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SENTENCIAS DEL

TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL
SOBRE MATERIA
ARBITRAL

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Telf. : 4217056
EXP. N.° 03030-2011-PA/TC
LIMA
GOBIERNO REGIONAL
DE LORETO

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 20 de marzo de 2012

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Norman David Lewis


Del Alcázar en representación del Gobierno Regional de Loreto, contra la resolución
expedida por la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
138, su fecha 25 de enero de 2011, que, confirmando la apelada, rechazó in límine y
declaró improcedente la demanda de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 1 de febrero de 2010 don Norman David Lewis Del Alcázar, en su
calidad de Presidente (e) del Gobierno Regional de Loreto, interpone demanda de
amparo contra los miembros del Tribunal Arbitral señores Aurelio Moncada
Jiménez y Guy Figueroa Tackoen, quienes en mayoría expidieron el laudo arbitral
de derecho contenido en la resolución N.º 52, del 13 de marzo de 2008; y contra los
miembros de la Primera Sala Civil Superior Sub Especializada en materia comercial
de la Corte Superior de Justicia de Lima, quienes mediante la resolución N.º 13, del
24 de setiembre de 2009, declararon infundado el recurso de anulación de laudo; y
que en consecuencia se deje sin efecto ambas resoluciones y se ordene al Tribunal
Arbitral que expida un nuevo laudo con arreglo a ley.

2. Que la entidad recurrente sustenta su demanda manifestando que las cuestionadas


resoluciones han sido emitidas vulnerando sus derechos al debido proceso y de
defensa, pues los emplazados omitieron los alcances del numeral 6, del artículo 73º
de la Ley N.º 26572, General de Arbitraje, toda vez que, por un lado, el Tribunal
Arbitral emitió un pronunciamiento extra petita, esto es, excediendo lo pretendido y
lo que fue materia de controversia, lo cual, a su turno, no fue advertido ni corregido
por los miembros de la Primera Sala Civil Superior Sub Especializada en materia
comercial de la Corte Superior de Justicia de Lima, que desestimaron su recurso de
anulación .

3. Que el Décimo Juzgado Especializado en lo Constitucional de Lima, mediante


resolución de fecha 15 de febrero de 2010 (fojas 84), declaró improcedente in
límine la demanda por estimar que el proceso de amparo no es una suprainstancia
revisora de las decisiones jurisdiccionales que en materia específica emiten los
órganos de la administración de justicia.

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4. Que por su parte la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima
confirmó dicha decisión, por considerar que la pretensión de la parte demandante es
un cuestionamiento de la decisión jurisdiccional adoptada por la Sala demandada a
través de la resolución N.º 13, del 24 de setiembre de 2009, la cual fue emitida en
el ejercicio de la función jurisdiccional que le compete a dicha instancia, lo que no
resulta revisable en vía de amparo.

5. Que con fecha 5 de octubre de 2011 el Tribunal Constitucional ha publicado en el


diario oficial El Peruano la sentencia recaída en el Expediente N.º 00142-2011-
PA/TC, que con calidad de precedente vinculante establece las nuevas reglas en
materia de amparo contra las decisiones emanadas de la jurisdicción arbitral,
estableciendo, igualmente (Cfr. fundamento 31) que a partir del día siguiente de su
publicación, toda demanda que se encuentre en trámite y que no se ajuste al
precedente vinculante allí establecido debe ser declarada improcedente.

6. Que en el referido precedente se ha establecido que el “recurso de anulación


previsto en el Decreto Legislativo Nº 1071, que norma el arbitraje y, por razones de
temporalidad, los recursos de apelación y anulación para aquellos procesos
sujetos a la Ley General de Arbitraje (Ley N.º 26572) constituyen vías
procedimentales específicas, igualmente satisfactorias para la protección de
derechos constitucionales, que determinan la improcedencia del amparo de
conformidad con el artículo 5º, inciso 2), del Código Procesal Constitucional”, aun
cuando éste se plantee en defensa del debido proceso o de la tutela procesal efectiva
(fundamentos N.os 20a y 20b); salvo las excepciones establecidas en el fundamento
21 de dicha sentencia, esto es: 1) cuando el laudo arbitral vulnera los precedentes
vinculantes establecidos por el Tribunal Constitucional; 2) cuando en el laudo se
hace un indebido ejercicio del control difuso de constitucionalidad; y, 3) en caso el
amparo sea interpuesto por un tercero que no forma parte del convenio arbitral y se
sustente en la afectación directa y manifiesta de sus derechos constitucionales a
consecuencia del laudo arbitral, salvo que dicho tercero esté comprendido en el
supuesto del artículo 14º del Decreto Legislativo N.º 1071.

7. Que con la finalidad de establecer de modo claro y preciso los criterios a utilizarse
en materia de amparo arbitral, si bien este Tribunal ha definido criterios de
procedencia, también ha fijado supuestos de improcedencia. En ese sentido, en el
fundamento 20 se ha precisado los supuestos de improcedencia del amparo
arbitral, estableciéndose en el acápite f) que “Contra lo resuelto por el Poder
Judicial en materia de impugnación de laudos arbitrales sólo podrá interponerse
proceso de amparo contra resoluciones judiciales, conforme a las reglas del artículo
4º del Código Procesal Constitucional y su desarrollo jurisprudencial”.

8. Que en consecuencia, por virtud del antes anotado precedente, las pretensiones de
que se deje sin efecto el laudo arbitral de derecho contenido en la resolución N.º 52,
del 13 de marzo de 2008, y se ordene al Tribunal Arbitral expedir un nuevo laudo
con arreglo a ley, no pueden ser atendidas al no ajustarse a los supuestos de
procedencia del amparo arbitral que con calidad de precedente vinculante han sido
establecidos por este Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en el

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Expediente N.º 00142-2011-PA/TC. Por lo mismo, tales extremos de la demanda
deben ser declarados improcedentes de conformidad con el fundamento 31 del
aludido precedente.

9. Que corresponde entonces revisar el otro extremo de la demanda. Por ende, la


controversia de autos radica en determinar si, como se alega, la cuestionada
resolución N.º 13, de fecha 24 de setiembre de 2009, expedida por la Primera Sala
Civil Superior Sub Especializada en materia comercial de la Corte Superior de
Justicia de Lima, que declara infundado el recurso de anulación de laudo
interpuesto por la entidad recurrente afecta, o no, algún derecho fundamental.

10. Que conforme consta en el considerando 2, supra, el Presidente (e) del Gobierno
Regional de Loreto alega que la impugnada resolución judicial viola los derechos al
debido proceso y de defensa por cuanto, a su juicio, la emplazada Sala Comercial
no advirtió que el Tribunal Arbitral emitió un pronunciamiento extra petita, esto es,
excediendo lo pretendido y lo que fue materia de controversia. En ese sentido
resulta conveniente precisar, en principio, que este Tribunal no advierte cómo es
que la cuestionada resolución pueda resultar violatoria de los derechos al debido
proceso y de defensa invocados por la entidad recurrente y, por el contrario, estima,
conforme consta de la demanda, en particular, a fojas 80, que la afectación que
podría haberse producido está relacionada, antes bien, con el derecho a la
motivación de las resoluciones, en tanto se alega que “(…) uno de los contenidos
del derecho al debido proceso es el de obtener una respuesta razonada, motivada y
congruente con las pretensiones oportunamente planteadas por las partes en
cualquier clase de procesos”. Ello se ve corroborado, por lo demás, por el hecho de
que la aludida cita ha sido extraída de la sentencia de este Colegiado recaída en el
Expediente N.º 02050-2005-HC/TC, en cuyo fundamento 9 se desarrolla,
precisamente, el derecho a la motivación de las resoluciones judiciales.

11. Que conviene recordar que el amparo contra resoluciones judiciales requiere, como
presupuestos procesales indispensables, la constatación de un agravio manifiesto a
los derechos fundamentales de las personas, que comprometa seriamente su
contenido constitucionalmente protegido (Cfr. fundamento 4 de la resolución
recaída en el Expediente N.º 02363-2009-PA/TC), el cual constituye presupuesto
básico sin el cual la demanda resulta improcedente.

12. Que a fojas 64 corre copia de la impugnada resolución de fecha 24 de setiembre de


2009, expedida por la Primera Sala Civil Superior Sub Especializada en materia
comercial de la Corte Superior de Justicia de Lima, que declaró infundado el
recurso de anulación de laudo interpuesto por la entidad recurrente. De dicha
resolución se aprecia –porque no se ha adjuntado el recurso de anulación de laudo–
que el Gobierno Regional de Loreto lo sustentó alegando, esencialmente, que,

“(…) el laudo arbitral únicamente debió decidir si la resolución


del contrato de obra celebrado entre el Gobierno Regional de Loreto y
SIMA Iquitos S.R.Ltda. fué justificada o injustificada; mas no resolver,
adicionalmente, respecto a la resolución del contrato sin responsabilidad

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para el contratista y declarar consecuentemente que la obra debe darse
por recepcionada con fecha diecisiete de junio de dos mil cinco y que
debe procederse a la liquidación del contrato (…)”.

13. Que a fojas 64 corre copia de la impugnada resolución de fecha 24 de setiembre de


2009, expedida por la Primera Sala Civil Superior Sub Especializada en materia
comercial de la Corte Superior de Justicia de Lima, que declaró infundado el
recurso de anulación de laudo interpuesto por la entidad recurrente tras considerar
que,

“(…) las cuestiones a las que hace referencia el voto mayoritario


(recepción de la obra sin observaciones y liquidación de contrato)
constituyen aspectos meramente accesorios a la declaración de resolución
contractual injustificada que, en su demanda arbitral, fue peticionada por
SIMA Iquitos SRLtda”; que, “tal como lo manifiesta la doctrina
autorizada sobre el tema: ‘en determinados supuestos la cuestión
principal lleva apareada la resolución de temas accesorios; lo que
significa que, aunque los árbitros resuelvan dichas cuestiones accesorias,
necesarias para resolver el asunto principal, no debe entenderse que se
han extralimitado en su ámbito de competencia, y por tanto, habrá que
entender que respecto de esas cuestiones accesorias no tendría cabida la
posibilidad de plantear la anulación por este motivo’”; que “es por esta
razón que el artículo 44º de la derogada Ley General de Arbitraje
establece que los árbitros son competentes para conocer y resolver todas
las cuestiones subsidiarias, accesorias o incidentales que se promuevan
durante el proceso (…)”; y que, “Por ende, al haberse sustentado el
presente recurso en cuestiones accesorias a la materia sometida a decisión
de los árbitros, no ha quedado demostrada la causal de anulación
invocada por el Gobierno Regional de Loreto, por lo que es procedente
desestimar dicho recurso”.

14. Que a juicio del Tribunal Constitucional, la resolución cuestionada se encuentra


debida y suficientemente motivada. Y es que en el recurso de anulación de laudo se
alegan y plantean una serie de cuestiones y, como se ha visto supra, éstas han
merecido un análisis, evaluación y respuesta de parte de la Primera Sala al emitir la
impugnada resolución del 24 de setiembre de 2009, sin omitir pronunciarse respecto
de todas esas cuestiones, argumentando las razones por las que fueron desestimadas
las pretensiones planteadas en el referido recurso. El hecho de que el razonamiento,
criterio y/o interpretación adoptado por los integrantes de la Sala no coincida con la
posición de la entidad recurrente no significa ni implica, necesariamente, que la
impugnada resolución no se encuentre motivada, y por ende, que se haya incurrido
en una afectación del derecho a la motivación de las resoluciones.

15. Que en ese sentido este Tribunal debe recordar, conforme a su reiterada
jurisprudencia, que el proceso de amparo contra resoluciones judiciales no puede
constituirse en un mecanismo de articulación procesal de las partes, mediante el
cual se pretenda extender el debate de las cuestiones sustantivas y procesales

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ocurridas en un proceso anterior, sea éste de la naturaleza que fuere y que haya sido
resuelto por los órganos jurisdiccionales ordinarios, pues no constituye un medio
impugnatorio que continúe revisando una decisión que sea de exclusiva
competencia de la jurisdicción ordinaria, facultad que constituye la materialización
de la independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional que la Constitución
Política reconoce a este Poder del Estado, a menos que pueda constatarse un
proceder manifiestamente irrazonable, que no es el caso.

16. Que en consecuencia el Tribunal Constitucional estima que, no habiéndose


acreditado que los hechos y el petitorio incidan en forma directa en el contenido
constitucionalmente protegido del invocado derecho a la motivación de las
resoluciones, tal extremo de la demanda también debe ser declarado improcedente
en aplicación del artículo 5.1º del Código Procesal Constitucional.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú

RESUELVE

Declarar IMPROCEDENTE la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

URVIOLA HANI
VERGARA GOTELLI
ETO CRUZ

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EXP. N.° 02911-2010-PA/TC
LIMA
PERÚ HOLDING
DE TURISMO S.A.A.

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 14 de marzo de 2012

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por la empresa Perú Holding de


Turismo S.A.A. contra la resolución expedida por la Sexta Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lima, de fojas 513, su fecha 29 de enero de 2010, que declaró
infundada la demanda de amparo de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 4 de setiembre de 2007, la empresa recurrente interpone demanda de


amparo contra los miembros integrantes del Tribunal Arbitral para el Caso N.º 840-
095-2003, señores Lorenzo Zolezzi Ibárcena, Fernando Vidal Ramírez y José
Talavera Herrera; contra la señora Michelle Lettersten Golidman y el Centro de
Conciliación y Arbitraje Nacional e Internacional de la Cámara de Comercio de
Lima, a fin de que se deje sin efecto jurídico el Laudo Arbitral emitido en tres
resoluciones y fechas distintas (6, 27 y 30 de enero del 2006). Manifiesta que
interpuso demanda en la vía arbitral (Caso Arbitral N.º 840-095-2003) contra la
señora Michelle Lettersten Golidman solicitando que se le pague la suma de US$
1´000,000.00 en razón de haberse incumplido varias condiciones suspensivas
indicadas en el Contrato de Obligación de Constitución de Derecho de Superficie de
fecha 14 de mayo de 1998, demanda que a la fecha no ha sido resuelta al haberse
emitido un supuesto “Laudo” que no fue producto de una deliberación, en vista de
existir tres resoluciones distintas con fechas distintas (6, 27 y 30 de enero del 2006):
uno denominado “Laudo Arbitral de Derecho”, emitido por el señor Zolezzi
Ibárcena, otro “voto singular” emitido por el señor Vidal Ramírez y otro “voto
singular” emitido por el señor Talavera Herrera, evidenciándose que el señor Zolezzi
Ibárcena redactó el Laudo Arbitral de manera unilateral, sin coordinar y sin existir
deliberación alguna sobre los puntos controvertidos, lo cual vulnera su derecho al
debido proceso.

2. Que asimismo, expresa que los árbitros, al enterarse de que se había solicitado la
anulación del supuesto Laudo Arbitral, procedieron a aclararlo e integrarlo, lo cual
resultaba extemporáneo y también vulneratorio de su derecho al debido proceso.
Aduce asimismo que el supuesto “Laudo Arbitral” fue emitido sin las mayorías
requeridas por ley toda vez que el señor Zolezzi declaró infundada la demanda, el
señor Vidal resolvió determinar que no correspondía a la señora Michelle Lettersten

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Golidman restituir a favor de Perú Holding de Turismo S.A.A. la suma de US$
1´000,000.00, y, por último, el señor Talavera resolvió declarar fundada la demanda
y ordenó la devolución del monto ascendente a US$ 1´000,000.00 a favor de Perú
Holding de Turismo S.A.A., lo cual significa que no se ha emitido decisión con las
mayorías requeridas, más aún si los árbitros emitieron votos singulares. Aduce
también que no se ha cumplido cabalmente con el encargo de resolver la cuestión
controvertida, toda vez que el señor Vidal (Presidente) no ha votado por que se
declare fundada, infundada, improcedente o inadmisible la demanda, sino que por el
contrario, resuelve con términos vagos y ambiguos “que se determine que no
corresponde”, lo cual vulnera su derecho a la debida motivación de las resoluciones
judiciales. Por último, alega que se ha expedido el Laudo fuera del plazo
vulnerándose su derecho al debido proceso toda vez que su controversia aún no ha
sido resuelta con el voto del señor Vidal al resolver “que se determine que no
corresponde”.

3. Que con fecha 22 de febrero de 2008, la emplazada Michele Lettersten Golidman


contesta la demanda argumentando que el Caso Arbitral N.º 840-095-2003 culminó
con el Laudo Arbitral favorable a sus intereses y determinó que no le correspondía
restituir suma alguna a favor de Perú Holding, y que la Sala Superior denegó el
recurso de anulación del Laudo por no existir transgresión del derecho al debido
proceso. Alega también que las deliberaciones de los árbitros son secretas, bastando
que sean emitidas por escrito, y que el Tribunal Arbitral en ningún momento
pretendió realizar integración alguna sino que respondió al pedido de Perú Holding.
Por último, señala que los votos de los árbitros Vidal y Zolezzi fueron similares (es
decir, en el sentido de que no correspondía pago alguno a Perú Holding).

4. Que el Trigésimo Noveno Juzgado Civil de Lima, mediante resolución de fecha 30


de diciembre del 2008, declaró infundada la demanda por considerar que la empresa
recurrente no señala en qué forma la supuesta falta de deliberación de los árbitros le
habría producido menoscabo a su derecho de defensa; que fue la propia recurrente
quien originó los sucesivos pronunciamientos del Tribunal Arbitral; que el Tribunal
Arbitral dejó establecido que se produjo una votación por mayoría, lo que se
desprendía de los votos individuales emitidos por los árbitros, y que el Laudo fue
emitido dentro del plazo legal.

5. Que la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, mediante


resolución de fecha 29 de enero del 2010, confirmó la apelada por considerar que las
deliberaciones de los árbitros son secretas, y que la decisión del Laudo Arbitral
puede adoptarse en mayoría –a falta de unanimidad– con los votos de los árbitros
que intervienen; agregando que los árbitros Zolezzi y Vidal han coincidido en
declarar infundada la demanda arbitral.

6. Que con fecha 5 de octubre de 2011 este Tribunal Constitucional ha publicado en el


diario oficial El Peruano la sentencia recaída en el Expediente N.º 00142-2011-
PA/TC, que con calidad de precedente vinculante establece las nuevas reglas en
materia de amparo contra las decisiones emanadas de la jurisdicción arbitral,
estableciendo igualmente (Cfr. Fundamento N.º 31) que a partir del día siguiente de

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su publicación, toda demanda que se encuentre en trámite y que no se ajuste al
precedente vinculante allí establecido debe ser declarada improcedente.

7. Que en el referido precedente se ha establecido que el “recurso de anulación


previsto en el Decreto Legislativo Nº 1071, que norma el arbitraje y, por razones de
temporalidad, los recursos de apelación y anulación para aquellos procesos sujetos
a la Ley General de Arbitraje (Ley N.º 26572) constituyen vías procedimentales
específicas, igualmente satisfactorias para la protección de derechos
constitucionales, que determinan la improcedencia del amparo de conformidad con
el artículo 5º, inciso 2), del Código Procesal Constitucional”, aun cuando éste se
plantee en defensa del debido proceso o de la tutela procesal efectiva (Fundamentos
N.os 20a y 20b); salvo las excepciones establecidas en el Fundamento N.º 21 de
dicha sentencia, esto es: 1) cuando el laudo arbitral vulnera los precedentes
vinculantes establecidos por el Tribunal Constitucional; 2) cuando en el laudo se
hace un indebido ejercicio del control difuso de constitucionalidad; y, 3) en caso el
amparo sea interpuesto por un tercero que no forma parte del convenio arbitral y se
sustente en la afectación directa y manifiesta de sus derechos constitucionales a
consecuencia del laudo arbitral, salvo que dicho tercero esté comprendido en el
supuesto del artículo 14º del Decreto Legislativo N.º 1071.

8. Que con la finalidad de establecer de modo claro y preciso los criterios a utilizarse
en materia de amparo arbitral, si bien este Tribunal ha definido criterios de
procedencia, también ha fijado supuestos de improcedencia. En ese sentido, en el
Fundamento N.º 20 se han precisado los supuestos de improcedencia del amparo
arbitral, estableciéndose en el acápite f) que “Contra lo resuelto por el Poder Judicial
en materia de impugnación de laudos arbitrales sólo podrá interponerse proceso de
amparo contra resoluciones judiciales, conforme a las reglas del artículo 4º del
Código Procesal Constitucional y su desarrollo jurisprudencial”.

9. Que en el caso concreto se advierte que la empresa recurrente interpuso ante el


Poder Judicial el correspondiente recurso de anulación (fojas 197 y siguientes), el
cual fue declarado infundado, apreciándose, además, no sólo que persiste en
cuestionar el laudo arbitral en sí mismo, y no lo resuelto por el Poder Judicial, sino
que no se observa que se haya vulnerado de modo manifiesto algún derecho
fundamental.

10. Que en consecuencia y advirtiéndose que la pretensión de la empresa recurrente y el


sustento de su demanda, que consta en los Considerandos N.os 1 y 2, supra, no se
encuadran en los supuestos de procedencia del amparo arbitral que con calidad de
precedente vinculante han sido establecidos por este Tribunal en la sentencia recaída
en el Expediente N.º 00142-2011-PA/TC, la demanda debe ser desestimada.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú

RESUELVE

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Declarar IMPROCEDENTE la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ÁLVAREZ MIRANDA
URVIOLA HANI
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ

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EXP. N.° 05619-2009-PA/TC
LIMA
EMPRESA PERUANA DE SERVICIOS
EDITORIALES S.A. - EDITORA PERÚ

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 12 de enero de 2012

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por la Empresa Peruana de


Servicios Editoriales S.A. - EDITORA PERÚ contra la resolución de fecha 4 de junio
de 2009, de fojas 78, expedida por la Tercera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia
de Lima, que, confirmando la apelada, declaró improcedente la demanda de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que, con fecha 17 de noviembre de 2008, la empresa recurrente interpone demanda


de amparo contra el Árbitro del Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones
del Estado (CONSUCODE), señor Andrés Alonso Martín Corrales Ángulo,
solicitando que se cumpla con restablecer la situación previa a la vulneración de sus
derechos como resultado de la emisión del laudo arbitral en el Expediente N.º 037-
2007/CONSUCODE. Sostiene que el árbitro, al expedir el laudo arbitral, ha
vulnerado sus derechos a la tutela jurisdiccional efectiva y al debido proceso, toda
vez que incurrió en incongruencia interna al declarar, por un lado, la validez de la
resolución del contrato N.º 058-OAJ-EP-2006, reconociendo el incumplimiento por
parte de B.F. Secutity de las normas legales y obligaciones contractuales, y de otro
lado, contradictoriamente, ordenar que EDITORA PERÚ devuelva a la empresa la
carta fianza que aseguraba el cumplimiento de sus obligaciones contractuales.

2. Que, con resolución de fecha 28 de noviembre de 2008, el Sétimo Juzgado


Especializado en lo Civil de Lima declara improcedente la demanda, por considerar
que la empresa recurrente no ha agotado la vía previa, esto es, la impugnación del
laudo arbitral mediante recurso de anulación. A su turno, la Tercera Sala Civil de la
Corte Superior de Justicia de Lima confirma la apelada, por considerar que se
pretende impugnar el contenido del laudo y que éste sea declarado nulo, lo cual no
puede ser atendido en razón de no haberse agotado la vía previa (recurso de
anulación).

3. Que conforme al precedente vinculante establecido en la STC 00142-2011-PA/TC,


publicada en el diario oficial El Peruano el 5 de octubre de 2011, el “recurso de
anulación previsto en el Decreto Legislativo Nº 1071, que norma el arbitraje y, por
razones de temporalidad, los recursos de apelación y anulación para aquellos
procesos sujetos a la Ley General de Arbitraje (Ley N.º 26572), constituyen vías
procedimentales específicas, igualmente satisfactorias, para la protección de
derechos constitucionales, que determinan la improcedencia del amparo de

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conformidad con el artículo 5º, inciso 2), del Código Procesal Constitucional”, aun
cuando éste se plantee en defensa del la tutela jurisdiccional efectiva y el debido
proceso (fundamentos 20.a y 20.b); salvo las excepciones establecidas en
el fundamento 21 de dicha sentencia, esto es: 1) cuando el laudo arbitral vulnera los
precedentes vinculantes establecidos por el Tribunal Constitucional; 2) cuando en el
laudo se hace un indebido ejercicio del control difuso de constitucionalidad; y 3) en
caso de que el amparo sea interpuesto por un tercero que no forma parte del
convenio arbitral y se sustente en la afectación directa y manifiesta de sus derechos
constitucionales a consecuencia del laudo arbitral, salvo que dicho tercero esté
comprendido en el supuesto del artículo 14º del Decreto Legislativo N.º 1071.

4. Que de la demanda se aprecia que ésta no se encuentra en alguno de los


mencionados supuestos de excepción para la procedencia del amparo, pues a través
de ella la empresa recurrente pretende la revisión del laudo arbitral, al encontrarse
disconforme con éste, porque incurría presuntamente en incongruencia interna al
declarar, por un lado, la validez de la resolución del contrato N.º 058-OAJ-EP-2006
reconociendo el incumplimiento por parte de B.F. Secutity de normas legales y
obligaciones contractuales, y por otro lado, contradictoriamente, ordenar que
EDITORA PERÚ devuelva a la empresa la carta fianza que aseguraba el
cumplimiento de sus obligaciones contractuales.

5. Que siendo esto así, la demanda de autos debe ser declarada improcedente, de
conformidad con el fundamento 31 de la citada STC 00142-2011-PA/TC. No
obstante, en aplicación también de dicho Fundamento, debe otorgarse a las partes un
plazo no mayor de 60 días hábiles para que puedan interponer, en sede ordinaria,
recurso de apelación o anulación, según corresponda, contra el laudo arbitral recaído
en el Expediente N.º 037-2007/CONSUCODE (de fojas 10 a 30).

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú

RESUELVE

1. Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo.

2. Otorgar a las partes un plazo no mayor de 60 días hábiles para que puedan
interponer, en sede ordinaria, recurso de apelación o anulación, según corresponda,
contra el laudo arbitral recaído en el Expediente N.º 037-2007/CONSUCODE.

Publíquese y notifíquese.

URVIOLA HANI
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ

Correo: contacto@adhoc.pe
Telf. : 4217056
EXP. N.° 05134-2011-PA/TC
PASCO
MUNICIPALIDAD PROVINCIAL
DE PASCO

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 13 de marzo de 2012

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Jorge Luis Salazar


Miraval en su calidad de Procurador Público de la Municipalidad Provincial de Pasco,
contra la resolución de la Sala Mixta de la Corte Superior de Justicia de Pasco, de fojas
135, su fecha 12 de agosto de 2011, que confirmando la apelada, rechazó in límine la
demanda y la declaró improcedente; y,

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 2 de marzo de 2011 la Municipalidad Provincial de Pasco,


representada por el Procurador Público competente interpone demanda de amparo
contra el árbitro don Iván Alexander Casiano Lossio y contra el contratista
Consorcio Circunvalación Arenales conformado por don Bernabé Arteaga Rojas y la
empresa Industrias y Servicios Múltiples E.I.R.L., a fin de que se deje sin efecto los
puntos 1, 2, 3, 4, 5 y 10 de la parte resolutiva del laudo arbitral de fecha 14 de
diciembre de 2010, por considerar que vulnera sus derechos al debido proceso, a la
libre contratación y a la tutela procesal efectiva.

2. Que la comuna recurrente sustenta su demanda en que el contratista Consorcio


Circunvalación Arenales, conformado por la empresa Industrias y Servicios
Múltiples E.I.R.L. y don Bernabé Arteaga Rojas, y su representada suscribieron un
Contrato de Ejecución de Obra, en cuya cláusula decimocuarta se estableció que las
controversias derivadas del mismo tendrían que resolverse, primero en la vía
administrativa (mutuo acuerdo), luego mediante una conciliación y, sólo en tal
momento, recurrir al arbitraje. Manifiesta que en el caso concreto se obviaron las
dos primeras etapas, recurriéndose directamente al arbitraje, de modo tal que ello
supone la afectación de su derecho al debido proceso.

3. Que el Segundo Juzgado Especializado en lo Civil de Pasco, con fecha 3 de marzo


de 2011, declaró improcedente, in límine, la demanda en aplicación del artículo 4º
del Código Procesal Constitucional, por considerar que el recurso de anulación
previsto por el Decreto Legislativo N.º 1071 constituye el medio para cuestionar el
laudo arbitral, mas no el proceso de amparo.

4. Que por su parte, la Sala Mixta de la Corte Superior de Justicia de Pasco confirmó
dicha decisión por estimar que la comuna recurrente no ha agotado la vía previa
constituida por el recurso de anulación de laudo a que se refiere el Decreto
Legislativo N.º 1071.
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5. Que con fecha 5 de octubre de 2011 este Tribunal Constitucional ha publicado en el
diario oficial El Peruano la sentencia recaída en el Expediente N.º 00142-2011-
PA/TC, que con calidad de precedente vinculante establece las nuevas reglas en
materia de amparo contra las decisiones emanadas de la jurisdicción arbitral,
estableciendo, igualmente (Cfr. Fundamento N.º 31), que a partir del día siguiente de
su publicación, toda demanda que se encuentre en trámite y que no se ajuste al
precedente vinculante allí establecido debe ser declarada improcedente.

6. Que en dicho pronunciamiento, este Tribunal ha establecido que la vía judicial


idónea para cuestionar un laudo es el “recurso de anulación” regulado por la Ley
General de Arbitraje aprobada mediante el Decreto Legislativo N.º 1071. Con la
finalidad de establecer de modo claro y preciso los criterios a utilizarse en materia de
amparo arbitral, si bien el Tribunal ha definido criterios de improcedencia, también
ha fijado supuestos de procedencia (Cfr. Fundamentos N.os 20 y 21).

7. Que en ese sentido, en el aludido precedente (Cfr. Fundamento N.º 21) se han
precisado los supuestos de procedencia del amparo arbitral en el sentido que:

No podrá declararse la improcedencia del amparo arbitral por aplicación del artículo 5º
inciso 2) del Código Procesal Constitucional, en los siguientes supuestos:

a) Cuando se invoca la vulneración directa o frontal de los precedentes vinculantes


establecidos por el Tribunal Constitucional.

b) Cuando en el laudo arbitral se ha ejercido control difuso sobre una norma declarada
constitucional por el Tribunal Constitucional o el Poder Judicial, según corresponda,
invocándose la contravención al artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional.

c) Cuando el amparo sea interpuesto por un tercero que no forma parte del convenio
arbitral y se sustente en la afectación directa y manifiesta de sus derechos
constitucionales a consecuencia del laudo pronunciado en dicho arbitraje, salvo que
dicho tercero esté comprendido en el supuesto del artículo 14º del Decreto Legislativo
N.º 1071.

8. Que en consecuencia y advirtiéndose que la pretensión de la comuna recurrente y el


sustento de su demanda, que consta en el considerando N.º 2, supra, no se encuadran
en los supuestos de procedencia del amparo arbitral que con calidad de precedente
vinculante han sido establecidos por este Tribunal en la sentencia recaída en el
Expediente N.º 00142-2011-PA/TC, la demanda debe ser desestimada.

9. Que sin perjuicio de lo anterior y de conformidad con el fundamento N.º 31 de la


sentencia recaída en el Expediente N.º 00142-2011-PA/TC, la actora puede, en un
plazo no mayor de 60 días hábiles, interponer recurso de apelación o anulación,
según corresponda, en sede ordinaria.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú
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RESUELVE

Declarar IMPROCEDENTE la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ÁLVAREZ MIRANDA
URVIOLA HANI
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN

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EXP. N.° 02791-2011-PA/TC
AREQUIPA
BENILDA ESTELA
ORTIZ NUÑEZ

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima (Arequipa), 12 de octubre de 2011

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Benilda Estela Ortiz


Nuñez contra la resolución expedida por la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de
Justicia de Arequipa, de fojas 72, su fecha 3 de junio de 2011, que declaró improcedente
la demanda de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que, con fecha 13 de octubre de 2010, la recurrente interpone demanda de amparo


contra el Tribunal Arbitral de la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa,
integrado por don Luis Vargas Fernández, don Luis Velando Puertas y doña
Milagros Zegarra Huerta, así como contra el apoderado de la empresa Gloria S.A.,
don Óscar Enrique Champion Hau, por la presunta vulneración a los derechos
reconocidos por la Constitución en sus artículos 2º, inciso 23 (legítima defensa)
(sic); 62º (libertad de contratar); y 139º inciso 3 (debido proceso), supuestamente
afectados por el laudo arbitral emitido por los demandados en los procesos arbitrales
Nº 007-2009-TA-CCIA y Nº 008-2009-TA-CCIA (de fojas 14 a 30). Solicita que se
exija a los demandados que “prueben instrumentalmente (…) que se ha cumplido
con la entrega del dinero mutuado” (fojas 35); es decir, que prueben que
efectivamente se entregó a la recurrente las cantidades de dinero objeto de los dos
contratos de mutuo que suscribió con Gloria S.A. y que dieron lugar al mencionado
laudo arbitral, en el que se le ordena la devolución de tales sumas.

2. Que el Octavo Juzgado Civil de Arequipa, con fecha 18 de octubre de 2010, declaró
de plano improcedente la demanda, por considerar que del petitorio de la demanda y
de los hechos expuestos en ella, se aprecia claramente que lo que pretende la
recurrente es la valoración de los mencionados contratos de mutuo, lo cual no puede
hacerse en el proceso de amparo pues carece de etapa probatoria. A su turno, la
Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Arequipa confirmó la apelada,
por considerar que el recurso de anulación del laudo es una vía específica,
igualmente satisfactoria que el amparo, para la protección de los derechos cuya
vulneración se reclama.

3. Que conforme al precedente vinculante establecido en la STC 142-2011-PA/TC,


publicada en el diario oficial El Peruano el 5 de octubre de 2011, el “recurso de
anulación previsto en el Decreto Legislativo Nº 1071, que norma el arbitraje y, por

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razones de temporalidad, los recursos de apelación y anulación para aquellos
procesos sujetos a la Ley General de Arbitraje (Ley Nº 26572) constituyen vías
procedimentales específicas, igualmente satisfactorias para la protección de
derechos constitucionales, que determinan la improcedencia del amparo de
conformidad con el artículo 5º, inciso 2), del Código Procesal Constitucional”, aun
cuando éste se plantee en defensa del debido proceso o de la tutela procesal efectiva
(fundamentos 20.a y 20.b); salvo las excepciones establecidas en el fundamento 21
de dicha sentencia, esto es: 1) cuando el laudo arbitral vulnera los precedentes
vinculantes establecidos por el Tribunal Constitucional; 2) cuando en el laudo se
hace un indebido ejercicio del control difuso de constitucionalidad; y 3) en caso el
amparo sea interpuesto por un tercero que no forma parte del convenio arbitral y se
sustente en la afectación directa y manifiesta de sus derechos constitucionales a
consecuencia del laudo arbitral, salvo que dicho tercero esté comprendido en el
supuesto del artículo 14º del Decreto Legislativo Nº 1071.

4. Que de la demanda se aprecia que ésta no se encuentra en alguno de los


mencionados supuestos de excepción para la procedencia del amparo, pues en ella la
recurrente pretende la revisión del laudo arbitral, al encontrarse disconforme con
éste, pues sostiene que no se ha tenido en cuenta que la controversia fue sometida a
un proceso judicial anterior; haberse aplicado la vigente ley de arbitraje (Decreto
Legislativo Nº 1071) y no la antigua Ley Nº 26572; y no existir prueba “real” (sic)
de que la empresa Gloria S.A. haya cumplido con el desembolso del dinero
mutuado.

5. Siendo esto así, la demanda de autos debe ser declarada improcedente, de


conformidad con el fundamento 31 de la citada STC 142-2011-PA/TC. No obstante,
en aplicación también de dicho fundamento, debe otorgarse a las partes un plazo no
mayor de 60 días hábiles para que puedan interponer, en sede ordinaria, recurso de
apelación o anulación, según corresponda, contra el laudo arbitral recaído en los
Expedientes Nº 007-2009-TA-CCIA y Nº 008-2009-TA-CCIA, del Centro de
Arbitraje de la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa (de fojas 14 a 30).

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú

RESUELVE

1. Declarar IMPROCEDENTE la demanda.

2. Otorgar a las partes un plazo de no mayor de 60 días hábiles para que puedan
interponer, en sede ordinaria, recurso de apelación o anulación, según corresponda,
contra el laudo arbitral recaído en los Expedientes Nº 007-2009-TA-CCIA y Nº 008-
2009-TA-CCIA, del Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio e Industria de
Arequipa.

Publíquese y notifíquese.

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SS.

MESÍA RAMÍREZ
ÁLVAREZ MIRANDA
VERGARA GOTELLI
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
URVIOLA HANI

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EXP. N.° 00142-2011-PA/TC
LIMA
SOCIEDAD MINERA DE
RESPONSABILIDAD LTDA.
MARIA JULIA

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 21 días del mes de setiembre de 2011, el Pleno del Tribunal
Constitucional, integrado por los magistrados Mesía Ramírez, Álvarez Miranda,
Vergara Gotelli, Beaumont Callirgos, Eto Cruz y Urviola Hani, pronuncia la siguiente
sentencia, con el voto singular del magistrado Vergara Gotelli y el fundamento de voto
del magistrado Urviola Hani, que se agregan

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por la Sociedad Minera de


Responsabilidad Ltda. Maria Julia contra la resolución expedida por la Tercera Sala
Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 136, su fecha 23 de julio de
2010, que declaró improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 18 de diciembre de 2009, la recurrente interpone demanda de amparo


contra el Tribunal Arbitral compuesto por el Árbitro Único don Luis Humberto Arrese
Orellana, a fin de que se declare la ineficacia del laudo arbitral de derecho contenido en
la Resolución del 22 de septiembre de 2009, recaída en el Caso Arbitral Nº 1487-119-
2008, así como su inscripción registral dispuesta por el mismo laudo, y que se ordene
que se retrotraiga el Caso Arbitral Nº 1487-11-2008 hasta antes de la expedición del
referido laudo. Alega la recurrente que se afecta sus derechos al debido proceso y a la
tutela procesal efectiva.

Según la recurrente, el árbitro demandado no ha explicado o fundamentado


debidamente por qué existe una “incompatibilidad” en la cláusula Tercera del Contrato
de Cesión Minera en cuanto al momento de inicio de la exploración minera. Más aún, el
laudo se fundamenta en la invocación de normas impertinentes para la interpretación de
la cláusula referida. Asimismo, la recurrente sostiene que el árbitro demandado no ha
valorado debidamente los hechos y la prueba documentaria que obra en el expediente
arbitral.

El Quinto Juzgado en lo Constitucional de Lima, mediante Resolución de fecha


23 de diciembre de 2009, declara de plano improcedente la demanda interpuesta, por
cuanto la recurrente no ha cumplido con agotar la vía previa. A su turno, la Tercera Sala
Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, confirma la apelada, pero considera
además, que la demanda es improcedente por la existencia del recurso de anulación del
laudo (según la Duodécima Disposición Complementaria del Decreto Legislativo Nº

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1071, que norma el Arbitraje), que es vía igualmente satisfactoria para la protección de
la pretensión solicitada.

FUNDAMENTOS

Petitorio

1. Conforme se indica en la demanda, el presente proceso constitucional se dirige a


restablecer las cosas al estado anterior a la vulneración de los derechos
constitucionales invocados por la recurrente como resultado del laudo arbitral de
derecho emitido con fecha 22 de septiembre de 2009 dentro del Caso Arbitral Nº
1487-119-2008. Según afirma la recurrente, dicha vulneración se habría producido
por existir una deficiente y contradictoria fundamentación en el referido laudo.

Consideración preliminar

2. De manera preliminar a la dilucidación de la presente controversia, este Colegiado


considera pertinente referir que a la fecha, existe una buena cantidad de procesos en
trámite en los que se viene cuestionando el proceder de la jurisdicción arbitral de
cara a lo establecido en la Constitución. Consciente de la importancia del arbitraje
dentro del orden constitucional, este Tribunal considera conveniente proceder a una
reformulación y/o consolidación de los criterios establecidos en su jurisprudencia,
con el objeto de dar una visión actualizada de lo que hoy en día representa para este
Supremo Interprete de la Constitución la institución del arbitraje y la fórmula de
control constitucional aplicable a éste.

La evolución del control constitucional sobre la justicia arbitral en la


jurisprudencia del Tribunal Constitucional

3. La perspectiva de un control constitucional sobre las decisiones emitidas por la


jurisdicción arbitral no es desconocida ni mucho menos reciente para este
Colegiado. La primera vez que esto se sometió a discusión data del año 1999, con
motivo del proceso de amparo promovido por Pesquera Rodga S.A. contra los
miembros de un Tribunal Arbitral y el Centro de Arbitraje y Conciliación Comercial
(CEARCO PERU) (STC 189-1999-AA/TC). En aquella oportunidad se dejó
claramente establecido que “la posibilidad de cuestionarse por vía del proceso
constitucional un laudo arbitral, esto es, una resolución expedida por un Tribunal
Arbitral, no puede considerarse una opción equivocada ni menos inconstitucional,
habida cuenta de que si bajo determinadas circunstancias procede el proceso
constitucional contra resoluciones provenientes tanto de la jurisdicción ordinaria
como contra resoluciones de la jurisdicción militar (…) no existe razón alguna
(tampoco y mucho menos legal, ya que se trata de derechos constitucionales) que
impida el uso del proceso constitucional frente a la jurisdicción arbitral (…)”
(fundamento 3).

4. Aunque los criterios por entonces establecidos respondían directamente al estado de


la jurisprudencia en relación con el control constitucional de las decisiones

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judiciales (que, como se sabe, sólo permitía la defensa de derechos constitucionales
estrictamente procesales), se aceptó la posibilidad de habilitar la opción descrita, de
una forma no menos restringida que la que ya se daba para otras manifestaciones de
control.

5. Es pertinente precisar que por la misma época el tema también fue abordado desde
la perspectiva legislativa. En efecto, mediante Ley Nº 27053 publicada en el diario
oficial “El Peruano” el 19 de enero de 1999, quedó modificado el artículo 6º, inciso
2), de la entonces vigente Ley de Habeas Corpus y Amparo (Nº 23506),
estableciendo la improcedencia de las acciones de garantía “Contra resolución
judicial o arbitral emanadas de proceso regular”, lo que contrario sensu, y
siguiendo la jurisprudencia existente en aquel momento, significaba que si el
proceso (sea este judicial o arbitral) devenía en irregular, quedaba habilitado el
control constitucional.

6. Casos posteriores de cuestionamiento a decisiones arbitrales no se volverían a


presentar durante un periodo relativamente largo. Es recién en el año 2005 que el
Pleno del Tribunal Constitucional, utilizaría un proceso en el que colateralmente se
discutía un arbitraje, para teorizar nuevamente sobre el tema, esta vez de un modo
mucho más detallado. Se trata de la sentencia recaída en el proceso de habeas corpus
promovido por Felipe Cantuarias Salaverry contra el Fiscal de la Trigésimo Octava
Fiscalía Provincial Penal de Lima (STC 6167-2005-PHC/TC). En esta Ejecutoria y
al margen de las consideraciones teóricas en ella desarrolladas y que abogan
decididamente por el control constitucional de las decisiones arbitrales, se sentarán
los siguientes criterios: a) El control judicial es siempre a posteriori y se ejerce a
través de los recursos de apelación y anulación de laudo previstos en la Ley General
de Arbitraje (Nº 26572); b) El control constitucional se sujeta a lo establecido en el
Código Procesal Constitucional, precisándose que tratándose de materias de
competencia del fuero arbitral, de conformidad con el artículo 5°, numeral 4, del
citado Código, no proceden los procesos constitucionales cuando no se hayan
agotado las vías previas; en ese sentido, si lo que se cuestiona es un laudo arbitral
que verse sobre derechos de carácter disponible, de manera previa a la interposición
de un proceso constitucional, el presunto agraviado deberá haber agotado los
recursos que la Ley General de Arbitraje prevé para impugnar dicho laudo; y c) En
este contexto, el control constitucional jurisdiccional se desenvuelve a posteriori,
cuando se vulnera el derecho a la tutela procesal efectiva o se advierte un
incumplimiento, por parte de los propios árbitros, de la aplicación de la
jurisprudencia constitucional o los precedentes de observancia obligatoria, que los
vinculan en atención a los artículos VI, in fine, y VII del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional, respectivamente.

7. Tiempo después y mediante la sentencia recaída en el proceso de amparo


promovido por Corporación Meier S.A.C. y Persolar S.A.C. contra Aristocrat
Technologies INC y Aristocrat International PTY Limited (STC 4972-2006-
PA/TC), el Tribunal Constitucional volverá a pronunciarse sobre el tema, reiterando
algunos de los criterios establecidos hasta entonces a la par que ampliando algunos
otros. El razonamiento, en esta ocasión, se sintetiza en tres extremos: a) El control

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constitucional de las decisiones emitidas por la jurisdicción arbitral procede cuando
ésta vulnera o amenaza cualquiera de los aspectos que formal o materialmente
integran la llamada tutela procesal efectiva, y siempre que se haya agotado la vía
previa; b) El control constitucional procede cuando la jurisdicción arbitral ha sido
impuesta compulsiva o unilateralmente; c) El control constitucional opera cuando a
pesar de haberse aceptado voluntariamente la jurisdicción arbitral, las materias sobre
las que ha decidirse tienen carácter indisponible (derechos fundamentales, temas
penales, etc.).

8. Más recientemente el Tribunal Constitucional aborda de nuevo el tema y agrega


algunos aspectos adicionales, mediante la sentencia recaída en el proceso de amparo
promovido por PROIME Contratistas Generales S.A. contra los miembros del
Tribunal Arbitral del Colegio de Ingenieros del Perú (STC 4195-2006-PA/TC). En
dicho pronunciamiento, se habla hasta de cinco reglas en materia de control sobre la
jurisdicción arbitral. Conforme a éstas: a) El amparo no procederá cuando se
cuestione actuaciones previas a la expedición del laudo, por lo que en tales
supuestos habrá que esperar la culminación del proceso arbitral; b) Deberá agotarse
la vía previa tras haber culminado el proceso arbitral, siempre y cuando sean
pertinentes los recursos de apelación o anulación; c) El amparo no procede cuando
se cuestione las interpretaciones del tribunal arbitral respecto a normas legales, a
menos que de tales interpretaciones se desprenda una vulneración manifiesta a la
tutela procesal efectiva o al debido proceso; d) La valoración y calificación de los
hechos y circunstancias sometidos a arbitraje son de exclusiva competencia de la
jurisdicción arbitral, a menos que en ello se advierta una manifiesta arbitrariedad,
que pueda constatarse de la simple lectura de las piezas que se adjuntan al proceso,
sin que sea necesaria una actividad probatoria adicional que no es posible en el
proceso de amparo; e) Quien alega la violación de un derecho constitucional que
resulte de una arbitraria interpretación de normas o hechos producidos en el trámite
del arbitraje, deberá acreditarlos de manera objetiva y específica, precisando en qué
ha consistido dicha irregularidad, así como el documento o pieza procesal en el que
se constata dicha vulneración.

9. Como puede apreciarse, el tratamiento del control constitucional respecto de las


decisiones emitidas por la jurisdicción arbitral no siempre ha sido el mismo y las
reglas en su momento instituidas han ido no solamente variando con el curso del
tiempo, sino que algunas han sido retocadas con distinta intensidad.

Los alcances de la jurisdicción arbitral

10. De acuerdo con el Artículo 138º de la Constitución Política del Perú: “La potestad
de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial a través
de sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y a las leyes”. A su turno
el artículo 139º inciso 1) de la misma norma fundamental, prevé como un principio
a la par que un derecho ante la función jurisdiccional, “La unidad y exclusividad de
la función jurisdiccional”, quedando claramente establecido que “No existe ni
puede establecerse jurisdicción alguna independiente, con excepción de la militar y
arbitral”.

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11. A partir de lo establecido por la norma fundamental, “el arbitraje no puede
entenderse como un mecanismo que desplaza al Poder Judicial, ni tampoco como su
sustitutorio, sino como una alternativa que complementa el sistema judicial puesta
a disposición de la sociedad para la solución pacífica de las controversias. Y que
constituye una necesidad, básicamente para la solución de conflictos patrimoniales
de libre disposición y, sobre todo para la resolución para las controversias que se
generen en la contratación internacional” (STC 6167-2005-PHC/TC, fundamento
10). Desde esta perspectiva, “este Tribunal reconoce la jurisdicción del arbitraje y
su plena y absoluta competencia para conocer y resolver las controversias
sometidas al fuero arbitral, sobre materias de carácter disponible (…), con
independencia jurisdiccional y, por tanto, sin intervención de ninguna autoridad,
administrativa o judicial ordinaria” (STC 6167-2005-PHC/TC, fundamento 14).

12. Sin embargo de la especial naturaleza del arbitraje, en tanto autonomía de la


voluntad de las partes y, al mismo tiempo, de la independencia de la jurisdicción
arbitral, no supone en lo absoluto desvinculación del esquema constitucional, ni
mucho menos del cuadro de derechos y principios reconocidos por la Constitución.
Como ya ha señalado este Tribunal, “la naturaleza de jurisdicción independiente del
arbitraje, no significa que establezca el ejercicio de sus atribuciones con
inobservancia de los principios constitucionales que informan la actividad de todo
órgano que administra justicia, tales como el de independencia e imparcialidad de
la función jurisdiccional, así como los principios y derechos de la función
jurisdiccional. En particular, en tanto jurisdicción, no se encuentra exceptuada de
observar directamente todas aquellas garantías que componen el derecho al debido
proceso” (STC 6167-2005-PHC/TC, fundamento 9).

13. Ello es así por cuanto la función jurisdiccional se sustenta y se debe a la norma
fundamental, más allá de la especialidad sobre la que pueda versar o de la
investidura de quienes la puedan ejercer. De este modo y aunque se dota a la Justicia
arbitral de las adecuadas garantías de desenvolvimiento y se fomenta su absoluta
observancia, la misma se encuentra inevitablemente condicionada a que su ejercicio
se desarrolle en franco respeto al orden constitucional y a los derechos de la
persona.

El modelo de control constitucional sobre la jurisdicción arbitral y la necesidad de


reacomodarlo a lo previsto en el Código Procesal Constitucional

14. Como se ha visto, han sido diversos los criterios que de una u otra manera, han
venido perfilando las aspectos del control constitucional de la jurisdicción arbitral.
No obstante, considera este Colegiado que aun cuando buena parte de dichos
criterios no han perdido su importancia, requieren ser acoplados de una manera
mucho más directa a lo expresamente previsto por el Código Procesal
Constitucional, en cuanto referente obligado de cualquier fórmula procesal tendente
a defender la Constitución.

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15. Es pertinente recordar que un cambio radical entre el modelo procesal actualmente
vigente y el anterior, vino representado por el paso de un amparo alternativo a uno
de carácter subsidiario o residual. Este cambio supuso la conversión del amparo en
un instrumento procesal que habiéndose concebido en sus inicios como un
mecanismo indiscutiblemente amplio y flexible en sus alcances, a partir de la
vigencia del Código Procesal Constitucional sólo podía y debía ser usado, en casos
de extrema urgencia o cuando las necesidades de tutela normalmente dispensables
en la vía judicial ordinaria no fueran suficientes para defender o tutelar los derechos
constitucionales reclamados. Es ese el sentido del artículo 5º inciso 2) del Código
Procesal en materia constitucional.

16. En el modelo de control arbitral actualmente existente no parece, sin embargo,


haberse reparado mayormente en dicho cambio, pese a existir elementos que
conducirían a este propósito.

17. En efecto, aun cuando uno de los criterios que actualmente existe es el de considerar
que la procedencia del amparo arbitral se condiciona al agotamiento de las vías
previas, no parece ser ese el razonamiento más pertinente, ya que el ordenamiento
ha considerado el proceso arbitral stricto sensu como aquel que opera sólo y por
ante la jurisdicción arbitral. Que se haya previsto por mandato del Decreto
Legislativo Nº 1071, que norma el Arbitraje, la posibilidad de un recurso de
anulación (como en la derogada Ley General de Arbitraje se establecieron los
recursos de apelación y de anulación) como fórmula a posteriori, no significa que
tal mecanismo sea parte integrante del proceso arbitral. Se trata más bien, por su
propia finalidad así como por la configuración judicial de la que se encuentra
dotado, de una verdadera opción procesal cuyo propósito, técnicamente hablando,
puede sustituir al amparo cuando de la defensa de derechos constitucionales se trate.

18. Este Colegiado estima que en tanto es posible que mediante el recurso de anulación
de laudo resulte procedente revertir los efectos del pronunciamiento arbitral en los
casos en los que éste involucre la afectación de derechos constitucionales, su
naturaleza no es la de una vía previa, es decir la de una instancia anterior al proceso
constitucional, sino más bien, la de una vía procedimental igualmente satisfactoria,
en los términos a los que se refiere el Artículo 5º inciso 2) del Código Procesal
Constitucional. En tales circunstancias quien acuda al recurso de anulación de laudo
debe saber que lo que la instancia judicial decida ha de ser lo definitivo, sin que sea
posible a posteriori acudir al proceso constitucional de amparo, ya que en este
supuesto es de aplicación el inciso 3 del artículo 5º del CPConst.

19. Que opere este cambio en la manera de concebir el recurso judicial de anulación no
significa que el amparo arbitral esté condenado a su desaparición. Simplemente se
trata de reacomodarlo a su verdadera naturaleza que no es otra que la de un
mecanismo corrector absolutamente excepcional, sujeto a supuestos excepcionales
que esta sentencia señalará a continuación.

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20. De acuerdo con lo indicado líneas arriba y con la finalidad de establecer de modo
claro y preciso los criterios a utilizarse en materia de amparo arbitral, este Supremo
Intérprete de la Constitución establece, con calidad de precedentes vinculantes, las
siguientes reglas:

Improcedencia del amparo arbitral

a) El recurso de anulación previsto en el Decreto Legislativo Nº 1071, que norma


el arbitraje y, por razones de temporalidad, los recursos de apelación y
anulación para aquellos procesos sujetos a la Ley General de Arbitraje (Ley Nº
26572) constituyen vías procedimentales específicas, igualmente satisfactorias
para la protección de derechos constitucionales, que determinan la
improcedencia del amparo de conformidad con el artículo 5º, inciso 2), del
Código Procesal Constitucional, salvo las excepciones establecidas en la
presente sentencia.

b) De conformidad con el inciso b) del artículo 63º del Decreto Legislativo N.º
1071, no procede el amparo para la protección de derechos constitucionales aún
cuando éstos constituyan parte del debido proceso o de la tutela procesal
efectiva. La misma regla rige para los casos en que sea de aplicación la antigua
Ley General de Arbitraje, Ley N.º 26572.

c) Es improcedente el amparo para cuestionar la falta de convenio arbitral. En tales


casos la vía idónea que corresponde es el recurso de anulación, de conformidad
con el inciso a) del artículo 63º del Decreto Legislativo N.º 1071; o el recurso de
apelación y anulación si correspondiera la aplicación del inciso 1 del artículo 65º
e inciso 1 del artículo 73º de la Ley N.º 26572, respectivamente.

d) Cuando a pesar de haberse aceptado voluntariamente la jurisdicción arbitral, las


materias sobre las que ha de decidirse tienen que ver con derechos
fundamentales de carácter indisponible o que no se encuentran sujetas a
posibilidad de negociación alguna, procederá el recurso de anulación (Decreto
Legislativo que norma el Arbitraje, artículo 63º [incisos “e” y “f”]) o los
recursos de apelación y anulación (Ley General de Arbitraje, respectivamente,
artículos 65º [inciso 1] y 73º [inciso 7]), siendo improcedente el amparo
alegándose el mencionado motivo (artículo 5º, inciso 2, del Código Procesal
Constitucional).

e) La interposición del amparo que desconozca las reglas de procedencia


establecidas en esta sentencia no suspende ni interrumpe los plazos previstos
para demandar en proceso ordinario el cuestionamiento del laudo arbitral vía
recurso de anulación y/o apelación según corresponda.

f) Contra lo resuelto por el Poder Judicial en materia de impugnación de laudos


arbitrales sólo podrá interponerse proceso de amparo contra resoluciones

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judiciales, conforme a las reglas del artículo 4º del Código Procesal
Constitucional y su desarrollo jurisprudencial.

Supuestos de procedencia del amparo arbitral

21. No podrá declararse la improcedencia del amparo arbitral por aplicación del artículo
5º inciso 2) del Código Procesal Constitucional, en los siguientes supuestos:

a) Cuando se invoca la vulneración directa o frontal de los precedentes vinculantes


establecidos por el Tribunal Constitucional.

b) Cuando en el laudo arbitral se ha ejercido control difuso sobre una norma


declarada constitucional por el Tribunal Constitucional o el Poder Judicial,
según corresponda, invocándose la contravención al artículo VI del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional.

c) Cuando el amparo sea interpuesto por un tercero que no forma parte del
convenio arbitral y se sustente en la afectación directa y manifiesta de sus
derechos constitucionales a consecuencia del laudo pronunciado en dicho
arbitraje, salvo que dicho tercero esté comprendido en el supuesto del artículo
14º del Decreto Legislativo N.º 1071.

En el caso de los supuestos a) y b) del presente fundamento, será necesario que


quien se considere afectado haya previamente formulado un reclamo expreso ante
el tribunal arbitral y que éste haya sido desestimado, constituyendo tal reclamo y su
respuesta, expresa o implícita, el agotamiento de la vía previa para la procedencia
del amparo.

La sentencia que declare fundada la demanda de amparo por alguno de los


supuestos indicados en el presente fundamento, puede llegar a declarar la nulidad
del laudo o parte de él, ordenándose la emisión de uno nuevo que reemplace al
anterior o a la parte anulada, bajo los criterios o parámetros señalados en la
respectiva sentencia. En ningún caso el juez o el Tribunal Constitucional podrá
resolver el fondo de la controversia sometida a arbitraje.

El control difuso de constitucionalidad en la jurisdicción arbitral

22. Líneas arriba hemos recordado que, conforme al artículo 139º inciso 1) de la
Constitución, el arbitraje es una jurisdicción independiente del Poder Judicial o
jurisdicción común, que se explica no como un mecanismo que desplaza al Poder
Judicial, ni tampoco como su sustituto, sino como una alternativa que complementa
el sistema judicial, puesta a disposición de la sociedad para la solución pacífica de
las controversias, básicamente de orden patrimonial de libre disposición.

23. Esto no afecta el principio de unidad de la función jurisdiccional (que implica que
el Estado, en conjunto, posea un sistema jurisdiccional unitario, en el que sus
órganos tengan idénticas garantías, así como reglas básicas de organización y

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funcionamiento), ya que , como ha señalado este Tribunal, “de ello no se deduce que
el Poder Judicial sea el único encargado de la función jurisdiccional (pues tal función
se le ha encargado también al Tribunal Constitucional, al Jurado Nacional de
Elecciones, a la jurisdicción especializada en lo militar y, por extensión, al arbitraje
), sino que no exista ningún órgano jurisdiccional que no posea las garantías propias
de todo órgano jurisdiccional. Como se ha mencionado, la función jurisdiccional del
Estado es una sola y debe ser ejercida con todas las garantías procesales establecidas
por la Constitución” (STC 0004-2006-PI/TC, fundamento 10).

24. Siendo el arbitraje una jurisdicción independiente, como expresamente señala la


Constitución, y debiendo toda jurisdicción poseer las garantías de todo órgano
jurisdiccional (como las del Poder Judicial), es consecuencia necesaria de ello que la
garantía del control difuso de constitucionalidad, prevista en el segundo párrafo del
artículo 138º de la Constitución, pueda también ser ejercida por los árbitros en la
jurisdicción arbitral, pues el artículo 138° no puede ser objeto de una interpretación
constitucional restrictiva y literal, como exclusiva de la jurisdicción ordinaria o
constitucional; “por el contrario, la susodicha disposición constitucional debe ser
interpretada de conformidad con el principio de unidad de la Constitución,
considerando el artículo 51.º (…), más aún si ella misma (artículo 38.°) impone a
todos –y no solo al Poder Judicial– el deber de respetarla, cumplirla y defenderla”
(STC 3741-2004-AA/TC, fundamento 9).

25. Esto resulta más evidente aún si se tiene en cuenta que, conforme ya ha destacado
este Tribunal, “el proceso arbitral tiene una doble dimensión pues, aunque es
fundamentalmente subjetivo ya que su fin es proteger los intereses de las partes,
también tiene una dimensión objetiva, definida por el respeto a la supremacía
normativa de la Constitución, dispuesta por el artículo 51º de la Carta Magna;
ambas dimensiones, (subjetiva y objetiva) son interdependientes y es necesario
modularlas en la norma legal y/o jurisprudencia” (STC 6167-2005-PHC/TC,
fundamento 11). En tal sentido, de presentarse en un proceso arbitral una
incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma legal, los árbitros
deben preferir la primera.

26. No obstante, el ejercicio del control difuso de constitucionalidad en la jurisdicción


arbitral debe ser objeto, como se acaba de expresar, de modulación por este
Supremo Intérprete de la Constitución, con el propósito de que cumpla debidamente
su finalidad de garantizar la primacía de la Constitución y evitar así cualquier
desviación en el uso de este control constitucional. Por ello, se instituye la siguiente
regla:

El control difuso de la jurisdicción arbitral se rige por las disposiciones del


artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional y la
jurisprudencia vinculante dictada por este Tribunal Constitucional sobre el control
difuso. Sólo podrá ejercerse el control difuso de constitucionalidad sobre una
norma aplicable al caso de la que dependa la validez del laudo arbitral, siempre
que no sea posible obtener de ella una interpretación conforme a la Constitución y
además, se verifique la existencia de un perjuicio claro y directo respecto al
derecho de alguna de las partes.
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Dilucidación de la controversia

27. Como se ha visto con anterioridad, el objeto del presente proceso constitucional es
reponer las cosas al estado anterior a la expedición del laudo arbitral, supuesto
vulnerador de los derechos constitucionales invocados por la recurrente.

28. De autos puede apreciarse que lo que la recurrente expresa en su demanda es su


discrepancia con la interpretación hecha por el árbitro demandado a la cláusula
Tercera del Contrato de Cesión Minera (a fojas 46 y 47) modificado por el
Contrato de Cesión de Posición Contractual, del 7 de diciembre de 2007 en
cuanto la fecha en que Aurífera Huachón S.A.C. debía iniciar las actividades de
exploración minera. Alega también la recurrente su discrepancia con el laudo en
cuanto a las normas aplicadas por el árbitro para la interpretación del referido
contrato y la valoración realizada por éste a los hechos y la prueba documentaria
que obra en el expediente arbitral, que definieron la cuestión de fondo discutida en
el arbitraje.

29. En dicho contexto, el Tribunal Constitucional considera que los hechos propuestos
por la recurrente no constituyen causal que amerite la revisión del laudo arbitral a
través del proceso de amparo; por ello la demanda debe ser desestimada.

Establecimiento de precedentes vinculantes

30. Habiéndose establecido en los fundamentos 20, 21 y 26 de la presente sentencia


nuevas reglas en materia de amparo contra las decisiones emanadas de la
jurisdicción arbitral y sobre el ejercicio del control difuso de constitucional en dicha
jurisdicción, este Supremo Intérprete de la Constitución, habida cuenta de la
importancia de la materia involucrada, considera pertinente su reconocimiento a
título de precedentes vinculantes, de conformidad con el artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional.

31. A partir del día siguiente de la publicación de la presente sentencia en el diario


oficial “El Peruano”, toda demanda que se encuentre en trámite y que no se ajuste al
precedente vinculante establecido en la presente sentencia debe ser declarada
improcedente. Por seguridad jurídica y en vía excepcional las partes pueden en un
plazo no mayor de 60 días hábiles interponer recurso de apelación o anulación,
según corresponda, en sede ordinaria.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere


la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar INFUNDADA la demanda de amparo de autos.

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2. Disponer que las reglas establecidas en los fundamentos 20, 21 y 26 de la presente
sentencia constituyen precedentes vinculantes, conforme al artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ
ÁLVAREZ MIRANDA

BEAUMONT CALLIRGOS
ETO CRUZ
URVIOLA HANI

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EXP. N.° 04888-2009-PA/TC
LIMA
MUNICIPALIDAD PROVINCIAL
DE TRUJILLO

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 2 de junio de 2011

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Marco Aurelio Ventura


Cueva, Procurador Público Municipal encargado de los asuntos judiciales de la
Municipalidad Provincial de Trujillo, contra la resolución de la Quinta Sala Civil de la
Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 215, su fecha 6 de mayo de 2009, que,
confirmando la apelada, declaró improcedente la demanda de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 26 de agosto de 2008, la entidad recurrente interpone demanda de


amparo contra el Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones del Estado
(CONSUCODE), don Luis Eduardo Adrianzén Lama y el Procurador Público
encargado de los asuntos judiciales del CONSUCODE, con el objeto que se declare
nulo e inaplicable el Laudo Arbitral de Derecho del 28 de mayo de 2008, emitido
por el emplazado Adrianzén Lama, en su condición de Tribunal Unipersonal, a fin
de que se expida un nuevo laudo y, como pretensión accesoria, se condene al pago
de costas y costos del presente proceso.

Sostiene que el 10 de noviembre de 2006 suscribió un contrato de ejecución de obra


a suma alzada con el Consorcio Óvalo Mochica para la “Elaboración del Expediente
Técnico y Ejecución de la Obra Mejoramiento de la Intersección entre las Avenidas
Nicolás de Piérola y Pablo Cassals de la ciudad de Trujillo”, derivado de la
licitación pública nacional N.º 00022006-OP/MPT, contrato que posteriormente se
declaró nulo de oficio por la Municipalidad Provincial de Trujillo, por Resolución
de Alcaldía N.º 882-2007/MPT, en mérito a la solicitud presentada por el
representante del Consorcio Mochica, pues dicho consorcio estaba integrado por una
persona jurídica que había participado en la elaboración de estudios e información
técnica que dio origen al proceso de selección cuestionado, en contravención del
artículo 9º, inciso h) del TUO de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del
Estado.

Asimismo, refiere que en la Cláusula Décima Tercera del precitado contrato las
partes acordaron que cualquier controversia que surja en relación al contrato se
resolverá mediante los procedimientos de conciliación y/o arbitraje, cuya resolución
sería inapelable; y que, habiéndose acudido a un procedimiento arbitral, en él se
declaró nula la Resolución de Alcaldía N.º 882-2007/MPT. Sin embargo, precisa
que en el laudo expedido, el árbitro se ha pronunciado sobre aspectos que no forman

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parte del petitorio ni fueron considerados materia del petitorio, por lo que su
pronunciamiento es extra petita, lo que vulnera el principio de congruencia procesal.

2. Que el Trigésimo Noveno Juzgado Civil de Lima declaró improcedente la demanda,


por considerar que, atendiendo a que en los procesos constitucionales no existe
etapa probatoria, la demanda de autos debe ventilarse en el proceso contencioso
administrativo.

3. Que la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de la Corte Superior de Justicia de


Lima confirmó la apelada, considerando que en el caso de autos no se ha agotado la
vía previa prevista por la Ley General de Arbitraje.

4. Que en principio, con relación a la supuesta falta de agotamiento de la vía previa,


resulta aplicable la excepción prevista en el artículo 46º, inciso 2) del Código
Procesal Constitucional, habida cuenta que la naturaleza de los actos administrativos
y de las obras que se pretende realizar en la circunscripción de la Municipalidad
demandante podría afectar, directa o indirectamente, a todos los ciudadanos que
residen en su circunscripción territorial.

5. Que este Colegiado estima además que no existen suficientes elementos para
justificar el rechazo in límine, toda vez que existe un tema constitucionalmente
relevante, cuya dilucidación requiere ser discutida a través del presente proceso, esto
es, si el laudo emitido contiene un pronunciamiento extra petita, pues de haberse
producido ello, se afectaría palmariamente el derecho de defensa, dado que la parte
demandante no habría tenido oportunidad de alegar o defenderse de los hechos
vinculados a tal pronunciamiento. Esto no importa que se prejuzgue en el presente
proceso y se diga que la demanda debe ampararse, sino únicamente que debe
admitirse la demanda y darle el trámite que por ley le corresponde.

6. Que por tanto, este Tribunal considera que se ha incurrido en causal de nulidad
insalvable, por lo que, conforme a lo dispuesto por el artículo 20º del Código
Procesal Constitucional, corresponde anular todo lo actuado, debiendo remitirse el
expediente al Juzgado competente, a efectos de que la demanda sea tramitada sin
mayor retardo, con notificación de las partes emplazadas, así como de cualquier
persona que tenga interés directo en el resultado del presente proceso.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

RESUELVE, con el voto en mayoría de los magistrado Mesía Ramírez y Eto Cruz; el
voto en discordia del magistrado Álvarez Miranda; el voto del magistrado Beaumont
Callirgos, llamado a dirimir, que confluye en el mismo sentido del voto del magistrado
Álvarez Miranda; y el voto finalmente dirimente del magistrado Calle Hayen, que se
agregan a los autos,

1. Declarar NULO todo lo actuado, desde fojas 191, inclusive.

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2. Disponer la remisión de los actuados al Juzgado de origen para que admita a
trámite la demanda.

3. Ordenar que la demanda sea notificada a los demandados, así como a cualquier
persona natural o jurídica que tenga interés directo en el resultado del presente
proceso, a fin de evitar posteriores nulidades.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ
ETO CRUZ
CALLE HAYEN

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VOTO DE LOS MAGISTRADOS MESÍA RAMÍREZ Y ETO CRUZ

Visto el recurso de agravio constitucional interpuesto por don Marco Aurelio


Ventura Cueva, Procurador Público Municipal encargado de los asuntos judiciales de la
Municipalidad Provincial de Trujillo, contra la resolución de la Quinta Sala Civil de la
Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 215, su fecha 6 de mayo de 2009, que,
confirmando la apelada, declaró improcedente la demanda de amparo de autos, los
magistrados firmantes emiten el siguiente voto:

1. Con fecha 26 de agosto de 2008, la entidad recurrente interpone demanda de


amparo contra el Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones del
Estado (CONSUCODE), don Luis Eduardo Adrianzén Lama y el Procurador
Público encargado de los asuntos judiciales del CONSUCODE, con el objeto
que se declare nulo e inaplicable el Laudo Arbitral de Derecho del 28 de mayo
de 2008, emitido por el emplazado Adrianzén Lama, en su condición de
Tribunal Unipersonal, a fin de que se expida un nuevo laudo y, como pretensión
accesoria, se condene al pago de costas y costos del presente proceso.

Sostiene que el 10 de noviembre de 2006 suscribió un contrato de ejecución de


obra a suma alzada con el Consorcio Óvalo Mochica para la “Elaboración del
Expediente Técnico y Ejecución de la Obra Mejoramiento de la Intersección
entre las Avenidas Nicolás de Piérola y Pablo Cassals de la ciudad de Trujillo”,
derivado de la licitación pública nacional N.º 00022006-OP/MPT, contrato que
posteriormente se declaró nulo de oficio por la Municipalidad Provincial de
Trujillo, por Resolución de Alcaldía N.º 882-2007/MPT, en mérito a la solicitud
presentada por el representante del Consorcio Mochica, pues dicho consorcio
estaba integrado por una persona jurídica que había participado en la elaboración
de estudios e información técnica que dio origen al proceso de selección
cuestionado, en contravención del artículo 9º, inciso h) del TUO de la Ley de
Contrataciones y Adquisiciones del Estado.

Asimismo, refiere que en la Cláusula Décima Tercera del precitado contrato las
partes acordaron que cualquier controversia que surja en relación al contrato se
resolverá mediante los procedimientos de conciliación y/o arbitraje, cuya
resolución sería inapelable; y que, habiéndose acudido a un procedimiento
arbitral, en él se declaró nula la Resolución de Alcaldía N.º 882-2007/MPT. Sin
embargo, precisa que en el laudo expedido, el árbitro se ha pronunciado sobre
aspectos que no forman parte del petitorio ni fueron considerados materia del
petitorio, por lo que su pronunciamiento es extra petita, lo que vulnera el
principio de congruencia procesal.

2. El Trigésimo Noveno Juzgado Civil de Lima declaró improcedente la demanda,


por considerar que, atendiendo a que en los procesos constitucionales no existe

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etapa probatoria, la demanda de autos debe ventilarse en el proceso contencioso
administrativo.

3. La Quinta Sala Civil de la Corte Superior de la Corte Superior de Justicia de


Lima confirmó la apelada, considerando que en el caso de autos no se ha
agotado la vía previa prevista por la Ley General de Arbitraje.

4. En principio, en relación a la supuesta falta de agotamiento de la vía previa,


estimamos de aplicación la excepción prevista en el artículo 46º, inciso 2) del
Código Procesal Constitucional, habida cuenta que la naturaleza de los actos
administrativos y de las obras que se pretende realizar en la circunscripción de la
Municipalidad demandante podría afectar, directa o indirectamente, a todos los
ciudadanos que residen en su circunscripción territorial.

5. Consideramos además que no existen suficientes elementos para justificar el


rechazo in límine, toda vez que existe un tema constitucionalmente relevante,
cuya dilucidación requiere ser discutida a través del presente proceso, esto es, si
el laudo emitido contiene un pronunciamiento extra petita, pues de haberse
producido ello, se afectaría palmariamente el derecho de defensa, dado que la
parte demandante no habría tenido oportunidad de alegar o defenderse de los
hechos vinculados a tal pronunciamiento. Esto no importa que prejuzguemos el
presente proceso y consideramos que la demanda debe ampararse, sino
únicamente que debe admitirse la demanda y darle el trámite que por ley le
corresponde.

6. Por tanto, somos de la opinión que se ha incurrido en causal de nulidad


insalvable, por lo que, conforme a lo dispuesto por el artículo 20º del Código
Procesal Constitucional, corresponde anular todo lo actuado, debiendo remitirse
el expediente al Juzgado competente, a efectos de que la demanda sea tramitada
sin mayor retardo, con notificación de las partes emplazadas, así como de
cualquier persona que tenga interés directo en el resultado del presente proceso.

Por estas razones, nuestro voto es por:

1. Declarar NULO todo lo actuado, desde fojas 191, inclusive.

4. Disponer la remisión de los actuados al Juzgado de Origen para que admita a trámite
la demanda.

3. Ordenar que la demanda sea notificada a los demandados, así como a cualquier
persona natural o jurídica que tenga interés directo en el resultado del presente
proceso, a fin de evitar posteriores nulidades.

Sres.

MESÍA RAMÍREZ
ETO CRUZ
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VOTO DIRIMENTE DEL MAGISTRADO CALLE HAYEN

Atendiendo a que he sido llamado para dirimir la presente causa, y con el debido
respeto del voto emitido por los magistrados Álvarez Miranda y Beaumont Callirgos,
considero que la demanda debe ser admitida a trámite, y que, consecuentemente, sea
declarado nulo todo lo actuado, por las fundamentos siguientes:

1. La entidad recurrente solicita que se declare nulo e inaplicable el Laudo Arbitral


N.º 120-2007/SNCA-CONSUCODE, de fecha 28 de mayo de 2008, ya que vulnera
el principio de tutela procesal efectiva y contraviene el principio de congruencia
procesal, debido a que se pronunció sobre un extremo que no había
peticionado, declarando nula la Resolución de Alcaldía N.º 882-2007/MPT, lo que
vulnera el principio de congruencia procesal y contraviene el derecho de tutela
procesal efectiva.

El a quo ha rechazado liminarmente la demanda argumentando que el presente caso


debe ser ventilado en un proceso que cuente con etapa probatoria, como es el
proceso contencioso-administrativo, y de forma similar, el ad quem sostiene que
aún no se ha agotado la vía previa prevista por la Ley General de Arbitraje, por lo
que confirma la decisión de primera instancia.

2. En anterior jurisprudencia, este Tribunal ha señalado que “[E]l criterio conforme al


cual el proceso de anulación de laudo arbitral constituye, en principio, una vía
previa al amparo, no considera que ello signifique prescindir de atender el hecho
de que, conforme al artículo 73° de la Ley General de Arbitraje, sólo se puede
impugnar un laudo en base a una lista cerrada de causales”. En tal sentido, este
Colegiado estima que una afectación que no esté contemplada como causal de
anulación de laudo, y que, sin embargo, compromete seriamente algún derecho
constitucionalmente protegido a través del proceso de amparo, no puede ni debe
tramitarse como un recurso de anulación, de modo que para estos supuestos queda
habilitado el amparo como medio eficaz de defensa de los derechos comprometidos
(Cfr. SSTC 4195-2006-AA/TC y 6167-2005-HC/TC).

3. Siendo esto así, en aplicación del inciso 2) del artículo 46º del Código Procesal
Constitucional, no es necesario el agotamiento de la vía previa, toda vez que, al
haberse declarado nula la Resolución de Alcaldía 882-2007-MPT, de fecha 4 de
abril de 2007, materia del laudo, el contrato suscrito con Consorcio Ovalo Mochica
dentro del proceso de Licitación Pública N.º 002-2006-GOP/MPT, recobraría
vigencia y sobrevendría una posible afectación directa o indirecta a los residente de
la zonas aledañas.

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4. Sin embargo, ello no supone que en el caso sub litis debería estimarse la demanda
ni que esta sea objeto de análisis de fondo, sino que únicamente debe ser admitida
a trámite ya que existe un tema constitucionalmente relevante que debería ser
ventilado a través del proceso de amparo.

5. A mayor abundamiento, es menester señalar que el Tribunal Constitucional ha


precisado que para que un laudo arbitral pueda ser sometido a control
constitucional, solo será posible luego de culminado el proceso de arbitraje y una
vez agotada la vía previa, esto para preservar al institución del arbitraje; sin
embargo ello no debe ser óbice para que, en caso de vulneración de un derecho
fundamental, estimar la demanda de amparo con el fin de garantizar la
imparcialidad, confiabilidad y principios procesales dentro del procedimiento, tanto
de los árbitros como de la institución del arbitraje.

6. En el presente caso la entidad recurrente alega que el laudo de derecho se ha


pronunciado sobre un extremo no peticionado (extra petita), lo que podría afectar a
la demandada, a quien no solo se le estaría recortando el ejercicio del derecho de
defensa ante un supuesto que no fue materia de discusión en el proceso, sino que
además se estaría vulnerando el principio de congruencia procesal y el derecho a la
tutela procesal efectiva.

Por las consideraciones expuestas, compartiendo con los fundamentos expuestos en


el voto suscrito por los magistrados Mesía Ramírez y Eto Cruz, a la cual me aúno, mi
voto es porque se declare:

1. NULO todo lo actuado en concordancia con el artículo 20º del Código Procesal
Constitucional.

2. Se remita los actuados al juzgado de origen para que admita a trámite la demanda.

3. Ordenar que la demanda sea notificada a los demandados, así como a toda persona
natural o jurídica que tenga interés directo en el resultado del presente proceso a fin
de evitar posteriores nulidades; por lo que el a quo deberá notificar además la
demanda vía edictos.

Sr.

CALLE HAYEN

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VOTO DEL MAGISTRADO ÁLVAREZ MIRANDA

Con el debido respeto por la opinión vertida por mis colegas magistrados Mesía
Ramírez y Eto Cruz, emito el siguiente voto por cuanto soy del parecer que la presente
demanda debe ser declarada improcedente conforme lo expondré a continuación.

Arbitraje y procesos constitucionales

1. En primer lugar estimo pertinente traer a colación lo desarrollado por el Tribunal


Constitucional en la STC Nº 06167-2005-PHC/TC (Caso Cantuarias Salaverry) en
el sentido de que el arbitraje es concebido “como el proceso ideal, en donde los
particulares son protagonistas de la dirección y administración de la justicia” y
“pueden conseguir, a través de un laudo, la solución definitiva a un conflicto, al otorgársele
carácter de cosa juzgada”.

De ahí que, “el arbitraje se configura como un juicio de conocimiento” con


“jueces particulares”, por lo que no cabe duda que estamos ante un fuero
jurisdiccional sui generis y que, por tanto, obedece a una lógica propia.

2. Por ello, la evaluación sobre los cuestionamientos que se efectúen respecto de dicha
institución, debe tomar en cuenta que su activación nace, en principio, de la
autonomía de la voluntad de los interesados, quienes no desean recurrir a la
jurisdicción ordinaria para tutelar sus intereses por cuanto la jurisdicción arbitral
“ofrece especialidad, neutralidad, flexibilidad, celeridad, confianza, privacidad y
simplicidad legislativa para que las partes arriben a soluciones rápidas que
evidentemente están dispuestas a respetar -por seguras- para continuar en los
negocios o asuntos privados” (SANTISTEVAN DE NORIEGA, Jorge. “Arbitraje y
Jurisdicción desde la perspectiva del Tribunal Constitucional del Perú”. En Revista
Peruana de Arbitraje, Nº 2, 2006, pág. 21) dado que tales condiciones difícilmente
se pueden encontrar en nuestro actual sistema judicial.

Es más, incluso los interesados pueden invocar la solución a un conflicto sobre la


base de un criterio de conciencia o equidad.

3. Empero, conforme ha sido expuesto en la STC Nº 03574-2007-PA/TC, “el


arbitraje no puede ser entendido como un mecanismo llamado a desplazar al
Poder Judicial, ni éste sustituir a aquél, sino que constituye una alternativa que
complementa el sistema judicial, puesta a disposición de la sociedad para la
solución pacífica de las controversias, y una necesidad, básicamente en la solución
de conflictos patrimoniales de libre disposición y, sobre todo, en la resolución de
las controversias que se generen de la contratación internacional”.

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4. En tal sentido, soy de la opinión que, en principio, los litigios arbitrales no tienen
por qué judicializarse, salvo que estemos:

 Ante una causal de anulación prevista legalmente, en cuyo caso, el interesado


podrá interponer el recurso de anulación correspondiente; o

 Cuando se vulnere de modo evidente, manifiesto y claro, el contenido


constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales de alguna de
las partes o terceros, de manera no prevista en la ley, excluyendo el caso de
derechos fundamentales de índole procesal, que atendiendo a los principios
sobre los que se cimienta el arbitraje, deban ser reinterpretados a la luz de la
normatividad de dicha institución.

En efecto, conforme ha sido desarrollado en la STC Nº 04195-2006-PA/TC, “el


hecho de que el laudo sea, prima facie, inimpugnable, no lo convierte en
incontrolable en vía del proceso de amparo.” En este escenario, el interesado tiene
habilitada la jurisdicción constitucional para salvaguardar sus derechos siempre que
no concurran ninguna de las causales de improcedencia previstas en el artículo 5º
del Código Procesal Constitucional.

En consecuencia, resulta irrevisable en sede constitucional el criterio de los


árbitros y/o cuando se cuestione el fondo del asunto, por lo que, en tales supuestos,
no procede el amparo.

Ello en virtud de que el control constitucional tiene una baja intensidad al


considerar la doble naturaleza del arbitraje: en parte jurisdiccional y en parte
autonomía de la voluntad de las partes.

Delimitación del petitorio y antecedentes

5. Según se desprende del petitorio de la recurrente, la Municipalidad Provincial de


Trujillo persigue que se declare la nulidad e inaplicación del laudo arbitral de
derecho expedido con fecha 28 de mayo de 2008, razón por la cual solicita que otro
tribunal unipersonal emita otro nuevo, así como el pago de los costos y costas del
proceso.

6. Fundamenta sus pretensiones en que se le conculcado su derecho a tutela procesal


efectiva pues se declaró en el laudo, de manera extra petita, la nulidad de la
Resolución de Alcaldía Nº 882-2007-MPT. En tal sentido, alega una vulneración al
principio de congruencia procesal pues tal extremo ni siquiera fue solicitado por la
parte demandante en el litigio arbitral subyacente.

7. No obstante lo expuesto por la demandante, el a quo rechazó la demanda de


manera liminar debido a que la dilucidación del litigio requiere de una etapa
probatoria que el proceso de amparo no tiene.

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El ad quem confirmó la recurrida, pero en este caso por considerar que no se ha
agotado la vía previa.

Análisis del caso en concreto

8. Tal como ha sido advertido por el magistrado Beaumont Callirgos en su voto


singular, en la medida que no se ha agotado la vía previa (causal de improcedencia
prevista en el numeral 4 del artículo 5º del Código Procesal Constitucional) y ni
siquiera la propia demandante ha señalado por qué su tránsito le ocasionaría un
perjuicio irreparable, considero que se debe declarar la improcedencia de la
presente demanda en virtud de la causal prevista en el numeral 4 del artículo 5º del
Código Procesal Constitucional.

9. En efecto, conforme a lo establecido en el numeral 6 del artículo 73º de la Ley Nº


26572, Ley General de Arbitraje vigente en aquel momento, procede el recurso de
anulación del laudo cuando se resuelve sobre una cuestión no sometida al arbitraje,
por tanto, tales cuestionamientos debieron ser ventilados a través de dicho
mecanismo (vía previa). No obstante su obligatoriedad, existen determinadas
circunstancias que pueden convertir el agotamiento de la vía previa en un requisito
perverso o en un ritualismo inútil, cuando de la afectación de derechos
fundamentales se trata.

10. En tales supuestos, se exime al litigante de cumplir esta obligación conforme a lo


previsto en el artículo 46° del Código Procesal Constitucional. Así pues, según el
numeral 2 del citado artículo, no resulta exigible el agotamiento de la vía previa
cuando la agresión pueda tornarse en irreparable. Empero, de lo actuado no se
aprecia tal escenario, pues la demandante se ha limitado a señalar que requiere una
tutela urgente aunque sin entrar en mayores detalles.

11. Finalmente, conviene precisar que contrariamente a lo señalado por la demandante


en su recurso de agravio constitucional, el hecho de que el laudo sea inapelable, no
le impide interponer el recurso de anulación correspondiente, pues éste no busca
reconsiderar el fondo de lo resuelto sino cuestionar su validez o nulidad. Al
respecto, conviene precisar que el artículo 61º de la Ley General de Arbitraje
vigente en aquel momento indica expresamente que, a través de dicho proceso, sólo
pueden invocarse las causales de anulación expresamente previstas en el artículo
73º de dicha ley y que en ningún caso es posible entrar a reconsiderar el fondo de la
controversia subyacente resuelto en la vía arbitral.

Por tales consideraciones, mi VOTO es porque se declare la IMPROCEDENCIA de la


demanda.

Sr.

ÁLVAREZ MIRANDA

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Telf. : 4217056
EXP. N.° 04888-2009-PA/TC
LIMA
MUNICIPALIDAD PROVINCIAL
DE TRUJILLO

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO


BEAUMONT CALLIRGOS

Con el debido respeto por la opinión vertida por mis colegas magistrados emito el
siguiente voto singular conforme a los argumentos que seguidamente expongo:
1. El petitorio en el proceso de amparo consiste en que se declare nulo e inaplicable
el laudo arbitral de derecho, de fecha 28 de mayo de 2008, emitido por don Luís
Adrianzén de Lama, en su calidad de arbitro único, en el proceso arbitral seguido
entre el Consorcio Ovalo Mochica contra la Municipalidad Provincial de
Trujillo; y, en consecuencia, se emita un laudo arbitral nombrándose un nuevo
tribunal unipersonal, más el pago de costos y costas.

2. En la STC 04195-2006-PA se han precisado, a partir de lo señalado por este


Tribunal en las SSTC 06167-2005-HC y 04972-2006-PA, determinadas reglas
para establecer el ámbito de actuación de este Tribunal en el control de los
laudos arbitrales. Estas pautas se han estructurado sobre la base de la naturaleza
y características propias de la jurisdicción arbitral. En tal medida, debe
recordarse que en la STC 06167-2005-HC se ha indicado que el ejercicio de la
jurisdicción está constituida por la concurrencia de cuatro requisitos, los cuales
son: (i) Conflicto entre partes; (ii) Interés social en la composición del conflicto;
(iii) Intervención del Estado mediante el órgano judicial, como tercero imparcial;
y (iv) Aplicación de la ley o integración del derecho. Son estos elementos los
que delimitan la naturaleza de la jurisdicción arbitral y han servido para
reconocer que en la doble dimensión del proceso arbitral predomina la
dimensión subjetiva ya que su fin es proteger los intereses de las partes en
conflicto.

3. Bajo dicha premisa en la STC 04195-2006-PA se han establecido como reglas


para el control constitucional de la decisión arbitral, que: (a) El amparo resulta
improcedente cuando se cuestione actuaciones previas a la expedición del laudo.
En tales casos, se deberá esperar la culminación del proceso arbitral; (b) Aun
habiendo culminado el proceso arbitral, conforme al literal anterior, el amparo
será improcedente cuando no se agote la vía previa, de ser pertinente la
interposición de los recursos respectivos (apelación o anulación); (c) El amparo
resulta improcedente cuando se cuestione la interpretación realizada por el
Tribunal Arbitral respecto a normas legales, siempre que de tales
interpretaciones no se desprenda un agravio manifiesto a la tutela procesal o al
debido proceso. En todo caso, frente a la duda razonable de dos posibles
interpretaciones de un mismo dispositivo legal, el juez constitucional debe
asumir que la propuesta por los árbitros es la más conveniente tanto para la
solución del conflicto como para fortalecer la institución del arbitraje; (d) La
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valoración y calificación de los hechos y circunstancias sometidas a arbitraje son
de exclusiva competencia de los árbitros, los que deben resolver conforme a las
reglas del arbitraje, salvo que se advierta una arbitrariedad manifiesta en dicha
valoración o calificación que pueda constatarse de la simple lectura de las piezas
que se adjuntan al proceso, sin que sea necesaria una actividad probatoria
adicional que no es posible en el proceso de amparo; y (e) Quien alega la
violación de un derecho constitucional que resulte de una arbitraria
interpretación de normas o hechos producidos en el trámite del arbitraje, deberá
acreditarlos de manera objetiva y específica, precisando en qué ha consistido
dicha irregularidad, así como el documento o pieza procesal en el que se
constata dicha vulneración.

4. La posición de la mayoría sostiene, respecto a la regla de procedencia de la


demanda de amparo referida al necesario agotamiento de la vía previa, que
resulta de aplicación el numeral 2 del artículo 46 del Código Procesal
Constitucional que establece la inexigibilidad del agotamiento de la vía previa
cuando la agresión pudiera convertirse en irreparable. El fundamento de tal
medida estaría en la naturaleza de los actos administrativos y de las obras que se
pretenden realizar en la circunscripción de la Municipalidad Provincial de
Trujillo que podrían afectar, directa o indirectamente, a todos los ciudadanos que
residen en su circunscripción territorial.

5. Cuando el Tribunal establece que el control constitucional de un laudo arbitral


solo puede ser efectuado luego de culminado el arbitraje y una vez agotada la vía
previa, lo que busca es preservar a la jurisdicción arbitral como mecanismo para
la solución de conflictos. En tal medida, la posibilidad de que el afectado en su
derecho fundamental no se encuentre obligado a recurrir al proceso de anulación
del laudo como vía previa porque dicha actividad puede convertir en irreparable
la agresión, debe sustentarse en una situación real y concreta.

6. Si se tiene en cuenta que el derecho invocado por la municipalidad demandante


está referido a la tutela procesal efectiva (debido proceso), no es posible advertir
el fundamento de la irreparabilidad al mencionado derecho constitucional que
haga inexigible el agotamiento de la vía previa, en tanto la propia Municipalidad
Provincial de Trujillo convocó a la Licitación Pública Nacional N.º 0002-2006-
CE-GOP/MPT con el objeto de realizar la obra de mejoramiento de la
intersección entre las avenidas Nicolás de Piérola y Pablo Cassals (Ovalo
Mochica). En ese sentido, no es pertinente justificar la irreparabilidad del
derecho en cuestión en la posible afectación que generará la obra vial en los
residentes de la ciudad de Trujillo, puesto que aquella se origina precisamente en
un proceso de selección convocado por la demandante en uso de sus
atribuciones, el que, salvo sea declarado nulo, determinará que la obra se lleve a
cabo indefectiblemente.

Por consiguiente, al verificarse que el demandante no ha cumplido con agotar la vía


previa conforme lo establecido en la doctrina jurisprudencial de este Tribunal
Constitucional, mi voto es porque se declare IMPROCEDENTE la demanda.
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EXP. N.° 02851-2010-PA/TC
LIMA
IVESUR S.A.

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 15 días del mes de marzo de 2011, el Tribunal Constitucional, en


sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Mesía Ramírez,
Álvarez Miranda, Vergara Gotelli, Beaumont Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y
Urviola Hani, pronuncia la siguiente sentencia, con los votos singulares de los
magistrados Álvarez Miranda, Vergara Gotelli y Urviola Hani, que se agregan

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por la empresa IVESUR S.A., a


través de su representante, contra la resolución de fecha 18 de marzo del 2010, a fojas
581 del cuaderno único, expedida por la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de
Justicia de Lima, que declaró improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

§1. Demanda de amparo

Con fecha 30 de mayo del 2006 la recurrente interpone demanda de amparo


contra los vocales integrantes del CSA del Centro de Arbitraje de la Cámara de
Comercio de Lima (CSA), señores Sergio León Martínez, Pedro Flores Polo, Jorge
Jaramillo Chipoco y César Fernández Arce, solicitando que se declare nulas y sin efecto:
i) la Resolución N.º 0033-2005/CSA-CCANI-CCL, de fecha 29 de marzo del 2005
(fojas 104), por la que se resolvió designar como árbitro en el proceso arbitral Nº 967-
107-2004 al señor Jorge Vega Velasco; ii) la Resolución N.º 0029-2006/CSA-CCANI-
CCL, de fecha 21 de febrero del 2006, que desestimó el pedido de nulidad de la
Resolución N.º 0033-2005/CSA-CCANI-CCL; y iii) todos los actos en los que participó
el señor Jorge Vega Velasco en el proceso arbitral Nº 967-107-2004, incluyendo la
designación de la presidenta del Tribunal Arbitral y el laudo arbitral de derecho emitido
por el Tribunal Arbitral conformado por los señores Elvira Martínez Coco, Jorge Vega
Velasco y Rodulfo Cortez Benejam; ello por haberse vulnerado sus derechos a la tutela
procesal efectiva, de defensa y a la independencia e imparcialidad en el ejercicio de la
función jurisdiccional, toda vez que la designación de Jorge Vega Velasco realizada por
el CSA demandado contiene un vicio que afecta a la imparcialidad e independencia del
proceso arbitral en la medida en que dicho Consejo lo integraba don Alonso Rey
Bustamante, quien violando abiertamente el Estatuto del Centro de Arbitraje se
desempeñó como representante, asesor y abogado de una de las partes (Lidercon S.L.), y
don Hugo Sologuren Calmet, quien es socio del estudio integrado por el árbitro
designado. Alegan que no obstante haber advertido de estas circunstancias al CSA se
solicitó la remoción del vocal Alonso Rey Bustamante, provocando su renuncia, y se

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solicitó también la nulidad de la designación efectuada por el CSA del árbitro Jorge
Vega Velasco y la suspensión del trámite del proceso arbitral. Sin embargo el Tribunal
Arbitral ― con pleno conocimiento de los hechos ― emitió el laudo sin atender sus
pedidos, situación que ha vulnerado sus derechos a la tutela jurisdiccional efectiva y de
defensa.

§2. Admisión de la demanda

Con resolución de fecha 30 de octubre del 2008 el Trigésimo Noveno Juzgado


Especializado en lo Civil de Lima admite a trámite la demanda de amparo
entendiéndose contra Sergio León Martínez, Pedro Flores Polo, Jorge Jaramillo Chipoco
y César Fernández Arce.

§3. Contestación de la demanda

Con escrito de fecha 19 de diciembre del 2008 el CSA contesta la demanda


argumentando que si bien existió una participación del vocal Alonso Rey Bustamante
como asesor y representante de la empresa Lidercon S.L. lo que a la postre ocasionó la
renuncia al cargo de vocal del CSA, éste no participó en la designación del árbitro
conforme se desprende del acta de designación y que respecto de la manipulación del
señor Hugo Sologuren Calmet en la designación referida se tiene que éste tampoco
participó en ella. Argumenta además que la empresa IVESUR se sometió a las reglas del
arbitraje de la Cámara de Comercio de Lima, por lo que debió presentar sus objeciones
al Tribunal Arbitral atendiendo a la regla del Kompetenz-Kompetenz establecida en el
artículo 36º del Reglamento de Arbitraje del Centro de Arbitraje de la Cámara de
Comercio de Lima. Añade que el pedido de suspensión del proceso no fue acogido por
el Tribunal Arbitral encargado de resolver las controversias relativas al expediente 967-
197-2004. Argumenta además que los cuestionamientos al proceso arbitral debieron ser
efectuados a través de los recursos establecidos por la Ley General de Arbitraje y
posteriormente recién acudir a la vía constitucional.

