IGLESIA PRESBITERIANA REFORMADA “SINAÍ”
SUFRIMIENTO
Aunque Él me mate, en Él esperaré
Job 13:15
ESTA TARDE ESTUDIAREMOS
ACERCA del sufrimiento. Cada vez que
alguien viene a nosotros en busca de
consejo sobre como lidiar con el
sufrimiento, el primer libro de la biblia
que viene a nuestra mente, para orientar
Bíblicamente a esa persona, es sin duda el
libro de Job. Es conocido por la mayoría
de los que hoy estamos aquí que, Job fue
un hombre honesto, recto y obediente a
Dios. Un hombre prospero que supo
aprovechar bien el trabajo de sus manos.
Su hacienda contaba con siete mil ovejas,
tres mil camellos, quinientas yuntas de
bueyes, quinientas asnas, y muchísimos
criados. Un hombre bendecido por Dios
con siete hijos y tres hijas. De hecho, el
texto Bíblico lo va a describir como: “el
más rico hacendado de toda aquella
región” (Job 1:3)
Sin embargo, el propósito de la
riqueza de Job era simplemente hacer
manifiesta su vocación. El llamamiento
que Dios hizo a Job no era para ser rico,
sino para el sufrimiento.
Vocación:
La palabra “vocación” es una parte
muy importante de nuestro vocabulario.
Cuando conocemos a alguien por primera
vez preguntamos ¿cual es su nombre?,
¿dónde vive?, y ¿a que se dedica? Esta
última pregunta tiene que ver con su
“vocación”. El significado de la palabra,
entonces, es “llamar”. Dios llama a los
seres humanos, ha realizar diferentes
tareas con el propósito de mantener y
sustentar su creación por medio de ellos.
Es lo que Martín Lutero llamaba “la
mascara de Dios”. Míranos solamente al
ser humano realizando tareas ordinarias,
pero detrás de ese llamado, Dios mismo
está oculto. Así que, Dios está vivo y
activo en y a través de la vocación.
Por ejemplo: Él nos alimenta por
medio del trabajo de campesinos y
ganaderos; cuida de nuestra salud por
medio de los médicos; nos protege a
través de los magistrados de la ley; y crea
nuevos seres humanos y cuida de ellos
por medio de las madres y los padres.
Entonces: La vocación tiene que ver con
la providencia de Dios, la forma en que Él
gobierna y cuida su creación trabajando
con los seres humanos. Sin embargo, hay
otra parte de la vocación divina que, quizá
nos va parecer excéntrica o radical, pero
también tiene que ver con la providencia
de Dios. Me refiero a la vocación al
sufrimiento.
Si el creyente entiende lo que las
Escrituras enseñan sobre la naturaleza del
sufrimiento y sobre la naturaleza de la
muerte, definitivamente tendrá una
compresión clara del propósito de Dios en
su sufrimiento, y como consecuencia,
sabrá como vivir con su perdida.
Los creyentes necesitamos ver que hay
momentos en la vida, donde el llamado de
Dios para nosotros, es el sufrimiento y tal
vez la muerte.
Claramente: Hay momentos en la vida
de una persona donde el llamado de Dios
para ella puede que no sea el ser médico,
arquitecto o ser un pastor, sino que el
llamado de Dios para la vida de esa
persona en alguna ocasión, sea el
sufrimiento.
Así que, esta idea de vocación tiene
que ver con el hecho de que Dios realiza
su llamado sobre personas para realizar
ciertas tareas, con el único fin de darle
gloria. Pero por lo general no pensamos
en el sufrimiento o la muerte como una
vocación. No miramos personas con una
licenciatura, maestría o doctorado en
sufrimiento, tampoco conocemos de
escuelas que te instruyan en cómo morir.
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Las aflicciones de Job:
La mayoría de nosotros conoce la
historia de Job. El texto Bíblico narra un
drama que se desarrolla en la presencia de
Dios, donde un día los ángeles del Señor
se presentan delante de Él, y el acusador,
Satanás, viene con ellos.
El Señor Dios le pregunta: ¿De dónde
