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SAN ISIDORO, de Sevilla; Etimologías; Libro III, 15; Sobre la música y su nombre; B.A.C Madrid 2009; p
433.
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3) Cántico de Ana (1R 2, 1-11)
4) Cántico de Habacuc (Hb 3)
5) Cántico de Isaías (Is 26, 9-21)
6) Cántico de Jonás (Jon 2, 3-11)
7) Cántico de los tres jóvenes (Dn 3, 26-57)
8) Himno de acción de gracias de los tres jóvenes (Dn 3, 57-88)
9) Cántico de María y de Zacarías (Lc 1, 46-55 y 67-79).
4
Cfr. Pimentel, Guadalupe, Diccionario litúrgico, publicaciones Paulinas, México, 1992, pp 33-34.
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El hombre siempre canta en sus situaciones límite bien sea de euforia o de
dolor o de fatalidad como puede ser la muerte5. Las religiones de todos los
tiempos han sido siempre comunitarias y celebrativas. Por eso, parece imposible
entender una celebración ritual religiosa, sin la música y el canto.
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El papa Pio XII en la Instrucción De Música Sacra (3-9-59) escribía: “El canto nace espontáneamente del
sentido religioso del que el hombre ha sido dotado por su mismo Creador y que, en consecuencia, es universal y
florece en todos los pueblos”, N°9.
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PAREDES DE LA CAL, Ramón, Iniciación a la música, Bilbao 1975, 27.
7
WOLF, Johannes, Historia de la música, Ed. Labor 1965, 16.
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MARRODÁN, J; temas de vida cristiana; mirada retro-intro-prospectiva de la música y el canto en el oficio
divino, en Nova et vetera; Año XXIII, N° 45, Enero-junio 1998, pp 137-139.
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“Yo estaba solo, cantando en un rincón,
Y mi música encanto tu oído.
Y tú bajaste
Y te viniste a la puerta de mi choza”
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purificar el alma de sus pasiones, que hay individuos que se hacen serenos y
recogidos bajo el influjo de las melodías sagradas9
1.3 La cantilación.
La cantilación del texto sagrado fue la norma oficial que adquirió el canto
litúrgico en la Iglesia de Occidente. Se trata del canto de un texto sin ningún tipo
de ornamentación y siguiendo una línea melódica prácticamente uniforme, con
pequeños cambios que sólo resultan las pausas del texto. Es la base de todo el
canto litúrgico. El gregoriano lo adoptó principalmente para la Liturgia de la
Palabra, cuyas melodías (particularmente el Evangelio) son una simple
cantilación, y de ese modo se siguen cantando hasta hoy en lengua vernácula.
También se encuentra en otros cantos importantes, como son el Pater Noster, el
Credo, y los prefacios de la Misa.
Esta forma simple de cantar el texto bíblico tenía una finalidad práctica.
Las perícopas de la Escritura y los sermones patrísticos no eran leídos en tono
recto, sino cantilados, es decir, recitados con una voz elevada –excelsa voce- que
lleva el texto sagrado bien acentuado hasta el fondo de la Iglesia, subrayando los
comienzos de los períodos y sus cadencias con una ligera inflexión de la voz. Y
para alcanzar ese objetivo las voces privilegiadas eran la de los niños.
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La cantilación entonces, es la forma primitiva del canto litúrgico y el canto
gregoriano la incorporó en su seno como una de las tantas formas que incluye su
repertorio y como el modo más simple, y rico, de cantar los salmos.
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1.5 Los primeros repertorios occidentales.
En los limites de Italia, parece ser que el Patriarca Aquileya, tenía una
liturgia propia con cantos particulares, pero no se sabe mucho porqué
Carlomagno mandó abandonarlos.
Por otro lado, Milán gozaba de una liturgia propia, en buena parte solidaria
al rito romano, especialmente para la Misa, pero en el periodo Carolingio tomó
elementos galicanos.
