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Elaboración Sermón Expositivo

 Componente: Análisis Exegético

° ¿Quién es el autor?

Juan Marcos

° ¿Por qué lo está diciendo el autor?

Porque se acercaba el sepelio y estaban celebrando la pascua en Betania, los

amigos de Jesús

° ¿Por qué el autor escribió esto?

El autor lo escribe porque fue un acto que agrado a Cristo, por eso dijo Jesús “ella

ha hecho lo que ha podido” Vs 6. Biblia de las Américas.

° ¿Qué efecto esperaba tener en sus lectores?

Que apreciaran la presencia de Jesucristo en su hogar, entorno. Vs 7. Pero a mí

no siempre me tendréis.

Dar todo por Jesús, esta mujer, rompió el frasco del perfume; no se reservó nada

para ella. Mateo 22: 37 – 39.

° ¿Qué género literario es?

Evangelio

° Unidad Textual –

Esta mujer derramó el perfume sobre el Señor Jesús, había visto la gloria de Dios,

resucitando a su hermano, también dándole vida a ella, pues por la fe, creyó junto
con su familia como el Señor y Salvador de Israel, vio y experimentó el amor de

Jesús que lloró por su hermano y se compadeció de su gran dolor, pero manifestó

su gran poder (Juan 11: 28 – 37) Jesús

estaba a punto de morir y por su muerte en nuestro lugar nos ha hecho aceptos

ante Dios, no por nosotros, sino por él.

Él ha sido esa ofrenda agradable a Dios, ese perfume grato. ¿Entonces como no

servirle con gran devoción? ¿Cómo no estimarle como lo que es, nuestro gran

Rey, Señor y Salvador?

° Contexto histórico -

Autor: Juan Marcos

Destinatario: Los amigos de Jesús en Betania, localizada en las laderas del monte

los olivos, Mateo y Marcos, ubican estos acontecimientos un poco antes de la

institución de la cena del Señor se resalta la devoción de María.

Fecha: Año 55 y 65 d. C

° Contexto Literario –

Idioma: Griego

Género Literario - Evangelio

Contexto Teológico –

Cronológicamente, los hechos de Mateo 26: 6 – 13 proceden a los de 21, en el

capítulo 20: 29, Jesús dejó Jericó, para ir a Jerusalén, luego llego a Betania donde
1. Aquí tenemos un amigo suyo que fue tan amable como para invitarle a comer

(v. 3). Por donde vemos que aun cuando Jesús sabía que estaba cercana la hora

de su muerte, no se abandonó al retiro de toda compañía o a la melancolía.

2. También tenemos otra persona amiga que fue tan amable como para ungir su

cabeza con un perfume de mucho precio, mientras Él estaba a la

mesa. Fue una muestra extraordinaria de respeto y aprecio a Jesús por parte de

una mujer que no pensó que fuese demasiado caro un perfume para Jesús,

cuando uno de sus apóstoles lo había estimado demasiado barato a él mismo

como para venderlo por treinta monedas de plata (V. Mt 26: 15, comp. con Zac.11:

12 – 13). Cuando Él derramó por nosotros toda su sangre (1 Pedro 1: 18 – 19),

¿Consideraremos alguna cosa demasiado preciosa como para no concedérsela?

Notemos que no sólo derramó todo el perfume sobre Cristo, sino también que

“quebró el vaso de alabastro”. Un golpe seco, de algo que se quiebra y María de

Betania se ha incapacitado a sí misma para volver a sellar el frasco o reservarse

para sí misma algunas gotas siquiera del exquisito perfume; ésta es la técnica de

la entrega total. Dice P. Charles: “la mayoría no comprenden estos sacrificios

absolutos, no comprenden por qué una persona da más de lo necesario, ni por

qué lo da de una vez, ni por qué se incapacita para recobrar algo de lo que ha

dado y volver a llenar el frasco de la vida con una nueva esencia perfumada”.

Cristo debe ser honrado con todo lo que tenemos, no sólo porque Él se dio por

nosotros totalmente (Mateo 20: 28; Juan 6: 48 – 58; 10: 11, 1 Timoteo 2: 6; 1 Juan

3: 16, etc.), sino también porque es nuestro Dios, a quien hemos de amar con todo
el corazón, toda el alma, toda la mente, todas las fuerzas. Notemos con respecto a

esta acción de María:

A). Que hubo allí quienes murmuraron de ella, y hablaron de derroche: “¿Para qué

se ha hecho este derroche de perfume?” (V. 4). Piensan que se habría ganado

más con venderlo y dar el dinero a los pobres (V. 5). Muchas

veces, los que más invocan la fraternidad y la filantropía, son los más duros, e

indiferentes en los casos concretos de necesidad.

