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En determinados momentos de nuestras vidas, todos nos hemos sentido perdidos,

invadidos por sentimientos de desesperanza y con falta de ilusión para realizar


todo aquello que es necesario hacer, podría decirse que nos sentimos vacíos,
apagados, como si nada tuviera sentido. Sabemos que es un sentimiento
arraigado y que todos nos hemos sentido así alguna vez. Racionalmente, somos
conscientes de que puede ser temporal y que es un proceso de aprendizaje, pero
nuestra parte emocional desea salir de esta angustia permanente.

Si a lo largo de tu vida o actualmente te has sentido así y no has sabido como


remediarlo, quédate con nosotros para que puedas escuchar algunas
orientaciones y estrategias para poder superar estos procesos.

¿Qué es el sentido de la vida?

El significado que la vida tiene es espiritual, cultural e individualmente


diverso. Por esa razón hay tantas discusiones en los ámbitos políticos,
culturales y religiosos.

Ahora bien, estamos acostumbrados a darle sentido a la vida de acuerdo a


las circunstancias que estemos viviendo, pero es preciso entender que la
vida en sí misma no tiene sentido, somos nosotros los que tenemos sentido
y lo llevamos a la vida y se lo damos a ella para que lo tenga.

El sentido de la vida puede describirse a partir de cuatro construcciones: una


finalidad, significación, conexión y valor.

En primer lugar, hablamos del sentido como una finalidad, el sentido como la
dirección que queremos que tome nuestra vida, una orientación. Para que nuestra
vida pueda dotarse de sentido esta debe estar dirigida a un fin, una meta. En
segundo lugar, debemos darle a esta dirección un significado, preguntarnos si de
esta dirección algo nos atrae y nos lleva hacia ella. Seguidamente debemos
establecer una conexión de este significado, buscar una causa o una razón,
debido a que nada acontece sin una razón suficiente, establecer una causa que
justifique por qué debe ser así y no de otro modo. Finalmente, el sentido se vincula
con un valor, es decir, el valor que le damos a este significado es lo que conlleva a
que creamos que merece la pena.

¿Qué pasa cuando tu vida no tiene sentido?

Normalmente, la apreciación de que nuestras vidas no tienen sentido nace ante


determinadas situaciones “sinsentido” como la muerte de un ser querido, un
desengaño, un fracaso,… determinados acontecimientos de crisis que nos hacen
sentirnos vacíos y desilusionados. Cuando percibimos que nuestras vidas no
tienen sentido y experimentamos estos sentimientos de vacío, nacen en nosotros
un conjunto de emociones y acciones que aumentan estas sensaciones:

Tristeza: un sentimiento de tristeza nos invade, sin saber descifrar qué es


concretamente aquello que te está entristeciendo, no logramos aislar un motivo.
Esta tristeza nos lleva a sentimientos de desesperanza y de vacío.

Desconocimiento hacia uno mismo: percibimos que no nos conocemos tan bien
como creíamos, empezamos a observar que estamos perdidos, que no sabemos
cómo salir de dicha situación, nos preguntamos ¿quién soy? ¿Hacia dónde voy?
¿Qué quiero hacer en este mundo? ¿Qué hago aquí? y parece que no
encontramos respuesta a ninguno de estos interrogantes.

Se pierde todo el interés que antes tenias por aquellas actividades que te hacían
disfrutar, pierdes interés en las relaciones, en nada encuentras placer. Por ello,
nace un sentimiento de aburrimiento frente a toda acción y fácilmente te angustias
ante las cosas.

Pérdida de responsabilidad: junto al sentimiento de pérdida de interés y de


tristeza, la persona pierde también todo sentido de responsabilidad y deja de
comprometerse. No observa en sí misma la posibilidad de crecimiento, de
expandirse como persona, y por ello, no arriesga ni vive nuevas experiencias.

Insatisfacción: frente a todo este conjunto de situaciones, la persona se siente


insatisfecha con su vida, pero no sabe como reconducirla.

