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Breve historia de la Hermenéutica

Diego OLIVAR ROBLES


Maestría en Filosofía y Crítica de la Cultura
Materia: Claves hermenéuticas

Este primer capítulo de la obra de Maurizio Ferraris1, abarca cinco apartados a


través de los cuales se intenta hacer entender al lector la razón de ser de la
hermenéutica. Sin permitirse aportar una definición absolutamente personal de lo que
es la disciplina en cuestión, el autor comienza por presentar una breve historia de la
hermenéutica seguida, en un segundo momento, de ciertas objeciones que es legítimo
plantear al momento de intentar presentar la historia referida como un bloque
monolítico; más adelante, Ferraris establecerá diversas formas que reviste el hecho de
la interpretación (ἑρμηνεύειν), lo que ahondará en las dificultades para definir el
significado y los alcances de la hermenéutica. Posteriormente, en el cuarto apartado,
se analiza la posibilidad de una hermenéutica universal para, finalmente, en el
numeral cinco, plantear las relaciones y distancias existentes entre nuestra disciplina y
la ontología.

Es posible señalar varios hitos a lo largo de la historia de la hermenéutica (apartado


1. Una historia de la hermenéutica). En diferentes momentos, el contenido y los
alcances de esta disciplina han sido definidos, si bien, no siempre siendo considerados
parte de ella. Es decir, el término hermenéutica no aparece como disciplina filosófica
independiente sino hasta bien entrado el siglo XVIII, con Schleiermacher durante el
romanticismo; sin embargo, desde los antiguos griegos, los filósofos y otros
pensadores de diversos rubros (teólogos, juristas, filólogos) influyeron ampliamente
en el desarrollo de nuestra disciplina.
En los orígenes de la cultura griega, “el arte de la interpretación (hermeneutiké
tekhne) designaba la actividad de transmitir mensajes de los dioses a los hombres”. 2
Por esta razón, poco avanzará la hermenéutica más allá de limitarse a estar “unida a la
interpretación de oráculos”.3 “Después de las conquistas de Alejandro, la extención de
la cultura y de la lengua griega a poblaciones de diferente estirpe (...) confiere a la
interpretación un papel mucho más significativo”4 “planteando la exigencia de
corregir y glosar los textos alterados o lejanos, restableciendo su legibilidad: de la
respuesta a esta necesidad surge la filología griega”.5 Por otra parte, del continuo
1
Maurizio Ferraris, La hermenéutica. México: Taurus, 1998.
2 Ib., p. 7
3 Ídem.
4 Ib., p. 8
5 Ídem.
contacto en Alejandría entre personas de diferentes naciones y creencias, aparecerá la
necesidad de una “hermenéutica religiosa que se une a la hermenéutica filológica”6
durante la época denominada helenística o alejandrina.
A partir de aquí, mención especial requiere el pensamiento medieval que
“proseguirá las orientaciones hermenéuticas presentes en la Patrística: y en particular
la hipótesis de la existencia de una sensus litteralis, histórico, con un sensus
spiritualis, místico, dividido a su vez en alegórico, moral y anagógico”7 al momento
de interpretar las Sagradas Escrituras.
“Contra esta perspectiva se moverá, a partir del siglo XIV, el humanismo italiano
(...); la interpretación es ahora el intento de trasladarse -con instrumentos técnicos y
filológicos cada vez más desarrollados - a un mundo espiritual que obtiene el propio
valor de ejemplo del contexto histórico que lo remite al pasado.”8 “En esta perspectiva
se inserta el giro de la reforma protestante (...): contra el intento de la iglesia romana
de integrar las escrituras en la tradición viva del rito, Lutero afirma el principio, de
base filológica, de la Sola Scriptura.”9 Posteriormente, fruto del Concilio de Trento,
también “el catolicismo se revela (...) plenamente racionalista”.10 Sin embargo existirá
otra cara del racionalismo que será la postura de Spinoza, quien “incrementa los
instrumentos técnicos y filológicos de la hermenéutica, y culmina finalmente la idea
según la cual la Biblia ha de ser interpretada como el resto de la literatura antigua, es
decir sin prejuicios religiosos.”11
A partir del siglo XVII aparecerá la idea de una hermenéutica universal. Pero será
en el siglo XVIII con el romanticismo, y en particular a partir de Schleiermacher que
se ponen “las bases para señalar la nueva importancia clave del problema
hermenéutico”.12 Para este pensador, incluso las cosas que parecen evidentes “pueden
ser mal entendidas”.13
Dilthey aportará un nuevo giro a esta disciplina “haciendo de la hermenéutica la
base de las ciencias del espíritu”,14 y a partir de él, Heidegger afirmará que “no sólo
todo conocimiento es histórico hermenéutico, sino que toda nuestra existencia es
hermenéutica”.15 A partir de aquí, lo que encontramos en los hermeneutas

