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Podemos decir que, no existe una semana en sí misma, que sea especial
o santa. Todas las semanas son santas. No existe ninguna que sea más o
menos santa que otra. Porque el tiempo es creación de Dios, y Él, nos
presta el tiempo para ofrecer nuestro servicio en adoración. Sin
embargo, debemos conocer que, lo que celebramos, o sea, los eventos
que sucedieron en el transcurso de los últimos días del ministerio de
Jesús aquí en la tierra, es lo que viene a hacer, que todas las semanas
sean santas. Por tanto, esta semana no es en sí santa, sino lo que pasó en
ella, hace casi dos mil años. ¿Qué pasó en esta semana? Jesús subió a
Jerusalén para cumplir en su persona, con una serie de eventos
profetizados en el Antiguo Testamento; que probarían que él es quien
afirmo ser: el Hijo de Dios. A Jesús le juzgaron injustamente, le
sentenciaron a muerte de cruz. Él siendo inocente de todo crimen y libre
de pecado. Más él cargo el pecado de todos nosotros, sufriendo toda la
ira de Dios sobre él, para así presentarnos delante de Dios sin pecado,
por su obra perfecta. Jesús, quitó el decreto en nuestra contra;
librándonos así de toda sentencia por nuestros pecados. Pero él no
quedo en una tumba. Después de ser crucificado; muerto y sepultado, él
resucitó, confirmando así que, Dios Padre, estaba satisfecho con el
sacrificio ofrecido en la cruz por nosotros. Exaltándolo hasta lo sumo, y
confirmándolo como Hijo de Dios.
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Jesús, el Hijo de Dios
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Jesús, el Hijo de Dios
“De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán
la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su
reino.” (Mateo 16:28) “y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su
rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.” (Mateo
17:2)
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Era día domingo por la mañana y Jesús envió a dos de sus discípulos
a Betfagé, aldea que estaba delante de ellos, y les aseguró, que,
cuando entraran en la aldea encontrarían un burrito al que nadie
jamás había montado. Les dio la orden de desatarlo y traérselo para
entrar montado en el a Jerusalén. ¿Qué significa todo esto? Pues era
el cumplimiento de la profecía Mesiánica del Antiguo Testamento,
en la persona de Jesús, el Cristo. La Biblía dice:
Este es uno de los pasajes más conocidos del profeta Zacarías, por su
cumplimiento en la entrada de Jesús a Jerusalén, aquel día domingo.
Zacarías nos va a presentar al Mesías Rey, que viene a ocupar su
trono, tal como afirmó anteriormente en su capítulo seis, versículo
trece:
Una cosa más que miramos en el texto (Zacarías 6:13); es la tarea del
Cristo de edificar el templo de Jehová. En el texto podemos mirar
dos de los oficios de Cristo: El de Rey y Sacerdote. Miramos,
entonces, que la debilidad y sencillez del templo construido en
tiempos de Esdras y Nehemías, distraía la mirada del pueblo. Pero
Zacarías anuncia que el Mesías, restauraría todas las cosas a un
orden perfecto, donde él, no solo sería Rey, sino también, Sacerdote.
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Jesús, el Hijo de Dios
“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, y dijo: ¡Oh, si
también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz!
Mas ahora está encubierto de tus ojos.” (Lucas 19:41-42)
Jesús estalla en lagrimas, y lamenta: “¡Oh, si este día tú, aun tú,
conocieras las cosas que pertenecen a la paz!” Jesús, en lugar de
arrepentimiento, encuentra endurecimiento, en vez de conversión,
apostasía. Aquí nos preguntamos: ¿Qué necesita hacer Dios para que
un corazón se endurezca? Solamente retirar su mano de gracia de
esa persona. Las siguientes palabras, confirman que Dios retiró su
mano de gracia sobre algunas personas en la nación: “Aquellas cosas
que son para tu paz...ahora están ocultas de tus ojos”. Por cierto, la puerta
de la gracia no permanecerá siempre abierta, aunque ahora no está
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Jesús, el Hijo de Dios
completamente cerrada, pero se está cerrando rápidamente. Lo qué
Dios exige del hombre es fe en Jesús, como el Cristo.
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Jesús, el Hijo de Dios
¿Cómo sé yo que soy hijo de Dios? A la luz del presente pasaje la respuesta
es:
“Yo sé que soy hijo de Dios si estoy dispuesto, en caso que la necesidad lo
demande, a soportar sufrimientos por amor de Cristo”.
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La versión de la Nueva Biblia Española, va a traducir este texto así:
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Rom 5:1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo”
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Introducción
El suceso de la higuera es considerado como uno de los
episodios más curiosos y oscuros del ministerio de Jesús: ¿Tiene
sentido enojarse en gran manera, y maldecir una planta que no tiene
fruto, en temporada en que no se espera que produzca fruto alguno?
