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Documentos para La Historia Del Movimiento Indigena PDF
Documentos para La Historia Del Movimiento Indigena PDF
Enrique Sánchez Gutiérrez
del movimiento colombiano
contemporáneo
ministerio de cultura
Paula Marcela Moreno Zapata Ministra de Cultura
Comité editorial
Enrique Sánchez
Fredy Chikangana [Wiñay Mallky]
Hugo Jamioy Juagibioy
Vito Apüshana
Miguel Rocha
DOCUMENTOS
DOCUMENTOSPARA LALA
PARA HISTORIA DELDEL
HISTORIA MOVIMIENTO INDÍGENA
MOVIMIENTO INDÍGENA
CONTEMPORÁNEO
CONTEMPORÁNEO
Documentos
Documentospara parala lahistoria del del
historia movimiento indígena
movimiento colombiano
indígena colombiano
contemporáneo. / compilado por Enrique Sánchez Gutiérrez y Hernán Molina
contemporáneo. / compilado por Enrique Sánchez Gutiérrez y Hernán Molina
Echeverri. Bogotá: Ministerio de Cultura, 2010.
Echeverri. Bogotá: Ministerio de Cultura, 2010.
416 p. – (Biblioteca básica de los pueblos indígenas de Colombia; Tomo 1)
424 p. – (Biblioteca básica de los pueblos indígenas de Colombia; Tomo 1)
ISBN Colección 978-958-753-014-8
ISBN Colección 978-958-753-014-8
ISBN Volumen 978-958-753-017-9
ISBN Volumen 978-958-753-017-9
i s b n 9 7 8 - 9 5 8 - 7 5 3 - 0 1 4 - 8 Colección
isbn 98-958-5-01-9
Ministerio de Cultura
Carrera 8ª 8-09 Bogotá
& 571-3424100
Línea gratuita 01 8000 913079
www.mincultura.gov.co
13 p r ó lo g o
Mirando al pasado
Enrique Sánchez Gutiérrez, Hernán Molina Echeverri
2 L O S P U E B L O S I N D Í G E N A S D E L A S I E R R A N E V A D A D E S A N T A
M A R TA Y S U S E S F U E R Z O S P O R D E FE N D E R S U T E R R I TO R I O Y
REcUPERAR EL cONTROL DE LAS E
s ScUELA
65 Informe sobre los arhuacos (1968)
78 Carta de un dirigente arhuaco
85 Alegato del mamö Valencia Saravata
y
otros mamös de la Sierra Nevada de Santa Marta
a raíz de un pleito de tierras en el sitio llamado La Tigrera
90 Acuerdo suscrito entre los dirigentes arhuacos
y la Misión Capuchina, luego de la toma indígena de las
instalaciones educativas de la Misión
93 Carta de las autoridades arhuacas a monseñor
José Agustín Valbuena, obispo de la diócesis de Valledupar
96 Carta al jefe de la División de Asuntos Indígenas del Ministerio
de Gobierno solicitando el retiro de la Misión [fragmento]
98 Carta del representante de la comunidad arhuaca dirigida al
presidente de la República, Belisario Betancur Cuartas
101 Carta en que los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta
se oponen a la construcción de una hidroeléctrica
105 Historia del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric)
126 Cómo nació y qué significa Unidad Indígena
137 Trabajando en el Cric
158 Mis inicios en el movimiento indígena:
ya me había ido pero pensé solidarizarme
4 L A O R G A N I Z A c I Ó N Y m O V I L I Z A c I Ó N D E L O S
INDÍGENAS EN OTRAS REGIONES
5 E L P R I m E R C O N G R E S O I N D Í G E N A N A c I O N A L
Y cREAcIÓN DE LA ORGANIZAcIÓN NAcIONAL
INDÍGENA DE COLOmBIA (ONIc )
7 L A C O N S T I T U c I Ó N D E 1 9 9 1
295 Del derecho indígena. «Propuesta indígena
de reforma constitucional».
305 El aporte de los pueblos indígenas a un país diverso
326 Las leyes blancas son solo puntos negros sobre el papel
8 O T R A S V O c E S
339 Aunque no estamos ni en libros ni en mapas, existimos
343 Apreciaciones respecto al avance de la violencia en nuestros
territorios y al proceso de negociación que adelanta
el Gobierno con las organizaciones armadas
347 Acontecimientos del pueblo wayuu. Intervención
ante la Segunda Sala de Revisión de la Corte Constitucional
9 T E S T I m O N I O S
1 0 D E S D E E L P A S A D O ,
m I R A N D O E L F U T U R O…
377 Veinticinco años de la Onic, un legado vivo de la
resistencia indígena en Colombia
A N E X O S
387 Código de Neméquene
390 Carta de protesta del cacique de Turmequé al Rey de España
395 Decreto del 20 de mayo de 1820
[mediante el cual se dictan normas para restablecer en sus
derechos a los indígenas y para fomentar su progreso económico
y educación]
399 Glosario
Mirando al pasado
mayo de 1820, mediante el cual ordenó la devolución de las tierras de
los resguardos, usurpadas a los indígenas.
Deseando corregir los abusos introducidos en Cundinamarca en la ma-
yor parte de los pueblos de naturaleza, así contra sus libertades, y conside-
rando que esta parte de la población de la República merece las paternales
atenciones del Gobierno por haber sido la más vejada, oprimida y degradada
durante el despotismo español, con presencia de lo dispuesto por las leyes
canónicas y civiles, ha venido en decretar:
Artículo 1º. Se devolverá a los naturales, como propietarios legítimos,
todas las tierras que formaban los resguardos según títulos cualquiera que
sea el que aleguen para poseerla los actuales tenedores.*
* La versión completa del «Decreto del Libertador» (1820), se encuentra en los anexos.
colonial, y los gobiernos (centrales o de los estados federados), que
veían en el régimen comunal un obstáculo al libre comercio de la
tierra, lo que enmascaraba el interés de las haciendas por expandirse
a costa de las tierras de las comunidades y por proveerse de la fuerza
de trabajo de los indígenas.
Muchos resguardos sucumbieron a las presiones «liquidacionis-
tas» contra el régimen comunal, y en muchos otros casos las tierras
fueron rematadas a particulares mediante la declaración arbitraria,
por parte de los gobiernos departamentales y los consejos municipa-
les, de las tierras de indígenas como territorios «vacíos de población»,
«vacantes», o «baldíos de la nación», lo que sucedió, por ejemplo, en la
costa Caribe y en el alto valle del río Magdalena.
Mientras tanto, en las zonas selváticas y alejadas las misiones
religiosas, por delegación del Estado, mantuvieron un régimen de
tutela sobre los pueblos indígenas. Allí las misiones desarrollaron un
modelo de sujeción cultural fundado en la escolarización forzada, la
enseñanza del castellano y la imposición de la religión católica, amén,
Enrique Sánchez Gutiérrez, Hernán Molina Echeverri
Mirando al pasado
contrarios a los indígenas lograron la expedición de la Ley 55 del 29
de abril de 1905, que confirmaba la potestad de los entes territoriales
para extinguir los resguardos:
Artículo 1º. La Nación ratifica y confirma la declaración judicial y le-
galmente hecha, de estar vacantes globos de terrenos conocidos como res-
guardos de indígenas, así como también las ventas de ellas efectuadas en
subasta pública; y reconoce como título legal de propiedad de esos terrenos
el adquirido por sus rematadores. (Ley 55, 1905).
Mirando al pasado
La demanda de la aplicación de estas disposiciones, tal como lo
pedía el punto cinco del programa de Lame, hizo posible el surgi-
miento en el departamento del Cauca, una región agobiada por el
latifundio y los conflictos de tierras, del Consejo Regional Indígena
del Cauca (Cric), constituido en febrero de 1971 en el municipio in-
dígena de Toribío. Su primer comité ejecutivo estuvo conformado
por los indígenas Julio Tunubalá (misak), como presidente, Anto-
nio Mestizo (nasa), como vicepresidente, y Juan Gregorio Palechor
(yanacona), como tesorero. Este fue el primer movimiento indígena
«moderno», si cabe la expresión, es decir, con un programa y una
cobertura organizativa regional que cobijaba varios grupos étnicos.
La organización adoptó pronto una manera definida en sus relaciones
con el Estado, y creó una estructura organizativa compleja, con co-
mités especializados de tierras, salud, educación, prensa y relaciones
con otras organizaciones. Entre los documentos incluidos en esta
compilación se encuentra la historia del Cric, escrita por tres de sus
destacados fundadores: Julio Tunubalá, Gregorio Palechor y Manuel
Trino Morales. De Gregorio Palechor, famoso por su inteligencia, su
tenacidad en el trabajo organizativo y su oratoria, se incluye un aparte
autobiográfico.
A partir del Cric, en el Segundo Congreso de la Asociación
Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia (Anuc), vigorosa y
fugaz organización que reunía a los campesinos que se movilizaron
alrededor de la reforma agraria, se conformó en 1972 una Secretaría
Indígena, presidida por Manuel Trino Morales. Sin embargo, la po-
litización de la organización gremial campesina y las pugnas entre
diferentes corrientes de la izquierda la dividieron y debilitaron, lo que
hizo que en el tercer congreso de la Anuc, en 1974, los indígenas se
retiraran, empezaran a obrar de manera independiente de la organi-
zación campesina, se propusieran crear un ente nacional indígena y
decidieran editar un periódico, Unidad Indígena, cuyo primer ejem-
plar circuló en enero de 1975, y que hoy (luego de 125 números) sigue
siendo el principal medio escrito de los indígenas del país.
A la creación del Consejo Regional Indígena del Cauca y la Secre-
Enrique Sánchez Gutiérrez, Hernán Molina Echeverri
Mirando al pasado
Sobre el otro eje clave, el de la educción, habría que recordar que
esta fue encomendada a las misiones religiosas. Contra el sistema
escolar, sus contenidos y métodos, los indígenas han mantenido una
constante polémica en la búsqueda de una educación acorde con sus
necesidades y sus particularidades culturales, especialmente una edu-
cación que reconociera y enseñara en las lenguas indígenas.
Decía Manuel Trino Morales, en el Primer Seminario de Etno-
educación, realizado en agosto de 1985, en Girardot, Cundinamarca:
[…] los indígenas creemos que la educación que el Estado ha venido
imponiéndonos no es ajena a un propósito deliberado y planificado hacia el
arrasamiento de nuestras culturas tradicionales con miras al logro de la mal
llamada vinculación del indígena al desarrollo nacional y a integrarnos a la
cultura dominante. Solo así se explica desde la Conquista hasta hoy la per-
secución y desconocimiento sistemático de nuestras formas tradicionales de
educación, que forman al niño para defenderse frente a las necesidades que
le demanda su medio, con una visión coherente y respetuosa de la naturaleza,
que crea altos principios morales, guías de nuestra vida comunitaria; lo que
es demostrable por la existencia actual de diferentes comunidades que en
mayor o en menor grado conservamos elementos propios de nuestra cultura,
testimonio de la dura lucha que venimos librando. (Morales: 1995, 190).
Mirando al pasado
La explotación de los recursos naturales en los territorios indígenas se hará
sin desmedro de la integridad cultural, social y económica de las comunidades in-
dígenas. En las disposiciones que se adopten respecto de dicha explotación, el
Gobierno propiciará la participación de los representantes de las respectivas
comunidades. (Constitución de 1991, artículo 330; énfasis nuestro)
Mirando al pasado
Los resguardos indígenas
San Andrés
Mar Caribe
Riohacha
Santa Marta
Barranquilla
Cartagena
Valledupar
Sincelejo
PANAMÁ
Montería
Cúcuta
Bucaramanga VENEZUELA
Arauca
Medellín
Océano Puerto Carreño
Pacífico
Quibdó Tunja
Yopal
Manizales
Pereira
Bogotá D.C.
Armenia Ibagué
Villavicencio
Inírida
Cali
Neiva
San José del Guaviare
Popayán
Florencia
Pasto Mitú
Mocoa
BRASIL
ECUADOR
PERÚ
0 100 200km
Leticia
LOCALIZACIÓN DE
RESGUARDOS INDÍGENAS
Área aproximada de ocupación
de resguardos indígenas
1
Manuel Quintín Lame
Defensa de los resguardos y
lucha contra el terraje
El indígena paez Manuel Quintín Lame
(Polindara, Cauca, 1883 - Ortega, Tolima, 1967)
promovió un levantamiento indígena en 1914, en Tierradentro,
departamento del Cauca, como reacción a las medidas del Gobierno
dirigidas a liquidar los resguardos, y contra el sistema del terraje. Un
manuscrito de Lame conocido como «Los pensamientos del indio
que se educó dentro de las selvas colombianas», fue publicado por la
Onic en 1987, con prólogo de Juan Friede. Lame escribió numerosos
documentos, memoriales y alegatos jurídicos, que de manera juiciosa
ha recuperado y sistematizado la Universidad de los Andes. Los
documentos que se incluyen a continuación respetan el particular
estilo, ortografía y uso del castellano del dirigente indígena.*
M a n u e l Q u in t ín L a me
nuestras fincas, las que hoy sin darnos un centavo pasaron a manos
de los burgueses, porque las autoridades violando sus ministerios
violaron los derechos y los intereses de la justicia.
M a n u e l Q u in t ín L a me
Advertencias: Esta hoja saldrá y tiene por objeto todos los pequeños
cabildos de la Nueva Granada con el fin de declarar el positivo funda-
mento, con supremas razones, de acuerdo con las verdades del orden
moral, se le llama razón práctica, [y] se le llama conciencia cuando
aplica las verdades del mismo orden a los casos particulares; así si
digo: el mentir es malo, es un acto de razón práctica; pero si digo:
debo contestar con verdad a las preguntas que me va a hacer el juez,
es acto de conciencia, la cual se define: el entendimiento en cuanto
determina lo que el individuo debe hacer en los casos particulares.
En conciencia, el dictamen de la conciencia es la conclusión de
un raciocinio en el que los principios generales de la ley se aplican al
caso concreto en que se halla el individuo, como por ejemplo: el hijo
debe obedecer al padre.
Señores miembros presidentes de los pequeños cabildos de unos
restos de resguardos, que han quedado y están quedando; el señor
presidente, al abrir la sesión deberá tener en cuenta la manda de la
Ley 89 de 1890 porque la ley es la guía del juez, porque Dios y la ley
mandan a los pueblos y a los reyes. No debemos dejarnos imponer
razones falsas de algunas alcaldías municipales de los distritos, de-
bemos tener en cuenta que nosotros los indios no estamos regidos
por las leyes generales de la República, sino por ley especial; y el
* De aquí en adelante, cuando el manuscrito sea ilegible por deterioro o por grafías
confusas, se insertarán corchetes de corte para indicarlo. (N. d. E.).
empleados que deben ejercer los servicios públicos, porque deben ser
servicios por individuos competentes.
El poder ejecutivo debe atender a la tutela del orden jurídico y
al fomento de la prosperidad pública, en conformidad con las leyes;
porque si aquel es el fin de la sociedad, estas señalan el modo como
deben conseguirse.
Para atender a lo uno y a lo otro, los servicios del poder ejecutivo
se reducen: 1) Al gobierno y orden político; 2) la milicia, pues es
exigida por la seguridad y la paz, así interior como exterior; 3) a la
policía que tomada en su mayor extensión comprende la tutela de
los derechos y el fomento de las ramas del servicio público; 4) a la
hacienda pública, pues sin ella no podrían cubrirse los gastos de los
empleados, ni los que son necesarios para promover la prosperidad
pública.
En la esfera de poder ejecutivo no comprendemos la beneficencia,
la instrucción pública, porque son funciones sociales, que la auto-
ridad solo debe promover cuando no basta la iniciativa individual,
Manuel Quintín Lame
·
He leído con atención El Mensajero de marzo y de abril de 1916 re-
dactado por los RR. PP. jesuitas, de la Compañía de Jesús. Dicen así:
Hemos leído con disgusto la mala interpretación, que algunos perio-
distas de la localidad han dado a la declaración que la Compañía de Jesús,
juzgó conveniente para quitar de raíz la no menos falsa y errónea opinión que
muchos les ha parecido que las divisiones políticas hoy se han suspendido por
los devotos de la Compañía de Jesús, lo cual digo yo estamos los hombres muy
equivocados y faltos en un sentido
Y acabo mi discurso por esta observación que es esencial [no] omitirla…
cuando se considera a los que se manifiestan y se avanzan a poner límites
estrechos a la autoridad de la Iglesia y sus doctrinas que son dogmas de fe,
de esperanza y caridad, con el fin de darnos a comprender. Ha levantado la
fiesta el Sagrado Corazón de Jesús, el que apareció entre los aires del cielo
cubierto entre banderas más blancas que la nieve, esta aparición la contempló
mi anciana madre, que por ser atrasada en el conocimiento no se publicó,
pero todavía puede declarar cómo y a dónde lo vio. El Sagrado Corazón de
Jesús se apareció como lábaro en el cielo, fue para apacentar a los hombres
M a n u e l Q u in t ín L a me
M a n u e l Q u in t ín L a me
guarda con lo que nuestro trabajo produce. ¡Cuál es, señores, la razón
que hay para que los zánganos de la ciudad se ganen quinientos pesos
diarios por poner una o dos firmas y nosotros después de haber suda-
do diez horas, apenas nos alcancemos a ganar veinte pesos! Si hubiera
proporción entre el trabajo y el salario, nosotros deberíamos ser los
de mayor renta porque somos los que más trabajan, pero sucede todo
lo contrario. ¿Y por qué? Sencillamente porque a nosotros, como a
todos los industriales, la ley y las costumbres nos tienen reducidos a
la condición de bestias: somos los esclavos del salario, y la autoridad,
la aristocracia y la burguesía han consignado en su código el principio
de que para nosotros no se ha hecho la civilización ni la opulencia.