6 Ib., p. 9
7 Ib., p. 10
8 Ib., p. 11.
9 Ib., p. 12.
10 Ib., p. 13
11 Ídem.
12 Ib., p. 15
13 Ídem.
14 Ib., p. 16
15 Ib., p. 17.
subsecuentes es que “la hermenéutica constituye la nueva koiné, la lengua franca de la
filosofía contemporánea”.16

Después de esbozar la anterior historia de la hermenéutica, el apartado 2. ¿Qué es


lo que no cuadra en este relato?, ahondará en ciertas dificultades que la historia, así
presentada, plantea. “Lo que más llamativamente no funciona en la descripción
histórica hasta aquí propuesta es un marcado juicio de futuro , corroborado por
algunas certezas más bien dogmáticas”.17 Las diferentes estapas a través de las cuales
se ha desarrollado la hermenéutica “se habían limitado (...) a esbozos inacabados que
solo a la luz de una trayectoria que, sin embargo, el lector contemporáneo
considera perfecta, pueden encontrar su verdadero sentido”. 18 Por lo tanto “no salen
las cuentas a propósito de muchos hechos que no admiten ser considerados solamente
como interpretaciones”.19 Por lo que no parece factible pretender, de buenas a
primeras, a una universalización de los alcances de la hermenéutica, así como a la
relación de hechos con interpretaciones. Finalmente “parece bien poco verosímil que
cada una de las discliplinas dotadas de técnicas interpretativas peculiares pueda
reconocerse en cualquier proyecto de hermenéutica universal (...) Así, entre la praxis
interpretativa natural y las codificaciones de las hermenéuticas especiales no existe
relación especial alguna”.20

Otro problema esencial, al momento de pretender alinear toda la historia de la


hermenéutica como un bloque monolítico es que “interpretar” es un concepto
equívoco, es decir, que reviste varios significados. Dicho problema es abordado en el
apartado 3. La interpretación se considera de muchos modos.

El numeral 4. La universalidad de la hermenéutica, aborda la pregunta “si parte


de su pretensión de universalidad (de la hermenéutica) no depender de la variedad (y
ambigüedad) de sentidos que hemos enumerado”21 (en la sección anterior). En este
sentido, el autor abunda en varios sentidos: por una parte es posible identificar a la
hermenéutica como un instrumento del que la filosofía se sirve para la comprensión
de lo que se dice; también, de acuerdo con Ferraris, no han existido aportes positivos
fuera de ciertos cánones prácticamente invariados; en fin, que “sería raro e
improblable sostener que verdaderamente toda expresión requiere una

16 Ib., p. 19
17Ib,. pp. 20 y 21
18 Ibidem. P. 21
19 Ib, p. 22
20 Ib. 25
21 Ib. 31
interpretación”.22 Por otra parte, se plantea el problema que implica la posibilidad de
promover una interpretación totalmente personal, subjetiva y, por lo tanto, relativista.

Finalmente, en el subtema 5. Hermenéutica y ontología, se abordan la cuestión “si


entre ontología y hermenéutica es posible realmente la convergencia y, mejor, la
identidad de fondo que es reclamada por la ontología hermenéutica”.23 Después de
referenciar la situación actual de la ontología, a partir del pensamiento idealista, la
conclusión de Ferraris es la siguiente: “la ontología hermenéutica (lo que se ha
convenido en llamar así en una tradición que, de ordinario, habrá que respetar pero no
venerar) está fuera de la hermenéutica”.24