B). Pero el Señor mismo encomió la acción como un gran acto de fe y de amor:

“Se ha anticipado a ungir mi cuerpo para el sepelio”. (V. 8). Véase cómo la mente

de Cristo estaba llena con pensamientos de su muerte y cuán familiarmente habló

de ella en tantas ocasiones. Ha habido, y hay, personas que, aun no estando

condenadas a muerte violenta, han querido tener preparados sus ataúdes en vida

y dejar dispuestos todos los detalles de su funeral. Pero nadie afrontó la muerte

con la misma decisión y valentía que Jesús; nunca entró en triunfo, cabalgando y

escoltado, en Jerusalén, sino cuando entraba allá a padecer y morir; su cabeza

sólo fue ungida para el sepelio. Y ya que esto era irrevocable, pues era

mandamiento de Dios para nuestra salvación (v. Juan. 10: 18), todo intento para

salvarle la vida era en vano; más aún, sólo los secuaces del diablo le gritaban que

se salvase a sí mismo (como. 8: 32 – 33; 15: 30 – 32). Pero, al menos, era posible

“ungirle para el sepelio”; por eso, dijo Jesús: “Ella ha hecho lo que ha podido” (lit.

hizo lo que tuvo). Cuando no podamos hacer todo lo que queremos, hagamos

siquiera todo lo que podemos. Dios no nos pide más.


C). Tanto agradó a Cristo la acción de María, que predijo la publicación del hecho

dondequiera que se predicase el Evangelio: “Y en verdad os digo: Dondequiera

que se proclame el evangelio, en el mundo entero, se dirá también en memoria de

ella lo que ha hecho” (V. 9). Ni Marcos ni Mateo (26: 23) nombran a la mujer, pero

por Juan 12: 3, sabemos que era María, la hermana de Marta y Lázaro. La razón

por la que Mateo y Marcos omiten su nombre es, sin duda, porque escribieron sus

respectivos relatos antes de la destrucción de Jerusalén y es muy probable que

María viviese todavía, con lo que la habrían expuesto a la ira y a la persecución de

los judíos. En cambio, cuando Juan escribió su Evangelio, no existía ya tal peligro;

por eso, él no necesita añadir la promesa de Jesús, pero añade que “la casa se

llenó de perfume” (Juan 12: 3). Este hecho llenó de “suave olor” la iglesia y el

mundo entero e, incluso, ha escrito W. N. Clarke, “aún para los pobres, María hizo

mucho más con este acto de afecto y simpatía que lo que habría podido hacer

vendiendo el ungüento para beneficio de ellos, porque ese acto amoroso ha

inspirado diez mil hazañas de abnegación”. En cuanto a “la casa de Simón el

leproso” (v. 3 comp. Con Mt. 26: 6), a quien Juan no nombra, algunos han

especulado que era el marido de Marta, pero el texto no nos da pie para ello. Lo

más probable es que se llamase así por haber sido leproso y, con la mayor

probabilidad, curado por Jesús; y la cena se celebró en su casa, porque en casa

de María no habría lugar para tantos convidados. Digamos para esta sección que,

desde los primeros siglos de la iglesia (¡incluso el Crisóstomo!) hasta ahora, son

muchos los comentaristas que identifican esta mujer con María de Magdala y con

la mujer pecadora de Lucas 7: 36 – 50, pero el texto sagrado de a entender que se

trata claramente de tres mujeres distintas.


 Componente: Organización homilética/Elaboración del bosquejo

Lo mejor de nosotros para el Señor

Versículo clave: “…vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de

nardo puro de mucho precio; y quebrantando el vaso de alabastro, se lo

derramó sobre su cabeza.”

(Marcos 14:3)

El incidente relatado en Marco 14:3-9 es realmente conmovedor. Simón sostuvo

en su casa una fiesta de agradecimiento al Salvador por las bendiciones recibidas,

y Jesús, Sus discípulos, María, Marta y Lázaro estaban entre los invitados. De

repente María se va hacia el Señor llevando en las manos una valiosa vasija de

alabastro llena de un costosísimo y delicado ungüento perfumado y, para sorpresa

de todos, rompe la vasija y derrama el contenido sobre la cabeza (Marcos 14:3) y

los pies (Juan 12:3) de nuestro Señor, ungiéndole. El valor monetario, tanto de la

vasija como del ungüento, era considerable. ¿Cuál era el significado de esta

acción de María? Significaba su entrega al Señor Jesús de lo mejor de ella, de lo

que tenía y de su mismo ser, pues al romper el alabastro y derramar el perfume de

nardo lo que estaba realmente diciendo era:

“Toma todo mi amor, Señor,

Todo ahora pongo a tus pies;

Toma mi vida y siempre será

Sólo para mi Salvador.”