»Nuestra suerte en sí es detestable, y lo es mil veces más cuando
somos terrazgueros de algún blanco: entonces por el permiso para
construir una choza y disponer de un pedazo de loma para plantar
unas matas, tenemos la obligación de trabajar para el patrón tres días
en la semana sin derecho a salario: de aquí el que se proverbie la
pobreza de los terrazgueros de los blancos; de aquí también el que sea
fabuloso el bienestar de los blancos que tienen terrazgueros. Y esta
esclavitud, mil veces más ignominiosa que la antigua, está autorizada
y sancionada por todos los gobiernos; por el religioso y por el civil;
por el de Dios y el de Satanás; de aquí el que nosotros tengamos que
luchar contra todo y contra todos. [Aplausos].
»Además, señores, para nosotros no hay derechos individuales.
Los blancos se reúnen donde y cuando quieren; hablan y escriben
lo que tienen a bien y nadie los molesta; y no miento si digo que en
este momento los sicarios de la tiranía, a la cabeza de un piquete
de hombres armados vienen contra nosotros con ínfulas de káiser a
dispersarnos a balazos y a llevarnos en calidad de presos a la cárcel de
Popayán, establecimiento hecho expresamente para encerrar a los de
ruana; que en el orden de cosas existente, son los únicos que pueden
y deben ser castigados».
M a n u e l Q u in t ín L a me
rúbrica del rey no era título suficiente que legitimara la renta que
quería para su iglesia. Entonces creyó que era bueno revestirla de
alguna apariencia y conociendo lo que puede el sentimiento religioso
en el corazón de las masas ignorantes, optó por darle origen divino:
elevó pues esta contribución a la categoría de mandamiento de la
Santa Madre Iglesia.
»Así los diezmos y primicias que en un principio se nos cobraron
en nombre del Rey de España se nos cobran hoy en nombre de Dios
como precepto religioso; pero tanto la posesión de nuestras tierras
por los blancos, como el derecho para cobrar diezmos y primicias la
Santa Madre Iglesia, tienen el mismo origen: el desconocimiento de
nuestra propiedad. [Aplausos].
»Y es esta la razón única que hay para que nunca los representan-
tes de Dios en la Tierra hayan defendido nuestros derechos. Como lo
he dicho, ellos por el interés del diezmo hicieron causa común con los
que nos despojaron y se adueñaron de las tierras que en una serie de
siglos no interrumpida habíamos poseído; por el interés del diezmo
reconocieron, contra toda justicia, que la propiedad tiene por base la
conquista, esto es la fuerza bruta, y que el derecho es la relación que
hay entre el fuerte y el débil. [Aplausos y gritos].
»De manera que no es ni siquiera imaginable que los represen-
tantes de Dios en la Tierra hagan causa común con nosotros para
defender la justicia. Por el contrario, el instinto de conservación los
coloca en el campo contrario, pues como acabo de decirlo, los blancos
y ellos representan la misma causa y es quizás mayor su interés que el
de los blancos en conservar nuestra actual posición social, ya que el
diezmo y la primicia solo los pagamos los campesinos: los blancos y
los pájaros de barro como se ríen del infierno no contribuyen ya con
nada para espantar al diablo.
»De aquí que no sea aventurado, sospechar que nuestra actitud y
especialmente la exposición que estoy haciendo puedan no ser apro-
badas por la Santa Madre Iglesia y antes bien, censuradas y quién
sabe qué más. Y es hasta posible que los fanáticos nos condenen al
fuego eterno, nos llamen hijos de Satanás… Mas de todo esto, seño-
M a n u e l Q u in t ín L a me
figu r a 2
V ic e n c io To rre s Má r q u e z
son los habitantes de Estados Unidos. Pues hemos oído que ellos o un
alemán nos lo han requisado.
Hace ya treinta y dos años que hemos tenido la noticia de que ese
señor ha descubierto esta reliquia sin tener ninguna orden, ni per-
miso, ni derecho; sin nuestro conocimiento, porque no hemos hecho
acuerdo con él, no nos ha consultado ni nos comprometimos con él
en nada, ni en ningún punto de ninguna clase. Porque a ellos no les
está permitida la visita del centro del territorio de la Sierra Nevada
de Santa Marta, porque nosotros somos los legítimos propietarios
de nuestras tierras y del título de nuestro resguardo de indígenas.
Ahora, aquí les explicamos la otra figura que hay abajito del otro, del
que le dijimos su contenido y significado. En ese otro dibujo aparece
* Lo que sigue está tomado de una hoja suelta, escrita por el mismo Vicencio Torres:
«Anotamos aquí los padres del mundo o de la Madre Tierra. Ellos son dos: el legítimo
padre del primero se llamó Mama Niankua. Y cuando se desaparezca él, el que se
hizo el segundo padre era y es aún todavía el hermano menor y se llamaba así Kak
Serankua».
un niño de alma inocente que significa ser lo más espiritual. Es decir,
que este niño existía desde un principio, antes de ser el día, en medio
de las tinieblas, cuando no había nada aún todavía. Este es el que se
llama Rey Moro y no ha terminado su existencia desde entonces hasta
el presente siglo, hasta el día del sol de hoy, sino que él está al lado
de ese otro hombre, velando y vigilando a nosotros y a todos los que
hemos existido en la tierra de este mundo.
Los cerros en que ellos se colocaron son como templos o iglesias
de Dios. Así mismo como se lo presentamos en figuras de esas cir-
cunferencias que están ahí, se encuentran grabados en dos reliquias
de tesoros que se nos han entregado como bienes desde un principio
de la creación.
Y nos dicen los viejos que Dios dijo desde el principio que los de
la generación del futuro viviríamos padeciendo las penas, padeci-
Á n g e l M a r í a To rre s
Ángel María Torres (Bunkua Nabi) fue un dirigente arhuaco de los años
setenta, miembro del cabildo en la época de la creación del resguardo
kogui-arhuaco-wiwa. Junto al cabildo gobernador Luis Napoleón
Torres, fue un gran defensor de las tierras y de la causa indígena. Ambos
dirigentes indígenas fueron asesinados y desaparecidos. De ellos dirán los
dirigentes indígenas arhuacos en un comunicado:
[…] eran nuestros sakukos [cabezas] más queridos y respetados por toda
la comunidad. Estos estaban vinculados a nuestros cerros sagrados, al aire
y al sol, y como ellos, nos cuidaban y protegían a todos. Los trabajos que
ellos impulsaban eran la continuación de lo que en la profundidad de nuestra
ciencia tradicional se conoce como la antigua mesa central de los mamus.
De allí venía su fuerza. La directiva central en que Luis Napoleón Torres
fue el cabildo gobernador y Ángel María Torres el secretario general era
la personificación de esa mesa central de los mamus. Ellos habían tomado
esa fuerza de representación y la mantuvieron hasta su muerte. La mesa
antigua cuidaba el agua, el aire, el rocío, la luz. Cuando nuestros sakukos
actuaban como directiva central ellos llevaban consigo esa representación
tradicional, actuaban preparados para defender el mundo, tenían el poder de
la mesa antigua. Ellos habían recibido ese poder porque habían investigado
con los mamus para que su representación de la comunidad en el impulso
de los trabajos en asuntos de tierra, educación y salud fueran más fuerte[s] y
mejor[es]. Los mamus entonces les entregaron ese poder y por eso, aunque
ellos ya no eran de la directiva central, seguían siendo los sakukos que todos
reconocíamos. Esa representación iba hasta el fin de su vida. La actuación
Bogotá, 1973
M a m ö Va l e n c i a S a r avata y o t r o s m a m ö s
d e l a S ie rr a Ne va da
1985
Mamö Valencia Saravata y otros mamös de la Sierra Nevada
Carta de las autoridades arhuacas a monseñor José Agustín Valbuena,
obispo de la diócesis de Valledupar*
Dire c t i va C e n t r a l A rh u ac a
Nabusímake, 16 de agosto de 1982
Re pre se n ta n t e s d e l P u e b l o Ko g u i
Makotama, 8 de julio de 1983
B ie n v e nid o A rr oyo
Bienvenido Arroyo
Carta en que los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta
se oponen a la construcción de una hidroeléctrica*
señores corelca
bar r anquilla
apreciados señores :
J u l io T u n u b a l á
M a n u e l T r in o M o r a l e s
J u a n G re g o r io Pa l e c h o r
Antecedentes
El territorio del Cauca siempre ha sido un escenario de la resis-
tencia indígena a la invasión externa, desde cuando Belalcázar tuvo
que librar feroces combates con los pubenenses para poder tomar
Popayán en 1536.
En verdad hubo distintos grupos indígenas caucanos que nunca
se entregaron del todo a la dominación española, y que en la era re-
publicana han seguido luchando tenazmente por su autonomía y su
dignidad.
En el presente siglo tuvieron repercusión nacional los combates
que, bajo la dirección del gran luchador Manuel Quintín Lame, li-
braron los indígenas caucanos para defender sus tierras del asalto
voraz del latifundio. Estas campañas a veces pacíficas, muchas otras
violentas, hicieron temblar hasta sus raíces a la aristocrática oligar-
quía de Popayán, la cual tuvo que recurrir a todas sus armas, desde la
traición hasta el asesinato, para atajar la ira de la «plebe ignara». José
Gonzalo Sánchez, otro gran conductor indígena y sucesor de Lame
en el Cauca, muere asesinado por los terratenientes en 1944.
Represión y lucha
Una fuerte ola de represión se desató contra los principales diri-
gentes indígenas en general inmediatamente después de la Asamblea
de Toribío. A esto contribuyó la declaración del estado de sitio, que
permitió que algunos líderes estuvieran detenidos por varios meses
sin motivo alguno.
Este hecho y el temor que se logró crear en parte de la población
frenó sin duda alguna la expansión de la organización en los primeros
meses, inclusive el comité ejecutivo nombrado en Toribío no se logró
reunir una sola vez.
Sin embargo, la asamblea había dejado un gran impacto y comen-
zó, casi espontáneamente, un proceso de organización sobre todo en el
norte, donde en distintas veredas fueron surgiendo comités del Cric.
La principal bandera de lucha en esta primera época fue el no
pago de terrajes y se lograron algunas importantes conquistas sobre
este punto, especialmente en los municipios de Toribío y Jambaló.
Un acontecimiento importante fue la renovación, en julio del 71
de la directiva de la Asociación Departamental de Usuarios, que pasó
a ser encabezada por compañeros conscientes y luchadores que le
imprimieron un nuevo rumbo a la organización. Desde ese momento
en adelante el Cric, que desde un principio se había acogido a los
principios de la Anuc a nivel nacional, pasó a trabajar en estrecho
contacto con los dirigentes departamentales de usuarios, colabora-
ción que ha venido reforzándose desde entonces.
El Credo
De los compañeros indígenas de El Credo partió la consigna del
no pago de terrajes y fue con esta bandera que allí comenzó la lucha
que ha llevado a este grupo de unas cien familias a recuperar la ha-
cienda en que vivían.
Inicialmente iba a haber también intervención del Incora pero
luego la comunidad planteó claramente su negativa a pagar sus tie-
rras, que siempre habían sido de los indígenas, y siguió luchando por
su cuenta.
La lucha de Paniquitá
Paniquitá es un pequeño resguardo cercano a Popayán, desde hace
muchos decenios insuficiente para albergar a la comunidad indígena
que allí reside (205 hectáreas para más de 100 familias). De Paniquitá
salieron los principales grupos de colonos que a principios de este
siglo organizaron resguardos nuevos en la cordillera Occidental, en
los municipios de Cajibío, Morales y Buenos Aires.
A mediados de 1971 el cabildo consideró que había llegado la hora
de ponerle fin a esta emigración forzosa y que la comunidad no podía
seguir cerrada por un cinturón de grandes haciendas. Numerosas
gestiones ante el Incora y ante algunos dueños de haciendas para
solicitar una negociación voluntaria terminaron en el carameleo de
siempre: «Que tuvieran paciencia que pronto se resolvería algo».
Numerosos comuneros, con sus mujeres e hijos, y encabezados por
el cabildo, comenzaron a trabajar en las haciendas vecinas de San Anto-
nio y La Concordia. Repetidas veces fueron llevados a la cárcel pero en
ningún momento desmayaron en la lucha y después de algunos meses
de persecución y de dificultades conquistaron novecientas hectáreas
de tierra, una superficie varias veces mayor que la que tenía antes su
resguardo.
La negociación se efectuó a través del Incora y se constituyó una
empresa comunitaria, desde donde los compañeros de Paniquitá si-
guen apoyando en todas las formas posibles las luchas de los demás
campesinos indígenas (y no indígenas) del departamento.
Julio TunubaláManuel Trino MoralesJuan Gregorio Palechor
Educación
Preocupación constante del Cric ha sido la formación de los diri-
gentes y de los luchadores indígenas en general, para garantizar una
correcta orientación de todas sus actividades. Se ha buscado una edu-
Julio TunubaláManuel Trino MoralesJuan Gregorio Palechor
cación muy en contacto con la realidad y con las luchas cotidianas, que
parta de un análisis de los problemas inmediatos y solo lentamente
avance hacia niveles superiores de abstracción. El resultado ha sido la
formación de dirigentes que si bien no tienen mayores conocimientos
teóricos, casi siempre se desenvuelven bien en el tratamiento de los
problemas que les toca afrontar.
Desde la particular situación cultural de las comunidades indíge-
nas, los medios orales (muchas veces en su respectivo dialecto) han
tenido mayor eficacia que los escritos en la promoción educativa de
líderes de diversos niveles. Las reuniones de discusión y los cursillos
más generales han sido hasta ahora la principal herramienta utilizada.
Se han realizado tres cursillos en el norte, cuatro en el oriente, tres
en Tierradentro, dos en el centro y uno general para todo el depar-
tamento. También se han enviado algunos dirigentes a reuniones y
cursillos efectuados en otras partes del país.
El principal medio escrito ha sido la Cartilla del Cric, que ha
tenido una difusión masiva y es prácticamente conocida por todos
los activistas. Se reparten también otras publicaciones y periódicos,
sobre todo la Carta Campesina de la Anuc, y es posible que en el
futuro se cuente con un órgano de expresión propio.
La lucha de Coconuco
Tal vez la victoria más significativa hasta el momento la han
alcanzado los compañeros de la comunidad de Coconuco, quienes
después de un año de dura lucha y continuos sacrificios lograron
recuperar las tierras de la hacienda de Cobaló, hasta entonces en
poder del Seminario Conciliar de Popayán.
La hacienda Cobaló, de 350 hectáreas, queda en todo el centro
del resguardo de Coconuco y está por supuesto comprendido en las
escrituras que de su resguardo posee el cabildo. Sin embargo, su
usurpación se produjo desde finales del siglo pasado y luego ha pasa-
do por muchas manos: era este el principal argumento del arzobispo
de Popayán para justificar la «legitimidad» de su dominio.
Desde el principio de sabía que la lucha iba a ser muy dura pero
Tierra recuperada
En los tres años que lleva de lucha, el movimiento campesino in-
dígena ha logrado recuperar ya más de cinco mil hectáreas de tierra,
parte de muy buena calidad. Contrasta esto con las aproximadamente
ocho mil hectáreas en peladeros que ha negociado el Incora en sus
diez años de funcionamiento, y que solo se podrían incrementar con
la buena voluntad de los latifundistas locales.
Luchas actuales
Hasta el momento solo se ha hecho referencia a las luchas que
han tenido un desenlace favorable aunque no sea definitivo para los
campesinos indígenas. Sin embargo, muchas otras han tenido lugar,
incluyendo algunas que comenzaron antes de constituirse el Cric, y
casi todas siguen en pie, pues los compañeros no han querido decla-
rarse por vencidos.
Entre estas luchas, prácticamente todas de recuperación de tie-
rras, sobresalen algunas que se enumeran a continuación:
1) Pitayó
Una de las batallas más antiguas que se están librando en el
Cauca es por la recuperación de grandes extensiones de tierras del
resguardo de Pitayó, usurpadas por el latifundista Isaías Sánchez.
Repetidas veces el mismo gobierno ha reconocido la legitimidad de
las reivindicaciones de los comuneros, pero como dos gobernadores
sucesivos del Cauca han sido los abogados personales de Sánchez, las
cosas han seguido iguales y las autoridades departamentales se hacen
las de la vista gorda.
