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LUIS MARÍA
TECHERA
FLORILEGIO PÓSTUMO

Joni Ocaño (coord.)


Alejandro Gau, Alejandra Rivero, Fernanda
Madruga, José Sampayo, Mauricio Rodriguez,
Rocío Medina, Ruben Neves

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Florilogio póstumo de Luis María Techera.

1era edición 2019.


© Techera, María Angélica.
DERECHOS RESEVADOS © 2018.
ISBN
Diagramación general y diseño de portada:
Imágenes:
Printed in Montevideo, Uruguay - Impreso en Montevideo,
Uruguay.

Colaboradores: Graciela Guliermone, Yenifer Eugenio, Carolein Sequeira,


Débora Cuña, Liz Freitas, Paula Castro,

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A María Angélica, su esposo, hija y nietos.

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Índice

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Prólogo
Una visita inusual

“Mientras haya oprimidos en los pueblos,


y en rencor esa opresión se tilde
La rebelión suprema del humilde
se estará gestando en los cerebros”

Una mañana de mayo de 2018 María Angélica -hija


del poeta Luis María Techera- llegó al departamento
académico de educación del CE.R.P. del norte con 4
paquetes que contenían documentos diversos del
poeta: fotos, cartas, textos manuscritos y
mecanografiados, certificados, etc. Los había traído
con ayuda de su esposo y de su hija para intentar
convencer de que se echara mano en ello y la ayudaran
a publicarlo. Entre el profuso material había un
nutrido conjunto de obras inéditas.

La literatura, más allá de intereses personales, no es


el área específica de trabajo de ese departamento
académico, por lo que hubo inicialmente cierta
reticencia en aceptar el ofrecimiento. Además, a pesar
que estaba todo prolijamente dispuesto en carpetas y
debidamente catalogado, el material era abundante y
muy heterogéneo; había que reorganizarlo, fotografiar
documentos, transcribir manuscritos, seleccionar
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textos, analizarlos técnicamente, digitalizar todo, entre
otras tareas.

Al principio sentíamos que era muy difícil poder


abordar tal desafío pero el entusiasmo de esas amables
personas, su incondicional confianza, el rico material
proporcionado y el apoyo manifestado por algunas
personas que se ofrecieron para ayudar se conjugaron
y, entre todos, decidimos aceptar la tarea. La genuina
alegría con que los inusuales visitantes recibieron la
noticia reafirmó nuestra decisión. Habían esperado
mucho tiempo y ahora veían que ese material tenía la
posibilidad, por fin, de salir a la luz.

Afortunadamente pudimos constituir un entusiasta


e idóneo equipo de trabajo, integrado por profesores y
estudiantes de profesorado (Literatura, Lengua
Española, Historia) e inmediatamente comenzamos a
dar forma al proyecto cuyo objetivo era la publicación
de una antología comentada de las obras inéditas.

El proceso pretendía organizar las diversas tareas


básicamente en tres fases: a) acopio, selección y
organización de material inédito y posterior
transcripción; b) definición de informantes calificados,
organización y realización de entrevistas y posterior
elaboración de marco histórico-biográfico; c) análisis
técnico de la obra inédita y, por último, escritura de la
antología comentada.
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Se constituyó un equipo de trabajo integrado por el
profesor Alejandro Gau, la profesora Alejandra
Rivero, los estudiantes José Sampayo (hoy profesor de
Historia), Mauricio Rodríguez (Lengua española),
Ruben Neves (Historia), Rocío Medina (Literatura) y
Fernanda Madruga (hoy profesora de Inglés) y por el
profesor Joni Ocaño quien coordinó el proyecto.

Es fácil imaginar más de una razón que justifique la


publicación de este libro. El hecho de ser una
compilación de obras inéditas -una especie de
publicación póstuma tardía (a 20 años del
fallecimiento de su autor) ya lo hace interesante para
muchos.

El proyecto parte de la necesidad de contar con


bases documentales adecuadas y producción de
conocimiento sistematizado que permita conocer
cabalmente la vida y obra del poeta riverense.

Rivera cuenta con una interesante producción


literaria local de la que sin embargo sobresalen a nivel
nacional muy pocos nombres (quizás Agustín Bisio y
Olyntho María Simões, pertenecientes a una época de
cierto esplendor literario local, agoten ese conjunto).

En tanto poeta y escritor Luis María Techera


cuenta con un relativo reconocimiento local debido a
sus trabajos editados entre los que se destacan El Dios

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abstenio, Breviario lírico y Versos a una niña (dedicado a su
hija, María Angélica propietaria de la mayor parte del
volumen documental en el que se basa este trabajo).

Sin embargo un conjunto significativo de su obra se


ha mantenido inédito. ¿Una adecuada evaluación y
difusión justificarían una revalorización de su figura en
términos literarios y académicos? El tiempo lo dirá.

El relevamiento, sistematización y posterior análisis


realizado de sus trabajos tuvo la intención, entre otras
cosas, de engrosar el riquísimo legado dejado por la
otrora fértil y pujante literatura local.

Por otra parte la viabilidad de este estudio estuvo


referida básicamente a sus posibilidades de realización
local que han sido favorecidas considerablemente por
el hecho de que las fuentes documentales e
informantes calificados se encontraban relativamente
concentrados en el medio local donde reside y trabaja
el equipo técnico interdisciplinario que se constituyó
para ello.

No se trató de un proceso lineal o de una


experiencia unificada, sino más bien de un proceso
con vaivenes entre las distintas acciones realizadas
(dichas acciones integraron las tareas de entrevistas, la
recopilación de documentos y su posterior análisis).

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A los efectos meramente expositivos, el proceso se
lo puede dividir en las siguientes tareas claves
realizadas:

A - Tareas de exploración de fuentes y


definición de informantes en las que se identificaron
las instituciones vinculadas con la trayectoria literaria y
profesional del autor, se realizó el relevamiento y
acopio de fuentes documentales (especialmente de la
proporcionada por la familia Techera) y se definió y
registró a los informantes calificados, entre los que
ocupan un interés especial los familiares del poeta.

Estas actividades estuvieron imbricadas entre sí de


manera que integraron un solo proceso exploratorio y
que se iba ajustando en el devenir de su desarrollo y
con las demás tareas definidas oportunamente en el
proyecto.

El devenir natural del proceso ilustró al equipo


investigador acerca de las decisiones, ajustes y
alternativas más pertinentes que se tomaron sobre la
marcha en cuanto a los aspectos técnicos en ésta y en
las demás tareas.

B - Tareas de producción dialógica en las que se


realizó una selección cuidadosa de la documentación
pertinente –que siempre estuvo sometida a un análisis
primario in situ–, un análisis de contenido intenso y un

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ensamblado de la información producida en dicho
análisis. Estas operaciones fueron claves en el estudio
y centrales en el texto que fue complementado por los
aportes de los informantes calificados
meticulosamente indagados mediante entrevistas en
profundidad.

La insistente complementación con el aporte de los


informantes calificados (familiares, amigos, colegas)
responde al criterio metodológico de asegurar,
mediante procesos de interlocución cíclicos
participativos, una mayor verosimilitud de la narrativa
en construcción.

En este proceso las técnicas centrales usadas fueron


entrevistas en profundidad aplicadas a los informantes
calificados -personas que conocieron personalmente al
poeta y mantuvieron, aunque provisoriamente, una
relación personal o profesional con el mismo-, sin
embargo la relevancia de la producción de la
información no reside solamente en la cuidadosa
aplicación de las técnicas en el campo, sino también en
el proceso intersubjetivo y reflexivo posterior.

La validez y pertinencia de la información se apoya


tanto en los procedimientos técnicos de análisis
documental y de entrevista –instancias dialógicas que
se realizaron con los informantes calificados– como en
el proceso posterior de profundización de las mismas
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y de reescritura en el que se incluyeron tareas de
interpretación reflexiva.

C - Tareas de contrastación y difusión en las


que se trató de ir evaluando el texto resultante de las
operaciones precedentes. Consistió en ir
contrastándolo con los antecedentes bibliográficos y
sometiéndolo a la consideración de otros actores
(presentación de avances en ponencias, etc). Esto
permitió, por así decir, realizar los últimos “retoques”
en la narrativa construida colectivamente.

Esperamos que el resultado haya valido la pena.

Joni Ocaño, Rivera, … de agosto de2019.

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Introducción

En el barrio Bisio (justificada denominación que


rinde homenaje a uno de los poetas lugareños más
celebrados) de la ciudad de Rivera hay una curiosa
plazoleta, casi escondida en un recodo de uno de los
accesos a dicho barrio, que lleva el nombre de Luis
María Techera. Fue inaugurada el 23 de diciembre del
2007, obra del arquitecto Leonidas Bayo, responsable
de buena parte de la remodelación de plazas y parques
de esta ciudad en los últimos años. A pesar de
relativamente nueva, la plaza parece mostrar la misma
sencillez del poeta homenajeado. Ese mismo nombre
aparece también en la denominación de una pequeña
calle de no más de tres cuadras de longitud, ubicada
entre los barrios Santa Isabel y Santa Tereza, que da
acceso desde Avenida Italia al Liceo nro. 4. Por
último, se lo puede encontrar también en una placa
adherida en la pared del frente de la casa donde vivió
el poeta, ubicada en Florencio Sánchez nro. 1228.

Más allá de estos homenajes, fuera de ciertos


ámbitos literarios o académicos muy reducidos, es
difícil encontrar a alguien que sepa quien fue este
escritor y menos aún de su obra.

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Este trabajo presenta un conjunto de la obra inédita
de Techera. En él se recogen trabajos narrativos y
líricos escritos entre 1923 a 1950 aproximadamente.

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EL POETA Y SU ÉPOCA

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Vida de un poeta sentimental y rebelde
Luis María Techera Madruga (poeta, escritor,
periodista y traductor público) nació en Rivera el 22
de setiembre de 1910. En ese año Uruguay vivía una
reforma política importante al sustituirse, por ley de
1908, la vieja figura del jefe político de las Juntas
económico-administrativas por la del intendente
departamental.

Don Jacinto Techera


y doña Joaquina
Madruga, padres del
poeta

Rivera era, por ese entonces, un departamento que


había iniciado 10 años antes un exiguo pero sostenido
desarrollo en la búsqueda de la superación de cierto
aislamiento en el concierto nacional. En efecto, se
trataba de

“una década signada por el despegue departamental y la plena


integración de Rivera en el orden nacional, paralelamente a la

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afirmación de sus características singulares básicas que la identifican
con el resto del país” (Abellá y De León, 1993, 207).

Rivera contaba con alrededor de 40 mil habitantes,


el gobierno local era ejercido por Agustín Ortega, el
primer intendente municipal designado por el poder
ejecutivo nacional para esta región. El poder legislativo
departamental aún quedaba en manos de las Juntas
Económico Administrativas y eran elegidas por el voto
popular.

Luis M. Techera a los 12 años

En 1912 ya se había creado el primer liceo en el


departamento y el número de escuelas se elevaba a 49.
Por ese año la hasta entonces villa de Rivera se había
elevado a la categoría de ciudad por ley promulgada el
10 de junio, durante el segundo período de la
presidencia de José Batlle y Ordóñez.

Hijo de Jacinto Techera y María Joaquina Madruga,


Luis María nació sietemesino y su madre falleció al
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darlo a luz. Sus tías maternas, las señoritas Antonia y
Gertrudes Madruga fueron responsables por sus
cuidados educándolo dentro de la tradición católica.

A los 15 años, cuando ya


mostraba talento para la poesía
incentivado por su padrino, el
poeta Jeremías Gonzaga de
Mello.

Además de escritor, poeta y periodista, también


tuvo que dedicarse en distintas ocasiones a las
actividades de gráfico, impresor y redactor,
desempeñándose en los periódicos Tribuna Libre, La
Opinión, El Riverista, El Ideal, El Imparcial, La Verdad y
El Comercio. En La Unión, La Libertad, Mensaje Intelectual
y El Acero llegó a ser Director responsable.

En su adolescencia ya mostraba sus dotes


intelectuales que su padrino, el poeta riverense
Jeremías Gonzaga de Mello, incentivaba
permanentemente en él ejerciendo una influencia

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positiva en su vida. En 1923, con tan solo 13 años
escribe un poema titulado “Compañero Dolor” con
un estilo maduro y prometedor en el que los
sentimientos y la rebeldía ya asomaban en sus versos
como en el final del mismo que aquí se transcribe:

(…) Dolor!… Compañero Dolor!…


Lávate en mi sangre, duérmete en mi alma,
No despiertes, hermano, que despierto hacéis mal…
Duérmete, cuitado,, que no te tengo por malo,
Ni te tengo por vil, ni te tengo por bajo!
¡Pero no agites mis nervios, que ha rayado ya el día
Y el Sol… y la Luz… y el Trabajo!

Y el Dolor, pensativo, se sonrió, cabizbajo,


Y me dijo, sombrío, alejando mi paz:
-¿Empezásteis a amar?… ¡Pues nunca más te abandono!
¡Nunca más, hijo mío, nunca más!

Años más tarde escribe entonces su primer


poemario, titulado “Al vuelo” publicado en 1931 junto
a trabajos de su padrino, y al año siguiente publica el
libro “Versos Violentos”.

Como cualquier joven de frontera que busca abrirse


paso en la vida, intenta mejor suerte viviendo en el
país vecino en el cual llegó a escribir poemas en
portugués y relacionarse con las letras brasileñas. Allí
se enroló en el ejército brasileño, experiencia que le

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brindó la oportunidad de desarrollar, en sus tiempos
libres, su gusto por la escritura.

Contrae matrimonio con Antonia Sánchez Silva (a


quien llamaba cariñosamente de “Antoñita”, musa
inspiradora de buena parte de su obra), hija del
comerciante español José Sánchez Fuentes, nacido en
Murcia, y de Alejandrina Silva, oriunda de San
Gregorio de Polanco, Tacuarembó. De esa unión
nacerían seis hijos: Carlos Adolfo, Luis María, José,
Julio Antonio, María Angélica y Juan Emilio.

En 1939 escribe “Estrellas de una Noche” que


reúne un conjunto de exquisitos poemas en los que
aborda el amor con sus desilusiones y dolores.

Hasta entonces, a pesar de su importante


producción, aún era un poeta no reconocido
totalmente en el ambiente riverense (considerado en
algún momento por él como “la cuna de sus
fracasos”).

Quizás la anécdota que sigue ilustre ese hecho: aún


estaba en el ejercicio del gobierno departamental
Antonio F. Carámbula (quien fallecería ese mismo
año), el segundo intendente del departamento y el
primero en ser electo por voto popular. Ese año el
intendente solicitó por escrito al legislativo
departamental el apoyo para publicar, con fondos de la

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intendencia, un libro oficial en el que se compendiara
la poesía de los poetas locales. En dicha solicitud el
intendente hizo referencia a todos los poetas que
serían homenajeados en la publicación, pero omitió el
nombre de Luis María Techera. Algunos verán en este
lapsus la rúbrica de “la indiferencia con que se mira su
profunda labor literaria” (Connio, F; citado por San
Martin, J. E. en la introducción a Estrellas de una noche).

“Nada hay más que decir con respecto al poeta, que poner de
manifiesto ciertas circunstancias de su vida de humildad, como
ser: la carencia de bienes materiales, la incomprensión de sus
coterráneos, y el ambiente en que actúa, para darnos perfecta
cuenta de que sus versos hablan con elocuente lenguaje de lo
que ha sido su vida” (…) En el Ateneo Riverense Techera no
figura como poeta; en los recitales, sus versos no son leídos; en
las charlas literarias, nadie se acuerda de él. Y el poeta vive en
el anonimato, rodeado de un pequeño círculo de amigos, que en
vano tratan de alentarlo”. (San Martín, ibidem)

El estilo literario de sus poemas -“a veces


sentimentales a veces rebeldes” según expresiones de
Francisco Connio en el prólogo a la obra referida- se
mantiene en buena parte de su obra.

“Noches sin Estrellas”.

Al año siguiente trabajó como escribiente en la


Policía de Rivera por breve tiempo, pues enseguida
ingresa como auxiliar, en la Intendencia Municipal de
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esta misma ciudad, siendo asignado al Casino y luego a
otras dependencias, hasta ser designado en el cargo de
Director de la Biblioteca Municipal “Artigas” desde
donde se abocó a la difusión de la cultura en el medio.

En ese período publica “Rosario de Estrellas” e


inmediatamente escribe su primera novela “El Dios
Abstemio” publicada en 1941 y que le valiera el
reconocimiento de la academia internacional
expresado en el premio del Concurso del Libro
Americano realizado en Cuba ese mismo año, en los
homenajes recibidos de distintas instituciones
académicas internacionales y de conocidísimos
escritores de la época, o en su ingreso a la Sociedad de
Hombres de Letras del Brasil, etc.

En esa novela el autor desarrolla, en elegante prosa,


problemas fundamentales de la humanidad como el de
la fe en un mundo en constante cambio donde la
valoración de la vida cotidiana se ve afectada. Lo hace
con cierta nobleza y hasta con un sano humor; según
palabras de su autor “es un libro humano y noble, que
enseña sin humillar, que critica sin ofender y que hace reír
sanamente” (abril 1941).

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A los 23 años como militar del ejército
brasileño.

En 1936 como cabo junto a tres soldados


en un ensayo de combate en Livramento.

En 1942, escribe y publica “El Banquete de los


Monstruos” y también, “Los Monstruos de la Vida”,
trabajos que fueron también elogiados por escritores
de renombre, en las que expone la complejidad de la
vida, con sus consecuencias e interrogantes,
mostrando a través de sus personajes una cruda
realidad que demanda permanentemente de nosotros
la responsabilidad de nuestras opciones. En estos
trabajos revela cierta inquietud social de honda
vocación humanista.

A sus distintos talentos, oficios y profesiones, el poeta


agrega el diplomado en Traductor Público en
Portugués, egresado de la Facultad de Ciencias
Económicas y Contables de Montevideo, el 16de
diciembre de 1953.

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Fallece en su domicilio cuando contaba con casi 62
años de edad, el 18 de agosto de 1972 a las 12 y 45hs.
La Sociedad de Escritores Riverenses lo homenajeó
inaugurando una placa recordatoria en la casa donde
viviera sus últimos años.

Su obra: está integrada por más de 12 volúmenes


publicados y otras inéditas. Sumando a esto, las
publicaciones de versos, crónicas, poesías,
acrósticos… diseminados en periódicos y revistas, de
la prensa local y extranjera. Algunos de sus escritos
han permanecido inéditos.

En plaza Independencia,
Montevideo en 1941, año
en que publica su primera
novela: El Dios Abstenio.

En 1946 “Violetas”, un nuevo poemario, es


ofrecido a la consideración del público. Depura su
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estilo sutil y romántico sin traicionar el contenido que
describe con precisión. En cierta medida vuelve, a
través de su pluma, a la rica fuente de inspiración
interior, dándole expresividad a toda gama de amor en
sus distintos planos.

Con su única hija María


Angélica a quien escribió
Versos a una niña.

En 1952 publica “Versos a una niña”, dedicados a


su hija María Angélica, en el que recoge en bellos
poemas, momentos y sentimientos compartidos por el
otoño y la primavera de las vidas de padre e hija
respectivamente. En el mismo año publica “Breviario
Lírico” que con la profundidad de la madurez,
comparte sueños, dudas, nostalgias… en la visión de
lo que fue y será dentro de una óptica poética.

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Años después escribe los siguientes libros
(inéditos)

 Las Miserias del Mundo


 La Historia de un Patriota
 El Hombre que se encontró a si mismo
 Sonetos inmortales
 A solas con Las Estrellas
 Grilletes Humanos
 Vidas Aparentes
 Poesías Clasificadas (en español y en
portugués)

Luis María Techera ha sido, por todo esto,


reconocido por diferentes Instituciones
Internacionales, recibiendo varios honores. Desde
España recibió in Diplomado de Honor de la
“Academia de Letras”.

El 25 de noviembre de 1941 su obra, “El Dios


Abstemio” mereció en Matanzas, (Cuba) el

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Diplomado de Honor, en un certamen organizado por
la Biblioteca “Santiago Álvarez” en el que estuvieron
escritores de todas las Repúblicas Americanas.

Perteneció a “Círculo Periodístico Interamericano”

Integró la “Sociedad de Hombres y Letras del


Brasil” (con sede en Rio de Janeiro, Brasil)

Fue miembro de la “Confraternité Universalle


Balzacienne de Montevideo.

Miembro también, del Instituto del Intercambio


Cultural Guiratinga” (en Mato Grosso, Brasil)

En 1947 fu asignado Miembro de Honor del


“Instituto Cultura Americana de la Plata” (Argentina)

En virtud de sus merecidos méritos literarios, ha


merecido el “Diploma de la Guardia de Honor del
Libertador” que le fue otorgado en Sonsonate,
(República de El Salvador, en Centro América).

De igual procedencia recibió el “Diploma de la


Confraternidad Americana”.

En lo nacional fue nombrado “Miembro del


Consejo de Prensa Libre del Uruguay”

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Ha prologado libros de autores argentinos y
merecido el alto elogio de la crítica, habiendo sido
muchas veces de sus poesías, vertidas al portugués.

Mantuvo correspondencia con grandes valores de


las letras nacionales como ser Miguel Cané, Lola
Torres de IPAR, Juana de Ibarbourou, Vasa More,
Constancio Vigil, entre otros. Esto nos da una idea de
su polifacética figura y la dimensión de su personalidad
literaria. Un autor con exquisita sensibilidad, hondo
calor humano y especial carisma.

Por su merecido reconocimiento, una calle de su


ciudad natal, en el Barrio Santa Isabel, lleva su nombre
así como también le hace honor la Plazoleta “Luis
María Techera Madruga” ubicada en Barrio Bisio de
esta ciudad.

Su obra trasciende el plano puramente lírico; al


tiempo que representa un clamor de justicia e igualdad,
ofrece un canto de amor a la humanidad y, de acuerdo
a Constancio C Vigil, “responde a un noble y elevado anhelo
de redención social.”

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LA OBRA INÈDITA

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PAGINAS ÍNTIMAS

La madre (comp. Esc.)


Dulce es el ritmo de mi pájaro que trina de mi
manantial que murmura y de un amor que canta; pero
aún más dulce, aún más conmovedora que la
melancolía de las aves; más tierna todavía que esa nota
lánguida que resbala dulcemente entre las hojas del
sauce que duerme en la corriente; mil veces más
fiero(¿) y más divino que ese grito sublime del amor
que palpita y se estremece; más grandioso que todo
eso, es la música eterna que encierra un solo nombre;
un solo nombre lleno de poesía, lleno de amor:
¡madre!.
Una madre es el amor, y como el amor, solo se la
valora cuando se la pierde.
Madre: ante ti se han estrellado las afrentas(¿)
inqueridas a mí; has llevado tu llanto para que sonriera
yo; has sonreído llevando(¿) para verme feliz!
Tu misión apostólica y sacrosanta, ha ido más allá del
deber y del sacrificio: mis ofensas te han arrancado
este grito de misericordia y conmoción: “me ofendiste,
hijo mío, pero ya te había perdonado antes de que me
ofendieras”
Si alguien está más cerca de lo divino y más cerca de lo
humano, es esa mujer que, al abrir sus brazos vincula
al hombre con el mundo y con Dios.

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¡Ella es el único santuario, donde el hijo –de rodillas-
puede llegar a comprender el amor!

Las flores (comp. Esc.)


Las flores, ¡qué bellas son! Si hay un simbolismo de
juventud y esperanza, ese simbolismo vive y florece
con ellas.
Delicadas guirnaldas de la naturaleza.
Cada flor es una estrella sobre la esmeraldina toalla del
campo como cada ilusión es un astro titilante sobre el
labio sonriente de la esperanza.
La flor es bella siempre, por el hecho de ser flor, como
la juventud es belleza siempre, por el hecho de ser
juventud.
La mejor estación de la vida, es la infancia, que no sé
quién ha denominado de “edad de oro” y la mejor
estación de las flores es la primavera.
Las flores son las antorchas que iluminan la mejor
estación del año, y en la naturaleza, representan lo que
en la vida, la juventud.
¡Dame más flores, que yo quiero aspirar en ellas, el
perfume, -vuelto recuerdo- de lo que pasó por mi
vida… y que ya no volverá!...

Los exámenes (composición escolar)


¡Qué inquietud de espíritu se apodera de nosotros
cuando se aproximan los exámenes! Sus propósitos
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flaquean; la impotencia del saber y el pesimismo
parecen un presagio certísimo que nos hemos de
equivocar. Y llega el momento de la prueba; momento
de indecisión; momentos en que se juegan los afanes
de todo un año. Por un raro misterio parece que nos
distanciamos de nuestros conocimientos precisamente
cuando es necesario estar más en contacto con ellos.
Este sufrimiento estudiantil, este pesimismo y esta
duda, ensombrece en un día, todo el brillo optimista y
el entusiasmo tesonero de todo un año.
Los exámenes son el desquite de la impotencia del
saber.

La playa (comp. Esc.)


Cuando el marino, en alta mar, juguetea con las olas,
es movido por un presente(¿??) propulsor: el afán de
llegar a su destino.
Cuando el caminante, sudoroso y cansado, marcha por
los caminos, bajo un cielo de plomo y un sol canicular,
es alentado por el afán de llegar también a su destino.
En uno y otro caso, hay un indicio, una señal, que le
indica la proximidad de la cercanía.
Este caminante divisa un cerro, una torre, etc. Este
marinero divisa la playa.
La playa es la aspiración suprema del que hehe(¿?) las
lejanías del mar. Es el símbolo eterno del marefante;
símbolo de amor, de besos de hija y de madre, de

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caricias de esposa, cariños de hogar y augurio de
reposo.
Playa: lecho mullido donde se acuesta el verano para
sentir la voluptuosidad de las olas que hasta allí van a
expirar. Escenario donde las bañistas desafían el estío;
arenita tranquila que me recuerda un abanico blanco,
abierto como las alas de un cisne, bajo el azul de los
cielos y sobre el azul del mar…

Los pájaros (comp.esc.)


Cuando los contemplo desde la celda de m dolor, en
un vuelo desenfrenado por entre las blancas nubes,
suspiro…
¡Ellos son la libertad! ¡Son el libre albedrío de una vida
más dulce, más expresiva, y más espontáneamente
vinculada al cielo!
¡Quién volara como ellos, sin necesidad de
introducirse en cajas de acero con alas postizas!
Que dulce sería, si pudiera tomar a mi pueblo querido
en los brazos, y emprende4, con él, la ruta luminosa
del espacio!... para estar más cerca del sol, más en
contacto con lo divino, y más distante de estas
miserias, amortajadas con el crespín del hambre y de
las lágrimas!...
¡Quién fuera un pájaro! ¡Quién como Aladino,
poseyera la lámpara y el anillo mágico para pedirle al
genio dos alas gigantes, para transportar al espacio la
dulce carga del Uruguay!...

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Los plátanos de la Av. Sarandí
Paisaje halagador el que presenta una ancha avenida,
circundada de plátanos gigantes, en cuyo tupido
ramaje, los charlatanes gorriones cantan la gloria de la
ciudad!
Los plátanos de la calle Sarandí, extendidos
paralelamente por toda la extensión de la misma,
parecen el símbolo de algo ideal: representan los dos
remos de un barquichuelo, uno al lado del otro,
paralelos siempre, y siempre remando juntos, que en el
río de la vida, conducen la gloria de Rivera, hacia los
arcanos del porvenir…
Firmes en sus puestos, como centinelas del orden, los
plátanos de nuestra principal avenida, parecen
custodiar con su tranquilidad banrucible(¿??), la
antropía(¿??) del pueblo…
Agradable panorama ofrece al extranjero que nos
visita, la frescura y el dulzor, casi conmovible de su
ramaje y la gallardía de sus brazos extendidos hacia el
cielo, como significando una expresión de concordia y
de salud a la vez!
Cuando se unen, a la manera de tupida bóveda sus
copas, la av. Sarandí, es la verde entrada principal de
un palacete de hadas, dando acceso a la fraterna ciudad
santanense.
¡Espectáculo alegórico y vivo de la unión que
fraterniza a dos hermanas gemelas, a dos hermosas
ciudades!
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Plátanos de mi pueblo: sois la expresión muda de toda
la franqueza de un pueblo, sois el aspecto místico de la
vida que hay que marchar, marchar, sudorosos y
cansados, por los anchos caminos…
Siempre en la misma vía, siempre… y andando y
andando los peregrinos de la vida se distinguen a lo
lejos como unas estrellitas que se van apagando,
oscureciendo… hasta borrarse completamente en la
lejanía del paisaje…
Caminitos tortuosos, transitados por hormiguitas que
van llevando a cuestas, cada una de ellas, una carga
distinta…
Marchando, marchando, los peregrinos se pierden de
vista por esos caminos, con un ideal a espaldas…
Viajeros andantes somos, que vamos recorriendo esos
senderos de la vida, mientras un fantasma terrible, nos
azota despiadado y nos grita: ¡Marchad imbéciles!
Sufrid y llorad, esclavos, que habéis de morir igual!...

El retrato manchado
Tengo a la vista una carta de mujer. Me dice en ella,
“que una prueba bien clara de que no la quería, la tenía
en mi audacia de devolverle con una mancha, el retrato
que en otro tiempo me había dado”
Hacen tres años de eso, y hoy, al releer esa carta,
sonreí…

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Había derramado lágrimas de sangre sobre la
fotografía de aquel ángel de piedra, y mi llanto había
manchado la nitidez de su rostro.
¡Ojalá que todas las lágrimas que por la injusticia de
otros derramamos, les nurdiese(¿?) y manchase la
conciencia, como manchó el retrato de aquella mujer
de hielo!...

Año nuevo
Se fue un año, negrita; viene otro; hoy como ayer, y
ayer como mañana, y siempre así.
Yo te quise, te quiero y te querré, y siempre viviré
pensando en ti!
Negrita adorada, tesorito, ya va un año de amor, y está
nuevo y sublime aún y magnífico como una flor.
Como un sueño embriagador. !Grande como mi
dolor!...
¡Te amo, te quiero, mi negrita!
Te doy todo, vidita, todo lo bueno que hay en mi…
Porque sabré morir, como vivir supe por ti!
Año nuevo. Vida nueva. Sueño de amor…Sin
embargo, me recibe el año con un crespín de dolor…
Sufro porque amo. Y mi amor por ti no tiene fin;
¡Abarca Este y oeste, Norte y Sur!
Ni tiene edad, ni tiempo, ni principio; porque siempre
está naciendo y floreciendo, como un rosal Azul!...
42
Para Lola (a pedido de mi primo Angel Dutra)
En prueba de mi amor y de mi estima,
Y en testimonio de que no te olvido,
Yo te escribo esta carta sin sentido,
Envuelta en el sudario de la rima.
Lola, tierna barcarola, -sola,- en la ola de amor. –Por
tu rigor –y tu candor- fascinador –rodé- y me
enamoré- y canté- y sin saber porqué –lloré- sobre la
huella: Bella, -fulgor de estrella; -bella, tierna, doncella,
luz que destella, suave centella; bella, recuerda aquella
–borrada huella- que hace pensar!... yo, sin cesar, veo
brillar, ya en el pomar, ya en el rosal, como en un altar,
tu singular rostro sin par, Princesa…Reza, porque ya
empieza, con gran pereza, más con dureza, duda y
flaqueza, en la nobleza –y en la fuerza- de mi alma
ilesa –a trabajar… ¡Ven a calmar –el tormentar –y el
sollozar- igual que el mar- de este mi cielo!...
Porque yo anhelo, mitad del cielo, que tu consuelo-
sea cual velo- de terciopelo- ue hasta el suelo- baje, sin
ser ultraje, hasta el paraje de mi dolor!...