Con escrito de fecha 10 de agosto del 2007 la empresa Galashiels S.A. contesta
la demanda argumentando que el vocal Alonso Rey Bustamante jamás intervino en
ninguna de las actuaciones o deliberaciones del CSA en el presente proceso.

§4. Resoluciones en sede del Poder Judicial

El Octavo Juzgado Especializado en lo Constitucional de Lima, con resolución


de fecha 18 de mayo 2009, declara improcedente la demanda y considera que el laudo
arbitral no puede ser objeto de revisión en sede constitucional pues la recurrente no ha
cumplido con agotar todos los recursos pertinentes dentro del proceso arbitral al no
haber interpuesto el recurso de anulación de laudo.

La Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, con resolución de


fecha 18 de marzo del 2010, confirma la apelada por similares fundamentos.

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FUNDAMENTOS

§5. Delimitación del petitorio

1. El objeto de la demanda de amparo es que se deje sin efecto la resolución de fecha


21 de febrero del 2006, que desestimó el pedido de nulidad de la resolución de
fecha 29 de marzo del 2005; la resolución de fecha 29 de marzo del 2005, que
designó como árbitro al señor Jorge Vega Velasco en el Proceso Arbitral Nº 967-
107-2004; y todos los actos en los que participó el señor Jorge Vega Velasco en el
proceso arbitral Nº 967-107-2004, incluyendo la designación de la presidenta del
Tribunal Arbitral y el laudo arbitral de derecho emitido por el Tribunal Arbitral
conformado por los señores Elvira Martínez Coco, Jorge Vega Velasco y Rodolfo
Cortez Benejam, en razón a que la designación del árbitro Jorge Vega Velasco
habría sido producto de una actuación ilegal del vocal del CSA Alonso Rey
Bustamante quien ―violando abiertamente el Estatuto del Centro de Arbitraje― se
habría desempeñado como representante, asesor y abogado de una de las partes y,
pese a ello, el Consejo demandado lo designó como árbitro.

2. Así planteado, el caso exige la realización de un análisis vinculado con la


independencia de las actuaciones del Consejo demandado en relación con los actos
denunciados y la presunta falta de imparcialidad del árbitro designado en el
ejercicio de sus facultades, que van desde la elección de la Presidenta del Tribunal
Arbitral hasta la emisión del laudo. Estando a ello, este Colegiafo se circunscribe a
la actuación del CSA, y las consecuencias derivadas de sus actos.

§6. Sobre la existencia de vicios en los pronunciamientos emitidos por el Poder


Judicial: La exigencia del agotamiento de la vía previa judicial

3. De autos se advierte que a pesar de haberse admitido a trámite la demanda de


amparo y de haberse corrido traslado de ella a las partes para que hagan valer su
derecho de defensa y expresen sus posiciones, así como alegatos de forma y fondo,
los órganos del Poder Judicial optaron por emitir pronunciamientos inhibitorios
fundamentándose exclusivamente en que “la recurrente no ha cumplido con agotar
todos los recursos pertinentes dentro del Proceso Arbitral al no haber interpuesto
del recurso de anulación de Laudo”.

4. Sobre este aspecto de procedibilidad del proceso de amparo corresponde determinar


si, en el caso concreto, le era exigible a la demandante agotar la vía previa
conforme a las disposiciones contenidas en la Ley 26572, Ley General de Arbitraje,
la que aun cuando a la fecha de la emisión de la presente sentencia se encuentra
derogada, se encontraba vigente en el momento de ocurridos los hechos
denunciados como violatorios de los derechos constitucionales de la actora, incluso
al momento de interponerse la presente demanda; por ello, toda referencia a la
normatividad y a la jurisprudencia se realizará conforme a este parámetro
normativo.

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5. Respecto a los argumentos del juez y de la Sala en el presente proceso de amparo,
este Colegiado, si bien comparte el criterio conforme al cual el proceso de anulación
de laudo arbitral constituye, en principio, una vía previa al amparo, conforme a la
regulación contenida en la ahora derogada pero, aplicada en el caso concreto, Ley
N.º 26572, Ley General de Arbitraje (STC Nº 6167-2005-HC, fundamento 14 in
fine); no considera que ello signifique prescindir de atender el hecho de que,
conforme a su artículo 73°, sólo se puede impugnar un laudo en base a una lista
cerrada de causales. En tal sentido, este Colegiado estima que una afectación que no
esté contemplada como causal de anulación de laudo y que compromete seriamente
algún derecho constitucionalmente protegido a través del proceso de amparo, no
puede ni debe tramitarse como un recurso de anulación, de modo que para estos
supuestos queda habilitado el amparo como medio eficaz de defensa de los derechos
comprometidos.

6. No obstante, conforme se ha establecido en esta sede (SSTC Nº 06167-2005-HC/TC


y 06149-2006-AA/TC), a fin de preservar la capacidad de los árbitros de
pronunciarse acerca de su propia competencia, no podrá interponerse el amparo
directamente contra un acto violatorio de derechos fundamentales acaecido en el
trámite del proceso arbitral, pues ante tal eventualidad será necesario esperar el
pronunciamiento definitivo del Tribunal Arbitral, el que podrá ser impugnado por
violación intra proceso y resolverse como una cuestión previa, de ser el caso. En
este supuesto, además, se deberán interpretar extensivamente las causales de
admisibilidad del recurso de anulación con relación a la cuestión incidental.

7. Esto, por supuesto, no quiere decir que todas las violaciones al debido proceso o
demás derechos fundamentales, aun cuando ya exista un laudo, puedan ser
impugnadas por medio del recurso de anulación. Como ya quedó dicho, y la propia
norma así lo prevé, las causales para interponer el recurso de anulación se
encuentran contempladas de manera taxativa y, aunque su interpretación sea
extensiva, esta discrecionalidad (o flexibilidad) tiene límites que se deberán atender
atendiendo a las circunstancias del caso concreto. Lo anterior no implica, por lo
demás, que exista un vacío normativo o una zona donde no haya control de la
arbitrariedad (en cualquiera de las etapas del proceso arbitral), sino que tal control
no se podrá llevar a cabo mediante el recurso de anulación, sino a través un proceso
de amparo, de ser el caso.

8. En este sentido cabe preguntarse entonces si el aludido cuestionamiento


constitucional podía ser canalizado a través del recurso de anulación por ante el
Poder Judicial. En otras palabras ¿el cuestionamiento conjunto sobre la falta de
independencia en el acto de elección de los árbitros y la derivada presunta
parcialidad de estos con una de las partes se encuentra contenido dentro de algún
supuesto para la interposición del recurso de anulación? Este Colegiado considera
que no, toda vez que ya sea por la vía de la aplicación literal o por la vía de la
interpretación de las causales de procedibilidad del recurso de anulación contenidos
en la Ley General de Arbitraje, aplicable al caso concreto, no es posible, sin
desfigurar intensamente la norma legal, admitir que se había previsto el recurso de
anulación como vía previa para la instalación del proceso de amparo cuando se

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cuestiona un asunto constitucional relacionado esencialmente con la independencia
en la actuación del CSA al tramitar y emitir las resoluciones cuestionadas y a la
derivada presunta parcialidad del árbitro Jorge Vega Velasco en la tramitación del
caso arbitral 967-107-2004, al haber sido designado éste por Vocales del CSA
quienes habrían sido influidos en su tarea de elección del árbitro en cuestión,
viciándose todo el proceso a partir de la emisión de la Resolución N.º 0033-
2005/CSA-CCANI-CCL de fecha 29 de marzo del 2005. Y es que ni el artículo 61º
ni el 73º de la Ley General de Arbitraje, invocados por la Sexta Sala Civil de la
Corte Superior de Justicia de Lima para desestimar la demanda, incorporan causal
alguna relacionada con dichas cuestiones que permitan interponer el recurso de
anulación, ni es posible interpretar a partir de dicha configuración normativa que el
referido recurso se encontraba habilitado.

9. Se tiene así que el artículo 61º establece que “contra los laudos arbitrales dictados
en una sola instancia o contra los laudos arbitrales de segunda instancia, procede
sólo la interposición del recurso de anulación ante el Poder Judicial por las
causales taxativamente establecidas en el Artículo 73. El recurso tiene por objeto
la revisión de su validez, sin entrar al fondo de la controversia, y se resuelve
declarando su validez o su nulidad”. Por su parte, el artículo 73º establece que “el
laudo arbitral sólo podrá ser anulado por las causales siguientes, siempre y
cuando la parte que alegue pruebe: 1. La nulidad del convenio arbitral, siempre
que quien lo pida lo hubiese reclamado conforme al artículo 39. 2. Que no ha sido
debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las actuaciones
arbitrales o no ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos,
siempre y cuando se haya perjudicado de manera manifiesta el derecho de defensa,
habiendo sido el incumplimiento u omisión objeto de reclamo expreso en su
momento por la parte que se considere afectada, sin ser subsanado oportunamente.
3. Que la composición del tribunal arbitral no se ha ajustado al convenio de las
partes, salvo que dicho convenio estuviera en conflicto con una disposición legal
de la que las partes no pudieran apartarse o, a falta de convenio, que no se han
ajustado a dicha disposición, siempre que la omisión haya sido objeto de reclamo
expreso en su momento por la parte que se considere afectada, sin ser subsanado
oportunamente. 4. Que se ha laudado sin las mayorías requeridas. 5. Que se ha
expedido el laudo fuera del plazo, siempre que la parte que invoque esta causal lo
hubiera manifestado por escrito a los árbitros antes de ser notificada con el laudo.
6. Que se ha laudado sobre materia no sometida expresa o implícitamente a la
decisión de los árbitros. En estos casos, la anulación afectará sólo a los puntos no
sometidos a decisión o no susceptibles de ser arbitrados, siempre que los mismos
tengan sustantividad propia y no aparezcan inseparablemente unidos a la cuestión
principal. 7. No obstante lo establecido en los incisos anteriores, el juez que
conoce del recurso de anulación podrá anular de oficio el laudo, total o
parcialmente, si resultara que la materia sometida a la decisión de los árbitros no
pudiera ser, manifiestamente, objeto de arbitraje de conformidad con lo dispuesto
en el Artículo 1. La anulación parcial procederá sólo en el caso de que la parte
anulada sea separable del conjunto del laudo. Está prohibido, bajo
responsabilidad, la revisión del fondo de la controversia”.

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10. Se aprecia pues que ninguna de las causales establecidas para la interposición del
recurso de anulación de laudo se relacionan con la presente litis. Por tal motivo, en
el caso de autos se presenta una situación excepcional que no encuentra vía previa
regulada o establecida para ser recorrida. Por ello, estando a que la via previa para
el cuestionamiento de las materias postuladas en el presente caso no se encuentra
regulada, le resulta inexigible a la recurrente recorrerla para habilitar el presente
proceso de amparo. Por lo demás, es aplicable al caso el principio de pro actione
expuesto en el artículo III Titulo Preliminar del Código Procesal Constitucional. En
consecuencia, la causa se encuentra habilitada para un pronunciamiento sobre el
fondo, sobre todo si el contradictorio se ha instalado con plenas garantías para
ambas partes al haber sido admitida la demanda y al haberse presentado los
argumentos tanto de forma como de fondo in extenso.

§7. La garantía de la independencia en la jurisdicción arbitral y la teoría de la


apariencia

11. El inciso 2) del artículo 139° de la Constitución establece que


"Son principios y derechos de la función jurisdiccional:
(...)
2. La independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional".

La importancia del principio de independencia judicial en una sociedad democrática


implica percibirlo como una garantía, orgánica y funcional, a favor de los órganos y
funcionarios a quienes se ha confiado la prestación de tutela jurisdiccional y
constituye un componente esencial del modelo constitucional de proceso diseñado
por la Constitución. En este sentido el Tribunal Constitucional ha entendido que la
independencia judicial debe ser aquella capacidad autodeterminativa para proceder a
la declaración del derecho, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, dentro de los
marcos que fijan la Constitución y la Ley. “Se exige así que se adopten las medidas
necesarias y oportunas a fin de que el órgano y sus miembros administren justicia
con estricta sujeción al Derecho y a la Constitución, sin que sea posible la injerencia
de extraños [otros poderes públicos o sociales, e incluso órganos del mismo ente
judicial] a la hora de delimitar e interpretar el sector del ordenamiento jurídico que
ha de aplicarse en cada caso. La independencia judicial debe, pues, percibirse como
la ausencia de vínculos de sujeción política o económica o de procedencia jerárquica
al interior de la organización que ejerce jurisdicción” (STC Nº 0023-2003-AI/TC,
ff.jj. 28, 29, 31 y 33; STC 0004-2006-AI/TC).

12. Este Tribunal en la STC N.º 0023-2003-AI/TC señaló que la independencia judicial
debe ser entendida como aquella capacidad autodeterminativa para proceder a la
declaración del derecho, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, dentro de los
marcos que fijan la Constitución y la ley. En puridad, se trata de una condición de
albedrío funcional.

13. A su vez, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha definido el principio de


independencia judicial en los siguientes términos:

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“El principio de independencia judicial constituye uno de los pilares básicos de las
garantías del debido proceso, motivo por el cual debe ser respetado en todas las áreas
del procedimiento y ante todas las instancias procesales en que se decide sobre los
derechos de la persona. La Corte ha considerado que el principio de independencia
judicial resulta indispensable para la protección de los derechos fundamentales, por lo
que su alcance debe garantizarse inclusive, en situaciones especiales, como lo es el
estado de excepción.” [Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Reverón
Trujillo vs. Venezuela. Sentencia del 30 de junio de 2009, parágrafo 68].

14. Dentro de esta misma línea, la Corte ha señalado que:

“Conforme a la jurisprudencia de esta Corte y de la Corte Europea, así como de


conformidad con los Principios básicos de las Naciones Unidas relativos a la
independencia de la judicatura (en adelante “Principios Básicos”), las siguientes
garantías se derivan de la independencia judicial: un adecuado proceso de
nombramiento, la inamovilidad en el cargo y la garantía contra presiones externas.”
(subrayado agregado) [Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Reverón
Trujillo vs. Venezuela. Sentencia de fondo, parágrafo 70].

15. Por otro lado, el principio de imparcialidad judicial—ligado al principio de


independencia funcional—, se vincula a determinadas exigencias dentro del
proceso, definidas como la independencia del juez frente a las partes y al objeto del
proceso mismo, pudiendo entenderse desde dos acepciones: a) Imparcialidad
subjetiva, que atañe a algún tipo de compromiso que el juez pueda tener con el caso.
b) Imparcialidad objetiva, referida a la influencia negativa que puede tener en el
juez la estructura del sistema, restándole imparcialidad, es decir, si el sistema no
ofrece suficientes garantías para desterrar cualquier duda razonable.

Se debe tener presente que la falta de imparcialidad del juez no puede ser alegada en
abstracto, sino tiene que ser probada en cada caso concreto. Sobre este punto el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha señalado que el “principio según el cual
se debe presumir que un Tribunal está exento de prejuicio o de parcialidad refleja un
elemento importante de la preeminencia del Derecho” (Caso Pullar contra Reino
Unido).

16. En relación al arbitraje, este Colegiado ha tenido la oportunidad de señalar que en el


marco de un proceso arbitral deben ser respetados los derechos fundamentales y las
garantías procesales y sustanciales que componen el debido proceso. Del mismo
modo, deben ser observados los preceptos y principios constitucionales, conforme a
la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones del Tribunal
Constitucional; así como los precedentes vinculantes y las sentencias normativas
que emita este Colegiado, dada su condición de supremo intérprete de la
Constitución (STC Nº 1567-2006-PA/TC).

17. Con relación al debido proceso y al ejercicio de la función jurisdiccional en sede


arbitral este Tribunal tiene afirmado que el derecho al debido proceso, reconocido
en el inciso 3) del artículo 139º de la Constitución, sobrepasa el ámbito judicial y se
proyecta sobre todo órgano público o privado que ejerza funciones formal o
materialmente jurisdiccionales. En ese sentido, el Tribunal ha expresado y reiterado
que las exigencias de su respeto y protección deben observarse en todos los
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procesos o procedimientos en los que se diluciden los derechos e intereses de las
personas, sean éstas personas jurídicas de derecho privado, órganos y tribunales
administrativos, Tribunal Constitucional, Jurado Nacional de Elecciones, Consejo
Nacional de la Magistratura, Congreso de la República y también ante tribunales
arbítrales, entre otros (STC 2386-2008-AA/TC y STC 8105-2005-AA/TC).

18. Se ha precisado, igualmente, que dicho derecho comprende, a su vez, diversos


derechos fundamentales de orden procesal y que, en ese sentido, se trata de un
derecho “continente”. En efecto, su contenido constitucionalmente protegido
comprende una serie de garantías, formales y materiales, de muy distinta naturaleza,
cuyo cumplimiento efectivo garantiza que el procedimiento o proceso en el cual se
encuentre comprendida una persona pueda considerarse como justo.

19. El cuestionamiento acerca de si el derecho a ser juzgado por un juez imparcial


también puede titularizarse en el ámbito de un procedimiento arbitral ha sido
resuelto afirmativamente por este Colegiado. Así, en la STC Nº 3361-2004-AA/TC
se afirmó que “el derecho a la tutela procesal efectiva no sólo tiene un ámbito
limitado de aplicación, que se reduce a sede judicial. Se emplea en todo
procedimiento en el que una persona tiene derecho al respeto de resguardos
mínimos para que la resolución final sea congruente con los hechos que la
sustenten”.

20. En tanto que derecho fundamental, el derecho a un juez imparcial tiene un contenido
constitucionalmente protegido. Ese contenido, como ya se dijo, está relacionado con
aquello que este Colegiado ha identificado como las dos vertientes de la
imparcialidad, a saber: la imparcialidad subjetiva y la imparcialidad objetiva.

21. En lo que respecta a la imparcialidad subjetiva, ésta se refiere a cualquier


compromiso que pudiera tener el juez con las partes procesales o con el resultado
del proceso. Desde esta perspectiva, el derecho a un juez imparcial garantiza que
una persona no sea sometida a un proceso o procedimiento en el que el juez, o quien
está llamado a decidir sobre la cuestión litigiosa, tenga algún tipo de compromiso
con alguna de las partes o con el resultado del mismo. (STC Nº 00197-2010-PA/TC,
fundamento 16).

22. Al lado de la dimensión subjetiva, este Colegiado también ha destacado que el


principio de imparcialidad tiene una dimensión objetiva referida a la influencia
negativa que puede tener en el juez la estructura del sistema, restándole
imparcialidad, es decir, si el sistema no ofrece suficientes garantías para desterrar
cualquier duda razonable (STC N.° 00197-2010-PA/TC, fundamento 17).

23. Asimismo este Tribunal, sobre la teoría apariencia y su relación con el principio de
imparcialidad, ha expuesto, siguiendo la línea jurisprudencial del Tribunal Europeo
de Derechos Humanos que “Un Tribunal no podría, sin embargo, contentarse con
las conclusiones obtenidas desde una óptica puramente subjetiva; hay que tener
igualmente en cuenta consideraciones de carácter funcional y orgánico (perspectiva
objetiva). En esta materia, incluso las apariencias pueden revestir importancia (...)

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debe recusarse todo juicio del que se pueda legítimamente temer una falta de
imparcialidad. Esto se deriva de la confianza que los tribunales de una sociedad
democrática deben inspirar a los justiciables (...)” (Caso De Cubber contra Bélgica,
del 26 de octubre de 1984; STC Nº 00023-2003-AI/TC y STC N.º 0004-2006-
PI/TC); Así, las garantías derivadas del derecho a ser juzgado por un juez arbitral
imparcial son plenamente aplicables, incluso bajo la teoría de la apariencia, cuando
el nombramiento de los miembros (alguno o algunos) del tribunal arbitral la efectúa
una institución ajena a las partes del convenio que permite su constitución (STC Nº
6149-2006-AA/TC, fundamento 62).

§8. Análisis del caso concreto

24. A efectos de verificar los hechos de la demanda relacionados con la alegada


vinculación del vocal del CSA don Alonso Rey Bustamante con una de las partes
(Lidercon S.L.), este Colegiado tiene a bien remitirse a fojas 34 del cuaderno único
donde obra el escrito de “oposición total al arbitraje” de fecha 30 de junio del
2005, presentado por Lidercon S.L., firmado por el señor Alonso Rey Bustamante,
Abogado Reg. 16198 - Lima, dirigido al Órgano Arbitral encargado de resolver el
Caso Arbitral 967-107-2004, en el cual solicita “como cuestión previa se declare
fundada su oposición total al arbitraje iniciado a solicitud de Galashiels”. Al
haber tomado conocimiento de dicha actuación, la recurrente con escrito de fecha
11 de noviembre del 2005 (fojas 37) advierte al CSA sobre la participación como
abogado y representante del vocal del referido Consejo Alonso Rey Bustamante y
que el señor Raúl Barrios Fernández-Concha, segundo vicepresidente de la Cámara
de Comercio de Lima, es abogado, representante y vicepresidente del directorio de
Lidercon Perú SAC. Debe anotarse que ante tal aseveración el CSA resolvió,
mediante Resolución N.º0119-2005/CSA-CCANI-CCL de fecha 6 de diciembre de
2005, amonestar a IVESUR y a su representante y abogado conminándolo a
guardar un comportamiento procesal conforme a los principios del Código de Ética
del Centro.

25. Asimismo, obra a fojas 25 la solicitud de la recurrente de fecha 21 de diciembre de


2005, dirigida al Consejo Directivo de la Cámara de Comercio de Lima, para que
se destituya al Vocal del CSA don Alonso Rey Bustamante “al haber comprobado
de la simple revisión de los actuados del Caso Arbitral Nº 967-107-2004 en el que
se aprecia no sólo el poder otorgado a favor del referido vocal por la empresa
Lidercon S.L., sino y sobre todo, su firma y sello de abogado puesto en los escritos
presentados en dicho expediente”. Se constata además que en el referido escrito se
denuncia el hecho de que el CSA, aun cuando se le informó de la irregularidad, no
realizó los deslindes ni efectuó las investigaciones ni planteó las medidas
correctivas pertinentes. Frente a ello el CSA, con Resolución Nº 0001-2006/CSA-
CCANI-CCL, de fecha 4 de enero del 2006, señala que “en el expediente Nº 967-
107-2004 existen diversos recursos presentados por Lidercon S.L. que son
suscritos, entre otros, por el señor Rey en su condición de representante de esta
empresa, lo cual (…) no está prohibido por el Estatuto del centro ni es
incompatible con su cargo de vocal del Consejo. (…) Sin embargo, existe un
escrito de fecha 28 de junio del 2005 en el citado expediente, donde el señor Rey lo

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suscribe no sólo como representante de Lidercon S.L., sino también como
abogado, lo que sí colisiona con la incompatibilidad reseñada en el artículo 16º
del Estatuto. Este hecho determina que la advertencia de IVESUR sea justificada”.
Luego, la Presidenta de la Cámara de Comercio de Lima, mediante carta de fecha
16 de enero del 2006, comunica a IVESUR “que en referencia a la comunicación
de fecha 11 de enero del 2006, mediante la cual solicita se resuelvan las
solicitudes contenidas en su escrito del 21 de diciembre pasado, incluyendo el
pedido de remoción del señor Alonso Rey Bustamante, del cargo de vocal del
CSAde nuestra institución. Hago de su conocimiento que mediante carta de fecha
23 de diciembre del 2005, el señor Alonso Rey Bustamante, renunció al cargo de
vocal del Consejo Superior de Arbitraje. Esta renuncia fue aceptada por el Comité
Ejecutivo de la Cámara de Comercio de Lima (…)”.

26. De todo lo expuesto, este Colegiado aprecia que, en coincidencia con lo alegado por
la recurrente, efectivamente existió una vinculación o relación de dependencia
entre el vocal don Alonso Rey Bustamante y la codemandada Lidercon S.L. al
desempeñarse como apoderado, representante y abogado de ésta, relación que
motivó la renuncia del referido vocal como miembro del CSA. Esta apreciación
inclusive ha sido ratificada por la propia demandada (CSA) en su escrito de
contestación a la demanda (fojas 342) cuando señala que “que si bien existió una
participación del vocal Alonso Rey Bustamante, lo que a la postre ocasionó la
renuncia al cargo de vocal del Consejo Superior, éste no participó en la
designación del árbitro”. Por tanto, se tiene por plenamente acreditado lo alegado
por la recurrente en su demanda en lo relacionado a la vinculación del referido
vocal con una de las partes.

27. Corresponde también verificar cuáles fueron las actuaciones de la parte recurrente
durante el desarrollo del proceso arbitral en torno a la acreditada vinculación del
entonces miembro del CSA con una de las partes involucrada en el proceso arbitral
cuestionado, y la actuación del propio Consejo demandado ante los
cuestionamientos vertidos en su momento. Ello resulta relevante para determinar si
se ha vulnerado el principio de imparcialidad subjetiva en el ámbito de la
aplicación de la teoría de la apariencia.

28. Al respecto se acredita de autos que el CSA, mediante Resolución N.º 0033-2005-
CSA-CCAN-CCL, del 29 de marzo de 2005, designa al árbitro Jorge Vega Velazco
en defecto de la designación que correspondía a IVESUR, en el proceso arbitral Nº
967-107-2004; dicha designación fue comunicada a la ahora demandante el 7 de
abril de 2005. Con fecha 30 de junio de 2005 Lidercon S.L. se opone al arbitraje
N.º 967-107-2004 mediante escrito en el que interviene el señor Alonso Rey
Bustamante como abogado de la referida empresa. Con fecha 11 de noviembre de
2005 IVESUR advirtió al CSA sobre la posible interferencia del señor Rey
Bustamante en el CSA (fojas 37), en la medida en que actuaba como abogado y
representante de una de las empresas demandadas pese a ser miembro del CSA; el
CSA, con fecha 6 de diciembre de 2005, emite la Resolución N.º 0119-2005/CSA-
CCANI-CCL y amonesta a IVESUR y a su representante y abogado; el 27 de
diciembre IVESUR solicita al CSA la revocatoria de la amonestación y la atención

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de sus pedidos sobre las denuncias e infracciones formuladas en su escrito del 11
de noviembre (cfr. Resolución N.º 001-2006/CSA-CCANI-CCL a fojas 54); con
fecha 21 de diciembre de 2005 IVESUR solicita la remoción del vocal Alonso Rey
Bustamante mediante solicitud dirigida al Consejo Directivo de la Cámara de
Comercio de Lima advirtiendo la falta de diligencia del CSA respecto de las
irregularidades denunciadas y de la amonestación recibida; con fecha 4 de enero de
2006 el CSA resuelve revocar la amonestación a IVESUR indicando además que la
competencia para determinar la existencia o no de las infracciones incurridas por el
señor Alonso Rey Bustamante la tiene el Consejo Directivo de la Cámara de
Comercio de Lima (fojas 54); con fecha 16 de enero de 2006, mediante carta
dirigida a IVESUR S.A. la Presidenta de la Cámara de Comercio de Lima le
comunica, refiriéndose a las solicitudes de ésta contenidas en sus comunicaciones
del 21 de diciembre de 2005 y del 11 de enero 2006, que el Comité Ejecutivo de la
Cámara de Comercio de Lima en su sesión del 4 de enero de 2006 ha aceptado la
renuncia del vocal señor Alonso Rey Bustamante, añadiendo que los asuntos
relativos a la tramitación de los expedientes (incluido el involucrado en el presente
caso) son de naturaleza funcional y debe absolverlos el CSA (fojas 60); el 27 de
enero de 2006 IVESUR solicita al CSA la nulidad de la resolución por la que se
designó al árbitro Jorge Vega Velasco, dada la interferencia producida por el vocal
Alonso Rey Bustamante en su designación que afectó la imparcialidad e
independencia del CSA al momento de designar el árbitro. Con fecha 2 de febrero
IVESUR solicita al Tribunal Arbitral la suspensión del proceso 967-107-2004; el 7
de febrero de 2006 se notifica el laudo emitido con fecha 1 del mismo mes y año;
con fecha 21 de febrero de 2006 se realiza una audiencia ante el CSA para ver la
solicitud de nulidad de la Resolución N.º 0033-2005-CSA-CCAN-CCL por la que
el CSA designó al árbitro Jorge Vega, resolviéndola mediante Resolución N.º
0029-2006/CSA-CCANI-CCL, del 21 de febrero de 2006, notificándose dicha
resolución a la recurrente el 2 de marzo de 2006.

29. Este Colegiado aprecia que la recurrente postuló todos los mecanismos posibles
destinados a que el Consejo Superior de Arbitraje demandado investigue y resuelva,
conforme a las atribuciones que su estatuto le asigna, lo relativo a la “participación”
e influencia que habría afectado la imparcialidad e independencia del vocal
cuestionado por su calidad de abogado y representante de una de las partes
involucradas en el proceso arbitral, provocando incluso su renuncia y la aceptación
de la misma circunstancia que se revela con contundencia recién el 16 de enero de
2006, fecha en la que la demandante recibe la comunicación de aceptación de la
aludida renuncia, la que indudablemente está ligada a las irregularidades detectadas.
Ante ello, es razonable percibir que los iniciales indicios rechazados en primer
término por el CSA cobran mayor contundencia con las medidas adoptadas al
interior de los órganos de gobierno del arbitraje y de la propia Cámara de Comercio
de Lima, por la persistente actividad persuasiva de la demandada. En este sentido y
apreciados los hechos, este Tribunal entiende que la necesaria garantía de
imparcialidad subjetiva se debe de realizar atendiendo al factor confianza, que es
esencial en el proceso arbitral y ante el cuestionamiento formulado y las evidencias
puestas a disposición. Así, es particularmente exigible que el CSA tome todas las
previsiones del caso para despejar la duda de alguna de las partes respecto de la

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imparcialidad e independencia en el ejercicio de sus atribuciones antes de que la
causa sea resuelta mediante el respectivo laudo. Ello es particularmente relevante
toda vez que, conforme ya se expuso, no existía regulación que hubiera permitido
que se instale el presente debate en sede del poder judicial a través de los recursos
de impugnación que la Ley Nº 26572 establecía. Al respecto se aprecia que a partir
de las normas aplicables al caso, tales como el Estatuto del Centro de Conciliación y
Arbitraje de la Cámara de Comercio de Lima, el Reglamento Procesal de Arbitraje y
la Ley General de Arbitraje, se advierte que no se encuentra regulado el deber de
revelación de las posibles incompatibilidades que pudieran afectar a la
independencia o a la imparcialidad del CSA, como sí lo está respecto de los árbitros
(artículo 29 de la Ley N.º 26572; artículo 31 del Reglamento Procesal de Arbitraje
de la Cámara de Comercio de Lima ‘2004’) o incluso respecto de los consejeros
miembros del CSA ante el secretario general, y si no cumpliera con dicho deber el
propio CSA debe remitir lo actuado al Consejo Directivo de la Cámara de Comercio
de Lima con su recomendación de suspensión o remoción, según la gravedad de la
falta (artículo 20º del Estatuto vigente). Al respecto el CSA no ha acreditado haber
realizado ninguna actividad referente a los hechos previa al laudo, salvo amonestar
al recurrente y luego rectificar “de oficio” la amonestación, el mismo día que el
Comité Ejecutivo de la Cámara de Comercio de Lima en su sesión del 4 de enero de
2006 aceptó la renuncia del vocal Alonso Rey Bustamante.

30. Este Colegiado considera que demostrar la falta de imparcialidad subjetiva es


particularmente difícil toda vez que supondría, en algunos casos, la necesidad de
ingresar en la mente del juzgador, de allí que cobre absoluta relevancia el aforismo
recogido en innumerable jurisprudencia: justice must not only be done; it must also
be seen to be done; ello no significa que cualquier sospecha respecto de la
parcialidad de cualquiera de los que intervienen en el proceso arbitral ―sea el CSA
o los árbitros en el caso― implicaría su descalificación; sin embargo la apariencia
de legalidad en el procedimiento de designación, dado el caso, origina serias dudas
ab origen en la tramitación justa e imparcial del caso sometido a arbitraje, siendo
que dichas dudas se deben despejar antes de la resolución de la controversia, pues de
lo contrario resulta imposible subsanar cualquier irregularidad en sede arbitral. Sólo
así y atendiendo a la sospecha documentada y no trivial se estará garantizando el
principio de independencia e imparcialidad no sólo desde la perspectiva de los
hechos concretos sino también desde la perspectiva de la teoría de la apariencia, la
que dado el caso implica no sólo los actos del CSA demandado sino todo aquellos
que por su inacción sucedieron con posterioridad en sede arbitral. Por ello, este
Tribunal aprecia que la vista de la causa y la resolución de la solicitud de nulidad de
la Resolución N.º 0033-2005/CSA-CCANI-CCL mediante la Resolución N.º 0029-
2006/CSA-CCANI-CCL, de fecha 21 de febrero del 2006, que declara no ha lugar,
al haberse resuelto con posterioridad a la emisión del laudo, no obstante que el
pedido fue realizado con anterioridad a su emisión, se convierte en una mera
formalidad y diluye el fundamento esencial del proceso arbitral que se construye
sobre la base de la confianza. En consecuencia este Tribunal, a partir de una
evaluación de los hechos en conjunto en la tramitación del caso arbitral Nº 967-107-
2004 seguido por la empresa Galashiels S.A. en contra de la recurrente y de
Lidercon S.L., advierte que el CSA―encargado de la designación del árbitro de las

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codemandadas― habría vulnerado la garantía de imparcialidad subjetiva inherente
a todo órgano encargado de velar por la garantía de independencia en el ejercicio de
la función jurisdiccional, en concordancia con la teoría de la apariencia, y con ello
se han visto afectados los actos emitidos en torno a la controversia planteada; es
decir, la Resolución N.º 0033-2005/CSA-CCANI-CCL, de fecha 29 de marzo del
2005, la Resolución N.º 0029-2006/CSA-CCANI-CCL, de fecha 21 de febrero del
2006, y todos los actos en los que participó el señor Jorge Vega Velasco en el
proceso arbitral Nº 967-107-2004. Por estos motivos, resulta un imperativo
reconducir el proceso arbitral a sus cauces constitucionales, respetando y
restituyendo a la recurrente todas y cada una de las garantías del debido proceso,
debiéndose por ello estimar la demanda de amparo, y declararse a su vez la nulidad
de las actuaciones referidas realizadas por el Consejo Superior de Arbitraje.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere


la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de amparo; en consecuencia NULAS la


Resolución N.º 0029-2006/CSA-CCANI-CCL, de fecha 21 de febrero de 2006, que
desestimó el pedido de nulidad de la Resolución de fecha 29 de marzo de 2005; la
Resolución N.º 0033-2005/CSA-CCANI-CCL, de fecha 29 de marzo del 2005, que
designó como árbitro al señor Jorge Vega Velasco en el proceso arbitral Nº 967-
107-2004; y los actos en los que participó el señor Jorge Vega Velasco en el proceso
arbitral Nº 967-107-2004.

2. RETROTRAER el proceso arbitral Nº 967-107-2004 al momento de la designación


del árbitro de las codemandadas, el cual deberá efectuarse salvaguardando la
garantía de imparcialidad tanto del órgano designante como del árbitro a designar.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ

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EXP. N.° 02851-2010-PA/TC
LIMA
IVESUR S.A.

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO ÁLVAREZ MIRANDA

Con el debido respeto por la opinión vertida por el resto de mis apreciados colegas
magistrados emito el siguiente voto singular por cuanto no concuerdo con los
argumentos ni con el fallo de la sentencia de la mayoría conforme lo expondré a
continuación.

Arbitraje y procesos constitucionales

En primer lugar estimo pertinente traer a colación lo desarrollado por este Colegiado en
la STC Nº 06167-2005-PHC/TC (Caso Cantuarias Salaverry) en el sentido que el
arbitraje es concebido “como el proceso ideal, en donde los particulares son
protagonistas de la dirección y administración de la justicia” y pueden conseguir, a
través de un laudo, la solución definitiva a un conflicto, al otorgársele carácter de cosa
juzgada.

De ahí que, “el arbitraje se configura como un juicio de conocimiento” con “jueces
particulares”, por lo que no cabe duda que estamos ante un fuero jurisdiccional sui
generis y que, por tanto, obedece a una lógica propia.

Por ello, la evaluación que este Colegiado efectúe sobre los cuestionamientos que se
efectúen respecto de dicha institución, debe tomar en cuenta que su activación nace, en
principio, de la autonomía de la voluntad de los interesados, quienes no desean recurrir
a la jurisdicción ordinaria para tutelar sus intereses por cuanto la jurisdicción arbitral
“ofrece especialidad, neutralidad, flexibilidad, celeridad, confianza, privacidad y
simplicidad legislativa para que las partes arriben a soluciones rápidas que
evidentemente están dispuestas a respetar -por seguras- para continuar en los negocios
o asuntos privados” (SANTISTEVAN DE NORIEGA, Jorge. “Arbitraje y Jurisdicción
desde la perspectiva del Tribunal Constitucional del Perú. En Revista Peruana de
Arbitraje Nº 2. 2006. pág. 21.) dado que tales condiciones, difícilmente se pueden
encontrar en nuestro actual sistema judicial.

Es más, incluso los interesados pueden invocar la solución a un conflicto sobre la base
de un criterio de conciencia o equidad.

Empero, conforme ha sido expuesto en la STC Nº 03574-2007-PA/TC, “el arbitraje no


puede ser entendido como un mecanismo llamado a desplazar al Poder Judicial, ni éste
sustituir a aquél, sino que constituye una alternativa que complementa el sistema
judicial, puesta a disposición de la sociedad para la solución pacífica de las
controversias, y una necesidad, básicamente en la solución de conflictos patrimoniales
de libre disposición y, sobre todo, en la resolución de las controversias que se generen
de la contratación internacional”.

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En tal sentido, soy de la opinión que, en principio, los litigios arbitrales no tienen por
qué judicializarse, salvo que estemos:

 Ante una causal de anulación prevista legalmente, en cuyo caso, el interesado


podrá interponer el recurso de anulación correspondiente; o

 Se vulnere de modo evidente, manifiesto y claro, el contenido


constitucionalmente protegido de alguna de las partes o terceros, de manera no
prevista en la ley, excluyendo el caso de derechos fundamentales de índole
procesal, que atendiendo a los principios sobre los que se cimienta el arbitraje,
deban ser reinterpretados a la luz de la normatividad de dicha institución.

En efecto, conforme ha sido desarrollado en la STC Nº 04195-2006-PA/TC, “el hecho


de que el laudo sea, prima facie, inimpugnable, no lo convierte en incontrolable en vía
del proceso de amparo.” En este escenario, el interesado tiene habilitada la jurisdicción
constitucional para salvaguardar sus derechos siempre que no se encuentre inmerso en
ninguna de las causales de improcedencia previstas en el artículo 5º del Código Procesal
Constitucional.

En consecuencia, resulta irrevisable en sede constitucional el criterio de los árbitros y/o


cuando se cuestione el fondo del asunto, por lo que en tales supuestos, no procede el
amparo.

Ello, en virtud de que atendiendo que el control constitucional tiene una baja intensidad
al considerar la doble naturaleza del arbitraje: en parte jurisdiccional y en parte
autonomía de la voluntad de las partes.

Análisis del caso en concreto

Conforme se advierte de autos, los cuestionamientos de la recurrente se basan en una


alegada falta de imparcialidad tanto del Consejo Superior de Arbitraje de la Cámara de
Comercio de Lima (por la participación del Vocal Alonso Rey Bustamante en la
designación del árbitro Jorge Vega Velasco) como del Tribunal Arbitral (por la
participación del citado árbitro).

Al respecto, conviene precisar que en la STC Nº 06149-2006-PA/TC y 06662-2006-


PA/TC (acum.), se desarrollaron algunas pautas sobre lo que debe entenderse por
imparcialidad en el fuero arbitral, como por ejemplo que “una de las partes no podrá
considerar violado su derecho al juez imparcial por el hecho de que su contraparte
efectúe el nombramiento de uno de los árbitros, y viceversa” pero que sin embargo,
“son plenamente aplicables, incluso bajo la teoría de la apariencia, cuando el
nombramiento de los miembros (alguno o algunos) del tribunal arbitral la efectúa una
institución ajena a las partes del convenio que permite su constitución”.

Y es que, tal garantía judicial, propia del fuero ordinario, sólo puede asimilarse del
fuero arbitral al ordinario, si atendiendo a la lógica propia del arbitraje, previamente se
han realizado morigeraciones a la misma.
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Ahora bien, y en cuanto a la vulneración alegada por Ivesur S.A.; soy de la opinión que
tal cuestionamiento no puede ser ventilado a través del presente proceso de amparo pues
conforme se advierte de autos:

a) Si bien cuestionó la participación del miembro del Consejo Superior de


Arbitraje Alonso Rey Bustamente por haber tenido una relación Lidercon
S.R.L., no puede soslayarse que todo hace indicar que dicho miembro también
estuvo vinculado con Ivesur S.A. (demandante en el caso de autos y co
demandado en el litigio arbitral subyacente).

b) Es más, tampoco participó en la designación de Jorge Vega Velasco como


árbitro en litigio arbitral subyacente, como incluso es advertido por la mayoría
de mis honorables colegas en el considerando Nº 26.

c) En su momento, no recusó la designación de Jorge Vega Velasco como árbitro


conforme al procedimiento establecido en los artículos 30º y 31º del la Ley Nº
26572, Ley General de Arbitraje (vigente en aquel momento), y en el
Reglamento del Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Lima.

d) Sin perjuicio de lo expuesto, todo hace indicar que, adicionalmente, el caso de


autos se encuentra inmerso en la causal de improcedencia tipificada en el
numeral 5 del artículo 5º del Código Procesal Constitucional por cuanto Ivesur
S.A. no impugnó en su oportunidad la Sentencia de primera instancia emitida en
el Exp. 06919-2006, a través del cual, se desestimó la nulidad del citado laudo
arbitral al no advertirse vicio alguno en la designación del árbitro Jorge Vega
Velasco.

Atendiendo a tales consideraciones, la “presunta” afectación al debido proceso invocada


por la demandante, no es susceptible de ser ventilada en el presente proceso pues tanto
la evaluación respecto de la conducta de los miembros del Tribunal Arbitral, como la de
los del Consejo Superior de Arbitraje, no sólo es contradicha por los emplazados, sino
que se encuentra sujeta a una valoración subjetiva.

Así mismo, se tendría que evaluar si se cumplió o no, con las reglas del propio Centro
de Conciliación y Arbitraje Nacional e Internacional de la Cámara de Comercio de
Lima, a las que IVESUR S.A. voluntariamente se adhirió.

Al respecto, conviene precisar que en relación a la imparcialidad subjetiva, en la STC


Nº 00197-2010-PA/TC, este Colegiado señaló que “ésta se refiere a cualquier
compromiso que pudiera tener el juez con las partes procesales o con el resultado del
proceso. Desde esta perspectiva, el derecho a un juez imparcial garantiza que una
persona no sea sometida a un proceso o procedimiento en el que el juez, o quien está
llamado a decidir sobre la cuestión litigiosa, tenga algún tipo de compromiso con
alguna de las partes o con el resultado del mismo”.

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Por consiguiente, la vía del amparo no resulta idónea para la dilucidación del presente
asunto controvertido, pues conforme al artículo 9º del Código Procesal Constitucional,
el proceso de amparo carece de una etapa probatoria en la que puedan actuarse los
medios probatorios tendientes a que cada parte acredite sus afirmaciones, máxime si se
tiene en cuenta que, a fin de cuentas, lo afirmado por las partes resulta a todas luces
complejo.

Por tales consideraciones, mi VOTO es porque la presente demanda sea declarada


IMPROCEDENTE.

Sr.

ÁLVAREZ MIRANDA

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EXP. N.° 02851-2010-PA/TC
LIMA
IVESUR S.A.

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO VERGARA GOTELLI

Emito el presente voto singular por las consideraciones siguientes:

Petitorio

1. En el presente caso tenemos a la empresa recurrente quien demanda a los


vocales integrantes del CSA del Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio
de Lima (CSA), señores Sergio León Martínez, Pedro Flores Polo, Jorge
Jaramillo Chipoco y Cesar Fernández Arce, con la finalidad de que se declare la
nulidad de la Resolución Nº 0033-2005/CSA-CCANI-CCL, de fecha 29 de
marzo de 2005, por la que se resolvió designar como árbitro al señor Jorge Vega
Velasco (Proceso Arbitral Nº 967-107-2004), de la Resolución Nº 0029-
2006/CSA-CCANI-CCL, de fecha 21 de febrero de 2006, que desestimó el
pedido de nulidad interpuesto contra la Resolución Nº 0033-2005-CSA-CCANI-
CCL y se declare la nulidad de todos los actos en los que participó el señor Jorge
Vega Velasco, considerando que se está afectando sus derechos a la tutela
procesal efectiva, de defensa y a la independencia e imparcialidad en el ejercicio
de la función jurisdiccional.

Refiere que en el proceso arbitral Nº 0967-107-2004 el Consejo integrado por el


señor Alonso Rey Bustamante designó al señor Jorge Vega Velasco como
árbitro, violándose el estatuto del Centro de Arbitraje puesto que don Rey
Bustamante se desempeño como asesor y abogado de una de las partes
(Lidercom S.L.). Señala que tras haber advertido dicha situación ante el CSA a
través de una solicitud de remoción del vocal Rey Bustamante, éste renunció,
solicitándose a consecuencia de ello la nulidad de la designación efectuada por
el CSA del árbitro Jorge Vega Velasco y la suspensión del trámite del proceso
arbitral. Expresa finalmente que pese a que el Tribunal Arbitral tuvo
conocimiento de los hechos emitió el laudo arbitral sin tener en cuenta sus
pedidos.

Antecedentes del caso

2. Para resolver el caso necesitamos remitirnos a los antecedentes del caso:

a) Tenemos del caso que la empresa IVESUR y Lidercon S.L. constituyeron


una empresa denominada Lidercon Perú S.A.C., empresa que fue la
concesionaria que se adjudicó la buena pro de la licitación de las
supervisiones técnicas para vehículos automotores.

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b) Es así que la empresa Galashields interpone demanda arbitral contra Ivesur
S.A. y Lidercon ante el Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio de
Lima (Exp. 967-107-2004).

c) En este proceso arbitral el Consejo Superior de Arbitraje (CSA) tuvo como


vocal integrante al señor Alonso Rey Bustamante, teniendo como una de sus
funciones la elección de los árbitros que conformarían el Tribunal Arbitral.

d) La empresa Ivesur S.A. solicitó la remoción del mencionado miembro,


fundamentando su pedido en el hecho de que este vocal actuaba como
representante y abogado de la empresa Lidercon S.L., situación que advertía
en dicho escrito al Consejo Superior de Arbitraje (CSA).

e) Por Resolución Nº 119-2005/CSA-CCANI-CCL, el Centro Superior de


Arbitraje amonestó a IVESUR S.A. y a su representante y abogado,
conminándolo a guardar un comportamiento procesal acorde con la
naturaleza del arbitraje y los principios consignados en el artículo 3º del
Código de Ética del Centro.

f) Contra esta resolución la empresa recurrente rechazo la amonestación


impuesta y solicitó al CSA atender su pedido, obteniendo finalmente
resolución favorable, declarándose la nulidad de la resolución en el extremo
que se le había interpuesto la amonestación.

g) Por Resolución Nº 033-2005/CSA-CCANI-CCL, de fecha 29 de marzo de


2005, el Consejo Superior de Arbitraje designa como árbitro al señor Jorge
Vega Velasco.

h) Posteriormente el señor Alonso Rey Bustamante mediante carta 23 de


diciembre de 2005 renunció al cargo de vocal del Consejo Superior de
Arbitraje, renuncia que fue aceptada por el Comité Ejecutivo de la Cámara
de Comercio de Lima.

i) Ivesur S.A. con fecha 27 de enero de 2006 solicita la nulidad de la


Resolución Nº 033-2005/CSA-CCANI-CCL, por la que se resolvió designar
como árbitro al señor Jorge Vega Velasco considerando que al haber
participado el señor Rey Bustamante en la sesión de Consejo Superior de
Arbitraje que designó como árbitro a Vega Velasco, este acto quedaba
viciado por lo que debía declararse la nulidad de dicho nombramiento.

j) Asimismo se aprecia de fojas 63 de autos que la Resolución que designó al


señor Vega Velasco como árbitro no fue suscrita por el vocal Rey
Bustamante, evidenciándose que la nulidad del acto de designación del
mencionado arbitro se fundamenta principalmente en el hecho de la
participación del vocal Rey Bustamante en la sesión de designación del
referido arbitro.

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k) Finalmente el pedido de nulidad solicitado por IVESUR S.A. se declaró no
ha lugar, fundamentando dicha decisión en el hecho de que la empresa
referida no solicitó la recusación contra el señor Vega Velasco,
procedimiento que correspondía para lo pretendido por IVESUR S.A.

3. Tenemos entonces una demanda de amparo presentada por una persona jurídica,
habiendo en diversas oportunidades emitido pronunciamientos expresando mi
posición respecto a la falta de legitimidad para obrar activa de las personas
jurídicas (sociedad mercantil). En tal sentido he señalado que cuando la
Constitución habla de los derechos fundamentales, lo hace pensando en la
persona humana, esto es en el ser humano física y moralmente individualizado.
Hacia él pues se encuentran canalizados los diversos atributos, facultades y
libertades, siendo solo él quien puede invocar su respeto y protección a título
subjetivo y en sede constitucional. Es por ello que nuestra legislación
expresamente señala que la defensa de los derechos fundamentales es para la
“persona humana”, por lo que le brinda todas las facilidades para que pueda
reclamar la vulneración de sus derechos fundamentales vía proceso
constitucional de amparo, exonerándoseles de cualquier pago que pudiera
requerirse. En tal sentido no puede permitirse que una persona jurídica, que ve
en el proceso constitucional de amparo la forma más rápida y económica de
conseguir sus objetivos, haga uso de este proceso excepcional, urgente y
gratuito, puesto que ello significaría la desnaturalización total de dicho proceso.
No obstante ello considero que existen casos excepcionales en los que este
colegiado puede ingresar al fondo de la controversia en atención i) a la magnitud
de la vulneración del derecho, ii) que ésta sea evidente o de inminente
realización (urgencia) y iii) que el acto arbitrario o desbordante ponga en peligro
la propia subsistencia de la persona jurídica con fines de lucro. Además debe
evaluarse el caso concreto y verificar si existe alguna singularidad que haga
necesario el pronunciamiento de emergencia por parte de este Colegiado.

4. En el presente caso observo no solo que no existe una situación especial o


urgente por la que este Colegiado pueda realizar un pronunciamiento de fondo,
sino también se evidencia que la recurrente pretende hacer uso del proceso de
amparo para denunciar la falta de imparcialidad de un vocal en un proceso
arbitral, por lo que considero pertinente resaltar los hechos que hacen inviable la
presente demanda.

5. La empresa IVESUR solicita la nulidad de Resoluciones emitidas en un proceso


arbitral, es así que su pretensión está dirigida principalmente a denunciar la falta
de imparcialidad de un vocal que integró el Consejo Superior de Arbitraje. De
autos encontramos, primero, que la empresa recurrente IVESUR S.A. denuncia
la afectación de sus derechos al debido proceso, esencialmente la imparcialidad
del vocal Rey Bustamante, cuando éste no emitió resolución alguna en el
proceso arbitral al que se encontraba sometida la empresa recurrente, segundo, el
vocal cuya parcialidad se denuncia presentó su renuncia ante el Consejo
Superior de Arbitraje, lo que significa que no participó en dicho proceso de
elección de árbitros, y tercero, las resoluciones cuya nulidad solicita la empresa

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recurrente no tienen relación alguna con el señor Rey Bustamante, sino que está
referida a la elección como árbitro del señor Vega Velasco, cuya imparcialidad
no ha sido denunciada por la empresa recurrente.

6. En conclusión no encuentro argumento alguno que pueda hacer viable la


presente demanda puesto que el vocal cuya parcialidad se denuncia renunció al
Consejo Superior de Arbitraje, es decir no participó en el proceso arbitral, y
mucho menos en la elección del árbitro Vega Velasco, y de haber participado en
dicha elección no podría extenderse la denuncia de la falta de imparcialidad
hasta el arbitro de Vega Velasco, ya que este concepto está referido
principalmente a la persona que resuelve determinada pretensión, es decir la
parcialidad se imputa al que decide una causa y no a otro.

7. Por lo expuesto la demanda debe ser desestimada, no solo por la falta de


legitimidad del demandante sino por la pretensión traída al proceso de amparo.

Por tanto la demanda debe ser declarada IMPROCEDENTE.

Sr.

VERGARA GOTELLI

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EXP. N.° 02851-2010-PA/TC
LIMA
IVESUR S.A.

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO


URVIOLA HANI

Con el debido respeto por mis colegas magistrados, emito el presente voto singular por
los siguientes argumentos:

Sobre la no exigencia del agotamiento de la vía previa judicial

1. En la sentencia de la mayoría (fundamentos 8 y 10) se concluye que no le es


exigible a la demandante el agotamiento de la vía previa judicial porque los hechos
que se cuestionan no están comprendidos en el artículo 73º de la Ley General de
Arbitraje. Por lo que el cuestionamiento al Consejo Superior de Arbitraje, por una
supuesta infracción de la imparcialidad, es una situación excepcional que no está
regulada y por ello no le es exigible a IVESUR S.A. el agotamiento de la vía
previa.

2. Tal conclusión, en abstracto, parece razonable, pero no para el caso concreto que se
está resolviendo. A mi juicio, es evidente que lo que IVESUR S.A. persigue, al
cuestionar al Consejo Superior de Arbitraje y no directamente al Tribunal Arbitral
que resolvió la controversia, es precisamente evitar la exigencia del agotamiento de
la vía previa. Es decir, se esfuerza la demandante en presentar una supuesta
situación “no prevista” en la jurisprudencia de este Colegiado para lograr lo que en
el fondo se pretende: la nulidad de un laudo arbitral que le fue adverso.

3. Afirmo ello por dos razones puntuales. En primer lugar, porque IVESUR S.A., de
acuerdo a lo que obra en el expediente, en ningún momento recusó ni manifestó,
oportunamente, oposición alguna a la designación del señor Jorge Vega Velasco
como árbitro (folio 107), motivo por el cual, el presente proceso de amparo no
puede servir para controvertir tardíamente lo que en su momento no se cuestionó,
esto es, el nombramiento del árbitro Jorge Vega Velasco. En segundo lugar, porque
IVESUR S.A., en otro proceso de amparo (Expediente Nº 06919-2006) ya ha
cuestionado, recurriendo a los mismos argumentos que se esgrimen también ahora,
la validez del laudo arbitral de 31 de enero de 2006. El 27.º Juzgado Civil de Lima
ha declarado infundada, mediante sentencia de 22 de julio de 2010, la demanda de
amparo de IVESUR S.A.; sentencia que, al no haberse interpuesto recurso
impugnatorio alguno, ha quedado consentida mediante la Resolución N.º 19 de 21
de septiembre de 2010 (folios 85 a 94, Cuaderno del TC).

4. En ese sentido, estando a que la pretensión real de la demandante es que se declare


la nulidad del laudo arbitral, a la demandante le era plenamente exigible el
agotamiento de la vía previa. De lo contrario, con un criterio poco consistente
(fundamentos 8 y 10 de la sentencia), el Tribunal Constitucional estaría poniendo
en riesgo la estabilidad y seguridad jurídica de la institución del arbitraje, porque
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bastaría, en adelante, que quien quisiera conseguir la nulidad de un laudo arbitral,
cuestione una supuesta irregularidad (que, por lo demás, en el presente caso no se
aprecia) en la designación de un árbitro para considerarse eximido de la obligación
de agotar la vía previa.

5. Y es que en el arbitraje el agotamiento de la vía previa es más que un presupuesto


procesal para la procedencia de una demanda de amparo contra un laudo arbitral. Es
también una forma de garantizar el principio Kompetenz-Kompetenz y evitar una
irrazonable judicialización total del arbitraje, que desnaturalice su propia esencia y
con ello, genere inseguridad e inestabilidad jurídica para aquellos que deciden
voluntariamente recurrir al arbitraje a fin de solucionar sus controversias sobre
derechos disponibles.

Sobre la supuesta violación de la falta de independencia de la jurisdicción arbitral y


la “teoría de la apariencia”

6. No dudo que los derechos fundamentales, como bien se señala en la sentencia en


mayoría, despliegan sus efectos en el ámbito del arbitraje, particularmente el
derecho a un arbitraje imparcial. Sin embargo, no me queda claro cómo es que, en
el caso específico, la mayoría encuentra vulnerado este derecho, si el miembro del
Consejo Superior de Arbitraje, don Alonso Rey Bustamante, no intervino en la
sesión en la cual se designó al árbitro Jorge Vega Velasco.

7. En la Resolución Nº 0033-2005/CSA-CCANI-CCL de 29 de marzo de 2005 (folios


97-98, Cuaderno del TC), se afirma:

“QUINTO: Que, IVESUR ha manifestado mediante escrito presentado el


22 de marzo de 2005, que no ha arribado a un acuerdo con Lidercon
sobre la designación del árbitro de parte que les corresponde designar,
solicitando que el nombramiento indicado lo realice el Consejo Superior
de Arbitraje, sin considerar cualquier propuesta formulada por su
codemandada”.

Esta Resolución, en la cual se designa al árbitro Jorge Vega Velasco, es expedida


con la intervención de los señores: Sergio León Martínez, Carlos Cárdenas Quirós,
Pedro Flores Polo y Jorge Jaramillo Chipoco, con la inhibición del señor Hugo
Sologuren Calmet.

8. Es decir, no es cierta la afirmación de IVESUR S.A. de que el señor Alonso Rey


Bustamante haya participado en la sesión de designación del árbitro Vega Velasco.
En efecto, en la Resolución Nº 0029-2006/CSA-CCANI-CCL de 21 de febrero de
2006 (folio 104) se señala:

“SEXTO: Que, en ese sentido, no resulta cierta la afirmación de


Ivesur cuando señala que el señor Rey asistió y participó en la Sesión
del Consejo Superior de Arbitraje en la cual se emitió la Resolución
Nº 0033-2005/CSA-CCANI-CCL por la que se designó al señor Vega

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como árbitro, por lo que mal podría indicarse que el citado vocal tuvo
alguna injerencia en la emisión de dicha resolución, toda vez que ésta fue
materia de discusión y acuerdo en una sesión a la que no asistió el señor
Rey”. (folio 106).

9. Siendo esto claro, me parece por demás inapropiada la aplicación de la “teoría de la


apariencia de la imparcialidad” –aplicada además a una persona (el señor Alonso
Rey Bustamante) que no intervino como árbitro ni en la designación del árbitro–,
considerando que dicha teoría, trasladada al ámbito del arbitraje, sirve para evaluar,
precisamente, la conducta de las personas que intervienen como árbitros. En todo
caso, dicha teoría debió aplicarse para evaluar la actuación del árbitro Jorge Vega
Velasco y no de una persona que no intervino como tal en el proceso de arbitraje.

10. Por lo demás, la “teoría de la apariencia de la imparcialidad” no es, como se


desprende de la posición de la mayoría, un instrumento que se sustente en meras
conjeturas o suposiciones ligeras y carentes de fundamento.

“Es decir, la simple apariencia no debe ser suficiente. Sólo un indicio.


Para que la existencia de apariencia de imparcialidad sea mortal a
un laudo, debe resultar en un problema de debido proceso
debidamente acreditado. No especulado. De otra manera se corre el
riesgo de abrir la puerta (…) para evitar el cumplimiento de un laudo”[1].
(resaltado agregado).

En la sentencia de la mayoría, no se ha analizado ni identificado indicio alguno de


parcialidad del árbitro Jorge Vega Velasco, por lo que me parece arbitrario e
injustificado que se decida en el fallo que se dejen sin efecto “los actos en que
participó” dicho árbitro, incluido el laudo arbitral. En efecto, del análisis de los
fundamentos de la sentencia de la mayoría, especialmente los fundamentos 28, 29 y
30, no se precisa un solo indicio de parcialidad atribuible al árbitro antes
mencionado; más aún si éste no fue árbitro único, sino miembro de un tribunal
arbitral.

Sobre la inexistencia en el expediente del laudo arbitral cuya nulidad declara la


mayoría

11. Debo señalar también que el laudo expedido en el proceso arbitral Nº 967-107-
2004 no obra en el expediente, motivo por el cual me parece incomprensible que se
esté declarando la nulidad de un laudo arbitral que la mayoría ni siquiera ha tenido
a la vista. Es más, como ya señalé supra, IVESUR S.A. en otro proceso de amparo
(Expediente Nº 06919-2006) ya ha cuestionado sin éxito, con los mismos
argumentos, la validez del laudo arbitral de 31 de enero de 2006. Al respecto, el
27.º Juzgado Civil de Lima ha declarado infundada la demanda de amparo de
IVESUR S.A., mediante sentencia de 22 de julio de 2010; la misma que, al no
haber sido impugnada, ha quedado consentida mediante la Resolución N.º 19 de 21
de septiembre de 2010 (folios 85 a 94, Cuaderno del TC).

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12. Asimismo, como la demandante solicita la nulidad del laudo arbitral antes
mencionado, parece razonable que siendo una resolución emitida por un Colegiado
(Elvira Martínez Coco, Jorge Vega Velasco y Rodulfo Cortez Benejam), debió
notificarse a sus integrantes para salvaguardar también su derecho de defensa.

Por estos fundamentos considero que la demanda, al no haberse agotado la vía previa,
debe declararse IMPROCEDENTE de acuerdo con el artículo 5º inciso 4 del Código
Procesal Constitucional.

Sr.

URVIOLA HANI

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EXP. N.° 01869-2010-PA/TC
LIMA
COMPAÑÍA DISTRIBUIDORA S.A.
Y OTROS

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima (Arequipa), al primer día del mes de diciembre de 2010, el Tribunal


Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados
Mesía Ramírez, Beaumont Callirgos, Vergara Gotelli, Calle Hayen, Álvarez Miranda y
Urviola Hani, pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento de voto del
magistrado Vergara Gotelli, que se agrega.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Compañía Distribuidora S.A.


y otros contra la resolución de fecha 17 de junio del 2009, a fojas 167 del cuaderno de
apelación, expedida por la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema
de Justicia de la República, que declaró infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 23 de octubre del 2001 los recurrentes Compañía Distribuidora S.A.
(CODISA), Hoteles Cadena Real S.A., Rogelio Román Grados García y Violeta
Nicolasa Valderrama García de Grados, interponen demanda de amparo contra los
vocales integrantes de la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la
República, Sres. Carrión Lugo, Torres Carrasco, Infantes Vargas, Cáceres Ballón, y
Quintanilla Quispe; los vocales integrantes de la Segunda Sala Civil Corporativa
Especializada en Procesos Ejecutivos y Cautelares de la Corte Superior de Justicia de
Lima, Sres. Ana María Aranda Rodríguez, Germán Aguirre Salinas y Sara Taipe
Chávez; el juez a cargo del Cuadragésimo Juzgado Civil de Lima, Sr. Ulises Yaya
Zumaeta; y la Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE), solicitando se declare
la inaplicación de: i) la resolución de fecha 16 de agosto de 2000 expedida por el
Juzgado que desestimó su excepción de convenio arbitral y en consecuencia ordenó el
remate de sus bienes entregados en hipoteca; ii) la resolución de fecha 20 de diciembre
de 2000 expedida por la Sala Superior que confirmó la desestimatoria de su excepción
de convenio arbitral y la orden de remate de sus bienes entregados en hipoteca; iii) las
dos resoluciones de fechas 3 de julio de 2001 expedidas por la Sala Suprema que
desestimaron sus recursos de casación; y iv) se ordene a COFIDE abstenerse de
promover o ejercitar cualquier acto dirigido a ejecutar, rematar, vender o gravar los
bienes de su propiedad. Sostienen que Corporación COFIDE, cesionaria de los derechos
de ENTURPERÚ por la compraventa a su favor de unidades hoteleras, interpuso en
contra de ellos demanda de ejecución de garantía hipotecaria por ante el Poder Judicial
(Exp. Nº 6459-99) solicitando el saldo del precio de los contratos de compraventa,
sustrayéndose de la jurisdicción arbitral, motivo por el cual presentó excepción de
convenio arbitral sustentándose en la cláusula décimo octava del contrato de
compraventa, solicitando que el Poder Judicial se abstenga de seguir conociendo de la

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causa, siendo desestimada por el Juzgado la excepción propuesta y confirmada luego
por la Sala Superior argumentándose que la precitada cláusula décimo octava se
estableció para dilucidar las controversias derivadas de la interpretación o cumplimiento
del respectivo contrato, mas no para ejecutar la garantía hipotecaria ya que para ello la
cláusula décimo sexta prevé la posibilidad de instaurar el correspondiente
procedimiento judicial de ejecución; decisiones que vulneran sus derechos
constitucionales de jurisdicción, al debido proceso, de defensa y constituyen además
una amenaza contra su derecho de propiedad, pues desestimaron la excepción de
convenio arbitral, no obstante que la cláusula décimo octava del contrato de
compraventa celebrada por ellos con ENTURPERÚ establecía que toda controversia
deberá ser llevada a un arbitraje.

El demandado Ulises Augusto Yaya Zumaeta, con escrito de fecha 4 de


noviembre del 2005, contesta la demanda solicitando que sea declarada infundada
aduciendo que realizó un examen jurisdiccional razonado respecto a la cláusula
invocada por la demandante.

El demandado Victoriano Quintanilla Quispe, con escrito de fecha 19 de


diciembre del 2005, contesta la demanda solicitando que sea declarada infundada
sosteniendo que las resoluciones cuestionadas han sido dictadas con arreglo a ley.

La Corporación Financiera de Desarrollo S.A. (COFIDE), con escrito de fecha


31 de mayo del 2006, contesta la demanda solicitando que sea declarada improcedente
y/o infundada afirmando que la excepción de convenio arbitral propuesta fue rechazada
porque la hipoteca no se puede ejecutar en sede arbitral, sino exclusivamente dentro de
un proceso judicial; además que la ejecución de hipotecas constituye materia no
arbitrable ya que las partes no tienen facultad de libre disposición sobre esta materia y la
ejecución forzada es una atribución privativa de la jurisdicción estatal; máxime si la
cláusula decimosexta del contrato habilitaba el inicio del proceso judicial de ejecución
de garantía.

La Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, con resolución de


fecha 16 de octubre del 2007, declara fundada la demanda por considerar que
correspondía a los propios árbitros definir si corresponde la aplicación de la cláusula
decimosexta o decimoctava, es decir si el incumplimiento de las obligaciones del
contrato y el pago de las cuotas de financiamiento debía someterse a sede arbitral o a
sede judicial; por lo que se ha sustraído a los ejecutados de la jurisdicción a la que
voluntariamente se sometieron con antelación y que es la predeterminada por ley.

A su turno, la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de


Justicia de la República, con resolución de fecha 17 de junio del 2009, revoca la apelada
y la declara infundada por considerar que las resoluciones cuestionadas has sido
expedidas dentro de las exigencias de un proceso regular y se encuentran debidamente
motivadas.

FUNDAMENTOS

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Delimitación del petitorio

1. El objeto de la demanda es declarar la inaplicación de: i) la resolución de fecha 16


de agosto de 2000 que desestimó la excepción de convenio arbitral y ordenó el
remate de los bienes entregados en hipoteca; ii) la resolución de fecha 20 de
diciembre de 2000 que confirmó la desestimatoria de la excepción de convenio
arbitral y la orden de remate de los bienes entregados en hipoteca; iii) las
resoluciones de fechas 3 de julio de 2001 que desestimaron sus recursos de
casación; y iv) ordenar a COFIDE abstenerse de promover o ejercitar cualquier acto
dirigido a ejecutar, rematar, vender o gravar los bienes de sus propiedad; al haberse
desconocido la cláusula arbitral recogida en el contrato de compraventa que
establecía la competencia arbitral para solucionar los asuntos relacionados con el
incumplimiento del contrato. Así expuestas las pretensiones este Colegiado
considera necesario determinar, a la luz de los hechos expuestos en la demanda y de
los recaudos que obran en ella, si se han vulnerado los derechos constitucionales de
jurisdicción, al debido proceso, de defensa y a la propiedad de los recurrentes al
haberse iniciado la tramitación de un proceso de ejecución de garantía hipotecaria
por ante el Poder Judicial, pese a que existía un compromiso arbitral de someter las
controversias y demás incumplimientos generados por la suscripción del contrato
ante una Sede Arbitral.

Sobre la existencia de una Cláusula de Compromiso Arbitral en el contrato celebrado


por los recurrentes y la Empresa Nacional de Turismo S.A. (ENTURPERÚ S.A.) con
intervención de Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE)

2. Al respecto, a fojas 876 a 942 del primer cuaderno obra la escritura pública del
contrato de compraventa de fecha 5 de julio de 1995 celebrado por los recurrentes y
la Empresa Nacional de Turismo S.A. (ENTURPERU S.A.) con intervención de
Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE), el cual tiene como finalidad
fomentar el crecimiento de la industria turística en el Perú. A dicho efecto,
ENTURPERÚ da en compraventa al recurrente CODISA todos aquellos bienes
inmuebles, muebles, derechos sobre bienes inmuebles o bienes muebles, servicios
telefónicos y derechos en general destinados a la actividad hotelera (cláusula
tercera). En el contrato se pacta además que son obligaciones del comprador
CODISA pagar el total del precio a su cargo (cláusula octava); que CODISA
constituye a favor de ENTURPERÚ primera y preferente hipoteca destinada a
garantizar todas y cada unas de las obligaciones del presente contrato, en especial el
pago de las cuotas del financiamiento, sus intereses y demás gastos, incluidos las
costas y costos que resulten de un eventual proceso judicial (cláusula decimosexta);
y en cuanto a lo que concierne al caso de autos, se establece que toda controversia
o discrepancia respecto a la ejecución, interpretación o cumplimiento del presente
contrato que no pueda ser resuelta por las partes después de su negociación en
buena fe, por un período no mayor de treinta días calendario, será llevada a un
arbitraje, con la notificación escrita por una parte a la otra para acogerse a la
presente cláusula (cláusula décimo octava).

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3. Se acredita de esta manera que, en coincidencia con lo alegado por los recurrentes,
existe una cláusula de compromiso arbitral en el cual se estableció que toda
controversia respecto a la ejecución, interpretación o cumplimiento del contrato de
compraventa debería ser sometida a sede arbitral. Frente a dicha alegación COFIDE
expresa que la hipoteca no se puede ejecutar en sede arbitral, sino exclusivamente
dentro de un proceso judicial, ello en virtud de la cláusula decimosexta del contrato
que habilitaba el inicio del proceso judicial de ejecución de garantía.

4. Ante dichas posiciones irreconciliables, la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de


Justicia de Lima resolvió declarar fundada la demanda de amparo por considerar
que correspondía a los propios árbitros definir si corresponde la aplicación de la
cláusula decimosexta o decimoctava. A su turno, la Sala de Derecho Constitucional
y Social de la Corte Suprema de Justicia de la República, cuidándose de emitir
pronunciamiento sobre el fondo del asunto: la aplicación o no aplicación de la
cláusula de convenio arbitral, declaró infundada la demanda de amparo.
Atendiendo a ello y tomando como base de análisis el contrato de compraventa
celebrado entre los recurrentes y ENTURPERÚ, corresponde ahora emitir
pronunciamiento fundamentado acerca de la aplicabilidad o no de la cláusula de
convenio arbitral con el fin de verificar si se ha dado un inicio inválido al proceso
judicial de ejecución de garantía hipotecaria en sede judicial.

Sobre la vulneración del derecho a la autonomía de la voluntad de las partes


contratantes

5. Sobre el particular, este Colegiado tiene a bien precisar que según el artículo 1351°
del Código Civil el contrato es el acuerdo de dos o más partes para crear, regular,
modificar o extinguir una relación jurídica patrimonial. Por tanto, es un acto
bilateral o trilateral, o de demás personas, que emana de la manifestación de
voluntad coincidente de las partes intervinientes. Uno de los elementos esenciales
del contrato es, precisamente, la autonomía de la voluntad, la cual tiene un doble
contenido: a) la libertad de contratar (consagrada en los artículos 2.°, inciso 14), y
62.° de la Constitución Política del Perú) llamada también libertad de conclusión,
que es la facultad de decidir cómo, cuándo y con quién se contrata; y 2) la libertad
contractual, también conocida como libertad de configuración interna, que es la de
determinar el contenido del contrato. (Cfr. STC Nº 02185-2002-AA/TC,
fundamento 2).

6. La contratación es entonces una operación económica de distribución y de


circulación de bienes y servicios surgida de la iniciativa privada en la que los
interesados arreglan autónomamente sus propios intereses. Ello no implica, en
absoluto, negar su importancia como expresión del derecho a la autodeterminación
y, en definitiva, de tratarse de una concretización del principio/derecho de dignidad,
pues “(...) el reconocimiento de la dignidad de la persona y del libre desarrollo de la
personalidad imponen la referida libertad, porque sólo se reconoce la dignidad de la
persona si se permite autorregular su marco de intereses”. (Cfr. STC Nº 2175-2009-
PA/TC, fundamento 11).

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7. En atención al ejercicio de la libre autonomía de la voluntad de las partes, se tiene
que en el contrato de compraventa de fecha 5 de julio de 1995 celebrado por los
recurrentes y la Empresa Nacional de Turismo S.A. (ENTURPERÚ S.A.) con
intervención de Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE) se establecieron
una serie de prestaciones y contraprestaciones, deberes u obligaciones a cargo de
cada unas de las partes. Así, las partes de común voluntad establecieron que toda
controversia o discrepancia respecto a la ejecución, interpretación o cumplimiento
del presente contrato que no pueda ser resuelta por las partes después de su
negociación en buena fe, por un período no mayor de treinta días calendario, será
llevada a un arbitraje, con la notificación escrita por una parte a la otra para
acogerse a la presente cláusula (cláusula décimo octava). En consecuencia, en
virtud de dicha cláusula contractual, todo asunto relacionado con la ejecución,
interpretación o cumplimiento del contrato debía ser ventilado primeramente en
sede arbitral y, subsidiariamente, en sede judicial cuando haya que cumplir y/o
ejecutar el laudo que eventualmente se emita. En este contexto este Colegiado
considera que la falta de pago del saldo de precios de los contratos de compraventa
y la posterior ejecución de las garantías hipotecarias constituidas para asegurar el
saldo de los precios, al versar sobre un asunto relacionado con la ejecución del
contrato de compraventa, debía necesariamente ser ventilada en sede arbitral
porque así se pactó y se convino en el contrato de compraventa de fecha 5 de julio
de 1995 como un mecanismo de solución de controversia del contrato. De modo tal
que al ser sometidos los recurrentes a un procedimiento (la vía judicial) que no
pactaron ni convinieron se ha vulnerado sus derechos a la autonomía de la
voluntad. A esta conclusión arriba el Colegiado no solo de una lectura literal de la
cláusula contractual descrita, sino también del propio comportamiento (factum)
mostrado por las partes que intervinieron en el contrato. Se tiene así que en un caso
similar al de autos, que versaba sobre un asunto relacionado con la ejecución del
contrato de fecha 5 de julio de 1995 (esta vez el pago de penalidad), las partes
intervinientes haciendo uso de la cláusula de convenio arbitral sometieron tal
controversia a arbitraje (Cfr. STC Nº 05311-2007-PA/TC, proceso constitucional
de amparo interpuesto por CODISA contra el Tribunal Arbitral del Centro de
Arbitraje y Conciliación Comercial del Perú). Por tanto una interpretación literal de
la cláusula del convenio arbitral, así como una interpretación factual -atendiendo al
comportamiento de las partes intervinientes en el contrato de compraventa- arrojan
la conclusión de que el asunto relacionado con la falta de pago del saldo de precios
de los contratos de compraventa y la posterior ejecución de las garantías
hipotecarias debía ser sometida a arbitraje o, a través de ella, debía determinarse su
posterior ejecución en la vía judicial, pero no se podía acudir directamente a la vía
judicial para solucionar tal controversia, pues no fue así lo comúnmente acordado
por las partes en el contrato de compraventa.

8. Este Colegiado, en anterior oportunidad, ha reconocido la plena vigencia del


principio de la “competencia de la competencia”, previsto en la Ley General de
Arbitraje, que faculta a los árbitros a decidir sobre su propia competencia, incluso
cuando -como sucede en el caso de autos- se cuestione la existencia, la eficacia o la
validez de la cláusula del convenio arbitral. Así, se señaló que “(...) resalta la suma
importancia práctica que reviste dicho principio, a efectos de evitar que una de las

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partes, que no desea someterse al pacto de arbitraje, mediante un cuestionamiento
de las decisiones arbitrales y/o la competencia de los árbitros sobre determinada
controversia, pretenda convocar la participación de jueces ordinarios, mediante la
interposición de cualquier acción de naturaleza civil y/o penal, y desplazar la
disputa al terreno judicial” (Cfr. STC Nº 6167-2005-PHC/TC, fundamento 13).

9. En el caso de autos este Colegiado considera que la jurisdicción arbitral era la vía
correspondiente para pronunciarse por el asunto de: falta de pago del saldo de
precios de los contratos de compraventa y la posterior ejecución de las garantías
hipotecarias. Sin embargo tal jurisdicción fue desviada por COFIDE y tal
competencia fue usurpada por los órganos judiciales que tramitaron el proceso
judicial de ejecución de garantía hipotecaria.

10. Por lo expuesto al haberse acreditado la vulneración del derecho a la autonomía de


la voluntad de los recurrentes y al haberse sometido a proceso judicial un asunto
que debía ser ventilado primeramente en sede arbitral, la demanda de amparo debe
ser estimada, decretándose la nulidad de todo lo actuado en el proceso judicial de
ejecución de garantía hipotecaria, dejando a salvo el derecho de las partes
intervinientes en el contrato de compraventa de fecha 5 de julio de 1995 a que
sometan la controversia a arbitraje, y dependiendo de los resultados a que se llegue
en dicha sede, inicien el proceso judicial correspondiente.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA en parte la demanda de amparo; en consecuencia


INAPLICABLE a los recurrentes la resolución de fecha 16 de agosto de 2000; la
resolución de fecha 20 de diciembre de 2000; así como las dos resoluciones de
fechas 3 de julio de 2001.

2. ORDENAR a Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la


República; a los vocales integrantes de la Segunda Sala Civil Corporativa
Especializada en Procesos Ejecutivos y Cautelares de la Corte Superior de Justicia
de Lima; al juez a cargo del Cuadragésimo Juzgado Civil de Lima; y a la
Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE) abstenerse de promover o
ejercitar en sede judicial cualquier acto dirigido a ejecutar, rematar, vender o gravar
los bienes de propiedad de los recurrentes a consecuencia directa del contrato de
compraventa de fecha 5 de julio de 1995.

3. Dejar a salvo el derecho de la Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE)


para que, basándose en el contrato de compraventa de fecha 5 de julio de 1995,
acuda al arbitraje a que hubiera lugar.

Publíquese y notifíquese.

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Telf. : 4217056
SS.

MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
VERGARA GOTELLI
CALLE HAYEN
ÁLVAREZ MIRANDA
URVIOLA HANI

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EXP. N.° 01869-2010-PA/TC
LIMA
COMPAÑÍA DISTRIBUIDORA S.A.
Y OTROS

FUNDAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO VERGARA GOTELLI

Emito el presente fundamento de voto por las consideraciones siguientes:

Petitorio de la demanda

1. Tenemos en el presente caso una demanda de amparo interpuesta con fecha 23 de


octubre de 2001 por las recurrentes –Compañía Distribuidora S.A., en adelante
CODISA, Hoteles Cadena Real, Rogelio Román Grados García y Violeta Nicolasa
Valderrama García de Grados– contra los vocales integrantes de la Sala Civil
Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República, señores Carrión Lugo,
Torres Carrasco, Infantes Vargas, Cáceres Ballón y Quintanilla Quispe, los vocales
integrantes de la Segunda Sala Civil Corporativa Especializada en Procesos
Ejecutivos y Cautelares de la Corte Superior de Justicia de Lima, Sres. Aranda
Rodríguez, Aguirre Salinas y Taipe Chávez, el Juez del Cuadragésimo Juzgado Civil
de Lima, señores Yaya Chávez y la Corporación Financiera de Desarrollo
(COFIDE), con la finalidad de que se declare la inaplicación de la Resolución de
fecha 16 de agosto de 2000, que desestimó su excepción de convenio arbitral y en
convenio arbitral y en consecuencia ordenó el remate de sus bienes entregados en
hipoteca, la Resolución de fecha 20 de diciembre de 2000, que confirmó la
desestimatoria de su excepción de convenio arbitral y la orden de remate de sus
bienes entregados en hipoteca, la Resolución que desestimó su recurso de casación y
finalmente se disponga que COFIDE se abstenga de promover o ejercitar cualquier
acto dirigido a afectar los bienes de su propiedad, puesto que considera que se está
afectando sus derechos de jurisdicción, al debido proceso, de defensa y amenazan su
derecho de propiedad.

Refiere que la Corporación COFIDE cesionaria de los derechos ENTURPERÚ por


la compraventa a su favor de unidades hoteleras interpuso en contra de los
demandantes una demanda de ejecución de garantía hipotecaria solicitado el saldo
del precio de los contratos de compraventa. Señalan que expresamente en el contrato
de compraventa se estableció que para dilucidar controversias derivadas de la
interpretación o cumplimiento del respectivo contrato se debía acudir a la
jurisdicción arbitral, motivo por el que los emplazados se encontraban impedidos de
conocer el proceso judicial en el que se cuestionaba el cobro del saldo del precio de
los contratos de compraventa, ya que esta pretensión debía de ser dilucidada en el
proceso arbitral conforme se convino en el contrato referido.

2. Es así que encuentro una demanda de amparo presentada por personas jurídicas en
la que se cuestiona resoluciones judiciales emitidas en un proceso de ejecución

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garantía hipotecaria. En reiteradas oportunidades he emitido pronunciamientos
expresando mi posición respecto a la falta de legitimidad para obrar activa de las
personas jurídicas (sociedad mercantil). En tal sentido he señalado que cuando la
Constitución habla de los derechos fundamentales, lo hace pensando en la persona
humana, esto es en el ser humano física y moralmente individualizado. Hacia él pues
se encuentran canalizados los diversos atributos, facultades y libertades, siendo solo
él quien puede invocar su respeto y protección a título subjetivo y en sede
constitucional. Es por ello que nuestra legislación expresamente señala que la
defensa de los derechos fundamentales es para la “persona humana”, por lo que le
brinda todas las facilidades para que pueda reclamar la vulneración de sus derechos
fundamentales vía proceso constitucional de amparo, exonerándoseles de cualquier
pago que pudiera requerirse. En tal sentido no puede permitirse que una persona
jurídica, que ve en el proceso constitucional de amparo la forma más rápida y
económica de conseguir sus objetivos, haga uso de este proceso excepcional,
urgente y gratuito, puesto que ello significaría la desnaturalización total de dicho
proceso. No obstante ello considero que existen casos excepcionales en los que este
colegiado puede ingresar al fondo de la controversia en atención i) a la magnitud de
la vulneración del derecho, ii) que ésta sea evidente o de inminente realización
(urgencia) y iii) que el acto arbitrario o desbordante ponga en peligro la propia
subsistencia de la persona jurídica con fines de lucro.

3. En el presente caso encontramos una situación singular configurada en el hecho de


la existencia de una demanda constitucional de amparo que data de 2001. Es decir
los recurrentes se encuentran en un proceso constitucional de amparo, que por su
objeto debiera ser rápido y eficaz. El proceso de amparo se encuentra entendido
como un recurso efectivo capaz de revertir una situación en la que existe afectación
de derechos constitucionales. En dicho contexto de ninguna manera se puede
concebir la existencia de un proceso de amparo que tenga una duración que supera
los 9 años, ya que esto desnaturaliza el objeto de los procesos constitucionales.

4. En atención a lo expresado considero necesario que se emita un pronunciamiento de


fondo capaz de resolver una controversia que se ha prolongado indebidamente
afectando los derechos de los demandantes. Asimismo cabe señalar que de la
pretensión esbozada por los recurrentes se advierte que lo que en puridad reclaman
es la falta de competencia del poder judicial para conocer la controversia llevada por
el demandado –COFIDE– por lo que es necesario evaluar si lo denunciado por los
demandantes constituye un acto que afecta sus derechos constitucionales.

Sobre lo establecido en el contrato de compraventa

5. Encuentro de fojas 876 a 942 la escritura pública del contrato de compraventa de


fecha 5 de julio de 1995 celebrado por los recurrentes y la Empresa Nacional de
Turismo S.A. (ENTURPERU S.A.) con intervención de COFIDE, el que tiene como
finalidad fomentar el crecimiento de la industria turística en el Perú. Es así que
ENTURPERÚ realiza un contrato de compraventa con la recurrente CODISA todos
los bienes inmuebles, muebles, derechos sobre bienes inmuebles o bienes muebles,
servicios telefónicos y derechos en general destinados a la actividad hotelera. En el

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contenido de dicho contrato se establece que las obligaciones del comprador son el
pagar el total del precio a su cargo, para lo que se constituye a favor del vendedor –
ENTURPERÚ– primera y preferente hipoteca destinada a garantizar todas y cada
una de las obligaciones del presente contrato, en especial el pago de las cuotas del
financiamiento, sus intereses y demás gastos, incluidos las costas y costos que
resulten de un eventual proceso judicial, estableciendo que “(…) toda controversia o
discrepancia respecto a la ejecución, interpretación o cumplimiento del presente
contrato que no pueda ser resuelta por las partes después de su negociación en
buena fe, por un periodo no mayor de treinta días calendario, será llevada a un
arbitraje, con la notificación escrita por una parte a la obra para acogerse a la
presente clausula (…)” (clausula décimo octava).

6. En la Constitución Política del Perú ha establecido en el artículo 139° dentro de los


principios y derechos de la función jurisdiccional “La unidad y exclusividad de la
función jurisdiccional. No existe ni puede establecerse jurisdicción alguna
independiente, con excepción de la militar y la arbitral.” En tal sentido se aprecia
del dispositivo constitucional que si bien se ha establecido que la potestad de
administrar justicia le corresponde al Poder Judicial exclusivamente, también se ha
establecido que puede existir jurisdicción arbitral y militar, que son definitivamente
para temas de su competencia. Es así que el establecimiento de la jurisdicción
arbitral se constituye en una jurisdicción singular que como señala Fernando Vidal
Ramírez en su libro Manual de Derecho Arbitral del 2003 en su página 9, “el
arbitraje es un hecho cultural y por ello hay que atender a su evolución histórica, su
origen, evolución y antecedentes para poder comprender mejor su función y
proyección” Es así que el avance de las sociedades nos ha traído como consecuencia
el fenómeno de la globalización que ha implicado la apertura de mercados
internacionales que han visto como una necesidad apartarse de la jurisdicción del
Poder Judicial para resolver sus conflictos. Es en dicho contexto que la jurisdicción
arbitral se constituye en un mecanismo idóneo capaz de resolver conflictos o
controversias suscitadas en las relaciones comerciales. Por ello se ha establecido que
el declinar a la jurisdicción del Poder Judicial para asumir la jurisdicción arbitral es
potestad de las partes interesadas, por lo que al existir un acuerdo entre las partes –
en temas patrimoniales– en el que se establezca clara y expresamente el acudir –ante
un conflicto– a la jurisdicción arbitral, implica la no participación del Poder Judicial
en dichos temas, puesto que las partes voluntariamente han arribado a dicho acuerdo
en atención a la rapidez de dicho proceso.

7. Por lo expuesto en el presente caso encuentro que habiendo las partes expresado
claramente que ante una controversia o discrepancia respecto a la ejecución,
interpretación o cumplimiento del presente contrato que no pueda ser resuelta por
las partes después de su negociación en buena fe, por un periodo no mayor de
treinta días calendario, será llevada a un arbitraje, el vendedor se encontraba
impedido de acudir al proceso judicial cuestionando la ejecución del contrato de
compraventa.

8. Por ello considero que el Poder Judicial no podía asumir competencia del proceso
de ejecución de garantía hipotecaria, cuando voluntaria y expresamente las partes

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habían acordado acudir al proceso arbitral, por lo que debe acudir a él en busca de la
resolución de su pretensión.

9. En tal sentido considero que los jueces emplazados por medio del proceso
constitucional de amparo se han abocado indebidamente al conocimiento de una
controversia que corresponde ser dilucidada en el proceso arbitral conforme lo han
determinado las partes del contrato de compraventa. Por ello las resoluciones
cuestionadas deben ser declaradas inaplicables, puesto que han desestimado
indebidamente la excepción de convenio arbitral.

Mi voto es porque se declare FUNDADA la demanda de amparo debiéndose


disponer la Nulidad de las Resoluciones de fecha 16 de agosto de 2000, de fecha 20
de diciembre de 2000 así como las resoluciones que resolvieron el recurso de
casación. Asimismo las partes, conforme lo expresa el contrato de compraventa en
su cláusula décimo octava deberán acudir al proceso arbitral a efectos de que
resuelvan la controversia llevada al proceso judicial.

Sr.

VERGARA GOTELLI

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EXP. N.° 02986-2010-PA/TC
LIMA
INSTITUTO METROPOLITANO
PROTRANSPORTE DE
LIMA - PROTRANSPORTRE

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 27 de octubre de 2010

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por el Instituto Metropolitano


Protransporte de Lima - PROTRANSPORTE contra la resolución de fecha 4 de mayo
del 2010, a fojas 59 del cuaderno único, expedida por la Primera Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lima, que confirmando la apelada declaró improcedente la
demanda de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 14 de octubre del 2009 el recurrente interpone demanda de amparo
contra los vocales integrantes de la Segunda Sala Civil Subespecializada en lo
Comercial de la Corte Superior de Justicia de Lima, señores Lama More, Rossel
Mercado y Martel Chang, solicitando: i) se ordene el cese inmediato de los actos que
violan sus derechos constitucionales; y ii) se admita a trámite la demanda de
anulación de laudo arbitral. Sostiene que interpuso demanda de anulación de laudo
arbitral contra el Consorcio Altesa y Elvi S.A.C., la cual fue declarada inadmisible
por la Sala demandada, solicitándole ésta adecuar su petitorio a las causales de
anulación previstas en el Decreto Legislativo Nº 1071 (que regula el arbitraje), tales
como señalar la existencia de un acuerdo destinado a garantizar el cumplimiento del
laudo, presentar depósito bancario o carta fianza equivalente a la cuantía del valor de
la condena, y reintegrar el arancel judicial. Refiere que subsanó todas las
observaciones advertidas, y en defecto de la presentación de carta fianza adjuntó la
previsión presupuestal de pago de laudo arbitral. Sin embargo su demanda fue
rechazada por la Sala demandada, decisión que vulnera sus derechos a la tutela
jurisdiccional efectiva y al debido proceso, toda vez que ha interpretado
equivocadamente que el requisito de presentar el recibo, carta fianza o comprobante
de pago es un requisito ineludible de admisión de la demanda, cuando no lo es.

2. Que con resolución de fecha 26 de octubre del 2009 el Tercer Juzgado


Constitucional de Lima declara improcedente la demanda por considerar que la sede
constitucional no es instancia revisora de lo realizado en sede ordinaria. A su turno,
la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima confirma la apelada
por considerar que el amparo no es un proceso en el cual se puedan revisar los
criterios expresados por los jueces al resolver las controversias surgidas en el ámbito
legal.

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3. Que del análisis de la demanda así como de sus recaudos se desprende que la
pretensión del recurrente no está referida al ámbito constitucionalmente protegido de
los derechos que invoca, pues como es de advertirse la interpretación, aplicación e
inaplicación de las normas del Decreto Legislativo Nº 1071 (que regula el arbitraje)
relacionadas con los requisitos para la interposición de la demanda de anulación de
laudo arbitral son atribuciones que corresponden a la jurisdicción ordinaria, las
cuales deben orientarse por las reglas específicas establecidas para tal propósito así
como por los valores y principios que informan la función jurisdiccional, ya que
dicha facultad constituye la materialización de la independencia en el ejercicio de la
función jurisdiccional que la Norma Fundamental reconoce a este Poder del Estado,
no siendo competencia ratione materiae de los procesos constitucionales evaluar las
decisiones judiciales, a menos que se advierta un proceder irrazonable, lo que no
sucede en el presente caso, pues este Colegiado aprecia de la demanda de autos que
el recurrente no habría cumplido con satisfacer y/o subsanar todas y cada una de las
observaciones realizadas por la Sala demandada al momento de calificar la demanda
de anulación de laudo arbitral, lo cual dio lugar a que se rechace la demanda
promovida.

4. Que por consiguiente es oportuno subrayar que el proceso de amparo en general y el


amparo contra resoluciones judiciales en particular no pueden constituirse en
mecanismos de articulación procesal de las partes, mediante los cuales se pretenda
extender el debate de las cuestiones sustantivas y procesales ocurridas en un proceso
anterior (el rechazo de la demanda de anulación de laudo arbitral), sea este de la
naturaleza que fuere. El amparo contra resoluciones judiciales requiere pues, como
presupuestos procesales indispensables, la constatación de un agravio manifiesto a
los derechos fundamentales de las personas que comprometa seriamente su
contenido constitucionalmente protegido (artículo 5º inciso 1 del Código Procesal
Constitucional); en razón de ello, la demanda debe ser desestimada.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

RESUELVE

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
VERGARA GOTELLI
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA
URVIOLA HANI
EXP. N.° 01322-2010-PA/TC
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LIMA
RODULFO CORTEZ
BENEJAM

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 12 de octubre de 2010

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Rodolfo Cortez


Benejam contra la resolución de fecha 22 de enero del 2010, fojas 122, expedida por la
Tercera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima que, confirmando la
apelada, declaró improcedente la demanda de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 6 de marzo del 2009 el recurrente interpone demanda de amparo
contra la Cámara de Comercio de Lima, solicitando: i) Que se deje sin efecto la
Resolución Nº 0112-2008/CSA-CA-CCL expedida por el Consejo Superior de
Arbitraje que estimó la recusación formulada en su contra; ii) Que se deje sin efecto
la Resolución Nº 0176-2008/CSA-CA-CCL, que confirmó la estimatoria de su
recusación; iii) Que la Cámara de Comercio de Lima se vuelva a pronunciar sobre la
recusación planteada en su contra; y iv) Que se deje sin efecto todo acto derivado del
ilegal amparo de su recusación, en especial el procedimiento disciplinario iniciado
mediante Resolución Nº 0025-2009/CSA-CA-CCL. Sostiene que fue designado
árbitro para integrar el Tribunal Arbitral que resolvería una controversia sobre
nulidad de acuerdos adoptados en junta general de accionistas, sede ante la cual fue
recusado por una de las partes, la cual le imputó haber emitido una falsa declaración;
refiere que fue estimada la recusación. Manifiesta que se han vulnerado sus derechos
al debido proceso legal, a la reputación, a la dignidad personal y a la libertad de
trabajo, en razón de que la decisión se sustentó en un hecho que no fue materia de la
recusación (la relación con una de las partes), y que por ello se incurrió en
incongruencia por extra petita.

2. Que con resolución de fecha 24 de junio del 2009, el Cuarto Juzgado Constitucional
de Lima declara improcedente la demanda por considerar que los hechos de la
demanda no están referidos en forma directa al contenido constitucionalmente
protegido de los derechos invocados. A su turno, la Tercera Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lima confirma la apelada sobre la base de lo expuesto por el
Juzgado Constitucional.

3. Que sin entrar a evaluar el fondo del asunto, este Tribunal precisa, tal como lo ha
hecho en reiterada jurisprudencia (Exp. Nº 03939-2009-PA/TC, entre otras), que
el proceso de amparo no puede servir para replantear una controversia resuelta por
los órganos arbitrales (la estimatoria de la recusación formulada en contra del
recurrente), pues no constituye un medio impugnatorio que continúe revisando una
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decisión que sea de exclusiva competencia de la jurisdicción arbitral y donde se han
respetado de modo escrupuloso todas las garantías del debido proceso. Por tanto,
este Tribunal debe rechazar la demanda en aplicación del inciso 1) del artículo 5º del
Código Procesal Constitucional, el cual establece que “no proceden los procesos
constitucionales cuando (…) los hechos y el petitorio de la demanda no están
referidos en forma directa al contenido constitucionalmente protegido del derecho
invocado”.