Aislamiento: los sentimientos de tristeza, la falta de interés, de responsabilidad y


compromiso y la frustración frente a la insatisfacción de tu vida, conducen a un
mayor aislamiento social.

¿qué puedo hacer?

El descubrimiento del sentido de nuestras vidas requiere un gran trabajo, puede


ser un trabajo que requiera toda una vida, con la necesidad de una gran
introspección. Cuando este se alcanza, encontramos nuestra razón de ser, el cual
nos otorga felicidad y motivación en nuestro día a día. Que su búsqueda sea un
camino tan extenso, no quiere decir que el camino para alcanzarlo no sea pleno y
no nos permita saborear la felicidad y la motivación. Debemos encontrar aquellos
hechos que nos hagan sentir que la vida vale la pena, que nos llenen de
autorrealización, pero ¿cómo puedo alcanzarlo?

1. Dedica tiempo a pensar en ti


¿Cuándo fue la última vez que pensaste en cuáles son tus sentimientos, tus
deseos, tus defectos, tus virtudes,…? Nos encontramos en la sociedad inmersos
en cambios constantes y rodeados de numerosos estímulos que nos impiden
detenernos y pensar en nosotros mismos. No podremos alcanzar nuestro sentido
si no podemos detenernos a pensar en nosotros mismos, por ello, el primer paso
es detenernos a conocernos.

2. Analiza el vacío

Debemos plantearnos cuánto tiempo llevamos sintiéndonos con este vacío, qué
cosas en nuestra vida no están funcionando como desearíamos, si estos
elementos tienen alguna solución y en el caso de no poder aplicar esta solución,
debemos preguntarnos por qué no podemos llevarla a cabo. Es importante tratar
de conocer a qué es debida esta sensación de vacío, porque ha aparecido de
repente si antes no estaba, qué lo ha causado y qué lo está manteniendo.

3. Cambia

Si la respuesta a la pregunta anterior radica en tu vida, si crees que el motivo que


te lleva a este vacío es que no te gusta como estas viviendo, empieza por
preguntarte qué cambiarias de tu vida hoy para poder empezar a vivir en plenitud,
¿cuál es el sueño que siempre te hubiera logrado alcanzar; qué podrías hacer
para empezar a cumplirlo?

Por otro lado, no podemos esperar que nuestra vida sea diferente si no ponemos
nuestro esfuerzo en ello. Para lograr cosas distintas, debemos cambiar nuestra
forma de hacer las cosas. Arriésgate con nuevas experiencias y aprendizajes.

4. Responsabilízate de ti mismo

Debemos ser conscientes de que la primera acción para poder conseguir nuestros
sueños y el sentido de nuestras vidas, es hacernos responsables de nosotros
mismos. Es importante hacerse responsable de las consecuencias de nuestras
acciones y liderarlas con independencia, porque el autoliderazgo nos ayudará a
dar sentido a nuestra vida.

5. Comunícate

El aislamiento favorece todos estos sentimientos de tristeza y desesperanza,


todos somos seres sociales y necesitamos al otro para poder vivir en plenitud y
sentirnos llenos y felices. Aprovecha tus relaciones para fomentar los sentimientos
de afectividad, amor y felicidad.
El vacío existencial es una espiral sinsentido. Una desgarradora sensación en la
que el significado de la vida ha desaparecido y solo queda el sufrimiento y una
experiencia de desconexión con el mundo exterior.

Para unos y otros, no hay respuestas al porqué de vivir. Nada les llena, nada les
satisface y, precisamente, eso les acaba atrapando en un estado psicológico de
sufrimiento. En la mayoría de los casos, esta situación deriva en una profunda
depresión o en conductas autodestructivas.

El vacío existencial es la espiral del sinsentido y la consecuencia de reconocerse a


uno mismo como alguien que mira el mundo con una perspectiva diferente por las
incongruencias detectadas o como alguien que se ha dejado llevar por la
consecución del placer para evitar el sufrimiento. Un fenómeno muy extendido en
la actualidad. Profundicemos.