Por supuesto que la intención del pasaje no es enseñarnos sobre las
temporadas frutales en Palestina. Pero sí, sobre el juicio de Dios
sobre la nación de Israel. Esto responde a la actitud aparentemente
‘necia’ de Jesús. Este pasaje se trata de una profecía de juicio y
desgracia y no solamente de un anuncio de lo porvenir. La maldición
de la higuera deja en claro un acontecimiento que Dios ha querido y
puesto en marcha: Su Juicio sobre Israel por su hipocresía y
ostentación religiosa.
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muy en claro el consuelo que se puede obtener de lo que la
humanidad de Cristo nos revela:
“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús
el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 porque no tenemos un
sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino
uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16
acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hebreos 4:14-15)
“La mayoría de las personas parece pensar que Dios está alejado de
la vida y las preocupaciones humanas. Jesús era el Hijo de Dios, pero
su divinidad no evitó que experimentara nuestros sentimientos,
emociones, tentaciones y dolor. Dios se hizo hombre, se hizo Jesús
para participar de la tentación, pruebas y sufrimiento de los hombres
y triunfar sobre ellos, para que pudiera ser un sumo sacerdote
comprensivo y compasivo. Cuando tenemos problemas, heridas o
estamos deprimidos, queremos expresar nuestros sentimientos y
necesidades con alguien que nos entienda. Jesús puede
compadecerse de nuestras debilidades…Nuestro gran sumo
sacerdote no es sólo misericordioso y fiel, sino perfectamente
comprensivo. Tiene una capacidad sin igual para compadecerse de
nosotros en cada peligro, prueba y situación que aparezca en nuestro
camino, porque Él ya pasó por todas estas cosas. En la tumba de
Lázaro el cuerpo de Jesús se estremeció. En el huerto de Getsemaní,
poco antes de su arresto, sudó gotas de sangre. Experimentó toda
clase de tentaciones y pruebas, toda clase de vicisitudes, toda clase
de circunstancias a las que alguien pudiera enfrentarse. Y ahora
mismo está a la diestra del Padre intercediendo por nosotros.”
Usaré una historia para que quede claro en nuestra mente y corazón
como Jesús es nuestro Sumo Sacerdote que nos comprende en todo:
Un predicador una noche, después de haber predicado sobre la
compasión de Jesús, un hombre se le acercó y le preguntó cómo
podía hablar de un Dios compasivo, comprensivo y amoroso. Le dijo
aquel hombre: “Si su esposa hubiera acabado de morir, como la mía,
y sus bebés estuvieran llorando por su madre que no regresaría
nunca, no estaría diciendo esas cosas”.
Pocos días después, la esposa de aquel predicador murió en un
accidente de tren…. Después del servicio, el predicador
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desconsolado bajó la mirada al rostro silente de su esposa y luego se
volteó hacía los feligreses, dijo: “El otro día, cuando estaba aquí un
hombre me dijo que, si mi esposa hubiera acabado de morir y mis
hijos estuvieran llorando por su madre, no estaría en capacidad de
decir que Cristo era comprensivo y compasivo, o que era suficiente
para todas las necesidades. Si ese hombre está aquí, quiero decirle
que Cristo es suficiente. Mi corazón está roto, deshecho, pero hay en
él una canción que Cristo puso ahí. Quiero decirle a aquella persona
que Jesucristo está hablándome hoy palabras de consuelo”.
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Palabra. Existía una adoración externa muy admirable, pero no deja
de ser solo eso: algo externo. No había profundidad en su adoración,
su corazón endurecido se apartó de Dios y de su Ley, habían llegado
al punto en el que atrevidamente la tradición de los hombres pesaba
mucho más que la Palabra de Dios, dándole una interpretación
equivocada a la Ley. El hambre de Dios por hallar fruto que mostrará
que el reino en realidad pesaba sobre sus corazones, no era saciada.
Este es un llamado al pueblo de Israel a la conversión. El
llamamiento de Dios que se escucha en Jesús es a volver su corazón
al Señor; es a cortar el prepucio de su corazón, a rasgar en
arrepentimiento sus ropas, y creer en Jesús como el Salvador. Israel
es la nación que se supone reflejaba la gloria de Dios, la nación que
las demás voltearían a él y conocer al Dios verdadero. Sin embargo,
eso no sucedió, inclinaron su corazón a los ídolos de las naciones,
amaron más las costumbres de los pueblos paganos, abrazándolas
con fuerza, y así rechazando a Dios y a su Ley. Ni fríos ni calientes,
tibios en sus corazones, ya que eran “muy celosos” de sus
costumbres. Esto solamente los convertiría en sepulturas adornadas
por fuera y llenas de inmundicia por dentro. Ellos tenían la Palabra
de Dios (Hojas de la higuera) Pero no había fruto en ellos – hablamos
de la praxis – sus vidas no reflejaban que estaban llenas de ella,
carecía de obras.
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recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios…” (Juan 1:11-12).
Entonces, en el pasaje encontramos nuevamente el llamamiento de
Dios al arrepentimiento y la fe. Por esto encontramos en el versículo
22, un llamamiento a tener fe en Dios: “Respondiendo Jesús, les dijo:
Tened fe en Dios”. Una fe sincera y cada vez mayor, hasta que sea
capaz de mover los montes. Una fe en Jesucristo, quien fue hecho
carne, y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad. Por esto
el señalamiento a la hambruna en el versículo 12.