vienes? Él responde que ha estado
recorriendo la tierra, observando todo lo
que ocurre en ella. Observando como el
hombre inclina su corazón al pecado
haciendo así la voluntad del príncipe de
este mundo. Satanás se está burlando de
Dios. En este informe le dice al Señor:
Nadie en la tierra desea hacer tu voluntad.
Todos ellos son quebrantadores del pacto,
hacen lo que yo quiero; nadie en absoluto
te está escuchando, nadie quiere obedecer
tu Ley. Y Dios le dice: ¿en serio? “¿No
has considerado a mi siervo Job, que no
hay otro como él en la tierra, varón
perfecto y recto, temeroso de Dios y
apartado del mal?” (Job 1:8)
Satanás le dice: Claro que lo he
considerado; lo he visto...pero: “¿Acaso
teme Job a Dios de balde? ¿No le has
cercado alrededor a él y a su casa y a
todo lo que tiene? Al trabajo de sus
manos has dado bendición; por tanto, sus
bienes han aumentado sobre la tierra”.
Lo que Satanás esta diciendo es lo
siguiente: ¿A caso te sirve gratis? Lo
recompensas muy bien. Has puesto un
muro de protección alrededor de él, de su
casa y de sus propiedades. Has hecho
prosperar todo lo que hace. ¡Mira lo rico
que es! Le has dado todo lo que un
hombre pudiera desear. Pero, dame
permiso de infligirle dolor sobre su vida y
veremos cuánto tiempo te será fiel.
Conocemos la historia de todas las
aflicciones por las que paso Job: Pierde
todas sus propiedades, queda en una
pobreza total, todos sus hijos mueren en
un instante, y luego es afligido con
enfermedades incurables que eran
terriblemente dolorosas.
En medio de toda esta experiencia de
perdida, Job es tentado para maldecir a
Dios, de hecho, en medio de su
sufrimiento su esposa le sugiere lo
siguiente:
“Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes
tu integridad? maldice a Dios, y
muérete”. (Job 2:9)
Amados hermanos: La perdida conlleva
un dolor que no se puede ignorar. Job no
enfrento su sufrimiento riendo y bailando.
El sufrimiento va a enfrentarnos con
nosotros mismos y con nuestro Señor.
Todos lidiamos con el sufrimiento. Tarde
o temprano, nos es arrebatado las cosas
que amamos. A veces con suavidad; a
veces rudamente, pero siempre hay dolor.
Job busca respuestas para su
sufrimiento: Sabemos que, en medio
de su sufrimiento, Job buscó consuelo en
sus amigos, pero ellos simplemente no
supieron como hacerlo. En lugar de
consolarlo, lo que ofrecieron fue un puño
de acusaciones. Los amigos de Job nunca
habían visto un caso de sufrimiento como
el de su amigo. Así que, solo pudieron
deducir una cosa: “Job, tú debes ser el
más miserable pecador en esta tierra”.
Ellos comprendían que la razón por la que
hay dolor y la razón por la que hay
sufrimiento es debido a nuestra naturaleza
caída. Esa es la respuesta teológica para la
pregunta: ¿Por qué hay sufrimiento en el
mundo?
“¿De dónde vienen las guerras y los
pleitos entre vosotros? ¿No es de
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vuestras pasiones, las cuales combaten
en vuestros miembros?” (Santiago 4:1)
Así que, los amigos de Job sacaron sus
propias conclusiones: “Si la razón por la
que hay sufrimiento y muerte en el mundo
es por el pecado en el ser humano;
entonces nuestro querido amigo Job a
pecado gravemente contra Dios, y la
prueba de su pecado, es la magnitud de
su sufrimiento.”
En la actualidad, existen algunos que
siguen el pensamiento de Elifaz, Bildad, y
Zofar. Pero olvidan que la Escritura
señala la prosperidad de los malvados y el
sufrimiento de los rectos. Recordemos
nuevamente que: Hay momentos en la
vida de una persona donde el llamado de
Dios para ella puede que no sea el ser
médico, arquitecto o ser un pastor, sino
que el llamado de Dios para la vida de esa
