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Jesús, el Hijo de Dios

Podemos decir que, no existe una semana en sí misma, que sea especial
o santa. Todas las semanas son santas. No existe ninguna que sea más o
menos santa que otra. Porque el tiempo es creación de Dios, y Él, nos
presta el tiempo para ofrecer nuestro servicio en adoración. Sin
embargo, debemos conocer que, lo que celebramos, o sea, los eventos
que sucedieron en el transcurso de los últimos días del ministerio de
Jesús aquí en la tierra, es lo que viene a hacer, que todas las semanas
sean santas. Por tanto, esta semana no es en sí santa, sino lo que pasó en
ella, hace casi dos mil años. ¿Qué pasó en esta semana? Jesús subió a
Jerusalén para cumplir en su persona, con una serie de eventos
profetizados en el Antiguo Testamento; que probarían que él es quien
afirmo ser: el Hijo de Dios. A Jesús le juzgaron injustamente, le
sentenciaron a muerte de cruz. Él siendo inocente de todo crimen y libre
de pecado. Más él cargo el pecado de todos nosotros, sufriendo toda la
ira de Dios sobre él, para así presentarnos delante de Dios sin pecado,
por su obra perfecta. Jesús, quitó el decreto en nuestra contra;
librándonos así de toda sentencia por nuestros pecados. Pero él no
quedo en una tumba. Después de ser crucificado; muerto y sepultado, él
resucitó, confirmando así que, Dios Padre, estaba satisfecho con el
sacrificio ofrecido en la cruz por nosotros. Exaltándolo hasta lo sumo, y
confirmándolo como Hijo de Dios.

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Jesús, el Hijo de Dios

Marcos 11:1-11 – Domingo

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Jesús, el Hijo de Dios

Día de triunfo – Domingo de Ramos


Sermón # 1 Texto: Marcos 11:1-11

Gloria en la entrada triunfal

El día de la crucifixión se acercaba. Era domingo, Jesús con sus


discípulos regresaban a Judea, pasando por Galilea. Ya Jesús se había
transfigurado delante de Pedro, Juan y Andrés, mostrando su gloria.
Jesús les había dicho:

“De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán
la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su
reino.” (Mateo 16:28) “y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su
rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.” (Mateo
17:2)

Estos tres discípulos ya habían tenido una experiencia con el Cristo


glorificado. Ahora, Jesús y los Doce están aproximándose a
Jerusalén. Han llegado a un punto no muy distante de las aldeas de
Betfagé y Betania. El texto dice:

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Jesús, el Hijo de Dios

“Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al


monte de los Olivos...” v1a

Era día domingo por la mañana y Jesús envió a dos de sus discípulos
a Betfagé, aldea que estaba delante de ellos, y les aseguró, que,
cuando entraran en la aldea encontrarían un burrito al que nadie
jamás había montado. Les dio la orden de desatarlo y traérselo para
entrar montado en el a Jerusalén. ¿Qué significa todo esto? Pues era
el cumplimiento de la profecía Mesiánica del Antiguo Testamento,
en la persona de Jesús, el Cristo. La Biblía dice:

“Alegrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusaĺ en; he


aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un
asno, sobre un pollino hijo de asna.” (Zac. 9:9)

Este es uno de los pasajes más conocidos del profeta Zacarías, por su
cumplimiento en la entrada de Jesús a Jerusalén, aquel día domingo.
Zacarías nos va a presentar al Mesías Rey, que viene a ocupar su
trono, tal como afirmó anteriormente en su capítulo seis, versículo
trece:

“El edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y


dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá
entre ambos.” (Zac 6:13)

Los reyes de la época, siempre fueron caracterizados por sus excesos,


lujos y riqueza. Notemos que el Cristo toma la figura de un Rey
humilde, totalmente opuesto a los monarcas de su tiempo. Su
característica sería la de ser justo y victorioso.

Una cosa más que miramos en el texto (Zacarías 6:13); es la tarea del
Cristo de edificar el templo de Jehová. En el texto podemos mirar
dos de los oficios de Cristo: El de Rey y Sacerdote. Miramos,
entonces, que la debilidad y sencillez del templo construido en
tiempos de Esdras y Nehemías, distraía la mirada del pueblo. Pero
Zacarías anuncia que el Mesías, restauraría todas las cosas a un
orden perfecto, donde él, no solo sería Rey, sino también, Sacerdote.

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Jesús, el Hijo de Dios

Pero su inicio sería un principio de sencillez y desprecio del mundo.


Su tarea sería la de construir un templo a Dios.

Todo esto nos muestra que, Jesús actuó a propósito en la entrada


triunfal. Fue una acción deliberada de su parte. ¿Con qué propósito?
Mostrase al mundo como el Mesías Salvador, que tristemente, los
habitantes de Jerusalén no reconocieron como tal.

1. Glorioso Rey – Gloria en su humildad.


Para comprender el impacto que tuvo en la mente de los líderes
religiosos de la época, la entrada de Jesús el Cristo a Jerusalén;
tenemos que conocer como ellos entendían la venida del Mesías. Los
rabinos en tiempos de Jesús entendían la vendida del Mesías de dos
maneras:
1. Si la nación era digna la aparición seria en nubes de gloria.
2. Si la nación era indigna, es decir, sino estaba preparada espiritualmente,
entonces su venida seria en la forma inferior de cabalgar en un burrito.

Entonces, podemos comprender la condición espiritual en la que se


encontraba la nación en ese momento, precisamente por la manera
en que Jesús entra a la ciudad. Pero también, por la forma de entrar a
la ciudad, podemos entender el sentido de las palabras de Jesús,
cuando él se detiene, y declara un oráculo sobre la ciudad aquel día
domingo:

“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, y dijo: ¡Oh, si
también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz!
Mas ahora está encubierto de tus ojos.” (Lucas 19:41-42)

Jesús estalla en lagrimas, y lamenta: “¡Oh, si este día tú, aun tú,
conocieras las cosas que pertenecen a la paz!” Jesús, en lugar de
arrepentimiento, encuentra endurecimiento, en vez de conversión,
apostasía. Aquí nos preguntamos: ¿Qué necesita hacer Dios para que
un corazón se endurezca? Solamente retirar su mano de gracia de
esa persona. Las siguientes palabras, confirman que Dios retiró su
mano de gracia sobre algunas personas en la nación: “Aquellas cosas
que son para tu paz...ahora están ocultas de tus ojos”. Por cierto, la puerta
de la gracia no permanecerá siempre abierta, aunque ahora no está

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Jesús, el Hijo de Dios
completamente cerrada, pero se está cerrando rápidamente. Lo qué
Dios exige del hombre es fe en Jesús, como el Cristo.

Aquella multitud, se equivocaban y, actuando de una manera


impulsiva, porque no lograban entender la naturaleza de la obra de
Jesús como Mesías, gritaban:
“¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! 10 ¡Bendito el reino de
nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!” (Marcos 11.9-10)

Debió ser impactante ver a Jesús llorando en medio de aquella


aclamación de alegría y aplausos. Por eso, no debe ser para nosotros
extraño que pocos días después, cuando las multitudes empiezan a
mirar que Jesús no cumple sus “expectativas”, porque no era la clase
de Mesías que esperaban, motivados por los líderes religiosos,
empezaron a gritar: ¡Crucifícale, crucifícale!.

¿Cuál era el mensaje de Marcos a sus lectores?


Quizá esta descripción de la «entrada triunfal» de nuestro Señor,
sorprendió a los lectores romanos de Marcos; quienes estaban
acostumbrados a la gloria del «triunfo romano». Porque este era el
desfile oficial de bienvenida a un general romano victorioso que
había matado por lo menos cinco mil soldados enemigos, ganado
nuevo territorio para Roma y traído consigo ricos trofeos e
importantes prisioneros. El general montaba en un carruaje dorado
rodeado de sus oficiales; y en el desfile exhibía sus tesoros y
prisioneros. Los sacerdotes romanos estaban allí ofreciendo incienso
a sus dioses. Sin embargo, la entrada de nuestro Señor a Jerusalén
incluyó un asno, algunos vestidos, ramas tendidas en el suelo y las
alabanzas de algunos peregrinos que habían venido a la Pascua y de
los cuales no se da ninguna descripción en particular.

Surge la pregunta entonces: ¿Cómo vemos nosotros a Jesús? ¿Qué


esperamos de él? Recordemos a aquellos seguidores impulsivos
(Mateo 8:19-22). Jesús se presenta como un Rey humilde. Pero eso no
le quita el derecho como Rey de Reyes y Señor de Señores. Por el
contrario, su ejemplo de humildad, debe llevarnos a la adoración y, a
la imitación de su carácter humilde.

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Jesús, el Hijo de Dios

2. Glorioso Dios – Gloria en el cielo y en la tierra.


¿Qué era exactamente lo que gritaban y cual era su significado?

“Hosanna” es una exclamación, un grito, petición de ayuda tomada


del Salmo 118,25.
“Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar
ahora.” (Sal 118:25)

En un principio, “Hosanna” significaba salva ahora, o salva,


rogamos. La actitud de la gente respecto a Dios era quizá como
sigue:

“Te suplicamos, oh Señor, sálvanos ahora, danos ahora la victoria y la prosperidad,


porque por tu bondad la hora esperada ha llegado.”

Hosanna, después se convirtió en una aclamación, empleada en las


procesiones, en una expresión de alabanza, en un ¡viva! como el que
usamos los mexicanos en el 15 de septiembre: ¡Viva México!

De ahí que en esta exclamación de “hosanna” se combinan los dos


elementos: la súplica y la adoración, o si se prefiere: la oración y la
alabanza.

Hay una escena insólita registrada en el libro apócrifo de 2 Esdras. Se


narra al Hijo del Hombre apareciendo en el juicio final,
distribuyendo ramas de palma a los creyentes martirizados,
significando así, la participación de ellos, con Él en su victoria. Esta
escena no es parte del registro del Nuevo Testamento, pero sí se
corresponde con el tema del Nuevo Testamento, referido a que los
creyentes dispuestos a participar en el sufrimiento y humillación de
Cristo, también tendrán parte en Su glorioso triunfo final.

Pablo escribe en Romanos 8.17:

“Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo,


si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados.”

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Jesús, el Hijo de Dios

¿Cómo sé yo que soy hijo de Dios? A la luz del presente pasaje la respuesta
es:

“Yo sé que soy hijo de Dios si estoy dispuesto, en caso que la necesidad lo
demande, a soportar sufrimientos por amor de Cristo”.

Cuando sufrimos como creyentes, entonces las aflicciones de Cristo


abundan hacia nosotros. Padecer por Cristo, es también una gracia
que viene de Dios. Pero los creyentes debemos tener bien claro que,
no hay nada que podamos añadir al sufrimiento redentor de Cristo
por nosotros, pero por medio de nuestra disposición a sufrir por
amor de él, somos llevados más cerca del corazón del Salvador.

Pero conteste cada miembro en forma personal respecto a sí mismo


la pregunta: “¿Estoy dispuesto a sufrir como creyente?” ¿No será la
razón por la que algunos dicen osadamente: “¿Nunca he sufrido por
Cristo”, precisamente que son creyentes tan flojos...si es que son en
realidad creyentes? El sufrir como creyente asume muchas formas:

Hoy en día un creyente podría perder su trabajo por rehusar a


cumplir tareas innecesarias en el Día del Señor; o porque dice: ¡No!
cuando se le tienta a participar en algún negocio sucio; o llega a la
decisión de no contraer matrimonio con un incrédulo, o insiste en
honrar la Palabra de Dios en la escuela. ¿Cuantos no han sido
expulsados de sus posiciones en las escuelas, la iglesia o del
gobierno, porque estaban dispuestos a honrar a Jesús?

La misma gente que gritaba: ¡Hosanna! mientras hondeaban palmas


y otras ramas, poco después no quiso identificarse con él en el
Gólgota, al estar crucificado. Querían participar en la exaltación,
pero no deseaban parte en la humillación.