Imsomnio
¿Porqué quiero llorar? ¿Porqué mi alma, emocionada y
triste tiembla ya? ¿Porqué de mi pecho huye la calma, y
me ahogo en el mar de mi ansiedad?

43
No sé – con la mente ya cansada, una carta de amor
quiero escribir…
Empiezo: “amada mía, dulce amada, adiós, por
siempre adiós!... Voy a morir…”
Tiro la pluma. Sufro. Estoy enfermo, de un lento,
incurable malestar
Y me voy persuadiendo que no duermo,
Cuanto más dormir quiero y descansar…
¿Qué es el amor?, pregunto, y me contesta la múscica
lejana de un café…
¡Y comprendo que el mundo está de fiesta
¡Y sé que de mi amor ya nada resta,
Y de mí nada resta… también sé!...
(3 Nov. 1928)

Pensando en ti…
Cae la lluvia lenta, hora tras hora, sobre el campo en
flor…
Y es el campo más bello cuando llena, que cuando ríe,
saludando al sol!...
Y mientras llueve, fumo… y esa calma delcampo me
distrae…
Y cae el agua fuera…… y en mi alma
También el agua cae!...

44
……….
Y pienso en tus labios inocentes,
Si acaso a esta hora han de temblar,
Para exhalar un ¡ay! Lánguidamente,
O tremantes mi nombre murmurar!...
Y clama el corazón –sin que lo muerda
Con los celos la falta de la faz-
-Ay!... ¡quién sabe si aún ella se acuerda!...
Talvez ni piense más!...
……..
Vuela mi pensamiento a tu mirada,
Vagando en el ensueño… y más allá…
Y el agua, en mi vida ya amargada, cayendo lenta va…
¿Qué harás?...? En que recuerdos, distraídas tus horas
pasarán?...
¡Y mis tristes suspiros pesarosos, son pájaros sin vida
que se van!...
……….
Estoy lejos… y pienso en tus ojitos,
si a estas horas, cargados de expresión,
estarán llenos de bálsamo bendito,
bebiendo los espacios infinitos,
a través del cristal de tu balcón!...
45
¿Piensas?... ¿Crepitan tus pasiones?...
Es mejor ni pensar…
¡Si este eterno gemir de corazones,
Es de amar…y amar!...
………..
Vuela un pájaro…?a dónde?... Quizá al verde follaje de
un árbol irreal…
Y el pájaro es mi alma que se pierde,
¡Sin saber do irá parar!...
.............
La ausencia... La distancia... El desconsuelo...
En el lecho del recuerdo me postró…
Y mientras el crepúsculo alza vuelo,
Al fondo de mi alma, desde el cielo,
Una imagen -¡la tuya!- se arrojó!...
Y en el aire, tu bello rostro flota,
Más, cien veces más y más hermoso
Que una flor!...
Y el agua cae en mi alma gota a gota
Como el perfume tierno y dulzuroso
De tu amor!...
(Batoví, 16/3/ 1934)

46
Incertidumbre
El calor de tus besos y el color de tus ojos
Y el calor de tu pecho tuvieron la culpa
Que enfermara de amor!...
Mis ojos por siempre cautivos quedaron
En esos ojazos que me hipnotizaron
Con tanto fulgor…
Ellos son los culpables que yo me enfermara
Por siempre de amor!...
Tus besos, tus besos fogosos y ardientes,
Quemaron mis labios, quemaron mi frente,
Quemaron mi alma y mi corazón…
¡Ellos tienen la culpa que yo me enfermara
Por siempre de amor!...
El color de tus senos, erectos, gallardos,
Blancos como lirios, blancos como nardos,
Despidiendo calor,
Quemaron mi vida, incendiaron mi pecho
Y ellos tienen la culpa que yo me enfermara
Por siempre de amor!
Tu expresión apacible, tu expresión cariñosa,
Tu voz argentina, hechicera y hermosa

47
Y reir seductor,
Transformaron mi vida, tornándola rara,
Y tienen la culpa que yo me enfermara
Por siempre de amor!...
Tu alma, gemela del alma más buena,
Cambiaron mi senda de luto y de pena
Po otra más…peor…
Y vivo pensando, sufriente y enfermo,
Y en las noches, negra, ni siquiera duermo,
Y estoy sin color…
Ya no quema tu boca, sino abre una herida,
Ya no incendian tus ojos, sino anulan mi vida
Sin destino y sin Dios.
Tus senos erectos, limones de nieve,
Transtornan mi anhelo, que ya no se mueve
Ni aparta de vos…
¡Todo esto es la causa que yo desfallezca,
Enfermo de amor!...
………………
Tú no tienes la culpa, la tiene tu boca,
La tiene tus besos, romántica loca,
¡La tiene tu andar!...

48
Tú no tienes la culpa, la tienen tus ojos,
Y esos ensayos de dulces enojos,
Que hablan de amor…
Tú no tienes la culpa, la tengo yo mismo,
Que al huir de tus ojos, me lanzo al abismo
Tartárico y hondo de tu boca en flor!...
……………..
¿Será cierto que me amas después que te beso?
Si siempre me amas, mujer adorable,
¡No soy yo, ni eres tú!... y no existe un culpable
En el mal de este amor…

¡Piensa en mi!
Estoy enfermo… entre la fiebre yo te invoco,
Y tu imagen halaga mis ideas…
Piensa, piensa en mí, ¡me vuelvo loco!,
Que si piensas en mí, ¡bendita seas!...
………………
Aquel muchacho alegre alegre y divertido,
Es mi cuerpo sin vida y sin encanto,
Que en el sepulcro negro de tu olvido,
Vive penando por amarte tanto!

49
…..
En el lecho de muerte en que reposo,
Tú ni sabes lo cuánto padecí…
¡Sin tener más que al ángel cariñoso,
Que en la agonía rezará por mi!...
……………….
¡Piensa, piensa en mí, que desfallezco!
¡Piensa, piensa en mía, que yo te quiero!
Mira que día a día palidezco,
¡Mira que palidezco y que me muero!...
……………
Morir!...!Oh, Dios, cuánto me espanta
Dejar a quien yo quiero, entre la pena!...
Ah!, reza por mí, tú que eres santa!...
Ah! Reza por mí, tú que eres buena!...
……………..
Y piensa, piensa siempre que estés triste,
En este pobrecillo que tu adoras!...
Y llórame, al morir, si me quisiste,
Que el cielo metendrá, si tú me llevas!...
Piensa en mí, que ya me vuelvo en nada…
Piensa en mí!... en mis versos… mis ideas…

50
Piensa, piensa en mí, mujer amada,
Que si piensas en mí, ¡bendita seas!...
(Abril 8/1929)

Copa temprana
Bebe en este vaso: es un jugo de estrellas,
Es un vino de cielo, de nube, arrebol…
Bebe tu sorbo, aquí están las más bellas
Miradas ardientes de tiernas doncellas,
Y está la epidermis ingente del sol!
………………….
Bebe de este vaso: está lleno de flores,
De gloria, de vida, de ensueño y de luz!
Hay en él mucho cielo y hay muchos colores,
Y hay mucho nombre del niño Jesús!...
………………………
Aprovechar los años que corren de prisa.
Bebe en este vaso de tierna inquietud!,
Refresca tu alma en esta copa de risa
Que aquí está la esencia de la juventud!
(1923)
(Aquí hay una página arrancada)

51
Oh, no!... ahí yace, con las manos muy quietas,
Muy helada y muy pálida, como todas las muertas,
¡Como un ángel dormido… que espera al Señor!.
……………………..
De aquella genial sembradora de afecto,
Sólo resta unaestatua marmórea de enferma…
¡Es la imagen más pura del humano respeto!...
Es el ídolo humano que está mudo, que está quieto…
¿Dejad que descanse…que enseñe… que duerma!...
…………………………
Los suyos zollozan, por la pena cautivos…
¡Corazones dolientes que el dolor traspasó!...
¡Orad por os muertos… y orad por los vivos!,
Pues debemos creer, por fundados motivos,
Que la niña que ha muerto… todavía no murió!..
……………
¡Recién va a vivir! –continúa viviendo,
En nuestro recuerdo eternal y dilecto…
El Señor la ha llamado… y se ha ido sonriendo
A vivir más dichosa, más pura, muriendo…
¡Vive en Él y nosotros!... ¡Ha nacido!...!No ha
muerto!!..
Duerme apenas…!callaos!..que los cielos la celan…
52
Dejadle que sueñe… que repose…es amargo
Profanar esa dicha con lamentos que duelan…
¡Dejémosla sola!...que los ángeles velan…
Porque ese sueño…. ¡es muy profundo y muy largo!...
(Dic 7/1927)

Creo que mis pensamientos sobre la mujer son sanos y


bien intencionados. Cuando estoy a tu lado, mi
adoración llega al pináculo de lo increíble, pues con
verte sonreir para mí, ya estoy satisfecho, aunque creo
que la utopía es un estado irreal del espíritu.
Entiendo con Cervantes, que hase de usar con la
honesta mujer, al estilo que con las reliquias: adorarlas
y no tocarlas; pero debo confesar que no soy feliz
cuando no tengo entre mis manos tus manos presas y
cuando mis ojos no están enclavados en tus ojos.
No es que me mueva el erotismo que reclama vía libre
en la intrincada mañana del sexo y del instinto. Yo no
adoro en tí tu belleza, ni tu amor sino que apenas
adoro en tí tu corazón, pues, como decía Eugenio de
Castro, “las mucosas tientan sólo a las almas vulgares”;
pero, para llegar al corazón, es menester el transporte
del amor en sí; esa “expresión” de las manos, ese
fluido eléctrico de la mirada, que estremece en el
cuerpo y florece en los labios…
No puedo aceptar el amor tímido: el verdadero es
audaz, desesperado, loco…
53
Dentro de mi platonicismo ingénico, incapaz de
profanación y pecado, hay un tesoro de
merecimientos, que reclama el calor de tu boca y de
tus manos, com única vía de contacto con tu
corazoncito…
El amor platónico sin transportes, es un palacio
deshabitado
¡Es un imperio… sin emperador!
(ag. 8/931)
………………….
Horas negras
(“argumentos del amor”)
En estas horas tristes porque paso,
Yo tengo la obsesión de mi flagelo;
Y mi amor infantil, hecho fracaso,
Que me hace pensar y sufrir tanto,
¡N siquiera cristaliza en llanto,
Para que me sirva de consuelo!...
No puedo desahogarme… y sólo pienso
En esa frialdad con que me hieres…
Si, no resta duda; tú has cambiado;
No eres la misma de antes… no me quieres…
No me quieres más… y me has matado!
…………….
54
Se agriaron tus túlcidas palabras,
Aquellas que en un éxtasis oía;
Y quedaron hirientes… y en mi alma,
Fueron lo mismo que una daga fría!...
Qué horas negras!... ¡Quién imaginaba,
Que una nube muy densa presentía…
¡Y jurabas que no me olvidarías!
¡Que no serían de otro tus caricias!...
Y aún recuerdo más: presente tengo,
Todo lo pasado… aquel pasado…
¡Si me parece que de un sueño vengo!
Si lo consejos que te habían dado
Para eclipsar tu amor y dirigirlo,
Los arrojases, con desdén, a un lado,
Y el oído cerraras porno oírlo,
¡Entonces, sí, que todo eran delicias,
Del amor en la bóveda infinita!...
Soñando con la paz de tus carícias,
Oirías que mis labios para siempre,
Te proclamarían siempre “mi negrita”!
Pero tú me temías. –te dijeron
Que todo hombre es malo y perdidoso

55
Y a voluntad tu nave dirigieron!...
Y yo era, talvez, tu amor primero,
E inexperiente tú, ángel hermoso,
Creíste al que ofició de consejero.
Y empezó tu frialdad su gesto airoso,
Basada en esos cálculos añejos,
Y entre los consejos alevosos
Y mi amor, puro, noble, tan grandioso,
Elegiste negrita mi negra, los consejos…
¡Y no quieres, mi amor, que yo recuerde!
¡Cuando el amor es más, menos perdona!
¡Hoy comprendo porqué un hombre se pierde,
Porqué mata, estrangula y abandona!
Te hicieron ver en mi el desaliño,
Talvez de un criminal de vil vileza…
Y yo era tan bueno como un niño,
Que cifra su ventura en el cariño
De la madrecita dulce que lo besa!...
Y yo era un infante que vivía,
Humilde, como un mártir resignado;
Y en la paz de mi santa fantasía,
Adoraba este mal de hacer poesía,

56
En el secreto de mi cuarto aislado!...
Era pueril mi sueño de ventura,
Como jamás otro soñado ha sido!...
Pero te hicieron ver que mi ternura,
Era máscara audaz e investidura,
De un idiota, um canalla y um bandido!...
Y fue ese el delito que he purgado
Por ser un hombre de bondades lleno!...
Por dos causas me has abandonado:
Primero, por haberte idolatrado,
Y segundo, por haber sido tan bueno!...
………………………….
Mañana acaso, en brazos de un extraño,
A quien una vil pasión inflama,
Venturosa te creerás, desventurada!
Y pensarás que ése es que te ama,
Ése que es bueno, y yo que te engañaba!...
Y él subirá radiante los peldaños,
Que con pedazos de alma levantara…
Y en la vuelta sombría de los años,
Te olvidarás del poeta que te amara;
De aquél que una noche, abandonado,

57
Sin poder ni dormir, desesperado
Por la obsesión de un sueño que moría,
En un rasgo de amor que se hace eterno,
Con un tiro en el pecho destruiría,
Su pobre y triste corazón enfermo!...
LMT
Abril 18/934

José Pedro Varela


Inserto en estas páginas
íntimas esta composición,
como recuerdo de mis
primeros años de escuela,
pues data de 1920.
Hombre denodado y bondadoso, todo luz, todo
perseverancia, formado del mismísimo elemento que
se crearon los grandes paladines de las leras; todo
inteligencia y amor hacia los niños: tales eran las
cualidades salientes de aquel formidable luminar
apostólico, de aquel esclarecido demagogo de una raza
retardataria, Don José Pedro Varela!
El sueño de toda su vida doctrinaria y combativa, era
constituir un templo de enseñanza pública,
adaptándola a un sistema más práctico y fácil; menos
áspero y más humano, de suerte que pudieran
concurrir a ella, millones de niños, porque el maestro
entendía que el niño ilustrado, es el futuro de la patria!
58
Fundó las escuelas,, estableció nuevos programas de
enseñanza, encaminando la niñez de su adorada patria,
a los peldaños de nácar que le darían acceso a las
cumbres donde florecía y palpitaba la frase sublime del
Gral. Artigas: “sean los orientales tan ilustrados como
valientes”.
Trabajaba noche y día aquel cerebro privilegiado de
José Pedro Varela, trabajaba incesante y tesonero,
olvidado de sí mismo, fuera de sí mismo y matándose
a sí mismo, hasta triunfar por el dolor, triunfar por la
constancia, y perpetuar ese sublime triunfo por su
corazón de oro
¡Qué abnegación, qué fé, qué fuerza de voluntad
indomable no tendría el patriota, que exgotó todas sus
energías, toda su salud, exprimiéndolas en aras del
amor público!
José Pedro Varela fue el héroe de una culminante
etapa de reivindicación social. Héroe y mártir; hombre
y Dios!
Antes de las reformas de Varela, en las escuelas apenas
se enseñaba a leer un poco y cantar, y esto mismo,
bajo el imperio siniestro del temor, donde el lema
escolar era este símbolo de prepotencia enérgica: “la
letra con sangre entra”
Para José Pedro Varela, esa sentencia era una afrenta
para la civilización nacional, y gracias a él, podemos,
con legítimo orgullo, tergiversar esa frase y sustituirla
por ésta: “La letra, entra con bondad”
………………..

59
A tan excesivos trabajos, a tantos estudios febriles y
ardorosos, no es de extrañar que la naturaleza del gran
reformador no sucumbiera!
Se sentía enfermo, pero tal era el entusiasmo que
vibraba en su alma, y tal el amor que alentaba su
corazón inmenso, que hacía caso omiso de su
enfermedad, que avanzaba día a día, y que ya lo estaba
matando!...
Y cerró la noche sobre aquella vida pletórica de
aspiraciones intensas, y fue envolviendo con su velo
aquel espíritu de combativa energía, aquel espíritu
noble de bondadosa franqueza, cual si quisiera
arrebatarle las ideas, cual si quisiera detener la máquina
de oro de su corazón…
Y el astro cayó –para no levantarse! Gimió convulsiva
la raza, se estremeció la aurora al irradiar, bostezante
en el oriente…
Y todo quedó luctuoso, y el canto de las aves, parecía
una plegaria, parecía un lamento fúnebre el murmurar
de las fuentes lontanas…
Y fue así que el 24 de octubre de 1879 pasó al
corazón de la niñez uruguaya, señalando con su índice
eterno, la muerte de José Pedro Varela!
……..
Mis queridos condiscípulos:
Ahora, que me habéis oído epilogar sintéticamente
sobre una de las facetas históricas y semidivinas de
este batallador inmortal, fijaos un momento en ese

60
retrato que tenéis adelante, y veréis en su rostro,
demacrado por el sufrimiento, asomarse una breve
sonrisa de satisfacción, al ver cristalizado el enseñar de
su vida, ese perpetuo enseñar que aún está
triunfando… y se estremece… y florece todavía!...

La hora perpetuada
Alta noche; en vano quiero conciliar el sueño.
El dolor me desgarra el corazón como un buitre.
Pienso… pienso… ¡qué horrible, Dios mío, es
pensar!...
Deben ser las cuatro de la mañana, porque oigo unos
gallos que se pesperezan…
Quiero saber la hora… interrogo a mi compañero de
cuarto, después de despertarle, porque no tengo
reloj…
Éste hace la luz; pero antes pero antes que me
conteste, oigo una voz casi imperceptible que me dice:
- no te preocupes por la hora, imbécil!...!Es la hora de
sufrir!...
¿De dónde partió esa voz? Su acento, no me es del
todo desconocido…
En sueños, tiempos atrás, ya se había dejado oir, para
decirme que no echase a perder la juventud, y me
aconsejaba, que la utopía era un estado irreal del
espíritu… Pero…
Sí, no resta duda; conozco esa voz.
61
¡Es mi corazón que habla!
(31 de marzo de 1928)

¡Es tan fría!


Es franca, noble y humana,
Como la Virgen quizás sería!
De sus ojitos ternura emana,
Su alma es muy pura y sana,
¡Pero es tan fría!...
…..
Su boca a besar incita!
Sólo con verla siento alegría,
Pero al abismo me precipita!...
Tan linda que es, mi negrita, (pobrecita)
¡Pero tan fría!...

Es pura como el rocío,
Hermosa cual luz del día,
Y buena como el estío…
Pero, ¡ay!, Dios mío,
¡Pero es tan fría!...

62
Un cuento
Un desconocido
Bajo el mediocre velo del anónimo,
A un joven escribía
Misivas donde el odio le expresaba,
Y con místico seudónimo
Firmaba.
Las cartas que el joven recibía
Diariamente
Así rezaban:
“Os deseo una horca y un veneno,
Cuya propia eficacia os aniquile”
Y era siempre la misma. No variaba
Un ápice la carta… y lo más bueno,
Es que dicha misiva no faltaba,
Puntualmente.
El joven no tenía más que amigos,
Y el pueblo le apreciaba.
¿De dónde surgiría ese enemigo
Que a meses dicho anónimo mandaba?
Y consultando la conciencia,
Más y más desesperaba…

63
Un día, ¡qué prodigio!, la misma
Cambió su contenido acostumbrado:
-“si deseas tratar con quien te escribe,
Allégate a la esquina…”
Y terminado.
Impresionado,
Y curioso a la vez, fuése a la cita,
Y a un mozo que fumaba en aquel sitio,
Tiró de la levita…

Pero héte que una dama se le arrima,


Y le toca en el codo,
Y aunque un falso pudor tiño su rostro,
Se expresó de este modo:
-“Joven, he sido la enemiga vuestra,
La autora de los cándidos anónimos,
Que rubricaba con alegres trazos,
El místico seudónimo,
Con la inocencia irónica del niño,
(si la misma ironía viene al caso)
La horca que os deseo son mis brazos,

64
Y el veneno que os hablo es mi cariño.
Os amaba,
Y os mostraste indiferente.
Yo forjaba
En la fiebre de locas alboradas,
Del amor, los sublimes, tiernos lazos…
¡Fue talvez sin pensar que yo hice eso!...
¡La horca que os deseo son mis brazos,
Y el veneno que os hablo son mis besos!!”
Aquella mujer, de aquellos sus quereres
Decía la verdad.
¿Por ventura el amor de las mujeres,
No es veneno que mata sin piedad?...
¿Y cual cáñamo dulce no es acaso,
Sus ardientes, solícitos abrazos,
Que nos ciñen el cuello
Con afectuosidad?...
(Agosto 4/ 1929)

Para mi madre muerta


He sufrido calumnias, he sufrido resabios,
He rodado, rodado, bajo el mal de una cruz!

65
Pero siempre, siempre, se han cerrado mis labios
Y entornado mis ojos, madrecita, sin luz!..
…..
He sufrido desprecios, afrentas… ¡Y todo!,
Sin hallar en el mundo un amor de mujer!...
Fui el mártir del mundo y el lirio del lodo…
¡Tú bien que ya sabes lo que es padecer!...
……
He sentido tu falta… y en vano he llamado,
Para qué me vinieras en sueño llevar…
Porque fui, por envidia, en mi fé calumniado,
Porque supe, de niño, lo que era llorar!...
….
Aquel Dios que decías que tenía el alma buena,
Y del hombre cristiano era guía y sostén,
¡No ha escuchado mi ruego, ni ha visto mi pena,
Y a mi lágrima amarga, respondió con desdén!
……………
Que falta me haces!... ¡No hay quien taladre
Este hondo suplicio de vivir sin amor!...
¡Nadie sabe, en el mundo, lo que vale una madre,
A no ser cuando es tarde para darle valor!...

66
…..
¡Mi paso, en la niebla de mi vida, retumba!...
¡Soy un huérfano triste que ni puede sufrir!...
Madrecita que has muerto: hoy yo vengo a tu tumba…
Ya ves: soy un niño…!Y ya pienso en morir!...
(16 de marzo de 1929)

Versos de angustia
Para mi amigo Abner Prada,
alma sencilla y bondadosa que
ha triunfado en el difícil arte
del compañerismo.
Yo soy un desgraciado, vivo errante
Una vida sin vida y sin encanto
Soñando con la muerte a cada instante!...
No he sentido en mi frente el beso santo
De una madre sencilla y cariñosa,
Que sus brazos amante me tendiera!...
Y estoy aquí ahogado con mi llanto,
Y rodeado de lobos y panteras,
Que pueblan de falsías y egoísmos
Esta noche eterna de mi quebranto!
Estoy demás! ¡No encuentro quien me quiera

67
Y mi alma está enferma y está inquieta,
Y es grande para mí este calvario;
Grande, sí, muy grande para un poeta
Desengañado…y triste… y solitario!...
………………
El mundo está dispuesto a condenarme.
Todo es mentira!; y vicio!... nada más…
Y sin embargo, yo no quiero aún matarme,
A pesar que no tengo amor, ni paz!
Y rezo, sí; pero no puedo salvarme;
¡Soy un cobarde, un vil, un desgraciado;
Un esclavo sin precio, un condenado
Que ni de morir tranquilo soy capaz!...
El presente me asusta… y el futuro
Con sus grandes problemas me intimida,
Y vivo en un mundo asaz oscuro,
Donde sólo es dichosos quien olvida!...
No te rías, de mi, porque tirado,
Sea una hojita a voluntad del viento!
El dolor de vivir ya me ha matado,
¡Y de tan insensible ya ni siento!...
El amor por mi alma -cuando pasa,

68
Me hace un mártir, un reo, un infeliz;-
Porque un hombre sin fé, cuando fracasa,
Ya nunca, nunca más será feliz!...
…..
¡Déjame!... y de cuando en cuando-reza,
Porque acabe agonía tan fatal!...
Aléjate!...que el mal de mi tristeza,
Es contagioso…y puede hacerte mal.
¡No reanimes estos fuegos viejos,
Que mi fin lo preveo y no está lejos:
La tísis!... El alcohol!... El hospital!...
(U-D-1930)

Poemas militares

O Brasil, eu te saúdo num abraço!


Firme estou no meu sitio qual si fosse
Uma regia pirâmide de aço!
Nos meus bárbaros cálculos medonhos
Transformas em sorriso meu fracasso,
E desdobras as azas de meus sonhos,
Pelas haladas amplidões do espaço!...

69
.................
Venho de longe, Mae, venho bem cansado,
Dos homens e do amor desenganado,
Sem gloria, sem carinho e sem trazer...
E deponho á teus pés minha vida inteira,
!Ja não tenho outro amor que a tua bandeira
Sob a qual luctarei até morrer!...
Ó Brasil!, minha pátria, tão somente
Um tecto de paz teu filho quer!
És a carne mais jovem, morena e turgente,
A carne mais virgem, perfumada e ardente,
Da terra fecunda, transformada em mulher!
..................
O mais humilde de teus filhos, Patria,
Ao beijar tua frente coroada,
!Parece que beija-se o universo!
Aceita, eu te peco, pátria amada,
Como azas no espaço desdobradas,
A suprema homenagem de meu verso!
Ó Brasil! Forte Hércules vidente,
Eu me entrego a teus braços todo inteiro,
Nesta doce locura de te amar!...

70
E não mais te ofereço,humildemente,
Que um nobre coração de brasileiro,
E um legítimo orgulho militar!...
(Livramento, Maio 1° 1934.)

Soneto
Escuta, anjo celeste que eu adoro:
Não existe o amor eu desconfio.
Se o amor é lamento, ?porque rio?
Se o amor é soriso, ?porqué choro?
........
Não! Não existe não, anjo adorado...
Esquece... sonha...folga-te...descanca...
Se o amor é um lampejo de esperança,
?Porque razão estou desenganado?
.........
O amor não existe, e se existisse,
Era a travez de um anjo que sorrisse,
Ou a travéz de um anjo que chorasse...
Se existisse essa chama verdadeira,
Eu, amando tanto, não sofrera
E tu, sofrendo tanto não amasse!

71
Vou partir
Adeus , negrinha, que já vou partindo,
Nas ondas doces da paixão chamando...
Ai!, eu bem sei que ficarás sorrindo
Em tanto triste partirei chorando...
.......
Adeus, meu anjo, qjue teu pobre amante
Além se vae das juvenis cidades...
Jamais esqueças que talvez distante,
Morrendo esteja a soluçar saudades!
................
Ai, mas não chores, pobrezinha, !espera!,
Ai, mas espera minha volta um dia...
Quando as flores abrir á primavera,
E torne as formas de su cambrosía!
.............
Quando os pássaros cantem na floresta
Elevando seus hinos á tardinha;
Quando o mundo pareça estar de festa,
E prescintas o amor que se avizinha;
...........

72
Será tempo talvez que eu vá voltando
Por sempre a ti, meu carinhoso anjinho,
E aquele amante que se foi chorando,
Cheio de vida, tornará sorrindo!

Un recuerdo Del 17 de junio de 1934


Alta noche.
Mi cabeza cansada, reposando Sobre tu hombro. Tu
rostro, seráfico y esbelto, inclinado sobre mi rostro…
y tus labios, cerca, muy cerca; demasiado cerca!...
El frío invernal de la noche, era una caricia leve entre
las manos que jugaban en la sombra.
¡Qué momentos felices!
¡Lástima que fueran tan fugaces! En tal posición,
pasaría contigo todas las eternidades que llenan la
vida!.
Recuerdo que en el delirio del momento, tú me decías,
en un acento tierno y dulcísimo de mártir y de santa,
que volviera a ser bueno para contigo, que volviera a
amarte como antes… y me acariciabas…y mis manos
jugaban distraídamente con tus senos pubescentes…
que se estremecían, temblando, en un éxtasis de amor!
¡Y qué pálida estabas y qué linda, cuando te besaba la
luna! La noche era un juguete para los dos.

73
Nadie transitaba por las desiertas calles. Mi alma,
lanzándose al fondo más remoto de los fondos de tu
alma, florecía.
Tus ojos despedían un raro fulgor, como los míos.
Y se buscaban, inconscientemente, mis ojos y tus ojos.
Y comprendí la pureza de tu corazoncito infante que
se abría por primera vez al amor, como se abre, por
vez primera el capullo… al beso del sol primaveral.
¡Todo un mundo fantástico y helénico desfiló ante la
inconcebible provocación de mis sueños!...
Y yo no tenía ojos sino para beber esa tu eterna y
ardiente mirada azul…
Eras en ese momento, mi Diosa.
¡Y yo osaba acariciar los senos vírgenes e intocados de
una Diosa, hurgando el secreto emocional y tierno de
tus 15 años!
Y cuando la luna de plata, envidiosa de tanta dicha
terrena, ocultóse por momentos tras la densidad de
una nube parda, hubo una explosión expontánea y
eléctrica en mi pecho y en tu pecho…
Y sonó un beso… y otro beso… y dos cuerpos se
abrazaron en la sombra…

Teu primeiro beijo

74
Beijei-te, e no rubor de tuas faces, adivinhei o pudor
da tua alma.
Ora, meu bem! ?Qué importa um beijo? O sol também
beija, em sua febre, as flores, e o mar também beija,
em sua febre, a praia.
Sim, eu profanei tua beldade sem mácula, com meus
lábios impuros; eu roubei do cálice de teus lábios, a
essência da vida, o néctar do amor, a música de azas e
de sonhos: o teu primero beijo.
Anjo, criança e mulher: eu desejo, nesse doce enleio
misterioso donde se ligam as almas e os corações, que
tu me sustentes na cadeia de teus braços, para que não
me mates com um beijo!
Abraza-me, sim, anjo adorado, para sempre, para
sempre assim viver!...
De pressa!... dai-me outro beijo, que não posso ver tão
perto teus divinos olhos!, que não posso ver tão perto
tua divina boca!, que não posso sentir-te estremecer e
palpitar assim, dessa maneira, tão juntinho a mim!...
Beija-me na boca. Desejo que te derrames inteira
sobre mim; quero aspirar o perfume de teus cabelos de
vivo; quero crucificar-me para sempre nesse imenso
panorama azul de teus olhinhos;
Quero sentir toda a poesia que há em ti!; quero, emfim
estreitar-te fortemente em meus braços, para sentir as
pulsações de teus dois seios arfantes e morenos, sobre
o meu peito de homem, caldeado pelo sol!...
Beija-me muito, sempre, que assim me amarás mais.

75
!Porque o amor é um imenso beijo, um beijo ardente
de onde dimana a essência da juventude!