persona en alguna ocasión, sea el
sufrimiento.
Así que, Job viene a Dios en busca de
respuestas a su sufrimiento:
“Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues,
había yo de mirar a una virgen? Porque
¿qué galardón me daría de arriba Dios,
Y qué heredad el Omnipotente desde las
alturas? ¿No hay quebrantamiento para
el impío, Y extrañamiento para los que
hacen iniquidad? ¿No ve él mis caminos,
Y cuenta todos mis pasos? Si anduve con
mentira, Y si mi pie se apresuró a
engaño, Péseme Dios en balanzas de
justicia, Y conocerá mi integridad”. (Job
31:1-6)
No cabe duda que Job deseaba probar
que la razón de su sufrimiento no era un
castigo por su pecado. Él se consideraba
un hombre recto y honesto, sin embargo,
en su enojo, pone su integridad, sobre la
santidad de Dios. Job estaba cuestionando
la sabiduría, poder y el amor de Dios.
Amados hermanos: Hay un
sentimiento de compasión que brota en
nosotros cuando en la vida nos
encontramos con creyentes que
consideran difícil confiar en Dios en el
sufrimiento. Porque estos creyentes se
preguntan si Dios realmente se preocupa
de las situaciones difíciles que enfrentan.
En su dolor, cuestionan la soberanía de
Dios. Cuando somos desobedientes a
Dios, desafiamos su autoridad y
menospreciamos su santidad. Pero,
cuando no confiamos en Él, dudamos de
su soberanía y cuestionamos su bondad.
Esto es exactamente lo que hizo Job:
en medio de su dolor, desafió la Santidad
de Dios. Y sabemos que él nunca recibió
respuestas, de parte de Dios, del porque
de su sufrimiento. Al contrario, Job fue
aplastado por un río de preguntas, por
parte de Dios:
“Entonces respondió Jehová a Job desde
un torbellino, y dijo: ¿Quién es ése que
oscurece el consejo Con palabras sin
sabiduría? Ahora ciñe como varón tus
lomos; Yo te preguntaré, y tú me
contestarás. ¿Dónde estabas tú cuando
yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si
tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus
medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió
sobre ella cordel? ¿Sobre qué están
fundadas sus bases? ¿O quién puso su
piedra angular, Cuando alababan todas
las estrellas del alba, Y se regocijaban
todos los hijos de Dios? ¿Quién encerró
con puertas el mar, Cuando se
derramaba saliéndose de su seno,
Cuando puse yo nubes por vestidura
suya, Y por su faja oscuridad, Y establecí
sobre él mi decreto, Le puse puertas y
cerrojo, Y dije: Hasta aquí llegarás, y no
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pasarás adelante, ¿Y ahí parará el

orgullo de tus olas?” (Job 38:1-11)

Pero el abrumador interrogatorio, de parte

de Dios, no termina ahí:

“Respondió Jehová a Job desde el

torbellino, y dijo:  Cíñete ahora como
varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú
me responderás. ¿Invalidarás tú también
mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para
justificarte tú?” (Job 40:8)

Notamos que a cada una de las

preguntas que Dios le hizo a Job, la única
respuesta que él tenia para ellas, era: No;
no; no; no. Es como si Dios estuviera
diciendo: “tu no puedes hacer eso, Job,
pero yo sí”.

Job no recibió respuestas para su

sufrimiento. Pero él estuvo más que
satisfecho, Job encontró paz para su alma,
aunque no obtuvo ninguna respuesta por
parte del Dios Soberano ¿Por qué? Por
que Dios respondió a las preguntas de Job
no con respuestas, sino con su persona. El
Señor le permitió a Job mirar, quién era
Él, y tan pronto como Job vio quien era
Dios, eso fue todo lo que necesitó. Pudo
dejar los detalles de su sufrimiento en las
manos del Señor Dios. Job confío en
Dios, en medio de su dolor, porque esa
era su vocación, Job sufrió para la gloria
de Dios.