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El término canto gregoriano se refiere en general a un tipo de canto llano, simple, monódico y con

una música supeditada al texto utilizado en la liturgia de la Iglesia católica, aunque en ocasiones se
usa en un sentido amplio o incluso como un sinónimo de canto llano.

Historia del canto gregoriano


Deben rastrearse sus orígenes en la práctica musical de la sinagoga judía y en el canto de
las primeras comunidades cristianas. La denominación canto gregoriano procede del hecho
de que su recopilación se atribuye al papa Gregorio Magno, y se trata de una evolución del
canto romano confrontado al canto galicano. Debe aclararse y entenderse que el canto
gregoriano no fue compuesto por el papa Gregorio I Magno, ni tampoco recopilado por él.
Fue a partir del siglo IX cuando empezó a asociarse su nombre a este compendio musical,
sobre todo a partir de la biografía de Juan el Diácono.

A comienzos del siglo XX, el canto gregoriano recibió un nuevo impulso de San Pío X, a
través del motu proprio Tra le sollecitudini1

Desde su nacimiento, la música cristiana fue una oración cantada, que debía realizarse no
de manera puramente material, sino con devoción o, como decía Pablo de Tarso:
«Cantando a Dios en vuestro corazón». El texto era, pues, la razón de ser del canto
gregoriano. En realidad el canto del texto se basa en el principio, según San Agustín, «El
que canta bien, ora dos veces». El canto gregoriano jamás podrá entenderse sin el texto, el
cual tiene prelación sobre la melodía y es el que le da sentido a ésta. Por lo tanto, al
interpretarlo, los cantores deben haber entendido muy bien el sentido del texto. En
consecuencia, se debe evitar cualquier impostación de voz (sin sobresaltos) de tipo
operístico en que se intente el lucimiento del intérprete. Del canto gregoriano es de donde
proceden los modos gregorianos (una adaptación de los modos griegos), que dan base a la
música de Occidente. De ellos vienen los modos mayores y menores, y otros menos
conocidos.

Formas musicales
Las principales expresiones del canto gregoriano son el recitativo litúrgico, la salmodia, la
Santa Misa y el Oficio divino. Los textos conocidos como accentus son entonados por los
obispos, por los sacerdotes o por los diáconos, principalmente en una sola nota, con
fórmulas melódicas muy simples en ciertos lugares de cada oración gramática. Los cantos
más complejos son cantados por coros o solistas expertos en el canto gregoriano. Existen
muchas colecciones de cantos litúrgicos: Graduale Romanum (o también el Graduale
Triplex, con el mismo contenido pero con triple notación), que contiene los cantos Propios
y el Ordinario; el Liber usualis, que contiene los cantos de la forma extraordinaria de la
Misa (Misa Tridentina) y los cantos del Oficio Divino.

Los cantos de la Misa


Los cantos del Propio de la Misa

Los Propios están constituidos por piezas que se cantan según el tiempo litúrgico o según la
fiesta que se celebra. Estos cambian cada domingo, lo opuesto a los cantos del Ordinario,
cuyos textos nunca cambian. Los cantos de Introito, Gradual, Aleluya, Tracto, Secuencia,
Ofertorio y Comunión forman parte del Propio de la Misa o, en latín, Proprium Missae.

 Introito: canto de entrada


 Gradual, aleluya o tracto: después de las lecturas
 Secuencias
 Ofertorio para acompañar la procesión de las ofrendas
 Comunión
 Además de estos dos grupos de piezas, existen otras que se cantan como recitativos
con algunas inflexiones (cantillatio): tales son las oraciones, las lecturas, el prefacio
y la oración eucarística, el Padre nuestro. Eran piezas que, por su sencillez, podían
ser ejecutadas por el celebrante o por personas que no requerían especiales
habilidades para el canto.

Los cantos del Ordinario de la Misa

El Ordinario está compuesto por textos que se repetían en todas las misas. Los textos se
mantenían invariables. Todos los textos son en latín, excepto el Kyrie, que está en griego.