Saudades
¿Porque será, que quando a gente está um poço longe
daquela a quem ama, o coração soluça de saudade?
!Quem sabe! A mulherinha querida aparece ante
nossos olhos, que a fitam todo o dia, atravez da lente
transparente de nosso carinho, como a visão única de
nossa vida, como a síntese de nosso mundo interior!...
¿E porque será?; É a saudade que agita-se em nós,
estremecedora, palpitante, apertando seus dedos
gelados em nosso coração sensível!...
Não podemos apartar o pensamento da virgemzinha
querida, quanto mais pretendemos afastar o
pensamento dela.
E ela...; quem sabe se nesse momento se lembra da
gente!...
Ora!... é bem triste a desconfiança! Muitas vezes, em
quanto espero que o somno venha apaciguar o
turbilhão de minhas idéias, e enquanto pito meu
cigarro deitado no leito, eu penso também num anjo...
¿quem não tem um anjo em quem pensar? Pois bem:
essa imagem pura que enchem primeiro a minha
imaginação, e que achei depois, no trassegar da vida,
rouba-me parte do somno... e é uma felicidade para
mim evoca-la atravez da distancia...

76
Entao o meu amor cresce, como um gigante fabuloso,
imaginário, mitológico, dentro do cárcere azul de
minhas aspirações futuras!...
Toda a beleza da vida jovem e poética, congrega-se em
redor do palácio de meu sonhos...
!Como ela é meiga, feiticeira e bela!..
!Como seus beijos são puros!
Puros como a água clara do manantial nativo!, puros
como o lírio sutil e vaporoso das campinas!, puros
como a limpidez diamantina de seus dois olhos azuis,
que semelham dois pedazos do céu brasileiro,
iluminando um rosto de mulher!..
Ai!, mas quem sabe se ela se lembra de mim, que
penso nela! É a saudade vae lacerando-me o coração,
em quanto a noite vae desfilando sua eterna caravana
de horas ante mim!...

Soneto derrotista
Es la lucha tenaz; la fuerza poca;
El futuro, un problema, una obsesión.
El alma desfallece y queda loca,
Y sangra, de sensible, el corazón.

Cae la noche de hinojos en mi vida,
Y me envuelve en su mísero crespón.

77
La batalla, por tanto, está perdida,
Y con ella, perdida mi ilusión!...
……
El sueño no calma mi tormento,
Y en mi triste derrota yo presiento,
Que sólo, abandonado, moriré!...
………..
Yo fui la mariposa inaccesible,
Que llegué hasta el confín de lo imposible,
¡y en su hoguera mis alas quemaré!...

Um soneto de Raymundo Correa


As pombas
Vae-se a primeira pomba despertada,
Vae-se outra... indo mais outra...em fim, dezenas
De pombas vão-se dos pombaes apenas
Raia sanguinea e fresca a madrugada.
E á tarde, quando a rígida ventada
Sopra, elas pombas, elas, serenas,
Ruflando as azas, sacudindo as penas
Voltam todas em doida revoada!

78
.........
Assim nos corações onde abotoam
Os sonhos um por um céles eram,
Como eram as pombas das pobambag...
No azul da arborecencia as azas soltam,
Fogem.. mais aos pombais as pombas voltam,
E elas, aos corações não voltam mais!...

Lamentos
Eu fiz tudo prá esquece-la...
Matei a alma, arrastei a alma,
Afoguei a alma numa copa de licor
!Ninguem sabe o negro e o profundo
que e o fundo almibarado de uma copa!
Eu fiz tudo prá equece-la...
Assasinei minhas idéias e desgracei minha juventude...
E hoje choro ao vê-la tão ditosa noutros braços...
E não choro por ser tão desgracado...
Eu choro porque também já fui feliz...
Hoje comprendo que é bem certo
Que a gente nunca se esquece
De quem se esquece da gente...

79
?Quem é ela?-!Uma flor de vivo do jardim da vida!
?Quem sou eu? -!Um miserável, um condenado, um
escravo sem preço,
Que nem de morrer tranqüilo sou capaz!
Muitas vezes penso em morrer...
E sentado num ángulo mais escuro de um café
Pareço-me a um fantasma, cujos olhos afundados
Numas órbitas de osso, indicam claramente
Os projetos fúnebres que por minha cachola passam...
E depois...eu não tenho mae...
Nem pai... nem irmãos...
Tinha só ela... só a ela adorava...
E estou bem convencido que ainda adoro-a...
!Eu a amo e não o posso remediar!
E a vida é larga... e triste!
Estou sentado ao borde do caminho,
Sem animo para seguir adiante,
esperando a mao piadosa
que há de conduzir-me –como a um cego-
pela vida que sozinho, já não posso proseguir...
ela já não pensa em mim, que penso nela!...
talvez não me conheça mais, por que estou cambiado,
de lo muito que tenho sofrido...
80
Ó!... são incuraveis as chagas
Do coração!...
!Venham a mim os desgracados e os tristes!
E os incomprendidos e os pobres!...
!Venham ao masaro festim de desventura,
Para tingir de púrpura
a sobra e nossos espíritus!...
Venham a mim os enganados, e
Os que sofrem a traição das ilusões!
E venham os que por amarem muito,
Nunca souberam seu amor explicar...
E os que amam, morrendo em silencio...
E os que calam, morrendo de amor!...
Venham!...vamos construir um novo ninho,
No cimento de nossas penas, entre o lírio
Fúnebre de nossas lágrimas...
E depois...sim, depois não importa morrer...
Quando o sol decline no frente,
E a sombra caia sobre a terra,
O mundo há de ver galhos de luzes
Informes no horizonte...e seremos nós,
Que renegando de crenças, de

81
fatuidades e de glorias, !fundimos nossas almas em um
centro!

Acróstico
No importa que Dios me cause hoy
El fracaso que nubla mi destino…
Grande y sublime es tu querer divino,
Rígido y firme ante el dolor estoy!
I que importa el sufrir, si ésta mi gente,
Tierna y erguida hacia las nubes mira?
Adelante yo iré, porque me inspira

Ansias de amor y porvenir siniestro!


Donde esté el amor, se abre una duda
Oro que adora el sentimiento humano
Riendo sabré del misterioso arcano,
Alza el vuelo, tierna flor querida…
Donde el sol se proyecta sobre el llano
Arde el llano en fulgor… y así es la vida.
(abril, 18 1924)

Divagaceras de domingo

82
Hoy es domingo y tengo el alma triste y poblada de
recuerdos amargos
El dolor me ahoga y cuando me distrae en este día de
luto
Y aflicción.
Nadie me quiere, todos me huyen, y tengo hasta
vergüenza de haber amado tanto,
Pues la gente huye del solariego triste
Que se muere de desengaño,
Porque ha vivido del amor.
Nadie entenderá nunca más alma,
Ni sabrá nunca nadie lo que es pasarse
Un domingo en casa, siendo joven, y teniendo cielo y
luz
Como los demás.
Ni un amigo, ni una mujer que me salve de la
catástrofe.
Quien me estima me compadece, pero la compasión
De las pocas personas, aumentan mi mal, ya que no lo
pueden remediar!
¡Amo a quien no me ama y no puedo olvidarme de
quien,
tan ingratamente me olvidó!
Todos andan alegres, paseando la juventud de los
trajes
83
Por las calles de mi barrio… y otra dicha y
despreocupación de los otros,
Es el antagonismo de mi hondo pesar insufrible, de
este pesar sin nombre
Que me hace tomarle miedo y dolor a la
existencia…molesto donde voy,
Y causo extrañeza a quien me mira,
Porque el dolor me volvió raro y desconfiado!
¡Nunca,nunca más seré feliz!
Pasarán los días, con los días los años, se sucederán las
épocas, otras serán las gentes…
Todo cambiará; todo será un suceder de noches y de
auroras, los niños serán hombres y los hombres,
viejos, pero todo esto no pasará por mí; yo seguiré el
suicidio que me decreta mi dolor sin cura, yo seguiré
impenetrable y mudo y triste, mirando indiferente a
todo, sufriendo, sufriendo a causa de este mal extraño
que una mujer derramó en mi corazón!...
Ayer supe que “ella” se ríe de mi, y que no le interesa
mi vida… y yo aún tengo celos de ella y aún la
quiero!... si, desgraciado, mil veces desgraciado!, aún la
quiero!... he pasado la tarde solo, y dos lágrimas han
resbalado fríamente entre mis barbas… a veces tengo
deseos de matarme, pero tengo vergüenza de decir que
me mato por una mujer… -y ella reiría-
Ha muerto el domingo, como muere mi amor, en
pleno amanecer…

84
No me he arreglado para salir porque tengo deseos de
estar solo, de escribir mis versos de amargura… ¡Qué
falta me hace un amigo!...si alguien llegara para
distraerme, alejaría un momento mi pensamiento de
ella.!Cómo es duro vivir de esta manera!...
Pero aún creo en Dios y sé rezar…
Dios me salve, Dios me guíe para que un torpe intento
no desaucíe un buen espíritu!
Dios me salve.

12 de mayo de 1935

EL HOMBRE QUE SE ENCONTRÓ A


SÍ MISMO
(INÉDITO)

(A la más grande poetiza de América: Juana de


Ibarbourou, con alta simpatía.)

Promediaba la mañana de su vida, y José Pedro


vagaba, tasiturno, por los dorados caminos de su
juventud. La exaltada y absorbente imaginación
creadora, y la clarividente memoria imaginativa, suelen
ejercer sobre nuestra razón extraviadora influencia,

85
desorientándonos en su intrincado laberinto, poblado
por visiones fantasmagóricas, producidas por el poder
plástico de la fantasía, que nos transporta en sus
blancas y sedosas alas, hacia el azul inmaculado de
aquel cielo, donde las nueve musas de Piedra, rodean
de fraternales afectos y cuidados al Hada Armonia, de
auríferos cabellos y venusta belleza.

Bajo la influencia de esa imaginación, José Pedro


vagaba por las calles de su pueblo, cuando paso a su
lado como divina aparición del Evangelio, una dama
tan hermosa, que su belleza insultante eclipsaría la
fama de Psiquis y de Venus. Era talvez una deidad
olímpica, pero participaba también de las flaquezas
humanas, debido a la rudeza antropomórfica de su
concepción.

Se miraron al pasar, y se amaron intensamente en


aquella mirada, que era enceguecedora, como la
reverberación del sol en el cenit.

Ella sonrió; él se detuvo, preso de una confusión tal,


que ni mayor sería posible, la de la mentira frente a la
verdad. Aquella dama, era la Virtud, el soberano bien
de los estoicos. ¿De donde había brotado aquel amor
espontaneo?

Ella era una sombra, era incorpórea, era intangible;


solo tenia la forma humana que le prestaba la

86
absorbente imaginación creadora de Jose Pedro, que
necesitaba, como todos, de una ilusión para vivir.

El había nacido para aquel sueño; aquella era la mujer


idealizada y que talvez solo existiera en su cerebro. El
la había creado, y acababa de pasar a su lado,
embrujadora como la estrella que brillaba en su alma.
Existe el amor de la imaginación por los ídolos que
crea, de la misma manera que existe el amor entre las
flores, ajenas a la sensibilidad; fuerzas ocultas y
misteriosas, a las cuales no se debe desobedecer, que
su imperio se extiende lo mismo sobre el microcosmo
que sobre el macrocosmo, y de igual manera alcanza al
involucro material, que a la parte noble y salada del
espíritu. Pensemos debido a que exotérica ley, los
granos de polen, de las colosales fanerógamas que
alzan sus titánicas siluetas en los majestuosos valles, se
dirigen primero al carpelo, y luego, penetrando en el
ovario , van a entrar por el micrópilo del ovulo, se
dirigen al oosfero y lo fecundan, y debido a que
misterio el anterozoide del anteridio funciona con
oosfero del arquegonio. Pensemos aun por que busca
la microspora de la saliginela, al macrosporo para
fecundarlo, y no lo sabremos nunca, ya que la ciencia
positiva explica como, pero jamás el por que. Pues de
la misma manera, debido a una atracción inexplicable y
extraña, la imaginación se enamora y se siente
imantada por una idea fija, obsesionante, y a fuerza de

87
repetirse este proceso, los sentidos se enajenan, y
heridos por la melancolía, producen la visión deseada
de la fantasia.

Jose Pedro poseía, un corazón muy puro, y fue su


amor por la Virtud, que produjo y materializo aquel
angel, que le acompañaría siempre y será su único
amor. Pues si bien hay almas que, como las higueras,
no florecen nunca; hay otras, que, como el aloe,
florecen solo una vez.

………………….

El romancesco enamorado, saliendo de su perplejidad,


que era la Duda, el producto de la lucha entablada
entre su cerebro y su razonamiento, vuelve sobre sus
pasos, y la alcanza.

- Te he buscado, -le dice- desde el principio de


mi vida; los hombres te niegan, y la actualidad me
tildara de loco, si preconizo tu existencia; pero estas
aquí, me escuchas y te hablo…
-Solo existo en tu sueño; permanezco en el alma de los
niños; mi reinado está en la faz del semblante de los
ángeles… - contesta ella.
-Yo te ame siempre - continua el joven- y conocí tu
rostro por vez primera, en las caricias de mi madre…
que me enseño a quererte.

La dama sonríe débilmente:


88
-El camaino que trasiego es muy largo; las malezas lo
circundan, y los espinos lo tapizan… Tu no puedes
seguirme… El odio, la burla, la intriga y el veneno del
mundo, malograran tus propósitos, y haz de vivir
surfiendo… Tu no debes seguirme …

-¡Te amo, amor mio! … -balbuceo el infeliz,


cayendo de rodillas ante la confusa sombra de la
imagen de su amada.

-¡Hasta vernos un día! … - dijo ella- dándole un


beso con la mirada, y desapareciendo en la ilusión
de una sonrisa.

..........................

Jose Pedro se incorpora. A su lado varios


transeúntes se habían congregado, y prorrumpían
en carcajadas hostiles que el desdichado no podía
oír.

-Sufre de amores… - comentaba uno-.

-Ven, pobre mozo…, -le invitaba otro- ven


conmigo a la taberna, y bebamos, disuelta en
alcohol, la imagen de ella… soy El Placer, y llevo
el estandarte del epicureísmo, ¡Sigueme!

-¡No; ven a un festin conmigo! –le dice una mujer


bella y joven- allí jugaremos y reiremos y podras

89
olvidar en mis brazos y en la embriaguez de mis
besos, el dolor de vivir! ... En mi se anidan las
mentiras de la vida… soy La Lujuria.

-¡Alejaos de mi camino! … suplicaba Jose Pedro. -


¡No os busco a vosotros; quiero encontrarme a mi
mismo! …

Otra beldad se le acerca:

-Soy La Malicia Humana, -le dice- yo me inspiro


en Los Vicios … Refúgiate en mis dominios! - ¡Alli
te encontraras! … -

-¡No me tentéis! - ¡Dejadme a solas!... imploraba el


joven. –

-Soy El Alcohol – le murmura al oído un viejo


andrajoso y decrepito – y puedo transformar tus
sentidos, matar tus ideas, desnaturalizar tus
sentimientos, desequilibrar tu razón,
proporcionarte el olvido, y anular tu voluntad …

-Ven a mis antros negros, - le invita con sarcasmo


un hombre flaco, alto y de tez morena. – Te
enseñare a odiar al mundo, a despreciar a los que
te motejan, a alimentar ideas crueles, y a vivir
intensamente una vida que no conoces… Yo soy
El Rencor, y te ofrezco mi ayuda.

90
-¡Huid de mi, por piedad! … ¡No quiero veros! …
¡Amo la soledad, que me hace libre! ¡No me
persigáis, por favor! … - replica José Pedro,
rechazando la compañía de tales amistades.

- Yo soy tu amiga, le dice una esbelta dama de


esculturales formas – y me apena comprender tu
situación frente a la vida. –Toma mi brazo y
vamos; deja estos amigos infieles y ruines …
Escalemos las alturas del éxito; lleguemos los dos a
la cumbre metalescente, desde donde se ven
pequeños a nuestros semejantes … El triunfo
proporciona felicidad, amistades, riquezas…

-¿Y es difícil llegar a esa cumbre? –pregunta José


Pedro, vacilante.

-El camino es muy fácil, -prosigue ella- está


tapizado de flores, y existen fuentes de agua fresca
en su trayecto. Decídete.

El oro puede ser derramado a nuestros pies; los


hombres, pueden ser esclavos de nuestra
voluntad… Las mujeres más hermosas del mundo
te amarán, y la justicia podrá ser equilibrada y
distribuida de acuerdo a tus deseos…

-¿Y tardarían en llegar? –pregunta, interesado.

91
-Dependería de ti… El camino es estrecho, y van
muchos peregrinos adelante… Es necesario
detenerlos para ganar terreno… Pero no te
preocupes, José Pedro; a los que yo acompaño en
la subida,, llegan siempre…Utilizo elementos de
confianza que preparan mi ascensión a la cumbre.
Son muy conocidos: uno, es La Intriga, que les
hace reñirse entre sí; otro El Vicio, que los
envilece; el tercero, La Calumnia, que los anula
moralmente. A nuestro servicio pondremos un
lacayo: La Adulación, que me presta invalorables
servicios, cuando mi acompañante carece de
méritos para granjearse simpatías y usufructuar la
plenitud excelsa de la cumbre… Muchos suben así.

-¡Oh, me repugnáis, aborrecible criatura! –Grita


José Pedro- ¿quién sois, que así me aconsejáis?

_Soy la Ambición, la dulce novia de los hombres


de la tierra!... dice la dama y desaparece en el
sarcasmo de una sonrisa satánica.

-¡Huid, todos de mi! – grita desesperado, mirando


a su alrededor; pero sintiendo, a su lado, solamente
la inefable compañía de la soledad…

…………………………

José Pedro había luchado consigo mismo, con sus


ideas, con sus temores, con sus ambiciones. Y en
92
esa lucha, había encontrado su propio yo. Se había
vencido a sí mismo: había triunfado plenamente su
conciencia, sobre las tentaciones de la vida. Sentía
plenamente la integridad de su moral, alentando
sus amores por la dama eucarística de sus
ensueños. Era señor de su voluntad.

Y sonrió por vez primera, con la sonrisa de la


esperanza, que es inmaculada, es dulcísima.

………………………………

Pasan muchos años. José Pedro, que había ganado


su primera batalla en la juventud, continuó
vencedor en combates similares con la pobreza,
con la melancolía, con el aislamiento social y la
indiferencia del mundo, porque conservaba
siempre, allí en el fondo de su ser, brillando la
imagen angelical de aquella dama, que le sonreía,
con el amor de todos los amores, que era algo así
como una inspiración divina, que ni la muerte
habría de apagar.

………………………

Pobre y humilde, lo vemos ahora a José Pedro en


el camino de la caridad, apoyado en un báculo que
con temblorosa mano sostenía…

93
Sus cabellos blanquean, porque la nieve de la vida
ha pulverizado su frialdad sobre ellos.

Una dama se le acerca. Era la mujer incorpórea de


sus sueños.

-¡Amor mío!... grita José Pedro, cayendo de rodillas


ante ella- ¡He recorrido toda la senda de dolor que
tú nunca abandonas; mis pies desangran, y mi
vestidura ha quedado deshecha en las espinas del
camino!... He librado combates muy duros, y he
padecido siempre…

-¡Has ganado mi amor!... dice la virgen. Has vivido


para honrarme, y sé que he brillado siempre en el
santuario de tu alma… -Pero nuestro lugar no está
en el mundo. –Habitaremos en la luz de una
estrella, y descenderemos todas las noches, en un
rayo de luna, para inspirar el sueño de las madres,
y para besar la frente de los niños…

Y ante los ojos humedecidos de José Pedro, la


dama se transformó en una sombra, suave, fresca,
que envolvió su corazón con su inefable beatitud.

Y esa sombra era La Muerte…

94
95
96
SENDEROS DE ABNEGACIÓN
(novela)

Quien no comprenda el lenguaje de las lágrimas, quien no


haya bebido el dolor en el caliz del martirio, no debe leer
este relato.-

Lector amigo

Si no logra conmoveros esta sencilla historia, es que sin


duda no tendréis corazón.-

I
Sentado en su revuelto lecho, con el codo apoyado en la
rodilla izquierda y el mentón descansando sobre la palma de
la mano, y a solas con sus ideas, Pedro de Mondego
mamasoga.

-¿Qué ocurre en mi corazón?...estoy enamorado de


Aurora… la amo en secreto, etc…

Abocado así en las sinuosidades de un destino extraño y en


el deliquio crepuscular de su alma atormentada, sentía
aquella tarde, más que nunca, el martirio de su prominente
amor.

97
La sombra de la noche, pasando dulcemente por el alma de
los tristes, no produciría tanta soledad, ni más melancolía,
que el recuerdo purísimo de Aurora; pasando por su
corazón…

La amaba en silencio, con perseverancia, tiernamente,


temeroso de tanto amor… y en la apoteósica procesión de
sus quimeras, abrazaba soñando su imagen adorada, con el
abrazo bucólico con que debieran haber acariciado sus
ensueños, aquellos que amaron y murieron en silencio…

La amaba, sí, con delirio vehemente, desde el fondo


inmaculado de su alma que callaba y que sufría a la vez.

¡Oh, triste Werther solitario y sombrío, soñando con


Carlota!

¡Oh romántico y desdichado Bécquer, creando un cielo en


un alma para endiosar a su amada!

¡Soñador iluso! ¡Tu destino es padecer!

Declinaba la tarde bonancible y los últimos resplandores del


astro del día desmayándose débilmente sobre la morena
carne de la tierra, iluminaban apenas la silueta angélica de
Aurora, que hacía su habitual paseo por la plazoleta
existente frente a su morada, y su fresca y cándida belleza,
era, aquel atardecer, como la aurora irradiando luz por el
camino…

98
Caminaba pensativa, como un estudiante que trata de
recordar una lección de filosofía, con el pensamiento
clavado en el recuerdo del único amor de su vida, que
matara en su alma la esperanza y la ilusión.

El dolor y la soledad del prematuro desengaño, que había


roto el helénico encanto de su risa, imprimió a su boca la
manda inexpresión de una bíblica imagen eucarística, y a
sus hechiceros ojos, la resignada y dulce melancolía
incurable de los que se habitúan a beber lejanías…

El recuerdo de Edmundo era su obsesión… el recuerdo de


aquel apuesto joven, que una tarde, como todos los días, le
dijo: “hasta la noche”… y nunca más volvió.-

¡Ángeles del cielo: apiadaos de ella!- Y vosotras, almas


insensibles e incapaces de comprender el dolor de una
virgen que amó y que fue engañada, doblad la frente con
litúrgica unción, ante el destrozado corazón de Aurora!-
imaginad sus ojos arrasados, su vida hecha pedazos, su alma
incomprendida y acongojada, su amor perdido
injustamente, y observad si vuestro corazón no tiembla y se
conmueve!

………………………….

Por la sencilla plazoleta caminaba, como un sueño


quimérico, hecho realidad por el camino…

De pronto, una voz amiga, despertándola del letargo en que


suspiraba y agonizaba su espíritu, la nombra dulcemente:
99
-¡Aurora!

_!Emilio, amigo mío!- contesta ella, al mismo tiempo que


los últimos reflejos del sol casi apagado, se fundían
milagrosamente en uno sólo, para descender, acariciantes, a
besar sus angélicas mejillas, vaciando por un instante su
alma de la sombra de aquél que la olvidó, y a cuyo recuerdo
satánico, su corazón se rendía en desoladora obsecuencia.

-Sentémosnos, Aurora, en la escalinata de jaspe, como


todas las tardes…

- Sí, sentémosnos…

_Bien, Aurora, ¿y no has recibido noticias de Edmundo?

-Nada, nada, Emilio, y mi corazón, que se oprime y


desfallece a la vez, me dice que nunca lo verá…

Y dos líquidas perlas, puras como el rocío se desnnnnaron


por sus mejillas santificadas por el dolor, mientras
continuaba:

-Nunca más, Emilio, nunca más… y lo amaba y lo amo con


la ternura de mi primera pasión. Nunca más lo veré… y así
se va aniquilando mi alma, falta de cariño y de calor…
Alma que gime, corazón que padece: eso soy yo.

-Piensa, Aurora, que también sufro la destrucción de un


ideal que encarnó otra mujer que aún idolatro, y de cuyo
maleficio comprendo que no puedo escapar. Procuro en ti,
dulcísima Aurora, un aliciente para las heridas de mi amor
infeliz; un bálsamo que cure mi torturante mal. Aspiro
100
idealizar en ti a la novia que no me quiere ya; deseo amarte,
amarte, para llenar contigo el mundo de mi vida…

-Vano sueño de nuestra felicidad que naufragó en los mares


del destino cruel, querido Emilio. –Nunca podremos
amarnos, porque hemos amado ya. – Elena fue y será toda
la vida la mujer idealizada de tu mente, aunque llegue a ser
de otro… solo la muerte, al envolver a uno u otro con su
manto, apagaría la llama devoradora de esa pasión. Quieras
o nó, jamás la olvidarás; el perfume de su amor embriagó
para siempre tu corazón, como ha trastornado mis sentidos
el amor de Edmundo.

-Comprendo que no la podré olvidar; la recuerdo a cada


instante, y el seductor embrujo de su voz, tan dulce como la
tuya, Aurora, la luz astral de sus azabachados ojos, y ella
toda, obsesionan mi cerebro y esclavizan mi ser…
Reconozco que la adoro cada vez más, y al suponerla feliz
en otros brazos, siento que un hierro frío me atraviesa el
corazón… Seré un insensato, un loco, pero no lo puedo
remediar… ¡Sólo tú, aurora, me puedes salvar!- Déjame
amarte, permite que adore en ti a la novia que perdí; tú, en
cambio, buscarás y encontrarás en mi alma, el nido de
cristal donde reina el sultánico recuerdo de Edmundo.

¡Oh, Emilio, niño grande, ¿crees que eso puede ser posible?
Soñamos nuestro ideal tan perfecto, tan azulado, tan
sublime, que no lo podríamos substituir, ya que, por más
similitud que con nuestro soñar llegue a adquirir la realidad,
siempre triunfará el desengaño, ya que jamás será la realidad
igual superior a la fantasía que soñamos.- En vano será que

101
nuestros sentidos quieran volver a idealizar exactamente el
mismo amor que llenó nuestras vidas, inspirándonos en
otros amores que no sean aquellos que originaron nuestra
primera pasión, y máxime cuando el objeto de ésta existe y
no ha muerto en nosotros.- Es una utopía que puede
aceptarla nuestra voluntad, nuestros sentidos, pero que la
rechazará siempre nuestro corazón. No existe para
nosotros otro camino, que caer de rodillas ante el dolor de
la vida… y esperar... y esperar…

-¿Esperar, Aurora, esperar… lo qué?

-Yo que sé, Emilio, yo que sé… Esperar…

Y sin poderse contener, la tierna Aurora reclinó la cabeza


sobre el hombro de su amigo, y lloró amargamente.

El joven, enternecido, posó su mano sobre la eucarística


mano de aquella desconsolada criatura, y no encontrando
palabras suficientemente dignas para aquel momento, la
dejó desahogarse unos minutos, y luego balbuceó
tiernamente:

-Vamos Aurora, ya está… ya está…

…………………………….

Seres incomprendidos que inútilmente se buscan en el


mundo micoloro de sus ensueños mutilados!

Símbolos de arreboladas quimeras cuyo vuelo no logra


detener la fatalidad que las mató!

102
Aurora se consume amando todavía, y el pobre Emilio vive
encadenado a una pasión que nunca dará flor!

Almas que se encontraron demasiado tarde para amarse,


aunque pueden sin embargo comprenderse!

Mientras Aurora padece de esta manera por Edmundo, que


no la merece, cerca suyo, en su misma casa, a su lado casi,
un hombre se consume de pasión por ella, amándola desde
la infancia, consumando en silencio, el heroico sacrificio
pagano de su idolatría, en el glorioso calvario de las
renunciaciones que canonizan a los santos del martírio.

¡Oh, Pedro! Tú eres el único que verdaderamente amas!

¡Fantasma confundido con la sombra, en la anónima noche


de las almas!

II

Elena era la menor de las tres hijas de un viejo oficial de la


reserva del ejército, y había sido criada entre mimos y
halagos, haciéndose todos los gustos y satisfaciendo todos
sus caprichos.

De esta manera, sus padres, sin saberlo, estimulaban en ella


una especie de entono que muy pronto se convirtió en
vanidad.

103
Ante la presencia de su venusta belleza, caían rendidos de
pasión los más galantes pretendientes, como cayó de
rodillas para siempre el desdichado Emilio.

Elena era ambiciosa y gastadora; su inclinación natural al


lujo y a la fastuosidad de los salones, estaba, para ella, en un
plano superior, que el bíblico amor que pudiera su alma
fría, conceder a un hombre.

Emilio no era suficientemente rico, y muy pronto la


arrogante doncella comprendió que su lado no podría
aspirar a la soñada magnificencia que deseaba conquistar
con el matrimonio. Y con matemática precisión, no vaciló
en cercenar sañudamente aquella intimidad y aquel afecto,
que ellos llamaban amor, donde Emilio había puesto toda
su alma, y ella, toda su vanidad de mujer.

-Emilio, -le dijo una tarde de agosto- debo ser


necesariamente franca contigo: nuestras relaciones no
deben continuar; este amorío es imposible…

Todo el hielo de aquel invierno, congelándose en las


terribles palabras de Elena, cayó sobre su pecho como un
puñal fatal que le partió de un golpe el corazón.

-¡No puede ser, amor mío!... exclamó el desdichado- ¿qué te


hice yo? ¿Te he ofendido?... Elena, ¡te he amado, te he
adorado!... ¿y así pagas mi amor?

-Vamos, niño grande, -continúa ella, dulcificando la voz-


prefiero herirte de una sóla vez, que permitir que continúes
engañado. Nunca te quise; esa es la verdad. Eres bueno, lo

104
sé; acepto además que me quieras mucho… pero no puedo
amarte.

- Elena… tú me decías, no obstante…

-Calla, calla, Emilio… Yo te decía que te amaba, porque


creía poder llegar a hacerlo; hoy comprendo que no puede
ser; que nuestras almas están divorciadas entre sí… Yo
aspiro una vida que está en desarmonía con tu manera de
pensar, y que, por otra parte, tu posición económica no me
podrá brindar nunca. No podría pues, unirme a un hombre
que estimo, pero que no amo; por eso he resuelto sacrificar
tu amor, Emilio… y algún día me lo agradecerás.

-Elena, Elena!...

-Perdóname, Emilio, te he lastimado mucho… ¡cuánto


daría por poder amarte!

-¡Y yo te hubiera querido tanto, tanto… que serías feliz!...

Mi vida ya no tendrá objeto sin ti; ya en mi alma no


penetrará la luz de las auroras, si no la recibo por
intermedio de tus ojos… El cielo del porvenir se nublará
para mi, y el alma dolorida, que se fortalecía a tu lado,
sucumbirá…. Elena, vida mía, revolveré mar y cielo para
ser digno de ti… ¿Quieres la gloria? – seré un héroe.
¿Quieres el lujo, el placer acaso?… Arrancaré los tesoros
ocultos en las entrañas de la tierra, para proporcionarte
todo eso…!Pero ámame, Elena!... No martirices más mi
corazón que te adora!

105
-Vamos, niño grande: sé razonable. Yo no puedo, yo no
debo amarte; por otra parte, es tarde…

-¿Es tarde? Nunca es tarde para el amor, para el corazón…


para la felicidad…

-Es tarde, Emilio: acabo de formalizar mi compromiso


matrimonial con el banquero de N…

-¡Dios mío, qué has dicho!... ¡Tú, Elena!

-Yo, muchacho, yo; ese joven millonario ha solicitado a mis


padres mi mano, y ellos la concedieron encantados… y yo
también, como no podía ser de otra manera.

