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La autoestima

Desde pequeños, comenzamos a ser rodeados de cosas positivas y


negativas. Crecemos con ideas, etiquetas, estereotipos y muchos prejuicios;
afectando y desestabilizando en lo personal a cada individuo. Así como
también en algún momento, creemos ser superiores a los demás y
comenzamos a vivir en una constante lucha de egos.
Las ideas forzadas de una sociedad que impone el estilo de vida, que aclama
lo que es “políticamente correcto”, nos comienza a transformar, dejando a un
lado nuestros criterios, gustos, o la libertad de nuestro ser. Si bien es cierto,
todos tenemos mentalidades distintas, unas más fuertes que otras, porque son
las que trabajan constantemente para superar cualquier adversidad, valiéndose
de los errores propios o ajenos para aprender de una gran lección. Con el
pasar del tiempo nuestra personalidad se va definiendo cada vez más, es por
eso que nos llenamos de virtudes, pero también de defectos, ayudándonos así
a crear un autoconcepto, dejando en claro qué es lo que somos, lo que
queremos y lo que hacemos.
Debemos saber primero qué es el autoconcepto, suele confundirse con la
autoestima, aunque mantengan relación, son términos totalmente distintos, El
autoconcepto es una realidad psíquica muy compleja, pero es esta quién
conduce de inmediato a la autoestima; pudiendo desenvolverse positiva o
negativamente, todo depende de cómo se ve a sí mismo cada individuo, cómo
se visualiza, cómo se siente. Es por eso que del autoconcepto general, se
desprenden autoconceptos más concretos, como el físico, el académico, el
social, el personal y el emocional.

 En el autoconcepto físico se refleja la percepción que uno tiene tanto de


su apariencia y presencia físicas como de sus habilidades y
competencia para cualquier tipo de actividad física.

 El autoconcepto académico se constituye por nuestros éxitos,


valoraciones, experiencias y fracasos a lo largo de nuestros años
escolares.

 El autoconcepto social está conformado por las relaciones sociales que


forjamos, por la capacidad de adaptarnos, y en la manera de cómo se
enfrentan los problemas. También se refleja acá la aceptación hacía los
demás.

 En el autoconcepto personal aparece la percepción de nuestra identidad,


también el sentido del autocontrol, las decisiones y responsabilidades
personales que debemos enfrentar en nuestra vida cotidiana.

 El autoconcepto emocional se refiere a los sentimientos de bienestar y


satisfacción, al equilibrio emocional, la seguridad y confianza en sí
mismo.
Seguidamente aparece otro punto fundamental, la autoimagen. Se convierte
en la valoración que tenemos en relación con nosotros mismos. No se trata de
una valoración basada en el aspecto visual de nuestro cuerpo, sino que es una
estimación global sobre quiénes somos desde nuestro propio punto de vista.
En cualquier caso, se considera una autoimagen con una buena valoración en
conjunto, es la base de la autoestima personal. De esta manera, autoimagen y
autoestima serían conceptos correlativos, puesto que nos vamos a valorar
positiva o negativamente en función de cuál sea el análisis previo que hagamos
sobre nuestra personalidad.
Ahora bien, ya mencionado dos de los grandes componentes de la
autoestima, podríamos definir como tal, qué es la autoestima. Por ella, se
entiende como la valoración, percepción o juicio positivo/negativo que una
persona hace de sí misma, en función de la evaluación de sus pensamientos y
sentimientos.
Lindgren (1972) señala que el valor total que atribuimos a nuestro yo,
constituye nuestra autoestima; al igual que otros aspectos, se aprende de los
demás y se convierte en un reflejo del modo en que los demás nos consideran,
del valor que creemos que los otros nos dan, estableciendo una interacción
entre la autoestima del individuo y la estimación que otros manifiestan.
Rosenberg (1965), plantea que la autoestima es esencial para el ser humano
porque:
a) Implica el desarrollo de patrones.
b) Define el establecimiento de comparaciones entre los individuos y la
compresión de quién es uno como persona basada en el resultado.
Por su parte, Morris se fundamenta en una teoría sociocultural, sostiene que es
el resultado de un proceso de comparación entre valores y discrepancias
(Llaza, 2011) y a su vez argumenta que la autoestima es la evaluación que
efectúa y mantiene comúnmente el individuo en referencia a sí mismo; por lo
que la autoestima no es solo un sentimiento, implica también factores
preceptúales y cognitivos (Mruk, 1999).
Shibutani (1971) menciona que el hombre a través de una serie de
autoconcepciones y autoevaluaciones, forma una estimación de sí mismo como
objeto de valor (una preferencia), así el asignarse como tal, coloca a un
individuo dentro de un orden jerárquico.
Christopher Mruk como resultado de su investigación, muestra que existen dos
factores presentes en la mayoría de teorías psicológicas sobre la autoestima, y
como resultado de ello, define la autoestima como el hecho de sentirse valioso
(merecedor) y capaz (competente). Es decir, la autoestima es la convicción,
basada en mi experiencia, de que soy: merecedor y tengo derecho a satisfacer
mis necesidades vitales y a ser feliz, y por otro lado, competente, y soy apto
para afrontar adecuadamente los desafíos básicos de la vida. Además, la
misma actúa como una fuerza que organiza mi percepción, mi experiencia y mi
conducta a lo largo del tiempo. Es decir, la autoestima moldea mi conducta, a la
vez que es moldeada por ella: la autoestima proporciona estabilidad a mi
conducta, y al mismo tiempo permanece abierta al cambio (Christopher Mruk
1999, citado por Llaza, 2011).