En 1972 el cabildo batalló tenazmente y se lograron algunos
avances importantes, pero Sánchez arregló la votación e hizo elegir
un cabildo a su amaño, lo cual frenó la lucha y desanimó a algunos
compañeros.
Pese a las amenazas y las agresiones personales, la comunidad dio
Julio TunubaláManuel Trino MoralesJuan Gregorio Palechor
2) Jambaló
La acción de mayor envergadura de los últimos tiempos la han
emprendido los compañeros indígenas de Jambaló, que comenzaron
por seguir pagando terrajos y luchan ahora por la recuperación defi-
nitiva de sus tierras.
Desde hace más de seis meses los campesinos están trabajando
la superficie correspondiente a unas veinte haciendas de distintos
«propietarios», todas situadas en los límites legales del resguardo de
Jambaló. Los latifundistas han sido incapaces de desalojarlos hasta
el momento, pero no pierden las esperanzas y están contratando
bandas de matones para amedrentar o eliminar a los compañeros
indígenas. Pero estos están ya curtidos de amenazas y se disponen
a hacer cumplir las disposiciones del cabildo, el cual ya les adjudicó
dichas tierras, aunque el alcalde de Jambaló no quiere reconocer esta
determinación.
4) Caldono - La Aurora
Los cabildos reconstituidos de estos dos resguardos, que han sido
rechazados y perseguidos por el Gobierno desde su nombramiento,
6) Huila (Tierradentro)
En el resguardo de Huila hay un lote de unas mil quinientas hec-
táreas en manos de la prefectura apostólica de Tierradentro, la cual
posee además distintos criaderos de ganado dentro del resguardo.
La comunidad mediante su presión, ha logrado recuperar de lo
anterior una granja agrícola con una extensión de unas treinta hec-
táreas.
7) Puracé
La lucha de los indígenas de Puracé es completamente distinta y
mucho más difícil que todas las anteriores.
El enemigo es nada menos que Industrias Puracé S. A., la úni-
ca empresa productora de azufre en el país, con mayoría de capital
norteamericano y participación de las figuras más notables de la oli-
Julio TunubaláManuel Trino MoralesJuan Gregorio Palechor
garquía colombiana.
La explotación del azufre en las condiciones técnicas en que se
viene haciendo es una fuente segura de contaminación ambiental y
una verdadera amenaza para toda la región central del Cauca.
Como sus emanaciones ya han utilizado una gran extensión del
suelo del Puracé, la comunidad solicitó a la empresa una indemni-
zación adecuada y sobre todo el cambio de técnicas para evitar estas
consecuencias en el futuro. La empresa, enseñada a actuar sin control
alguno, no le ha prestado la menor atención a los reclamos de los
indígenas.
Esta lucha que apenas ha comenzado promete ser larga y difícil y
necesita para tener posibilidades de éxito de la decidida colaboración
de todas aquellas entidades, aun oficiales, que quieran evitar que la
destrucción de la naturaleza sea el primer beneficio de este «desarro-
llo capitalista» tantas veces deseado por el departamento del Cauca.
X Junta Directiva Nacional de la Anuc
Para concluir esta breve historia, el Cric presenta un fraternal sa-
ludo a todos los compañeros campesinos que se harán presentes en
Popayán con motivo de la junta directiva de la Anuc y a los compañeros
directivos les desea el mejor éxito en sus deliberaciones.
El Cric hará por su parte el mayor esfuerzo para que la participa-
ción en este importante evento sea numerosa, los debates fructíferos
y las conclusiones útiles para la lucha de todas las clases oprimidas
de Colombia.
M a n u e l T r in o M o r a l e s
Su firma
9
Bienvenido Arroyo
Foto del archivo histórico del Centro de documentación de la ONIC
Unidad Indígena nº 1
Archivo histórico del Centro de documentación de la ONIC , 1975
Gregorio Palechor 1923-1992
Foto tomada de Juan Gregorio Palechor: historia de mi vida. ICANH, CRIC,
Universidad del Cauca, UN, 2006
Afiche del Primer Encuentro Indígena Nacional en Lomas de Hilarco, 1980
Archivo histórico del Centro de documentación de la ONIC
Portada de las Conclusiones y documentos del Primer encuentro indígena nacional 1982
Álvaro Ulcúe Chocué 1943-1984
Foto Galería de la Memoria. Museo Nacional de los Derechos
Humanos contra El Olvido y La Impunidad. Archivo histórico del
Centro de documentación de la ONIC.
Kimy Pernía Domicó 1950-2001
Archivo histórico del Centro de documentación de la ONIC
Trabajando en el Cric*
J u a n G re g o r io Pa l e c h o r
Popayán, 1980
[…] En esa época fue creado el Consejo Regional Indígena del Cauca,
Cric. Ya desde esa fecha, desde el 24 de febrero nace el Consejo Re-
gional Indígena del Cauca. A esa asamblea [se refiere a la Asamblea
de Toribío, donde se constituyó la organización] que digo no asistí.
Todavía no era conocido en dicha organización. Entonces, como
hubo mucha persecución, el comité ejecutivo no tuvo mucho rendi-
miento en el trabajo. Estaban como del comité ejecutivo compañeros
del centro, del norte.
Como ya me habían conocido en el rendimiento del cursillo, en-
tonces citaron otra asamblea para que se llevara a cabo en La Susana,
también en el norte del Cauca. A esa me invitaron pues el compañero
Gustavo** me conocía muy bien y dizque dijeron que había que invitar
Trabajando en el Cric
logró sacarlos, porque eso se ventiló en la tercera Brigada. Desde esa
época se nos asustaba y que de todas maneras un delito de esos, de
recuperación de tierras, debía ventilarse en la tercera Brigada, o ya
sea amenazados de Consejo de Guerra.
Al principiar, dentro de la organización del Cric no estaban todos
los indígenas; entonces a fines del 72, tal vez sería en 1973, resulta que
los del Incora principiaron a ver que había muchos problemas en las
zonas indígenas, en los resguardos, por el caso de tierras. Resolvieron
que se hiciera un censo indígena. Entonces nosotros no queríamos,
por el hecho de que se trataba pues del mismo sistema, de la misma
gente del Gobierno. Pero nos pusimos a ver con todos los compañeros
indígenas que de esa manera podía servir, pues a última hora lo acep-
tamos y se logró tener contacto con los demás indígenas, los demás
resguardos, entonces el Cric fue creciendo.
Resulta que como fue creciendo y a la gente le fue gustando, fue
encontrando mucha razón. La organización rápidamente le gustó a la
gente y principió a que se desarrollara el programa, por ejemplo, la
recuperación de las tierras y el no pago de terraje. Entonces, a mí me
correspondió ser supervisor, supervisar la zona del sur, que compren-
día los resguardos de Rioblanco, Guachicono, Pancitará, Caquiona y
San Sebastián, con el fin de ver ellos qué opinaban con respecto a la
organización del Cric. Ellos estaban totalmente y siguen sometidos a
la politiquería, como habíamos hablado anterior. Entonces, como allá
no hay terratenientes, pues casi no hay con quién peliar por tierra.
Entonces dijimos que para el norte y para el centro había prio-
ridad sobre el trabajo de la recuperación de las tierras y el no pago
de terraje, porque principiaron a haber muchas demandas, muchos
despojos de los terratenientes a los terrazgueros. Ya vimos que había
prioridad al norte, al centro y a la parte del occidente. Los del sur
no aceptaron en esa época de ninguna manera organizarse junto al
Cric porque lo que pensaban era de que nosotros tal vez de pronto
era un engaño o pertenecíamos a la política de la Reforma Agraria.
Por eso no creyeron. Ellos siguen siendo liberales y conservadores.
Ellos están pues digamos cerrados a la banda de que tiene que ser así.
Juan Gregorio Palechor
Trabajando en el Cric
que me daba para el sustento de mis hijos y hacerlos educar. Fue la
salida a Timbío.
Habiendo hecho ya el primer hijo el cuarto bachiller, me pidió que
lo pasara a una Normal. Entonces, lo pasé a la Normal del municipio
de La Vega. Luego, el otro hijo dijo que lo pasara a la Normal de
Varones de Popayán y eso me hizo también pasarme a Popayán, a
hacer educar los hijos. El que pasó a la normal de Varones ya también
se graduó. Y estoy pues luchando, por los otros dos que me faltan. Y
eso es lo que me retuvo también en Popayán. De resto puedo decir
que a mí no me gusta, digamos, estar en las ciudades o los pueblos,
porque así sea que no les guste, me parece que el que está en la ciudad
es el haragán, ¿no es cierto? Eso queda para los haraganes. Me gusta
mucho la agricultura, me gusta mucho el trabajo material. De manera
que aquí* me hallo bastante acomplejado, porque no estoy en mis
* Esta parte del relato fue registrada en 1980 cuando Palechor vivía en Popayán en una
modesta casa que luego perdió, cuando fue invadida a raíz del terremoto de 1983. En
ese momento, el trabajo en el Cric lo ocupaba completamente. (Nota del original).
labores agrícolas. Pienso que después de que terminaran estos mu-
chachos, si la suerte me ayuda o tengo vida, me voy para mi campo.
Porque ese es un compromiso que hice con la señora y con los hijos
que ya se iban formando, que yo los haría educar hasta que hicieran
el bachillerato. De ahí para adelante, si ellos tienen capacidad mental
para pasar a una universidad ya es cuenta de ellos, de que ellos verán
cómo se defienden, cómo trabajaban, hasta allí mi compromiso.
De todas maneras ellos hicieron ese sacrificio y yo también. La
mamá, muy honesta, los atendió a la medida de su capacidad, pero
que sí fue una vida muy dura, y sigue siendo dura, porque todavía
pues por el caso de estar dentro de la organización no tengo esa salida
de buscar recursos económicos dentro de mi vida privada. Y eso me
ha causado, digamos, el acabóse para mí. El caso de la salud, yo ya hoy
carezco de salud, ya me he sentido muy agotado, muy enfermo. Yo
no tengo la capacidad que tenía hace diez años, físicamente. Pero en
este caso yo estoy muy contento porque el aporte de todo mi esfuerzo,
todo mi trabajo, por una parte lo tengo en la familia, que sería el
Juan Gregorio Palechor
Trabajando en el Cric
trataba de la defensa de una raza, de la defensa de una clase. De un
organismo que buscaba la reivindicación de los intereses perdidos,
como era la recuperación de las tierras, como era [el] no pago de
terraje, me aclararon muchas cosas.
Como yo había luchado digamos desde muchos tiempos atrás por
buscar el cambio, por buscar otra clase de caminos, buscaba la vía del
cambio social, del cambio político, del cambio administrativo. Que
hubiera digamos una administración que le diera derecho al indígena,
al campesino, al obrero, al estudiante, entonces pues yo ya resolví
quedarme, me quedé, seguí trabajando.
Así hubiera pasado dificultades o esté pasando dificultades, pero
ya me quedé trabajando porque ya no era lo impuesto sino que era un
proceso que se buscaba para adquirir el derecho del indígena hasta
donde mis posibilidades físicas y mentales lo permitían. Consideraba
que la defensa de la tradición, las costumbres, era muy importante
en nuestra lucha.
Consideraba que éramos sangre que no estaba llegada de otra
parte, [sino] una sangre pura, sin embargo el sistema lo hacía que
uno se avergonzara. Por eso me quedé, pues ya me gustó esa lucha
y muchas otras cosas, como la recuperación de las tierras. Viendo
de que los compañeros estaban totalmente esclavos de los terrate-
nientes, reconociendo que hacía cinco siglos que habían llegado los
españoles y que por eso a pesar de ser dueños de la tierra los tenían
esclavos, en esas condiciones me pareció muy bueno y por eso seguí
trabajando y eso me hace estar aquí.
El Cric está conformado por los resguardos de indígenas, a la
cabeza los cabildos, pero los resguardos que tuvieron esa claridad.
Yo hablo de que los resguardos más destacados, más visibles, más
luchadores, más trabajadores, han sido los del norte, el centro,
Tierradentro, y más consecuentes como líderes visibles han sido
los compañeros de Puracé, compañeros de Coconuco, por ejemplo,
Paniquitá. De los compañeros de Coconuco, de allí ya van dos pre-
sidentes del ejecutivo, que es el compañero Marcos [Avirama], que
estaba en propiedad. Después de que llevaron a la cárcel al com-
Juan Gregorio Palechor
* Esta parte de las conversaciones fue grabada en 1980, cuando algunos integrantes de
la dirección se encontraban en la cárcel. (Nota del original).
acusarlo pues los de adentro y los de afuera, o sea ya los indígenas, los
mestizos, bueno, en fin, pero ha tenido su gran prestigio.
Compañeros de Jambaló, pues, hay algunos compañeros que han
tenido claridad y compañeros de Caldono. Como han sido regiones
muy engañadas, muy marginadas, muy sometidas a la politique-
ría, de todas maneras han sido muy trabajadores, sobre todo para
la recuperación de las tierras se han organizado y están trabajando
fuertemente.
¿Me pregunta que por qué algunos resguardos no han entrado
al Cric? Yo estimo de que ha sido en los resguardos del sur y en
algunos otros resguardos de acá del centro y de Tierradentro que
están muy engañados por los politiqueros. Todavía están pensando
en el sueño que les imponen los politiqueros. Todavía piensan en ser
inspectorcitos de policía o piensan ser alcaldes o piensan que siendo
funcionarios del Gobierno que es mucha honra, o mucho bien que
llega así a su persona. Y otra parte es que en las zonas donde todavía
no hay claridad, en el caso religioso o en el aspecto político, dicen que
Trabajando en el Cric
el Cric, la organización del Consejo Regional Indígena del Cauca, es
un mal elemento, que es comunista y el comunismo va contra el clero,
contra la religión. Y que los comunistas se organizan para formar
cosas contra el Gobierno. Entonces nosotros vemos de que es que
carecen todavía de conocimiento político-gremial.
En cuanto algotras partes, por ejemplo, como el resguardo de
Poblazón, que corresponde aquí al centro, pues hay unos pequeños
propietarios que tienen tierrita, pero no la suficiente. Piensan que la
organización les iría a quitar, porque el caso de que se recuperen las
tierras, piensan que un indígena que tenga ya cien hectáreas, de que
ese ya le irían a invadir. Entonces pues también falta de claridad; no
entienden, ¿no es cierto? Es decir, una propiedad de cien hectáreas
de tierra tampoco no se puede invadir, porque pues eso no alcanza
para nada.
Los que han existido dentro de la organización y luego se han
salido, pues algunos han sido tal vez personas que tienen alguna parte
de deshonestidad, ¿no es cierto? Algunas son personas que ya estaban
acostumbradas también a mentir, igual que los politiqueros, a mentir
igual que los terratenientes, a mentir iguales así a otras gentes que les
gusta engañar a la gente para vivir. Entonces yo digo deshonestidad,
pues que después de pertenecer a una organización tan importante
que le considero la nuestra, pues se hayan salido por servir al sistema,
recibir una inspección de policía o un empleo tan pequeñito que lo
considero, como ser personero. Bueno, en fin, son cosas en esa forma,
se han salido. Y otros porque pensaban que de un día para otro era
que la organización iba a adquirir todo y que iban a volverse ricos
también. De manera que entonces esas cosas han perjudicado.
Otro punto, digamos, por el cual algunos compañeros se han reti-
rado, ha sido también porque han sido engañados de grupos políticos
que están muy interesados en llevarse los valores y la fuerza de trabajo
de la organización. Y como la organización no le podía caminar pues
también nos los han sacado engañados, diciendo que yéndose con ellos,
que entonces ya conseguirán todo, y que los que están en el Cric pues
ya no son gente que está reclamando los derechos sino que también
Juan Gregorio Palechor
Trabajando en el Cric
mujer. La mujer necesariamente necesita educarla. Educarla no quie-
re decir que la educación sea hacia el sistema que nos han impuesto;
enseñarle a escribir y a leer, eso debe saberlo. Pero lo más importante
que buscamos, el cambio; buscamos recuperar nuestros derechos
perdidos y en este sentido debe contribuir la mujer. Y nosotros no
la hemos educado en ese sentido, pues parece como si no estuviera
colaborando, no contribuyera. Pero la mujer consciente, la mujer que
medianamente se ha ido educando, pues es consciente de lo que se
está haciendo.
Por ejemplo, el caso mío. La señora mía no salía allá a echar ga-
rrote. No sale a echarle piedra a los enemigos en las recuperaciones
de tierra, ni tampoco pues va a las reuniones. Pero ella tiene un com-
promiso, es decir, dentro de la parte educativa es de que ella tiene un
compromiso con mi persona, y me contribuye cuando me toca salir a
la lucha, y ella se entiende con las cosas de la casa, porque ha hecho
parte de una pequeña educación que le he dado.
Creo que nosotros siempre hemos mejorado, que poco a poco, des-
pués de educar a la mujer, debe participar en los actos de los cuerpos
organizativos, ya sea en la dirección. Pero vuelvo y repito, lo que falla
es la educación. La mujer de todas maneras tiene que educarse, muy
bien educada. Tiene que saber de dónde viene, a dónde está y para
dónde va, ¿no es cierto? Yo quisiera anotar que eso es un proceso largo.