-¡Tu mano, tu mano!... – balbuceaba Emilio sin dar crédito


a lo que oía-

- Sí, amigo mío, la verdad es dolorosa, pero bastará para


curarte de esa vana pasión.- Le he dado mi mano.

-¿Y también el corazón, Elena?

-Niño…niño…

-¡No me mires así, Elena; no me mires así, que nada soy…!


Habla!... Dime si le has dado con tu mano, el corazón!

-Niño… -balbuceó ella- ¿no ves que yo no tengo corazón?

-Insensata! –gimió Emilio- Persigues el oro, y me rechazas


porque carezco de él, aunque sabes que te adoro, y no
vacilas en entregarte a otro hombre, declarando que no
tienes corazón!
106
Emilio siente que le abandonan todas las fuerzas físicas y
morales, y ante el horrible cuadro desolado de su roto
sueño, dobló la frente silenciosamente. Se oprimió el
corazón; dos lágrimas de fuego pugnaron por asomar a sus
ojos… y tuvo miedo de llorar.

Echó a espaldas la cruz de su derrota, bebió hasta la hez del


cáliz del desengaño, se ciñó la evangélica corona de espinas,
y se alejó como pudo de la presencia de aquella deliciosa
muñeca fascinante que no tenía corazón.

No se había distanciado muchos pasos de la casa de su


novia, cuando llegaron a sus oídos las cristalinas notas de su
risa, que semejaban una burla al amor y al dolor de aquel
desgraciado amante que acababa de partir para sepultar su
tristeza, en la bruma y en la soledad de sus recuerdos…

Emilio penetró en una taberna, pidió un vaso de alcohol y


lo ingirió de un sorbo, como si en aquel vaso estuviera
disuelta la imagen de ella, y como si en el fondo, en la hez,
fuera a encontrar el olvido y la resignación balsámica que
necesitaba.

Luego salió a la calle, vagó como un autómata, y al llegar a


su casa, se arrojó en el revuelto lecho, y desgreñando el
cabello, desordenando el traje, como un niño, como un
ángel, balbuceó gimiendo:

-¡La quiero!... ¡La quiero!... ¡No puedo vivir sin ella!... ¡Ay de
mí!...

107
……………………………………………………………
……….

La imagen de Elena, apareciéndole por encanto, muchas


noches de imnsonio, flotaba ante sus ojos, en el aire,
enajenando sus febricitantes sentidos con el armonioso
conjunto de su belleza que se transubstanciaba para él, en
un fantasma despiadado…

Saltaba del lecho, caía de rodillas ante su inmenso dolor, y


el monstruo de los celos, riéndose de su locura sideral, le
acribillaba a puñaladas…

III

Pero volvamos a la incomparable Aurora. Hija de una viuda


pobre, criada sin mayores comodidades y dentro de una
modesta situación económica, aquella delicada criatura no
albergaba en su pecho orgullo alguno, y poseía un corazón
sencillo y amoroso, lleno de inmensa ternura y cariño hacia
todo lo que la rodeaba.

Su familia era muy reducida: su madre, bondadosa y dulce;


Pedro, un pobre huérfano que recogiera su padre aun en
vida, cuando el desdichado expósito no contaba más que
ocho o nueve años de edad y que se criara como hijo de la
casa; un viejo abuelo casi centenario y sordo, que no salía
jamás de la cocina… y el recuerdo de Edmundo, un guapo

108
mozo que conociera en un día no lejano, y que le jurara
amor eterno: tal era su estrecho mundo… el reducido
mundo dentro de cuyos límites sufría.

Conoció a Emilio Montenegro una de las tantas tardes en


que paseaba su melancolía por la plazoleta rectangular que
existía frente a su morada, y esta amistad, que en vano se
esforzaba en ser amor, mitigaba en parte el inmenso duelo
de su vida, ya que Emilio sufría también las consecuencias
de un idéntico malestar incurable, cuyo origen estaba
enraizado, como una espina, en el corazón.

Y en cuanto al pobre Pedro, era casi su confidente, después


de su madre. Era tan bueno, tan leal, tan comprensivo, que
muchas veces Aurora volcaba su alma bañada en lágrimas,
sobre el alma bañada en sombras de aquel humilde esclavo
de sí mismo, que sobre el polvo del camino de la vida, iba
dejando los pedazos de su juventud sin primaveras…

……………………………………………………………
…..

Era una noche como todas, para ellos.- la vieja madre y el


abuelo, se habían recogido a sus aposentos. Pedro y Aurora
quedaron aun en el comedor.

Afuera, un agorero búho centenario, lloraba sus agoreras


quejas en la cruz del campanario…

109
-Todos duermen, Pedro… sólo yo no puedo… Huye de
mis pupilas el sueño, y ni siquiera me es posible procurarlo
en la lectura, ni en mis labores, ni distraer mi vista en los
entretenimientos que me proporcions, o ensayando una
oración, pues mi retina no conserva otra imagen que la
suya, y mis labios no pueden murmurar otra palabra que no
sea su nombre…

-Ya sé… -murmura Pedro- ya sé…

-¡No, Pedro, no!... Tú no sabes lo que es querer asi, así


como yo quiero a Edmundo… absorta, de rodillas…
¡Pedro, tú no sabes!...

Pedro de Mondego inclina la frente.- Hay momentos en


que le parece que no podrá resistir más la tiranía de su
pasión devoradora, ante el imperial influjo de aquella
belleza atractriz, y de aquel acento dolorido de su voz, que
traduce un estado de ánimo que infunde compasión. ¿Que
no sabe querer absorto y de rodillas?... ¡Aurora, qué has
dicho!... Ahí lo tienes con la frente baja, humilde como un
esclavo, temblando de amor ante ti, adorándote en silencio
y de rodillas como a una santa, absorto, con unción,
abnegadamente… y tú le dices que no sabe amar… Óyelo
Aurora, y adivina lo que te calla, si es que no lo presiente tu
atribulado corazón:

-Es verdad… no sé… no sé…

-No sabes, Pedro, vives sin ideal, sin que la llama de un


amor queme lentamente las alas de tu alma… hasta
matarla!...
110
-¡Aurora!... ¡Calla, por Dios!... Yo… yo… pero, no,
hermana… o hablemos de mi… ¿para qué?... Hablemos
más bien de Edmundo… Ese hombre quizás no valga una
lágrima amarga de mujer…

-¡Basta, basta, Pedro!... ¡No le ofendas así, que me lastimas


con tus palabras!...

- Perdóname, Aurora… no sabía.

-Pedro, ¿no ves que aun le amo?

-Te ha olvidado.

-!Ay de mí!... Pero eso no me autoriza a hacer lo mismo…


No puedo.

-Ensáyalo…

-Es imposible… Edmundo encadenó mi vida a su


recuerdo, y así como nuestro desdeñado Emilio sufre sin
lograr libertar su alma de su pasión por Elena, yo tampoco
podré encontrar la paz del corazón sin ser a su lado…

- Aurora… ¿y no has pensado alguna vez, que acaso exista


otro hombre capaz de amarte con más lealtad, con más
frenesí?... –se atrevió a decir el pobre Pedro, muy
dulcemente y con toda la humildad de su adoración por
ella, quizás pretendiendo atraer la conversación a un terreno
más personal.

111
-Quien amó como yo una vez, jamás podrá amar con igual
intensidad, con idéntica complacencia, con la misma
confianza… - repuso ella.

-Pero… Aurora mía, tú eres la aurora de la vida que


amanece y sonríe; no permitas que sobre ti descienda el
atardecer por la mañana. –Levanta el corazón al sol de una
nueva esperanza; fortifica tu fe en otro afecto, y como una
sembradora de felicidad, derrama a manos llenas el amor de
tu alma, que, ¡quién sabe, Aurora!... no esté careciendo y
necesitando de él, a esta misma hora, algún ser desposeído
de cariño… y que pueda merecerte…

Pedro esperó con la respiración en suspenso, la palabra


celestial de Aurora, pero ella, sacudiendo la cabeza
negativamente, se limitó a suspirar sin mover los labios.

-¡Quien sabe algún corazón doliente!... –se atrevió a musitar


todavía con un hilo de voz el desgraciado idólatra.

-No existe ese corazón que pueda comprenderme, Pedro…


-susurró ella, y mirando a su amigo, continuó:

-Tu entrañable cariño hacia mi, te mueve a compadecerte


de mi soledad… No sufras, Pedro, las consecuencias de mi
desengaño…¿no ves que no vale la pena?...

-¿Qué no vale la pena, has dicho? Por ti, dulce Aurora, bien
empleada estaría una vida entera consagrada a servirte…
ningún sacrificio sería suficientemente digno de ti… todo el
sufrimiento humano y todas las lágrimas del mundo, serían
pocas para derramarlas a tus pies… y la gloria de merecerte,

112
estaría aun pobremente conquistada con la muerte… ¿Qué
no sufra por ti? Pide al solo que no bese a las flores, y a las
olas que no besen la playa… pero concédeme al menos el
consuelo de que mi alma se hermane a tu alma, que mi
llanto se confunda en tu llanto, y que pueda, en silencio,
besar tu dolor…

………………………..

Aurora, ¿por qué lloras?... ¿Has comprendido hasta dónde


llega el amor de Pedro? Concédele la gracia de mirarse en
tus ojos, de adorarte en el altar de su alma… ¿No ves la
humildad con que te habla, la inmensa ternura y el
arrobamiento con que te mira?... Responde a su corazón
amortajado, que has comprendido todo, que conoces el
secreto de su amor…

………………………….

-Gracias, Pedro, gracias… me has conmovido… y lloro.

Dios recompensará tu bondad, y algún día encontrarás en


tu camino una dulce mujer que te amará… y será cariñosa y
buena como tú… y no sufrirás el martirio de amar sin
esperanza, como yo…

……………………………..

Aurora, ¡no has comprendido!... Vuelves a herirlo sin


piedad!...Contémplalo un instante…, y verás en sus
apagados ojos, la expresión de toda su amargura… Le
hablas de otra mujer, como si para él pueda existir otra
ilusión que no seas tú… No aumentes su dolor con esas
113
palabras que le saben más bien a puñaladas… ¿No ves que
encierra una terrible ironía lo que has dicho?... ¡Pobre
Pedro!... Mira como sufre… observa cómo se empañan sus
ojos… y, ¡Dios mío!... te mira como suplicando… como
abatido por un pesar muy hondo… Escucha lo que te
contesta, y juzga:

…………………………

-¿Otra mujer…? ¡Aurora!...

-Sí, Pedro… buena, humilde, santa…

El infeliz inclinó la frente sobre el pecho, entornó los


párpados, y balbuceó en un gemido entrecortado:

-¡Ay de mí!...

Y enjugó una lágrima secreta.

…………………………………

La vieja madre, siempre preocupada por la tristeza que día a


día se apoderaba de su hija, vivía también sus noches de
mortificante insomnio. Comprendiendo pues, que, como
siempre, Aurora no tendría sueño, la llama cariñosamente:

-Vamos, hija, a dormir… Es tarde, y Pedro tiene que


madrugar mañana… el trabajo le espera, y es la mitad de
nuestro pan, hijita…

- Ya voy, madre, -contesta Aurora- y a Pedro:

-Hasta mañana, hermano…


114
-Que duermas bien, Aurora… y no pienses.

Y abandona el comedor, pensativo, con el alma sollozando,


mientras ella lo contempla con ternura y piensa:

-¡Pobre Pedro!... Sufre tanto…

Y a su madre, que la espera sentada en el lecho:

-No podría dormir, madre… Déjame entreabrir un poco la


ventana, para que penetre por ella la luz de las estrellas, y el
reflejo de la luna… Quien sabe si ascendiendo mi espíritu
hasta ella, no escapo del martirio de pensar en las cosas de
este mundo…

-Ven, hija mía, ven a mis brazos, como cuando eras niña, y
tu pobre madre te mecía amorosa para hacerte dormir…

_!Madre!... –gimió Aurora- ¡qué buena y santa eres!... –y se


lanzó en los maternos brazos igual que una criatura.

-Tonta!... Cuando eras chicuela, solías dormirte en mi


regazo, haciéndome preguntillas pueriles que me hacían
reir, y no había otro mundo para ti, ni otra felicidad que la
presencia de tu madre… Hoy que sufres, ampárate en mí,
como cuando eras niña, y yo te contaré otra vez aquellos
mismos cuentos de hadas que te hacían dormir, hija mía…
¿Te acuerdas de las grotescas babuchas de Abu-Karem que
le trajeron la desgracia?... ¿Olvidaste acaso, hija, a los siete
enanitos de Blanca Nieves?...

-No, madre, no he olvidado…

115
-Hijita: cuando eras chiquilla, te extremecías recordando las
artimañas del lobo para engañar a Caperucita y comérsela.
Yo casi no me acuerdo… estoy tan vieja… Vamos, olvida
tus penitas, y vamos a recordar las dos juntas, aquella
conmovedora historia que aprendimos en la escuela…

Aurora no puede contener el torrente de lágrimas que se


precipitan por sus bellísimos ojos, y abrazada a su madre
balbuceó:

-Caperucita Roja había ido por leña… al viejo bosque…

-Por leña seca para amasar, hija…

-Y encontró al lobo, madre…

Y Aurora, cerrando los ojos, con la frente reclinada en el


regazo de la madre, que continuaba narrando el cuento, se
fue quedando dormida; y cuando llegó a la parte final en
que el lobo devora a la tierna Caperucita, le dice la madre,
creyéndola aún despierta:

-Las penitas tuyas, como el perverso lobo, también te


acechan en el bosque para comerte el corazón, Caperucita
mía… No las oigas; elévate sobre ellas, mira a los astros que
se apagan y se vuelven a encender más refulgentes…
muchos hombres te podrán querer, hijita, y si nadie te
quisiera, yo y el abuelo te queremos más que todos los
hombres de la tierra…

Y al notar que su hija dormía, la cubrió con la frazada, rogó


a Dios que tranquilizara su alma, y se acuclilló a sus pies.

116
Los ángeles, de rodillas en el cielo, bendecían el sueño de la
virgen, y las estrellas, entrelazadas, dibujaban su corazón
luminoso en la limpidez del cielo…

IV
Pedro, sentado en el borde de su lecho, no podía dormir.
Hojeaba una libreta de tapas de cuero, donde solía anotar
sus memorias.

Era su diario íntimo.

Allí estaban escritas, con su sangre, páginas dolorosas de su


pasión incólume y su dolor por Aurora.

Sorprendamos con la visual de nuestro espíritu indiscreto,


la hoja que tiene Pedro ante los ojos, y leamos algunos
pensamientos siquiera de su triste historia:

“Abril 20.- Aurora entristece día a día por Edmundo.- Yo


por ella.- Esta pasión me enloquece.- Me siento
sugestionado por Aurora, pero no sé dónde me arrastrará
esta pasión.-“

“Abril 25.- Nunca lo sabrá, ¿Para qué?. Soy como un


hermano para ella. ¿Qué pensará de mí, si se entera que no
puedo vivir sin su amor? ¡Oh, me aborrecerá!... mejor que
no lo sepa nunca…”

Abril 28.- Sufro mucho; anoche no logré conciliar el


sueño.- La quiero con locura. Hoy estuve pensando en
117
alejarme de esta casa, pero vacilo ante el dolor de pensar
que si me voy, ni al menos podré verla.”…

“Mayo 1º.- ¡Si la viera feliz… qué felicidad!... Pero llora…


¡qué martirio!...”

Pedro toma el lápiz, y con mano febril, anota sus


impresiones del día.

Leamos lo que escribe:

“Mayo 4.-Acabo de dejarla en el comedor. Está, como


siempre, enferma de neurosis. Me pidió que no sufriera por
ella, y me dijo que yo no sabía amar sin esperanza… No
sabe lo que dice… ¡La perdono!... ¿Cómo no la he de
perdonar, si la quiero de esta manera?...”

Y escrito que hubo esto, cerró la libreta de tapas de cuero, y


abrazándose al espectro de su pasión, envolvió en su manta,
encendió un cigarrillo, y se dispuso a esperar en esta
posición el despuntar del día.

¡Miserable juguete de un extraño destino, amando


extáticamente, ocultaba como un avaro su amor en el
silencio, temeroso de empalidecerlo con la luz de la
revelación!-

……………

Entretanto, Emilio se entera por los periódicos del


matrimonio de Elena, con el joven banquero de N y decide
alejarse, para ensayar la cura de sus desengaños con el
tónico balsámico de la ausencia y la distancia.
118
Iría a luchar por la libertad, en los frentes de batalla.

El fantasma de Elena, juguetea macabramente con sus


ideas, y con despiadado ademán, parece pretender
arrancarle el corazón de cuajo!

Si, no resta duda: su amada se casa; serán de otro sus


caricias; otro hombre más feliz estrujará la gloria de su
deliciosa carne perfumada, entre las uñas concuspiscientes
de la fiebre y del deseo…

Otro hombre besará su boca ardiente y será el dueño de


toda su hermosura…

Estas ideas, materializándose en demonios, lo transforman


en un rebelde Otelo incognoscible. Nunca más será feliz…
nunca más la aureola de la paz ha de resplandecer, como
una corona inmaculada, en su alma.

Nunca más, ¡ay!, nunca más…

Procuraría la vida en su recuerdo, hasta que en esa vida


lograse hallar la muerte.

La vida solo le deparaba fracasos; la juventud, desencantos;


el presente, temores… y el porvenir, soledad…

Procuraría morir… y morir por Elena, significaría haber


vivido por ella.-

¿Y Aurora, ese ángel de la tierra, que para él encarnaba


materialmente la escultórica imagen olímpica de Elena, y en
la que amaba su sueño hecho girones? ¿Y Aurora, que era
119
consuelo de sus tormentos morales?... ¡Ah,
desdichado!...Consagrado a la ilusión de Elena, sacrificaba a
este ángel, tan merecedor de su entrañable cariño,
haciéndolo juguete de sus desvariados sentidos!- Pretendía
que Aurora, en comedia trágica de su locura, representara el
papel de la otra, para prolongar indefinidamente su ilusión
sin esperanza, sin comprender que esta castísima doncella
también tenía un corazón para curar, los escombros de un
altar en ruinas y un ídolo hecho pedazos…

A veces Emilio suponía que la amaba, pero el pensamiento


de Elena, más fuerte que su voluntad y su razón, persistía,
clavado, impávido, en su memoria.

Era innegable que no podría vivir sin ella.-

…………………

Con el pecho herido de saudades y tristeza, se enfermaba


lentamente, voluntariamente de melancolía… hasta que se
acercó la fecha del ruidoso enlace de su novia con el
caballero de N.-

Emilio se presentó con sus credenciales a un cuerpo de


voluntarios que se disponían a partir para un frente de
guerra, donde un pueblo oprimido luchaba por su libertad.

Su corazón destilaba sangre y lágrimas.

Aquella pasión volcánica, siempre ardiendo, le trituraba las


entrañas lentamente, como si fuera el insaciable buitre
mitológico, devorando el hígado inmortal del viejo
Prometeo!-
120
Pero Emilio no blasfemaba contra su destino, como el
Padre del Humano Pensamiento, sino que, resignándose
como Cristo, esperaba que aquel largo viaje le salvara y
desencadenara del Scitia en que sufría, y que la ausencia
fuera el Hércules de su salvación!..

Nadie supo cuándo partió; a nadie dijo, que estos pesares


hondos no los consuela el mundo, ni sospecha tal vez.

Dejó dos cartas: una para Aurora, otra para Elena. Fue la
única noticia que se tuvo de su partida.

……………..

Con desdeñosa indiferencia, la futura esposa del banquero


de N. recibió la triste misiva de Emilio, y con mayor
indiferencia todavía la leyó, arrojándola luego al olvido de
un cajón.- En esa carta, el desdichado le hacía conocer su
partida, para no encontrarse el día de la boda; le deseaba
felicidad eterna… y en cuanto a él… que se alejaba
adorándola como un loco.-

Preocupada y entretenida en disponer y ordenar los más


insignificantes preparativos de su enlace, Elena se sentía
demasiado dichosa para conmoverse con semejante lectura,
y hasta se alegró de la cordura que encerraba esta
resolución de Emilio.-

No podía ser de otra manera.-

…………………………

121
Y mientras todo era alegría y risa en la casa de Elena, bajo
un cielo de plomo y ante un gris horizonte interminable,
resbalaba sobre la toalla azul del Atlántico imponente y
magestuoso, el barco que conducía a los jóvenes
voluntarios que iban a morir por la libertad de un pueblo
subyugado.

Rodeado de indiferencia, sobre cubierta y contemplando el


mar, Emilio dialogando con las estrellas y monologaba:

- Fui cruel al escribirle así… Habrá llorado… No


debí participarle mi partida, para no agriar su
felicidad…”

Y un satírico demonio se reía.-

...............................

De vez en cuando, su pensamiento volaba al lado de


Aurora y reflexionaba:

-“Sí, también debo amarla, ya que me duele haberla dejado


tan sola y tan triste… también debo amarla… pero no con
esta pasión, no con esta locura!... Cuando estaba a su lado,
me parecía estar ceca de mi Elena… Es una santa… Si la
tuviera en mis brazos, creería siempre que acariciaba a la
única mujer que puedo amar… Ahora que me alejo, siento
las ganas de una saudade intensa oprimiéndome el
corazón… y padezco mucho más, porque me falta la
compañía de Aurora… y de “ella”…

122
Todo el dolor de Werther por Carlota, el amor de Dante
por Beatriz; y de Romeo por Julieta y la desesperación de
Larra por Dolores, y de Armando Duval por Margarita
Santier, empalidecían ante el martirio de aquella pasión.-

Los tripulantes, ajenos a su amargura, cantaban y reían con


la glacial indiferencia con que el mundo observa las miserias
humanas.

Su dolor pasaba desapercibido para sus compañeros, como


pasa inadvertida una estrella más que aparece en el cielo, o
una gota más de agua que se eche al océano…

Y como si aquel anchuroso piélago fuera la vida, Emilio


Montenegro, añpoyado todavía en el puente del barco, se
inclinó un poco… y derramó una lágrima en el mar.

VI
Edmundo era ya entrado en años, pero conservaba intacta
la apostura de la juventud.

Tenía pocos vicios, y no se le podía calificar de libertino, si


bien le agradaban en demasía las mujeres.

Alquilaba un modesto apartamento de la calle S… y rara


vez se presentaba en reuniones sociales.

Vivía pues, en la más absoluta impopularidad.

123
Pedro lo conociera en el tiempo que visitaba a la
graciosísima Aurora, y hasta el día en que se retirara de la
casa, mantuvo excelentes relaciones con él.- esto le
autorizaba, ahora, a visitarle.

Sigamos con la imaginación los pasos de Pedro, que


atravesando casi todas las calles de la ciudad, con el
lacerado corazón sangrando, llama resueltamente a la puerta
del cuarto de Edmundo.

Su adoración por Aurora eran tan pura y su abnegación tan


sublime, que viéndola sufrir el abandono injustificado de su
novio, e incapaz de solicitar para sí el corazón de aquel
ángel que con locura amaba, no vaciló en ir a suplicar a
Edmundo, piedad para Aurora.

…………………

¡Oh, nadie puede avaluar dignamente este sublime


sacrificio!

¿Dónde está el hombre, que amando con locura a una


mujer olvidada por otro, buscaría, como Pedro,
obstaculizar aún más el camino de llegar a ella?

Vosotros, los que creéis amar con ternura, y los que deseáis
satisfacer vuestra hambre y vuestra sed de placer, jamás
alcanzaréis a comprender tan elevado gesto.

¡Héte aquí al verdadero amor, que deseando la felicidad del


ser amado, destruye la esperanza de alcanzar, consumando
un voluntario sacrificio, y viviendo de ese martirio, como
una vida que se alimenta de la muerte!
124
……………….

Pedro y Edmundo se miran en silencio, y luego se


estrechan la mano, sentándose amigablemente ante una
estrecha mesa.

-Mucho me place verte y recibirte, Pedro.

- Vengo a traerte noticias de mi familia.

-Lo cual me place, estimado amigo… ¿y el abuelo?

-Tose algo, Edmundo… y el reuma lo acobarda…

-Naturalmente…a sus años…

-¿Y por Aurora, no preguntas?...- musitó Pedro con


indecisión.

-Podríamos no hablar de ella, amigo mío.

-De ella precisamente vengo a hablarte: sufre.

-¿Por mi?... Pobre Aurora… ¿Acaso ha llorado?

-¿Llorado sólo, Edmundo?.. ¡Aurora ha muerto en vida!...

-¿Y me nombra a veces…?

-Desgraciadamente no sabe otra palabra…

-¿Pregunta si volveré?

-Sabe que no.

125
-¿Quién le ha dicho?

-Su corazón, Edmundo, que no sabe engañarla como los


hombres cobardes… Su vida está deshecha, y pasa los días
y las noches pensando en la ingratitud de aquel que la
engañó, e indefensa como una tierna boyeriza inocente, allá
está, Edmundo, en la soledad de su cuarto, llorando tu
desamor… Yo la he observado y noto que se eclipsa la
estrella de su juventud que ya perdió la fe.

-¡Cuánto me quiso!... –balbuceó Edmundo.

-Y la has crucificado…-replica Pedro amargamente- y he


venido a suplicarte que la desclaves de la cruz donde pronto
morirá…

-¡Pedro!

-No mereces sus lágrimas, ya se.- Pero el martirio de ese


ángel me mueve a la piedad, y vengo ante su verdugo, para
que se constituya en su salvador.

-¡Pobre Aurora!.. No estaba equivocado, Pedro, ella me


adoraba, conforme suponía!...

-¿Y por eso la abandonaste sin decirle adiós? - pregunta


Pedro con fría indiferencia e irónico acento.

-Precisamente por eso.

-¡Edmundo! ¡Te burlas!...

126
-No, Pedro; escucha atentamente la historia de mi vida y
juzgarás después de oírla, que si abandoné a la pobre
Aurora, fue por respeto a ella, y nunca por maldad; a ti te
referiré, Pedro, lo que Aurora no podría saber, ni
comprender.

-Habla, Edmundo.

Oye: Conocí a la sin par Aurora en una fiesta que se


realizaba en la residencia de una familia amiga.- Nos vimos
y nos amamos, y empezó esa noche el romanseco idilio
sentimental de nuestras almas que habían nacido para
amarse, para comprenderse mutuamente… pero que ¡ay!, se
habían encontrado en la vida demasiado tarde… Cuando
comprendí que me adoraba, temblé, Pedro, temblé de
miedo ante el pensamiento de las futuras consecuencias de
ese amor que se iba enraizando en su alma.

Nunca creí que aquel idilio fuera más allá de la noche de la


fiesta, pero el hombre es vanidoso por excelencia, y cuando
ella me dijo: -“Lo veré en sueños toda la noche…”, le
respondí: - “Pero mañana me verá en la realidad”… -“ ¿Irá
por casa, Edmundo?” -me preguntó- -“Ansiosamente
esperaré la tarde para verla” - le prometí- - “¿Y cenará con
nosotros a la noche? -“Espero poder hacerlo”….

Y llegó la tarde del día siguiente, y por más dispuesto que


estuviera a no concurrir a su casa, el recuerdo de la noche
anterior, la musicalidad de su voz, el perfume de su cabello,
el embrujo de su belleza, me arrastraba a ella… y fui.
Durante días, semanas y meses, continué visitándola, y cada
vez me era más difícil decirle que no debía amarla, porque
127
nunca podría casarme con ella… Antes de conocerla, tenía
una amante, y de ésta, un hijo. Estaba imposibilitado
moralmente, como ves, Pedro, para hacer la felicidad de
ninguna mujer. Comprenderás fácilmente, que sería un
crimen continuar los amores con Aurora, teniendo tan
enorme compromiso, del cual no me podría libertar con
dignidad. – La última tarde que hablé con Aurora,
comprendí que no debía tardar un instante más en
abandonarla. –Le hablé de un viaje largo que emprendería
al día siguiente, y la hice comprender que tal vez no
volvería… ¡Ay, Pedro, declaro que me arrepentí de haberlo
dicho! Aurora lloró… Era la primera vez que una mujer
lloraba por mi… “-¡Te quiero, Edmundo! –casi gritó- ¡No
vayas!” – “Es necesario, Aurora” – le dije en un hilo de voz.
“-¡Ya no me quieres como antes!” –exclamó, como herida
de un rayo”. “-¡Te adoro, vida mía, pero mi familia me
llama desde Buenos Aires, y partiré mañana”… -“Moriré
de pena”… balbuceó la cuitada sollozando. –
“Esperarás”… -le dije. –“Vuelve esta noche, alma mía… -
me suplicó ella. –“Volveré, aunque no podría resistir la
despedida”. –le prometí, confundido. –Y llorando, Pedro,
con esas lágrimas puras de la inocencia, me miró con
santísima ternura… y en sus ojos noté los últimos reflejos
opacados de la esperanza que moría, herida por un fatal
presentimiento. –“!Hasta luego, entonces!” –me dijo
abrazándose a mí. –“Hasta la noche, vida mía”… - le
murmuré a su oído, dándole un beso en los cabellos, que
fue la última caricia que recibió. –Créeme, Pedro, que sufrí
mucho; pero no tenía otro remedio. – Por otra parte, los
continuos reproches de mi familia, y las sospechas y celos

128
de mi amante, me hacían prever una próxima tempestad
que traerían como consecuencia la calcinación de los
ensueños de Aurora…”

Aquí terminó Edmundo su relato, y Pedro, estrechándole la


mano, le dijo:

-No podrías obrar de otra manera, porque algo la querías…


Después de oírte, nada puedo objetar.

-¿Y si otro hombre…? –murmuró Edmundo.

-No; Aurora morirá siéndote fiel; se ha vuelto insensible e


invulnerable al amor…

-¡Qué horrible!... ¿Y si le dijeras la verdad?

-Se suicidaría, perdonándote al morir.

-¿Me espera aún?

-Te esperará siempre…

-¿Y si no voy?

-Continuará marchitándose hasta la muerte… secándose


como una flor desprendida de la planta…

-¿Y si por ventura fuera?

-Sería un crimen, ya que vives con otra.

-¿Qué hacemos, Pedro?

-Salvarla…
129
-¿De qué manera?

-Muriendo…

-¿Yo, morir?... ¿Y entonces?...

-Entonces, Edmundo, desaparecido el objeto de su pasión,


no habría razón para sufrir, ya que con tu muerte, moriría
su esperanza de unirse contigo; por otra parte, te recordaría
siempre con lágrimas en los ojos, bendiciendo tu recuerdo,
con la diferencia de que no viviría en una espera incierta,
que es peor que la muerte.

-Pero soy joven, Pedro, y me debo a mi hijo.

-Pero ella es inocente, Edmundo, y se debe a la vida.

-Ella puede rehacer su vida.

-No ha de lograrlo sin ti, Edmundo… y tú no puedes


hacerla feliz. –Mientras vivas, ella no se resignará al dolor
de haberte perdido… y siempre esperará.-

- ¡Pedro!... ¿no comprendes que si me suicido, Aurora


creerá que lo hago por ella, y tal vez haga lo mismo?
¿Olvidas que me ama todavía? -¡No, eso nunca!... Y si has
venido con este fin, está concluida nuestra entrevista,
Pedro. No hablemos más de ello.