En aquel tiempo todas las jóvenes preparaban una vasija de perfume costoso y la

guardaban hasta el día en que el hombre que amaban las pedía en matrimonio. Si

la joven aceptaba darle su amor y su corazón, entonces rompía la vasija y

derramaba el contenido sobre los pies de él. No importaba lo que le hubiera

costado la vasija, era lo mejor que tenía y eso era lo que daba. Eso es lo que

María hizo con su Señor, Aquel que la amó tanto que pronto moriría por ella en la

cruz. María deseaba estar espiritualmente desposada con Él (Isaías 62:5; Oseas

2:19) y por eso le entregó lo mejor de sí mismo, todo su ser.

1. ¿QUÉ PODEMOS DARLE AL SEÑOR JESÚS?

No tenemos una vasija de alabastro llena de ungüento aromático, ¿qué podemos

darle? Hay al menos tres obsequios que cada uno de nosotros podemos traerle:

(1) Podemos darle lo mejor de nuestro amor. Esto, sobre todo, es lo que hizo

María; si bien el ungüento era costoso y la vasija valiosa, el verdadero regalo que

entregó a Jesús era su amor. Todos podemos darle nuestro amor, que es lo que

desea de nosotros por encima de todo. ¿Le ha entregado usted su amor más

profundo?: compare Mateo 10:37 con Juan 21:15-17.

(2) Podemos darle lo mejor de nuestros años. ¡Qué gran privilegio es para una

persona poder ofrecer al Señor toda su vida y todo su vigor! ¿No se merece Él

todo lo mejor de nosotros, lo mejor de nuestra energía, de nuestra masculinidad o

femineidad? Es posible saber que pertenecemos al Señor y sin embargo seguir

guardando para nosotros lo mejor de nuestras fuerzas, tiempo y dones, en vez de

entregárselos a Él.
(3) Podemos darle lo mejor de nuestros talentos. Todos y cada uno tenemos

algún talento. ¿Cuál es el suyo? Cualquiera que sea, el Señor quiere usar. Si lo

pone a Sus pies con completa entrega, Él lo usará de una manera realmente

asombrosa. ¿Ha leído alguna vez el himno de Frances Ridley Havergal “Quiero

consagrarme hoy” y le ha entregado de veras al Señor sus momentos, días,

manos pies, voz, labios, plata, oro, intelecto, voluntad…?

2. PERO, ¿POR QUÉ HEMOS DE ENTREGARLE LO MEJOR DE NOSOTROS

AL SEÑOR JESÚS?

Una vez más, hay tres respuestas a esta pregunta.

(1) Porque Él es digno de lo mejor nuestro. ¿Quién es Él? Él es el eterno Hijo

de Dios (Juan 1:1 y 14), el Señor de la gloria (1 Corintios 2:8), el Salvador de los

pecadores (1 Timoteo 1:15), nuestro Salvador (Gálatas 2:20). ¿No será digno de

todo lo mejor de nosotros mismos que podamos satisfacer?

(2) Porque Él ha dado todo lo mejor de sí mismo por nosotros. Él lo ha dado

todo por nosotros y ha derramado su preciosa sangre por nosotros en la Cruz para

que pudiéramos ser redimidos (1 Pedro 1:18-19). Cuando María se dio cuenta de

todo lo que su Señor había dado e iba a dar por ella, entonces se sintió movida a

darle lo mejor de sí, todo su ser, a Él. En Marcos 14:8 descubrimos que el Calvario

fue lo que la movió: 2 Corintios 5:14.

(3) Porque sólo brillando lo mejor de nosotros mismos podemos disfrutar de

lo mejor de Él. Aquel momento de dedicación fue para María el momento más

feliz de su vida, ya partir de aquel momento disfrutaría de profundo gozo (Juan

15:11) y paz perdurable (Juan 16:33) al haber entregado lo mejor de sí, todo su
ser, al Señor. Si le damos poco, sólo seremos capaces de disfrutar poco (de Él),

pero si le damos lo mejor de nosotros mismos Él será indeciblemente precioso

para nosotros (1 Pedro 2:7).

3. ¿CUÁL SERÁ EL RESULTADO DE DARE LO MEJOR DE NOSOTROS

MISMOS AL SEÑOR JESÚS?

(1) Algunas propondrán objeciones.   La reacción inmediata de otros, cuando

María entregó al Señor lo mejor de sí, fue indignación, murmuración, crítica y

malas interpretaciones: mire Juan 12:5. Judas enseguida describió el acto de

dedicación de María como un “desperdicio”, y así es como el mundo a menudo

valora la dedicación de una vida completamente entregada al Señor: mire Mateo

26:8.

(2) El Señor Jesús estará complacido.   No hay nada mejor en el mundo que ser

objeto de Su aprobación: vea el versículo 6. ¿Qué importa lo que el mundo piense,

si Él se complace en nosotros? suya?

4. CONCLUSIONES

Hoy decides amar a nuestro Jesús, no reservarse nada para tu vida, esa es la

entrega entera, que él espera de ti y de mí, pues él no reservo ni la vida de su Hijo

único. O seguís con tu egoísmo, que al final es el odio y la muerte eterna.

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