4. Que en el caso de autos, a través de la demanda de amparo, lo que realmente


pretende el recurrente es que este Supremo Colegiado le restituya su condición de
árbitro integrante del Tribunal Arbitral encargado de resolver la controversia,
pretensión que no puede ser ventilada en sede constitucional toda vez que ello
constituye un asunto de legalidad ordinaria relacionado con el nombramiento de los
árbitros cuya competencia corresponde a las partes o a un tercero, quien puede ser
persona natural o jurídica, incluida una institución arbitral (artículo 20º de la Ley
General de Arbitraje).

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

RESUELVE

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
VERGARA GOTELLI
ETO CRUZ

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Telf. : 4217056
EXP. N. º 02117-2008-PA/TC
LIMA
JULIAN GREGORIO
CÁRDENAS CHANCO

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 9 de agosto de 2010

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Julián Gregorio


Cárdenas Chanco contra la resolución de la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de
Justicia de Lima, de fojas 64, su fecha 24 de enero de 2008, que confirmando declaró
improcedente la demanda de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 18 de setiembre de 2007, el recurrente interpone demanda de amparo


contra la Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud (SEPS) y la empresa
Rimac Internacional de Seguros y Reaseguros, a fin de que se declare inaplicable el
laudo arbitral emitido por el Centro de Conciliación y Arbitraje de la SEPS el 3 de
setiembre de 2007.

Sostiene que dicho laudo declara infundada su demanda sobre otorgamiento de


pensión de invalidez, afectando sus derechos fundamentales a la pensión, al debido
proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva, pues para su emisión no se tomó en
cuenta lo indicado en el dictamen de fecha 2 de febrero de 2006, respecto del grado
de invalidez, el mismo que fuera expedido por el Instituto Especializado de
Rehabilitación, así como el Informe de EsSalud
N.º368.DPTO.NC.HNGALE.EsSalud .2003, sino que simplemente se señala que no
existe evidencia ni prueba que permita concluir que la invalidez se había
configurado previamente al momento de su cese en su trabajo; por ello solicita que
se dicte otro laudo.

2. Que el Cuadragésimo Noveno Juzgado Especializado en lo Civil de Lima, con fecha


20 de setiembre de 2007, declaró improcedente la demanda, en aplicación del
artículo 2.º, inciso 5), del Código Procesal Constitucional, por cuanto las partes
habían optado por recurrir a la vía arbitral. Por su parte, la Sala revisora confirmó la
apelada, en aplicación del artículo 4.º del mismo Código Procesal, dado que no
estaba acreditado que el laudo impugnado cumpliera con el requisito de firmeza
establecido en dicho precepto.

3. Que no obstante lo expuesto, por las instancias que conocieron de este proceso, se
advierte que el caso de autos no sólo es un caso que tiene relevancia constitucional –
¿el contenido esencial de los derechos fundamentales puede ser sometido a
arbitraje?–, sino que además, se trata de un asunto que requiere de tutela urgente –
derecho a la pensión de una persona de edad avanzada que alega encontrarse
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enferma–; en ese sentido, corresponde que sea admitida a trámite a efectos de evitar
que el derecho de defensa de la parte emplazada en autos sea afectado.

4. Que en consecuencia, en virtud de lo antes expresado y teniendo en cuenta que las


resoluciones impugnadas se han expedido incurriendo en un vicio procesal
insubsanable que afecta trascendentalmente la decisión de primera y segunda
instancia, resulta de aplicación al caso el segundo párrafo del artículo 20 del Código
Procesal Constitucional, que establece: “[S]i el Tribunal considera que la
resolución impugnada ha sido expedida incurriéndose en un vicio del proceso que
ha afectado el sentido de la decisión, la anulará y ordenará que se reponga el
trámite al estado inmediato anterior a la ocurrencia del vicio (…)”, por lo que debe
anularse la resolución y ordenarse la reposición del trámite al estado inmediato
anterior a la ocurrencia del vicio.

5. Que por otra parte, se recomienda al juez competente que, al momento de tramitar
el presente proceso, adopte las medidas necesarias para que si lo considera necesario
y, de ser el caso, evite que continúe la afectación del derecho presuntamente
vulnerado de la parte demandante.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

RESUELVE, con los fundamentos de voto de los magistrados Beaumont Callirgos y


Vergara Gotelli, que se agregan

1. Declarar NULO todo lo actuado, desde fojas 29 inclusive.

2. Disponer que la demanda de autos sea admitida a trámite, debiendo el a quo


proceder con arreglo a lo expuesto en los fundamentos de la presente resolución.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
VERGARA GOTELLI
CALLE HAYEN
ÁLVAREZ MIRANDA
URVIOLA HANI

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EXP. N. º 02117-2008-PA/TC
LIMA
JULIAN GREGORIO
CÁRDENAS CHANCO

FUNDAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO


BEAUMONT CALLIRGOS

Considero pertinente agregar, sin perjuicio de coincidir con la argumentación y el fallo


del pronunciamiento en mayoría que ordena al juez de la causa que admita a trámite la
demanda, que en la STC 00061-2008-PA, publicada en el diario El Peruano el 23 de
junio de 2008, se estableció como precedente vinculante que el arbitraje voluntario
previsto en el artículo 25 del Decreto Supremo 003-98-SA será constitucional siempre
que al momento de instalación del órgano arbitral, el árbitro o árbitros dejen constancia
que informaron: a) Las ventajas que brinda el arbitraje del Centro de Conciliación y
Arbitraje de la Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud; b) Que para la
resolución de su controversia se aplicará la jurisprudencia y los precedentes vinculantes
establecidos por el Tribunal Constitucional; c) Que el asegurado o beneficiario, si lo
prefiere, puede renunciar al arbitraje y preferir su juez natural, que es el Poder Judicial,
y d) Que contra el laudo arbitral caben los recursos que prevé la Ley General de
Arbitraje. Además, se señaló que el arbitraje voluntario será inconstitucional si es
iniciado por la aseguradora privada y el asegurado o beneficiario no desea someterse a
él.

S.

BEAUMONT CALLIRGOS

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EXP. N. º 02117-2008-PA/TC
LIMA
JULIAN GREGORIO
CÁRDENAS CHANCO

FUNDAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO VERGARA GOTELLI

Emito el presente fundamento de voto discrepando de lo sostenido en el fundamento 4


de la ponencia que viene a mi despacho por las siguientes razones:

1. Encuentro de los actuados que las instancias precedentes han rechazado la demanda
in limine, por considerar que el demandante optó por recurrir al proceso arbitral,
señalando la sala revisora que el laudo impugnado carece del requisito de firmeza
exigido por el artículo 4º del Código Procesal Constitucional.

2. Ante dicha situación el recurrente interpuso el recurso de agravio constitucional con


la finalidad de que se revoque dicho auto y se admita a trámite la demanda. En la
ponencia traída a mi Despacho se señala en el fundamento 4 que “(…) que teniendo
en cuenta que las resoluciones impugnadas se han expedido incurriendo en un vicio
procesal insubsanable que afecta trascendentalmente la decisión de primera y
segunda instancia (…) por lo que debe anularse la resolución y ordenarse la
reposición del trámite al estado inmediato anterior a la ocurrencia del vicio.”
Finalmente se dispone en la parte resolutiva la nulidad de todo lo actuado, pero
contrariamente se dispone la admisión a trámite de la demanda de amparo, lo que
creemos equivocado toda vez que se está aplicando indebidamente una sanción de
nulidad.

3. Lo que se advierte del texto del proyecto es que el Tribunal Constitucional estima
que en el presente caso no cabía rechazar in limine la demanda, sino admitirla a
trámite con el objeto que se examine entre otros aspectos, si el contenido de los
derechos fundamentales puede ser sometido a arbitraje; entonces tenemos que este
Colegiado está rechazando la motivación de la resolución recurrida por haber
incurrido en un error. Consecuentemente si se trata de un error en el razonamiento
lógico jurídico -error in iudicando o error en el juzgar-, lo que corresponde es la
corrección de dicha resolución por el Superior, en este caso el Tribunal
Constitucional, revocando la decisión del inferior y ordenando admitir a trámite la
demanda de amparo. En consecuencia no comparto el fundamento 4 y el fallo
porque propone declarar la nulidad de todo lo actuado a pesar de que se afirma la
verificación de un error in iudicando en la resolución recurrida.

4. Suele definirse la nulidad como la sanción de invalidación que la ley impone a


determinado acto procesal viciado, privándolo de sus efectos jurídicos por haberse
apartado de los requisitos o formas que la ley señala para la eficacia del acto. Es
importante dejar establecido que la función de la nulidad en cuanto sanción procesal
no es la de afianzar el cumplimiento de las formas por la forma misma sino el de
consolidar la formalidad necesaria como garantía de cumplimiento de requisitos

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mínimos exigidos por la ley. Por tanto es exigible la formalidad impuesta por la ley
y detestable el simple formalismo, por estéril e ineficaz.

5. En el presente caso se estaría afirmando que resulta viciado de nulidad la resolución


(auto) que calificó la demanda de amparo, lo que implica afirmar que no se cumplió
con respetar los requisitos formales establecidos en la ley para la emisión de dicho
acto procesal, sin explicar en qué consiste el referido vicio procesal en el que
habrían incurrido las instancias inferiores al emitir las resoluciones (autos) de
calificación de la demanda por los que, motivadamente y en ejercicio de su
autonomía, explican fundamentos de fondo que los llevan al rechazo liminar.

6. Podría considerarse, por ejemplo, que el acto procesal de calificación de la demanda


lleva imbibita un vicio de nulidad cuando decide con una resolución que no
corresponde al caso (decreto en lugar de un auto), o porque no se cumple con la
forma prevista (no fue firmada por el Juez), o porque la resolución emitida no
alcanzó su finalidad (no admitió ni rechazó la demanda) o porque carece de
fundamentación (no contiene los considerandos que expliquen el fallo). Pero si se
guardan las formas en el procedimiento y el acto procesal contiene sus elementos
sustanciales, lo que corresponde ante una apelación contra ella es que el superior la
confirme o la revoque.

7. Si afirmamos en el caso de autos que el auto apelado es nulo su efecto sería el de la


nulidad de todos las actos subsecuentes, entre éstos el propio auto concesorio de la
apelación, la resolución de segunda instancia y el concesorio del recurso de agravio
constitucional, resultando implicante afirmar que es nulo todo lo actuado y sin
embargo eficaz el pronunciamiento del Tribunal que precisamente resultó posible
por la dación de dichas resoluciones.

Por estas razones considero que no resulta aplicable la sanción de nulidad para la
resolución recurrida pues no se trata de sancionar como vicio lo que significa una
consideración de fondo, distinta y opuesta (revocatoria) a la que sirvió de fundamento
para la dación del auto que es materia de la revisión. Consiguientemente considero que
debe declararse fundado el recurso de agravio constitucional interpuesto y revocando la
resolución apelada ordenarse al juez constitucional de primera instancia proceda a
admitir la demanda.

Sr.

VERGARA GOTELLI

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EXP. N.° 6167-2005-PHC/TC
LIMA
FERNANDO CANTUARIAS
SALAVERRY

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 28 días del mes febrero de 2006, el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados García Toma, Presidente;
Gonzales Ojeda, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo,
pronuncia la siguiente sentencia, con el Fundamento de voto, adjunto, del magistrado
Gonzales Ojeda

I. I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Fernando Cantuarias Salaverry


contra la Resolución de la Cuarta Sala Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima, de fojas 476, su fecha 19 de julio de 2005, que declara
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

II. II. ANTECEDENTES

1. 1. Demanda

Con fecha 13 de mayo de 2005, don Renee Quispe Silva interpone demanda de hábeas
corpus como procurador oficioso del abogado Fernando Cantuarias Salaverry, contra el
Fiscal de la Trigésimo Octava Fiscalía Provincial Penal de Lima, señor Silvio Máximo
Crespo Holguín, alegando la presunta amenaza de su libertad individual por violación
de sus derechos constitucionales a la tutela procesal efectiva, al debido proceso y a la
contradicción o defensa, puesto que dicho Fiscal formalizó denuncia penal contra
Fernando Cantuarias Salaverry, mediante acusación de fecha 10 de mayo de 2005, por
los delitos de falsedad genérica y fraude procesal en agravio de Compañía de
Exploraciones Algamarca S.A. y el Estado, respectivamente.

Fundamentos de hecho:

- - Fernando Cantuarias Salaverry fue designado para integrar un Tribunal Arbitral


con los señores Jorge Santistevan de Noriega y Víctor Ávila Cabrera, colegiado que
llevó a cabo el proceso arbitral entre la Compañía de Exploraciones Algamarca S.A.
(en adelante Algamarca) y Minera Sulliden Shahuindo SAC (en adelante Sulliden).

- - En el referido proceso arbitral, el árbitro Fernando Cantuarias Salaverry fue


recusado por Algamarca, alegando que su padre se desempeñaba, conjuntamente
con el doctor Enrique Lastres Berninzon –representante de Sulliden en el proceso
arbitral-, como director de otra empresa llamada Cía. Minera Poderosa S.A. El
planteamiento de recusación señala, además, que en 1996 Fernando Cantuarias

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Salaverry había ejercido la representación legal de esa empresa Cía. Minera
Poderosa S.A. en otro arbitraje instaurado entre dicha empresa y Minera Pataz EPS.

- - Mediante Resolución N.° 75, de fecha 25 de noviembre de 2004, el Tribunal


Arbitral declaró infundada dicha recusación.

- - El 2 de diciembre de 2004, Algamarca plantea un pedido de nulidad sustancial


de la resolución que declaró infundada la recusación, aduciendo que Fernando
Cantuarias Salaverry era socio del Estudio Jurídico Cantuarias, Garrido Lecca &
Mulanocich Abogados y, por tanto, se encontraba impedido de intervenir como
árbitro teniendo aparente interés personal. Ante este planteamiento, el recurrente
afirmó que en junio de 1996 se retiró de la calidad de abogado de planta del estudio
de su padre, para aceptar la designación de Gerente Legal de COFOPRI mediante
Resolución Suprema publicada en el diario oficial El Peruano.

- - Sin embargo, el Tribunal Arbitral, mediante Resolución N.° 97, de fecha 30 de


diciembre de 2004, desestimó la nulidad por considerar que ninguno de los hechos
nuevos daban lugar a recusación alguna y, además, declaró improcedente la
renuncia presentada por Cantuarias Salaverry.

- - Frente a ello, el 27 de enero de 2005 Algamarca acudió a la vía penal, donde el


fiscal demandado denunció a Fernando Cantuarias Salaverry por delitos de falsedad
genérica y fraude procesal. Contra dicha resolución el recurrente interpone la
presente demanda de hábeas corpus.

Fundamentos de derecho:

- - En el expediente formado en mérito a la denuncia interpuesta en contra del


doctor Cantuarias Salaverry, no se han actuado las pruebas suficientes y necesarias
para crear convicción en el titular del despacho de la Trigésimo Octava Fiscalía
Provincial de Lima sobre la concurrencia de elementos suficientes que justifiquen el
ejercicio de la acción penal en su contra, de conformidad con lo dispuesto por el
artículo 94° de la Ley Orgánica del Ministerio Público. De esta forma, se ha
vulnerado el derecho constitucional a la tutela procesal efectiva (artículos 4° y 25°,
último párrafo del Código Procesal Constitucional).

- - Se ha vulnerado el derecho a la obtención de una resolución fundada en


derecho, pues el demandado Fiscal Silvio Máximo Crespo Holguín, ha emitido una
arbitraria denuncia sin efectuar el proceso de subsunción típica. Es decir, no
establece por qué los hechos que describe son típicos conforme a los artículos 438°
y 416° del Código Penal, ya que sólo describe hechos sin argumentar jurídicamente,
lo que viola, además, el principio de legalidad previsto en el artículo 2°, inciso 14,
literal d) de la Constitución Política.

- - Se ha afectado igualmente el derecho de defensa, pues el beneficiario de la


presente acción no fue citado por la autoridad correspondiente para efectuar su

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descargos, conforme lo establece el artículo 139°, inciso 14 de la Constitución
Política. El Fiscal demandado formalizó denuncia sin que se haya recibido la
correspondiente declaración indagatoria de Cantuarias Salaverry.

- - Procede la interposición de un hábeas corpus preventivo porque existe la


amenaza inminente de que se inicie un proceso penal en contra del beneficiario
sobre la base de una denuncia violatoria de la Constitución y la legalidad. Y se
podrían dictar medidas cautelares en su contra que afectarían su libertad o su
patrimonio.

2. 2. Contestación de la demanda

Con fecha 18 de mayo de 2005, el doctor Silvio Máximo Crespo Holguín, Fiscal de la
Trigésima Octava Fiscalía Provincial en lo Penal de Lima, se apersona al proceso y
formula descargos sosteniendo que no existe vulneración de los derechos
constitucionales del demandante, pues durante la investigación indagatoria se le
reconocieron las garantías necesarias para hacer valer sus derechos. Agrega que
formalizó denuncia porque existen suficientes elementos de cargo que lo vinculan con
el ilícito penal investigado, criterio que es compartido por el órgano jurisdiccional, pues
el Sexto Juzgado Penal de Lima procedió a abrir instrucción; de modo contrario hubiera
dispuesto el No Ha Lugar a la apertura de instrucción.
Con fecha 18 de mayo de 2005 se apersona al proceso el Procurador Público adjunto a
cargo de los asuntos judiciales del Poder Judicial, señor Rolando Alfonzo Martel
Chang, y contesta la demanda solicitando que se declare improcedente, por los
siguientes fundamentos:

Fundamentos de hecho:

– – Pese a que se argumenta que el fiscal accionado procedió a abrir instrucción a


escondidas y sin otorgarle al señor Fernando Cantuarias Salaverry derecho de
defensa, esta información no se ajusta a la realidad, pues el señor Cantuarias ha
tenido pleno conocimiento de esta investigación, habiendo sido citado por el fiscal
hasta en cuatro oportunidades para que rinda su declaración indagatoria; sin
embargo, no concurrió en ningún momento.

– – El señor Cantuarias no argumenta ni prueba las razones por las cuales no serían
válidas las notificaciones que él mismo ha acompañado al escrito de su demanda.

– – La investigación fiscal no se realizó sin actividad probatoria puesto que el señor


Cantuarias tuvo oportunidad de presentar sus descargos con relación al delito
imputado. Adicionalmente, atendiendo la solicitud del señor Cantuarias, el fiscal
solicitó la declaración del señor Jorge Santistevan de Noriega y del señor Víctor
Ávila Cabrera, los mismos que no concurrieron a las citaciones efectuadas.

– – Durante la investigación no se privó al accionante del derecho a ser escuchado


por el Fiscal porque incluso se programó un informe oral a su petición, que tampoco

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efectuó alegando que la actividad probatoria no había concluido. Argumento que
resultaría impertinente por no contar con asidero legal.

– – No se trata de una amenaza cierta e inminente a un derecho constitucional,


puesto que existe la posibilidad de que, efectuada la denuncia fiscal, el juez decida
archivar el caso.

Fundamentos de derecho:

– – En el caso de autos, el fiscal procedió a abrir investigación fiscal conforme a lo


dispuesto en el artículo 94º, numeral 2) de la Ley Orgánica del Ministerio Público,
que señala que el Fiscal puede optar entre abrir investigación en el ámbito fiscal o
formalizar la correspondiente denuncia penal en su calidad de titular de la acción
penal.
– – La ley no ordena que el Fiscal actúe la totalidad de medios probatorios que sean
ofrecidos por las partes para formalizar la denuncia. Por tanto, el fiscal demandado
no habría cometido infracción alguna al actuar los elementos probatorios que
consideró necesarios.

– – En concordancia con lo dispuesto por el artículo 94º del Ministerio Público, el


Fiscal demandado procedió a formalizar su denuncia penal por considerar que
contaba con el material probatorio necesario para llevarla a cabo.

– – Conforme a lo establecido por el artículo 200º, inciso 1, el hábeas corpus


procede cuando se amenaza la libertad individual o derechos conexos. Pero esta
amenaza debe ser interpretada como cierta e inminente, para que sea tal; y no
meramente subjetiva o conjetural, como ocurre en el presente caso.

3. 3. Resolución de primera instancia

Con fecha 7 de junio de junio de 2005, el Trigésimo Noveno Juzgado Penal de Lima,
declara fundada la demanda de hábeas corpus;,por los siguientes fundamentos:

a. a. El demandado violó el derecho de defensa del accionante al haberlo denunciado


sin que se le haya tomado su declaración hasta en cuatro oportunidades, las cuales
resultaron inválidas, excepto la última de ellas, respecto de la cual se solicitó
reprogramación. Así, la primera notificación del juzgado llegó a un domicilio
distinto, la segunda al domicilio señalado en autos, pero un día después de
programada la diligencia, la tercera nuevamente a un domicilio distinto y la cuarta a
su domicilio, que fue la única notificación válida que citaba a Cantuarias Salaverry
para el 5 de mayo de 205, ante lo cual la defensa pidió una nueva fecha y hora,
obteniéndose por toda respuesta la denuncia fiscal por parte del demandado.

b. b. Ante esta decisión fiscal, el demandante manifestó la imposibilidad legal de


efectuar el informe oral porque no se habían actuado aún los medios probatorios que
él había ofrecido en su defensa, sin que el Fiscal atienda dicho pedido. Ello
desnaturaliza la finalidad del acto procesal en referencia desde que el informe oral

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de los abogados ante el magistrado decidor tiene que producirse necesariamente al
término de la actividad probatoria, y no antes, ya que se trata de exposiciones finales
de defensa cuando el estado de la causa es precisamente el de decisión terminal.

c. c. Asimismo, la resolución expresa que el Ministerio Público emitió, no contiene


pronunciamiento alguno sobre la procedencia o improcedencia de algunos de los
descargos, los que servirían para formar un criterio razonable al momento de
adoptar la decisión.

d. d. La investigación fiscal preliminar se ha desarrollado con un desorden que niega


la adecuada organización, ya que no existe una resolución que abra dicho proceso de
investigación y las pruebas han sido acumuladas de manera irracional y no
sistematizada, lo que, a no dudarlo, afecta el derecho del denunciado al debido
proceso legal.

4. 4. Resolución de segunda instancia

Con fecha 19 de julio de 2005, la Cuarta Sala Especializada en lo Penal para Procesos
con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, emite la resolución de fojas
476 que revocando la apelada, declara infundada la demanda, por los siguientes
fundamentos:

a. a. La denuncia fiscal, porque en ella se llega a establecer la relación laboral


indirecta entre el recurrente y el doctor Lastres Berninzon, en la Compañía Minera
Poderosa S.A., que contrató los servicios del Estudio Jurídico Cantuarias, Garrido
Lecca & Mulanovich Abogados, del cual el doctor Cantuarias Salaverry es socio.

b. b. El hecho de haberse notificado al denunciado a efectos de que asista a la toma


de su declaración indagatoria y el apersonamiento de su abogado al proceso,
desvirtúan la indefensión acotada.

c. c. La denuncia es una prerrogativa que la Constitución y la Ley Orgánica le


confiere al Fiscal Provincial en lo Penal para plantearla ante el órgano
jurisdiccional, o denegarla, y al no encontrarse regulado un procedimiento especial
como para llegar a determinar que ha existido la vulneración del debido proceso, en
el presente caso, al existir participación del favorecido en la etapa prejudicial, tanto
a través de su abogado defensor como directamente, no se ha producido la
vulneración de los derechos constitucionales alegados.

III. III. DATOS GENERALES

1. 1. Petitorio constitucional

- - Se declare la insubsistencia de la denuncia fiscal de fecha 10 de mayo de 2005


formalizada ante el Poder Judicial por el fiscal demandado contra el señor Fernando
Cantuarias Salaverry.

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- - Se ordene notificar al Juez Penal de Lima para que asuma la calificación de la
denuncia fiscal, y disponga su devolución a la Trigésimo Octava Fiscalía Penal de
Lima, de modo que sea remitida a la Fiscalía Decana correspondiente a fin de que
ésta disponga que la denuncia sea calificada por otro fiscal.

2. Materias constitucionalmente relevantes

Respecto a las condiciones de procedibilidad de la presente demanda de hábeas corpus,


corresponde señalar que, en el caso, el cuestionamiento de la investigación fiscal de
fecha 10 de mayo de 2005 formalizada ante el Poder Judicial en contra del recurrente,
hace necesario que este Colegiado, como cuestión previa, efectúe un análisis de los
supuestos de excepción que habiliten la intervención de la jurisdicción ordinaria en un
proceso arbitral. Ello con el objeto de que pueda proyectarse una interpretación que
sirva como doctrina jurisprudencial constitucional para posteriores casos, ya sea tanto a
nivel de la justicia ordinaria como de la justicia constitucional especializada, de
conformidad con lo dispuesto en el artículo VI, in fine, del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional.

1. 1. EL MARCO CONSTITUCIONAL DE LA JURISDICCIÓN ARBITRAL

 Justificación de la institución arbitral.


 Naturaleza y características de la jurisdicción arbitral.
  Criterios para el control constitucional de las resoluciones arbitrales.
  Relaciones con la función jurisdiccional (artículo 139º, inciso 1 de la
Constitución): Supuesto constitucional de excepción y la apreciación de
razonabilidad.

2. 2. EL PROCEDIMIENTO PREJUDICIAL PENAL

 Actividad fiscal previa al inicio del proceso penal.


  La investigación y posterior acusación fiscal.
  Ausencia de normatividad en la materia. Principios y criterios aplicables:
Principio de interdicción de la arbitrariedad, principio de legalidad; debido
proceso y tutela jurisdiccional.
  Investigación, acusación fiscal y proceso de hábeas corpus.
  Hábeas corpus reparador y procedimiento de investigación fiscal
  Hábeas corpus preventivo y procedimiento de investigación fiscal

IV. IV. FUNDAMENTOS

1. 1. Según la Constitución, todo acto u omisión que vulnere o amenace la libertad


personal o algún derecho conexo amerita la presentación de una demanda de hábeas
corpus por quien se sienta afectado (artículo 200°, inciso 1). Tal como lo prescribe
el Código Procesal Constitucional, se considera como derecho conexo a la libertad
personal el referido a la tutela procesal efectiva (artículo 4°).
Por tal razón, es pertinente que se plantee la presente demanda de hábeas corpus
sobre la base de una supuesta vulneración del derecho fundamental a la tutela
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procesal efectiva del demandante, por lo que este Colegiado se encuentra habilitado
para responder a las inquietudes formuladas sobre la base de un análisis
constitucional estricto y pro homine de la denuncia fiscal cuestionada.

2. 2. Al respecto, la jurisprudencia constitucional, en tanto doctrina sobre las


interpretaciones de los derechos fundamentales previstas en la Constitución o en la
ley, vincula a todos los jueces en los fundamentos relevantes que han incidido en la
solución del conflicto de derechos (ratio decidendi). Mas, la identificación del
ámbito de vinculación es competencia del juez que va a aplicar la jurisprudencia
vinculante en los términos en que lo hace el referido artículo VI del Código Procesal
Constitucional. Ello configura una institución constitucional-procesal autónoma, con
características y efectos jurídicos distinguibles del precedente vinculante 1[1], con el
que mantiene una diferencia de grado.

§1 EL MARCO CONSTITUCIONAL DE LA JURISDICCIÓN ARBITRAL

§1.1. Justificación de la institución

3. 3. A finales del siglo XX y desde la regulación del arbitraje en la mayor parte de


las legislaciones del mundo, se concibe a esta institución como el proceso ideal, en
donde los particulares son protagonistas de la dirección y administración de la
justicia. El arbitraje se configura como un juicio de conocimiento en donde “jueces
particulares”, a través de un laudo, toda la amplitud de validez intrínseca y
extrínseca de una sentencia judicial.
Así, se presenta como un mecanismo orientado a la consecución de la verdad legal,
pretendiendo despojarse de los trámites, muchas veces engorrosos y formalistas, de
la justicia tradicional. Entonces, históricamente en sus orígenes, el arbitraje se
justificó en su carácter de proceso expedito y efectivo.

4. 4. El desarrollo de esta institución en el derecho comparado ha sido enorme en los


últimos años: es prácticamente el proceso más utilizado para resolver conflictos
comerciales. La configuración de un nuevo orden económico internacional ha
requerido del arbitraje como el prototipo de proceso de resolución de conflictos
entre particulares e incluso entre estos y los Estados, lo que le otorga una
importancia significativa, formando parte integrante del modelo jurisdiccional ad
hoc a la resolución de controversias, no sólo entre particulares, en el marco de la
Constitución económica.
En el Perú el arbitraje es obligatorio, según las normas de contratación del Estado,
además forma parte de los contratos de inversión suscritos por el Estado y de todos
los contratos de estabilidad jurídica regidos por los Decretos Legislativos N. os 758 y
662.

§1.2. Naturaleza y características de la jurisdicción arbitral

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5. 5. El principio de unidad y la exclusividad de la función jurisdiccional reconocido
en el artículo 139°, inciso 1 de la Constitución, prescribe que: “No existe ni puede
establecerse jurisdicción alguna independiente, con excepción de la arbitral y la
militar. No hay proceso judicial por comisión o delegación”. En atención a ello, la
Constitución ha establecido, como regla general, que corresponde al Poder Judicial
el avocamiento único y singular del estudio y solución de los diversos tipos de
conflictos jurídicos (principio de unidad), prohibiéndose al legislador que atribuya la
potestad jurisdiccional a órganos no conformantes del Poder Judicial (principio de
exclusividad).

6. 6. De allí que, en sentido estricto, la función jurisdiccional, siendo evidente su


íntima correspondencia con los principios de división de poderes y control y balance
entre los mismos, debe entenderse como el fin primario del Estado consistente en
dirimir los conflictos interindividuales, que se ejerce a través del órgano
jurisdiccional mediante la aplicación de las normas jurídicas. Por ello es que
tradicionalmente se ha reservado el término “jurisdicción” para designar la
atribución que ejercen los órganos estatales encargados de impartir justicia y aplicar
las disposiciones previstas en la ley para quien infringen sus mandatos.

7. 7. Sin embargo, el artículo 139º, inciso 1 de nuestro ordenamiento constitucional


consagra la naturaleza excepcional de la jurisdicción arbitral, lo que determina que,
en el actual contexto, el justiciable tenga la facultad de recurrir ante el órgano
jurisdiccional del Estado para demandar justicia, pero también ante una jurisdicción
privada.
Al respecto, el reconocimiento constitucional de fueros especiales, a saber, militar y
arbitral (inciso 1 del artículo 139°); constitucional (artículo 202°) y de
Comunidades Campesinas y Nativas (artículo 149°), no vulnera el principio de
igualdad ante la ley, previsto en el inciso 2 del artículo 2° de la Constitución;
siempre que dichas jurisdicciones aseguren al justiciable todas las garantías
vinculadas al debido proceso y a la tutela judicial efectiva.

8. 8. Llegados a este punto, cabe preguntarse si es constitucionalmente legítimo el


establecimiento de esta jurisdicción de carácter privado.
Al respecto, conforme lo ha establecido este Colegiado “(...) el ejercicio de la
jurisdicción implica cuatro requisitos, a saber:

a) a) Conflicto entre las partes.


b) b) Interés social en la composición del conflicto.
c) c) Intervención del Estado mediante el órgano judicial, como tercero
imparcial.
d) d) Aplicación de la ley o integración del derecho”2[2].

Qué duda cabe, que prima facie la confluencia de estos cuatro requisitos definen la
naturaleza de la jurisdicción arbitral, suponiendo un ejercicio de la potestad de
administrar justicia, y en tal medida, resulta de aplicación en sede arbitral el

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artículo VI in fine del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional por el
cual los jueces (y por extensión, también los árbitros) quedan vinculados a los
preceptos y principios constitucionales conforme a la interpretación de los mismos
que resulte de las resoluciones del Tribunal Constitucional; sin perjuicio del
precedente vinculante con efectos normativos del artículo VII del título preliminar
del Código Procesal Constitucional.

9. 9. Asimismo, la naturaleza de jurisdicción independiente del arbitraje, no significa


que establezca el ejercicio de sus atribuciones con inobservancia de los principios
constitucionales que informan la actividad de todo órgano que administra justicia,
tales como el de independencia e imparcialidad de la función jurisdiccional, así
como los principios y derechos de la función jurisdiccional. En particular, en tanto
jurisdicción, no se encuentra exceptuada de observar directamente todas aquellas
garantías que componen el derecho al debido proceso3[3].

10. 10. De allí que el arbitraje no puede entenderse como un mecanismo que desplaza al
Poder Judicial, ni tampoco como su sustitutorio, sino como una alternativa que
complementa el sistema judicial puesta a disposición de la sociedad para la solución
pacífica de las controversias. Y que constituye una necesidad, básicamente para la
solución de conflictos patrimoniales de libre disposición y, sobre todo para la
resolución para las controversias que se generen en la contratación internacional.

11. 11. Es justamente, la naturaleza propia de la jurisdicción arbitral y las características


que la definen, las cuales permiten concluir a este Colegiado que no se trata del
ejercicio de un poder sujeto exclusivamente al derecho privado, sino que forma
parte esencial del orden público constitucional.
La facultad de los árbitros para resolver un conflicto de intereses no se fundamenta
en la autonomía de la voluntad de las partes del conflicto, prevista en el artículo 2º
inciso 24 literal a de la Constitución, sino que tiene su origen y, en consecuencia,
su límite, en el artículo 139º de la propia Constitución.
De allí que el proceso arbitral tiene una doble dimensión pues, aunque es
fundamentalmente subjetivo ya que su fin es proteger los intereses de las partes,
también tiene una dimensión objetiva, definida por el respeto a la supremacía
normativa de la Constitución, dispuesta por el artículo 51º de la Carta Magna;
ambas dimensiones, (subjetiva y objetiva) son interdependientes y es necesario
modularlas en la norma legal y/o jurisprudencia. Tensión en la cual el árbitro o
tribunal arbitral aparece en primera instancia como un componedor jurisdiccional,
sujeto, en consecuencia, a la jurisprudencia constitucional de este Colegiado.
Así, la jurisdicción arbitral, que se configura con la instalación de un Tribunal
Arbitral en virtud de la expresión de la voluntad de los contratantes expresada en el
convenio arbitral, no se agota con las cláusulas contractuales ni con lo establecido
por la Ley General de Arbitraje, sino que se convierte en sede jurisdiccional
constitucionalmente consagrada, con plenos derechos de autonomía y obligada a
respetar los derechos fundamentales. Todo ello hace necesario que este Tribunal
efectùe una lectura iuspublicista de esta jurisdicción, para comprender su carácter

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privado; ya que, de lo contrario, se podrían desdibujar sus contornos
constitucionales.

12. 12. El reconocimiento de la jurisdicción arbitral comporta la aplicación a los


tribunales arbitrales de las normas constitucionales y, en particular, de las
prescripciones del artículo 139º de la de Constitución, relacionadas a los principios
y derechos de la función jurisdiccional. Por ello, el Tribunal considera y reitera la
protección de la jurisdicción arbitral, en el ámbito de sus competencias, por el
principio de “no interferencia” referido en el inciso 2) del artículo constitucional
antes citado, que prevé que ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes
ante el órgano jurisdiccional, ni interferir en el ejercicio de sus funciones. Los
tribunales arbitrales, por consiguiente, dentro del ámbito de su competencia, se
encuentran facultados para desestimar cualquier intervención y/o injerencia de
terceros –incluida autoridades administrativas y/o judiciales– destinada a avocarse a
materias sometidas a arbitraje, en mérito a la existencia de un acuerdo arbitral y la
decisión voluntaria de las partes.

13. 13. Es por tal motivo que este Tribunal considera conveniente reiterar la plena
vigencia del principio de la “kompetenz-kompetenz” previsto en el artículo 39º de la
Ley General de Arbitraje –Ley N.º 26572–, que faculta a los árbitros a decidir
acerca de las materias de su competencia, y en el artículo 44º del referido cuerpo
legal, que garantiza la competencia de los árbitros para conocer y resolver, en todo
momento, las cuestiones controvertidas que se promuevan durante el proceso
arbitral, incluida las pretensiones vinculadas a la validez y eficacia del convenio.
Este Colegiado resalta la suma importancia práctica que reviste dicho principio, a
efectos de evitar que una de las partes, que no desea someterse al pacto de arbitraje,
mediante un cuestionamiento de las decisiones arbitrales y/o la competencia de los
árbitros sobre determinada controversia, pretenda convocar la participación de
jueces ordinarios, mediante la interposición de cualquier acción de naturaleza civil
y/o penal, y desplazar la disputa al terreno judicial.
Lo expuesto no impide que posteriormente se cuestione la actuación arbitral por
infracción de la tutela procesal efectiva, conforme a las reglas del Código Procesal
Constitucional.

14. 14. Este Tribunal reconoce la jurisdicción del arbitraje y su plena y absoluta
competencia para conocer y resolver las controversias sometidas al fuero arbitral,
sobre materias de carácter disponible (artículo 1º de la Ley General de Arbitraje),
con independencia jurisdiccional y, por tanto, sin intervención de ninguna autoridad,
administrativa o judicial ordinaria. El control judicial, conforme a la ley, debe ser
ejercido ex post, es decir, a posteriori, mediante los recursos de apelación y
anulación del laudo previstos en la Ley General de Arbitraje. Por su parte, el control
constitucional deberá ser canalizado conforme a las reglas establecidas en el Código
Procesal Constitucional; vale decir que tratándose de materias de su competencia, de
conformidad con el artículo 5°, numeral 4 del precitado código, no proceden los
procesos constitucionales cuando no se hayan agotado las vías previas. En ese
sentido, si lo que se cuestiona es un laudo arbitral que verse sobre derechos de
carácter disponible, de manera previa a la interposición de un proceso

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constitucional, el presunto agraviado deberá haber agotado los recursos que la Ley
General de Arbitraje prevé para impugnar dicho laudo.

§1.3. Criterios para el control constitucional de las resoluciones arbitrales

§ Principio de autonomía de la voluntad y jurisdicción arbitral

15. 15. Conforme lo señala el artículo 9º de la Ley General de Arbitraje, N.º 26572, el
convenio arbitral es el acuerdo por el cual las partes deciden someter a arbitraje las
controversias que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una
determinada relación jurídica contractual o no contractual, sean o no materia de un
proceso judicial. De lo que se desprende la naturaleza contractual del convenio, que
obliga a las partes a la realización de cuantos actos sean necesarios para que el
arbitraje se desarrolle y para el posterior cumplimiento del laudo arbitral.

16. 16. La noción de contrato en el marco del Estado constitucional de Derecho se


remite al principio de autonomía de la voluntad, previsto en el artículo 2°, inciso 24,
literal a de la Constitución, y que, en relación a la jurisdicción arbitral, puede tener
dos vertientes:

a) a) Una negativa: En cuya virtud permite regular del modo que los
particulares estimen oportuno sus relaciones jurídicas, creándolas,
modificándolas o extinguiéndolas4[4].

b) b) Una positiva: En cuya razón el carácter autónomo, garantista y procesal


del arbitraje, equivale a facultar a los particulares para que sustraigan del
ámbito del ejercicio funcional de la jurisdicción estatal aquellas materias
consideradas de libre disposición, es decir, plantea la conceptualización, si
bien de modo no absoluto, del arbitraje como un derecho fundamental.

17. 17. Entonces, el principio de autonomía de la voluntad no debe ser entendido de


manera absoluta, sino dentro de los valores y principios constitucionales antes
señalados.
En el caso del convenio arbitral, si bien se gesta a partir del sentido privatista de las
relaciones contractuales, no presenta un haz de contenidos cuyas categorías sean
exclusiva y excluyentemente de Derecho Privado. Interpretarlo de este modo
implicaría soslayar su naturaleza constitucional, sujeta a los principios y deberes
primordiales de la función jurisdiccional consagrados en el artículo 139º de la
Constitución; los mismos que deberán extenderse razonablemente a la jurisdicción
arbitral.
Si bien es cierto que la autonomía de la voluntad deriva de la Constitución, no
puede discutirse la facultad de controlarla por razones del orden público
constitucional, máxime si la propia jurisdicción arbitral integra éste. Esto supone
que en un Estado constitucional, el poder se desagrega en múltiples centros de
decisión equilibrados entre sí por un sistema de control de pesos y contrapesos,

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como postula el artículo 43º de la Constitución. Esto hace que el poder público,
pero también el privado, estén sometidos al Derecho.

18. 18. En este contexto el control constitucional jurisdiccional no queda excluido, sino
que se desenvuelve a posteriori cuando se vulnera el derecho a la tutela procesal
efectiva o se advierte un incumplimiento, por parte de los propios árbitros, de la
aplicación de la jurisprudencia constitucional o los precedentes de observancia
obligatoria, los mismos que los vinculan en atención a los artículos VI in fine y VII
del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, respectivamente.

19. 19. El ejercicio de las potestades jurisdiccionales –ordinaria o constitucional- no


puede ni debe ser, desde luego, abusivo, ni supone la imposición de medidas
irrazonables y desproporcionadas que lesionen los derechos fundamentales de
autonomía de la voluntad y de contenido patrimonial -las libertades de contratar y de
empresa-.

§ Principio de interdicción de la arbitrariedad

20. 20. El principio de interdicción de la arbitrariedad5[5] es uno inherente a los


postulados esenciales de un Estado constitucional democrático y a los principios y
valores que la propia Constitución incorpora; de allí que, si bien la autonomía de la
jurisdicción arbitral tiene consagración constitucional, no lo es menos que, como
cualquier particular, se encuentra obligada a respetar los derechos fundamentales, en
el marco vinculante del derecho al debido proceso y a la tutela jurisdiccional
efectiva (artículo 139° de la Constitución); por cuanto, si así no ocurriese, será nulo
y punible todo acto que prohìba o limite al ciudadano el ejercicio de sus derechos,
de conformidad con el artículo 31° in fine de la Carta Fundamental6[6].
Si ocurriese lo contrario, la autonomía conferida al arbitraje devendría en autarquía,
lo que equivaldrìa a sostener que los principios y derechos constitucionales no
resultan vinculantes.

§1.4. Relaciones con la función jurisdiccional (artículo 139º, inciso 1 de la


Constitución): Supuesto constitucional de excepción y la apreciación de
razonabilidad

21. 21. Quienes se inclinan por la irrevisabilidad de los laudos arbitrales se sustentan en
el artículo 4º de la Ley N.º 26572, que establece que, salvo pacto en contrario, las
partes podrán someterse de modo exclusivo y excluyente a la jurisdicción arbitral,
así como en el artículo 59º, que otorga a los laudos arbítrales carácter definitivo,
estableciendo que contra ellos no procede alguno, salvo el recurso de apelación y de
nulidad.
Una interpretación formal propia del valorismo legalista de la Ley N.º 26572,
concluiría que, sin ingresar en consideración adicional alguna, una resolución

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expedida por un tribunal arbitral es incuestionable en sede constitucional, incluso
en aquellos supuestos en los que afecten los derechos fundamentales de la persona.
Mas, pretender interpretar la Constitución a partir del mandato legal de la Ley N.º
26572, vaciando de contenido el principio de supremacía jurídica y valorativa de la
Constitución (artículo 51º de la Constitución), configurado en el tránsito del Estado
de derecho al Estado constitucional de derecho, no es atendible para defender la
irrevisabilidad absoluta de las resoluciones de los tribunales arbitrales.
Además, resulta manifiestamente contrario al principio de fuerza normativa de la
Constitución y al de corrección funcional, ya que desconoce, por un lado, el
carácter jurídico-vinculante de la Constitución y, por otro, la función de contralor
de la constitucionalidad conferida al Tribunal Constitucional (artículo 201º de la
Constitución).

22. 22. Por otro lado, el último párrafo del artículo 103° de la Constitución establece
que ésta no ampara el abuso del derecho, por lo que el ejercicio de poder
jurisdiccional ordinario, y con mayor razón el excepcional, será legítimo si es
ejercido en salvaguarda del cumplimiento de los preceptos y principios
constitucionales, conforme a la interpretación que resulte de los mismos y de las
resoluciones dictadas por este Tribunal (artículo VI in fine del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional), el cumplimiento de las sentencias que constituyan
precedente vinculante (artículo VII del Código Procesal Constitucional) y el respeto
al derecho a la tutela procesal efectiva (artículo 4º del Código Procesal
Constitucional).

23. 23. Por los fundamentos precedentes, a juicio de este Colegiado, es un hecho
incontrovertible que existe la posibilidad de cuestionar, por la vía del proceso
constitucional, una resolución arbitral. Esta, por tanto, debe ser considerada como la
única opción válida constitucionalmente, habida cuenta de que bajo determinados
supuestos procede el proceso constitucional contra resoluciones provenientes tanto
del Poder Judicial como de un Tribunal Militar (artículo 4º del Código Procesal
Constitucional). En esa medida, no existe respaldo constitucional que impida
recurrir al proceso constitucional frente a la jurisdicción arbitral.

§3. ACTIVIDAD FISCAL PREVIA AL INICIO DEL PROCESO PENAL

24. 24. Habiendo desarrollado el marco constitucional de la jurisdicción arbitral; y


tomando en consideración que el petitorio constitucional del recurrente está
orientado a cuestionar el procedimiento de investigación fiscal y posterior acusación
que llevó a cabo la parte demandada, se procederá a analizar –aunque de manera
preliminar– algunos aspectos relacionados con la actividad fiscal previa al inicio del
proceso judicial penal.

25. 25. La Constitución establece, en el artículo 159°, inciso 1, que corresponde al


Ministerio Público la misión de promover de oficio, o a petición de parte, la acción
judicial en defensa de la legalidad y de los intereses públicos tutelados por el
derecho; asimismo, el inciso 5) del mismo artículo constitucional encarga al
Ministerio Público el ejercicio de la acción penal de oficio o a petición de parte. En

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ese sentido, corresponde a los fiscales –representantes del Ministerio Público– hacer
ejercicio de la titularidad de la acción penal pública y, una vez conocida la denuncia
o noticia criminal, proceder a formalizarla ante el juez penal si lo estiman
procedente, conforme a lo establecido por la Ley Orgánica del Ministerio Público,
aprobada por Decreto Legislativo N° 52.

26. 26. En cumplimiento de las atribuciones que le han sido conferidas constitucional y
legalmente, la labor del fiscal se extiende a lo largo de todo el proceso penal; sin
embargo, es preciso analizar su labor en el procedimiento que antecede al inicio del
proceso judicial.

§3.1. Investigación y posterior acusación fiscal

27. 27. El Ministerio Público conduce desde su inicio la investigación del delito
(artículo 159°, inciso 4 de la Constitución); por ende, una vez que un hecho
presuntamente delictivo es denunciado, el fiscal puede, alternativamente, abrir
investigación policial para reunir la prueba indispensable o formalizarla ante el juez
penal7[7]. En el primer supuesto, el fiscal no cuenta con elementos suficientes que
ameriten la formalización de la denuncia, por lo que se procede a iniciar una
investigación orientada a obtener elementos que sustenten su acusación ante el Juez
Penal; ello fluye del texto del artículo 94° de la Ley Orgánica del Ministerio
Público, en el extremo que señala: “(...) cuando se hubiese reunido la prueba que
estimase suficiente [el fiscal] procederá a formalizar la denuncia ante el Juez
Instructor8[8] como se deja establecido en el presente artículo”.

28. 28. Respecto a la actividad probatoria y el grado de convicción al que debe arribar el
fiscal en el transcurso de esta investigación previa al proceso penal, la doctrina ha
señalado lo siguiente: “(...) no se requiere que exista convicción plena en el fiscal ni
que las actuaciones estén completas, sólo se necesita que las investigaciones arrojen
un resultado probabilístico razonable, en orden a la realidad de un delito y de la
vinculación delictiva del imputado o imputados”.9[9] Sin embargo, desde una
perspectiva constitucional, resulta insuficiente valorar la actuación fiscal en sus
propios términos legales; se requiere de su conformidad con los mandatos
constitucionales de respeto a los derechos fundamentales y al ordenamiento jurídico
constitucional.

§3.2. Ausencia de normatividad en la materia. Principios y criterios aplicables

29. 29. La labor que el fiscal realice una vez recibida la denuncia o conocida la noticia
criminal no ha sido desarrollada en detalle por el ordenamiento jurídico vigente. Sin

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embargo, esta actividad está sujeta a diversos principios y garantías que orientan su
normal desenvolvimiento para que éste sea conforme a la Constitución.

§ Principio de interdicción de la arbitrariedad

30. 30. Desde la consolidación del Estado de derecho surge el principio de interdicción
de la arbitrariedad, el mismo que tiene un doble significado, tal como ha sido dicho
en anterior sentencia: "a) En un sentido clásico y genérico, la arbitrariedad aparece
como el reverso de la justicia y el derecho. b) En un sentido moderno y concreto, la
arbitrariedad aparece como lo carente de fundamentación objetiva; como lo
incongruente y contradictorio con la realidad que ha de servir de base a toda
decisión. Es decir, como aquello desprendido o ajeno a toda razón de explicarlo. En
consecuencia, lo arbitrario será todo aquello carente de vínculo natural con la
realidad”. (Exp. N° 090-2004 AA/TC).

Adecuando los fundamentos de la referida sentencia a la actividad fiscal, es posible


afirmar que el grado de discrecionalidad atribuido al fiscal para que realice la
investigación sobre la base de la cual determinará si existen elementos suficientes
que justifiquen su denuncia ante el juez penal, se encuentra sometida a principios
constitucionales que proscriben: a) actividades caprichosas, vagas e infundadas
desde una perspectiva jurídica; b) decisiones despóticas, tiránicas y carentes de
toda fuente de legitimidad; y c) lo que es contrario a los principios de razonabilidad
y proporcionalidad jurídica.

§ Principio de legalidad en la función constitucional

31. 31. El fiscal actúa como defensor de la legalidad y representante de la causa pública
en el proceso penal. En efecto, el respeto de este principio implica que el Ministerio
Público ejercite la acción penal por todo hecho que revista los caracteres de un
delito, sin perder de vista que su labor se ejecuta en función de la justicia y teniendo
como parámetros a la Constitución y a la ley.

§ Debido proceso y tutela jurisdiccional

32. 32. Al respecto, este Colegiado ha reconocido que el debido proceso se proyecta
también al ámbito de la etapa prejurisdiccional de los procesos penales, es decir,
enaquella cuya dirección compete al Ministerio Público (Exp. N.° 1268-2001
HC/TC). Por tanto, las garantías previstas en el artículo 4° del Código Procesal
Constitucional serán aplicables a la investigación fiscal previa al proceso penal
siempre que sean compatibles con su naturaleza y fines, los mismos que deben ser
interpretados de conformidad con el artículo 1° de la Constitución, según el cual "la
defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la
sociedad y del Estado".

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§3.3. Hábeas corpus y procedimiento de investigación fiscal

33. 33. A continuación se analizará el petitorio constitucional del demandante, cuyos


extremos son: que se declare la nulidad de la denuncia fiscal, de fecha 10 de mayo
de 2005, formalizada en contra del recurrente por el fiscal demandado; y que se
notifique al juez que haya asumido la calificación de la denuncia, a efectos de que la
devuelva al Ministerio Público para que ésta sea calificada nuevamente, este vez por
otro fiscal.
El presunto agraviado sustenta, para tal efecto, la interposición de un hábeas corpus
de tipo reparador respecto a los derechos que han sido vulnerados por el demandado
al momento de realizar la investigación fiscal; y, asimismo, la interposición de un
hábeas corpus de tipo preventivo, frente a la amenaza de su libertad individual y
derechos conexos como consecuencia de la denuncia que se ha formalizado en su
contra.

§ Hábeas corpus reparador y procedimiento de investigación fiscal

34. 34. Respecto del hábeas corpus reparador, es preciso señalar que dicha modalidad
representa la modalidad clásica o inicial del hábeas corpus, la misma que se
promueve para obtener la reposición de la libertad de una persona indebidamente
detenida. Se presenta, por ejemplo, cuando se produce la privación arbitraria o ilegal
de la libertad física como consecuencia de una orden policial; de un mandato
judicial en sentido lato; de una negligencia penitenciaria cuando un condenado
continúa en reclusión pese a haberse cumplido la pena; por sanciones disciplinarias
privativas de la libertad, entre otros. (Exp. N.° 2663-2003-HC/TC).

35. 35. En el caso de autos, el demandante promueve esta modalidad de hábeas corpus
porque considera que la investigación fiscal llevada a cabo por el demandado se ha
desarrollado con absoluta prescindencia del respeto a las garantías que brinda el
derecho a la tutela procesal efectiva, derecho protegido a través del proceso de
hábeas corpus de conformidad con el artículo 4° del Código Procesal
Constitucional.

36. 36. Sobre este punto, es preciso tomar en consideración que la actividad del fiscal
está limitada por las atribuciones que le han sido conferidas directamente a la
autoridad judicial. En efecto, la imposición de medidas coercitivas, restrictivas de la
libertad o derechos conexos, son atribuciones que la Constitución no ha conferido al
Ministerio Público, puesto que su investigación, en todo caso, puede concluir en la
formalización de una denuncia ante el Poder Judicial; pero la imposición de medidas
coercitivas como la comparecencia o la detención preventiva, son medidas propias
de la instancia judicial y serán adoptadas previa valoración y motivación del juez
competente. En consecuencia, el procedimiento de investigación fiscal no incide de
manera directa en una posible vulneración a algún derecho vinculado a la libertad
individual de la persona.

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37. 37. En este orden de ideas, las presuntas irregularidades llevadas a cabo por el fiscal
demandado no dan lugar a la interposición de un hábeas corpus correctivo, por lo
que, en adelante, el pedido del recurrente será analizado a la luz de la tutela que
brinda el hábeas corpus de tipo preventivo.

§ Hábeas corpus preventivo y procedimiento de investigación fiscal

38. 38. El presunto agraviado formula demanda de hábeas corpus preventivo contra la
amenaza que se cierne sobre su libertad individual y derechos constitucionales
conexos como consecuencia de la acusación formulada por el fiscal demandado. Al
respecto, es preciso tomar en consideración que, tal como lo dispone el inciso 1) del
artículo 200° de la Constitución, el hábeas corpus no sólo procede ante el hecho u
omisión de cualquier autoridad, funcionario o persona que vulnera la libertad
individual o derechos conexos, sino también ante la amenaza de que se pueda
producir tal vulneración. En este caso, la actuación del juez constitucional es
anterior al acto violatorio de la libertad individual o derechos conexos, pues se
procede ante una amenaza.

39. 39. Sobre el hábeas corpus preventivo y a efectos de valorar la amenaza frente a la
cual procede este proceso constitucional, este Colegiado ha sostenido que: “ (...) se
debe comprobar: a) la inminencia de que se produzca el acto vulnerador, es decir,
que se configure un atentado a la libertad personal que esté por suceder prontamente
o en vía de ejecución, no entendiéndose por tal a los simples actos preparatorios; y
b) que la amenaza a la libertad sea cierta, es decir, que exista un conocimiento
seguro y claro de la amenaza a la libertad, dejando de lado conjeturas o
presunciones”. (Exp. 3171-2003 HC/TC).

40. 40. Como ha sido dicho anteriormente, dado que el fiscal no tiene la facultad de
dictar medidas restrictivas de la libertad o derechos conexos, en principio no se
configuraría una amenaza cierta e inminente de algún derecho tutelable por el
hábeas corpus. No obstante, es preciso tomar en consideración que si bien la
denuncia fiscal no vincula al juez –el mismo que sólo abrirá instrucción si considera
que de la denuncia fluyen indicios suficientes o elementos de juicio que
razonablemente revelen la existencia de un delito–, en cambio, sí constituye un
importante indicativo para el juez, el cual podría ser inducido a error sobre la base
de una denuncia abiertamente arbitraria, orientada a conseguir que el presunto autor
del hecho delictivo sea procesado.

41. 41. Este Colegiado no considera que esta situación se haya configurado en el caso
de autos, toda vez que la denuncia formalizada ante el juez penal ha sido construida
sobre la base de las investigaciones efectuadas por el fiscal y los documentos
proporcionados por Algamarca. No obstante, surge un cuestionamiento en torno al
hecho de que no se haya contado con la declaración indagatoria del investigado.
Esta resultaría ser una observación válida si el procedimiento de investigación fiscal
se hubiera llevado “a escondidas” como se sugiere en la demanda; sin embargo, este
calificativo no se condice con el hecho de que el señor Cantuarias Salaverry fue

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debidamente notificado (al menos en una oportunidad) del procedimiento de
investigación fiscal que se le seguía.

42. 42. El recurrente, por tanto, tuvo oportunidad de apersonarse al procedimiento de


investigación fiscal y lo hizo a través de su abogado, el mismo que presentó escritos
e incluso solicitó que se actuaran diversos medios probatorios. Respecto de esta
solicitud, el fiscal no llevó a cabo la actuación de todos los medios probatorios
solicitados por el demandante; no obstante, atendió a su pedido en el extremo en el
que solicitó se recabara la declaración indagatoria de los otros dos miembros del
tribunal arbitral. Finalmente, esta diligencia no se llevó a cabo porque ambos
árbitros solicitaron una reprogramación, lo cual no tuvo lugar pues el fiscal no
realizó una nueva citación.

43. 43. De lo actuado también se desprende que el fiscal demandado citó a informe oral
a la defensa del recurrente; sin embargo, ésta volvió a solicitar que se programe una
nueva fecha porque consideró que se debía esperar a que la investigación preliminar
concluya. En este escenario, no resulta desproporcionado que ante las pruebas
merituadas y las constantes solicitudes de reprogramación que venían siendo
formuladas, el fiscal haya formalizado denuncia sobre la base de los elementos con
los cuales, efectivamente, contaba.

44. 44. En cuanto a la denuncia fiscal, esta se ajusta a lo dispuesto por el artículo 94º de
la Ley Orgánica del Ministerio Público, según el cual, si el fiscal estima procedente
formalizar denuncia ante el juez penal “(...) expondrá los hechos de que tiene
conocimiento, el delito que tipifican y la pena con que se sanciona, según ley; la
prueba con que cuenta y la que ofrece actuar o que espera conseguir y ofrecer
oportunamente.”

45. 45. Partiendo de las consideraciones que han sido previamente expuestas, este
Colegiado no considera que el recurrente se encuentre frente a una amenaza cierta e
inminente de su derecho a la libertad individual o algún derecho conexo, puesto que
no se ha producido la formalización de una denuncia manifiestamente arbitraria,
orientada a inducir a error al juez a fin de que dé inicio a un proceso penal en contra
del investigado.

46. 46. Si bien, a la fecha, es posible constatar que la denuncia formalizada por el fiscal
demandado dio lugar a que se abriera instrucción en contra del señor Fernando
Cantuarias Salaverry, no se ha dictado mandato de detención en su contra y se ha
motivado debidamente el mandato de comparecencia restringida que fue dictado en
su lugar. En efecto, este mandato de comparecencia no puede ser considerado como
una concreción de la amenaza alegada por el recurrente, toda vez que esta medida ha
sido dictada en el ejercicio legítimo de las atribuciones que han sido conferidas al
juez penal.

47. 47. Se advierte, por tanto, que en el presente caso no se configuran los supuestos
necesarios para la procedencia del proceso constitucional de hábeas corpus y que el
petitorio constitucional del presunto agraviado –declarar la insubsistencia del auto
apertorio de instrucción– sin que se haya acreditado la existencia de una amenaza
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cierta e inminente de su libertad individual o derechos constitucionales conexos,
importaría que este Tribunal se subrogue en las facultades que le han sido
constitucional y legalmente conferidas a los representantes del Ministerio Público.

48. 48. Sin perjuicio de la decisión adoptada por este Colegiado, se deja a salvo el
derecho del recurrente respecto de la posible injerencia que el proceso penal iniciado
en su contra puede suscitar de manera ilegítima en su labor como miembro del
tribunal arbitral Sulliden-Algamarca; ello en tanto y en cuanto se podría estar
pretendiendo trasladar, indebidamente, al ámbito penal controversias que tienen
carácter civil o comercial y que han sido oportunamente sometidas al ámbito de la
jurisdicción arbitral por las partes involucradas. De ser este el caso, el recurrente
podrá hacer valer su derecho en la vía ordinaria correspondiente, que deberá seguir
los criterios vinculantes de esta sentencia, a efectos de no sesgar la autonomía e
independencia con la que cuenta la jurisdicción arbitral en el ejercicio legítimo de
sus atribuciones.

49. 49. De conformidad con el artículo VI in fine del Título Preliminar Código Procesal
Constitucional, los criterios de interpretación contenidos en los fundamentos
jurídicos N.º 8, 11, 12, 13, 14, 17 y 18, son vinculantes para todos los operadores
jurídicos.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. 1. Declarar IMPROCEDENTE la demanda de hábeas corpus.

2. 2. Declarar que los fundamentos jurídicos N.os 8, 11, 12, 13, 14, 17 y 18, son
vinculantes para todos los operadores jurídicos.

SS.

GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

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EXP. N.° 6167-2005-PHC/TC
LIMA
FERNANDO CANTUARIAS
SALAVERRY

FUNDAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO GONZALES OJEDA

Con el debido respeto por la opinión de mis colegas, si bien manifiesto mi acuerdo con
la decisión expresada en el fallo, sin embargo, no lo estoy con algunos de los
argumentos que allí se expresan.

1. 1. En primer lugar, he de indicar que si bien existen casos anteriores en los que el
Tribunal Constitucional ha expresado que los derechos fundamentales también
vinculan en el ámbito del arbitraje, al ser componente esencial del llamado orden
público constitucional, sin embargo, es la primera vez que este Tribunal se detiene
en el análisis de los rasgos constitucionales que le son propios a la institución. Y se
ha aproximado, según mi modesto entender, esclareciendo algunos aspectos que en
la doctrina y jurisprudencia no estaban del todo claros, pero también en otros –por
fortuna los menos–, sin esclarecerlos, sino, contribuyendo a prolongar un debate
que, desde un punto de vista constitucional, no debería haberse planteado. Así
sucede, por ejemplo, cuando se persiste en denominar a la institución como
"jurisdicción arbitral" o como una "jurisdicción de carácter eminentemente privado"
y, lo que a mi juicio es más grave, que se señale que los árbitros tienen la
competencia de las competencias (Fundamentos 7, 8 y 11, respectivamente), o que
el arbitraje, en sí mismo considerado, sea un derecho fundamental (fundamento Nº.
20).

2. 2. Por lo que hace al primer tema, he de indicar que la "Jurisdicción" es una


potestad que originariamente corresponde al Pueblo como titular de la soberanía. En
el Estado Constitucional de Derecho no hay jurisdicciones (en plural), sino una sola,
como recuerda la primera parte del artículo 138° de la Constitución, al establecer
que "La potestad de administrar justicia emana del pueblo (...)".

Como única potestad que es, dictada una Constitución, como acto de ejercicio pleno
de la soberanía popular, el pueblo soberano, materializado en la decisión
constituyente, encomienda su ejercicio al Estado. Éste, en el Estado legal de
derecho, lo ejercía únicamente el Poder Judicial. En el Estado social y democrático
de derecho, en cambio, el ejercicio de esa potestad se distribuye entre una serie de
órganos constitucionales de carácter estatal (v.g Tribunal Constitucional, Jurado
Nacional de Elecciones, Poder Judicial), para lo cual define los ámbitos objetivo-
materiales de las competencias de cada uno de ellos.

Con ello se quiere decir, por un lado, que en el Estado social y democrático de
derecho no hay pluralidad de jurisdicciones y, de otro, que su ejercicio sólo está
confiado a determinados órganos estatales. Mediante su ejercicio, se administra la
justicia o, como modernamente se suele sostener, se presta el servicio público de
tutela jurisdiccional, principalmente para la realización o garantía del derecho
objetivo y de la libertad y de la dignidad humanas y, secundariamente, para la

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composición de los litigios, o para dar certeza jurídica a los derechos subjetivos, o
para investigar y sancionar los delitos e ilícitos de toda clase (o adoptar mediadas de
seguridad ante ellos), mediante la aplicación de la ley a casos concretos, de acuerdo
con determinados procedimientos y mediante decisiones obligatorias.

Así, la función jurisdiccional resulta la expresión de un poder del Estado y esto no


sólo es una declaración, sino una clara delimitación de sus alcances en el ámbito
constitucional. Pero, asimismo, la jurisdicción estatal, precisamente por tratarse de
un poder, es la única que ostenta la llamada coertio; es decir, una específica
expresión del ius imperium mediante la cual sólo los jueces pueden realizar actos de
ejecución, o sea, aquellos destinados al efectivo reconocimiento de un derecho.

Lo que significa que no hay ejercicio de jurisdicción privada o de "carácter


eminentemente privado", como se afirma en el Fund. Jur. Nº. 8 de la sentencia. Es
bien cierto que, en diversos apartados, la Constitución ha garantizado formas e
instituciones de composición de conflictos no estatales, como el arbitraje o aquella
que prestan las comunidades campesinas. Y lo ha hecho señalando, por ejemplo, que
"No existe ni puede establecerse jurisdicción alguna independiente, con excepción
de la militar y arbitral" o que "Las autoridades de las Comunidades Campesinas y
Nativas (...), pueden ejercer las funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito
territorial (...)". Es decir, dando la sensación, a partir de una interpretación literal de
los preceptos en los que se enuncian, que tanto el arbitraje como la composición de
conflictos por las autoridades de las Comunidades Campesinas y Nativas
constituyen ejercicio de una cuota de la jurisdicción.

¿La composición de conflictos mediante dichos institutos o entes constituye un


ejercicio de la jurisdicción? La respuesta, a mi juicio, como entiendo sucede en casi
toda la doctrina nacional que se ha dedicado seriamente al tema, es que no. No sólo
por lo que antes se ha dicho. (que la jurisdicción es única y ésta la ejercen los
órganos estatales en nombre del Pueblo); sino, además, porque a la misma
conclusión se puede arribar al comprender, en la unidad que representa la
Constitución, que el vocablo "jurisdicción" utilizado por los artículos 139.1° y 149°
de la Constitución, y también en otros de la misma Ley Fundamental, no tiene un
significado unívoco.

En algunos casos, con la expresión "jurisdicción" el constituyente designa lo que en


términos de derecho judicial es, una cuestión de competencia (v.g art. 2.24, "f"). En
otros, con la misma voz se alude al espacio territorial dentro del cual un órgano del
Estado ejerce sus competencias (v.g art. 31 y 74); se declara la reserva de
jurisdicción a favor del propio Estado (v.g art. 54), se dispone la posibilidad de
exceptuar el conocimiento de determinadas materias a los órganos jurisdiccionales
del Estado (art. 63) o se establece los límites a su ejercicio por parte de
determinados funcionarios estatales, como los jueces (v.g art. 146).

No hay, pues, un único sentido sentido o significado con el que se haya atribuido a
la voz "jurisdicción". De modo que no siempre que se la utilice la Ley Fundamental

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hay que entenderla en el sentido de la potestad jurisdiccional a la que antes se ha
hecho referencia.

Es en el sentido constitucionalmente polisémico del término "jurisdicción" en el


que, a mi juicio, debe entenderse el artículo 139.1 de la Constitución. En definitiva,
no en el sentido de que el arbitraje, como mecanismo de composición de
controversias privadas, constituya una manifestación estatal de ejercicio de la
potestad jurisdiccional, sino como la garantía constitucional de un instituto –el
arbitraje en sí mismo–. Por su virtud, pues, se garantiza y otorga validez a una forma
compositiva de controversias, de carácter no estatal, en los temas previamente
delimitados y limitados por la ley, entre las personas que libremente decidan
resolver sus diferencias por medio de éste.

Entonces, puede decirse que el arbitraje es un medio alternativo de solución de


conflictos y que su fundamento reposa en al voluntad de las partes, por medio de la
cual éstas optan por renunciar a la tutela que brinda el Estado a través del Poder
Judicial y se someten a este mecanismo esencialmente privado, en el que tienen la
libertad de establecer el procedimiento que consideren más adecuado, dentro del
respeto de determinados derechos fundamentales de orden procesal.

Por otro lado, si bien es cierto que el arbitraje resuelve el conflicto sometido a su
conocimiento en una forma de litis y que declara derecho, no se puede afirmar que
este acto o actos del arbitraje constituyan el factor que lo califican como función
jurisdiccional, así se sostenga que dichos actos son jurídicos o tengan connotación
jurídica. Además, sus decisiones no son necesariamente definitivas, ya que pueden
ser recurridas ante el Poder Judicial en apelación o anulación, y los árbitros carecen
de potestad coercitiva, es decir, no están en la capacidad de hacer cumplir sus
decisiones cuando las partes se resisten a cumplirlas, en cuyo caso tienen que
recurrir al Poder Judicial solicitando su intervención con el propósito de lograr la
ejecución forzada de sus mandatos.

Sin duda, la forma del procedimiento del titular de la jurisdicción, el Poder Judicial,
es totalmente diferente. Sus decisiones son firmes y en algunos casos causan
jurisprudencia, pero además los jueces tienen la capacidad de hacer cumplir sus
decisiones e inclusive pueden usar la fuerza pública. En cambio, los laudos
arbitrales tienen la característica de incidir en el ámbito declarativo de los derechos,
más nunca en el ejecutivo. Ello explica porque si una parte decide no cumplir con
un laudo o con lo pactado en un procedimiento conciliatorio, la única salida que
tiene el sujeto afectado con dicho incumplimiento es la vía judicial (precisamente
actuando el título ejecutivo –laudo o acta conciliatoria–).

Igualmente, las decisiones expedidas por parte de la jurisdicción estatal tienen la


posibilidad de adquirir inmutabilidad absoluta o autoridad de la cosa juzgada.
Situación que no se verifica en otras zonas compositivas donde las decisiones
pueden ser revisadas, con mayores o menores limitaciones, por la justicia estatal. En
estos últimos supuestos se suele hablar de inmutabilidad relativa o preclusión. Pero,
definitivamente, la jurisdicción estatal es la única que tiene la característica básica

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de la universalidad, en el sentido de que las otras técnicas compositivas han sido
creadas únicamente para tipos específicos de controversias, mientras que la
jurisdicción estatal protege de cualquier tipo de derecho, sin importar que esté o no
previsto expresamente por ley.

3. 3. Lo anterior es el presupuesto para señalar también mis diferencias en torno a la


afirmación según la cual el arbitraje es un derecho fundamental (Fund. Jur. N.º 16).
No hay un derecho fundamental al arbitraje. Al contrario, el derecho fundamental de
toda persona, en el Estado social y democrático de Derecho, es la posibilidad de
acudir libremente a la jurisdicción estatal o, en los términos que hemos empleado en
nuestra jurisprudencia sobre el tema, acceder a un tribunal de justicia. En cambio, el
arbitraje es un instituto que, en la medida que se ha previsto en la Constitución, ha
quedado constitucionalmente garantizado, de modo que el legislador no puede
disponer libremente de él, a no ser que la suprima mediante una reforma
constitucional (lo que no se puede hacer con los derechos fundamentales, ni siquiera
siguiéndose dicho procedimiento de revisión constitucional).

Salvo que con dicha afirmación se haya querido decir que una determinada
controversia puede ser sustraída de su resolución de un órgano de la jurisdicción
estatal mediante una decisión que comporta el ejercicio de un derecho fundamental;
en cuyo caso estaría plenamente de acuerdo. Y es que cuando se decide libremente
que la solución de una controversia se realice mediante el arbitraje, en los casos
legalmente permitidos, ello comporta, por un lado, una renuncia al ejercicio del
derecho de acceso a los tribunales, pero de otro, también el ejercicio de la libertad
de acción.

4. 4. Finalmente, quisiera expresar que, la generalidad con la que se ha planteado el


tema en la sentencia puede suscitar alguna confusión. Allí se ha dicho que la
realización del arbitraje ha de sujetarse al respeto de los derechos al debido proceso
y a la tutela jurisdiccional. Y ello es así puesto que, como se tiene dicho en la
jurisprudencia de este Tribunal, no hay zona alguna del ordenamiento jurídico en la
que los poderes públicos o los particulares puedan actuar desconociendo a la
Constitución y su sistema material de valores representados por los derechos
fundamentales.

El problema, sin embargo, radica en que dicha afirmación, en su generalidad,


adolece de deficiencias e insuficiencias. La primera porque resulta claro que la
decisión de someter una controversia a la solución de un arbitraje, comporta la
renuncia a una serie de derechos fundamentales de carácter esencialmente procesal.
Además del acceso a la justicia, que la presupone, también existe una renuncia al
derecho al juez predeterminado por la ley o a la pluralidad de la instancia, por citar
algunos casos. En otros casos, el contenido constitucionalmente protegido de alguno
de los derechos de orden procesal tienen un alcance menor respecto si la
controversia hubiese sido sometida a un tribunal de justicia de carácter estatal. Así
sucede, por ejemplo, con el derecho al juez imparcial, puesto que en determinados
casos, cada una de las partes elige a un árbitro, y estos, a su vez, a un presidente del
Tribunal Arbitral. De modo que si en relación a este último puede predicarse la

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necesidad de su imparcialidad, no necesariamente sucede lo mismo con los árbitros
nombrados por las partes.

Además, la afirmación genérica expresada en el Fund. Jur. N.º 20 de la sentencia


peca de insuficiencia, pues resulta claro que no sólo los derechos de orden procesal
vinculan en el arbitraje. Todos los derechos fundamentales vinculan a todos, de
modo que incluso en las relaciones inter privatos, es deber de los individuos cuidar
porque estos no resulten lesionados. En ese sentido, es bueno recordar que en
abundante jurisprudencia del Tribunal Constitucional se destaca que los derechos
fundamentales -todos y no sólo los de orden procesal- tienen como sujetos obligados
a su respeto a los poderes públicos (eficacia vertical de los derechos), sino, además,
a los propios particulares (eficacia horizontal de los derechos), entre los cuales se
encuentra, como antes se ha dicho, la composición privada de conflictos mediante el
arbitraje.

Con estas salvedades, que como indiqué en la introducción de este voto, no afectan al
sentido de lo resuelto por la sentencia, es que la suscribo.

SR.
GONZALES OJEDA

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EXP. N° 1567-2006-PA/TC
LIMA
COMPAÑÍA DE EXPLORACIONES
ALGAMARCA

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 30 días del mes de abril de 2006, el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados García Toma, presidente;
Gonzales Ojeda, vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo,
pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento de voto del magistrado Gonzales
Ojeda y el voto singular del magistrado Bardelli Lartirigoyen

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por la Compañía de Exploraciones


Algamarca contra la resolución de la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia
de Lima, de fojas 1202, su fecha 21 de octubre de 2005, que declara improcedente la
demanda de amparo de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda
Con fecha 20 de enero de 2004, la Compañía de Exploraciones Algamarca S.A.
(Exploraciones Algamarca) interpone demanda de amparo (fojas 55) contra la
Compañía Minera Algamarca S.A. (Minera Algamarca), la Compañía Sulliden
Shahuindo S.A.C. (Sulliden) y el señor Miguel Orbegoso Tudela; asimismo, emplaza,
en calidad de terceros legitimados, al Instituto Nacional de Derecho de Minería,
Petróleo y Energía (Instituto) y a los miembros del tribunal arbitral Sulliden-Algamarca,
señores Jorge Santistevan de Noriega, Fernando Cantuarias Salaverry y Víctor Ávila
Cabrera. La demanda se sustenta en la presunta vulneración del derecho al debido
proceso legal, a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada por la ley y a un
tribunal competente, independiente e imparcial.

Fundamentos de hecho:
– La recurrente señala que el día 6 de noviembre de 2002, el señor Miguel
Orbegoso Tudela suscribió un contrato de transferencia de propiedades mineras con
la compañía Sulliden en nombre y representación de Minera Algamarca y
Exploraciones Algamarca. No obstante, afirma que dicho contrato no la vincula, toda
vez que su representante lo suscribió violando las facultades de representación que le
habían sido conferidas por la junta general de accionistas.
– Al respecto, afirma que Sulliden suscribió el contrato a sabiendas que el señor
Orbegoso carecía de facultades para tal efecto; e incluso insertó un convenio arbitral
a fin de evitar que Exploraciones Algamarca pudiera acceder a la jurisdicción
ordinaria.
– Con fecha 20 de julio de 2003, Sulliden dirigió una comunicación a
Exploraciones Algamarca y Minera Algamarca, a fin de postular el inicio de un
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proceso arbitral por incumplimiento de contrato. La recurrente decidió no responder
a este llamado con el objeto de evitar que su conducta fuera entendida como un
sometimiento tácito al arbitraje.
– Posteriormente, Sulliden convocó en reiteradas ocasiones a Minera Algamarca y
a Exploraciones Algamarca para la designación de árbitro único; sin embargo, estas
últimas no concurrieron a ninguna citación. Por este motivo, Sulliden optó por la
conformación de un tribunal arbitral, y, para tal efecto, designó como árbitro al señor
Víctor Ávila Cabrera, dándose inicio al cómputo del plazo de treinta días naturales
para la designación de un árbitro por Minera Algamarca y Exploraciones Algamarca.
Sulliden advirtió en dicha comunicación que si vencido el plazo no se llevaba a cabo
la designación, ésta la efectuaría el Instituto Nacional de Derecho de Minería,
Petróleo y Energía, con arreglo al contrato de transferencia de propiedades mineras.
– Con fecha 27 de octubre de 2003, el Instituto recibió un oficio emitido por el
Juzgado Mixto de La Esperanza, mediante el cual se le comunicó la existencia de
una medida cautelar que disponía la suspensión de los efectos del contrato de
transferencia de propiedades mineras. Según se refirió en dicha comunicación, la
medida cautelar se hallaba debidamente inscrita en Registros Públicos.
– Ante estas circunstancias, la recurrente se dirigió al Instituto y le solicitó que se
abstenga de designar árbitro en atención a la medida cautelar dictada por el juez del
Juzgado Mixto de La Esperanza. No obstante, el 24 de diciembre de 2003 el Instituto
designó como árbitro al señor Fernando Cantuarias Salaverry quien acordó, con el
árbitro Víctor Ávila Cabrera, designar como tercer árbitro al señor Jorge Santistevan
de Noriega, que aceptó presidir dicho tribunal.
– La recurrente cuestiona la imparcialidad del Instituto, pues considera que la
decisión de designar un árbitro respondió a la presencia del señor Enrique Lastres
Berninzon, quien además de ser miembro y directivo de dicha entidad desde su
fundación, es también vicepresidente del directorio de Sulliden, con lo cual se
manifiesta un evidente conflicto de intereses que vicia la designación del árbitro
Fernando Cantuarias Salaverry.
– Finalmente, pese a la negativa reiterada de la recurrente de someterse a un
tribunal arbitral, el día 13 de enero de 2004 se convocó a Exploraciones Algamarca a
la sesión de instalación de dicho tribunal, que debía llevarse a cabo el día 21 de
enero de 2004.

Fundamentos de derecho:
– Exploraciones Algamarca sostiene que se ha vulnerado su derecho fundamental
al debido proceso legal, consagrado en el artículo 139°, inciso 3 de la Constitución.
Del mismo modo, sustenta su petitorio en lo dispuesto por el artículo 10º de la
Convención Universal de Derechos Humanos, según el cual “(...) toda persona tiene
derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por
un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y
obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal".
La demandante invoca también el artículo 8.1 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.

2. Contestación de la demanda por el Instituto Nacional de Derecho de Minería


Petróleo y Energía
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Con fecha 6 de febrero de 2004, el Instituto Nacional de Derecho de Minería Petróleo y
Energía se apersona al proceso y contesta la demanda de amparo, contradiciéndola en
todos sus extremos y solicitando que, en su oportunidad, sea declarada infundada.

Fundamentos de la contestación:
– La codemandada señala que su actuación se ajustó a lo dispuesto por la Ley
General de Arbitraje, N.º 26572; y a lo acordado por las partes del contrato de
transferencia de propiedades mineras. Se remite, también, a los fundamentos que
constan en dos informes legales, que adjunta en calidad de medios probatorios y que
contienen opinión favorable a su designación de árbitro, en defecto de Exploraciones
Algamarca y Minera Algamarca.
– Dichos informes ponen especial énfasis en que la Ley General de Arbitraje le
reconoce autonomía al convenio arbitral frente al contrato o acto jurídico que lo
contiene (artículo 14º) y, en ese sentido, si se ordena la suspensión de los efectos del
contrato, dicha medida no alcanzará al convenio arbitral, que goza de independencia.
– A ello se suma que la comunicación emitida por el Juzgado Mixto de la
Esperanza no contiene un mandato judicial que ordene al Instituto suspender el
trámite de nombramiento de árbitro, por lo que la demandante pretende otorgarle un
significado distinto a dicha comunicación.
– Finalmente, afirma que en ninguna de las reuniones de Consejo Directivo en
que se trató el tema del contrato de concesión de propiedades mineras y la
designación de árbitro en defecto de Exploraciones Algamarca y Minera Algamarca
intervino el señor Lastres Berninzon, tal como consta en las actas de las reuniones
del Consejo Directivo. Por tanto, rechaza enfáticamente que se ponga en duda su
imparcialidad.

3. Contestación de la demanda por la Minera Sulliden Shahuindo

Con fecha 6 de febrero de 2004, la Minera Sulliden Shahuindo se apersona al proceso,


propone las excepciones de incompetencia y caducidad, y contesta la demanda
solicitando que sea declarada improcedente o infundada, en su oportunidad.

Fundamentos de la contestación:
– La codemandada sostiene que Alta Tecnología e Inversión Minera y
Metalúrgica S.A. (ATIMMSA) es una empresa que controla tanto a Exploraciones
Algamarca como a Minera Algamarca, en calidad de accionista mayoritaria. Pese a
ello, demandó a estas últimas y a Sulliden con el objeto de que se declare la
ineficacia del contrato de transferencia de propiedades mineras sin que sea necesario
transitar la vía del proceso arbitral. Asimismo, solicitó que se dicte una medida
cautelar que suspenda temporalmente los efectos del contrato (medida que
efectivamente se dictó) a fin de que se suspendan los efectos del convenio arbitral.
– Al respecto, Sulliden afirma que Exploraciones Algamarca pretende que el
Poder Judicial asuma competencias que no le han sido conferidas, pues el juez
ordinario no es competente para emitir pronunciamiento sobre la validez o eficacia
del convenio arbitral. Asimismo, sostiene que el proceso de amparo no es la vía
idónea para dilucidar este tipo de controversias, de carácter civil y societario.
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– Sobre la ausencia de facultades del representante de Exploraciones Algamarca
para la suscripción del convenio arbitral, Sulliden afirma que esta aseveración es
falsa, puesto que dicho convenio fue incluido en la propuesta de contrato que la
Junta de Accionistas de Exploraciones Algamarca autorizó celebrar; y que, en todo
caso, el señor Miguel Orbegoso Tudela –Director y Gerente General de
Exploraciones Algamarca–, actuó ejerciendo la representación orgánica de la Junta
de Accionistas, de modo que son de aplicación los artículos 12º, 14º in fine y 188º,
inciso 2, de la Ley General de Sociedades (y no el artículo 167º del Código Civil).
– Finalmente sustenta la pertinencia de que el Instituto designara árbitro en
defecto de Exploraciones Algamarca y Minera Algamarca, pues su comportamiento
se ha ajustado tanto a lo establecido por la Ley General de Arbitraje, como a lo
pactado entre las partes que suscribieron el convenio arbitral. A ello se añade que el
Juzgado Mixto de La Esperanza, que dictó la medida cautelar, no era competente
para conocer dicha controversia; e incluso si los efectos del contrato hubieran sido
legítimamente suspendidos, ello no afecta el convenio arbitral, en virtud de la
separabilidad que le confiere la Ley General de Arbitraje en su artículo 14º.

4. Resolución de primera instancia

Con fecha 25 de mayo de 2004, el Juzgado Mixto del Módulo Básico de Justicia de
Villa María del Triunfo de la Corte Superior de Justicia de Lima (fojas 522) declara
infundadas las excepciones de incompetencia y caducidad e infundada la demanda de
amparo, por considerar que se trata de un tema de carácter contractual, que debe ser
resuelto en la vía del proceso ordinario correspondiente, donde, efectivamente, se
cuente con una etapa probatoria que permita resolver la cuestión controvertida. Agrega
que no se ha acreditado la vulneración de ningún derecho constitucional, y que, en el
marco del proceso arbitral, la demandante tendrá la posibilidad de ejercer su derecho de
defensa.

5. Resolución de segunda instancia

Con fecha 11 de noviembre de 2005, la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de


Justicia de Lima (fojas 1202), confirma la apelada en el extremo que declara infundadas
las excepciones de incompetencia y caducidad; pero la revoca en lo demás que ella
contiene y, reformándola, declara improcedente la demanda, por considerar que la vía
del amparo no constituye la vía idónea para dilucidar este tipo de controversias, ya que
se discuten asuntos de mera legalidad.

III. FUNDAMENTOS

1. Previamente al análisis de la controversia, este Colegiado se pronunciará respecto de


la solicitud de nulidad del concesorio del recurso de agravio constitucional,
formulada por Sulliden en su escrito de fecha 23 de febrero de 2006.

§ 1. Solicitud de nulidad del concesorio del recurso de agravio constitucional

De acuerdo a lo expresado por Sulliden, fueron presentados dos recursos de agravio


constitucional a favor de Exploraciones Algamarca ante la Quinta Sala Civil de la
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Corte Superior de Justicia de Lima. Al respecto, la solicitante alega que la Sala debió
pronunciarse sobre el primer recurso (primero en el tiempo), y no únicamente sobre
el segundo, hecho que acarrea la nulidad del concesorio por incurrir en las causales
previstas en los artículo 122°, inciso 3 y 171° del Código Procesal Civil.

Este Colegiado advierte que el presupuesto que sustenta el pedido de nulidad del
concesorio del recurso de agravio constitucional es erróneo. En efecto, Sulliden alega
que la Sala se pronunció únicamente respecto del recurso de agravio constitucional
que fue interpuesto en segundo lugar, pero ello no se ajusta a la realidad, pues la Sala
se pronunció respecto del recurso que fue presentado en primer lugar con fecha 30 de
noviembre de 2005 (fojas 1221); y no respecto del segundo, recibido el día 7 de
diciembre de 2005 (fojas 1245), ya que, a la fecha de la interposición de este último,
Exploraciones Algamarca había revocado la designación del abogado que lo
suscribió.

En consecuencia, el pedido de nulidad del concesorio del recurso de agravio


constitucional debe ser desestimado.

§ 2. Demanda de amparo por presunta vulneración al derecho al debido proceso y


la tutela procesal efectiva

2. La demandante, Compañía de Exploraciones Algamarca S.A., alega la vulneración de


sus derechos al debido proceso legal, a no ser desviada de la jurisdicción
predeterminada por la ley y a ser juzgada por un tribunal competente, independiente
e imparcial. Fundamenta su petitorio sobre la base de los artículos 139°, inciso 3 de
la Constitución, 10º de la Convención Universal de Derechos Humanos y 8.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos

Formulado el petitorio en tales términos, este Colegiado, a fin de delimitar con


precisión el asunto sometido a conocimiento, estima necesario abordar, en primer
lugar, el tema de la persona jurídica como titular de derechos humanos y, en
particular, del derecho fundamental al debido proceso y a la tutela procesal efectiva.

La persona jurídica como titular de derechos fundamentales

3. Históricamente, la noción de derechos humanos se elaboró a partir de los atributos


de dignidad y libertad del hombre, con el propósito de brindarle tutela frente al
Estado o poder público. Asentados en esta concepción, los derechos fundamentales
operan en una dimensión vertical (Estado-ciudadano) y se vinculan tan
estrechamente a la naturaleza humana, que excluyeron10[1] de su titularidad a las
personas jurídicas. Al respecto, es ilustrativa la afirmación de García Pelayo, cuando
afirma que se trata de "(...) una concepción para la cual el individuo y no los grupos

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constituyen la verdadera esencia; los valores individuales son superiores a los
colectivos, y el individuo, en fin, decide su destino y hace la Historia"11[2].

4. Sin embargo, esta concepción no ha permanecido inalterable. Por un lado,


ordenamientos jurídicos como el peruano han admitido que los derechos
fundamentales vinculan no sólo al Estado en su relación con los particulares, sino
también a los particulares entre sí en situaciones de desequilibrio real y no sólo
jurídico; gozan, entonces, también de una eficacia horizontal. De otro lado, con
relación a la titularidad de derechos fundamentales, países como Alemania
incluyeron normativamente la posibilidad de que los derechos fundamentales rijan
también para las personas jurídicas nacionales en la medida que, según su esencia, les
sean aplicables (artículo 19.3 de la Ley Fundamental de Bonn).

5. A diferencia de Alemania, el tema de la persona jurídica como titular de derechos


fundamentales no ha sido expresamente desarrollado por nuestro ordenamiento
jurídico constitucional en el ámbito normativo; motivo por el cual adquiere una
especial relevancia la labor del juez constitucional en la determinación y razonable
justificación de aquellos derechos fundamentales que, en ciertas circunstancias, sean
extensivos a las personas jurídicas. La experiencia comparada advierte, asimismo,
que en países como España, donde tampoco se cuenta con una previsión normativa
sobre la materia, el Tribunal Constitucional ha introducido, a través de su
jurisprudencia, el contenido del precitado artículo 19,3 de la Ley Fundamental de
Bonn12[3].

6. El Tribunal Constitucional peruano, a su vez, se ha pronunciado sobre el tema en


anteriores oportunidades, y ha admitido la posibilidad de reconocer a favor de una
persona jurídica derechos fundamentales como el de la buena reputación 13[4], aunque
negando esta posibilidad para el goce de otros, como el de la libertad de tránsito,
“(...) pues se trata de un derecho conexo a la libertad individual, y por ende,
íntimamente vinculado a la facultad locomotora, misma que es exclusiva de las
personas naturales”14[5].

7. Con ánimo complementario, es preciso señalar que, a diferencia de las personas


naturales, las personas jurídicas no pueden ser consideradas un fin en sí mismas, sino
como un medio que hace posible alcanzar determinados fines que son de difícil o
imposible realización de manera individual. En esta medida, las personas jurídicas no
gozan de todos los derechos fundamentales que son reconocidos a favor de las
personas naturales, e incluso, respecto de aquellos derechos que les son reconocidos,
el grado de protección por parte del ordenamiento jurídico podrá no ser idéntico,

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atendiendo a la naturaleza del derecho fundamental y a las particularidades del caso
concreto.

El debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva

8. El artículo 139º de la Constitución consagra en su inciso 3 la observancia del debido


proceso y la tutela jurisdiccional. Es decir, garantiza al justiciable que, ante su pedido
de tutela, el órgano jurisdiccional observe el debido proceso e imparta justicia dentro
de los estándares mínimos establecidos por los instrumentos internacionales.

Estos principios de la función jurisdiccional son recogidos, enunciativamente, por el


artículo 4º del Código Procesal Constitucional, que establece lo siguiente:

[s]e entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una
persona en la que se respetan, de modo enunciativo, sus derechos de libre
acceso al órgano jurisdiccional, a probar, de defensa, al contradictorio e
igualdad sustancial en el proceso, a no ser desviado de la jurisdicción
predeterminada ni sometido a procedimientos distintos de los previstos por la
ley, a la obtención de una resolución fundada en derecho, a acceder a los medios
impugnatorios regulados, a la imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la
actuación adecuada y temporalmente oportuna de las resoluciones judiciales y a
la observancia del principio de legalidad procesal penal.

9. Siendo no excepcional que las personas jurídicas sean parte de distintos tipos de
procesos o procedimientos en sede judicial o administrativa, es razonable afirmar que
en este ámbito les debe ser reconocido el derecho al debido proceso y la tutela
procesal efectiva. En tal mérito, resulta plenamente factible que una persona jurídica
entable un proceso constitucional en tutela de sus derechos fundamentales, puesto
que su reconocimiento exige que se cuente con mecanismos de defensa adecuados
para su protección.

10. En el caso de autos, la demandante promueve este proceso constitucional de amparo


alegando la vulneración de su derecho a no ser desviada de la jurisdicción
predeterminada por ley y a ser juzgada por un tribunal competente, independiente e
imparcial. El acto lesivo, sostiene, se inició con la celebración de un contrato de
transferencia de propiedades mineras suscrito entre las compañías Exploraciones
Algamarca, Minera Algamarca y Sulliden (las dos primeras en calidad de vendedoras
y la tercera en calidad de compradora), puesto que su representante excedió las
facultades que le habían sido conferidas y consintió la posibilidad de un convenio
arbitral en dicho contrato.

11. En virtud del referido convenio arbitral (para el cual la demandante afirma no haber
prestado consentimiento) se inició un proceso arbitral, hecho que, a tenor de
Exploraciones Algamarca, la aparta de la jurisdicción predeterminada por ley;
acotando que este derecho tiene como fin evitar que un individuo sea juzgado por
"órganos jurisdiccionales de excepción" o por "comisiones especiales creadas al
efecto, cualquiera sea su denominación".

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12. Según se ve, los derechos alegados por la demandante se desenvuelven en un
escenario de singulares características, si se toma en cuenta que la presunta
vulneración tiene lugar en el marco de un proceso arbitral. Este Colegiado ha
reconocido en anterior jurisprudencia la naturaleza excepcional de la jurisdicción
arbitral:

(...) el artículo 139º, inciso 1 de nuestro ordenamiento constitucional consagra


la naturaleza excepcional de la jurisdicción arbitral, lo que determina que, en el
actual contexto, el justiciable tenga la facultad de recurrir ante el órgano
jurisdiccional del Estado para demandar justicia, pero también ante una
jurisdicción privada.15[6]

El arbitraje constituye, por tanto, una alternativa al Poder Judicial para la solución de
conflictos que versen sobre materia de carácter disponible por las partes. No es, pues,
anómalo, que los justiciables opten por recurrir a esta vía cuando, por ejemplo, se
discutan materias de considerable cuantía económica. Se trata, presumiblemente, de
controversias que oponen en mayor medida a empresas, bajo la consideración de que
el importante interés económico en discusión y las dilaciones en las que puede
incurrir la jurisdicción ordinaria, franquean oportunamente el proceso arbitral16[7].

13. Pese a que el arbitraje puede ser entendido como una jurisdicción de carácter
privado que versa sobre materias de carácter disponible, no se debe perder de vista
que su reconocimiento constitucional implica que su ámbito trasciende lo meramente
establecido en el convenio arbitral y en la Ley General de Arbitraje. En efecto, en el
marco de un proceso arbitral deben ser respetados los derechos fundamentales y las
garantías procesales y sustanciales que componen el derecho al debido proceso. Del
mismo modo, deben ser observados los preceptos y principios constitucionales,
conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones del
Tribunal Constitucional; así como los precedentes vinculantes y las sentencias
normativas que emita este Colegiado, dada su condición de supremo intérprete de la
Constitución.

Ello se desprende de la dimensión objetiva17[8] del proceso arbitral, definida por el


artículo 51º de la Constitución, que supone la prevalencia de la Constitución sobre
toda norma inferior jerarquía.

14. Así planteado el tema, es factible que la demandante recurra a un proceso


constitucional de amparo alegando la vulneración de su derecho fundamental al
debido proceso, y convoque la intervención de la jurisdicción constitucional a
efectos de que se brinde efectiva tutela. No obstante, es necesario enfatizar que, en
consideración la naturaleza jurisdiccional de arbitraje y el carácter disponible de la

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materia sometida a esa jurisdicción, la intervención de la jurisdicción ordinaria no
podrá ser ejercida sino hasta el momento en que se cuente con un laudo arbitral firme
–para emplear los términos del artículo 4° del Código Procesal Constitucional,
referido a la procedencia del amparo frente a resoluciones emanadas de un proceso
judicial– o, como ha sido señalado en anterior jurisprudencia, hasta que se hayan
agotado las vías previas, de conformidad con el artículo 5.4 del precitado código.

Sobre esta materia se profundizará en los siguientes fundamentos.

§ 3. La procedencia del amparo frente a laudos arbitrales: necesidad de agotar las


vías previas

15. Tratándose de materias de carácter disponible18[9], los árbitros se encuentran


facultados para conocer y resolver las controversias cuya resolución les ha sido
encomendada, y para rechazar ilegítimas interferencias que pudieran darse. Sin
perjuicio de ello, existe la posibilidad de que se emitan laudos arbitrales en procesos
que resulte lesivos del derecho a la tutela procesal efectiva de alguna de las partes, en
cuyo caso, quien se considere afectado en su derecho podrá interponer un proceso
constitucional, siempre que, de manera previa a la interposición de dicho proceso, el
presunto agraviado haya agotado los recursos que la Ley General de Arbitraje –Ley
26572 – prevé para impugnar el laudo arbitral que dice afectarlo19[10].

