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Hasta los perritos

12 domingo de Trinidad
San Mateo 15:21-28
Rev. Carlos Parada Miranda
1ra y 2da Iglesia Metodista de Lota
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Introducción

El ministerio de Jesús está marcado por una serie de encuentros


transformadores. Jesús no es un mero discursante, para él las palabras y
los gestos van unidos al camino con otros y a la cercanía que se vuelve
oportunidad para hacer los signos que apuntan al Reino que ha venido a
inaugurar.
Todo Jesús es apertura y ternura para con aquellos que buscan desde
la humildad y la súplica. Jesús se vuelve hacia quienes son pobres y
necesitados de compasión y resiste a los orgullosos seguros de su religión y
de sus logros.
El domingo pasado oíamos cómo Jesús calmaba la tempestad y
llamaba a los discípulos a no tener temor. Hoy nos habla de cómo los
antiguos enemigos del pasado son sanados y puestos por ejemplo para el
pueblo de Dios tantas veces sumidos en sus prejuicios. El evangelio de este
domingo es una invitación para cuestionarnos en nuestras exclusiones
mediante las cuales pretendemos mantener pura a la Iglesia. Veamos.

1. Jesús sale dónde los gentiles.


21Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. 22 Y he aquí
una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole:
¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente
atormentada por un demonio.

En el capítulo 15 de su evangelio, Mateo nos describe la dureza de la


religión de los judíos. Está basada en una obediencia de mandamientos
inventados por los hombres. La religión es una larga lista de requisitos para
ser queridos por Dios. Y claro, mientras más uno sea obediente a esos
mandamientos va avanzando en la cercanía de un dios que más bien se
parece a un tendero, a un negociante, o a un jefe que paga horas extras.
La religión de los escribas y fariseos está hecha a imagen y semejanza
del mundo, y no según Dios Misericordioso y el proyecto de su Reino que es
entera gratuidad. Jesús parece cansado de la hipocresía de los que se creen
puros y mejores. Jesús está cansado de los criterios absurdos de pureza.
Pablo dirá, Ustedes están unidos a Cristo por medio de su muerte en la cruz,
y ya no están sometidos a los espíritus que gobiernan este mundo. Entonces,
¿por qué se comportan como si todavía estuvieran bajo su dominio? ¿Por qué
obedecen a quienes les dicen «no toquen esto», «no coman eso», «no prueben
aquello»? Esas reglas no son más que enseñanzas humanas, que con el
tiempo van perdiendo su valor. No se puede negar que son útiles, porque
enseñan acerca de la conducta religiosa, la humildad y el dominio del cuerpo.
Pero lo cierto es que no ayudan a combatir los malos deseos de nuestra
naturaleza humana. (Col. 2:20-23 TLA)
Este es el contexto de esta escena. Jesús sale de en medio de los muy
religiosos escribas y fariseos y pasa por la tierra de los gentiles, de los
paganos, de los impuros enemigos de Israel. Tiro y Sidón son tierras
extranjeras al norte de Galilea en la costa del Mar Mediterráneo. Es tierra
de filisteos, y tradicionalmente fueron enemigos de Israel y en múltiples
ocasiones formaron alianza con otras ciudades para atacar al Pueblo de
Dios.
Es en este escenario dónde aparece una mujer desesperada, el
evangelista, quien escribe para una comunidad predominantemente judía,
la denomina cananea, que es el gentilicio antiguo de la región (Marcos en
cambio, la llamará con la denominación contemporánea: una griega,
sirofenicia [Cf.: Mc 7:26]). Es como si Mateo quisiera enfatizar de que la
mujer era una enemiga de Israel. Parte de esos enemigos que se deben
evitar, a los cuales no se les puede hacer el bien.
Y sin embargo esta mujer clama reconociendo a Jesús como Hijo de
David, ella sabe que él es capaz de sanar a su hija que estaba enferma. Ella
se atreve a importunar a estos judíos que pasan porque ama y en su dolor
se atreve a suplicar tras quienes la desprecian por mujer y extranjera. Es
que las y los empobrecidos del mundo, las y los marginados, las y los
excluidos saben a quien clamar. Su hambre de aceptación sabe reconocer
la fuente de amor y vida que es Jesús. No así los hipócritas… no así los
puros, los religiosos orgullosos de su obediencia y santa rectitud.