La gente, las mujeres sobre todo, tienen que aprender a conocer
todo el proceso de lucha. Toda acción en el campo de la lucha, en el te-
rreno, entonces vemos que todavía, como yo decía, le falta educación,
le falta capacitarse más. Entonces con ese complejo de inferioridad
impuesto, la maquinaria de la gente explotadora, de terratenientes y
de sacerdotes, les inculcaban tantos sustos, pues que el diablo se las
llevaba, toda esa vaina; entonces todavía falta, pero sí consideramos
que en poco tiempo la mujer será muy útil a nivel ejecutivo.
Antiguamente, que yo conozca, no ha habido mujeres en los ca-
bildos. Pero ya hablándolo en plata blanca, y en la adquisición de
conocimientos individuales de las mujeres, reconozco de que sí hay
gente que podría servir para esas cosas. Porque yo me recuerdo que
Juan Gregorio Palechor
* Se refiere a la lucha de los años treinta por defender un terreno del resguardo.
medicina. El funcionamiento del organismo, de la medicina indígena
tradicional con el funcionamiento de la medicina moderna.
Considero que la medicina más importante y que se debe llevar
a efecto y que nunca debe olvidarse el hombre humano, o el ser hu-
mano, es la medicina vegetal. Porque dentro de las experiencias que
tengo veo que cuando uno toma, por ejemplo, una medicina contra
una enfermedad, si toma la medicina vegetal, si no le hace efecto, si
no le hace provecho para la enfermedad, no le hace [tampoco] mal.
Pero en la mayoría de los casos, eso es más certero, es más seguro la
medicina vegetal.
En cambio, cuando uno usa la medicina moderna, o lo que lla-
man medicina química, porque ya es procesada, aunque sea extraída
de algunas plantas, pero como es procesada me parece pues no muy
efectiva. Me parece que es una cosa que contradice el organismo,
por el hecho de que esa medicina puede que le haga provecho, o pue-
de adquirir mejoramiento, o una pequeña calma en la enfermedad
que le va a combatir con esa medicina. Pero resulta que si le hace
Trabajando en el Cric
bien, le da una calma para dicha enfermedad, le hace mal para otras
enfermedades, es decir, que se le congestiona el organismo. Enton-
ces no estoy de acuerdo en la medicina química, porque veo que
se congestiona el organismo. Pienso que lo fundamental es seguir
continuando la defensa de la costumbre de la medicina tradicional en
ese sentido. Porque hay otro caso que me doy cuenta y es que si uno
acostumbra por ejemplo, una medicina química, de todas maneras
le va obstruyendo, como dije, el organismo y se le van produciendo
otras enfermedades que nunca han sido vistas en el ser viviente, en
el ser humano. Yo pienso que esos son productos de tomar o utilizar
la medicina química.
Está el caso de la planificación familiar. Yo opino que pues son
intereses impuestos; casi que yo no sé de dónde venga, digamos, ese
invento de la planificación familiar. Yo pienso que ese invento de la
planificación familiar venga de afuerita; como yo digo de afuerita,
porque por ejemplo Norteamérica o Estados Unidos ha sido un país
muy interesado en apoderarse de los países suramericanos, para
tenerlos bajo su dominio y a última hora pues ha regado mucho ca-
pital, pues yo pienso que de pronto sea para apoderarse de hasta de
los territorios. Pienso que esa planificación familiar es para que no
haiga mucha gente, para que los gobiernos de estos países no pidan
tanto crédito, tanto préstamo o para que no haiga tanto problema.
Oigo decir a la gente que no hay que tener hijos, o unos poquitos,
unitos, dositos, viendo que los pueda educar. Y yo creo que no es
porque no los pueda educar, sino que esa producción les haría falta
a los explotadores. Un padre de familia, sea honesto y quiera educar
a sus hijos, eso pues no va a salir para otra parte, sino que se queda
pues fregado, de todas maneras invertido dentro del mismo terruño,
dentro del mismo país y no sale pues para los Estados Unidos que es
donde más acaparan la plata, ¿no?
Hay otra cosa y es que, para planificar deber ser por intermedio
de unas pastillas, de otros remedios, ¿qué será que les ponen a las
mujeres? Un aparato que ponen en el otro aparato quesque para que
no tengan hijos. Entonces yo pienso que esas pastillas son las de este-
Juan Gregorio Palechor
Trabajando en el Cric
Yo conozco que en cuanto a la vida en el contacto directo entre el
hombre y la mujer hay mucha ignorancia en eso, no está educada la
gente, no estamos educados, y por eso es que existe mucha familia;
porque no estamos educados en ningún sentido y de que de esa mala
educación existe en los amantes.
mismo Popayán, o de las regiones, como por ejemplo, así sea gente
del municipio de Santander, del municipio de Bolívar, o así de otros
pueblos, pues se le van arrimando, se le van arrimando, que porque
él les ofrece unos puesticos, y en realidad a algunos les dan, pero a los
otros no les da puesto sino que les da por la nalga.
Sin embargo, no cogen experiencia, ¿cierto? Me acuerdo tanto,
por ejemplo, uno que trabajó en la política del mrl y tanto luchaba
contra Mosquera Chaux; pues resulta que un día cualquiera, cuando
amaneció pues que se le agregó a Víctor Mosquera Chaux, le mendi-
gó la voluntad a Mosquera Chaux. Entonces eso hacía que esa gente
que estaba con ese señor se metiera también por allí, engañada. Pero
a ese señor después de que se le entregó a Mosquera Chaux, este lo
separó, no le ayudó en nada, y de todas maneras lo tiene por fuera de
las puertas.
Entonces quiere decir que esa gente intelectual también, es decir,
algunos intelectuales carecen de capacidad política, porque uno a pe-
sar de ser ignorante, cómo se va a estar entregando de patas y manos
a un político de esos, sabiendo que esa es la forma de engañar a la
gente. Entonces, en ese sentido se han hechos famosos, el tal Víctor
Mosquera Chaux se ha hecho famoso, sin trabajar, sin colaborarle a
nadies.
Ahora, por ejemplo, la ayuda a los pueblos pues no se ve. Los
trabajos son netamente elaborados por el mismo pueblo, por ejemplo,
la fuerza de trabajo de la acción comunal, con mingas, toda esa vaina.
El individuo yo no sé por qué causa engaña a la gente. Y hay gente
que se entrega; yo pienso que ¿cómo es que se dejan mangoniar de
un cacique con toda esa clase de mentiras? ¡Qué vergüenza para el
Cauca!
Sí, ¡eso es una vergüenza! Que un individuo que absolutamente
no le ha servido a su pueblo, a su patria chica, que no es sino sentarse
como un rey no más donde está sentado y allá le van a aparecer las
gentes, a mendigarle voluntades. Pues esos son los que han subido
allí a ese señor.
Entonces es una raza, es una familia de tradición. Pues porque
Trabajando en el Cric
este viejo, como es que se llama... Tomás Cipriano de Mosquera, pues
ocupó la Presidencia por algunos períodos, y que ya pues había que
tenerle fe a esa descendencia que es Víctor Mosquera Chaux. Pero
conseguir con la política de Mosquera Chaux no se ha conseguido
nada; porque sobre todo en las zonas indígenas, en virtud de que
hubiera estado defendiendo su gente, que vota por él, está haciendo
lo mismo que hizo con el señor de que hablamos, dándole patadas,
dándole garrote, dándole puños. De manera que entonces, eso es un
engaño que le hacen a la gente. Es un engaño vitalicio de jugar como
se dice, el gato con el mísero ratón.
Con respecto al Cric, son los politiqueros [los] que están total-
mente en contra. Son los politiqueros que están demasiadamente en-
carnados hacia su politiquería y nunca defender a los indígenas. A los
indígenas los engañan diciendo por ejemplo, ahora, que ya les van a
dar carretera, y les van a dar puestos de salud, les van a dar tierra para
trabajar. Pero en carácter de mi persona yo veo que eso es buscando
nuevamente agrandarse politiqueramente y luego, pues tomarse el
poder, tomarse los mandos administrativamente, politiqueramente
y luego a perseguirnos peor. En ese sentido, para mí los politiqueros
es como colocar un cero a la izquierda. En el sentido de que como de
ninguna manera se les ha visto trabajo a favor de los indígenas, a favor
de los campesinos, a favor de los estudiantes, a favor de nadies… es
como quien construye una estatua que no sirve sino para verla, pero
una estatua que se construye, una estatua de paja. Que esa estatua de
paja de todas maneras no sirve sino para verla. No es ni siquiera que
sirva para recostarse porque va y se voltea. Entonces, digo que es una
estatua de paja, es decir, de mentira, de engaños ante toda la sociedad
campesina e indígena; lo que busca es terminar con nosotros como
indígenas, terminar con nosotros como organización. Entonces para
nosotros lo que dicen todo es paja.
Trabajando en el Cric
En la Bota Caucana se pueden crear resguardos; en Rioblanco se
puede ampliar, porque ese sí tiene tierras aledañas. Este movimiento
no ha pedido asesoría al Cric, pero tiene su propia organización, que
es nueva.
Sobre el origen de los cinco resguardos, está en discusión. Hay un
nombre que nos dicen: yanaconas, pero no tenemos otro conocimien-
to pues es por el historiador Juan Friede.
De niño nunca se hablaba sino de que éramos indígenas; era cier-
to porque estábamos bajo la Ley 89 de 1890, pero no se decía ningún
nombre de grupo étnico, no había conocimiento de la sobrevivencia
de otros grupos étnicos, no sabíamos del Putumayo, de los paeces o
de los guambianos. La gente en comienzos del siglo se dedicó a la
producción y no conocía nada más. Entre los resguardos del Macizo
sí nos conocíamos, pero las reuniones se hacían en cada resguardo.
A fin de cada diciembre de todos los años, se nombraba cabildo
por voto popular. Votaban los varones mayores de quince años. El
gobernador citaba a toda la comunidad en una fecha, por lo general
el 25 de diciembre, día de Pascua, para elegir el cabildo. Salían los
electores con sus mujeres y sus hijos. El cabildo que había aclaraba
la forma en que debían depositar su voto. El voto era dando su firma
o haciendo una raya por el que quería votar; las mujeres no entraban
en eso.
El primero de enero se posesionaba el nuevo cabildo ante el ins-
pector que lo juramentaba y ese día daban el informe y los que salían
entregaban por medio de un acta; no había ninguna ceremonia espe-
cial, ni fiesta. No teníamos varas* como otros. La gente era celosa y
no dejaba arrimar mestizos; el cabildo siempre defendió la tierra. La
creencia era defender la tierra y hacer cumplir la ley.
El cabildo se encargaba de oír las peticiones de los comuneros que
no tenían tierra y el cabildo tenía que buscar dónde había un indígena
que tuviera bastante y no la explotara y la adjudicaba al comunero.
Claro que había y sigue habiendo peleas por linderos; el uno quiere
pasársele al otro y quitarle tierra. Allá no ha pasado que algunos aca-
pararan mucho. Claro que sí hay algunos que tienen más, pero no es
Juan Gregorio Palechor
* Se refiere al uso de un bastón o vara que simboliza el rango de miembro del cabildo
indígena, costumbre existente entre paeces y guambianos.
licor. Había músicos de flauta y tambora que acompañaban el trabajo.
Llevaban los niños para que se fueran acostumbrando a trabajar. En
la tarde todos se iban a la casa.
De mí mismo creo que soy persona que primero pienso. Veo pri-
mero dónde está el daño y dónde la componenda. Después hablo y me
siento que cumplo el liderazgo de enseñar. Soy pasajero y el mundo
sigue caminando. Pero hay que dar buena orientación, para no andar
para atrás. Si me hubieran enseñado algo hubiera podido hacer más.
Por eso reclamo al Gobierno; esa es la rabia de Palechor.
¿A qué le tengo miedo? A caerme de mis propios pies. No he
sentido miedo porque me he confiado de mi trabajo. Cada paso lo he
pensado.
Trabajando en el Cric
Mis inicios en el movimiento indígena:
ya me había ido pero pensé solidarizarme*
L o re nzo M u e l a s H u r ta d o
2005
Mi papá tenía mucho miedo. Decía que los terratenientes tenían mu-
cho dinero, abogados, tenían toda la autoridad y pensaba que era casi
imposible ganar las tierras. Decía que por qué no más bien comprar
tierra en otra parte, buscar la vida en otra parte. Tenía miedo, no
solamente de que encarcelaran, sino de que mataran. Porque él decía
que por allá en el año 1945, cuando recién entró Mario Córdoba,
cuando empezó a quitar las tierras en ese entonces, él quiso ayudar
a organizar a la gente para no dejárselas quitar. Pero que el terrate-
niente se dio cuenta que mi papá estaba hablando sobre ese tema, y
un administrador de nombre Pedro Roa lo llamó allá, lo llevó allá
solo y le pegó una insultada bien fea. Entonces cogió mucho miedo
a raíz de eso. Por eso él decía que los blancos, con todo el poder que
tienen, podían hacer un daño muy grande a los indígenas, que él no
quería ver eso, y que era bueno que recuperaran las tierras, pero que
La limosna no la recibí yo, sino la hice recibir por la viuda y los niños.
Esos cincuenta pesos de Aurelio serían como hoy veinte mil; le habrá servido
algo. El ataúd lo dimos nosotros, me acuerdo que lo dio Lorenzo, y lo ente-
rramos. El patrón nos dio, pero el gobernador que era de nuestra gente no nos
dio. Como tenía rabia nos quería ayudar a echar, por eso sería que no nos dio.
Cruz era el que más le había trabajado todo el tiempo al patrón.
A finales de 1972, Cruz había peleado mucho junto con los demás
para defender sus derechos. Se dirigió al Incora, a la Procuraduría, a
la prensa, para lograr divulgación del problema y apoyo; pidieron que
se hiciera reforma agraria en esas fincas, que el Incora comprara. Pero
de nada sirvió. Cruz murió de pena moral y de hambre. Su muerte
quedó registrada en la prensa nacional.
Fue a finales de 1972 que se dio la persecución implacable contra
el movimiento indígena que se estaba desarrollando. Ellos veían que
V ic e n t e M ac u r i to f e R a míre z
dejan endeudándose y ¡cuándo paga uno esa cuenta! Ellos nos com-
prometen a hacer fariña, que caucho y no sé qué, bueno… en fin, toda
esa vaina. Siempre nos están diciendo una y otra cosa y uno ve para
adelante pero no tiene quién lo oriente. Así lo van llenando a uno de
deudas. Pasa un año. Pasa otro. Y claro, vence el contrato y agrega
para el otro año y la deuda sigue y sigue y así, ¿cuándo tiene uno
tranquilidad? Ahí ya queda uno es de esclavo de ellos. Ellos lo pueden
tratar como quieren. Entonces usted, ¡ay!: que déjeme hacer esto, que
lo otro, que los voy a hacer castigar del corregidor. Lo amenazan con
autoridad. Y esto no nos gusta porque acaba nuestra aspiración. Hay
otra tribu, por ejemplo la Andoke, los de Puerto Zablo, esos todavía
están explotados.
Y otra cosa porque aquí en mi tribu hay unos como cinco mu-
chachos que todavía trabajan siringa. Yo les he dado un consejo. Pero
esos muchachos que trabajan la siringa tienen cuentas, como acabé de
contar, y esas cuentas vencen un año y otro año. Cada contrato es un
año y la cuenta de uno la agrega para otro contrato. Yo quiero librar
esos muchachos que tengo en mi tribu. ¡A ver ustedes qué respuesta
me dan para eso!
Todo eso ha sucedido aquí y muchas cosas más que el Gobierno
no sabe; muchos engaños que el Gobierno no sabe, como en asunto
de política. Aquí nombran un representante que viene a obligar hacer
votar por el partido que a él le provoque para coger la plata de ese
partido. Y aquí votamos y votamos y suben y suben presidentes y
siempre estamos con las manos limpias. Eso ha sucedido aquí en esta
tribu y por este motivo quiero hablar con el Presidente para infor-
marle porque no [se] está dando cuenta de lo que ha sucedido aquí.
O r g a ni z ac ió n Indíg e n a S ik u a ni (g u a hib o)
Concluimos:
1) Que defenderemos nuestra tierra como nos toque, porque de-
fendiendo nuestra tierra defendemos nuestra vida y la de nuestros
hijos.
Co nse j o Re g io n a l Indíg e n a d e l C au c a (C r ic )*
Introducción
El problema indígena de nuestro país es necesario verlo en relación
con la expansión del capitalismo en el campo, ligado al papel cada día
más activo del Estado y de su presencia tanto desde el punto de vista
económico y político como cultural. Las clases dominantes dentro de
este sistema, así como su Estado, ejercen una dominación política y
* Véase V Congreso del Cric (1978). Este documento de plataforma política ya había
sido discutido durante varios cursillos de la misma organización. En el congreso
participaron treinta y dos delegaciones del norte, Tierradentro, oriente y centro del
país. El proyecto fue discutido ampliamente sin sufrir mayores modificaciones, siendo
los puntos más discutidos la dirección política de las luchas populares, la posición
unitaria y el no alineamiento internacional.
