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Descripción:
El Canto Llano es un género vocal tradicional, muy antiguo, ligado a la Iglesia
Cristiana cuya principal característica es la monodia (una sola melodía). No se
puede especificar exactamente la fecha de su origen pero ya el escritor Plinio el
Joven (61-112 d.C.) dio testimonio de como los cristianos utilizaban el canto
para alabar al Mesías. La religión cristiana no era más que una rama disidente
del judaísmo, de hecho comparte el Antiguo Testamento por lo que podemos
entender que su música o cantos fueran similares a los interpretados en las
sinagogas, además de haberse enriquecido de las teorías musicales
grecolatinas conocidas en el Imperio Romano. Se podría escribir perfectamente
una tesis sobre este género pero nosotros realizaremos en la medida de lo
posible un resumen de las particularidades más importantes de esta forma
musical.
https://www.youtube.com/watch?v=AxvMVG8s6_o
En la Galia, el rito galicano que se extendió entre los siglos V al VIII también
imponía su propio canto llano, el canto Galicano. No se conserva
ningún gradual (libro de música litúrgica) que nos pueda aclarar la forma
específica de este canto aunque se piensa que pudo estar emparentado con
los cantos orientales.
https://www.youtube.com/watch?v=4Q8i0CYs-CM
https://www.youtube.com/watch?v=1L1rMHXvrpE
A finales del siglo VI, el Papa Gregorio I el Magno decidió unificar cristiandad
bajo el poder de Roma creando un único ritual que acabara con todas las
particularidades regionales. También unificó los cantos en un ordo (calendario
de cantos litúrgicos) y los recopiló, depuró, fijó los textos en latín desechando
aquellos en lenguas vernáculos o impropios y los reunió en el "Antiphonarium
cento", auténtica guía de este nuevo canto denominado canto Romano. Ya, en
la segunda mitad del siglo VIII, el rey franco Pipino el Breve y posteriormente
su hijo Carlomagno, emprenderán un proceso unificador en su Imperio
imponiendo el ritual romano de Gregorio I y, lógicamente, su canto, que a partir
de entonces pasaría a llamarse canto Gregoriano en su honor. En el siglo XI,
la Reforma Gregoriana establecería ya de forma oficial este canto y rito a toda
la cristiandad romana católica.
https://www.youtube.com/watch?v=HxjYWvF5ttc
El canto llano generaría multitud de formas musicales litúrgicas con identidad
propia como las antífonas, las salmodias, himnos, responsorios, etc. De los que
hablaremos en futuras entradas.
A partir del siglo XIV, la polifonía comenzó a comerle terreno al canto llano, que
en esta época se denominaba cantus planus (en oposición al cantus
orgánicus que era polifónico) y nuevos géneros musicales basados en la
combinación de las voces comenzaron a invadir los cantos litúrgicos
provocando la decadencia de estos. Pero no caerían en el olvido ya que
muchos compositores los tomaría como melodías conductora de sus
composiciones polifónicas bajo el nombre de cantus firmus.
Modos gregorianos
Cada uno de estos modos corresponde con una escala diatónica formada por
un pentacordo y un tetracordo. Existen ocho modos: cuatro auténticos y
cuatro plagales. En los auténticos el tetracordo precede al pentacordo y en
los plagales el tetracordo antecede al pentacordo, en sentido ascendente en
ambos casos.
Es difícil señalar cuál es el origen del gregoriano. Como todos los pueblos primitivos, la
nueva iglesia cristiana se servirá de la música para dirigirse a dios y en ese momento comienza
el gregoriano. No podemos señalar la fecha en que esto ocurre. Ya en la época de las
catacumbas los cristianos cantaban salmos e himnos durante la celebración del culto. Casi todos
los santos padres mostraron una actitud tolerante y laudatoria respecto de la incorporación de
la música a los oficios religiosos. No ocurrió lo mismo respecto al uso de instrumentos a los que,
por su asociación a determinados ritos paganos, se consideraban herramientas del demonio.
