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El equilibrio social en la empresa y su gestión integrada.

Albertos de Ceano-Vivas, Julio


Profesor de Secundaria
Grupo de Divulgación del Pensamiento de José Luis Montero de
Burgos
julio.albertos@gmail.com
Villanueva de los Infantes, 29 de junio al 2 de julio de 2019
II CONGRESO INTERNACIONAL SISTÉMICO SOBRE LOS VALORES DEL QUIJOTE:
GOBERNANZA MUNDIAL Y GOBIERNO DE SANCHO PANZA

RESUMEN/ABSTRACT
El principal objetivo de esta ponencia es contribuir a la búsqueda del equilibrio
social de la empresa y de su responsabilidad en el progreso de la sociedad,
aportando soluciones tanto en el ámbito local como en el global, con referencia a la
investigación realizada por el Doctor Ingeniero de Montes José Luis Montero de
Burgos sobre un nuevo modelo de empresa, llamada indistintamente empresa
integrada, empresa-sociedad o empresa humanista.
Dado que el ser humano está inmerso durante casi la mitad de su vida activa en
ámbitos empresariales que pueden calificarse de cualquier modo menos
democráticos, no se puede decir que exista la democracia económica. El problema
de la democratización en la empresa no es otro que la falta de cooperación entre
capital y trabajo junto al escaso o nulo poder de decisión de las personas que
trabajan en ella. Y puesto que no hay democracia económica tampoco existe la
democracia social. Las soluciones propuestas pasan por una completa revisión de
la concepción de la empresa y por consiguiente de la sociedad.

The main goal is searching a social balance of the Enterprise and its responsibility in
social progress, adding global solutions as well as local ones, regarding the study
made by PhD Montero de Burgos on a new model of enterprise. This model is
indistinctly named Integrated Enterprise, Society-Enterprise or Humanist Enterprise.
Since the human being is included during practically half of his life in no democratic
business environments, it can be say that economic democracy does not exist. The
problem is the lack of cooperation between capital and work and null power of
decision of people who work within the enterprise. Having into account that
Economic Democracy does not exist, neither does the Social Democracy. This
proposal suggests a complete revision of the conception of the enterprise and
therefore of the society.

PALABRAS CLAVE/KEYWORDS
Empresa, riesgo empresarial, propiedad de la empresa, gestión empresarial.
Enterprise, business risk, company property, business management.
Esta comunicación, presentada bajo el apoyo del “Grupo de Divulgación del
Pensamiento de José Luis Montero de Burgos”, continúa con la temática ofrecida en
los Congresos anteriores de Valencia en 2015 y de Villanueva de los Infantes en
2017, ofreciendo un modelo de empresa que pueda solucionar el problema social.

El tema a tratar es la Empresa Integrada y su contribución al equilibrio social.


Como sabemos, la empresa integrada, llamada también empresa-sociedad o
empresa humanista, es un modelo creado y desarrollado matemáticamente por el
Doctor Ingeniero Montero de Burgos. Con una investigación escrupulosa, siguiendo
la metodología científica, Montero de Burgos se cuestiona las bases de la empresa
actual, manifiesta sus errores y, finalmente, postula supuestos completamente
diferentes. Pero antes de entrar en el modelo de Montero de Burgos quisiera
exponer una rápida y posiblemente incompleta revisión de los antecedentes
teóricos y las distintas concepciones de la empresa que han tenido lugar.

En las fases iniciales, con las primeras sociedades anónimas a principios del XIX, la
“teoría de la empresa” no plantea ningún tipo de problema social. El empresario
expone su capital, organiza la actividad y espera recibir todos los beneficios. En ese
estadio la empresa no tiene otro fin que ganar cuanto más dinero mejor. Con la
teoría del “Sistema de factores productivos” se empieza a percibir la complejidad de
la organización empresarial. Y más tarde surge la “Tesis instrumental”, por la que
no se tiene en cuenta solamente el beneficio económico sino una multiplicidad de
intereses. Esta fase inicial se desarrolla a lo largo del siglo XIX y primeros dos
décadas del XX.