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Día de Parábolas –
Martes
Sermón # 3 Texto: Marcos 12:1-12
Introducción
Recordemos que este día martes, Jesús está en el Templo, quizá
era de mañana, y los líderes religiosos habían cuestionado la
autoridad con la que él hacia las cosas. Por ejemplo: la entrada
triunfal y la purificación del Templo.
Ellos rehusaron reconocer la grandeza y autoridad de Jesús,
abiertamente. Siendo claros: Los líderes religiosos de la nación, de
una forma explícita, rechazaron a Jesús como el Hijo de Dios.
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Aquel día martes por la mañana, entonces, en realidad Jesús
pronuncio tres parábolas. Es por esta razón, que Marcos usa el plural
“parábolas”, aunque él solamente hiciera referencia, a una de estas
tres nada más.
“Un hombre plantó una viña, la cercó de vallado, cavó un lagar, edificó
una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. 2 y a su tiempo
envió un siervo a los labradores, para que recibiese de éstos del fruto de la
viña.”
“Este hombre separó parte de su terreno para una viña. Plantó vides en
aquella parcela, la cerró con una cerca para protegerla contra ladrones y
animales, y la dotó de un lagar y una torre. El lagar generalmente
consistía de dos excavaciones hechas en la tierra y bien acondicionadas y
terminadas con piedra, o labradas en la roca. La cavidad superior, ancha y
poco profunda, servía para recibir las uvas. Aquí los pisadores del lagar
las chafaban (aplastaban)* con los pies (cf. Is. 63:2, 3). Mediante un tubo,
el mosto (Jugo extraído de la uva) * corría hacia el compartimento inferior
que era más angosto y profundo. Después se echaba en cántaros (cf. Hag.
2:16). La torre o atalaya se solía construir con las mismas piedras que se
recogían al limpiar el terreno para la viña (cf. Is. 5:2). Un vigía
permanecía en dicha torre para prevenir contra los merodeadores,
chacales, y zorras (Cnt. 2:15). La torre también se usaba como lugar de
almacenamiento.”1
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Ellos conocían el cántico de la viña que se cantaba en Isaías 5:1-7 y
escribe así:
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especial. Es necesario que cada uno de estos trabajadores, se hallado
fiel cuando Jesús el Cristo, regrese.
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“Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son
enviados!” (Mateo 23:37)
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preocuparnos. De modo que la heredad que le corresponde será
nuestra”.
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no son los labradores sino el dueño de la viña quien triunfa al final.
Y así sucede también con el hijo, como luego se verá. Aquí el
significado de la parábola empieza a emerger. El “dueño” es Dios, y
su hijo es Jesús el Cristo. Esta es la clave de la explicación de las
palabras que siguen de inmediato en los versículos:
“¿Ni aun esta escritura habéis leído: La piedra que desecharon los
edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo; 11 ¿El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?”
Jesús deja sorprendidos a sus oyentes, especialmente a sus
enconados adversarios—los principales sacerdotes y los escribas y
los ancianos (11:27, 28)—al recordarles este pasaje del Salmo 118:22,
23. Este salmo, describe una situación semejante. Los edificadores
habían rechazado una piedra. Significado: los dirigentes, la gente
p ro m i n e n t e d e o t r a s n a c i o n e s , h a b í a n d e n i g r a d o c o n
escarnecimiento a Israel. Sin embargo, Israel había llegado a ser, en
sentido muy verdadero, la piedra angular, la cabeza de las naciones
(Sal. 147:20). Esto, además, no había sucedido por su propia
excelencia moral y espiritual, ni por su poder. Al contrario, este
maravilloso hecho lo había realizado el Señor.
Jesús muestra ahora que las palabras del Salmo 118 alcanzan su
cumplimiento final en “el hijo del dueño”, es decir, en él mismo, el
verdadero Israel. Él es aquella piedra que estaban rechazando los
principales sacerdotes, escribas, ancianos y sus seguidores; al igual
que en el Calvario le rechazó la nación entera (“¡Crucifícale,
crucifícale!”). Véase Jn. 1:11. Pero algo maravilloso iba a suceder; la
piedra desechada vendría a ser la piedra angular: ¡El Cristo
crucificado se levantaría de forma triunfante! ¿Y qué ocurriría con la
nación, es decir, con el Israel no convertido, los que estaban
rechazando al Mesías? “De vosotros”, dice Jesús, “será quitado el
reino de Dios”, es decir, les quitarán los privilegios especiales del
reino, la posición especial ante los ojos de Dios que habían
disfrutado en la antigua dispensación, a la cual ahora se habían
añadido las benditas obras y palabras de Jesús. ¿Por qué? Porque no
habían vivido de acuerdo a sus obligaciones. Habían sido como los
labradores que al llegar la vendimia se habían negado a entregar al
dueño la parte de la cosecha que le correspondía. Así que, se
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levantaría—¿no estaba ya comenzando a suceder? —“una nación
que produciría fruto”, una iglesia formada por judíos y gentiles.