Pedro no habló más. –En silencio, acariciaba el gatillo de


un revólver en el fondo del bolsillo…

……………………………………

130
¡Pedro, místico asceta en cuyo corazón caben todas las
indulgencias!... ¿Qué pretendes hacer? ¿Qué ideas te
mueven?.. ¡Insensato, no comprendes que si lo matas, ella
te odiará toda la vida, y ni al menos contarás con su
amistad? ¿Y nunca más la verás?.. Pretendes sacrificar tu
libertad individual?... ¿Y si ella no comprende que lo haces
para intentar salvarla?..

Reflexiona, Pedro, en la extrema resolución que has


tomado!...

………………………………………

¡Ay, Pedro sabe que la perderá para siempre si mata a


Edmundo; que nunca más la verá; que Aurora le nombrará
y recordará con un odio profundo!... Pero, ¿qué significa
eso, después de todo, si ella se liberta del martirio en que
vive? Sabía la verdad, comprendería al fin que Edmundo
nunca la desposaría, y cesaría de suspirar por aquel vano
amor sin esperanza, y aun podría ser feliz…! Después de
todo, él, el pobre Pedro, la amaba tanto, que se sacrificaría
en un esfuerzo heroico hasta el extremo de hacerse odiar
por ella, para salvarla.-

………………………….

Y sin vacilar más, se levantó, y mirando lastimosamente a


Edmundo, le partió el corazón de un tiro, sin decir una
palabra.

131
De inmediato se presentó a la dulce Aurora, a quien relató
su entrevista con Edmundo, y las circunstancias en las
cuales le había dado muerte.

Aurora no lo entendió como deseaba Pedro, y mirándolo


con profundo desprecio, le gritó:

-¡Infame!.., ¡infame!.. ¿lo qué has hecho?..

Y se desplomó sin sentidos en la oscuridad de una


otomana.

Pedro la miró temblando de dolor, se acercó a ella, y cómo


no la oía, susurró gimiendo: te has salvado… y basta.

Y se entregó a una pareja de la guardia civil, que venía en su


procura.

La justicia lo juzgó fríamente, condenándole a quince años


de trabajos forzados en una Penitenciaría, como a un vil
galeote.

¡Oh, vosotros los que creéis amar, aprended a hacerlo!..

………………………………..

VIII
Pedro ha perdido voluntariamente a la dulce novia de su
alma, con la cual soñara desde los albores primeros de la
infancia, cuando niños aún, corrían por el monte en
persecución de las plateadas mariposas, o jugaban en el

132
patio, en las cálidas noches de luna, como dos chicuelos
hermanos…

Pequeños ingresaron a la escuela, y juntos cursaron tres


años de enseñanza secundaria, ambos escucharon a la
noche los viejos cuentos de mamá Isidora, y sentados
también como hermanos a la mesa, comieron del mismo
manjar, y a la siesta, los dos también oyeron y se
estremecieron a un tiempo con las historias espeluznantes
de las aventuras guerreras del abuelo…

Uno al lado del otro, como dos remos a los costados de la


barca de la vida, así, paralelamente, habían convivido hasta
ahora.

La pasión por ella, siempre en aumento, es de imaginar que


de tan inmensa, no habría de caber más en su pecho a los
veintitrés años, si no fuera tan pura.

Imaginad ahora, que para sacrificar tanto ensueño, tanta


esperanza alimentada desde la niñez, era necesario poseer el
corazón de un santo y el pensamiento de un ángel.

Pedro comprende claramente su situación, mientras es


conducido, como un criminal, a la Penitenciaría: ella le odia
y él nunca más la verá. Pero sufre menos, porque siente en
lo íntimo la satisfacción de haberse sacrificado por ella…
Era indiscutible que su pasión inútil por Edmundo cesaría,
aunque diese lugar al sentimiento, a las saudades y al dolor
de considerarlo fuera de su vida; pero él sabe que ese nuevo
dolor es soportable y no mata tanto como una pasión
imposible.
133
Quince años de tortura física no es nada para un cuerpo
fuerte, piensa el desgraciado, y para quien ha sufrido ya
otros quince de tortura moral…, ¡Treinta años de dolor es
poco para ofrendar a la diosa de su amor!

…………………………………….

Vosotros, los que vivís dentro de la ilusión del sufrimiento,


y que os complace aparecer desventurados para infundir
piedad a los ojos del mundo, contemplad un segundo a
Pedro encadenado y considerado en el presidio como un
vulgar delincuente, observad el fondo de su alma de niño,
que ya conocéis, y decid después de este análisis, si existe
sobre la tierra un corazón humano que pueda ser albergue
de más soledad y de más martirio…

……………………………..

Con la pesada bola de hierro unida al extremo de una corta


cadena, y ligada a sus tobillos por un aro de hierro, cuya
llave conservaba el carcelero, Pedro de Mondego era
obligado a transportar, desde una cantera, enormes piedras,
cuyo peso era superior a sus fuerzas físicas.

Dificultosamente hacía este trabajo, pues apenas lograba


arrastrar la pesada bola que llevaba en los pies para que no
escapara.

La alimentación de los primeros días, era deficiente:


constituía en un panecillo con agua a la mañana y otro a la
noche, lo que generalmente traía como consecuencia el

134
prematuro agotamiento físico de los presidiarios que eran
obligados a morir de esta suerte en el destierrro de Usuhaia.

El cuidado de los presos en la cantera, estaba a cargo de


varios guardianes desalmados, provistos de látigos que
utilizaban a cada momento por diversión y sin causa.

Los presos, con livianas blusas rayadas, sobre las cuales


estaba impresos sus respectivos números a la espalda y
sobre el pecho, trabajaban desde las primeras horas de la
mañana, hasta las últimas de la tarde, bajo un sol de fuego y
un silencio nocturnal, sólo turbado por el ruido de las
piedras y el gemir de algún moribundo que caía azotado por
aquellos verdugos, o vencido para siempre por el trabajo
bruto a que eran sometidos. Generalmente enceguecían al
poco tiempo, debido a la incandescencia de los rayos
solares.

………………………………………..

Corazones miserables: observad con la imaginación, una


vez más a Pedro: Su barba ha crecido, sus cabelloscaídos
sobre la espalda, han emblanquecido en parte. Impreso en
su blusa rayada, con negra tela se lee el número 15. Su
rostro está cruzado a latigazos que le han dejado huellas
indelebles. Cerca suyo, un oficial conversa a su respecto
con el guardián, que esgrime un látigo descomunal en las
manos, con el cual maltrata a los presidiarios como si
fueran perros.

-¿Y ése…. “es nuevo”? – pregunta el oficial.

135
- Hacen tres meses que está acá, mi teniente. –responde el
guardia.

-Se ve que sufre… ¿No protesta?

-No conozco aún su voz, mi teniente; no Habla una


palabra… En los tres meses que lleva en la cantera, sólo un
medio día, durante la breve siesta que se les concede por
una hora de acuerdo con el reglamento, le oí hablar
dormido, soñando…

-¿Y qué decía?

-Nada más que “Aurora!...”

-¿Y no se rebela nunca, como los otros?

-Jamás, teniente… a pesar de que le castiga con frecuencia,


para que lo haga…

-Muéstreme los antecedentes de ese hombre; puede ser que


merezca sacarlo de la pedrera.

-En ella morirá, mi teniente… Lea sus antecedentes, y


juzgue. -dice el guardián sacando un papel del bolsillo de la
blusa.

El oficial lee lo siguiente:

“Pedro de Mondego, natural del pueblo de X. –Asesino


poseso y peligroso; mató a sangre fría y a traición.

Condenado por el Tribunal de Justicia, a quince años de


trabajos forzados en el presidio de Usuhaia. –Edad: 23
136
años, cutis blanco; iris: castaño, barba raspada, estatura: 1
mt. 62 cts.-“

-No parece malo… -Observa el teniente – llámelo acá,


guardia.

Pedro es traído a la presencia del oficial, quien le interroga:

-¿Has cometido el horrendo crimen del cual se te acusa?

-Sí, teniente. –contesta Pedro.

-¿Y por qué lo has hecho?

-Porque era necesario hacerlo… Con aquella muerte se


salvaba del martirio un ángel…

-Talvez… talvez… -exclamó el oficial- ¿y tú amabas a esa


mujer, verdad?..

-Verdad, - suspira el desgraciado presidiario, con una


lágrima temblando en sus pupilas.

-¿Y cómo era, Pedro?

-Rubia, hermosa, dulce y angelical…

-¿Y dónde está ese portento?

-Esa mujer no existe;… la conocí en un sueño; me hice


criminal por ella, y la perdí en el cielo…

-Está loco… -pensó el oficial- ¿y cómo se llamaba? –le


preguntó…

137
-Se llamaba luz, esperanza, alegría, juventud; se llamaba
vida, trabajo y amor, señor teniente.

-¡Se llamaba Aurora! –le gritó el guardia, mirándole con


asco… -¡Dícelo de una vez al señor oficial!...

-¡No, no!... repuso Pedro- ¡No se llamaba así!..

¡Ese nombre no debe pronunciarlo sus labios; mi corazón


lo sabe… y basta!...

-Aurora era, tú lo has dicho! – le dijo con repugnante gesto


el guardia. -¡Lindo nombre!...

-¡Cállese, cállese!... –gritó Pedro…

Pero no pudo hablar más, pues cayó de un golpe a los pies


de aquella bestia que se ensañaba con los encadenados,
abusando de su poder y de aquel uniforme deshonrado por
la grosería y la arbitrariedad, y fue azotado hasta quedar con
la cara y las espaldas ensangrentadas, y si no interviniera el
bondadoso oficial, seguramente Pedro de Mondego dejaría
allí los pedazos de su carne para siempre.

-¡A la sal con este rebelde! –gritó el desalmado monstruo a


sus compañeros-, ¡ya verá este asesino consuetudinario, que
aquí no se viene a soñar con mujeres ni a mentir! ¡Y que, de
castigo a su insubordinación se prive por hoy de alimentos
al nro. 15! –recomendó, mientras lo llevaban.

………………………….

138
Y empezó para Pedro, el verdadero martirio físico, la
persecución despiadada, el castigo brutal y el látigo diario,
esgrimido por el odio de aquel guardián, que como todos
allí, no tenía entrañas.

¡Pobre mártir!... ¡Doleos de él, vosotros los que amáis y sois


correspondidos!...

Él ama y Aurora no lo sabe.

La ha salvado, y ella le aborrece.

¡Doleos de él, corazones de mujeres, que deseáis ser


adoradas de esta forma!...

…………………………………..

X
Han pasado tres años por las melancólicas almas de los
pálidos actores de estas humildes escenas, con las cuales
pretendemos distraer de las diarias preocupaciones de la
vida, siquiera por un par de noches, a nuestros
benevolentes lectores.

Han pasado tres otoños por las almas, como si hubieran


pasado tres siglos por el tiempo…

Aurora está junto al telar.- Sus ojeras y la demarcación de su


rostro, indican que ha llorado y ha sufrido. – El abuelo,
enlutando a la familia, se ha ido para siempre de la vida,
para siempre del hogar… La madre, vestida de negro,
engarzaba las perlas de sus lágrimas, en el hilo de plata de
139
sus recuerdos y saudades, y Aurora, habiendo suspendido
sus quehaceres domésticos, relee algunas cartas de Emilio.

-¿Y qué dices, madre?... ¡Emilio parece quererme algo!...

-¡Quiere casarse contigo, hija!... Me parece bien…

-Madre, no sé si lo quiero… lo estimo en verdad, pero…


¿será ésto amor? Ya dudo de todo, madre…

-Piénsalo, hija… consulta tu corazón.

-Mi corazón enmudeció desde que Pedro mató al pobre


Edmundo, que era mi sueño, que era mi mundo… Emilio
es digno de lástima, pero yo mismo no sé si lo haré feliz o
desgraciado.

-No seas niña, hijita.

-¡Oh, no es eso, madre!.. , ¡Tú no comprendes!... Te leeré


algunas cartas que estoy repasando ahora, y comprenderás
mis temores. –Escucha, escucha estas que me envió desde
el frente de guerra.

-Escucho, hija; lee.-

-La primera, está fechada el 6 de Julio. Dice así:

“Aurora: estoy fatigado del viaje.- Llegamos al promediar la


tarde bajo el peso de un sol de plomo y la tristeza de un
mar interminable… Pienso en ti con locura, sin librarme del
pensamiento de Elena. ¡Se ha casado ya!... ¡Por el oro,
Aurora!... Pienso que si yo fuera rico, me habría casado con

140
ella!... Sé que me ama, Aurora!... ¡Me ama, no lo dudes!... Si
la ves alguna vez, dile que jamás la dejaré de amar y de
soñar con ella!... –Saluda a mamá Isidora y al abuelo, y
abraza a Pedro.- Emilio.”

-La segunda carta que escucharás, madre, -continúa Aurora-


está fechada el 10 de setiembre. Dice Emilio en ella:

“¡Qué tonto he sido!... Amara tanto a Elena, que pertenece


a otro… y tú, brillando en mi alma como una estrella… y
sin amor!... Comprendo aquí, en este destierro, que estaba
equivocado, Aurora; que es a ti a quien amo, y que Elena ha
muerto para mí!... Las saudades me devoran y quiero verte,
alma mía!... ¡Te quiero como quise a Elena, con igual
fuerza, con idéntica pasión!... Adiós, Aurora, y contesta a
mi corazón que puedo esperar…”

_Escucha otra, madre:

“Diciembre 6. – Intervine en dos combates, y, Aurora, he


salido ileso,- Fui condecorado por el comandante, por mi
valor; esta mañana, recibí el nombramiento de Capitán y
orden de marchar más adelante para encontrar un batallón
enemigo,- te adoro, y no puedo vivir aquí; dentro de poco
volveré, vida mía, si quieres que vuelva… Si ves a Elena, no
le hables de mi… Me habrá olvidado ya.- Me acuerdo de
ella con frecuencia, créeme; pero no la amo.

Con todo, infórmame si es feliz…”

141
LAS MISERIAS HUMANAS Y SU DESTINO

Introducción del autor

Al escribir esta obra, no tratamos de ridiculizar a los ricos


en general, ni a los médicos en general; sino a los malos
ricos, y a los malos médicos.

Hay potentados, que practican la caridad y hacen de su vida


un apostolado de bien.

Hay médicos que se desviven por1 paliar las miserias ajenas,


y por combatir las enfermedades que aquejan a la
humanidad, sin afán ninguno de lucro, siendo filántropos
desinteresados y nobles.

No es a ellos a quienes censuramos en este libro, sino a los


malos médicos y a los malos ricos, los egoístas, los
desprovistos de sensibilidad y de corazón.

8/11/1939

-I-

“¡Hay dolor en el mundo, señor!”

Don Santiago andaba de mal humor aquella mañana helada


de julio. La soledad de su espléndida morada, donde no
jugaba un niño siquiera, donde no cantaba una mujer, ni era

1
El estado de los manuscritos originales hacen imposible
determinar algunos términos(Nota del editor)
142
posible que encontrase asilo el último desheredado de la
suerte, contrastaba con la soledad glacial de su alma.

Y don Santiago se debatía entre sus millones, como si se


debatiese entre agudos dolores. Y no podía explicarse una
cosa: Por qué, con su dinero, no podía comprar cariño, ni
amistad, ni menos aún piedad, ni comprensión humana,
atributos que tampoco conocía.

Se intensificaba el frío, cuando llaman a su puerta. Era una


débil mujer, con un niño en los brazos, la que osaba
enfrentar la crueldad de aquel corazón endurecido.

-¡Fuera! - gritole don Santiago al verla tan pobre.

-¡Piedad, señor! –balbucea la cuitada. – El frío es mucho, el


niño llora… No tiene padre… ¡Socorrednos!.

-Si no tiene padre, es porque sin duda sois una mala


mujer… ¡a la calle, doña “cualquiera”!...

-¡Piedad, señor!... Con un trozo de pan para el niño, me


conformo… No soy una mala mujer, sino una víctima de
mi bondad y de mi propia confianza… Amé un hombre, y
el amor no es delito…

-¿Y para qué golpeáis mi puerta?. ¿Para que entre una racha
de viento helado, y me pesque un resfrío?... ¡Fuera!

-Porque al veros a través de los cristales, con el rostro


confundido y triste, creí adivinar en usted la presencia de un
inmenso corazón de oro.

143
-Pues os equivocasteis, y debéis seguir vuestro camino…
Yo no socorro a nadie, ni me interesan ni conmueven las
lágrimas… No me vengáis con historias de niños sin padre,
ni hablándome que su hijo se está muriendo de hambre,
porque yo no creo esas historias…Nunca oí decir que nadie
se muera de hambre… ¡Sois una embustera!

-Es que sois rico, señor; habéis nacido en cuna de oro;


vuestra juventud se deslizó en la opulencia, y continuáis en
ella… ¡Pero hay dolor en el mundo, angustia, soledad,
martirio, sed y miseria!...

¡Los pobres formamos legiones inmensas!... y morimos y


luchamos como perros hambrientos por un trozo de pan,
en los caminos de la vida!; nuestros hijos se crían en la
miseria, y se hacen gente a los tirones, rodando de acá para
allá, hasta que cansados de padecer, se mueren, y nadie se
acuerda más de ellos… ¡Tenga usted piedad de mi hijo,
señor!... ¡También es un ser humano!

-Bien, bien… pasad y acuchilaos por ahí en su rincón, que


así que venga el panadero, que no debe tardar, os daré un
panecillo, y después, ¡a volar, mala hembra!, que aquí nadie
encontrará calor, ni compasión… ¡Yo no soy un
sentimental!...

-Pero, señor, seréis un ser humano, os acordaréis de vuestra


madre, tendréis algún hijo… esos recuerdos deben tocar
vuestro corazón…

-Pasad, y escuchad, he dicho… Y no me habléis de mi


madre, que no os interesa… ya no la tengo. Y de hijos no
144
me los recordéis , que creo, con ciertas dudas, que tuve
uno, con una mala mujer, y en cuanto emplumó, se fue a
Buenos Aires, se hizo doctor por allá, y ni para agradecerme
el hecho de haber conocido a su madre, fue capaz de venir
jamás a mi casa a presentarse, y si me escribía, era para
pedir…

-Sin duda no habéis colaborado a su mantención, educación


y crianza, señor… ¡No habéis sabido ser padre!...

-¿Y para qué? –La madre decía que era mío, pero nunca se
lo creí del todo. Era una mala mujer… ¡Figúrese que no la
compré por quince reales!...Un día golpeó a mi puerta,
pidiendo plata para comprar ropas para el tal cachorro, y la
eché a puntapiés… ¡sacarme plata a mi! ¡no podía tolerar
tanto atrevimiento!... Y no la vi más desde esa fecha…
Después se murió, dicen que de frío, pero yo aún sostengo
que fue de alguna borrachera, pues creo que había dado en
“empinar”… Una mañana como esta, hacen 25 años, recibí
unas líneas de ese tal hijo, pidiéndome plata para instalar
una clínica, pues decía haberse recibido de médico… ¡Y era
ya el colmo!... ¡Había salido con las mismas mañas de la
madre!.. ¡Sacarme plata a mi!... Más fácil fuera sacar aceite
de un ladrillo! Hasta hoy no contesté la insolente carta del
pedigüeño! Pero, no se porque le cuento a usted, ¡una
miserable criatura como usted!, estas cosas que no le
interesan…

-Prosiga, señor, prosiga, -dice la infeliz, que había entrado, y


se hallaba acucurrada en un rincón… - ¿Y cómo se llamaba
su hijo?

145
-Mire, mujer. No me haga tantas preguntas, y no confunda
mi hospitalidad… y haga callar a ese niño, que me está
irritando…

-Es que llora de hambre…

¡Qué va a ser de hambre!...Es de “mañero” nomás. Haga


callar a esa porquería, si no quiere que la haga callar yo, de
un puntapié… A lo mejor ese cachorro suyo sale de mala
entraña como el hijo “ese” que decía aquella perra que era
mío… ¡Si fuera yo el padre, Alfonso Palacios era otro el
hombre!...

-¿Alfonso Palacios dijo?...

-Sí, ¿por qué?...

-Nada señor… Ese médico…

-¿Qué pasa con ese médico…

- Es el padre de este niño, señor…

…………………

-II-

“No la he visto nunca, señora”

Algunos años antes de la escena que describimos, en un


consultorio de regular categoría, de Buenos Aires, un
médico joven, el Dr. Alfonso Palacios, recibía a una dócil y
pobre muchacha de unos 17 años, que recurría en demanda
de trabajo.
146
El joven médico, a quien la belleza, juventud y docilidad de
la desventurada criatura, había prendado desde que la vio, la
toma de inmediato a su servicio, en calidad de mucama,
viendo en ella, enseguida, una fácil presa de su lascivia.

Supo que era de familia humilde, que había perdido al padre


hacía un año, y que, debiendo ayudar a su enferma madre,
había resuelto procurar alguna ocupación decente.

Emplearse en un consultorio, le parecía muy bien para una


señorita de sus condiciones, hacendosa y honesta. No podía
sospechar la cuitada, que allí, donde creía encontrar su
porvenir, le acechaba, como un gavilán aleve, la desgracia.

Ahí andan, por el mundo, millones de vidas desgraciadas y


de seres incomprendidos: y son los restos de las mesas de
los poderosos y de los aprovechados de la ignorancia, de la
confianza o de la inocencia de los infelices.

Ella se llamaba Juana.

El médico estaba prendado de sus encantos, y usaba con la


mucama , gentilezas tales, que la infeliz, ajena a las
emboscadas de la vida, tomaba como una excesiva fineza
de aquel apuesto profesional.

Hoy era una entrada al biógrafo, mañana un regalo para su


madre enferma; otro día una invitación para una cena… En
realidad, Juana se convencía rápidamente de que había
ingresado en el cielo al tomar aquel empleo.

-¡Vivo tan sólo, Juana!... Se quejaba él.

147
-Porque usted quiere, Dr. –decía ella- muchas y muy bellas
y ricas muchachas de la sociedad que usted frecuenta,
compartirían su vida con usted.

- Te engañas, Juana, -respondíale él- ninguna de ellas vale lo


que una muchacha pobre, pero decente… El lujo, las
fiestas, lo que huele a aristocracia, no me convence; quiero
la sencillez; prefiero el amor de una pobrecita desamparada,
porque es más sincero, cuánto más humilde… A ti,
¿comprendes?, te amaría, y llegaría al matrimonio por ti…
pero, tú, no puedes creerme, pues te parecerá demasiado, y
otras como tú, pensarán igual… y por eso voy quedando
sólo…

-¡Dr., no hable más!... –argumentaba ella- en realidad, es un


crimen hacer soñar a los pobres…

Y así iban transcurriendo las semanas, y el médico no


cesaba ante la resistencia que le imponía, con su silencio, la
virtud de aquella humilde criatura.

-Juana, -le dijo un día- no puedo ocultarte más esta pasión


que me devora; deseo que seas mi esposa; si puedes
amarme, hablaré con tu madre, y celebraremos la boda en la
mayor intimidad.

Era mucha alegría para ella, y tuvo necesidad de llorar, para


evitar que su felicidad, la arrojase de rodillas ante aquel
hombre que así, de buenas a primeras, le abría de par en par
el cielo, -ofreciéndole un porvenir que ni en sueños
sospechó.

148
-Gracias, amor mío, -contesta ella- pero déjame unos días
de tiempo para preparar a mi madre para darle la sorpresa;
sabrás que sufre del corazón, y cualquier emoción fuerte,
puede serle fatal.

-Pues entonces, cenaremos esta noche sólos, para festejar el


acontecimiento; cuando lo creas conveniente, iremos a tu
casa y se lo diremos a tu madrecita…

Y aquella noche sucedió lo inevitable… en el festín del rico.

A partir de entonces, Juana ya no parecía una mucama,


vestía mejor, sus mejillas pálidas se sonrosaron, y la alegría
transformó aquel ser de tal manera, que su madre advirtió
el cambio operado en el corazón de su idolatrada hija.

Pasaron unos meses, sin que el médico se dispusiera a


visitar a la madre de Juana.

-Debemos ir pronto, -insistía ella- mi viejita está alarmada,


pues no le he podido ocultar la verdad sobre nuestro amor.
– Se pasa las noches llorando…

-No se lo hubieras dicho aún, querida.

-No pude evitarlo, Alfonso; mi embarazo es visible…

-Pues iremos esta noche, amor mío, y fijaremos fecha para


el casamiento, ¿te parece bien?

-¡Oh, mi dulce amor!...!Yo sabía que se podía confiar en


ti!...!Te idolatraré siempre! Nuestro hijo nacerá legalmente,

149
crecerá sano y bello como los hijos del amor… y será un
gran médico como tú!...

-Lo será, Juana!... ¡Dios bendiga tus sueños!...

Pero a la noche, el Dr. Alfonso Palacios fue llamado


telefónicamente para un enfermo grave, y no volvió hasta la
madrugada.

Al siguiente día, un llamado urgente de Chile, lo obliga


ausentarse por algunas semanas.

-Te irás a tu casita hasta mi regreso, amada mía; cuando


vuelva, te buscaré de inmediato, y te enviaré mi dirección
para que me avises cualquier novedad. Te dejo una cuenta
abierta en la farmacia, y otra en el almacén de comestibles;
no te prives de nada, ni tú, ni el niño… si nace antes de mi
regreso…

-¡Pero, Dios mío!... ¡Tanto tardarás!

-No sé, querida; es mi padre que está malo, y debo


atenderlo personalmente…

-Vete, querido, sin pérdida de tiempo, que aquí quedaré


rogando a Dios por ti, y por la salud de tu buen padre…

Y partió el médico. Juana regresó al lado de su madre. Tres


meses después, dio a luz un robusto varoncito, a quien
llamó Alfonso, en homenaje al hombre que amaba tanto.
Su madre, a la sazón, empeoraba, tanto, que hubo que
recurrir a utilizar la cuenta que tenía abierta en la farmacia.

150
¡Cuál no sería su asombro, cuando allí le informaron que el
Dr. Alfonso Palacios no había dejado autorización alguna!

-Tan molestado se fue con la enfermedad del padre, -


expresó ella- que debe haber olvidado este detalle!...No
importa; al menos me dejaría crédito, como dijo, en el
almacén de comestibles.

¡Pero en el almacén de comestibles, el médico sólo dejó una


cuenta kilométrica para que ella pagase!...

Decepcionada, volvió a su casa, desesperada: su madre se


moría…

Corrió en busca de socorro de un lado para otro; en una


casa de empeño dejó su saco de abrigo y unas buenas ropas
interiores: con ese recurso llevó su madre a un consultorio,
desde donde salió para el hospital.

Días después, fallecía.

Juana se quedó sola con el niño y su miseria. Cada vez más


pobre, cada día más entristecida, solamente soñaba con la
llegada de su amante.

Vendió sus últimas cosas de valor, para irse sosteniendo y


alimentando a su hijo. Ya no le restaba nada.

Buscó trabajo en fábricas, en casas de modistas, en talleres,


en comercios, en casas de familia, pero todo con resultado
negativo: no querían sirvienta con hijos.

151
Una mañana, hambrienta y rotosa, con el niño en brazos,
pasa por la puerta aquella donde entrara un día como
mucama, y donde tantos sueños acarició…

Estaba abierto el consultorio. El médico había vuelto


hacían tres días, y ella lo ignoraba. –Una intensa alegría
iluminó su rostro, y abrazándose a su hijo, balbuceó:

-¡Tendrías que conocer, hijito del alma! ¡Tu padre ha vuelto,


y ya nunca nos separaremos!...

Y llama la puerta. El propio Dr. Alfonso Palacios sale a


recibirla:

-¿Qué desea? –le pregunta secamente.

-¡Alfonso, soy yo! –gritó ella- ¡no me reconoces!

-Repórtese, señora; nunca la he visto a usted antes…

-¡Alfonso! ¡Por Dios!... ¡Soy Juana! ¡Ten piedad de mi!...


¡Mira a tu hijo!...

-Señora, -le dice nuevamente el médico, como si fuera la


primera vez que pronuncian esas palabras: - ¡Nunca la he
visto a usted antes!-

En ese instante se asoma una bella señora en la puerta


interior del consultorio, y el médico, cínicamente, le dirige
la palabra:

-¿Ves, querida? –Otro caso de demencia precoz… Esta


infeliz, mugrienta y con la razón alterada, me atribuye la

152
paternidad de su hijo… Llámame por teléfono a la
ambulancia pública… La enviaré al manicomio. ¡Es un
peligro para la sociedad!

-Bien, querido, -dice la señora- llamaré enseguida.

-¡Por amor de Dios!.. –exclama Juana, que no podía creer


en lo que oía, -¡No puedes hacer eso!... ¿Qué te ha pasado,
amor mío?.. Tú no eras así… ¿Quién te ha cambiado?

………………………

En ese instante, ante el asombro de Juana, la sonrisa irónica


del Dr. Palacios, y la sincera compasión de la nueva dueña
de casa, se detiene la Ambulancia Pública frente al
consultorio, y dos agentes de policía, introducen a viva
fuerza a la infeliz Juana, en su interior, y parte luego el
coche con celeridad, ahogando con el ruido del motor, el
llanto del niño, y el desgarramiento, casi divino, de la infeliz
madre.

El psiquiatra de la Casa de Salud la esperaba ya, -aguja en


mano, y ayudado por tres enfermeros, le inoculó a viva
fuerza, un poderoso narcótico…

¡La injusticia del fuerte contra el débil, ensañándose con


una desdichada víctima, obtenía de esta manera uno de sus
diarios triunfos!

El Dr. Palacios no volvió a hablar del asunto, sino días


después, cuando le informaron del manicomio, que Juana
estaba cada día con las facultades mentales más alteradas, -
pero que curaría.
153
-¡Locas como Juana, pueblan la redondez de la tierra, ante
la indiferencia social!

¡Hijos como el de Juana, serán un día el estropajo de la


sociedad, y en él se limpiará las manos la injusticia, hasta
volverlo un criminal!

-Debes interesarte por ella, Alfonso –le sugería la delicada


dama, que no era otra que su legítima esposa, a quien el Dr.
había ido a buscar a Chile.

_ ¿Para qué?...

-Por humanidad, querido; al recibirte, has contraído una


deuda sagrada con la sociedad: hacer el bien, sin esperar
recompensa, y sin mirar a quien.

-Pues estamos arreglados los médicos, si enaltecemos


nuestro juramento; vendríamos a mendigar, y eso no es
posible; yo solo aspiro a ser un excelente médico para mis
clientes ricos, y no puedo detenerme a enjugar las lágrimas
de cuánto menesteroso se me cruce en el camino.

-Pero esa infeliz conmueve… Quizás te haya conocido


alguna vez, en algún hospicio, en la calle, en algún barrio, y
tu imagen se le grabó profundamente…

-Puede ser; pero está loca…

-Te ruego que la recomiendes, de lo contrario, sé bien


como será tratada esa infeliz… ¡Es una madre, Alfonso!...
Yo también lo seré un día… ¡recuérdalo!

154
-Haré lo que pueda por ella, Elisa; hoy la recomendaré a mi
colega.

-Gracias, Alfonso.

Y así lo hizo el médico. Cumplió al pie de la letra el deseo


de su esposa:

-Te la recomiendo, Pérez, -le dijo al colega al día siguiente-


la Juana es una antigua conocida…

-No le veo indicio de locura alguna, Alfonso, sino una


afección al corazón, y mucha debilidad, -le explicó el
psiquiatra.