A partir de los años 20 del siglo pasado surgen nuevas concepciones. El


“Taylorismo” aporta una organización científica del trabajo para obtener la máxima
productividad. Más adelante el “Método de las Relaciones Humanas” reconoce la
importancia de crear un buen ambiente social, aunque también prioriza el interés
de aumentar la productividad. En 1975 aparece en Francia la “Reforma de la
empresa”, estableciendo indicadores de la situación social de los trabajadores y sus
condiciones de trabajo. Ya en los años 80 se empieza a hablar del “Balance Social”
de la empresa, que hace hincapié en la participación de los trabajadores en los
beneficios tanto como en la dirección y gestión empresarial.
El momento actual presenta como modelo generalizado la “Tecnoestructura”, en la
que están separadas la propiedad de la empresa de su control, llevado a cabo por
los consejos de administración, a los que se da la gestión empresarial. En su último
libro, “La economía del fraude inocente” de 2004, Galbraith resume en una sola
frase la concepción actual de la empresa: “Son los directivos y no los poseedores de
capital quienes detentan el verdadero poder de la empresa moderna”.

Paradójicamente, en una suerte de polaridad con la “Tecnoestructura” y al hilo de la


teoría del “Balance Social”, se globaliza la idea de la “Responsabilidad Social de la
Empresa”, por la que se introducen códigos éticos, valores humanos y beneficios
medioambientales como parte del retorno de la actividad empresarial. En
cualquier caso, según estos antecedentes y teniendo en cuenta la aceptación
minoritaria de la “RSE”, no parece que la sociedad vaya a evolucionar rápidamente
hacia un tipo de empresa más humana ni que se vayan a solucionar a corto plazo
los problemas generados por concepciones erróneas y obsoletas del trabajo
realizado dentro de la empresa. De hecho, desde la Sociedad Anónima, legalizada
en 1807, hasta la Tecnoestructura, la empresa conserva su esencia inicial: generar
beneficio.

El enfoque científico y humanista planteado por Montero de Burgos viene a


presentar una posible solución a esos errores de concepto. Y lo hace después de
revisar los modelos vigentes, partiendo de supuestos novedosos: una nueva noción
de propiedad de la empresa y una concepción ampliada de riesgo empresarial.

De entrada, la propiedad de la empresa no existe. La empresa concebida por


Montero de Burgos es una asociación formada por miembros con categoría de
socio, en la que unos, los socios inversores, aportan capital, que es trabajo pasivo o
trabajo de ayer, considerado producto del ahorro; y otros, los socios trabajadores,
aportan trabajo activo, o trabajo de hoy.

En la empresa actual la propiedad es la justificación de la apropiación del beneficio


empresarial, así como el riesgo que corre el inversor a perder el capital invertido
es la fundamentación del poder y del derecho de gestión. Lo novedoso y
revolucionario del modelo empresarial de Montero de Burgos es que concede al
trabajo lo que se le ha negado históricamente. ¿Es que no arriesga también el que
aporta trabajo en la empresa? Como veremos, al contrario que en la inversión,
cuyo riesgo disminuye con el tiempo cuando por medio del interés se recupera el
capital invertido, el riesgo del trabajo aumenta a medida que pasa el tiempo y el
trabajador va teniendo más edad y adquiriendo responsabilidades, familiares o de
cualquier otro tipo. En cualquier caso, la inclusión del riesgo del trabajo como
parámetro de la ecuación empresarial y la extinción de la propiedad, o si se quiere
suavizar el concepto, la incorporación de una propiedad genérica y compartida,
son las bases de la creación de un modelo humanista y democrático de empresa.

Enfoquemos esto con algo más de detalle:

Montero de Burgos se pregunta cómo es posible que la propiedad de las cosas (en
este caso la empresa), sea fuente de poder sobre las personas. Esta dicotomía
antigua, obsoleta, se debe invertir, logrando que sea el poder de las personas el que
otorgue propiedad y, por lo tanto, acceso a la renta de la empresa. ¿De dónde nace
este poder? Este poder está dado por el riesgo, tanto del capital como del trabajo, y
nadie puede ser dueño de la empresa, sino que se ha de tener poder sobre ella de
acuerdo al riesgo que se corre, lo que implica una participación real en la toma de
decisiones, es decir en la gestión de la empresa.

Si se acepta que las cosas no pueden ser fuentes de poder sobre las personas,
pierde su fundamento el poder empresarial tal y como hoy se concibe. Es necesario
encontrar otra base del poder que permita la creación de empresas siguiendo un
nuevo modelo. Como se ha dicho, el poder se fundamenta en el riesgo empresarial
de los miembros que forman parte de la empresa. Podemos, pues, preguntarnos
sobre estos riesgos:

El inversor corre riesgo. Puede perder todo o, al menos, una parte del capital
invertido. Tiene pues derecho de decisión, derecho de gestión en la empresa por
esta situación humana de riesgo, no porque el capital le conceda poder. De otro
modo, si la inversión no corriera riesgo de perderse, su aportador carecería de
base para reivindicar poder de gestión. Su riesgo real fundamenta su poder.