Así pues, el énfasis—la lección principal—de la parábola se puede
expresar brevemente con las palabras del Salmo 2:12:
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Para Nuestra Espiritualidad
La paciencia de Dios
En la parábola, cuando aquel primer siervo vuelve a su señor con las
manos vacías, y el cuerpo todo lastimado, ¿Qué hace el dueño de la
viña? Envía a otro de ellos. Así sucesivamente, hasta que, decide
enviar a su hijo. Razona: A mi hijo sí respetarán, y honrarán ¿Pero
que es lo que sucede? Lo asesinan de una manera vil. La parábola,
claramente, nos muestra la paciencia de este terrateniente. Así es
Dios. Él muestra su paciencia para con el mundo. Sin embargo, la
paciencia de Dios tiene un día y una hora para que se vuelva en
juicio. Dios es amor, pero también es justicia.
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Día de retiro –
Miércoles
Sermón # 4 Texto: Marcos 14:3-11
Introducción
El versículo tres comienza a relatarnos una nueva historia. Para
hacerlo tiene que retroceder unos pocos días, desde el martes (de los
versículos 1y2), a la tarde del sábado anterior cuando se organizo en
Betania una comida en honor a Jesús. Esta historia también es
narrada en el evangelio de Juan, y tomaremos este evangelio para
enriquecer el sermón, con datos que, Marcos no hace mención.
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1. Gratitud y devoción v3
“Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la
mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro
de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su
cabeza.”
Jesús se encuentra en casa de una persona llamada Simón, a quien
señalan que había sido leproso – quizás Jesús le había sanado – Está
Jesús comiendo con sus amigos, y sentado a la mesa con él, se
encuentra Lázaro, al que había resucitado de los muertos, sus
discípulos, y quizás algunos otros que el texto no hace mención. La
comida estaba siendo servida, según el evangelio de Juan, por
Marta, hermana de Lázaro (cf. Juan 12.2).
Es obvio que la comida fue motivada por amor al Señor,
específicamente por la resurrección de Lázaro y la curación de
Simón, el que había sido leproso. Ellos están – como era la costumbre
en aquel tiempo – reclinados a la mesa, y de pronto “vino a él una
mujer” con un vaso o pomo hecho de un material que es conocido
como “alabastro” – el alabastro es un tipo de piedra blanca parecida
al mármol – que contenía una cantidad muy apreciable de un
perfume muy costoso que se había extraído de la planta conocida
como “nardo”.
La mujer, sin aviso previo se coloca por detrás de Jesús, quebró el
frasco, y lo derrama sobre él. Cabeza, hombros y pies de Jesús son
ungidos con el perfume, era de tan buena calidad este perfume, que
la casa de Simón se llenó de su fragancia.
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2. Hipocresía y degradación v4-5
“Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha
hecho este desperdicio de perfume? Porque podía haberse vendido por más
de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban
contra ella.”
Sin embargo, aquel acto realizado por aquella mujer piadosa, no
agradó a muchos; en especial aquel que estaba dentro del grupo de
los doce, pero que no pertenecía a la iglesia de Cristo. El pasaje dice:
“Y hubo algunos que se enojaron dentro se sí…” Ese “algunos”
corresponde a “discípulos”: ¡Algunos discípulos!
De acuerdo al texto, parece ser que la raíz de la molestia era que
María había realizado un acto imprudente. Ella podía haber donado
ese perfume al grupo de discípulos – que es la iglesia – y así ellos
pudieran venderlo y el dinero ser dirigido para la ayuda a los
pobres:
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gran suma de dinero que generaría la venta del perfume, le caería
muy bien a su bolsillo.
Pero el centro del pasaje no está en que Judas era un ladrón. Sino en
marcar una diferencia entre la iglesia visible e invisible.
“Es común que los están mas alejados de Dios se jacten de estar
cerca de la iglesia.”
- Matthew Henry -
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estaba apunto de terminar. Getsemaní, Gabbatha y Gólgota estaban
ya a la vista. Lo que María había hecho era perfectamente correcto,
incluso hermoso.
¿Quién era María? Lucas 10:39 dice: “Esta tenía una hermana que se
llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.”
Aparte de ser hermana de Lázaro y Marta, lo que Lucas nos dice de
ella es, que era una persona que amaba escuchar con fe las Palabras
de Cristo. Entonces ¿Ella habrá escuchado acerca de la inimitable
muerte del Salvador?
“María sabía lo que hacía. De hecho, creía que al poco tiempo Jesúss sería
entregado a la muerte por sus enemigos. ¿Tendrían sus amigos la
oportunidad de ungir su cuerpo? Pero este honor no ha de dejar de
dársele. ¡María le debe tanto, tantísimo a Jesús! Le debe la salvación, y ...
el retorno de su hermano Lázaro del reino mismo de la muerte. Por ello
había decidido guardar el ungüento para el día de la sepultura del Señor.
Pero no en el sentido de que deseara literalmente guardar el frasco hasta
que ese día llegara de verdad, porque podría resultar demasiado tarde; sino
así que lo guardaría hasta que se presentara una buena oportunidad, y
entonces lo ungiría en anticipo de su sepultura. ¡Ese momento era ahora o
nunca!”