El desarrollo de un sentido de la vida puede frustrarse cuando las metas y


objetivos no terminan de realizarse o cumplirse; cuando el choque entre
expectativas y realidad es tan fuerte que solo la desilusión hace acto de presencia,
o bien cuando las situaciones de crisis amenazan la sensación de seguridad y
certidumbre y no se cuenta con las herramientas adecuadas para hacerlas frente.

Todo ello desemboca en un profundo estado de frustración existencial que vacía a


la persona por dentro y que, en ocasiones, la lleva hasta un doloroso abismo. Es
como si en su interior albergaran un denso desierto, ese en el que el absurdo
domina la existencia y se pierde casi toda capacidad de conectar y sentir a los
demás.

Para el psicólogo Benjamín Wolan, este estado recibía el nombre de neurosis


existencial y la definía como «el fracaso para encontrar un significado en la vida, el
sentimiento de que uno no tiene ninguna razón para vivir, para luchar, para
esperar… de que uno es incapaz para encontrar una meta o una directriz en la
vida, el sentimiento de que, aunque los individuos se esfuercen mucho en su
trabajo, en realidad no tienen ninguna aspiración».
De alguna forma, el hombre tiene necesidad de hacer algo con su vida, que
sea no solo bueno, sino también hecho por él. Por lo tanto, el sentido de la
vida está relacionado con el destino que desea y necesita; pues a través de
ese desear, el hombre pretende ofrecer la libertad a su propio desarrollo, ya
que cuando vive plenamente, es cuando su libertad trasciende los límites de
su esencia y comprende que el sentido de su vida no se reduce únicamente
a algo material y finito, sino que trasciende, va más allá.

El problema es cuando esto no ocurre como esperaba, cuando las circunstancias


no cumplen las expectativas de su proyecto de vida y el sinsentido lo lleva hasta el
abismo del vacío existencial.

Según el psiquiatra suizo Viktor Frankl, el hombre tiene principalmente tres


dimensiones:

Dimensión somática. Está conformada por el ámbito corporal y el ámbito biológico.

Dimensión psíquica. Se trata de la realidad psicodinámica, es decir, del universo


psicológico y emocional.

Dimensión noética o dimensión espiritual. Engloba los ámbitos fenomenológicos


del alma. Por lo tanto, esta dimensión trasciende las otras dos. Además, gracias a
ella, el ser humano puede integrar las experiencias dañinas de la existencia y
desarrollar una vida sana a nivel psicológico.

Así, cuando la persona experimenta un profundo estado de tedio, desgana y está


perdida en el laberinto de su existencia tiene conflictos en su dimensión espiritual.
No es capaz de integrar sus heridas, incluso puede que ni siquiera las identifique;
pero tampoco de encontrar un porqué a su existencia, de manera que se ahoga en
el sufrimiento y experimenta una falta de sentido, de coherencia y finalidad o lo
que es lo mismo: un vacío existencial.

Frankl afirma que este vacío es la raíz de muchos trastornos mentales. Es


decir, el quiebre en la dimensión noética o espiritual, esa sensación de que
la existencia no tiene sentido, se expresa en la dimensión psicológica a
través de tres grupos de síntomas principales:

Síntomas depresivos.

Síntomas agresivos con o sin descontrol de impulsos.

Adicciones.
De esta manera, las personas atrapadas en el vacío existencial es como si
cubrieran su mirada y su sentir con un velo inconsciente, ese que le impide
encontrar el significado de su vida y que les lleva a la insatisfacción crónica y a la
desesperación. Entonces, ¿qué hacer para encontrar ese sentido?

En busca del sentido

«Obra así, como si vivieras por segunda vez y la primera vez lo hubieras hecho
tan desacertadamente como estás a punto de hacerlo ahora».

-Viktor Frankl-

Según el psicólogo suizo Carl Jung, el hombre necesita encontrar significado para
poder continuar su camino en el mundo. Por lo tanto, sin ese significado, está
perdido en la nada, en tierra de nadie, deambulando en el laberinto de la
existencia.