-Pues, mi amigo; es necesario que sea tratada como loca, y


debe enloquecer de verdad… Puede planteárseme un
problema conyugal nada agradable, si ella habla con mi
esposa alguna vez…

-Bien, como debemos los médicos apoyarnos mutuamente


en los errores, en las ambiciones, y hasta en los crímenes…
y siempre que me ayudes a operar al viejo millonario que
necesitan sus futuros herederos que pase a mejor vida; si
colaboras conmigo, Juana enloquecerá…

-Prometido, querido colega.

-Hasta mañana, querido “socio”…

……………………

-III-

155
“La loca porteña”

Han pasado dos años. Una mujer de la calle, andrajosa,


escuálida, conocida en los arrabales por el apodo cómico de
“la loca porteña”, con un niño vestido de harapos, pide en
las calles, una limosna por Dios.

Llega, en esa via-crucis dolorosa, hasta un pueblo donde la


mendicidad era prohibida, y un agente policial, en
cumplimiento de su deber, la detiene, y la lleva a presencia
del sr. Comisario.

-No sabe, mocosa, que no puede ejercer la mendicidad


pública.

-El niño tiene hambre, señor, y no sé de otra manera de


conseguir alguna cosa.

-Déjese de cuentos, que aquí usted no va a conmover a


nadie; todos los días estamos deteniendo a mujeres como
ud.; ¡No le da vergüenza andar pidiendo! ¡una mujer sana y
fuerte! ¡vaya a trabajar, “atorranta”!...

-¡Piedad, sr. Comisario!... Yo no pido por el vicio de pedir,


sino por necesidad. Yo era una buena mujer, y como tantos,
tuve también mi madre santa, y mi hogar tranquilo; pero la
infamia humana me convirtió en lo que soy: en una
méndiga, en una desgraciada, que no infunde compasión en
nadie, porque nadie comprende, ni cree, ni sospecha como
caí, ni de qué manera la vida se ensañó con mi ignorancia y
con mi inocencia… Hoy, sr. Comisario, me llaman “¡la
loca porteña!”, y me chistan e insultan en la calle, los

156
mismos que en otro tiempo, hubieran caído de rodillas para
lograr una sonrisa de mis labios…

-¡Cállese, loca del diablo!... ¡A la celda con ella, sargento!...

-¡Canallas! ¡cobardes! ¡mil veces cobardes! ¡Los hombres sin


almas como vosotros, son los grandes responsables
principales de las grandes miserias morales que asolan el
corazón de miles y miles de víctimas como yo! -¡a la
celda!...., si, era lo que faltaba!... yo y mi hijo, este ángel que
no tiene la culpa de haber venido al mundo!, que nadie lo
llamó a este valle de lágrimas!...

Pronunciadas estas palabras, y hubo necesidad de socorrerla


con una taza de caldo caliente, para que reaccionara.

De inmediato ingresaba al hospital.

…………………………………..

El medico de turno, diagnostico, previo examen de la


paciente, un estado de debilidad en ultimo grado,
recetándole, para restablecerla, unas inyecciones
fortificantes, que la misma Juana debía retirar de la farmacia
del hospital.

Luego de padecer la angustia de una interminable espera, le


dijeron en la farmacia que no había existencia de tal
medicamento, y le dieron en cambio, unas tabletas de
cafiaspirina.

-Es lo mismo señora; tomese eso disuelto con agua.

157
-Pero el doctor me receto inyecciones de hígado de bacalao,
segun tengo entendido.

-Pero no hay; bien sabe el medico que el administrador del


hospital, y el doctor X, en combinación con el, vende para
las farmacias de la ciudad los remedios de algún valor que
vienen para los pobres… ¡No moleste mas con sus
impertinencias y llevese eso, si quiere!... Total! , todos
sabemos que usted, con fortificante o sin fortificante, es
una futura bacilar … ¡Retirese!

Dias después, Juana ocupaba una cama en el pabellón de


bacilares, donde era tratada como un perro, sin
consideración de clase alguna, y por la noche, debía
levantarse para alcanzar algún remedio para sus
compañeros de infortunio, pues las enfermeras de turno, se
echaban a dormir.

En cuanto a los alimentos, los mejores los aprovechaba el


personal de aquel establecimiento, y para los enfermos, se
traian los restos.

En cuanto a la leche, iba casi toda para la casa de los altos


empleados, donde hacían dulce de leche para sus familias, o
para vender.

De la poca que sobraba, se mezclaba con agua, y se servia


de mala manera entre los enfermos, que ni la podían tolerar.

Muy de mañanita, ya entraba una nersi de mal humor,


levantando a todos los enfermos, y ofendiéndoles de
palabra:

158
-¡Salten de la cama, y arréglenla enseguida, porquerías! –No
quiero ver a nadie en la cama! -¡Perras malditas! , pobrerío
insoportable! ¡”Calandracas” inservibles! Ha salido el sol, y
permaneceis acostadas! … ¡Ahora nomas venia la visita
medica, y cuidado con formular una queja!! …

Minutos después, pasaba el medico, deteniéndose en todas


las camas, y al pasar por la nersi, le decía:

-No te olvides de que cenaremos juntos esta noche,


querida… ¿Prometido?

-Prometido, doctor… - sonreliale ella.

Al llegar a la cama de Juana, pregunta el medico a la


enfermera:

-Y esta… como sigue?

-Ya esta bien, Dr. – Seria necesario darle de alta, que


necesitamos su cama; Total! , que siga peregrinando por
ahí, con el hijo a cuestas…

-Bien, bien, hoy le daremos el alta.

Y fue asi que Juana, “la loca porteña”, salió del hospital, y
abandono el pueblo, habiendo hecho antes una colecta
entre el vecindario, de la que obtuvo catorce reales… pues
nadie quería ayudarla.

-Ya contribui para los niños lisiados de Europa! – Deciale


alguno.

159
-Yo, para una función a beneficio de nuestro foot-bale –
deciale otro.

-No puedo ayudarla, porque ya compre unas entradas para


un baile – argumentaba un tercero.

-¡Que me importa su pobreza! – le decía un cuarto - ¡Si


fuera para ayudar al candidato de mi partido político, haría
un sacrificio! …

-¡Tome un real! , -le decía otro- pues no puedo soportar


mas tantas colectas; ayer le di un peso a fulano, para ayudar
a traer un artista que viene aquí a dar un concierto.

-¡Que hijo, ni que nada! , le decía una solterona de alto


vuelo! – Haga como yo; mate los hijos en el vientre para
continuar siendo honrada! … Plata no doy a los que no
quieren trabajar… ¿Tiene hambre? – Lleve este pan viejo,
que debe ser lo mismo… ¡Tambien mata el hambre! …

Y hasta encontró unos mozalbetes, que aparentando


condolerse de su miseria, quisieron oir su historia, y luego
rieron a coro…

-¡Con que la loca, ¿he? – Bueno, baile un poquito para que


nos entretengamos, y le daremos estos niqueles… - y
enseñaban unas monedas… que no pensaban darle.

Juana se puso a llorar y ellos se echaron a reir…

…………………………….

160
La infeliz huyo como pudo, y camino toda la noche,
saliendo de aquel pueblo dejado de Dios.

A la mañana siguiente, golpeaba a la opulenta puerta de don


Santiago, como vimos al principio de nuestro relato.

Con aquel monstruo la habíamos dejado.

¡Piedad para ella, Señor!

…………….

-IV-

La desigualdad social

Don Santiago frunció el ceño, y le echo una mirada de


profundo desprecio, cuando Juana le dijo que aquel niño
era… su nieto.

-¿Quién le creerá esa farsa? , ¡Rata de iglesia! , ¿Cree que le


dare plata? … ¡Intrusa! …

-No, señor! … Uds los ricos solo le atribuyen valor a la


plata… La plata no vale nada, pues no sirve mas que para
adquirir alimentos y ropa, lujos y vanidades humanas! …
No sirve para comprar dignidad, ni bienestar…

-¿Cómo? ¡Osa ofenderme, microbio inmundo! … ¡A la


calle! … ¡A revolver en la basura, suciera! …

Y empujando con el pie a la infeliz, la echo a rodar escaleras


abajo, - cerrando de súbito la puerta.

161
El mayordomo del opulento señor Santiago, única persona
que a largos años compartía la vida solitaria de aquel
amargado sin alma, había presenciado aquella escena
indigna y asqueante.

Sin decir una palabra, sale por la puerta de la servidumbre, y


levanta a Juana y al niño.

-He presenciado la escena entre Ud, y ese hombre de hielo.


Perdonelo, buena mujer, porque el patrón no sabe lo que
hace… Vivo enfrente, señora, soy pobre, pero la ayudare. –
Mi mujer le arreglara un ranchito que tenemos al fondo, y
allí, si Ud trabaja en algo, podrá quedar un tiempo.

-Dios se lo pague, señor.

-Con el pensamiento en Dios, la protegeré, buena mujer –


le dice el mayordomo, conduciéndola hasta su morada,
situada frente a la casa del frio Sr. Santiago.

Su esposa, que tenia un corazón excelente, aprobó la acción


de su marido, y ubicaron a Juana y al niño en una pieza a
medio caer, que les servia de desposito de leña.

Juana, volvia a ingresar en el cielo.

Dias después, recomendada por el mayordomo, conseguía


unos lavados en el vecindario.

Metido en un cajón de kerosene vacio, con un trozo de


galleta en la mano, como principal entretenimiento, el niño
se pasaba horas enteras al lado de su madre, mientras esta
lavaba en la tina.
162
Mas adelante, -al pie de su madre, jugando con unos
huesos, o con cajas de fosforo vacias, el pequeño solia pasar
las horas, mientras su madre planchaba la ropa que debía
entregar al dia siguiente.

Sin juguetes, entristecido el semblante, que solo se


iluminaba con la presencia de su abnegada madre, Alfonso
fue pasando los primeros años de su infancia, sin amgos y
sin placeres.

-Madre, -deciale a veces- ¿Por qué el niño de enfrente tiene


un carrito con ruedas y un caballito, y el de la esquina un
triciclo, y yo no tengo?

-Porque su papito le ha comprado esos lindos juguetes… y


yo no puedo …

-¿Y porque ellos pueden?

-Porque asi es la vida, hijito… unos tienen mucho, otros no


tienen nada…

-¿Y porque, madre, la vecina anda de auto, con ricos


vestidos, y va todas las noches al cine… y tu, vistes tan mal,
y no sales nunca de paseo.

-Porque tengo un solo vestido de salir, hijo… y, ¿sabes? No


tengo tiempo… vivimos bien asi…

-Sin embargo, -insistia la criatura- no son ellas mejores que


nosotros madre… ¿Por qué? … ¿Por qué?

-¡Calla, hijo! … ¡Crece … y lo sabras! …


163
……………………….

Siempre era igual … El cuadro de opulencia, que la vida se


obstinaba en colocar una vez mas frente a la miseria, estaba
gestando el alma rebelde de aquel niño, que se haría
hombre antes de tiempo, sin pasar por el rayo de sol de la
felicidad de la infancia.

…………………….

Luego ingreso a la escuela, donde sufrió desde los primeros


momentos. – Los con discípulos y la maestra, parecían no
simpatizar con el pobrecillo. - ¡Era tan pobre y vestia tan
mal!

La maestra, con frecuencia, lo llamaba de mocoso, de


atrevido, de parasito… y los compañeros, le arrojaban tinta,
o le pegaban, y para humillarlo mas, se reian del pobrecito,
porque le quedaba grande la ropa que le daban en la
escuela!...

Nunca tenia razón en nada, y le iban quebrando la moral en


todas partes. Para eso, había nacido pobre.

…………………….

¡Pobre, si! El mayor defecto de todos los tiempos, la


pobreza, que resta inteligencia ante los que, llenos de oro,
solo tienen brillo en el charol de los zapatos, o en los
brillantes de los dedos! – Habia nacido pobre, y debía
empezar temprano a pagar cara su triste condición humana!
– Habia nacido pobre, y seria humillado y sus meritos
negados frente a la sociedad aristocrática y enviciada!
164
¿Qué tendría moral y dignidad? - ¡Y que le importa al
mundo la dignidad y la moral de un pobre! …

Exponerlas al público, será rodearse de enemigos; gritar su


verdad y su razón, golpear en fierro frio, y ser tildado de
agitador y revolucionario peligroso… ¡Un pobre no tiene
ideas!, ni a nadie se le ocurre atribuirle otra finalidad que
tirar de la vida, y doblar la cerviz; y cuando se le agote la
paciencia, cuando grite su protesta, ahogada mil veces por
la prepotencia ensoberbecida; cuando a fuerza de padecer y
de trabajar, y de criar hijos en la miseria, ya no sirve para
nada, solo tendrá la recompensa de morir como vivio:
pobre e incomprendido.

Es la lucha eterna de los de abajo y los de arriba; es la


balanza de la sociedad de los hombres entre si: es la
inmutable lucha de clases, eterna como el tiempo e
insalvable como la distancia.

Es la interrogante sin respuesta, el problema sin solución


todavía, de la humanidad que se debate en vicios,
ambiciones y odios.

Y todo esto, porque unos tienen mucho, y otros no tienen


nada; por que unos son demasiados ricos y otros son
demasiados pobres.

Se justifica, pues, que al abrir los ojos a la vida, ya se


preguntara aquel niño, abrazado a su madre, y son lagrimas
de sangre en los infantiles e inocentes ojos:

-¿Por qué esta injusticia, por qué?

165
……………………

De la infancia a la juventud

Don Santiago, enterado de la buena acción de su


mayordomo, se puso insoportable, y si no fuera la humildad
característica de aquel hombre rudo acostumbrado a
soportar las alternativas del carácter extraño de su patrón,
hubiera perdido su empleo.

Pero el tiempo fue pasando y el terrible y frio Sr. Santiago,


fue olvidando la escena. Solia ver al niño ir y venir a la
escuela, y a veces salir con un atado de ropa sobre la
pequeña cabecita, para entregarlo a su destino.

Muchas veces pensó para sus adentros, que a lo mejor salía


buena el chico, idea que deshechaba al momento
malhumorado por habérsele pasado un buen pensamiento
por la memoria:

-¡Me estoy ablandando, caray!... ¡Que va resultar bueno! …


Esclavos son, y esclavos moriran!... ¡Y a lo mejor es hijo de
“aquel”…! Pero no debe ser verdad… ¡Un hijo mio, no
abandonaría una mujer después de probarla!

Otras veces, don Santiago, observando al muchacho,


monologaba:

-Si no anduviera tan mal vestido, lo podía emplear… ¡No! ,


es peligroso! … Los pobres tienen muchas mañas! … A lo
mejor es un vellaco y me roba algo! …
166
Con frecuencia, su mayordomo, exaltaba las buenas
cualidades del chico, y su amor filial, y don Santiago no
pronunciaba palabra.

Y fueron pasando los años.

Don Santiago envejecía prematuramente, y su


temperamento se agriaba.

Pero la idea de que el pequeño Alfoncito, como le decían


en el barrio, fuera en realidad, su nieto, no se apartaba de su
imaginación.

A veces hablaba en ir a Buenos Aires, y encarar el asunto


con el Dr. Palacios; otras, se decía si no seria preferible
adoptarlo, y darle una buena educación; las mas de las
veces, se paseaba nerviosamente por el aposento, agobiado
por infinidad de ideas a la vez.

Y sin determinarse a nada, vio a Alfonsito cumplir los


dieciocho años: todo un hombre.

Habia aprendido un oficio y era un carpintero honesto, y


un hijo ejemplar. Ocupaba una pieza mejor ubicada en la
propia residencia del mayordomo del Sr. Santiago, y
ayudaba con la mitad de los gastos de casa, pues no quiso
abandonar al protector de su madre, a quien quería
entrañablemente como a la bonísima mujer de este.

Todo esto, lo sabia el Sr. Santiago, y por eso exclamaba,


convencido:

167
-En realidad, salió buena la cria… debe ser de mi hijo,
nomas.

VI

La importancia científica del pobre

El Dr. Alfonso Palacios, con una clínica de lujo establecida


en Buenos Aires, había enriquecido misteriosamente,
dedicándose, en la actualidad, solamente a sus clientes ricos,
como había sido su ideal. Su esposa discrepaba siempre con
el, por haber desnaturalizado el verdadero sentido de su
profesión; pero el Dr. no atribuía importancia alguna a las
criticas severas de su conyuge.

Florecia, en su hogar, una hermosa jovencita, a la sazon de


diecisiete años, hija del matrimonio.

La situaremos en nuestro relato, con el nombre de Luisa.


Era la alegría de ambos esposos, por ser la única hija.

A ella, dedicaron toda su atención y solicitos cuidados,


dándole una esmerada educación.

Luisa, no obstante el ambiente en que fue criada, los mimos


y halagos que la rodeaban, el lujo con que vestia, y los
privilegios sociales que disfrutaba, poseían un alma llana y
humilde como el alma de un pobre, y en su cerebro se
agitaban ideas rebeldes, con respecto a las injusticias de la
vida.

Practicaba la caridad a manos llenas, y era tan proverbial su


limpieza de intenciones y de corazón, que los menesterosos
168
afluían en masa a recibir su socorro y sus palabras de
aliento.

El nombre de Luisa era tan querido y respetado, cuanto de


aborrecido lo era el de su padre, el Dr. Alfonso Palacios.

Con respecto al matrimonio, tenía sus ideas propias,


arraigadas profundamente en ella, que su padre
conceptuaba extravagantes:

-Sólo me casaré, -decía- cuando conozca a un hombre


digno de serlo; por supuesto, no será un vago, adormecido
en las vanidades que proporciona el dinero, ni el linaje, sino
que será un hombre dotado de sensibilidad y de alma,
susceptible de inflamarse en la llama divina de la
misericordia y del amor a los demás.

-No, hija, -decía el Dr. Palacios- el porvenir antes que nada;


rico soy, y debes casarte con un hombre de tu misma
jerarquía social. Es lo correcto.

-Yo eligiré, padre mío, y seré la responsable de mi elección,


frente al porvenir que la vida me depare. Sólo acepto la
unión matrimonial, como un imperativo del amor, que da la
felicidad, y no como un imperativo de los
convencionalismos ridículos, que son la antesala del hastío,
y hasta del vicio…

Así era Luisa, así pensaba, así obraba, y así la veremos


actuar en nuestro relato. Acompañémosla con la
imaginación.

169
Era una mañana muy fría, de agosto, cuando su padre la
sorprende distribuyendo unos abrigos entre unas mujeres
desnutridas y miserables.

-¡Sensiblera! –reprendióla el Dr. Palacios- ¡en vez de estar


en la cama, bien arropada y con la estufa encendida, estás
aquí en la puerta, codeándote con esta plebe! ¡Bien pudiste
mandar a la sirvienta arrojarles una limosna!... Pero hacerlo
tú, hija, es el colmo!...

-Me gusta hacer el bien por mis propias manos… se


tranquiliza más mi corazón. No podía continuar en mi
pieza, con estufas y frazadas, sabiendo que tiritaban de frio
en nuestra puerta, estas mujeres!...

-Hija, escucha mis consejos, y llévate de ellos, pues quiero


solo tu bien: no debemos asociar a los pobres en nuestros
sentimientos, porque pertenecemos a una clase superior: la
que está arriba, la que manda, la que vale por lo que pesa y
por lo que tiene. Los pobres deben estar a nuestro servicio,
y ser utilizados para nuestros placeres, extravagancias y
caprichos, como una moneda, o como un mueble; nos
servimos de ellos, hija, y luego los aventamos de nuestro
camino, como una cosa en desuso, o como útiles manuales
que ya no nos sirven más.

-¡Pero los pobres tienen algo sagrado adentro, que se llama


dignidad!

- No, hija, no; la dignidad, así como el talento, la hombría,


la decencia, la honra, si quieres, no son atributos de esos
irresponsables, sino nuestros.
170
-Pues, quieras o no, padre, conozco a ricos sin carácter,
ebrios consuetudinarios y haraganes, que no sirven para
nada, porque pertenecen a una raza depravada y sin
conciencia.

-¿Y quién proclama esos defectos, hija mía? ¿Quién se


atreve a señalarlos? ¿Quién, si no quiere ir a parar a una
cárcel, osa ridiculizarlos? – Y aún aceptando que tuvieses
razón, el dinero que poseen y la posición social que
disfrutan, por sí solos, les proveen del talento que les falta,
y aun de la dignidad y la vergüenza de que puedan carecer.
A los ricos, nada les pega, ni nada les queda feo; todo lo
contrario, si tienen defectos o vicios, esas lacras morales se
llaman sencillez, chistes, gracia, virtudes, o simplemente
infantilidad, ya que el rico no se embriaga, se enferma; no
juega, se divierte; no calotea, se olvida de pagar; y si a veces
no comprende el sufrimiento ajeno, es solamente porque
no pasó por él, no se le puede obligar a que comprenda y
sienta lo que no conoce…

-¿Y si se aprovecha de una muchacha pobre, como hay


tantas?...

-En ese caso la enaltece, hija mía, haciéndola compartir, por


un instante siquiera, su lecho de plumas perfumadas, que
ella nunca tuvo igual, y su amor, que es un tesoro, por ser
imposible de ser logrado…

-Es una injusticia, padre.

-La justicia no piensa así, hija.

171
-Pero yo sí. Reniego de mi clase, si así son los ricos;
maldigo mi clase, si está ausente de ella la compasión a la
indiferencia, y el respeto al humano derecho de los pobres,
de ser cultos, inteligentes y honrados, y de ser asistidos de
razón en la balanza de la justicia humana, y en la sociedad
de la humanidad. El dolor de la vida, engrandece a las almas
y purifica esas pobres vidas.

- Al contrario, Luisa: las mata.

- Y sobre esa muerte, edificáis vosotros el palacio de


vuestro honor, de vuestro orgullo y de vuestra avaricia!

-No seas vehemente, hija mía: razona: el pobre no es más


que un ser irresponsable, moral y económicamente. La
solvencia moral y económica, es el escudo real de nuestra
clase privilegiada. El pobre vive, porque al rico le conviene
que él viva. Nada más. En la ciencia ocurre lo mismo, hija:
el pobre es un ser científicamente muerto; está vivo
solamente para ser utilizado en experimentos peligrosos y
de dudoso resultado, y para que puedan estudiar en su
organismo, los practicantes y las enfermeras. Nosotros, los
médicos, no atribuimos más valor a esos infelices, que el
que tiene para nosotros un microbio, o un parásito
cualquiera; y para mayor adelanto de la ciencia, mueren
miles de esos seres cada día, en las salas de operaciones, o
en las camas de los hospitales.

Para la ciencia, son conejos de la India, que sirven para


localizar focos de infección. ¿Qué aparece una droga nueva,
cuya eficacia no conocemos? ¡Pues se la damos a un pobre!
– Si cura, el remedio es bueno, y se puede recetar para los
172
clientes ricos, que pueden pagarlo; si el pobre muere, no se
pierde nada, y en cambio la ciencia gana mucho en
experiencia. Y también presta otro buen servicio a nuestra
profesión, el tal pobre: si andamos escasos de dinero, por
nuestras francachelas sucesivas, inventamos una
enfermedad extraña, le damos un nombre raro, y ubicamos
su foco principal en una barriada de pobreríos;
aconsejamos prevención contra el terrible mal; damos
remedios a diestra y siniestra a todo el pueblo en general, y
lógicamente, caen enfermos a granel después de este ataque
médico a la salud, y podemos, cómodamente entonces,
elegir con tranquilidad los clientes que más nos convienen.

-¡Qué horror! ¡qué horror!

-Hija, no te reconozco… ¡Me ofendes!...

-Padre, a pesar de tus teorías, no creo que ellas sean el eco


de tu corazón, pues no habrás desoído el clamor de la
angustia del prójimo, ni cerrado tu comprensión a las
lágrimas de una madre, ni usufructuando de la ignorancia
de una mujer desamparada, porque entonces, si, no te lo
podría perdonar…

-¡Oh, no, hija! –se apresura a contestar el Dr. Alfonso


Palacios, espantado ante las sorpresivas palabras de su hija,
que le acababan de traer, de súbito, a la memoria, el
recuerdo de Juana…

……………………………

-VII-

173
Cuando las almas se buscan

Decíamos que don Santiago, inconscientemente, venía


observando la vida y las costumbres de aquel joven, que
cierto día, la infeliz Juana le dijera que era su nieto. Aquella
idea, fijándosele en la mente, se había convertido en su
obsesión. Y por un raro designio del destino, o por un
milagro, comenzó a simpatizar con Alfonsito. Un día se
enteró por su mayordomo, que el muchacho se había
fracturado una pierna, en un accidente de tráfico, y que su
precaria situación económica, le imposibilitaba el traslado a
Buenos Aires, a fin de internarse en un Sanatorio, ya que el
joven se negaba a ser llevado a un hospital.

El viejo Santiago, a quien el hastío empezaba a entristecer


paulatinamente, a pesar de que se jactaba con frecuencia de
no haber hecho nunca un beneficio a nadie, y máxime si
ello importase un desprendimiento económico, tuvo en esta
emergencia un gesto que bastaría para santificar a un rico,
de esos que tratan las divinas parábolas evangélicas: -envió
al muchacho un cheque por veinte mil pesos, para que se
trasladase con urgencia a Buenos Aires, y se internara en el
mejor sanatorio de aquella capital.

Juana no podía creerlo, y tuvo necesidad de ir a la casa de


aquel ricacho, frío e inmutable como el mármol y como el
tiempo, que casi veinte años atrás, la había arrojado a
puntapiés de su morada, por no alcanzarle un pedazo de
pan.

174
-Nunca creí, -díjole el viejo- que esta sencilla acción, me
hiciera dueño de tanta paz sobre el alma, pues nunca dormí
mejor que después de haber enviado a su hijo aquel
modesto cheque…

-Hacer el bien a un pobre, don Santiago, da salud a la


conciencia del rico. ¡Juzgue ahora, cuál no sería su paz
interior, si uniera a la caridad que practica, la justicia de la
tierra!…

-Un día cualquiera, Juana, el menos pensado tal vez,


estudiaré la forma de que esa justicia que usted pide, llegue
para todos; para usted, para su hijo, y para el padre de su
hijo…

-¡Ese día será de gloria, don Santiago!... Y ud. también


tendrá su parte de justicia!... Porque ud. no es malo, sino
que es bueno, y no lo sabía hasta este momento. Vivía
aletargado dentro de su egoísmo, de su avaricia y de su falta
de fé en la vida. Creía que el dinero es todo, y la vejez lo
viene a sorprender, descorriendo la venda que cubría sus
ojos, y haciéndole ver que el dinero no vale lo que una
lágrima, lo que un suspiro, o lo que una satisfacción del
alma. Hoy ud. comprende, don Santiago, que la verdadera
fortuna, es la salud, la tranquilidad de la conciencia, el amor
de un hijo y el beso de una madre.

……………………………………….

Dias después, Alfonsito llegaba a Buenos Aires, y le fue


recomendado el sanatorio del Dr. Alfonso Palacios.

175
-Aquí no es sanatorio para usted – le dijo el medico – Esto
es muy caro, y difícilmente Ud. podrá pagar la diaria. ¿Por
qué no busca otro mas barato?

-Papa, - intercede la abuela Luisa que era allí algo asi como
la administradora del sanatorio – si el joven viene enfermo,
y aquí esta la ciencia, no debemos alejarlo, por el hecho de
que sea pobre. ¡Vamos!, padre!, se bueno esta vez, y
aceptalo.

-Hija, ayer ya te complaci, recibiendo una mujer sin


recursos; debes entender que esto no es un hospital, donde
entra cualquiera… Aquí hay mucho gasto, y hay que pagar
bien.

-Descuentamelo a mi, papa; pero no rechaces a este joven.

-Gracias, señorita, mil gracias, - agrega Alfonsito – veo que


usted es un angel y que seremos muy buenos amigos.

-¿Amigos? – exclama el Dr. Palacios - ¡Pero usted no se


conoce! ¿No miro su ropa, sus condiciones, sus recursos!

-¿Y porque no, padre? – interrumpe ella.

-Dr. – interrumpe Alfonsito – traigo este cheque; no se si


alcanzara para pagar mi internato; pero …

-¡A ver hijo! … ¡Veinte mil pesos! … ¡Haberlo dicho antes,


hombre! … ¡Claro que serán ustedes amigos!, con una
presentación de esta naturaleza hubiéramos evitado esta
situación enojosa que se estaba acentuando entre ambos! …
176
¡Llevalo adentro, hijita, enseguida! ¡Tu misma seras su
enfermera, ¿Quieres? … ¡Veinte mil pesos! … ¡Esta gente
que no habla! … Mientras le sobre un centavo de este
cheque, estará enfermo e internado, si Dios quiere! …

…………

Y fue asi que, desde aquel instante, entre Luisa y el hijo de


Juana, se estableció una mutua simpatía y comprensión, y la
afinidad de sus almas, haría lo demás.

VIII

Los problemas sociales

Ningun enfermo tuvo mas solicita enfermera.

Solian charlar horas enteras sobre tópicos diversos, y al


verlos juntos, se diría que una amistad de largos años los
unia.

Cierta tarde, ya convaleciente el joven Alfonso, platicaba


con ella, a la sombra del jardín.

-Tu que has sufrido intensamente, hablame del dolor,


Alfonso; fuiste criado en la miseria; yo, en la opulencia; me
gustaría conocer la vida, por intermedio de las palabras de
una persona que la hubiera vivido en toda su plenitud, en
todas sus alternativas. He leído mucho, me he interesado
siempre por los hondos problemas sociales; pero no poseo
mas que un caudal de teorías.

177
-Querida Luisa, -respondiale el – yo, como habras notado,
no poseo una instrucción adecuada, como para hablarte de
problemas sociales; pero he sufrido, he estado dentro de
esos problemas que han sido los mios, y he aprendido en la
escuela del dolor, lo poco que se.

-Dice papa que los pobres odian a los ricos, ¿eso es verdad,
Alfonso?

-No, es incierto. No hay tal odio, lo que existen los


diferencias de clase, distancias insalvables entre los de arriba
y los de abajo; entre los que producen y los que cosechan;
entre los que mandan y los que obedecen; un 80% de la
humanidad, vive sacrificada por el restante 20%, y lastima
me da, decirte a ti, alma pura e inexperiente, esta amarga
verdad. Para mi mañana será un nuevo pesar, comprobar
que una nueva victima ingresa en ese 80%; por lo tanto no
me preguntes sobre los problemas sociales; no quiero
inducirte a profundizar este escabroso camino; no quiero
influir sobre tu conciencia; - es preferible que vivas
engañada, como vienen las almas inocentes.

-No temas comprometer mi situación, mi amigo. Hemos


nacido para vivir la vida, y no para que la vida pase por
nosotros sin vivirla; la vida no es un placer, es una lucha; la
lucha debe ser librada por un ideal, y ese ideal debe ser el de
la justicia social.

-La justicia social, Luisa, es el remedio que nadie dara a la


humanidad; yo mismo me rehuso, por temor a la
responsabilidad que asumo, como hombre que me he
criado dentro de la miseria; no miseria de ideales, sino
178
miseria de la que es responsable esta sociedad, donde se
vale de acuerdo a lo que se tiene; de una montaña, tan
grande como el globo terrestre, dentro de los problemas
sociales, que la humanidad jamás se librara de ella; unos,
han tenido y tienen y pueden regenerar un poco la sociedad;
pero el que asi lo hace, es tildado de comunista, anarquista,
socialista, etc. Con eso, asfixian el ideal del hombre que se
atreve a pensar en la reivindicación social de sus semejantes.
Por lo tanto, te ruego que no me preguntes, por bien de mi
salud, como se podría regenerar la humanidad, pues ya
hubo un Cristo, y a ese lo han crucificado, y de esos
soñadores esta repleto el mundo. Conversemos, por bien
de mi salud y por la tranquilidad de tu conciencia, de otros
tópicos, ajenos a tu posición social.