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voluntad de Dios. ¡Vengan hermanos! no se trata de lo que el hombre
dice, sino de lo que sale de la boca de Dios, y estas Palabras de Vida,
las escuchamos por medio de la correcta predicación de la Palabra.
El hombre no es capaz de convencer a nadie por si mismo, es la
Palabra la que unida al Espíritu realiza esa obra.
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Jesús, el Hijo de Dios
5. Gratitud y devoción vienen por Gracia de Dios. v9
“De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo
el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.”
“Así pues, la verdadera lección de este pasaje es que Dios, cuya imagen es
Cristo (Heb. 1:3), halla intenso e infinito deleite en recompensar la
fidelidad de los que le honran. Cada vez que enumeramos sus muchos y
gloriosos atributos, también debemos poner debida atención en el hecho de
que él es ciertamente “galardonador de los que le buscan” (Heb. 11:6).
¿Qué fue lo que hizo que Judas llegase a ser el traidor que
entregó a Jesús?
Judas Iscariote fue el principal difamador de María de Betania (cf.
Juan 12:45). En realidad, él estaba muy molesto por la obra que ella
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había realizado para con Jesús. Definitivamente, su corazón no
estaba con los pobres, como él mismo lo había expresado
hipócritamente. Quizá su actuar fue motivado por la revelación que
Jesús hizo a sus Esto quizá pudiera haber contribuido a la decisión
del traidor. Otra cosa que pudiera haber motiva su traición fue el
escuchar acerca de la muerte de Cristo ¿Pensaría Judas que la muerte
de Cristo seria una derrota? Debería haber tomado en serio las
palabras que el Maestro había dicho poco antes: “Porque todo el que
quiera salvar su vida, la perderá; pero todo el que pierda su vida por causa
de mí y del evangelio, la salvará” (Marcos 8:35).
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Día de intimidad –
Jueves
Sermón # 5 Texto: Marcos 14:12-16
Introducción
La iglesia cristiana reconoce como únicos sacramentos: El
bautismo y la Santa Cena - un sacramento es una señal visible del
evangelio. En los sacramentos podemos oler, probar, sentir la buena
noticia de Cristo - Es importante, y es una de las marcas de la
“iglesia verdadera” la correcta administración de los sacramentos.
El pasaje que hoy estaremos estudiando es muy importante, ya
que estaremos tratando el tema relacionado a la institución de uno
de estos sacramentos: La Cena del Señor.
El centro de la vida y adoración de los primeros cristianos era la
celebración de la cena del Señor. La iglesia del primer siglo se reunía
para juntos celebrar lo que ellos llamaban “ágape” o “comida de
amor” - Judas escribe a los cristianos de su época que tengan
cuidado de los falsos creyentes, ya que estos son “…manchas en
vuestros ágapes…” - (Judas 12) Refiriéndose a aquellas personas no
cristianas que participaban de una forma indigna en la Cena del
Señor.
También se le llama Cena del Señor porque se hacia referencia a la
última cena que Jesús tuvo con sus discípulos en el aposento alto la
noche antes de su muerte. Acontecimiento que leemos en Marcos
14:12- 25.
Pero, ¿Dónde tiene sus raíces la cena del Señor? Para responder
está pregunta, debemos remontarnos al Antiguo Testamento, a la
celebración de la Pascua.
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1. El significado de la Pascua
El contexto inmediato en el que Jesús instituye la Cena del Señor fue
la celebración de la fiesta de la Pascua con sus discípulos. Marcos
escribe:
12 “El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la
pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la
pascua?”
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pueblo, y le dices al faraón que yo digo: ‘Deja ir a mi pueblo para que pueda
venir a adorarme en el monte que les mostraré’, y le dices al pueblo que
empaque sus cosas y abandone al faraón y Egipto”. 1 Después de esto, se
dio una lucha de voluntad y poder de Dios por medio de Moisés y,
de los magos de faraón. Dios envió 10 plagas en total. En nueve de
ellas la escritura nos revela que parecía que faraón ya había cedido a
liberar al pueblo, pero en el momento en el que daba la orden, Dios
entraba y endurecía el corazón del faraón nuevamente. Esto sucedía
para que el pueblo reconociera que la liberación vino de la mano de
Dios y no de la gracia de faraón. Así que, una vez que el corazón de
faraón era endurecido nuevamente, seguía otra disputa y, Dios
enviaba otra plaga para azotar a los egipcios.
Hasta que finalmente faraón dijo a Moisés: “Retírate de mí;
guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi
rostro, morirás. Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.”
(Éx. 10:28-29)
Fue en este momento donde Dios le anuncia a Moisés la décima
plaga que él traería sobre los egipcios. Esta última plaga fue la peor
de todas porque implicaba la “muerte” de todos los hijos
primogénitos de “todos” los egipcios, incluido el primogénito de
faraón. Veamos lo que Dios le dice a Moisés:
Éxodo 11:1-9 “Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y
sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os
echará de aquí del todo. Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su
vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. Y Jehová dio
gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era tenido por
gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y a
los ojos del pueblo. Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la
medianoche yo saldré por en medio de Egipto, y morirá todo primogénito
en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su
trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo
primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor por toda la tierra de
Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá. Pero contra todos los hijos de
Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para
que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas. Y
descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán:
Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré.
