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Especialización en Educación y Derechos Humanos

CLASE 4: DESPEDIDA Y NUEVOS COMIENZOS

¡Bienvenidas/os a la cuarta clase del Seminario de Producción Final y última clase


de la Especialización en Educación y Derechos Humanos!

Es muy difícil encontrar las palabras de despedida de este Seminario,


fundamentalmente porque coincide, además, con la última clase de este
maravilloso recorrido, de este “viaje” que emprendimos juntos hace poco más de
dos años.

Para quienes hemos soñado, proyectado, diseñado y desarrollado la experiencia de


la primera Especialización Docente de Nivel Superior en Educación y Derechos
Humanos, es un momento de sentimientos contradictorios, que desbordan
cualquier pretensión enunciativa. Es uno de esos momentos especiales, de gran
voltaje emocional, de profundas convicciones plasmadas en el trabajo, de
reconocimiento del inmenso valor político y pedagógico que esta apuesta académica
ha significado para todas/os.

Pero probablemente sean cada una/o de ustedes quienes estén viviendo este
tiempo con mayor intensidad. No sólo porque ya terminaron o están elaborando,
con todas las tensiones que acarrea, el trabajo final para la titulación, sino por los
múltiples aspectos que el cierre de una etapa y un proceso de formación como éste,
conjuga. Aspectos que superan lo académico profesional e impactan de lleno en lo
afectivo personal, en lo humano. Después de compartir el último encuentro
presencial pudimos ponderar, quizás con una perspectiva más federal y profunda,
aunque imperfecta, el impacto de esta formación en cada uno de nosotros/as, no
sólo en los términos profesionales y académicos mencionados, sino en aquella
dimensión integral de la que hablábamos en nuestra primera clase. Aquella que
daba cuenta de procesos individuales y colectivos de desnaturalización,
problematización y resignificación de las “memorias de las que estamos hechos” y
de la construcción consciente (y no por ello menos compleja y difícil) de un
posicionamiento ético, político y pedagógico a favor de los derechos humanos, que
tiene y tendrá a cada una de nuestras aulas y de nuestras escuelas como espacios
privilegiados para la defensa, garantía, protección y promoción de los derechos de
los niños/as, jóvenes y adolescentes. Ustedes son la “primera camada, y ojalá no
sea la única, de egresadas/os de Educadores en Derechos Humanos en la historia
de la educación argentina” y ésta es una afirmación de un peso y contundencia que,
sin dudas, nos atraviesa en todos los sentidos. Nos emociona y nos interpela. Serán
las/os únicas/os Especialistas en Educación y Derechos Humanos de nuestro país,
quizás un pequeño grupo en la provincia a la que pertenezcan, un puñado en cada
región o localidad. Es importante el legado y la responsabilidad que implica. No
podemos dejar de señalar, en estas últimas páginas de acompañamiento y
despedida (transitoria), el profundo significado que esta formación ha tenido para
quienes la imaginamos, deseamos, pusimos en marcha, la luchamos y llevamos
adelante, en contextos favorables y adversos. Sabemos, lo hemos compartido en las
clases, en los foros, en los intercambios y en los encuentros presenciales, como

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decíamos más arriba, lo mucho que este recorrido ha significado también en cada
una/o de ustedes.

Por ello, es una aspiración sentida que las/os únicas/os Especialistas en Educación y
Derechos de la Argentina hagan suyo el posicionamiento comprometido en
derechos como aquél al que cada uno busca honrar, en consonancia con lo
transitado, en el trabajo diario. Lo concebimos como un imperativo, un irrenunciable
en todos los contextos, en los que apuntalan políticas públicas que sostienen
explícitamente su defensa y en aquellos de retracción. Es, a nuestro entender y
creemos hacernos eco de ustedes, que en los momentos de mayor dificultad es
cuando más hay que redoblar los esfuerzos, poner el cuerpo, sostener las
convicciones y defender aquello que hemos analizado, desmenuzado, reflexionado y
fundamentado a lo largo de todos y cada uno de los módulos y seminarios que han
integrado esta propuesta.

En el camino nos encontramos con variadas y, a veces, intensas resistencias al


desarrollo en la escuela de acciones en favor de los derechos. Temas como el
pasado reciente, la memoria y la educación sexual integral, por dar cuenta de los
más controversiales (aunque claramente no los únicos temas álgidos) desatan más
de una tensión, reclamo, temor, resistencia, señalamiento y hasta denuncia. Las
Leyes son un piso necesario, imprescindible, pero no producen efectos mecánicos.
Para su verdadero cumplimiento y apropiación nuestro trabajo es clave. A veces
los posicionamientos reactivos, los temores, provienen de la propia escuela, de sus
autoridades, de su cuerpo docente, ya sea por sustraerse a cualquier tipo de
conflictividad, por evitar la exposición, una potencial sanción o por compartir los
prejuicios. En otras ocasiones, no menos complejas, las reticencias provienen de
las familias, de las comunidades, de organizaciones. Estas situaciones, que no son
excepcionales, son parte de la tarea que tenemos a diario y por delante.