***

El capítulo primero del texto de Ferraris se propone plantear el statu quo de la


Hermenéutica. Sin duda uno espera encontrar la respuesta simple y llana a la pregunta
¿qué es la hermenéutica?, sin embargo será el trabajo de toda la obra el llegar a dicha
respuesta, y no el del primer capítulo.
Sin embargo, consideramos que la mente humana es, en gran parte, esquemática:
en ese sentido, partir de una definición y enriquecerla, nos parece la manera más
accesible a la inteligencia de ir aprehendiendo lo abstractamente desconocido. En ese
sentido, consideramos oportuno tomar como punto de partida la siguiente definición
que hace Mauricio Beuchot de ella: “La hermenéutica es la disciplina de la
interpretación; trata de comprender textos, lo cual es -dicho de una manera muy
amplia- colocarlos en sus contextos respectivos”.25
¿Por qué limitarnos comenzando por una definición tan “cerrada”? Porque a
través de la presentación que Ferraris hace en su libro es posible observar como la
situación actual de la hermenéutica parece estar dominada por la filosofías idealistas,
y en ese sentido, la hermenéutica tiende a ser relativista y subjetivista. Como lo señala
Beuchot en la obra citada, “hoy en día, la hermenéutica ha recibido formulaciones
demasiado extremas. Cansados del racionalismo y el cientificismo, la hermenéutica se
da ido al extremo del relativismo y el subjetivismo. Es decir, por huir del paradigma
de la univocidad, se ha deslizado al paradigma de la equivocidad. Proliferan las
hermenéuticas relativistas, equivocistas, en las que casi todo vale, en las que casi

22 Ib., p. 35.
23 Ib., p. 41
24 Ibidem, p. 44.
25
Beuchot, Mauricio. Perfiles esenciales de la hermenéutica. 1a ed. México: Fondo de Cultura
Económica. 2008, p7.
cualquier interpretación es válida, o de plano no hay ninguna validez ni objetividad
para la interpretación”.26
A través del recorrido histórico y de los problemas planteados por Ferraris en este
primer capítulo, es notoria la situación que, por otra parte, plantea Beuchot: si no hay
hechos solo interpretaciones, pero interpretar es un término equívoco, resulta claro
que, entonces, la hermenéutica parece, de momento, condenada a la interpretación
subjetivista.
Por otra parte, no nos parece acertado el reducir toda ontología al pensamiento
idealista. Creemos que una ontología hermenéutica fundada en un pensamiento
realista es posible y deseable. De acuerdo con esta idea, sería necesario llevar más
atrás la especulación ontológica y partir del pensamiento de santo Tomás de Aquino,
cuya especulación metafísica converge claramente con la conclusión del primer
capítulo de Ferraris: “el sentido del ser precede, por una circularidad obvia y puesta
en relieve, al concepto, de ser; al menos en su forma, la ontología es siempre una
fenomenología, que a su vea, lo quiera o no, es siempre una fenomenología de la
percepción. En su génesis, no hay ser sin experiencia, y no hay experiencia sino como
experiencia presente, como presencia cercana de algo para alguien; la ontología podrá
por supuesto hablar legítimamente de Dios, de los ángeles o del ser que no es el ser
del ente, pero su sentido no podrá nunca prescindir de la experiencia presente de la
cosa, o sea, de un hecho que precede de derecho toda interpretación”.27Precisamente,
tal es la forma de pensar del tomismo, para quien la ontología no es una disciplina a
priori como lo pretende Kant, sino una abstracción que parte de la experiencia
sensible. Por esta razón, vemos como esencial, considerar la necesidad de una
hermenéutica no relativista, es decir, una hermenéutica que, al contrario, esté fundada
en criterios de la experiencia pero que, por otra parte, pueda elevarse al nivel
metafísico que la interpretación requiere.

***

A partir de aquí, creemos oportuno formular como primera conceptualización de


la Hermenéutica que, de manera general, esta se entiende como el conjunto de
técnicas necesarias a la interpretación de diferentes objetos que, por alguna razón, no
son lo suficientemente claros para quien está en contacto con ellos.
Ahora bien, se definirá Hermenéutica Filosófica como la discplina que tiene por
objeto interpretar, no solo los textos filosóficos, sino todo mensaje que conlleve una

26 Ib., pp. 8 y 9.
27 Ferraris, Op. Cit., p. 45
razón y/o problema relevante para el filósofo, a través de la comprensión de su
contexto y alejado de todo relativismo y subjetivismo.

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