Básicamente, los romanos heredan su música de los griegos. Los griegos aportan
toda una técnica musical codificada por Pitágoras en un sistema de modos o escalas y
algo más importante: la consideración de la música como un arte con valor pedagógico, con
capacidad de elevar el alma del ciudadano e incitarlo a hacer el bien, apaciguar sus
pasiones, etc. Todas estas ideas están expresadas por Platón en obras tales como Las
leyes, el Timeo, el Filebo, etc., y se conocen con el nombre de teoría del Ethos.
El CANTO DE LOS SALMOS consistía en una recitación solemne sobre un tono elevado
(cantilación) de estos textos bíblicos, de tal manera que se pone la palabra sagrada en un
plano superior al de la palabra hablada. Comienzan con una entonación de movimiento
ascendente y terminan con una cadencia de movimiento descendente. Su aspecto sonoro
se halla a medio camino entre la palabra hablada y el canto.[1]
LOS HIMNOS: de procedencia oriental y practicados por algunas sectas orientales, están
compuestos sobre textos religiosos no bíblicos, su forma es estrófica y su estilo es silábico y
menos recitativo que el de los salmos.
Liturgias regionales:
Entendemos por liturgia un ritual normalizado que describe y prescribe la manera en que
han de llevarse a cabo los actos propios del culto: textos que se leen, gestos que se hacen,
usos, cantos que se interpretan, etc. En el siglo VI la unidad litúrgica de la iglesia cristiana
brillaba por su ausencia: cada iglesia importante solía tener su propia liturgia, en la que estaba
incluida un repertorio específico de cantos, desarrollados a partir de la interacción del canto de
los salmos con las propias tradiciones locales. Entre las liturgias más importantes existentes a
finales del siglo VI podemos citar:
Unificación de S. Gregorio:
El papa S. Gregorio (590-604) estimaba que esta situación no era positiva para la iglesia: la
existencia de distintas liturgias era algo que podía poner en peligro la unidad de la iglesia
favoreciendo la aparición de herejías. Por otra parte tampoco favorecía una más rápida
expansión del cristianismo. Estas razones le llevaron a suprimir estas liturgias locales y a
sustituirlas por una liturgia que fuera común[3] a todos los reinos cristianos (algunos
investigadores sostienen que el repertorio de cantos que sustituyó a todos los demás era el
resultado de una mezcla entre el romano antiguo y el canto galicano. [4] Otros investigadores
sostienen que esta nueva liturgia se nutriría de piezas extraídas del rito bizantino; posiblemente
bien conocido por S. Gregorio gracias al tiempo que paso cerca de Sofía, en Constantinopla).
La tradición considera al papa S. Gregorio I el magno (590-604) el inventor del canto que
lleva su nombre (en una ilustración del antifonario de Hartker, del monasterio de S. Gall, se lo
describe dictando a un escriba los cantos que el espíritu santo, en forma de paloma, le va
cantando al oído). Su labor real consistió en iniciar un movimiento de recopilación, organización
y unificación de los cantos que los cristianos cantaban desde hacía varios siglos y que terminó,
no sin fuertes resistencias, varios siglos después[5] con la imposición de un repertorio común de
cantos para todos los reinos de la cristiandad. Además, reorganiza la Sclola cantorum dedicada
al estudio, composición, reelaboración de antiguos cantos y a la formación de los músicos
eclesiásticos que habrían de transmitir oralmente el repertorio por toda Europa.
Reciben el nombre de monodía post - gregoriana aquellos cantos compuestos a partir del
siglo IX, después de que el repertorio gregoriano se considerara ya completo. Tuvieron su
esplendor en los siglos XI y XII: fueron abolidos en el concilio de Trento al considerar que se
estaba realizando un uso abusivo de los mismos.