-Ya te dije que no temas, pues ahora necesito, mas que


nunca, conocer la verdad.

-La verdad, Luisa, es tan grande, que no se puede decir sin


ofender; pero frente a tu reiterada insistencia, no podría
dejar de iluminarte en lo que se: insisto en que no existen
odios, sino distancias insalvables entre estos dos polos que
separan a los hombres. Todos quieren su perfeccion, su
bienestar; el ideal común es la tranquilidad y la paz, y en su
afán de lograrla se pierde la tranquilidad y se precipitan las
guerras; prevalecen las pasiones, las avaricias y la sed del
poder. Todos quieren absorberse unos a otros, y en esta
convulsion de pasiones, es imposible la armonía, la paz y la
comunión de las ideas, y el restablecimiento del orden y de
la justicia sobre la tierra. El de arriba quiere aniquilar al de
abajo, y el de abajo, quiere llegar al sitial del que esta arriba
179
y esto no puede ser. Abajo esta el hambre, la desnutrición y
la impotencia; arriba, el esplendor y la hartura. Se establece
la lucha de clases. Cambian de nombre sus promotores; hoy
son socialistas, ayer fueron comunistas o anarquistas;
mañana serán revolucionarios o republicanos; pero son los
mismos de ayer y de mañana: son los que sueñan por el
porvenir mas amplio, con la vida mas comoda para si y sus
hijos; son los rebeldes, los agitadores de las masas, los que
se ponen al frente de la caravana que sufre y que espera.
Cuando yo era un niño todavía, y cuando mi madre
considerada loca por ser demasiado pobre, revolvía en la
basura, desesperada por encontrar allí un trozo de pan
viejo, y cuando yo, cerca de ella, ofrecia al traseunte la triste
mercancía de unos dulces en una cesta, que nadie quería
comprar, oia de labios de un viejo que solia distraer sus
miserias al sol, palabras de sabiduría infitina, que los demás
suponían aberraciones y quimeras, y que hoy, comprendo
que era un esplendido sueño. Mas tarde, continue
conversando con aquel viejo y de el recibi la herencia de
aquel tesoro de ideales, que oia preconizar en mi niñez: ese
viejo hablaba de la posibilidad de armonizar el trabajo y el
capital, hermanando a los de abajo y los de arriba, en un
plano de igualdad social.

-¿Y cual era el sueño de ese viejo?

-Ese anciano, soñaba con la posibilidad de ese equilibrio, y


esa quimera, desde entonces constituye mi obsesion y mi
doctrina, y anhelo realizar el sueño de aquel viejo amigo,
para bien de los de arriba y los de abajo, sin tomar partido
con unos ni con otros, sino desde un sitial de exclusiva
180
imparcialidad, ya que no considero a los grandes, malos,
por el hecho de ser ricos, ni acepto que los pequeños
puedan ser por ello buenos, por su simple condición de
pobres. Yo anhelo establecer la armonía, preconizada por
el, ajustando los elementos necesarios para esa nivelación
social que aspiro, con absoluta presidencia de las virtudes o
de los vicios de la humanidad.

-¿Y podría ayudarte, Alfonso, a realizar esas esperanzas?

-Si, Luisa, podrías; sin dejar de pertenecer a tu clase, y por


el contrario, defendiéndola junto a mi.

-Es curioso… Si mi colaboracion no implica ir contra los


mios, ni deshonrar el buen nombre de mi clase, y si,
protegerle, ¡Te juro, Alfonso, que sere tu hermana en ideal
tan saludable para el mundo!

-¡Juras por tu honor, Luisa!

-¡Juro por mi madre, que es mas sagrado aun el juramento!


– Y ahora, explicame tu plan, contándome el sueño de
aquel viejo…

-Pues entonces oye, mi dulce compañera de futuras luchas:


existe en el Uruguay un tesoro, que ni sus propios hijos lo
valoran: el puerto de la Coronilla, en el departamento de
Rocha, enclavado en el medio del océano, y utilizado
actualmente, como balneario de aquel floreciente
departamento. – Alli, de acuerdo con el ideal preconizado,
pienso un dia establecer una gran fabrica en el ramo de mi
profesión, si alcanzo a obtener el dinero suficiente para ello,

181
y ella servirá de modelo a los demás gremios que se unirán
bajo mi dirección y la tuya, con el fin de demostrar el
mundo, la única manera de llegar al equilibrio que aspiro,
dentro de la practica, y excluyendo las teorías, que suelen
fracasar. Tu conseguiras el capital, entre tu clase, y haras
desaparecer los prejuicios aristocraticos de ella.

-¿Y de que manera?

-Es muy sencillo: hasta la fecha, este sueño no cristaliza


porque el capitalismo no quiere colaborar, temeroso de
perder sus tesoros, acumulados en los Bancos, o
produciendo enormes rentas, en sus propiedades. Sin
embargo, ellos pueden colaborar a esa armonía de clases,
haciéndose accionistas de esas fábricas reunidas, y
garantizándose el capital empleado, y las ganancias y
utilidades remanentes.

-Pero, querido amigo, siempre existirán los que trabajan, y


los que hacen trabajar.

-Ya no, puesto que los de abajo, que serán miles, tendrán el
estomago repleto, vivirán mejor, mas bien remunerados,
mas alegres, sin el problema de la desocupación a
martirizarles el cerebro. Irán prosperando, aumentando sus
posibilidades de éxito, y aumentando a la vez sus
economías. A su vez, pueden ir convirtiéndose en
accionistas de las fabricas, aun en pequeña escala, al tiempo
que los ricos, pueden ir retirando los capitales empleados,
que iran siendo sustituidos, paulatinamente, por el aporte
de los operarios, que ya se encuentren en condiciones de
hacerlo. Con el tiempo, y desenvolviéndose en este
182
equilibrio armonico, el capital y el trabajo, iremos, Luisa,
aproximándonos a la nivelación soñada, y al
desaparecimiento parcial de la miseria humana, que
establece distancias, y hasta engendra odios entre unos y
otros.

-Es admirable, y solo me falta saber, para poner manos a la


obra, en la parte que me toca, por que es necesario que esas
fabricas sean instaladas precisamente en el puerto de la
Coronilla… ¿Qué decía al respecto aquel viejo?

-Porque la naturaleza doto a ese lugar privilegiado, de un


clima propicio para desarrollar toda clase de trabajo, por el
oxigeno que contiene; y porque, como via marítima, esta
llamado a ser uno de los mejores puertos de un continente,
y aquel viejo decía que había un estudio realizado por uno
de esos soñadores, sobre los hombres de ese puerto, y que
había otro estudio sobre la utilidad de sus vías terrestres; en
fin, es tan grande el tesoro de ese puerto, que el futuro
hablara con mayor elocuencia si se realizan nuestras
propuestas, que cuantas palabras pueda pronunciar para
alabar sus beneficios, pues esas son, Luisa, las dichosas
bases… que es conveniente que sean utilizadas solamente
con fines industriales, ya que nuestro continente necesita de
ese puerto.

IX

“!El destino!... ¡Hay que creer en el destino!”

183
Semanas después, Luisa dialogaba con su padre sobre las
ideas altruistas de su amigo, que el Dr. Alfonso Palacios se
obstinaba en desacreditar, considerándolas locura.

-No parecen locuras, padre; ayudalo, tienen color de un


sueño.

-Los sueños, hija, son producto de imaginaciones


calenturientas, y de cerebros anormales: el hombre normal,
es practico y materialista; tu amigo es un enfermo mental;
por esa causa, mas que por la fractura de la pierna, que ya
esta bien, es necesario que permanezca aquí.

-Sin embargo, es un soñador sublime: el ve en su


imaginación, sus fabricas produciendo aviones de
transporte, y no de guerra; barcos mercantes, estableciendo
fuentes de unión y confraternidad entre los pueblos, y no
submarinos guarnecidos con cañones; ve a las naciones
unidas por el intercambio comercial, y no por las
negociaciones que engendran la ambición; dice que los
países deben intercambiar lo que producen, y no vender lo
que les hace falta; en fin, respeta todas las ideas ajenas, pero
las desvincula admirablemente del gran problema social que
precipita a las naciones en el gran marasmo político en que
agonizan; ama un ideal, que supone la armonía universal de
la sociedad, aceptando un entendimiento necesario entre los
de arriba y los de abajo, entre los pobres y los ricos; entre
los poderosos y los necesitados.

-Hija, tu amigo esta loco, y su elocuencia te contagia. Debes


ser prudente.

184
-No es un hombre instruido, padre; lo que aprendió, se lo
debe al sacrificio de su vida, y al dolor que siempre giro a su
alrededor.

-El nos odia, Luisa, como nos odian sus semejantes.

-No, padre; no nos odia; acepta nuestra incomprensión


para con sus problemas, y la justifica aun, teniendo en
cuenta nuestra posición de seres acaudalados y al margen de
toda preocupación económica; explica como sufre la
humanidad doliente, que no tiene recursos, y como se
aprovecha de ella la otra parte, la que no se preocupa de esa
miseria, porque no la siente, no la comprende, ni le interesa
siquiera.

-¿Y ese loco quiere, el solo, resolver ese problema que


empezó a plantearse con el principio del mundo?

-Cuenta con nosotros, padre.

-¿Y qué me importan sus miserias?

-Eso es lo que el dice. Porque no nos importan sus


miserias, es que el problema permanece sin solución.
Pongamos un poco de corazón y amor a la humanidad
padre, y ayudemos a los de abajo, a los que sueñan
levantarse del escombro de sus vidas, y colaboremos a esa
gran obra social, que puede equilibrar al mundo, aventar de
su seno las rebeldías, y poner una sonrisa de amor en todos
los labios.

-Pues, hija, es necesario precisamente combatir la ira, el


encono, y esa agitación popular, encabezada por políticas
185
absurdas, empapadas en odios contra nuestra clase, y
preconizadas por lideres de una demagogia estilente y
reumática, que debilita el pensamiento de la multitud y
conspira contra nuestra buena voluntad.

-Ese es su plan, padre mío: a esos agitadores, como dices, a


ese populacho enardecido y vehemente, no se les combate a
desprecio, ni a tiros; no se detiene a esa caravana rebelde,
con cárceles, con castigos, ni con persecuciones: se la
detiene y se la elimina totalmente, llenándoles el estomago,
mejorando sus medios de vida, colocándoles una sonrisa
sobre los labios, y una seguridad de porvenir, en su destino
de humildes. Donde hay pan, hay alegría, y desaparecen los
disgustos. Donde no hay disputas, hay paz, y donde reina la
paz, desaparecen todas las rebeldías sociales. Ese es el
remedio que preconiza mi noble amigo. Debemos ayudarlo.
Colon también fue en su tiempo, un loco, y encontró a los
reyes católicos que le apoyaron: nosotros, a falta de las
joyas de Isabel, podemos brindar a su locura, el apoyo de
nuestra fe en su doctrina.

-Hija, no se, no está mal lo que expones; pero, ayudarlo, es


esperar el ridículo…

-Ayudemosle en secreto. Yo ya le prometí estar


ideológicamente a su lado, y ayudarle en lo que pueda, el
pobre Alfonso sueña con la fabrica inicial… Si bien es
aventurada la idea, ¿Qué te parece si le aportamos algún
dinero?

-¡Pero… ; darle dinero! … ¡Ahí no voy! … ¿No basta con


darle la razón… para conformarlo?
186
-Vamos, padre; devuélvele el cheque de veinte mil pesos
que te trajo; es una acción buena, que te dejara en paz con
tu conciencia, y no te es sacrificio, por cuanto no sale ese
dinero de tus repletas arcas…

-Veo que estas enamorada de el, Luisa.

-Estoy enamorada de su sueño, y deseo verlo cristalizado.


Le daré, de mi parte, otros veinte mil, como préstamo, para
que inicie su obra; estoy segura que me los devolverá con
creces algún día. –Confío en ti, padre.

-Mira, hija, aunque, aunque empiezo a dudar de tu salud


mental, eres mi hija, y por ti, no por él, te entrego el
cheque, para que le devuelvas… ¡Estoy tan acostumbrado a
perder, en mi profesión!... Con esa plata pensaba comprar
un coche nuevo, pero me privaré de él por ahora!... Hazte
los gustos, Luisa: toma el cheque. –Y dile a tu paciente que
está de alta.

-Gracias, mil gracias, padre mío. Un día la humanidad te


bendecirá.

El Dr. Alfonso Palacios quedo pensativo, mientras su hija,


alborozada, ponía al corriente a su amigo de lo ocurrido, y
le hacia dueño y señor del cheque que trajera, y de otro, por
igual cantidad, endosado a su nombre y contra la Sucursal
del Banco de su pueblo.

Loco de alegría, Alfonsito regresa al lado de su madre, y un


impulso de gratitud, le lleva a la residencia del ya no tan frio
señor Santiago, a quien agradece su generosidad, tocando,

187
con su sencillez y dulzura de expresiones, el alma otrora
granítica del acaudalado millonario.

Intenta devolverle el cheque; pero don Santiago,


sorprendido frente a la honradez del muchacho lo rehusa,
expresándole que veria con agrado, lo emplease en elaborar
su porvenir y el de su madre.

-Entonces, don Santiago, lo destinare a elaborar el porvenir


del mundo humilde, del mundo doliente, del mundo
desconocido del sufrimiento y de las lagrimas.

- ¿Con ese cheque tan insignificante, hijo mio? ¿Con el,


haras todo eso?

-Con ese cheque, con el que me ha dado en préstamo Luisa,


y con otros capitales que la comprensión de los grandes me
aportara tal vez… Ya le explicare todo.

-¿Y quien es Luisa?

-Un angel de la tierra, que conoci en el sanatorio del Dr.


Alfonso Palacios.

-¿Del Dr. Alfonso Palacios? – se interesa súbitamente el


viejo a quien aquel nombre, le recordó al hijo… y se
estremeció.

-Si, don Santiago, ¿lo conoce Ud.?

-No se, creo que si; tengo una vaga idea… ¿Cómo es el? …
Describemelo, hijo, descríbemelo.

188
-Alto, rubio, de facciones duras, pero en el fondo, de un
alma buena, aunque no lo parece… Da la impresión, al que
lo trata por primera vez, que es un ser sin corazón,
endurecido, inhumano, codicioso… pero, penetrando su
interior, llegamos a la conclusión de que no es malo, sino
que nunca se detuvo a comprender la miseria ajena, ni paso
por su corazón, el aliento tibio de la gratitud del prójimo,
por un bien practicado, ni jamás se preocupo de enjugar
una siquiera de las tantas lagrimas que se derraman a diario
en la vida de los pobres… Mas o menos, se le parece, don
Santiago…

-Si, se me parece, has dicho bien… ¡Tiene que parecérseme!


… ¿Y Luisa…?

-Es un angel, ya se lo dije… alma pura, sencilla, siente


compasión por la clase humilde, la comprende, la socorre y
lucha por su reivindicación social.

-¡Se te parece a ti! ... – exclama El viejo - !Era necesario


que se te pareciese en todo! ... ¡Ah! El destino, el destino!
… ¡Hay que creer en el destino! …

-¿Por qué dice eso, don Santiago?

-Cosas de viejos, hijo… - estaba pensando tonterías… El


destino, que hace a uno cometer injusticias, y pagarlas; que
procura a los hermanos y los une; que acerca los hijos a los
padres, y coloca a los nietos en brazos del abuelo… Todo
eso pensaba, mientras hablabas tu… ¡Tonterias! … No
tienen importancia; ahora te escuchare: ¿Qué piensas hacer?

189
-Fabricas en la isla de la Coronilla; fabricas ejemplares, con
capitales ajenos, y armonizar, en el desarrollo de las
industrias, el equilibrio de las clases sociales, para que
desaparezcan los prejuicios que obstaculizan la paz entre
sus componentes, y reine la prosperidad en el mundo, que
es el único factor para que desaparezca la envidia, el odio, la
distancia entre el pobre y el rico, entre el hermano y el
hermano, porque la humanidad debe ser una hermandad
social, con sus derechos y sus privilegios, bajo la egida de
un solo principio reivindicador: la armonía, que si no puede
llamarse igualdad, se llame al menos paz y buena voluntad.

…………..

Semanas enteras, el “abuelo” y el “nieto” discutieron el


plano, y finalmente, el viejo millonario llevado por el cariño
que ya le profesaba a Alfonso, puso a su disposición su
cuantiosa fortuna, y le prometió, gastar sus poderosas
influencias, a fin de lograr la debida autorización de los
Poderes Publicos, para que su protegido instalase sus
fabricas en la isla de la Coronilla, como era su deseo.

Juana, feliz por este cambio de vida que se operaba en el


destino de su hijo no cesaba de agradecer al millonario, en
las repetidas veces que lo visito, después de estos últimos
acontecimientos descriptos.

-He dispuesto una habitación para Ud., Juana, donde se


instalara cómodamente con el “chico”.

-¡Pero no es justo, don Santiago! – le decía Juana.

190
-Un día fui ingrato con Ud.; no conocía nada del dolor, ni
nunca me preocupe en comprenderlo; llegue a viejo,
vinieron los recuerdos de las malas acciones… Se me
presenta la ocasión de reparar algunas faltas… En fin,
Juana, compréndame… Quiero ser perdonado, y obtener
su perdón también para mi hijo…

-¡Oh, don Santiago! … ¡Dios pago con creces mis dolores,


dándome un hijo de la talla moral del que tengo! – Ya los
he perdonado a todos! …

Y Juana se enjugo una lágrima sentida, mientras


balbuceaba: -¡Oh, justicia divina, que así te presentas tan
hermosa! … ¡Pocas veces sucede en la vida, que un rico
suplique el perdón de un pobre! …

¡Los ángeles en el cielo, deben bendecir en esta ocasión, la


gloria del Señor!

191
192
“Violetas”
Poesías clasificadas.

Rivera. 1946.

“Violetas” es gavilla de sueños, haz de anhelos, sonora copa de


juventud en canto”. Juana de
Ibarbourou.

Mis violetas

Igual que la débil y vaga congoja

se esconde en el alma del poeta:

debajo del manto sin luz de sus hojas,

se ocultan mis pobres VIOLETAS.

Estas flores moradas, secillas,

son los versos que expresan mi anhelo,

y está en ellos la aurora encendida,

de los ojos que alumbran mi vida


193
en un mundo colgado del cielo! …

No se encuentra dulzura en su acento;

espontáneos nacieron, igual que en el campo

sin cultivo nacen verbenas por cientos …

¡O como se pierde un suspiro en la noche,

temblando en las alas del viento! …

Estas flores pequeñas y humildes,

en su innata modestia no visten

ropajes galanos y bellos;

y serán estos versos muy malos y tristes,

¡pero en cambio, mi alma está en ellos!

Si acaso tu gusto, lector, se resume

a buscar la fragancia en tu flor predilecta,

y no encuentras en éstas un leve pefume:

194
debajo de sus hojas, dejad mis VIOLETAS ...

¡Que apenas son suaves plegarias de un alma,

que cuelgan de un astro la musa de un poeta ! …

Canto a la Mujer

La mujer es ángel triste, la mujer es ángel dulce,

siempre amable, siempre santa en su querer.

Nunca el hombre la comprende, siempre el hombre la


quebranta.

Es por eso que mi alma cuando canta,

rinde un pálido homenaje de ternura

a esa flor alabastrina del jardín de la hermosura,

y ensalza y dignifica y sabe honrar a la mujer,

flor celeste de los cielos terrenales,

moralmente siempre grande, siempre esclava del


deber.

195
La mujer, NOVIA inocente, lirio augusto, flor de vida,

rosa blanca del jardín,

forja un sueño que es un mundo, de quimérica ternura;

como el dúlcido semblante de incorpóreo serafín …

Ella sueña ser amada, comprendida y adorada,

azucena candorosa de la vida, reclinada

en un lecho de violetas, con fragancia de jazmín.

La mujer, ESPOSA buena, flor de carne arrebolada,

flor de gloria, flor de vida, le ha ofrecido

a su esposo lo mejor de su querer,

su juventud, su alma, su boca perfumada,

la vida de su vida y la flor de su salud;

su dicha, su esperanza, su porvenir y fortuna,

y su carne, flor de aurora, flor de luna,

y sus ansias, flor de santa embriaguez…

Le ha dado al hombre todo!, y la esposa ilusionada,

196
a cambio de su vida y su honor no quiere nada,

nada pide por su amor noble y perfecto,

sino ser retribuida en sus afectos,

y amada a la vez! …

La esposa de verdad no quiere lujo, ni grandezas


terrenales,

quiere apenas tan solo mucho amor y dignidad,

y vivir como mujer al solo influjo

de ese amor ideal que fué su embrujo

y por el cual perdió su libertad.

La mujer, buena esposa, es una santa,

como la dulce novia angelical.

Si una encarna el amor que nos encanta,

la otra constituye el ideal.

La mujer, buena MADRE, es algo puro,

algo grande, algo elevado, flor divina, flor de Dios.

Flor de seda, mujer tierna cuya alma se agiganta


197
ante todas las miserias!, mujer sabia,

santa y suave, casta y santa,

santa y mística imagen del Amor! …

Yo me inclino ante tisóla, madre augusta,

flor de nácar, flor excelsa de la vida,

mujer mártir que me inspiras a cantar …

Flor que exhalas tu perfume de ternura y de tibieza,

¡mujer ángel, ángel mártir del hogar! …

Yo me inclino humildemente ante ti, flor de grandeza,

yo le pido a los ingratos que no quieren valorarte,

un momento de silencio y de respeto para amarte,

mujer noble, madre augusta,

reina dulce y soberana, flor del mundo,

¡cuánto el hombre debe honrarte!

Debe honrarte en la pureza de sus actos,

debe honrarte en su morada y en su propio


pensamiento …

Mujer santa, esposa amable, yo te honro y te respeto!


198
Las mujeres, flores suaves, flores tiernas,

no nacieron para el bruto, para el torpe, para el necio,

para el fuerte o el indigno manosear,

ni de lenguas viperinas, ni de crápulas canallas,

ni de hombres pervertidos e incapaces de amar !

Esas flores de marchitan con el roce de los labios

del impuro, del verdugo, del vicioso y del sensual !


Esos pétalos tan blancos no merecen más caricias,

que platónicas caricias de un amor angelical.

No el veneno, la calumnia, la bajeza, la mentira …

La mujer es flor tan débil, tan pueril, (sutil,)

rosa de tallo delicado,

no la oprimas demasiado … que la flor sufre y expira,

no la toques, no la hieras, que la ofendes …

No la ofendas, que ella pierde su frescura celestial.

No deshojes, no maltrates, no separes a la rosa del


rosal!
199
Oh! Que pena que me invade, que tortura me
conmueve,

cuando veo marchitadas esas flores del Señor.

Esas bellas rosas blancas, esas tristes flores bellas,

que se han hecho solamente para novias de estrellas,

y glorias del amor.

Oh! Qué triste cuando el hombre, abusando de su


sexo,

con su pasión impura la corta de ex profeso,

la separa de la planta y la embriaga en su amor,

y cree cumplir con la mujer dándole joyas,

anillos y vestidos de costoso valor,

o adornando el búcaro dorado en que coloca la flor!

Cuando veo las mujeres que padecen,

y presiento que esas flores ya se extinguen

en el búcaro de barro de tanta incomprensión,

200
yo lamento por las flores transformadas en mujeres,

que merecen mi respeto y silenciosa devoción.

Oh! Se olvida el hombre siempre de honrar tan bellos


seres,

y se acuerda solamente que ellas tienen que vivir,

para ser flores ardientes o sensuales en su orgía de


placeres,

y les niega hasta el derecho de pensar, y de llorar … y


de sufrir!

No se acuerda nunca el hombre de su vida de tortura,

del trabajo silencioso, siempre oculto e ignorado en el


hogar!

No se acuerda el hombre nunca de endulzar su vida


oscura,

de halagar sus sentimientos, su amor propio, o de darle


la razón …

Y sí, se acuerda, - y a menudo – de exigir amor y


dichas,

y reclamar sonrisas y placeres, - alegrías del hogar!-


201
esa dicha que él desea, que él reclama, que él impone,

falta a veces, falta siempre,

la mujer que no es feliz, ¿cómo la dicha puede dar?

No se acuerda el hombre nunca de soñarla y


comprenderla,

ni de llegar al fondo de su dulce corazón!

La mujer es siempre santa, es una diosa, es una estrella,

casi etérea, casi nube, semi-astro,

mitad música celeste y mitad sol.

Flor de anhelo, flor de luna pura y bella,

flor morena, flor gentil tibia y lozana,

flor turgente, exuberante de pasión! …

¡Pero tiene sentimientos! Es así, pero es humana!

¡Nadie olvide que ella tiene corazón!

Y a esas flores deslucidas, las estrellas apagadas,

-las mujeres olvidadas por un amor baladí-

hay que honrarlas y quererlas, pobres dalias calcinadas,


202
pobres almas amargadas, dalias negras del otoño,

rosas mustias de la tarde,

dalias grises de las noches desoladas …

Ellas todas, todas ellas son así …

En nombre de las miles de mujeres torturadas,

honrémoslas, no haciéndolas llorar,

que ya es mucha y muy larga la cadena

de millones de vidas desgraciadas,

que soportan la cruz de tanta pena

en el martirio cruel de tanto hogar.

La mujer es flor lozana, rosa verde de esperanza,

flor azul, sueño que nace, cielo abierto de la tierra,

y es lirio tibio como un lecho de bonanza

que siempre amor encierra …

Y aún aquella más tirada, más liviana, más perdida,

203
más caída, que de vicios hace alarde,

me merece más respeto que el canalla que su vida

desgració … y la abandonó.

Hoy la llaman de cualquiera, comerciante o de cobarde


Más cobarde fue el que al fango la arrastró.

(¿Qué diremos del que al fango la arrastró?...)

Yo te canto, ángel caído, te venero con unción,

vida amarga, flor de nieve, flor de barro corrompido,

flor de pétalos manchados por engaños del amor.

Pobre rosa sin espinas, que ya nada, nada esperas,

flor de hielo, perla opaca, rosa negra que se muere

sin que nadie, nunca nadie, nadie nunca,

jamás nunca te tenga compasión …

Yo te canto y te respeto porque sé que no cayeras

(Dile, dile, rosa negra, que tú acaso no cayeras,)

si no fuera el dulce halago de las fauces de las fieras


204
que acecharon tu inocencia con su irónica,

su astuta, su perversa y alevosa seducción …

¡Si los hombres te volvieran la ilusión que te robaron,

tu belleza retaceada, tu virtud hecha pedazos;

el color de tus mejillas que las lágrimas quemaron

y el encanto de tus ojos que ya no miran el ocaso …

Rosa triste, triste amiga, si eso todo te volvieran otra


vez,

esos mismos que hoy te insultan por impura, ave de


paso,

¡Nuevamente de rodillas caerían a tus pies!

Yo te canto y te defiendo, flor de pálido amarillo…

Tú has amado y has creído y se burlaron de tu amor…

Flor de agosto, dalia triste, flor sin brillo,

nardo seco, rosa muerta, cuyos pétalos opacos

se secaron de dolor!

Mayo 17 de 1931.

205
Te amo

Yo te amo, porque tú eres mi cielo,

y no hay palabras con que pueda yo expresarte lo que


siento y lo que [anhelo,

ni tampoco hay armonía suficiente en el lenguaje del


cariño,

con que pueda yo decirte de la forma que te quiero,

vida mía, flor de armiño! …

Y tan grande es el afecto que de mi alma pura emana,

que te amo como hombre, como poeta, como niño,

como un hermano amara a la menor de sus hermanas


Y en la sombra de mi noche que discurre vagamente

por la noche de mi vida, eres la luz cuyo derroche

de colores nos anuncia el esplendor del Sol Naciente



206
Y te adoro ardientemente porque tú salvase mi alma,

con la miel fresca y sencilla de tus labios inocentes;

con el fuego de tus ojos, con el ejemplo de tu vida,

con la esencia de tu alma, en mi alma diluida,

con tus risas y lágrimas dolientes! …

No hay sublimes melodías, ni suspiros, ni oraciones, ni


tormentos,

ni palabras, ni lenguajes en la voz de los idiomas,

ni épocas que puedan traducir exactamente lo que


siento:

no tiene edad, ni tiempo, ni principio mi cariño,

y es tan fuerte como un roble y es tan débil como un


niño,

porque es como el Mar, inmenso, y altivo como el


Viento …

Por eso, vida mía, por eso yo te quiero


207
con la invencible fuerza de un platónico amor!

Ni amor más grande fuera el amor del orbe entero,

¡Ni amor más grande ha sido la fuerza de un dolor!

Abril 15 de 1934.

Para mi Españolita

Sé que jamás el corazón me engaña,

por eso, dulce serafín hermoso,

yo quiero unir en nuestro amor grandioso,

a mi Uruguay con la gentil España.

Y bajo el más gallardo de los soles,

y de pie sobre blancos atalayas,

abrazado a las listas uruguayas,

besaré los colores españoles!

208
Y allá una noche, muy azul, de estrellas,

han de abrazarse las dos Naciones bellas,

es un beso feliz, que Amor encierra …

Y brotará, de tan sublime hazaña,

una flor uruguaya allá en España,

y una flor española en nuestra tierra!

Agosto de 1933.

La vida

Para mi excelente y buen amigo Sr. LUIS N. DA


CUNDA.

Todas mis esperanzas veo frustradas,

y aún ensayo reír, sufriendo tanto;

pero en cambio, en mi risa disfrazada,

se oculta la nostalgia del quebranto.


209
Y quien me ve reír, acaso entiende

que mi corazón no puede sentir frío!

¡Oh, pobre humanidad, quién te comprende!

¡Cuántos reirán como yo río! …

¡Cuántos habrá que en su delirio,

apuran en la copa de oro y plata,

las lágrimas amargas del martirio! …

Y en el corazón esconden una herida

invisible y secreta que les mata …

Amar, llorar, fingir: eso es la vida.

Felicidad

Cuando dicen que aquí todo es fuga,

210
y la humana ventura dura poco:

¡Yo pienso que te adoro y estoy loco!

¡Cada día que pasa, te amo más!

Hoy, que tengo el corazón en paz,

todo lo veo poético y sonriente;

¡No me has de faltar tú, si eternamente

cada vez pienso amarte más y más!

No quiero recordar la rapidez,

con que dicen que viene la mudanza

del cariño, una vez y otra vez! …

Sólo quiero pensar en esta paz,

y soñar dulcemente en la esperanza

de un amor que no muere nunca más!

1934.

211
La esperanza

-¿Qué es la Esperanza?- Un pájaro dorado,

que siempre vuela por regiones claras,

cuyo canto es la voz del ser amado,

y nuestras ilusiones son sus galas;

¿Qué es la Esperanza? – Un pajarillo alado,

que llega al cielo, en vuelto desplegado,

llevando nuestro amor sobre las alas.

La amistad

Espero, hermano, que un día no esperado,

me claves por la espalda un dardo envenenado

con negra frialdad.

212
¿Eres mi amigo? Lo sé. Y mis razones,

son – que hoy, las vilezas y traiciones,

se llaman amistad.

Enero 2/ 1934.

El primer beso

La noche aquella… ¡qué divina estabas!