Recordemos lo que Pablo escribe a Timoteo en su segunda carta:

“Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús


padecerán persecución...” (2 Timoteo 3:12)

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Jesús, el Hijo de Dios
La versión de la Nueva Biblia Española, va a traducir este texto así:

“...todo el que se proponga vivir como buen cristiano será


perseguido.” (NBE)

Definitivamente, unirse a Cristo, es también participar de sus


padecimientos.

La gente estaba en lo cierto cuando aclamaba a Jesús como el Hijo de


David (Mt. 21:9), es decir, como el Mesías. El error radicaba,
entonces, en la manera en la que ellos veían al Mesías. Ellos no
alcanzaban a discernir la naturaleza espiritual de la obra mesiánica
de Jesús. Ellos miraban a un Mesías Salvándolos de un imperio
terrenal. Un Salvador que les devolvería la gloria del antiguo Israel,
gloria que tenia en tiempos de Moisés, Josué, David, Salomón, etc.
Siendo claros: Miraban a Jesús con ojos terrenales.
Hoy en día, se predica un evangelio de prosperidad, donde Jesús
es presentado como un Mesías Salvador que libra de todo
sufrimiento:

1. Un mesías donde encuentras la felicidad terrenal que todo ser humano


anda buscando.
2. Un mesías que promete salud física si pones tu fe en él. Un mesías que te
exenta de estar enfermo.
3. Un mesías que traerá a tu vida prosperidad económica. Que te exenta de
toda pobre-
za.
4. Un mesías “buena onda” que cumple todos tus anhelos, y sueños.

Esto es un fatídico error, que viene a formar falsas esperanzas en la


iglesia. Que viene a provocar más sufrimiento en aquellos que, al no
ver sanidad, prosperidad, y felicidad terrenal en sus vidas, sienten
una gran frustración en su espiritualidad.

Pero ¿Qué enseña la Biblia, sobre el verdadero propósito de la


primera venida de Jesús, el Mesías?

a) Isaías 53, nos describe de manera impresionante e inolvidable, al Mesías


como Aquel que, mediante su sufrimiento y muerte vicaria, realizó la
expiación de los pecados de su pueblo.
b) Vino a proveernos de Paz para con Dios.

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Jesús, el Hijo de Dios

Hch 10:36 “Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el


evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.”

Rom 5:1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo”

c) ¿Acaso Jesús no se dio a conocer durante todo su ministerio como fuente


de pensamientos de paz?
d) ¿No se conmovía su corazón ante las multitudes?
e) ¿No instó una y otra vez a los pecadores a ir a él para hallar paz verdadera
y duradera?

Para Nuestra Espiritualidad

El domingo de ramos fue un triunfo; es decir, un triunfo del amor de


Cristo. Jesús vino a sufrir la muerte eterna en lugar de aquellos que
el Padre le había dado. ¡Vino a morir en la forma más cruel y
dolorosa! Jesús el Cristo, tan intensamente amó a los pecadores que,
vino del cielo a este mundo. ¡Vino del cielo a este mundo de pecado
para salvar a los pecadores! Por tanto, desde el punto de vista de
Jesús y de todos los que por la gracia soberana le adoran por lo que
realmente era y es, ¡el Domingo de Ramos fue un triunfo! ¡Y nos
gozamos en su victoria! 


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Jesús, el Hijo de Dios

Marcos 11:12-14 – Martes

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Jesús, el Hijo de Dios

Últimos días en Jerusalén – Lunes


Sermón#2 Texto: Marcos 11:12-14

La higuera sin fruto

Introducción
El suceso de la higuera es considerado como uno de los
episodios más curiosos y oscuros del ministerio de Jesús: ¿Tiene
sentido enojarse en gran manera, y maldecir una planta que no tiene
fruto, en temporada en que no se espera que produzca fruto alguno?
Por supuesto que la intención del pasaje no es enseñarnos sobre las
temporadas frutales en Palestina. Pero sí, sobre el juicio de Dios
sobre la nación de Israel. Esto responde a la actitud aparentemente
‘necia’ de Jesús. Este pasaje se trata de una profecía de juicio y
desgracia y no solamente de un anuncio de lo porvenir. La maldición
de la higuera deja en claro un acontecimiento que Dios ha querido y
puesto en marcha: Su Juicio sobre Israel por su hipocresía y
ostentación religiosa.

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Jesús, el Hijo de Dios

1. Jesús tiene hambre. v12


“Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.”

A la mañana siguiente, lunes muy de madruga , Jesús salió de


Betania rumbo a Jerusalén. Es posible que no dispusiera de ningún
desayuno, por tanto, en él camino, tuvo hambre. Recordemos que
Jesús el Cristo tiene una doble naturaleza: Humana y Divina. Esta
expresión: “…tuvo o se sintió hambre…” muestra la humanidad de
Jesús, semejante a nosotros sintió hambre igual que nosotros la
sentimos.
¿Qué vemos en este versículo? Aquí vemos la humillación de Cristo,
que hizo en el lugar de su pueblo y para el bien de su pueblo. Como
el apóstol Pablo escribe:

“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a


vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis
enriquecidos.” 2 Corintios 8:9

Como la segunda persona de la Trinidad, Cristo es tan rico como


Dios el Padre. Él es el dueño de todas las cosas y posee todo poder,
autoridad, soberanía, gloria, honor y majestad (cf. Isa. 9:6; Miq. 5:2;
Ju. 1:1; 8:58; 10:30; 17:5; Col 1:15-18; Col 2:9; Heb 1:3) Pero él
voluntariamente acepto hacerse pobre ¿A que se refiere con esto? Se
refiere a su encarnación (cf. Ju. 1:14; Rom 1:3; Rom 8:3; Gal. 4:4; Col
1:20; 1Ti 3:16; Heb 2:7) Cristo renunció a sus privilegios divinos (cf.
Filipenses 2:5-8) dejó su lugar propio con Dios, adoptó la humilde
posición de un esclavo, y nació como un ser humano cuando
apareció en forma de hombre y murió en una cruz como cualquier
criminal para que nosotros fuéramos enriquecidos con la salvación,
el perdón, el gozo, la paz, la gloria, el honor, y la majestad, (cf. 1Co
1:4-5; 1Co 3:22; Efe 1:3; 1Pe 1:3-4) y así convertirnos por Sus méritos
en coherederos con él (Romanos 8:17).

¿Que consuelo recibimos los creyentes de todo lo que acabamos de


decir? De una forma hermosa y verás, el autor a los Hebreos deja

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Jesús, el Hijo de Dios
muy en claro el consuelo que se puede obtener de lo que la
humanidad de Cristo nos revela:
“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús
el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 porque no tenemos un
sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino
uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16
acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hebreos 4:14-15)

“La mayoría de las personas parece pensar que Dios está alejado de
la vida y las preocupaciones humanas. Jesús era el Hijo de Dios, pero
su divinidad no evitó que experimentara nuestros sentimientos,
emociones, tentaciones y dolor. Dios se hizo hombre, se hizo Jesús
para participar de la tentación, pruebas y sufrimiento de los hombres
y triunfar sobre ellos, para que pudiera ser un sumo sacerdote
comprensivo y compasivo. Cuando tenemos problemas, heridas o
estamos deprimidos, queremos expresar nuestros sentimientos y
necesidades con alguien que nos entienda. Jesús puede
compadecerse de nuestras debilidades…Nuestro gran sumo
sacerdote no es sólo misericordioso y fiel, sino perfectamente
comprensivo. Tiene una capacidad sin igual para compadecerse de
nosotros en cada peligro, prueba y situación que aparezca en nuestro
camino, porque Él ya pasó por todas estas cosas. En la tumba de
Lázaro el cuerpo de Jesús se estremeció. En el huerto de Getsemaní,
poco antes de su arresto, sudó gotas de sangre. Experimentó toda
clase de tentaciones y pruebas, toda clase de vicisitudes, toda clase
de circunstancias a las que alguien pudiera enfrentarse. Y ahora
mismo está a la diestra del Padre intercediendo por nosotros.”

Usaré una historia para que quede claro en nuestra mente y corazón
como Jesús es nuestro Sumo Sacerdote que nos comprende en todo:
Un predicador una noche, después de haber predicado sobre la
compasión de Jesús, un hombre se le acercó y le preguntó cómo
podía hablar de un Dios compasivo, comprensivo y amoroso. Le dijo
aquel hombre: “Si su esposa hubiera acabado de morir, como la mía,
y sus bebés estuvieran llorando por su madre que no regresaría
nunca, no estaría diciendo esas cosas”.
Pocos días después, la esposa de aquel predicador murió en un
accidente de tren…. Después del servicio, el predicador

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Jesús, el Hijo de Dios
desconsolado bajó la mirada al rostro silente de su esposa y luego se
volteó hacía los feligreses, dijo: “El otro día, cuando estaba aquí un
hombre me dijo que, si mi esposa hubiera acabado de morir y mis
hijos estuvieran llorando por su madre, no estaría en capacidad de
decir que Cristo era comprensivo y compasivo, o que era suficiente
para todas las necesidades. Si ese hombre está aquí, quiero decirle
que Cristo es suficiente. Mi corazón está roto, deshecho, pero hay en
él una canción que Cristo puso ahí. Quiero decirle a aquella persona
que Jesucristo está hablándome hoy palabras de consuelo”.

El hombre estaba allí, fue y se arrodilló junto al ataúd y aquel


predicador lo presentó a Jesucristo.
Tenemos un sumo sacerdote compasivo, cuyo sacerdocio es perfecto
y Él mismo es perfecto.

2. Jesús busca fruto de la higuera. v13


“Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba
en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era
tiempo de higos.”

Jesús ve a lo lejos una higuera con un follaje frondoso, lo cual se


esperaría que en ella hubiera fruto temprano que crecía junto con las
hojas – algunas veces el fruto precedía a las hojas – Sin embargo, al
acercase se da cuenta que eran solo hojas, como W. Hendricksen
escribe: ¡sólo tenía hojas! ¡Prometía mucho pero no daba nada! Es
verdad ¡No era tiempo de higos! Pero Jesús observa que este árbol en
particular, que crecía junto al camino y, por esto, probablemente en
un lugar protegido, era algo especial. Tenía bastantes hojas, al
parecer estaba en la plenitud de su follaje y, por tanto, podría
esperarse fruto de él. Pero nada de esto se encontró.

Encontramos este pasaje entre la narración de la entrada triunfal y la


purificación del templo. Aquí hay una unidad, no son narraciones
aisladas o sin unidad entre sí. Por tanto, la narración de la higuera
sin fruto nos lleva a pensar en Jeremías 8:13: “Los cortaré del todo, dice
Jehová. No quedarán uvas en la vid, ni higos en la higuera, y se caerá la
hoja; y lo que les he dado pasará de ellos.”
Dios, que ha plantado a su pueblo como vid o higuera, espera
frutos de él; no halla frutos. Si no, el rechazo total al Mesías y a su

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Jesús, el Hijo de Dios
Palabra. Existía una adoración externa muy admirable, pero no deja
de ser solo eso: algo externo. No había profundidad en su adoración,
su corazón endurecido se apartó de Dios y de su Ley, habían llegado
al punto en el que atrevidamente la tradición de los hombres pesaba
mucho más que la Palabra de Dios, dándole una interpretación
equivocada a la Ley. El hambre de Dios por hallar fruto que mostrará
que el reino en realidad pesaba sobre sus corazones, no era saciada.
Este es un llamado al pueblo de Israel a la conversión. El
llamamiento de Dios que se escucha en Jesús es a volver su corazón
al Señor; es a cortar el prepucio de su corazón, a rasgar en
arrepentimiento sus ropas, y creer en Jesús como el Salvador. Israel
es la nación que se supone reflejaba la gloria de Dios, la nación que
las demás voltearían a él y conocer al Dios verdadero. Sin embargo,
eso no sucedió, inclinaron su corazón a los ídolos de las naciones,
amaron más las costumbres de los pueblos paganos, abrazándolas
con fuerza, y así rechazando a Dios y a su Ley. Ni fríos ni calientes,
tibios en sus corazones, ya que eran “muy celosos” de sus
costumbres. Esto solamente los convertiría en sepulturas adornadas
por fuera y llenas de inmundicia por dentro. Ellos tenían la Palabra
de Dios (Hojas de la higuera) Pero no había fruto en ellos – hablamos
de la praxis – sus vidas no reflejaban que estaban llenas de ella,
carecía de obras.