Y salió muy enojado de la presencia de Faraón.Y Jehová dijo a Moisés:
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Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de
Egipto.”
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“Tomen este animal, el cordero sin defecto, y mátalo. Tomen su sangre, y
marquen la entrada de sus casas. Pongan la sangre en el dintel y en los
postes de la puerta, como señal que los marca como el pueblo de Dios, de
manera que cuando venga el ángel de la muerte a destruir a los
primogénitos del país, y a ejecutar mi juicio sobre los egipcios, la
destrucción de ese juicio solo caiga sobre los egipcios. Voy a diferenciar
entre el pueblo que he llamado del mundo para que sea mi pueblo santo del
pacto, y aquellos que lo han esclavizado. Por lo tanto, mi ira caerá sobre
Egipto pero no sobre mi pueblo. El ángel pasará sobre cada hogar marcado
con la sangre del cordero”.2
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Para Nuestra Espiritualidad
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Día de Crucifixión –
Viernes
Sermón # 6 Texto: Marcos 14,53-65
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-El sanedrín juzga a Jesús.
El versículo 53 dice: “…y se reunieron todos los principales
sacerdotes y los ancianos y los escribas.” Por tanto, se trataba de una
reunión oficial del sanedrín, pues estaban presentes no solo algunos
miembros, sino un buen numero de ellos.
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Aquellos hombres impíos, hacían todo esfuerzo posible por
encontrar una prueba que mostrará que Jesús era culpable, por
tanto, merecedor de la muerte: “Y los principales sacerdotes y todo el
concilio buscaban (ζήτουν) testimonio contra Jesús, para entregarle a la
muerte…” En realidad, ya habían determinado matarlo. Marcos
desde el inicio de su evangelio nos dice de este propósito por parte
de ellos (Cf. Marcos 3,6) La decisión - de darle muerte - ya estaba
determinada, solo faltaba encontrar el motivo para que el dictamen
se hiciera ‘legal’.
“Ya habían determinado un veredicto de culpabilidad antes de que el juicio
comenzara” (cp. Jn. 11:50) 2
Pero, por más esfuerzos que hicieran, ¡Jamás encontrarían culpa en
él! La única culpa que encontraran en él es la de ellos y la nuestra, y
esto, ante Él Juez del universo. Ya que Jesús tomo sobre sí nuestra
culpa: Isaías 53,4-6 “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió
nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él…6 Todos nosotros nos
descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová
cargó en él el pecado de todos nosotros.”
Este juicio era completamente ilegal. La ley judía no le permitía al
sanedrín iniciar acusaciones. Ellos solo podían investigar y canalizar
los casos que les presentaban. Pero la bíblia dice que no lo hicieron
de esta manera. Ellos actuaron como fiscales en busca de algún
motivo para acusarle, “…pero no lo hallaban.” Por tanto, en lugar de
mostrar la culpabilidad de Jesús, solo resaltaba la diferencia entre la
inocencia de Jesús y la evidente corrupción de todos ellos.
51
Jesús, el Hijo de Dios
3:14-15a “Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os
diese un homicida, 15 y matasteis al Autor de la vida…”
También encontramos a otros culpables de la muerte de Cristo:
Todos nosotros. No es que hayamos planeado su muerte, como lo
hicieron los sacerdotes de aquellos días. Pero es verdad que nosotros
mismos matamos a Jesús, porque nuestros pecados le clavaron en la
cruz. Pero por aquel mismo Cristo crucificado y resucitado fuimos
salvados.
Es aquí donde entendemos claramente el mensaje central de estos
versículos. Aquellos testigos falsos y sus fraudulentos testimonios
“…no concordaban…” v56 Precisamente por eso: Eran falsos.
Tanta es su falsedad e ignorancia, de estos seudo-testigos, que
distorsionan las palabras de Jesús diciendo: v58 “Nosotros le hemos
oído decir: Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré
otro hecho sin mano.” Cuando en realidad Jesús había dicho: “Destruid
este templo, y en tres días lo levantaré.” (Juan 2,19) Jesús no hablaba del
templo construido por Herodes, sino de su cuerpo, de la
resurrección (Cf. Juan 2,20-21).
Jesús jamás conoció pecado, por esta razón no pudieron encontrar
algo para acusarle. Su vida fue perfecta, para así nosotros por la fe
hacer nuestra su obediencia perfecta. Jesús no solo murió y resucitó
por nosotros, sino también vivió por nosotros, para así, su obra sea
nuestra por la fe.