16. Este requisito de procedibilidad se sustenta en el artículo 5°, inciso 4) del Código
Procesal Constitucional, que señala: "No proceden los procesos constitucionales
cuando: 4) No se hayan agotado las vías previas, salvo en los casos previstos en este
Código y en el proceso de hábeas corpus". En el caso particular del proceso de
amparo, se sustenta, además, en el artículo 45° del citado Código, que dispone: "El
amparo sólo procede cuando se hayan agotado las vías previas. En caso de duda
sobre el agotamiento de la vía previa se preferirá dar trámite a la demanda de
amparo". Ambos artículos refieren en su texto el concepto "vía previa", que debe
entenderse como un requisito de procedencia consistente en agotar los recursos
jerárquicos con que cuenta el presunto agraviado antes de recurrir a la vía del
proceso constitucional; y que resulta exigible a efectos de obtener un
pronunciamiento sobre el fondo de la controversia constitucional.

17. Así, en el caso del proceso de arbitraje, la Ley 26572 dispone que los laudos
arbitrales son definitivos y contra ellos sólo proceden los recursos de apelación y
anulación.

El recurso de apelación, de conformidad con el artículo 60º de la Ley General de


Arbitraje, procede ante el Poder Judicial o ante una segunda instancia arbitral cuando
se hubiere pactado su admisibilidad en el convenio arbitral o está previsto en el
reglamento arbitral de la institución a la que las partes sometieron su controversia.

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Si el recurso de apelación fue interpuesto ante el Poder Judicial, ya no cabe la
interposición del recurso de anulación, puesto que no son compatibles 20[11]; en
consecuencia, el presunto agraviado estará habilitado para recurrir al juez
constitucional. De otro lado, si el recurso de apelación fue interpuesto ante una
segunda instancia arbitral, deberá interponerse el recurso de anulación de laudo
arbitral, previsto en el artículo 61º de la Ley General de Arbitraje, ante el Poder
Judicial.

18. El segundo recurso previsto en el artículo 60º de la Ley General de Arbitraje es el


de anulación. Su objeto es la revisión de la validez del laudo dictado en instancia
única o del laudo arbitral de segunda instancia, y se interpone ante el Poder Judicial,
por las causales establecidas en el artículo 73º de la Ley 26572. Agotado este
proceso judicial, quien se sienta afectado en su derecho podrá recurrir al proceso de
amparo.

19. La razonabilidad del agotamiento de la vía previa, como requisito de procedencia


del proceso de amparo, se sustenta en la independencia jurisdiccional con que cuenta
el arbitraje y en la efectiva posibilidad de que, ante la existencia de un acto infractor,
este sea cuestionado y corregido de conformidad con los principios y garantías
jurisdiccionales consagrados en el artículo 139º de la Constitución; desarrollados
para tal efecto por la Ley General de Arbitraje.

Evaluación de la demanda incoada y aplicación del principio de la competencia


de la competencia (“kompetenz-kompetenz”)

20. A la luz de los hechos alegados y del petitorio de la demanda, la cuestión


controvertida consiste en determinar si la empresa demandante está sometida a la
jurisdicción arbitral en virtud del convenio suscrito por el señor Orbegoso Tudela
con la Minera Sulliden; vale decir, si el tribunal arbitral Sulliden-Algamarca es
competente para conocer la controversia suscitada entre las partes del contrato; o si,
por el contrario, constituye una vulneración del derecho al debido proceso de la
recurrente.

Sobre este punto los argumentos de las partes serán repasados brevemente.

21. La demandante sostiene que su entonces representante, el señor Orbegoso Tudela,


excedió sus facultades de representación al suscribir un convenio arbitral con
Sulliden, puesto que no había sido autorizado por la junta general de accionistas de
Exploraciones Algamarca para realizar dicho acto; en consecuencia, solicita dejar sin
efectos el referido convenio, así como la instalación del tribunal arbitral Sulliden-
Algamarca; con lo cual, las controversias relacionadas con el contrato de
transferencia de propiedades mineras podrán ser discutidas en el marco de un
proceso judicial ordinario.

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22. En oposición a estos alegatos, Sulliden señala que el representante de Exploraciones
Algamarca era también el Gerente General de dicha empresa, motivo por el cual no
es de aplicación el artículo 167º del Código Civil21[12], sino el artículo 188º de la Ley
General de Sociedades22[13], que establece que entre las atribuciones del gerente
general de una sociedad anónima está la de representar a la sociedad con las
facultades especiales previstas en el Código Procesal Civil. Y es a partir de una
interpretación concordada de la Ley General de Sociedades y el artículo 75º del
Código Procesal Civil23[14], que se argumenta que es posible que un gerente general
suscriba válidamente un convenio arbitral en representación de la sociedad, puesto
que sus facultades de representación son amplias y no se limitan a las procesales
judiciales.

23. No son estos los únicos argumentos que han sido expuestos por las partes; también
se ha hecho expresa referencia a la doctrina de los “actos propios”. Al respecto, se ha
señalado que la demandante habría alegado la existencia del convenio arbitral en el
marco de otro proceso judicial, con el objeto de que el juez que conocía una solicitud
presentada por Sulliden (solicitud de medida cautelar fuera de proceso), declinara su
competencia. Por su parte, Exploraciones Algamarca atribuye un significado distinto
al escrito presentado ante el juzgado que conoció dicha causa, afirmando que no es
pertinente la aplicación de la doctrina de los actos propios en este caso concreto.

24. Aún es posible agregar a los argumentos vertidos por las partes, consideraciones
relacionadas con la buena fe contractual y los usos aplicables a la celebración de
contratos mineros. Aparentemente, el problema se configuraría como una cuestión de
carácter civil o societario, que debiera ser valorada por un juez ordinario a la luz de
las leyes y códigos respectivos.

Ello no implica, ciertamente, desconocer la vital importancia que reviste el convenio


arbitral, por expresar la voluntad de las partes de someter una controversia al
arbitraje, aunque para ello debe suscribirse válidamente, con pleno respeto del
ordenamiento jurídico vigente y de los derechos de las partes. Asimismo, debe
tenerse en cuenta que, pese a que la tarea del juez constitucional es la de ser
intérprete de la constitución, y no de la ley, en determinadas circunstancias ello será
posible a efectos de no dejar sin tutela el ejercicio legítimo de un derecho
fundamental amenazado o vulnerado.

25. Sin embargo, en el caso de autos, antes que determinar si resulta oportuno discutir
los argumentos legales presentados por las partes en sede constitucional, se debe
evaluar si el demandante agotó las vías previas antes de recurrir al proceso de
amparo, de conformidad con lo expuesto en los fundamentos 15 y 16, supra; y de
acuerdo a los criterios jurisprudenciales vinculantes adoptados en la sentencia

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recaída en el Exp. 6167-2005-PHC (criterios que, en esta materia, ya vienen siendo
aplicados por el Poder Judicial24[15]).

Para llevar a cabo esta tarea corresponde evaluar si la Ley General de Arbitraje ha
previsto un mecanismo para cuestionar la competencia del propio tribunal arbitral y,
de ser así, precisar cuál es el órgano encargado de llevar a cabo esta tarea.

26. En cuanto a este punto, el Tribunal Constitucional se ha pronunciado en anterior


oportunidad en el sentido de reconocer la plena vigencia del principio de la
competencia de la competencia, previsto en el artículo 39º de la Ley General de
Arbitraje, que faculta a los árbitros a decidir sobre su propia competencia, incluso
cuando se cuestione la existencia, la eficacia o la validez del convenio arbitral. En
dicha ocasión se señaló:

(...) Este Colegiado resalta la suma importancia práctica que reviste dicho
principio, a efectos de evitar que una de las partes, que no desea someterse al
pacto de arbitraje, mediante un cuestionamiento de las decisiones arbitrales y/o
la competencia de los árbitros sobre determinada controversia, pretenda
convocar la participación de jueces ordinarios, mediante la interposición de
cualquier acción de naturaleza civil y/o penal, y desplazar la disputa al terreno
judicial.25[16]

27. No obstante, el principio de la "competencia de la competencia" no puede ser


garantizado ilimitadamente por nuestro ordenamiento jurídico. La imposibilidad de
que los derechos fundamentales sean garantizados de manera ilimitada es aplicable,
mutatis mutandis, al principio que nos ocupa:

En tanto derechos, están fundamentados en la Constitución. Por ello, hay que


sostener el punto de vista objetivo-sistemático de su pertenencia al orden
jurídico (de la Constitución) de donde resulta la imposibilidad de una
ilimitabilidad 'en todas direcciones', como una intelección irrenunciable de toda
teoría de la Constitución (...).26[17]

28. En el caso de autos el tribunal arbitral es el competente para pronunciarse sobre su


propia competencia. Sin embargo, se debe tener en consideración que el principio de
la "competencia de la competencia" no trasciende el ámbito de aplicación de la Ley
General de Arbitraje, ni genera una zona exenta de control constitucional, pues,
como bien se enfatiza en la última parte del fundamento 13 de la sentencia recaída
sobre el Exp. 6167-2005-PHC/TC, será posible cuestionar la actuación arbitral por
infracción de la tutela procesal efectiva (fundamento 8, supra) y por inobservancia
del cumplimiento de la jurisprudencia constitucional o los precedentes de
observancia obligatoria, emitidos por este Colegiado, en atención a los artículos VI,

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in fine, y VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional,
respectivamente.

En aplicación del citado Código y, en particular, de la causal de improcedencia


contemplada en el artículo 5º, inciso 4), no corresponde emitir pronunciamiento
sobre el fondo de la controversia de este proceso de amparo, pues no se ha agotado la
vía previa.

29. En efecto, en el presente caso no se ha emitido laudo arbitral. Ello se constata de la


lectura de la resolución N.º 201, de fecha 15 de diciembre de 2005, emitida por el
tribunal arbitral Sulliden-Algamarca, en la cual se resuelve la suspensión del proceso
arbitral en atención a la medida cautelar concedida por el juez del Tercer Juzgado
Civil de Cajamarca, en el marco de un proceso constitucional de amparo. La medida
cautelar dispone que el tribunal arbitral se abstenga de expedir laudo que ponga fin
al proceso seguido por Sulliden, hasta que se emita sentencia definitiva en dicho
proceso.

En la resolución emitida por el tribunal arbitral se deja expresa constancia de su


rechazo a la tramitación de dicho proceso, pero no obstante acata la medida dispuesta
por el juez en observancia del artículo 22º del Código Procesal Constitucional, que
consagra el principio de prevalencia de lo dispuesto en los procesos constitucionales.

30. En este escenario se podría estar configurando una vulneración del derecho a la
tutela procesal efectiva de la demandante, toda vez que la ausencia de laudo le
impide iniciar un proceso en su defensa en sede judicial, situándola en estado de
indefensión. Sin embargo, este Colegiado no considera que la suspensión del proceso
arbitral, y consiguiente ausencia de laudo, exima a la demandante de transitar la vía
previa, ya que es debido a su actuación que no se ha emitido pronunciamiento sobre
el fondo de la controversia en sede arbitral. En efecto, la medida cautelar que ordena
la suspensión del proceso arbitral fue dictada en el marco de otro proceso
constitucional de amparo, a solicitud de la demandante, Exploraciones Algamarca, y
de una de sus codemandadas en este proceso, Minera Algamarca.

Sin duda resulta cuestionable la legitimidad de la medida cautelar, que dispuso la


suspensión del proceso arbitral seguido por Sulliden Shahuindo contra Minera
Algamarca y Exploraciones Algamarca; no obstante, no cabe emitir un
pronunciamiento al respecto por ser distinta la materia controvertida en el caso de
autos.

31. Otro aspecto sobre el cual conviene emitir pronunciamiento es sobre el recurso de
reposición interpuesto por Exploraciones Algamarca.

Sobre este punto la demandante sostiene que agotó la vía previa, puesto que contra
la denegatoria de un recurso de reposición no cabe la interposición de ningún otro
medio impugnatorio, de modo que habría quedado expedita la vía del proceso de
amparo.

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Sobre el particular, en efecto, la Ley General de Arbitraje no prevé ningún medio
impugnatorio que proceda contra la resolución denegatoria de un recurso de
reposición (denominado “recurso de reposición” luego de su modificatoria). No
obstante, por regla general, la intervención del juez constitucional por presunta
infracción a la tutela procesal efectiva tendrá lugar sólo después de haberse agotado
los recursos previstos por la Ley General de Arbitraje y de existir un
pronunciamiento definitivo sobre el fondo de la controversia (que versa,
necesariamente, sobre materias de carácter disponible por la partes). Esta
prevención tiene como fin evitar que se interfiera en el normal desenvolvimiento del
proceso, y que se detenga o retarde por contingencias de cualquier tipo.

32. En el caso de autos, la demandante presenta ante el tribunal arbitral una “solicitud
de conclusión anticipada de proceso”, la misma que, al ser denegada, dio lugar a la
interposición de un recurso de reposición, con el cual la demandante aduce haber
agotado la vía previa. El petitorio de la referida solicitud es el siguiente:

(...) venimos a solicitar, como efectivamente solicitamos, se declare la


CONCLUSIÓN ANTICIPADA DEL PROCESO porque EL LAUDO SERÁ
EXPEDIDO SOBRE MATERIA IMPLÍCITAMENTE NO SOMETIDA A
DECISIÓN DE LOS ÁRBITROS, hecho que constituye la causal de anulación
del laudo prevista en el inciso 6 del artículo 73º de la Ley General de Arbitraje.
En tal virtud el tribunal arbitral habrá de admitir a trámite nuestra solicitud y,
luego del procedimiento correspondiente, declararla fundada, dando por
concluido el proceso mandando archivar los actuados”27[18] (el subrayado es
agregado).

Tal como expresa la demandante, dicha causal de nulidad está prevista en la Ley
General de Arbitraje y debe ser resuelta de conformidad con dicho cuerpo legal,
antes de que sea posible cuestionarla en la vía del proceso constitucional. Es posible
inferir que la solicitud de Exploraciones Algamarca importa, aunque de manera
indirecta, un nuevo cuestionamiento a la competencia del tribunal arbitral Sulliden-
Algamarca, motivo por el cual la demandante alega, sobre la base de esta solicitud y
su reconsideración, haber agotado la vía previa para acudir a este proceso
constitucional, en el que la materia controvertida es también la competencia del
referido tribunal.

33. En consecuencia, para que se habilite la vía del amparo, la demandante debió
cuestionar la competencia del tribunal arbitral Sulliden-Algamarca de conformidad
con lo dispuesto por la Ley General de Arbitraje; vale decir, formulando oposición
total o parcial al arbitraje cuando presentó su pretensión inicial, tomando en
consideración que el artículo 39º de la Ley General de Arbitraje señala: " (...) Contra
la decisión de los árbitros [sobre su competencia] no cabe impugnación alguna, sin
perjuicio del recurso de anulación, si la oposición hubiera sido desestimada" (el
subrayado es agregado).

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Por todas y cada una de las consideraciones expuestas, la demanda de autos es
improcedente por falta de agotamiento de la vía previa.

34. No es inútil reiterar la importancia que tiene el cumplimiento de los precedentes


vinculantes establecidos por el Tribunal Constitucional, de conformidad con el
artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional. En ese sentido,
resulta coherente que instituciones como la Oficina de Control de la Magistratura del
Poder Judicial haya dispuesto que, bajo responsabilidad funcional, los órganos
jurisdiccionales de la República deben dar cabal cumplimiento a los precedentes
establecidos por este Colegiado.28[19] Es de provecho recordar que, de conformidad
con el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, “Los
Jueces interpretan y aplican las leyes o toda norma con rango de ley y los
reglamentos según los preceptos y principios constitucionales, conforme a la
interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal
Constitucional”.

Es pues, necesario, recalcar que los criterios jurisprudenciales establecidos en la


sentencia recaída en el Expediente 6167-2005-PHC son de obligatorio cumplimiento,
a fin de prevenir posibles e ilegítimas interferencias en el desarrollo de un proceso
arbitral.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GARCÍA TOMA

ALVA ORLANDINI

LANDA ARROYO

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EXP. 01567-2006-PA/TC
LIMA
COMPAÑÍA DE EXPLORACIONES
ALGAMARCA

FUNDAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO GONZALES OJEDA

Con el debido respeto por la opinión de los Magistrados que suscriben el proyecto de
sentencia en mayoría, compartiendo el sentido del fallo de la sentencia, no sucede lo
mismo con los fundamentos en los que éste se sustenta. En concreto, las razones que
justifican este Fundamento de Voto son los siguientes:

1. Con fecha 20 de enero de 2004, la Compañía de Exploraciones Algamarca S.A.


interpone demanda de amparo contra la Compañía Minera Algamarca S.A., la
Compañía Minera Sulliden Shahuindo S.A.C., y de don Miguel Orbegoso Tudela –
como demandados–; así como del Instituto Nacional de Derecho de Minería Petróleo y
Energía, y de don José Santistevan de Noriega, don Felipe Cantuarias Salaverry y de
don Víctor Avila Cabrera –en calidad de terceros legitimados–. La pretensión principal
es que se declare inaplicable y sin efecto jurídico, el Convenio Arbitral contenido en el
Punto 6.2 de la Cláusula Sexta del Contrato de Transferencia de Propiedades Mineras,
de fecha 6 de noviembre de 2002, mismo que fue elevado a escritura pública el 11 de
noviembre de 2002; del mismo modo, y como pretensiones accesorias, solicita que se
declaren inaplicables la decisión del Instituto Nacional de Derecho de Minería, Petróleo
y Energía, mediante el cual se designa como árbitro a don Fernando Cantuarias
Salaverry; la designación de don Jorge Santistevan de Noriega como Presidente del
Tribunal Arbitral; así como la convocatoria a la sección de instalación del Tribunal
Arbitral y todos los actos que este pudiera desarrollar al avocarse al conocimiento y
resolución de cualquier conflicto de intereses o incertidumbre jurídica originado por el
contrato precitado. En ese sentido, solicita además, la reposición de las cosas al estado
anterior a la agresión de sus derechos constitucionales para que pueda recurrir ante la
jurisdicción ordinaria, para la resolución de los conflictos de intereses o las
incertidumbres relacionadas con el contrato antes acotado.

2. A juicio del suscrito, la demanda debió declararse improcedente como se declara en


la sentencia en mayoría, no por las razones que allí se invocan, sino porque a fojas 906
de autos se aprecia copia de la demanda de nulidad de cesión de posición contractual
interpuesta por la Compañía Minera Algamarca S.A. conjuntamente con la Compañía
de Exploraciones Algamarca S.A., en contra de don Miguel de Orbegoso Tudela y de
Minera Sulliden Shahuindo S.A.C., por la que se solicita que se declare la ineficacia, en
relación a los demandantes en ese proceso, del Contrato de Transferencia de Derechos
Mineros celebrada por el codemandado don Miguel de Orbegoso Tudela, presuntamente
en representación de las empresas demandantes en ese proceso, con la codemandada
Minera Sulliden Shahuindo S.A.C., en todas sus estipulaciones. Dicha demanda, que
tiene una finalidad semejante a la del proceso de amparo, fue admitida por el Cuarto
Juzgado Especializado en lo Civil de Lima en la vía del proceso de conocimiento,
entendiéndose a ésta como una de anulabilidad y, por ende, de ineficacia del contrato de
transferencia de derechos mineros e indemnización por daños y perjuicios.
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En ese sentido, soy de la opinión que coexistiendo dos procesos que, aunque tramitados
en vías procesales diferentes, pretenden los mismos efectos jurídicos, la vía del amparo
decae. Dicho decaimiento de la sede constitucional no sólo está vinculado a la
preexistencia de un proceso ordinario (art. 5.3 del Código Procesal Constitucional), sino
también a la iniciación de uno con posterioridad (art. 5.6 del mismo Código Procesal
Constitucional), de donde resulta que acreditada la existencia de un proceso ordinario –
independientemente si es anterior o posterior al proceso de amparo–, donde la
pretensión sea la misma en sede constitucional, o cuyos efectos sean iguales o similares,
es suficiente para que la jurisdicción constitucional sea incompetente para conocer del
mismo.

S.
GONZALES OJEDA

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EXP. N.º 01567-2006-PA/TC
LIMA
COMPAÑIA DE EXPLORACIONES
ALGAMARCA

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO JUAN BAUTISTA BARDELLI


LARTIRIGOYEN

Que discrepo de los votos de mis honorables colegas, por las razones que a continuación
paso a exponer:

1. La sustracción de la materia del ámbito jurisdiccional es una causal de


conclusión del proceso, sin declaración sobre el fondo y se encuentra contenida
en el artículo 321º inciso 1 del Código Procesal Civil de aplicación supletoria a
los procesos constitucionales según lo dispuesto por el artículo IX del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional.

2. El ordenamiento procesal constitucional ha previsto en el artículo 1º in fine del


Código Procesal Constitucional, dos causales para que se produzca la conclusión
del proceso sin declaración sobre el fondo: a) Que cese la agresión o amenaza
por decisión voluntaria del agresor, y b) Que la agresión haya devenido en
irreparable. Ello no impide que la declaración sobre el fondo pueda ser
pronunciada, pese a que la agresión haya cesado o se haya hecho irreparable, si
el juez, atendiendo a la naturaleza del agravio producido, lo encuentra
pertinente, en cuyo caso declarará fundada la demanda precisando los alcances
de su decisión, dispondiendo que el emplazado no vuelva a incurrir en las
acciones u omisiones que motivaron la interposición de la demanda, y que si
procediere de modo contrario se le aplicarán las medidas coercitivas previstas en
el artículo 22º del Código Procesal Constitucional.

3. El artículo 5º inciso 3 del Código Procesal Constitucional establece como causal


de improcedencia de la demanda el hecho que “ el agraviado haya recurrido
previamente a otro proceso judicial para pedir tutela respecto de su derecho
constitucional”. Al efecto es preciso tener presente que las causales de
improcedencia son aplicables a la presentación de la demanda y no afectan la
relación procesal ya establecida, la cual se sujeta al principio de la perpetuatio
jurisdictionis.

4. La diferencia entre las causales de improcedencia y las causales de conclusión


del proceso sin declaración sobre el fondo radica en que en las primeras resulta
imposible que la relación procesal siquiera se constituya, y en las segundas
provoca la disolución de la relación procesal instaurada.

En ese sentido, como resulta particularmente importante apreciar si el actor optó,


previamente a la interposición de la demanda de amparo, por recurrir a otro
proceso judicial para pedir tutela respecto de su derecho constitucional, será
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improcedente la referida demanda. En cambio si la ocpión por la vía procesal
ordinaria es posterior a la instauración al proceso de amparo, será causal de
conclusión de proceso sin declaración sobre el fondo por haberse sustraido la
materia del ámbito de la jurisdicción constitucional.

5. Considero que para que pueda operar la sustracción de la materia porque el


afectado haya optado por la vía jurisdiccional ordinaria debe satisfacerse
positivamente la identificación de las pretensiones a fin de que confrontadas
éstas entre sí, pueda establecerse si se trata de una misma pretensión o de
pretensiones distintas. La confrontación de pretensiones debe realizarse sobre la
base de 3 de los elementos de la pretensión: sujeto, objeto y causa, debiendo
tenerse presente que : “ Importa destacar, asimismo, que cualquier variante que
presente alguno de los tres elementos mencionados, comprueba, como regla,
que se trata de pretensiones diversas, no obstante que la coincidencia que éstas
puedan presentar entre sus restantes elementos determine una vinculación por
conexidad, la que es susceptible de producir ciertos efectos jurídicos que
examinaremos en su oportunidad ( particularmente acumulación de
pretensiones y de procesos)”. ( Palacio, Lino Enrique, Derecho Procesal Civil ,
Tomo I , Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires, Argentina, 1994, página 391.).

6. En el caso de autos es evidente que al confrontar la pretensión procesal


constitucional de inaplicación del convenio arbitral y de sus actos de aplicación,
con la pretensión procesal civil de nulidad de cesión de posición contractual no
existe identidad entre sujeto y objeto, aunque si es perceptible la identidad en la
causa ( el contrato de transferencia de propiedades mineras del 11 de noviembre
de 2002); por lo que no existe identidad entre las pretensiones sino simplemente
conexidad, supuesto de hecho al que no se atribuye la consecuencia jurídica de
disolver la relación procesal existente y la conclusión del proceso sin
declaración sobre el fondo.

7. En relación a las competencias con que cuenta la juridicción arbitral, el


Tribunal Constitucional se ha pronunciado en anterior oportunidad a efectos de
reconocer la plena vigencia del principio de competencia de la competencia,
previsto en el artículo 39º de la Ley General de Arbitraje, que faculta a los
arbitros a decidir sobre su propia competencia incluso cuando sean cuestionadas
la existencia, la eficacia o la validez del convenio arbitral ( STC EXP. Nº 6167-
2005-HC/TC).

8. El principio de la competencia de la competencia aplicable al arbitraje se


encuentra sometido al límite subjetivo del convenio arbitral, establecido por el
artículo 9 de la Ley General de Arbitraje según el cual “ el convenio arbitral
vincula a las partes y a sus sucesores” ; de tal suerte, que los arbitros sollo
pueden pronunciarse validamente sobre la existencia, la eficacia o la validez del
convenio arbitral si es que el cuestionamiento involucra exclusivamente a las
partes, reales o supuestas, del mismo; porque de lo contrario se registraría un
ejercicio ilimitado de la potestad jurisdiccional que vulnera el principio de
interdicción de la arbitrariedad, que haría permisible a quien se sienta afectado

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en su derecho a poder recurrir al proceso de amparo.

9. En el caso de autos es posible apreciar que el cuestionamiento de la eficacia del


convenio arbitral se funda en la presunta violación por parte del Sr. Orbegoso
Tudela de las facultades de representación que le fueron conferidas por la Junta
General de Accionistas de la demandante; por lo que resulta evidente que el
pronunciamiento del Tribunal Arbitral sobre su propia comptencia se produjó
respecto de la actuación de un tercero ajeno al convenio arbitral y al proceso
mismo.

10. Por tanto, el Tribunal Arbitral será competente para pronunciarse sobre su
propia competencia incluso si lo que se alega, como en el caso de autos, es la
inexistencia de un convenio arbitral que vincule validamente a las partes. No
obstante el principio de la competencia de la competencia no trasciende el
ámbito de la Ley General de Arbitraje ni genera una zona exenta de control
constitucional pues, como bien se señala en la última parte del fundamento 13 de
la sentencia recaída en el Exp. Nº 6167-2005-HC/TC, será posible cuestionar la
actuación arbitral por infracción de la tutela procesal efectiva ( fundamento 8
supra) y por inobservancia al cumplimiento de la jurisprudencia constitucional o
los precedentes de observancia obligatoria en atención a lo dispuesto por los
artículos VI in fine y VII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional respectivamente.

11. De otro lado la Junta General de Accionistas de la demandante, celebrada el 31


de julio de 2002, faculto al Sr. Orbegoso Tudela a aceptar la propuesta de
compra planteada por la empresa canadiense Sulliden Exploration Inc, persona
jurídica distinta de la demandada Sulliden Shahuindo, y a efectuar la
transferencia de cumplirse con las condiciones pactadas. El acuerdo de la Junta
General no hace referencia algun, ni ímplicita ni explícita, a la suscripción de un
convenio arbitral en el marco de la transferencia aceptada. Pero no puede
obviarse que el Sr. Orbegoso Tudela era al mismo tiempo Presidente del
Directorio y Gerente General de la demandada por lo que contaba con las
facultades de representación inherentes a su cargo; las cuales, conforme al
estatuto social, eran en materia procesal las generales y especiales señaladas por
los artículos 74 y 75 del Código Procesal Civil.

12. Se advierte que las facultades generales de representación procesal no autorizan


la disposición de derechos sustanciales, en tanto que las facultades especiales
únicamente permiten someter a arbitraje las pretensiones controvertidas en un
proceso y que el precitado artículo 75º somete el otorgamiento de las facultades
de representación procesal al principio de literalidad, prohíbiendo presumir la
existencia de facultad que no haya sido expresamente conferida.

13. En el caso de autos conviene apreciar que el proceso de amparo carece de


estación probatoria, sin embargo es evidente que el Sr. Orbegoso Tudela
suscribió el convenio arbitral careciendo manifiestamente de facultades
suficientes. Por tanto, se ha afectado el derecho de la demandante a demandar

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ante el órgano jurisdiccional del Estado; así como que la desestimación de la
excepción de incompetencia fundada en una interpretación extensiva de las
facultades conferidas al Sr. Orbegoso Tudela vulnera los principios de
interdicción de la arbitrariedad y de razonabilidad y proporcionalidad, afectando
con ello el derecho de la demandante a una resolución fundada en derecho, que
informa la tutela procesal efectiva, conforme a lo enunciado en el artículo 4º del
Código Procesal Constitucional y al artículo 139º inciso 3 de la Constitución.

Por las razones antes expuestas soy de opinión que la demanda debe ser declarada
fundada, y en consecuencia, inaplicables y sin efecto jurídico alguno el Convenio
Arbitral contenido en el Contrato de Tranferencia de propiedades mineras de 6 de
noviembre de 2002, la designación de los arbitros, la instalación del Tribunal
Arbitral Sulliden Algamarca y los actos procesales que tuvieron lugar en dicha sede.

SS

BARDELLI LARTIRIGOYEN

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Telf. : 4217056
EXP. N.º 04195-2006-AA/TC
LIMA
PROIME CONTRATISTAS
GENERALES S.A.

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 16 días del mes de noviembre de 2007, la Sala Segunda del Tribunal
Constitucional, integrada por los magistrados Mesía Ramírez, Vergara Gotelli y Álvarez
Miranda, pronuncia la siguiente sentencia con el fundamento de voto de los magistrados
Mesía Ramírez y Vergara Gotelli, adjunto.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por PROIME Contratistas


Generales S.A. contra la resolución de la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de
Justicia de Lima, de fojas 437, su fecha 19 de julio de 2005, que declara improcedente
la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 06 de febrero de 2004 la empresa recurrente interpone demanda de


amparo contra el Laudo Arbitral de Derecho de 22 de diciembre de 2003, emplazando
con la demanda a los miembros del Tribunal Arbitral del Colegio de Ingenieros del
Perú. Alega que dicha resolución, al no tomar en cuenta los hechos y las normas
aplicables al caso, ni las interpretaciones “jurisprudenciales” anteriores, resulta
inmotivada y, por tanto, violatoria de su derecho al debido proceso; y que el laudo sería
incongruente por cuanto no se pronuncia expresamente respecto a sus pretensiones, toda
vez que las declara “improcedentes”, expresión que sólo es aplicable cuando no
concurre alguna de los presupuestos de fondo para la validez de la relación procesal. En
consecuencia, solicita que se declare la ineficacia del Laudo.

Con fecha 11 de febrero de 2004, la demanda de amparo es declarada improcedente


por el juez del Sexagésimo Sexto Juzgado Especializado en lo Civil de Lima, quien
fundamenta su decisión, principalmente, en los siguientes argumentos:

a) “Que, estando a lo expuesto por el accionante, se tiene que no se le ha


vulnerado en la actualidad derecho constitucional alguno, por cuanto las leyes,
decretos, resoluciones judiciales o arbitrales y demás normas de rango
constitucional se dictan en forma general y por lo tanto su aplicación es en ese
ámbito, sin hacer discriminación alguna y son de cumplimiento obligatorio”
(fundamento quinto); y,
b) Que, contra dicho Laudo no cabe recurso alguno, por cuanto no ha sido pactado
por las partes, ni está previsto en el reglamento arbitral.

La recurrida, por su parte, confirma la apelada pero sustentando su fallo en dos


argumentos distintos a los utilizados por el juez de la primera instancia, a saber :

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a) “Que, si bien la falta de motivación al expedir una resolución y la observancia
del debido proceso, así como la tutela jurisdiccional efectiva, se encuentran
considerados como una afectación al derecho que consagra nuestra Carta
Magna, sin embargo, lo que la empresa demandante pretende, es cuestionar la
validez de fondo del Laudo Arbitral dictado (...)” (fundamento tercero); y,
b) Que, dado el carácter residual del amparo, la vía correspondiente sería el
recurso de anulación del laudo, previsto en la Ley General de Arbitraje.

FUNDAMENTOS

1. Conforme al texto de la demanda, se alega que el emplazado Tribunal Arbitral, al


expedir el laudo cuestionado, no ha tomado en cuenta el que la empresa recurrente
había obtenido, aunque tardíamente, una ampliación de metraje del contrato de obra
con ENAPU, lo que, finalmente, acarrearía la prórroga del plazo para el
cumplimiento del contrato. Dado que en el expediente aparece como un hecho
comprobado que la recurrente solicitó y obtuvo dicha ampliación del metraje del
contrato, lo que en realidad se está cuestionando en esta vía es la interpretación que
ha realizado el Tribunal Arbitral, el que según parece entender la recurrente, una vez
producida la ampliación del metraje, debió, automáticamente, asumir también la
suspensión del plazo del contrato.

En la medida que el Tribunal Arbitral no procedió en tal sentido habría violado los
derechos de la recurrente al debido proceso, así como a la debida motivación y
valoración de los medios probatorios ofrecidos, por lo que solicita que en esta vía se
declare la invalidez del referido laudo arbitral.

2. Antes de avanzar en la respuesta puntual a la pretensión planteada, este Tribunal


considera pertinente dejar sentada su discrepancia con lo expuesto por el órgano
que decidió el presente caso en primera instancia, puesto que el hecho de que el
laudo sea, prima facie, inimpugnable, no lo convierte en incontrolable en vía del
proceso de amparo. En este sentido, conviene recordar que el debido proceso
compromete normas de orden público constitucional, por lo que su defensa y control
son irrenunciables, no sólo en el ámbito de los procesos judiciales, sino también
en todo tipo de decisiones donde el Estado haya reconocido actuaciones
materialmente jurisdiccionales, como es el caso del arbitraje (Exp. Nº 6167-2005-
HC, fundamentos 17 y 18).

Respecto a los argumentos de la recurrida, este Colegiado, si bien comparte el


criterio conforme al cual el proceso de anulación de laudo arbitral constituye, en
principio, una vía previa al amparo (Exp. N° 6167-2005-HC, fundamento 14 in
fine); no considera que ello signifique prescindir de atender el hecho de que,
conforme al artículo 73° de la Ley General de Arbitraje, sólo se puede impugnar un
laudo en base a una lista cerrada de causales. En tal sentido, este Colegiado estima
que una afectación que no esté contemplada como causal de anulación de laudo, y
que, sin embargo, compromete seriamente algún derecho constitucionalmente
protegido a través del proceso de amparo, no puede ni debe tramitarse como un

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recurso de anulación, de modo que para estos supuestos queda habilitado el amparo
como medio eficaz de defensa de los derechos comprometidos.

3. No obstante, conforme se ha establecido en esta sede (Cfr. Expedientes 6167-2005-


HC y 6149-2006-AA), a fin de preservar la capacidad de los árbitros de
pronunciarse acerca de su propia competencia, no podrá interponerse el amparo
directamente contra un acto violatorio de derechos fundamentales acaecido en el
trámite del proceso arbitral, pues, ante tal eventualidad, será necesario esperar el
pronunciamiento definitivo del Tribunal Arbitral, el que podrá ser impugnado por
violación intra proceso y resolverse como una cuestión previa, de ser el caso. En
este supuesto, además, se deberán interpretar extensivamente las causales de
admisibilidad del recurso de anulación, con relación a la cuestión incidental.

Esto, por supuesto, no quiere decir que todas las violaciones al debido proceso o
demás derechos fundamentales, aun cuando ya exista un laudo, puedan ser
impugnadas por medio del recurso de anulación. Como ya quedó dicho, y la propia
norma así lo prevé, las causales para interponer el recurso de anulación se
encuentran contempladas de manera taxativa y, aunque su interpretación sea
extensiva, esta discrecionalidad (o flexibilidad) tiene límites infranqueables. Lo
anterior no implica, por lo demás, que exista un vacío normativo o una zona donde
no haya control de la arbitrariedad (en la que podrían incurrir los árbitros), sino que
tal control no se podrá llevar a cabo mediante el recurso de anulación, sino a través
un proceso de amparo, de ser el caso.

4. En cualquier caso, y a efectos de determinar el ámbito de actuación de este Tribunal


cuando conozca de amparos contra laudos arbitrales, es pertinente precisar algunas
reglas para el control de estas decisiones. En tal sentido :

a) El amparo resulta improcedente cuando se cuestione actuaciones previas a la


expedición del laudo. En tales casos, se deberá esperar la culminación del
proceso arbitral.
b) Aun habiendo culminado el proceso arbitral, conforme al literal anterior, el
amparo será improcedente cuando no se agote la vía previa, de ser pertinente la
interposición de los recursos respectivos (apelación o anulación), de acuerdo a
lo establecido en los fundamentos 2 y 3 supra.
c) El amparo resulta improcedente cuando se cuestione la interpretación realizada
por el Tribunal Arbitral respecto a normas legales, siempre que de tales
interpretaciones no se desprenda un agravio manifiesto a la tutela procesal o al
debido proceso.
En todo caso, frente a la duda razonable de dos posibles interpretaciones de un
mismo dispositivo legal, el juez constitucional debe asumir que la propuesta por
los árbitros es la más conveniente tanto para la solución del conflicto como para
fortalecer la institución del arbitraje.
d) La valoración y calificación de los hechos y circunstancias sometidas a
arbitraje son de exclusiva competencia de los árbitros, los que deben resolver
conforme a las reglas del arbitraje, salvo que se advierta una arbitrariedad
manifiesta en dicha valoración o calificación que pueda constatarse de la simple

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lectura de las piezas que se adjuntan al proceso, sin que sea necesaria una
actividad probatoria adicional que no es posible en el proceso de amparo.
e) Quien alega la violación de un derecho constitucional que resulte de una
arbitraria interpretación de normas o hechos producidos en el trámite del
arbitraje, deberá acreditarlos de manera objetiva y específica, precisando en qué
ha consistido dicha irregularidad, así como el documento o pieza procesal en el
que se constata dicha vulneración.

5. En el caso de autos, tal como se aprecia de los numerales 24 y 25 del laudo


impugnado, el Tribunal Arbitral se pronunció sobre la aplicabilidad de las causales
de prórroga del contrato de obra establecidos en el artículo 42° de la Ley de
Contrataciones y Adquisiciones del Estado (verbigracia, demoras imputables al
contratista, caso fortuito, fuerza mayor, etc.). En este sentido se establece que, para
el caso de autos, “(...) estos supuestos no son de aplicación (...), por cuanto
conforme a lo indicado por la Supervisión los adicionales Nos: 7,8,9,10, 11 y 12,
están referidos a mayores metrados u obras ajecutadas que no significan ampliación
del plazo contractual (...).

Que de otro lado la Resolución del Tribunal de Liquidaciones y Contrataciones de


Obras Públicas a que hace referencia el demandante en su demanda, al margen de no
ser jurisprudencia vinculante o de cumplimiento obligatorio, está referida a la
ampliación de plazo por adicionales aprobados a la terminación contractual, cuando
dicha ampliación se fundamenta en la oportunidad de presentación de los
adicionales (es decir, cuando ya ha vencido el plazo), que no es el caso del presente
arbitraje” (lo dicho entre paréntesis es nuestro).

6. Este Colegiado considera que, de este modo, se pone en evidencia que el recurrente
no cuestiona tanto la falta de motivación o la arbitrariedad manifiesta que se les
pueda imputar a los árbitros que conformaron el Tribunal Arbitral, pues como se
observa, existe en el caso de autos una motivación explícita sobre el particular; sino
más bien la propia interpretación de las normas legales efectuada por el Tribunal
Arbitral y que definió la cuestión de fondo discutida en el arbitraje.

7. En consecuencia, el Tribunal Constitucional concluye válidamente en que, en el


caso de autos, los hechos propuestos por el recurrente no constituyen causal que
amerite la revisión del laudo arbitral a través del proceso de amparo, por lo que la
demanda debe rechazarse de conformidad con lo previsto en el inciso 1) del artículo
5° del Código Procesal Constitucional, en concordancia con el artículo 38° del
mismo cuerpo normativo

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo de autos

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Publíquese y notifíquese

SS.

MESÍA RAMIREZ
VERGARA GOTELLI
ÁLVAREZ MIRANDA

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EXP. N.º 04195-2006-PA/TC
LIMA
PROIME CONTRATISTAS
GENERALES S.A.

FUNDAMENTO DE VOTO DE LOS MAGISTRADOS MESÍA RAMÍREZ Y


VERGARA GOTELLI

Visto el caso propuesto emitimos el presente voto por los fundamentos que
pasomos a exponer:

1. Con fecha 6 de febrero de 2004 la empresa recurrente interpone demanda de


amparo contra los miembros del Tribunal Arbitral del Colegio de Ingenieros –
Consejo Departamental de Lima, solicitando se declare la ineficacia del Laudo
Arbitral de Derecho de fecha 22 de diciembre de 2003, por considerar que el
citado Laudo al tergiversar los hechos y las normas aplicables al caso y
desconocer las interpretaciones jurisprudenciales anteriores, resulta inmotivado,
incongruente y violatorio de sus derechos constitucionales al debido proceso y la
tutela jurisdiccional. Agrega además que interpuso demanda de nulidad de
resolución de contrato contra la Empresa Nacional de Puertos ENAPU S.A. por
injustificada resolución del contrato de obra Nº 60-2001-ENAPU SA/GAL,
celebrado el 12 de diciembre de 2001, para la ejecución de la obra de
Rehabilitación del Sistema de Desagüe del Terminal Portuario, expresando que
los atrasos de obra que motivaron la resolución del contrato son totalmente
justificados por causa extrañas al contratista, demanda frente a la que los
emplazados emiten el Laudo arbitral impugnado. Finalmente refiere que el fallo
del laudo no resuelve el quid del asunto que no es otro que definir la aprobación
de los adicionales, suspende el plazo contractual de la obra.

2. El Sexagésimo Sexto Juzgado Especializado Civil de Lima declara


improcedente la demanda por considerar que contra el laudo arbitral no cabe
recurso alguno, por cuanto no ha sido pactado por las partes ni está previsto en
el reglamento arbitral. A su turno la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de
Justicia de Lima confirma la apelada y declara improcedente la demanda,
argumentando que la real pretensión de la demandante es cuestionar la validez
de fondo del Laudo arbitral dictado.

3. La empresa demandante por medio del proceso de amparo pretende que se


declare la ineficacia del Laudo Arbitral de Derecho, de fecha 22 de diciembre de
2003, por considerar que vulnera sus derechos constitucionales al debido
proceso y la tutela jurisdiccional. Expresiones vagas que nada dicen sobre la
justificación de la apertura del presente proceso en sede constitucional.

4. Consideramos por lo antes expuesto que en el presente caso no se atiende ningún


tema de derechos de la persona humana considerados fundamentales para ésta
por nuestra Constitución – artículos primero y segundo en los que se lee: “La
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defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de
la sociedad y del Estado” y “Toda persona tiene derecho ...”-, posición que es
continuidad de las que tuvimos en las constituciones anteriores y especialmente
en el Preámbulo de la Ley Fundamental de 1979: “(...) Creyentes en la primacía
de la persona humana y en que todos los hombres, iguales en dignidad, tienen
derechos de validez universal, anteriores y superiores al Estado (...)”, pues el
presente caso o trata de la dilucidación de un interés de naturaleza patrimonial
de la persona jurídica denominada Proime Contratistas Generales S.A. que ve
afectado su interés económico por medio de una decisión cristalizada en un
Laudo arbitral, propio de un proceso especifico extraordinario al que se sometió
por pacto bilateral voluntario.

Es pertinente recordar que los procesos constitucionales tienen por característica


desenvolver la tutela urgente espacialísima en situaciones excepcionales que
aqueja a la persona humana, por lo que se debe evidenciar la vulneración
inminente de ésta. En el presente caso la propia empresa recurrente –sociedad
mercantil- manifiesta en su demanda que el quid del asunto es: “que si la
aprobación de los adicionales suspende el plazo contractual de la obra”, lo que
tiene directa relación con su exclusivo interés patrimonial, propio de esta clase
de persona jurídica.

5. Entonces, en el presente caso se aprecia de la propia demanda que la empresa


recurrente acusa vulneración de sus derechos dinerarios emanados de un
contrato celebrado con la Empresa de Puertos del Perú, lo que significa
desinteligencia consecuente a una relación contractual cuyo conflicto tiene que
ser sometido al proceso a que ha lugar en la jurisdicción ordinaria.

6. No está de más recordar que toda sociedad mercantil se crea y vive sosteniendo
exclusivo interés de lucro, que desde luego es legítimo y constituye para la
empresa, “derechos fundamentales”, pero que estos no son los que la
Constitución contempla como “garantías” en defensa de la persona humana. Por
esto en la doctrina mercantil se dice que las sociedades anónimas más que
sociedades de personas (naturales) son sociedades de capitales. El Tribunal
Constitucional viene señalando por sentencia que es necesario poner orden en
nuestra colectividad cuando las estadísticas señalan una carga procesal que nos
agobia con una peligrosa “amparización” que podría crear la necesidad de cerrar
el Poder Judicial y cancelar sus códigos para traer al proceso constitucional de
urgencia la solución de cualquier conflicto, vía amparo como en el presente
caso, situación asaz riesgosa que es menester superar.

No negamos sin embargo que este Tribunal pueda admitir una demanda
interpuesta por una persona jurídica cuando traiga un tema conflictual que
requiera de un proceso urgente, por afectación a personas humanas (Sindicatos,
Cooperativas, Comités, etc.) cuando especialmente se acuse violación de
derechos fundamentales que exigen atención excepcional verbigracia atentados
contra la vida, la libertad, la salud y la ecología.

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Por lo expuesto estimamos que la demanda debe ser rechazada por
IMPROCEDENTE.

Con esta decisión obviamente queda a salvo el derecho de la peticionante para que lo
haga valer en proceso ordinario.

Srs.

MESÍA RAMÍREZ
VERGARA GOTELLI

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EXP. N.º 02999-2009-PA/TC
LIMA
COMPAÑÍA DISTRIBUIDORA S.A.

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 30 de junio de 2010

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por Compañía Distribuidora


S.A., –CODISA- contra la resolución de la Sala de Derecho Constitucional y Social de
la Corte Suprema de Justicia de la República, de fojas 126 del cuaderno de dicha
instancia, su fecha 23 de octubre de 2008, que declaró improcedente la demanda de
autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 17 de enero de 2007 la empresa recurrente interpone demanda de


amparo contra los integrantes de la Quinta Sala Especializada en lo Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lima, la Corporación Financiera de Desarrollo
S.A., (COFIDE), don Jacobo Rey Elmore, don Rafael Villegas Cerro, don José
Ulises Montoya Alberti y contra el Procurador Público a cargo de los asuntos
judiciales del Poder Judicial, por la presunta violación de su derecho a la tutela
procesal efectiva, el que fue violentado al emitirse la resolución N.º 21 en el proceso
de anulación de laudo arbitral tramitado en el Exp. N.º 2469-2004, por parte de la
Sala emplazada la que declaró infundado su recurso de anulación de laudo arbitral
de derecho de fecha 12 de agosto de 2004, corregido e integrado el 20 del mismo
mes y año. Refiere además que con ello se ha vulnerado también su derecho de
defensa, se ha frustrado su acceso a los medios impugnatorios, su derecho a obtener
una resolución fundada en derecho así como su derecho a la propiedad; en
consecuencia, solicita que se declare nula y sin efecto la resolución N.º 21 precitada
así como nulo todo lo actuado con posterioridad a ella, y que se expida una nueva
resolución. Del mismo modo, solicita que los demandados se abstengan de realizar
cualquier acto de ejecución de la referida resolución.

2. Que con fecha 13 de octubre del presente año el Tribunal Constitucional ha emitido
pronunciamiento en relación a la demanda incoada en la STC N.º 5311-2007-
PA/TC, donde los emplazados han sido los árbitros don Jacobo Rey Elmore, don
Rafael Villegas Cerro y don José Ulises Montoya Alberti como parte del Tribunal
Arbitral del Centro de Arbitraje y Conciliación Comercial del Perú – CEARCO,
siendo el objeto de la demanda que se declare inaplicable o sin efecto el Laudo de
Derecho del 12 de agosto de 2004, corregido el 20 del mismo mes y año, por el que
se dispone que la demandante en ambos procesos pague a favor de la Corporación
Financiera de Desarrollo – COFIDE, la suma de US$ 36’000,000.00 (treinta y seis
millones de dólares americanos) por concepto de penalidad al incumplir el
contenido de la cláusula octava de los contratos de compraventa que suscribió con
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dicha entidad. Esta demanda fue amparada por el Tribunal Constitucional y en
consecuencia se dispuso un nuevo procedimiento arbitral.

3. Que con vista de la sentencia recaída en el STC N.º 5311-2007-PA/TC, se advierte


que si bien la pretensión en aquella es distinta a la planteada en autos, sin embargo
afecta a la que ahora es de conocimiento del Tribunal Constitucional, puesto que no
se puede pretender la nulidad del laudo arbitral para que se emita un nuevo laudo en
un procedimiento arbitral cuando el juez constitucional ha ordenado que se realice
un nuevo procedimiento arbitral, en el que posteriormente se dictará el laudo que
corresponda, cuando se llegue a dicha etapa procesal. En consecuencia en aplicación
del artículo 1º del Código Procesal Constitucional, carece de objeto emitir
pronunciamiento por haberse producido la sustracción de la materia en el presente
caso.

Por estos considerandos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú y con los fundamentos de voto de los magistrados
Vergara Gotelli y Álvarez Miranda, y el voto singular del magistrado Landa Arroyo,
que se agregan

RESUELVE

Declarar IMPROCEDENTE la demanda, al haber operado la sustracción de la materia.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
VERGARA GOTELLI

CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA

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EXP. N.° 05951-2009-PHC/TC
LIMA
AARON HUSID NACHMAN

FUNDAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO VERGARA GOTELLI

Emito el presente fundamento de voto encontrándome de acuerdo con la parte


resolutiva, pero discrepando de los fundamentos esbozados en la resolución en mayoría.

1. Con fecha 17 de enero de 2007 la empresa recurrente interpone demanda de amparo


contra los integrantes de la Sala Especializada Civil de la Corte Superior de Justicia
de Lima, la Corporación Financiera de Desarrollo S.A. (COFIDE), don Jacobo Re
Elmore, Rafael Villegas Cerro José Ulises Montoya Alberti y contra el Procurador
Público a cargo de los asuntos judiciales del Poder Judicial, solicitando que se
declare la nulidad de la Resolución N° 21, de fecha 12 de agosto de 2004, que
declaró infundado su recurso de anulación de laudo arbitral de derecho, corregido e
integrado el 20 de agosto de 2004, debiendo asimismo en consecuencia declarar la
nulidad de todo lo actuado a dicha resolución con posterioridad. Señala que en el
proceso seguido sobre anulación de laudo arbitral (Exp. N° 2469-2004) se ha
cometido una serie de irregularidades que han afectado los derechos
constitucionales de la empresa demandante como son la tutela procesal efectiva,
derecho de defensa, a obtener una resolución fundada en derecho y su derecho a la
propiedad.

2. Cabe señalar que en oportunidad anterior este Colegiado se pronunció por una
pretensión que se encuentra ligada a la presente (Expediente N° 05311-2007-PA/TC
sentencia firmada por los jueces constitucionales Beaumont Callirgos, Eto Cruz y
Mesia Ramírez), señalando que habiendo este Colegiado emitido resolución
disponiendo que se realice un nuevo procedimiento arbitral, en el que
posteriormente se dictará el laudo que corresponda, cuando se llegue a dicha etapa
procesal, carecía de objeto pronunciarse en esta oportunidad. Es así que no
habiendo yo participado en dicha causa, expreso hoy que la demanda es
improcedente pero en atención a la posición que en reiteradas oportunidades he
expresado a través de mis votos singulares, en los que afirmo que las personas
jurídicas (específicamente sociedades mercantiles) no ostentan la legitimidad
extraordinaria para obrar activa requerida para el proceso constitucional de amparo,
puesto que éste está exclusivamente dirigido a la defensa de los derechos
fundamentales de la persona humana.

En el presente caso

3. Se observa en el presente caso que llega a este Tribunal el proceso de amparo en el


que la empresa comercial recurrente demanda que el órgano constitucional declare
nula y sin efecto la Resolución N° 21 expedida en el proceso de anulación de laudo
arbitral tramitado en el Expediente N° 2469-2004 de la Quinta Sala Especializada
en lo Civil de la Corte Superior de Lima y nulo todo lo actuado con posterioridad a
dicha resolución. Se observa que las partes en este proceso son sociedades
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mercantiles que por decisión voluntaria pactaron libremente extraer de la
jurisdicción oficial la solución de un conflicto en temática dineraria-patrimonial y,
por tanto, constitutiva de lo que ha venido a denominarse pretensiones disponibles.
Dicha excepción está prevista en el artículo 139°, numeral primero, parágrafo
segundo, de la Constitución Política del Perú, que textualmente dice son principios y
derechos de la función jurisdiccional: “La unidad y exclusividad de la función
jurisdiccional.”.

4. Es cierto pues que la jurisdicción arbitral está permitida, en general, por la


Constitución del Estado como que también lo es que este Tribunal ha venido
uniformemente manifestando que no existen islas ni cotos que impidan la labor de
control que le corresponde al Tribunal Constitucional como excluyente controlador
concentrado de la ley. Empero, tratándose aquí de una labor política de control a
través del presente proceso constitucional en el que las partes en el conflicto pactan,
voluntariamente, excluir al Poder Judicial de la decisión fondal tratándose de
intereses exclusivamente patrimoniales para el que los contendientes desconfían de
los jueces ordinarios para el enjuiciamiento de temas para los que está obligado el
resto de peruanos, es que particularmente persisto en mi posición de considerar
inidónea la sede constitucional para el tratamiento de los intereses exclusivamente
patrimoniales de las sociedades mercantiles que, como nos informa la doctrina, mas
que comunidades de personas son comunidades de capitales, por lo que
invariablemente he sostenido que el área constitucional es sólo para la persona
humana, según las apreciaciones que tengo expuestas:

“(…) cuando la Constitución habla de los derechos fundamentales, lo hace


pensando en la persona humana, esto es en el ser humano física y moralmente
individualizado. Hacia él pues se encuentran canalizados los diversos atributos,
facultades y libertades, siendo solo él quien puede invocar su respeto y
protección a título subjetivo y en sede constitucional. Es por ello que nuestra
legislación expresamente señala que la defensa de los derechos fundamentales
es para la “persona humana”, por lo que le brinda todas las facilidades para
que pueda reclamar la vulneración de sus derechos fundamentales vía proceso
constitucional de amparo, exonerándoseles de cualquier pago que pudiera
requerirse. En tal sentido no puede permitirse que una persona jurídica, que ve
en el proceso constitucional de amparo la forma más rápida y económica de
conseguir sus objetivos, haga uso de este proceso excepcional, urgente y
gratuito, puesto que ello significaría la desnaturalización total de dicho
proceso. No obstante ello considero que existen casos excepcionales en los que
este colegiado puede ingresar al fondo de la controversia en atención i) a la
magnitud de la vulneración del derecho, ii) que ésta sea evidente o de inminente
realización (urgencia) y iii) que el acto arbitrario o desbordante ponga en
peligro la propia subsistencia de la persona jurídica con fines de lucro. Además
debe evaluarse el caso concreto y verificar si existe alguna singularidad que
haga necesario el pronunciamiento de emergencia por parte de este Colegiado.”

5. Son estas pues las consideraciones por las que creo que la demanda resulta
improcedente, amén que en este caso, lo es más por tratarse de un campo en el que,

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por más que las dos sociedades mercantiles hayan llevado la decisión del conflicto
que las distancia a la sede arbitral, por decisión libremente lograda, el tema de la
pretensión versa exclusivamente sobre intereses patrimoniales, cualesquiera sean las
palabras que se utilice o los derechos y principios que se invoquen.

6. Por tanto considero que la demanda debe ser desestimada por improcedente, no solo
por la falta de legitimidad para obrar activa de la empresa demandante sino también
por la naturaleza de la pretensión.

En consecuencia mi voto es porque se declare la IMPROCEDENCIA de la demanda


de amparo propuesta.

Sr.

VERGARA GOTELLI

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EXP. N.° 05951-2009-PHC/TC
LIMA
AARON HUSID NACHMAN

FUNDAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO ÁLVAREZ MIRANDA

Con el respeto que guardo hacia las opiniones de mis colegas magistrados, emito el
siguiente fundamento de voto por no compartir las razones que sostienen la resolución
de mayoría. En primer lugar, debo advertir que no formé parte de la sala que resolvió la
STC 05311-2007-PA/TC y que si bien las salas son órganos representativos del
Tribunal, no estoy de acuerdo con lo resuelto en la mencionada sentencia. En tal
sentido, mal puedo asumir los fundamentos que ahora la mayoría recoge por los cuales
se rechaza la presente demanda.

§ Fundamentos constitucionales del arbitraje

1. Deseo iniciar el presento voto planteando algunas reflexión en torno al arbitraje.


Para el ordenamiento constitucional peruano la legitimación del arbitraje proviene
de un acuerdo expreso, es decir, de un contrato celebrado entre las partes y el tercero
al que éstas acuden libremente, siendo el objeto del contrato o convenio arbitral la
solución de un conflicto determinado; no obstante, la auctoritas del árbitro no se
agota en un iónico ejercicio de su función que finaliza con el laudo o decisión
arbitral, sino que se debe a una auténtica iuris dictio que forma parte esencial del
orden público constitucional. Especificidad del arbitraje peruano que lo diferencia
de otros sistemas jurídicos en los cuales no se puede considerar que el arbitraje es o
puede ser una manifestación de potestad jurisdiccional

2. Si bien los fundamento del arbitraje reposan sobre el principio de autonomía, ello
no significa que se trate del ejercicio de un poder sujeto exclusivamente al Derecho
privado. De lo cual se desprende que debiendo prima facie proteger los intereses de
las partes, también se encuentra vinculada al respeto de la supremacía normativa de
la Constitución, dispuesta en el artículo 51º de la Carta Magna. Así, la jurisdicción
arbitral, que se configura con la instalación de un Tribunal Arbitral en virtud de la
expresión de la voluntad de los contratantes expresada en el convenio arbitral, no se
agota con las cláusulas contractuales ni con lo establecido por las leyes especiales
sobre la materia[1], sino que se convierte en sede jurisdiccional constitucionalmente
consagrada, con plenos derechos de autonomía y obligada a respetar los derechos
fundamentales. Todo lo cual determina que la constitucionalización de la
jurisdicción arbitral, no representa un perjuicio en su funcionamiento o la traslación
de los vicios propios de la justicia ordinaria.

3. El valor que significa toda decisión solutoria de conflictos adoptada según las reglas
del arbitraje de derecho y equidad, como solución alternativa a la vía judicial, es
seguramente el mayor valor con que cuenta esta fórmula singular de ventilar
conflictos que se hallen bajo el poder de disposición de los sujetos. Claro está que el
sometimiento arbitral plasmado en el compromiso arbitral no tiene por qué
representar renuncia alguna a ningún derecho que contraríe el orden público, entre
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ellos el derecho fundamental al debido proceso, reconocido en el artículo 139º,
inciso 3), de la Constitución, que es un derecho cuyo contenido esencial no abarca
exclusivamente el campo judicial, sino que se proyecta sobre todo órgano público o
privado que ejerza funciones formal o materialmente jurisdiccionales.

4. El carácter autónomo, garantista y procesal del arbitraje en el ámbito de la libre


disposición de materias, supone hacer disponible la cuestión litigiosa, es decir,
equivale a facultar a los particulares para que sustraigan del ámbito del ejercicio
funcional de la jurisdicción estatal aquellas materias consideradas de libre
disposición. Bien es cierto que en el momento presente no es posible conceptuar de
modo absoluto al arbitraje como un derecho fundamental, pero tampoco pasa
desapercibido al legislador el entronque constitucional del arbitraje en la autonomía
de la voluntad de las partes.

§ Proceso de arbitraje y Tribunal Constitucional

5. De la jurisprudencia del Tribunal Constitucional se desprende que el tratamiento del


control constitucional respecto de las decisiones emitidas por la jurisdicción arbitral
ha ido evolucionando en el transcurso del tiempo, siendo afianzado con distinta
intensidad. Así pueden distinguirse hasta tres etapas.

6. En un primer momento los criterios para resolver el amparo no se distinguían


mucho de los cuestionamiento que vía amparo contra se hacía de resoluciones
judiciales. Por consiguiente, en dicho modelo, tratándose de una demanda
promovida contra una resolución emanada de un procedimiento arbitral “regular” o,
lo que es lo mismo, respetuoso del debido proceso y la tutela judicial efectiva, la
misma deberá desestimarse. El criterio referido determinó la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional, y encontró respaldo en la Ley N.º 27053, de fecha 19 de
enero de 1999, que modificando el artículo 6º, inciso 2), de la entonces vigente Ley
de Hábeas Corpus y Amparo N.º 23506, que estableció la improcedencia de las
acciones de garantía “Contra resolución judicial o arbitral emanadas de
procedimiento regular”, lo que contrario sensu, significaba que si el procedimiento
(sea este judicial o arbitral) devenía en irregular quedaba habilitado el control
constitucional.

7. Una segunda etapa se encuentra determinada por el CASO CANTUARIAS


SALAVERRY [STC 6167-2005-PHC, de fecha 9 de marzo de 2006], en el cual el
Pleno del Tribunal se decantará a favor del control constitucional de las decisiones
arbitrales, pero atendiendo los siguientes criterios:

 La jurisdicción arbitral, si bien dotada de garantías de autonomía de su


desenvolvimiento, se encuentra vinculada a respeto de los derechos
fundamentales, en particular (aunque no exclusivamente), a aquellos que
informan el debido proceso.
 Puede cuestionarse las decisiones de la jurisdicción arbitral, tanto judicialmente
como acudiendo a los procesos constitucionalmente. El control judicial debe ser
ejercido ex post, mediante los recursos de apelación y anulación del laudo,
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previstos en la Ley General de Arbitraje. El control constitucional se sujeta a lo
establecido en el Código Procesal Constitucional, precisándose que si lo que se
cuestiona es un laudo que verse sobre materias o derechos de carácter
disponible, debe agotarse previamente los recursos que franquea la Ley General
de Arbitraje.
 El control constitucional de los laudos arbitrales procede no solamente si se
vulneran los derechos constitucionales, sino también cuando se advierte
incumplimiento a la doctrina jurisprudencial vinculante o a los precedentes de
observancia obligatoria emitidos por el Tribunal Constitucional, de conformidad
con lo establecido en los artículo VI y VII del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional.

Posteriormente en el CASO CORPORACIÓN MEIER [STC 4972-2006-PA, de


fecha 18 de octubre de 2007], el Tribunal volvería a pronunciarse sobre el tema
ampliando algunos conceptos, en torno a la procedencia del control constitucional
de las decisiones emitidas por la jurisdicción arbitral, cuando: a) El laudo arbitral
vulnera o amenaza la tutela procesal efectiva (dimensiones formal y material); b) la
jurisdicción arbitral ha sido impuesta compulsivamente; y, c) A pesar de hacerse
aceptado voluntariamente la jurisdicción arbitral, las materias sobre la que ha de
decidirse, tienen carácter indisponible o no se encuentran sujetas a posibilidad de
negociación alguna.

Por último, cabe referir el CASO PROIME [STC 4195-2006-PA, de fecha 10 de


abril de 2008], que determina cinco reglas en materia de control sobre la
jurisdicción arbitral:

 El amparo no procederá respecto de actuaciones previas a la expedición del


laudo, por lo que en tales supuestos habrá que esperar la culminación del
proceso arbitral.
 Deberá agotarse la vía previa tras haber culminado el proceso arbitral, siempre y
cuando sean pertinentes los recursos de apelación o anulación
 El amparo no procede siempre y cuando se cuestiones la interpretaciones que el
Tribunal Arbitral realice en torno a la ley, a menos que con tales interpretaciones
se desprenda una vulneración manifiesta a la tutela procesal efectiva y al debido
proceso.
 La valoración y calificación de los hechos y circunstancias sometidas a arbitraje
son exclusiva competencia de la jurisdicción arbitral, a menos que se advierta
una manifiesta arbitrariedad en dicho proceder.
 Las vulneraciones a los derechos que se alegan producidos deberán acreditarse
de manera objetiva y específica, debiéndose precisar en qué ha consistido la
denunciada irregularidad, así como el documento o pieza procesal en el que se
constata dicha vulneración.

8. En suma, la conclusión evidente que debe inferirse de lo hasta ahora desarrollado


por la jurisprudencia del Tribunal es que la naturaleza de jurisdicción independiente
del arbitraje, no significa que se establezca el ejercicio de sus atribuciones con
inobservancia de los principios constitucionales que informan la actividad de todo
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órgano que administra justicia, tales como el de independencia e imparcialidad de la
función jurisdiccional, así como los principios y derechos de la función
jurisdiccional. En particular, en tanto jurisdicción, no se encuentra exceptuada de
observar directamente todas aquellas garantías que componen el derecho al debido
proceso.

§ Análisis del caso concreto

9. Ya entrando al problema concreto, la STC 05311-2007-PA/TC declaró fundada la


demanda, ello fue consecuencia de los votos concurrentes del Magistrado Eto Cruz
y Magistrado Beaumont Callirgos y de otro lado, el voto del Magistrado Mesía
Ramírez, quedando el voto en discordia del Magistrado Landa Arroyo. En tal
sentido, se debe advertir que la determinación de la ratio decidendi resulta por
demás compleja, debido a que nos encontramos ante una decisión u opinión plural
(plurality decision) en donde precisamente no existe acuerdo sobre las razones
jurídicas que fundamentan la decisión del Tribunal.

10. En todo caso, es relevante indicar que en la STC 05311-2007-PA/TC debieron


explicitarse las razones por las que no era procedente el agotamiento de la vía
previa, puesto que la demandante había deducido excepción de falta de agotamiento
de la vía previa. En el voto conjunto del magistrado Eto Cruz y Beaumont Callirgos
se hace referencia a este tema, indicando que debido a que el amparo fue interpuesto
con fecha 13 se setiembre de 2004, no le era aplicable el Código Procesal
Constitucional, que entró en vigencia con posterioridad. Asimismo, indican que las
sentencias del Tribunal que establecen la doctrina jurisprudencial (06167-2005-
HC/TC y 04195-2006-AA/TC) aún no habían sido publicadas, por lo que tampoco
le podían ser impuestas.

11. No estoy de acuerdo con tales posiciones. El Código Procesal Constitucional


establece en la Segunda Disposición Final que las normas procesales previstas en
dicho código son de aplicación inmediata, incluso en los procesos en trámite. Por
consiguiente, se debió esclarecer por qué en este caso tales normas no fueron
aplicadas. De otro lado, la obligación de agotar la vía previa no es una innovación
del Código sino que es una regla que ya existía en el artículo 6 de la Ley de Habeas
Corpus y Amparo (modificada por la Ley N.° 27053).

12. De otro lado, si bien consideraron que no serían aplicables los criterios de la STC
06167-2005-HC/TC (Caso Cantuarias Salaverry) debido a que la demanda fue
interpuesta con anterioridad a su existencia, tal no fue el criterio esgrimido en la
STC 02386-2008-PA/TC (publicada en octubre de 2009). En esta sentencia se
resuelve también un amparo interpuesto el 2001 contra un laudo arbitral, sin
embargo en la sentencia se hace referencia -en su fundamento 3- a los criterios
establecidos en el Caso Cantuarias Salaverry. No resulta coherente por lo tanto
negar la aplicación de los criterios del Tribunal en un caso y considerarlos en otro,
ya que con ello se afecta el principio de igualdad. Por lo tanto, ya que la demanda de
la STC 05311-2007-PA/TC habría sido interpuesta sin que se agote vía previa
alguna, el Tribunal debió declarar la improcedencia de la demanda.

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13. No obstante lo alegado, es de apreciarse una serie de aspectos que redundan en la
improcedencia de la demanda. En el presente caso a folios 656-683 se aprecia que el
13 de setiembre de 2004, la empresa amparista interpuso recurso de anulación
contra el laudo arbitral. La Quinta Sala Especializada en lo Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lima, con fecha 26 de julio 2006, declaró improcedente tal
recurso. Es de anotar que con ello ya se habría cumplido con el agotamiento de la
vía previa debido a que según el artículo 77 de la propia Ley General de Arbitraje
(Ley N.° 26572), vigente en aquella época, solo procedería el recurso de casación
cuando el laudo hubiera sido anulado total o parcialmente, no siendo este el caso.
No obstante ello, se insistió en interponer un recurso de casación, que fue declarado
inadmisible el 4 de octubre de 2006.

14. El 17 de enero de 2007, se interpuso la demanda de amparo que ahora se resuelve.


La demanda fue interpuesta contra los integrantes de la Quinta Sala de la Corte
Superior de Justicia de Lima alegando que se ha vulnerado su derecho al debido
proceso y en segundo lugar su derecho de propiedad debido a que al mantenerse la
validez del laudo arbitral se le está obligando a pagar 36,000,000 de dólares
americanos. Por consiguiente solicita que se
“declare nula y sin efecto la Resolución N.° 21 expedida en el proceso de anulación de
laudo arbitral tramitado en el expediente N.° 2469-2004 de la Quinta Sala Especializada en
lo Civil de la Corte Superior de Lima y Nulo todo lo actuado con posterioridad a dicha
resolución [...].”

Tal demanda fue declara improcedente por la primera y segunda instancia en virtud
a argumentos que indicaban que no había interpuesto el amparo dentro del plazo
estipulado en el Código Procesal Constitucional. En efecto, al plantear la casación –
a pesar de no cumplir con los requisitos para hacerlo y por lo tanto no estar obligado
a ello- la empresa demandante dejó transcurrir el plazo prescriptorio para interponer
el amparo. Así, el amparo debió interponerse dentro de los 30 días de notificada la
sentencia que se cuestiona.

15. Ahora bien, como se ha señalado a folios 656-683 se aprecia que con fecha 13 de
setiembre de 2004 se interpuso recurso de anulación del laudo arbitral
“corregido e integrado de oficio por resolución N.° 20, del 20 de agosto de 2004, que
declara fundada la demanda interpuesta por Corporación Financiera de Desarrollo-COFIDE
contra Compañía Distribuidora S.A.-CODISA, sobre pago de penalidad y en consecuencia
dispone el pago de la demandante de la suma de US$ 36,000,00.00 [...].”

De otro lado interesa recordar que en la misma fecha de la interposición del recurso de anulación, la empresa demandante
interpuso también una demanda de amparo -que culminó con la STC 05311-2007-PA/TC- en la que, según el voto de los
magistrados Eto Cruz y Beaumont Callirgos, solicitó que:

“se declare inaplicable o se deje sin efecto el Laudo de Derecho, expedido con fecha 12 de
agosto de 2004, y corregido por Resolución N.° 20, de fecha 20 de agosto de 2004 mediante
el cual se declara fundada la demanda arbitral, y se dispone que la empresa recurrente pague
a favor de la Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE) la suma $ 36´000 000.00
(treinta y seis Millones de Dólares Americanos) [...].”

Por consiguiente, se colige al mismo tiempo existían dos procesos jurisdiccionales analizando el mismo laudo, de un lado el
recurso de anulación –que luego dará origen al amparo que se resuelve ahora- y de otro lado el amparo que dio origen a la STC

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05311-2007-PA/TC. Esta situación, no deseada por el ordenamiento jurídico, no hace sino denotar una intención poco
afortunada de la parte demandante. Y es que en tal escenario se plantea la posibilidad de que se generen dos sentencias
contradictorias en virtud de una maniobra procesal que pone de manifiesto la mala fe. Tal situación origina -desde mi
perspectiva- que se llame la atención al demandante y a su abogado debido a que su conducta estaría reñida con la buena fe
procesal que debe guiar las acciones de las partes en todo proceso. Asimismo, esto debió ser materia de pronunciamiento por
parte de este Tribunal en la STC 05311-2007-PA/TC, debiendo resolver por lo tanto la improcedencia de la demanda. Por lo
tanto, en virtud del artículo 49.° del Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional, aprobado mediante Resolución
Administrativa 095-2004-P/TC, este Colegiado está facultado para imponer multas a las partes que incumplan el artículo 109.°
del Código Procesal Civil, debiendo procederse a multar a la demandante con la suma de 10 Unidades de Referencia Procesal.

16. En conclusión, al no estar de acuerdo con la posición de la STC 05311-2007-


PA/TC, y prosiguiendo con la línea de pensamiento esbozada en la presente opinión,
se pasa a analizar la presente demanda de amparo. En este caso, la parte demandante
ha cumplido con agotar la vía previa regulada en la Ley General de Arbitraje
vigente en aquel momento. No obstante, encuentro que debido a la falta de
diligencia por parte de la demandante permitió que transcurra el plazo de
prescripción para interponer la demanda de amparo, establecido en el artículo 44 del
Código Procesal Constitucional. Y es que tal como lo han expuesto el a quo y el ad
quem, y como estaba establecido en la Ley General de Arbitraje, no procedía la
casación en este caso puesto que ello solo procede cuando se ha declarado la nulidad
total o parcial del laudo. En cambio, la demandante planteó la casación dejando
pasar el plazo de prescripción.

En conclusión, de acuerdo a lo expuesto considero que la demanda debe ser declarada


IMPROCEDENTE e imponerse a la demandante una multa de 10 URP por actuar con
palmaria mala fe en el presente proceso.

Sr.

ÁLVAREZ MIRANDA

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EXP. N.° 05951-2009-PHC/TC
LIMA
AARON HUSID NACHMAN

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO


LANDA ARROYO

Lima, 30 de junio de 2010

Con el debido respeto a la opinión de mis colegas magistrados emito el presente


fundamento de voto:

En la STC 05311-2007-PA/TC, el suscrito ha emitido un voto singular en el sentido de


declarar la improcedencia de la demanda. En el presente caso se advierte que la
controversia de ahora guarda estrecha relación con la sentencia antes mencionada. En
ese sentido y en atención a las exigencias que se derivan del criterio de coherencia, que
todo magistrado constitucional debe observar, es que considero pertinente remitirme a
mi voto singular de la STC 05311-2007-PA/TC, en relación con los presupuestos
procesales que deben observarse a efectos de no convertir el proceso de amparo en una
instancia de simple apelación de un laudo arbitral.

En ese sentido, considero que la presente demanda de amparo debe ser desestimada por
improcedente.

Sr.

LANDA ARROYO

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Telf. : 4217056
EXP. N.° 02386-2008-PA/TC
AREQUIPA
COMPAÑÍA DE RADIODIFUSIÓN
AREQUIPA S.A.

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima (Arequipa), a los 18 días del mes de agosto de 2010, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los Magistrados Landa Arroyo, Beaumont
Callirgos y Eto Cruz, pronuncia la siguiente sentencia, con el voto singular, adjunto, del
magistrado Landa Arroyo y el voto dirimente del magistrado Álvarez Miranda

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por la Compañía de Radiodifusión


Arequipa S.A. contra la sentencia expedida por la Primera Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Arequipa, de fojas 1320, su fecha 5 de marzo de 2008, que
declaró infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

a) Demanda

Con fecha 19 de diciembre de 2001, la recurrente interpone demanda de amparo contra


el Centro de Conciliación y Arbitraje de la Cámara de Comercio de Lima (CCL) y el
Ministerio de Transportes y Comunicaciones, Vivienda y Construcción (MTC) a fin de
que se deje sin efecto el laudo arbitral de fecha 22 de octubre de 2001, dictado por el
árbitro de la CCL, abogado Manuel Diego Aramburú Yzaga.

El proceso arbitral se llevó a cabo como consecuencia del Contrato de Cesión en Uso
celebrado el 17 de setiembre de 1997 entre la empresa Red Bicolor de Comunicaciones
S.A. (RBC) y Austral de Televisión S.A. (Austral). En este contrato se acordó ceder en
uso la autorización contenida en la Resolución Ministerial Nº 069-97-MTC/15.17, de
fecha 14 de diciembre de 1986, lo que incluía la asignación de un segmento del espectro
radioeléctrico y el arrendamiento de los equipos de transmisión, producción, edición y
complementarios para poder operar. La cesión en uso fue aprobada por el MTC
mediante Resolución Ministerial Nº 432-97-MTC/15.19., de fecha 1 de setiembre de
1997.

Sobre la base del mencionado contrato, con fecha 30 de octubre de 1997, la Compañía
de Radiodifusión Arequipa S.A. (CRASA) suscribió un contrato de Servicio de Venta
de Publicidad y Suministro de Programación Televisiva con Austral, vigente hasta el 31
de octubre de 2007, del cual debía hacer uso en sus estaciones que cuentan con
frecuencias asignadas por el MTC para operar tanto en Arequipa como en Puno, Cuzco,
Moquegua y Tacna.

Con fecha 22 de octubre de 2001, a pedido de RBC se emitió el laudo arbitral en


mención, que declaró fundada la demanda en contra de Austral, quedando resuelto el

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Contrato de Cesión en Uso celebrado, ordenándose que se devuelvan los bienes y
derechos materiales e inmateriales que fueron cedidos o arrendados. Como
consecuencia del laudo, el MTC, mediante la Resolución Ministerial Nº 577-2001-
MTC/15.03, dejó sin efecto la Resolución Ministerial Nº 432-97-MTC/15.19.,
devolviéndole así la autorización al titular original, es decir, a RBC.

Por estas razones CRASA considera que han sido violados sus derechos a la libre
contratación, de recurrir a la jurisdicción predeterminada por ley y al debido proceso,
pues el contrato celebrado de manera legal e inobjetable con Austral podría quedar
resuelto, además de haber devenido en inejecutable.

b) Contestación de la demanda

La CCL, con fecha 4 de enero de 2002, deduce la excepción de falta de legitimidad para
obrar pasiva de la Cámara de Comercio de Lima y del Centro de Conciliación y
Arbitraje Nacional e Internacional de la Cámara de Comercio de Lima. Contesta la
demanda solicitando que se la declare improcedente aduciendo que “(…) queda
claramente expresado en el numeral 3 del artículo 6º de la Ley de Hábeas Corpus y
Amparo (Ley Nº 23506), que establece que: NO PROCEDEN LAS ACCIONES DE
GARANTÍA CUANDO EL AGRAVIADO OPTA POR RECURRIR A LA VÍA
JUDICIAL ORDINARIA”. Invoca la mencionada norma al comentar que Austral ha
interpuesto un recurso de anulación contra el laudo arbitral en la vía ordinaria, conforme
a lo dispuesto por el artículo 61º de la Ley General de Arbitraje.

El MTC, con fecha 7 de enero de 2002, contesta la demanda solicitando que se la


declare improcedente, alegando que no existe ninguna evidencia cierta ni objetiva de
que se haya violado algún derecho constitucional de la demandante. Asimismo, señala
que conforme al artículo 6º de la Ley Nº 23506, modificada por la Ley Nº 27503, las
acciones de garantía no proceden contra resolución arbitral emanada en un proceso
regular. Alega también que la demandante no ha sido parte material en la aprobación del
contrato celebrado entre Austral y RBC, y deduce las excepciones de falta de
legitimidad para obrar activa y de falta de agotamiento de la vía administrativa.

c) Resolución de Primera Instancia

El Décimo Juzgado Especializado en lo Civil de Arequipa, con fecha 18 de enero del


2002, declara fundada la demanda e inaplicables la Resolución Ministerial Nº 577-
2001-MTC/15.03 y el laudo arbitral en el extremo que declara resuelto el Contrato de
Cesión en Uso, y ordena la devolución inmediata de los derechos inmateriales que
fueron cedidos en favor de Austral.

d) Apersonamiento y pedido de nulidad

RBC, con fecha 8 de marzo de 2002, se apersona al proceso de amparo solicitando que
se les considere litisconsortes necesarios en virtud de que la sentencia emitida los afecta
directamente al haber sido una de las partes del proceso arbitral. Alegan que al no haber
participado en el proceso previamente a la emisión de la referida sentencia se ha

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generado un vicio insalvable, por lo que solicitan la nulidad del proceso.

e) Nulidad

La Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia, con fecha 24 de abril de


2002, declaró la solicitada nulidad de la sentencia de fecha 18 de enero del año 2002 y
dispuso la integración al proceso de Austral, de RBC y del árbitro Manuel Diego
Aramburú Ýzaga en la calidad de litisconsortes necesarios pasivos. Cabe recordar que la
demanda solo fue interpuesta contra la CCL y el MTC.

f) Excepción de Litispendencia

RBC, con fecha 21 de agosto de 2002 deduce la excepción de litispendencia, alegando


que Austral había interpuesto recurso de anulación parcial del laudo arbitral, conforme a
lo previsto en el inciso 7) del artículo 73º de la Ley General de Arbitraje Nº 26572, el
mismo que se estaba tramitando en la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia
de Lima.

g) Segundo pronunciamiento de primera instancia

Con fecha 4 de octubre del 2002, el Juzgado declara fundada la excepción de falta de
legitimidad para obrar activa deducida por el MTC e improcedentes las excepciones de
falta de agotamiento de la vía administrativa formulada por la misma parte y la de
litispendencia deducida por RBC; en consecuencia, declara la nulidad de todo lo
actuado en el proceso y, por ende, su conclusión.

h) Resolución de segunda instancia

Con fecha 12 de setiembre de 2003, la Primera Sala Civil de la Corte Superior de


Justicia de Arequipa revoca la sentencia de primera instancia, declarando improcedentes
las excepciones e infundada la demanda de amparo, por considerar que el demandante
no ha señalado cuáles han sido los actos que han vulnerado sus derechos
constitucionales de libre contratación, la observancia del debido proceso y la tutela
jurisdiccional.

i) Recurso Extraordinario y Tribunal Constitucional

Con fecha 2 de julio de 2004, el Tribunal Constitucional declara improcedente el


recurso extraordinario disponiendo la nulidad del proceso. Ordena que el Décimo
Juzgado Civil notifique correctamente a Austral la sentencia de primera instancia.

j) Notificación

Luego de proceder con lo ordenado, CRASA solicita la abstención del juez de primera
instancia y posteriormente interpone recurso de apelación contra la Sentencia de
primera instancia.

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k) Nulidad

Con fecha 16 de mayo de 2006, la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Arequipa revoca la sentencia de primera instancia declarando improcedentes las
excepciones y ordena que se emita un nuevo pronunciamiento sobre el fondo.

l) Sentencia de primera instancia

Con fecha 11 de setiembre de 2006, el Décimo Juzgado Civil emite su tercera sentencia
y declara infundada la demanda por considerar que no existe ninguna afectación de los
derechos constitucionales invocados por la demandante.

m) Sentencia de segunda instancia

Con fecha 5 de marzo de 2008, la Primera Sala Civil confirma la sentencia de primera
instancia y declara la sustracción de la materia en el extremo referido a la vigencia de la
Resolución Ministerial Nº 432-97-MTC/15.19.

FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio

El demandante solicita lo siguiente:

1. Que se declare inaplicable la Resolución Ministerial Nº 577-2001-MTC/15.03, que


aprobó el laudo arbitral y le devolvió el segmento del espectro radioeléctrico a RBC.

2. Se declare la nulidad del laudo arbitral en el extremo que se devuelvan los derechos
inmateriales a RBC y se ordene al MTC que se mantenga vigente la Resolución
Ministerial Nº 432-97-MTC/15.19, que aprobó el contrato de cesión en uso entre
AUSTRAL y RBC, por el tiempo de duración del contrato celebrado entre
AUSTRAL y CRASA, el cual vencía el 31 de octubre de 2007.

Análisis de la controversia

I. El agotamiento de las vías previas en materia arbitral y la nulidad del laudo

1. El agotamiento de la vía previa como requisito de procedencia para el proceso de


amparo se sustenta en la independencia jurisdiccional del arbitraje y en la efectiva
posibilidad de que, ante la existencia de un acto infractor dentro del citado proceso,
este sea cuestionado y corregido de conformidad con los principios y garantías
jurisdiccionales consagrados en la Constitución y desarrollados para tal efecto por la
Ley General de Arbitraje. Los laudos arbitrales ostentan calidad de cosa juzgada, por
lo que contra ellos no procede recurso alguno, salvo los previstos en los artículos 60º
y 61º, a saber:

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 El recurso de apelación: cuya admisibilidad queda decidida libremente por
las partes o caso contrario, a lo que al respecto haya contemplado el
Reglamento del Centro de Arbitraje autorizado, cuyo conocimiento por parte
de quienes se someten a su jurisdicción se presupone. A falta de acuerdo
expreso o en caso de duda se entiende que las partes han pactado el recurso
de apelación ante una segunda instancia arbitral (artículo 60º de la Ley Nº
26572). El artículo 62º de la ley de arbitraje que prevé el recurso de apelación
ante la segunda instancia arbitral también establece las reglas para su
interposición.
 El recurso de anulación: el que no exige para su admisión mayores
formalidades que las taxativamente enunciadas en el artículo 72º de la
precitada ley. Tiene por objeto la revisión de la validez del laudo arbitral sin
pronunciarse sobre el fondo de la controversia.
 Dichos recursos son incompatibles entre sí (artículo 70º de la precitada ley).
No pueden acumularse ni formularse alternativamente, a tal punto que,
invocándose uno de ellos, el otro resulta improcedente.

II. Del interés de CRASA en el proceso

2. De la revisión del expediente se desprende que se han visto afectados varios


derechos del demandante al expedirse el Laudo Arbitral, así como la Resolución
Ministerial, dado que se han afectado relaciones jurídicas de las que era parte, más
aún si la Primera Sala Civil de Arequipa expidió con calidad de cosa juzgada la
Resolución N.º 09, que confirmó el interés y legitimidad para obrar de CRASA en el
presente proceso.

III. Procedencia de un proceso de amparo ante la jurisdicción arbitral

3. Consideramos pertinente reiterar que aunque resulta perfectamente legítimo acudir


al proceso constitucional a efectos de cuestionar el carácter lesivo de los actos
expedidos por la jurisdicción arbitral, tal cual se puso de manifiesto, entre otros, en
el fundamento 23 de la sentencia recaída en el Expediente Nº 6167-2005-PHC/TC
(Caso Fernando Cantuarias Salaverry), ello solo es posible cuando allí se obre
inmotivadamente y, por ende, de manera inconstitucional. De igual modo, el control
constitucional solo procederá a posteriori. A este respecto, resulta conveniente
mencionar lo que el Tribunal Constitucional señaló en la sentencia 4972-2006-
PA/TC.

“17.En el contexto descrito y en la lógica de concretizar de un modo más


aproximativo los supuestos en que se habilitaría el control constitucional
sobre la jurisdicción arbitral, este Tribunal estima oportuno enfatizar
que, desde un punto de vista casuístico, serían entre otras tres las
situaciones o hipótesis principales en las que podría configurarse la
citada variable fiscalizadora: a) Cuando la jurisdicción arbitral vulnera
o amenaza cualquiera de los componentes formales o sustantivos de la
tutela procesal efectiva (debido proceso, tutela jurisdiccional efectiva,
etc.). Esta causal sólo puede ser incoada una vez que se haya agotado la
vía previa; b) Cuando la jurisdicción arbitral resulta impuesta

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ilícitamente, de modo compulsivo o unilateral sobre una persona (esto es,
sin su autorización), como fórmula de solución de sus conflictos o de las
situaciones que le incumben; c) Cuando, a pesar de haberse aceptado
voluntariamente la jurisdicción arbitral, esta verse sobre materias
absolutamente indisponibles (derechos fundamentales, temas penales,
etc.).(Subrayado nuestro)(…)

20. Finalmente, y en lo que respecta a la tercera hipótesis de control, este


Colegiado estima que, aun cuando la jurisdicción arbitral tenga su
origen en el consentimiento de quienes participan de una relación
contractual, ello de ninguna manera justificará el que hacia su
estructura se reconduzcan asuntos por su propia naturaleza
indisponibles por los propios sujetos participantes de dicha relación. Es
eso precisamente lo que ocurre cuando se trata de derechos
fundamentales que, como se sabe, no pueden ser objeto de negociación
alguna ni siquiera en los casos en que exista la voluntad expresa de
prescindir de los mismos o alterarlos en todo o parte de su contenido. Es
eso también lo que sucede, por citar otros supuestos, con las materias
penales o incluso con las materias tributarias en las que el Estado de
ninguna manera puede renunciar a su capacidad de control y sanción”.

Del laudo

4. El control constitucional que se debe efectuar es en torno a la hipótesis del acápite


c) del fundamento 17 precitado, el cual se desarrolla en el fundamento 20, ambos de
la sentencia en comentario, toda vez que el análisis solicitado del laudo se refiere al
extremo de la devolución de los derechos inmateriales, lo que se encuentra
expresamente prohibido en el artículo 1º, numeral 4), de la Ley General de
Arbitraje, por tratarse del patrimonio de la nación; en consecuencia, de funciones
del Estado.

5. Tenemos que Austral y RBC, con fecha 17 de setiembre de 1997, celebraron un


contrato de cesión en uso, mediante el cual RBC le cedía a Austral la autorización
otorgada por el MTC por un término de 10 años por Resolución Ministerial Nº 069-
97-MTC/15.17, así como el arrendamiento de varios bienes. En este contrato se
estableció convenio arbitral. Dicho contrato fue aprobado por Resolución
Ministerial Nº 432-97 MTC/15.19.

6. El Árbitro Único de Conciencia del Centro de Conciliación y Arbitraje de la


Cámara de Comercio de Lima, Manuel Diego Aramburú Yzaga, por Resolución de
fecha 22 de octubre de 2001 declaró fundada en parte la demanda, resolviendo el
contrato de cesión en uso y ordenando que se devuelvan todos los bienes y
derechos, materiales e inmateriales.

Actuación del árbitro

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7. ¿Existió o no un avocamiento indebido del árbitro y, por ende, la violación de los
derechos constitucionales denunciados? Previamente se debe establecer si la
autorización concedida por RBC para la operación de una estación del Servicio de
Radiodifusión Comercial por Televisión en la ciudad de Lima está considerada
dentro del artículo 1º, numeral 4), de la Ley General de Arbitraje.

8. En este orden de ideas, lo que corresponde es analizar qué implica la autorización


de un servicio público, la cual se da para ejercer una actividad, que además de
beneficiar al autorizado, se trata de un “acto imperio” que excluye toda
bilateralidad. Consecuentemente, el otorgamiento y la aprobación de los contratos
que se realicen, así como la posibilidad de dejarlos sin efecto, le corresponden al
MTC en su condición de responsable de normar y administrar el espectro
radioeléctrico, que, a tenor de lo dispuesto en el artículo 57º del D.S. Nº 013-93-
TCC., TUO de la Ley de Telecomunicaciones, es un recurso natural de dimensiones
limitadas que forma parte del patrimonio de la Nación.

9. En conclusión, podemos afirmar que el laudo no debió pronunciarse sobre los


derechos inmateriales. En efecto, la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de
Justicia de Lima, mediante Resolución Nº 17, de fecha 22 de marzo de 2002, en el
proceso de anulación parcial de laudo interpuesto por Austral, estableció de manera
clara e inobjetable que la Resolución Ministerial que aprobara el Contrato no debió
dejarse sin efecto, por lo que este extremo de la pretensión, estando a lo expuesto,
ha de ser declarado procedente.

El derecho al debido proceso administrativo

10. Este Tribunal tiene afirmado que el derecho al debido proceso, reconocido en el
inciso 3) del artículo 139º de la Constitución, sobrepasa el ámbito judicial y se
proyecta sobre todo órgano público o privado que ejerza funciones formal o
materialmente jurisdiccionales. En ese sentido, el Tribunal ha expresado y reiterado
que las exigencias de su respeto y protección deben observarse en todos los
procesos o procedimientos en los que se diluciden los derechos e intereses de las
personas, sean estas personas jurídicas de derecho privado, órganos y tribunales
administrativos, Tribunal Constitucional, Jurado Nacional de Elecciones, Consejo
Nacional de la Magistratura, Congreso de la República y también ante Tribunales
Arbitrales, entre otros. La Sentencia recaída en el Expediente Nº 8105-2005-AA lo
afirma de la siguiente manera:

“8. Se ha deducido también que se ha vulnerado el derecho al debido


proceso. Este derecho, como ha recordado el Tribunal Constitucional
en diversos casos, es una garantía que si bien tiene su ámbito natural
en sede judicial, también es aplicable en el ámbito de los
procedimientos administrativos (…). “

11. Se ha señalado, igualmente, que dicho derecho comprende, a su vez, diversos


derechos fundamentales de orden procesal y que, en ese sentido, se trata de un
derecho “continente”. En efecto, su contenido constitucionalmente protegido
comprende una serie de garantías, formales y materiales, de muy distinta naturaleza,
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cuyo cumplimiento efectivo garantiza que el procedimiento o proceso en el cual se
encuentre comprendida una persona pueda considerarse como justo.

De la alegada vulneración

12. El acto lesivo lo ha originado la Resolución Ministerial Nº 577-2001-MTC/15.03,


de fecha 12 de diciembre de 2001, emitida a solicitud de RBC, y como
consecuencia del laudo arbitral, formulada con las siguientes consideraciones:

 El proceso arbitral concluyó con la expedición del laudo arbitral de fecha 22 de


octubre de 2001, el cual resolvió el contrato de cesión celebrado entre RBC y
AUSTRAL, ordenándose la devolución de los bienes y derechos materiales e
inmateriales que fueron cedidos a Austral.
 La Ley General de Arbitraje –Ley Nº 26572 establece que los laudos son
definitivos y que contra ellos no procede recurso alguno y tienen valor de cosa
juzgada, y que tratándose de arbitrajes de conciencia no procede el recurso de
apelación.
 De conformidad con el laudo arbitral, corresponde dejar sin efecto la
Resolución Nº 432-97-MTC/15.17; consecuentemente, RBC reasume la
operación de la estación de TV de la cual es titular, así como los derechos que
fueron cedidos a Austral en virtud de la cesión en uso, a tenor de lo opinado por
la Dirección de Asesoría Técnica de la Dirección General de
Telecomunicaciones mediante Informe Nº 1126-2001-MTC/15.19.
 Que como consecuencia de lo anterior, Austral deberá abstenerse de seguir
operando la citada estación de radiodifusión por TV.

En conclusión, la Resolución Ministerial 577-2001-MTC 15.03 resolvió


indebidamente ordenar a Austral abstenerse de operar la estación de radiodifusión
por TV, impidiéndole continuar haciendo legítimo uso del segmento del espectro
radioeléctrico por un período de cinco años y nueve meses faltantes, que se habían
cedido de acuerdo a la Ley General de Telecomunicaciones.

13. Es evidente que RBC recurrió apresuradamente al MTC a solicitar la ejecución de


un laudo arbitral que no tenía un “mandamus” con respecto a los derechos
inmateriales, conforme lo estableció en su momento la Quinta Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lima en el proceso de anulación parcial de laudo, lo que
debió ser tomado oportunamente en cuenta por el MTC, quien debió advertir que
dicho laudo estaba siendo utilizado arbitrariamente y de mala fe.

14. En ese sentido, la autoridad administrativa, conforme a los artículos 219º y


siguientes de la Ley del Procedimiento Administrativo General – Ley Nº 27444,
debió seguir el procedimiento trilateral.

15. En cuanto a la sustracción de la materia, debido a que ya venció el plazo de vigencia


de diez años del contrato, se tiene que es un contrato civil cuyo plazo de vigencia o
suspensión no debe ser analizado en esta vía constitucional.

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16. En lo que concierne a la alegada vulneración del derecho a la libertad de
contratación, y conforme a lo establecido por este Tribunal en el fundamento 48 de
la Sentencia recaída en el Expediente Nº 7339-2006-PA/TC:

- “Consagrado en el inciso
14) del artículo 2º de la Constitución, el derecho a la libre
contratación se concibe como el acuerdo o convención de voluntades
entre dos o más personas naturales y/o jurídicas para crear, regular,
modificar o extinguir una relación jurídica de carácter patrimonial.
Dicho vínculo –fruto de la concertación de voluntades– debe versar
sobre bienes o intereses que posean apreciación económica, tengan
fines lícitos y no contravengan las leyes de orden público.

Tal derecho garantiza, prima facie:

 Autodeterminación para decidir la celebración de un contrato, así


como la potestad de elegir al cocelebrante.

 Autodeterminación para decidir, de común acuerdo, la materia


objeto de regulación contractual.”

Es claro, entonces, que ninguno de los supuestos han sido afectados, por lo que no
ha habido vulneración alguna al mencionado derecho.

17. En consecuencia, habiéndose evidenciado la violación del derecho al debido


proceso administrativo, la demanda debe declararse fundada en ese extremo.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA en parte la demanda; en consecuencia, nula la Resolución


Ministerial Nº 577-2001-MTC/15.03, de fecha 12 de diciembre de 2001, por lo que
se ordena que el MTC actúe conforme a lo establecido en los fundamentos 12 y 13,
supra.