Pero también hay riesgo para el trabajador: si la empresa quiebra, el trabajador


pierde su puesto de trabajo, lo cual no hay que minimizar. Cuando el trabajador
pierde su colocación, pierde su estabilidad laboral. Tiene que buscar un nuevo
puesto de trabajo. Pierde también su estabilidad económica, pues el seguro de
desempleo, cuando existe, ni cubre todos los ingresos anteriores, ni los garantiza
para siempre. Pierde su estabilidad social porque, en estas circunstancias, las
relaciones sociales se deterioran. Pierde su estabilidad moral, porque deja de hacer
un trabajo útil a la sociedad y que justifica sus retribuciones. Su propia dignidad
humana le impele a no ser un parásito social y, si acepta pasivamente esta
situación, se hace realidad el riesgo de envilecerse que conlleva estar parado. Por
tanto, el trabajador pierde si fracasa la empresa. El trabajador corre también riesgo
empresarial y debe tener derecho de gestión por sí mismo, por su propia situación
humana, y sin necesidad de comprar partes sociales para justificar su poder.

Cuanto se acaba de decir no es intrascendente desde el punto de vista conceptual.


Significa “poner al revés” al esquema razonador de la propiedad que es
actualmente: “Propiedad (de cosas), luego poder (sobre personas)”. Si se basa el
poder en el riesgo, al anterior esquema se lo invierte pues pasa a ser: “Poder, luego
propiedad”. Es decir: poder (vinculado al riesgo empresarial) luego propiedad de
cosas (esto es, acceso a la propiedad de la renta de la empresa y no al poder sobre
personas).”

Para llegar a esta conclusión, hay que considerar el Manifiesto Comunista que
parte de una sencilla dialéctica cuyo origen se sitúa en la conversación que
tuvieron Marx y Proudhon en casa de Bakunin.
Marx comentó la belleza de la dialéctica de Hegel aplicada al materialismo de
Feuerbach:
TESIS = afirmación. ANTITESIS = negación. SINTESIS=engloba ambas
Proudhon dijo que el problema era económico, no político, y propuso una
dialéctica cuya síntesis no conocía, pero intuía podía tener gran repercusión en el
concepto de propiedad.
No mucho después se publicó el Manifiesto Comunista, donde Marx mantiene el
capital como tesis. Marx intuyó que la “Propiedad común” era la síntesis que
Proudhon buscaba, no conocía otra.
La interacción tesis y anti-tesis es la lucha de clases que traería inevitablemente
una sociedad cuyos bienes serían comunes, aunque al presentarlo de este modo
muestra una dialéctica histórica y no conceptual.

El problema original no lo resolvió el Marxismo, ni siquiera en teoría: Su dialéctica


es distinta a la propuesta por Proudhon, que es conceptual. Y como sabemos más
casi 200 años de Marxismo no han bastado para resolver el problema original.
En el estudio de Montero de Burgos se propone una dialéctica conceptual, pero
inversa a la de Proudhon:
La tesis es el trabajo, porque primero es la persona. El contrario del trabajo activo
es el trabajo pasivo, o capital, que nace del ahorro. (“La tesis engendra su contrario,
o antítesis”)
La síntesis entonces es la empresa sociedad, donde se homologan trabajo y
capital, no hay distinción radical entre ellos lo cual afecta profundamente a la
propiedad. No hay ‘propiedad de la empresa’, todo parece indicar que Proudhon
iba bien encaminado.

Una vez aclarado el punto de partida, diríamos que en la empresa-sociedad hay


tres problemas básicos que resolver:

l. Cómo se reparte objetivamente la renta.


2. Como se distribuye objetivamente el poder.
3. Cómo se relacionan ambos problemas de modo que se obtenga en la práctica el
máximo grado de integración entre los miembros de la empresa.
Es decir, como se conseguiría, dentro del campo de empresarial, la empresa que
Montero de Burgos denominó empresa integrada.

Una labor previa, si queremos cuantificar la relación entre capital y trabajo es


homologarlos, ver a ambos conceptos desde el mismo punto de vista y sustancia.
Así, Montero de Burgos homologa toda actividad y aportación a la empresa con
base en el trabajo, de esta manera:

Es decir, todo es trabajo en la empresa.

Una vez homologadas actividades y aportaciones a la empresa, Montero de Burgos


plantea cual es la relación justa, o normal, entre las rentas del trabajo (salario) y
del capital (interés)

En primer lugar, repasemos cuáles son esas aportaciones y cuál es su evolución:


El capital seguro es semejante a la inversión en obligaciones, que suelen tener
garantía hipotecaria. Si se pierde el capital riesgo el aportador de capital seguro
tiene derecho a disolver la empresa. Parte de la gestión es "compartida" entre
capital y trabajo, con carácter evolutivo.

