Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción
El versículo 3 comienza a relatarnos una nueva historia. Para hacerlo tiene que retroceder unos
pocos días, desde el martes de los versículos 1,2 a la tarde del sábado anterior cuando se
organizo en Betania una comida en honor a Jesús. Esta historia también es narrada en el
evangelio de Juan, y tomaremos este evangelio para enriquecer el sermón, con datos que
Marcos no hace mención.
1. Gratitud y devoción v3
“Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer
con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de
alabastro, se lo derramó sobre su cabeza.”
Jesús se encuentra en casa de una persona llamada Simon, a quien señalan que había sido
leproso – quizás Jesús le había sanado – Esta Jesús comiendo con sus amigos, sentado a la
mesa con él se encuentra Lazaro, al que había resucitado de los muertos, sus discípulos, y
quizás algunos otros que el texto no hace mención. La comida estaba siendo servida, según
el evangelio de Juan por Marta, hermana de Lazaro (Cf. Juan 12.2)
Es obvio que la comida fue motivada por amor al Señor, específicamente por la resurrección
de Lázaro y la curación de Simón, el que había sido leproso. Ellos están – como era la
costumbre en aquel tiempo – reclinados a la mesa, y de pronto “vino a él una mujer” con un
vaso o pomo hecho de un material que es conocido como “alabastro” – el alabastro es un tipo
de piedra blanca parecida al mármol – que contenía una cantidad muy apreciable de un
perfume muy costoso que se había extraído de la planta conocida como “nardo”.
La mujer sin aviso previo se coloca por atrás de Jesús, quebró el frasco, y lo derrama sobre
él. Cabeza, hombros y pies de Jesús son ungidos con el perfume, era de tan buena calidad
este perfume, que la casa de Simon se llenó de su fragancia.
Según el evangelio de Juan es María (Cf. Juan 12:3) – aquella que sentada a los pies de
Jesús escuchaba sus palabras – la que derrama este perfume sobre él. En Maria tenemos la
imagen de un creyente agradecido. ¡María derramó su corazón en agradecimiento y devoción !
Y no solamente en María vemos la gratitud expresada a Jesús, también en su hermana Marta
quien servia la comida, en Lázaro quien se encontraba a su lado, y en Simón quien ofrece su
casa para brindar una comida en honor a Jesús.
De acuerdo al texto parece ser que la raíz de la molestia era que María había realizado un
acto imprudente. Ella podía haber donado ese perfume al grupo de discípulos – que es la
iglesia – y así ellos pudieran venderlo y el dinero ser dirigido para la ayuda a los pobres.
“…y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque podía haberse
vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres.”
¿Quien de estos discípulos “piadosos” y “preocupados por los pobres” fue el que objetó más
duramente?
Juan 12:4-5 “Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de
entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los
pobres?”
El “piadoso y preocupado” Judas Iscariote opina de que el dinero en que este perfume podía y,
según su modo de pensar, debía haberse vendido, habría sido una generosa donación para los
pobres. Pero ¿De donde viene esta preocupación? ¿Cual es su verdadera motivación?
Juan 12:6 “Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y
teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.”
Judas Iscariote era el tesorero del grupo, y su preocupación no era – de acuerdo al texto – el
bienestar de los pobres, sino que su corazón estaba lejos del Señor, por tanto tomaba de la
tesorería para sí, y esta gran suma de dinero que generaría la venta del perfume le caería muy
bien a su bolsillo.
Pero el centro del pasaje no esta en que Judas era un ladrón. Sino en marcar una diferencia
entre la iglesia visible e invisible.
“Es común que los están mas alejados de Dios se jacten de estar cerca de la iglesia.”
- Matthew Henry -
Dentro de la comunidad de gracia siempre van existir personas que no pertenecen a la iglesia.
Juan escribe respecto a esto cuando dice: 1Jn 2:19 “Salieron de nosotros, pero no eran de
nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero
salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.”
Algunos no saldrán, pero sus vidas manifestaran que no son de la iglesia de Cristo. Esa es
la razón por la que debe predicarse en la iglesia constantemente el arrepentimiento. Por que
entre nosotros hay quienes no son de nosotros. O quienes aún no han entregado su corazón a
Cristo. Por eso se comportan de una manera no cristiana.
Entonces el pasaje nos muestra un contraste entre la acción piadosa y llena de devoción de
Maria que demuestra fidelidad a Cristo, contra la acción egoísta de Judas Iscariote, llena de
codicia que demuestra traición a Cristo.
Jesús defiende a los suyos, aún de aquellos que dentro de la iglesia atentan contra ellos.
Atentar contra la iglesia es atentar contra Cristo mismo. Y eso es algo que no podemos
ignorar. ¡Déjenlos ! ¿por qué los molestan? es una orden que viene de Cristo mismo. Amados
hagamos un auto-examen de nuestros corazones, recordemos que él Jefe y Cabeza de la
Iglesia es Cristo, y el trato entre nosotros debe ser de iguales.
¿Quién era Maria? Lucas 10:39 “Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual,
sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.” Aparte de ser hermana de Lázaro y Marta, lo
que Lucas nos dice de ella es que era una persona que amaba escuchar con fe las Palabras
de Cristo. Entonces ¿Ella habrá escuchado acerca de la inimitable muerte del Salvador?