11
RIVAS, Fernando; “El canto gregoriano: <<icono sonoro>> del misterio litúrgico”, en cuadernos
monásticos; N°122, Año XXXII Julio-septiembre 1997, pp 286-287.
12
COLOMBÁS, García; La regla de san Benito; BAC; Madrid 1993; pp 101-102.
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b) El canto ambrosiano.
Ambrosio para sostener a su pueblo en la fe, les hizo cantar antífonas, algo
nuevo en occidente, es decir, una salmodia a dos coros encuadrada por una
antífona. La antífona ambrosiana ha conservado de esa época una variedad
enorme de combinaciones melódicas destinadas a unir mejor la antífona con su
salmo. Salmodia e himnodia ambrosiana, se siguió desarrollando en los siglos V
y VI, hasta que los himnos de Ambrosio fueron suplementados por los de
Maximinus y una que otra pieza de Prudencio o Sedulio.
13
RIVAS, Fernando; “El canto gregoriano: <<icono sonoro>> del misterio litúrgico”; en cuadernos
monásticos; N°122, Año XXXII Julio-septiembre 1997, pp 288-289.
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illatio o prefacio para el oficio del Lucernario, en la vigilia de Pascua. Ora
característica de la liturgia galicana fue el uso de himnos elaborados por poetas
cristianos, que no eran textos bíblicos propiamente dichos. Es a Ambrosio
(+397), obispo de Milán, a quien debemos la introducción de la himnodia en la
liturgia, hasta ese entonces tomada exclusivamente de la Biblia: salmos y
cánticos bíblicos.
d) El canto Galicano.
14
Ibid., p 289
11
La liturgia visigoda conoció los tres modos de cantar los salmos: la
salmodia responsorial, la salmodia antifonada (sin flexa ni elevación melódica en
la mediante, como en Milán) y finalmente la salmodia in directum es decir sin
antífona.
f) El canto gregoriano.
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recibió su nombre, cosa que además consolidaba su autoridad, así lo consagró
toda la Edad Media, como el libro de cantos de san Gregorio Magno.
Desde el comienzo del siglo X los cantos del gradual (libro de Misa)
fueron interpolados y transformados en tropos, composiciones literarias que se
colocan sobre los largos melismas del Aleluya y del ofertorio. Por otra parte, en
los introitos y la comunión, el tropo se interpola entre los versículos de la
antífona, como la losa interlineal de las Biblias medievales. También los
ordinarios, los cantos repetidos en cada Misa –Kyrie, Gloria, Sanctus, Agnus
Dei- se enriquecen aquí y allí con melodías nuevas y variadas, propias de cada
iglesia y región. Ese inmenso conjunto (700 piezas del propio; 5,700 secuencias,
varios cientos de tropos, millares de antífonas y de responsorios del Oficio)
formó el monumento incomparable por la riqueza, variedad y espiritualidad de
su composición musical, destinada a resaltar los textos más bellos de la Biblia.
15
Ibid., p 290-291.
13
Es por eso que no se debe buscar una sola estética o caracterización
musical, pues tiene muchas y muy variadas. El canto gregoriano es pues propio
de la iglesia romana, pues en este canto entra una variedad muy grande de
melodías, reunidas durante siglos, aunque al mismo tiempo siempre mantuvo
trazos estéticos-religiosos comunes y definidos16.
16
Ibid., p 290-292.
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salterios y címbalos” (1 Cr 25,1); así estos tres maestros de coro, ejercían un
ministerio análogo al ministerio de los profetas.
Por eso afirmará Pio X que la música, que es parte integrante de la liturgia
solemne, tiene como fin propio añadir al mismo texto una mayor eficacia17.