Frankl hace hincapié en que el camino hacia el sentido está mediado por los
valores y que es la conciencia social el instrumento que lo revela. Ahora bien, a
pesar de que los valores surjan desde una intimidad personal, acaban culminando
en unos valores universales, que coinciden con los sistemas culturales, religiosos
o filosóficos.

Por lo tanto, la conexión con el otro es importante para no perder el sentido de la


vida, al igual que el mantenimiento de vínculos afectivos, siempre y cuando, no se
ponga toda la responsabilidad de ser feliz en ellos. De alguna forma, una vida con
sentido es una vida arraiga en lo social.

Ahora bien, no se trata de buscar culpables, ni salvadores, sino más bien de


adoptar una actitud reflexiva y responsable que nos permite indagar en nuestro
interior, encontrar un propósito y salir de ese vacío existencial.

Es conveniente afirmar que existen múltiples maneras de definir el sentido de la


vida, tantas como personas e, incluso, cada uno de nosotros podemos cambiar
nuestro propósito vital a lo largo de nuestra existencia. Por lo tanto, lo que importa,
como afirmaba Viktor Frankl, no es el sentido de la vida a nivel general, sino qué
significado le damos en un momento dado.

Además, Frankl afirma que no deberíamos indagar en el sentido de la vida, sino


comprender que es a nosotros a quienes se nos inquiere. O sea, podemos
contestar a la vida respondiendo a nuestra propia vida. Esto quiere decir que la
responsabilidad es la esencia íntima de nuestra existencia.
Porque aunque hayamos invertido tiempo, energía, esfuerzo y corazón, la
vida, a veces, no es justa. Y a pesar de que en estos momentos venirse abajo
sea totalmente comprensible, tenemos dos opciones: aceptar que no
podemos cambiar lo ocurrido, que no hay nada que hacer y somos víctimas
de las circunstancias o bien, aceptar que efectivamente no podemos cambiar
lo que nos ha ocurrido, pero sí nuestra actitud hacia ello.

Por lo tanto, somos responsables de nuestros actos, de nuestras emociones y


pensamientos, de nuestras decisiones. Y por ello, tenemos la opción de decidir por
qué, ante qué o ante quién nos consideramos responsables.

Por lo tanto, el sentido de la vida siempre está cambiado, nunca cesa. Cada día y
cada momento tenemos la oportunidad de tomar decisiones que determinarán si
quedamos sujetos a las propias circunstancias o si bien actuamos con dignidad,
escuchando a nuestro verdadero yo con responsabilidad y libre de las trampas del
placer y la satisfacción inmediata.

“El ser humano no es una cosa más entre otras cosas, las cosas se determinan
unas a las otras; pero el hombre, en última instancia es su propio determinante. Lo
que llegue a ser dentrode los límites de sus facultades y de su entorno lo tiene que
hacer por sí mismo”.

-Viktor Frankl-

¿Estás atravesando una situación difícil? Hoy te comparto un ejercicio sistémico


que puede ayudarte a sanar y mirar la situación de manera diferente.

Es de Brigitte Champetier de Ribes, discípula de Bert Hellinger, que gracias a su


trabajo se ha convertido en un referente importante en el área de las
Constelaciones Familiares.

Aquí te dejo los pasos a seguir:

1. Sentir la situación difícil

- Imagino la situación difícil delante de mí. Me coloco en ella.

- Si es preciso, descompongo esta situación en varios elementos y me coloco en


cada uno de estos elementos.
- Represento a cada uno de ellos, para percibir su movimiento, hacia donde mira,
la carga que tiene. Averiguo, sin interpretar, si la sensación es de fuerza, de poder,
de víctima, de sufrimiento, etc.

- Sin interpretar, pues no tengo permiso para ello. Solamente se trata de constatar
la realidad como es.

- Vuelvo ajuntar todos los elementos en una sola realidad y me coloco en ella,
para percibirla también.

2. Reconociendo la realidad como es

- Ahora vuelvo a mi lugar, frente a la situación difícil.

- Soy yo, en mi adulto. Adulto y yo cuántico es lo mismo…

- Reconozco la realidad de esa situación difícil. Me inclino ante todo lo que he


observado, me inclino ante lo que la mueve, ante su destino, ante sus fidelidades y
su rol al servicio de la vida.