El indigenismo restaurador o cósmico
Llamamos indigenismo a la posición que ante el avance del capi-
talismo se niega a enfrentarlo. Pretende mantener las comunidades
aisladas de los procesos sociales, económicos, culturales y políticos,
que de todas maneras penetran a las comunidades y las modifican.
Trata de separar las luchas indígenas de las luchas de los demás ex-
plotados y oprimidos, considerándolas de naturaleza muy diferente.
Una forma especialmente radical de esta posición es la que han
adoptado algunas organizaciones indígenas latinoamericanas, sobre
todo de Perú y Bolivia, y que denominamos «indigenismo cósmico».
Esta posición plantea un rechazo total a todo lo venido de Europa.
Considera que nuestros antepasados tenían la sociedad ideal, con
todos los valores que pueden solucionar los problemas del hombre
moderno; y que a ella tenemos que volver, sacudiéndonos de quinien-
tos años de dominio europeo. En el caso de los países cuyo territorio
hizo parte del imperio incaico, el programa se resume en la creación
del segundo Tawantinsuyo.
Posición integracionista
En último término tenemos la posición de las clases dominantes,
que señala como necesaria la «integración de los indígenas a la vida
nacional». Sustenta dicha integración como deseable y positiva ya
que amplía el campo de acción de la economía de mercado. Ideoló-
gicamente es justificada como el avance de la «civilización, la cultura
occidental, etc.».
Es completamente destructora de las comunidades indígenas,
busca la dominación política, económica y cultural, impulsando el
despojo, expropiación y disolución de los resguardos, el menosprecio
por los valores culturales o autóctonos y el sostenimiento total de
nuestros pueblos.
Contra ella nos organizamos y luchamos los indígenas.
sectores n ú m e ro p o b l ac ión %
Resguardos 73 138.253 36
Reservas 79 39.981 11
Comunidades civiles indígenas 13 19.800 5
Reservas en proyecto 71 76.371 19
(ocupantes de baldíos)
Poseedores individuales 23 325.555 7
(en baldíos)
Pendientes de estudio 3 85.854 22
(La Guajira)
Total 262 285.814 100
sector p o b l ac ión %
Fundamentalmente agricultores 169.758 44
(zona Andina y Sierra Nevada)
Conclusiones del Primer Congreso Indígena Nacional, Onic
Cultura y religión
Las culturas indígenas: un problema de todos los colombianos.
Para consolidar la opresión económica y política sobre el pueblo
colombiano, el imperialismo y las clases dominantes del país requie-
ren legitimarla mediante su dominación ideológica. Su fuerza depen-
de, en parte, de la “ interiorización” de creencias, valores y cultura
dominante, por parte de los sectores explotados.
Durante la Colonia, por ejemplo, la corona española ordenó que
los encomenderos sostuvieran curas doctrineros, en sus «reparti-
Hasta hace unos pocos años, casi todos los curas formaban una
trinca con los gamonales y terratenientes locales. Gran parte de lo
que el indígena trabajaba lo entregaba al cura, en pago por bautizos,
matrimonios, funerales o fiestas religiosas. Las fiestas del santo pa-
trón eran particularmente una gran carga económica para cada una
de las comunidades.
Sin embargo, la situación se ha modificado un poco: un sector
considerable de la misma curia ha abandonado sus antiguas posicio-
nes y se muestra solidario con nuestras luchas. Por otra parte, los
indígenas han tomado conciencia de la explotación religiosa y econó-
mica que teníamos que soportar de ciertos «padres», y por lo tanto nos
hemos organizado para impedirla.
Además de las misiones católicas, una gran cantidad de sectas
Conclusiones del Primer Congreso Indígena Nacional, Onic
munidades.
Las comunidades indígenas tienen ante sí una tarea revoluciona-
ria que consiste en defender y renovar su tradición milenaria. Esta
renovación tiene necesariamente que alimentarse, para ser política-
mente eficaz, tanto en el pensamiento tradicional indígena como en
los sectores más progresistas del país, que defiendan las especificida-
des de nuestras minorías étnicas.
Documento sobre educación
Introducción
En cualquier sociedad tenemos que mirar la educación como parte
del proyecto global de quienes detentan el poder en dicha sociedad.
Es posible que haya diversos sectores en lucha por el poder, o aun
diferentes estrategias educativas dentro de un mismo sector, pero difí-
cilmente se podrá dar una educación al margen de los intereses básicos
de los grupos sociales dominantes.
Al enfocar el significado de la educación para las comunidades
indígenas colombianas, necesariamente nos tenemos que situar en el
mundo del proyecto político del movimiento indígena y, si aceptamos
que éste hace parte de un movimiento más amplio, también en el
marco del posible proyecto político de las clases populares colom-
bianas.
Nos parece útil distinguir las dos funciones principales que cumple
todo proceso educativo. En primer lugar estaría la función ideológica,
que busca crear una visión del mundo más o menos homogénea en el
La educación tradicional
Las sociedades indígenas existentes antes de la llegada de los
europeos tuvieron un desarrollo muy desigual y no podríamos afir-
mar que todas son de características ideales. Sin embargo, sobre todo
frente a los «valores» que trajeron los españoles, es notable el grado de
coherencia interna de estas sociedades, su relación equilibrada con la
naturaleza y los elevados principios morales que guiaban su existencia.
La educación hacía parte de la vida estas sociedades de acuerdo con
unas tradiciones, una cultura y unos requerimientos técnicos dados.
Miembros especiales de esas sociedades, que hoy llamamos sacerdotes
o médicos, tenían a su cargo la trasmisión de los conocimientos y la
preservación de la identidad religioso-cultural de cada sociedad.
La llegada de los invasores hizo entrar en crisis a las sociedades
indígenas afectadas. Y no tanto en el aspecto técnico, pues fuera de
las armas con que se impusieron, poco aportaron técnicamente los
españoles. Pero en el aspecto ideológico el impacto fue más definitivo,
pues la visión tradicional se revelaba inadecuada para manejar la nueva
situación. El hecho de que un puñado de españoles lograra someter a
centenares de miles de indígenas tiene que ver, no únicamente con la
superioridad de su armamento, sino con el desconcierto producido por
la aparición de los europeos. Es bien conocido el ejemplo de Jiménez
de Quesada, que fue recibido como el dios blanco por los chibchas,
contribuyendo a la rápida dominación del mayor grupo indígena que
había en nuestro país.
De los grupos indígenas que han logrado sobrevivir hasta nuestros
días, podemos distinguir dos casos principales. Unos han sacado par-
Conclusiones del Primer Congreso Indígena Nacional, Onic
Situación actual
La educación sigue teniendo hoy en día una función de domina-
ción ideológica. Sería erróneo, sin embargo, de parte del movimiento
indígena, un rechazo global a la educación oficial, tanto la que sumi-
nistra directamente el Estado como la que este encarga a la Iglesia, en
forma de «educación contratada».
Por una parte, la ideología dominante ha tenido una gran influen-
cia sobre numerosas comunidades indígenas, de modo que lograr una
reversión del proceso requiere de tiempo y trabajo paciente. Muchos
indígenas buscan en la educación oficial una capacitación que les per-
mita superación individual, por más que esta capacitación muy poco
responda a sus necesidades e intereses.
Por otra parte, los programas son hoy en día mucho más flexibles y
la posición teórica actual, tanto del Estado como de la Iglesia, debería
permitir una decisión más acorde con la identidad y la cultura de las
comunidades indígenas. Varios de los últimos documentos de Planea-
ción Nacional o del Ministerio de Educación, por ejemplo, podrían
contar con la aprobación del movimiento indígena –en caso de que se
cumplieran, por supuesto–.
De todos modos, conviene hacer una rápida referencia a la situa-
ción actual de la educación oficial en las zonas indígenas. No podemos
partir simplemente de las cifras. Ya hemos visto que los indígenas
no pueden considerar la educación siempre como un «servicio» del
Estado. Lo primero en realidad es preguntarnos en cada caso si es
mayor el bien o el daño que la educación oficial está haciendo para las
comunidades indígenas.
Podríamos hacer aquí una distinción entre dos grandes grupos.
Para los indígenas en mayor contacto con la sociedad dominante, prin-
cipalmente de la zona andina, el componente técnico de la educación
es de indudable utilidad, a pesar de la deficiencia de la capacitación
impartida. En cuanto al peligro del componente ideológico, la verdad
Territorios Nacionales*
Para los grupos indígenas poco integrados al sistema, y que ha-
Conclusiones del Primer Congreso Indígena Nacional, Onic
* Usemi es la sigla para Unión Seglar Misionera, fundada por monseñor Gerardo
Valencia Cano, obispo de Buenaventura. Unuma quiere decir trabajo comunitario; así
denominaron los indígenas a su organización en el alto río Vichada.
e xperiencias más bien recientes que están apenas en vía de construir
sus contenidos, sus enfoques pedagógicos y la manera de articular la
investigación a su propio desarrollo.
También ha habido algunas dificultades, como la poca compren-
sión de las propias comunidades, acostumbradas a otro concepto de
escuela, la utilización no adaptada de ciertos modelos pedagógicos
como «la educación liberadora» y que causó muchas resistencias, o lo
que es más natural, las hostilidades de los agentes del sistema oficial de
educación, que no ven bien esta competencia «irregular».
En su etapa actual de desarrollo, estas experiencias no se pueden
convertir en los modelos educativos para el conjunto del movimiento
indígena, pero sí son muy importantes a modo de programas experi-
mentales, que ojalá fueran impulsados también por otras organizacio-
nes indígenas regionales.
Solamente apoyado en experiencias como esta podrá el movimien-
to indígena en el día de mañana acometer un plan más ambicioso en
el campo educativo.
Conclusiones del Primer Congreso Indígena Nacional, Onic
Recomendaciones
Si tanto la autonomía como la alianza con otros sectores populares
son puntos básicos del proyecto político del movimiento indígena, la
posición frente a la cuestión educativa debería guiarse por ellos. Lo
ideal sería el establecimiento de un sistema educativo completamente
autónomo, basado en la cultura de los diversos grupos indígenas, pero
[que] a su vez tuviera en cuenta la situación general del pueblo colom-
biano y aprendiera de otras experiencias educativas populares.
Pero el movimiento indígena está lejos de poder asumir la totalidad
de la tarea educativa. Se necesita entonces establecer una estrategia
realista que permita a corto plazo mejorar la situación, tan deplora-
ble hoy en día, de la educación indígena. Para ello proponemos tres
campos de acción: a) Lo que el movimiento indígena debe impulsar,
b) Aquello en que debe tratar de influir, y c) Lo que debe rechazar
y combatir.a) A impulsar. Como vimos anteriormente es necesario
conservar o recuperar la educación informal en las comunidades in-
dígenas, dándole todo el valor ideológico-político que le corresponde,
pues a veces los propios indígenas la consideran como un mero rezago
del pasado. Pero si las organizaciones regionales y locales se lo pro-
ponen, es factible. Es fundamental impulsar los programas propios,
como [aquellos a] los que se ha hecho referencia en la Sierra Nevada,
en Planas y en el Cauca. Esto se debe hacer a nivel de todas las regiones
pues, dadas las características de la realidad indígena en Colombia,
sería erróneo pretender introducir un modelo educativo unificado. A
medida que estos programas se desarrollen, conviene intercambiar
experiencias entre sí, pero también con organizaciones populares que
tengan preocupaciones semejantes en el campo educativo.
b) A influir. En este campo nos referimos fundamentalmente a la
educación oficial, sea esta «contratada» o no. Por ahora el balance de la
educación oficial en zonas indígenas es bastante negativo, pero existe la
posibilidad de que evolucione en forma más favorable. El movimiento
indígena, a través de su organización nacional, debería dirigirse al Go-
bierno para exigirle el cumplimiento de sus propias recomendaciones.
Diversos documentos oficiales producidos muestran que el Gobierno
no ignora los requisitos básicos que debería tener la educación indíge-
na, aunque todavía parece dudoso que tenga la real voluntad de llevarla
a efecto.
* Esta resolución fue elaborada en base a las conclusiones y recomendaciones del taller
de Florencia, con muy pocas variaciones (nota del original). Para referencias sobre los
documentos institucionales mencionados, véase la bibliografía final.
personas fueran vistos más como un obstáculo que como un punto de
partida para los programas de salud.
Los planes oficiales de salud para las comunidades indígenas ana-
lizan las dificultades para dar cobertura médica a estas, entre otras
causas por una inaccesibilidad económica, para lo cual plantean dar
los servicios de salud en forma gratuita. Vemos que esta actitud pa-
ternalista obstaculiza la conformación de cooperativas de drogas y no
permite el desarrollo autónomo ni la independencia económica de las
comunidades con respecto al monopolio de las drogas.
Aunque sí hablan de los promotores indígenas de salud y sus fun-
ciones, no mencionan su contacto directo con los agentes tradicionales
de salud, lo cual puede conducir a que el promotor se convierta en un
medio para introducir un aparato burocrático oficial en las comunida-
des, desacreditando la medicina tradicional y entrando en contradic-
ción con los médicos tradicionales.
Por último, el Marco programático plantea acciones sobre el me-
dio ambiente (higiene ambiental, purificación de aguas, etc.), pero no
plantea acciones sobre las causas socioeconómicas de la enfermedad,
es decir, deja de lado el problema de la tierra, el cual es básico en
Conclusiones y recomendaciones
Dado que la medicina tradicional ya no logra dar solución a to-
das las enfermedades, se plantea la necesidad de adaptar conceptos
técnicos y personas de la medicina occidental dentro del sistema de
salud indígena para así lograr mejorar las condiciones de salud y vida
de las comunidades indígenas. Para la implementación de programas
indígenas de salud se recomienda:
Que en las comunidades se promueva el estudio de las condiciones
de salud y sus causas por parte de la comunidad en general; que tanto los
mayores y autoridades como los niños en las escuelas analicen y busquen
solución a sus problemas de salud.
Que se aproveche la colaboración de personas o instituciones ex-
ternas para la capacitación de indígenas y la conformación de puestos
de salud, enfermería o botiquines comunitarios, siempre y cuando estas
personas o instituciones colaboradoras acaten totalmente las autoridades
indígenas.
Que se aproveche al máximo los recursos propios en cuanto a mé-
dicos tradicionales, plantas medicinales y recursos económicos de la
comunidad.
Que los enfermeros, promotores, auxiliares y asistentes indígenas
trabajen siempre en conjunto [con] los trabajadores tradicionales de sa-
lud y de acuerdo con las autoridades tradicionales.
Triana y Antorveza.
Que el personal indígena sea capacitado más que todo en la práctica
de la asistencia médica y con la utilización de material bilingüe.
Que las comunidades colaboren en el sostenimiento económico de
las personas de la comunidad que trabajen en los programas de salud.
Que las comunidades realicen programas de mejoramiento de la nu-
trición con base en la recuperación de alimentos tradicionales, cultivo de
alimentos de alto nivel nutricional y cría de animales que proporcionen
carne.
Que se rechacen aquellos programas oficiales y privados nacionales
o internacionales que no estén de acuerdo con las organizaciones indí-
genas.
Que se analice la resolución nº 10013 del Ministerio de Salud para
que las comunidades indígenas aprovechen aquellos elementos que le
sean favorables y exijan su aplicación.
·
Conclusiones del Primer Congreso Indígena Nacional, Onic
Informe general de actividades de la Onic para el periodo 1982-1986 *
M a n u e l T r in o M o r a l e s
c o m pa ñ e r a s y c o m p a ñ e r o s i n d í g e n a s d e t o d o c o l o m b i a .
c o m pa ñ e r o s :
propios territorios y para que nos paguen los daños que nos ocasionan
las explotaciones mineras y las obras de desarrollo. En una palabra,
propusimos conquistar el respeto de nuestra condición de dueños del
suelo, donde nacimos, porque no somos venideros, ni arrimados, ni
hijos de crianza, sino hijos propios de nuestra madre la Tierra que no
nos niega porque de allí salieron nuestros viejos y de allí salimos no-
sotros y de allí debajo de ella vamos a buscar descanso más lueguito,
de lo que no hay duda.
En asunto de cultura y educación comprometimos nuestra palabra
para luchar contra todas aquellas formas de penetración cultural que
nos van quitando nuestro pensamiento propio, nuestra manera de
ver las cosas, nuestros conocimientos de las plantas y los animales,
la sabiduría de nuestros mamös, kuracas, karecas, neles y jaibanás,
nuestra religión propia, nuestros cuentos tradicionales, nuestro idio-
ma. Propusimos para combatir esta penetración que se da de muy
distintas maneras, impulsar el desarrollo de una educación propia,
que naciera de nuestro propio pensamiento y nuestra propia realidad,
que nos diera herramientas para mejorar nuestra situación sin perder
lo propio.
En asunto de legislación dijimos que seguiríamos exigiendo el
cumplimiento de las leyes que protegen nuestras tierras, como la Ley
89 de 1890, la 135 de 1961 y la 31 de 1967, las que aseguran el debido
respeto a los recursos de nuestros territorios y las que nos brindan
el derecho a una educación nuestra, con gente nuestra y fundada en
nuestras propias necesidades. Afirmamos también que seguiríamos
la lucha para que desapareciera el malhadado proyecto de «estatuto
indígena».