Montero de Burgos asocia el derecho a renta y derecho a la gestión con el riesgo. A


mayor riesgo, más poder de gestión.

Es claro que en un primer momento todo el riesgo corresponde al capital riesgo, y


el riesgo del trabajo en ese primer momento es nulo pues no había riesgo en el
momento anterior. Pero según pasa el tiempo el riesgo del capital disminuye
(según se van recogiendo beneficios) y el del trabajo aumenta (según se capacita y
se especializa en determinado puesto, se contraen compromisos hipotecarios, etc)
Ambas tendencias son coherentes.

Más simplificadamente:
Las reglas para distribuir la renta han de ser compatibles con la relación de
sociedad que se pretende. Mediante la relación de "normalidad" y el "coeficiente de
riesgo se logra que "lo que vaya bien a la empresa sea bueno para todos sus
miembros y lo que vaya mal sea malo para todos". A reserva de explicar la
distribución de excedentes, la renta se distribuye objetivamente entre los sectores
señalados, y se puede saber "a cuanto está saliendo el salario y el interés", con
independencia de lo que se esté anticipando a cuenta. El interés se refiere al del
capital seguro. “Beneficio” sería la “renta del riesgo”.

¿Cuál sería la relación lógica o “normal” entre salario e interés?

Puede verse la correspondencia SALARIO<->INTERÉS con mayor precisión. Se


destaca el concepto de SALARIO CRÍTICO, al que corresponde INTERÉS NULO. Y
que es parámetro importante en las relaciones entre ambos (ver siguiente figura):

El salario resulta ser un anticipo (irreversible) de la renta del trabajo. El mercado


de "cosas" contribuirá a fijar la renta de la empresa y, por tanto, la renta de trabajo.
No hay mercado de trabajo, sino coeficientes de calidad que servirán para repartir
objetivamente la renta, la cual dependerá de la eficacia empresarial.

Veámoslo gráficamente:
Es decir, a salario normal correspondería un interés normal. Si el salario anticipo
resulta mayor que el normal, el interés sería superior al normal. Igualmente, si la
empresa no va bien, el interés y el salario se relacionan a la baja. De esta forma, el
salario y el interés, como seguridad del trabajo y seguridad del capital
respectivamente, se imbrican mutuamente en una relación de paridad dentro de la
empresa integrada.

Si el trabajador no tiene poder, la paz social en la empresa no estaría asegurada.


Esperar que los trabajadores cooperen sin estímulos adecuados es una utopía
social. Es el caso de la empresa privada actual no participativa. En suma,
inversores y trabajadores tienen derecho a gestionar sus intereses. Dicho de otra
manera, un ser humano ha de incorporarse a la empresa como «un ser- que-
decide», es decir, como lo que en realidad es, no como pensemos que es o nos
convenga que sea. Por esto mismo, el planteamiento que presento no es una utopía
sino puro realismo. Un ser humano puede, en efecto, tomar la decisión de
obedecer, pero ha de hacerlo sin renunciar a su condición de «ser-que-decide». Esto
es lo que sucede en la empresa sociedad, que viene a representar una forma de
conseguir la democratización de la empresa, objetivo a partir de ahora más al
alcance de hacerse realidad.
REFERENCIAS
GALBRAITH, J. K., 2004. La economía del fraude inocente: la verdad de nuestro
tiempo. Crítica, Barcelona, 112 págs.

MONTERO DE BURGOS, J.L., 1971. Propiedad, Capital, Trabajo. Ensayo sobre un


concepto evolutivo de la propiedad de los medios de producción y su aplicación a la
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MONTERO DE BURGOS, J.L., 1991. Relación entre participación y beneficio en


Instituto Universitario de Recursos Humanos, Seminario sobre "¿Es posible el giro
social en la empresa española ante el futuro europeo?: El desafío integrativo", 28/29
mayo, 1991. Universidad Complutense, Madrid.

MONTERO DE BURGOS, J.L., 1994. Empresa y sociedad (Bases de una economía


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PARRA LUNA, F., 1980. Balance social y progreso empresarial. Editorial Cirde,
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PIKETTY, TH., 2014. El capital en el siglo XXI. Fondo de Cultura Económico, Madrid,
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SILO (RODRIGUEZ COBOS, M.), 1996. Diccionario del Nuevo Humanismo. Ediciones
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