3. Jesús maldice la higuera sin fruto. v14


“Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y
lo oyeron sus discípulos.”

Al no hallar fruto en el árbol, Jesús pronuncia un fuerte juicio


contra él: “Nunca jamás coma nadie fruto de ti.” Este milagro es
calificado como “milagro de castigo”. Encontramos esta narración
entre la entrada triunfal y la purificación del Templo, porque aquí
vemos el sentimiento de rechazo hacia Jesús que había en el corazón
del Pueblo. Pero vemos algo mucho más que el juicio de Dios sobre
Israel como nación, el pasaje nos revela a Cristo como quien tiene
autoridad para emitir un juicio sobre Su pueblo.

Sin embargo, tenemos que tener en claro que el rechazo a Cristo no


es general; entre el pueblo hay quienes se han arrepentido y creído
en él. El apóstol Juan escribe que: “A lo suyo vino, y los suyos no le

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Jesús, el Hijo de Dios
recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios…” (Juan 1:11-12).
Entonces, en el pasaje encontramos nuevamente el llamamiento de
Dios al arrepentimiento y la fe. Por esto encontramos en el versículo
22, un llamamiento a tener fe en Dios: “Respondiendo Jesús, les dijo:
Tened fe en Dios”. Una fe sincera y cada vez mayor, hasta que sea
capaz de mover los montes. Una fe en Jesucristo, quien fue hecho
carne, y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad. Por esto
el señalamiento a la hambruna en el versículo 12.

¿Qué miró la iglesia primitiva en esta narración?


La iglesia primitiva, miró en esta narración, que debía aplicar así
misma todas las palabras y acciones de Jesús. Para ella hay un
llamamiento en la enseñanza y ministerio de Jesús, que no puede
dejar de escuchar: a estar siempre dispuesta al arrepentimiento y a la
fe. Comprendió que tener la Palabra junto con tener un corazón
incrédulo no es lo que Dios pide de la iglesia. Esto equivale a, un
desconocimiento espantoso de parte de Dios de todo aquel que así
vive el “cristianismo”.

Recordemos las Palabras finales del sermón del monte,


pronunciado por Jesús: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen
uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 así, todo buen árbol da
buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol
dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no
da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los
conoceréis. Nunca os conocí. 21 No todo el que me dice: Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre
que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en
tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os
conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” (Mateo 7:16-23) .La iglesia
primitiva comprendió que el reino de Dios sólo puede darse en un
pueblo que lleva sus frutos.

Schnackenburg R. El Nuevo Testamento y su mensaje.

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Jesús, el Hijo de Dios

PARA NUESTRA ESPIRITUALIDAD


El pasaje es un llamamiento a la iglesia actual, y que afirma tener
la Palabra de Dios a demostrar con sus obras que el Reino de Dios se
da en ella. Puedo yo ser un tremendo predicador, que domina de
manera inteligente las doctrinas de la iglesia, pero no vivir lo que
predico. Puedo predicar de manera muy convincente sobre el
servicio y el amor a la obra de Dios, pero ignorar el llamamiento a
servir, y buscar cualquier justificación para no hacerlo ¿Qué soy
entonces? Una higuera frondosa sin fruto solamente, que le espera –
si no hay arrepentimiento y fe – una horrenda experiencia de Juicio.
Amada iglesia: No seamos solamente oidores de la Palabra, sino
hacedores de ella. Busquemos aquella adoración profunda, la del
corazón quebrantado. Pongamos nuestra esperanza en Cristo.
AMÉN

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Jesús, el Hijo de Dios

Marcos 12:1-12 – Martes

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Jesús, el Hijo de Dios

Día de Parábolas –
Martes
Sermón # 3 Texto: Marcos 12:1-12

Los labradores malvados

Introducción
Recordemos que este día martes, Jesús está en el Templo, quizá
era de mañana, y los líderes religiosos habían cuestionado la
autoridad con la que él hacia las cosas. Por ejemplo: la entrada
triunfal y la purificación del Templo.
Ellos rehusaron reconocer la grandeza y autoridad de Jesús,
abiertamente. Siendo claros: Los líderes religiosos de la nación, de
una forma explícita, rechazaron a Jesús como el Hijo de Dios.

El capítulo que nos atiende inicia con las siguientes palabras:


“Entonces comenzó Jesús a hablarles por parábolas”. Quiere decir que no
solamente Jesús narró una parábola, sino que expuso más de una, en
esa ocasión.
Esto lo podemos corroborar al leer el pasaje paralelo de Mateo
21:2822:14; que nos presenta una trilogía de parábolas que están
estrechamente relacionadas: 1. La Parábola de los dos hijos; 2. La
Parábola de los labradores malvados – qué es la única que Marcos nos
presenta –; y 3. La Parábola de la fiesta de bodas.

22
Jesús, el Hijo de Dios
Aquel día martes por la mañana, entonces, en realidad Jesús
pronuncio tres parábolas. Es por esta razón, que Marcos usa el plural
“parábolas”, aunque él solamente hiciera referencia, a una de estas
tres nada más.

La parábola que Marcos registra fue la de los “labradores malvados”


e inicia de esta manera:

“Un hombre plantó una viña, la cercó de vallado, cavó un lagar, edificó
una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. 2 y a su tiempo
envió un siervo a los labradores, para que recibiese de éstos del fruto de la
viña.”

1. Este viñedo era muy especial.


“Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar,
construyó la casa del guarda”, la arrendó a unos labradores y se marchó al
extranjero”.

Debemos prestar mucha atención a la manera en la que el dueño del


viñedo cuida de él:

“Este hombre separó parte de su terreno para una viña. Plantó vides en
aquella parcela, la cerró con una cerca para protegerla contra ladrones y
animales, y la dotó de un lagar y una torre. El lagar generalmente
consistía de dos excavaciones hechas en la tierra y bien acondicionadas y
terminadas con piedra, o labradas en la roca. La cavidad superior, ancha y
poco profunda, servía para recibir las uvas. Aquí los pisadores del lagar
las chafaban (aplastaban)* con los pies (cf. Is. 63:2, 3). Mediante un tubo,
el mosto (Jugo extraído de la uva) * corría hacia el compartimento inferior
que era más angosto y profundo. Después se echaba en cántaros (cf. Hag.
2:16). La torre o atalaya se solía construir con las mismas piedras que se
recogían al limpiar el terreno para la viña (cf. Is. 5:2). Un vigía
permanecía en dicha torre para prevenir contra los merodeadores,
chacales, y zorras (Cnt. 2:15). La torre también se usaba como lugar de
almacenamiento.”1

Es notable, entonces, en la parábola, el énfasis que se pone al


cuidado de parte del Dueño del viñedo a su plantación. Estas
palabras eran tan claras para cualquier judío que las escuchó.

23
Jesús, el Hijo de Dios
Ellos conocían el cántico de la viña que se cantaba en Isaías 5:1-7 y
escribe así:

“Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi


amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y
plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y
hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas
silvestres. Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad
ahora entre mí y mi viña. ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no
haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas
silvestres? Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré
su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que
quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos;
y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella. Ciertamente
la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá
planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí
clamor.”

Por tanto, Jesús se refiere a Israel como nación cuando menciona la


viña plantada. El dueño es el Padre, quien llama por medio de un
pacto a Israel para ser su pueblo.
Una vez que el dueño de la viña, la deja en condiciones optimas
para el cultivo; la renta a unos agricultores, quienes debían
entregarle al dueño una cantidad de la cosecha. Después de hacer el
acuerdo, el dueño “se fue lejos” o se ausento de casa.

¿En que consistía entonces el contrato entre el dueño y los


que rentaron la huerta de uvas?
El acuerdo consistía en lo siguiente: “Dejaré que administréis esta viña
y cosechéis el fruto para uso propio con el compromiso de que al llegar el
tiempo de la cosecha me entreguéis una parte de la uva”. 2

La iglesia es la esposa de Cristo. El Padre, de entre toda la raza


humana caída, escogió pecadores, y los entrego a Jesús el Cristo,
para que los redimiera, e hiciera de la iglesia su esposa. El pueblo de
Dios, es entonces, como esta viña, muy especial. Y el Señor, en su
gracia y soberanía, ha contratado obreros para trabajar esta viña

24
Jesús, el Hijo de Dios
especial. Es necesario que cada uno de estos trabajadores, se hallado
fiel cuando Jesús el Cristo, regrese.

2. Una actitud malvada e ingrata. V2-5


“Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de éstos
del fruto de la viña. Mas ellos, tomándole, le golpearon, y le enviaron con
las manos vacías. 4 volvió a enviarles otro siervo; pero apedreándole, le
hirieron en la cabeza, y también le enviaron afrentado. 5 volvió a enviar
otro, y a éste mataron; y a otros muchos, golpeando a unos y matando a
otros.”

Cuando llega el tiempo de cortar la uva y venderla; el dueño de la


huerta envía un siervo (esto significa que esté trabajador estaba
investido con la autoridad de su amo), para hacer el reclamo en
nombre de su amo de la entrega de la parte del fruto acordada. Esta
era una petición totalmente justa, porqué era el acuerdo establecido
entre el dueño y los hombres que rentaron la huerta. Pero ¿qué
sucede? “Mas ellos, tomándole, le golpearon, y le enviaron con las manos
vacías.” v3
Estos hombres demostraron que eran en verdad malvados, sin
vergüenzas, deshonestos y crueles. El siervo pidió la parte de la
venta que le correspondía legalmente al dueño, pero fue rechazado.
No sólo esto, sino incluso lo amarraron como si fuera un criminal, y
le dieron una paliza. Cuando finalmente lo soltaron, regresó al
dueño con las manos vacías.
v3 “Volvió a enviarles otro siervo; pero apedreándole, le hirieron en la
cabeza, y también le enviaron afrentado. 5 volvió a enviar otro, y a éste
mataron; y a otros muchos, golpeando a unos y matando a otros.”

Aquellos labradores golpearon y mataron a muchos siervos del


dueño de la viña.
Para los que escuchaban la Parábola, el comportamiento tan
malvado de parte de estos hombres era una indignante crueldad y
una clara demostración de ingratitud.
Es claro que los siervos del amo representan en la parábola a todos
los siervos y profetas de Dios que antes de Cristo anunciaron al
pueblo de Israel la Palabra del Señor. Y así de claro también es la
actitud de rechazo a la Palabra de parte del pueblo. Jesús dijo:

25
Jesús, el Hijo de Dios
“Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son
enviados!” (Mateo 23:37)

Una nación que rechaza la Palabra de Dios, está condenada al


infierno. Pero rechazar la Palabra no se manifiesta en una actitud
violenta solamente.
Cuando se escucha la Palabra ¿Qué actitud tomamos al mensaje?
Amados hermanos, el mensaje del Evangelio siempre provocará
incomodidad en aquellos corazones endurecidos por el pecado, el
mensaje del Evangelio en verdad incomoda, pero incomoda a aquel
que se ha distraído con los ofrecimientos que él mundo expone. El
Evangelio incomoda para llamarnos al arrepentimiento; el Evangelio
nos muestra claramente la gracia de nuestro Dios, el Cuál nos llama
a venir a refugiarnos en Su Hijo Jesucristo.
Por tanto, amados hermanos, siempre que alguien se ponga de
pie en este púlpito para anunciarnos la Palabra de Dios, recordemos
las palabras del apóstol Pablo en 2 Corintios 2:17 que dicen:
“Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios,
sino que, con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios,
hablamos en Cristo.”