2. ORDENAR que, en ejecución de sentencia, se repongan las cosas al estado anterior


a la emisión del laudo arbitral de fecha 22 de octubre de 2001 y de la Resolución
Ministerial N.º 577-2001-MTC/15.03, de fecha 12 de diciembre de 2001.

3. Declarar IMPROCEDENTE la demanda en el extremo referido a que se deje sin


efecto el laudo arbitral, a tenor de lo expuesto en los fundamentos 8 y 9, supra.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BEAUMONT CALLIRGOS
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ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRAND

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EXP. N.° 02386-2008-PA/TC
AREQUIPA
COMPAÑÍA DE RADIODIFUSIÓN
AREQUIPA S.A.

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO LANDA ARROYO

Que, con el debido respeto por los votos de los demás Magistrados de este Tribunal,
considero que respecto a la pretensión de declarar la nulidad del laudo arbitral en el
extremo que se devuelvan los derechos inmateriales a RBC y se ordene al MTC se
mantenga vigente la Resolución Ministerial N° 532-97-MTC/15.19, que aprobó el
contrato de cesión en uso entre AUSTRAL y RBC, por el mismo tiempo de duración
del contrato celebrado entre AUSTRAL y la hoy demandante CRASA, el mismo que
vencía el 31 de octubre de 2007, comparto la posición de la ponencia de declarar
IMPROCEDENTE dicha pretensión, sin embargo. discrepo de lo establecido por la
ponencia respecto a la pretensión de declarar inaplicable al demandante la Resolución
Ministerial N° 577-2001-MTC/15.03, la misma que aprobó el laudo arbitral y le
devolvió el segmento del espectro radioeléctrico a RBC, la cual considero debe
declararse INFUNDADA; señalando como fundamentos los motivos que a
continuación expreso:

I. FUNDAMENTOS

1. Respecto a la pretensión de declarar la nulidad del laudo arbitral en el extremo que se


devuelvan los derechos inmateriales a RBC y se ordene al MTC se mantenga vigente la
Resolución Ministerial N° 532-97-MTC/15.19, que aprobó el contrato de cesión en uso
entre AUSTRAL y RBC, por el mismo tiempo de duración del contrato celebrado entre
AUSTRAL y la hoy demandante CRASA, el mismo que vencía el 31 de octubre de
2007, conforme se desprende de autos, la empresa recurrente cuestiona el laudo arbitral
por cuestiones de fondo sometidas a arbitraje.

2. Si bien el I ribunal Constitucional ha establecido la posibilidad extraordinaria y


subsidiaria del control constitucional de un laudo arbitral mediante el proceso de
amparo (STC N° 6167-2005-HC/TC), también es verdad que dicho control no puede
constituir en ningún caso un mecanismo de sustitución del juicio arbitral sobre las
cuestiones de fondo decididas por los árbitros. En tal sentido está
establecido (Exp. 4195-2006-AA/TC FJ 4) que el proceso de amparo resulta
improcedente en los siguientes supuestos:

a) "(...) cuando se cuestione actuaciones previas a la expedición de/laudo. En tales


casos, se deberá esperar la culminación de/proceso arbitral:

b) Aun habiendo culminado el proceso arbitral, conforme al literal anterior, el amparo


será improcedente cuando no se agote la vía previa, de ser pertinente la interposición de
los recursos respectivos (apelación o anulación), de acuerdo a lo establecido en los
fundamentos 2y 3 supra;

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c) (...) cuando se cuestione la interpretación realizada por el Tribunal Arbitral respecto a
normas legales, siempre que de tales interpretaciones no se desprenda un agravio
manifiesto a la tutela procesal o al debido proceso. En todo caso, .frente a la duda
razonable de dos posibles interpretaciones de un mismo dispositivo legal, el juez
constitucional debe asumir que la propuesta por los árbitros es la más conveniente tanto
para la solución del conflicto como para ,fortalecer la institución del arbitraje;

d) La valoración y calificación de los hechos y circunstancias sometidas a arbitraje son


de exclusiva competencia de los árbitros, los que deben resolver conforme a las reglas
del arbitraje, salvo que se advierta una arbitrariedad manifiesta en dicha valoración o
calificación que pueda constatarse de la simple lectura de las piezas que se adjuntan al
proceso, sin que sea necesaria una actividad probatoria adicional que no es posible en el
proceso de amparo;

e) Quien alega la violación de un derecho constitucional que resulte de una arbitraria


interpretación de normas o hechos producidos en el trámite del arbitraje, deberá
acreditarlos de manera objetiva y específica, precisando en qué ha consistido dicha
irregularidad, así como el documento o pieza procesal en el que se constata dicha
vulneración".

3. En el presente caso, tal como se desprende de la pretensión referida del petitorio de la


demanda, se cuestiona la interpretación realizada por el Tribunal Arbitral respecto a
normas legales y de tales interpretaciones no se desprende un agravio manifiesto a la
tutela procesal o al debido proceso, asimismo, se cuestionan directamente
consideraciones referidas a hechos, valoraciones, peritajes, estimaciones cuantitativas
que habrían determinado un perjuicio económico. Siendo esto así, estimamos que la
pretensión referida a declarar la nulidad del laudo arbitral en el extremo que se
devuelvan los derechos inmateriales a RBC y se ordene al MTC se mantenga vigente la
Resolución Ministerial N° 532-97- MTC/15.19, que aprobó el contrato de cesión en uso
entre AUSTRAL y RBC, por el mismo tiempo de duración del contrato celebrado entre
AUSTRAL y la hoy demandante CRASA, el mismo que vencía el 31 de octubre de
2007. debe desestimarse.

4. Por su parte, respecto a la pretensión de declarar inaplicable al demandante la


Resolución Ministerial N° 577-2001-MTC/15.03, la misma que aprobó el laudo arbitral
y le devolvió el segmento del espectro radioeléctrico a RBC cabe decir que los
documentos presentados en autos no producen certeza respecto a que con la Resolución
Ministerial N° 577-2001-MTC/15.03 se hayan vulnerado la libertad de contratación y la
observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional del demandante,
contrariamente a lo que consigna el dicho en la demanda.

5. Por consiguiente, al no haberse demostrado la vulneración del derecho fundamental al


debido proceso y la tutela jurisdiccional así como la libertad de contratación del
demandante, este Colegiado desestima la demanda en el extremo de declarar inaplicable
al demandante la Resolución Ministerial N° 577-2001-MTC/15.03, la misma que
aprobó el laudo arbitral y le devolvió el segmento del espectro radioeléctrico a RBC.

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II. CONCLUSIÓN

Por lo expuesto, el suscrito es de la opinión respecto a la pretensión de declarar la


nulidad del laudo arbitral en el extremo que se devuelvan los derechos inmateriales a
RBC y se ordene al MTC se mantenga vigente la Resolución Ministerial N° 532-97-
MTC/15.19, que aprobó el contrato de cesión en uso entre AUSTRAL y RBC, por el
mismo tiempo de duración del contrato celebrado entre AUSTRAL y la hoy
demandante CRASA, el mismo que vencía el 31 de octubre de 2007, declarar
IMPROCEDENTE y respecto a la pretensión de declarar inaplicable al demandante la
Resolución Ministerial N° 577-2001-MTC/15.03, la misma que aprobó el laudo arbitral
y le devolvió el segmento del espectro radioeléctrico a RBC, declarar INFUNDADA.

S.

LANDA ARROYO

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EXP. N.° 02386-2008-PA/TC
AREQUIPA
COMPAÑÍA DE RADIODIFUSIÓN
AREQUIPA S.A.

VOTO DIRIMENTE DEL MAGISTRADO ÁLVAREZ MIRANDA

Llamado por ley a dirimir la discordia producida en el presente caso debo señalar lo
siguiente. Mi voto es porque se declare FUNDADA, en parte, la demanda de amparo;
en ese sentido, me adhiero al voto expedido para la resolución de la presente causa por
mis colegas Beaumont Callirgos y Eto Cruz, por los fundamentos que paso a exponer:

1. El acto lesivo se ha originado en la Resolución Ministerial N.º 577-2001-


MTC/15.03, de fecha 12 de diciembre de 2001, emitida como consecuencia del
laudo arbitral, de fecha 22 de octubre de 2001. De conformidad, con el referido
laudo corresponde dejar sin efecto la Resolución Ministerial N.º 432-97-MTC/15.17
que aprueba el Contrato de Cesión en Uso celebrado entre las empresas AUSTRAL
TELEVISIÓN S.A. y RED BICOLOR DE COMUNICACIONES S.A.; siendo que
en consecuencia RBC reasume la operación de la estación de televisión de la cual es
titular, así como los derechos que fueron cedidos a AUSTRAL.

2. Al respecto, la Resolución Ministerial impugnada ejecuta un laudo que contiene un


mandamus imposible jurídicamente, pues resuelve en torno a la autorización para el
uso del espectro radioeléctrico, materia que no podría ser objeto de arbitraje, ya que
este es una recurso natural de dimensiones limitadas que forma parte del patrimonio
de la Nación (artículo 57º del TUO de la Ley de Telecomunicaciones).

3. De allí que el actuar del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, se encuentre


viciado de nulidad, pues, ordenó indebidamente a AUSTRAL abstenerse de operar
la estación de radiodifusión por televisión, impidiéndole continuar haciendo
legítimo uso del segmento del espectro radioeléctrico por un período de cinco años
y nueve meses faltantes, que se habían cedido de acuerdo con la Ley General de
Telecomunicaciones.

4. Siendo que de ello se deriva la afectación de los derechos fundamentales al debido


proceso y la libertad de contratación de la amparista, COMPAÑÍA DE
RADIODIFUSUIÓN AREQUIPA S.A., pues se deja sin efecto el contrato de
suministro de servicios de programación y venta de publicidad de manera exclusiva
y excluyente que celebró CRASA con AUSTRAL por el mismo tiempo de 10 años,
pese a que ninguna de las partes introdujo ninguna causal de rescisión del mismo,
siendo que por el contrario, se deriva de vicios de la Administración Pública
originados en un laudo arbitral nulo, por contravenir una norma de orden público,
como es el numeral 4, artículo 1º de la Ley N.º 26572, de Arbitraje, que incluso
habilita la competencia material de la propia jurisdicción arbitral: “Pueden

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someterse a arbitraje las controversias determinadas o determinables sobre las
cuales las partes tienen facultad de libre disposición, así como aquellas relativas a
materia ambiental, pudiendo extinguirse respecto de ellas el proceso judicial
existente o evitando el que podría promoverse; excepto: (…) 4. Las directamente
concernientes a las atribuciones o funciones de imperio del Estado, o de personas o
entidades de derecho público”.

5. De esta forma, se mantiene la línea jurisprudencial establecida por este Colegiado en


la STC 6167-2005-PHC, pues, este Tribunal reconoce la jurisdicción del arbitraje y
su plena y absoluta competencia para conocer y resolver las controversias sometidas
al fuero arbitral, sobre materias de carácter disponible (artículo 1º de la Ley General
de Arbitraje), con independencia jurisdiccional y, por tanto, sin intervención de
ninguna autoridad, administrativa o judicial ordinaria. En ese sentido, si lo que se
cuestiona es un laudo arbitral que verse sobre derechos de carácter disponible, de
manera previa a la interposición de un proceso constitucional, el presunto agraviado
deberá haber agotado los recursos que la Ley General de Arbitraje prevé para
impugnar dicho laudo. Supuestos de procedencia que han sido analizados, y que se
han visto satisfechos en el presente amparo.

6. Por tanto, considero que la demanda debe ser estimada; en consecuencia, NULA la
Resolución Ministerial N.º 577-2001-MTC/15.03, de fecha 12 de diciembre de
2001; asimismo, ORDENAR que, en ejecución de sentencia, se repongan las cosas
al estado anterior a la emisión del laudo arbitral, de fecha 22 de octubre de 2001, por
lo que es de aplicación el artículo 1º del Código Procesal Constitucional.

SR.
ÁLVAREZ MIRANDA

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EXP. N.° 05923-2009-PA/TC
LIMA
PABLO HUGO
TORRES ARANA

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 21 días del mes de junio de 2010, el Tribunal Constitucional en


sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Mesía Ramírez,
Beaumont Callirgos, Vergara Gotelli, Calle Hayen, Eto Cruz y Álvarez Miranda,
pronuncia la siguiente sentencia, con el voto singular del magistrado Vergara Gotelli,
que se agrega

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Pablo Hugo Torres Arana
contra la resolución expedida por la Sala de Derecho Constitucional y Social
Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República, de fojas 106 del cuaderno
de apelación, su fecha 12 de agosto de 2009, que declaró improcedente la demanda de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 21 de setiembre de 2006 el recurrente interpone demanda de amparo


contra los vocales integrantes de la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de
Justicia de la República y los vocales integrantes de la Cuarta Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lima, solicitando que se declare: i) la nulidad de la resolución de
fecha 17 de abril de 2006 expedida por la Sala Suprema; ii) la nulidad de las
resoluciones de fechas 12 de enero y 3 de marzo de 2006 expedidas por la Sala
Superior; y iii) se ordene a la Cuarta Sala Civil cumpla con emitir nueva resolución
debidamente motivada respecto a su recurso de fecha 22 de noviembre de 2005.

Refiere que interpuso demanda arbitral en forma solidaria contra Marina


Internacional Holding S.A. y Mía Meliá Inversiones Americanas N.V., solicitando la
intervención de Corporación Hotelera Metor S.A. y planteando diversas pretensiones
principales, accesorias y subordinadas que fueron resueltas por el Laudo Arbitral de
fecha 15 de febrero de 2002, que entre otras cosas resolvió declarar fundada su demanda
en el extremo referido a la indemnización por daño emergente y precisó la forma en que
ésta debía ser pagada. Señala que contra dicha resolución arbitral interpuso recurso de
anulación porque el Tribunal Arbitral había laudado sobre una materia no sometida a su
decisión, como lo es la indemnización por daño emergente y la forma de pago de la
misma; que su recurso de anulación fue estimado por la Cuarta Sala Civil de Lima,
mediante la sentencia de fecha 20 de octubre de 2003, que resolvió declarar nulo y sin

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efecto legal el Laudo Arbitral de fecha 15 de febrero de 2002; que contra la sentencia de
la Sala superior las emplazadas del proceso arbitral interpusieron recurso de casación
que fue desestimado por la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema mediante la
sentencia de fecha 12 de julio de 2005.

Aduce que al declararse la nulidad del laudo arbitral -no del proceso arbitral- e
invocando el artículo 78º inciso 6) de la Ley N.º 26572, presentó un escrito a la Sala
Superior señalando que la competencia judicial había quedado restablecida y que por
tanto ella resultaba competente para emitir nueva sentencia sobre la base de las
pretensiones y lo actuado en el proceso arbitral, pedido que fue desestimado sin
realizarse ninguna interpretación, análisis ni fundamentación del inciso 6) del artículo
78º de la Ley N.º 26572, lo cual vulnera su derecho a la debida motivación de las
resoluciones judiciales. Al desestimarse su pedido, señala que interpuso recurso de
apelación, el cual también fue desestimado vulnerándose su derecho a la pluralidad de
instancias.

La Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, con fecha 10 de


diciembre de 2006, resolvió admitir a trámite la demanda e incorporar al proceso como
litisconsortes necesarios a Marina Internacional Holding S.A., Mía Meliá Inversiones
Americanas N.V. y Corporación Hotelera Metor S.A.

El Procurador Público a cargo de los asuntos judiciales del Poder Judicial


contesta la demanda argumentando que el recurrente no ha acreditado con medios
probatorios suficientes las afirmaciones vertidas en cuanto a la supuesta vulneración de
sus derechos constitucionales al debido proceso y a la tutela procesal efectiva.

Las sociedades litisconsortes contestan la demanda señalando que el demandante


dejó consentir la resolución judicial que dice afectarlo, que la acción está prescrita, que
no existe interés para obrar, que el agravio ha cesado y que no se puede continuar el
proceso dictándose sentencia judicial arbitral sobre controversias materiales ajenas a la
pretensión de anulación.

La Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, con fecha 14 de


julio de 2008, declara improcedente la demanda, por considerar que las resoluciones
cuestionadas se ajustan a derecho y han sido expedidas conforme a las normas de la
materia.

La Sala revisora confirmó la apelada, por estimar que las resoluciones judiciales
se encuentran debidamente motivadas y que el recurrente pretende cuestionar el criterio
interpretativo esgrimido por las Salas emplazadas.

FUNDAMENTOS

1.§ Delimitación del petitorio y de la materia constitucional relevante

1. La demanda tiene por objeto que se declare nulas:

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a. La Resolución de fecha 12 de enero de 2006, emitida por la Cuarta Sala Civil de
Lima, que declaró improcedente el pedido de ejecución de la CAS. Nº 815-2004
LIMA presentado por el demandante.

b. La Resolución de fecha 3 de marzo de 2006, emitida por la Cuarta Sala Civil de


Lima, que declaró improcedente la apelación interpuesta por el demandante contra
la resolución antes mencionada

c. La Resolución de fecha 17 de abril de 2006, emitida por la Sala Civil Transitoria de


la Corte Suprema, que declaró improcedente el recurso de queja por denegatoria del
recurso de apelación.

El demandante estima que las resoluciones mencionadas han vulnerado su derecho a


la motivación de las resoluciones judiciales, por cuanto no han respondido en forma
debida su pedido de ejecución de la CAS. N.º 815-2004 LIMA, presentado el 25 de
noviembre de 2005, en la medida que carecen de motivación respecto a los alcances
del inciso 6) del artículo 78º de la Ley N.º 26572.

2. Así delimitada la pretensión demandada, este Tribunal estima que el objeto de


enjuiciamiento del presente proceso debe dirigirse a determinar si las resoluciones
cuestionadas cumplen, o no, con la obligación constitucional de la motivación de las
resoluciones judiciales reconocida en el inciso 5), del artículo 139º de la
Constitución.

Para determinar ello corresponde reseñar cómo se originó la CAS. N.º 815-2004
LIMA y qué fue lo que peticionó el demandante en su escrito de fecha 25 de
noviembre de 2005, pues sólo así podrá comprobarse la legitimidad del pedido del
demandante y si la fundamentación de las resoluciones judiciales cuestionadas es
inconstitucional, es decir, si no cumplen con motivar sobre los alcances del inciso 6)
del artículo 78º de la Ley N.º 26572.

2.§ Análisis de la controversia

3. Precisado el alcance de enjuiciamiento del presente proceso, conviene recordar la


uniforme y consolidada doctrina de este Tribunal sobre el derecho a la motivación
de las resoluciones judiciales como contenido del derecho fundamental a la tutela
procesal efectiva.

Este Tribunal ha precisado que el derecho a la tutela procesal efectiva comprende el


derecho de las partes a obtener de los órganos judiciales una resolución razonada,
motivada, congruente y fundada en derecho sobre el fondo de las pretensiones
oportunamente deducidas (STC 01333-2002-AA/TC, considerando 3).

Se ha subrayado también que una resolución judicial en la que no se precisan los


hechos, el derecho y la conducta responsable, ni tampoco se encuentra razón o
explicación alguna del por qué se ha resuelto de tal o cual manera no respeta las
garantías de la tutela procesal efectiva (STC 06712-2005-HC/TC, fundamento 10).

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Y es que este derecho implica que cualquier decisión judicial cuente con un
razonamiento (elementos y razones de juicio) que no sea aparente, defectuoso o
irrazonable, sino que exponga de manera clara, lógica y jurídica los fundamentos de
hecho y de derecho que la justifican (STC 06712-2005-HC/TC, fundamento 10). De
este modo, el derecho a la motivación de las resoluciones judiciales encuentra su
fundamento en la necesidad de que las partes conozcan el proceso lógico-jurídico
(ratio decidendi) que conduce a la decisión, y de controlar la aplicación del derecho
realizada por los órganos judiciales, pues ésta no puede ser arbitraria, defectuosa,
irrazonada o inexistente.

Por esta razón se ha enfatizado que uno de los contenidos del derecho a la
motivación de las resoluciones judiciales es la fundamentación jurídica, que no
implica la sola mención de las normas a aplicar al caso, sino la explicación y
justificación de por qué tal caso se encuentra o no dentro de los supuestos que
contemplan tales normas, es decir, los elementos y razones de juicio que permitan
conocer a las partes cuáles han sido los criterios jurídicos que fundamentan la
decisión (STC 04348-2005-AA/TC, fundamento 2).

4. Partiendo de la jurisprudencia sentada, ha de enjuiciarse si las resoluciones


judiciales cuestionadas satisfacen los requerimientos de la motivación que la
Constitución exige. Para ello es menester reseñar los sucesos que originaron la
emisión de las resoluciones judiciales cuestionadas, que son los siguientes:

a. Con fecha 8 de marzo de 2002, el demandante interpuso recurso de anulación del


Laudo Arbitral Nacional de Derecho, Resolución N.º 27, de fecha 15 de febrero de
2002, emitido en mayoría por el Tribunal Arbitral del Centro de Conciliación y
Arbitraje Nacional e Internacional de la Cámara de Comercio de Lima, en el proceso
arbitral que les siguió a Marina Internacional Holding S.A., Mía Meliá Inversiones
Americanas N.V. y Corporación Hotelera Metor S.A.

El fundamento que sustentó el recurso de anulación del laudo arbitral referido fue la
causal prevista en el inciso 6) del artículo 73º de la Ley N.º 26572, porque a juicio
del demandante se había laudado sobre una materia no sometida expresa o
implícitamente a la decisión de los árbitros.

b. Con fecha 20 de octubre de 2003, la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de


Justicia de Lima, en el recurso de anulación de laudo arbitral recaído en el Exp. N.º
373-2002, declaró fundada la demanda interpuesta por el demandante y nulo y sin
efecto legal alguno el Laudo Arbitral Nacional de Derecho, de fecha 15 de febrero
de 2002.

Dicho recurso de anulación fue declarado fundado porque la Cuarta Sala Civil de
Lima comprobó que se había laudado sobre una materia no sometida expresa o
implícitamente a la decisión del Tribunal Arbitral mencionado. Ello se desprende
claramente del sétimo fundamento de la sentencia que señala:

“(...) los árbitros no se han pronunciado respecto de la solidaridad pretendida por la parte
demandante, aspecto que ha reconocido la parte demandada al absolver la nulidad
propuesta, quienes, sin embargo, consideran que constituye un aspecto irrelevante al

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afirmarse que ello no perjudica a la parte demandante, empero, es evidente que este
Colegiado no puede establecer la magnitud del perjuicio que se habría ocasionado, sino
fundamentalmente los mencionados árbitros no se han pronunciado en estricto respecto
de los hechos controvertidos que le fueron puestos a consideración, significando ello que
se ha afectado el principio de congruencia al no existir pronunciamiento expreso, preciso
y motivado respecto de la forma propuesta y que no guarda relación con lo allí expuesto
cuando se precisa por un lado la existencia de incumplimiento y no obstante ello se
establece que no ha existido inejecución obligacional y se exime de resolver los aspectos
concernientes al resarcimiento, incurriéndose con ello en causal de nulidad sancionada
(...)”.

En sentido similar, en el noveno fundamento de la sentencia la Cuarta Sala Civil de


Lima subraya que:

“(...) del Procedimiento Arbitral que se tiene a la vista, al momento de expedirse el


Laudo correspondiente, el Tribunal Arbitral si bien ha desestimado la Pretensión
propuesta como Pretensión subordinada a la Pretensión Número Uno, ha omitido
motivar dicho extremo del Laudo, esto es ha omitido exponer los fundamentos de hecho
en los cuales se sustenta la decisión de declarar infundada la pretensión subordinada”.

Finalmente, en el undécimo fundamento de la sentencia, la Cuarta Sala Civil de


Lima para estimar la demanda de nulidad termina concluyendo que:

“(...) el Laudo Arbitral emitido por los árbitros del Centro de Conciliación y Arbitraje
Nacional e Internacional de la Cámara de Comercio de Lima ha omitido pronunciarse
respecto de la Pretensión Subordinada, pese a haberse emitido pronunciamiento en la
parte resolutiva del Laudo impugnado, incurriéndose así en la causal de nulidad
contemplada en el artículo ciento veintidós del Código Procesal Civil aplicable también
por extensión al presente caso”.

c. Con fecha 12 de julio de 2005 la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de


Justicia de la República emite la sentencia CAS. Nº 815-2004 LIMA, que declaró
infundado el recurso de casación interpuesto por Marina Internacional Holding S.A.,
Mía Meliá Inversiones Americanas N.V. y Corporación Hotelera Metor S.A. contra
la sentencia mencionada de la Cuarta Sala Civil de Lima.

El recurso de casación presentado fue desestimado porque, específicamente, la Sala


Civil Suprema consideró que:

“(...) el extremo decisorio del laudo sub-materia que declara infundada la pretensión
propuesta como subordinada a la primera pretensión principal respecto a que las
demandadas deben efectuar el cumplimiento inmediato e incondicional de los acuerdos
por parte de Marina International Holdings Sociedad Anónima o la sociedad que la
sustituya, carece de motivación que la sustente, omisión relevante si se considera que tal
pretensión al ser independiente y distinta a la principal ha debido merecer la
correspondiente fundamentación de hecho y de derecho en atención a lo dispuesto por
los artículos 87 y 122 del Código Procesal Civil debiendo precisarse que la citada
omisión no puede ser objeto de simple corrección o integración del laudo conforme al
artículo 54 de la Ley de Arbitraje, ya que dada la relevancia y complejidad de la
pretensión, requiere de la fundamentación adecuada”.

5. De los fundamentos judiciales transcritos puede concluirse que el Laudo Arbitral


Nacional de Derecho, Resolución N.º 27, de fecha 15 de febrero de 2002, fue
declarado nulo y sin efecto legal por la Cuarta Sala Civil de Lima, porque comprobó
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que el Tribunal Arbitral había laudado sobre una materia no sometida expresa o
implícitamente a su decisión. Dicha sentencia estimativa a favor del demandante fue
confirmada por la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema, en tanto declaró
infundado el recurso de casación interpuesto contra ella.

En buena cuenta, la decisión judicial que declara la nulidad del Laudo Arbitral
Nacional de Derecho, Resolución N.º 27, de fecha 15 de febrero de 2002, ha
adquirido la autoridad de cosa juzgada, por lo que lo declarado y resuelto en ella, así
como en la sentencia de casación, deviene en inmutable, inimpugnable e
inmodificable. Además, sobre la materia decidida por las sentencias emitidas en el
proceso de anulación de laudo arbitral también opera el principio de no interferencia
previsto en el inciso 3) del artículo 139º de la Constitución.

6. Pues bien, ahora corresponde analizar por qué se originaron las resoluciones
judiciales cuestionadas y cuál es su contenido argumentativo, a efectos de
determinar si satisface los requerimientos de la motivación constitucionalmente
exigida. Al respecto, se tiene que:

a. Con fecha 25 de noviembre de 2005, el demandante solicitó a la Cuarta Sala Civil de


Lima que ordene el cumplimiento de lo ejecutoriado y que en virtud del inciso 6) del
artículo 78º de la Ley N.º 26572, se avoque al conocimiento de la causa, señale fecha
de vista de la causa y expida sentencia respecto a las pretensiones contenidas en la
demanda arbitral.

b. Con fecha 12 de enero de 2006, la Cuarta Sala Civil de Lima resolvió declarar
improcedente el pedido de ejecución mencionado argumentando lo siguiente:

“(...) si el laudo arbitral ha sido anulado por la causal establecida en el inciso seis del
artículo setentitrés de la Ley General de Arbitraje – como en el presente caso –, la
competencia del Poder Judicial queda restablecida, de conformidad con el inciso seis del
artículo 78 de la citada ley; consecuentemente, declararon IMPROCEDENTE lo
solicitado; dejando a salvo su derecho para que lo haga valer conforme a ley”.

c. Contra dicha resolución el demandante interpuso recurso de apelación que fue


resuelto por la Resolución de fecha 3 de marzo de 2006, emitida por la Cuarta Sala
Civil de Lima, que lo declaró improcedente por considerar que:

“(...) de conformidad con lo previsto en el artículo 77º de la Ley General de Arbitraje:


“Contra lo resuelto por la Corte Superior sólo procede recurso de casación cuando el
laudo hubiera sido anulado total o parcialmente”.

d. Contra dicha resolución el demandante presentó recurso de queja por denegatoria de


apelación que fue resuelto por la Resolución de fecha 17 de abril del 2006, que lo
declaró improcedente. La Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de
la República rechazó el recurso porque consideró que:

“(...) como acertadamente lo ha determinado la Sala Superior en un proceso de esta


naturaleza la única resolución recurrible en casación es la resolución que declara
fundada la demanda de anulación de una laudo arbitral, conforme el artículo 77 de la
Ley General de Arbitraje, no siendo factible que una cuestión incidental cuyo trámite

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debe ser ventilado en vía sea susceptible de revisión vía el recurso de apelación, como
pretende el impugnante. Es que cuando la Ley de Arbitraje señala que queda
restablecida la competencia del Poder Judicial (artículo 78 inciso 6), se refiere a que la
competencia del asunto en litis queda restablecida para que los justiciables sometan su
controversia a los organismos jurisdiccionales, no que se continué con el procedimiento
arbitral cuyo laudo arbitral inválido ha sido declarado nulo (...)”.

7. Dejando de lado el asunto de si la improcedencia de los recursos de apelación y de


queja han vulnerado el derecho a la pluralidad de instancias del demandante, este
Tribunal estima que la afectación del derecho a la motivación de las resoluciones
judiciales debe ser evaluado en función de si la interpretación efectuada por las Salas
emplazadas del inciso 6) del artículo 78º de la Ley N.º 26572 resulta arbitraria,
defectuosa, irrazonable o inexistente.

Ello en la medida que el hecho de conocer cuáles han sido los criterios jurídicos
empleados por los órganos judiciales para fundamentar su decisión (fundamentación
en derecho) conlleva la garantía de que la decisión no sea el resultado de una
aplicación arbitraria de la legalidad o su interpretación no resulte manifiestamente
arbitraria o irrazonable ya que, en tales casos, la aplicación de la legalidad sería tan
sólo una mera apariencia (motivación aparente) que afectaría el derecho a la
motivación de las resoluciones judiciales.

De ahí que el análisis de si en una determinada resolución judicial se ha violado o no


el derecho a la debida motivación de las resoluciones judiciales, debe realizarse a
partir de los propios fundamentos expuestos en la resolución cuestionada. Esto
porque en este tipo de procesos al juez constitucional no le incumbe el mérito de la
causa, sino el análisis externo de la resolución, a efectos de constatar si ésta es el
resultado de un juicio racional y objetivo (STC 01480-2006-AA/TC, fundamento 2).

Por ello, este Tribunal ha precisado que toda decisión que carezca de una motivación
adecuada, suficiente y congruente o tenga una motivación aparente, constituirá una
decisión arbitraria y, en consecuencia, será inconstitucional (STC 05601-2006-
PA/TC, fundamento 3).

8. En el presente caso, el artículo objeto de interpretación de las resoluciones judiciales


cuestionadas es el inciso 6) del artículo 78º de la Ley N.º 26572, vigente en el
momento en que se inició y resolvió el recurso de anulación, cuyo texto dispone que
“Si el laudo arbitral ha sido anulado por la causal establecida en el inciso 6) del
Artículo 73, la competencia del Poder Judicial quedará restablecida, salvo acuerdo
distinto de las partes”.

Teniendo presente ello, este Tribunal considera que la Resolución de fecha 12 de


enero de 2006, que ha sido reseñada en el fundamento 6.b, supra, vulnera el derecho
a la debida motivación de las resoluciones judiciales, porque se trata de una
resolución judicial cuya motivación resulta insuficiente y arbitraria, ya que se limita
a parafrasear parte del inciso 6) del artículo 78º de la Ley N.º 26572 para declarar
improcedente el pedido de ejecución del demandante, sin explicar razón alguna del
qué se ha declarado improcedente el pedido de ejecución del demandante.

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En sentido similar, este Tribunal considera que la Resolución de fecha 12 de enero
de 2006 carece de motivación, pues no responde a los pedidos del demandante, sino
que simplemente se limita al parafraseo de una parte del inciso 6) del artículo 78º de
la Ley N.º 26572. Consecuentemente, esta resolución debe ser declarada nula.

9. Por otra parte, debe señalarse que carece de objeto emitir pronunciamiento sobre la
resolución que declaró improcedente el recurso de queja por denegatoria del recurso
de apelación, toda vez que a fojas 406, primer cuaderno, obra la Resolución de fecha
7 de setiembre de 2006, emitida por la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema
que declara nula la Resolución de fecha 17 de abril de 2006; por tanto, no existiría
resolución sobre la cual emitir pronunciamiento.

10. En este contexto este Tribunal considera que la petición de ejecución presentada por
el demandante merecía ser contestada en forma debida y razonada por la Cuarta Sala
Civil en el proceso de anulación de laudo arbitral, por cuanto lo peticionado tenía
por finalidad hacer efectivo el derecho constitucional a la efectividad o ejecución de
las resoluciones judiciales. No obstante, de las resoluciones judiciales cuestionadas
se advierte que tanto la Sala Civil de la Corte Superior como la Sala Civil de la
Corte Suprema han abdicado de su función de interpretar el inciso 6) del artículo 78º
de la Ley N.º 26572, pues ninguno de los dos órganos judiciales han precisado
cuáles son los alcances de la frase “la competencia del Poder Judicial quedará
restablecida, salvo acuerdo distinto de las partes”, lo cual también vulnera el derecho
a la debida motivación de las resoluciones judiciales.

Y si bien la interpretación de la legalidad es función de la justicia ordinaria, en el


presente caso este Tribunal considera que dicha regla debe admitir una excepción
por cuanto ordenar que la Cuarta Sala Civil de Lima se pronuncie nuevamente sobre
la correcta interpretación de la frase mencionada constituye una afectación de los
derechos al plazo razonable y a la tutela judicial efectiva, por cuanto el demandante
desde el 8 de marzo de 2002 viene litigando en el Poder Judicial, es decir, que han
transcurrido más de 8 años y no obtiene respuesta alguna sobre lo pretendido, ya que
si bien se declaró la nulidad del laudo arbitral, ello no ha generado que a la fecha las
pretensiones planteadas en el proceso arbitral hayan podido ser resueltas en forma
definitiva.

11. En tal sentido este Tribunal considera que la frase “la competencia del Poder
Judicial quedará restablecida, salvo acuerdo distinto de las partes” prevista en el
inciso 6) del artículo 78º de la Ley N.º 26572, vigente en el momento en que se
inició y resolvió el recurso de anulación, debe ser interpretada en el sentido de que el
órgano competente para conocer la pretensión demandada en el proceso arbitral
cuyo laudo fue declarado nulo es el Poder Judicial, a través de la Sala que declaró
nulo el laudo. Para ello, la Sala deberá fallar en forma inmediata sobre la base de lo
actuado en el proceso arbitral hasta el momento anterior a que se emitiera el laudo
arbitral, pues lo actuado en dicho proceso conserva plena validez ya que no ha sido
declarado nulo y porque en el proceso arbitral las partes han ejercido en forma plena
su derecho de defensa.

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12. En buena cuenta, la interpretación ofrecida por este Tribunal de la frase mencionada
en el inciso 6) del artículo 78º de la Ley N.º 26572 no constituye una invasión de las
competencias de la jurisdicción ordinaria, sino una forma de proteger los derechos
constitucionales a la tutela judicial efectiva, al plazo razonable, a la debida
motivación de las resoluciones judiciales y a la efectividad o ejecución de las
resoluciones judiciales, por cuanto en el presente caso, es patente que los órganos
judiciales emplazados han abdicado de su función interpretativa al momento de
delimitar los alcances del inciso 6) del artículo 78º de la Ley N.º 26572; además, la
Cuarta Sala Civil de Lima no ha cumplido con su obligación de ejecutar en sus
propios términos su sentencia de fecha 20 de octubre de 2003.

A estas circunstancias debe agregársele una de especial relevancia, que es la


afectación del derecho al plazo razonable, pues desde el 8 de marzo de 2002 el
demandante viene litigando en el Poder Judicial, es decir, que han transcurrido más
de 8 años sin que obtenga una respuesta firme sobre lo pretendido. Esta demora
injustificada en la resolución de las pretensiones del demandante en el proceso de
anulación únicamente le es imputable al Poder Judicial.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda, porque se ha acreditado la violación del derecho


a la motivación de las resoluciones judiciales; en consecuencia, NULAS las
resoluciones de fechas 12 de enero y 3 de marzo de 2006 expedidas por la Cuarta
Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima; así como todas las demás
resoluciones emitidas con posterioridad a la expedición de dichas resoluciones, por
tener fuente directa en un acto procesal nulo.

2. ORDENAR a la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima que


cumpla con emitir una nueva resolución dándole respuesta a la solicitud de
ejecución presentada por el demandante el día 25 de noviembre de 2005, conforme
se señala en el fundamento 11, supra.

3. Declarar IMPROCEDENTE la demanda en lo demás que contiene.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS

CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA

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Exp. N° 05923-2009-PA/TC
LIMA
PABLO HUGO
TORRES ARANA

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO VERGARA GOTELLI

Emito el presente voto singular por las siguientes consideraciones:

1. En el presente caso el demandante interpone demanda de amparo contra los vocales


integrantes de la Tercera Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la
República y los vocales integrantes de la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de
Justicia de Lima, con la finalidad de que se declare la nulidad de las Resoluciones de
fecha 17 de abril de 2006, de fecha 12 de enero y 3 de marzo de 2006, y en
consecuencia se disponga a la Cuarta Sala Civil que cumpla con emitir nueva
resolución debidamente motivada respecto a su recurso de fecha 22 de noviembre de
2005, puesto que considera que se le está afectando su derecho a la debida
motivación de las resoluciones judiciales y a la pluralidad de instancias.

Refiere el demandante que interpuso demanda arbitral en forma solidaria contra


Marina Internacional Holding S.A. y Mía Meliá Inversiones Americanas N.V.,
solicitando la Intervención de Corporación Hotelera Metor S.A. y planteando
diversas pretensiones principales, accesorias y subordinadas que fueron resueltas por
el Laudo Arbitral de fecha 15 de febrero de 2002, declarando fundada la demanda
en el extremo referido a la indemnización por daño emergente y precisó la forma en
que dicho monto debía ser cancelado. Asimismo expresa que contra dicha
resolución arbitral interpuso recurso de anulación porque el Tribunal Arbitral había
laudado sobre materia no sometida a su decisión, siendo estimado su recurso por la
Cuarta Sala Civil de Lima, mediante la sentencia de fecha 20 de octubre de 2003,
que resolvió declarar la nulidad del Laudo Arbitral de fecha 15 de febrero de 2002.
Ante dicha decisión las empresas emplazadas en dicho proceso arbitral interpusieron
recurso de casación que fue desestimada por la Sala Civil Permanente de la Corte
Suprema de Justicia de la República mediante Resolución de fecha 12 de julio de
2005. Finalmente señala que al declararse la nulidad del Laudo Arbitral e invocando
el artículo 78° inciso 6) de la Ley N° 26572, presentó un escrito a la Sala Superior
señalando la competencia judicial había quedado restablecida y que por ello
resultaba competente para emitir nueva sentencia sobre la base de las pretensiones y
lo actuado en el proceso arbitral, pedido que fue desestimado sin realizarse
interpretación, análisis ni fundamentación del inciso 6) del artículo 78° de la Ley N°
26572, por lo que contra dicha resolución interpuso recurso de apelación el que
también fue rechazado.

2. Tenemos entonces principalmente el cuestionamiento a la debida motivación de las


resoluciones judiciales por parte de los emplazados considerando que éstos no
respondieron al pedido que el demandante le realizara. Para ello es necesario
determinar que se decidió en la Sentencia Casatoria N° 815-2004, y cuál fue el
pedido que realizó el recurrente en su escrito de fecha 25 de noviembre de 2005 para
analizar si el pronunciamiento de los emplazados estuvo debidamente motivado o
carece de ésta. No obstante ello cabe señalar que de apreciarse que la verdadera
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pretensión del demandante es el cuestionamiento del criterio jurisdiccional de los
emplazados inmediatamente procederemos a desestimar la demanda por
improcedente.

3. Se aprecia de autos una demanda arbitral interpuesto por el demandante contra


empresas mercantiles con la finalidad de que se declare la nulidad de la Resolución
que resolvió el pedido del recurrente. Es así que encontramos que:

a) El recurrente interpuso demanda arbitral contra empresas por diversas


pretensiones principales, accesorias y subordinadas, las que se estimaron por
laudo arbitral de fecha 15 de febrero de 2002.

b) El recurrente solicitó al amparo de la ley de arbitraje la anulación de dicho laudo


considerando, que se había laudado indebidamente sobre materia no sometida a
su decisión –indemnización por daño emergente y la forma de pago–. Para tal
pedido el recurrente se sustentó en la causal establecida en el inciso 6) del
artículo 26572.

c) La Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, con fecha 20 de


octubre de 2003, estimó el pedido propuesto, declarando nulo y sin efecto legal
el laudo arbitral cuestionado. Tal decisión es apelada siendo confirmada por el
superior.

d) Contra dicha decisión las empresas perdedoras interponen recurso de casación


siendo declarado infundada por la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de
Justicia. Es decir el laudo arbitral de fecha 15 de febrero de 2002 había sido
declarado nulo y por tanto dejado sin efecto al considerar dicha sala que el
tribunal arbitral había laudado sobre materia no sometida a su decisión.

e) En este estado del proceso arbitral el ahora recurrente solicitó a la Cuarta Sala
Civil de Lima ordene el cumplimiento de lo ejecutoriado en virtud de lo
dispuesto en el inciso 6) del artículo 78 de la Ley N° 26572, debiendo en
consecuencia avocarse al conocimiento de la causa, señalándose nueva fecha
para luego expedir sentencia respecto a las pretensiones contenidas en la
demanda arbitral.

f) Ante lo dicho la Cuarta Sala Civil de Lima declaró la improcedencia del pedido
por Resolución de fecha 12 de enero de 2006. Apelada dicha resolución se
confirmó la desestimatoria por improcedencia manifiesta según auto de fecha 3
de marzo de 2006. Es que contra dicho auto el actor interpuso el recurso de
queja por denegatoria del recurso de apelación, siendo desestimada por
Resolución de fecha 17 de abril de 2006. Esto significa entonces que el proceso
arbitral, con laudo anulado, debía ser conocido por el Poder Judicial en trámite
ordinario, es decir por el Juez competente y no propiamente por la Cuarta Sala
Civil de Lima.

4. Es así que el recurrente interpone recurso de amparo contra las Resoluciones


expuestas en los puntos e) y f) que se pronunciaron en puridad por la solicitud de

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avocamiento de la Cuarta Sala Civil de Lima en presunta aplicación del inciso 6)
del artículo 78° de la Ley N° 26572, por lo que corresponde sólo analizar si
dichas resoluciones se encuentran debidamente motivadas, es decir si sustentan
debidamente la determinación a la que arriban.

5. A fojas 342 se encuentra la Resolución de fecha 12 de enero cuestionada que


declaró improcedente el pedido, del recurrente dentro del proceso judicial
sustentándose en que “(…) mediante Ejecutoria Suprema de fecha doce de julio
de dos mil dos (…) se declara infundado el recurso de casación interpuesto por
Corporación Hotelera Metor Sociedad Anónima, Marina Internacional
Holdings Sociedad Anónima y Mia Meliá Inversiones Americanas N.V. en
consecuencia no casaron la resolución de vista de fojas trescientos veintiocho,
su fecha veinte de octubre del dos mil tres, que declara fundada la demanda;
nulo y sin efecto legal alguno el Laudo Arbitral Nacional de Decreto (…) si el
Laudo Arbitral ha sido anulado por la causal establecida en el inciso 6) del
artículo 78° de la Ley General de Arbitraje – como en el presente caso -, la
competencia del Poder Judicial quedará restablecida, de conformidad con el
inciso 6 del artículo 78° de la Ley; en consecuencia declararon
IMPROCEDENTE lo solicitado; dejando a salvo su derecho para que lo haga
valer conforme a ley.” Es así que se advierte que la citada resolución se
encuentra motivada, puesto que considera claramente que el dispositivo citado
por el recurrente está referido a que acuda al Poder Judicial realizando los
cuestionamientos que considera pertinente, considerando que dicho articulado
no dispone que sea la Sala emplazada (la que resuelve el mencionado pedido) la
que debe avocarse a la causa. Por ello considero que el análisis que realiza la
resolución en mayoría es errónea ya que considera que dicha resolución se
encuentra insuficientemente motivada ya que no interpreta adecuadamente el
inciso 6) del artículo 78° de la Ley General de Arbitraje, cuando se entiende que
la desestimatoria del pedido, es precisamente porque la Cuarta Sala Civil de
Lima considera que no debe avocarse a la causa sino que dicho articulado indica
que la competencia del Poder Judicial es la que queda restablecida, no
interpretando de ninguna manera que esto implique que dicha Sala tenga que
resolver su pretensión, respondiendo expresamente el pedido realizado por el
recurrente. En consecuencia cabe decir que cuando la ley de arbitraje habla del
restablecimiento de la competencia del Poder Judicial, se está refiriendo a la
perdida de competencia de los árbitros para así poder reiniciar el proceso ante el
juez ordinario competente.

6. Asimismo la Resolución de fecha 3 de marzo de 2006, que deniega su recurso de


apelación expresando que dé “(…) conformidad con lo previsto en el artículo
77° de la Ley General de Arbitraje: “Contra lo resuelto por la Corte Superior,
sólo procede recurso de casación cuando el laudo hubiera sido anulado total o
parcialmente” (…) [y que] Pablo Hugo Torres Arana ha interpuesto recurso de
apelación contra la resolución superior de fecha doce de enero de dos mil seis,
que declaró improcedente lo solicitado por el recurrente (…) consecuentemente
de conformidad a la norma acotada precedentemente declararon improcedente
la apelación interpuesta”, expresa las razones por las que deniega el recurso de
apelación, para lo que sustenta su determinación en lo expresado en el artículo

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77 de la Ley General de Arbitraje que establece que contra las resoluciones
emitidas por la Corte Superior sólo procede el recurso de casación, interpuesto
obviamente por el perdedor como efectivamente fue en este caso. La
desestimatoria de la apelación en este estado resultaba pertinente así como la
denegatoria de la queja de derecho.

7. Por esto es que en el presente caso no encuentro razones para estimar la


demanda de amparo y mucho menos cuando se advierte que lo que en puridad
busca el recurrente es que la Cuarta Sala Civil de Lima se avoque en el
conocimiento de su demanda interpuesta ante el tribunal arbitral y la resuelva
como tribunal de primera instancia, cosa que no puede decir la ley por obvia
razones. Es por lo expuesto que considero que las resoluciones cuestionadas se
encuentran suficientemente motivadas, por lo que la demanda debe ser
desestimada por no advertirse afectación de los derechos del demandante.

8. Finalmente considero necesario señalar respecto al segundo párrafo del


fundamento 10 de la resolución en mayoría en cuanto expresa que “han
transcurrido más de 8 años y no obtiene respuesta sobre lo pretendido, ya que si
bien se declaró la nulidad del laudo arbitral, ello no ha generado que a la fecha
las pretensiones planteadas en el proceso arbitral hayan podido ser resueltas en
forma definitiva” que esta afirmación es totalmente incorrecta ya que la
imputación al recurrente de ver resuelta su pretensión en el proceso judicial se
debe a que precisamente pretende realizar un procedimiento distinto al
establecido en la ley, ya que en su exigencia a la Cuarta Sala Civil de Lima para
que se avoque al conocimiento de su causa y la resuelva no ha hecho sino
prolongar indebidamente el trámite, viéndose afectando él mismo por su propio
error. Por ello, habiéndose restablecido la competencia del Poder Judicial debe
el recurrente actuar conforme a ley, acreditando en primera instancia lo
expresado en su pretensión.

Mi voto es porque se declare INFUNDADA la demanda de amparo propuesta.

Sr.

VERGARA GOTELLI

Correo: contacto@adhoc.pe
Telf. : 4217056
EXP. N.° 00247-2008-PA/TC
LIMA
PROCURADORA PÚBLICA
A CARGO DE LOS
ASUNTOS JUDICIALES DEL
MINISTERIO DE VIVIENDA
CONSTRUCCIÓN Y
SANEAMIENTO

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 3 de marzo de 2010

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por la Procuradora Pública del


Estado a cargo de asuntos judiciales del Ministerio de Vivienda, Construcción y
Saneamiento contra la resolución de fojas 334, su fecha 18 de julio de 2007, expedida
por la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, que declaró
improcedente la demanda de amparo de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que el 14 de marzo de 2007 (folio 285), la recurrente interpone demanda de amparo


contra el Tribunal Arbitral integrado por los señores Felipe Rodríguez Recetti,
Martín Eduardo Musayón Bancayán y Juan Quintana Portal, y contra Nippon
Jogesuido Sekkei Co. Ltd.-NSJ. La demanda tiene por objeto que se restituya sus
derechos al debido proceso sustantivo, a la debida motivación, a la tutela
jurisdiccional efectiva y a la propiedad, supuestamente vulnerados por el laudo
arbitral de derecho de 11 de diciembre de 2006 que, a su entender, inaplica indebida
e inmotivadamente la cláusula 7.1.1. de las condiciones generales del contrato de
consultoría N.º 044-2004/VIVIENDA/VMCS/PARSSA para los servicios
adicionales pactados en las Addendas N.º 01,02 y 03.

2. Que el 19 de marzo de 2007 (folio 301), el Cuadragésimo Octavo (48) Juzgado


Especializado en lo Civil de Lima declaró improcedente la demanda, en aplicación
del artículo 38º del Código Procesal Constitucional. Por su parte, el 18 de julio de
2007 (folio 334), la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima
declaró igualmente improcedente la demanda, en virtud del artículo 5º, inciso 1 del
mencionado Código.

3. Que el artículo 5º, inciso 4 del Código Procesal Constitucional establece que “[n]o
proceden los procesos constitucionales cuando: (…) 4. [n]o se hayan agotado las
vías previas, salvo en los casos previstos por este Código y en el proceso de hábeas
corpus”. Al respecto, el Tribunal Constitucional ha sostenido en las STC 04972-
2006-PA/TC, STC 06167-2005-PHC/TC y STC 07532-2006-PA/TC (fundamento 2
y ss.), que “[e]l agotamiento de la vía previa como requisito de procedencia para el
proceso de amparo, se sustenta en la independencia jurisdiccional del arbitraje y en
la efectiva posibilidad de que ante la existencia de un acto infractor dentro del citado

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proceso, este sea cuestionado y corregido de conformidad con los principios y
garantías jurisdiccionales consagrados en la Constitución y desarrollados para tal
efecto por la Ley General de Arbitraje”; en consecuencia, “[c]uando la jurisdicción
arbitral vulnera o amenaza cualquiera de los componentes formales o
sustantivos de la tutela procesal efectiva (debido proceso, tutela jurisdiccional
efectiva, etc.). [e]sta causal sólo puede ser incoada una vez que se haya agotado
la vía previa” (énfasis agregado).

4. Que, en el presente caso, no cabe realizar el control constitucional del laudo arbitral
impugnado, pues la parte demandante del amparo, como se advierte del expediente,
no ha cumplido con agotar la vía previa, y tampoco se configura ninguno de los
supuestos de excepción al agotamiento de la misma, previstos en el artículo 46º del
Código Procesal Constitucional. En ese sentido, aunque el demandante formalmente
alega la violación (además de los derechos al debido proceso sustantivo, a la debida
motivación, a la tutela jurisdiccional efectiva) del derecho a la propiedad, lo cierto es
que los cuestionamientos de fondo que se hacen en la demanda tienen que ver, en
estricto, con el derecho al debido proceso (folios 295, 297). Por tanto, la demanda
debe ser declarada improcedente, de conformidad con el artículo 5º, inciso 4 del
Código antes mencionado.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

RESUELVE

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo de autos, de conformidad con el


artículo 5º, inciso 4 del Código Procesal Constitucional.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA

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EXP. N.° 06135-2009-PA/TC
LIMA
COMPAÑÍA MINERA
CASAPALCA S.A.

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 23 de julio del 2010

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por Compañía Minera Casapalca S.A.,


mediante su abogado, contra la resolución de fecha 22 de julio del 2009, fojas 107 del
cuaderno de apelación, expedida por la Sala de Derecho Constitucional y Social de la
Corte Suprema de Justicia de la República que, confirmando la apelada, declaró
improcedente la demanda de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 29 de agosto del 2007, la recurrente interpone demanda de amparo
contra los vocales integrantes de la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de
Justicia de la República, solicitando que se deje sin efecto: i) la resolución de fecha 2 de
julio del 2007, expedida por la Sala Suprema; ii) la resolución de fecha 31 de enero del
2006, expedida por la Primera Sala Civil con Subespecialidad en lo Comercial de la
Corte Superior de Justicia de Lima, y iii) se disponga la emisión de una nueva
resolución que respete su derecho al debido proceso. Sostiene que inició proceso
judicial de ejecución de laudo arbitral contra don Alejandro Gubbins Granger, doña Ana
María Cox Álvarez del Villar y otro, por ante el Juez Mixto de La Molina y Cieneguilla,
proceso en el cual la Sala Superior mediante un pedido de nulidad que conoció vía
apelación desestimó la demanda declarando nulo e insubsistente todo lo actuado. Aduce
que recurrida en casación dicha decisión, la Sala Suprema vulneró su derecho al debido
proceso y la tutela jurisdiccional toda vez que la desestimó aplicando indebidamente el
artículo 83.º de la Ley General de Arbitraje, cuando la norma aplicable a su caso era el
artículo 713.º del Código Procesal Civil.

2. Que con resolución de fecha 5 de octubre del 2007, la Séptima Sala Civil de la
Corte Superior de Justicia de Lima declara improcedente la demanda por considerar que
mediante este proceso se intenta abrir un nuevo debate sobre las mismas cuestiones que
han sido ya discutidas exhaustivamente en la tramitación del proceso de ejecución de
laudo arbitral. A su turno, la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte
Suprema de Justicia de la República confirma la apelada por considerar que de la
demanda se aprecia que la recurrente pretende el reexamen del tema propuesto a debate
en sede ordinaria.

3. Que del análisis de la demanda, así como de sus recaudos se desprende que la
pretensión de la recurrente no está referida al ámbito constitucionalmente protegido de
los derechos que invoca, pues como es de advertirse la interpretación, aplicación e
inaplicación del artículo 83º de la Ley General de Arbitraje (competencia para solicitar

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la ejecución del laudo arbitral), así como del artículo 713.º del Código Procesal
Civil (competencia para ejecutar los títulos de ejecución) son atribuciones que
corresponden a la jurisdicción ordinaria, las cuales deben orientarse por las reglas
específicas establecidas para tal propósito, así como por los valores y principios que
informan la función jurisdiccional, ya que dicha facultad constituye la materialización
de la independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional que la Norma
Fundamental reconoce a este Poder del Estado, no siendo
competencia ratione materiae de los procesos constitucionales evaluar las decisiones
judiciales, a menos que se advierta un proceder irrazonable, lo que no sucede en el
presente caso, y ello porque, conforme se aprecia de fojas 282 a 305 del primer
cuaderno, la Sala Suprema sustentó la desestimatoria del recurso de casación en que el
A quo (el Juez del Juzgado Mixto de la Molina y Cieneguilla) carecía manifiestamente
de competencia para avocarse al conocimiento del presente proceso, por lo cual las
resoluciones cuestionadas están ajustadas a derecho.

4. Que por consiguiente, es oportuno subrayar que el proceso de amparo en general


y el amparo contra resoluciones judiciales en particular no pueden constituirse en
mecanismos de articulación procesal de las partes, mediante los cuales se pretenda
extender el debate de las cuestiones sustantivas y procesales ocurridas en un proceso
anterior, sea este de la naturaleza que fuere. El amparo contra resoluciones judiciales
requiere pues, como presupuestos procesales indispensables, la constatación de un
agravio manifiesto a los derechos fundamentales de las personas que comprometa
seriamente su contenido constitucionalmente protegido (artículo 5.º inciso 1, del Código
Procesal Constitucional); en razón de ello, la demanda debe ser desestimada.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le


confieren la Constitución Política del Perú y su Ley Orgánica, con el fundamento de
voto del magistrado Vergara Gotelli que se agrega.

RESUELVE

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
VERGARA GOTELLI
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA

Correo: contacto@adhoc.pe
Telf. : 4217056
EXP. N.° 02596-2010-PA/TC
LIMA
EMPRESA MUNICIPAL
ADMINISTRADORA DE
PEAJE DE LIMA S.A.
(EMAPE S.A.)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 6 días del mes de diciembre de 2010, el Pleno del Tribunal
Constitucional, integrado por los magistrados Mesía Ramírez, BeaumontCallirgos,
Vergara Gotelli, Calle Hayen, Eto Cruz, Álvarez Miranda y Urviola Hani, pronuncia la
siguiente sentencia, con el fundamento de voto del magistrado Vergara Gotelli, que se
agrega.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por la Empresa Municipal


Administradora de Peaje Lima S.A. (EMAPE S.A.), a través de su representante, contra
la resolución de fecha 23 de setiembre del 2009, a fojas 82 del cuaderno de apelación,
expedida por la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de
Justicia de la República que, confirmando la apelada, declaró improcedente la demanda
de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 12 de julio del 2007, la recurrente interpone demanda de amparo contra los
vocales integrantes de la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la
República, señores Ticona Postigo, Palomino García, Miranda Canales, Castañeda
Serrano; y Miranda Molina; y los vocales integrantes de la Primera Sala Civil
Superior Subespecializada en lo Comercial de Lima, Sres. Betancour Bossio, Ruíz
Torres; y Martínez Asursa, solicitando que se declaren inaplicables: i) la resolución de
fecha 24 de enero del 2007, expedida por la Sala Superior que desestimó por
improcedente su recurso de casación; ii) la resolución de fecha 27 de abril del 2007,
expedida por la Sala Suprema que desestimó, por infundado, su recurso de queja; y iii)
que, en consecuencia, se disponga la procedencia de su recurso de casación por cumplir
todos los requisitos de ley. Sostiene que interpuso recurso de anulación de laudo arbitral
interlocutorio de fecha 13 de setiembre del 2006, expedido por Tribunal Arbitral en los
seguidos por ella contra Corporación Sagitarios S.A. sobre declaración de ejecución
defectuosa y otros, recurso que fue declarado improcedente por la Sala Superior
aduciendo la existencia de un petitorio jurídicamente imposible, decisión contra la cual
interpuso recurso de casación, el que también fue declarado improcedente por no
preexistir la anulación del laudo, ante lo cual interpuso luego recurso de queja, el que
fue declarado infundado. Manifiesta que tales decisiones vulneran sus derechos al
debido proceso, a la tutela judicial efectiva y a la pluralidad de instancia, toda vez que
ha sido privado arbitrariamente de la revisión casatoria, aun cuando se formuló la
casación con todos los requisitos de ley para que sea declarada procedente.

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El Procurador Público del Poder Judicial contesta la demanda solicitando que sea
declarada improcedente argumentando que no ha existido vulneración constitucional
alguna, ya que la recurrente no ha podido comprobar con los hechos y las pruebas
aportadas al proceso la afectación del derecho directamente protegido por la
Constitución.

La Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, con resolución de


fecha 20 de enero del 2009, declara improcedente la demanda por considerar que de los
fundamentos de hechos expuestos en la demanda se establece que en lugar de mostrarse
una afectación de algún derecho constitucional, se denota disconformidad de la
recurrente con el criterio adoptado por la Sala Superior y por la Sala Suprema para
desestimar sus recursos.

La Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de


la República, con resolución de fecha 23 de setiembre del 2009, confirma la apelada
considerando que la resolución que le causa agravio a la recurrente es la resolución
expedida por la Sala Superior que desestimó su recurso de casación y no la
resolución expedida por la Sala Suprema que desestimó su recurso de queja, razón por
la cual la demanda fue interpuesta fuera del plazo establecido por el artículo 44º del
Código Procesal Constitucional.

FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio

1. La demanda de amparo tiene por objeto que se declare la inaplicabilidad de la


resolución de fecha 24 de enero del 2007, expedida por la Sala Superior que declaró
improcedente el recurso de casación interpuesto por la recurrente; así como de la
resolución de fecha 27 de abril del 2007, expedida por la Sala Suprema que declaró
infundado su recurso de queja; al haber sido privada arbitrariamente la recurrente de su
derecho a la revisión casatoria; y que, en consecuencia se disponga la procedencia de su
recurso de casación por haber cumplido con todos los requisitos de ley. Así expuestas
las pretensiones, este Supremo Colegiado considera necesario determinar, a la luz de
los hechos expuestos en la demanda y de los recaudos que obran en ella, si se han
vulnerado los derechos de la recurrente al debido proceso, a la tutela judicial efectiva y
a la pluralidad de instancia al haberse desestimado sus recursos (casación y queja), pese
a haber cumplido -según ella- con todos los requisitos de ley para su interposición, o si,
por el contrario, tal desestimatoria a sus recursos no constituye vulneración alguna a sus
derechos alegados en tanto constituye aplicación fundamentada de la ley sobre la
materia.

Sobre el plazo para la interposición de la demanda de amparo (artículo 44.º del Código
procesal Constitucional)

2. Este Supremo Colegiado, en contraposición a lo argumentado por la Sala


Suprema, ha precisado que el artículo 44º del Código Procesal Constitucional“no indica
en ningún momento que el plazo concluye a los treinta días hábiles de producida la
notificación de la resolución judicial firme. Lo que la norma analizada consagra es un

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plazo que finaliza treinta días después de realizada la notificación de la resolución que
ordena se cumpla lo decidido. En otras palabras y siempre que la resolución judicial
que se juzga lesiva quede firme, se puede interponer la demanda antes de que se expida
o notifique la posterior resolución que ordena se cumpla con lo decidido, pero de tal
circunstancia opcional no se sigue que ello resulte obligatorio en cualquier caso. Por
lo tanto la notificación de la resolución firme que causa el agravio no puede
considerarse, en la generalidad de los casos, como fecha de inicio del cómputo del
plazo de prescripción del proceso de amparo a efectos de que comience a correr el
plazo de treinta días hábiles (…)” (Cfr. Exp. N.º 0252-2009-PA/TC, fundamento 13).

3. Al respecto, a fojas 45 del primer cuaderno, se aprecia que a la recurrente, en


fecha 29 de mayo del 2007, le es notificada la resolución que declara infundado
el recurso de queja que interpuso con la finalidad de revertir la decisión de la Sala
Superior que declaró improcedente su recurso de casación, habiendo planteado demanda
de amparo en fecha 12 de julio del 2007, no obrando en el expediente de autos
resolución alguna que ordene “cúmplase lo decidido”. Por este motivo, y en aplicación
del Principio Pro Actione, que establece que, ante la duda sobre los requisitos y
presupuestos procesales, estos siempre deberán ser interpretados en el sentido más
favorable a la plena efectividad de los procesos constitucionales; este Colegiado
considera que la demanda ha sido planteada dentro del plazo estipulado en el artículo
44.º del Código Procesal Constitucional.

Sobre la supuesta vulneración de sus derechos de acceso a los recursos y a la


pluralidad de instancia

4. El derecho de acceso a los recursos constituye un elemento conformante del


derecho al debido proceso, derivado del principio de pluralidad de instancia (art. 139,
inciso 6, Constitución Política del Perú), y previsto además de manera expresa en el
literal h del artículo 8, inciso 2, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
que establece: (...) Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a
las siguientes garantías mínimas: (...) h) derecho a recurrir del fallo ante el juez o el
tribunal superior.

5. De acuerdo con ello, el derecho a la pluralidad instancia reconoce de manera


expresa el derecho de todo justiciable de recurrir una sentencia que pone fin a la
instancia, especialmente cuando ella le es adversa a sus derechos y/o intereses. Sin
embargo, tal derecho a la pluralidad de instancia no implica un derecho del justiciable
de recurrir todas y cada una de las resoluciones que se emitan al interior de un proceso.
En este sentido este Colegiado ha señalado que se trata de un derecho de configuración
legal, y que corresponde al legislador determinar en qué casos, aparte de la resolución
que pone fin a la instancia, cabe la impugnación (Cfr. STC Nº 05019-2009-PHC/TC,
fundamento 3). Así se ha establecido que:

[El derecho de acceso a los recursos] en tanto derecho de configuración legal,


corresponde al legislador crearlos, establecer los requisitos que se debe cumplir para
que estos sean admitidos, además de prefigurar el procedimiento que se deba seguir. Su
contenido constitucionalmente protegido garantiza que no se establezca y aplique
condiciones de acceso que tengan el propósito de disuadir, entorpecer o impedir

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irrazonable y desproporcionadamente su ejercicio (Cfr. STCExp. N.° 5194-2005-
PA/TC, fundamento 5).

6. Por tanto, el adecuado ejercicio del derecho de acceso a los recursos supone
directamente la utilización de los mecanismos que ha diseñado normativamente el
legislador, para que los justiciables puedan cuestionar las diversas resoluciones
expedidas por el órgano jurisdiccional (Cfr. STC N.º 05019-2009-PHC/TC, fundamento
4). Dicho ello, se pasará a analizar la pretensión de autos.

7. Al respecto, la recurrente alega que se han vulnerado sus derechos al debido


proceso, a la tutela judicial efectiva y a la pluralidad de instancia al haberse desestimado
sus recursos (casación y queja), pese a haber cumplido -según ella- con todos los
requisitos de ley para su interposición.

8. Respecto de la cuestionada improcedencia de su recurso de casación, el artículo


77º de la Ley General de Arbitraje (vigente a dicho momento) señala lo
siguiente: “Contra lo resuelto por la Corte Superior sólo procede recurso de
casación cuando el laudo hubiera sido anulado total o parcialmente”.

9. A partir de la norma glosada, es posible advertir que dentro de las causales para
declarar la procedencia del recurso de casación en los procesos de anulación de laudo
arbitral se prevé que el laudo previamente haya sido anulado total o parcialmente. En el
presente caso, a fojas 24 del primer cuaderno se aprecia que el recurso de anulación de
laudo arbitral fue declarado improcedente por el órgano judicial al contener un petitorio
jurídicamente imposible como es el hecho de cuestionar una resolución arbitral que no
constituye propiamente un laudo. Por tanto, este Colegiado considera que la demanda
debe ser desestimada, pues la declaratoria de improcedencia del recurso de casación por
parte de la Sala Superior, así como la denegatoria del recurso de queja por parte de la
Sala Suprema fueron sustentadas exclusivamente en aplicación de la Ley General de
Arbitraje, la cual se reputa como legítima y válida. Y es que no pasa inadvertido para el
Colegiado que los hechos cuestionados por la recurrente han sido originados no por la
interposición de una demanda judicial, sino, por el contrario, por la interposición de
un recurso sui géneris, denominado “de anulación de laudo arbitral”, y por ser tal su
tramitación no puede seguir los mismos cauces impugnatorios como si se tratara de una
demanda judicial ordinaria; razón por la cual no se han vulnerado los derechos de
acceso a los recursos y a la pluralidad de instancia de la recurrente.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de amparo, al no haberse acreditado la vulneración


de los derechos de acceso a los recursos y a la pluralidad de instancia de la recurrente.

Publíquese y notifíquese.

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SS.

MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
VERGARA GOTELLI
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA
URVIOLA HANI

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Telf. : 4217056
EXP. N.° 02596-2010-PA/TC
LIMA
EMPRESA MUNICIPAL
ADMINISTRADORA DE
PEAJE DE LIMA S.A.
(EMAPE S.A.)

FUNDAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO VERGARA GOTELLI

Emito el presente voto singular por las consideraciones siguientes:

Petitorio de la demanda

1. Tenemos en el presente caso una demanda de amparo interpuesta por la entidad


recurrente contra los vocales integrantes de la Sala Civil Transitoria de la Corte
Suprema de Justicia de la República, señores Ticona Postigo, Palomino García, Miranda
Canales, Castañeda Serrano y Miranda Molina, y los vocales integrantes de la Primera
Sala Civil Superior y Subespecializada en lo Comercial de Lima,
Sres. Betancour Bossio, Ruiz Torres y Martínez Asursa, con la finalidad de que se
declare inaplicable la Resolucion de fecha 24 de enero de 2007, que desestimó su
recurso de casación, la Resolución de fecha 27 de abril de 2007, que desestimó su
recurso de queja, debiéndose en consecuencia disponer la procedencia de su recurso de
casación por cumplir con los requisitos exigidos por ley, puesto que considera que se le
está afectando sus derechos al debido proceso, a la tutela judicial efectiva y a la
pluralidad de instancia, en atención a que ha sido privado de la revisión casatoria, pese
haber cumplido con todos los requisitos exigidos por ley.

Señala que el proceso sobre anulación de laudo arbitral interlocutorio –proceso arbitral
en el que intervino la empresa municipal recurrente contra la Corporación Sagitarios
S.A.– fue declarado improcedente por la Sala Superior bajo la argumentación de que el
petitorio es jurídicamente imposible. Contra dicha decisión interpuso recurso de
casación el que fue desestimado bajo el argumento de que no preexistía la anulación del
laudo, por lo que interpuso recurso de queja que también fue desestimado.

2. En reiteradas oportunidades he emitido pronunciamientos expresando mi posición


respecto a la falta de legitimidad para obrar activa de las personas jurídicas (sociedad
mercantil). En tal sentido he señalado que cuando la Constitución habla de los derechos
fundamentales, lo hace pensando en la persona humana, esto es en el ser humano física
y moralmente individualizado. Hacia él pues se encuentran canalizados los diversos
atributos, facultades y libertades, siendo solo él quien puede invocar su respeto y
protección a título subjetivo y en sede constitucional. Es por ello que nuestra legislación
expresamente señala que la defensa de los derechos fundamentales es para la “persona
humana”, por lo que le brinda todas las facilidades para que pueda reclamar la
vulneración de sus derechos fundamentales vía proceso constitucional de amparo,
exonerándoseles de cualquier pago que pudiera requerirse. En tal sentido no puede
permitirse que una persona jurídica, que ve en el proceso constitucional de amparo la
forma más rápida y económica de conseguir sus objetivos, haga uso de este proceso
excepcional, urgente y gratuito, puesto que ello significaría la desnaturalización total de
dicho proceso. No obstante ello considero que existen casos excepcionales en los que

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este colegiado puede ingresar al fondo de la controversia en atención i) a la magnitud de
la vulneración del derecho, ii) que ésta sea evidente o de inminente realización
(urgencia) y iii) que el acto arbitrario o desbordante ponga en peligro la propia
subsistencia de la persona jurídica con fines de lucro. Además debe evaluarse el caso
concreto y verificar si existe alguna singularidad que haga necesario el pronunciamiento
de emergencia por parte de este Colegiado.

3. En el presente caso encontramos que la entidad recurrente es una Empresa de


servicios de la Municipalidad Metropolitana de Lima encargada degerenciar la
construcción y mantenimiento de todas las obras de infraestructura económica y social
municipales y regionales; y las redes y servicios viales con peaje , aplicando normas y
procedimientos de calidad, para contribuir a mejorar el bienestar de la
población.(http://www.emape.gob.pe/transparencia/transparencia.php?web=8).
Conforme se aprecia de la misma página de Emape S.A., su creación encuentra su
origen en el Acuerdo de Concejo No 146, del 26 de junio de 1986 de la Municipalidad
Metropolitana de Lima que creó la Empresa Municipal Administradora de Peaje de
Lima S.A. En tal sentido tenemos entonces que la entidad demandante no es una
persona jurídica de derecho privado que tenga como finalidad principal el lucro, sino
que se tiene a una persona jurídica de derecho público adscrita a la Municipalidad
Metropolitana de Lima que tiene como objetivo gerenciar la construcción y
mantenimiento de todas las obras de infraestructura económica y social municipal y
regionales y las redes y servicio vial con peaje, lo que implica que tiene un fin social
que de ninguna manera está vinculada a la obtención de ganancia en beneficio propio.
Es en tal sentido nos encontramos ante un supuesto diferente que admite el
pronunciamiento de fondo de la controversia, puesto que no se trata de una sociedad
mercantil sino de una entidad creada por la Municipalidad Metropolitana de Lima que
coadyuvará a las labores que ésta realiza.

4. Es en tal sentido que considero acertada el ingreso al fondo en el presente caso y


lo resuelto en la resolución puesta a vista que desestima la demanda de amparo por
infundada en atención a que no se había acreditado la afectación de los derechos
constitucionales alegados por la empresa recurrente.

Mi voto es porque se declare INFUNDADA la demanda de amparo propuesta.

Sr.

VERGARA GOTELLI

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EXP. N.° 01869-2010-PA/TC
LIMA
COMPAÑÍA DISTRIBUIDORA S.A.
Y OTROS

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima (Arequipa), al primer día del mes de diciembre de 2010, el Tribunal


Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
magistrados Mesía Ramírez, Beaumont Callirgos, Vergara Gotelli, Calle Hayen,
Álvarez Miranda y Urviola Hani, pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento
de voto del magistrado Vergara Gotelli, que se agrega.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Compañía Distribuidora S.A. y otros


contra la resolución de fecha 17 de junio del 2009, a fojas 167 del cuaderno de
apelación, expedida por la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema
de Justicia de la República, que declaró infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 23 de octubre del 2001 los recurrentes Compañía Distribuidora S.A.
(CODISA), Hoteles Cadena Real S.A., Rogelio Román Grados García y Violeta
Nicolasa Valderrama García de Grados, interponen demanda de amparo contra los
vocales integrantes de la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la
República, Sres. Carrión Lugo, Torres Carrasco, Infantes Vargas, Cáceres Ballón, y
Quintanilla Quispe; los vocales integrantes de la Segunda Sala Civil Corporativa
Especializada en Procesos Ejecutivos y Cautelares de la Corte Superior de Justicia de
Lima, Sres. Ana María Aranda Rodríguez, Germán Aguirre Salinas y
Sara Taipe Chávez; el juez a cargo del Cuadragésimo Juzgado Civil de Lima, Sr. Ulises
Yaya Zumaeta; y la Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE), solicitando se
declare la inaplicación de: i) la resolución de fecha 16 de agosto de 2000 expedida por
el Juzgado que desestimó su excepción de convenio arbitral y en consecuencia ordenó el
remate de sus bienes entregados en hipoteca; ii) la resolución de fecha 20 de diciembre
de 2000 expedida por la Sala Superior que confirmó la desestimatoria de su excepción
de convenio arbitral y la orden de remate de sus bienes entregados en hipoteca; iii) las
dos resoluciones de fechas 3 de julio de 2001 expedidas por la Sala Suprema que
desestimaron sus recursos de casación; y iv) se ordene a COFIDE abstenerse de
promover o ejercitar cualquier acto dirigido a ejecutar, rematar, vender o gravar los
bienes de su propiedad. Sostienen que Corporación COFIDE, cesionaria de los derechos
de ENTURPERÚ por la compraventa a su favor de unidades hoteleras, interpuso en
contra de ellos demanda de ejecución de garantía hipotecaria por ante el Poder Judicial
(Exp. Nº 6459-99) solicitando el saldo del precio de los contratos de compraventa,
sustrayéndose de la jurisdicción arbitral, motivo por el cual presentó excepción de
convenio arbitral sustentándose en la cláusula décimo octava del contrato de
compraventa, solicitando que el Poder Judicial se abstenga de seguir conociendo de la

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causa, siendo desestimada por el Juzgado la excepción propuesta y confirmada luego
por la Sala Superior argumentándose que la precitada cláusula décimo octava se
estableció para dilucidar las controversias derivadas de la interpretación o cumplimiento
del respectivo contrato, mas no para ejecutar la garantía hipotecaria ya que para ello la
cláusula décimo sexta prevé la posibilidad de instaurar el correspondiente
procedimiento judicial de ejecución; decisiones que vulneran sus derechos
constitucionales de jurisdicción, al debido proceso, de defensa y constituyen además
una amenaza contra su derecho de propiedad, pues desestimaron la excepción de
convenio arbitral, no obstante que la cláusula décimo octava del contrato de
compraventa celebrada por ellos con ENTURPERÚ establecía que toda controversia
deberá ser llevada a un arbitraje.

El demandado Ulises Augusto Yaya Zumaeta, con escrito de fecha 4 de


noviembre del 2005, contesta la demanda solicitando que sea declarada infundada
aduciendo que realizó un examen jurisdiccional razonado respecto a la cláusula
invocada por la demandante.

El demandado Victoriano Quintanilla Quispe, con escrito de fecha 19 de


diciembre del 2005, contesta la demanda solicitando que sea declarada infundada
sosteniendo que las resoluciones cuestionadas han sido dictadas con arreglo a ley.

La Corporación Financiera de Desarrollo S.A. (COFIDE), con escrito de fecha


31 de mayo del 2006, contesta la demanda solicitando que sea declarada improcedente
y/o infundada afirmando que la excepción de convenio arbitral propuesta fue rechazada
porque la hipoteca no se puede ejecutar en sede arbitral, sino exclusivamente dentro de
un proceso judicial; además que la ejecución de hipotecas constituye materia no
arbitrable ya que las partes no tienen facultad de libre disposición sobre esta materia y la
ejecución forzada es una atribución privativa de la jurisdicción estatal; máxime si la
cláusula decimosexta del contrato habilitaba el inicio del proceso judicial de ejecución
de garantía.

La Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, con resolución de


fecha 16 de octubre del 2007, declara fundada la demanda por considerar que
correspondía a los propios árbitros definir si corresponde la aplicación de la cláusula
decimosexta o decimoctava, es decir si el incumplimiento de las obligaciones del
contrato y el pago de las cuotas de financiamiento debía someterse a sede arbitral o a
sede judicial; por lo que se ha sustraído a los ejecutados de la jurisdicción a la que
voluntariamente se sometieron con antelación y que es la predeterminada por ley.

A su turno, la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de


Justicia de la República, con resolución de fecha 17 de junio del 2009, revoca la apelada
y la declara infundada por considerar que las resoluciones cuestionadas has sido
expedidas dentro de las exigencias de un proceso regular y se encuentran debidamente
motivadas.

FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio

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1. El objeto de la demanda es declarar la inaplicación de: i) la resolución de fecha
16 de agosto de 2000 que desestimó la excepción de convenio arbitral y ordenó el
remate de los bienes entregados en hipoteca; ii) la resolución de fecha 20 de diciembre
de 2000 que confirmó la desestimatoria de la excepción de convenio arbitral y la orden
de remate de los bienes entregados en hipoteca; iii) las resoluciones de fechas 3 de julio
de 2001 que desestimaron sus recursos de casación; y iv) ordenar a COFIDE abstenerse
de promover o ejercitar cualquier acto dirigido a ejecutar, rematar, vender o gravar los
bienes de sus propiedad; al haberse desconocido la cláusula arbitral recogida en el
contrato de compraventa que establecía la competencia arbitral para solucionar los
asuntos relacionados con el incumplimiento del contrato. Así expuestas las pretensiones
este Colegiado considera necesario determinar, a la luz de los hechos expuestos en la
demanda y de los recaudos que obran en ella, si se han vulnerado los derechos
constitucionales de jurisdicción, al debido proceso, de defensa y a la propiedad de los
recurrentes al haberse iniciado la tramitación de un proceso de ejecución de garantía
hipotecaria por ante el Poder Judicial, pese a que existía un compromiso arbitral de
someter las controversias y demás incumplimientos generados por la suscripción del
contrato ante una Sede Arbitral.

Sobre la existencia de una Cláusula de Compromiso Arbitral en el contrato celebrado


por los recurrentes y la Empresa Nacional de Turismo S.A. (ENTURPERÚ S.A.) con
intervención de Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE)

2. Al respecto, a fojas 876 a 942 del primer cuaderno obra la escritura pública del
contrato de compraventa de fecha 5 de julio de 1995 celebrado por los recurrentes y la
Empresa Nacional de Turismo S.A. (ENTURPERU S.A.) con intervención de
Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE), el cual tiene como finalidad fomentar
el crecimiento de la industria turística en el Perú. A dicho efecto, ENTURPERÚ da en
compraventa al recurrente CODISA todos aquellos bienes inmuebles, muebles,
derechos sobre bienes inmuebles o bienes muebles, servicios telefónicos y derechos en
general destinados a la actividad hotelera (cláusula tercera). En el contrato se pacta
además que son obligaciones del comprador CODISA pagar el total del precio a su
cargo (cláusula octava); que CODISA constituye a favor de ENTURPERÚ primera y
preferente hipoteca destinada a garantizar todas y cada unas de las obligaciones del
presente contrato, en especial el pago de las cuotas del financiamiento, sus intereses y
demás gastos, incluidos las costas y costos que resulten de un eventual proceso judicial
(cláusula decimosexta); y en cuanto a lo que concierne al caso de autos, se establece que
toda controversia o discrepancia respecto a la ejecución, interpretación o cumplimiento
del presente contrato que no pueda ser resuelta por las partes después de su
negociación en buena fe, por un período no mayor de treinta días calendario, será
llevada a un arbitraje, con la notificación escrita por una parte a la otra para acogerse
a la presente cláusula (cláusula décimo octava).

3. Se acredita de esta manera que, en coincidencia con lo alegado por los


recurrentes, existe una cláusula de compromiso arbitral en el cual se estableció que toda
controversia respecto a la ejecución, interpretación o cumplimiento del contrato de
compraventa debería ser sometida a sede arbitral. Frente a dicha alegación COFIDE
expresa que la hipoteca no se puede ejecutar en sede arbitral, sino exclusivamente

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dentro de un proceso judicial, ello en virtud de la cláusula decimosexta del contrato que
habilitaba el inicio del proceso judicial de ejecución de garantía.

4. Ante dichas posiciones irreconciliables, la Sexta Sala Civil de la Corte Superior


de Justicia de Lima resolvió declarar fundada la demanda de amparo por considerar que
correspondía a los propios árbitros definir si corresponde la aplicación de la cláusula
decimosexta o decimoctava. A su turno, la Sala de Derecho Constitucional y Social de
la Corte Suprema de Justicia de la República, cuidándose de emitir pronunciamiento
sobre el fondo del asunto: la aplicación o no aplicación de la cláusula de convenio
arbitral, declaró infundada la demanda de amparo. Atendiendo a ello y tomando como
base de análisis el contrato de compraventa celebrado entre los recurrentes y
ENTURPERÚ, corresponde ahora emitir pronunciamiento fundamentado acerca de la
aplicabilidad o no de la cláusula de convenio arbitral con el fin de verificar si se ha dado
un inicio inválido al proceso judicial de ejecución de garantía hipotecaria en sede
judicial.

Sobre la vulneración del derecho a la autonomía de la voluntad de las partes


contratantes

5. Sobre el particular, este Colegiado tiene a bien precisar que según el artículo
1351° del Código Civil el contrato es el acuerdo de dos o más partes para crear, regular,
modificar o extinguir una relación jurídica patrimonial. Por tanto, es un acto bilateral o
trilateral, o de demás personas, que emana de la manifestación de voluntad coincidente
de las partes intervinientes. Uno de los elementos esenciales del contrato es,
precisamente, la autonomía de la voluntad, la cual tiene un doble contenido: a)
la libertad de contratar (consagrada en los artículos 2.°, inciso 14), y 62.° de la
Constitución Política del Perú) llamada también libertad de conclusión, que es la
facultad de decidir cómo, cuándo y con quién se contrata; y 2) la libertad contractual,
también conocida como libertad de configuración interna, que es la de determinar el
contenido del contrato. (Cfr. STC Nº 02185-2002-AA/TC, fundamento 2).

6. La contratación es entonces una operación económica de distribución y de


circulación de bienes y servicios surgida de la iniciativa privada en la que los
interesados arreglan autónomamente sus propios intereses. Ello no implica, en absoluto,
negar su importancia como expresión del derecho a la autodeterminación y, en
definitiva, de tratarse de una concretización del principio/derecho de dignidad, pues
“(...) el reconocimiento de la dignidad de la persona y del libre desarrollo de la
personalidad imponen la referida libertad, porque sólo se reconoce la dignidad de la
persona si se permite autorregularsu marco de intereses”. (Cfr. STC Nº 2175-2009-
PA/TC, fundamento 11).

7. En atención al ejercicio de la libre autonomía de la voluntad de las partes, se


tiene que en el contrato de compraventa de fecha 5 de julio de 1995 celebrado por los
recurrentes y la Empresa Nacional de Turismo S.A. (ENTURPERÚ S.A.) con
intervención de Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE) se establecieron una
serie de prestaciones y contraprestaciones, deberes u obligaciones a cargo de cada unas
de las partes. Así, las partes de común voluntad establecieron que toda controversia o
discrepancia respecto a la ejecución, interpretación o cumplimiento del presente

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contrato que no pueda ser resuelta por las partes después de su negociación en buena
fe, por un período no mayor de treinta días calendario, será llevada a un arbitraje, con
la notificación escrita por una parte a la otra para acogerse a la presente
cláusula (cláusula décimo octava). En consecuencia, en virtud de dicha cláusula
contractual, todo asunto relacionado con la ejecución, interpretación o cumplimiento del
contrato debía ser ventilado primeramente en sede arbitral y, subsidiariamente, en sede
judicial cuando haya que cumplir y/o ejecutar el laudo que eventualmente se emita. En
este contexto este Colegiado considera que la falta de pago del saldo de precios de los
contratos de compraventa y la posterior ejecución de las garantías hipotecarias
constituidas para asegurar el saldo de los precios, al versar sobre un asunto relacionado
con la ejecución del contrato de compraventa, debía necesariamente ser ventilada en
sede arbitral porque así se pactó y se convino en el contrato de compraventa de fecha 5
de julio de 1995 como un mecanismo de solución de controversia del contrato. De modo
tal que al ser sometidos los recurrentes a un procedimiento (la vía judicial) que no
pactaron ni convinieron se ha vulnerado sus derechos a la autonomía de la voluntad. A
esta conclusión arriba el Colegiado no solo de una lectura literal de la cláusula
contractual descrita, sino también del propio comportamiento (factum) mostrado por las
partes que intervinieron en el contrato. Se tiene así que en un caso similar al de autos,
que versaba sobre un asunto relacionado con la ejecución del contrato de fecha 5 de
julio de 1995 (esta vez el pago de penalidad), las partes intervinientes haciendo uso de
la cláusula de convenio arbitral sometieron tal controversia a arbitraje (Cfr. STC
Nº 05311-2007-PA/TC, proceso constitucional de amparo interpuesto por CODISA
contra el Tribunal Arbitral del Centro de Arbitraje y Conciliación Comercial del Perú).
Por tanto una interpretación literal de la cláusula del convenio arbitral, así como una
interpretación factual -atendiendo al comportamiento de las partes intervinientes en el
contrato de compraventa- arrojan la conclusión de que el asunto relacionado con la falta
de pago del saldo de precios de los contratos de compraventa y la posterior ejecución
de las garantías hipotecarias debía ser sometida a arbitraje o, a través de ella, debía
determinarse su posterior ejecución en la vía judicial, pero no se podía acudir
directamente a la vía judicial para solucionar tal controversia, pues no fue así lo
comúnmente acordado por las partes en el contrato de compraventa.

8. Este Colegiado, en anterior oportunidad, ha reconocido la plena vigencia del


principio de la “competencia de la competencia”, previsto en la Ley General de
Arbitraje, que faculta a los árbitros a decidir sobre su propia competencia, incluso
cuando -como sucede en el caso de autos- se cuestione la existencia, la eficacia o la
validez de la cláusula del convenio arbitral. Así, se señaló que “(...) resalta la suma
importancia práctica que reviste dicho principio, a efectos de evitar que una de las
partes, que no desea someterse al pacto de arbitraje, mediante un cuestionamiento de las
decisiones arbitrales y/o la competencia de los árbitros sobre determinada controversia,
pretenda convocar la participación de jueces ordinarios, mediante la interposición de
cualquier acción de naturaleza civil y/o penal, y desplazar la disputa al terreno judicial”
(Cfr. STC Nº 6167-2005-PHC/TC, fundamento 13).

9. En el caso de autos este Colegiado considera que la jurisdicción arbitral era la vía
correspondiente para pronunciarse por el asunto de: falta de pago del saldo de precios
de los contratos de compraventa y la posterior ejecución de las garantías hipotecarias.
Sin embargo tal jurisdicción fue desviada por COFIDE y tal competencia fue usurpada

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por los órganos judiciales que tramitaron el proceso judicial de ejecución de garantía
hipotecaria.

10. Por lo expuesto al haberse acreditado la vulneración del derecho a la autonomía de


la voluntad de los recurrentes y al haberse sometido a proceso judicial un asunto que
debía ser ventilado primeramente en sede arbitral, la demanda de amparo debe ser
estimada, decretándose la nulidad de todo lo actuado en el proceso judicial de ejecución
de garantía hipotecaria, dejando a salvo el derecho de las partes intervinientes en el
contrato de compraventa de fecha 5 de julio de 1995 a que sometan la controversia a
arbitraje, y dependiendo de los resultados a que se llegue en dicha sede, inicien el
proceso judicial correspondiente.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA en parte la demanda de amparo; en


consecuencia INAPLICABLE a los recurrentes la resolución de fecha 16 de agosto de
2000; la resolución de fecha 20 de diciembre de 2000; así como las dos resoluciones de
fechas 3 de julio de 2001.

2. ORDENAR a Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la


República; a los vocales integrantes de la Segunda Sala Civil Corporativa Especializada
en Procesos Ejecutivos y Cautelares de la Corte Superior de Justicia de Lima; al juez a
cargo del Cuadragésimo Juzgado Civil de Lima; y a la Corporación Financiera de
Desarrollo (COFIDE) abstenerse de promover o ejercitar en sede judicial cualquier acto
dirigido a ejecutar, rematar, vender o gravar los bienes de propiedad de los recurrentes a
consecuencia directa del contrato de compraventa de fecha 5 de julio de 1995.

3. Dejar a salvo el derecho de la Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE)


para que, basándose en el contrato de compraventa de fecha 5 de julio de 1995, acuda al
arbitraje a que hubiera lugar.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
VERGARA GOTELLI
CALLE HAYEN
ÁLVAREZ MIRANDA
URVIOLA HANI

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EXP. N.° 01869-2010-PA/TC
LIMA
COMPAÑÍA DISTRIBUIDORA S.A.
Y OTROS

FUNDAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO VERGARA GOTELLI

Emito el presente fundamento de voto por las consideraciones siguientes:

Petitorio de la demanda

1. Tenemos en el presente caso una demanda de amparo interpuesta con fecha 23 de


octubre de 2001 por las recurrentes –Compañía Distribuidora S.A., en adelante
CODISA, Hoteles Cadena Real, Rogelio Román Grados García y Violeta Nicolasa
Valderrama García de Grados– contra los vocales integrantes de la Sala Civil
Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República, señores Carrión Lugo,
Torres Carrasco, Infantes Vargas, Cáceres Ballón y Quintanilla Quispe, los vocales
integrantes de la Segunda Sala Civil Corporativa Especializada en Procesos Ejecutivos
y Cautelares de la Corte Superior de Justicia de Lima, Sres. Aranda Rodríguez, Aguirre
Salinas y Taipe Chávez, el Juez del Cuadragésimo Juzgado Civil de Lima, señores Yaya
Chávez y la Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE), con la finalidad de que se
declare la inaplicación de la Resolución de fecha 16 de agosto de 2000, que desestimó
su excepción de convenio arbitral y en convenio arbitral y en consecuencia ordenó el
remate de sus bienes entregados en hipoteca, la Resolución de fecha 20 de diciembre de
2000, que confirmó la desestimatoria de su excepción de convenio arbitral y la orden de
remate de sus bienes entregados en hipoteca, la Resolución que desestimó su recurso de
casación y finalmente se disponga que COFIDE se abstenga de promover o ejercitar
cualquier acto dirigido a afectar los bienes de su propiedad, puesto que considera que se
está afectando sus derechos de jurisdicción, al debido proceso, de defensa y amenazan
su derecho de propiedad.

Refiere que la Corporación COFIDE cesionaria de los derechos ENTURPERÚ por la


compraventa a su favor de unidades hoteleras interpuso en contra de los demandantes
una demanda de ejecución de garantía hipotecaria solicitado el saldo del precio de los
contratos de compraventa. Señalan que expresamente en el contrato de compraventa se
estableció que para dilucidar controversias derivadas de la interpretación o
cumplimiento del respectivo contrato se debía acudir a la jurisdicción arbitral, motivo
por el que los emplazados se encontraban impedidos de conocer el proceso judicial en el
que se cuestionaba el cobro del saldo del precio de los contratos de compraventa, ya que
esta pretensión debía de ser dilucidada en el proceso arbitral conforme se convino en el
contrato referido.

2. Es así que encuentro una demanda de amparo presentada por personas jurídicas en
la que se cuestiona resoluciones judiciales emitidas en un proceso de ejecución garantía
hipotecaria. En reiteradas oportunidades he emitido pronunciamientos expresando mi
posición respecto a la falta de legitimidad para obrar activa de las personas jurídicas
(sociedad mercantil). En tal sentido he señalado que cuando la Constitución habla de los

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derechos fundamentales, lo hace pensando en la persona humana, esto es en el ser
humano física y moralmente individualizado. Hacia él pues se encuentran canalizados
los diversos atributos, facultades y libertades, siendo solo él quien puede invocar su
respeto y protección a título subjetivo y en sede constitucional. Es por ello que nuestra
legislación expresamente señala que la defensa de los derechos fundamentales es para la
“persona humana”, por lo que le brinda todas las facilidades para que pueda reclamar la
vulneración de sus derechos fundamentales vía proceso constitucional de amparo,
exonerándoseles de cualquier pago que pudiera requerirse. En tal sentido no puede
permitirse que una persona jurídica, que ve en el proceso constitucional de amparo la
forma más rápida y económica de conseguir sus objetivos, haga uso de este proceso
excepcional, urgente y gratuito, puesto que ello significaría la desnaturalización total de
dicho proceso. No obstante ello considero que existen casos excepcionales en los que
este colegiado puede ingresar al fondo de la controversia en atención i) a la magnitud de
la vulneración del derecho, ii) que ésta sea evidente o de inminente realización
(urgencia) y iii) que el acto arbitrario o desbordante ponga en peligro la propia
subsistencia de la persona jurídica con fines de lucro.

3. En el presente caso encontramos una situación singular configurada en el hecho de


la existencia de una demanda constitucional de amparo que data de 2001. Es decir los
recurrentes se encuentran en un proceso constitucional de amparo, que por su objeto
debiera ser rápido y eficaz. El proceso de amparo se encuentra entendido como un
recurso efectivo capaz de revertir una situación en la que existe afectación de derechos
constitucionales. En dicho contexto de ninguna manera se puede concebir la existencia
de un proceso de amparo que tenga una duración que supera los 9 años, ya que esto
desnaturaliza el objeto de los procesos constitucionales.

4. En atención a lo expresado considero necesario que se emita un pronunciamiento


de fondo capaz de resolver una controversia que se ha prolongado indebidamente
afectando los derechos de los demandantes. Asimismo cabe señalar que de la pretensión
esbozada por los recurrentes se advierte que lo que en puridad reclaman es la falta de
competencia del poder judicial para conocer la controversia llevada por el demandado –
COFIDE– por lo que es necesario evaluar si lo denunciado por los demandantes
constituye un acto que afecta sus derechos constitucionales.
Sobre lo establecido en el contrato de compraventa
5. Encuentro de fojas 876 a 942 la escritura pública del contrato de compraventa de
fecha 5 de julio de 1995 celebrado por los recurrentes y la Empresa Nacional de
Turismo S.A. (ENTURPERU S.A.) con intervención de COFIDE, el que tiene como
finalidad fomentar el crecimiento de la industria turística en el Perú. Es así que
ENTURPERÚ realiza un contrato de compraventa con la recurrente CODISA todos los
bienes inmuebles, muebles, derechos sobre bienes inmuebles o bienes muebles,
servicios telefónicos y derechos en general destinados a la actividad hotelera. En el
contenido de dicho contrato se establece que las obligaciones del comprador son el
pagar el total del precio a su cargo, para lo que se constituye a favor del vendedor –
ENTURPERÚ– primera y preferente hipoteca destinada a garantizar todas y cada una
de las obligaciones del presente contrato, en especial el pago de las cuotas del
financiamiento, sus intereses y demás gastos, incluidos las costas y costos que resulten
de un eventual proceso judicial, estableciendo que “(…) toda controversia o
discrepancia respecto a la ejecución, interpretación o cumplimiento del presente

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contrato que no pueda ser resuelta por las partes después de su negociación en buena
fe, por un periodo no mayor de treinta días calendario, será llevada a un arbitraje, con
la notificación escrita por una parte a la obra para acogerse a la presente clausula
(…)” (clausula décimo octava).

