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INSATISFACCIÓN CRÓNICA: Personas que nunca están satisfechas

“La insatisfacción es la sombra de la ambición”, afirmó hace ya varias décadas Henry H. Haskins. Y
lo cierto es que no andaba equivocado. En la sociedad actual, somos testigos de excepción de este
fenómeno, que se manifiesta como nunca antes. De hecho, la insatisfacción personal y laboral
prácticamente se ha convertido en una enfermedad crónica. ¿Por qué?

Una sociedad que genera insatisfechos crónicos

Una parte de la responsabilidad de las elevadas cuotas de insatisfacción que hemos alcanzado
recae en la sociedad. De hecho, cada día los periódicos y noticieros nos bombardean con noticias
del adolescente que se hizo millonario gracias a una aplicación móvil, de la artista que se convirtió
en una estrella a través de su canal de YouTube o del joven futbolista que ha sido fichado por un
gran equipo y ahora tiene un contrato millonario. Sin embargo, junto a estas noticias también
aparecen titulares que resaltan los estragos de la crisis, el desempleo y las injusticias.

Así, vivimos en una época en la que, en teoría, todo es posible. Sin embargo, en la práctica, solo
una pequeña minoría logra alcanzar esos sueños. Ese contraste tan grande, entre las posibilidades
casi infinitas y una realidad anónima puede generar un profundo sentimiento de insatisfacción.
Cuando la persona compara sus resultados con los de los demás y no se siente orgullosa de lo que
ha logrado, suele sentar casa la insatisfacción.

Obviamente, la insatisfacción crónica no solo es un fenómeno social sino también personal. De


hecho, hay personas que podríamos catalogar como “insatisfechos permanentes”. Estas personas
no son capaces de alegrarse por lo que han logrado y siguen pensando en el camino que aún
tienen por delante, se centran en lo que no tienen, más que en lo que tienen, y por eso nada les
satisface.

Resulta curioso porque su meta final es la satisfacción pero, al mismo tiempo, esta se convierte en
una quimera escurridiza que cada vez está más lejos. Por eso, estas personas se fijan objetivos
cada vez más ambiciosos, con la esperanza de que cuando los alcancen, finalmente puedan
sentirse satisfechos.

Sin embargo, lo que ocurre es que estas personas no buscan su satisfacción personal sino la
aprobación y el aprecio de los demás. La insatisfacción crónica realmente sienta sus bases en una
profunda inseguridad. De esta forma, esas personas pasan gran parte de su vida sintiendo envidia,
amargadas y experimentando un sentimiento de incapacidad. Creen que la vida es injusta y
minimizan sus logros e incluso están convencidos de que han fracasado, aunque no sea así.

Las dos caras de la insatisfacción

La insatisfacción es uno de los motores impulsores de la conducta. De hecho, Oscar Wilde afirmó
que “la insatisfacción es el primer paso en el progreso del hombre”.
La insatisfacción es una señal, nos indica que algo no funciona bien, que estamos siguiendo
referentes erróneos y pautas equivocadas, o que estamos involucrados en una relación
disfuncional. En todo caso, nos avisa de que debemos cambiar algo, en aras de lograr un estado de
mayor plenitud.

Desde esta perspectiva, la insatisfacción no es negativa, todo lo contrario, nos anima a cambiar y a
mejorar. Nos impulsa a activar nuestros recursos para reconducir nuestros pasos.

Sin embargo, la insatisfacción crónica es negativa ya que nos sume en un estado de displacer
permanente, nos impide centrarnos y vivir con plenitud el presente porque sentimos que no
estamos integrados, no nos sentimos satisfechos con nuestro ser, no aceptamos completamente
nuestra identidad.

La insatisfacción crónica implica una fractura entre nuestro “yo” ideal y la persona que somos.
Obviamente, si no logramos aceptarnos, tampoco lograremos ser felices.

¿Cómo desprenderse del estado de insatisfacción crónica?

1. Distingue el deseo de la necesidad. Nuestra sociedad no solo nos impulsa al consumismo sino
que también pretende hacernos creer que la satisfacción y la felicidad provienen de nuestras
posesiones. De esta forma, nos tiende una trampa mortal que nos obliga a correr continuamente
detrás de cosas que no necesitamos. Por eso, la próxima vez que te sientas insatisfecho,
simplemente pregúntate si realmente estás necesitado o tan solo estás experimentando un deseo.

2. Echa la vista atrás. De vez en cuando, es conveniente mirar atrás para recordar cuánto camino
hemos recorrido. A veces, cuando estamos demasiado centrados en la meta, olvidamos cuánto
hemos logrado y cuántos sacrificios hemos hecho para llegar al punto en el que estamos. Recuerda
que en ocasiones no es tan importante lo que has logrado sino la persona en la que te has
convertido a lo largo de ese camino, el esfuerzo que has realizado. Es probable que tengas más
razones para sentirte satisfecho de las que imaginas.

3. Mira a tu alrededor. Es cierto que cada persona es única y que compararse con los demás no
tiene mucho sentido pero los insatisfechos crónicos tienen una visión limitada de la realidad
porque siempre comparan sus logros con otros mayores. Esta perspectiva restringida les lleva a
sentirse inferiores e insatisfechos ya que, ante sus ojos, siempre habrá alguien más exitoso. Por
eso, también es conveniente mirar en otra dirección. Así podremos percatarnos de lo afortunados
que hemos sido y sentirnos agradecidos por lo que tenemos.

4. Centra tus esfuerzos. Un refrán latino dice: Lepores duo qui insequitur, is neutrum capit / Quien
persigue dos liebres, no caza ninguna. A menudo los insatisfechos crónicos se ven envueltos en
una serie de proyectos demasiado ambiciosos que roban sus fuerzas y energía, condenándoles de
antemano al fracaso. Sin embargo, tantos objetivos suele indicar que la persona no sabe a ciencia
cierta, qué quiere de la vida y no ha descubierto qué le satisface realmente. Por eso, un paso
esencial para alejarse de la insatisfacción perenne consiste en conocernos, saber qué nos hace
realmente felices y focalizarnos en ello.
5. Abraza lo esencial. Estamos cegados por la cantidad de posibilidades, así como por el sinfín de
objetos y actividades, de forma que queremos siempre más. Hemos desarrollado una especie de
"hambre nerviosa" que no logramos satisfacer. Por eso, de vez en cuando es importante volver a
lo esencial, abrazar la tranquilidad y los momentos de relax absoluto. Para lograr una vida más
satisfactoria es importante aprender a detectar lo superficial y centrarse solo en lo esencial.

http://www.rinconpsicologia.com/

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