3. Una decisión que manifiesta gracia. v6-8


“Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos,
diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. 7 mas aquellos labradores dijeron
entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra. 8
y tomándole, le mataron, y le echaron fuera de la viña”.

Al ver que aquellos hombres malvados se rehusaban a cumplir con


el trato, y en vez de hacerlo, golpearon y mataron a sus siervos. El
dueño de la viña envía a quien según él respetarían: Su Hijo amado.
Pero ¿qué sucede? Cuando estos malvados labradores ven llegar al
hijo, comienzan a fraguar un complot. Se consultan entre sí. En
consecuencia, lo que van a hacer no es meramente por impulso del
momento. Al contrario, es una “perversidad premeditada”, es el
resultado de inicua deliberación, y de un designio criminal y egoísta.
Es un asesinato premeditado. Razonan de la siguiente manera: “Este
es el heredero. Cuando le matemos no habrá más heredero por quien

26
Jesús, el Hijo de Dios
preocuparnos. De modo que la heredad que le corresponde será
nuestra”.

Los villanos llevan a cabo su malvado plan.

Cuando el hijo llega, lo toman, lo echan fuera de la viña y lo matan.


En su siniestra necedad olvidan que el dueño, el padre del hijo, aún
vive y sin duda tomará venganza.
¡El pecado es completamente necio! ¡Qué absurdo! “El que mora en los
cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos” (Sal. 2:4). Las personas se
burlan, dicen: ¡No hay Infierno! Se embriagan, fornican, adulteran,
mienten, viven sus días como vivían los hombres en tiempos de Noé.
Rechazan la predicación del Evangelio, critican con facilidad a
quienes les predican el Evangelio, se burlan de la Iglesia. El día que
menos esperan caerá sobre ellos el mazo de la justicia de Dios,
entonces llorarán y querrán arrepentirse, pero ya no habrá más
oportunidad. ¡Hoy es la oportunidad de Creer en el Hijo! ¡Hoy es la
oportunidad de refugiarse bajo la sombra de su cruz!

Amado hermano y Amada hermana, nosotros que somos salvos de


la ira de Dios, vayamos a las personas, ellos no están conscientes del
horror del infierno, están muertos en sus delitos y pecados, nosotros
que conocemos la verdad, por la gracia e iluminación del Espíritu
Santo, vayamos a sus hogares, publiquemos el evangelio en esta
comunidad, por que el tiempo se acerca.

4. Explicación de la Parábola. v 9-12

“¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá a los


labradores, y dará su viña a otros. 10 ¿Ni aun esta escritura habéis leído:
La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del
ángulo; 11 El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
12 y procuraban prenderle, porque entendían que decía contra ellos
aquella parábola; pero temían a la multitud, y dejándole, se fueron.”

¿Qué, pues, hará el señor de la viña? La respuesta, que aquí en


Marcos se presenta como dada por Jesús mismo, es: “Vendrá, y
destruirá a los labradores, y dará su viña a otros.” En otras palabras,

27
Jesús, el Hijo de Dios
no son los labradores sino el dueño de la viña quien triunfa al final.
Y así sucede también con el hijo, como luego se verá. Aquí el
significado de la parábola empieza a emerger. El “dueño” es Dios, y
su hijo es Jesús el Cristo. Esta es la clave de la explicación de las
palabras que siguen de inmediato en los versículos:

“¿Ni aun esta escritura habéis leído: La piedra que desecharon los
edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo; 11 ¿El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?”
Jesús deja sorprendidos a sus oyentes, especialmente a sus
enconados adversarios—los principales sacerdotes y los escribas y
los ancianos (11:27, 28)—al recordarles este pasaje del Salmo 118:22,
23. Este salmo, describe una situación semejante. Los edificadores
habían rechazado una piedra. Significado: los dirigentes, la gente
p ro m i n e n t e d e o t r a s n a c i o n e s , h a b í a n d e n i g r a d o c o n
escarnecimiento a Israel. Sin embargo, Israel había llegado a ser, en
sentido muy verdadero, la piedra angular, la cabeza de las naciones
(Sal. 147:20). Esto, además, no había sucedido por su propia
excelencia moral y espiritual, ni por su poder. Al contrario, este
maravilloso hecho lo había realizado el Señor.

Jesús muestra ahora que las palabras del Salmo 118 alcanzan su
cumplimiento final en “el hijo del dueño”, es decir, en él mismo, el
verdadero Israel. Él es aquella piedra que estaban rechazando los
principales sacerdotes, escribas, ancianos y sus seguidores; al igual
que en el Calvario le rechazó la nación entera (“¡Crucifícale,
crucifícale!”). Véase Jn. 1:11. Pero algo maravilloso iba a suceder; la
piedra desechada vendría a ser la piedra angular: ¡El Cristo
crucificado se levantaría de forma triunfante! ¿Y qué ocurriría con la
nación, es decir, con el Israel no convertido, los que estaban
rechazando al Mesías? “De vosotros”, dice Jesús, “será quitado el
reino de Dios”, es decir, les quitarán los privilegios especiales del
reino, la posición especial ante los ojos de Dios que habían
disfrutado en la antigua dispensación, a la cual ahora se habían
añadido las benditas obras y palabras de Jesús. ¿Por qué? Porque no
habían vivido de acuerdo a sus obligaciones. Habían sido como los
labradores que al llegar la vendimia se habían negado a entregar al
dueño la parte de la cosecha que le correspondía. Así que, se

28
Jesús, el Hijo de Dios
levantaría—¿no estaba ya comenzando a suceder? —“una nación
que produciría fruto”, una iglesia formada por judíos y gentiles.
Así pues, el énfasis—la lección principal—de la parábola se puede
expresar brevemente con las palabras del Salmo 2:12:

“Besad (o: rendid homenaje) al hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el


camino; pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que
en él confían”.

29
Jesús, el Hijo de Dios
Para Nuestra Espiritualidad

La paciencia de Dios
En la parábola, cuando aquel primer siervo vuelve a su señor con las
manos vacías, y el cuerpo todo lastimado, ¿Qué hace el dueño de la
viña? Envía a otro de ellos. Así sucesivamente, hasta que, decide
enviar a su hijo. Razona: A mi hijo sí respetarán, y honrarán ¿Pero
que es lo que sucede? Lo asesinan de una manera vil. La parábola,
claramente, nos muestra la paciencia de este terrateniente. Así es
Dios. Él muestra su paciencia para con el mundo. Sin embargo, la
paciencia de Dios tiene un día y una hora para que se vuelva en
juicio. Dios es amor, pero también es justicia.

1. Hendricksen W. Comentario al Nuevo Testamento Marcos. Libros Desafío


* Usé sinónimos para que fuera entendible a la audiencia.
2. Hendricksen W. Comentario al Nuevo Testamento Marcos. Libros Desafío

30
Jesús, el Hijo de Dios

Marcos 14:3-11 – Miércoles

31
Jesús, el Hijo de Dios

Día de retiro –
Miércoles
Sermón # 4 Texto: Marcos 14:3-11

Jesús es ungido en Betania y el pacto de entrega

Introducción
El versículo tres comienza a relatarnos una nueva historia. Para
hacerlo tiene que retroceder unos pocos días, desde el martes (de los
versículos 1y2), a la tarde del sábado anterior cuando se organizo en
Betania una comida en honor a Jesús. Esta historia también es
narrada en el evangelio de Juan, y tomaremos este evangelio para
enriquecer el sermón, con datos que, Marcos no hace mención.

32
Jesús, el Hijo de Dios
1. Gratitud y devoción v3
“Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la
mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro
de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su
cabeza.”
Jesús se encuentra en casa de una persona llamada Simón, a quien
señalan que había sido leproso – quizás Jesús le había sanado – Está
Jesús comiendo con sus amigos, y sentado a la mesa con él, se
encuentra Lázaro, al que había resucitado de los muertos, sus
discípulos, y quizás algunos otros que el texto no hace mención. La
comida estaba siendo servida, según el evangelio de Juan, por
Marta, hermana de Lázaro (cf. Juan 12.2).
Es obvio que la comida fue motivada por amor al Señor,
específicamente por la resurrección de Lázaro y la curación de
Simón, el que había sido leproso. Ellos están – como era la costumbre
en aquel tiempo – reclinados a la mesa, y de pronto “vino a él una
mujer” con un vaso o pomo hecho de un material que es conocido
como “alabastro” – el alabastro es un tipo de piedra blanca parecida
al mármol – que contenía una cantidad muy apreciable de un
perfume muy costoso que se había extraído de la planta conocida
como “nardo”.
La mujer, sin aviso previo se coloca por detrás de Jesús, quebró el
frasco, y lo derrama sobre él. Cabeza, hombros y pies de Jesús son
ungidos con el perfume, era de tan buena calidad este perfume, que
la casa de Simón se llenó de su fragancia.

Según el evangelio de Juan es María (cf. Juan 12:3) – aquella que


sentada a los pies de Jesús, escuchaba sus palabras – la que derrama
este perfume sobre él. En María, tenemos la imagen de un creyente
agradecido. ¡María derramó su corazón en agradecimiento y
devoción! Y no solamente en María vemos la gratitud expresada a
Jesús, también en su hermana Marta, quien servía la comida, en
Lázaro, quien se encontraba a su lado, y en Simón, quien ofrece su
casa para brindar una comida en honor a Jesús.
Por tanto, el texto de entrada ya nos está mostrando su propósito
respecto al comportamiento que la iglesia debe tener ante Jesús:
¡Una sincera devoción! ¡Una gratitud genuina en el corazón!

33
Jesús, el Hijo de Dios
2. Hipocresía y degradación v4-5
“Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha
hecho este desperdicio de perfume? Porque podía haberse vendido por más
de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban
contra ella.”
Sin embargo, aquel acto realizado por aquella mujer piadosa, no
agradó a muchos; en especial aquel que estaba dentro del grupo de
los doce, pero que no pertenecía a la iglesia de Cristo. El pasaje dice:
“Y hubo algunos que se enojaron dentro se sí…” Ese “algunos”
corresponde a “discípulos”: ¡Algunos discípulos!
De acuerdo al texto, parece ser que la raíz de la molestia era que
María había realizado un acto imprudente. Ella podía haber donado
ese perfume al grupo de discípulos – que es la iglesia – y así ellos
pudieran venderlo y el dinero ser dirigido para la ayuda a los
pobres:

“…y dijeron: ¿Para quéé se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque


podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a
los pobres.”

¿Quien de estos discípulos “piadosos” y “preocupados por los


pobres”, fue el que objetó más duramente? El evangelio de Juan nos
dice:
Juan 12:4-5 “Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el
que le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por
trescientos denarios, y dado a los pobres?”
El “piadoso y preocupado” Judas Iscariote, opina que el dinero en
que este perfume podía y, según su modo de pensar, debía haberse
vendido, habría sido una generosa donación para los pobres. Pero:
¿De dónde viene esta preocupación? ¿Cual es su verdadera
motivación? Nuevamente el evangelio de Juan nos dice:
Juan 12:6 “Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque
era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.”

Judas Iscariote era el tesorero del grupo, y su preocupación no era,


de acuerdo al texto, el bienestar de los pobres, sino que su corazón
estaba lejos del Señor, por tanto, tomaba de la tesorería para sí, y esta

34
Jesús, el Hijo de Dios
gran suma de dinero que generaría la venta del perfume, le caería
muy bien a su bolsillo.
Pero el centro del pasaje no está en que Judas era un ladrón. Sino en
marcar una diferencia entre la iglesia visible e invisible.