Podemos distinguir varios tipos. Basándose en la libre invención del compositor, todos ellos
suponen el añadido de texto, melodía o ambas cosas a la vez, a los cantos preexistentes del
propio o del ordinario de la misa.
La época dorada del canto gregoriano comprende los siglos VII al IX. El repertorio original
concluye alrededor del siglo XII.
A mediados del siglo XIX los monjes benedictinos de la abadía de Solesmes se propusieron
restaurarlo a su primitiva pureza (anterior al siglo XI). Las investigaciones
de Dom Pothier y Dom Mocquereau cuajarán, a finales del siglo XIX, en la nueva edición
vaticana de los libros oficiales de gregoriano, que convertirán dicho canto en el oficial de la
iglesia (“motu proprio”, de S. Pío X, de 1903). Después del Concilio Vaticano II (1965), a pesar
de seguir en vigor dicha disposición, decae la práctica del canto gregoriano al ser introducidas
las lenguas vernáculas en la liturgia.
2.1.- LA MISA.
Es la parte más tardía y más importante. Trata de rememorar la última cena en la que se
instituyó el sacramento de la Eucaristía (acción de gracias). La misa está compuesta de una
serie de fases (ritos iniciales, liturgia de la palabra, liturgia eucarística, consagración y ritos de
conclusión) en las que se incluyen cantos que varían según el santoral y la época del año
litúrgico en que nos encontremos. A estos cantos se les conoce como los cantos
del PROPIO de la misa. Junto a ellos se encuentran otros cantos de texto invariable y que
conocemos como cantos del ORDINARIO de la misa. Ambos forman la columna vertebral de
la música litúrgica.
Kyrie Eleison (señor ten piedad): uno de los escasos testimonios que quedan en lengua
Griega (el latín se adopta como lengua oficial en el siglo IV). Se interpreta para pedir
perdón por los pecados.
Gloria: canto de tipo estrófico.
Credo.
Sanctus: basado en el pasaje del nuevo testamento que describe la entrada de Jesús en
Jerusalén.
Agnus Dei: acto penitencial previo a la comunión.
Ite misa est (podéis ir en paz): es la despedida. Lleva la misma melodía que el Kyrie.
Existe una gran variedad de libros litúrgicos que recogen los cantos de la iglesia. El gradual
contiene los cantos del propio y del ordinario de la misa.
Otra institución importante en la iglesia medieval fue el Monaquísmo: nació muy pronto como
respuesta al deseo de algunas personas de apartarse del mundo en busca del ideal de
perfección a través de la vida en comunidad, el trabajo y la oración continua. En occidente el
iniciador de la vida monástica fue S. Benito de Nursia (siglo VI): fundador del monasterio de
Monte Casino, en los Apeninos, y autor de una regla escrita que ordenaba la vida de los monjes
y determinaba sus diversas actividades: oración, agricultura y trabajos intelectuales. En tiempos
de Carlomagno, la regla benedictina unificará la vida monástica de toda Europa.
Inspirándose en el libro de los salmos (Siete veces te alabaré al día y de noche me levantaré
para cantar tu alabanza) divide el ciclo diario en oración y trabajo (ora et labora) con siete
horas diurnas para la oración (laudes: madrugada, prima, tercia, nona, vísperas y completas:
atardecer) y una hora nocturna: maitines. Todo el ciclo de oración se basa en la recitación de
todos los salmos en una semana (150 salmos) según un esquema propuesto por S. Benito.
El oficio divino, inicialmente pensado para regular la oración en los monasterios, será
adoptado pronto en las iglesias mayores de las ciudades, surgiendo, por tanto, un doble
esquema: el oficio monástico y el oficio catedralicio. En general la solemnidad es mayor en los
monasterios salvo el rezo de las vísperas que goza de mayor embellecimiento en las catedrales.