“Entonces tuve una visión: Una puerta estaba abierta en el cielo y aquella
voz que había oído antes, como voz de trompeta que hablaba conmigo, me
decía: <<sube acá, que te voy a enseñar lo que ha de suceder después>>. Al
instante caí en éxtasis. Vi que un trono estaba erigido en el cielo, y Uno sentado
en el trono… en medio del trono y en torno al trono, cuatro Vivientes, llenos de
ojos por delante y por detrás… y repiten sin descanso día y noche: Santo, santo,
santo, Señor Dios Todopoderoso, Aquel que era, que es y que va a venir…” (Ap
17 Ildefonso, María Gómez; temas de vida cristiana; Espiritualidad litúrgica y música, en Nova et vetera; Año
XXI, N° 21, Enero-Junio 1986, pp 7-9.
18 MARRODÁN, J; temas de vida cristiana; mirada retro-intro-prospectiva de la música y el canto en el oficio
divino, en Nova et vetera; Año XXIII, N° 45, Enero-junio 1998, pp 154.
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4, 1.8). Ya san Agustín presentaba la liturgia de la iglesia terrena como una
imagen y anticipo de lo que será la vida en la patria celestial. Allí <<videbimus,
amabimus, laudabimus: ecce quod erit in fine, sine fine>> (veremos, amaremos,
alabaremos: eso será al final, sin fin). La perspectiva escatológica que debe
ordenar nuestra vida presente: “Dichosos los que viven en tu casa alabándote
siempre” (Sal 83,5).
La Iglesia primitiva oró con los salmos y los cantó como himnos de Cristo.
El mismo Cristo se convierte así en director de coro que nos enseña el canto
nuevo, le da a la Iglesia el tono y le enseña a alabar a Dios correctamente y de
unirse a la liturgia celestial. “Cantad una salmodia” (Sal 47, 8); otras
traducciones dirán: Un canto artístico o salmodiad con destreza, o cantar con
arte, se puede traducir también por “cantad de modo comprensible, cantad con
inteligencia”; esto es cantad con el espíritu y para el espíritu, cantad de un modo
digno del espíritu y acorde a él, con disciplina y pureza. En la traducción de san
Jerónimo psallere parece haber afinidad entre sabiduría y música; la vulgata dice
en contextos parecidos: “tañer bien” o “cantar bien” (Sal 32,3), Agustín lo
interpreta como “ars musicae”. Así lo entiende la Iglesia como el deber de
buscar la altura artística de la expresión musical en la alabanza de Dios. La
respuesta humana correcta a la manifestación de Dios incluye la expresión
musical. El cantar no requiere necesariamente el acompañamiento instrumental,
16
que nos traen de cierto modo el sonido de la creación, el canto es esencialmente
una música referida a la palabra19.
Dentro de ese lenguaje del amor que presenta el Cantar de los Cantares, el
canto gregoriano capitaliza otro elemento, central en la perspectiva de cantar: la
voz del amado, su voz por ser voz de amor, es un canto, Dios se revela en un
canto. Por eso al ser el gregoriano, eminentemente bíblico, se presenta como la
voz de Dios20.
19
RATZINGER, Joseph; Un canto nuevo para el Señor; Ed Sígueme; Salamanca 2005; pp. 116-120.
20
RIVAS, Fernando; “El canto gregoriano: <<icono sonoro>> del misterio litúrgico” en cuadernos
monásticos; N°122, Año XXXII Julio-septiembre 1997, pp 281-283.
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“Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu,
partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de
corazón” dijo: “Cantare amantis est” (cantar es característico del que ama)
(sermón 336, 1). Porque el canto es señal de la euforia del corazón. Quien no
recuerda también su famoso proverbio que dice: “Quien canta, dos veces ora”,
que sin duda se trata de un paralelo con aquel otro de la Instrucción general del
Misal Romano que decía: “Quien escribe, lee dos veces”.