“Es común que los están mas alejados de Dios se jacten de estar
cerca de la iglesia.”
- Matthew Henry -

Dentro de la comunidad de gracia, siempre van existir personas que


no pertenecen a la iglesia. Juan escribe respecto a esto, cuando dice:
“Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de
nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se
manifestase que no todos son de nosotros.” (1 Juan 2:19)
Algunos no saldrán de la iglesia, pero sus vidas manifestarán que
no son de la iglesia de Cristo. Esa es la razón por la que debe
predicarse en la iglesia constantemente el arrepentimiento. Porque
entre nosotros, hay quienes no son de nosotros. O quienes aún no
han entregado su corazón a Cristo. Por eso se comportan de una
manera no cristiana.

Entonces, el pasaje nos muestra un contraste entre la acción piadosa


y llena de devoción de María que demuestra fidelidad a Cristo,
contra la acción egoísta de Judas Iscariote, llena de codicia, y que
demuestra traición a Cristo.
3. Defensa y amor. 6-7
“Pero Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho.
Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis
hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis.”

Inmediatamente, Jesús sale a la defensa de la mujer. Dice: ¡Déjenla! Y


luego continua literalmente: ¿Por qué la molestan? Esta mujer había
hecho algo hermoso para Cristo, él mismo reconoce esta acción como
“una buena obra”. No era que Jesús no le importaran los pobres, de
acuerdo a lo que enseña las Escrituras, esta era una preocupación
importante en el corazón de Cristo, y que era atendida (cf. Mt. 5:7;
6:2–4; 12:7; 19:21; Lc. 6:20, 36–38; 7:22; 14:13; Jn. 13:29.) Pero habría
muchas otras oportunidades para atender las necesidades de los
pobres. Pero la oportunidad para honrar y expresar el amor a Jesús

35
Jesús, el Hijo de Dios
estaba apunto de terminar. Getsemaní, Gabbatha y Gólgota estaban
ya a la vista. Lo que María había hecho era perfectamente correcto,
incluso hermoso.

Jesús defiende a los suyos, aún de aquellos que dentro de la iglesia


atentan contra ellos. Atentar contra la iglesia es atentar contra Cristo
mismo. Y eso es algo que no podemos ignorar. ¡Déjenlos! ¿por qué
los molestan? es una orden que viene de Cristo mismo. Amados:
hagamos un auto-examen de nuestros corazones, recordemos que él
jefe y Cabeza de la Iglesia es Cristo, y el trato entre nosotros debe ser
de iguales.

4. Simpatía de una buena oyente de la Palabra. v8


“Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo
para la sepultura.”

¿Quién era María? Lucas 10:39 dice: “Esta tenía una hermana que se
llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.”
Aparte de ser hermana de Lázaro y Marta, lo que Lucas nos dice de
ella es, que era una persona que amaba escuchar con fe las Palabras
de Cristo. Entonces ¿Ella habrá escuchado acerca de la inimitable
muerte del Salvador?

“María sabía lo que hacía. De hecho, creía que al poco tiempo Jesúss sería
entregado a la muerte por sus enemigos. ¿Tendrían sus amigos la
oportunidad de ungir su cuerpo? Pero este honor no ha de dejar de
dársele. ¡María le debe tanto, tantísimo a Jesús! Le debe la salvación, y ...
el retorno de su hermano Lázaro del reino mismo de la muerte. Por ello
había decidido guardar el ungüento para el día de la sepultura del Señor.
Pero no en el sentido de que deseara literalmente guardar el frasco hasta
que ese día llegara de verdad, porque podría resultar demasiado tarde; sino
así que lo guardaría hasta que se presentara una buena oportunidad, y
entonces lo ungiría en anticipo de su sepultura. ¡Ese momento era ahora o
nunca!”

Entonces, no debemos descartar la posibilidad de que María estaba


consiente de preparar a Jesús para la sepultura. Por tanto, que
importante es acercarse con fe a escuchar la Palabra del Señor. Aquel
que se acerca con fe a escuchar las Palabras de Cristo, no ignorará la

36
Jesús, el Hijo de Dios
voluntad de Dios. ¡Vengan hermanos! no se trata de lo que el hombre
dice, sino de lo que sale de la boca de Dios, y estas Palabras de Vida,
las escuchamos por medio de la correcta predicación de la Palabra.
El hombre no es capaz de convencer a nadie por si mismo, es la
Palabra la que unida al Espíritu realiza esa obra.

El Sermón de Knox que llenó de ira al esposo de la reina


María.
En julio de 1565 la reina María Estuardo de Escocia contrajo
matrimonio con Lord Darnely, un joven noble que se pasaba al
bando católico o protestante según le conviniera. A veces iba a misa
con la reina y a veces asistía a escuchar los sermones en la iglesia
reformada.
El 19 de agosto hizo una solemne aparición en la iglesia de San Giles
sentándose en un trono especial que se había preparado para su
recepción. Lo que Lord Darnely no sabía era que, en esa ocasión, el
predicador sería John Knox.
La lectura bíblica que correspondía a ese día era Isaías 26.13-21 que
empieza diciendo : “Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han
enseñoreado de nosotros…”. La predicación de John Knox se basó en
ella y, dentro del sermón, citó la sección de Isaías en donde leemos:
“Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores.” Y
“Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de
él.” (Isaías 3:4,12). Explicando estos versículos mencionó que Dios
castigó a Acab porque no corrigió a su idólatra esposa Jezabel.
Aunque John Knox en su sermón no hizo ninguna aplicación a la
situación que vivía Escocia, el reciente esposo de la reina, que
esperaba ser reconocido y adulado, regresó sumamente irritado
contra John Knox porque interpretó que el joven príncipe era él y la
idólatra Jezabel, su esposa la reina María.
No hicieron falta aplicaciones directas por parte del ferviente
reformador escocés ya que la pura Palabra confrontó fuertemente al
reciente esposo de la reina.
Cuando somos nosotros quienes hablamos por la Palabra de Dios no
convencemos ni a nadie, pero cuando dejamos que sea la Palabra de
Dios la que hable… ¡vaya que reprende y convence!

37
Jesús, el Hijo de Dios
5. Gratitud y devoción vienen por Gracia de Dios. v9
“De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo
el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.”

Al estudiar esta parte del texto Bíblico, podemos inclinarnos a pone


nuestro enfoque en la “buena obra” de María, para con el Salvador.
Este error puede conducirnos a olvidar que, lo que ella hizo fue sólo
un reflejo de la propia gracia de Dios para con ella. Podemos darnos
cuenta de la ternura, con la que Jesús la defendió, pero no debemos
olvidar que, Jesús derramó su sangre, también por los pecados de
María. ¿A caso no debe llevarnos a una adoración sincera, este
conocimiento revelado a través del Evangelio, de como hemos sido
salvados del infierno, por Dios mismo?
Tanto es el amor del Salvador por los suyos que, en el ejemplo de
María, podemos identificarnos, como iglesia, siendo defendidos por
nuestro Señor. Su corazón se conmueve por nosotros, siendo viles
pecadores. Aquí se cumple lo que la Biblia revela en Romanos 5:8:
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros.” El teólogo Reformado, Guillermo
Hendricksen escribe al respecto:

“Así pues, la verdadera lección de este pasaje es que Dios, cuya imagen es
Cristo (Heb. 1:3), halla intenso e infinito deleite en recompensar la
fidelidad de los que le honran. Cada vez que enumeramos sus muchos y
gloriosos atributos, también debemos poner debida atención en el hecho de
que él es ciertamente “galardonador de los que le buscan” (Heb. 11:6).

6. El enojo del traidor. v10-11


“Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes
para entregárselo. Ellos, al oírlo, se alegraron, y prometieron darle dinero.
Y Judas buscaba oportunidad para entregarle.”

¿Qué fue lo que hizo que Judas llegase a ser el traidor que
entregó a Jesús?
Judas Iscariote fue el principal difamador de María de Betania (cf.
Juan 12:45). En realidad, él estaba muy molesto por la obra que ella

38
Jesús, el Hijo de Dios
había realizado para con Jesús. Definitivamente, su corazón no
estaba con los pobres, como él mismo lo había expresado
hipócritamente. Quizá su actuar fue motivado por la revelación que
Jesús hizo a sus Esto quizá pudiera haber contribuido a la decisión
del traidor. Otra cosa que pudiera haber motiva su traición fue el
escuchar acerca de la muerte de Cristo ¿Pensaría Judas que la muerte
de Cristo seria una derrota? Debería haber tomado en serio las
palabras que el Maestro había dicho poco antes: “Porque todo el que
quiera salvar su vida, la perderá; pero todo el que pierda su vida por causa
de mí y del evangelio, la salvará” (Marcos 8:35).

Pudieron haber influido muchos factores para traicionar a Jesús. Lo


que sí debe quedarnos firmemente en el pensamiento, es que el
corazón de Judas Iscariote, aunque parte del grupo de los doce, no
era un corazón que fuese regenerado. Su obstinación al pecado, y la
ausencia de la gracia de Dios en él, definitivamente lo llevaron,
siendo el responsable de su pecado, a la entrega de Jesús. Ya nuestro
Salvador lo había revelado: “A la verdad el Hijo del Hombre va, según
está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es
entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido.” (Mateo 26:24)
El corazón no regenerado pensará que no es tan pecador como otros.
Pensará que su vida no necesita de arrepentimiento. Sin embargo, el
mayor pecado no es precisamente ser pecador, sino ser pecador y no
reconocerlo dentro del corazón. Esta es la importancia de predicar el
arrepentimiento constantemente en la iglesia.
El pasaje termina con el trato entre Judas y el Sanedrín:
“Ellos, al oírlo, se alegraron, y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba
oportunidad para entregarle.”
Naturalmente, los sacerdotes se alegraron al ver que uno de los
discípulos de Jesús se ofrecía para ayudarles. El versículo once
supone un dialogo entre Judas Iscariote y el Sanedrín:

– Judas: “¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?”


– Los principales sacerdotes: “Prometemos darte treinta piezas de plata
tan pronto como decidas entregarlo en nuestras manos”.
– Judas: “Estoy de acuerdo”.
–Los principales sacerdotes, después de pesar el dinero: “Aquí están las
treinta piezas de plata”. Judas las toma y se retira.

39
Jesús, el Hijo de Dios

1 Hendricksen W. Comentario al evangelio de


Marcos. 2 Hendricksen W. Comentario al evangelio
de Juan 3 Presbítero Artemio Vélez.
4 Hendricksen W. Comentario al evangelio de Marcos.

Para Nuestra Espiritualidad


El Pasaje nos sigue mostrando la Soberanía de Dios en la Salvación.
El acto de María solamente es una respuesta a la Gracia de Dios. De
la misma manera, la traición del Iscariote, es un acto que viene de la
Soberana voluntad de Dios. Sin embargo, hay una parte de
responsabilidad tanto en María como en Judas y el sanedrín.
Amados: miremos en lo profundo de nuestro corazón con toda
honestidad, y seamos responsables ante Dios por nuestra conducta.
Él nos llama a tomar la actitud de María: Gratitud y Devoción. Él nos
llama a orar para que nuestra vida sea restaurada.

40
Jesús, el Hijo de Dios

Marcos 14:12-16 – Jueves

41
Jesús, el Hijo de Dios

Día de intimidad –
Jueves
Sermón # 5 Texto: Marcos 14:12-16

Jesús instituye la Santa Cena

Introducción
La iglesia cristiana reconoce como únicos sacramentos: El
bautismo y la Santa Cena - un sacramento es una señal visible del
evangelio. En los sacramentos podemos oler, probar, sentir la buena
noticia de Cristo - Es importante, y es una de las marcas de la
“iglesia verdadera” la correcta administración de los sacramentos.
El pasaje que hoy estaremos estudiando es muy importante, ya
que estaremos tratando el tema relacionado a la institución de uno
de estos sacramentos: La Cena del Señor.
El centro de la vida y adoración de los primeros cristianos era la
celebración de la cena del Señor. La iglesia del primer siglo se reunía
para juntos celebrar lo que ellos llamaban “ágape” o “comida de
amor” - Judas escribe a los cristianos de su época que tengan
cuidado de los falsos creyentes, ya que estos son “…manchas en
vuestros ágapes…” - (Judas 12) Refiriéndose a aquellas personas no
cristianas que participaban de una forma indigna en la Cena del
Señor.
También se le llama Cena del Señor porque se hacia referencia a la
última cena que Jesús tuvo con sus discípulos en el aposento alto la
noche antes de su muerte. Acontecimiento que leemos en Marcos
14:12- 25.
Pero, ¿Dónde tiene sus raíces la cena del Señor? Para responder
está pregunta, debemos remontarnos al Antiguo Testamento, a la
celebración de la Pascua.