6. En la Constitución Política del Perú ha establecido en el artículo 139° dentro de


los principios y derechos de la función jurisdiccional “La unidad y exclusividad de la
función jurisdiccional. No existe ni puede establecerse jurisdicción alguna
independiente, con excepción de la militar y la arbitral.” En tal sentido se aprecia del
dispositivo constitucional que si bien se ha establecido que la potestad de administrar
justicia le corresponde al Poder Judicial exclusivamente, también se ha establecido que
puede existir jurisdicción arbitral y militar, que son definitivamente para temas de su
competencia. Es así que el establecimiento de la jurisdicción arbitral se constituye en
una jurisdicción singular que como señala Fernando Vidal Ramírez en su libro Manual
de Derecho Arbitral del 2003 en su página 9, “el arbitraje es un hecho cultural y por
ello hay que atender a su evolución histórica, su origen, evolución y antecedentes para
poder comprender mejor su función y proyección” Es así que el avance de las
sociedades nos ha traído como consecuencia el fenómeno de la globalización que ha
implicado la apertura de mercados internacionales que han visto como una necesidad
apartarse de la jurisdicción del Poder Judicial para resolver sus conflictos. Es en dicho
contexto que la jurisdicción arbitral se constituye en un mecanismo idóneo capaz de
resolver conflictos o controversias suscitadas en las relaciones comerciales. Por ello se
ha establecido que el declinar a la jurisdicción del Poder Judicial para asumir la
jurisdicción arbitral es potestad de las partes interesadas, por lo que al existir un acuerdo
entre las partes –en temas patrimoniales– en el que se establezca clara y expresamente el
acudir –ante un conflicto– a la jurisdicción arbitral, implica la no participación del
Poder Judicial en dichos temas, puesto que las partes voluntariamente han arribado a
dicho acuerdo en atención a la rapidez de dicho proceso.

7. Por lo expuesto en el presente caso encuentro que habiendo las partes expresado
claramente que ante una controversia o discrepancia respecto a la ejecución,
interpretación o cumplimiento del presente contrato que no pueda ser resuelta por las
partes después de su negociación en buena fe, por un periodo no mayor de treinta días
calendario, será llevada a un arbitraje, el vendedor se encontraba impedido de acudir al
proceso judicial cuestionando la ejecución del contrato de compraventa.

8. Por ello considero que el Poder Judicial no podía asumir competencia del proceso
de ejecución de garantía hipotecaria, cuando voluntaria y expresamente las partes
habían acordado acudir al proceso arbitral, por lo que debe acudir a él en busca de la
resolución de su pretensión.

9. En tal sentido considero que los jueces emplazados por medio del proceso
constitucional de amparo se han abocado indebidamente al conocimiento de una
controversia que corresponde ser dilucidada en el proceso arbitral conforme lo han
determinado las partes del contrato de compraventa. Por ello las resoluciones
cuestionadas deben ser declaradas inaplicables, puesto que han desestimado
indebidamente la excepción de convenio arbitral.

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Mi voto es porque se declare FUNDADA la demanda de amparo debiéndose disponer
la Nulidad de las Resoluciones de fecha 16 de agosto de 2000, de fecha 20 de diciembre
de 2000 así como las resoluciones que resolvieron el recurso de casación. Asimismo las
partes, conforme lo expresa el contrato de compraventa en su cláusula décimo octava
deberán acudir al proceso arbitral a efectos de que resuelvan la controversia llevada al
proceso judicial.

Sr.

VERGARA GOTELLI

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EXP. N.° 00232-2012-PA/TC
LIMA
ORGANISMO SUPERVISOR DE LA
INVERSIÓN EN INFRAESTRUCTURA DE
TRANSPORTE DE USO PÚBLICO
(OSITRAN)

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 10 de abril de 2012

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por el Organismo Supervisor de la


Inversión en Infraestructura de Transporte de Uso Público (Ositran) contra la resolución
expedida por la Tercera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
150, su fecha 11 de octubre de 2011, que confirmando la apelada, rechazó in límine la
demanda y la declaró improcedente; y,

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 4 de mayo de 2011, el Organismo Supervisor de la Inversión en


Infraestructura de Transporte de Uso Público (Ositran) interpone demanda de amparo
contra el Tribunal Arbitral que laudó en el Proceso Arbitral N.º 1670-127-2009,
integrado por don Daniel Martín Linares Prado, don HoracioCánepa Torre
y don Gregorio Martín Oré Guerrero, contra la Concesionaria de la Interoceánica Sur
Tramo 2 S.A., y contra el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, a fin de que se
declare ineficaz el laudo arbitral de derecho derivado del proceso arbitral referido que,
según denuncia, viola su derecho de defensa. Alega que la materia sobre la que versa el
laudo involucra un interés jurídicamente relevante del cual es titular, toda vez que, a
través de sus pretensiones, la concesionaria buscaba que el Tribunal Arbitral determine
los alcances del Contrato de Concesión celebrado con el Ministerio de Transportes y
Comunicaciones, realizando así una de las funciones principales y exclusivas que
corresponden a Ositran.

2. Que el Octavo Juzgado Constitucional de Lima, con fecha 6 de mayo de 2011,


declaró improcedente, in limine, la demanda, por considerar que la anulación del laudo
se tramita ante la Sala Civil de la Corte Superior, de manera que la demanda de amparo
resulta improcedente por existir vías procedimentales específicas e igualmente
satisfactorias; y porque, siendo ello así, se ha incurrido en la causal prevista por el
inciso 1) del artículo 5º del Código Procesal Constitucional.

3. Que por su parte, la Tercera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima
confirmó dicha decisión tras considerar que lo planteado por el actor no está orientado a
la protección de sus derechos sino más bien a cuestionar una decisión de la justicia
arbitral.

4. Que con fecha 5 de octubre de 2011 el Tribunal Constitucional ha publicado en el


diario oficial El Peruano la sentencia recaída en el Expediente N.º 00142-2011-PA/TC,

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que con calidad de precedente vinculante establece las nuevas reglas en materia de
amparo contra las decisiones emanadas de la jurisdicción arbitral, estableciendo,
igualmente (Cfr. Fundamento N.º 31), que "a partir del día siguiente de su publicación,
toda demanda que se encuentre en trámite y que no se ajuste al precedente vinculante
allí establecido debe ser declarada improcedente".

5. Que en el referido precedente se ha establecido que el “recurso de


anulación previsto en el Decreto Legislativo N.º 1071, que norma el arbitraje y, por
razones de temporalidad, los recursos de apelación y anulación para aquellos procesos
sujetos a la Ley General de Arbitraje (Ley N.º 26572) constituyen vías procedimentales
específicas, igualmente satisfactorias para la protección de derechos constitucionales,
que determinan la improcedencia del amparo de conformidad con el artículo 5º, inciso
2), del Código Procesal Constitucional”, aun cuando éste se plantee en defensa del
debido proceso o de la tutela procesal efectiva (Fundamentos N.os 20a y 20b); salvo las
excepciones establecidas en el Fundamento N.º 21 de dicha sentencia, esto es: 1)
cuando el laudo arbitral vulnera los precedentes vinculantes establecidos por el Tribunal
Constitucional; 2) cuando en el laudo se hace un indebido ejercicio del control difuso de
constitucionalidad; y, 3) en caso el amparo sea interpuesto por un tercero que no forma
parte del convenio arbitral y se sustente en la afectación directa y manifiesta de sus
derechos constitucionales a consecuencia del laudo arbitral, salvo que dicho tercero esté
comprendido en el supuesto del artículo 14º del Decreto Legislativo N.º 1071.

6. Que de la demanda se aprecia que el organismo recurrente pretende la revisión del


laudo arbitral por encontrarse disconforme con la competencia del Tribunal Arbitral,
pretensión que ya fue solicitada a sus miembros, según se aprecia a fojas 7 y 39, y
rechazada por estos (fojas 41).

7. Que en consecuencia y advirtiéndose que la pretensión del organismo recurrente y


el sustento de su demanda no se encuadran dentro de los supuestos de procedencia del
amparo arbitral que con calidad de precedente vinculante han sido establecidos por este
Tribunal en la sentencia recaída en el Expediente N.º 00142-2011-PA/TC, la demanda
debe ser desestimada de conformidad con su Fundamento N.º 31.
8. Que sin perjuicio de lo anterior, y siempre de conformidad con el Fundamento N.º
31 de la sentencia recaída en el Expediente N.º 00142-2011-PA/TC, la entidad
recurrente puede, en un plazo no mayor de 60 días hábiles, interponer recurso de
apelación o anulación, según corresponda, en sede ordinaria.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

RESUELVE

Declarar IMPROCEDENTE la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

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ÁLVAREZ MIRANDA
URVIOLA HANI
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ

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EXP. N.° 03815-2011-PA/TC
LIMA
CORPORACIÓN JOSÉ R. LINDLEY S.A.
(SUCESORA PROCESAL DE
EMBOTELLADORA
LATINOAMERICANA S.A.)

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 3 de mayo de 2012

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por el apoderado de la Corporación José


R. Lindley S.A., Sucesora Procesal de la empresa Embotelladora Latinoamericana S.A.,
contra la resolución emitida por la Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente
de la Corte Suprema de Justicia de la República, de fojas 152 del segundo cuaderno, su
fecha 3 de junio de 2010, que confirmando la apelada, declaró improcedente la demanda
de amparo de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 31 de agosto del 2005, la empresa recurrente interpone demanda de
amparo contra el Poder Judicial, representado por el procurador público competente, y
el Tribunal Arbitral Unipersonal integrado por don Álvaro Llona Bernal, a fin de que,
como pretensión principal, se declare nulo todo lo actuado en el procedimiento arbitral
iniciado por Inversiones Chuyugual, incluyendo la resolución s/n de fecha 13 de mayo
de 2005 y, como pretensión subordinada, que se declaren nulos los siguientes actos
procesales: de un lado, la resolución s/n de fecha 13 de mayo de 2005, expedida por la
Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima; y del otro, el laudo arbitral
contenido en la resolución N.º 41, de fecha 23 de junio de 2004, emitido por el
emplazado árbitro Álvaro Llona Bernal.

2. Que la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, mediante


resolución N.º 28, de fecha 13 de mayo de 2009 (fojas 459), declaró improcedente la
demanda en aplicación del artículo 5º, inciso 2), del Código Procesal Constitucional,
por estimar que no resulta objeto del proceso pronunciarse por el contenido sustancial
de la pretensión que reclama la parte demandante.

3. Que la Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema


de Justicia de República confirmó dicha decisión, por estimar que la
Corporación Lindley interpuso el recurso de apelación de manera limitada, razón por la
que se le concede la apelación con efecto suspensivo a fin de que exprese agravios. Al
no haberlos presentados por escrito, revisa y decide sobre las cuestiones fácticas y
jurídicas expuestas y resueltas por la Sala Superior al momento de emitir la impugnada
resolución N.º 28.

4. Que contra dicha decisión, la empresa recurrente interpone recurso de agravio


constitucional, el cual fue denegado por extemporáneo mediante resolución de fecha 17

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de diciembre de 2010, que corre a fojas 203 del segundo cuaderno. Interpuesto el
recurso de queja, éste fue declarado fundado por este Tribunal Constitucional mediante
la resolución recaída en el Expediente N.º 00025-2011-Q/TC, y es en virtud de ello que
el caso de autos llega a conocimiento de este Colegiado.

5. Que con fecha 5 de octubre de 2011 el Tribunal Constitucional ha publicado en el


diario oficial El Peruano la sentencia recaída en el Expediente N.º 00142-2011-PA/TC,
que con calidad de precedente vinculante establece las nuevas reglas en materia de
amparo contra las decisiones emanadas de la jurisdicción arbitral, estableciendo,
igualmente (Cfr. Fundamento N.º 31), que a partir del día siguiente de su publicación,
toda demanda que se encuentre en trámite y que no se ajuste al precedente vinculante
allí establecido debe ser declarada improcedente.

6. Que en el referido precedente se ha establecido que el “recurso de


anulación previsto en el Decreto Legislativo Nº 1071, que norma el arbitraje y, por
razones de temporalidad, los recursos de apelación y anulación para aquellos procesos
sujetos a la Ley General de Arbitraje (Ley N.º 26572) constituyen vías procedimentales
específicas, igualmente satisfactorias para la protección de derechos constitucionales,
que determinan la improcedencia del amparo de conformidad con el artículo 5º, inciso
2), del Código Procesal Constitucional”, aun cuando éste se plantee en defensa del
debido proceso o de la tutela procesal efectiva (Fundamentos N.os 20a y 20b); salvo las
excepciones establecidas en el Fundamento N.º 21 de dicha sentencia, esto es: 1)
cuando el laudo arbitral vulnera los precedentes vinculantes establecidos por el Tribunal
Constitucional; 2) cuando en el laudo se hace un indebido ejercicio del control difuso de
constitucionalidad; y, 3) en caso el amparo sea interpuesto por un tercero que no forma
parte del convenio arbitral y se sustente en la afectación directa y manifiesta de sus
derechos constitucionales a consecuencia del laudo arbitral, salvo que dicho tercero esté
comprendido en el supuesto del artículo 14º del Decreto Legislativo N.º 1071.

7. Que con la finalidad de establecer de modo claro y preciso los criterios a utilizarse
en materia de amparo arbitral, si bien este Tribunal ha definido criterios de procedencia,
también ha fijado supuestos de improcedencia. En ese sentido, en el fundamento N.º 20
se han precisado los supuestos de improcedencia del amparo arbitral, estableciéndose en
el acápite f) que “Contra lo resuelto por el Poder Judicial en materia de impugnación de
laudos arbitrales sólo podrá interponerse proceso de amparo contra resoluciones
judiciales, conforme a las reglas del artículo 4º del Código Procesal Constitucional y su
desarrollo jurisprudencial”.

8. Que en consecuencia, por virtud del antes anotado precedente, y tal como lo
manifiesta el propio abogado de la empresa recurrente mediante el escrito presentado
ante este Tribunal con fecha 14 de octubre de 2011, las pretensiones de que se declare
nulo todo lo actuado en el procedimiento arbitral iniciado por Inversiones Chuyugual y
nulo el laudo arbitral contenido en la resolución N.º 41, de fecha 23 de junio de 2004,
emitido por el emplazado árbitro Álvaro Llona Bernal, no pueden ser atendidas al no
ajustarse a los supuestos de procedencia del amparo arbitral que con calidad de
precedente vinculante han sido establecidos por este Tribunal Constitucional en la
sentencia recaída en el Expediente N.º 00142-2011-PA/TC. Por lo mismo, tales

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extremos de la demanda deben ser declarados improcedentes de conformidad con el
fundamento N.º 31 del aludido precedente.

9. Que en ese sentido, corresponde revisar el otro extremo de la demanda. Por ende,
la controversia de autos radica en determinar si, como se alega, la cuestionada
resolución de fecha 13 de mayo de 2005, expedida por la Segunda Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lima, que declara infundado el recurso de anulación de laudo
interpuesto por la empresa recurrente, resulta violatoria del derecho a la motivación de
las resoluciones.

10. Que en atención a ello, conviene recordar que el amparo contra las resoluciones
judiciales requiere como presupuestos procesales indispensables la constatación de
un agravio manifiesto a los derechos fundamentales de las personas que comprometa
seriamente su contenido constitucionalmente protegido (Cfr. fundamento N.º 4 de la
resolución recaída en el Expediente N.º 02363-2009-PA/TC), el cual constituye
presupuesto básico sin el cual la demanda resulta improcedente.

11. Que a fojas 88 corre copia certificada del recurso de anulación de laudo que dio
origen a la impugnada resolución de fecha 13 de mayo de 2005, emitida por la Segunda
Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima. De dicho recurso se aprecia que la
empresa recurrente lo sustenta alegando, esencialmente:

a) Que la materia controvertida en aquel laudo (indemnización) no se encontraba


incluida en el convenio arbitral contenido en la cláusula décima segunda del acuerdo de
accionistas de fecha 8 de septiembre de 1997, y por tanto, no procedía el arbitraje
solicitado por Inversiones Chuyugual S.A. toda vez que, de acuerdo a su interpretación,
la referida cláusula sólo abarcaba las controversias o conflictos relacionados con el
objeto del contrato.

b) Que el árbitro emplazado se ha avocado indebidamente a una materia que es de


exclusiva competencia de la Corte Superior de Justicia de Lima, pues resulta un abuso
de sus facultades que pretenda determinar si un medio impugnatorio ha sido interpuesto
de manera innecesaria. A su juicio, ello es facultad exclusiva del órgano jurisdiccional;
y,

c) Que se le ha generado un estado de indefensión porque el árbitro emplazado


favoreció a la parte demandante al admitir medios probatorios de manera extemporánea.

12. Que a fojas 131 corre copia de la impugnada resolución de fecha 13 de mayo de
2005, expedida por la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, que
declaró infundado el recurso de anulación de laudo interpuesto por la empresa
recurrente tras considerar:

PRIMERO: Que, la interposición del recurso de anulación contra los laudos arbitrales
ante el Poder Judicial, procede sólo por las causales taxativamente establecidas en el
artículo 73º de la Ley N.º 26572 y sólo tiene por objeto la revisión de su validez, sin
entrar al fondo de la controversia, tal y conforme lo establece el artículo 61º de la
referida ley. (…) TERCERO: Que la cláusula décimo segunda del Convenio de

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Accionistas celebrado, de fecha ocho de setiembre mil novecientos noventisiete,
corriente de fojas ochenticinco a ciento cuatro del expediente arbitral, estipuló
expresamente: “Para cualquier litigio, controversia, desavenencia, diferencia o
reclamación que surja relativa a la interpretación, ejecución, resolución, terminación,
eficacia o validez del presente contrato, incluyendo las cuestiones relativas a la validez
de esta misma Cláusula, serán resueltas por un árbitro de conciencia.”; CUARTO: Que,
siendo esto así, sólo puede ser materia de análisis por parte de este Superior Colegiado,
si la pretensión de indemnización por daños y perjuicios de
Inversiones Chuyugual Sociedad Anónima contra ELSA en el proceso arbitral referido,
se encuentra comprendida en el ámbito del convenio arbitral, sin entrar a analizar el
fondo de la controversia; QUINTO: Que, en tal sentido, en el referido acuerdo de
accionistas se pactó someter a un arbitraje todas las controversias relativas al objeto del
contrato de fecha ocho de setiembre de mil novecientos noventisiete (fusión de los
intervinientes), y que la decisión del árbitro era inapelable e inimpugnable; asimismo, se
advierte del Acta de Instalación del Tribunal Arbitral, de fecha catorce de julio de mil
novecientos noventiocho, obrante de fojas ciento cinco a ciento once del expediente
arbitral, que en la décimo cuarta norma de procedimiento se señaló: “En todo lo no
previsto en las presentes normas, serán de aplicación las del Reglamento Procesal de
Arbitraje Nacional de la Cámara de Comercio de Lima y las pertinentes de la Ley
General de Arbitraje Nº 26572”, incorporando de esta manera dichas disposiciones al
convenio arbitral (…).

DÉCIMO: Que, respecto al argumento de que constituye un abuso de facultades el que


un árbitro de conciencia pretende determinar si un medio impugnatorio ha sido
interpuesto de manera innecesaria, puesto que ello es una facultad exclusiva del órgano
jurisdiccional; éste Superior Tribunal considera que carece de sustento, por cuanto, el
árbitro en su laudo no ha determinado si el recurso de anulación ha sido interpuesto
innecesariamente, sino que su razonamiento y pronunciamiento ha sido dirigido a
determinar si aquella omisión de no presentar fianza ha generado daños y perjuicios
económicos a la parte vencedora; UNDÉCIMO: Que, respecto al argumento de que se
ha generado un estado de indefensión a ELSA puesto que el árbitro ha favorecido a la
parte demandante al admitir medios probatorios de manera extemporánea; la regla de
procedimiento número diez del Acta de Instalación del Tribunal estableció que el árbitro
tenía la facultad para determinar de manera exclusiva la admisibilidad de nuevas
pruebas, su pertinencia y valor, la misma que no fue observada por
ELSA; DUODÉCIMO: Que, los demás argumentos vertidos por ELSA están destinados
a cuestionar el fondo de la controversia que ya fue resuelta por el árbitro, por tanto este
Superior Colegiado estima que debe desestimarlos, tal y conforme lo estatuye el artículo
61 de la Ley número 26572 (…).

13. Que a juicio del Tribunal Constitucional, la resolución cuestionada se encuentra


debida y suficientemente motivada. Y es que en el recurso de anulación de laudo se
alegan y plantean una serie de cuestiones y, como se ha visto supra, éstas han merecido
un análisis, evaluación y respuesta de parte de la Segunda Sala al emitir la impugnada
resolución del 13 de mayo de 2005, sin omitir pronunciarse respecto de todas esas
cuestiones, argumentando las razones por las que fueron desestimadas las pretensiones
planteadas en el referido recurso. El hecho de que el razonamiento, el criterio y/o la
interpretación adoptados por los integrantes de la Sala no coincidan con la posición de

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la empresa recurrente no significa ni implica, necesariamente, que la impugnada
resolución no se encuentre motivada, y por ende, que se haya incurrido en una
afectación del derecho a la motivación de las resoluciones.

14. Que en ese sentido, este Tribunal debe recordar, conforme a su reiterada
jurisprudencia, que el proceso de amparo contra resoluciones judiciales no puede
constituirse en un mecanismo de articulación procesal de las partes, mediante el cual se
pretenda extender el debate de las cuestiones sustantivas y procesales ocurridas en un
proceso anterior, sea éste de la naturaleza que fuere y que haya sido resuelto por los
órganos jurisdiccionales ordinarios, pues no constituye un medio impugnatorio que
continúe revisando una decisión que sea de exclusiva competencia de la jurisdicción
ordinaria, facultad que constituye la materialización de la independencia en el ejercicio
de la función jurisdiccional que la Constitución Política reconoce a este poder del
Estado, a menos que pueda constatarse un proceder manifiestamente irrazonable, que no
es el caso.

15. Que en consecuencia, el Tribunal Constitucional estima que no habiéndose


acreditado que los hechos y el petitorio incidan en forma directa en el contenido
constitucionalmente protegido del invocado derecho a la motivación de las resoluciones,
tal extremo de la demanda también debe ser declarado improcedente en aplicación del
artículo 5.1 del Código Procesal Constitucional.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

RESUELVE, con el fundamento de voto, del magistrado Vergara Gotelli, que se agrega

Declarar IMPROCEDENTE la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ÁLVAREZ MIRANDA
URVIOLA HANI
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
EXP. N.° 04622-2011-PA/TC
LIMA
COMPAÑÍA MINERA
CASAPALCA S.A.

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RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 3 de mayo de 2012

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por Compañía Minera Casapalca S.A.


contra la resolución expedida por la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 191, su fecha 13 de julio de 2011, que, confirmando la apelada,
rechazó in límine y declaró improcedente la demanda de amparo de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 13 de enero de 2011, la compañía recurrente interpone demanda


de amparo a fin de que se deje sin efecto la resolución N.º 18, de fecha 4 de octubre de
2010, mediante la cual la Segunda Sala Civil Superior Sub Especializada en materia
comercial de la Corte Superior de Justicia de Lima declaró infundado el recurso de
anulación de laudo (Expediente N.º 53-2010), así como la resolución N.º 49, de fecha 7
de enero de 2010, dictada en el proceso arbitral iniciado por Enersur S.A en su contra; y
que en consecuencia, se ordene la expedición de un nuevo laudo que respete sus
derechos a una decisión congruente (sic), a probar y a la motivación de las resoluciones.

2. Que a fojas 50 la entidad recurrente sustenta su demanda manifestando que las


cuestionadas resoluciones, “(…) y en particular, la resolución N.º 49 (laudo arbitral
(…)”, han sido emitidas vulnerando sus derechos a una decisión congruente (sic), a
probar y a la motivación de las resoluciones.

3. Que el Sexto Juzgado Especializado en lo Constitucional de Lima, mediante


resolución de fecha 19 de enero de 2011, declaró improcedente, in límine, la demanda,
en aplicación de los artículos 5.1º y 5.2º del Código Procesal Constitucional.

4. Que la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima confirmó la


apelada por considerar que los argumentos que esgrime la compañía recurrente para
sustentar su demanda están dirigidos a impugnar el fondo de la decisión arbitral, mas no
a cuestiones que atenten contra el derecho al debido proceso.

5. Que con fecha 5 de octubre de 2011, el Tribunal Constitucional ha publicado en


el diario oficial El Peruano la sentencia recaída en el Expediente N.º 00142-2011-
PA/TC, que con calidad de precedente vinculante establece las nuevas reglas en materia
de amparo contra las decisiones emanadas de la jurisdicción arbitral, estableciendo,
igualmente (Cfr. fundamento N.º 31) que a partir del día siguiente de su publicación,
toda demanda que se encuentre en trámite y que no se ajuste al precedente vinculante
allí establecido debe ser declarada improcedente.

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6. Que en el referido precedente se ha establecido que el “recurso de
anulación previsto en el Decreto Legislativo N.º 1071, que norma el arbitraje y, por
razones de temporalidad, los recursos de apelación y anulación para aquellos procesos
sujetos a la Ley General de Arbitraje (Ley N.º 26572) constituyen vías procedimentales
específicas, igualmente satisfactorias para la protección de derechos constitucionales,
que determinan la improcedencia del amparo de conformidad con el artículo 5º, inciso
2), del Código Procesal Constitucional”, aun cuando éste se plantee en defensa del
debido proceso o de la tutela procesal efectiva (fundamentos N.os 20a y 20b); salvo las
excepciones establecidas en el fundamento N.º 21 de dicha sentencia, esto es: 1) cuando
el laudo arbitral vulnera los precedentes vinculantes establecidos por el Tribunal
Constitucional; 2) cuando en el laudo se hace un indebido ejercicio del control difuso de
constitucionalidad; y, 3) en caso el amparo sea interpuesto por un tercero que no forma
parte del convenio arbitral y se sustente en la afectación directa y manifiesta de sus
derechos constitucionales a consecuencia del laudo arbitral, salvo que dicho tercero esté
comprendido en el supuesto del artículo 14º del Decreto Legislativo N.º 1071.

7. Que con la finalidad de establecer de modo claro y preciso los criterios a


utilizarse en materia de amparo arbitral, si bien este Tribunal ha definido criterios de
procedencia, también ha fijado supuestos de improcedencia. En ese sentido, en el
fundamento 20 se han precisado los supuestos de improcedencia del amparo arbitral,
estableciéndose en el acápite f) que “Contra lo resuelto por el Poder Judicial en materia
de impugnación de laudos arbitrales sólo podrá interponerse proceso de amparo contra
resoluciones judiciales, conforme a las reglas del artículo 4º del Código Procesal
Constitucional y su desarrollo jurisprudencial”.

8. Que, en consecuencia, por virtud del antes anotado precedente, las pretensiones
de que se deje sin efecto el laudo arbitral contenido en la resolución N.º 49, del 7 de
enero de 2010, y se ordene la expedición de un nuevo laudo, no pueden ser atendidas al
no ajustarse a los supuestos de procedencia del amparo arbitral que con calidad de
precedente vinculante han sido establecidos por este Tribunal Constitucional en la
sentencia recaída en el Expediente N.º 00142-2011-PA/TC. Por lo mismo, tales
extremos de la demanda deben ser declarados improcedentes de conformidad con el
Fundamento N.º 31 del aludido precedente

9. Que de otro lado, conviene precisar que si bien mediante el proceso de amparo de
autos se cuestiona, además del laudo arbitral, la resolución N.º 18 de la Segunda Sala
Civil Superior Sub Especializada en materia comercial, que declaró infundado el
recurso de anulación de laudo interpuesto por la entidad recurrente; sin embargo, de la
demanda fluye que no cuestiona en sí misma dicha decisión judicial, sino los criterios
contenidos en el propio laudo arbitral, lo cual, conforme quedó expuesto en el
considerando 8, supra, resulta improcedente.

10. Que no obstante ello, corresponde revisar el otro extremo de la demanda. Por
ende, la controversia de autos radica en determinar si, como se alega, la cuestionada
resolución N.º 18, de fecha 4 de octubre de 2010, expedida por la Segunda Sala Civil
Superior Sub Especializada en materia comercial de la Corte Superior de Justicia de
Lima, que declaró infundado el recurso de anulación de laudo interpuesto por la entidad
recurrente, afecta, o no, algún derecho fundamental.

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11. Que en ese sentido conviene recordar que el amparo contra resoluciones
judiciales requiere como presupuestos procesales indispensables la constatación de
un agravio manifiesto a los derechos fundamentales de las personas, que comprometa
seriamente su contenido constitucionalmente protegido (Cfr.fundamento N.º 4 de la
resolución recaída en el Expediente N.º 02363-2009-PA/TC), el cual constituye
presupuesto básico sin el cual la demanda resulta improcedente.

12. Que a fojas 37 corre copia de la impugnada resolución de fecha 4 de octubre de


2010, expedida por la Segunda Sala Civil Superior Sub Especializada en materia
comercial de la Corte Superior de Justicia de Lima, que declaró infundado el recurso de
anulación de laudo interpuesto por la entidad recurrente. De dicha resolución se aprecia
–porque no se ha adjuntado el recurso de anulación de laudo– que la empresa recurrente
lo sustentó alegando, esencialmente, que,

a) Con relación a la vulneración al derecho a una decisión congruente: La actora


señala que lo que se estaba enjuiciando era la validez de la resolución contractual
extrajudicial operada por voluntad de Enersur; que en tal sentido, el Tribunal Arbitral
fue más allá del petitorio de Enersur, pues considera que no se limitó a verificar la
validez de la resolución contractual extrajudicial operada por voluntad de Enersur, en
atención a las obligaciones contractuales alegadas por la demandada en la carta notarial
de fecha 21 de abril de 2006.

b) Con relación a la vulneración del derecho a una decisión razonable: La actora


considera que el Tribunal Arbitral ha incurrido en arbitrariedad manifiesta en el laudo,
vulnerando así su derecho a una decisión razonable, al incurrir en ella en inexactitudes,
inconsistencias y subjetividades en la apreciación de los hechos del caso en los que se
funda su decisión.

c) Con relación a la vulneración al derecho a probar, específicamente a su derecho a


la valoración adecuada y motivada de los medios probatorios: La actora afirma que en
ninguna parte del laudo el Tribunal Arbitral hace referencia a las pericias de parte ni a
los informes técnicos que también habían sido admitidos, ni que se haya confrontado la
pericia de parte y los informes técnicos presentados por Casapalca.

d) Con relación a la parcialidad del árbitro: La actora indica que el Presidente del
Tribunal Arbitral incumplió con el deber de revelar y poner en conocimiento de las
partes los hechos que abiertamente generaban sospecha de parcialidad.

e) Con relación a la parcialidad del perito: La actora afirma que ha habido colusión
entre el perito nombrado por el Tribunal y la parte demandante, para ello indica que
estos se reunieron durante la semana en que se efectuó la audiencia de pruebas. Para
probar esta afirmación aporta dos declaraciones juradas.

13. Que a fojas 37 corre copia de la impugnada resolución de fecha 4 de octubre de


2010, expedida por la Segunda Sala Civil Superior Sub Especializada en materia
comercial de la Corte Superior de Justicia de Lima, que declaró infundado el recurso de
anulación de laudo interpuesto por la entidad recurrente, por considerar que,

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a) Sobre la vulneración del principio de congruencia.-
“(…) Que el Tribunal Arbitral: i) se pronunció sobre la pretensión de la demanda
arbitral; ii) se pronunció examinando los diez eventos expuestos en la demanda arbitral,
los mismos que han sido absueltos por Casapalca en su contestación; iii) para
pronunciarse en base a esos diez eventos, abordó una cuestión previa, diciendo que no
había incongruencia alguna en el proceso arbitral; DECIMO TERCERO: Por tanto, la
acusada incongruencia es inexistente, pues se laudó sobre el petitum y la
causa petendi, máxime si entre los diez eventos, aparecen claramente incluidos los
eventos del 24 de marzo y 15 de abril del 2006, taxativamente citados en la carta
notarial del 24 de abril del 2006, siendo importante anotar que las razones del Tribunal
Arbitral para definir que no existía incongruencia, no pueden ser revisados en esta sede
por expresa disposición del numeral 62.2º del Decreto Legislativo N.º 1071”.

b) Sobre la vulneración del derecho a una decisión razonable.-


“(…) Asimismo entonces, lo que tenemos es la discrepancia de Casapalca respecto al
razonamiento del Tribunal Arbitral, lo que no puede examinarse en esta sede por la
prohibición del numeral 2) del artículo 62º del Decreto Legislativo N.º 1071”.

c) Sobre la vulneración del derecho a la valoración adecuada y motivada de los


medios probatorios.-
“(…) leyendo el laudo en cuestión se aprecia que satisface la exigencia de motivación
que establece el numeral 5 del artículo 139 de la Constitución, al contener razones de
hecho y de derecho que explican la decisión adoptada, sin que obste en contrario que el
laudo, como dice la actora, no haga referencia a las otras pericias de parte o a los
informes técnicos, pues lo relevante es que el Tribunal Arbitral dio por probados los
hechos de la demanda en base a los medios probatorios que se exponen en el laudo, con
lo cual se satisface a plenitud esta exigencia de la motivación, y por ende de la
valoración de los medios de prueba, tanto más si respecto a éste último tema, solo deben
exponerse las razones esenciales y determinantes que sustentan la decisión, tal como lo
autoriza el artículo 197 el Código Procesal Civil. En suma, la omisión que denuncia la
parte acora no da lugar en modo alguno a que se afecte la validez de la resolución, pues
si en ella no se consigna referencia alguna a determinados medios probatorios, es
porque el Tribunal no los estimó para definir la controversia (…)”.

d) Sobre la vulneración al derecho a contar con peritos imparciales.-


“(…) VIGESIMO: La vulneración de este derecho no ha sido acreditado en autos, por lo
siguiente: i) la misma actora no tiene la seguridad de que EDEGEL, se vea favorecida
con el laudo, pues ella misma ha escrito en condicional su postura. En efecto, la actora
dice que EDEGEL podría, si es que lo prueba, convertirse en acreedora, es decir no hay
certeza; y ii) así entonces, no es adecuado vincular esta especulación a una ruptura de
imparcialidad por parte de uno de los árbitros, peor aún si no hay prueba fehaciente de
la vinculación entre dicho árbitro y EDEGEL.”

e) Sobre la vulneración al derecho a contar con peritos imparciales.-


“(…) la parte actora no ha acreditado la colusión que refiere, no solo porque pudo haber
puesto en conocimiento del Tribunal Arbitral de este hecho, que según ella ocurrió en
abril del 2009, cuando el laudo se dictó en enero del 2010, sino porque las dos

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declaraciones juradas, si bien dan cuenta de una reunión entre el abogado Portocarrero y
el asistente del perito designado por el Tribunal Arbitral, per se, no son suficientes para
acreditar tal colusión (…)”.

14. Que a juicio del Tribunal Constitucional, la resolución cuestionada se encuentra


debida y suficientemente motivada y, por ende, no afecta el principio de congruencia. Y
es que en el recurso de anulación de laudo se alegan y plantean una serie de cuestiones
y, como se ha visto supra, éstas han merecido un análisis, evaluación y respuesta de
parte de la Segunda Sala al emitir la impugnada resolución del 4 de octubre de 2010, sin
omitir pronunciarse respecto de todas esas cuestiones, argumentando las razones por las
que fueron desestimadas las pretensiones planteadas en el referido recurso. El hecho de
que el razonamiento, criterio y/o interpretación adoptado por los integrantes de la Sala
no coincida con la posición de la entidad recurrente no significa ni implica,
necesariamente, que la impugnada resolución no se encuentre motivada, y que se haya
incurrido en una afectación del derecho a la motivación de las resoluciones y al
principio de congruencia.

15. Que en ese sentido, este Tribunal debe recordar, conforme a su reiterada
jurisprudencia, que el proceso de amparo contra resoluciones judiciales no puede
constituirse en un mecanismo de articulación procesal de las partes, mediante el cual se
pretenda extender el debate de las cuestiones sustantivas y procesales ocurridas en un
proceso anterior, sea éste de la naturaleza que fuere y que haya sido resuelto por los
órganos jurisdiccionales ordinarios, pues no constituye un medio impugnatorio que
continúe revisando una decisión que sea de exclusiva competencia de la jurisdicción
ordinaria, facultad que constituye la materialización de la independencia en el ejercicio
de la función jurisdiccional que la Constitución Política reconoce a este Poder del
Estado, a menos que pueda constatarse un proceder manifiestamente irrazonable, que no
es el caso.

16. Que por último, conviene reiterar también que no corresponde a la jurisdicción
constitucional efectuar una nueva valoración de las pruebas y, cual si fuera una tercera
instancia, valorar su significado y trascendencia, pues obrar de ese modo significa
sustituir a los órganos jurisdiccionales ordinarios (Cfr.resoluciones recaídas en los
Expedientes N.os 0728-2008 PHC/TC, fundamento 38; 04089-2010-PA/TC, fundamento
7; 0716-2011-PA/TC, fundamento 4; 04071-2010-PA/TC, fundamento 5, entre otras
tantas).

17. Que en consecuencia, el Tribunal Constitucional estima que, no habiéndose


acreditado que los hechos y el petitorio incidan en forma directa en el contenido
constitucionalmente protegido de los derechos que se invocan, tal extremo de la
demanda también debe ser declarado improcedente, en aplicación del artículo 5.1º
del Código Procesal Constitucional.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

RESUELVE, con el fundamento de voto del magistrado Vergara Gotelli, que se agrega,

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Declarar IMPROCEDENTE la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ÁLVAREZ MIRANDA
URVIOLA HANI
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ

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EXP. N.° 04622-2011-PA/TC
LIMA
COMPAÑÍA MINERA
CASAPALCA S.A.

FUNDAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO VERGARA GOTELLI

Emito el presente fundamento de voto por las siguientes consideraciones:

1. En el presente caso tenemos que la recurrente es una persona jurídica denominada


Compañía Minera Casapalca S.A., que interpone demanda de amparo contra la Segunda
Sala Civil Sub Especializada en materia comercial de la Corte Superior de Justicia de
Lima y contra Enersur S.A., solicitando que se declare nula la Resolución N.º 18, de
fecha 4 de octubre de 2010 (Exp. N.º 53-2010), que declaró infundado el recurso de
anulación de laudo, así como la Resolución N.º 49, de fecha 7 de enero de 2010, dictada
en el proceso arbitral iniciado por Enersur S.A. en su contra; en consecuencia, se ordene
la expedición de un nuevo laudo. Considera que afecta sus derechos a una decisión
congruente, a probar y a la motivación de las resoluciones.

2. En el presente caso concuerdo con lo expresado en la resolución puesta a mi vista


pero considero necesario manifestar mi posición conocida respecto a la falta de
legitimidad para obrar activa de las personas jurídicas (sociedades mercantiles) para
demandar en el proceso constitucional de amparo. Es así que en el presente caso se
advierte que existe una demanda de amparo propuesta por una persona jurídica,
habiendo en reiteradas oportunidades expresado mi posición respecto a la falta de
legitimidad de éstas para interponer demanda de amparo en atención a que su finalidad
está dirigida a incrementar sus ganancias. Es por ello que uniformemente he señalado
que cuando la Constitución habla de los derechos fundamentales, lo hace pensando en la
persona humana, esto es en el ser humano física y moralmente individualizado. Hacia él
pues se encuentran canalizados los diversos atributos, facultades y libertades, siendo
solo él quien puede invocar su respeto y protección a título subjetivo y en sede
constitucional. Es por ello que nuestra legislación expresamente señala que la defensa
de los derechos fundamentales es para la “persona humana”, por lo que le brinda todas
las facilidades para que pueda reclamar la vulneración de sus derechos fundamentales
vía proceso constitucional de amparo, exonerándoseles de cualquier pago que pudiera
requerirse. En tal sentido no puede permitirse que una persona jurídica, que ve en el
proceso constitucional de amparo la forma más rápida y económica de conseguir sus
objetivos, haga uso de este proceso excepcional, urgente y gratuito, puesto que ello
significaría la desnaturalización total de dicho proceso. No obstante ello considero que
existen casos excepcionales en los que este colegiado puede ingresar al fondo de la
controversia en atención i) a la magnitud de la vulneración del derecho, ii) que ésta sea
evidente o de inminente realización (urgencia) y iii) que el acto arbitrario o desbordante
ponga en peligro la propia subsistencia de la persona jurídica con fines de lucro.

3. En el presente caso no se evidencia urgencia por el que este Colegiado deba


ingresar al fondo de la controversia, puesto que lo que pretende la empresa recurrente es
que este Tribunal ingrese a evaluar materia resuelto en otra vía, esto es que ingrese a
evaluar el criterio de los jueces para resolver el recurso de anulación de laudo

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interpuesto por la empresa recurrente, pretensión que excede el objeto de los procesos
constitucionales de la libertad. Asimismo considero que en este caso no puede aplicarse
a la pretensión de la empresa recurrente el precedente de este Tribunal (Exp. Nº 00142-
2011-PA) puesto que tal sentencia expresamente señala que la vía igualmente
satisfactoria para resolver cuestionamientos a un laudo arbitral es el recurso de
anulación de laudo, recurso del cual ha hecho uso la empresa recurrente, razón por el
que el análisis solo debe centrarse en las resoluciones emitidas en el recurso de
anulación y no en el cuestionamiento del laudo, puesto que precisamente en el referido
proceso judicial se ha desestimado los cuestionamientos del laudo, siendo dichas
resoluciones materia de cuestionamiento en el presente proceso de amparo. En tal
sentido la pretensión de la empresa recurrente está dirigida a cuestionar actuaciones
judiciales haciendo de este Colegiado una supra instancia, lo cual es inconcebible. Por
lo expuesto la pretensión expuesta en la demanda excede a todas luces excede el objeto
de los procesos constitucionales, por lo que debe declarar en consecuencia la
improcedencia de la demanda.

4. Finalmente cabe señalar que los procesos constitucionales están destinados a la


defensa de la persona humana, habiendo por ello el legislador brindado las mayores
facilidades para acceder a la jurisdicción constitucional, dándole las características a
dicho proceso de excepcional, rápido y hasta gratuito, a efectos de que cualquier
persona humana que se sienta afectada pueda acceder a dicha justicia sin que irrogue
gasto alguno. Es por ello también que la jurisdicción internacional ha delimitado su
competencia, dando atención prioritaria a las denuncias realizadas solo por la
persona humana.

Por las consideraciones expuestas, mi voto es porque se confirme


la IMPROCEDENCIA de la demanda.

Lima, 11 de abril de 2012

S.

VERGARA GOTELLI

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EXP. N° 5311-2007-PA/TC
LIMA
COMPAÑÍA DISTRIBUIDORA S.A.

VOTO SINGULAR DE LOS MAGISTRADOS RICARDO BEAUMONT


CALLIRGOS Y GERARDO ETO CRUZ.

En el proceso constitucional de amparo interpuesto por Compañía Distribuidora SA.


(CODISA) contra el Tribunal Arbitral del Centro de Arbitraje y Conciliación
Comercial del Perú (CEARCO) conformado por los árbitros Jacobo Rey Elmore, Rafael
Villegas Cerro y Ulises Montoya Alberti y con conocimiento de la
Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE), estimamos pertinente precisar las
razones por las que a nuestro juicio, consideramos que la demanda interpuesta debe ser
declara fundada en parte y en consecuencia inaplicable el Laudo de Derecho, expedido
con fecha 12 de agosto de 2004, y corregido por Resolución N° 20, de fecha 20 de
agosto de 2004.

Las razones que sustentan nuestra posición se resumen en lo siguiente:

ANTECEDENTES DEL CASO

1). Con fecha 13 de setiembre de 2004 la Compañía Distribuidora S.A. (CODISA),


interpone demanda de amparo contra el Tribunal Arbitral del Centro de Arbitraje y
Conciliación Comercial del Perú (CEARCO) conformado por los árbitros Jacobo Rey
Elmore, Rafael Villegas Cerro y Ulises Montoya Alberti y con conocimiento de la
Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE). Solicita se declare inaplicable o se
deje sin efecto el Laudo de Derecho, expedido con fecha 12 de agosto de 2004, y
corregido por Resolución N° 20, de fecha 20 de agosto de 2004, mediante el cual se
declara fundada la demanda arbitral, y se dispone que la empresa recurrente pague a
favor de Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE) la suma de $/. 36’000 000.00
(Treinta y seis Millones de Dólares Americanos) por concepto de penalidad, pues habría
incumplido con lo establecido en la cláusula octava de los cuatro contratos de compra
venta que suscribió con dicha entidad, esto es, promover la inversión de las unidades
hoteleras de Chimbote, Huaraz-Monterrey, Ica e Iquitos, en su calidad de compradora
de las mismas.

2). Según refiere la demandante, el procedimiento arbitral se habría desarrollado de


manera irregular, vulnerándose sus derechos constitucionales al debido proceso y tutela
jurisdiccional efectiva, toda vez que no se habrían observado las acciones y requisitos
señalados en el convenio arbitral, pues no se efectuó la negociación a la que las partes
debían acudir antes de aplicar la cláusula penal. Refiere asimismo que no se habría
saneado el procedimiento arbitral y se habría consentido la actuación de COFIDE sin
tener ésta legitimidad activa para obrar, puesto que a su criterio la única facultada para
exigir la penalidad, sería en cualquier caso, la Dirección Nacional de Turismo mas no
así la primera de las señaladas. Igualmente, se habría aplicado indebidamente el

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derogado Decreto Ley 25935 por encima de la vigente ley General de Arbitraje -Ley
26572-; se habría impuesto una penalidad “draconiana”, que resulta desde su origen
nula ipso iure; y, finalmente, no se habrían merituado las pruebas aportadas por
CODISA con relación a la falta de legitimidad para obrar activa de COFIDE y aquellas
que demuestran fehacientemente que no existe incumplimiento de inversión en las
unidades hoteleras.

3). Corporación Financiera de Desarrollo contesta la demanda solicitando que la misma


sea declarada improcedente o infundada en su oportunidad en aplicación del inciso 3 del
artículo 6º de la Ley N° 23506, al considerar que la empresa demandante habría optado
por la vía ordinaria al haber interpuesto recurso de anulación del laudo. Por su parte, los
árbitros Rafael Villegas Cerro y Ulises Montoya Alberti de manera conjunta, así como
el árbitro Jacobo Rey Elmore, por separado, contestan la demanda manifestando en
esencia, que el procedimiento arbitral cumplió con todos los requisitos necesarios desde
su instalación hasta la expedición del Laudo. Asimismo manifiestan que existe un
procedimiento idóneo para la defensa del derecho invocado el mismo que está
constituido por el recurso de anulación del laudo, por lo que solicitan que la demanda
sea declarada improcedente.

4). Mediante Resolución de fecha 24 de marzo de 2006, el 38º Juzgado Civil de Lima
declara infundada la demanda de amparo, estableciendo que los argumentos de la
recurrente carecen de veracidad puesto que el Tribunal Arbitral sí se ha pronunciado
respecto a la etapa negocial a la que deben recurrir las partes antes de ir a la vía arbitral;
que al ser COFIDE el vendedor de las unidades hoteleras y por tanto el acreedor de la
obligación requerida (cumplimiento del compromiso de inversión), es esta entidad
quien tiene derecho para exigir la penalidad de acuerdo al artículo 1342° del Código
Civil. Así mismo, con relación a la aplicación del derogado Decreto Ley, ello se habría
producido debido a que el Tribunal Arbitral al momento de instalarse señaló que las
disposiciones aplicables al convenio arbitral serían las dispuestas en la ley ahora
derogada, por ser la vigente a la fecha de celebración del contrato mencionado.
Finalmente, con relación al cuestionamiento sobre la supuesta falta de valoración
probatoria, el órgano judicial estableció que ello no puede cuestionarse en la vía del
proceso de amparo.

5). Mediante Resolución de fecha 04 de abril de 2007, la Primera Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lima, sin entrar a analizar el fondo del asunto, revoca la
sentencia y reformándola, la declara improcedente, tras considerar que no se habría
cumplido con la exigencia de agotar la vía previa para la procedencia del amparo
conforme al artículo 45° del Código Procesal Constitucional, y que la empresa
recurrente carecería de interés para obrar, al haber interpuesto, en forma paralela a la
demanda de amparo, un recurso de anulación de laudo arbitral en la vía ordinaria, el
mismo que ha sido admitido por la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Lima.

CONSIDERACIONES DE LOS MAGISTRADOS QUE SUSCRIBEN.

Petitorio

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6). Conforme aparece del petitorio de la demanda, el objeto del presente proceso
constitucional se dirige a que se declare inaplicable o se deje sin efecto el Laudo de
Derecho expedido con fecha 12 de agosto de 2004, y corregido por Resolución N° 20,
de fecha 20 de agosto de 2004, mediante el cual se declara fundada la demanda arbitral,
disponiendo que la empresa hoy recurrente pague a favor de Corporación Financiera de
Desarrollo -COFIDE- la suma de US$ 36 000 000.00 (trentiséis millones de dólares
norteamericanos) por concepto de penalidad, pues habría incumplido con lo establecido
en la cláusula octava de los cuatro contratos de compra venta que suscribió con dicha
entidad, esto es, promover la inversión de las unidades hoteleras de Chimbote, Huaraz-
Monterrey, Ica e Iquitos, en su calidad de compradora de las mismas.

Sobre el agotamiento de la vía previa en el ámbito arbitral y la presunción a favor de la


continuidad del proceso.

7). De manera preliminar a la dilucidación de la controversia y en tanto la recurrida ha


invocado como argumento desestimatorio central, un supuesto incumplimiento en la
regla de agotamiento de la vía previa, estimamos pertinente pronunciarnos sobre dicho
extremo. A este respecto, consideramos que la aseveración de la cual parte la
Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, en el sentido de que no se
agotaron los recursos judiciales resulta incorrecta habida cuenta que la presente
demanda de amparo fue interpuesta con fecha 13 de Septiembre del 2004, esto es, antes
de la entrada en vigor del Código Procesal Constitucional, momento en el cual, no
existía regla alguna que desde la perspectiva del proceso constitucional impusiera a la
demandante el agotamiento de alguna variable o modalidad de vía previa. Tampoco y
por otra parte resultaría pertinente invocar las reglas desarrolladas en Sentencias como
las recaídas en los Expedientes Nº 06167-2005-HC/TC o Nº 4195-2006-AA/TC pues las
mismas fueron instituidas con fecha muy posterior a la interposición de la presente
demanda, lo que supone que si antecedentes jurisprudenciales o legislativos se trata sólo
existiría como referencia, la Sentencia recaida en el Expediente Nº 189-1999-AA/TC y
lo previsto en su día por el Artículo 6º inciso 2 de la Ley Nº 23506 modificada por la
Ley Nº 27053, debiéndose apreciar que en ninguno de los citados supuestos resultaba
procedente exigir agotamiento de vía previa o recurso judicial alguno. En otras palabras,
quien cuestionara una decisión arbitral emitida como consecuencia de un proceso
irregular podía hacerlo de modo directo o inmediato como en efecto, ha ocurrido en el
presente caso.

8). La respuesta por tanto, más allá de la fórmula actualmente existente en materia de
control constitucional sobre las decisiones arbitrales, no puede ser otra que una de
carácter permisivo, es decir tendiente a eximir a la entidad recurrente del consabido
agotamiento, ello en atención no sólo al principio de temporalidad, sino en aplicación de
la regla pro actione que obliga a presumir a favor de la continuidad del proceso en caso
de duda o incertidumbre sobre el cumplimiento de las condiciones de procedibilidad de
la demanda.

Aspectos a dilucidar en el presente caso

9). De acuerdo con lo que aparece en el petitorio de la demanda es el Laudo de Derecho,


expedido con fecha 12 de agosto de 2004 así como su corrección realizada mediante

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Resolución N° 20, de fecha 20 de agosto de 2004, los que resultan vulneratorios de sus
derechos constitucionales. A este respecto y en la medida en que han sido argumentadas
una serie de observaciones respecto de la forma y modo en que dicho laudo ha sido
emitido procede analizar por separado cada uno de dichos extremos, consistentes
en a) No se ha dado observancia a las acciones y requisitos preprocedimentales
señalados en el convenio arbitral, b) Se ha permitido la actuación de COFIDE sin tener
dicha entidad legitimidad para obrar activa, c) Se ha procedido a aplicar indebidamente
al procedimiento arbitral un Decreto Ley derogado, y d) Se ha procedido a imponer una
penalidad draconiana sin tomar en cuenta el carácter nulo ipso iure de la cláusula penal.

Los requisitos previos al procedimiento arbitral.

10). Respecto de la primera de las observaciones efectuadas por la demandante, consta


en efecto, que de conformidad con la previsión contemplada en la
Cláusula Décimo Octava del Contrato de Compraventa realizado con fecha 05 de Julio
de 1995 entre la Empresa Nacional de Turismo S.A. (ENTURPERU S.A.) y la
Compañía Distribuidora S.A. (CODISA), obrante de fojas 35 a 91 de los autos,
cualquier controversia o discrepancia respecto de la ejecución, interpretación o
cumplimiento del citado contrato requería como paso previo a cualquier opción o
alternativa arbitral, una negociación de buena fe entre las partes a llevarse a cabo
durante el lapso máximo de 30 días calendario.

11). De los autos y sobre todo del raciocinio utilizado por el laudo objeto de
cuestionamiento no se aprecia sin embargo respuesta o merituación alguna en torno de
la presente observación. Pretender en medio de dicho contexto que porque COFIDE (en
su condición de interesada en la resolución de una eventual controversia ) le remite a
CODISA una Carta Notarial con fecha 24 de Julio de 1998, por ese motivo ya se habría
cumplido con el tramite preprocesal antes señalado, resulta a todas luces insuficiente,
pues la idea de la negociación preliminar no es la de una simple advertencia frente a un
hipotético incumplimiento de lo acordado contractualmente, sino un imperativo vital a
los efectos de prevenir una futura controversia.

12). Debe quedar plenamente establecido que no por tratarse de una etapa de carácter
pre procesal, quiere ello significar que las reglas incorporadas a un contrato tengan un
carácter meramente indicativo. Aquellas son ley para las partes y si por consiguiente y
de acuerdo con estas últimas, existe una etapa de previas negociaciones, aquellas
asumen un efecto plenamente vinculante respecto de las partes que generaron dicha
relación. Su inobservancia por tanto es analogable a la vulneración que opera cundo se
desacata el llamado procedimiento preestablecido por la ley en cuanto variante del
debido proceso.

La participación de COFIDE en el proceso arbitral.

13). En relación con la segunda de las observaciones formuladas, consideramos los


suscritos que la participación de COFIDE en el proceso arbitral materia de la presente
demanda no resulta en principio cuestionable. En efecto, aun cuando se puede
argumentar que la presentación de un reclamo requiere una serie de formalidades de
orden legal (las que en todo caso y examinadas desde una perspectiva estrictamente

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constitucional, tampoco justificarían per se la intervención de la judicatura
constitucional mientras no se vulnere en forma directa algún derecho fundamental) no
deja de ser menos cierto que conforme aparece de la Cláusula Décimo Séptima del ya
citado Contrato de Compraventa, se estableció que con expreso consentimiento del
comprador ( es decir, de la hoy demandante) y de los propietarios de los inmuebles
otorgados en hipoteca (en este caso, de la Empresa Nacional de Turismo) se procede a
una cesión de posición contractual en favor de COFIDE. En tales circunstancias, resulta
perfectamente razonable que quien haya impulsado el proceso arbitral sea la entidad
descrita y no como lo pretende la demandante de amparo, necesariamente la
Empresa Nacional de Turismo. Optar por lo demás, por una tésis en contrario supondría
colocar a COFIDE en una posición absolutamente nominal o irrelevante a todas luces
incompatible con los roles asignados por el Contrato de Compra Venta.

Sobre la Ley aplicable al proceso arbitral.

14). El tercer aspecto que ha originado cuestionamientos por parte de la demandante se


circunscribe a considerar que dentro del proceso arbitral se habría procedido a aplicar
un Decreto Ley derogado. Dicha objeción sin embargo y al igual que la precedente
tampoco genera convicción. En efecto, más allá de la discusión sobre el momento en
que se inicia el proceso arbitral (sea que se contabilice desde la instalación del Tribunal
Arbitral o desde el momento de la suscripción del Convenio Arbitral), lo real e
indiscutible es que con sujeción estricta a lo previsto en el Tercer Apartado de la
Cláusula Décimo Octava del tantas veces citado Contrato de Compraventa, las partes
convinieron que se iniciase un proceso arbitral éste quedaría sujeto a las estipulaciones
que los árbitros puedan considerar conveniente o en su defecto, a lo previsto en la
Ley General de Arbitraje Nº 25935, vigente al momento de celebrarse dicho acuerdo.

15). La justificación del proceder descrito no resulta por lo demás irrazonable o


arbitraria pues al suscribirse un determinado contrato, las partes intervinientes juzgan
pertinente someterse a determinadas reglas de juego en el caso de que sea necesario
someterse a un eventual arbitraje. Dichas reglas son las que en el momento del contrato
se conocen y se aceptan como fórmula de solución de conflictos, resultando por el
contrario absurdo pretender que tales reglas puedan alterarse so pretexto de una futura
modificación (como ocurrió en el presente caso con la Nueva Ley de Arbitraje Nº
26572) y que las incidencias de la misma (de tal modificación) tengan que
necesariamente aplicarse sobre quienes suscribieron un contrato bajo otro tipo de
criterios.

16). Los Magistrados que suscriben no consideran por tanto, que por haberse aplicado el
Decreto Ley Nº 25935 (anterior Ley de Arbitraje) y no la Ley Nº 26572 (nueva Ley de
arbitraje) puedan haberse visto afectados los derechos fundamentales de la parte
quejosa.

La aplicación de una penalidad excesiva. El abuso del derecho en el ámbito


constitucional.

17). La última observación que realiza la entidad demandante sí merece especial


atención. En efecto, de acuerdo con la misma, el contrato de Compraventa habría

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previsto una Cláusula Penal absolutamente draconiana o de imposible cumplimiento en
la práctica.

18). Conforme se aprecia de la Cláusula Octava del tantas veces citado Contrato de
Compra Venta, la entidad recurrente se comprometió al cumplimiento de una serie de
obligaciones. Por otra parte y como garantía frente a una eventual inobservancia de las
mismas, se estableció expresamente, una penalidad o fórmula de tipo sancionador con
implicancias de tipo económico.

19). Que se encuentre incorporada una cláusula de carácter penal como previsión
sancionadora frente a eventuales incumplimientos de las obligaciones asumidas por las
partes, no es algo que por principio pueda considerarse arbitrario. Lo arbitrario o lesivo
resultaría si quedasen acreditadas eventuales implicancias sobre derechos
fundamentales, sea por que estas resultan irrazonables, sea porque las mismas devienen
en desproporcionadas.

20). Los suscritos Magistrados estamos plenamente convencidos que aún cuando las
partes que participan de una relación contractual tienen la plena y absoluta capacidad
para negociar de la forma más adecuada a sus intereses, ello no significa que dicho
proceso de negociación resulte lesivo a los derechos fundamentales o a los bienes
jurídicos de relevancia. Ni por la forma en que se negocia ni por el resultado en que se
concluye, es pues aceptable que una relación contractual devenga en contraria a las
finalidades u objetivos que persigue la Constitución.

21). Tampoco ni mucho menos puede aceptarse que porque una de las partes haya
convenido en forma tácita o expresa que una determinada obligación le resulta
plenamente vinculante, aquella se torne absolutamente indiscutible, pues al margen de
que su contenido incida o no en temas de estricta constitucionalidad, no puede
convalidarse que el ejercicio de un derecho fundamental (en este caso la libertad de
contratación) se instrumentalice de tal manera que se convierta en una fuente
legitimadora de los excesos. Nuestra Constitución ha sido terminante en proscribir el
abuso del derecho de acuerdo con la previsión contenida en el último párrafo de su
Artículo 103º, tesis que como es obvio, no solo debe entenderse como proyectada sobre
el ámbito de los derechos subjetivos de orden legal, sino incluso sobre el de los propios
derechos fundamentales, los que para ser correcta o legítimamente ejercidos no pueden
desvirtuar las finalidades previstas para ellos desde la propia Constitución.

22). En el caso de autos y según se observa de la antes citada cláusula penal, el eventual
atraso en la inversión correspondiente a cada unidad hotelera (eran cuatro en total) por
parte de la compradora (actual demandante) se cuantifica en el orden de los $/. 100,000
(Cien mil Dólares Americanos) mensuales, que operan en forma acumulativa y sin el
establecimiento de tope alguno. Consecuencia de dicho temperamento y estando a la
fecha en que se suscribe el contrato (05 de Julio de 1995) y la fecha en que es emitido el
laudo arbitral objeto de cuestionamiento (12 de Agosto del 2004) la cifra a pagarse por
parte de la demandantes ascendería a los $/. 36’000,000 Millones de Dólares
Americanos, cifra esta última que incluso tendría que ser mucho más actualizada (y por
supuesto, mucho más ampliada) por efectos del transcurso del tiempo.

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23). Pretender que una desproporción de la naturaleza señalada (desproporción tomando
en cuenta el precio real y conjunto de los cuatro hoteles) pueda pasar por inadvertida y
que incluso, se torne en ilimitada, es algo que no puede de ninguna manera legitimarse.
En dicho contexto, el argumento utilizado en el laudo y que gira en torno la existencia
de un proceso judicial (cuatro en total) destinado a debatir la validez de la cláusula
penal (Fundamento Decimocuarto del Laudo), resulta a todas luces impertinente,
cuando lo importante no es la determinación de dicha validez sino el monto arbitrario
establecido en la misma. La Jurisdicciónarbitral ha sido instituida precisamente para
servir como mecanismo de resolución de incidencias como las descritas, pero si por el
contrario y como ocurre en el caso de autos, dicha jurisdicción renuncia al análisis de
algo tan elemental, so pretexto a consideraciones como las mencionadas, resulta
plenamente legitima como necesaria, la revisión de su contenido por conducto de la
jurisdicción constitucional. En tales circunstancias, no se trata pues y vale la pena
precisarlo, de una desvirtuación de las facultades reconocidas sobre la jurisdicción
arbitral sino de una necesaria concurrencia tutelar como la dispensada por conducto del
amparo arbitral.

24). Nuestro Colegiado a lo largo de su jurisprudencia ha sido muy cuidadoso de no


entrometerse en las esferas de la autonomía de la voluntad, tanto más cuando estas
cuentan con el aval de una jurisdicción especializada como la arbitral, empero, ello no
quiere significar que en amparo de tal modalidad de resolución de conflictos, puedan
asumirse posiciones manifiestamente contrarias a los derechos fundamentales, como las
que se acreditan con el extremo del laudo objeto de cuestionamiento.

Tratamiento de la prueba en el proceso arbitral cuestionado.

25). Un aspecto final que tampoco ha sido tomado en cuenta por el laudo, pero que debe
rescatarse con especial énfasis es el relativo a los medios probatorios actuados en el
proceso arbitral. Si bien COFIDE presentó un Informe Pericial emitido por Pánez,
Chacaliaza, Barreda S.C. de acuerdo con el cual la demandante no habría invertido lo
necesario en las cuatro unidades hoteleras que le fueron adjudicadas, esta última ofreció
un Informe contrapuesto evacuado por Roldan & Ramirez Contadores según el cual se
habría invertido por parte de CODISA la cantidad de $/. 2’118,890.00 Dólares
Americanos, restando únicamente por abonar un monto mínimo de $/. 201,111.11
Dólares Americanos. En dicho contexto y siendo evidente no solo el contraste entre las
conclusiones de ambas pericias de parte sino la notoria incidencia que ante un supuesto
incumplimiento se generaría tras la aplicación de la anteriormente citada cláusula penal,
lo razonable o compatible con el sentido común era exigir una pericia dirimente, opción
que sin embargo y en ningún momento fue tomada en cuenta por el Tribunal Arbitral,
denotándose por el contrario y con el citado comportamiento un notorio proceder
parcializado.

26). Los suscritos Magistrados hemos de reiterar que el proceso arbitral no puede ser un
pretexto para desvincularse de los derechos que la Constituciónreconoce.
Evidentemente, una cosa es que se tenga la capacidad para decidir las controversias
derivadas de relaciones estrictamente privadas y otra distinta que so pretexto de las
mismas y del fuero especializado en el que se les dilucida, puedan convalidarse criterios
opuestos a los que la Constitución y su cuadro de valores materiales, postulan. En tales

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circunstancias es pues, como ocurre en el presente caso, el juzgador constitucional quien
tiene la última palabra

SS

BEAUMONT CALLIRGOS
ETO CRUZ

EXP. N.º 05311-2007-PA/TC


LIMA
COMPAÑÍA DISTRIBUIDORA S.A.

VOTO DIRIMENTE DEL MAGISTRADO MESÍA RAMÍREZ

Llamado por ley a dirimir la discordia producida en el presente caso, debo señalar que
me adhiero al voto de los magistrados Beaumont Callirgos y Eto Cruz; no obstante, sin
perjuicio de ello, manifiesto, a través de este voto, mi parecer sobre la cuestión
planteada por la demanda, la que sustento en las siguientes razones:

1.§. Delimitación del petitorio y de la controversia

1. La Sociedad demandante pretende que se declare nulo el Laudo de Derecho, de


fecha 12 de agosto de 2004, expedido por el Tribunal Arbitral del Centro de Arbitraje y
Conciliación Comercial del Perú (en adelante, el Tribunal Arbitral), que le ordena
abonar la suma de treinta seis millones de dólares americanos por concepto de
penalidad; así como el procedimiento arbitral que le inició la Corporación Financiera de
Desarrollo S.A. (en adelante, la Corporación) y que concluyó con el laudo referido, por
considerar que dichos actos vulneran sus derechos al debido proceso, a la tutela
jurisdiccional efectiva y de defensa.

Refiere que el Tribunal Arbitral ha afectado su derecho al debido proceso porque


admitió a trámite la demanda arbitral interpuesta por la Corporación sin tener en cuenta
que, conforme a la cláusula décimo octava del contrato de compraventa suscrito con la
Empresa Nacional de Turismo S.A., antes de iniciarse el procedimiento arbitral las
partes, por un plazo no mayor de treinta días calendarios, debían negociar de buena fe
cualquier controversia o discrepancia respecto a la ejecución, interpretación o aplicación
de los contratos, lo que no se ha hecho, y que a pesar de que tal omisión fue
oportunamente puesta en conocimiento del Tribunal Arbitral, éste no hizo caso de ello.

Asimismo, señala que se han vulnerado sus derechos al debido proceso y de defensa,
debido a que el Tribunal Arbitral admitió a trámite la demanda arbitral interpuesta por la
Corporación cuando ésta no se encontraba legitimada para postularla, toda vez que en la
sub-cláusula 8.1.7 del contrato de compraventa se establece que la legitimada para
exigir la penalidad convenida es la Dirección Nacional de Turismo, y no la
Corporación.

En sentido similar, manifiesta que el Tribunal Arbitral también ha vulnerado su derecho


al debido proceso porque no ha valorado debidamente las pruebas aportadas al

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procedimiento arbitral, toda vez que a pesar de que ha demostrado que en cumplimiento
del contrato de compraventa referido realizó las inversiones pactadas en las unidades
hoteleras, éste consideró que no había cumplido con dicha obligación.

Finalmente, manifiesta que la cláusula penal del contrato de compraventa amenaza con
vulnerar su derecho de propiedad debido a que establece una penalidad ascendente a
cien mil dólares americanos mensuales en caso de que no cumpla los compromisos de
inversión, lo cual resulta irrazonable y jurídicamente imposible de cumplir, además de
constituir un abuso del derecho.

2. Así planteado el objeto del presente proceso, considero que la dilucidación de la


exige determinar si la actuación del Tribunal Arbitral ha afectado el derecho al debido
proceso de la Sociedad demandante; concretamente:

a. Si antes de admitir a trámite la demanda arbitral, el Tribunal Arbitral debió exigir


que se acreditara que previamente entre las partes se negoció de buena fe lo peticionado
en la demanda.
b. Si la demanda arbitral fue interpuesta por un sujeto que no se encontraba
legitimado para ello.
c. Si el Tribunal Arbitral omitió valorar las pruebas que demostraban que la
Sociedad demandante había cumplido con sus compromisos de inversión.

De otra parte, también corresponde establecer si la cláusula penal contenida en el


contrato de compraventa referido, en efecto, amenaza con vulnerar el derecho de
propiedad de la Sociedad demandante, y por ende, si dicha cláusula es el resultado del
ejercicio abusivo del derecho a la libertad de contratación.

§.2. Trámites previos al proceso arbitral

3. En el ámbito judicial, el derecho al debido proceso garantiza, entre otras cosas,


que los órganos judiciales, al momento de resolver una controversia, sigan el
procedimiento preestablecido por la ley, pues caso contrario este derecho se vería
afectado.

Dicho situación en el ámbito judicial, si bien resulta imperativa debido a que viene
impuesta no sólo por la ley sino también por el derecho al debido proceso, en el ámbito
arbitral adquiere una particularidad, consistente en que las partes, antes de someter la
controversia al juez o tribunal arbitral, pueden pactar válidamente la realización de
algún trámite previo, siempre que no resulte arbitrario, irrazonable o imposible de
efectuar.

En este contexto, los trámites previos al proceso arbitral, al ser producto de la


autonomía de la voluntad de las partes, devienen exigibles por el juez o tribunal arbitral
antes de admitir a trámite la demanda arbitral e iniciar el proceso, toda vez que se
constituyen en requisitos de procedibilidad, que si no resultan arbitrarios, irrazonables o
imposibles de realizar, tienen que cumplirse por formar parte del procedimiento
preestablecido por las partes, que de una manera particular estaría tutelado por el
derecho al debido proceso.

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4. Pues bien, teniendo presente ello estimo pertinente precisar que en la cláusula
décimo octava del contrato de compraventa, obrante de fojas 35 a 89, se pactó lo
siguiente:

“18.1 Toda controversia o discrepancia respecto la ejecución, interpretación o


cumplimiento del presente contrato que no pueda ser resuelta por las partes después de
su negociación en buena fe por un periodo no mayor de treinta (30) días calendarios
será llevada a un arbitraje con la notificación escrita por una parte a la otra para
acogerse a la presente”.

5. Del tenor literal de la cláusula transcrita puede concluirse que las partes del
contrato de compraventa pactaron que debían cumplir un trámite previo antes de iniciar
un proceso arbitral para exigir la ejecución, interpretación o cumplimiento del contrato
referido.

Al respecto, debo señalar que de la valoración de las pruebas obrantes en autos que se
refieren al proceso arbitral no se advierte que la parte que considera incumplido el
contrato de compraventa haya realizado el trámite previo que fue pactado en la cláusula
décimo octava del mismo contrato, razón por la cual resulta válido concluir que por este
hecho se ha afectado el derecho al debido proceso de la Sociedad demandante.

Es más, en el acta de instalación del Tribunal Arbitral, de fecha 21 de abril de 2004,


obrante de fojas 8 a 12, no se menciona que la parte supuestamente afectada por el
incumplimiento del contrato efectuó el trámite previo referido. En sentido similar, tengo
que señalar que en ninguno de los fundamentos del Laudo de Derecho, de fecha 12 de
agosto de 2004, obrante de fojas 282 a 300, se indica, al menos de manera tangencial,
que se hubiese cumplido el trámite previo pactado en el contrato de compraventa
referido.

§.3. Legitimación activa y debido proceso

6. Por otra parte, y con relación a la legitimación activa, debo precisar que aunque
la apreciación de cuándo concurre un interés legítimo, y por ende la legitimación activa
para recurrir, es, en principio, cuestión de legalidad ordinaria que compete a los órganos
judiciales, la justicia constitucional debe determinar ello siempre que se alegue la
afectación del derecho al debido proceso, bien porque la demanda podría ser interpuesta
por un sujeto que no tiene legitimación activa, bien porque podría ser rechazada bajo el
argumento de la falta de legitimación activa.

7. Para resolver este punto considero pertinente reseñar el cuarto párrafo de la


cláusula 8.1.7 del contrato de compraventa, cuyo texto dice:

“En caso de incumplimiento en los alcances propuestos en la Oferta


Económica respecto de los Compromisos de Inversión, la Dirección Nacional de
Turismo aplicará al COMPRADOR la penalidad a cargo de este que será de US$
100,000 mensuales hasta el total cumplimiento del compromiso de inversión”.

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8. Teniendo presente el tenor literal de la cláusula transcrita, considero que en el
presente proceso no puede determinarse ni concluirse, de manera irrefutable, que la
Dirección Nacional de Turismo sea el sujeto legitimado para demandar, vía arbitraje, el
pago de la penalidad o que la Corporación no sea el sujeto legitimado para interponer la
demanda arbitral, pues, a mi consideración, todo va a depender de la interpretación que
se realice de la frase “la Dirección Nacional de Turismo aplicará al COMPRADOR la
penalidad”, lo cual, estimo, debe efectuarse en el mismo proceso arbitral.

§.4. Prueba y debido proceso

9. La utilización de los medios de prueba pertinentes para la defensa o resolución


del caso constituye una de las manifestaciones del ejercicio de los derechos a la prueba
y de defensa, ambos derechos integrantes del debido proceso, que resulta vulnerado
cuando los órganos judiciales no actúan o practican la prueba admitida oportunamente,
o cuando inmotivadamente no admiten pruebas relevantes para la decisión final, o
cuando, con una interpretación y aplicación arbitraria e irrazonable de la legalidad la
rechazan.

10. En sentido similar, considero que el derecho a la prueba se vulnera cuando se


demuestra que entre los hechos que se quisieron probar y no se puede hacerlo y las
pruebas inadmitidas, existe la probabilidad razonable de que la resolución final del
proceso podía haber sido favorable a las pretensiones de haberse aceptado y practicado
la prueba propuesta.

11. Por este motivo, no le corresponde a los órganos que forman parte de la
jurisdicción constitucional revisar la valoración de las pruebas a través de las cuales el
órgano judicial alcanza su íntima convicción, sino únicamente controlar la razonabilidad
del discurso que enlaza la actividad probatoria y el relato fáctico que de ella resulta,
porque el proceso de amparo no es un recurso de apelación, ni el Tribunal
Constitucional una tercera instancia.

12. Sobre la base de lo precisado y luego de revisados los fundamentos del Laudo de
Derecho, estimo que éste ha vulnerado el derecho a la prueba de la
Sociedad demandante y le ha generado una situación de indefensión, debido a que el
Tribunal Arbitral acogió la demanda arbitral interpuesta teniendo presente sólo el
informe pericial presentado por la Corporación, lo cual resulta arbitrario, si se tiene en
cuenta que la Sociedad demandante presentó un informe que contradecía y rebatía lo
señalado por el informe pericial de la Corporación.

En efecto, en el informe pericial presentado por la Sociedad demandante se menciona


que ésta habría cumplido con sus compromisos de inversión. Por tanto, teniendo
presente ello, considero que el Tribunal Arbitral actuó de manera parcializada, pues en
el laudo referido no argumenta ni explica por qué valoró únicamente el informe pericial
presentado por la Corporación para estimar la demanda, pues pudo haber hecho todo lo
contrario si es que hubiera desestimado la demanda valorando únicamente el informe
pericial presentado por la Sociedad demandante.

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Así, si el Tribunal Arbitral tenía dos pericias contradictorias, por sentido común,
racional e imparcializado, debió haber mandado a actuar una pericia dirimente a efectos
de tener la suficiente certeza y convicción al momento de fallar, lo cual no sucedió en el
presente caso. Es más, el Tribunal Arbitral pudo haber realizado una inspección en los
hoteles para verificar si el compromiso de inversión había sido, o no, cumplido.

§.5. Cláusula penal y abuso del derecho

13. Finalmente, corresponde evaluar la constitucionalidad del cuarto párrafo de la


cláusula 8.1.7 del contrato de compraventa, reseñada en el fundamento 7,supra. Para
determinar si la cláusula penal pactada amenaza con vulnerar el derecho de propiedad,
estimo pertinente hacer dos precisiones; la primera referida al contrato como producto-
resultado de la autonomía de la voluntad y la segunda referida al abuso del derecho.

14. La celebración de un contrato presupone un acuerdo o concierto de voluntades


entre las partes que lo suscriben en su condición de seres libres y dignos, las cuales, se
presume, actúan con plena capacidad, en ejercicio de su autonomía y en igualdad de
condiciones.

No obstante ello, en materia contractual se pueden presentar supuestos en los cuales una
parte abusando de su posición dominante, ejerza abusivamente su derecho a la libertad
de configuración interna del contrato, al momento de redactar cláusulas penales
excesivamente onerosas en su monto o que redundan en daño para la parte que se vio
precisada a adherir a sus condiciones.

En dichos casos, el artículo 1346º del Código Civil, aplicable también al proceso
arbitral, prevé que el juez, a solicitud del deudor, puede reducir equitativamente la pena
cuando sea manifiestamente excesiva o cuando la obligación principal hubiese sido en
parte o irregularmente cumplida.

15. Por lo tanto, teniendo presente el monto que se pactó como cláusula penal, estimo
que éste resulta excesivamente oneroso y que, por ello, constituye una amenaza cierta e
inminente de vulneración del derecho de propiedad de la Sociedad demandante en caso
se exija, supuesto que ha sucedido en el proceso arbitral. Por dicha razón, considero que
la exigencia del monto de la cláusula penal constituye una confiscación encubierta que
no debe ser permitida ni avalada, toda vez que el artículo 103º de la
Constitución prescribe que no se ampara el abuso del derecho y, en el caso de autos, se
demuestra claramente que la redacción de la cláusula constituye un ejercicio abusivo e
ilegítimo del derecho a la libertad de configuración interna del contrato.

Consecuentemente, estimo que en el nuevo proceso de arbitraje que se lleve a cabo, el


Tribunal Arbitral deberá evaluar, como uno de los puntos a resolver, la reducción del
monto de la cláusula penal conforme al artículo 1346º del Código Civil.

Por las razones detalladas, considero que debe estimarse la demanda y ordenarse que en
el nuevo procedimiento de arbitraje que se realice se determine de manera preliminar si
se cumplió el trámite previo, pues en caso contrario no se podrá admitir a trámite la
demanda. En segundo término, y estimando que la primera cuestión sea satisfecha,

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tendrá que establecerse, luego de interpretado el cuarto párrafo de la cláusula 8.1.7 del
contrato de compraventa, quién es el sujeto legitimado para interponer la demanda
arbitral. En tercer término, considero que el monto de la cláusula penal debe ser
reducido conforme al artículo1346º del Código Civil. Finalmente, soy de la opinión que
el Tribunal Arbitral actué todos los medios de prueba pertinentes para dilucidar el
incumplimiento alegado por la Corporación, y no sólo valerse de los informes periciales
que las partes presenten.

Sr.
MESÍA RAMÍREZ

EXP.N.° 5311-2007-PA/TC
LIMA
COMPAÑÍA DISTRIBUIDORA S.A.

VOTO DEL MAGISTRADO LANDA ARROYO

Mediante el presente voto y con el debido respeto dejo constancia que considero debe
declararse IMPROCEDENTE la demanda de amparo; señalando como fundamentos los
motivos que a continuación expreso:

I. FUNDAMENTOS

1. Con fecha 13 de setiembre de 2004 la Compañía Distribuidora S.A. -CODISA-,


interpone demanda de amparo contra el Tribunal Arbitral del Centro de Arbitraje y
Conciliación Comercial del Perú contra -CEARCO-, solicitando se declare inaplicable o
se deje sin efecto el Laudo de Derecho, expedido con fecha 12 de agosto de 2004, y
corregido por Resolución N° 20, de fecha 20 de agosto de 2004, el cual declara fundada
la demanda arbitral, disponiendo que la empresa recurrente pague a favor de
Corporación Financiera de Desarrollo -COFIDE- la suma de US$ 36 000 000.00
(trentiséis millones de dólares norteamericanos) por concepto de penalidad, pues habría
incumplido con lo establecido en la cláusula octava de los cuatro contratos de compra
venta que suscribió con dicha empresa, esto es, promover la inversión de las unidades
hoteleras de Chimbote, Huaraz-Monterrey, Ica e Iquitos, en su calidad de compradora
de las mismas.

Según refiere, dicho procedimiento arbitral se habría desarrollado de manera irregular,


violándose sus derechos constitucionales al debido proceso y tutela jurisdiccional
efectiva, toda vez que, no se habrían observado las acciones y requisitos señalados en el
convenio arbitral, pues no se efectuó la negociación a la que las partes debían acudir
antes de aplicar la cláusula penal. Refiere asimismo que no se habría saneado el
procedimiento arbitral y se habría consentido la actuación de COFIDE sin tener ésta
legitimidad activa para obrar, puesto que a su criterio la única facultada para exigir la
penalidad, sería en cualquier caso, la Dirección Nacional de Turismo y no la vendedora
de las unidades hoteleras. Igualmente, se habría aplicado indebidamente el derogado

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Decreto Ley 25935 por encima de la vigente ley General de Arbitraje -Ley 26572-; se
habría impuesto una penalidad “draconiana”, que resulta desde su origen nulo ipso
iure; y, finalmente, no se habrían merituado las pruebas aportadas por CODISA con
relación a la falta de legitimidad para obrar activa de COFIDE y aquellas que
demuestran fehacientemente que no existe incumplimiento de inversión en las unidades
hoteleras.

2. A fojas 512, COFIDE contesta la demanda solicitando que la misma sea declarada
improcedente o infundada en su oportunidad en aplicación del inciso 3 del artículo 6º
de la Ley N° 23506, al considerar que la empresa demandante habría optado por la vía
ordinaria al haber interpuesto recurso de anulación del laudo. Por su parte, a fojas 557
los árbitros Rafael Villegas Cerro y Ulises Montoya Alberti contestan la demanda
manifestando que el procedimiento arbitral cumplió con todos los requisitos necesarios
desde su instalación hasta la expedición del Laudo. Asimismo manifiesta que existe un
procedimiento idóneo para la defensa del derecho invocado el mismo que está
constituido por el recurso de anulación del laudo, por lo que solicitan que la demanda
sea declarada improcedente.

3. Mediante Resolución de fecha 24 de marzo de 2006, el 38 Juzgado Civil de Lima


declara infundada la demanda de amparo, estableciendo que los argumentos de la
recurrente carecen de veracidad puesto que el Tribunal Arbitral sí se ha pronunciado
respecto a la etapa negocial a la que deben recurrir las partes antes de ir a la vía arbitral;
que al ser COFIDE el vendedor de las unidades hoteleras y por tanto el acreedor de la
obligación requerida (cumplimiento del compromiso de inversión), es aquella entidad
quien tiene derecho para exigir la penalidad de acuerdo al artículo 1342° del Código
Civil. Así mismo, con relación a la aplicación del derogado Decreto Ley, ello se habría
producido debido a que el Tribunal Arbitral al momento de instalarse señaló que las
disposiciones aplicables al convenio arbitral serían las dispuestas en la ley ahora
derogada, por ser la vigente a la fecha de celebración del contrato mencionado.
Finalmente, con relación al cuestionamiento sobre la supuesta falta de valoración
probatoria, el órgano judicial estableció que ello puede cuestionarse en la vía del
proceso de amparo.

4. Mediante Resolución de fecha 04 de abril de 2007, la Primera Sala Civil de la


Corte Superior de Justicia de Lima, sin entrar a analizar el fondo del asunto, revoca la
sentencia y reformándola, la declara improcedente, tras considerar que no se habría
cumplido con la exigencia de agotar la vía previa para la procedencia del amparo
conforme al artículo 45° del Código Procesal Constitucional, y que la empresa
recurrente carecería de interés para obrar, al haber interpuesto, en forma paralela a la
demanda de amparo, un recurso de anulación de laudo arbitral en la vía ordinaria, el
mismo que ha sido admitido por la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Lima.

5. El objeto de la presente demanda de amparo es que se declare inaplicable o se deje


sin efecto el Laudo de Derecho, expedido con fecha 12 de agosto de 2004, y corregido
por Resolución N° 20, de fecha 20 de agosto de 2004, en el procedimiento arbitral
seguido por Corporación Financiera de Desarrollo –COFIDE- contra la recurrente. El
referido laudo declaró fundada la demanda arbitral, disponiendo que la empresa

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recurrente pague a favor de COFIDE, la suma de US$ 36 000 000.00 por concepto de
penalidad, pues habría incumplido con lo establecido en la cláusula octava de los cuatro
contratos de compra venta, esto es, promover la inversión en estas unidades hoteleras de
Chimbote, Huaraz-Monterrey, Ica e Iquitos, en calidad de compradora de éstas. La
empresa recurrente alega la afectación de sus derechos al debido proceso y a la tutela
procesal efectiva.

6. Tal como se advierte, el presente proceso fue iniciado en el marco de la legislación


procesal anterior a la vigencia del Código Procesal Constitucional, por lo que conviene
establecer, antes de responder a las cuestiones planteadas, el marco normativo procesal
aplicable al presente caso. Sobre el particular, este Colegiado ha establecido que las
normas del Código Procesal Constitucional son aplicables incluso a procesos en trámite,
conforme a su Segunda Disposición Final, siempre que de su aplicación no se desprenda
afectación a la tutela jurisdiccional efectiva (STC Nº 3771-2004-HC/TC). En
consecuencia, el presente proceso se regirá, en esta instancia, por la reglas del referido
Código Procesal Constitucional.

7. Con relación al cuestionamiento de un laudo arbitral a través del proceso


constitucional de amparo, este Colegiado ha establecido una serie de restricciones
procesales a efectos de no convertir el proceso de amparo en una instancia de simple
apelación del laudo arbitral. En tal sentido, en la STC N° 4195-2006-AA/TC, FJ 4° este
Colegiado precisó algunas reglas para el control constitucional de un Laudo Arbitral, el
cual es extraordinario y subsidiario, estableciendo que la demanda de amparo contra un
laudo arbitral resulta improcedente:

a) “(..) cuando se cuestione actuaciones previas a la expedición del laudo. En tales


casos, se deberá esperar la culminación del proceso arbitral.;
b) Aun habiendo culminado el proceso arbitral, conforme al literal anterior, el amparo
será improcedente cuando no se agote la vía previa, de ser pertinente la interposición
de los recursos respectivos (apelación o anulación), de acuerdo a lo establecido en los
fundamentos 2 y 3 supra.
c) (...) cuando se cuestione la interpretación realizada por el Tribunal Arbitral respecto
a normas legales, siempre que de tales interpretaciones no se desprenda un agravio
manifiesto a la tutela procesal o al debido proceso.
En todo caso, frente a la duda razonable de dos posibles interpretaciones de un mismo
dispositivo legal, el juez constitucional debe asumir que la propuesta por los árbitros es
la más conveniente tanto para la solución del conflicto como para fortalecer la
institución del arbitraje.
d) La valoración y calificación de los hechos y circunstancias sometidas a arbitraje son
de exclusiva competencia de los árbitros, los que deben resolver conforme a las reglas
del arbitraje, salvo que se advierta una arbitrariedad manifiesta en dicha valoración o
calificación que pueda constatarse de la simple lectura de las piezas que se adjuntan al
proceso, sin que sea necesaria una actividad probatoria adicional que no es posible en
el proceso de amparo.
e) Quien alega la violación de un derecho constitucional que resulte de una arbitraria
interpretación de normas o hechos producidos en el trámite del arbitraje, deberá
acreditarlos de manera objetiva y específica, precisando en qué ha consistido dicha

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irregularidad, así como el documento o pieza procesal en el que se constata dicha
vulneración.”

8. En el caso materia de análisis, conforme se desprende de la demanda, los hechos


en los que la empresa recurrente sustenta la violación de sus derechos, se encuentran
referidas a las causales de improcedencia contenidas en los puntos c) y d). En efecto,
cuando la demandante cuestiona la aplicación indebida de un Decreto Ley Derogado
está cuestionando la interpretación realizada por el Tribunal Arbitral respecto a normas
legales; por su parte, cuando aduce que las pruebas aportadas por ésta no han sido
merituadas en el procedimiento arbitral, está cuestionando la valoración y calificación
de los hechos y circunstancias sometidas a arbitraje, lo cual conforme se ha
mencionado, es competencia exclusiva de los árbitros y no puede ser materia de revisión
mediante el proceso de amparo. Respecto a la alegación de que no se habría observado
los requisitos procedimentales previos al arbitraje ni se habría saneado válidamente el
procedimiento arbitral y que se habría admitido la participación de COFIDE en el
proceso como demandante, sin tener legitimidad para obrar activa, se puede concluir
que tales hechos, si bien no se subsumen en ninguna de las causales establecidas supra,
al ser aspectos meramente procedimentales, no inciden sobre el contenido
constitucionalmente protegido de ningún derecho fundamental por lo cual tampoco,
estos supuestos serían revisables a través del proceso de amparo.

9. Siendo así, la demanda resulta improcedente, toda vez que los hechos que se
denuncian como agravio a los derechos de la empresa recurrente, no constituyen objeto
de un proceso de amparo contra laudo arbitral al no estar referidos al ámbito
constitucionalmente protegido de los derechos que han sido invocados, tal como lo
precisa el artículo 5.1 del Código Procesal Constitucional.

10. Valga añadir, con el debido respeto por la opinión de los Magistrados de este
Tribunal, que consideramos que resulta inadecuada la precisión referida en el
fundamento 7 del voto singular que se acompaña a la presente resolución, en la que se
determina que no resulta pertinente invocar las reglas desarrolladas en Sentencias como
las recaídas en los Expedientes Nº 06167-2005-HC/TC o Nº 4195-2006-AA/TC “pues
las mismas fueron instituidas con fecha muy posterior a la interposición de la presente
demanda, lo que supone que si antecedentes jurisprudenciales o legislativos se trata
sólo existiría como referencia, la sentencia recaida en el Expediente Nº 189-1999-
AA/TC y lo previsto en su día por el artículo 6 inciso 2 de la Ley Nº 23506 modificada
por la Ley Nº 27053, debiéndose apreciar que en ninguno de los citados supuestos
resultaba procedente exigir agotamiento de vía previa o recurso judicial alguno. En
otras palabras, quien cuestionara una decisión arbitral emitida como consecuencia de
un proceso irregular podía hacerlo de modo directo o inmediato como en efecto, ha
ocurrido en el presente caso”.

11. De tal manera, cabe recordar que conforme se ha establecido expresamente en la


Segunda Disposición Final del Código Procesal Constitucional que “Las normas
procesales previstas por el presente Código son de aplicación inmediata, incluso a los
procesos en trámite. Sin embargo, continuarán rigiéndose por la norma anterior: las
reglas de competencia, los medios impugnatorios interpuestos, los actos procesales con
principio de ejecución y los plazos que hubieran empezado”.

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12. En tal sentido se ha pronunciado este Tribunal en doctrina jurisprudencial, como es
el caso de la STC del Exp. Nº 02982-2007-PA/TC, donde se dispone que:

“Con relación a la vigencia de las normas


9. Que en cuanto a la vigencia de las normas, sin lugar a dudas el recurrente incurre en
error al considerar que a su caso concreto debía aplicarse el segundo párrafo de la
Segunda Disposición Transitoria y Derogatoria del Código Procesal Constitucional,
que literalmente expresa:“Las normas procesales previstas por el presente Código son
de aplicación inmediata, incluso a los procesos en trámite. Sin embargo, continuarán
rigiéndose por la norma anterior las reglas de competencia y los plazos que hubieren
empezado”.
La primera parte dispone una regla general: “Las normas procesales previstas por el
presente Código son de aplicación inmediata”. Así pues, a partir del 1 de diciembre de
2004 todo el Código Procesal Constitucional entró en vigencia, de manera que los
justiciables debían adecuar su conducta a sus normas. Es evidente que el legislador
quiso restringir el acceso del amparo para el cuestionamiento de resoluciones
judiciales, estableciendo un plazo de treinta días hábiles, menor al normal de sesenta
días hábiles. Tal limitación impuesta por el legislador es total y plenamente legítima.
El recurrente se encontraba en este primer supuesto ya que quería interponer una
demanda de amparo contra una resolución judicial. Durante el tiempo en que podía
hacerlo la ley fue derogada y se estableció un plazo menor. En el mismo primer párrafo
citado también se establece una regla especial que reitera la aplicación inmediata de
las normas del Código Procesal Constitucional “incluso a los procesos en trámite”.
10. Que en el presente caso el 28 de diciembre de 2004, fecha en que el recurrente
interpone la demanda, no existía ningún proceso en trámite, de manera que la norma
aplicable sigue siendo la norma vigente desde el 1 de diciembre de 2004 que es el
Código Procesal Constitucional.

Ahora bien, la segunda parte de la norma en comentario establece una regla de


excepción pero referida evidentemente a la aplicación de las normas del Código
Procesal Constitucional a los procesos en trámite, es decir, a los procesos iniciados
cuando estaba vigente la Ley N.º 23506 (esto es a las demandas interpuestas con
anterioridad al 1 de diciembre de 2004). El presente caso no se había iniciado bajo la
vigencia de la antigua Ley de Hábeas Corpus y Amparo sino cuando el Código
Procesal Constitucional ya estaba en vigencia. Y el Código establece: “Sin embargo,
continuarán rigiéndose por la norma anterior: las reglas de competencia, los medios
impugnatorios interpuestos, los actos impugnatorios interpuestos, los actos procesales
con principio de ejecución y los plazos que hubieren empezado”.
11. Que esta norma se refiere a la aplicación ultractiva de las normas de la Ley
N.º 23506 a los procesos ya iniciados en supuestos puntuales y específicos, toda vez que
conforme a la regla de la segunda disposición final del Código Procesal
Constitucional, sus normas se aplican “incluso a los procesos en trámite”. Tales
supuestos específicos son:
a) Reglas de competencia de procesos iniciados con la Ley N.º 23506.
b) Medios impugnatorios interpuestos. Evidentemente, se refiere a un proceso ya
iniciado cuando el Código Procesal Constitucional entró en vigencia. Al momento de
interposición de la demanda, 28 de diciembre de 2004, no existía el proceso.

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c) Los actos procesales con principio de ejecución. Al momento de interposición de la
demanda no había proceso.
d) Los plazos que hubieran empezado. ¿Qué plazos? Evidentemente los plazos del
proceso previo, que en el presente caso no existía.
12. Que entonces el plazo que antes establecía la Ley N.º 23506 para interponer una
demanda de amparo contra una resolución judicial era de 60 días hábiles. Tal plazo fue
reducido a 30 días hábiles por el nuevo Código Procesal Constitucional. El accionante
interpuso la demanda el 28 de diciembre de 2004, cuando estaba plenamente vigente la
nueva norma procesal constitucional. Por ello la Cuarta Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lima y la Sala de Derecho Constitucional y Social Transitoria
de la Corte Suprema de Justicia de la Repúblicaaplicaron correctamente el texto de la
Ley”.

II. CONCLUSIÓN

Por lo expuesto, el suscrito es de la opinión que se declare IMPROCEDENTE la


demanda de amparo de autos.

S.

LANDA ARROYO

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EXP. N.º 02513-2007-PA/TC
ICA
ERNESTO CASIMIRO
HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 13 días del mes de octubre de 2008, el Pleno del Tribunal Constitucional,
integrado por los magistrados Mesía Ramírez, Vergara Gotelli, Landa Arroyo,
Beaumont Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y Álvarez Miranda, pronuncia la siguiente
sentencia

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Ernesto Casimiro Hernández


Hernández contra la sentencia de la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia
de Ica, de fojas 109, su fecha 31 de enero de 2007, que declara improcedente la
demanda de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 18 de noviembre de 2005, el recurrente interpone demanda de amparo


contra Rímac Internacional Compañía de Seguros y Reasegurossolicitando que se le
otorgue pensión de invalidez permanente o renta vitalicia por padecer la enfermedad
profesional de neumoconiosis, conforme al Capítulo VII del Decreto Supremo N.º 003-
98-SA, más el pago de las pensiones devengadas. Refiere haber laborado en la Empresa
Minera Shougang Hierro Perú S.A.A., expuesto a la contaminación ambiental del polvo
mineral, razón por la cual en la actualidad padece de neumoconiosis con 80% de
incapacidad.

2. Contestación de la demanda

La emplazada propone las excepciones de arbitraje, de prescripción y de falta de


legitimidad para obrar del demandante, y contesta la demanda alegando que para el
otorgamiento de una pensión de invalidez, el demandante debió someterse a los
exámenes médicos que establece el Decreto Supremo N.° 003-98-SA.