 El Kyrie consiste en la repetición de las palabras Kyrie eleison, Christe eleison,


Kyrie eleison (Señor ten piedad, Cristo ten piedad, Señor ten piedad). En la forma
extraordinaria, cada parte se repite tres veces, y en misales incluso más antiguos se
encuentra Kyrie eleison imas (Señor, ten piedad de nosotros). Se distingue el Kyrie
por ser el único canto escrito en griego y no en latín. Frecuentemente se canta en un
estilo melismático.
 El Gloria canta la Gran Doxología. Ambos son largos, y el texto frecuentemente se
alterna entre partes del coro o entre el coro y la congregación.
 Credo. Compuesto a partir del siglo VII. Su textura es monofónica. Lo canta un
solista (oficiante de la ceremonia) y un coro de voces masculinas sin
acompañamiento instrumental. El oficiante entona la primera frase Credo in unum
Deum (Creo en un solo Dios), y el coro continúa desde Patrem omnipotente (Padre
Omnipotente) hasta el final del Credo. En cuando a los aspectos melódicos, tiene un
ámbito estrecho, no tiene saltos melódicos, y su estilo es silábico. Tiene un ritmo
libre, determinado por la palabra. Es una composición modal. En el Liber Usualis,
como todas las composiciones gregorianas, la pieza está escrita en notación
cuadrada sobre tetragrama.
 Sanctus y Benedictus
 Agnus Dei
 Ite, missa est

Diferencias entre el ordinario y el propio de la misa


La diferencia básica está en la letra. Los cantos del ordinario siempre tienen la misma letra,
mientras que en los cantos del propio la letra varía y también puede cambiar la música.
Todo esto depende de la fiesta que se celebre y del calendario litúrgico. A partir del siglo
X, se realizaron reformas sobre el repertorio del canto gregoriano, tanto cambios que
aparecieron de forma espontánea como cambios o ajustes que se realizaron de una forma
totalmente dirigida. Pueden encontrarse tres manifestaciones: el tropo, la sequentia y el
drama litúrgico.

Clases de tropos

 Solo se añade melodía: en medio del texto se introduce un melisma y, por lo tanto,
puede modificar la melodía antigua.
 Solo se añade el texto: pasa de un canto melismático a otro silábico, pues se le
añade el texto (tropo) en el melisma.
 Se añade texto y melodía: se añaden pequeñas cuñas de composiciones nuevas a
composiciones antiguas.

La secuencia es un tipo especial de tropo. Es un tropo del Alleluia (muy melismático) que,
con el tiempo, se independiza de la pieza original. Se hicieron independientes, sobre todo
por tener texto y música completa. El drama litúrgico son pequeñas obras de teatro que se
realizan en la Iglesia.

Los cantos del Oficio Divino

El Oficio Divino (también conocido como Liturgia de las Horas) es la oración litúrgica
cotidiana que han de cantar los cristianos, sean religiosos o laicos. En los
monasterios/conventos, los monjes/monjas hacen una pausa en sus labores y se reúnen a
determinadas horas del día (horas canónicas) para hacer su oración. Estas oraciones se
cantan durante tiempos largos, especialmente los himnos al empezar, los antifonarios
usados para los salmos, los salmos mismos, y para los antifonarios Marianos. Estos son
cuatro canciones (Alma Redemptoris Mater, Ave Regina Caelorum, Regina Caeli y Salve
Regina), que vienen del siglo XI y son más complejos que la mayoría de los antifonarios de
los salmos.

 Maitines: plegaria de vigilia.


 Laudes: plegaria de la mañana.
 Prima: seis de la mañana. (la Prima fue suprimida por el Concilio Vaticano II en la
Constitución Dogmática Sacrosanctum Concilium para la Liturgia)
 Tercia: nueve de la mañana.
 Sexta: doce del mediodía.
 Nona: tres de la tarde.
 Vísperas: seis de la tarde.
 Completas: antes de ir al descanso.