Entonces, el someterse a un juicio dirigido por hombres pecadores
fue una profunda humillación. Sin embargo, el gran amor de Dios
por nosotros, los que creemos en Cristo, se manifiesta en esta
humillación también. “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los
hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.” (1 Corintios
1,25)
El creador juzgado por las criaturas es algo inconcebible en nuestra
mente, pero no para la mente de Dios, porque para Él todo es posible
(Cf. Marcos 10,27). “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se
pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.” (1
Corintios 1,18)
Y Él fue quién desde el principio planeo enviar a Su Hijo Cristo al
mundo para salvación de muchos.
Porque el problema no es de Dios, el problema es nuestro, y
nuestro problema es el pecado. Si nuestro problema fuera financiero
Él hubiera enviado a un contador público, si nuestro problema fuera
52
Jesús, el Hijo de Dios
de salud, Él hubiera enviado a un médico, pero, como nuestro
problema es el pecado, y el pecado atrae sobre nosotros la ira de
Dios, Él envío la solución adecuada para aplacar Su ira: Un Salvador,
y este Salvador es Su Hijo, Dios mismo. Por tanto, roguemos al
Señor, que, en Su gracia, nosotros le busquemos e invoquemos su
nombre.
San Agustin escribe en su libro “Mis confesiones” Capitulo
primero lo siguiente:
1 “Grande eres, Señor, e inmensamente digno de alabanza; grande es
tu poder y tu inteligencia no tiene límites. Y ahora hay aquí un
hombre que te quiere alabar. Un hombre que es parte de tu creación
y que, como todos, lleva siempre consigo por todas partes su
mortalidad y el testimonio de su pecado, el testimonio de que tú
siempre te resistes a la soberbia humana. así pues, no obstante, su
miseria, ese hombre te quiere alabar. Y tú lo estimulas para que
encuentre deleite en tu alabanza; nos creaste para ti y nuestro
corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti. Y
ahora, Señor, concédeme saber qué es primero: si invocarte o
alabarte; o si antes de invocarte es todavía preciso conocerte. 2.
Pues, ¿quién te podría invocar cuando no te conoce? Si no te conoce
bien podría invocar a alguien que no eres tú. ¿O será, acaso, que
nadie te puede conocer si no te invoca primero? Mas, por otra parte:
¿Cómo te podría invocar quien todavía no cree en ti; y cómo podría
creer en ti si nadie te predica? Alabarán al Señor quienes lo buscan;
pues si lo buscan lo habrán de encontrar; y si lo encuentran lo
habrán de alabar. Haz pues, Señor, que yo te busque y te invoque; y
que te invoque creyendo en ti, pues ya he escuchado tu predicación.
Te invoca mi fe. Esa fe que tú me has dado, que infundiste en mi
alma por la humanidad de tu Hijo, por el ministerio de aquel que tú
nos enviaste para que nos hablara de ti. 3
53
Jesús, el Hijo de Dios
que este juicio no era para reivindicar la verdad, sino para que el
pecado del hombre resaltara. Sobre todo, para que la Palabra de Dios
se cumpliera en Su persona (Cf. Isaías 53,7).
El silencio de Jesús irrita a Caifás. Y se pone en medio de los
hombres en aquel lugar y lanza las primeras preguntas: ¿No
respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti? v 60 Más Jesús
callaba y nada respondía (v61a) De manera que, visiblemente
enojado, le hace una tercer pregunta: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del
Bendito? (v61) Su pregunta indica reverencia, ya que no usa el
nombre de Dios, sino que lo cambia a “Bendito”. Su pregunta al fin
tiene una respuesta: “Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre
sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del
cielo.” (v62) Jesús a la vez que les responde, les advierte de lo que
un día ellos tendrán que experimentar. “…y veréis…” Un día ustedes
serán ‘testigos’ de mi gloria. Ese día no necesitarán más testigos más
que ustedes mismos. Serán juzgados cuando ‘vega entre las nubes’ al
que ahora ustedes juzgan falsamente les juzgará en aquel día con un
juicio justo, y serán aliados culpables. Nuevamente Jesús advierte a
estos hombres de su pecado para que en aquel día ellos no tengan
ninguna justificación de lo que están haciendo.
La astucia de Caifás solamente le condenó más. Este mismo hombre
es aquel que dice:
“…nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la
nación perezca.” (Juan 11,50) Sus acciones le harán un día comparecer
ante el tribunal de Cristo, él mismo a quien el condenó.
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Jesús, el Hijo de Dios
que el hombre ha dicho! Y todos ellos le condenaron a muerte. ¡Es
culpable de muerte! ¡Es culpable de Muerte!
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Jesús, el Hijo de Dios
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JESÚS, EL HIJO DE DIOS
Día de resurrección –
Domingo
Sermón # 7 Texto: Marcos 16:1-8
Introducción
Por años hemos escuchado una evangelización centrada en el
hombre, y fundamentada en cinco puntos que son los siguientes: 1. Dios
te ama y tiene un plan maravilloso para ti (Juan 3:16); 2. Pero este plan
no puede llevarse a cabo porque el pecado hace división entre Dios y
nosotros (Romanos 3:23); 3. Más Dios muestra su amor por nosotros que
envío a su Hijo Jesucristo a morir por nuestros pecados (Romanos 5:8); 4.