2. Jesús se encuentra con la “cananea”.


23 Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos,
le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 24 Él
respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de
Israel. 25 Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!
26 Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a

los perrillos.

Pero el texto nos desconcierta. Jesús guarda silencio. Y no hay nada


más angustioso para el que clama que el silencio. ¿Te ha pasado? ¿O acaso
todas tus oraciones son contestadas automáticamente? ¿Nunca has pasado
por el crisol del silencio de Dios? Pues te aseguro que si no has
experimentado ese paso lo experimentarás… Así hace Dios con las y los que
ama.
Y los discípulos se molestan ¿Qué les enojó más, que era una cananea
o que era una mujer? Estos hombres son presos de sus prejuicios y
limitaciones. Son hijos de su época y de su cultura. No son santos a la
imagen de los dibujitos alegres que damos a pintar en la escuela dominical,
son hombres de carne y hueso. Pecadores llenos de muchos defectos,
hombres que discriminan y excluyen.
Esto es una buena noticia para la iglesia, ya que, como los apóstoles,
también dejamos a fuera a personas necesitadas de la misericordia de Dios,
tantas veces tratamos como enemigos a quienes son distintos o distintas, al
huérfano, a la viuda, al extranjero, a la divorciada, al narcodependiente, al
que sufre de alguna enfermedad mental, al discapacitado, etc. La iglesia,
como los apóstoles, ha excluido… Que el Espíritu Santo obre en nosotros
para que caigan todos los muros y entren las muchas y muchos que por
siglos has sido marginadas y marginados. Ellas y ellos van delante de
nosotros en el Reino de Dios, ellos claman e interceden enseñándonos lo que
es la fe.
Y Jesús habla, y lo que dice nos molesta. Él ha venido a las ovejas
perdidas de la casa de Israel … Pareciera que él también excluye; pero esa
prioridad es cuestión de orden en su plan, ha venido primero a ellas, y no
sólo a ellas. Él es el buen pastor que busca Su rebaño, él es el cumplimiento
de Ezequiel 34. Él ha venido a hacer lo que los pastores de Israel no hicieron.
El proyecto de la iglesia será dar testimonio del Mesías en Jerusalén, en toda
Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. [Cf.: Hch 1:8b]
Jesús habla, pero la mujer cananea, la madre que sufre sigue
clamando, el texto dice que ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor,
socórreme! ¿Cuántos religiosos se habían postrado delante de Jesús?
¡Ninguno! Ellos creían salvarse por su obediencia, se creían capaces… Sólo
los pobres de espíritu se reconocen necesitados, por eso son
bienaventurados. Sólo quien reconoce su absoluta dependencia de la gracia
pueden decir Jesús es el Señor, solo las y los pobres pueden ser parte de la
Iglesia de Jesús. Sólo las pobres mujeres cananeas pueden orar en espíritu
y en verdad. [Cf.: Juan 4:23-24]
Y Jesús impredeciblemente responde con lo que pareciera un insulto,
No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. ¡¿Qué significa
esto?! No cabe duda de que esta frase ha descolocado a predicadores y
estudiosos de la Biblia a lo largo de los siglos.
Es que Mateo escribe para una comunidad de judeocristianos que
todavía no se acostumbran a la apertura de la iglesia a los gentiles. Recuerde
el escandalo que significó la predicación de Pedro, Pablo y Bernabé a los no
judíos. El primer concilio de la iglesia cristiana en Jerusalén buscó entender
y solucionar esto, pero está claro que no fue fácil para las primeras
comunidades, especialmente las de Palestina y Siria que estaban formadas
por conversos del judaísmo. Es como si Jesús interpretara los prejuicios de
estas comunidades para luego poner en realce la apertura del reino de Dios
a todas las personas de toda condición. Estas palabras son una provocación.
Imagínese que usted es parte de estas comunidades exclusivistas y escucha
por primera vez las palabras de Jesús, seguro que diría, ¡Eso! ¡Yo sabía que
Jesús pensaba como yo! ¡Primero somos nosotros y nada más que nosotros!
¡Jesús es de los nuestros y defiende nuestra opinión! ¿Entiende lo que hace
el evangelista? Quiere dar un golpe al ego de esas primeras comunidades
judeocristianas, les quiere anunciar la verdad del amor de Dios. Lo que viene
de seguro sorprendió a los primeros oidores de la lectura del texto.

3. Jesús y la fe la mujer cananea.

27Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen
de la mesa de sus amos. 28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer,
grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde
aquella hora.