En asunto de salud determinamos que era importante para la
salud de nuestras comunidades que entendiéramos que sin solución
a nuestras necesidades de tierra y de posesión tranquila de ella, no
era posible mantener una buena salud. Dijimos, además, que si bien
era bueno que, para atender los problemas y emergencias sanitarias
en muchas comunidades, tuviéramos a disposición los servicios y la
asistencia de la medicina moderna, era igualmente importante que
del Medio Amazonas, y los que habitan las orillas del Orteguaza y
sus afluentes han creado el Consejo Regional de Orteguaza Medio
(Criom). Ya era justo y necesario que estos compañeros levantaran
la cabeza. En los últimos veinte años, el Gobierno ha impulsado los
más agresivos programas de colonización en la región del Caquetá
sin miramientos a los derechos de los pueblos indígenas, que eran
allí numerosos y vivían en paz. Ahora viven en pequeños grupitos
reducidos a pequeños rodetes que les dejaron para que murieran y
les quedara apenas el espacio de su sepultura. Ya era tiempo que
alzaran la cabeza estos hermanos nuestros. Y era hora que alzaran
la cabeza los compañeros de las vecindades de Araracuara que so-
portaron por años el cerco y las atrocidades de los caucheros, de la
colonia penal que les mandó de regalo el Gobierno y últimamente
la avaricia y la ambición de la Caja de Crédito Agrario que pretende
arrebatarles la tierra que el mismo Gobierno les entregó. Desde
aquí quiero decirle al señor gerente de la Caja Agraria hijo de un
ex presidente de la República que se ponía ruana en las campañas
políticas entre los campesinos, quiero decirle que los indígenas son
los dueños de la tierra y que no engañe a los indígenas, que no les
quite la tierra porque él con todo y su plata y sus apellidos, se va
a morir algún día y se morirán sus hijos y ninguno podrá llevarse
al viaje largo ni una pulgada de los seis millones de hectáreas que
reclama. Yo quiero decirle que los indígenas estarán allí, dentro de
diez, de veinte, de treinta, de cien, de mil años, porque allí han
vivido y allí seguirán para proteger el derecho y cuidar los huesos
de los antepasados.
Los compañeros de la Costa Pacífica Caucana y Nariñense, aglu-
tinados en la Organización Regional Indígena Emberá de la Cos-
ta Pacífica (Oriecop), también han echado a andar. Les espera un
camino largo, pero sus primeros pasos en defensa de los territorios
antiguos y su legalización, en defensa de los recursos naturales del
bosque y de los lugares donde pescan, son pasos bien orientados.
La Organización Nacional Indígena debe mantener la vigilancia para
apoyar la lucha de estos compañeros, tal vez los más aislados de todo
por otra, nos daba la educación dizque para sacarnos del salvajismo. El
Gobierno creía que éramos salvajes porque no hablábamos castellano
ni íbamos a misa. La Iglesia creía lo mismo y luchaba para sacarnos
de eso que llamaban el salvajismo. Era lo que llamaban las misiones.
Así ayudó la Iglesia a que nos quitaran la tierra y nos quitaran nuestra
lengua y nuestra religión propia. Algunos padres y algunas hermani-
tas todavía siguen pensando que somos salvajes y andan preocupados
porque nos vamos a condenar y quieren que dejemos nuestra lengua
y nuestras costumbres. Hay muchos misioneros todavía que piensan
así, como los señores capuchinos que trabajan en la Sierra, [que] fue-
ron sacados por los compañeros arhuacos y el Gobierno los mandó
a que siguieran su trabajito en la sierra de Perijá. Así piensa todavía
el señor obispo de Leticia y hay otros que piensan todavía así, casi lo
mismo que los gringos que se han metido en cuadrillas a confundir
más a los compañeros, apoyados por la gente del Lingüístico de Vera-
no, que también creen que somos salvajes y estudian no más el idioma
de nosotros para meter su venenito religioso y político.
Los compañeros de las regionales y los de la Onic hemos tenido
que luchar muy duro con estos misioneros católicos a la moda anti-
gua y con los señores gringos, y esa lucha debe seguir y va a seguir.
Pero es bueno decir que algunos padres y hermanas católicos han
empezado a entender que los indígenas queremos el respeto como
personas y que por eso queremos que se respete lo que es nuestro y
que nos hace personas que es nuestra lengua y nuestro pasado y es
nuestras creencias. Algunos sacerdotes y hermanas ayudan ahora a
la Organización y nosotros recibimos su ayuda porque es positiva.
Algunos nos ayudan en la cuestión de conseguir la tierra o en mejorar
nuestras escuelas y enseñanza. Eso está bien. Así lo hacía nuestro
compañero el padre Álvaro Ulcué, y las hermanas y sacerdotes que
quieran seguir su ejemplo, su dedicación, su coraje serán bienvenidos
porque ellos son verdaderos seguidores de Cristo, que no anduvo con
ningún catecismo en el bolsillo ni chorriándole agua a la gente en la
cabeza, sino enseñándole a la gente a que fuera libre y que luchara
contra la mentira y contra la injusticia.
O r g a ni z ac ió n N ac io n a l Indíg en a d e Co l o mb i a
Es que nosotros, los indígenas, queremos que la Onic sea como una gran maloca,
como la maloca hecha con las manos y la fuerza de todos y donde estemos todos
sin que nadie se quede por fuera.
Médico yucuna, río Apoporis, Amazonas.
Re s g u a rd o d e V i to n có
Cuarenta y cinco cabildos indígenas del Cauca reunidos en junta di-
rectiva del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric), en Vitoncó
los días 21 a 24 de febrero de 1985,
Considerando:
Primero. La delicada situación por la que atraviesan las zonas
indígenas del Cauca debido a la presencia militar, tanto del ejército y
policía como de los grupos armados ajenos a nuestras comunidades;
presencia militar que no tiene que ver mucho con nuestros problemas
y que tiende a agudizarse en la medida en que puede desencadenar
una guerra entre las partes en conflicto, guerra en la cual nuestras
comunidades sufrirían las más graves consecuencias.
Segundo. La inflexibilidad del Gobierno y sus organismos [al] no
entrar a buscar soluciones dialogadas y pacíficas a nuestros problemas
de tierras, educación, salud, etc., posición que se ha radicalizado más
Resolución de Vitoncó
sonas de reconocida trayectoria antipopular y antiindígena.
Canoas, etc.
Igualmente recomendamos a estas organizaciones hacer un estu-
dio de nuestro «Programa de lucha».
Segundo. Exigir también que todas las organizaciones respeten
las recuperaciones de tierra y no se utilicen las posibles contradic-
ciones que surgen dentro de la lucha para penetrar en los resguardos
y ahondar divisiones. Es al cabildo al que le concierne dirimir los
posibles conflictos que surjan de la lucha por la tierra.
No rechazar de plano ninguna solicitud o proposición que se haga
a nuestras comunidades, pues sabemos que es el Gobierno el res-
ponsable de la situación de miseria y abandono en que se encuentran
nuestros resguardos, y seguiremos exigiendo del Estado los recursos
necesarios para adelantar programas en nuestras comunidades. Lo
que sí exigimos es que estos recursos se pongan a disposición de las
comunidades, y sobre ellos los cabildos ejerzan una fiscalía, y que los
proyectos que se piensen adelantar sean consultados y aprobados y
gocen de la vigilancia y control de las comunidades.
Exigir también de las organizaciones políticas, sean estas arma-
das o no, que soliciten a los respectivos cabildos el permiso para hacer
reuniones, y que este se solicite con suficiente tiempo para que los
cabildos puedan consultar a sus comunidades sobre la conveniencia o
no de esta solicitud, pues son las comunidades las que se benefician o
perjudican y son las que en últimas tienen la decisión, como es usual
en todas las democracias.
En caso de aceptación, la participación debe ser voluntaria y nin-
gún comunero puede ser obligado en contra de su voluntad a partici-
par de actos o reuniones a las cuales no desee asistir.
Exigir el respeto a la decisión del cabildo si este, por razones de
orden mayor y defendiendo el interés de la comunidad, les posterga o
aún les niega el permiso. A esta reunión de junta directiva se presen-
taron improvisadamente dos grupos armados, el Comando Quintín
Lame y el Sexto Frente de las Farc. Es meritorio constatar que esta
política de autonomía expresada por nuestros cabildos ha encontrado
eco, y el Comando Quintín Lame se pronunció a favor de ella. Espe-
Resolución de Vitoncó
ramos que los demás grupos armados sigan su ejemplo y no se sigan
repitiendo los ya conocidos y denunciados atropellos.
Se recomienda exigir la autonomía, pero es más importante crear
los mecanismos para que esta pueda ser exitosamente exigida. Esto
se logra únicamente fortaleciendo los cabildos para evitar que otras
organizaciones los vayan desplazando como autoridades de los res-
guardos.
Tercero. Seguir exigiendo por todos los medios que estén al alcan-
ce de los cabildos y nuestra organización que el Gobierno abandone la
política de represión a nuestras comunidades y que, por el contrario,
entre a combatir a las fuerzas que desde el mismo Gobierno vienen
impulsando políticas represivas y violentas para defender intereses
de terratenientes que tienen posesiones de tierras en los resguardos.
Exigimos también el esclarecimiento del asesinato del padre Ál-
varo Ulcué, de los demás asesinatos a indígenas de nuestra Organiza-
ción y se esclarezcan las circunstancias por las cuales los organismos
policivos del Estado actúan en nuestras comunidades, pues nuestro
sentir está en contra de la presencia de cuarteles de policía en las
zonas indígenas.
Cuarto. Que los resguardos, comunidades, empresas comuni-
tarias, comuneros que tengan conflictos acudan a sus cabildos para
arreglar asuntos. Cuando el conflicto es mayor y se encuentren im-
plicadas una o varias comunidades, se recomienda solicitar la ayuda
y el apoyo de los cabildos vecinos, para que reunidos en consejo den
un juicio justo y favorable a las dos partes, para que así se sustente
una solución duradera. Se recomienda también, y para eso han sido
elegidos los compañeros, que se busque el apoyo y asesoría del comité
ejecutivo y los responsables de las zonas. En ningún momento se debe
buscar el apoyo de organizaciones ajenas a nuestro resguardo para di-
rimir conflictos que pueden solucionar las mismas comunidades con
la asesoría y apoyo de otros compañeros de la Organización. Nuestra
experiencia nos ha demostrado que la intervención de organizaciones
ajenas en este tipo de conflictos, más que solucionar positivamente los
mismos, los ha profundizado y creado heridas a los resguardos que
Resguardo de Vitoncó
Resolución de Vitoncó
6
La Iglesia y la causa
de los pueblos indígenas
La Iglesia ha tenido un papel importante en los procesos y
movimientos sociales del país, en especial a partir de los años
sesenta del siglo pasado. En la fundación del Cric estuvo presente el
sacerdote católico Pedro León Rodríguez (1930-1974) quien lideró en
el municipio de Corinto, Cauca, un movimiento popular. Pero quizá
la figura más relevante de la Iglesia Católica fue el sacerdote indígena
nasa Álvaro Ulcué Chocué. El padre Álvaro nació en Caldono,
Cauca, en 1943; su primera misa la celebró el 12 de junio de 1973 y de
su primera homilía se recuerdan las siguientes palabras:
Pa d re Á lva r o U l c u é C h o c u é
señor
pr esidente de la r epública
b e l i s a r i o b e ta n c u r c ua r ta s
b o g o tá
* Fuente: La utopía mueve montañas: Álvaro Ulcué Chocué (Beltrán Peña, 1989).
país? ¿Es acaso el indígena sinónimo de atraso y contaminación? ¿No
es injusto que al indígena se le abandone en manos de la violencia?
¿O lo justo realmente es que sigamos indiferentes ante el exterminio
de esta hermosa raza, de este pueblo, padre auténtico de este suelo
colombiano?
Señor Presidente, lo invitamos a que recuerde esos años tan es-
peciales en su vida, los de su juventud. Usted el «arriero antioqueño»,
el muchacho que a pie descalzo llevó el café, cargado en mula, por
las montañas de esa bella tierra, en la que usted y nosotros nacimos,
en esa cuna paisa, rincón de orgullo colombiano. Pues es allí mismo
donde niños de siete y ocho años, si no menores, cumplen jornadas
de trabajo realmente escandalosas en los medios más desprotegidos
y verdaderamente infrahumanos. No vale la pena recordarle esto,
pues estamos seguros que este recuerdo usted también lo lleva en su
corazón. Es triste recorrer la región de Minas y Amagá.
De la misma manera, le aseguramos, esta situación la viven los
pueblos indígenas de esta parte del Cauca. No existe ningún respeto
Padre Álvaro Ulcué Chocué
Padre Álvaro Ulcué Chocué
Carta del padre Ulcué al obispo de Popayán*
Á lva r o U l c u é C h o c u é
monseñor
s a m u e l s i lv e r i o b u i t r a g o t r u j i l l o
* Fuente: La utopía mueve montañas: Álvaro Ulcué Chocué (Beltrán Peña, 1989).
Popayán, 6 de febrero de 1983
El 3 de agosto, viernes, fui a San Francisco a una reunión de
médicos tradicionales donde habían programado un taller por tres
días; por más que se tenía el permiso del señor gobernador del Cauca
no dejaron realizar tal encuentro. Por la tarde quise celebrar la Euca-
ristía, pero me impidieron, amenazándome que saliera rápido de San
Francisco y que no volviera.
El 5 de agosto hubo más Ejército en San Francisco, ese día era el
pacto de paz con los delegados del gobierno y con el M-19. El Ejérci-
to, por estar presente, abrió fuego contra el helicóptero en que venía
la comisión; el M-19, creyendo que era a él (M-19) que le disparaban,
también disparó; de esta manera no fue posible el diálogo. Hubo tres
muertos del Ejército y un herido. Por fin, en el segundo vuelo, dialo-
garon sin lograr el propósito hecho anteriormente.
Mi cuento va aquí: el Ejército, ese día 5 de agosto, entró a la casa
de las hermanas misioneras preguntando por el párroco que celebró
la misa el 15 pasado en la que asistieron los del M-19. Al no encontrar-
lo les gritaron a las hermanas y a una de ellas un soldado le haló las
Álvaro Ulcué Chocué
Co nse j o Re g io n a l Indíg e n a d e l C au c a *
s u s a n t i da d j ua n pa b l o i i
presente
s u s a n t i da d :
G u il l e rm o T e n o r io
Julio de 1986
a m a d í s i m o pa d r e :
L o re nzo M u el a s H u r ta d o
1991
Introducción
A la hora de hacer los cambios, los pueblos, consciente o incons-
cientemente, siempre hacen memoria. Hay un pasado que se quiere
olvidar y por eso se ratifica el cambio; pero también hay un pasado
que se debe respetar. Los pueblos indígenas miramos hacia el pasado
y hacia el futuro para presentar esta propuesta a los constituyentes
de Colombia.
El primer hecho que se observa al examinar la Constitución Na-
cional de 1886 y sus posteriores reformas es cómo los constituyentes
siempre tuvieron especial cuidado en mantener en total anonimato la
diversidad nacional, étnica y cultural de Colombia, pese a que esta
salta a la vista de todos. Las razones históricas de este proceder bien
pueden arroparse con la excusa del extranjerismo y racismo caracte-
rístico de las clases dominantes. Pero lo que no puede negarse son las
consecuencias del desconocimiento del indio en el texto de la Primera
Ley de la República. Estas son:
⋅⋅ Implantó la discriminación política en contra nuestra, al
ignorar los derechos fundamentales de los pueblos indígenas en
el marco de la legislación colombiana.
⋅⋅ Fundamentó el desconocimiento de todos nuestros derechos
en el seno de la población colombiana, desde el momento en
que estableció como características de la nacionalidad un
idioma (el castellano) y una religión (la católica) que nos son
extranjeras.
⋅⋅ Sirvió de justificación a la ideología dominadora y
colonialista en contra de nuestra gente, señalándola entonces
con los calificativos de «salvaje» e «infiel» para segregarla de
una vida social común, cuando no sometida a toda clase de
vejámenes, explotaciones y masacres.
⋅⋅ En fin, fue la herramienta para romper el progresivo
desarrollo demográfico, social, económico, técnico, cultural
y político que autónomamente veníamos operando, y
mantenernos, en cambio, marginados de la evolución humana
durante siglos.
Por qué los derechos indios deben ser incorporados en la nueva Constitución
Salta a la vista que los constitucionalistas tienen mil argumentos
para justificar en técnica jurídica la justicia de nuestros plantea-
mientos, y la obligación en que está Colombia de reconocer nuestros
derechos constitutivos de pueblos. No queremos, por eso, ocuparnos
de ese aspecto. Nos parece, en cambio, útil hacer referencia a otras
razones para que la población nacional apoye, y los constituyentes
incluyan nuestros derechos indios en la nueva Constitución:
Para permitir que los pueblos indígenas, una vez liberados de las
amarras y opresiones que nos atan, podamos reiniciar con empeño el
camino del desarrollo que nos fue truncado.
