocurre cuanto más te acercas al final del proyecto. Cualquier cambio a desarrollar, con una
ingeniería ya hecha y la construcción en proceso suele ser excesivamente caro.
Como se muestra en la siguiente imagen, los proyectos colaborativos están más pegados
hacia la izquierda de la gráfica, es decir, nos permiten tener una alta capacidad de generar
cambios a un muy bajo costo. Trabajar de manera tradicional, a la derecha. Poca
capacidad de realizar cambios importantes y, de realizarlos, a un alto costo:
Definitivamente, interactuar con una mayor cantidad de equipos de trabajo desde una
etapa muy temprana generará mucho más esfuerzo, sobre todo si no se gestiona de
manera adecuada las interacciones y no se definen normas, políticas y reglas de juego
que permitan avanzar en la toma de decisiones. La siguiente gráfica muestra la relación
entre el esfuerzo de implementar los distintos tipos de modelos en el tiempo:
Si bien, en un modelo colaborativo, el esfuerzo es mayor al inicio (toda la etapa del
desarrollo de ingeniería), este disminuirá considerablemente durante la etapa de
construcción, que es casualmente donde mayores riesgos existen y donde un error te
puede costar muy caro.
Como usualmente en el modelo tradicional terminas resolviendo todas las falencias del
diseño sobre la marcha de la construcción, el esfuerzo de realizar correcciones sin mover
los plazos y costos comprometidos, se vuelve una tarea titánica.
En resumen, trabajar de manera colaborativa nos hace adelantar todos los mayores
esfuerzos al inicio del ciclo de vida de un proyecto; sin embargo, esto se ve retribuido con
creces al obtener productos eficientes al mejor costo y plazo posible. Esto se logrará
únicamente con el liderazgo y gestión colaborativa por parte del cliente, comprometiendo y
generando una política de incentivos y manejo de riesgo adecuado que sea atractivo para
todos los participantes.