“María sabía lo que hacía. De hecho creía que al poco tiempo Jesús sería entregado a la
muerte por sus enemigos. ¿Tendrían sus amigos la oportunidad de ungir su cuerpo? Pero este
honor no ha de dejar de dársele. ¡María le debe tanto, tantísimo a Jesús! Le debe la salvación, y
... el retorno de su hermano Lázaro del reino mismo de la muerte. Por ello había decidido
guardar el ungüento para el día de la sepultura del Señor. Pero no en el sentido de que deseara
literalmente guardar el frasco hasta que ese día llegara de verdad, porque podría resultar
demasiado tarde; sino así que lo guardaría hasta que se presentara una buena oportunidad, y
entonces lo ungiría en anticipo de su sepultura. ¡Ese momento era ahora o nunca!” 2
Por tanto, que importante es acercarse con fe a escuchar la Palabra del Señor. Aquel que se
acerca con fe a escuchar las Palabras de Cristo, no ignorará la voluntad de Dios. ¡Vengan
hermanos ! no se trata de lo que el hombre dice, sino de lo que sale de la boca de Dios, y
estas Palabras de Vida las escuchamos por medio de la correcta predicación de la Palabra. El
hombre no es capaz de convencer a nadie por si mismo, es la Palabra la que unida al Espíritu
realiza esa obra.
El 19 de agosto hizo una solemne aparición en la iglesia de San Giles sentándose en un trono
especial que se había preparado para su recepción. Lo que Lord Darnely no sabía era que, en
esa ocasión, el predicador sería John Knox.
La lectura bíblica que correspondía a ese día era Isaías 26.13-21 que empieza diciendo:
“Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han enseñoreado de nosotros…”. La
predicación de John Knox se basó en ella y, dentro del sermón, citó la sección de Isaías en
donde leemos: “Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores.” Y “Los
opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él.” (Isaías 3:4,12).
Explicando estos versículos mencionó que Dios castigó a Acab porque no corrigió a su
idólatra esposa Jezabel.
Aunque John Knox en su sermón no hizo ninguna aplicación a la situación que vivía Escocia, el
reciente esposo de la reina, que esperaba ser reconocido y adulado, regresó sumamente
irritado contra John Knox porque interpretó que el joven príncipe era él y la idólatra Jezabel, su
esposa la reina María.
No hicieron falta aplicaciones directas por parte del ferviente reformador escocés ya que la
pura Palabra confrontó fuertemente al reciente esposo de la reina.
Cuando somos nosotros quienes hablamos por la Palabra de Dios no convencemos ni a nadie,
pero cuando dejamos que sea la Palabra de Dios la que hable… ¡vaya que reprende y
convence!
“Al estudiar esta sección podemos sentirnos inclinados a cometer el error de llenarnos tanto de
admiración por la hermosa obra de María, que nos olvidemos que lo que ella hizo fue sólo un
reflejo de la propia bondad del Maestro para con ella. Considérese no sólo su misericordia al
salvarla, sino también la ternura que reveló cuando en este momento en particular acudió de
inmediato en su defensa. Después de todo, él sabía que la hora de su propio e in-
comparablemente amargo sufrimiento se acercaba velozmente. No obstante, tan intensamente
amó a los suyos (cf. Jn. 13:1) que por el aprecio que le tenía a ella se sintió profundamente
herido por la injustificada crítica que le hicieron. Su corazón se conmovió por ella.” 4
Así pues, la verdadera lección de este pasaje es que Dios, cuya imagen es Cristo (Heb. 1:3),
halla intenso e infinito deleite en recompensar la fidelidad de los que le honran. Cada vez que
¿Qué fue lo que hizo que Judas llegase a ser el traidor que entregó a Jesús?
Aunque muchos factores debieron influir en las razones que Judas tuvo para traicionar al
Maestro, lo fundamental fue que el corazón de Judas sentía distinto al de Jesús. Tenía un
corazón completamente egoísta, en contraste con el corazón infinitamente generoso,
abnegado y compasivo de Cristo. Lo que arrastró a este traidor a la ruina fue su resistencia a
orar pidiendo que su vida fuese renovada. La causa de su destrucción fue la impenitencia (Su
obstinación al pecado)
No había excusa alguna para una acción tan extremadamente repugnante. Judas fue, después
de todo, un hombre especialmente privilegiado. Fue “uno de los doce”, como todos los
evangelistas se esfuerzan en señalar (Mt. 26:14; Mr. 14:10; Lc. 22:3; Jn. 6:70, 71). Duran- te
muchos meses Judas había estado viviendo en contacto directo con Cristo, había estado
comiendo, bebiendo y viajando con él. Había observado la potencia de la voz del Maestro al
calmar la tempestad, al maldecir a la higuera estéril y al reprender a los que devoraban las
casas de las viudas. Pero Judas había percibido también la ternura de la misma voz al invitar a
los pecadores, ¡incluyendo a Judas!, a venir a él y hallar reposo.
El corazón no regenerado pensará que no es tan pecador como otros. Pensará que su vida no
necesita de arrepentimiento. Sin embargo el mayor pecado no es precisamente ser pecador,
sino ser pecador y no reconocerlo dentro del corazón.
“Ellos, al oírlo, se alegraron, y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba oportunidad para
entregarle.”
Naturalmente, los sacerdotes se alegraron al ver que uno de los discípulos de Jesús se ofrecía
para ayudarles.
Los principales sacerdotes: “Prometemos darte treinta piezas de plata tan pronto como
decidas entregarlo en nuestras manos”.
Los principales sacerdotes, después de pesar el dinero: “Aquí están las treinta piezas de
plata”. Judas las toma y se retira.