Para reconciliar los distintos pueblos y culturas de Colombia
después de quinientos años de confrontación, y echar las bases de un
* A casi veinte años de haber producido este documento debo hacer una reflexión
sobre el uso de los términos «América», «tierras americanas», etc., para referirse al
continente donde los ancestros de nuestros pueblos habitaban antes de la llegada
de los invasores europeos. En 1991 el debate sobre el uso de estos términos para
denominar nuestro continente no existía entre nuestros pueblos y organizaciones, a
pesar de que estos son nombres impuestos que reconocen, de hecho, un derecho al
violador de nuestros territorios. Todos los pueblos indígenas tenemos una forma de
denominar la supra territorialidad, la cual había sido reemplazada en nuestras mentes
y lenguas con conceptos del colonizador. En el idioma namuy miskai wam de mi
pueblo, le decimos «Miskkai Nupirau»; sin emabrgo, en los últimos años se ha venido
generalizando entre nuestros pueblos el uso del término «Abya-Yala» de los kunas para
referirse a este espacio continental. (Nota del autor).
del preámbulo
Entendemos por preámbulo un simple llamado a la conciencia na-
cional para que dé crédito y cumplimiento al texto de la Primera Ley
de la República. De ahí la conveniencia de que sus términos sean reales
e incontrovertibles para todos. Asumir un texto que no refleje sino el
criterio de unos resulta ilógico y fuente de futuros conflictos.
Por esto desde la experiencia que nos aporta nuestra existencia de
indígenas, proponemos un texto que comienza reconociendo la múltiple
diversidad de Colombia. Una diversidad cuyo mal manejo en lo político,
en lo económico, en lo étnico, etc., ha sido fuente de violencia y trage-
dias sin fin; no obstante lo cual ha contribuido a formar la nación actual,
para ejemplo (bueno o malo) de futuras generaciones.
En segundo lugar consideramos que debe invocarse el anhelo co-
mún de los ciudadanos a aumentar su haber espiritual y a mejorar la
vida, como meta digna de ser alcanzada.
También nos ha parecido conveniente invocar la construcción de
una democracia auténtica, para este país que tanto ha luchado por
Lorenzo Muelas Hurtado
del articulado
Vamos a ocuparnos exclusivamente de los aspectos más importantes
y novedosos de nuestra propuesta, por considerar que los referentes a
derechos sobre educación propia, uso de lenguas vernáculas, justicia in-
dígena y representación en corporaciones públicas, constituyen normas
consagradas por la jurisprudencia internacional que serán tenidas en
cuenta por la Asamblea Nacional Constituyente.
i d e n t i da d y d o b l e n a c i o n a l i da d i n d í g e n a
Para nosotros, indígenas, es una verdad innegable que existe el
pueblo colombiano, formado en más de cien años en el crisol republi-
d e l a t e r r i t o r i a l i da d y l a a u t o n o m í a
Todos los colombianos saben que los departamentos y municipios
no cumplen sus deberes con los ciudadanos; que si prestan algún servi-
cio lo hacen mal; y que permanentemente son objeto de robos y saqueos
de parte de funcionarios y politiqueros. Pensamos que estos y muchos
otros problemas se deben al fracaso del sistema centralista del Estado.
Buscando la manera de acordar esta situación con los intereses de los
pueblos indígenas, proponemos la fórmula que nos parece más conve-
niente a ambas realidades.
La permanencia del Estado unitario, pero que no sea ni centralista
ni federal. Un Estado con autonomías regionales, que se reserve las
Lorenzo Muelas Hurtado
funciones nacionales que le son propias y que colabore con las regiones
autónomas mediante la redistribución de sus recursos en forma que
aseguren un desarrollo armónico.
Política que deberán mantener las regiones autónomas con las
provincias, y estas con los municipios y demás entidades territoriales.
Municipios que consideramos necesario redefinir de manera que no
solo sean prestadores de servicios públicos, sino que se constituyan en
agentes activos de desarrollo local.
Dentro de este esquema general se ubicarían los territorios in-
dígenas y étnicos (Chocó, Costa Pacífica, islas de San Andrés, etc.)
manteniendo una conveniente equivalencia con las provincias que se
proponen. Con la ventaja adicional que el régimen autónomo permite
estructurar territorialidades y formas de gobierno acordes a nuestras
particularidades y diversidad, concertando entre nuestras comunidades
y los representantes del Estado.
d e r e c h o d e o b j e c i ó n c u lt u r a l
Es innegable el derecho de las poblaciones a determinar el uso o
forma de explotación de sus recursos naturales; derecho que lleva implí-
cita la facultad de concertar su participación y forma de ejecución. De
su libre ejercicio pueden derivarse en la mayoría de los casos el acuerdo
entre las comunidades y los entes interesados en su utilización.
¿Pero qué hacer cuando el acuerdo no es posible, por constituir el
territorio o sitio concernido un lugar «sagrado» o de significación vital
para una comunidad india? ¿Acaso es pensable para un occidental la
destrucción o profanación de sus obras de arte o sus sitios sagrados con
ocasión de presuntas explotaciones económicas? ¿Se puede pensar en la
destrucción de sus catedrales, en la profanación de sus cementerios o
lugares de peregrinación?
Este mismo criterio es válido para nuestros pueblos. Por eso hemos
consagrado en esta propuesta nuestro derecho indígena de objeción
cultural para poder conservar lo que más queremos, como los demás
pueblos de la Tierra.
Ab a dio G re e n S to cc e l
2002
La Constitución de 1991 como síntesis de la historia de lucha de los pueblos indígenas
Para hablar de un país diverso los pueblos indígenas tenemos que
pensar en nuestras historias de ayer, de hoy y del mañana, para apor-
tar mejor al país y al mundo. Las culturas, las lenguas posibilitan la
recreación del pensamiento de cada pueblo; hoy tengo simplemente
la oportunidad de reflexionar y pensar [en] el aporte que cada uno
de nosotros hacemos a partir de lo que somos, a partir de nuestra
experiencia, desde nuestra realidad y de autocrítica.
Antes de la Constitución del 91, nosotros los pueblos indígenas
ya veníamos construyendo nuestra propia historia. Ustedes no ima-
ginan la angustia de estos 84 pueblos para poder existir, ustedes no
saben el dolor que siente cada pueblo cuando tenemos que relacionar-
nos con el Occidente, con el desarrollo que no respeta las culturas;
mientras que nuestras historias milenarias cuentan las relaciones que
deben existir armónicamente entre el hombre y la naturaleza. Por
la práctica hay muchos; una vez un tule borracho se cayó del quinto
piso de un edificio en Panamá y todos sus huesos de la pierna queda-
ron astillados y el médico occidental dijo que no había otra solución
que amputar la pierna. Él dijo que no, y pidió que lo llevaran donde
un médico tradicional de su comunidad para hacer el tratamiento con
plantas medicinales. Efectivamente hizo lo que se había propuesto y
duró meses, hasta que los huesos volvieron a crecer y a juntarse.
Por eso es sumamente importante la educación para el país; no
solamente para tener en cuenta las riquezas culturales de los pueblos
indígenas, sino de toda la sociedad colombiana, porque hoy hablar de
la identidad es muy complejo… ¿de qué identidad podemos hablar?
Es uno de los grandes debates que tenemos que hacer los colom-
bianos, si queremos que este país tenga bases sólidas. Hoy tenemos
muchos problemas de identidad porque no es un interés de los go-
bernantes.
Ese es nuestro aporte en medio de la realidad de hoy, donde nues-
tros gobiernos están muy preocupados por el desarrollo que coarta
las riquezas milenarias de las tradiciones de los pueblos y del pueblo
colombiano. No hay una política clara para una convivencia entre
los colombianos donde podamos vivir respetando y valorando lo que
significa un país diverso.
Un pueblo que no tiene identidad es un pueblo que fácilmente
comete los mismos errores y por tanto se muere y se acaba la cultura
frente a la otra cultura que es más poderosa.
de un país diverso.
Estamos diciendo que debemos comprender, respetar y valorar al
pueblo u’wa cuando piensa que el petróleo es la sangre de la Madre
Tierra. Otros pueblos piensan que la Tierra está construida con ci-
mientos de oro, con cimientos de plata; otros que en sus palabras no
existe el verbo tocar, sino escuchar… por ejemplo si toco a un árbol,
no estoy tocando sino estoy escuchando al árbol, porque todo ser que
hay en la naturaleza está vivo.
Es difícil entender eso porque ni siquiera escuchamos al ser hu-
mano que está a nuestro lado, que tiene los mismos problemas, los
mismos sentimientos de dolor y de rabia, mucho menos será para
entender a la naturaleza que no pronuncia las palabras. Pero hemos
perdido la capacidad de entender y no hacemos el esfuerzo de apren-
der el idioma de la naturaleza.
·
A medida que la ciencia y el conocimiento van avanzando nos
olvidamos de lo que fuimos anteriormente y de lo que pensamos. Por
ejemplo, la palabra cultura que viene de la palabra griega, apareció
cuando el hombre sembró la tierra y brotaron las semillas, de esa
relación nació la cultura, o sea la cultura es la relación de la tierra
con el hombre. Hoy la palabra cultura la volvimos elitista, porque
se dice que las personas que han estudiado y sepan alguna lengua
extranjera son cultas, y los campesinos, los indígenas que vivimos en
las montañas, en los ríos, en los valles, en los desiertos, en la selva no
tienen cultura.
Estos planteamientos que hacemos al país es para poder enrique-
cer al planeta, y a Colombia. Debemos buscar espacios para que todos
nos sentemos a escuchar desde la diversidad, porque no es solamente
el conocimiento que está en los libros, sino también están los que han
existido en la memoria de los viejos que transmiten por medio de
la palabra, por eso todo espacio es importante, alrededor del fuego,
de la laguna, en torno a la madre naturaleza, o sea cómo entender al
L o re nzo M u e l a s H u r ta d o
acepte que no todos tenemos que pensar igual y querer lo mismo, que
todos tenemos derecho a que se nos reconozca en la diferencia, a que
se nos respete como somos, y se nos permita actuar en consecuencia.
Y en esta idea fue la que, en principio, se logró avanzar durante los
ciento cincuenta días de la Asamblea Nacional Constituyente. Es así
como la Constitución Nacional, norma de normas, madre de todas
las leyes, finalmente y por primera vez en la historia del país reconoce
nuestros derechos al declarar a Colombia como una nación diversa,
multiétnica, pluricultural.
Hasta entonces fuimos clasificados como menores de edad, de-
mentes, salvajes sin derechos y susceptibles de ser castigados por no
profesar el cristianismo. Y es por ese reconocimiento plasmado en la
Constitución que finalmente se hizo posible despejar este panorama
oscuro que nos cubrió por tantos años. Por inconstitucional, en abril
de 1996 la Corte Constitucional levantó tal exabrupto jurídico, ese
irrespeto total por la dignidad del ser indígena, al dejar sin vigor
dicha legislación.
Y aunque después de quitarnos el calificativo de salvajes segui-
mos siendo los mismos y continuamos sintiéndonos igual que cuando
éramos considerados de ese modo, jurídicamente se ha dado un paso
importante en el reconocimiento de la igualdad en la diferencia.
La Constitución reconoce el derecho milenario de los pueblos
indígenas, no a cualquier tierra, sino a unos territorios que hemos
ocupado por siglos, donde hemos vivido y seguimos viviendo, go-
zando o sufriendo; donde producimos la papa, el maíz, la yuca;
donde cazamos y pescamos, siempre con permiso de los dueños de
la naturaleza que son nuestros propios dioses; donde aprendemos a
ser arhuacos, tules, pastos, awas, kamëntsas, sikuanis, u’was, paeces
o guambianos; donde nos reproducimos como tales, en los que están
los huesos de nuestros antepasados, donde se encuentran nuestros
sitios sagrados.
Nos reconoce también el derecho a fortalecer y desarrollar nues-
tra propia identidad; a que se nos respeten nuestras lenguas, nuestras
formas de pensar y de hacer las cosas en lo social, cultural, religioso,
Pr o n u n c i a mien to g u ac hico n o
O r g a ni z ac ió n d e l o s P u e b l o s Indíg e n a s d e
l a A m a zo ní a Co l o mb i a n a (O p i ac )
Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (Opiac)
Acontecimientos del pueblo wayuu
Intervención ante la Segunda Sala de Revisión de la Corte Constitucional
A rm a nd o Va l b u en a
Indígena del pueblo wayuu, Armando Valbuena estuvo junto a Rosario Aguilar
al frente de la recuperación de las salinas de Manaure; posteriormente fue
elegido presidente de la Onic. A continuación se incluye su intervención en la
primera sesión de información a la Corte para la verificación de las medidas
adoptadas por las autoridades para superar el desplazamiento interno de
comunidades indígenas (estado de cosas inconstitucional declarado en la
sentencia T-025 de la Corte Constitucional, 2004). Fuente: documento digital
publicado en el blog de la Organizacion Wayuumunsurat (Valbuena, 2007).
23 de septiembre de 2007
Aquí ustedes están conociendo al pueblo kofán que tuvo hace trein-
ta años más de veinticinco mil habitantes; con los resultados de la
exploración y explotación petrolera hoy estoy convencido que solo
tienen menos de dos mil habitantes. Hay que mirar cómo en cuarenta
años existe una reducción de más del 80% de su población, y además
hoy muchos de ellos se encuentran en el Ecuador, no en calidad de
refugiados políticos, pero allá están.
De igual manera el pueblo Coreguaje, donde sus principales lí-
deres fueron asesinados hace unos años y nos tocó a nosotros, como
pueblos indígenas, organizar un acuerdo de paz con las Farc para que
detuvieran el asesinato de cien líderes que no manejaban el español.
Entonces aquí hay una diversidad, donde están los nukak makú, que
tienen menos de treinta años de relación con Occidente.
Cada pueblo es distinto y el Gobierno debe tener unas aprecia-
ciones diferentes, en donde se debe tener en cuenta que hay algunos
pueblos que son nómadas dentro de un territorio propio, y esta con-
ceptualización hay que irla mejorando en todas las instancias, porque
se trascribe una sesión de información técnica a la Corte Constitu-
cional, que es el guardián de los derechos fundamentales de todos los
colombianos para que no se viole la Constitución.
Seguido de eso decimos lo siguiente: hace menos de quinientos
años hubo el debate político e ideológico en Europa, en donde se
planteó la interrogante [de] si los indios somos seres humanos o no
somos seres humanos; Ginés de Sepúlveda argumentó con mucha
claridad que los indios no tenemos alma, pero el padre Francisco de
Victoria sustentó con claridad que tenemos alma y somos seres hu-
manos; entonces, a partir de ese instante, nosotros tenemos derecho a
la libre determinación, al derecho natural y al derecho de gentes, por
lo tanto el derecho de una guerra justa, que fue lo que se nos aplicó.
¿Pero hoy qué sucede? En Colombia se está aplicando y desa-
Armando Valbuena
Armando Valbuena
9
Testimonios
La entrevista que se incluye a continuación fue realizada por Efraín
Jaramillo al líder indígena Kimy Pernía Domicó, en marzo de 2001,
cuando este aún no había sido secuestrado por el paramilitarismo y
no se conocía su trágica suerte.
E f r a ín Ja r a mil l o
de que nosotros los indios teníamos que defender nuestra tierra, que
si nosotros no lo hacíamos, nadie lo iba a hacer; que el embera sin tie-
rra no era nada, o como decimos nosotros: emberadrua ne’ea, babe’ea.
También me comenzó a hablar de que a nuestro territorio lo iban a
inundar para hacer una gran represa para producir luz; que la prime-
ra represa iba a inundar la parte baja del resguardo y que la segunda
iba a inundar todo el resguardo… «¡Cómo va a ser!», decía yo. «Sí, así
como lo oye», me decía Gordon. Bueno, todas esas conversaciones
me fueron taladrando la cabeza y me hicieron cambiar poco a poco.
EJ: ¿Y entonces...?
K: ¿Y entonces?... Lo peor vendría después. Eso sí fue definitivo,
sí fue como un golpe que me abrió los ojos. Resulta que mi papá me
fue a decir que unos señores que les gustaba mucho la naturaleza
querían subir al parque Paramillo y también visitar nuestro territo-
rio (nosotros vivimos dentro del parque), que esos señores querían
hacer unos estudios sobre los árboles y sobre los animales, que eran
unos profesores que sabían mucho y que querían que nosotros los
acompañáramos. Y que también nos iban a llevar unos regalitos. Mi
papá me decía que nos podíamos ganar unos pesitos. Yo le dije que
bueno, que cuándo era la cosa... Nos fuimos con los investigadores
yo, mi papá y el hermano de mi papá, mi tío Santander. Cuando lle-
gamos a bocas del Esmeralda nos retuvieron unos hombres armados,
eran la gente del epl , que habían fundado esa organización en La
Gloria, más arriba de la desembocadura del río Manso. Los arma-
dos hicieron bajar a los investigadores y después de interrogarlos los
acusaron de imperialistas y los fusilaron delante de todos nosotros.