Esta formación ha intentado brindarles herramientas éticas, políticas, socio


comunitarias y pedagógico – didácticas, para poder sobrellevar estas adversidades.
Sin embargo, el aporte fundamental radica en el reconocimiento del carácter
colectivo de nuestro trabajo, de la importancia de contar con otros colegas, del
trabajo con y junto a los demás como principal respaldo, espacio de revalorización,
apoyo, discusión y reflexión permanente.

En este Postítulo no se ha concebido al conocimiento como un saber experto


externo, producido por unos pocos, ni al recorrido como un ámbito sólo de
transmisión de ese saber, de mera reproducción y acumulación. Se propuso, por el
contrario, como un espacio de construcción colectiva de conocimiento, lo que exige
reconocernos y valorizarnos como intelectuales, pedagogos, productores de discurso
educativo, trabajadores de la cultura. Es necesario insistir en una cabal
comprensión de lo que esto significa, toda vez que la construcción de conocimiento
propio, como el de este Postítulo Nacional, enteramente elaborado, dictado y
financiado por el Estado, riguroso en términos académicos, confronta la idea
mercantilizada y mercantilizante del saber “sólo afuera”, de la escuela, las/os
docentes, e incluso del ámbito de lo estatal y lo público, para valorizar al enlatado

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comprado, para promover el deslumbramiento por lo foráneo o lo privado como


sello exclusivo de calidad.

Construir y fundamentalmente, sostener, un posicionamiento comprometido en


derechos humanos en la escuela no es sencillo. Por esta razón, estar dispuestos a
transitar el lugar del malestar y la incomodidad, en algunas circunstancias, no debe
amedrentarnos. Una estrategia de fuga, aunque minoritaria en la docencia del
sistema obligatorio, es la que suele denominarse posicionamiento academicista, una
deformación de la imprescindible actividad académica que consiste en abstraerse de
la realidad a partir de usar el mundo intelectual como escudo, de esta manera, los
textos, los autores, las referencias, las citas, etc.

Somos conscientes de lo que implica trabajar en un sistema educativo que


conserva, pese a muchos esfuerzos democratizadores, una fuerte impronta vertical,
complejo y burocrático, atado a contextos oscilantes - más proclives a la punición,
la legitimación de la sanción o de mayor flexibilidad -. No es éste un llamado al
desaliento, al revés, es un estímulo a la búsqueda permanente, incesante, creativa
y honesta, pero cuidadosa e inteligente, de caminos para fortalecer el compromiso
por el que tanto bregamos.

El compromiso se juega, creemos, también en la solidaridad de compartir aquello


que hemos aprendido, en socializar y expandir la experiencia vivida. Divulgar y
poner a disposición de otros colegas los materiales que hemos ido abordando, que
entendemos, pueden y deben ser usados por otros, por otras docentes. Es a partir
de estas pequeñas acciones que ponemos en valor el aporte de un recorrido, que no
debemos usufructuar sólo de manera individual, ya que su verdadero sentido se
realiza cuando ponemos al servicio de otros una perspectiva emancipatoria y
decolonial, humanista y humanizante, de nuestra historia y nuestra escuela, para un
presente y un futuro mejor, con derechos plenos, para nuestros jóvenes y niñas/os.

Despedida y siempre nuevas


esperanzas
El sentido de esta Especialización se resume en la “La esperanza
búsqueda de caminos para incidir en la escuela y necesita de la
desde la escuela en la descolonización, la
emancipación, la justicia. Nuestro espacio es el práctica, de la acción
escolar: el aula, el patio, el salón de actos, la para no quedar en un
secretaría, el gabinete, los baños, la biblioteca, el
comedor, la dirección, cada rincón de la escuela y la simple deseo”. Paulo
razón de ser de nuestros desvelos son cada uno de Freire, Pedagogía de
los niños, niñas y jóvenes de nuestra patria como
sujetos plenos de derecho. la Esperanza.

En el libro “Esperanza sin optimismo” Terry


Eagleton apunta críticamente contra la industria del pensamiento que ha

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substituido la idea de esperanza por otra categoría, más digerible y liviana, la de


optimismo. Una especie de confianza ciega, ingenua y muchas veces infundada en
un promisorio y venturoso futuro. Un optimismo que no sólo aparece en la
autoayuda, a entender del autor.