Desde otro punto de vista destacar que, en los primeros siglos medievales, los monasterios
fueron los únicos lugares en los que pudo salvarse para la posteridad la cultura antigua. En
todo monasterio medieval había un Scriptorium en el que monjes especializados copiaban los
diversos libros de la Biblia, de los padres de la iglesia, de la liturgia y las obras de los principales
autores clásicos.
La aparición de la notación musical (salve modulamina es la pieza más antigua con notación
musical y data de 820-848) se debe poner en relación con la difusión del canto gregoriano por
toda Europa. A finales del siglo VIII el corpus principal de melodías gregorianas había sido
completado. Era el momento de su difusión. Se realizaba de manera oral por monjes que,
formados en la Scola Cantorum, las habían aprendido de memoria. Es un sistema no del todo
fiable que resultaba insatisfactorio para una jerarquía eclesiástica que lo que pretendía era la
instauración de un repertorio único de cantos en todos los reinos de la cristiandad. Surge, por
tanto, la necesidad de escribir la música.
Notación "in campo aperto": signos (neumas) colocados encima de las sílabas del texto
tratan de recordar al cantor el dibujo general de la línea melódica, es decir, si ésta asciende
(virga /) o desciende (tractulus ), sin precisar la amplitud del intervalo. Signos
complementarios pueden proporcionar al cantor información a propósito de la duración de
los sonidos (más largos o más breves). Este procedimiento, llamado notación neumática,
fue sólo una guía que ayudaba a los cantores a retener unas piezas que habían de aprender
previamente de memoria. Los más antiguos manuscritos conservados portadores de este
tipo de notación pertenecen al siglo VIII.
Guido de Arezzo ( -1050): entre 1025 y 1030 presenta al papa Juan XIX un sistema más
compacto de cuatro líneas y tres espacios (tetragrama) completado con dos letras clave (F
para el fa, C para el DO) una de ellas situada al comienzo en una línea determinada. De esta
manera se acababa con la ambigüedad pues cada línea y espacio quedaba asignado a un solo
sonido. Para mayor facilidad, a la línea que portaba la clave F se le asignaba color rojo y a la
línea que portaba la clave C se le asignaba color amarillo o verde. El texto se escribía bajo las
líneas. En la pauta se escribían los neumas que de esta manera indicaban la altura a la que
debía cantarse cada sílaba con total precisión.
El éxito del sistema presentado por Guido fue total. A partir de este momento, los libros
litúrgicos romanos se escribieron en notación diastemática.
En el siglo XII surge la notación cuadrada (la notación anterior basada en simples trazos
evoluciona hacia formas cuadradas) en el entorno musical parisino. Su uso y extensión coincide
con el desarrollo de la escuela de Nôtre Dame. (se verá en un tema posterior).
5.- EL OCTOEKOS.
Una primera clasificación atiende a la relación entre sílabas del texto / notas de la
melodía:
cantos silábicos: a cada sílaba del texto corresponde una nota musical.
Cantos neumáticos: existen sílabas en el texto a las que corresponden grupos de dos o
tres notas.
Melismáticos: un extenso grupo de notas corresponde a una sola sílaba del texto. En
otras palabras: largas vocalizaciones, música sin texto o canto sin palabras (cuando las
palabras no alcanzan a expresar el gozo del alma) que suelen darse en los Aleluia o en
los Kyrie Eleison.
Salmódicos: pasajes largos de texto se recitan rápidamente sobre la misma nota (nota de
recitación o tenor). En ocasiones, para resaltar un acento importante, se introducirá la nota
superior o inferior. La nota de recitación suele estar precedida de una breve fórmula
introductoria llamada inutium. Al final de cada versículo hay una breve cadencia melódica
(terminatio). De esta forma la melodía tiene forma de arco de medio punto (típico del arte
del románico). Este tipo de canto se halla entre los más antiguos de la liturgia. Quizá se
tomasen directamente de los cantos de la sinagoga hebrea.