“No obstante, cuando me acuerdo de las lágrimas que derrame oyendo los
cánticos de tu Iglesia en los comienzos de mi conversión, y lo que ahora me
conmuevo, no con el canto, sino con las cosas que se cantan, cuando se ejecuta
con voz sonora y adecuada modulación, no puedo menos de reconocer la gran
utilidad de esta costumbre”21
21
Confesiones X, 33
22
Sin embargo, san Atanasio no es adversario de la música en la liturgia, por el contrario es precursor, en su
epístola ad Marcellinum dice: “Recitar musicalmente los salmos no es cultivar el placer de los sonidos, sino
traducir una armonía interior”
23
Confesiones X, 33
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Y después de sus confesiones en una carta fundamenta su postura diciendo
que el canto de himnos y salmos sirve para mover piadosamente los ánimos y
encender el afecto del amor divino. Reconoce que muchos obispos africanos se
muestran reacios a estas prácticas; dirá entonces que siempre es buen tiempo
para cantar cosas santas, cuando los hermanos se reúnen en la Iglesia, pues es
algo muy útil y muy santo.
“Busca cada uno cómo cantará al Señor. Cántale, pero no lo hagas mal.
Si delante de un buen músico te dijeran: <<canta para complacerle>>,
temblarías si tuvieras que cantar desconociendo el arte musical, por no
desagradar al artista, que reprende lo que el lego no percibe. << ¿Quién se
ofrecerá a cantar bien al Señor, autor del canto y de la música? ¿Cuándo
podrás hacer gala de una maestría tal que en nada ofendas a oídos tan finos?
Pues bien, él mismo nos ha enseñado el modo cómo debe cantarse. No busques
palabras como si hubieras de explicar aquello que deleita a Dios. Canta con
júbilo>>: esto es cantar bien a Dios. Y ¿Qué es cantar con júbilo? Escucha: no
poder explicar con palabras lo que se canta con el corazón… el júbilo es un
24
Confesiones IX, 6, 14
19
determinado sonido que significa que el corazón pugna por dar a luz lo que es
incapaz de expresar”25.
“El pescador captura el pez con un anzuelo y un gusano; así es como por
los troparios y los mismos cantos, el diablo arrastra al monje a la vanagloria, el
deseo de agradar, la búsqueda del placer y pronto incluso a la impureza; pues el
canto no tiene nada en común con el monje que quiere ser salvado”29.
20
vendrán tiempos en que los monjes abandonarán el alimento sólido, palabra del
Espíritu, para darse a los himnos y a los tonos musicales. Y –dice- ¿Qué
compunción, qué lágrimas pueden nacer de esos troparios, cuando se celebra en
la Iglesia o en la celda y se eleva la voz como un buey? Los monjes no han
venido a la soledad para pavonearse, para cantar cánticos, rimar melodías.
Debemos mantenernos ante Dios con mucha compunción y no con grandes aires.
También el abad Silvano es del mismo parecer cuando declara que decir
los salmos con melodía primero es orgullo, pues eso te sugiere el pensamiento
que cantas, mientras que tu hermano no canta y que en segundo lugar, eso te
endurece el corazón y no te permite el arrepentimiento. Por tanto –dice- si
quieres la compunción, deja el canto.
Así pues nos damos cuenta de cuantos peligros veían los padres del
desierto en la música, por lo que se oponían a ella radicalmente. Ya veíamos
anteriormente cómo el mismo san Agustín, en un primer momento, también
estaba dividido entre su gusto musical y su exigencia de austeridad.
Pero no todos los padres del Yermo, piensan de la misma forma, Juan
Casiano, reconoce el beneficio de una melodía para tocar el corazón. A veces,
dice, la voz melodiosa de un hermano ha despertado a las almas de su letargo. Y
a propósito de lo que Juan Casiano comentaba, he escuchado de un hermano que
participo en la segunda guerra mundial, que pasando por fuera de la Iglesia
abacial (del que sería su monasterio en Inglaterra), escucho cantar a los monjes y
le animo en su ingreso, tan solo con el pensamiento de esta pregunta: ¿Qué
grande no será su Dios, que estos hombres le cantan de esta manera?
21
fardo menos pesado, como cuando el caminante que carga su pesado equipaje y
encuentra alivio olvidando su cansancio cuando canta.
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