42
Jesús, el Hijo de Dios
1. El significado de la Pascua
El contexto inmediato en el que Jesús instituye la Cena del Señor fue
la celebración de la fiesta de la Pascua con sus discípulos. Marcos
escribe:
12 “El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la
pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la
pascua?”

Como podemos ver, existe un vinculo entre la Cena del Señor y la


Pascua del A.T. Este pensamiento no solo existe en los autores de los
evangelios, sino también en el apóstol Pablo. Recordemos cuando él
le escribe a la iglesia de Corintio diciendo: “…porque nuestra pascua,
que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.” (1 Corintios 5:7) Por tanto,
está más que claro que la iglesia primitiva miró un vinculo entre la
muerte de Cristo y la celebración de la Pascua en el Antiguo
Testamento.
Pero ¿Que es la Pascua? ¿Por que fue instituida por Dios como
fiesta solemne? ¿En que contexto se da la institución de la Pascua?
Para responder a estas preguntas, debemos ir a las páginas del AT, al
contexto histórico de la Pascua.

Debemos recordar que el pueblo hebreo estuvo esclavizado 400 años


en Egipto, cuyo implacable faraón luchó con Dios constante mente
en la liberación del pueblo. Ellos sufrían inmensamente, pero su
clamor no quedó sin ser escuchados por Dios (Éx. 3:7) La Escritura
nos dice que el Señor llamó a Moisés, quien se encontraba
pastoreando las ovejas de su suegro Jethro. Dios se le apareció a
Moises y le hablo desde la zarza ardiente diciendo: “No te acerques;
quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa
es.” (Éx. 3:5)
En ese encuentro Dios dirige a Moisés enviándolo nuevamente a
Egipto, al trono de faraón mismo a darle la orden de liberar al
Pueblo de Dios. Sin embargo, Moisés no solamente fue enviado a
faraón, sino también al pueblo, con el propósito de entregarle a ellos
la Palabra del Señor. Recordemos que Moisés se consideró incapaz
de dar el mensaje al Pueblo de Dios, sin autoridad delante de faraón,
o del pueblo hebreo. En esencia, Moisés dijo: “¿Por qué me iban a
seguir? ¿Por qué tendrían que creerme?”. Y para parafrasearlo, Dios le
respondió: “Mira, tú vas a ir. Les dices que yo he oído el clamor de mi

43
Jesús, el Hijo de Dios
pueblo, y le dices al faraón que yo digo: ‘Deja ir a mi pueblo para que pueda
venir a adorarme en el monte que les mostraré’, y le dices al pueblo que
empaque sus cosas y abandone al faraón y Egipto”. 1 Después de esto, se
dio una lucha de voluntad y poder de Dios por medio de Moisés y,
de los magos de faraón. Dios envió 10 plagas en total. En nueve de
ellas la escritura nos revela que parecía que faraón ya había cedido a
liberar al pueblo, pero en el momento en el que daba la orden, Dios
entraba y endurecía el corazón del faraón nuevamente. Esto sucedía
para que el pueblo reconociera que la liberación vino de la mano de
Dios y no de la gracia de faraón. Así que, una vez que el corazón de
faraón era endurecido nuevamente, seguía otra disputa y, Dios
enviaba otra plaga para azotar a los egipcios.
Hasta que finalmente faraón dijo a Moisés: “Retírate de mí;
guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi
rostro, morirás. Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.”
(Éx. 10:28-29)
Fue en este momento donde Dios le anuncia a Moisés la décima
plaga que él traería sobre los egipcios. Esta última plaga fue la peor
de todas porque implicaba la “muerte” de todos los hijos
primogénitos de “todos” los egipcios, incluido el primogénito de
faraón. Veamos lo que Dios le dice a Moisés:

Éxodo 11:1-9 “Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y
sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os
echará de aquí del todo. Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su
vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. Y Jehová dio
gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era tenido por
gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y a
los ojos del pueblo. Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la
medianoche yo saldré por en medio de Egipto, y morirá todo primogénito
en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su
trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo
primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor por toda la tierra de
Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá. Pero contra todos los hijos de
Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para
que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas. Y
descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán:
Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré.
Y salió muy enojado de la presencia de Faraón.Y Jehová dijo a Moisés:

44
Jesús, el Hijo de Dios
Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de
Egipto.”

En el capítulo doce de Éxodo, inmediatamente leemos que Dios


llama a Moisés e instituye la celebración de la Pascua. Esta misma
pascua es la que Jesús y sus discípulos celebran en el aposento alto, y
que el evangelio de Marcos – que junto con los otros tres evangelios
– nos narra. Veamos el capítulo 12 de Éxodo:

Éxodo 12:1-13 “Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto,


diciendo: 2 Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste
el primero en los meses del año. 3 Hablad a toda la congregación de Israel,
diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las
familias de los padres, un cordero por familia. 4 Mas si la familia fuere
tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino
inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas;
conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. 5 El
animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las
cabras. 6 Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará
toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. 7 Y
tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las
casas en que lo han de comer. 8 Y aquella noche comerán la carne asada al
fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. 9 Ninguna
cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza
con sus pies y sus entrañas. 10 Ninguna cosa dejaréis de él hasta la
mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. 11 Y
lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y
vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la
Pascua de Jehová. 12 Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto,
y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como
de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo
Jehová. 13 Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis;
y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de
mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.”

Esto es muy, pero muy importante, es decisivo para entender el


sacramento de la Santa Cena en el Nuevo Testamento, no solamente
como un recordatorio, sino como algo mucho más profundo. La
pascua apunta hacia una verdad de la Salvación que es crucial para
la vida del pueblo de Dios. Lo que Dios estaba diciendo a Moisés al
instituir la pascua es lo siguiente:

45
Jesús, el Hijo de Dios
“Tomen este animal, el cordero sin defecto, y mátalo. Tomen su sangre, y
marquen la entrada de sus casas. Pongan la sangre en el dintel y en los
postes de la puerta, como señal que los marca como el pueblo de Dios, de
manera que cuando venga el ángel de la muerte a destruir a los
primogénitos del país, y a ejecutar mi juicio sobre los egipcios, la
destrucción de ese juicio solo caiga sobre los egipcios. Voy a diferenciar
entre el pueblo que he llamado del mundo para que sea mi pueblo santo del
pacto, y aquellos que lo han esclavizado. Por lo tanto, mi ira caerá sobre
Egipto pero no sobre mi pueblo. El ángel pasará sobre cada hogar marcado
con la sangre del cordero”.2

¿Qué estaba pasando sobre las casas de los egipcios?


La ira de Dios, el juicio de Dios era sobre sus vidas. ¡Dios estaba
juzgando a una nación pagana! Por tanto, la señal en la puerta de las
casas de los hebreos – la sangre del cordero – era una señal de
liberación de la esclavitud. Pero hay algo más profundo en esto:
Todas aquellas casas que estuvieran marcadas en sus puertas con la
sangre del cordero, no experimentarían el juicio de Dios, la muerte
no pasaría por sus familias.

“La señal en el poste de la puerta, la señal marcada por la sangre del


cordero significaba que los israelitas serían rescatados de una calamitosa
exposición a la ira de Dios. Así que aquella noche vino el ángel de la
muerte y mató a los primogénitos de los egipcios, pero el pueblo de Dios
fue dejado con vida. Después de eso, Moisés los sacó de la esclavitud, a
través del Mar Rojo, y los guió hacia la Tierra Prometida, donde se
convirtieron en el pueblo de Dios bajo el pacto de Moisés, recibiendo la ley
en el Monte Sinaí. Ellos efectivamente salieron y adoraron a Dios en su
santo monte, pero como un recordatorio perpetuo de su redención, cada
año a partir de entonces, el pueblo de Israel obedeció la institución de la
Pascua. Se reunían en sus casas, y comían el alimento con las hierbas
amargas, y bebían el vino, todo lo cual hacían para recordar la salvación
que Dios había obrado para ellos en la tierra de Egipto. Ellos participaban
de esta celebración original con sus bastones en la mano, como personas
que están prestas a salir, prestas a marcharse en cualquier momento
porque el Señor dijo que debían estar listos para salir de Egipto, de la
esclavitud a la Tierra Prometida tan pronto como el faraón y sus fuerzas
fueran destruidas”. 3

46
Jesús, el Hijo de Dios
Para Nuestra Espiritualidad

La mayor desgracia que un hombre puede sufrir, no es la muerte de


algún familiar, ni el divorcio, ni ser diagnosticado con cáncer, o
perder todas sus posiciones. La mayor desgracia que un hombre
puede sufrir es tener que enfrentar la ira de Dios. Cristo nos salva de
la ira del Padre. No solamente somos salvados por Dios, sino que
somos salvados de Dios. Eso es lo que significaba la sangre en los
postes de las casas de los hebreos: Familias salvadas por gracia de la
ira de Dios.
En aquella última cena Jesús dijo a sus discípulos:

“Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.” v 24

Lo que Jesús, en esencia, dijo aquella noche a sus discípulos es lo


siguiente: Yo soy el Cordero Pascual, que será sacrificado por
ustedes. Mi sangre, la cual, marca sus vidas, será la única que puede
auxiliarles a escapar de la ira de Dios. Desde ahora en adelante, mi
sangre, que es derramada para perdón de sus pecados, le otorgará el
acceso al trono de la gracia. Esta es la sangre del nuevo pacto. Esa
misma noche, Jesús hace completo el antiguo pacto, e inicia una
nueva manera de administrar este pacto de gracia.

1. Sproul, R.C.. ¿Qué es la Cena del Señor? (Spanish Edition) . Poiema


Publicaciones. Edición de Kindle.”
2. Ibidd
3. Ibidd

47
Jesús, el Hijo de Dios

Marcos 14:53-65 – Viernes

48
Jesús, el Hijo de Dios

Día de Crucifixión –
Viernes
Sermón # 6 Texto: Marcos 14,53-65

El fracaso total de la justicia humana.

Introducción -El tropel armado trae a Jesús ante el sumo


sacerdote. v53a
Las personas que arrestaron a Jesús le traen ante el sumo
sacerdote que era Caifás (Cf. Mateo 26,3) Ocupo ese cargo por 18
años. Desde al año 18 al 36 d.C. Fue una persona muy dura y
manipuladora, un oportunista que no conocía el significado de la
lealtad o la justicia, y era inclinado a hacer lo que le convenía ‘como
diera lugar’. Lo que eran propósitos egoístas de su parte, este
hombre, sabia disfrazarlo como si fuese algo necesario para el
bienestar del pueblo (Cf. Juan 11,49-53; 18,14).
Jesús directamente fue traído desde Getsemaní al sumo sacerdote
con el fin de enjuiciarlo y castigarlo (gr. πάγω). Por tanto, el juicio de
Jesús no era con el propósito de darle honor a la “verdad”, sino la
envidia que sentían los lideres religiosos – principalmente el sumo
sacerdote – fue la principal razón de este juicio fraudulento (Mt.
27,18).
Cuan grande diferencia encontramos entre el sumo sacerdote
Caifás y el Sumo Sacerdote designado por Dios: Cristo (Cf. Hebreos
5,1-10) Cristo es la verdad, la vida, el Justo. Podemos venir a Él
confiadamente y encontrar a ese Sumo Sacerdote que intercede por
nosotros ante el Padre.