Solo acepta en tu corazón a Cristo para que él perdone tus pecados (Juan
1:12; Apo. 3:20) Si la respuesta es sí quiero aceptar a Cristo en mi
corazón, entonces se lleva a la persona a repetir una oración de fe o del
pecador. 5. Al realizar esta oración has pasado de muerte a vida, Dios ya
a escrito tu nombre en su libro de la vida. Lo que ahora tienes que hacer
es congregarte en una iglesia donde se predique la palabra de Dios;
llevar una vida diaria de oración; y contarles a otros acerca de como
Cristo perdonó todos tus pecados (Hebreos 10:24-25).
¿Cual doctrina fundamental falta en este método de evangelismo? La
resurrección de Cristo. La resurrección de Cristo es la garantía de que
somos declarados justificados por Dios; por la perfecta obediencia de
Cristo a la ley de Dios. Romanos 4: 24 “sino también con respecto a nosotros
a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los
muertos a Jesús, Señor nuestro, 25 el cual fue entregado por nuestras
transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.”
57
1. Las mujeres van al sepulcro a ungir el cuerpo del Señor y
se llevan una sorpresa. v1-4
“Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y
Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle. Y muy de mañana, el
primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. Pero decían
entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero
cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande.”
Ya había pasado el día de reposo, eran después de las seis de la tarde del
día sábado; y María magdalena; María la madre de Jacobo; y Salomé se
disponen a ir al mercado a comprar especias aromáticas o aromas para
preparar un ungüento, y llevar a cabo la unción del cadáver, algo que no
pudieron realizar el día viernes por falta de tiempo.
Ya todo listo, el día domingo, el primer día de la semana, salen muy
de mañana al sepulcro. En capitulo 15: 47 encontramos que ellas o por lo
menos alguna de ellas, han visto donde había sido puesto el cuerpo de
Jesús.
Aunque estaba muy oscuro cuando ellas salieron con dirección a la
tumba de Jesús, para cuando ellas llegaron al lugar, el sol ya había salido
(v2s).
Mientras ellas se dirigían al lugar del sepulcro, un tema que era muy
preocupante para ellas, era la gran piedra que funcionaba como puerta
de entrada a la tumba. El versículo 3 dice: “Pero decían entre sí: ¿Quién
nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?” Ellas sabían que José de
Arimatea había resguardado o cerrado el sepulcro con una piedra “…
que era muy grande…” Ellas no estaban enteradas que los lideres
religiosos habían sellado la entrada a la tumba, y que se había enviado
un grupo de soldados romanos para cuidar que nadie tomara el cuerpo
de Jesús (Mateo 27:62-66) Su única preocupación era la gran piedra a la
entrada del sepulcro.
También nos podemos dar cuenta que ellas no tenían en su
pensamiento las palabras de Cristo, donde prometía resucitar al tercer
día. Estas mujeres pensaban aún encontrar el cuerpo de Jesús en aquel
sepulcro, y encontrarlo ya en un proceso de descomposición
¿Cómo nos damos cuenta de esto? Si ellas estuvieran conscientes de la
resurrección de Cristo, ¿Para que las especias aromáticas entonces?
Ellas no sabían del terremoto que se produjo temprano esa mañana, ni
de la llegada del ángel que hizo rodar la piedra y dejo pasmados a los
58
JESÚS, EL HIJO DE DIOS
Notemos que fueron ángeles los que trajeron nuevas de gran gozo en el
nacimiento de Jesús (Lucas 2:10-15), y los vemos aquí nuevamente,
anunciando la maravillosa verdad de la resurrección. El mensaje de los
ángeles fue el siguiente:
59
“…buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí;
mirad el lugar en donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro,
que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.”
Ellas debieron haber anticipado la resurrección de Jesús, ya que él lo
había prometido a lo largo de su ministerio público. Pero no fue hasta
que el ángel les explica lo sucedido que “ellas se acordaron de las
palabras de Cristo ( cf Lucas 24:4-8).
¿Qué vemos en el testimonio de los ángeles sobre la resurrección de
Cristo? El anuncio del ángel es literalmente el evangelio, las buenas
nuevas, y el lugar en que el evangelio se predicó por primera vez es la
tumba vacía. Una vez más el Padre esta testificando, por conducto de los
ángeles, que Jesucristo es Su Hijo. Notemos las palabras en el versículo
6: “No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha
resucitado…” ¡HA SIDO RESUCITADO! El Padre lo ha resucitado por
el poder del Espíritu Santo.
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JESÚS, EL HIJO DE DIOS
Jerusalén (cp. Lc. 24:13-32; Jn. 20:19- 31) que al fin estuvieron dispuestos
a dirigirse hacia Galilea (Mt. 28:7, 16).
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Toluca, EdoMéx. Abril 2022
Edición: Yareli Martinez Aguilar
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JESÚS, EL HIJO DE DIOS
Todos los derechos reservados, no obstante, queda permitida la exposición total o parcial
de la obra al público, en cualquier tipo de soporte, sin que sea necesario el
consentimiento previo del autor siempre que sean citados: autor y contenido de origen.
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