3. Resolución de primer grado

El Primer Juzgado Civil de Ica, con fecha 11 de setiembre de 2006, declara infundadas
las excepciones propuestas y fundada la demanda, por considerar que con el certificado
de trabajo obrante en autos se acredita que el demandante laboró en actividades mineras
expuesto a riesgos de toxicidad, y que con el examen médico presentado se acredita que
padece de neumoconiosis en segundo estadio de evolución.

4. Resolución de segundo grado

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La recurrida, revocando la apelada, declara improcedente la demanda, por estimar que
con la sentencia emitida en el Exp. N.º 2004-1846, se demuestra que el demandante ya
se encuentra percibiendo una pensión de invalidez por la enfermedad profesional que
padece.

III. FUNDAMENTOS

1.§ Procedencia de la demanda y delimitación de las materias controvertidas

1. En el fundamento 37.b) de la STC 1417-2005-PA, que constituye precedente


vinculante, este Tribunal ha señalado que forma parte del contenido esencial
directamente protegido por el derecho fundamental a la pensión las disposiciones
legales que establecen los requisitos para su obtención, y que la titularidad del derecho
invocado debe estar suficientemente acreditada para que sea posible emitir un
pronunciamiento estimatorio.

2. El demandante pretende que se le otorgue pensión de invalidez por enfermedad


profesional conforme a la Ley N.º 26790. En consecuencia, su pretensión está
comprendida en el supuesto previsto en el fundamento 37.b) de la citada sentencia, por
lo que se analizará el fondo de la cuestión controvertida.

Alega que con el informe de evaluación médica de fecha 20 de setiembre de 2003, se


encuentra probado que adolece de neumoconiosis con 80% de incapacidad, razón por la
cual tiene derecho a que Rímac le otorgue una pensión de invalidez por enfermedad
profesional conforme a la Ley N.º 26790.

3. Por su parte Rímac aduce que la pretensión planteada en el presente proceso ya


ha sido solicitada por el demandante en un anterior proceso de amparo, en el que se le
ordenó a la Oficina de Normalización Previsional que le otorgue una pensión de
invalidez por enfermedad profesional conforme a la Ley N.º26790. Por lo tanto, el
demandante no tiene derecho a una segunda pensión de invalidez por enfermedad
profesional conforme a la Ley N.º 26790, ya que la Oficina de Normalización
Previsional se la viene abonando.

4. Delimitados de este modo los términos del debate, corresponde a este Tribunal
determinar si resulta legítimo que un asegurado pueda percibir por la misma enfermedad
profesional dos pensiones vitalicias conforme al Decreto Ley N.º 18846 o dos pensiones
de invalidez conforme a la Ley N.º 26790 o una pensión vitalicia conforme al Decreto
Ley N.º 18846 y una pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790. Ello debido a
que la pensión vitalicia fue sustituida por la pensión de invalidez para cubrir las mismas
contingencias (accidentes de trabajo y enfermedades profesionales).

5. Con carácter previo al enjuiciamiento de la cuestión de fondo, es necesario


recordar que en las SSTC 10063-2006-PA/TC, 06612-2005-PA/TC, 10087-2005-
PA/TC y 00061-2008-PA/TC se han establecido los criterios vinculantes para la
interpretación y aplicación del Seguro por Accidentes de Trabajo y Enfermedades
Profesionales (SATEP) regulado por el Decreto Ley N.º 18846 y el Decreto Supremo

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N.º 002-72-TR y del Seguro Complementario de Trabajo de Riesgo (SCTR) regulado
por la Ley N.º 26790 y el Decreto Supremo N.º 003-98-SA.

Por lo tanto, teniendo en consideración que existen tres sentencias que establecen
precedentes vinculantes respecto del SATEP y del SCTR y una que les sirve de
fundamento o ratio decidendi, así como una prolija jurisprudencia que desarrolla temas
no tratados por los precedentes vinculantes, el Tribunal Constitucional, en virtud de su
función de ordenación, considera necesario que dichos criterios interpretativos queden
unificados y establecidos en una sola sentencia, a fin de garantizar la unidad,
predictibilidad y seguridad jurídica, y facilitar el uso por parte de los justiciables y los
jueces.

2.§ Criterios vinculantes respecto del SATEP y del SCTR

6. Este Tribunal al conocer las controversias referidas a la aplicación del Decreto


Ley N.º 18846 o de la Ley N.º 26790 se ha encontrado con la siguiente problemática:

a. Prescripción de la pensión vitalicia.


b. Ámbito de protección del Decreto Ley N.º 18846 y del Decreto Supremo N.º
002-72-TR.
c. La acreditación de la enfermedad profesional.
d. Percepción simultánea de pensión vitalicia o pensión de invalidez y
remuneración: supuesto de compatibilidad e incompatibilidad.
e. La inexigibilidad del subsidio por incapacidad temporal para acceder a una
pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790.
f. La configuración de la invalidez y la inversión de la carga de la prueba.
g. La existencia del nexo o relación de causalidad para acreditar una enfermedad
profesional.
h. El reajuste del monto de la pensión vitalicia o de la pensión de invalidez.
i. La pensión mínima del Decreto Legislativo N.º 817 y su relación con la pensión
vitalicia por enfermedad profesional.
j. El arbitraje en el SCTR y la excepción de convenio arbitral.
k. La fecha de inicio de pago de la pensión vitalicia o pensión de invalidez
l. Responsabilidad del Estado en el SCTR.

7. Ahora bien, conviene señalar que para la motivación de los criterios vinculantes
que se van a establecer en la presente sentencia, en algunos temas nos remitiremos a los
fundamentos establecidos en la STC 10063-2006-PA/TC, y en otros se desarrollará la
fundamentación correspondiente. De este modo, en algunos temas hemos de reiterar los
precedentes vinculantes establecidos y en otros vamos a establecer nuevos precedentes
vinculantes.

Asimismo, antes de proceder a unificar los criterios vinculantes y establecer nuevos


criterios vinculantes, debe señalarse que la regla procesal que permite a este Tribunal
Constitucional establecer precedentes vinculantes se encuentra reconocida en el artículo
201º de la Constitución y en el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional.

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En este sentido, debe establecerse como:
a) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, en virtud del artículo 201º de la
Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional, tiene la facultad para establecer un precedente vinculante a través de sus
sentencias que adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su
efecto normativo.

2.1.§ Prescripción de la pensión vitalicia

8. En este punto, se ha de reiterar las consideraciones expuestas en los fundamentos


89 y 90, en el sentido de que el plazo de prescripción de tres años del artículo 13.º del
Decreto Ley N.º 18846 para solicitar el otorgamiento de una pensión vitalicia por
incapacidad, al ser una restricción irrazonable, no se condice con el contenido esencial a
la pensión que este Tribunal ha delimitado en las STCs 0050-2004-AI y 1417-2005-PA,
por lo que debe entenderse inaplicable por incompatibilidad con la norma
constitucional.

9. En este sentido, el Tribunal Constitucional reitera su precedente vinculante


consistente en que: no existe plazo de prescripción para solicitar el otorgamiento de una
pensión vitalicia conforme al Decreto Ley N.º 18846, ya que el acceso a una pensión
forma parte del contenido constitucionalmente protegido por el derecho fundamental a
la pensión, que tiene, como todo derecho fundamental, el carácter de imprescriptible.

2.2.§ Ámbito de protección del Decreto Ley N.º 18846 y del Decreto Supremo N.º 002-
72-TR

10. Respecto al ámbito de protección del Decreto Ley N.º 18846 y del Decreto
Supremo N.º 002-72-TR, nos remitimos a las consideraciones expuestas en los
fundamentos 66 y 67 de la STC 10063-2006-PA/TC.

11. En este sentido, el Tribunal Constitucional reitera su precedente vinculante


consistente en que: no se pierde el derecho a una pensión vitalicia por laborar como
empleado, siempre y cuando se haya laborado antes como obrero en el mismo centro de
trabajo y durante la vigencia del Decreto Ley N.º 18846, toda vez que el trabajo
desempeñado como empleado no menoscaba el riesgo al que estuvo expuesta la salud
durante el desempeño del trabajo como obrero.

12. Asimismo, también debe reiterarse como precedente vinculante que: los
trabajadores empleados que nunca fueron obreros, o si lo fueron pero no en el mismo
centro de trabajo en que se desempeñan como empleados, se encuentran protegidos por
la pensión de invalidez del Decreto Ley N.º 19990 que en su inciso d) del artículo 25.º
señala que el asegurado tiene derecho a una pensión de invalidez cuando se haya
producido por accidente común o de trabajo, o enfermedad profesional, siempre que a la
fecha de producirse el riesgo haya estado aportando, en concordancia con lo previsto
por el artículo 29.º del Decreto Supremo N.º 011-74-TR.

2.3.§ Entidad competente para la acreditación de la enfermedad profesional

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13. Para la motivación de este punto nos remitimos al fundamento 96 de la
STC 10063-2006-PA/TC, en cuanto se establece que el artículo 26.º del Decreto Ley
N.º 19990 resulta aplicable, mutatis mutandi, a la pensión vitalicia del Decreto Ley N.º
18846 y a la pensión de invalidez de la Ley N.º 26790.

14. Por lo tanto, el Tribunal Constitucional reitera como precedente vinculante que: en
los procesos de amparo referidos al otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al
Decreto Ley N.º 18846 o pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790 la
enfermedad profesional únicamente podrá ser acreditada con un examen o dictamen
médico emitido por una Comisión Médica Evaluadora de Incapacidades del Ministerio
de Salud, de EsSalud o de una EPS, conforme lo señala el artículo 26.º del Decreto Ley
N.º 19990. Debiéndose tener presente que si a partir de la verificación posterior se
comprobara que el examen o dictamen médico de incapacidad o invalidez es falso o
contiene datos inexactos, serán responsables de ello penal y administrativamente, el
médico que emitió el certificado y cada uno de los integrantes de las Comisiones
Médicas de las entidades referidas, y el propio solicitante.

2.4.§ Percepción simultánea de pensión vitalicia o pensión de invalidez y remuneración:


supuestos de compatibilidad e incompatibilidad

15. Para determinar en qué supuestos resulta compatible e incompatible la percepción


simultánea de pensión vitalicia o pensión de invalidez y remuneración o pensión
vitalicia y pensión de invalidez, nos remitimos a las consideraciones expuestas en los
fundamentos 100 a 102, 104 a 105 y 109 de la STC 10063-2006-PA/TC.

16. En este sentido, con relación a la percepción simultánea de pensión vitalicia y


remuneración, este Tribunal ha de reiterar como precedente vinculante que:
a. Resulta incompatible que un asegurado con gran incapacidad perciba pensión
vitalicia y remuneración.
b. Resulta incompatible que un asegurado con incapacidad permanente total perciba
pensión vitalicia y remuneración.
c. Resulta compatible que un asegurado con incapacidad permanente parcial
perciba pensión vitalicia y remuneración.

17. Asimismo, con relación a la percepción simultánea de pensión de invalidez y


remuneración, también ha de reiterarse como precedente vinculante que:
a. Resulta incompatible que un asegurado con gran invalidez perciba pensión de
invalidez y remuneración.
b. Resulta incompatible que un asegurado con invalidez permanente total perciba
pensión de invalidez y remuneración.
c. Resulta compatible que un asegurado con invalidez permanente parcial perciba
pensión de invalidez y remuneración.

18. Finalmente, con relación a la percepción simultánea de pensión vitalicia y pensión


de invalidez, ha de reiterarse como precedente vinculante que: ningún asegurado que
perciba pensión vitalicia conforme al Decreto Ley N.º 18846 puede percibir por el
mismo accidente de trabajo o enfermedad profesional o por el incremento de su
incapacidad laboral una pensión de invalidez conforme al Decreto Ley N.º 19990 o a la

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Ley N.º 26790. Asimismo, ningún asegurado que perciba pensión de invalidez
conforme a la Ley N.º 26790 puede percibir por el mismo accidente de trabajo o
enfermedad profesional una pensión de invalidez conforme al Sistema Privado de
Pensiones, ya que el artículo 115.º del Decreto Supremo N.º 004-98-EF establece que la
pensión de invalidez del SPP no comprende la invalidez total o parcial originada por
accidentes de trabajo o enfermedades profesionales.

2.5.§ La inexigibilidad del subsidio por incapacidad temporal para acceder a una
pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790

19. A diferencia del SATEP, que no estableció el cumplimiento previo de algún


período de calificación para que los asegurados y ex–asegurados puedan acceder a una
pensión vitalicia por accidente de trabajo o enfermedad profesional, el SCTR sí lo
prevé. Así, en los artículos 19.º de la Ley N.º 26790 y del Decreto Supremo N.º 003-98-
SA se establece que el derecho a la pensión de invalidez se inicia una vez vencido el
período máximo de subsidio por incapacidad temporal cubierto por el Seguro Social de
Salud (EsSalud).

En igual sentido, el artículo 25.6, literal c), del Decreto Supremo N.º 003-98-SA señala
que el asegurado para obtener la pensión de invalidez deberá presentar, en el
procedimiento de otorgamiento, el certificado de inicio y fin del goce del subsidio de
incapacidad temporal otorgado por EsSalud. Del mismo modo, el artículo
26.2 del Decreto Supremo N.º 003-98-SA dispone que las pensiones de invalidez se
devengarán desde el día siguiente de finalizado el período de 11 meses y 10 días
consecutivos, correspondiente al subsidio por incapacidad temporal que otorga EsSalud.

20. Pues bien, teniendo presente que la normativa que regula el SCTR prevé un
período de calificación previa (subsidio de incapacidad temporal por 11 meses y 10 días
consecutivos) para acceder a una pensión de invalidez, corresponde determinar en qué
casos resulta razonable que el destinatario del derecho fundamental a la pensión pueda
exigir el cumplimiento de dicho requisito.

Al respecto, este Tribunal considera que el goce previo del subsidio de incapacidad
temporal como condición para acceder a una pensión de invalidez constituye un
requisito razonable que sólo puede ser exigido a los asegurados del SCTR que
mantengan una relación laboral vigente, mas no a quienes han terminado su relación
laboral, debido a que médicamente es posible que los efectos del accidente de trabajo o
de la enfermedad profesional se manifiesten después del cese laboral.

En este sentido, este Tribunal en la STC 02349-2005-PA/TC ha precisado que “el pago
de subsidios solo procede cuando existe vínculo laboral, de modo tal que resulta
imposible exigir su percepción como condición previa al otorgamiento de la pensión
después del cese laboral del asegurado”, pues su exigencia a quienes han terminado su
relación laboral, por ser irrazonable, vulneraría su derecho fundamental a la pensión.

21. Por ello, ha de establecerse como nuevo precedente vinculante que: La percepción
del subsidio de incapacidad temporal otorgado por EsSalud, no será exigible como
condición previa al otorgamiento de la pensión de invalidez del SCTR, cuando el

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vinculo laboral del asegurado haya concluido, se determine que padece de una
enfermedad profesional irreversible, y que esta, ha tenido su origen en la actividad de
riesgo que desarrollaba. En el caso de accidentes de trabajo, se aplicará la misma regla
cuando las secuelas del accidente producido durante la relación laboral, se presenten
luego del cese.

2.7.§ La configuración de la invalidez y la inversión de la carga de la prueba

22. Cuando el accidente de trabajo o la enfermedad profesional es declarada durante la


vigencia de la relación laboral, se presume que la configuración de la invalidez no es un
hecho controvertido, pues se tiene la certeza de que ésta se encuentra cubierta por la
póliza del contrato del SCTR. En cambio, si la enfermedad profesional es declarada
luego que la relación laboral termina, la configuración de la invalidez y la
responsabilidad de la parte demandada se convierten en hechos controvertidos, pues se
tiene que determinar si ésta se produjo dentro de la vigencia de la póliza.

23. Para ello, debe tenerse en cuenta que la enfermedad profesional puede presentarse
durante la relación laboral o al término de ésta, ya que existen enfermedades
profesionales que pueden manifestarse de distintas maneras y que no impiden
necesariamente seguir realizando la prestación de servicios. Por ello, cuando la
enfermedad profesional se presenta al término de la relación laboral, el responsable de
la pensión de invalidez es la compañía aseguradora o la entidad encargada que mantenía
la póliza vigente cuando se produjo el término de la relación laboral, ya que la invalidez
se produjo durante la vigencia de su póliza.

24. Por lo tanto, el Tribunal ha de reiterar como precedente vinculante que: en los
procesos de amparo cuya pretensión sea el otorgamiento de una pensión de invalidez
conforme a la Ley N.º 26790, los emplazados tienen la carga de presentar los exámenes
médicos de control anual y de retiro, para poder demostrar que la denegación de
otorgamiento no es una decisión manifiestamente arbitraria e injustificada. Es más, en
aquellos procesos de amparo en los que el demandante sea un extrabajador, los
emplazados deberán presentar el examen médico de retiro, pues si no lo hacen se
presumirá que el demandante a la fecha de su cese se encontraba enfermo y bajo la
cobertura de invalidez de la emplazada. Asimismo, en los procesos de amparo las
emplazadas deberán adjuntar los contratos de SCTR para determinar la vigencia de la
póliza y la cobertura de invalidez durante la relación laboral del demandante.

2.8.§ El nexo o relación de causalidad para acreditar una enfermedad profesional

25. En cuanto a la exigencia de que exista un nexo o relación de causalidad entre la


enfermedad profesional y las labores desempeñadas para acceder a la pensión vitalicia
conforme al Decreto Ley N.º 18846 o su sustitutoria, la pensión de invalidez conforme
a la Ley N.º 26790, nos remitimos a las consideraciones expuestas en los fundamentos
81 y 113 a 114 de la STC 10063-2006-PA/TC.

26. En el caso de las enfermedades profesionales originadas por la exposición a


polvos minerales esclerógenos, ha de precisarse su ámbito de aplicación y reiterarse
como precedente vinculante que: en el caso de la neumoconiosis (silicosis), la antracosis

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y la asbestosis, el nexo o relación de causalidad en el caso de los trabajadores mineros
que se laboran en minas subterráneas o de tajo abierto, se presume siempre y cuando el
demandante haya desempeñado las actividades de trabajo de riesgo señaladas en el
anexo 5 del Decreto Supremo N.º 009-97-SA, ya que son enfermedades irreversibles y
degenerativas causadas por la exposición a polvos minerales esclerógenos.

27. En el caso de la hipoacusia, al ser una enfermedad que puede ser de origen común
o de origen profesional, ha de reiterarse como precedente vinculante que:para
determinar si la hipoacusia es una enfermedad de origen ocupacional es necesario
acreditar la relación de causalidad entre las condiciones de trabajo y la enfermedad, para
lo cual se tendrán en cuenta las funciones qué desempeñaba el demandante en su puesto
de trabajo, el tiempo transcurrido entre la fecha de cese y la fecha de determinación de
la enfermedad, además de las condiciones inherentes al propio lugar de trabajo, es decir,
que la relación de causalidad en esta enfermedad no se presume sino que se tiene que
probar, dado que la hipoacusia se produce por la exposición repetida y prolongada al
ruido. Por tanto, los medios probatorios que el demandante tiene que aportar al proceso
de amparo para acreditar que la hipoacusia que padece es una enfermedad profesional,
esto es, para probar que existe un nexo o relación de causalidad entre la enfermedad y el
trabajo que desempeñaba, constituyen requisitos de procedencia.

2.9.§ El reajuste del monto de la pensión vitalicia o de la pensión de invalidez

28. Es doctrina reiterada de este Tribunal que en caso se incremente el grado de


incapacidad o invalidez provocado por el accidente de trabajo o la enfermedad
profesional procede el reajuste del monto de la pensión vitalicia o la pensión de
invalidez. Ello debido a que la garantía institucional de la seguridad social tiene una
doble finalidad, por un lado, proteger a la persona frente a las contingencias de la vida;
y, por otro, elevar su calidad de vida.

Para fundamentar la procedencia del reajuste, este Tribunal en la STC 1008-2004-


AA/TC, ha señalado que: a) La improcedencia del reajuste desnaturalizaría la esencia
misma del seguro, el cual está concebido para cubrir la incapacidad laboral, resultando
razonable, por lo tanto, que la pensión se incremente a medida que el grado de
incapacidad se incremente; b) El riesgo cubierto –la incapacidad laboral producto de
accidentes de trabajo o enfermedades profesionales– no es estático ni se agota, en todos
los casos, en el momento en que se produce el siniestro o se manifiesta la enfermedad; y
c)Existen accidentes de trabajo y, especialmente, enfermedades profesionales que
generan una progresión degenerativa de la incapacidad laboral y que son incurables, por
ejemplo la neumoconiosis (silicosis).

29. Por lo tanto, el Tribunal ha de establecer como nuevo precedente vinculante


que: procede el reajuste del monto de la pensión vitalicia del Decreto Ley N.º 18846
cuando se incremente el grado de incapacidad, de incapacidad permanente parcial a
incapacidad permanente total, o de incapacidad permanente parcial a gran incapacidad,
o de incapacidad permanente total a gran incapacidad. Asimismo, procede el reajuste
del monto de la pensión de invalidez de la Ley N.º 26790 cuando se incremente el grado
de invalidez, de invalidez permanente parcial a invalidez permanente total, o de

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invalidez permanente parcial a gran invalidez, o de invalidez permanente total a gran
invalidez.

2.10.§ La pensión mínima del Decreto Legislativo N.º 817 y su relación con la pensión
vitalicia por enfermedad profesional

30. Sobre este punto, este Tribunal ha de reiterar las consideraciones expuestas en los
fundamentos 87 y 117 de la STC 10063-2006-PA/TC, en el sentido de que los montos
de pensión mínima establecido por la Cuarta Disposición Complementaria del Decreto
Legislativo N.º 817 para los regímenes a cargo de la ONP no son aplicables a la pensión
vitalicia del Decreto Ley N.º 18846 ni a su sustitutoria, la pensión de invalidez de la Ley
N.º 26790, básicamente, porque los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales
cubiertos por el Decreto Ley N.º 18846 no están comprendidos en el régimen del
Decreto Ley N.º 19990 y porque es una pensión adicional a la generada por el riesgo de
la jubilación (edad y aportaciones).

31. Por lo tanto, el Tribunal ha de reiterar como precedente vinculante que: los montos
de pensión mínima establecidos por la Cuarta DisposiciónComplementaria del Decreto
Legislativo N.º 817 no son aplicables a la pensión vitalicia del Decreto Ley N.º 18846 ni
a sus sustitutoria, la pensión de invalidez de la Ley N.º 26790, debido a que ambas
prestaciones se encuentran previstas para cubrir riesgos y contingencias diferentes y se
financian con fuentes distintas e independientes.

2.11.§ El arbitraje en el SCTR y la excepción de convenio arbitral

32. El marco normativo del arbitraje en el SCTR se encuentra previsto y desarrollado


únicamente en el Decreto Supremo N.º 003-98-SA. Así, en su artículo 9.º se establece
que:

La sola suscripción de un contrato de seguro complementario de trabajo de riesgo,


bajo cualquiera de sus coberturas, implica el sometimiento de las partes contratantes,
así como de los ASEGURADOS Y BENEFICIARIOS a las reglas de conciliación y
arbitraje a que se refieren los Artículos 90 y 91 del Decreto Supremo N.° 009-97-SA y
la segunda disposición complementaria del Decreto Supremo N.° 006-97-SA conforme
al cual se resolverán en forma definitiva todas las controversias en las que se
encuentren involucrados intereses de los ASEGURADOS, BENEFICIARIOS,
INSTITUTO PERUANO DE SEGURIDAD SOCIAL, OFICINA DE NORMALIZACIÓN
PREVISIONAL, ENTIDADES PRESTADORAS DE SALUD, ASEGURADORAS Y
ENTIDADES EMPLEADORAS.

Asimismo, en su artículo 25.º se señala:

(...) artículo 25.5.3 Recibida la solicitud con la documentación completa, LA


ASEGURADORA procederá directamente a la evaluación de la documentación
presentada y la calificación de la condición de la invalidez del BENEFICIARIO, en su
caso, pronunciándose sobre la procedencia del reclamo en un plazo máximo de diez
días calendario a contarse desde la presentación de la solicitud de pensión.

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25.5.4 En caso de existir discrepancias respecto de la condición de inválido del
BENEFICIARIO, el expediente será elevado al Instituto Nacional de Rehabilitación
para su pronunciamiento en instancia única administrativa. La parte que no se
encuentre conforme con la decisión del Instituto Nacional de Rehabilitación, solicitará
la intervención del Centro de Conciliación y Arbitraje de la Superintendencia de
Entidades Prestadoras de Salud, cuya resolución tendrá el carácter de cosa juzgada.
25.5.5 Si las discrepancias no versaran sobre la condición de invalidez del
BENEFICIARIO, el asunto será directamente sometido al Centro de Conciliación y
Arbitraje de la Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud.

2.11.1.§. El arbitraje previsto en el artículo 9.º del Decreto Supremo N.º 003-98-SA

33. En cuanto a la regulación del arbitraje prevista en el artículo 9.º del Decreto
Supremo N.º 003-98-SA, debe señalarse que este Tribunal Constitucional, en el
fundamento 120 de la STC 10063-2006-PA/TC, ya se ha pronunciado sobre
su inconstitucionalidad, por considerar que al normar un arbitraje obligatorio se
contraviene el principio de autonomía de la voluntad y el derecho a la tutela judicial
efectiva, en su vertiente de acceso a la justicia y al juez natural.

34. En este sentido, este Tribunal ha de reiterar como precedente vinculante


que: cuando en un proceso de amparo se demande el otorgamiento de una pensión de
invalidez conforme a la Ley N.º 26790 y al Decreto Supremo N.º 003-98-SA, y la
emplazada proponga una excepción de arbitraje o convenio arbitral que tenga como
fundamento el artículo 9.º del Decreto Supremo N.º 003-98-SA, el Juez deberá
desestimar bajo responsabilidad la excepción referida, debido a que la pretensión de
otorgamiento de una pensión de invalidez forma parte del contenido
constitucionalmente protegido por el derecho a la pensión, el cual tiene el carácter de
indisponible, y porque la pensión de invalidez del SCTR tiene por finalidad tutelar el
derecho a la salud del asegurado que se ha visto afectado por un accidente de trabajo o
una enfermedad profesional, el cual tiene también el carácter de indisponible para las
partes.

2.11.2.§. El arbitraje previsto en el artículo 25.º del Decreto Supremo N.º 003-98-
SA

35. A diferencia del arbitraje obligatorio previsto en el artículo 9.º, el previsto en el


artículo 25.º es un arbitraje voluntario, que se inicia porque una de las partes está
disconforme con el pronunciamiento del Instituto Nacional de Rehabilitación, y que
concluye con la resolución del Centro de Conciliación y Arbitraje de la
Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud.

36. Sobre el particular, debe tenerse presente que este Tribunal Constitucional en la
STC 00061-2008-PA/TC consideró que el arbitraje voluntario goza de la presunción de
constitucionalidad debido a que su inicio tiene como fundamento el principio de
autonomía de la voluntad, que constituye la esencia y el fundamento del proceso
arbitral, por cuanto el arbitraje conlleva la exclusión de la vía judicial. Asimismo, se

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estableció que el arbitraje voluntario, para que sea considerado constitucional, debe
cumplir con determinados requisitos en el momento de la instalación del órgano arbitral.

37. En este sentido, para que el proceso arbitral instaurado de manera voluntaria sea
constitucional, debe reiterarse como precedente vinculante que: en el momento de la
instalación del órgano arbitral el árbitro o árbitros deberán dejar constancia que
informaron:
a. Las ventajas que brinda el arbitraje del Centro de Conciliación y Arbitraje de la
Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud.
b. Que para la resolución de su controversia se aplicará la jurisprudencia y los
precedentes vinculantes establecidos por el Tribunal Constitucional.
c. Que el asegurado o beneficiario, si lo prefiere, puede renunciar al arbitraje y
preferir su juez natural, que es el Poder Judicial.
d. Que contra el laudo arbitral cabe el recurso que prevé la Ley General de
Arbitraje.
El arbitraje voluntario será inconstitucional si es iniciado por la Aseguradora Privada o
por la Oficina de Normalización Previsional y el asegurado o beneficiario no desea
someterse a él.

38. Asimismo, cabe recordar que contra el laudo arbitral procede la demanda de
amparo, siempre que se haya agotado previamente el recurso que prevé la Ley
General de Arbitraje y exista una resolución judicial firme que resuelva dicho recurso.

2.12.§ Fecha de inicio de pago de la pensión vitalicia o pensión de invalidez

39. En cuanto a la fecha en que se genera el derecho a la pensión vitalicia o pensión de


invalidez, este Tribunal en el precedente vinculante dictado en la STC00061-2008-
PA/TC ha precisado que la contingencia debe establecerse desde la fecha de emisión del
dictamen o certificado médico expedido por una Comisión Médica Evaluadora o
Calificadora de Incapacidades de EsSalud, o del Ministerio de Salud o de una EPS, que
acredita la existencia de la enfermedad profesional, dado que la prestación deriva
justamente del mal que aqueja al demandante, y es a partir de dicha fecha que se debe
abonar la pensión vitalicia del Decreto Ley N.º 18846 o pensión de invalidez de la Ley
N.º 26790 y sus normas complementarias y conexas.

40. Por lo tanto, este Tribunal ha de reiterar como precedente vinculante que: la fecha
en que se genera el derecho, es decir, la contingencia debe establecerse desde la fecha
del dictamen o certificado médico emitido por una Comisión Médica Evaluadora o
Calificadora de Incapacidades de EsSalud, o del Ministerio de Salud o de una EPS, que
acredita la existencia de la enfermedad profesional, dado que el beneficio deriva
justamente del mal que aqueja al demandante, y es a partir de dicha fecha que se debe
abonar la pensión vitalicia del Decreto Ley N.º 18846 o pensión de invalidez de la Ley
N.º 26790 y sus normas complementarias y conexas.

2.13.§ Responsabilidad del Estado en el SCTR

41. Este Tribunal en los fundamentos 124 a 126 de la STC 10063-2006-PA/TC al


analizar el artículo 88.º del Decreto Supremo N.º 009-97-SA advirtió que la cobertura

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supletoria del SCTR que recae en la ONP, como ente estatal encargado de la
calificación de las pensiones vitalicias o pensiones de invalidez por riesgos
profesionales, solo se circunscribe a los riesgos por invalidez total permanente y
pensión de sobrevivencia, y opera siempre que la entidad empleadora se encuentre
inscrita, es decir, que no cubre la invalidez temporal e invalidez parcial permanente.

42. Pues bien, este Tribunal, con la finalidad de integrar el vacío normativo previsto
en el artículo 88.º del Decreto Supremo N.º 009-97-SA, ha de reiterar como precedente
vinculante que: la cobertura supletoria de la ONP establecida en el artículo 88.º del
Decreto Supremo N.º 009-97-SA también comprende a los riesgos por invalidez
temporal e invalidez parcial permanente, si la entidad empleadora se encuentra inscrita
en el Registro de Entidades Empleadoras que desarrollan actividades de riesgo. En estos
casos, la ONP ha de repetir contra la entidad empleadora por el valor actualizado de las
prestaciones.

2.14.§ Reglas procesales

43. Este Tribunal en los fundamentos 140 y 146 de la STC 10063-2006-PA/TC


desarrolló algunas reglas procesales que deben tenerse presentes en los procesos de
amparo cuya pretensión sea el otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al
Decreto Ley N.º 18846, o de una pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790 y al
Decreto Supremo N.º 003-98-SA, que requieren de una complementación para un mejor
desarrollo de los procesos constitucionales y la predictibilidad de las sentencias.

44. Como primera regla procesal, tenemos que precisar los efectos que generó
establecer en la STC 10063-2006-PA/TC como regla vinculante que sólo los dictámenes
o exámenes médicos emitidos por las Comisiones Médicas Evaluadoras o Calificadoras
de Incapacidades de EsSalud, o del Ministerio de Salud o de las EPS constituidas según
Ley N.º 26790, constituyen la única prueba idónea para acreditar en los procesos de
amparo que una persona padece de una enfermedad profesional, y que, por ende, tiene
derecho a una pensión vitalicia conforme al Decreto Ley N.º 18846, o a una pensión de
invalidez conforme a la Ley N.º 26790 y al Decreto Supremo N.º 003-98-SA.

45. Pues bien, teniendo en cuenta el criterio vinculante referido en el fundamento


precedente, este Tribunal ha de reiterar como precedentes vinculantes que:

a. Los jueces al calificar las demandas de amparo cuya pretensión sea el


otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al Decreto Ley N.º 18846, o de una
pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790 y al Decreto Supremo N.º 003-98-
SA, que aún no hayan sido admitidas a trámite, deberán declararlas inadmisibles,
concediéndole al demandante un plazo máximo de 60 días hábiles para que presente, en
calidad de pericia, el dictamen o certificado médico emitido por las Comisiones
Médicas Evaluadoras o Calificadoras de Incapacidades de EsSalud, o del Ministerio de
Salud o de las EPS, bajo apercibimiento de archivarse el expediente.

b. En todos los procesos de amparo que se encuentren en trámite, y cuya pretensión


sea el otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al Decreto Ley N.º 18846 o de
una pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790 y al Decreto Supremo N.º 003-

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98-SA, los jueces deberán requerirle al demandante para que presente en el plazo
máximo de 60 días hábiles, como pericia, el dictamen o certificado médico emitido por
una Comisión Médica Evaluadora o Calificadora de Incapacidades de EsSalud, o del
Ministerio de Salud o de una EPS, siempre y cuando el demandante para acreditar la
enfermedad profesional haya adjuntado a su demanda o presentado durante el proceso
un examen o certificado médico expedido por una entidad pública, y no exista
contradicción entre los documentos presentados.

c. En todos los procesos de amparo que se encuentren en trámite en los que el


demandante haya presentado un certificado o examen médico emitido por un organismo
privado o médico particular para probar que padece de una enfermedad profesional, los
jueces no han de solicitarle la pericia referida, sino declarar improcedente la demanda,
pues los certificados o exámenes médicos referidos no tienen eficacia probatoria dentro
del proceso constitucional de amparo para acreditar que el demandante padece de una
enfermedad profesional.

46. Asimismo, resulta conveniente establecer qué sucede en aquellos casos en los que
el demandante no cumple con presentar el dictamen o certificado médico emitido por
una Comisión Médica Evaluadora o Calificadora de Incapacidades dentro del plazo de
60 días hábiles.

En este sentido, la segunda regla procesal que ha de establecerse como nuevo


precedente es que: en los procesos de amparo en que se haya solicitado al demandante
como pericia el dictamen o certificado médico emitido por una Comisión Médica
Evaluadora o Calificadora de Incapacidades y este no haya sido presentado dentro del
plazo de 60 días hábiles, contados a partir de la fecha de recepción del requerimiento, la
demanda será declarada improcedente.

47. En cuanto a las reglas procesales reiteradas en el fundamento 45 supra, debe


precisarse que éstas sólo resultan aplicables a las demandas de amparo que se hayan
interpuesto antes del 19 de enero de 2008, pues en dicha fecha se publicaron en el diario
oficial El Peruano las SSTC 6612-2005-PA/TC y 10087-2005-PA/TC, que elevan a
precedente vinculante las reglas contenidas en la STC 10063-2006-PA/TC, que fue
publicada en la página web de este Tribunal el 6 de diciembre de 2007.

48. En orden a lo indicado, debe establecerse la regla procesal que ha de aplicarse a


las demandas de amparo que sean interpuestas a partir del 19 de enero de 2008. En este
sentido, la tercera regla procesal que ha de establecerse como nuevo precedente
vinculante es que:

a. Los jueces al calificar las demandas de amparo interpuestas a partir del 19 de


enero de 2008, cuya pretensión sea el otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al
Decreto Ley N.º 18846, o de una pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790 y al
Decreto Supremo N.º 003-98-SA, la declararán improcedente si advierten que el
demandante no ha adjuntado a su demanda el dictamen o certificado médico emitido por
las Comisiones Médicas Evaluadoras o Calificadoras de Incapacidades de EsSalud, o
del Ministerio de Salud o de las EPS.

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49. Finalmente, debe establecerse como última regla procesal en qué casos resulta
válido imponer sanciones a las partes. En este sentido, la cuarta regla procesal que ha de
establecerse como nuevo precedente vinculante es que: a la ONP y a las compañías de
seguros que no apliquen los precedentes vinculantes se les impondrá las medidas
coercitivas previstas en el artículo 22.º del CPConst. Asimismo, a los demandantes que
interpongan demandas de amparo manifiestamente infundadas por ser contrarias a los
precedente vinculantes referidos, se les impondrá el pago de los costos y costas del
proceso por su actuación temeraria. Por otro lado, a los abogados se les impondrá el
pago de una multa, cuando en autos quede demostrado que tenían conocimiento de que
patrocinan procesos cuyas pretensiones son contrarias a los precedentes vinculantes.

3.§ Análisis de la controversia

50. Sobre la posibilidad de percibir una doble pensión por una misma enfermedad
profesional, debemos remitirnos al precedente vinculante originalmente establecido
en la STC 10063-2006-PA, y reconocido como precedente vinculante mediante las
SSTC 6612-2005-PA y 10087-2005-PA, en cuanto señala que “ningún asegurado que
perciba pensión vitalicia conforme al Decreto Ley N.º 18846 puede percibir por el
mismo accidente de trabajo o enfermedad profesional o por el incremento de su
incapacidad laboral una pensión de invalidez conforme al Decreto Ley N.º 19990 o a la
Ley N.º 26790”.

51. Respecto a los elementos de interés para la resolución del presente caso, debe
señalarse que con la Resolución N.º 11, de fecha 24 de mayo de 2005, dictada por la
Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Ica, en el proceso de amparo recaído en el
Exp. N.º 2004-1846, obrante en autos como acompañado, se prueba que a la Oficina de
Normalización Previsional se le ordenó que le otorgue al demandante una pensión de
invalidez por enfermedad profesional conforme a la Ley N.º 26790 y sus normas
complementarias y conexas. Asimismo, debe destacarse que en el proceso referido la
demanda de amparo fue declarada fundada porque con el informe de evaluación médica
de fecha 20 de setiembre de 2003, que también ha sido presentado en el presente
proceso, se probó que el demandante adolece de neumoconiosis (silicosis) con 80% de
incapacidad.

52. Por lo tanto, advirtiéndose que el demandante se encuentra percibiendo una


pensión de invalidez por enfermedad profesional conforme a la Ley N.º 26790, no
resulta legítimo que pueda percibir una segunda pensión de invalidez por la misma
enfermedad profesional que padece, razón por la cual la demanda debe ser desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar INFUNDADA la demanda.

2. Conforme al artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal


Constitucional, se reitera como PRECEDENTES VINCULANTES las reglas contenidas

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en los fundamentos 9, 11, 12, 14, 16, 17, 18, 24, 26, 27, 31, 34, 37, 40, 42 y 45, que son
las siguientes:

a. No existe plazo de prescripción para solicitar el otorgamiento de una pensión


vitalicia conforme al Decreto Ley N.º 18846, ya que el acceso a una pensión forma
parte del contenido constitucionalmente protegido por el derecho fundamental a la
pensión, que tiene, como todo derecho fundamental, el carácter de imprescriptible.

b. No se pierde el derecho a una pensión vitalicia por laborar como empleado,


siempre y cuando se haya laborado antes como obrero en el mismo centro de trabajo y
durante la vigencia del Decreto Ley N.º 18846, toda vez que el trabajo desempeñado
como empleado no menoscaba el riesgo al que estuvo expuesta la salud durante el
desempeño del trabajo como obrero.

c. Los trabajadores empleados que nunca fueron obreros, o si lo fueron pero no en


el mismo centro de trabajo en que se desempeñan como empleados, se encuentran
protegidos por la pensión de invalidez del Decreto Ley N.º 19990 que en su inciso d)
del artículo 25.º señala que el asegurado tiene derecho a una pensión de invalidez
cuando se haya producido por accidente común o de trabajo, o enfermedad profesional,
siempre que a la fecha de producirse el riesgo haya estado aportando, en concordancia
con lo previsto por el artículo 29.º del Decreto Supremo N.º 011-74-TR.

d. En los procesos de amparo referidos al otorgamiento de una pensión vitalicia


conforme al Decreto Ley N.º 18846 o pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790
la enfermedad profesional únicamente podrá ser acreditada con un examen o dictamen
médico emitido por una Comisión Médica Evaluadora de Incapacidades del Ministerio
de Salud, de EsSalud o de una EPS, conforme lo señala el artículo 26.º del Decreto Ley
N.º 19990. Debiéndose tener presente que si a partir de la verificación posterior se
comprobara que el examen o dictamen médico de incapacidad o invalidez es falso o
contiene datos inexactos, serán responsables de ello penal y administrativamente, el
médico que emitió el certificado y cada uno de los integrantes de las Comisiones
Médicas de las entidades referidas, y el propio solicitante.

e. Resulta incompatible que un asegurado con gran incapacidad perciba pensión


vitalicia y remuneración.
Resulta incompatible que un asegurado con incapacidad permanente total perciba
pensión vitalicia y remuneración.
Resulta compatible que un asegurado con incapacidad permanente parcial perciba
pensión vitalicia y remuneración.

f. Resulta incompatible que un asegurado con gran invalidez perciba pensión de


invalidez y remuneración.
Resulta incompatible que un asegurado con invalidez permanente total perciba pensión
de invalidez y remuneración.
Resulta compatible que un asegurado con invalidez permanente parcial perciba pensión
de invalidez y remuneración.

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g. Ningún asegurado que perciba pensión vitalicia conforme al Decreto Ley N.º
18846 puede percibir por el mismo accidente de trabajo o enfermedad profesional o por
el incremento de su incapacidad laboral una pensión de invalidez conforme al Decreto
Ley N.º 19990 o a la Ley N.º 26790. Asimismo, ningún asegurado que perciba pensión
de invalidez conforme a la Ley N.º 26790 puede percibir por el mismo accidente de
trabajo o enfermedad profesional una pensión de invalidez conforme al Sistema Privado
de Pensiones, ya que el artículo 115.º del Decreto Supremo N.º 004-98-EF establece que
la pensión de invalidez del SPP no comprende la invalidez total o parcial originada por
accidentes de trabajo o enfermedades profesionales.

h. En los procesos de amparo cuya pretensión sea el otorgamiento de una pensión


de invalidez conforme a la Ley N.º 26790, los emplazados tienen la carga de presentar
los exámenes médicos de control anual y de retiro, para poder demostrar que la
denegación de otorgamiento no es una decisión manifiestamente arbitraria e
injustificada. Es más, en aquellos procesos de amparo en los que el demandante sea un
extrabajador, los emplazados deberán presentar el examen médico de retiro, pues si no
lo hacen se presumirá que el demandante a la fecha de su cese se encontraba enfermo y
bajo la cobertura de invalidez de la emplazada. Asimismo, en los procesos de amparo
las emplazadas deberán adjuntar los contratos de SCTR para determinar la vigencia de
la póliza y la cobertura de invalidez durante la relación laboral del demandante.

i. En el caso de la neumoconiosis (silicosis), la antracosis y la asbestosis, el nexo


o relación de causalidad en el caso de los trabajadores mineros que se laboran en minas
subterráneas o de tajo abierto, se presume siempre y cuando el demandante haya
desempeñado las actividades de trabajo de riesgo señaladas en el anexo 5 del Decreto
Supremo N.º 009-97-SA, ya que son enfermedades irreversibles y degenerativas
causadas por la exposición a polvos minerales esclerógenos.

j. Para determinar si la hipoacusia es una enfermedad de origen


ocupacional es necesario acreditar la relación de causalidad entre las condiciones de
trabajo y la enfermedad, para lo cual se tendrán en cuenta las funciones qué
desempeñaba el demandante en su puesto de trabajo, el tiempo transcurrido entre la
fecha de cese y la fecha de determinación de la enfermedad, además de las condiciones
inherentes al propio lugar de trabajo, es decir, que la relación de causalidad en esta
enfermedad no se presume sino que se tiene que probar, dado que la hipoacusia se
produce por la exposición repetida y prolongada al ruido. Por tanto, los medios
probatorios que el demandante tiene que aportar al proceso de amparo para acreditar
que la hipoacusia que padece es una enfermedad profesional, esto es, para probar que
existe un nexo o relación de causalidad entre la enfermedad y el trabajo que
desempeñaba, constituyen requisitos de procedencia.

k. Los montos de pensión mínima establecidos por la Cuarta


Disposición Complementaria del Decreto Legislativo N.º 817 no son aplicables a la
pensión vitalicia del Decreto Ley N.º 18846 ni a sus sustitutoria, la pensión de invalidez
de la Ley N.º 26790, debido a que ambas prestaciones se encuentran previstas para
cubrir riesgos y contingencias diferentes y se financian con fuentes distintas e
independientes.

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l. Cuando en un proceso de amparo se demande el otorgamiento de una pensión
de invalidez conforme a la Ley N.º 26790 y al Decreto Supremo N.º 003-98-SA, y la
emplazada proponga una excepción de arbitraje o convenio arbitral que tenga como
fundamento el artículo 9.º del Decreto Supremo N.º 003-98-SA, el Juez deberá
desestimar bajo responsabilidad la excepción referida, debido a que la pretensión de
otorgamiento de una pensión de invalidez forma parte del contenido
constitucionalmente protegido por el derecho a la pensión, el cual tiene el carácter de
indisponible, y porque la pensión de invalidez del SCTR tiene por finalidad tutelar el
derecho a la salud del asegurado que se ha visto afectado por un accidente de trabajo o
una enfermedad profesional, el cual tiene también el carácter de indisponible para las
partes.

m. En el momento de la instalación del órgano arbitral el árbitro o árbitros deberán


dejar constancia que informaron:
1. Las ventajas que brinda el arbitraje del Centro de Conciliación y Arbitraje de la
Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud.
2. Que para la resolución de su controversia se aplicará la jurisprudencia y los
precedentes vinculantes establecidos por el Tribunal Constitucional.
3. Que el asegurado o beneficiario, si lo prefiere, puede renunciar al arbitraje y
preferir su juez natural, que es el Poder Judicial.
4. Que contra el laudo arbitral cabe el recurso que prevé la Ley General de Arbitraje.
El arbitraje voluntario será inconstitucional si es iniciado por la Aseguradora Privada o
por la Oficina de Normalización Previsional y el asegurado o beneficiario no desea
someterse a él.

n. La fecha en que se genera el derecho, es decir, la contingencia debe establecerse


desde la fecha del dictamen o certificado médico emitido por una Comisión
Médica Evaluadora o Calificadora de Incapacidades de EsSalud, o del Ministerio de
Salud o de una EPS, que acredita la existencia de la enfermedad profesional, dado que
el beneficio deriva justamente del mal que aqueja al demandante, y es a partir de dicha
fecha que se debe abonar la pensión vitalicia del Decreto Ley N.º 18846 o pensión de
invalidez de la Ley N.º 26790 y sus normas complementarias y conexas.

o. La cobertura supletoria de la ONP establecida en el artículo 88.º del Decreto


Supremo N.º 009-97-SA también comprende a los riesgos por invalidez temporal e
invalidez parcial permanente, si la entidad empleadora se encuentra inscrita en el
Registro de Entidades Empleadoras que desarrollan actividades de riesgo. En estos
casos, la ONP ha de repetir contra la entidad empleadora por el valor actualizado de las
prestaciones.

p. Los jueces al calificar las demandas de amparo cuya pretensión sea el


otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al Decreto Ley N.º 18846, o de una
pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790 y al Decreto Supremo N.º 003-98-
SA, que aún no hayan sido admitidas a trámite, deberán declararlas inadmisibles,
concediéndole al demandante un plazo máximo de 60 días hábiles para que presente, en
calidad de pericia, el dictamen o certificado médico emitido por las Comisiones
Médicas Evaluadoras o Calificadoras de Incapacidades de EsSalud, o del Ministerio de
Salud o de las EPS, bajo apercibimiento de archivarse el expediente.

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En todos los procesos de amparo que se encuentren en trámite, y cuya pretensión sea el
otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al Decreto Ley N.º 18846 o de una
pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790 y al Decreto Supremo N.º 003-98-
SA, los jueces deberán requerirle al demandante para que presente en el plazo máximo
de 60 días hábiles, como pericia, el dictamen o certificado médico emitido por una
Comisión Médica Evaluadora o Calificadora de Incapacidades de EsSalud, o del
Ministerio de Salud o de una EPS, siempre y cuando el demandante para acreditar la
enfermedad profesional haya adjuntado a su demanda o presentado durante el proceso
un examen o certificado médico expedido por una entidad pública, y no exista
contradicción entre los documentos presentados.

En todos los procesos de amparo que se encuentren en trámite en los que el demandante
haya presentado un certificado o examen médico emitido por un organismo privado o
médico particular para probar que padece de una enfermedad profesional, los jueces no
han de solicitarle la pericia referida, sino declarar improcedente la demanda, pues los
certificados o exámenes médicos referidos no tienen eficacia probatoria dentro del
proceso constitucional de amparo para acreditar que el demandante padece de una
enfermedad profesional.

3. Conforme al artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal


Constitucional, se establecen como nuevos PRECEDENTES VINCULANTES las
reglas contenidas en los fundamentos 21, 29, 46, 48 y 49, que son las siguientes:

a. La percepción del subsidio de incapacidad temporal otorgado por


EsSalud, no será exigible como condición previa al otorgamiento de la pensión de
invalidez del SCTR, cuando el vínculo laboral del asegurado haya concluido, se
determine que padece de una enfermedad profesional irreversible, y que esta, ha tenido
su origen en la actividad de riesgo que desarrollaba. En el caso de accidentes de trabajo,
se aplicará la misma regla cuando las secuelas del accidente producido durante la
relación laboral, se presenten luego del cese.

b. Procede el reajuste del monto de la pensión vitalicia del Decreto Ley N.º 18846
cuando se incremente el grado de incapacidad, de incapacidad permanente parcial a
incapacidad permanente total, o de incapacidad permanente parcial a gran incapacidad,
o de incapacidad permanente total a gran incapacidad. Asimismo, procede el reajuste
del monto de la pensión de invalidez de la Ley N.º 26790 cuando se incremente el grado
de invalidez, de invalidez permanente parcial a invalidez permanente total, o de
invalidez permanente parcial a gran invalidez, o de invalidez permanente total a gran
invalidez.

c. En los procesos de amparo en que se haya solicitado al demandante como pericia


el dictamen o certificado médico emitido por una Comisión Médica Evaluadora o
Calificadora de Incapacidades y este no haya sido presentado dentro del plazo de 60
días hábiles, contados a partir de la fecha de recepción del requerimiento, la demanda
será declarada improcedente.

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d. Los jueces al calificar las demandas de amparo interpuestas a partir del 19 de
enero de 2008, cuya pretensión sea el otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al
Decreto Ley N.º 18846, o de una pensión de invalidez conforme a la Ley N.º 26790 y al
Decreto Supremo N.º 003-98-SA, la declararán improcedente si advierten que el
demandante no ha adjuntado a su demanda el dictamen o certificado médico emitido por
las Comisiones Médicas Evaluadoras o Calificadoras de Incapacidades de EsSalud, o
del Ministerio de Salud o de las EPS.

e. A la ONP y a las compañías de seguros que no apliquen los precedentes


vinculantes se les impondrá las medidas coercitivas previstas en el artículo 22.º del
CPConst. Asimismo, a los demandantes que interpongan demandas de amparo
manifiestamente infundadas por ser contrarias a los precedente vinculantes referidos, se
les impondrá el pago de los costos y costas del proceso por su actuación temeraria. Por
otro lado, a los abogados se les impondrá el pago de una multa, cuando en autos quede
demostrado que tenían conocimiento de que patrocinan procesos cuyas pretensiones son
contrarias a los precedentes vinculantes.

Publíquese y notifíquese.

SS.

MESÍA RAMÍREZ
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA

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EXP. N.º 10087-2005-PA/TC
ICA
ALIPIO LANDA HERRERA

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Huaura, a los 18 días del mes de diciembre de 2007, el Tribunal Constitucional, en


sesión de Pleno Jurisdiccional, integrado por los magistrados Landa Arroyo, Mesía
Ramírez, Vergara Gotelli, Beaumont Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y Álvarez
Miranda, pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento de voto de los magistados
Mesía Ramírez, Vergara Gotelli y Álvarez Miranda

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Alipio Landa Herrera contra la
sentencia de la Sala Civil de Corte Superior de Justicia de Ica, de fojas 124, su fecha 1
de setiembre de 2005, que declaró improcedente la demanda de amparo de autos.

II. ANTECEDENTES

Con fecha 15 noviembre de 2004, el recurrente interpone demanda de amparo contra la


aseguradora Rímac Internacional Compañía de Seguros y Reaseguros, solicitando que
se le otorgue renta vitalicia por padecer de enfermedad profesional conforme al artículo
82º del Decreto Supremo N.º 009-97-SA, Reglamento de la ley N.º 26790 y el Capítulo
VII del Decreto Supremo N.º 003-98-SA. Manifiesta que ha laborado en la Empresa
Minera Shougang Hierro Perú S.A., y que, como consecuencia de sus labores, en la
actualidad padece de neumoconiosis en segundo estadio de evolución, por lo que le
corresponde la pensión solicitada.

La emplazada propone la excepción de arbitraje y contesta la demanda alegando que el


amparo no es la vía idónea para solicitar el pago de una pensión por enfermedad
profesional, debido a que se requiere la actuación de medios probatorios para
determinar el grado de incapacidad que padece el demandante.

El Segundo Juzgado Especializado en lo Civil de Ica, con fecha 22 de abril de 2005,


declara fundada la excepción de arbitraje en atención a que el artículo 91º del D.S. N.º
009-97-SA se dispone el sometimiento de los afiliados del Seguro Complementario de
Trabajo de Riesgo al reglamento de arbitraje y solución de controversias de las
Entidades Prestadoras de Salud; y, en consecuencia, improcedente la demanda
planteada.

La recurrida, confirma la apelada por estimar que, para dilucidar la pretensión, se


requiere la actuación de medios probatorios en un proceso más lato que cuente con la
estación de pruebas, de la que carece el proceso de amparo.

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III. FUNDAMENTOS

Derecho fundamental a la pensión y convenio arbitral


1. Como puede apreciarse se ha planteado una excepción de
convenio arbitral, por lo que antes de emitir cualquier pronunciamiento sobre el fondo
del asunto, es necesario resolver la excepción de convenio arbitral propuesta por la
demandada.

Al respecto, el Decreto Supremo N.º 003-98-SA señala:


“artículo 25.5.3 Recibida la solicitud con la documentación completa, LA
ASEGURADORA procederá directamente a la evaluación de la documentación
presentada y la calificación de la condición de la invalidez del BENEFICIARIO, en su
caso, pronunciándose sobre la procedencia del reclamo en un plazo máximo de diez días
calendario a contarse desde la presentación de la solicitud de pensión.
25.5.4 En caso de existir discrepancias respecto de la condición de inválido del
BENEFICIARIO, el expediente será elevado al Instituto Nacional de Rehabilitación
para su pronunciamiento en instancia única administrativa. La parte que no se encuentre
conforme con la decisión del Instituto Nacional de Rehabilitación, solicitará la
intervención del Centro de Conciliación y Arbitraje de la Superintendencia de Entidades
Prestadoras de Salud, cuya resolución tendrá el carácter de cosa juzgada.
25.5.5 Si las discrepancias no versaran sobre la condición de invalidez del
BENEFICIARIO, el asunto será directamente sometido al Centro de Conciliación y
Arbitraje de la Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud”.

2. Como puede verse, de conformidad con la disposición antes mencionada, ante


una discrepancia sobre el pronunciamiento del Instituto Nacional de rehabilitación la
parte que esté disconforme con ella puede solicitar la intervención del Centro de
Conciliación y Arbitraje de la Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud,
cuya resolución tiene el carácter de cosa juzgada.

3. Al respecto cabe señalar que el Estado social y democrático de Derecho


implica que los derechos fundamentales adquieren plena eficacia vertical –frente a los
poderes del Estado– y horizontal –frente a los particulares–. Ello excluye la posibilidad
de que existan actos de los poderes públicos y privados que estén desvinculados de la
eficacia jurídica de los derechos fundamentales, toda vez que éstos no sólo son derechos
subjetivos de las personas sino también instituciones objetivas que concretizan
determinados valores constitucionales –justicia, igualdad, pluralismo, democracia, entre
otros– recogidos, ya sea de manera tácita o expresa, en nuestro ordenamiento
constitucional.

4. La Constitución (artículo 1º) establece que “[l]a defensa de la persona humana


y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”. Esta
disposición constitucional es la “piedra angular” de los derechos fundamentales de las
personas y, por ende, de todo el ordenamiento jurídico. La dignidad de la persona
humana fundamenta los parámetros axiológicos y jurídicos de las disposiciones y
actuaciones constitucionales de los poderes políticos y de los agentes económicos y
sociales, así como también establece los principios y, a su vez, los límites de los

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alcances de los derechos y garantías constitucionales de los ciudadanos y de las
autoridades.

5. En ese sentido la dignidad de la persona humana constituye un valor y un


principio constitucional portador de valores constitucionales que prohíbe,
consiguientemente, que aquélla sea un mero objeto del poder del Estado o se le dé un
tratamiento instrumental. Pero la dignidad también es un dínamo de los derechos
fundamentales; por ello es parámetro fundamental de la actividad del Estado y de la
sociedad, así como la fuente de los derechos fundamentales. De esta forma la dignidad
se proyecta no sólo defensiva o negativamente ante las autoridades y los particulares,
sino también como un principio de actuaciones positivas para el libre desarrollo de la
persona y de sus derechos.

6. En la medida en que los derechos fundamentales constituyen una


manifestación de la dignidad de la persona humana, aquellos tienen una posición central
en el ordenamiento jurídico. Esa centralidad implica, a su vez, la previsión de
mecanismos jurídicos que garanticen su eficacia real, pues cuando se vulnera un
derecho fundamental se afecta tanto el derecho subjetivo de las personas cuanto el
conjunto de valores y bienes constitucionales que precisan ser igualmente protegidos.
Ello justifica que nuestra Constitución (artículo 200º) haya previsto determinadas
“garantías constitucionales” a fin de salvaguardar el principio de supremacía jurídica de
la Constitución y la vigencia efectiva de los derechos fundamentales.

7. Esto mismo puede predicarse de los denominados derechos sociales, por


cuanto éstos no pueden ni deben ser concebidos como derechosprogramáticos sino más
bien como derechos progresivos. La diferencia entre uno y otro –que no es para nada
irrelevante– radica en que si se asume que los derechos fundamentales son
programáticos el Estado no asume obligación alguna para garantizar su plena eficacia,
mientras que lo progresivo sí comporta la obligación positiva y negativa del Estado de
otorgar en la mayor medida posible –esto es dentro de las posibilidades jurídicas y
fácticas– las condiciones mínimas para el goce de los derechos sociales en general y del
derecho a la pensión en particular.

8. En el caso concreto se trata del derecho fundamental a la pensión pero en


relación con el derecho fundamental a la vida (artículo 2º inciso 1 de la Constitución) y
con el derecho a la salud (artículo 7º de la Constitución), en la medida en que el
demandante afirma padecer de neumoconiosis. Frente a este supuesto una disposición
legal en el sentido que establece el Decreto Supremo N.º 003-98-SA, en relación con el
convenio arbitral, no se condice ni con el carácter fundamental de los derechos
reconocidos en la Constitución ni con su naturaleza de indisponible como es el caso del
derecho fundamental a la salud, contraría, de otro lado, los deberes fundamentales que
asume el Estado (artículo 44º de la Constitución). De ahí que no puede concluirse, bajo
interpretación formalista de esta disposición, que “[e]n el presente caso la vía arbitral ya
está predeterminada por ley”.

9. En ese sentido, siendo que en el presente caso están de por medio no sólo el
derecho fundamental a la pensión sino también a la vida y a la salud, su adecuada
protección debe ser determinada por un órgano jurisdiccional y vía el proceso

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correspondiente, más aún si el artículo 1º de la propia Ley General de Arbitraje (Ley N.º
26572), contrario sensu, establece que no pueden someterse a arbitraje las controversias
determinadas o determinables sobre las cuales las partes no tienen facultad de libre
disposición. Adicionalmente debe tenerse en cuenta que este Tribunal en casos similares
al presente, ha venido desestimando excepciones de convenio arbitral; así, por ejemplo,
tenemos a las sentencias recaídas en los expedientes 7627-2005-PA, 7641-2005-PA y
10063-2006-PA, entre otras.

Análisis del caso concreto

10. En el presente caso el demandante solicita que se le otorgue pensión de


invalidez conforme a la Ley N.º 26790 y al Decreto Supremo N.º 009-97-SA, tomando
en cuenta que padece de neumoconiosis en segundo estadio de evolución. En
consecuencia, la pretensión del recurrente se encuentra comprendida en el supuesto
previsto en el fundamento 37 de la STC 1417-2005-PA, publicada en el diario oficial El
Peruano el 12 de julio de 2005, en que se ha señalado que forman parte del contenido
esencial directamente protegido por el derecho fundamental a la pensión, las
disposiciones legales que establecen los requisitos para la obtención de tal derecho.

11. Asimismo en la STC 1008-2004-AA/TC se ha precisado los criterios para


otorgar la renta vitalicia por enfermedad profesional, determinando el grado de
incapacidad generado por la enfermedad según su estadio de evolución, así como la
procedencia del reajuste del monto de la renta percibida conforme se acentúa la
enfermedad y se incrementa la incapacidad laboral.

12. Al respecto cabe precisar que el Decreto Ley N.º 18846 fue derogado por la Ley
N.º 26790, publicada el 17 de mayo de 1997, que estableció en su Tercera Disposición
Complementaria que las reservar y obligaciones por prestaciones económicas del
Seguro de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales, regulado por el
Decreto Ley N.º 18846, serían transferidas al Seguro Complementario de Trabajo de
Riesgo administrado por la ONP.

13. Mediante el Decreto Supremo N.º 003-98-SA se aprobaron las Normas


Técnicas del Seguro Complementario de Trabajo de Riesgos, cuyo artículo 3º señala
que enfermedad profesional es todo estado patológico permanente o temporal que
sobreviene al trabajador como consecuencia directa de la clase de trabajo que
desempeña o del medio en que se ha visto obligado a trabajar.

14. A fojas 3 obra el Examen Médico Ocupacional expedido por el Centro Nacional
de Salud Ocupacional y Protección del Ambiente para la Salud (CENSOPAS) del
Ministerio de Salud, de fecha 7 de abril de 2003, en el que consta que el demandante
padece de neumoconiosis en segundo estadio de evolución. Asimismo, debe precisarse
que este diagnóstico ha sido corroborado con la historia clínica obrante de fojas 20 a 23
del Cuaderno del TC.

15. De acuerdo con los artículos 191º y siguientes del Código Procesal Civil, de
aplicación supletoria a los procesos constitucionales, el examen médico-ocupacional
que practica la Dirección General de Salud Ambiental - Salud Ocupacional, del

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Ministerio de Salud, constituye prueba suficiente y acredita la enfermedad profesional
que padece el recurrente, conforme a la Resolución Suprema N.º 014-93-TR, publicada
el 28 de agosto de 1993, que recoge los Lineamientos de la Clasificación Radiográfica
Internacional de la OIT para la Evaluación y Diagnóstico de la Neumoconiosis,
requiriendo el demandante atención prioritaria e inmediata, por lo que no es exigible la
certificación por la Comisión Médica Evaluadora de Incapacidades de EsSalud.

16. En el referido examen médico no se consigna el grado de incapacidad física


laboral del demandante; sin embargo, en aplicación de la Resolución Suprema N.º 014-
93-TR, publicada el 28 de agosto de 1993, que recoge los Lineamientos de la
Clasificación Radiográfica Internacional de la OIT para la Evaluación y Diagnóstico de
la Neumoconiosis, este Colegiado interpreta que en defecto de un pronunciamiento
médico expreso, la neumoconiosis (silicosis) en primer estadio de evolución produce,
por lo menos, Invalidez Parcial Permanente, con un grado de incapacidad no menor al
50% y que a partir del segundo estadio de evolución, la incapacidad se incrementa a
más del 66.6% generando una Invalidez Total Permanente, ambas definidas de esta
manera por los artículo 18.2.1 y 18.2.2 del Decreto Supremo N.º 003-98-SA, Normas
Técnicas del Seguro Complementario de Riesgo.

17. Al respecto el artículo 18.2.1 del Decreto Supremo N.º 003-98-SA define la
invalidez parcial permanente como la disminución de la capacidad para el trabajo en
una proporción igual o superior al 50%, pero menor a los 2/3 (66.66%), razón por la
cual corresponde una pensión de invalidez vitalicia mensual equivalente al 50% de la
Remuneración Mensual. En cambio el artículo 18.2.2 señala que sufre de invalidez total
permanente, en una proporción igual o superior al 66.66%, en cuyo caso la pensión de
invalidez vitalicia mensual será igual al 70% de la Remuneración Mensual del
asegurado, equivalente al promedio de las remuneraciones asegurables de los 12 meses
anteriores al siniestro, entendiéndose como tal al accidente o enfermedad profesional
sufrida por el asegurado.

18. Por tanto advirtiéndose de autos que el demandante estuvo protegido durante su
actividad laboral por los beneficios del Decreto Ley N.º 18846, le corresponde gozar de
la prestación estipulada por su norma sustitutoria y percibir una pensión de invalidez
permanente parcial equivalente al 70% de su remuneración mensual, en atención a la
incapacidad orgánica funcional que padece a consecuencia de la neumoconiosis
(silicosis) en segundo estadio de evolución.

19. En cuanto a la fecha en que se genera el derecho estimamos que al haberse


calificado como prueba sucedánea idónea el examen médico presentado por el
recurrente, en defecto del pronunciamiento de la Comisión Evaluadora de
Incapacidades, la contingencia debe establecerse desde la fecha del pronunciamiento
médico que acredita la existencia de la enfermedad profesional, dado que el beneficio
deriva justamente del mal que aqueja al demandante y es a partir de dicha fecha que se
debe abonar la pensión vitalicia –antes renta vitalicia- en concordancia con lo dispuesto
por el artículo 19 del Decreto Supremo N.º 003-98-SA.

Precedentes constitucionales vinculantes


Precedente vinculante 1: Prescripción de la pensión vitalicia

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20. a) Regla procesal: El Tribunal Constitucional en virtud del artículo 201º de la
Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional
tiene la facultad para establecer un precedente vinculante a través de sus sentencias que
adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su efecto normativo.
b) Regla sustancial: El Tribunal Constitucional establece que: no existe plazo de
prescripción para solicitar el otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al
Decreto Ley 18846, ya que el acceso a una pensión forma parte del contenido
constitucionalmente protegido por el derecho fundamental a la pensión, que tiene,
como todo derecho fundamental, el carácter de imprescriptible.

Precedente vinculante 2: Ámbito de protección del Decreto Ley 18846 y del Decreto
Supremo 002-72-TR
21. a) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, en virtud del artículo 201º de la
Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional
tiene la facultad para establecer un precedente vinculante a través de sus sentencias que
adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su efecto normativo.
b) Regla sustancial: El Tribunal Constitucional establece que: no se pierde el derecho a
una pensión vitalicia por laborar como empleado siempre y cuando se haya laborado
antes como obrero en el mismo centro de trabajo y durante la vigencia del Decreto Ley
18846, toda vez que el trabajo desempeñado como empleado no menoscaba el riesgo al
que estuvo expuesta la salud durante el desempeño del trabajo como obrero. Asimismo
debe señalarse que: los trabajadores empleados que nunca fueron obreros, o si lo
fueron pero no en el mismo centro de trabajo en que se desempeñan como empleados,
se encuentran protegidos por la pensión de invalidez del Decreto Ley 19990 que en su
inciso d) del artículo 25.º señala que el asegurado tiene derecho a una pensión de
invalidez cuando se haya producido por accidente común o de trabajo, o enfermedad
profesional, siempre que a la fecha de producirse el riesgo haya estado aportando, en
concordancia con lo previsto por el artículo 29.º del Decreto Supremo 011-74-TR.

Precedente vinculante 3: Entidad competente para la acreditación de la enfermedad


profesional
22. a) Regla procesal: El Tribunal Constitucional en virtud del artículo 201º de la
Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional
tiene la facultad para establecer un precedente vinculante a través de sus sentencias que
adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su efecto normativo.
b) Regla sustancial: El Tribunal Constitucional establece que: en los procesos de
amparo referidos al otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al Decreto Ley
18846 o pensión de invalidez conforme a la Ley 26790 la enfermedad profesional
únicamente podrá ser acreditada con un examen o dictamen médico emitido por una
Comisión Médica Evaluadora de Incapacidades del Ministerio de Salud, de EsSalud o
de una EPS, conforme lo señala el artículo 26.º del Decreto Ley 19990. Debiéndose
tener presente que si a partir de la verificación posterior se comprobara que el
Certificado Médico de Invalidez es falso o contiene datos inexactos, serán responsables
de ello penal y administrativamente, el médico que emitió el certificado y cada uno de
los integrantes de las Comisiones Médicas de las entidades referidas y el propio
solicitante.

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Precedente vinculante 4: Percepción simultánea de pensión vitalicia o pensión de
invalidez y remuneración: supuestos de compatibilidad e incompatibilidad
23. a) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, en virtud del artículo 201º de la
Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional
tiene la facultad para establecer un precedente vinculante a través de sus sentencias que
adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su efecto normativo.
b) Regla sustancial: El Tribunal Constitucional establece que en el caso de la pensión
vitalicia del Decreto Ley 18846, las reglas son que: a) Resulta incompatible que un
asegurado con gran incapacidad perciba pensión vitalicia y remuneración. b) Resulta
incompatible que un asegurado con incapacidad permanente total perciba pensión
vitalicia y remuneración. c) Resulta compatible que un asegurado con incapacidad
permanente parcial perciba pensión vitalicia y remuneración. Asimismo, en el caso de
invalidez de la Ley 26790, las reglas son que: a) Resulta incompatible que un
asegurado con gran invalidez perciba pensión de invalidez y remuneración. b) Resulta
incompatible que un asegurado con invalidez permanente total perciba pensión de
invalidez y remuneración. c) Resulta compatible que un asegurado con invalidez
permanente parcial perciba pensión de invalidez y remuneración.

Del mismo modo el Tribunal Constitucional establece como regla sustancial


que: ningún asegurado que perciba pensión vitalicia conforme al Decreto Ley 18846
puede percibir por el mismo accidente de trabajo o enfermedad profesional o por el
incremento de su incapacidad laboral una pensión de invalidez conforme al Decreto
Ley 19990 o a la Ley 26790. Asimismo ningún asegurado que perciba pensión de
invalidez conforme a la Ley 26790 puede percibir por el mismo accidente de trabajo o
enfermedad profesional una pensión de invalidez conforme al Sistema Privado de
Pensiones, ya que el artículo 115.º del Decreto Supremo 004-98-EF establece que la
pensión de invalidez del SPP no comprende la invalidez total o parcial originada por
accidentes de trabajo o enfermedades profesionales.

Precedente vinculante 5: El nexo o relación de causalidad para acreditar una enfermedad


profesional
24. a) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, en virtud del artículo 201º de la
Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional
tiene la facultad para establecer un precedente vinculante a través de sus sentencias que
adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su efecto normativo.
b) Regla sustancial: El Tribunal Constitucional establece que: en el caso de la
neumoconiosis (silicosis), la antracosis y la asbestosis, el nexo o relación de causalidad
se presume siempre y cuando el demandante haya desempeñado las actividades de
trabajo de riesgo señaladas en el anexo 5 del Decreto Supremo 009-97-SA, ya que son
enfermedades irreversibles y degenerativas causadas por la exposición a polvos
minerales esclerógenos. Asimismo, se establece que: para determinar si la hipoacusia
es una enfermedad de origen ocupacional es necesario acreditar la relación de
causalidad entre las condiciones de trabajo y la enfermedad, para lo cual se tendrán en
cuenta las funciones qué desempeñaba el demandante en su puesto de trabajo, el
tiempo transcurrido entre la fecha de cese y la fecha de determinación de la
enfermedad, además de las condiciones inherentes al propio lugar de trabajo, es decir,
que la relación de causalidad en esta enfermedad no se presume sino que se tiene que

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probar, dado que la hipoacusia se produce por la exposición repetida y prolongada al
ruido.

Precedente vinculante 6: La pensión mínima del Decreto Legislativo 817 y su relación


con la pensión vitalicia por enfermedad profesional
25. a) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, en virtud del artículo 201º de la
Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional
tiene la facultad para establecer un precedente vinculante a través de sus sentencias que
adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su efecto normativo.
b) Regla sustancial: El Tribunal Constitucional establece que: los montos de pensión
mínima establecidos por la Cuarta Disposición Complementaria del Decreto
Legislativo 817 no son aplicables a la pensión vitalicia del Decreto Ley 18846, debido
a que ambas prestaciones se encuentran previstas para cubrir riesgos y contingencias
diferentes y se financian con fuentes distintas e independientes.

Precedente vinculante 7: El arbitraje en el SCTR y la excepción de convenio arbitral


26. a) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, en virtud del artículo 201º de la
Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional, tiene la facultad para establecer un precedente vinculante a través de sus
sentencias que adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su
efecto normativo.
b) Regla sustancial: El Tribunal Constitucional establece que: cuando en un proceso de
amparo se demande el otorgamiento de una pensión de invalidez conforme a la Ley
26790 y al Decreto Supremo 003-98-SA y la emplazada proponga una excepción de
arbitraje o convenio arbitral, el Juez deberá desestimar bajo responsabilidad la
excepción referida, debido a que la pretensión de otorgamiento de una pensión de
invalidez forma parte del contenido constitucionalmente protegido por el derecho a la
pensión, el cual tiene el carácter de indisponible y porque la pensión de invalidez del
SCTR tiene por finalidad tutelar el derecho a la salud del asegurado que se ha visto
afectado por un accidente de trabajo o una enfermedad profesional, el cual tiene
también el carácter de indisponible para las partes.

Precedente vinculante 8: Responsabilidad del Estado en el SCTR


27. a) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, en virtud del artículo 201º de la
Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional, tiene la facultad para establecer un precedente vinculante a través de sus
sentencias que adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su
efecto normativo.
b) Regla sustancial: El Tribunal Constitucional establece que: la cobertura supletoria de
la ONP establecida en el artículo 88.º del Decreto Supremo 009-97-SA también
comprende a los riesgos por invalidez temporal e invalidez parcial permanente si la
entidad empleadora se encuentra inscrita en el Registro de Entidades Empleadoras que
desarrollan actividades de riesgo. En estos casos la ONP ha de repetir contra la
entidad empleadora por el valor actualizado de las prestaciones.

Precedente vinculante 9: La inversión de carga de la prueba


28. a) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, en virtud del artículo 201º de la
Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional

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tiene la facultad para establecer un precedente vinculante a través de sus sentencias que
adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su efecto normativo.
b) Regla sustancial: El Tribunal Constitucional establece que: en los procesos de
amparo cuya pretensión sea el otorgamiento de una pensión de invalidez conforme a la
Ley 26790, los emplazados tienen la carga de presentar los exámenes médicos referidos
(de control anual y de retiro), para poder demostrar que la denegación de
otorgamiento no es una decisión manifiestamente arbitraria e injustificada. Es más, en
aquellos procesos de amparo en los que el demandante sea un extrabajador, los
emplazados deberán presentar el examen médico de retiro, pues si no lo hacen se
presumirá que el demandante a la fecha de su cese se encontraba enfermo y bajo la
cobertura de invalidez de la emplazada. Asimismo, en los procesos de amparo las
emplazadas deberán adjuntar los contratos de SCTR para determinar la vigencia de la
póliza y la cobertura de invalidez durante la relación laboral del demandante.

Precedente vinculante 10: Reglas procesales aplicables a todos los procesos de amparo
29. a) Regla procesal: El Tribunal Constitucional, en virtud del artículo 201º de la
Constitución y del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional, tiene la facultad para establecer un precedente vinculante a través de sus
sentencias que adquieren la autoridad de cosa juzgada, precisando el extremo de su
efecto normativo.
b) Regla sustancial: Al haberse establecido como criterio vinculante que sólo los
dictámenes o exámenes médicos emitidos por las Comisiones Médicas de EsSalud, o
del Ministerio de Salud o de las EPS constituidas según Ley 26790, constituyen la única
prueba idónea para acreditar que una persona padece de una enfermedad profesional, y
que, por ende, tiene derecho a una pensión vitalicia conforme al Decreto Ley 18846, o a
una pensión de invalidez conforme a la Ley 26790 y al Decreto Supremo 009-97-SA,
este Tribunal estima que en virtud de su autonomía procesal y en atención a su función
de ordenación, debe determinar las reglas procesales que han de ejecutarse para la
aplicación del criterio referido. Así, tenemos que:

i) Los jueces al calificar las demandas de amparo cuya pretensión sea el


otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al Decreto Ley 18846, o de una
pensión de invalidez conforme a la Ley 26790 y al Decreto Supremo 009-97-SA, que
aún no hayan sido admitidas a trámite, deberán declararlas inadmisibles,
concediéndole al demandante un plazo máximo de 60 días hábiles para que presente,
en calidad de pericia, el dictamen o certificado médico emitido por las Comisiones
Médicas de EsSalud, o del Ministerio de Salud o de las EPS, bajo apercibimiento de
archivarse el expediente.
ii) En todos los procesos de amparo que se encuentren en trámite y cuya pretensión
sea el otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al Decreto Ley 18846 o de una
pensión de invalidez conforme a la Ley 26790 y al Decreto Supremo 009-97-SA, los
jueces deberán requerirle al demandante para que presente, en el plazo máximo de 60
días hábiles, como pericia el dictamen o certificado médico emitido por una Comisión
Médica de EsSalud, o del Ministerio de Salud o de una EPS, siempre y cuando el
demandante para acreditar la enfermedad profesional haya adjuntado a su demanda o
presentado durante el proceso un examen o certificado médico expedido por una
entidad pública, y no exista contradicción entre los documentos presentados.

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iii) En todos los procesos de amparo que se encuentren en trámite en los que el
demandante haya presentado un certificado o examen médico emitido por un
organismo privado o médico particular para probar que padece de una enfermedad
profesional, los jueces no han de solicitarle la pericia referida sino declarar
improcedente la demanda, pues los certificados o exámenes médicos referidos no tienen
eficacia probatoria dentro del proceso constitucional de amparo para acreditar que el
demandante padece de una enfermedad profesional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

1. Declarar INFUNDADA la excepción de arbitraje planteada por la demandada;


y FUNDADA la demanda.
2. Ordenar que la aseguradora Rímac Internacional Compañía de Seguros y
Reaseguros le otorgue al demandante la prestación económica que le corresponde
conforme a la Ley, con el abono de devengados, intereses legales y costos procesales.

Publíquese y notifíquese

SS.
LANDA ARROYO
MESÍA RAMÍREZ
VERGARA GOTELLI
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA

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EXP. N.º 10087-2005-PA/TC
ICA
ALIPIO LANDA HERRERA

FUNDAMENTO DE VOTO DE LOS MAGISTRADOS MESÍA RAMÍREZ,


VERGARA GOTELLI Y ÁLVAREZ MIRANDA

Los diez precedentes vinculantes que se establecen en la presente sentencia, tienen su


origen en los fundamentos 91, 93, 94, 97, 103, 106, 109, 115, 116, 118, 119, 127, 140 y
146 de la sentencia recaída en el Exp. N.º 10063-2006-PA/TC, caso Padilla Mango,
visto por la Segunda Sala del Tribunal Constitucional, integrada por los
Magistrados MESÍA RAMÍREZ, VERGARA GOTELLI y ÁLVAREZ MIRANDA.

Consideramos que la presente sentencia debió reproducir la argumentación racional y


lógica que sirvió de fundamento a las reglas que hoy se elevan a precedentes
vinculantes, por ser parte constitutiva de su ratio decidendi.

Los argumentos y fundamentos omitidos son los siguientes:

5. Un gran número de procesos de amparo referidos al otorgamiento de una pensión


vitalicia conforme al Decreto Ley 18846 o una pensión de invalidez conforme
a la Ley 26790 han puesto en evidencia las deficiencias de la legislación, lo que ha
obligado al Tribunal Constitucional a adecuar la normatividad, caso por caso,
generándose en ocasiones sentencias contradictorias. A las incoherencias y vacíos de la
legislación se ha sumado la inactividad de un Estado indolente que soslaya el
cumplimiento de sus obligaciones legales, como por ejemplo, instaurar las Comisiones
Médicas Evaluadoras, supervisar el cumplimiento de las leyes laborales mineras, lo que
exigían del Juzgador el deber de administrar justicia, recurriendo a la aplicación
supletoria de leyes afines, o a la integración de los ámbitos lagunosos del ordenamiento
a través de la jurisprudencia internacional. Por consiguiente, este Tribunal
Constitucional, en virtud de sus funciones de ordenación y pacificación, considera
conveniente revisar su jurisprudencia para determinar si los criterios desarrollados
respecto a la protección de riesgos profesionales, sea al amparo del Decreto Ley 18846
o la Ley 26790, permiten resolver las controversias constitucionales en el contexto
actual, o si deben ser cambiados o complementados los criterios preexistentes. Para este
efecto, se abordarán las siguientes materias:

a. La preceptividad de la seguridad social como derecho fundamental, social y como


garantía institucional; su contenido y su relación con la protección de las enfermedades
profesionales.
b. El modelo económico consagrado por la Constitución Política y su relación con
los derechos sociales, especialmente con el derecho a la salud, así como las obligaciones
que nuestra normatividad ha reconocido al Estado para la protección del derecho a la
salud; y su relación con el sistema del seguro social de salud para la protección de las
enfermedades profesionales, así como las entidades encargadas de su protección.
c. Si los criterios desarrollados por el Tribunal Constitucional respecto a la
protección que brinda la seguridad social a las enfermedades profesionales, deben ser

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mantenidos, cambiados o racionalizados para adecuarlos a las exigencias sociales
cambiantes y a la protección efectiva de los derechos fundamentales sociales.
d. El rol del Estado en la protección de los riegos profesionales y en la prevención de
riesgos en la actividad minera.

2.§ El derecho a la seguridad social como un derecho social

6. El derecho a la seguridad social en pensiones y en salud (artículos 10.º y 11.º), de


acuerdo con la clasificación dispuesta en la Constitución Política, se ubica dentro de los
denominados derechos sociales y económicos. Por ello, cuando este Tribunal ha
desarrollado el modelo de seguridad social establecido por la Constitución
Política de 1993, ha advertido que el punto de partida para la solución de cualquier
controversia relacionada con el acceso a las prestaciones que brinda la seguridad social
en pensiones [derecho a la pensión] y en salud, debe comenzar por precisar la naturaleza
y eficacia de los denominados derechos sociales.

7. En cuanto a la naturaleza de los derechos sociales, también llamados derechos


prestacionales, este Tribunal[1] ha señalado que los derechos sociales no son meras
normas programáticas de eficacia mediata, como tradicionalmente se ha señalado para
diferenciarlos de los denominados derechos civiles y políticos deeficacia inmediata,
pues justamente su mínima satisfacción representa una garantía indispensable para el
goce de los derechos civiles y políticos. De este modo, sin educación, salud y calidad de
vida digna en general, mal podría hablarse de libertad e igualdad social, lo que hace que
tanto el legislador como la administración de justicia deban pensar en el reconocimiento
de ambos en forma conjunta e interdependiente.

8. Si bien es cierto que la efectividad de los derechos sociales requiere un mínimo de


actuación positiva del Estado a través de la adopción de medidas adecuadas para el
logro de los fines sociales y del establecimiento de servicios públicos, así como de la
sociedad mediante la contribución de impuestos, ya que toda política social necesita de
una ejecución presupuestal, también lo es que estos derivan en obligaciones concretas
por cumplir, por lo que los Estados deben adoptar medidas constantes y eficaces para
lograr progresivamente su plena efectividad en igualdad de condiciones para la totalidad
de la población. Esta nueva visión de los derechos sociales permite reconocer, en su
contenido esencial, principios como la solidaridad y el respeto a la dignidad de la
persona, los que, a su vez, constituyen pilares fundamentales del Estado social y
democrático de Derecho.

9. Y es que la moderna concepción de los derechos sociales implica que no solo


constituyan obligaciones de hacer del Estado, sino de toda la sociedad en su conjunto;
por ello, la doctrina ha empezado a denominarlos deberes de solidaridad, en el
entendido que conseguir el bienestar y un nivel de vida digno es un deber conjunto,
tanto de la sociedad como del propio individuo y el Estado, pero no exclusivamente de
éste.

10. En tal sentido, este Tribunal, al evaluar la afectación del derecho a la salud, ha
precisado que la preceptividad diferida no implica el desconocimiento de la condición

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de derechos fundamentales que ostentan los derechos sociales, o que el reconocimiento
de estos como derechos fundamentales vaya a depender de su nivel de exigibilidad (que
cuenten con mecanismos jurisdiccionales para su protección).[2] Así, de su relación
indisoluble con la dignidad de la persona y por estar consagrados con esa característica
en el texto constitucional, se concluye que se trata de derechos fundamentales.

11. Recientemente, el tratamiento que la jurisprudencia brinda a los derechos sociales


se ha caracterizado por sostener con cierto grado de uniformidad[3] que los derechos
sociales son, además de derechos–reglas, claros derechos–principios que postulan la
necesidad de alcanzar objetivos determinados y dejan abiertas las vías para lograrlos.
Por ello, cuando un derecho fundamental social tiene carácter optimizable, ello no
quiere decir que éste pueda ser incumplido sino que, siguiendo el carácter de eficacia
directa e inmediata de la Constitución, también debe ser plenamente efectivizado a
favor de sus titulares. En este supuesto el ámbito legislativo opera como un medio para
conseguir el fin constitucionalmente previsto.

12. En tal sentido, tanto el derecho a la seguridad social en pensiones y en salud como
el derecho a la protección de la salud forman parte de aquellos derechos fundamentales
sociales que, en tanto derechos subjetivos de los particulares y obligaciones mediatas
del Estado, necesitan de un proceso de ejecución de políticas sociales para que el
ciudadano pueda gozar de ellos o ejercitarlos de manera plena.
2.1. § El derecho a la seguridad social como derecho fundamental y garantía
institucional

13. El artículo 10.º de la Constitución reconoce y garantiza el derecho universal y


progresivo de toda persona a la seguridad social, que supone el derecho que le asiste a la
persona para que la sociedad y el Estado provean instituciones y mecanismos a través de
los cuales pueda obtener recursos de vida y soluciones para ciertos problemas
preestablecidos, de modo tal que pueda tener una existencia en armonía con la dignidad,
teniendo presente que la persona humana es el fin supremo de la sociedad y del Estado.

14. En tal sentido, el derecho a la seguridad social como derecho fundamental tiene una
doble finalidad, por un lado, proteger a la persona frente a las contingencias de la vida;
y, por otro, elevar su calidad de vida, lo cual se concreta a través de los distintos
regímenes de salud y de pensiones que pudieran establecerse.

15. Por ello, este Tribunal[4] ha señalado que la seguridad social (dentro de cuyo
concepto, se entenderá incluido el servicio previsional de salud y de pensiones) es un
sistema institucionalizado de prestaciones individualizadas, basado en la prevención del
riesgo y en la redistribución de recursos, con el único propósito de coadyuvar en la
calidad y el proyecto de vida de la comunidad. Su condición de sistema
institucionalizado, imprescindible para la defensa y el desarrollo de diversos principios
y derechos fundamentales, permite reconocer a la seguridad social como una garantía
institucional.

16. Dicha garantía institucional se infiere de un interpretación sistemática de los


artículos 10.º y 11.º de la Constitución. Así, el derecho a la seguridad social se instituye
como una garantía institucional del derecho a la pensión, al posibilitar su vigencia según

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los parámetros correspondientes a un Estado social y democrático de Derecho. De esta
forma, la seguridad social está prevista en la Constitución como la garantía institucional
del derecho a la pensión.

17. Desde esta perspectiva, el Tribunal[5] ha señalado que la seguridad social es la


garantía institucional que expresa por excelencia la función social del Estado. Se
concreta en un complejo normativo estructurado –por imperio del artículo 10.º de la
Constitución– al amparo de la “doctrina de la contingencia” y la calidad de vida; por
ello, requiere de la presencia de un supuesto fáctico al que acompaña una presunción de
estado de necesidad (cese en el empleo, viudez, orfandad, invalidez, entre otras) que
condiciona el otorgamiento de una prestación pecuniaria y/o asistencial, regida por los
principios de progresividad, universalidad y solidaridad, y fundada en la exigencia no
sólo del mantenimiento, sino en “la elevación de la calidad de vida”.

18. Toda garantía institucional, como la seguridad social, para poder operar
directamente, a diferencia de un derecho fundamental clásico, requiere de configuración
legal. Es decir, la ley constituye fuente normativa vital para delimitar su contenido
protegido pero no para demandar su exigibilidad. Para este Tribunal[6], dicho contenido
se encuentra conformado fundamentalmente por los siguientes aspectos: En primer
lugar, por las disposiciones legales que establecen las condiciones de pertenencia a un
determinado régimen de seguridad social. En segundo lugar, por las disposiciones
legales que establecen las condiciones para la obtención de un derecho subjetivo a una
determinada prestación. En tercer lugar, por el principio de solidaridad, que es portador
de la justicia redistributiva subyacente en todo sistema de seguridad social.

19. Por ello, el derecho a la pensión constituye una manifestación –no única por cierto-
de la garantía institucional de la seguridad social. En igual medida, las prestaciones de
salud, sean preventivas, reparadoras, recuperadoras o económicas, también constituyen
una manifestación de la garantía institucional de la seguridad social, que tienen por
finalidad mantener, preservar y elevar la salud de las personas ante cualquier
contingencia que altere o menoscabe la calidad de vida.

20. Ciertamente, la protección que brinda la seguridad social en salud tiene como
fundamento el respeto a la dignidad humana , que constituye una de las características
básicas sobre las cuales se estructura nuestro Estado social y democrático de Derecho.
De esta manera, la protección constitucional de las personas es pilar fundamental en la
estructura jurídica del país, y por ello, las prestaciones que brinda la seguridad social en
salud tienen por finalidad la protección del derecho a la vida y al bienestar reconocidos
en el inciso 1 del artículo 2.º de la Constitución. En consecuencia, si bien la
privatización de la seguridad social en salud puede generar en las empresas prestadoras
del servicio la consecución de una finalidad de lucro, éstas no pueden ni deben ejecutar
sus prestaciones menoscabando la defensa de la persona humana y el respeto de su
dignidad, ya que son el fin supremo de la sociedad y del Estado.

21. En este marco, el Tribunal en la STC 02349-2005-PA ha establecido que las


prestaciones de seguridad social en salud y pensiones son un servicio público que puede
ser brindado tanto por el Estado como por entidades privadas debidamente autorizadas
al efecto, quienes deberán cumplir con las prestaciones, por lo menos, en condiciones

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mínimas de igualdad. No obstante ello, el Estado, por su función tuitiva, siempre será el
primer obligado a satisfacer las prestaciones de seguridad social aun cuando no se
encuentre cubriendo el servicio de manera exclusiva.

2.2. § El derecho a la seguridad social en los tratados internacionales de derechos


humanos

22. La obligación de proveer todas las medidas jurídicas necesarias que tornen efectivo
el reconocimiento de los derechos fundamentales sociales –entre ellos, el derecho a la
pensión y a la salud–, no sólo constituye una obligación de carácter constitucional, sino
también de carácter internacional, puesto que la Cuarta Disposición Final y Transitoria
de la Constitución Política establece que los derechos fundamentales –entre ellos el
derecho a la pensión y a la salud– deben interpretarse de conformidad con la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y los tratados y acuerdos
internacionales sobre la materia ratificados por el Perú.[7]

Es más, dicha regla de interpretación también se encuentra reconocida en el artículo V


del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional (CPConst.), que establece que:

El contenido y alcances de los derechos constitucionales protegidos por los procesos


regulados en el presente Código deben interpretarse de conformidad con la Declaración
Universal de Derechos Humanos, los tratados sobre derechos humanos, así como de las
decisiones adoptadas por los tribunales internacionales sobre derechos humanos
constituidos según tratados de los que el Perú es parte.

De ahí que este Tribunal[8] haya establecido que la interpretación que realice todo
órgano jurisdiccional del Estado (o que desempeñe funciones materialmente
jurisdiccionales[9]) para determinar el contenido constitucionalmente protegido de los
derechos fundamentales, debe estar obligatoriamente informado por las disposiciones de
los tratados internacionales de derechos humanos y por la interpretación de las mismas
realizada por los tribunales internacionales sobre derechos humanos a través de sus
decisiones.

A esta dimensión interpretativa de los tratados internacionales de derechos humanos,


debe agregarse que el derecho internacional de los derechos humanos forma parte de
nuestro ordenamiento jurídico y detenta rango constitucional[10], por tal razón, este
Tribunal[11] ha afirmado que los tratados que lo conforman y a los que pertenece el
Estado peruano “son Derecho válido, eficaz y, en consecuencia, inmediatamente
aplicable al interior del Estado”. Esto significa en un plano más concreto que los
derechos humanos enunciados en los tratados que conforman nuestro ordenamiento
vinculan a los poderes públicos y, dentro de ellos, ciertamente, al legislador.

23. Lo indicado permite concluir que el adecuado marco de interpretación del derecho a
la seguridad social debe tener en cuenta los diversos tratados relativos a derechos
humanos tanto en lo que se refiere al ámbito universal de protección de los derechos
humanos, como a los instrumentos internacionales del sistema interamericano [12]. En
dicho marco debe tenerse presente el Convenio 102 de la Organización Internacional del
Trabajo (1952)[13], norma mínima de la seguridad social que establece en el artículo 31,

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la obligación de todo Estado Miembro de garantizar a las personas protegidas, el
reconocimiento de las prestaciones que correspondan en caso de accidentes de trabajo o
enfermedades profesionales.

2.3. § La protección de los riesgos profesionales en el ordenamiento jurídico


interno

24. Mediante la Ley 1378, publicada el 3 de julio de 1911, modificada por la Ley 2290,
publicada el 20 de noviembre de 1916, sobre accidentes de trabajo, se reguló
inicialmente la protección contra accidentes de trabajo, con una cobertura limitada para
los trabajadores, disponiéndose, por concepto de indemnización, el pago de una
renta vitalicia o temporal, a cargo del empleador, el cual podía sustituir su obligación de
indemnizar como responsable de los accidentes de trabajo, contratando un seguro
individual o colectivo. Debe advertirse que las normas mencionadas se expidieron antes
de la Constitución de 1920[14], que incluye por vez primera las garantías sociales, por lo
que resulta ser una normativa incipiente en materia de protección de riesgos dentro de la
concepción y evolución de la seguridad social en el Perú, en cuyo diseño la
responsabilidad del empleador permite la contratación de seguros de carácter mercantil.

25. Posteriormente, mediante la Ley 7975, publicada el 21 de enero de 1935, se incluyó


la neumoconiosis o cualquier otra dolencia adquirida por la intoxicación de gases
derivados de productos químicos, entre las enfermedades sujetas a la indemnización por
el empleador, de conformidad con las Leyes 1378 y 2290.

26. Ahora bien, mediante el Decreto Ley 18846, publicado el 29 de abril de 1971, se
dio término al aseguramiento voluntario para establecer la obligatoriedad de los
empleadores de asegurar a sus trabajadores obreros mediante la gestión exclusiva de la
Caja Nacional del Seguro Social Obrero. Su propósito era promover niveles superiores
de vida y una adecuada política social de protección, unificando la cobertura de los
riesgos de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales dentro de la organización
de seguridad social. Las prestaciones cubiertas por este seguro eran otorgadas con la
sola comprobación de la condición de trabajador obrero, sin requerirse un periodo de
calificación, y consistían en: a) asistencia médica general y especial; b) asistencia
hospitalaria y de farmacia; c) aparatos de prótesis y ortopédicos; d) reeducación y
rehabilitación, y e) dinero.

27. Lo anotado guarda coherencia con la evolución de la seguridad social en el Perú. En


efecto, el último considerando del Decreto Ley 18846 señalaba que el Seguro
Obligatorio de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales (SATEP) se crea:

(...) con criterio eminentemente social ajeno a todo espíritu de lucro y con la única
finalidad de defender y cuidar debidamente la salud de los trabajadores (...).