49
Jesús, el Hijo de Dios
-El sanedrín juzga a Jesús.
El versículo 53 dice: “…y se reunieron todos los principales
sacerdotes y los ancianos y los escribas.” Por tanto, se trataba de una
reunión oficial del sanedrín, pues estaban presentes no solo algunos
miembros, sino un buen numero de ellos.

Es importante, para entender Marcos 14,53-65 y lo que sigue en el


capítulo 15, tener presente que Jesús tuvo que someterse a dos
juicios. El primero es conocido como “Juicio eclesiástico” y el
segundo como “Juicio Civil”. 1 Estos estuvieron formados por tres
etapas:

I. Juicio Eclesiástico. (Ante autoridades eclesiásticas)


a. Una audiencia preliminar ante Anás (Juan 18,12-14; 19-23) Quien era suegro del
sumo sacerdote Caifás.
b. El juicio ante el Sanedrín, es decir, ante el sumo sacerdote, los principales
sacerdotes, los ancianos y escribas (Marcos 14,53)
c. El juicio ante el Sanedrín que se llevó a cabo después del amanecer (Marcos
15,1) II.
Juicio Civil. (Ante autoridades Civiles)
a. El juicio ante Poncio Pilato
b. El juicio ante Herodes
c. El juicio (en el que se declaró la sentencia de muerte por crucifixión) ante Poncio
Pilato.

Por tanto, en el pasaje que nos atiende (Marcos 14,53-65), ya se ha


realizado la audiencia preliminar ante Anás, suegro del sumo
sacerdote Caifás.

1. Jesús es probado inocente (vv55-59)


55 “Y los principales sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio
contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban. 56 Porque
muchos decían falso testimonio contra él, mas sus testimonios no
concordaban. 57 Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio
contra él, diciendo: 58 Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este
templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano. 59 Pero
ni aun así concordaban en el testimonio.”

A. Los vanos esfuerzos del sanedrín por probar la culpabilidad de


Jesús v55

50
Jesús, el Hijo de Dios
Aquellos hombres impíos, hacían todo esfuerzo posible por
encontrar una prueba que mostrará que Jesús era culpable, por
tanto, merecedor de la muerte: “Y los principales sacerdotes y todo el
concilio buscaban (ζήτουν) testimonio contra Jesús, para entregarle a la
muerte…” En realidad, ya habían determinado matarlo. Marcos
desde el inicio de su evangelio nos dice de este propósito por parte
de ellos (Cf. Marcos 3,6) La decisión - de darle muerte - ya estaba
determinada, solo faltaba encontrar el motivo para que el dictamen
se hiciera ‘legal’.
“Ya habían determinado un veredicto de culpabilidad antes de que el juicio
comenzara” (cp. Jn. 11:50) 2
Pero, por más esfuerzos que hicieran, ¡Jamás encontrarían culpa en
él! La única culpa que encontraran en él es la de ellos y la nuestra, y
esto, ante Él Juez del universo. Ya que Jesús tomo sobre sí nuestra
culpa: Isaías 53,4-6 “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió
nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él…6 Todos nosotros nos
descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová
cargó en él el pecado de todos nosotros.”
Este juicio era completamente ilegal. La ley judía no le permitía al
sanedrín iniciar acusaciones. Ellos solo podían investigar y canalizar
los casos que les presentaban. Pero la bíblia dice que no lo hicieron
de esta manera. Ellos actuaron como fiscales en busca de algún
motivo para acusarle, “…pero no lo hallaban.” Por tanto, en lugar de
mostrar la culpabilidad de Jesús, solo resaltaba la diferencia entre la
inocencia de Jesús y la evidente corrupción de todos ellos.

B. El uso de testigos falsos en el juicio de Jesús es inútil para


encontrar culpabilidad en él. vv56-59
Al leer los versículos 56-59, nos resulta claro que las Escrituras
culpan a ‘los principales sacerdotes y a todo al Sanedrín’ de ser los
principales promotores de la muerte de Jesús. Sin embargo, no
podemos justificar o excusar a la multitud que junto con los
sacerdotes gritaban: ¡Crucifica (le), Crucifica (le)! El apóstol Pedro,
en su primer sermón les deja en claro esto al decirles: “Sepa, pues,
ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.” (Hechos 2,36) y en Hechos

51
Jesús, el Hijo de Dios
3:14-15a “Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os
diese un homicida, 15 y matasteis al Autor de la vida…”
También encontramos a otros culpables de la muerte de Cristo:
Todos nosotros. No es que hayamos planeado su muerte, como lo
hicieron los sacerdotes de aquellos días. Pero es verdad que nosotros
mismos matamos a Jesús, porque nuestros pecados le clavaron en la
cruz. Pero por aquel mismo Cristo crucificado y resucitado fuimos
salvados.
Es aquí donde entendemos claramente el mensaje central de estos
versículos. Aquellos testigos falsos y sus fraudulentos testimonios
“…no concordaban…” v56 Precisamente por eso: Eran falsos.
Tanta es su falsedad e ignorancia, de estos seudo-testigos, que
distorsionan las palabras de Jesús diciendo: v58 “Nosotros le hemos
oído decir: Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré
otro hecho sin mano.” Cuando en realidad Jesús había dicho: “Destruid
este templo, y en tres días lo levantaré.” (Juan 2,19) Jesús no hablaba del
templo construido por Herodes, sino de su cuerpo, de la
resurrección (Cf. Juan 2,20-21).
Jesús jamás conoció pecado, por esta razón no pudieron encontrar
algo para acusarle. Su vida fue perfecta, para así nosotros por la fe
hacer nuestra su obediencia perfecta. Jesús no solo murió y resucitó
por nosotros, sino también vivió por nosotros, para así, su obra sea
nuestra por la fe.
Entonces, el someterse a un juicio dirigido por hombres pecadores
fue una profunda humillación. Sin embargo, el gran amor de Dios
por nosotros, los que creemos en Cristo, se manifiesta en esta
humillación también. “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los
hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.” (1 Corintios
1,25)
El creador juzgado por las criaturas es algo inconcebible en nuestra
mente, pero no para la mente de Dios, porque para Él todo es posible
(Cf. Marcos 10,27). “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se
pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.” (1
Corintios 1,18)
Y Él fue quién desde el principio planeo enviar a Su Hijo Cristo al
mundo para salvación de muchos.
Porque el problema no es de Dios, el problema es nuestro, y
nuestro problema es el pecado. Si nuestro problema fuera financiero
Él hubiera enviado a un contador público, si nuestro problema fuera

52
Jesús, el Hijo de Dios
de salud, Él hubiera enviado a un médico, pero, como nuestro
problema es el pecado, y el pecado atrae sobre nosotros la ira de
Dios, Él envío la solución adecuada para aplacar Su ira: Un Salvador,
y este Salvador es Su Hijo, Dios mismo. Por tanto, roguemos al
Señor, que, en Su gracia, nosotros le busquemos e invoquemos su
nombre.
San Agustin escribe en su libro “Mis confesiones” Capitulo
primero lo siguiente:
1 “Grande eres, Señor, e inmensamente digno de alabanza; grande es
tu poder y tu inteligencia no tiene límites. Y ahora hay aquí un
hombre que te quiere alabar. Un hombre que es parte de tu creación
y que, como todos, lleva siempre consigo por todas partes su
mortalidad y el testimonio de su pecado, el testimonio de que tú
siempre te resistes a la soberbia humana. así pues, no obstante, su
miseria, ese hombre te quiere alabar. Y tú lo estimulas para que
encuentre deleite en tu alabanza; nos creaste para ti y nuestro
corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti. Y
ahora, Señor, concédeme saber qué es primero: si invocarte o
alabarte; o si antes de invocarte es todavía preciso conocerte. 2.
Pues, ¿quién te podría invocar cuando no te conoce? Si no te conoce
bien podría invocar a alguien que no eres tú. ¿O será, acaso, que
nadie te puede conocer si no te invoca primero? Mas, por otra parte:
¿Cómo te podría invocar quien todavía no cree en ti; y cómo podría
creer en ti si nadie te predica? Alabarán al Señor quienes lo buscan;
pues si lo buscan lo habrán de encontrar; y si lo encuentran lo
habrán de alabar. Haz pues, Señor, que yo te busque y te invoque; y
que te invoque creyendo en ti, pues ya he escuchado tu predicación.
Te invoca mi fe. Esa fe que tú me has dado, que infundiste en mi
alma por la humanidad de tu Hijo, por el ministerio de aquel que tú
nos enviaste para que nos hablara de ti. 3

2. Jesús es sentenciado por decir la verdad absoluta


(vv60-64)
A. La astucia del sumo sacerdote Caifás. v60-61
Jesús podía refutar el falso testimonio de la destrucción del Templo
(v58) Las palabras atribuidas a Jesús en el verso 58, en realidad no
fueron pronunciadas por él así. Pero, él se mantuvo callado. Sabía

53
Jesús, el Hijo de Dios
que este juicio no era para reivindicar la verdad, sino para que el
pecado del hombre resaltara. Sobre todo, para que la Palabra de Dios
se cumpliera en Su persona (Cf. Isaías 53,7).
El silencio de Jesús irrita a Caifás. Y se pone en medio de los
hombres en aquel lugar y lanza las primeras preguntas: ¿No
respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti? v 60 Más Jesús
callaba y nada respondía (v61a) De manera que, visiblemente
enojado, le hace una tercer pregunta: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del
Bendito? (v61) Su pregunta indica reverencia, ya que no usa el
nombre de Dios, sino que lo cambia a “Bendito”. Su pregunta al fin
tiene una respuesta: “Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre
sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del
cielo.” (v62) Jesús a la vez que les responde, les advierte de lo que
un día ellos tendrán que experimentar. “…y veréis…” Un día ustedes
serán ‘testigos’ de mi gloria. Ese día no necesitarán más testigos más
que ustedes mismos. Serán juzgados cuando ‘vega entre las nubes’ al
que ahora ustedes juzgan falsamente les juzgará en aquel día con un
juicio justo, y serán aliados culpables. Nuevamente Jesús advierte a
estos hombres de su pecado para que en aquel día ellos no tengan
ninguna justificación de lo que están haciendo.
La astucia de Caifás solamente le condenó más. Este mismo hombre
es aquel que dice:
“…nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la
nación perezca.” (Juan 11,50) Sus acciones le harán un día comparecer
ante el tribunal de Cristo, él mismo a quien el condenó.

B. La hipocresía religiosa en toda su expresión. vv63-64


En estos versículos la hipocresía de Caifás se hace muy evidente.
Actúa como si en verdad estuviera destrozado por la tristeza. Pero
en realidad, su corazón estaba lleno de un júbilo satánico. Por fin
había - según él - logrado su venganza.
Pero si nos damos cuenta, fue Jesús quien se entrego, su verdad, es
la que le lleva a la muerte, no como a un mártir, sino cumpliendo la
voluntad del Padre (Cf. Marcos 14,36) No fueron las falsas
acusaciones, es más, el juicio ya parecía ir al fracaso. Nuevamente
vemos que Jesús es quien tiene el control de la situación.
¡Han escuchado la blasfemia que este ha dicho! ¡Para que tenemos
que buscar más testigos cuando todos nosotros somos testigos de lo

54
Jesús, el Hijo de Dios
que el hombre ha dicho! Y todos ellos le condenaron a muerte. ¡Es
culpable de muerte! ¡Es culpable de Muerte!