Y es así como la mujer intocable se transforma en modelo de fe. Así es


como la que molestaba con sus gritos es puesta como ejemplo a seguir por
todas y todos los que creen en Jesús como Señor y salvador. La impura, la
enemiga, la pagana, la extranjera elevada a una posición que de seguro
enojó a más de alguno de los miembros de esa iglesia a la que iba dirigido
este evangelio.
Tremenda humildad, en vez de ofenderse, se vale de la misma figura
para identificarse a ella misma como un perrito que espera atento bajo la
mesa. Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la
mesa de sus amos. Viene a mi mente el recuerdo de lo que dice el salmo
123, Hacia ti, Señor, levanto mis ojos; hacia ti, que habitas en los cielos.
Nuestros ojos están puestos en ti, Señor y Dios nuestro, como los ojos de los
siervos y las siervas que miran atentos a sus amos y sus amas; ¡esperamos
que nos muestres tu bondad! Muéstranos tu bondad, Señor; ¡muéstranos tu
bondad! ¡Ya estamos cansados de que nos desprecien! ¡Ya estamos cansados
de tantas burlas por parte de quienes todo lo tienen! ¡Cansados de que los
soberbios nos menosprecien! (RVC)
Esta comparación para un judío era impensable. Los perros eran
vistos con desprecio, no se tenían por mascotas, los usaban sólo los pastores
quienes eran tenidos como gente impura. Y sin embargo esta imagen, en los
labios de la mujer cananea, se convierte en la definición de los pobres de
espíritu, de todas y todos que son conocidos como anawim Yahvé, los pobres
de Dios. Las y los humildes serán contados entre las primeras y primeros
en el Reino de los Cielos.
Jesús elogia la fe de la mujer cananea. ¡Es grande su confianza! Ella
no sólo sabe quien es Jesús, el Hijo de David, sino que también sabe lo que
hace. Esta mujer excluida sabe lo que el Señor puede hacer con su hija
enferma. Y Jesús, igual como hace con amigo amado del centurión, sana a
la hija a distancia sólo con decirlo. Es que Jesucristo es Dios en medio de
nuestro polvo y él siempre está disponible en su misericordia. Su gracia es
eterna y eficaz en la vida del que cree.
Recuerda lo que nos enseñó nuestro hermano John Wesley, Dios
tendrá misericordia de ti, no porque lo merezcas, sino porque su compasión
nunca falla; no porque seas justo, sino porque Jesucristo se sacrificó por tus
pecados. ¿Tu fe es semejante a la de la mujer cananea? ¿Eres como un
perrillo debajo de la mesa de tu Señor?

Conclusión

Hemos sido bendecidos con la Palabra, nada hay por encima de la


gloriosa verdad de la Buena Noticia de Jesús. Bebe del evangelio y será
saciada tu sed de vida buena. Somos interrogados por la persona de Jesús,
nuestra vida es interpelada por él.
¿A quienes nos parecemos más? ¿A los apóstoles? ¿A la mujer
cananea? ¿Son nuestras comunidades de fe lugares seguros donde
cualquiera que necesite de amor y aceptación pueda ser admitido sin ser
discriminado? ¿Arrugaremos la nariz por detrás de las cananeas que entren
a nuestro templo? ¿Hablaremos de ella en el secreto de nuestras malas
conversaciones? Dios perdone nuestra hipocresía y nos ayude a crecer en el
Espíritu de Amor.
¿Somos humildes y sencillos? Amada iglesia, permítanme decirles lo
mismo que Pablo a los filipenses, Si Cristo les ha dado a ustedes poder para
animar a los demás, y si el amor que ustedes tienen los lleva a consolar a
otros, y si todos ustedes tienen el mismo Espíritu y son compasivos, 2 les pido
que vivan en armonía y que se amen unos a otros. Así me harán muy feliz.
Pónganse de acuerdo en lo que piensan, deseen las mismas cosas y 3 no
hagan nada por orgullo o sólo por pelear. Al contrario, hagan todo con
humildad, y vean a los demás como mejores a ustedes mismos. (2:1-3 TLA)
Que el Señor nos de rodillas dispuestas como las de la mujer cananea,
que Su Gracia, y que Su misericordia sean nuestra delicia y nuestro gozo.
Que le digamos a tantas y a tantos excluidos que son amados por el Señor
Jesucristo, abramos las puertas de par en par.

OREMOS

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