Niveles de la autoestima

Es un hecho que la sociedad se divide en dos bandos, las personas con


autoestima alta y las que viven con la autoestima baja. Las personas con una
buena autoestima, logran todo lo que se proponen, dejan sus inseguridades
atrás, creen en sí mismos, aprenden de sus errores, viven de realidades,
mientras que las otras, se minimizan, se llenan de defectos, obscurecen sus
cualidades, puntos fuertes.
Las personas con autoestima alta cumplen con satisfacción sus deberes,
mantienen siempre presente la idea de corregir para mejorar. Todo esto ayuda
a que una persona aprenda con mucha más facilidad y se mantengan
entusiasmados, pero en el caso contrario, las personas con baja autoestima
realizan todo con desconfianza, no creen en sus cualidades y se sienten
insatisfechos con los resultados.
Las personas con una autoestima positiva siempre desarrollan mejor las
relaciones interpersonales, y en la mayoría de los casos pueden ejercer
funciones de liderazgo, se sienten con seguridad a la hora de expresar sus
sentimientos y emociones. Por otro lado, las personas con baja autoestima
están muy pendientes de los demás, buscando el reconocimiento, y asintiendo
con las opciones ajenas por miedo a mostrar las suyas. Tampoco expresan con
facilidad sus sentimientos ni emociones porque creen que carecen de valor o
porque temen a la reacción de los demás. En la mayoría de los casos, suelen
comunicarse pasivamente, pero no es inusual que el algún momento estallen
de forma muy agresiva.
La persona con alta autoestima tiene confianza en sí misma y en sus
posibilidades, cuando algo no sale bien, intenta encontrar el problema y
solucionarlo para la próxima ocasión. Este grupo, dirige su vida hacía donde
cree conveniente hacerlo.
La persona con baja autoestima desconfía de sí misma y de sus posibilidades,
cuando las cosas no salen como lo esperaba, se responsabiliza del fracaso,
por su falta de capacidad. Dirige su vida a donde otros quieren que vaya,
sintiéndose con frecuencia frustrado y enojado. Duda mucho antes de cualquier
decisión y busca siempre la aprobación de los demás.
La persona con alta autoestima se gusta a sí misma, y a los demás. Se percibe
como único y especial, percibe del mismo modo a los demás. La persona con
baja autoestima no se gusta a sí misma, por ende, cree que los demás la
rechazarán por sus defectos.
Importancia
Dicho todo esto, debo decir que para lograr llenarnos de éxitos y poder vivir en
paz con nosotros mismos, la autoestima debe mantenerse equilibrada en todo
momento. Ni muy baja para sentirnos inferior ante los demás, ni confundirnos
creyendo que la autoestima alta es la responsable de nutrir nuestro ego;
careciendo de modestia y humildad.
Bien sabemos que nos encontramos en un mundo en donde abundan las
mentes prejuiciosas, las acciones pesadas, las contradicciones, la doble moral,
que en muchos casos afectan psicológicamente a los individuos, empujándolos
directamente a la tristeza, a la depresión, a la inestabilidad emocional. Es por
eso que día tras día¸ todos llevamos una lucha interna con nosotros mismos.
Las palabras tienen poder y por eso antes debemos pensar dos veces lo
que diremos en el momento, analizar el escenario en el que nos encontramos,
y ser más dolientes con las inseguridades ajenas. En muchos de los casos,
existen personas infames que se aprovechan de los demás, burlándose sin
tener la mínima idea del daño que puede ocasionar en cada individuo.
Se debe mantener una fuerza mental enorme, para superar cualquier
obstáculo, es muy importante que creamos en nosotros mismos, pero también
es importante ayudar a los demás, a creer en sí mismos, con palabras y
acciones lograremos volvernos la vida más fácil los unos a los otros. Con un
mundo lleno de personas seguras de sí mismas, lograríamos avanzar mucho
más de lo que se puede imaginar.

Yohanderth Delgado
C.I: 27.022.058

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