Teniendo en cuento ello, este Tribunal en la STC 0141-2005-PA/TC destacó que “Tal
premisa denota la transición de un modelo de responsabilidad empresarial en el que los
accidentes de trabajo y enfermedades profesionales eran cubiertos directamente por los
empleadores o mediante la contratación de un seguro a favor de tercero, hacia un
modelo de seguro social, en el cual, a diferencia del anterior, la previsión social se

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convierte en un fin del Estado al brindar de manera obligatoria medidas reparadoras a
trabajadores que desarrollan actividades de riesgo, recurriendo al esquema del seguro a
favor de tercero gestionado únicamente por un ente público”.

28. Un elemento importante a señalar es que la promulgación de la norma sobre


accidentes de trabajo y enfermedades profesionales fue el primer paso para integrar un
grupo de dispositivos legales expedidos paulatinamente como parte de una política
estatal en materia de seguridad social. En efecto, el Decreto Ley 19990 [15] creó el
Sistema Nacional de Pensiones, consolidando los regímenes existentes, y mediante el
Decreto Ley 20530[16], se estableció el Régimen de Pensiones y Compensaciones por
Servicios Civiles prestados al Estado no comprendidos en el Decreto Ley 19990. Con
dichas normas se reestructuró la seguridad social en pensiones, mientras que en lo
concerniente a la protección en salud mediante el Decreto Ley 22482[17] se estableció el
Régimen de Prestaciones de Salud de Seguro Social del Perú (sic), que al complementar
la regulación del Decreto Ley 18846, brindó las prestaciones médicas, asistenciales,
recuperadoras y preventivas previstas en dicho texto legal.

29. Mediante la Ley 26790, de Modernización de la Seguridad Social en Salud,[18] se


derogó el Decreto Ley 18846 y se sustituyó su mecanismo operativo por el Seguro
Complementario de Trabajo de Riesgo (SCTR), también de carácter obligatorio, como
una cobertura adicional para los afiliados regulares del Seguro Social de Salud que
realizaran actividades de alto riesgo, autorizando a los empleadores a contratar la
cobertura de los riesgos profesionales indistintamente, y siempre por su cuenta, con la
Oficina de Normalización Previsional (ONP) o con las empresas de seguros
debidamente acreditadas.

En razón de la modificación del mecanismo de protección de los riesgos profesionales,


se posibilita a las aseguradoras privadas que se encarguen de la protección del derecho a
la salud de los trabajadores que realizan actividades de riesgo, estableciéndose que las
reservas y obligaciones por prestaciones económicas del Seguro de Accidentes de
Trabajo y Enfermedades Profesionales, regulado por el Decreto Ley 18846, sean
transferidas al Seguro Complementario de Trabajo de Riesgo administrado por la
ONP (Tercera Disposición Complementaria de la Ley 26790).

30. Por ello es que, teniéndose presente que la Ley de Modernización de la Seguridad
Social en Salud y su Reglamento prevén que el SCTR puede ser contratado con la
ONP o con las empresas de seguros, debe abordarse el diseño de nuestra economía
social de mercado, y el papel que juegan las entidades públicas o privadas encargadas
de brindar las prestaciones, debido a que tiene estrecha relación con la seguridad social
en salud y el derecho a la salud.

3. § La economía social de mercado y el Estado social y democrático de Derecho

31. Este Tribunal ha establecido que de la interpretación sistemática de los artículos 3.°
y 43.° de la Constitución se concluye que el Estado peruano presenta las características
básicas de un Estado social y democrático de Derecho, que se sustenta en los principios
esenciales de dignidad del hombre, libertad, seguridad, propiedad privada, soberanía
popular, separación de las funciones supremas del Estado y reconocimiento de los

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derechos fundamentales. Principios de los que se deriva la igualdad ante la ley y el
necesario reconocimiento de que el desarrollo del país se realiza en el marco de una
economía social de mercado, según lo establece el artículo 58.° de la Constitución
Política.

32. En este contexto, el Estado social y democrático de Derecho busca promover, por
un lado, la existencia de condiciones materiales mínimas para alcanzar sus objetivos (la
defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad), lo cual exige una relación
directa con las posibilidades reales y objetivas del Estado, con una participación activa
de los ciudadanos en el quehacer estatal; y, por otro, la identificación del Estado con los
fines de su contenido social, de forma tal que pueda evaluar, con prudencia, tanto los
contextos que justifiquen su accionar como su abstención, evitando constituirse en
obstáculo para el desarrollo social y la iniciativa y propiedad privada.

33. Ello exige que el Estado –a través de la Administración como gestora pública–
asuma el deber que le impone la Constitución Política en su artículo 44.°, consistente en
“promover el bienestar general que se fundamenta en la justicia y en el desarrollo
integral y equilibrado de la Nación”. El Estado para la consecución de dicho fin debe
emplear todos los medios legítimos y razonables que se encuentren a su alcance,
limitando, condicionando, regulando, fiscalizando y sancionando las actividades de los
particulares hasta donde tenga competencias para ello, sea que éstas se realicen de
forma independiente o asociada.

34. Consecuentemente, en el Estado social y democrático de Derecho, la ratio


fundamentalis no es privativa de los derechos de defensa, es decir, de aquellos cuya
vigencia se encuentra garantizada con una conducta estatal abstencionista, sino que es
compartida también por los derechos de prestación social que reclaman del Estado una
intervención concreta, dinámica y eficiente, a efectos de asegurar las condiciones
mínimas para una vida acorde con el principio de dignidad humana.

35. En efecto, la Constitución reserva al Estado, respecto del mercado, una función
supervisora, correctiva y reguladora, en el entendido que, si bien el ejercicio de la
libertad de los individuos en el mercado debe ser garantizada plenamente, también es
cierto que debe existir un Estado que, aunque subsidiario en esencia, mantenga su
función garantizadora y heterocompositiva, es decir, que en una economía social de
mercado, tanto los particulares como el Estado asuman deberes específicos; en el primer
caso, el deber de ejercitar las referidas libertades económicas con responsabilidad
social, mientras que, en el segundo, el deber de ejercer un rol vigilante, garantista y
corrector, ante las deficiencias y fallas en el desenvolvimiento del mercado.

36. Por ello, el Tribunal Constitucional[19] ha reconocido que la economía social de


mercado parte de la premisa que el mejor sistema para la asignación y distribución de
los recursos es aquel que propicia la concertación libre entre la oferta y la demanda,
puesto que de este modo se promueve el despliegue de las iniciativas de los seres
humanos, se incentiva la competencia creadora y se impulsan las innovaciones
tecnológicas. Al Estado en este esquema le corresponde crear las condiciones mínimas
para que las actividades económicas privadas se desarrollen de manera libre y

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competitiva, procurándoles un marco para su desarrollo eficiente, que redunde en
mejores productos y precios competitivos para los consumidores y usuarios.

37. En suma, la economía social de mercado es representativa de los valores


constitucionales de la libertad y la justicia, y, por ende, es compatible con los
fundamentos axiológicos y teleológicos que inspiran a un Estado social y democrático
de Derecho. En ésta imperan los principios de libertad y promoción de la igualdad
material dentro de un orden democrático garantizado por el Estado.

3.1. § Funciones del Estado en una economía social de mercado

38. La economía social de mercado al referirse a un tipo de organización económica


basada en la iniciativa privada libre y descentralizada, en donde aparecen, de un lado,
los ofertantes de bienes y servicios y, de otro, los consumidores o usuarios, genera que
el Estado cumpla plurales funciones, a saber:

a. Reconoce y efectiviza un conjunto de garantías destinadas a asegurar el goce de las


libertades económicas, los derechos laborales, el derecho a la propiedad de los agentes
económicos y los principios integrantes de la denominada Constitución Económica.
b. Defiende el interés de los consumidores y usuarios como consecuencia de las
relaciones asimétricas con el poder fáctico de las empresas proveedoras, y promueve el
uso sostenible de los recursos naturales para garantizar un ambiente equilibrado y
adecuado al desarrollo de la vida.
c. Mantiene una función reguladora, supervisora y correctiva mediante la
Administración Pública, los organismos constitucionales y/o los organismos
reguladores.
d. Interviene subsidiariamente en el ámbito de la producción, circulación o distribución
de bienes o en la prestación directa de los servicios, sólo cuando se encuentre
fehacientemente acreditado que, por inacción o imperfección de la iniciativa privada,
dicha provisión o suministro no atiende las demandas de la población.
e. Formula planes y programas en materia económica, con sujeción a los principios y
valores democráticos (participación, representación y consenso con los agentes
económicos).
f. Establece políticas legislativas en materia económica y social destinadas a asegurar el
bienestar compartido y armónico de la población, la cual, para efectos económicos, se
constituye por la suma total de los consumidores y usuarios de los bienes y servicios.

3.2. § La protección del derecho a la salud como deber del Estado social y
democrático de Derecho

39. Al respecto, el Tribunal Constitucional[20] ha señalado que dentro de los


componentes del Estado social queda claro que el reconocimiento y la promoción del
derecho a la salud ocupan un papel trascendental, en tanto dicho atributo representa
parte del conglomerado de derechos sociales que bajo la forma de obligaciones se
imponen al Estado a efectos de ser promovido en condiciones materiales y fuentes de
acceso.

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40. Ello es así debido a que el derecho a la salud, reconocido en el artículo 7.° de la
Constitución, comprende no solo el derecho al cuidado de la salud personal, sino
también el acceso a condiciones mínimas de salubridad a fin de vivir una vida digna.
Así, se afirma que el derecho a la salud abarca, por un lado, la atención de salud
oportuna y apropiada, y, por otro, los factores que determinan la buena salud, tales
como el agua potable, la nutrición, la vivienda y las condiciones ambientales y
ocupacionales saludables, entre otros.

41. En efecto, es doctrina reiterada de este Tribunal Constitucional[21] que para


preservar el estado de normalidad orgánica funcional, tanto física como mental, a que
tiene derecho todo ser humano, el Estado tiene el deber-poder de proporcionar y
garantizar el cumplimiento de acciones de conservación y de restablecimiento del
derecho a la salud ante cualquier situación de perturbación de la estabilidad orgánica y
funcional. Para tal efecto, el Estado debe garantizar una progresiva y cada vez más
consolidada calidad de vida, invirtiendo en la modernización y fortalecimiento de todas
las instituciones encargadas de la prestación del servicio de salud, debiendo, para ello,
adoptar políticas, planes y programas en ese sentido.

Por consiguiente, los servicios de salud cobran vital importancia en una sociedad, pues
de su existencia y funcionamiento depende no solo el logro de mejores niveles de vida
para las personas que la integran, sino que incluso en la eficiencia de su prestación se
encuentran en juego la vida y la integridad de los pacientes.

42. En tal sentido, debe precisarse que este Tribunal[22] ha destacado que si la salud es
un derecho cuyas condiciones el Estado se encuentra obligado a promover mediante
políticas, planes y programas, o a garantizar su correcto funcionamiento, en caso de que
estos ya existan, el hecho de que el mismo Estado, o quienes asumen esta tarea desde el
sector privado, opten por decisiones que desconozcan de forma unilateral o irrazonable
la concretización o aplicación de estas políticas, planes y programas, sobre todo para
quienes ya gozan de prestaciones individualizadas, supone un evidente proceder
inconstitucional que en modo alguno puede quedar justificado. O la salud es un derecho
constitucional indiscutible y, como tal, generador de acciones positivas por parte de los
poderes públicos, o simplemente se trata de una opción de actuación discrecional y,
como tal, prescindible de acuerdo con la óptima disponibilidad de recursos. Entre ambas
alternativas, y por lo que ya se ha puntualizado, el Estado social solo puede ser
compatible con la primera de las descritas, pues resulta inobjetable que allí donde se ha
reconocido la condición fundamental del derecho a la salud, deben promoverse, desde el
Estado, condiciones que lo garanticen de modo efectivo, y dispensarse protección
adecuada a quienes ya gocen del mismo.

43. Por otro lado, debe indicarse que numerosos instrumentos internacionales de
derechos humanos reconocen el derecho a la salud como un derecho humano
fundamental de las personas. Así, en el párrafo 1 del artículo 25.º de la Declaración
Universal de Derechos Humanos se afirma que:

toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia
médica y los servicios sociales necesarios.

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Por su parte, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(PIDESC)[23] en el párrafo 1 del artículo 12.º señala que los Estados Partes reconocen:

el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental

Mientras que en el párrafo 2, del artículo 12.º del PIDESC se indican, a título de
ejemplo, diversas medidas que deberán adoptar los Estados Partes a fin de asegurar la
plena efectividad de este derecho. Así, entre las medidas que los Estados Partes deberán
adoptar a fin de asegurar la plena efectividad del derecho al más alto nivel posible de
salud, tenemos:

a) La reducción de la mortinatalidad y de la mortalidad infantil, y el sano desarrollo de


los niños;
b) El mejoramiento en todos sus aspectos de la higiene del trabajo y del medio
ambiente;
c) La prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas, endémicas,
profesionales y de otra índole, y la lucha contra ellas;
d) La creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y servicios
médicos en caso de enfermedad.

44. En tal sentido, debe resaltarse que, de conformidad con el apartado c) del párrafo 2,
del artículo 12.º del PIDESC, una las medidas que el Estado peruano debe adoptar a fin
de asegurar la plena efectividad del derecho al más alto nivel posible de salud, es la
prevención y el tratamiento de la enfermedades profesionales. En tal medida, podemos
afirmar que el Estado peruano ha cumplido dicha obligación internacional al haber
mantenido un seguro complementario de trabajo de riesgo para la protección de los
accidentes de trabajo y enfermedades profesionales.

Respecto al apartado referido, debe tenerse en cuenta que el Comité de Derechos


Económicos, Sociales y Culturales, en su Observación General 14, haprecisado que:

La prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas, endémicas,


profesionales y de otra índole, y la lucha contra ellas" (apartado c) del párrafo 2 del
artículo 12) exigen que se establezcan programas de prevención y educación para hacer
frente a las preocupaciones de salud que guardan relación con el comportamiento, como
las enfermedades de transmisión sexual, en particular el VIH/SIDA, y las que afectan de
forma adversa a la salud sexual y genésica, y se promuevan los factores sociales
determinantes de la buena salud, como la seguridad ambiental, la educación, el
desarrollo económico y la igualdad de género. El derecho a tratamiento comprende la
creación de un sistema de atención médica urgente en los casos de accidentes,
epidemias y peligros análogos para la salud, así como la prestación de socorro en casos
de desastre y de ayuda humanitaria en situaciones de emergencia. La lucha contra las
enfermedades tiene que ver con los esfuerzos individuales y colectivos de los Estados
para facilitar, entre otras cosas, las tecnologías pertinentes, el empleo y la mejora de la
vigilancia epidemiológica y la reunión de datos desglosados, la ejecución o ampliación
de programas de vacunación y otras estrategias de lucha contra las enfermedades
infecciosas.

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45. De todo lo expuesto, se puede concluir que el derecho a la salud tiene como
fundamentos el principio–derecho de dignidad humana, los derechos fundamentales a la
vida y al bienestar, y los valores de igualdad y solidaridad. En tal sentido, debe
resaltarse que la Constitución, para garantizar una vida digna no solo en su faz formal o
existencial, sino también en su dimensión sustancial o material, reconoce los derechos a
la salud y la seguridad social.

46. En tal sentido, el seguro para el trabajador que realiza actividades de riesgo también
encuentra sustento en que un tipo de pensión como ésta conlleva específicamente una
cobertura especial ante una deficiencia física sobreviniente con pleno respeto de su
dignidad, dentro de un régimen dedicado a su protección, atención, readaptación y
seguridad (art. 7.° de la Constitución).

3.3. § El SCTR y las entidades encargadas de brindarlo

47. El artículo 11.º de la Constitución establece que “El Estado garantiza el libre acceso
a prestaciones de salud y a pensiones, a través de entidades públicas, privadas o mixtas.
Supervisa asimismo su eficaz funcionamiento”.

De este modo, el constituyente ha reconocido que las prestaciones de salud y de


pensiones pueden ser otorgadas mediante entidades públicas, privadas y/o mixtas,
poniendo en relieve que el Estado asume un rol supervisor y/o fiscalizador del adecuado
cumplimiento del derecho fundamental al libre acceso a prestaciones de salud y de
pensiones cuando sus prestaciones sean brindadas por entidades privadas y/o mixtas.

48. Por ello, aun cuando el Estado –en ejercicio de su libre configuración política– haya
concedido u autorizado la gestión del servicio a los particulares, con la finalidad de
lograr una mayor eficiencia en la prestación, ello no le resta capacidad de
intervención, pues la garantía de disfrute efectivo de los derechos sociales es una
obligación frente a la cual el Estado no puede verse ajeno; de ahí que aun subsista el
deber estatal de garantizarlo, regularlo y vigilarlo, para procurar que se materialice el
componente social del modelo económico previsto por la Constitución.

49. El SCTR otorga cobertura adicional por accidentes de trabajo y enfermedades


profesionales a los afiliados regulares del Seguro Social de Salud, sean empleados u
obreros, eventuales, temporales o permanentes. Es obligatorio y por cuenta de las
entidades empleadoras que desarrollan las actividades de alto riesgo señaladas en el
Anexo 5 del Decreto Supremo 009-97-SA.

De esta manera, el SCTR constituye un sistema especializado de protección del Seguro


Social de Salud que otorga cobertura adicional a los afiliados regulares que laboran en
actividades de alto riesgo, brindando prestaciones de salud y económicas por
contingencias derivadas de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales no
cubiertas por el régimen de pensiones a cargo de la ONP y/o AFP.

4. § Criterios desarrollados por el Tribunal Constitucional en materia de


protección de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales

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55. La modificación del régimen de protección de riesgos profesionales (accidentes y
enfermedades profesionales) ha generado diversas situaciones relacionadas con la
aplicación de la normativa, tanto de aquella dictada con ocasión de la transición de un
mecanismo asegurador a otro, como de la derivada de la protección de los riesgos
acaecidos durante la vigencia de la Ley 26790.

56. Este Colegiado al conocer las controversias referidas a la aplicación del Decreto
Ley 18846 o de la Ley 26790 se ha encontrado con la siguiente problemática:

a) Prescripción de la pensión vitalicia.


b) Ámbito de protección del Decreto Ley 18846 y del Decreto Supremo 002-72-TR.
c) La acreditación de la enfermedad profesional.
d) La acreditación de la enfermedad profesional mediante certificados médicos
particulares.
e) Percepción simultánea de pensión vitalicia o pensión de invalidez y remuneración:
supuesto de compatibilidad e incompatibilidad.
f) La existencia del nexo o relación de causalidad para acreditar que la hipoacusia
es una enfermedad profesional.
g) El arbitraje en el SCTR y la excepción de convenio arbitral.
h) La pensión mínima del Decreto Legislativo 817 y su relación con la pensión
vitalicia por enfermedad profesional.

57. Este Colegiado considera que es momento de efectuar una evaluación integral del
tratamiento jurisprudencial sobre la protección de los riesgos profesionales, en vez de
seguir expidiendo pronunciamientos sin hacer un enfoque de conjunto que abarque,
tanto a los que intervienen en la relación jurídica de seguridad social como al propio
Estado, porque, de no hacerlo, es probable que la finalidad última de los procesos
constitucionales no sea cumplida a cabalidad y no se solucionen adecuadamente las
vulneraciones que se alegan. Debe recordarse que la supremacía de la
Constitución obliga a que toda la actividad de los organismos públicos y de los
particulares se oriente hacia su realización.

4.1. § Prescripción de la pensión vitalicia

58. Sobre el particular, el artículo 13.º del Decreto Ley 18846 establecía que:

Fíjase como plazo de prescripción para demandar a la Caja Nacional del Seguro Social
Obrero las prestaciones debidas por este régimen, el término de 3 años, computados
desde la fecha de acaecimiento del riesgo. Si el servidor continuare trabajando para el
mismo empleador, el término de prescripción se contará a partir de la fecha de cese en
el trabajo.

59. Respecto al plazo de prescripción establecido por el artículo 13.º del Decreto Ley
18846, debe señalarse que este Tribunal durante el desarrollo de su jurisprudencia ha
elaborado cuatro criterios para desestimar la aplicación del plazo de prescripción
cuando se solicite el otorgamiento de una pensión vitalicia.

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60. Así, en el primer criterio, este Tribunal[24] para desestimar la aplicación del artículo
13.º del Decreto Ley 18846, que era propuesto como una excepción de prescripción,
señaló que:

En cuanto a la excepción de prescripción extintiva, es de aplicación lo establecido por el


artículo 1989° del Código Civil, en el sentido de que, por la naturaleza del derecho, no
prescribe la acción.

61. Posteriormente, se desarrolló un segundo criterio[25], en el que se consideró que el


artículo 13.º del Decreto Ley 18846 al ser una disposición que fue emitida antes de la
Constitución Política de 1993 debía ser interpretada conforme a ésta; razón por la cual
el derecho a una pensión vitalicia no prescribía. Así, se señaló que:

(...) esta disposición al ser preconstitucional debe interpretarse desde la actual


Constitución. Así, en materia pensionaria y de seguridad social, los derechos adquiridos
no prescriben, conforme al artículo 10° y la Primera Disposición Final y Transitoria
de la Constitución Política.

62. En el tercer criterio, este Tribunal[26] señaló que la mencionada disposición contiene
dos presupuestos legales para la aplicación del plazo de prescripción, a saber:

a) El primer presupuesto establecía que se contabiliza el plazo de prescripción a partir


del acaecimiento del riesgo, esto es, desde la fecha de determinación de la incapacidad o
enfermedad profesional.
b) El segundo presupuesto estipula que el citado plazo se computa a partir de la fecha
de cese, cuando el trabajador continúa laborando a pesar de haberse determinado la
incapacidad o enfermedad profesional.

63. Finalmente, el cuarto y último criterio vinculante desarrollado por este Tribunal es
el contenido en la STC 0141-2005-PA, en el que se deja de lado el criterio de los
presupuestos legales para la aplicación del plazo de prescripción por considerarse
contrario al contenido esencial del derecho a la pensión. Así, se señaló que:

(...) la aplicación de los presupuestos contenidos en el artículo 13 del Decreto Ley


18846 podría conllevar, de darse el caso, una restricción irrazonable en el acceso a una
pensión vitalicia por incapacidad laboral que no se condice con el contenido esencial del
derecho a la pensión que este Tribunal ha delimitado, inicialmente, en la STC 0050-
2004-AI, 0051-2004-AI, 0004-2005-AI, 0007-2005-AI y 0009-2005-AI (acumulados) y
luego en la STC 1417-2005-PA.

Asimismo, en la sentencia referida el Tribunal consideró que el artículo 13.º del Decreto
Ley 18846 era contrario a los artículos 1.º y 12.º de la Constitución Política de 1979 y al
artículo 9.º del PIDESC. En este sentido, se precisó que:

(...) las disposiciones que limitan el acceso progresivo a las prestaciones de seguridad
social, tal como era el caso de lo dispuesto en el artículo 13 del Decreto Ley 18846,
debieron entenderse inaplicables por incompatibilidad con la norma constitucional.

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En consecuencia, (...) a partir de la vigencia de la Constitución de 1979, la
Administración no deberá rechazar el otorgamiento de la pensión vitalicia por
incapacidad laboral (antes renta vitalicia), amparándose en el vencimiento de plazos de
prescripción.

4.2. § Ámbito de protección del Decreto Ley 18846 y del Decreto Supremo 002-72-
TR

64. Al respecto, debe precisarse que el artículo 2.º del Decreto Ley 18846 estableció el
ámbito de protección que otorgaba el seguro de accidentes de trabajo y enfermedades
profesionales. Así, se estableció:

Artículo 2.- Son asegurados obligatorios, a los efectos previstos por este Decreto Ley:
a) Los trabajadores obreros de la actividad privada y de las empresas de propiedad
social, los pescadores y los del servicio doméstico, cualquiera que sea la persona para la
cual presten servicios; y
b) Los trabajadores obreros del Sector Público, no comprendidos en el Decreto-Ley Nº
11377.

65. De una lectura del artículo transcrito se puede deducir que el seguro de accidentes
de trabajo y enfermedades profesionales impuesto obligatoriamente por elDecreto Ley
18846 protegía a los trabajadores obreros de la actividad privada, mas no a los
trabajadores empleados.

Sin embargo, dicha interpretación literal del artículo referido no es la más adecuada, ya
que la protección superlativa que se buscó otorgar con el seguro de accidentes de trabajo
y enfermedades profesionales a los trabajadores que realizaban actividades de riesgos se
vería menguada. Por ello, este Tribunal cuando ha delimitado el ámbito de protección
del artículo referido ha tenido en cuenta: a) si el demandante se desempeñó en el mismo
centro de trabajo como obrero y empleado; b) la enfermedad profesional que padece; y
c) que en la actualidad la cobertura del SCTR protege tanto a los obreros como a los
empleados.

66. En este sentido, debe resaltarse que este Tribunal en la STC 1008-2004-AA ha
enfatizado que no se pierde el derecho a una pensión vitalicia por laborar como
empleado, siempre y cuando se haya laborado antes como obrero en el mismo centro de
trabajo. Así, se señaló que:

(...) el actor no pierde su derecho por haberse desempeñado como empleado en el


mismo centro de trabajo, durante el periodo comprendido entre el 1 de febrero de 1978
y el 15 de mayo de 1993, toda vez que ello no menoscaba el riesgo al que estuvo
expuesta su salud en su desempeño como obrero, ya que, como se ha manifestado, los
síntomas de la enfermedad profesional que padece no tienen un desarrollo y evolución
preestablecidos, pero su origen sí está determinado en el periodo de riesgo laboral, más
aún cuando la normativa vigente ha dejado de lado la diferenciación entre obreros y
empleados, y ha incorporado, expresamente, a quienes se desempeñan como empleados
dentro de la cobertura por accidentes de trabajo y enfermedades profesionales.

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67. En igual sentido, este Tribunal, en la STC 276-2004-AA, enfatizó que el
demandante no perdía su derecho a una pensión vitalicia por haberse desempeñado
como empleado, pues cuando inició sus labores en el mismo centro de trabajo era
obrero, y lógicamente se encontraba asegurado por el seguro de accidentes de trabajo y
enfermedades profesionales. Además, porque su actividad como empleado no
menoscaba el riesgo al que estuvo expuesta su salud en su desempeño como obrero.

Asimismo, se consideró que la normativa vigente ha dejado de lado la diferenciación


entre obreros y empleados, y ha incorporado, expresamente en la cobertura del SCTR, a
quienes se desempeñan como empleados.

4.3. § La acreditación de la enfermedad profesional

68. Al respecto, debe tenerse presente que el artículo 61.º del Decreto Supremo 002-72-
TR establecía que:

Las incapacidades permanentes a que den lugar las enfermedades profesionales serán
declaradas por “Comisiones Evaluadoras de Incapacidades” integradas por tres médicos
de la Caja Nacional de Seguro Social, nombrados por el Gerente General.

69. En tal sentido, la verificación del estado de incapacidad producido por


una enfermedad profesional, así como el nexo de causalidad entre el trabajo y la
enfermedad, constituyó el elemento determinante para el otorgamiento de la pensión
vitalicia conforme al Decreto Ley 18846, pues a diferencia de lo que ocurre con la
pensión de invalidez prevista en el Decreto Ley 19990, que requiere para su
otorgamiento, además de la acreditación del estado de incapacidad laboral, la
comprobación de aportaciones al Sistema Nacional de Pensiones.

70. Por ello, cuando se sometieron a conocimiento de este Tribunal pretensiones


referidas al otorgamiento de una pensión vitalicia por enfermedad profesional el criterio
utilizado para la comprobación de la enfermedad partió por sostener la existencia de una
norma general aplicable a las pensiones de invalidez. En ese sentido, se señaló que a
partir del artículo 26.º del Decreto Ley 19990, modificado por la Ley 27023, para
acreditar la calidad de inválido “basta la presentación del Certificado Médico de
Invalidez emitido por el Instituto Peruano de Seguridad Social –hoy ESSALUD–, los
establecimientos de salud pública del Ministerio de Salud o las Entidades Prestadoras de
Salud constituidas según Ley N.° 26790, de acuerdo al contenido que la ONP apruebe,
previo examen de una Comisión Médica nombrada, para tal efecto, en cada una de
dichas entidades.”[27]

Bajo dicha premisa, y atendiendo a que la Comisión Técnica del artículo 30.º del
Decreto Supremo 003-98-SA no se constituyó, “debió procederse de acuerdo con lo
expuesto en la Cuarta Disposición Transitoria del referido Decreto Supremo, que
establece la posibilidad de determinar la existencia de enfermedad profesional
empleando la lista y criterios utilizados en el Reglamento aprobado por Decreto
Supremo N.° 002-72-TR, el mismo que en su artículo 60.° reconoce la neumoconiosis
como enfermedad profesional.”[28] Puede observarse que si bien la decisión parte de
reconocer la existencia de un mecanismo para verificar la enfermedad, se recurre a una

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comprobación de la misma en virtud de una falta de implementación en la conformación
de la entidad competente.

71. El criterio esbozado permitió la acreditación de la enfermedad profesional con


exámenes médicos, los que eran apreciados en aplicación del artículo 191.º y siguientes
del Código Procesal Civil, referidos a los medios de prueba, teniendo en cuenta,
principalmente, que su finalidad es acreditar los hechos, producir certeza en el juzgador
y permitirle fundamentar sus decisiones. En esa línea el Tribunal[29] concluía en muchos
de sus fallos: “En consecuencia, de conformidad con los artículos 191º y siguientes del
Código Procesal Civil, el examen médico (...) cumple su objetivo requerido (...)”. En
dichos casos la solución adoptada se situaba dentro de los alcances de valoración de la
prueba, en donde importa la comprobación de la enfermedad sin que sea relevante hacer
alguna precisión sobre la competencia de la entidad que lo emitió. Por ello, cuando el
Tribunal evaluó, en algunos casos, el dictamen médico emitido por la Comisión
Médica de Evaluación de Incapacidades de EsSalud, cuando era el único documento
aportado al proceso para acreditar la enfermedad profesional, el Tribunal consideraba
que ésta se encontraba acreditada.[30]

72. Los criterios relacionados con la acreditación de la enfermedad profesional –


descritos supra– también sirvieron para que el Tribunal Constitucional consolidara las
reglas de procedencia, el grado de incapacidad generada por la enfermedad según su
estadio de evolución y el reajuste del monto de la pensión de invalidez percibida
conforme se acentuaba la enfermedad y se incrementaba la incapacidad laboral.[31] En
dichos pronunciamientos se ingresaba al análisis del caso concreto y se evaluaba el
examen médico ocupacional que practicaba la Dirección General de Salud Ambiental –
Salud Ocupacional del Ministerio de Salud, de conformidad con el artículo 191.º del
Código Procesal Civil, precisando que no es exigible la certificación por la Comisión
MédicaEvaluadora de Incapacidades de EsSalud. En tal sentido, al no consignarse en el
documento médico el grado de incapacidad física laboral de los solicitantes se
interpretó, en defecto de un pronunciamiento médico expreso, que los diversos grados
de evolución de la neumoconiosis (silicosis) se determinan en función de la regulación
que sobre el particular contenía el Decreto Ley 18846, su norma reglamentaria y el
Decreto Supremo 003-98-SA.

73. Posteriormente, en atención a las denuncias públicas de falsificación de certificados


médicos a las que el Tribunal no se mantuvo ajeno, en uso de sus atribuciones y para
mejor resolver, solicitó a las entidades emisoras la historia clínica que sustentaba la
enfermedad en cuestión, a fin de corroborar su autenticidad.[32] De este modo, se buscó,
en el contexto descrito, confirmar la información contenida en los certificados médicos
pues era evidente la existencia de un elemento perturbador en la evaluación de los
medios probatorios con los que se pretendía el reconocimiento de una prestación
pensionaria relacionada con la incapacidad, lo que en cierta medida dificultaba cumplir
a cabalidad con la finalidad de los medios de prueba, esto es, crear certeza en el
juzgador respecto al elemento esencial para el otorgamiento de la pensión de invalidez y
con ello salvaguardar el derecho fundamental lesionado.

74. Lo anotado lleva a sostener que el Tribunal Constitucional considera que


legislativamente se han establecido mecanismos para acreditar la incapacidad laboral y

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los entes competentes para determinarla. Sin embargo, la posibilidad de demostrar la
enfermedad profesional con certificados médicos que se apartan del diseño legislativo
se originó en la inoperatividad de los entes involucrados en el reconocimiento de las
pensiones, lo que conllevó a que en la búsqueda de la adecuada protección del derecho
fundamental se recurriera a mecanismos alternos, los que, tal como puede observarse,
han merecido ajustes en más de una ocasión, siempre para preservar la eficacia del
derecho fundamental a la pensión. En tal medida, este Colegiado considera que la
situación descrita, que operó casi como una excepción a la regla, no puede convertirse
en un estado permanente sino que debe adoptarse, por parte de las entidades
involucradas, un compromiso en el cumplimiento de las funciones y competencias
asignadas en tanto solo así la defensa de los derechos fundamentales tendrá un
verdadero sentido en el Estado social y democrático de Derecho. Es deber del Estado
brindar convenientes servicios a la ciudadanía y esto incluye la obligación que tienen las
entidades de cumplir adecuadamente con las funciones que le han sido asignadas. De
este modo disminuirían las arbitrariedades que comete la Administración y el ciudadano
podrá recobrar esa confianza en sus instituciones, lo que permitiría que el aparato estatal
funcione de manera ordenada.

4.4. § La acreditación de la enfermedad profesional mediante certificados


médicos particulares

75. Sobre este punto, el Tribunal[33] ha sido enfático en afirmar que solamente los
exámenes médicos ocupacionales, certificados médicos o dictámenes médicos
expedidos por entidades públicas competentes pueden acreditar de manera suficiente el
padecimiento y el grado de incapacidad laboral por enfermedad profesional, por lo
que los informes emitidos por organismos privados o médicos particulares no
constituyen prueba idónea de la existencia de una enfermedad profesional y consecuente
incapacidad laboral.

En este sentido, en la STC 05846-2006-PA este Tribunal para desestimar la demanda de


amparo advirtió que:

(...) el recurrente presenta como medio probatorio para acreditar la enfermedad


profesional y con ello demostrar la titularidad del derecho a la pensión, el informe
emitido por el Instituto de Investigación de Enfermedades Profesionales Mineras
(Invepromi), de fecha 19 de noviembre de 2004, es decir, un informe evacuado por un
organismo particular; por ello, no constituye prueba fehaciente de la existencia de una
enfermedad profesional (cf. STC 02798-2005-PA, FJ 5), en tanto no se trata de un ente
público competente autorizado para determinar una incapacidad laboral o certificar el
padecimiento de enfermedad profesional.

4.5. § Percepción simultánea de pensión vitalicia o pensión de invalidez y


remuneración: supuesto de compatibilidad e incompatibilidad

76. Esta problemática fue abordada por el Tribunal[34] cuando desarrolló el criterio de
los dos presupuestos legales para la aplicación del plazo prescriptorio del artículo 13.º
del Decreto Ley 18846. Así, en un primer momento, se consideró que bajo ningún

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supuesto resulta compatible la percepción simultánea de pensión vitalicia y
remuneración.

En tal sentido, en la STC 01693-2004-AA/TC se estableció que:

El segundo presupuesto estipula que el citado plazo se computa a partir de la fecha de


cese, cuando el trabajador continúa laborando a pesar de haberse determinado la
incapacidad; ello, en virtud de la incompatibilidad existente entre la percepción de una
prestación pensionaria y la prestación de servicios efectivos y remunerados.

77. Posteriormente, el Tribunal[35] ha considerado que no resulta incompatible percibir


pensión vitalicia y remuneración, porque ambas prestaciones son de naturaleza distinta.
En este sentido, en la STC 0548-2004-AA/TC se ha señalado que:

(...) el goce de las prestaciones dispuestas por el Decreto Ley N.° 18846 no resulta
incompatible con la percepción de ingresos remunerativos o pensionarios debido a su
naturaleza indemnizatoria, y no pensionaria.

78. Asimismo, debe señalarse que este Tribunal ha considerado que el otorgamiento de
una pensión vitalicia no procede cuando el demandante padece de incapacidad
permanente parcial y continúa laborando. En este sentido, en la STC 00048-2005-PA
para desestimar la demanda se señaló que:

(...) existen documentos contradictorios, pues la alegada enfermedad causa incapacidad


permanente parcial para realizar las tareas habituales del trabajo, lo cual no ha ocurrido
en el presente caso, ya que el demandante continúa laborando, por lo que corresponde
desestimar la presente demanda; sin embargo, debe dejarse a salvo el derecho que
pudiera corresponder al recurrente, a fin de que lo haga valer en una vía que cuente con
etapa probatoria.

4.6. § La existencia del nexo o relación de causalidad para acreditar que


la hipoacusia es una enfermedad profesional

79. En principio, debe tenerse presente que la hipoacusia (disminución del nivel de
audición: sordera), como enfermedad, puede padecerla cualquier persona expuesta a
ruido de forma repetida. Por ende, la hipoacusia puede ser tanto una enfermedad común,
generada como consecuencia de la exposición continua al ruido, como una enfermedad
profesional, causada por la exposición a agentes físicos.

80. Por ello, cuando este Tribunal[36] ha evaluado procesos de amparo en los que se
solicita el otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al Decreto Ley 18846 por
padecer de hipoacusia, previamente ha considerado necesario determinar si la
hipoacusia es o no de origen ocupacional a efectos de generar el derecho a una pensión
vitalicia o una pensión de invalidez por enfermedad profesional.

81. De ahí que, para establecer el origen laboral de la hipoacusia, sea necesario
acreditar el nexo o relación de causalidad entre las condiciones de trabajo y la

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enfermedad, es decir, la conexión real de causa – efecto que debe existir entre el trabajo
y la enfermedad que se padece. Para ello se tendrá en cuenta qué funciones
desempeñaba el demandante en su puesto de trabajo, el tiempo transcurrido entre la
fecha de cese y la fecha de determinación de la enfermedad, además de las condiciones
inherentes al propio lugar de trabajo.

En este sentido, en la STC 02692-2005-PA para desestimar la demanda, este Tribunal


advirtió que el demandante no había acreditado el nexo o relación de causalidad entre el
trabajo desarrollado y la enfermedad de hipoacusia que padecía. Así se señaló que:

11. (...) con el certificado de trabajo y la carta expedida por la Empresa


Minera Shougang Hierro Perú S.A.A., obrantes de fojas 4 a 6, se acredita que el
demandante, durante el desempeño de sus (...) labores, no estuvo expuesto a ruidos
permanentes causantes de enfermedad de hipoacusia, ya que la referida carta dice que
el demandante realizaba “trabajos de supervisión de las actividades de recepción,
almacenamiento, conservación de materiales y suministros en Almacenes de San Juan y
San Nicolás, además de la carga y descarga de los barcos que transportan insumos y
carga general de la empresa” [2]; además, se precisa que la contaminación ambiental del
área de trabajo del demandante provenía del “polvo, humedad, presencia de olores
desprendidos por los materiales almacenados”.[3]

12. (...) el demandante cesó en sus actividades laborales el 3 de noviembre de 1992 y


que la enfermedad de hipoacusia que padece le fue diagnosticada el 18 de agosto de
2003, es decir después de 10 años de haber ocurrido el cese, por lo que no es posible
determinar la relación de causalidad antes referida.

13. (...) en el examen médico ocupacional presentado por el demandante no se


determina que la enfermedad de hipoacusia que padece sea consecuencia directa de la
exposición a factores de riesgos inherentes a su actividad laboral.

14. En consecuencia, aun cuando el demandante adolece de hipoacusia bilateral, no se


acredita que esta enfermedad sea consecuencia de la exposición a factores de riesgo
propios de su actividad laboral, motivo por el cual no es posible acoger la demanda.

4.7. § El arbitraje en el SCTR y la excepción de convenio arbitral

82. El SCTR prevé el arbitraje como un mecanismo alternativo para la solución de


las controversias que pueda generar la ejecución del contrato de seguro complementario
de trabajo de riesgo. En tal sentido, el artículo 9.º del Decreto Supremo 003-98-SA
establece que:

La sola suscripción de un contrato de seguro complementario de trabajo de riesgo, bajo


cualquiera de sus coberturas, implica el sometimiento de las partes contratantes, así
como de los ASEGURADOS Y BENEFICIARIOS a las reglas de conciliación y
arbitraje a que se refieren los Artículos 90 y 91 del Decreto Supremo N° 009-97-SA y la
segunda disposición complementaria del Decreto Supremo N° 006- 97-SA conforme al
cual se resolverán en forma definitiva todas las controversias en las que se encuentren
involucrados intereses de los ASEGURADOS, BENEFICIARIOS, INSTITUTO

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PERUANO DE SEGURIDAD SOCIAL, OFICINA DE NORMALIZACIÓN
PREVISIONAL, ENTIDADES PRESTADORAS DE SALUD, ASEGURADORAS Y
ENTIDADES EMPLEADORAS.

83. Al respecto, debe señalarse que este Tribunal en los procesos de amparo
referidos al otorgamiento de una pensión de invalidez conforme a la Ley26790, Decreto
Supremo 009-97-SA y al Decreto Supremo 003-98-SA, en los que se plantea la
excepción de arbitraje o de convenio arbitral, ha establecido que dicha excepción resulta
desestimable, debido a que el acceso a una pensión de invalidez por enfermedad
profesional no es una materia arbitrable, ya que ésta constituye una concreción del
derecho a la salud que tiene el carácter de indisponible.

En este sentido, en la STC 07627-2005-PA/TC se ha señalado que:

(...) tratándose de un derecho de carácter indisponible como lo es el derecho a la salud,


la excepción opuesta debe ser desestimada, conforme al artículo 1 de la Ley General de
Arbitraje, 26752, por cuanto se invoca la conculcación de un derecho fundamental del
cual depende la subsistencia del accionante (...).

84. Asimismo, este Tribunal también ha desestimado la excepción de arbitraje,


argumentando que el acceso a una pensión de invalidez conforme a la Ley26790 al
formar parte del contenido constitucionalmente protegido por el derecho a la pensión,
que guarda vinculación con los derechos a la vida y a la salud, tiene el carácter de
indisponible para las partes, puesto que de él depende la subsistencia del asegurado
invalido.

En este sentido, en la STC 07641-2005-PA/TC se ha indicado que:

(...) la importante vinculación que el derecho a la pensión guarda con otros derechos
fundamentales –como son la vida y la salud–, puesto que de él depende la subsistencia
de la recurrente, evidencia su carácter indisponible. En consecuencia, y de conformidad
con el artículo 1° de la Ley General de Arbitraje, N.º 26572, la excepción de arbitraje
propuesta en el presente caso debe ser desestimada puesto que no se encuentra en
discusión un derecho de carácter disponible por las partes.

4. 8. § La pensión mínima del Decreto Legislativo 817 y su relación con la pensión


vitalicia por enfermedad profesional

85.La Cuarta Disposición Complementaria del Decreto Legislativo 817 señala:

Cuarta.- Establézcase, para los regímenes a cargo de la ONP, los niveles de pensión
mínima mensual que se señalan a continuación:

a) Para pensionistas por derecho propio


. Con 20 o más años de aportación : S/.200
. Entre 10 y 19 años de aportación : S/.160
. Entre 5 y 9 años de aportación : S/.120
. Con menos de 5 años de aportación : S/.100

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b) Para pensionistas por derecho derivado, se aplicará lo dispuesto por el régimen legal
que corresponda, considerando como pensión del causante los montos mínimos
señalados en el inciso anterior. Por excepción, en el caso de las pensiones de derecho
derivado vigentes a la fecha de publicación de la presente ley se considerará como
pensión mínima del causante un monto de : S/.200

c) Para pensionistas por invalidez : S/. 200

86. Pues bien, cabe señalar que la aplicación de la Cuarta


Disposición Complementaria del Decreto Legislativo 817 no ha sido interpretada de
manera correcta por los beneficiarios del Decreto Ley 18846, ya que se iniciaron
procesos de amparo[37] en los que los demandantes solicitaron el incremento de su
pensión vitalicia conforme a los montos de pensiones mínimas establecidos por la
disposición referida.

87. Sin embargo, este Tribunal ha señalado que dicha disposición no es aplicable a
los beneficiarios del Decreto Ley 18846, debido a que el otorgamiento de las pensiones
del Decreto Ley 19990 se encuentra condicionado al cumplimiento
de los requisitos legales para su goce (aportes y/o edad) y financiado por
las aportaciones del trabajador y del empleador, mientras que el otorgamiento de la
pensión vitalicia del Decreto Ley 18846 se encuentra condicionado al grado de
incapacidad que produce un accidente de trabajo o una enfermedad profesional y se
sustenta en el seguro obligatorio contratado por el empleador.

En este sentido, en la STC 08044-2006-PA/TC se ha precisado que:

(...)las prestaciones se financian con fuentes distintas e independientes y


se encuentran previstas para cubrir riesgos y contingencias diferentes,
seconcluye que el riesgo de jubilación cubierto por el Sistema Nacional de Pensiones y l
os otros regímenes previsionales especiales concordantescon éste, es independiente del r
iesgo de invalidez por incapacidad laboral producida por accidentes de trabajo o enferm
edades profesionales,regulada actualmente por el Seguro Complementario de Trabajo de
Riesgo Obligatorio,
al punto tal que no es incompatible percibirsimultáneamente una pensión de jubilación d
el Sistema Nacional de Pensiones y una pensión vitalicia (antes pensión vitalicia)
del Seguro Complementario de Trabajo de Riesgo.

5. § Nuevos criterios desarrollados por el Tribunal Constitucional en materia de


protección de riesgos profesionales

88. Este Tribunal, teniendo presente que los criterios desarrollados en los
fundamentos 55 a 87 supra, en algunos casos son reiterados; en otros contradictorios, y
en otros muy amplios, considera necesario racionalizar los criterios jurisprudenciales
que ha desarrollado respecto a la aplicación del Decreto Ley 18846 y de la Ley 26790.
Para ello, en algunos casos, ha de reiterar la jurisprudencia, y en otros, complementarla
y desarrollar nuevos principios.

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5.1. § Prescripción de la pensión vitalicia

89. En este punto, se ha de reiterar el criterio establecido en la STC 0141-2005-PA, en


la que este Tribunal señaló que el plazo de prescripción del artículo 13.º del Decreto
Ley 18846 para solicitar el otorgamiento de una pensión vitalicia al ser una disposición
que limita el acceso progresivo a las prestaciones de seguridad
social resulta incompatible con el artículo 101.º de la Constitución Política de 1979, el
artículo 9.º del PIDECS y los artículos 10.º y 11.º de la Constitución de 1993, por lo que
debe entenderse inaplicable por incompatibilidad con la norma constitucional.

90. En consecuencia, a partir de la vigencia de la Constitución de 1979, la


Administración no deberá rechazar el otorgamiento de la pensión vitalicia por
incapacidad laboral (antes renta vitalicia), amparándose en el vencimiento de plazos de
prescripción del artículo 13.º del Decreto Ley 18846.

91. Por lo tanto, el Tribunal ratifica el criterio expuesto en el fundamento 63 supra, y


señala como regla que: no existe plazo de prescripción para solicitar el otorgamiento de
una pensión vitalicia conforme al Decreto Ley 18846, ya que el acceso a una pensión
forma parte del contenido constitucionalmente protegido por el derecho fundamental a
la pensión, que tiene, como todo derecho fundamental, el carácter de imprescriptible.

5.2. § Ámbito de protección del Decreto Ley 18846 y del Decreto Supremo 002-72-TR

92. Respecto al ámbito de protección del Decreto Ley 18846, debe señalarse que el
SATEP protegía a todos los trabajadores obreros estables o eventualesde la actividad
privada, de las empresas de propiedad social y del sector público, no comprendidos en
el Decreto Ley 11377, así como a los pescadores, debido a que la Caja Nacional del
Seguro Social Obrero asumió exclusivamente la cobertura del SATEP.

93. Sin embargo, ello no significa que los trabajadores empleados se hayan encontrado
desprotegidos por el acaecimiento de accidentes de trabajo o por el padecimiento de
enfermedades profesionales, ni que algunos trabajadores empleados se encuentren
protegidos por el SATEP.

En este sentido, el Tribunal Constitucional ratifica el criterio expuesto en los


fundamentos 66 y 67 supra, y señala como regla que: no se pierde el derecho a una
pensión vitalicia por laborar como empleado, siempre y cuando se haya laborado antes
como obrero en el mismo centro de trabajo y durante la vigencia del Decreto Ley
18846, toda vez que el trabajo desempeñado como empleado no menoscaba el riesgo al
que estuvo expuesta la salud durante el desempeño del trabajo como obrero.

94. Asimismo, también debe señalarse como regla que: los trabajadores empleados que
nunca fueron obreros, o si lo fueron pero no en el mismo centro de trabajo en que se
desempeñan como empleados, se encuentran protegidos por la pensión de invalidez del
Decreto Ley 19990 que en su inciso d) del artículo 25.º señala que el asegurado tiene
derecho a una pensión de invalidez cuando se haya producido por accidente común o de
trabajo, o enfermedad profesional, siempre que a la fecha de producirse el riesgo haya

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estado aportando, en concordancia con lo previsto por el artículo 29.º del Decreto
Supremo 011-74-TR.

95. Finalmente, resulta conveniente precisar que la Ley 26790 y el Decreto Supremo
009-97-SA consideran como asegurados obligatorios o regulares del SCTR a la
totalidad de los trabajadores (obreros y empleados) del centro de trabajo en el cual se
desarrollan las actividades de riesgo previstas en el Anexo 5 del Decreto Supremo 009-
97-SA, así como todos los demás trabajadores de la empresa que, no perteneciendo a
dicho centro de trabajo, se encuentren regularmente expuestos al riesgo de accidente de
trabajo o enfermedad profesional por razón de sus funciones.

5.3. § Entidad competente para la acreditación de la enfermedad profesional

96. En el caso de la calificación de pensiones de invalidez conforme a lo establecido


por el artículo 26.º del Decreto Ley 19990, es la Comisión MédicaEvaluadora de
Incapacidades de los establecimientos de salud pública del Ministerio de Salud o de las
Entidades Prestadoras de Salud o de EsSalud, el órgano competente para realizar la
evaluación médica y establecer mediante un dictamen la incapacidad laboral del posible
beneficiario. Esta forma en que opera el reconocimiento de las pensiones de invalidez
en el Sistema Nacional de Pensiones es aplicable, mutatis mutandi, a las pensiones de
invalidez por enfermedad profesional del Decreto Ley 18846, cuya regulación
primigenia establecía que la renta se encontraba sujeta a la declaración de incapacidad
practicada por una Comisión Evaluadora de Incapacidades[38]. Tal circunstancia,
evidencia que en un contexto de adecuado funcionamiento de las instituciones,
organismos y dependencias estatales, la evaluación médica debería ser practicada por el
órgano llamado por ley, sin que el juzgador o el justiciable tenga que verse obligado a
acudir a mecanismos alternos que en la práctica no han funcionado y han convertido el
derecho a la pensión en impracticable.

97. Por lo tanto, el Tribunal Constitucional establece como regla nueva que: en los
procesos de amparo referidos al otorgamiento de una pensión vitalicia conforme al
Decreto Ley 18846 o pensión de invalidez conforme a la Ley 26790 la enfermedad
profesional únicamente podrá ser acreditada con un examen o dictamen médico emitido
por una Comisión Médica Evaluadora de Incapacidades del Ministerio de Salud, de
EsSalud o de una EPS, conforme lo señala el artículo 26.º del Decreto Ley 19990.
Debiéndose tener presente que si a partir de la verificación posterior se comprobara que
el Certificado Médico de Invalidez es falso o contiene datos inexactos, serán
responsables de ello penal y administrativamente, el médico que emitió el certificado y
cada uno de los integrantes de las Comisiones Médicas de las entidades referidas, y el
propio solicitante.

Ello no quiere decir que los exámenes médicos ocupacionales, certificados médicos o
dictámenes médicos expedidos por los entes públicos competentes no colegiados no
tengan plena eficacia probatoria, sino que en los procesos de amparo ya no constituyen
el medio probatorio suficiente e idóneo para acreditar el padecimiento de una
enfermedad profesional o el incremento del grado de incapacidad laboral, por lo que, de
ser el caso, pueden ser utilizados como medios probatorios en los procesos contencioso-

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administrativos, en los que existe una estación probatoria en la que se puede dilucidar
ampliamente la idoneidad del documento médico.

5.4. § Percepción simultánea de pensión vitalicia o pensión de invalidez y


remuneración: supuestos de compatibilidad e incompatibilidad

98. Como se ha señalado en los fundamentos 76 a 78 supra, el Tribunal


Constitucional[39] abordó esta problemática cuando desarrolló el criterio de los dos
presupuestos legales para la aplicación del plazo prescriptorio del artículo 13.º del
Decreto Ley 18846. Así, en un primer momento, se consideró que bajo ningún supuesto
resulta compatible la percepción simultánea de pensión vitalicia y
remuneración. Posteriormente, este Tribunal ha considerado que bajo ningún supuesto
resulta incompatible percibir pensión vitalicia y remuneración, debido a que la
naturaleza de ambas prestaciones son distintas.

99. Por lo tanto, teniéndose presente que en la jurisprudencia constitucional se han


desarrollado dos criterios contradictorios respecto de si es o no compatible la percepción
simultánea de una pensión vitalicia y remuneración, este Tribunal considera necesario
establecer los criterios vinculantes respecto de si es o no compatible la percepción
simultánea de pensión vitalicia y remuneración. Además, debe tenerse presente que el
Decreto Ley 18846 se encuentra derogado por la Ley 26790, por lo que también se
analizará si resulta compatible o no la percepción simultánea de pensión de invalidez y
remuneración.

100. Sobre el particular, debe señalarse que ni el Decreto Ley 18846 ni el Decreto
Supremo 002-72-TR han establecido de manera expresa la prohibición de que un
asegurado pueda percibir simultáneamente pensión vitalicia y remuneración, lo cual
haría suponer, en principio, que es compatible percibir simultáneamente ambas
prestaciones económicas.

101. Sin embargo, dicha afirmación debe entenderse a partir de una lectura conjunta
de los artículos 40.º a 44.º del Decreto Supremo 002-72-TR, dispositivos de los cuales
se desprende que el asegurado que padezca o haya sido declarado con gran
incapacidad se encuentra impedido de realizar cualquier tipo de trabajo, debido a que
requiere del cuidado permanente de otra persona para efectuar los actos ordinarios de su
vida. Asimismo, de los artículos referidos también se infiere que el asegurado que
padezca o haya sido declarado con incapacidad permanente total se encuentra impedido
de realizar cualquier tipo de trabajo.

102. Por otro lado, debe precisarse que de una lectura conjunta de los artículos
referidos no se infiere que exista incompatibilidad de percibir una pensión vitalicia y
remuneración en el caso de los asegurados que padezcan o hayan sido declarados con
incapacidad permanente parcial, por cuanto el grado de incapacidad afecta parcialmente
su desempeño laboral. Es más, esta compatibilidad en el caso de la incapacidad
permanente parcial se encontraría confirmada con lo dispuesto por el artículo 71.º del
Decreto Supremo 002-72-TR, que señala que cuando a criterio médico se requiera para
la curación o para evitar daños y secuelas mayores la supresión de la exposición a los

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agentes causantes, el empleador reubicará al trabajador en otras faenas donde no esté
expuesto al agente causante de la enfermedad.

103. Por lo tanto, de los argumentos expuestos en los fundamentos precedentes puede
concluirse que las reglas son:

a. Resulta incompatible que un asegurado con gran incapacidad perciba pensión


vitalicia y remuneración.
b. Resulta incompatible que un asegurado con incapacidad permanente total perciba
pensión vitalicia y remuneración.
c. Resulta compatible que un asegurado con incapacidad permanente parcial perciba
pensión vitalicia y remuneración.

104. En cuanto a la percepción simultánea de remuneración y pensión de invalidez


conforme a la Ley 26790 y al Decreto Supremo 003-98-SA, debe señalarse que estas
normas no establecen de manera expresa que exista incompatibilidad de percepción de
ambas prestaciones económicas. Sin embargo, al igual que en el tratamiento anterior, de
una lectura conjunta del artículo 18.º del Decreto Supremo 003-98-SA se desprende que
en algunos supuestos resulta incompatible que un asegurado perciba pensión de
invalidez y remuneración. En este sentido, el artículo 18.2.2 del Decreto Supremo 003-
98-SA establece que:

(...) EL ASEGURADO calificado en condición de Invalidez Total Permanente quedará


definitivamente incapacitado para realizar cualquier clase de trabajo remunerado (...)

105. Por otro lado, en el caso de los asegurados que padecen de invalidez parcial
permanente, debe precisarse que ni la Ley 26790 ni el Decreto Supremo 003-98-SA
establecen de manera expresa o implícita que exista incompatibilidad para percibir
simultáneamente pensión de invalidez y remuneración. Ello debido a que la invalidez
parcial permanente disminuye la capacidad de trabajo en una proporción igual o
superior al 50% pero inferior al 66%. Es más el artículo 8.º del Decreto Supremo 003-
98-SA prevé la posibilidad de que EsSalud, las EPS, la ONP y las Compañías de
Seguros puedan:

(...) exigir un examen médico y/o declaración de salud previas a la celebración del
contrato correspondiente, únicamente para delimitar la cobertura correspondiente a los
trabajadores que ostenten una condición de invalidez previa al seguro.

106. Por lo tanto, de los argumentos expuestos en los fundamentos precedentes puede
concluirse que las reglas son:

a. Resulta incompatible que un asegurado con gran invalidez perciba pensión de


invalidez y remuneración.
b. Resulta incompatible que un asegurado con invalidez permanente total perciba
pensión de invalidez y remuneración.
c. Resulta compatible que un asegurado con invalidez permanente parcial perciba
pensión de invalidez y remuneración.

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107. Habiéndose determinado en qué supuestos resulta compatible e incompatible la
percepción simultánea de pensión vitalicia o pensión de invalidez y remuneración, este
Tribunal Constitucional considera necesario precisar qué sucede con la situación laboral
del trabajador que padece de incapacidad o invalidez permanente parcial, es decir, si
debe continuar o no en el mismo puesto de trabajo.

108. A juicio del Tribunal Constitucional, el empleador que tenga un trabajador que
padezca de incapacidad o invalidez permanente parcial por enfermedad profesional o
accidente de trabajo, tiene la obligación de cambiarlo de puesto de trabajo a uno donde
no se encuentre expuesto al agente causante de la enfermedad, pero sin la rebaja de la
remuneración. Dicha obligación tiene como fundamento el deber especial de protección
de los derechos fundamentales que se encuentra constitucionalizado en nuestro
ordenamiento jurídico desde su primer artículo, a tenor del cual “La defensa de la
persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del
Estado”. Es más, este deber especial de protección goza de una tutela reforzada en el
caso de los trabajadores, ya que según el artículo 23.º de la Constitución ninguna
relación laboral puede limitar el ejercicio de los derechos constitucionales, ni
desconocer o rebajar la dignidad del trabajador.

Asimismo, debe precisarse que a los trabajadores que padezcan de invalidez permanente
parcial, cuando se les incremente el grado de incapacidad en permanente total o gran
incapacidad, les son aplicables los supuestos de incompatibilidad señalados en los
apartados a) y b) del fundamento 106 supra.

109. Finalmente, resulta conveniente precisar que un asegurado que percibe pensión
vitalicia conforme al Decreto Ley 18846 no puede pretender percibir por el mismo
accidente de trabajo o enfermedad profesional una pensión de invalidez conforme al
Decreto Ley 19990 o a la Ley 26790.

En tal sentido, este Tribunal establece como regla nueva que: ningún asegurado que
perciba pensión vitalicia conforme al Decreto Ley 18846 puede percibir por el mismo
accidente de trabajo o enfermedad profesional o por el incremento de su incapacidad
laboral una pensión de invalidez conforme al Decreto Ley 19990 o a la
Ley 26790. Asimismo, ningún asegurado que perciba pensión de invalidez conforme
a la Ley 26790 puede percibir por el mismo accidente de trabajo o enfermedad
profesional una pensión de invalidez conforme al Sistema Privado de Pensiones, ya que
el artículo 115.º del Decreto Supremo 004-98-EF establece que la pensión de invalidez
del SPP no comprende la invalidez total o parcial originada por accidentes de trabajo o
enfermedades profesionales.

5.5. § El nexo o relación de causalidad para acreditar una enfermedad profesional

110. La exigencia de que exista un nexo o relación de causalidad entre la enfermedad


y las labores desempeñadas deriva de la propia definición de enfermedad profesional
realizada por la legislación. Así, en el artículo 3.º del Decreto Supremo 003-98-SA se
define la enfermedad profesional como:

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(...) todo estado patológico permanente o temporal que sobreviene al trabajador como
consecuencia directa de la clase de trabajo que desempeña o del medio en que se ha
visto obligado a trabajar.

111. En términos similares, este Tribunal en la STC 1008-2004-AA/TC ha precisado


que por enfermedad profesional “se entiende aquella contraída por la exposición a
factores de riesgo inherentes a la actividad laboral, y que causa incapacidad para realizar
las tareas habituales del trabajo.”

112. Por lo tanto, podemos definir las enfermedades profesionales como aquellos
estados patológicos permanentes o temporales que sobrevienen a consecuencia directa
del desempeño de una determinada actividad, profesión u oficio o del ambiente en que
labora el trabajador habitualmente, y que pueden ocasionar una incapacidad temporal,
permanente o la muerte.

113. Consecuentemente para determinar si una enfermedad es producto de la


actividad laboral se requiere identificar una relación causa-efecto entre las condiciones
de trabajo y la enfermedad, puesto que toda enfermedad profesional genera una lesión a
la salud del trabajador o acaba con su vida.

114. Teniendo en cuenta esta relación de causa-efecto, este Tribunal ha considerado


que la silicosis en el caso de los trabajadores mineros es una enfermedad profesional,
debido a que están expuestos al polvo de sílice; además, porque en los centros de
producción minera inhalan polvos inorgánicos, orgánicos, irritantes, humos, gases y
sustancias toxicas, que afectan indefectiblemente sus pulmones causándoles
enfermedades respiratorias y/o pulmonares de origen profesional, como la silicosis,
la antracosis y la asbestosis.

115. Por lo tanto, la regla es que: en el caso de la


neumoconiosis (silicosis), la antracosis y la asbestosis, el nexo o relación de causalidad
se presume siempre y cuando el demandante haya desempeñado las actividades de
trabajo de riesgo señaladas en el anexo 5 del Decreto Supremo 009-97-SA, ya que son
enfermedades irreversibles y degenerativas causadas por la exposición a polvos
minerales esclerógenos.

116. En el caso de la hipoacusia, al ser una enfermedad que es causada por la


exposición repetida al ruido, puede ser una enfermedad de origen común o de origen
profesional.

Por ello, el Tribunal Constitucional ratifica el criterio expuesto en el fundamento


81 supra, y señala como regla que: para determinar si la hipoacusia es una enfermedad
de origen ocupacional es necesario acreditar la relación de causalidad entre las
condiciones de trabajo y la enfermedad, para lo cual se tendrán en cuenta las funciones
qué desempeñaba el demandante en su puesto de trabajo, el tiempo transcurrido entre la
fecha de cese y la fecha de determinación de la enfermedad, además de las condiciones
inherentes al propio lugar de trabajo, es decir, que la relación de causalidad en esta
enfermedad no se presume sino que se tiene que probar, dado que la hipoacusia se
produce por la exposición repetida y prolongada al ruido.

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En tal sentido, debe señalarse que los medios probatorios que el demandante tiene que
aportar al proceso de amparo para acreditar que la hipoacusia que padece es una
enfermedad profesional, esto es, para probar que existe un nexo o relación de causalidad
entre la enfermedad y el trabajo que desempeñaba, constituyen requisitos de
procedencia.

5.6. § La pensión mínima del Decreto Legislativo 817 y su relación con la pensión
vitalicia por enfermedad profesional

117. Sobre este punto, este Tribunal ha de reiterar su jurisprudencia, en el sentido de


que los montos de pensión mínima establecidos por la Cuarta
Disposición Complementaria del Decreto Legislativo 817 para los regímenes a cargo
de la ONP no son aplicables a la pensión vitalicia del Decreto Ley 18846, porque: a) no
están comprendidos en el régimen de pensiones del Decreto Ley 19990 los accidentes
de trabajo y enfermedades profesionales cubiertos por el Decreto Ley 18846; y, b)
la principal fuente de financiamiento del régimen del Decreto Ley 19990 son
las aportaciones del trabajador y del empleador; mientras que la principal fuente del
Decreto Ley 18846 fueron las aportaciones del empleador que se efectúan mediante el
SATEP.

118. Por lo tanto, el Tribunal ratifica el criterio expuesto en el fundamento 87 supra,


y señala como regla que: los montos de pensión mínima establecidos porla Cuarta
Disposición Complementaria del Decreto Legislativo 817 no son aplicables a la pensión
vitalicia del Decreto Ley 18846, debido a que ambas prestaciones se encuentran
previstas para cubrir riesgos y contingencias diferentes y se financian con fuentes
distintas e independientes.

5.7. § El arbitraje en el SCTR y la excepción de convenio arbitral

119. Respecto a la excepción de arbitraje o de convenio arbitral, debe señalarse que


ésta resulta inexigible en los procesos que tengan por finalidad la tutela del derecho
fundamental a la salud y a la pensión como componentes de la seguridad social, dado su
carácter de derecho indisponible para las partes.

En este sentido, el Tribunal ratifica el criterio expuesto en los fundamentos 83 y


84 supra, y señala como regla que: cuando en un proceso de amparo se demande el
otorgamiento de una pensión de invalidez conforme a la Ley 26790 y al Decreto
Supremo 003-98-SA, y la emplazada proponga una excepción de arbitraje o convenio
arbitral, el Juez deberá desestimar bajo responsabilidad la excepción referida, debido a
que la pretensión de otorgamiento de una pensión de invalidez forma parte del
contenido constitucionalmente protegido por el derecho a la pensión, el cual tiene el
carácter de indisponible, y porque la pensión de invalidez del SCTR tiene por finalidad
tutelar el derecho a la salud del asegurado que se ha visto afectado por un accidente de
trabajo o una enfermedad profesional, el cual tiene también el carácter de indisponible
para las partes.

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120. Por otro lado, este Tribunal considera que a los asegurados y beneficiarios del
SCTR no se les puede imponer obligatoriamente el arbitraje, ya que, en principio, el
sometimiento a esta jurisdicción alternativa tiene como fundamento el principio de
autonomía de la voluntad, previsto en el artículo 2.°, inciso 24, literal a de la
Constitución. Por lo tanto, el artículo 9.º del Decreto Supremo 003-98-SA en la parte
que obliga a los asegurados y beneficiarios del SCTR a someterse obligatoriamente al
arbitraje resulta contrario a la Constitución, ya que en este caso el convenio arbitral
nace ex lege y no a consecuencia de la autonomía de voluntad de los asegurados y
beneficiarios. Es más, al imponérsele obligatoriamente el arbitraje a los asegurados y
beneficiarios del SCTR se les está vulnerando su derecho-regla de acceso a la justicia y
al juez natural.

Asimismo, debe señalarse que el arbitraje ha nacido para discutir derechos


patrimoniales y no derechos fundamentales, y por ello debe descartarse la excepción de
arbitraje. Por otra parte, también debe tenerse presente que, iniciado un proceso de
amparo por tutela urgente y efectiva, declarar fundada la excepción de arbitraje
conllevaría alargar la solución de un conflicto, lo que podría significar que, cuando este
concluya, sea demasiado tarde para el recurrente, pues la neumoconiosis es una
enfermedad sin cura hasta el momento (enfermedad degenerativa, irreversible y mortal).
Por otra parte, el elevadísimo costo que significa para el demandante la jurisdicción
arbitral hace casi imposible la defensa de su derecho fundamental frente a las poderosas
compañías mineras y aseguradoras; el amparo es gratuito y sólo así se haría efectiva la
tutela procesal efectiva y el principio de socialización del derecho, previsto en el
artículo III del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.

5.8. § Responsabilidad del Estado en el SCTR

121. En el diseño del SCTR el empleador que desarrolla actividades de riesgo es el


responsable de las consecuencias que produzcan los accidentes de trabajo y
enfermedades profesionales en los afiliados regulares del Seguro Social de Salud, y
debido a ello se encuentra obligado a contratar la cobertura de salud y de invalidez y
sepelio por trabajo de riesgo. La cobertura de salud puede ser contratada con EsSalud o
con una EPS. Por su parte, la cobertura de invalidez y sepelio por trabajo de riesgo
puede ser contratada con la ONP o una empresa de seguro debidamente acreditada. En
dicho contexto, y teniendo en cuenta el artículo 11.º de la Constitución, la garantía
estatal de libre acceso a las prestaciones de salud y pensiones debe cumplirse de manera
efectiva. Tal situación implica un funcionamiento eficiente de las entidades encargadas
de otorgar las prestaciones, a fin de garantizar un acceso real. Claro está teniendo como
marco los requisitos previstos legalmente. De nada vale que el Estado diseñe un
mecanismo para la protección de riesgos profesionales y delegue en privados el acceso a
un derecho fundamental, pensión o protección a la salud, si la estructura legislativa no
permite el goce efectivo del derecho.

122. En orden a lo indicado, se han previsto diversas acciones por parte del Estado
para hacer efectiva la protección de los riesgos profesionales. Es importante advertir que
estas actividades no solo se ponen de manifiesto al acaecer el riesgo sino que
comprenden acciones preventivas. En efecto, el artículo 87.º del Decreto Supremo 009-
97-SA establece que las entidades empleadoras que desarrollan actividades de alto

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riesgo deben inscribirse en el registro que administra el Ministerio de Trabajo y
Promoción del Empleo, en quien recae el deber de supervisar la obligación de contratar
el SCTR y la aplicación de sanciones administrativas.

123. Asimismo, ante el incumplimiento de la inscripción en el registro u otras


obligaciones de cargo de la entidad empleadora, como la contratación del seguro para la
totalidad de los trabajadores o de un seguro con cobertura insuficiente, el Estado asume
un rol activo y no solamente de supervisión frente a la ineficacia de la protección de
riesgos, estableciendo que la ONP y EsSalud deben otorgar las prestaciones que les
correspondan, materializándose la responsabilidad del empleador en el derecho de
repetición que tienen las entidades, a fin de recuperar el costo de las prestaciones, sin
perjuicio de la responsabilidad civil frente al trabajador y sus beneficiarios por los daños
y perjuicios irrogados.[40]

124. Si bien este Tribunal Constitucional considera que es importante el papel que
asume el Estado en la protección del derecho fundamental al intervenir ante la posible
desprotección del trabajador, debe mencionar que la cobertura supletoria que recae en la
ONP, como ente estatal encargado de la calificación de las pensiones de invalidez por
riesgos profesionales[41], solo se circunscribe a los riesgos por invalidez total
permanente y pensión de sobrevivencia, y opera siempre que la entidad se encuentre
inscrita. Tal situación no se condice con la protección amplia que se plantea
legislativamente, pues justamente es deber del Estado hacer eficaz el derecho
fundamental, finalidad que no se cumple exigiendo la inscripción del empleador en el
Registro de Entidades Empleadoras que desarrollan actividades de riesgo para que opere
la cobertura supletoria dado que para ello se ha previsto un mecanismo de control que
está a cargo de la Autoridad Administrativa de Trabajo (AAT).

125. En la misma línea, debe observarse que de manera supletoria solo se brindará el
acceso a la pensión de invalidez total permanente y la pensión de sobrevivencia, lo que
si bien obedece al diseño legislativo y puede ser reclamado en vía de acción directa al
empleador, significa que los trabajadores no podrán acceder a la cobertura por invalidez
temporal e invalidez parcial permanente por una situación imputable, en estricto, a la
entidad empleadora.

126. Lo expuesto obliga a este Tribunal a poner en consideración del Congreso los
vacíos normativos que presenta el artículo 88.º del Decreto Supremo 009-97-SA, puesto
que no cubre la invalidez temporal e invalidez parcial permanente; por ello debería
ampliarse los supuestos en los que opere la cobertura supletoria de la ONP.

127. No obstante ello, y teniendo presente que el inciso 8 del artículo 139.º de la
Constitución impone a los jueces el mandato constitucional de “(...) no dejar de
administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley”, este Tribunal mediante la presente
sentencia ha de integrar el vacío normativo del artículo 88.º del Decreto Supremo 009-
97-SA. Ello debido a que la pensión de invalidez del SCTR tiene por finalidad tutelar
los derechos a la salud, a la vida y al bienestar de las personas que padezcan una
enfermedad profesional.

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En este sentido, la regla es que: la cobertura supletoria de la ONP establecida en el
artículo 88.º del Decreto Supremo 009-97-SA también comprende a los riesgos por
invalidez temporal e invalidez parcial permanente, si la entidad empleadora se encuentra
inscrita en el Registro de Entidades Empleadoras que desarrollan actividades de riesgo.
En estos casos, la ONP ha de repetir contra la entidad empleadora por el valor
actualizado de las prestaciones.

6. § El papel del Estado en la prevención de los accidentes de trabajo y enfermedades


profesionales en la actividad minera

128. Siendo la industria minera una actividad de alto riesgo para la vida y la salud,
este Tribunal estima necesario destacar las funciones preventivas que legislativamente
se les han asignado a los diversos órganos del Estado para prevenir los accidentes de
trabajo y las enfermedades profesionales, lo que constituye un imperativo por mandato
del artículo 59.º de la Constitución: “El Estado estimula la creación de riqueza y
garantiza la libertad de trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria. El
ejercicio de estas libertades no debe ser lesivo a la moral, ni a la salud, ni a la seguridad
públicas”.

6.1. § El Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE)

129. El MTPE es el organismo rector de la administración del trabajo, de la


promoción del empleo y de la previsión social. Tiene entre sus funciones las de definir,
formular, evaluar y supervisar la política nacional sobre desarrollo sociolaboral del
Estado en materia laboral, remuneraciones y productividad, higiene y seguridad
ocupacional, empleo y formación profesional, y bienestar y seguridad social. En efecto,
el MTPE tiene la responsabilidad de dictar normas de prevención y protección contra
riesgos profesionales que aseguren la salud y vida de los trabajadores y tiendan al
mejoramiento de las condiciones y medio ambiente de trabajo.

130. En estos ámbitos establece la normatividad pertinente y ejecuta la política de


alcance nacional y general, lo que incluye al sector minero. En efecto, la
Subdirección de Inspección en Seguridad y Salud en el Trabajo debe realizar
investigaciones y estudios sobre condiciones y medio ambiente de trabajo, en todas las
actividades económicas, con el objeto de perfeccionar o modificar las normas de higiene
y seguridad ocupacional y de otros riesgos que afecten la salud física, mental y social
del trabajador. Asimismo, la Subdirección referida es la encargada de aprobar el
reglamento interno de higiene y seguridad industrial, así como su modificación.

131. Por ello, el MTPE, además de sus funciones normativas, tiene el deber de
prevención de las condiciones, medio ambiente, seguridad y salud del trabajo. También
ostenta la función fiscalizadora de la legislación laboral mediante la inspección de
trabajo. De esta manera, el MTPE, al fiscalizar el cumplimiento de las normas referidas
a la higiene, seguridad y salud en el trabajo, previene que no se ocasionen accidentes de
trabajo y enfermedades profesionales o que su incidencia disminuya.

134. Mediante la Resolución Ministerial 090-97-TR, publicada el 1 de noviembre de


1997, se creó el Registro de Entidades Empleadoras que desarrollan actividades de alto

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riesgo, a cargo de la Subdirección de Registros Generales y Pericias o dependencia que
haga sus veces en el MTPE. Por lo tanto, los inspectores de trabajo tienen la obligación
de verificar que los empleadores que desarrollen actividades consideradas riesgosas se
encuentren inscritos como entidad de alto riesgo ante la AAT del lugar en donde
desarrollen sus labores.

6.2. § El Ministerio de Energía y Minas (MEM), el Organismo Supervisor de la


Inversión en Energía y Minas (OSINERGMIN) y la legislación sectorial minera

136. Entre las primeras normas sobre seguridad y salud en el trabajo se encuentran las
mineras. Así, tenemos el Decreto Supremo del 26 de agosto de 1910, que estableció los
métodos de protección, de observancia obligatoria, en las explotaciones carboníferas.
Asimismo, mediante el Decreto Supremo del 8 de febrero de 1924, se estableció que las
empresas o personas dedicadas a la actividad minera deberán dar aviso a las
delegaciones mineras, de inmediato, de todo accidente que ocasione la inhabilitación de
un operario o empleado por más de un día de labor, lo cual guarda relación con la
dinámica de la actividad minera y lo riesgoso de la misma.

137. Por lo tanto, la seguridad y la salud en el trabajo minero se encuentran reguladas


por una legislación sectorial específica y especializada, que se debe a la propia
naturaleza de la actividad minera. En tal sentido, hemos de señalar las principales
normas que guardan relación con la seguridad y la salud en el trabajo minero, y los
organismos competentes que se encargan de fiscalizar su cumplimiento.

138. Así, la Ley General de Minería (LGM), en su capítulo sobre bienestar y


seguridad (artículos 209.º a 213.º), ha establecido las disposiciones sobre higiene y
seguridad en el trabajo. En su artículo 209.º se establece que las personas naturales o
jurídicas dedicadas a las actividades de la industria minera tienen la obligación de
proporcionar las condiciones de higiene y seguridad en el trabajo establecidas en la ley
y las disposiciones reglamentarias. Por su parte, su artículo 210.º establece que los
trabajadores están obligados a observar rigurosamente las medidas preventivas y las
disposiciones para la seguridad que acuerden las autoridades competentes, así como las
que establezcan los empleadores.

Asimismo, en su artículo 211.º se señala que todos los empleadores están obligados a
establecer programas de bienestar, seguridad e higiene, de acuerdo con las actividades
que realicen. Anualmente, los empleadores deberán presentar a la Dirección General de
Minería del MEM el programa anual de seguridad e higiene minera para el año
siguiente.

139. Por su parte, mediante el Decreto Supremo 046-2001-EM se publicó el


Reglamento de Seguridad e Higiene Minera, que establece un tratamiento integral de los
aspectos de seguridad, salud y bienestar minero, antes dispersos en los reglamentos
derogados. Este reglamento tiene como objetivos la prevención en seguridad y salud, la
promoción del cumplimiento de las normas de seguridad e higiene minera aplicando las
disposiciones vigentes y los conocimientos técnicos profesionales de la prevención, y la
fiscalización integral de seguridad en las operaciones mineras.

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En su artículo 24.º se establecen como obligaciones generales del titular de la actividad
minera asumir de manera absoluta los costos relacionados con la seguridad y la higiene
minera; formular el programa anual de seguridad e higiene minera; implementar la
capacitación; llevar las estadísticas de los accidentes de trabajo.

Según el artículo 35.º del Reglamento, los trabajadores víctimas de accidentes


profesionales tendrán derecho a las siguientes prestaciones: primeros auxilios, que serán
proporcionados por el titular; atención médica y quirúrgica general o especializada;
asistencia hospitalaria y de farmacia; rehabilitación, recibiendo, cuando sea necesario,
los aparatos de prótesis o de corrección, o su renovación por desgaste natural, no
procediendo sustituir aquéllos por dinero; y reeducación ocupacional.

Finalmente, debe resaltarse que los artículos 165.º y 166.º del Reglamento establecen
que todos los trabajadores dependientes del titular de la actividad minera se someterán,
por cuenta del mismo, a los exámenes médicos ocupacionales, de control anual y de
retiro, siendo éste ultimo requisito indispensable que debe cumplirse para documentar el
estado de salud en que queda el trabajador al cesar el vínculo laboral.

140. Teniendo presente lo dispuesto en los artículos 165.º y 166.º del Reglamento de
Seguridad e Higiene Minera, este Tribunal considera establecer como regla que: en los
procesos de amparo cuya pretensión sea el otorgamiento de una pensión de invalidez
conforme a la Ley 26790, los emplazados tienen la carga de presentar los exámenes
médicos referidos (de control anual y de retiro), para poder demostrar que la denegación
de otorgamiento no es una decisión manifiestamente arbitraria e injustificada. Es más,
en aquellos procesos de amparo en los que el demandante sea un extrabajador, los
emplazados deberán presentar el examen médico de retiro, pues si no lo hacen se
presumirá que el demandante a la fecha de su cese se encontraba enfermo y bajo la
cobertura de invalidez de la emplazada. Asimismo, en los procesos de amparo las
emplazadas deberán adjuntar los contratos de SCTR para determinar la vigencia de la
póliza y la cobertura de invalidez durante la relación laboral del demandante.

Ello debido a que el artículo 24.3 del Decreto Supremo 003-98-SA ha establecido que
dentro de los riesgos asegurados las únicas exclusiones de cobertura que pueden
pactarse son: “a) invalidez configurada antes del inicio de vigencia del seguro”. De
manera que no se puede asegurar a un trabajador que se encuentra inválido, pues
dependiendo de su grado de incapacidad éste tiene derecho a una pensión de invalidez
y/o a su reubicación en otro puesto de trabajo. Por lo tanto, este Tribunal considera
que la ONP y las compañías aseguradoras al momento de contratar el SCTR deberán
exigirle al empleador las evaluaciones médicas que les impone la ley, o tomarlas por
cuenta propia. Están en la obligación, no sólo por mandato de la ley, sino por simple
sentido empresarial, ya que el lucro y las utilidades no son posibles con una alta
siniestralidad, cuando se trata de las aseguradoras; y un celo en el uso racional del gasto
público, cuando se trata de la ONP.

SS.
MESÍA RAMÍREZ

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VERGARA GOTELLI
ÁLVAREZ MIRANDA

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EXP. N.° 10575-2006-PA/TC
LIMA
MINERA SULLIDEN
SHAHUINDO S.A.C.

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días de marzo de 2007, reunido el Tribunal Constitucional en sesión


de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Landa Arroyo, Alva
Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, García Toma y Mesía Ramírez, pronuncia la siguiente
sentencia

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Minera Sulliden Shahuindo S.A.C.


contra la resolución de la Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente de la
Corte Suprema de Justicia de la República, de fojas 58 del segundo cuaderno del Poder
Judicial, su fecha 21 de setiembre de 2006, que declaró improcedente la demanda de
autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

La recurrente interpone demanda de amparo contra el juez suplente del 64 Juzgado


Especializado en lo Civil de Lima, la Compañía Minera Algamarca S.A. (Minera
Algamarca S.A.), la Compañía de Exploraciones Algamarca S.A. (Exploraciones
Algamarca S.A.), sus subsidiarias, sucursales, filiales, vinculadas y cualquier otra
persona jurídica de la cual deriven sus derechos, solicitando que se declare la ineficacia
de las resoluciones 1 y 4 del expediente 75489-05, cuaderno cautelar, así como de todas
las resoluciones vinculadas que ordenan, entre otras cosas, la suspensión del proceso
arbitral seguido por la demandante contra las compañías Minera Algamarca S.A. y
Exploraciones Algamarca S.A. ante el tribunal arbitral Sulliden-Algamarca. Asimismo,
solicita que las empresas demandadas se abstengan de efectuar un ejercicio abusivo de
su derecho de acción. Aduce la vulneración de sus derechos a la tutela jurisdiccional
efectiva y a obtener un pronunciamiento jurisdiccional sin dilaciones indebidas.

La demanda se funda en los siguientes argumentos:

- El juez suplente del 64 Juzgado Especializado en lo Civil de Lima dictó una


medida cautelar en la que ordena al tribunal arbitral Sulliden-Algamarca la suspensión
del arbitraje (Resolución N.º 1 del expediente 75489-05, cuaderno cautelar).
- Como esta medida cautelar no fue acatada por los árbitros, se dictó una nueva
resolución en la que se ordenó su cumplimiento, pero esta vez con el auxilio de la fuerza
pública y en presencia del representante del Ministerio Público (Resolución N.º 4 del
expediente 75489-05, cuaderno cautelar).
- Estas acciones obedecen a un esfuerzo, de parte de las nuevas accionistas de las
empresas demandadas, por detener el arbitraje promovido por la Minera Sulliden

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Shahuindo S.A.C. contra las compañías Minera Algamarca S.A. y Exploraciones
Algamarca S.A. Con este objetivo, ya se han promovido alrededor de cinco procesos
judiciales, configurándose un supuesto de abuso de derecho (artículo 103 de la
Constitución).

2. Resolución de primer grado

Con fecha 30 de diciembre de 2005, la Primera Sala Civil de la Corte Superior de


Justicia de Lima declara improcedente la demanda, argumentando que no se advierte la
existencia de algún tipo de conexión entre los hechos del caso y los derechos alegados
en la demanda. Asimismo, considera que el petitorio de la demanda es jurídicamente
imposible, pues no corresponde al juez constitucional pronunciarse sobre las demandas
en trámite o sobre las que, en el futuro, puedan interponer las empresas demandadas.

3. Resolución de segundo grado

Con fecha 21 de setiembre de 2006, la Sala de Derecho Constitucional y Social de la


Corte Suprema de Justicia de la República confirma la apelada y la declara
improcedente por considerar que, en virtud del derecho a la tutela jurisdiccional
efectiva, no es posible ordenar a las empresas demandas que se abstengan de ejercer su
derecho de acción. Asimismo, señala que no procede dejar sin efecto las resoluciones
judiciales demandadas toda vez que estas no han sido incorporadas al proceso.

III. FUNDAMENTOS

Precisión del petitorio de la demanda

1. Este Colegiado advierte que son, en esencia, dos las pretensiones contenidas en la
demanda de amparo interpuesta por la Minera Sulliden Shahuindo S.A.C.

a. En primer lugar, solicita que se deje sin efecto las resoluciones 1 y 4 del
expediente 75489-05, cuaderno cautelar, así como todas las resoluciones vinculadas que
tengan por objeto interferir en el desarrollo del proceso arbitral seguido por la empresa
demandante ante el tribunal arbitral Sulliden-Algamarca.

b. En segundo lugar, solicita que se ordene a la Compañía Minera Algamarca S.A.,


Compañía de Exploraciones Algamarca S.A., sus subsidiarias, sucursales, filiales,
vinculadas y cualquier otra persona jurídica de la cual deriven sus derechos, que se
abstengan de vulnerar su derecho a obtener un pronunciamiento jurisdiccional sin
dilaciones indebidas, refiriéndose –específicamente– al procedimiento arbitral que se
viene tramitando ante el tribunal arbitral Sulliden-Algamarca.

2. Cabe señalar que las nuevas pretensiones formuladas por la parte demandante en
su recurso de agravio constitucional no serán objeto de pronunciamiento por parte de
este Colegiado en la medida en que el recurso de agravio constitucional constituye un
recurso de carácter impugnatorio y no un mecanismo por el cual sea posible ampliar los
términos de la demanda originariamente interpuesta. Ello se sustenta, principalmente, en
la imposibilidad que han tenido los demandados de discutir tales pretensiones en las

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instancias judiciales precedentes y, en consecuencia, de ejercer plenamente su derecho
de defensa.

Derechos constitucionales presuntamente vulnerados

3. En relación con los derechos presuntamente vulnerados, la parte demandante alega


que se ha configurado no solo una amenaza, sino también una efectiva vulneración de
sus derechos a la tutela jurisdiccional efectiva y a ser juzgada sin dilaciones indebidas.
Al respecto, es importante señalar que si bien el derecho a ser juzgado sin dilaciones
indebidas no se encuentra expresamente contemplado en la Constitución, constituye una
manifestación implícita del derecho al debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva
(artículo 139.3 de la Constitución), pues se funda en el respeto a la dignidad de la
persona y coadyuva al pleno respeto de los principios de razonabilidad y
proporcionalidad en la duración del proceso (STC 0549-2004-HC/TC, FJ 3-6).

4. Del mismo modo, la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución


exige que las normas relativas a los derechos y libertades que la Constitución reconoce
se interpreten de conformidad con los tratados sobre derechos humanos ratificados por
el Perú. En consecuencia, se debe tener en consideración que el artículo 8.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos establece lo siguiente:

[t]oda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada
contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil,
laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.

En ese sentido, el que los procesos sean tramitados en un plazo razonable tiene por
objeto garantizar que el justiciable pueda acceder a un proceso judicial efectivo, cuya
duración no sea irrazonable ni desproporcionada. Así, a efectos de evaluar la
razonabilidad de la duración del proceso, se deberá tener en cuenta elementos como: la
complejidad del asunto, la actividad procesal de las partes y la actuación de los órganos
jurisdiccionales. (STC Exp. N.° 0549-2004-HC/TC, FJ 10 ss.)

ANÁLISIS DEL CASO

5. La demandante no alega la vulneración de este derecho en el marco de un proceso


judicial, sino en el ámbito de un arbitraje de derecho. Sobre este punto, cabe señalar que
el Tribunal Constitucional se ha pronunciado en anterior oportunidad (STC 6167-2005-
PHC/TC, FJ 9-11), en el sentido de admitir que todas aquellas garantías que comportan
el derecho al debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva pueden extenderse,
razonablemente, al ámbito de la jurisdicción arbitral. A este respecto, este Colegiado
advierte que nada obsta para que el derecho a ser juzgado sin dilaciones indebidas pueda
ser invocado en sede arbitral, pues admitir que la tramitación de un arbitraje pueda
prolongarse indefinida e injustificadamente, no se condice con los principios de
razonabilidad y proporcionalidad que inspiran el ejercicio de la función jurisdiccional.

Sustracción de materia

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6. De lo actuado en el proceso se desprende que el tribunal arbitral Sulliden-
Algamarca, integrado por los señores árbitros Jorge Santistevan de Noriega, Fernando
Cantuarias Salaverry y Víctor Ávila Cabrera, emitió laudo arbitral de derecho con fecha
19 de julio de 2005 (fojas 65, segundo cuaderno del Poder Judicial). Asimismo, con
fecha 11 de agosto de 2006, dictó una resolución de aclaración y corrección (fojas 269,
segundo cuaderno del Poder Judicial), poniendo fin a la tramitación del proceso ante
dicho tribunal arbitral.

7. Habida cuenta de que la demanda de amparo promovida por la Minera Sulliden


Shahuindo S.A.C. tiene por objeto, precisamente, que se ordene a las personas jurídicas
demandadas que se abstengan de entorpecer la tramitación del proceso seguido ante el
tribunal arbitral Sulliden-Algamarca y que, asimismo, se deje sin efecto aquellas
resoluciones judiciales que tuvieran la misma finalidad –concretamente las resoluciones
N.os 1 y 4 del cuaderno cautelar del expediente 75489-05–; tras la emisión del laudo
arbitral y de la resolución de aclaración y corrección, se ha producido la sustracción de
la materia.

8. En consecuencia, es pertinente señalar que el artículo 1 del Código Procesal


Constitucional establece que

[s]i luego de presentada la demanda cesa la agresión o amenaza por decisión voluntaria
del agresor, o si ella deviene en irreparable, el Juez, atendiendo al agravio producido,
declarará fundada la demanda precisando los alcances de su decisión, disponiendo que
el emplazado no vuelva a incurrir en las acciones u omisiones que motivaron la
interposición de la demanda, y que si procediere de modo contrario se le aplicarán las
medidas coercitivas previstas en el artículo 22 del presente Código, sin perjuicio de la
responsabilidad penal que corresponda.

Al respecto, se debe precisar que no es obligación del juez constitucional declarar


fundada la demanda en todos los casos en que la agresión haya cesado una vez
presentada la demanda; por el contrario, “ello dependerá del agravio producido al
demandante en relación con el acto primigeniamente vulnerador” (STC Exp. N.° 7955-
2005-AA, FJ 5). En consecuencia, se deberá constatar, entre otros aspectos, que se ha
producido una efectiva vulneración del derecho fundamental alegado y que existe la
posibilidad de que dicha afectación se configure nuevamente en el futuro.

9. En el caso concreto, y en relación con la primera pretensión planteada (ver


fundamento 1.a supra), este Colegiado advierte que las resoluciones cuestionadas –
resoluciones 1 y 4 del expediente 75489-05, cuaderno cautelar– no fueron acatadas por
el tribunal arbitral Sulliden-Algamarca, lo cual se desprende de la resolución de fecha
22 de agosto de 2006, emitida por la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia
de Lima, en que se señala lo siguiente: “[c]onforme a la resolución ciento noventa y uno
de fecha quince de noviembre del dos mil cinco dictado por el Tribunal Arbitral, la
jurisdicción arbitral rechazó el pedido de suspensión, defendiendo su competencia y
jurisdicción frente a la jurisdicción y competencia del Juez [civil] (...).”(fojas 423 del
segundo cuaderno del Poder Judicial).

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10. De ahí que, si bien las resoluciones cuestionadas dispusieron la suspensión
provisional del proceso seguido ante el aludido tribunal arbitral, en la práctica, dichas
resoluciones no generaron una indebida interferencia en la tramitación del proceso y, a
la fecha, ha cesado todo daño que pudieran haber ocasionado, toda vez que el proceso
seguido ante el tribunal arbitral Sulliden-Algamarca ha concluido conforme a lo
señalado en los fundamentos 6 y 7 de la presente sentencia. En consecuencia, el
Tribunal Constitucional considera que, respecto del extremo de la demanda en que se
solicita dejar sin efecto las resoluciones1 y 4 del expediente 75489-05, cuaderno
cautelar, se ha producido la sustracción de la materia, no correspondiendo declarar
fundada la demanda en los términos del segundo párrafo del artículo 1 del Código
Procesal Constitucional.

11. De otro lado, como segunda pretensión, la parte demandante solicita que la
Compañía Minera Algamarca S.A., la Compañía de Exploraciones Algamarca S.A. y
las personas jurídicas vinculadas, se abstengan de promover procesos con el objeto de
interferir en el arbitraje instaurado ante el tribunal arbitral Sulliden-Algamarca. Al
respecto, este Colegiado considera que, habida cuenta de que el referido tribunal ha
emitido pronunciamiento sobre la controversia sometida a su conocimiento, la presunta
mala fe de las empresas demandadas deberá ser analizada, en todo caso, al interior de
cada proceso judicial instaurado por las personas jurídicas demandadas.

12. Sobre este último punto, es importante señalar que la Constitución no ampara el
abuso de derecho (artículo 103), de modo que no puede ser amparado un ejercicio
abusivo del derecho fundamental de acceso a la jurisdicción, en tanto que los derechos
fundamentales no son absolutos sino relativos y, por eso mismo, admiten límites
razonables en su ejercicio, el mismo que debe desarrollarse de conformidad con la
Constitución. En consecuencia, corresponde al órgano jurisdiccional competente
valorar, en cada caso concreto, si los instrumentos procesales que el ordenamiento
jurídico provee han sido empleados arbitrariamente y de mala fe.

Jurisprudencia constitucional en materia de arbitraje

13. Es importante tener en consideración, finalmente, que el Tribunal Constitucional ha


reconocido, a favor del arbitraje, la plena vigencia del principioKompetenz-competenz,
que deriva de los artículos 39 y 44 de la Ley General de Arbitraje (STC 6167-2005-
PHC/TC, FJ 11-14), lo cual implica que los árbitros están facultados para conocer y
resolver las controversias que han sido sometidas a su conocimiento –las mismas que
deben versar sobre materias de carácter disponible (artículo 1 de la Ley General de
Arbitraje)– con independencia y sin la intervención de ninguna autoridad,
administrativa o judicial.

14. Sobre la importancia del referido principio, el Tribunal Constitucional ha señalado


lo siguiente:

Este Colegiado resalta la suma importancia práctica que reviste dicho principio, a
efectos de evitar que una de las partes que no desea someterse al pacto de arbitraje,
mediante un cuestionamiento de las decisiones arbitrales y/o de la competencia de los
árbitros sobre una determinada controversia, pretenda convocar la participación de

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jueces ordinarios, mediante la interposición de cualquier acción de naturaleza civil y/o
penal, y desplazar la disputa al terreno judicial. (STC Exp. 6167-2005-PHC/TC, FJ 13)

Ciertamente, lo expuesto no impide que posteriormente se cuestione la actuación


arbitral por infracción de la tutela procesal efectiva, conforme a las reglas del Código
Procesal Constitucional.

15. Finalmente, es necesario recalcar que los criterios jurisprudenciales establecidos en


la sentencia 6167-2005-PHC son de obligatorio cumplimiento, a fin de prevenir
posibles e ilegítimas interferencias en el desarrollo de un proceso arbitral. Esta
exigencia deriva del artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional, que establece que “[l]os jueces interpretan y aplican las leyes o toda
norma con rango de ley y los reglamentos según los preceptos y principios
constitucionales, conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las
resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional”.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la


Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE la demanda, por sustracción de la materia.

Publíquese y notifíquese.

SS.

LANDA ARROYO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
MESÍA RAMÍREZ

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