Nosotros estábamos muy asustados, pues nos acusaban también de
haberlos subido. Yo pensé que hasta ahí habíamos llegado. Pero nos
soltaron y regresamos a Tierralta; pero allí nos echó mano la policía
y nos acusó de que nosotros les habíamos puesto la trampa, de que
esos eran unos funcionarios del Gobierno que trabajaban en Corelca.
Estuvimos cerca de un año en la cárcel de Montería. Allí fue que
nos dimos cuenta que el indio no tiene derechos. Le pedimos a Fun-
col en esa época que porque no nos ayudaba a aclarar el asunto, pero
* En el Alto Sinú se emplea este término para la transacción que se hacía con los
madereros. El maderero pagaba una suma de dinero al indígena por cada rastra de
madera que sacara.
** Respectivamente, Corporación Regional Eléctrica de la Costa Atlántica y
Corporación Autónoma Regional de los Valles de los ríos Sinú y San Jorge.
*** El Nagua es un pequeño río que desemboca en el río Sinú, en la segunda angostura
de este último, a la entrada del resguardo.
debilidades que teníamos, y era que nosotros estábamos luchando por
controlar la explotación maderera, y los madereros indígenas estaban
encima de nosotros. Los indígenas de Nagua fueron los que desata-
ron las cosas problemáticas.
EJ: ¿Cómo así?
K: Hombre, es que estos compañeros eran de compliques siem-
pre. Ellos eran varias familias que habían venido de un sitio del San
Jorge llamado San Pedrito y San Juanito, y se asentaron en lo que
era antes Tucurá, arribita de Frasquillo. De allí tuvieron que salir
derrotados para el Chocó, porque se metieron en problemas ahí.
Creo que en Tanela [Chocó] también tuvieron problemas. No sa-
bemos exactamente por qué, pero nos han dicho que allí vendieron
tierras del resguardo y que estaban vendiendo madera a kampunías.
Entonces los derrotaron allí los otros indígenas. A estos indígenas,
que los llaman los chibiríes, se voltiaron otra vez para acá, porque en
Antioquia los embera de allí tampoco los querían. Cuando llegaron a
Rioverde, las comunidades de allí les dijeron que no se podían quedar
Efraín Jaramillo
K: ¡Con todos! Las Accu por un lado, las Farc por otro. Mire: hay
un embera del río Kuranzadó que apodan Bony, que usted conoce
muy bien. Este estuvo con el epl, después se pasó para donde las
Farc y ahora anda con las Autodefensas... y a todos les ha servido
como sicario de sus mismos hermanos emberas. Es triste tener que
decirlo, pero esa es la realidad. Como él hay otros; por ejemplo, Luis
Parmenio [nombre figurado], que es otro embera, que fue el que mató
a mi amigo Alonso Jarúpia y a Lucindo Domicó. Y los cabildos, que
son nuestras autoridades, no tienen la fuerza para exigir que nos de-
jen tranquilos y menos para exigir que se haga justicia. Ya ni siquiera
quieren hablar de la situación. Y lo más triste es que nos dan la espal-
da a los que seguimos luchando por nuestra autonomía.
10
Desde el pasado,
mirando el futuro…
Veinticinco años de la Onic,
un legado vivo de la resistencia indígena en Colombia
L u i s Ev e l i s A nd r a d e C a s a m á *
2007
Ejemplos de lucha
En el siglo pasado, Manuel Quintín Lame Chantre, terrajero de
San Isidro y cacique de los pueblos indígenas del Cauca, Tolima,
Huila, Nariño y el norte del Ecuador, lideró la resistencia indígena
para defender las tierras de los resguardos, nuestras autoridades y
culturas. El camino trazado por Lame fue continuado en los años
setenta por nuestros pueblos mediante el proceso organizativo rei-
niciado en el Cauca (Cric) y la Sierra Nevada de Santa Marta (cit),
y posteriormente con la consolidación de la Organización Nacional
Indígena de Colombia (Onic).
Este proceso generó una dinámica renovada que ha nutrido el
actual movimiento indígena nacional frente a un modelo de Esta-
do que nos niega el reconocimiento y tratamiento como sociedad
Luis Evelis Andrade Casamá
Nacimiento de la Onic
El movimiento indígena se fortaleció entre 1910 y 1946 al calor
de luchas en distintas regiones, mediante la constitución de organi-
zaciones como los consejos y ligas de indios, [las] mismas que rei-
vindicaron nuestros derechos indígenas y establecieron alianzas con
otras organizaciones campesinas y obreras, sobre todo. No obstante,
la violencia y la represión política desatada por las élites tradicionales
(1946-1958) liquidaron la mayor parte de nuestras organizaciones
indígenas, las cuales solamente pudieron renacer dentro de organiza-
ciones campesinas como la Federación Agraria Nacional y especial-
mente la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc), tras
su establecimiento obligatorio, por decreto gubernamental, hacia la
década de los setenta.*
Fue una década en la que los movimientos sociales (indígena,**
obrero, de maestros, estudiantil y campesino) lograron fortalecerse,
no obstante la represión estatal generada por la continuidad del esta-
do de sitio. Hacia 1976 nuestros pueblos establecieron una organiza-
ción nacional propia, independiente de la Anuc, como respuesta a la
incomprensión estatal y de las élites nacionales.
La fundación de la Onic fue el resultado del proceso de reorgani-
zación autónoma del movimiento indígena en Colombia iniciado por
el Consejo Regional Indígena del Cauca, la Unión de Indígenas del
Chocó y el Consejo Regional Indígena del Vaupés; ejemplo que fue
seguido por la conformación de organizaciones indígenas en otros
departamentos, como respuesta a la promulgación del «estatuto de
seguridad» y particularmente al «estatuto indígena».
La instauración del estatuto de seguridad durante el gobierno del
presidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982) otorgó funciones
Luis Evelis Andrade Casamá
* En 1982, esta organización logró reunir en Bogotá a más de tres mil quinientos
indígenas de los 84 pueblos indígenas colombianos.
Esta plataforma incluyó la defensa de la autonomía indígena, la
defensa de los territorios indígenas, la recuperación de las tierras
usurpadas, la defensa de la propiedad colectiva de los resguardos,
así como el control de los recursos naturales situados en territorios
indígenas. Del mismo modo, impulsó las organizaciones económicas
comunitarias, la defensa de la historia, la cultura y las tradiciones
indígenas, la educación bilingüe y bicultural bajo el control de las
autoridades indígenas, la recuperación e impulso de la medicina
tradicional y la exigencia de programas de salud acordes con las ca-
racterísticas sociales y culturales de las comunidades. En síntesis,
se trató de la exigencia de la aplicación de la Ley 89 de 1890 y las
demás disposiciones legales favorables a los pueblos indígenas, el
fortalecimiento de la solidaridad con las luchas de otros sectores y
la aplicación de las conclusiones de los congresos de la organización.
Desde entonces, la sistemática y múltiple vulneración de los dere-
chos humanos de nuestros pueblos se ha convertido en una constante
que no disminuye, por obra del desconocimiento que hacen las au-
Luis Evelis Andrade Casamá
* «Existe, además, el peligro de que se exija también a los resguardos y cabildos, el que
tengan personerías jurídicas. Al respecto nosotros manifestamos que siempre hemos
existido sin la necesidad de que el Gobierno nos reconozca y que tales personerías
solo se prestan a la manipulación del Gobierno y los politiqueros de nuestras
organizaciones tradicionales. Finalmente la comisión acuerda por unanimidad
respaldar la actual vigencia de la Ley 89 de 1890, que a pesar de sus limitaciones
y fallas, responde mejor a nuestras necesidades y luchas que el actual Proyecto de
Estatuto Indígena». Primer Congreso Nacional de Pueblos Indígenas. Conclusiones y
documentos (Onic:1980).
social, política, económica y cultural que necesita para consolidar
sus derechos. En su defecto, la Onic debe constituirse en una entidad
de gobierno propio que, en derecho y respetando su autonomía, in-
terprete sus necesidades y decisiones, orientando los destinos de los
pueblos indígenas colombianos.
Durante la última junta directiva de la Onic (1º al 3 de marzo de
2007), los delegados de nuestras organizaciones regionales aproba-
ron la reestructuración y refundación de la Onic y sus principios,
en el marco de su vii Congreso Indígena Nacional, que se realizó en
Ibagué del 9 al 13 de diciembre de 2007, con el fin de fortalecer los
canales de intercambio y evaluación entre la organización nacional y
sus organizaciones asociadas.
En el vii Congreso Indígena Nacional, la Onic debe afrontar los
enormes desafíos que presenta el contexto actual: una contrarrefor-
ma agraria y constitucional, adelantada mediante la promulgación
de leyes (Ley de desarrollo rural, Ley de páramos, Ley de bosques,
Ley de aguas, Código minero, etc.) que atentan contra nuestros te-
Luis Evelis Andrade Casamá
Z ipa Ne mé q u e ne
1520
que le sucediesen, pudiesen extender el castigo con las más penas que
arbitrasen, pareciéndole que mientras más se aplicasen aun no serían
condignas a semejante delito.
Mandó que si de parto muriese alguna mujer casada, perdiese el
marido la mitad de su hacienda, y se aplicase al suegro ó suegra, ó á
los hermanos ó parientes que fuesen en el afecto padres de la difun-
ta, por ser como era el marido instrumento, aunque sin culpa, de la
muerte de su mujer, y sus suegros y parientes los que verdaderamente
la perdían; pero que si la criatura quedase viva, solamente la criasen
á costa del padre.
Para el que fuese ladrón mandó que con fuego puesto delante de
los ojos lo cegasen, y si los hurtos fuesen de gravedad ó repetidos, se
los quebrasen con puntas de espinas; pues habiendo de ser las penas
medicinales, por estos medios se castigaba lo presente y remediaba lo
futuro, sin quitarle la vida al reo.
Ordenó que ningún señor o Cacique, por grande que fuese, su-
biese en andas, que llevasen sus criados en hombros, sino solamente
el Zipa ó la persona que él privilegiase en caso que fuesen tales sus
servicios y sangre que lo mereciese, para que con su observancia co-
nociesen todos la soberanía del que naciese Rey y la diferencia del
que sirviese mejor.
Limitó los vestidos y joyas á la gente común para formar jerar-
quías entre sus vasallos; y á los Uzaques (que son los de más ilustre
prosapia, y entonces eran como grandes del reino) concedió privile-
gio para horadar las orejas y narices y poner pendientes de ellas las
joyas que quisiesen.
Aplicó para su Real fisco las haciendas de aquellos que muriesen
sin herederos legítimos; si bien fuera de los sobrinos, hermanos é
hijos, no se ha podido averiguar entre los mismos indios si heredaban
otros.
Mandó que al que mostrase cobardía cuando lo llamasen para
la guerra ó cuando estuviese en ella, lo despojasen de las vestiduras
de hombre y se las pusiesen de mujer, ocupándolo en los ministerios
propios de aquel sexo, por el tiempo que al Zipa le pareciese.
Código de Neméquene
Hizo ley ordenando que al que huyese de la batalla antes de hacer-
lo su Capitan, le quitasen luego la vida con muerte afrentosa; porque
de imitar en todo las acciones de los cabos resultan de ordinario las
victorias cumplidas o las pérdidas ménos sensibles; y establecidas
otras penas ligeras para delitos leves, como son romper la manta ó
cortar el cabello, dispuso que para la indispensable observancia de
todas las que van dichas, fuese Presidente de su Consejo supremo,
con sucesión de uno en otro, el Cacique de Subá, de cuya sentencia en
justicia no se pudiese apelar. Y verdaderamente en la poca doctrina
que tenía aquél bárbaro, mostró muchas luces de un entendimiento
capaz de cualquiera enseñanza política en que lo cultivasen.
Carta de protesta del cacique de Turmequé al Rey de España*
Die g o d e To rre s
1584
s ac r a c at ó l i c a , r e a l m a j e s ta d :
También manda v.m. por ley nueva y ordenanza real que el pue-
blo o pueblos de indios que vacaren o fueren puestos en vuestra real
corona sean mejor tratados y conservados que los demás que no lo
son, para que entiendan que viniendo a vuestra real corona han de ser
en más aumento y conservación, ansí para lo que les conviniere para
lo espiritual como para lo temporal; certifico a v.m. que se hallará ser
verdad no haber pueblo de indios más perseguidos, vejados ni moles-
tados y pobres, que son los que se han puesto en vuestra real corona,
en especial los pueblos que son de la provincia de Tunja donde yo soy
cacique, porque si el encomendero los molesta era él sólo y sus criados
y finalmente reconocían a uno por superior, mas los que vienen a
vuestra real corona no saben a cuál es al que le han de agrandar,
porque el gobernador los manda, el contador lo mesmo, el tesorero ni
más ni menos y el corregidor que es en aquellas provincia […].
Los miserables indios no saben a dónde acudir a buscar remedio
de los agravios por que estos les son hechos, si no es clamar al cielo y
llorar su desventura, porque debajo del agravio que les hacen en sus
personas gozando de sus mujeres e hijas, unas particularmente una
crueldad terrible en lo que son pueblos de v.m. […].
S im ó n B o l íva r
Achagua Meta
Amorúa Casanare
Andoke Amazonas
Arhuaco (ijka) Cesar, Magdalena, La Guajira
Awa (cuaiker) Nariño, Putumayo
Bara Vaupés
Barasana Vaupés
Barí Norte de Santander
Betoye Arauca
Bora Amazonas
Indígenas de Cañamomo, La Montaña y San Lorenzo Caldas
Camen�a Putumayo
Carapana Vaupés
Chimilla Magdalena
Chiricoa Casanare
Cocama Amazonas
Coconuco Cauca
Coreguaje Caquetá
Coyaima-Natagaima (pijao) Tolima
Desano Vaupés
Dujos Huila
Embera Chocó, Antioquia
Embera Chamí Risaralda, Antioquia
Eembera Katío Antioquia
Eperara Siapidara Valle, Cauca
Guambiano (misak) Cauca
Guanaca Cauca
* El presente listado hace parte del material de trabajo de Enrique Sánchez Gutiérrez
en 2005.
Guayabero Guaviare
Hitnu Arauca
Inga Putumayo, Bogotá
Karijona Amazonas
Kawiyarí Vaupés
Kofán Putumayo
Kogui Magdalena, Cesar, La Guajira
Kubeo Vaupés
Kuiba Vichada, Casanare
Kurripako Guainía
Letuama Amazonas
Makaguaje Caquetá
Makuna Amazonas
Masiguare Casanare
Matapí Amazonas
Miraña Amazonas
Mokaná Atlántico
Pueblos indígenas de Colombia
Muinane Amazonas
Muisca Cundinamarca, Boyacá
Nasa (páez) Cauca, Valle, Tolima
Nonuya Amazonas
Nukak Guaviare, Vaupés, Guainía
Ocaina Amazonas
Pasto Nariño
Piapoco Vichada, Guaianía
Piaroa Vichada
Piratapuyo Vaupés
Pisamira Vaupés
Puinave Guaianía
Quillasinga Nariño
Sáliba Casanare
Senú Córdoba, Sucre, Antioquia
Sicuani Vichada, Meta, Casanare, Arauca
Siona Putumayo
Siriano Vaupés
Taiwano Vaupés
Tanimuka Amazonas
Tariano Vaupés
Tatuyo Vaupés
Tikuna Amazonas
Totoró Cauca
Tsiripu Casanare
Tucano Vaupés
Tule (kuna) Antioquia, Chocó
Tuyuka Vaupés
UitotoI Amazonas, Caquetá, Putumayo
U’wa (tunebo) Boyacá, Arauca
Wanano Vaupés
Waunan Chocó, Valle
Wayuu La Guajira
Wiwa La Guajira, Cesar
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gobernados los salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada.
Ley 55 de 1905, por medio de la cual se ratifican las normas anteriores sobre
disolución de los resguardos indígenas.
Ley 135 de 1961, sobre Reforma Social Agraria.
Ley 31 de 1967, por la cual se aprueba el Convenio Internacional del Trabajo,
relativo a la protección e integración de las poblaciones indígenas y
tribunales en los países independientes, adoptado por la cuadragésima
reunión de la Conferencia General de la Organización Internacional del
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Dirección de participación de la comunidad.
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servicios de salud en zonas indígenas.
Resolución nº 8454 de 1984, del Ministerio de Educación Nacional, expedida
para resolver el problema de la Sierra Nevada que determina la
participación de las comunidades en el diseño de los currículos y en la
elección de los profesores y que hace forzoso un ajuste de los contenidos
y la pedagogía con la forma de pensar y las necesidades de los indígenas.
Sentencia T-025 del 2004, de la Corte Constitucional. Estado de cosas
inconstitucional en materia de desplazamiento forzado. Bogotá.
Documentos de archivo
Referencias bibliográficas
Referencias bibliográficas
Organización Wayuumunsurat, comunidades wayuu de la alta Guajira,
Riohacha, entrada del 23 de septiembre. Disponible en: http://
organizacionwayuumunsurat.blogspot.com/2007/09/intervencin-de-
armando-valbuena.html
Nota biográfica
h er ná n moli na ec h ev er r i
esta colección fue realizada
ministerio de cultura en el
año de la conmemoración
del bicentenario de la
independencia de colombia y
de cultura