Repertorio

El repertorio de cantos para el oficio divino consta de:


 El canto de los salmos
 Simples recitativos (cantillatio) de lecturas y oraciones
 Antífonas de invitatorio
 Himnos
 Antífonas cantadas antes y después de los salmos
 Responsorios
 Te Deum
 Cantos del Antiguo y del Nuevo Testamento (Benedictus, Magníficat, Nunc
dimittis)

Gregorio Magno (Roma, c. 540-ibíd., 12 de marzo de 604), Gregorio I o también San Gregorio, fue
el sexagésimo cuarto papa de la Iglesia católica. Es uno de los cuatro Padres de la Iglesia latina,
junto con Jerónimo de Estridón, Agustín de Hipona y Ambrosio de Milán.Nota 1 Fue proclamado
Doctor de la Iglesia, el 20 de septiembre de 1295, por Bonifacio VIII. También fue el primer monje
que alcanzó la dignidad pontificia, y probablemente la figura definitoria de la posición medieval
del papado como poder separado del Imperio romano. Hombre profundamente místico, la Iglesia
romana adquirió gracias a él un gran prestigio en todo Occidente, y después de él los papas
quisieron en general titularse como él lo hizo: «siervo de los siervos de Dios»

Obras
Artículo principal: Moralia, sive Expositio in Job

Gregorio es autor de una Regula pastoralis, manual de moral y de predicación destinado a


los obispos. Mandó recopilar y contribuyó a la evolución del canto gregoriano, llamado en
su honor el Antifonario de los cantos gregorianos. En el año 600 ordenó que se recopilaran
los escritos de los cánticos cristianos primitivos (conocidos también como Antífonas,
Salmos o Himnos); dichos cantos de alabanza a Dios eran celebradas en las antiguas
catacumbas de Roma.

Estas antífonas fueron perdidas debido al cisma o diáspora de los ciudadanos romanos por
las constantes guerras romano-bárbaras al tratar de catequizarlas (Edicto de Tesalónica).
También contribuyeron los cambios de estructura de los cantos por personas que decidieron
crear sus obras propias y gustos a la desaparición de estos documentos.

El antifonario de los cantos gregorianos permaneció atado al altar de San Pedro, pero estos
desaparecieron. El papa Pío X encomendó a los monjes benedictinos de la abadía de
Solesmes la reproducción fiel de estas melodías cristianas tras una búsqueda infructuosa de
estas obras por parte de Francia en el siglo XIX.

La nueva recopilación de estas melodías fue llamada Edición Vaticana del Canto
Gregoriano, haciéndose esta edición oficial el 22 de noviembre de 1903, cuando el canto
gregoriano quedó plenamente reconocido por la iglesia como el canto oficial de la Iglesia
católica.

Entre sus obras conocidas encontramos el libro De Vita et Miraculis Patrum Italicorum et
de aeternitate animarum conocido comúnmente con el nombre abreviado de Libro de Los
Diálogos, que narra la vida y milagros de diversos santos italianos del siglo IV, destacando
en su segundo capítulo a San Benito de Nursia.12

Gregorio desarrolló la doctrina del purgatorio en 593, a poco tiempo de asumir la cátedra de
San Pedro. Hasta el siglo VII reinaba la creencia de que los difuntos estaban reducidos a
una situación de sombras (refrigerium) y permanecían en un lugar de tránsito a la espera
del juicio final y definitivo. Solo los mártires quedaban exentos de ese lugar de sombras al
acceder directamente a la visión beatífica. En sus Diálogos, Gregorio presentó otra
concepción: que después de la muerte, el difunto enfrentaría un primer juicio particular, no
general, a partir de cual podría resultar temporalmente relegado al purgatorio para expiar
sus faltas, es decir, como forma de purificación.13Nota 3

Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio (final), existe un
fuego purificador, según lo que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha
pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este
siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden
ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro.
Gregorio Magno, Diálogos 4, 39

Se conservan 866 cartas de Gregorio en su Registrum o Archivo de correspondencia, el


63% de las cuales son rescriptos (respuestas a solucitudes de normativa en asuntos
eclesiásticos o administrativos). Se estima que durante su pontificado se enviaron desde
Roma unas veinte mil cartas; el mismo Gregorio seleccionaba cuáles de ellas debían ser
copiadas en el Regestum.14

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