Eagleton es un crítico literario ácido , crítica que ejerce como una herramienta para
explicar de manera concreta cuáles son y cómo funcionan las ideas que insisten en
dar un sentido único y acabado a la realidad. Porque, afirma “de hecho, si no
luchamos contra lo inevitable nunca sabremos hasta qué punto era realmente
inevitable”.

Para los educadores latinoamericanos, la esperanza es una noción político


pedagógica de gran volumen. No pretendemos analizar en estas líneas las tesis del
autor inglés, simplemente volver a poner atención sobre la esperanza que,
compartimos con él, requiere reflexión y compromiso.

En 1992 Paulo Freire publicaba su “Pedagogía de la Esperanza, un reencuentro con


la Pedagogía del Oprimido”, gestado al calor de las luchas de los pueblos de
América Latina y del Tercer Mundo, propone una pedagogía de la esperanza que
supere la “pedagogía del oprimido”. Ya un clásico, lo traemos a estas
reflexiones finales para enfatizar, junto a Freire, la necesidad de comprender el
mundo para transformarlo, asumiendo que es en la historia (no a priori) que se
conocen las condiciones que dieron forma al pensamiento, se descubren las tramas
que envuelven la vida, las ideas, los sujetos y los procesos sociales.

Freire reconoce que utopía y esperanza, no son consideradas útiles ni cotizan


en el mercado de las ideas exitosas. Para él y para nosotros, sin embargo,
constituyen una necesidad ontológica, aquello que nos mueve, nos marca una
dirección. La esperanza es necesaria pero no es suficiente para transformar la
realidad. Necesitamos el poder de la imaginación para soñar otra realidad posible,
con paciencia, atendiendo a las condiciones históricas, es imprescindible
transformar desde el hacer, la acción y la práctica.

Es ésta, por lo tanto, una invitación concreta a armar colectivos, a proyectarse, a


construir redes que puedan sostenerse, aunque no siempre encontremos, a nivel
institucional o regional, condiciones propicias. Hoy las redes sociales, entre otras
redes y espacios, nos ofrecen oportunidades para ello. Pero el codo a codo también
es sumamente valioso. El gran desafío que tenemos por delante es el de construir
un enorme colectivo de educadores comprometidos con la educación en derechos
humanos.

Esta búsqueda exige desplegar y hacer sinergia con todas las estrategias y
herramientas posibles, apoyarnos en los colegas, en la comunidad. La articulación
con otros espacios educativos, con experiencias comunitarias, entre otras, potencia
y abre mayores posibilidades, mientras que el trabajo en solitario, el aislamiento y
la tarea desarticulada son opciones que devalúan y debilitan toda transformación
genuina.

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Insistimos, una vez más, que el y la educadora debe ser un modelo de coherencia,
debe reconocer su posición enseñando la necesidad de defender las propias ideas y
también de respetar otras.

Esperamos haber estado a la altura de la historia, firmes en el esfuerzo por la


coherencia, sensibles a vuestras expectativas y necesidades, a las de nuestros
niños/as, jóvenes y adolescentes. Nos despedimos, circunstancialmente, felices de
la labor desarrollada, plenos por haber aprendido juntos, dispuestos a reconocer lo
que aún ignoramos, preparados para seguir formándonos y, especialmente, para
poner el cuerpo, la cabeza y el corazón por la defensa, el cuidado, la protección y la
promoción de los derechos, en cada escuela, instituto y aula de nuestra patria.

Con la esperanza en pie, con la seguridad de haber realizado todo el esfuerzo


posible para construir una Especialización en Educación y Derechos Humanos que
aporte a la formación permanente de ustedes, y cuando quizás sean nuestras
últimas palabras, las y los abrazamos, muy afectuosamente, a la distancia.

Integraron el equipo de la Especialización desde 2014 hasta diciembre de


2016:

 Coordinación Académica: Alejandra Benvenuto y Gabriel Appella

 Responsables de contenidos: Andrea Iotti, Soraya Polonara, Nicolás Diana


Menéndez, Analía Benvenuto, Santiago Algranati, Cecilia Baqué, Mariela
Acevedo, Carla Ciravegna, Paula Guitelman, Kevin Morawicki, Lisa Solomin

 Coordinadoras/es de tutores: Pablo Esteva, Laura Payeras, Marcela


Girotti, Paulina Garate, Miriam Contigiani

 Webmaster: Victoria Picchio

 Equipo de tutoras y tutores: entre ellas las tutoras de este seminario Ana
Paula Di Matteo, Valeria Kustich, María Julia Feijóo, Elisa Pereyra, María
Etchegaray

Les dejamos un fuerte abrazo. ¡Hasta siempre!

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Actividad

Las y los invitamos a despedirnos en el último foro, a compartir


impresiones y sensaciones de la finalización de la especialización y
por qué no sus trabajos finales.

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