Para Nuestra Espiritualidad


Deseo que recordemos las Palabras del apóstol Pedro: “Porque
también
Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para
llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en
espíritu” (1 Pedro 3,18)

¡Qué profunda humillación experimento Cristo! Pero su


humillación no fue sin un plan. Tenia un propósito, Pedro escribe:
“…para llevarnos a Dios.” Dios entregó a Su Hijo, en manos de
pecadores, para acercarnos a Él. ¿Ves su grande amor? ¡Oh! hermano
(a) cuando estés apunto de ceder a la tentación y cometer pecado,
recuerda la humillación de Cristo, que con amor se entrego y soporto
los maltratos de los hombres para salvarte. Recuerda que tus
pecados le clavaron a la cruz, precisamente para perdonar todos
ellos. Recuerda que el único justo en todo este falso juicio es él.
Nadie más. Y esa justicia, te es otorgada por la fe. Para que así seas
encontrado delante de Dios sin culpa de pecado.

1 Es la postura de W. Hendricksen. La cual estoy de acuerdo por el respaldo bíblico que


tiene. 2 John MacArthur. Evangelio de Marcos
3 San Agustin Capitulo 1 Confesiones.

55
Jesús, el Hijo de Dios

Marcos 16:1-8 – Domingo


56
JESÚS, EL HIJO DE DIOS

Día de resurrección –
Domingo
Sermón # 7 Texto: Marcos 16:1-8

¡Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado!

Introducción
Por años hemos escuchado una evangelización centrada en el
hombre, y fundamentada en cinco puntos que son los siguientes: 1. Dios
te ama y tiene un plan maravilloso para ti (Juan 3:16); 2. Pero este plan
no puede llevarse a cabo porque el pecado hace división entre Dios y
nosotros (Romanos 3:23); 3. Más Dios muestra su amor por nosotros que
envío a su Hijo Jesucristo a morir por nuestros pecados (Romanos 5:8); 4.
Solo acepta en tu corazón a Cristo para que él perdone tus pecados (Juan
1:12; Apo. 3:20) Si la respuesta es sí quiero aceptar a Cristo en mi
corazón, entonces se lleva a la persona a repetir una oración de fe o del
pecador. 5. Al realizar esta oración has pasado de muerte a vida, Dios ya
a escrito tu nombre en su libro de la vida. Lo que ahora tienes que hacer
es congregarte en una iglesia donde se predique la palabra de Dios;
llevar una vida diaria de oración; y contarles a otros acerca de como
Cristo perdonó todos tus pecados (Hebreos 10:24-25).
¿Cual doctrina fundamental falta en este método de evangelismo? La
resurrección de Cristo. La resurrección de Cristo es la garantía de que
somos declarados justificados por Dios; por la perfecta obediencia de
Cristo a la ley de Dios. Romanos 4: 24 “sino también con respecto a nosotros
a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los
muertos a Jesús, Señor nuestro, 25 el cual fue entregado por nuestras
transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.”

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1. Las mujeres van al sepulcro a ungir el cuerpo del Señor y
se llevan una sorpresa. v1-4
“Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y
Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle. Y muy de mañana, el
primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. Pero decían
entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero
cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande.”

Ya había pasado el día de reposo, eran después de las seis de la tarde del
día sábado; y María magdalena; María la madre de Jacobo; y Salomé se
disponen a ir al mercado a comprar especias aromáticas o aromas para
preparar un ungüento, y llevar a cabo la unción del cadáver, algo que no
pudieron realizar el día viernes por falta de tiempo.
Ya todo listo, el día domingo, el primer día de la semana, salen muy
de mañana al sepulcro. En capitulo 15: 47 encontramos que ellas o por lo
menos alguna de ellas, han visto donde había sido puesto el cuerpo de
Jesús.
Aunque estaba muy oscuro cuando ellas salieron con dirección a la
tumba de Jesús, para cuando ellas llegaron al lugar, el sol ya había salido
(v2s).
Mientras ellas se dirigían al lugar del sepulcro, un tema que era muy
preocupante para ellas, era la gran piedra que funcionaba como puerta
de entrada a la tumba. El versículo 3 dice: “Pero decían entre sí: ¿Quién
nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?” Ellas sabían que José de
Arimatea había resguardado o cerrado el sepulcro con una piedra “…
que era muy grande…” Ellas no estaban enteradas que los lideres
religiosos habían sellado la entrada a la tumba, y que se había enviado
un grupo de soldados romanos para cuidar que nadie tomara el cuerpo
de Jesús (Mateo 27:62-66) Su única preocupación era la gran piedra a la
entrada del sepulcro.
También nos podemos dar cuenta que ellas no tenían en su
pensamiento las palabras de Cristo, donde prometía resucitar al tercer
día. Estas mujeres pensaban aún encontrar el cuerpo de Jesús en aquel
sepulcro, y encontrarlo ya en un proceso de descomposición
¿Cómo nos damos cuenta de esto? Si ellas estuvieran conscientes de la
resurrección de Cristo, ¿Para que las especias aromáticas entonces?
Ellas no sabían del terremoto que se produjo temprano esa mañana, ni
de la llegada del ángel que hizo rodar la piedra y dejo pasmados a los

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JESÚS, EL HIJO DE DIOS

soldados, quienes en última estancia salieron huyendo del lugar (Mt.


28:2-4).
Para sorpresa de las mujeres, cuando llegaron a la tumba, miraron
que la piedra había sido removida, y cuando entraron al sepulcro, lo
encontraron vacío.
¿Cuantos grupos de personas sabían que el sepulcro estaba vacío?
Primero el grupo de soldados romanos que fueron enviados para
resguardar que nadie robara el cuerpo de Jesús (Mateo 28,11), Segundo
las mujeres (Lc. 24:3) Tercero Pedro y Juan (Jn 20:6-7).
Es importante señalar que los enemigos de Jesús no discutieron el
hecho de que la tumba estaba vacía, lo que ellos hicieron fue sobornar a
los soldados para que mintieran y dijeran que los discípulos habían
robado el cuerpo (Mateo 28:11-15) ¿Qué nos muestran estos hechos? Qué
la resurrección de Cristo fue un hecho real, por tanto, Jesús es quien dijo
ser: El Hijo de Dios.
Aquellas mujeres caminaron con especias aromáticas en sus manos,
esperando encontrar el cuerpo de Cristo en la tumba. Cual fue su
sorpresa: ¡Jesús había resucitado!

2. Las mujeres reciben el mensaje de que Cristo resucitó por


labios de un ser celestial. v5-7
Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado
derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. 6 Mas él les
dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha
resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron. 7 Pero id,
decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea;
allí le veréis, como os dijo.
Aquellas mujeres, confundidas por lo que estaba sucediendo, vieron a
un joven sentado al lado derecho, entonces ellas pasaron de estar
confundidas a estar espantadas. Esto indica que cayeron postradas con
el rostro en la tierra. Pero ellas recibieron esperanza y consuelo departe
de aquellos seres celestiales: “No os asustéis…” v6

Notemos que fueron ángeles los que trajeron nuevas de gran gozo en el
nacimiento de Jesús (Lucas 2:10-15), y los vemos aquí nuevamente,
anunciando la maravillosa verdad de la resurrección. El mensaje de los
ángeles fue el siguiente:

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“…buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí;
mirad el lugar en donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro,
que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.”
Ellas debieron haber anticipado la resurrección de Jesús, ya que él lo
había prometido a lo largo de su ministerio público. Pero no fue hasta
que el ángel les explica lo sucedido que “ellas se acordaron de las
palabras de Cristo ( cf Lucas 24:4-8).
¿Qué vemos en el testimonio de los ángeles sobre la resurrección de
Cristo? El anuncio del ángel es literalmente el evangelio, las buenas
nuevas, y el lugar en que el evangelio se predicó por primera vez es la
tumba vacía. Una vez más el Padre esta testificando, por conducto de los
ángeles, que Jesucristo es Su Hijo. Notemos las palabras en el versículo
6: “No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha
resucitado…” ¡HA SIDO RESUCITADO! El Padre lo ha resucitado por
el poder del Espíritu Santo.

3. Las mujeres, temerosas, van y comparten el mensaje


recibido a los discípulos. v8
“Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y
espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo.”

Hablando en nombre de Dios, el ángel instruyó a las mujeres: id, decid a


sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le
veréis, como os dijo. A Pedro se le señala en este caso no solo porque era
el líder de los discípulos, sino para tranquilizarle a la luz de sus
recientes negaciones (Mr. 14:66- 72). Con estas palabras del ángel, la
perplejidad y el pánico de las mujeres se transformaron en
proclamación. La verdad se les había sido revelado, ahora debían
declararla a los discípulos.
En respuesta, ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había
tomado temblor y espanto. El término tromos (temblor) habla de
estremecimiento físico causado por gran temor, y ekstasis (espanto) es la
expresión griega de la que se deriva la palabra castellana “éxtasis”.
Cuando las mujeres, incluso María Magdalena (cp. Jn. 20:18), hallaron
a los discípulos y les informaron de lo que había sucedido, al principio
los once se negaron a creerles la noticia (Lc. 24:10-11). Su falta de fe los
hizo lentos para responder al mandato de Jesús de ir a Galilea. No fue
hasta después que el Cristo resucitado se les apareció varias veces en

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JESÚS, EL HIJO DE DIOS

Jerusalén (cp. Lc. 24:13-32; Jn. 20:19- 31) que al fin estuvieron dispuestos
a dirigirse hacia Galilea (Mt. 28:7, 16).

PARA NUESTRA ESPIRITUALIDAD

Jesucristo “fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para


nuestra justificación” (Romanos 4:25). Un Salvador muerto no puede salvar
a nadie. La resurrección de Jesucristo es tan parte del mensaje del
evangelio como su muerte sacrificadora en la cruz (1 Corintios 15: 1-8).
La resurrección prueba que Jesucristo es lo que afirmaba ser, el
mismo Hijo de Dios
(Romanos 1:4). Jesús había dicho a sus discípulos que resucitaría de entre
los muertos, pero ellos no habían captado el significado de esta verdad
(Marcos 9:9,10,31; 10:34). Aun las mujeres que vinieron temprano a la
tumba no esperaban verle vivo. De hecho, habían comprado especias
para completar la preparación que José y Nicodemo habían empezado
con tanta prisa.

Esta mañana si echamos una mirada a este mundo malo y pecador no


debemos llenarnos de tristeza porque no debemos esperar nada mejor
de él. Cualquier cosa que pudiera estar contra nosotros, cualquier cosa
que pudiera estar ocurriendo en nuestro cuerpo, eso es lo que debemos
esperar a causa del pecado. Pero, aunque nosotros muriéramos,
resucitaremos de nuevo; esa es la garantía de la resurrección. Le
veremos como Él es, y seremos como Él, en un cuerpo glorificado. Y
estaremos viviendo en un reino que es incorruptible y sin pecado, un
reino que nunca se desvanecerá. ¡Esa es la esperanza de la resurrección!
Ese es el mensaje de este domingo de resurrección. Si Cristo resucitó,
nosotros también resucitaremos, y nada pude detenerla. ¿Puede la
muerte? Por supuesto que no, ¡porque Él ya venció la muerte! ¿Puede el
diablo? ¡No! Cristo ha vencido al diablo. ¿Puede el infierno? ¡No !, ¡no!
“¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?... Mas
gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo” (1 Co. 15:55, 57). La resurrección de Cristo anuncia que Él ha
vencido a todo enemigo. Ha conquistado todo adversario. Se ha
levantado triunfante de la tumba. Ni la muerte ni la vida, ni el infierno
ni todo lo demás pueden evitar o demorar la venida de su reino en toda
su gloria. Solo Él es Rey de reyes y Señor de señores.

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Toluca, EdoMéx. Abril 2022
Edición: Yareli Martinez Aguilar

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JESÚS, EL HIJO DE DIOS

Jesús, El Hijo de Dios


Martín F. Peraza Aguilar

Primer edición abril 2022

Facebook: Sinaí Iglesia Presbiteriana Reformada De México

Todos los derechos reservados, no obstante, queda permitida la exposición total o parcial
de la obra al público, en cualquier tipo de soporte, sin que sea necesario el
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