Las planteado por Dupeyrón me han hecho reflexionar sobre mis propios ideales y a entrar en una contradicción. Siempre he sido fiel a la idea de que la vida no es perfecta y nosotros como seres humanos tampoco, no siempre podemos ser felices, no todos servimos para lo mismo, todos somos diferentes al igual que nuestras vidas y expectativas e ideales sobre ella; me disgusta que la gente te presione para lograr cosas que no te interesan o que no eres capaz de realizar, te dan esperanza donde no la hay y al final del día la decepción es mayor, me irrita que no te permitan llorar o enojarte, que siempre minimicen tus sentimientos y te quieran convencer de que no vale la pena sentirse así, pero qué saben ellos, piensan que nos apoyan pero la verdad es que solo nos venden la idea de una vida romantizada y falsa, lo cual te hace sentir peor, porque tratas de conseguirla y eres infeliz al no encontrarla. Por otro lado, y sin estar totalmente de acuerdo, creo que estas falsas expectativas sirven un poco, pues cuando eres optimista y no te das por vencido logras metas y objetivos inesperados, este deseo te permite varias veces retarte a ti mismo y conseguir más de lo que esperas, estos ideales de “felicidad absoluta” y “todos pueden” nos permiten progresar, nos ayudan a no perder nuestro rumbo, a esforzarnos con el fin de que aunque no alcancemos lo que queríamos principalmente, en el trayecto para conseguirlo descubramos quiénes somos y qué podemos hacer. Al fin de cuentas creo que los ideales de la vida perfecta e imperfecta van de la mano porque mientras uno nos da esperanza y nos impulsa a plantearnos metas el otro nos mantiene enfocados y con los pies en la tierra.