- Reconozco la mano de algo más grande.

- Reconozco la presencia de una nueva polaridad al servicio del surgimiento de


algo nuevo si acepto rendirme a la realidad como es.

3. Agradeciendo la situación difícil

- Agradezco a esta situación todo lo que aportó en el pasado. Agradezco su


entrega a su destino y su parte al servicio de algo mayor.

- Honro el hecho de que ella como yo estamos, cada uno de una manera, al
servicio.

- Le agradezco ser como es y me permito ser como soy. Todos juntos, estamos
cooperando. Todos somos necesarios.

4. Sigo mi camino

- Me alejo de la situación difícil, para dejarla con lo que la guía, y yo vuelvo a lo


que me guía.

- Avanzo hacia la vida, en la acción, la responsabilidad y la rendición ante la


realidad que ahora para mí se ha ampliado.
Cuando sigo mi camino, recupero la sintonía con la vida.

La vida en sí misma no tiene sentido.

La mayoría buscamos darle sentido a la vida a través del amor de otros, o a través
de logros personales, de posesiones materiales, o de posiciones sociales,
laborales y profesionales o incluso adoptando posturas de seres superiores a los
demás.

Pero cuando nada de lo anterior satisface nuestro ser, entonces es cuando surge
la pregunta ¿cuál es el sentido de la vida? – ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Para
qué nací?

¿te has hecho estas preguntas o algunas similares?

Hay un problema cuando nos cuestionamos de esta forma, porque realmente no


tenemos claro qué tipo de respuestas buscamos.

Te propongo entonces replantear esas preguntas de tipo general por unas un poco
más específicas, preguntas que responden dudas existenciales y que van a dar
directo a las causas de nuestra inconformidad con la vida.

¿Han sido correctas tus decisiones? – ¿Te gusta lo que estás haciendo? –
¿Por qué trabajas en lo que trabajas? – ¿Por qué tienes la pareja que tienes?
– ¿Qué es lo que realmente te une a tu pareja? – ¿Por qué estas aquí? –
¿Qué pasaría si no estuvieras aquí? – ¿Cual es el propósito de tu existencia?

Para muchos es más fácil vivir sin pensar demasiado o tratar de responder a estas
preguntas y otras similares, quizá para algunos sea más fácil vivir sin
cuestionamientos serios de su vida y de sus actos, pero cuando llegan las crisis,
cuando llegan esos momentos donde obligatoriamente necesitamos hacernos
preguntas a cerca de la vida misma, viene el derrumbe emocional y es entonces
cuando la vida para muchos no tiene ningún sentido.
Pero... Entonces ¿cuál es el verdadero sentido de la vida?

Es esta quizá la pregunta por la cual muchas personas hemos pasado noches
despiertas intentando encontrar una respuesta.

Acaso existe una respuesta a ese interrogante? – ¿Que significa que la vida no
tenga sentido?

Pues bien, es parte de nuestra naturaleza humana querer encontrar respuestas y


dar significado a todo lo que nos sucede.

Por ejemplo, si mi jefe me felicita eso significa que estoy haciendo un buen
trabajo, si mi esposa me abraza y me besa debe significar que me ama, si perdí el
examen significa que no entendí la lección, y así sucesivamente podemos darle
significado a cualquier evento que suceda en nuestras vida sea bueno o no.

El asunto es que el significado de los eventos de la vida puede ser ambiguo,


porque realmente lo que estamos haciendo es asociando experiencias,
acontecimientos y sentimientos en nuestra mente, es decir el significado es una
construcción mental arbitraria.

Tener valores y propósitos es una la única manera de vivir una vida significativa.

Herman Hesse dijo: “No soy responsable del significado o falta de sentido de mi
vida, pero si soy responsable de lo que hago con la vida que tengo”.

Así que respondiendo a la pregunta que si la vida tiene o no sentido, debo decirte
que esa respuesta únicamente puedes darla tú.

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