La luna sus carbones consumía,

y un ángel en el cielo sonreía,

bendiciendo la hora en qué soñabas!

Te pregunté si de verdad me amabas,

y había en mis labios un reclamo …

Me respondiste quedadamente: - ¡Te amo! …

Y extendíte los brazos… ¡y llorabas! …

213
Me acuerdo aún: La sombra era propicia

a una prueba de amor… y fue por eso

que hube de robarte una caricia! …

¡Todo mi amor sobre tus labios puse,

¡Y en la penumbra del jardín, mi beso,

fue en el silencio una explosión de luces! …

Mayo 1933.

A mis detractores

No me importan los de la necia sociedad.


prejuicios

ni la envidia, ni el
veneno No me alcanzan las
injurias,
214
ni me hiere la calumnia

con su eterno ¡Son las sombras de


babosear! otras almas!

¡Son las almas de las


sombras
Una dulce fe me guía,
que me vienen a besar!
y en la pobre vida mía

hay un astro titilar …


Es el canto de la
muerte!
En mis noches Es el himno de mis
desoladas, muertos,
tengo el consuelo insinuando a perdonar!
infinito

de elevarme y de soñar
… Es la luz de algún
lucero.

De un lucero que ha
Y una inmensa luz captado
divina,
la inocencia de un
ha convertido mi alma mirar! …
en calvario y en altar.

215
Son los ojos de mi Valen más estos
hijo… tesoros,

¡Es la luz de sus pupilas que la gloria, la fortuna,

apagadas para siempre y el pensar de los


demás.
y en perpetua
oscuridad!

¡Son los ojos de mi


madre!
¡Es la luz de sus pupilas
¡Es mi madre que me
que se ha ido a las alumbra
estrellas
con la luz de su mirar!
o a los astros a brillar!

Son los plácidos


recuerdos!
Son la luz de los
afectos Son recuerdos de otros
seres,
de la mujer que yo
quiero, que me amaron de
verdad!
de mis hijos y mi
hogar.

216
No me alcanzan las Y si algún día los veo
ofensas,
por la cruda vida
ni me interesan los incierta,
odios
como yo, triste llorar
que les pueda yo
inspirar … a un hijo ciego y una
madre [muerta,

¡les he de perdonar!
Enero 5 / 1942.

Interrogantes

Cuando un día tropiece en mi camino,

cuando sufra los dardos del destino,

dime, ¿sentirás?

Y cuando enfermo, pobre, sin morada,

debilite mi fe nunca menguada,

¿lo mismo me amarás?

217
Si el veneno del mundo me envenena,

tú, que eres dulce, comprensiva y buena,

mi amor, ¿me entenderás?

Cuando a mi triste corazón cobarde

venga la noche y nuestra dicha tarde,

¿esperarás?

Si me vence el dolor de la batalla,

y mi vista oscurece y mi voz calla,

para nunca más;

¡Oh, mi pálida novia sin fortuna!,

una lágrima al menos, ¡sólo una!,

¿por mí derramarás?

218
Si en el lecho de muerte, agonizante,

se apaga la luz de mi semblante,

¿de mi te acordarás …?

Sombras

Allá vá por la senda, ya herrumbrosa de vieja,

un bulto sombrío, temblando de dolor!

¡Ese trasgo que marcha por la vida y se aleja,

talvez lo conozcas … ¡es aquel mi amor !

Por otro sendero, sobre nieve y escarcha,

como un actor en otro igual papel,

otra sombra lívidamente marcha …

¡Es la silueta de tu amor aquél!

El Desengaño las escolta al mundo

do están las sombras del desdén profundo

219
con qué el Presente a su Pasado nombra! …

Se van … se alejan al Olvido ahora,

estos recuerdos del amor de otrora,

en continuada sucesión de sombras! …

Tus senos

¡Cante sus glorias quien cantarlas pueda!

Yo cantaré a tus senos nacarados,

que sollozan, cautivos y apretados,

en su prisión de encajes y de sedas.

¡Oh, tus vírgenes senos! … Los quisiera

para un modelo Fidias, amor mío!

¡Quién pudiera recoger su desafío,

y su calor sensual sentir pudiera!

220
Sofocadas en sedas transparentes,

convulsivas se agitan tus pasiones

y palpita el Deseo locamente …

¡Y por eso, mi amor, no me domino!

¡Quién resiste las dulces tentaciones

que provocan tus senos asesinos!

A tu lado

¡Sólo a tu lado encuentro la franqueza!

¡Sólo a tu lado encuentro la bondad!

Por el mundo he hallado la vileza,

y con máscaras falsas la amistad.

Sólo a tu lado la firmeza anida,

221
sólo a tu lado brilla la verdad!

Anda tanta mentira por la vida,

que es difícil hallar sinceridad!

Tropiezo con la envidia y el fracaso,

y la traición me ofusca y cierra el paso,

y solo tú, mi amor, sigues igual …

¡Obsecada en un sueño de agonías,

desafiando los tiempos y los días,

como impávida estatua sobre el mar!

¿Mi día más feliz?

¿Fue un día? ¿Una hora? - ¡Mucho menos!

Fue un minuto, un segundo, muy fugaz…

Lo que tardaron unos ojos bellos

222
en mirar los míos, nada más.

Y desde entonces, ¡ay!, vivo amargado,

en lento suspirar …

Y está mi corazón esclavizado,

y mi cerebro opreso y deslumbrado

en la luz de aquel mirar!! …

Diciembre 8 de 1938.

Angustia

¡La dulce novia de los sueños míos,

ya no me quiere ya!

Y me ahogo en el mar de sus desvíos,

gimiendo mi orfandad!

Y temblando de hambre, sed y frío,

Señor, ¡qué soledad!

223
Mis ojos ya perdieron aquel brillo

y aquella candidez;

mi rostro enfermo, pálido, amarillo,

sin expresión talvez,

demuestran bien claro que me muero,

no es necesario más.

Ella misma comprende que la quiero,

¿pero que le importa ya?

Este amor infeliz que nunca cansa,

siempre con saudades, no siente la mudanza,

del tiempo en que la ví …

Puede vivir igual sin esperanza,

¡puede vivir así! …

¡Soñando inútilmente como un niño,

y sabiendo perdido su cariño …

224
¡Ay de mí! …

El desengañado

En sus miserias la ilusión no existe,

y es perseguido por su amor infiel …

Por un recuerdo obsesionante y triste,

y una mirada rencorosa y cruel.

Él ya desciende su fatal declive,

y ella la cumbre comenzó a escalar …

Ella, que no ama, alegremente vive,

mientras él muere sin dejar de amar!

Busca en la orgía de taberna impura,

pasajes tristes de su amor borrar,

y tras un vaso y otro vaso apura,

225
la hez amarga que lo vá matar.

A veces siente en su interior que grita

potente voz de rebeldía y rencor,

cuando una imagen de mujer se agita

sobre un repleto vaso de licor! …

Pero luego su furia desvanece,

y la pasión, venciendo, vibra en él,

quien, al vaciar la copa, le parece,

que apurase la hez de tanta hiel!

Y entre amistades falsas el beodo,

aniquila en la orgía su vivir …

¡Qué le importa vivir, después de todo,

si vivir sin amor es un morir!

226
Sus harapos indican su pobreza,

y ni siquiera es hoy lo que ayer fue …

Pues borracho de amor y de tristeza,

lo que será su fin, bien ya se vé! …

Este hombre amó mucho… ¡Está perdido!

Hoy vegeta infeliz y ya sin fe…

¡No le hablen de amor, que él está herido!

¡No le hablen de amor … yo sé por qué!

Malhumorado, estúpido y nervioso,

herido de soledad, le quieren mal …

Ya nadie se le acerca… anda rotoso…

Bebe mucho… dá asco… es inmoral! …

Evita su contacto el mundo entero,

y no le acepta más la sociedad …

227
Ya no tiene ni ropa, ni dinero,

¡no inspira sentimientos de piedad!

Mientras ella, cantando espera el día,

él bebiendo sin tregua espera el sol,

¡y se elimina, amando todavía,

en el suicidio lento del alcohol!

Julio 5 de 1938.

¡Madre mía!

Si es verdad que los muertos acostumbran

la tierra corrompida visitar;

si de las fosas se alzan los espíritus

y vuelven a la vida material;

Si es verdad que los seres que murieron

228
nos vienen en el sueño a visitar;

si es que sus almas buscan nuestras almas,

si eso es realidad:

¡Bien sabrás que yo, madre mía,

no puedes ignorar!

¡Ven a calmar: ¡oh madre!, mi agonía,

y mi abatida frente acariciar!

¡Ven a darme ese beso de la muerte!

¡Que pronto acabe tan ingrata suerte

y tan hondo pesar!

¡Ven a darme ese beso de la muerte,

si las madres que han muerto volver pueden

de sus hijos las frentes a besar!

229
Noviembre 15 de 1937.

Amarguras

¡Tanto amor infeliz hay en la vida;

tanta úlcera negra escondida,

vá matando del hombre el corazón!;

¡Hay tantas pobres vidas desgraciadas,

que mueren lentamente desgarradas

por la angustia, el dolor y la aflicción!;

¡Hay tanta falsedad en el cariño!,


tanta niebla a través de todo armiño,
y en la sonrisa, tanta falsedad!;
¡Existen tantas almas enlutadas,
que gimen diariamente acongojadas
por la amarga y terrible realidad;

230
Hay tantas torturas que enloquecen…
Hay tantas ilusiones que florecen,
y luego mueren todavía en flor!;
hay, en fin, tantas lágrimas secretas,
que se ocultan cual tímidas violetas,
en las tristes miserias del amor!;

¡Hay tanto desengaño en la quimera,


que se presenta cuando no se espera,
matando nuestro sueño de cristal!;
¡Hay tanto pobre corazón cautivo,
que sufre sin haber dado motivo,
y que vive afligido a suspirar!...

Hay tanta mentira insospechada!…


¡Tanta crueldad que aún ignorada,
es defendida por la sociedad:
¡Que yo puedo decir que eso se encierra
en el dolor más grande de la tierra,
231
que es el dolor supremo del pensar!

Ensayos de Soneto

¡Oh, tú, lucero que en mi alma brillas,


por quien conoció límites mi audacia:
mi orgullo y voluntad pídente gracia,
suplicando (hincados) a tus plantas de rodillas!

Si es verdad, vida mía, que me adoras,


ven aquí!, arrodíllate conmigo,
que Dios, de nuestro amor mudo testigo,
ha de oír nuestras almas soñadoras!

Y en la meta ancestral de los amores.


sobre un haz de variados resplandores,
han de verse dos formas azuladas…
232
Y seremos tú y yo, que en el empeño
de llegar a las cumbres no llegadas,
¡fundimos nuestras almas en un sueño!

II

Te dije: - “Soy dichoso en ser amado!”,


y esto solo bastó, mi emperatriz,
para que me hicieras desgraciado,
¡arrepentida de haberme hecho feliz!

Y así murió tu amor en primavera,


como flor que la helada marchitó!
¡Cuánto, cuánto te amé! ¡Ah, nunca viera
tu rostro seductor que me embrujó!

Me persigue tenaz tu risa loca,


el vampiro sangrante de tu boca,
233
y esos ojos que tanto idolatré!
Y así comprendo en mi dolor sin calma,
¡que no arranco tu imagen de mi alma,
tan fácil como en ella te grabé!

III

Has quitado a mi pecho toda calma,


y hoy te ofrezco, mujer, con loco empeño,
el cántico rebelde de mi alma,
y en el emblema de fuego de mi ensueño!

¡Con la sangre que salta a borbotones,


de mi exaltado corazón que estalla,
yo te escribo, mi amor, estos renglones,
como un grito de amor que ya no calla!

¡Yo, me muero de sed! ¡Sueño delicias!


¡Ahógame en tus brazos, alma mía,
234
y mátame de amor con tus caricias! …

¡Que yo he de exprimir el Universo,


para darte a beber mi fantasía,
en la espuma escarlata de mi verso!

IV

Tú vendrás para mí, arrepentida,


a pedirme perdón por lo que hiciste.
Será el llanto el bautismo de tu vida,
y triunfarás en mí, si vienes triste!

Tú vendrás … con la voz entrecortada,


derramando tus lágrimas amargas…
Ojerosa talvez … y demacrada,
por el insomnio de las noches largas! …

Tú vendrás… temblorosa y de puntillas,


235
a pedirme perdón por tus agravios…
y si vienes humilde y de rodillas,
serás bañada por un golpe de luz …
Y pondré en tu boca el sello de mis labios,
y trazaré en tu frente el signo de la cruz!

Yo bien sé, amor mío, que en tu vida


ya nada represento;
que es inútil mi súplica sentida,
y es vano mi lamento;

Que de aquellas promesas que me hiciste


de amor eterno y paz,
hoy nada, nada existe,
¡no existe nada más!

¡Ya murieron las flores del camino!


236
¡Y sé que no te importa mi destino,
lo más mínimo ya! …
Pero aún te recuerdo y me contristo…
¡oh dolor de saber que ya no existo
para la felicidad!

VI

Hoy comprendo que nunca me has querido,


y me duele saber que te creí …
Yo quisiera, mujer, no haber vivido
esas horas de amor que yo viví! …

La Burla, sin piedad, riendo me mira,


y todos mi critican sin piedad …
Para ti el amor fue una mentira,
y en cambio para mí fue una verdad!

El desdén y el olvido de tu amor,


237
esta fría actitud que no esperaba,
es la piedra angular de mi dolor…

Oh!, no hay nada más triste qué pensar…


Comprende! … Yo mucho te adoraba,
y tengo que llorar al recordar! …

VII

Nunca lo supo y nunca dije nada…


No sabrá nunca mi ilusión más bella…
¡Solo yo sé cuánto por mí fue amada!
¡Solo yo sé lo que soñé por ella!

Una noche en que hablamos varias cosas,


miró hacia arriba, triste en su querella,
y dijo con la unción más religiosa,
“Que amaba solamente a las estrellas” …

238
Me incliné ante la virgen de alabastro,
tan llena de pureza y hermosura,
que en vez de amar a un hombre, amaba astros …

Y me enfermé desde la noche aquella…


Y hay noches en que sueño, en mi locura,
que de loco de amor, me volví (he vuelto) estrella!

VIII

De los pesares profundos


del alma de quien padece…
Sufrir por quien no merece,
nada es más triste en el mundo.

¡Nada es más triste que el duelo


que un desprecio nos provoca! …
¡Un corazón que es de roca,
no entiende un amor del cielo!
239
Nada es más triste en la vida,
que la ingratitud de quien se ama,
cuyo desdén no se olvida!

¿Qué mata más que una ingrata?


¿Qué más fuerte es que la llama
de un amor que nos maltrata?

IX

Cuánto daría por un día de calma,


en qué entornar los párpados cansados,
sin que tuviera en mi obsesión clavados,
aquellos ojos que mataron mi alma.

¡Sin sentirme de sobra en este mundo,


sin quemarme en la lágrima primera.
Y sin tener tranquilidad siquiera,
240
en el breve transcurso de un segundo!

¡Cuánto daría por un día de calma,


proyectándose hermoso en el remanso
de los lagos divinos de mi alma! …

Porque el SUICIDIO me seduce – e insiste


con promesas de paz y de descanso,
en el turbión de mis ideas tristes!

¿Por qué la vida cruda y amargada,


como una débil llama consumida,
no está sino en mis versos reflajada,
no está sino en mi alma diluída?

¿Por qué el dulce Amor – que es el motivo


y la razón sencilla de vivir,
241
sólo hace de mi cadáver vivo
que no puede morir?

¿Y por qué el Ensueño,


que arrulla con fervor la Juventud,
solo me proporciona su beleño,

sólo me proporciona su inquietud? …


¿Y por qué la soñada paz del sueño,
no acalla el ensoñar de mi laúd?

XI

Nos encontramos: todo eran matices


de gallardo verdor por el camino …
Y desafiamos juntos al destino,
para formar un nido … y ser felices.

Por un mismo sueño azul atravesamos


242
en un mismo crisol rojos nos fundimos,
y de tanto sufrir, envejecemos,
y temprano era aún …y despertamos.

Mi alma ya estaba destrozada,


y el hastío fatal, - que vino presto,
mató la tuya, que quedose helada.

Y hoy pregunto, al anegarme en llanto:


si se sufre tanto para llegar a esto …
si es para esto que se ama tanto…

XII

Fue allá de mi vida en el primero otoño,


que una azul esperanza en mi cerebro
apagó…
Cual la flor despetala en el jardín el
favonio,

243
que más triste que el lirio la helada mató.

Fue allá en ese otoño que mis ansias nacieron,


y aún en otoño las he visto morir …
Como todas mis ansias de otro tiempo murieron,
¡que más triste es la vida que me cupo vivir! …

Fue desde ese otoño que canté en el desierto,


junto al triste recuerdo de una madre que ha muerto…
¡Pobre vida sin vida que el dolor abatió! …

Nunca pido ser hoja el agreste retoño,


y murióse al nacer, tristemente, en
otoño,
¡desprendióse del árbol … marchitóse y
secó!

XIII
Dulce amiga gentil, olvida, olvida,

244
el triste amor de mi cerebro vano!
Yo, como Bécquer moriré temprano,
yo, como Werther destruiré mi vida!

Sangra por ti de mi pasión la herida,


y desde que te vi, te reverencio!
¡Oh Martirio de marte así, en silencio!
¡Oh dolor de saberte tan querida!

¡Desdichado de mí, que así te quiero!


¡Ay, cuitado de mí, que nada espero,
y cual nuevo Fígaro te pierdo! …

¡Ya que te encontré para perderte,


he de buscar la vida en tu recuerdo,
hasta que en esa vida halle la muerte!

XIV

245
En un sobre de oficio he recibido
de tus manos, con lívido dolor,
el muy triste mensaje de tu olvido,
como prueba de aquel “eterno amor”...

Lo abrí; eran mis cartas y un pañuelo,


que bordado para ti yo te ofrecí;
mi retrato y mi anillo; es un consuelo,
que tendré cuando a solas piense en ti! …

Desconozco mi culpa; es el destino


que eternamente se me muestra ingrato,
y que siembra el dolor en mi camino!

Me devolviste todo, sin razón:


mi anillo… mis cartas… mi retrato…
¡Pero aún no me has devuelto el corazón!

XV
246
Al empezar, mi bien, todo eran rosas,
todo dulzura, amor, ¡todo era fe! …
Hoy no eres la misma, niña hermosa…
¿Por qué?

Al principio, buen humor, ternura,


caricia y mansedumbre… ¡ y me cegué! …
Todo en el principio era locura…
Y hoy ya no es así… ¿por qué?

¿Qué te hice yo?... Ay!, que no puedo


sufrir el desdén con qué me hieres,
porque aún te tengo amor… y miedo!...

Oh!, tu cambio de genio, ya lo sé:


dudas de mi cariño y no me quieres.
Tú no eras así… ¿por qué?...

247
XVI

Es tanto mi dolor, tanto mi duelo,


que de tanto pensar encanecí…
¡Ay, que solo tengo por consuelo,
las lágrimas que hoy vierto por ti!...

Tan fuerte es mi dolor, tan negro y frío,


que a mi alma en una noche desgarró…
Y es tan triste y cruel este vacío,
que en mi paz para siempre se acabó!...

¡Qué fatal esta pena que me muerde!


Por eso gime y se revuelca un hombre,
loco de rabia, y sin querer, se pierde!...

Por eso enfría… y estoy enfriando,


porque comprendo que no tiene nombre,
el sufrimiento que me está matando!...
248
XVII

Amarte! Amarte! Que febril empeño!


Quimera que ni siempre durará…
¡Ilusión de vivir dentro de un sueño,
que ha de matar después la realidad!

Linda muñeca que idolatro tanto,


sueño imposible que inspiró este amor…!
Fantasma que alimenta mi quebranto,
en mis lóbregas noches de dolor! …

Tú sabes que mi cielo está desierto,


y a la tierra, mi bien, después de muerto,
ha soñar con tu amor he de venir! …

Yo bien sé que esto todo lo adivinas,


y aún puedes mi corona hecha de espinas,
249
por un ramo de flores sustituir! …

XVIII

¡Oh, mis locos amores!...


Agonía de perder la libertad! …
Cual la pasión de Larra por Dolores,
en ella puse el alma; tú, la vanidad…

En vano en mi auxilio
la sensatez y la cordura llamo! …
Tu imagen cada ve toma más brillo,
¡y cada día que pasa, más te amo!

¡Te amo sin esperanza, inútilmente,


y sé que es mi pasión desesperada,
un febril devaneo de la muerte!

¡Angustia de mi vida becqueriana!...


250
¡Oh noche de mi alma… tan callada!...
¡Oh presentir de muerte tan temprana! …

XIX

Allá van en tropel mis alegrías,


unas de otras en pos,
mañanas azuladas, ensueños y poesías,
a todas digo adiós.

Allá va el amor que yo he soñado,


y gimo sin querer…
aquella… que mi alma tanto ha amado,
jamás ha de volver.

Adiós, dulce sueño de mi mente,


seductora ilusión de mi querer…
hoy doblego la frente,

251
amargado y sin fe,
cayendo ante tu amor indiferente,
solitario al pie…

XX

Una hermosa y plácida mañana,


con loca embriaguez,
creí que las golondrinas becquerianas
volvieran(volvían) otra vez!...

Pero ay!.. que los ensueños idos,


no quisieron venir;
y en el triste sepulcro de su olvido,
continué a vivir.

¡Es vana ilusión del pensamiento,


en la dicha pensar!
Porque las hojas que se lleva el viento
252
rodando… van al mar..
¡Oh intensidad de este tormento
de amar… y esperar!

XXI

¿Por qué esta cara demacrada y triste?...


Ah!, esto… no podréis comprender…
si a veces lloro, si algo me mata…
¿Para qué saber?...

Son de esas cosas que no pueden decirse…


son de esas cosas que se lleva a la tumba…
crueles secretos que matan el alma,
¡que ni el médico llega a entender! …

No me lo pregunten!, que esta tristeza mía,


que quitó mi descanso y robó mi alegría,
253
no podréis comprender! …

Talvez sea el residuo de algún desengaño…


y he de morirme de este mal extraño,
que en mi pobre alma derramó una mujer!...

XXII

¿Cómo quiere que ría, cuando el llanto,


de mis ojos se esfuerza por brotar;
cuando enfermo de lúgubre quebranto
ya no puedo vivir sin recordar?

Cómo quieres que ría? No comprendes


que yo vivo transido de dolor?
Que esta pena inmortal que tú no entiendes,
ya me robó con la salud – el color?

¡Cómo interpretar mi tristeza, amigo!


254
¿Quieres que ría? - ¡Solo es Dios testigo
de esta amargura de vivir así! …

¡Yo soy la sombra de un pasado hermoso!


¿No ves que sufro porque fui dichoso?
¿No ves que lloro porque ya reí?

XXIII

Yo no puedo decir que no he vivido,


por lo que pude un día haber soñado…
Y sé que ya amé, porque he sufrido,
y sé que ya sufrí, porque he amado.

No vivo como el que, filosofando,


dentro de sus ideas ya no cabe! …
¡Esta vida es un sueño y voy soñando!
¡Quien no sabe soñar, vivir no sabe!

255
Y camino entre espinas y entre flores,
para legar al mundo de mi ensueño,
la historia triunfal de mis amores!

¡Y sentir palpitar eternamente,


cada noche de amor y cada sueño,
en forma de laurel sobre mi frente!

XXIV

¡En vano, en vano distracción procuro


para esta enfermedad de amarte tanto!
¡Cada día, mayor es miú quebranto,
y mi huerto sombrío, más oscuro!

Es inútil, inútil… ¡no me curo!


Este mal es de amor intenso, eterno,
que oprime el corazón que vive enfermo,
por falta de tu amor ardiente y puro!
256
¡Yo muero día a día, débilmente,
y mi herida desangra lentamente,
abierta, removida sin cesar! …

¡Oh dolor, que es locura de quererte! …


¡Amor, que es un martirio hasta la muerte! …
¡Pasión, que es eterno suspirar! …

XXV

¡Quien pudiera vivir entre otros seres …


viajar a otras ciudades … soñar otros amores …
ver otro cielo … besar otras mujeres …
gozar otras caricias … aspirar otras flores …

¡Porque no puedo ya dejar de amarla,


y aunque me olvide, no la olvidaré!
¡Como poeta… aun yo sé soñarla! …
257
¡Como hombre… aun quererla sé! …

¡Conserva mi retina el desolado


cuadro de mi sueño destruido
por la tormenta de la infidelidad! …

Otro, que no quiere y es querido …


yo, que la amo y no la olvido …
y ella… ¡que ni se acuerda ya! ...

XXVI

¡Hay muchos desgraciados en la vida,


infelices juguetes del destino,
que, como yo, no encuentran el camino
que los lleve a la cumbre florecida! …

Otros hay, que incapaces de vivir,


vegetan en constante sufrimiento,
258
y espXXeran, resignados, el momento,
que les venga valor para morir! …

¡Quién fuera invulnerable a las heridas,


sin sufrir, en el paso por la vida,
el dolor de vivir y de pensar! …

¡Quien sin corazón vivir pudiera,


para nunca sufrir de esta manera,
el martirio de amar!

XXVII

Ya es tiempo que me vaya … y yo te dejo …


Ya es tiempo que mi hondo mal acabe …
Adiós, mujer, adiós, que yo me alejo…
¿Hacia dónde?... No sé … Dios es que sabe …

Dormir o ya soñar … Tú lo has querido,


259
soñar talvez, del ancho mar al seno…
Adiós , mujer!, no me eches al olvido,
no merece tu olvido quién fue bueno!

Princesa: siempre fuiste justiciera,


y si me tildaste de culpable,
seré culpable y es de ley que muera!

Adiós mujer, adiós … - En mí ya cabe


el dolor de este viaje interminable …
-¿Hacia dónde? – No sé – Dios es que sabe!...

XXVIII

Saludó sonriendo.- Contesté confuso.


Prosiguió su marcha, sin volverse atrás.
Pobre bardo triste! … Pobre poeta iluso!
¿Una niña d’esas? … No delires más!
260
Se alejó muy seria.- Me quedé indeciso…
¡Oh, qué humildes ojos! … Cuánta languidez! …
¡Que preciosa era! ¡Qué celeste hechizo!
¡Ay, Dios mío, cuándo la veré otra vez!

La he buscado en vano en las mujeres bellas,


pero en ninguna la he encontrado a ella…
¡Qué divina era! … ¡Angelical mujer!

No pongáis, amigos, en buscarla, empeño,


mi ideal no existe … Es ilusión de un sueño,
¡ y solamente en sueños yo la puedo ver!

XXIX

¡Ay, qué hondo pesar! … casi no duermo


pensando en tus cariños, mi tesoro…
No quieres comprender que yo te adoro,
261
y que padezco mucho… y ando enfermo! …

No puedo callar más. Es necesario


que sepas de una vez cuánto te quiero!
Yo me encuentro tan triste y solitario…
¡Apiádate de mí, porque me muero!

Quiéreme aunque solo sea un día,


que está triste y enferma el alma mía,
y agoniza de amor para morir…

No desdeñes mi amor porque es bendito!,


que también como todos, necesito,
la luz de la ilusión para vivir!

XXX

¡Oh soledad que turba mi reposo! …


Solo está alerta, mudo y solitario,
262
el noctámbulo búho misterioso,
en la agorera cruz del campanario …

¡Oh soledad que róbame la calma!


¡Todo es de sombras tétrico derroche! …
Sólo turba el silencio de las almas,
el ladrar de los perros en la noche…

Todo duerme… Hasta el pájaro en el nido


descansa sus fatigas de esta suerte ...!
¡Y yo solo duermo en tu olvido!

¡Insomnio de mi alma entristecida! …


¡Vida que es lo mismo que una muerte! …
¡Muerte… que la ironía llama vida!

XXXI

263
Menciono tu nombre. Estrujo tu carta,
y creo que enloquezco de tanto pensar…
Me estrangulo a mi mismo; el aliento me falta;
se hinchan mis ojos … y no puedo llorar! …

Desgreño el cabello; desordeno mi traje,


palpita mi pecho… pierdo el color…
Me arrojo en el lecho… medito… ¿qué ocurre?
¡Oh, ni lo sepas! … Son cosas de amor.

Ayer para siempre de muerte me heriste.


Ayer para siempre, mi bien, te perdí …
¡Oh adorada, que mal tú me hiciste,

al pretender alejarme de ti! …


Mi cuarto está oscuro; mi alma está triste,
la vida en tinieblas… está para mí! …

264
XXXII

Hoy pasó por mí – Sus labios rojos,


apenas murmuraron un adiós.
Temí caer.- Nublaron mis ojos,
y se cortó mi voz.

¡Oh, Señor, yo que tanto así la quiero,


temblé al verla… y la dejé pasar! …
Le hubiera hablado…! Era tan fácil, pero…
no sé por qué… ¡pero no pude hablar!

¡Oh, sublime ilusión! … Pasó a mi lado,


divina, con su rostro arrebolado,
¡mas ni siquiera se fijó en mí! …

Mejor que nunca sepa mis dolores


la virgen que ha inspirado estos amores….
¡Tan poco he de vivir!...
265
XXXIII

Yo adoro tus ojos y tus manos,


y tus rubios cabellos y tus senos,
igual como adoraban los helenos,
la imagen de sus ídolos paganos.

Y en mis horas de dudas y fatigas,


los observo, mi amor, desde el calvario,
cual si fuera un charrúa visionario,
escrutando las tribus enemigas.

De mi puerto anhelado eres la llave.


Es tu cuerpo mi cielo; tus labios son mi amparo.
¡Y tus senos, las velas de mi nave!

Mi brújula es tu voz: confiado espero.


El mástil es tu amor; tus ojos, faro;
266
y tus manos, timón de mi velero!

XXXIV

En su jaula dorada un jilguerito,


por su canto limaba la atención,
y dijiste que sin duda al pobrecito
le gustaba la prisión.

Yo que canto el dolor que me atormenta


en la prisión de mi infelicidad,
pensé que acaso el pájaro lamenta
en su cantar, su muerta libertad…

¡Poco vale el suspiro lastimero


de los débiles seres condenados
que esclavos de un amor llorando están!

¿Cuándo los pajarillos prisioneros,


267
en las jaulas de oro capturados
otra vez volarán?...

XXXV

Breve, muñeca, fue tu tierno halago,


tanto, que apenas se miró en mi anhelo,
como se mira, cuando cruza el cielo,
la blanca nube por la flor del lago.

Breve fue el beso de tu boca fría,


como sonrisa de algún reo doliente…
¡Apenas la flor desabrochó luciente,
cuando ya el cierzo del desdén caía!

Breve, muy breve fue tu amor fingido,


tanto como eterno fue tu olvido,
y tanto como cuánto yo pené…
268
Por eso son mis penas indecibles,
¡oh imagen de mis sueños imposibles,
que nunca olvidaré!...

XXXVI

No he hallado otra cosa que ofrecerte


de mi peregrinaje en los caminos,
que estos humildes cánticos divinos,
nacidos de mi fiebre de quererte.

Guárdalos, mi bien. Cuando la muerte


me hospede en su piélago profundo,
piensa siempre en el mártir que en el mundo,
luchó a brazo partido con la suerte.

269
Estos son los sonetos de mi historia,
¡pobre recuerdo que sin duda alguna
ha de envejecerse en tu memoria!...

Paro ellos te dirán, como consuelo,


que las almas que en vida fueron una,
se esperan y se juntan en el cielo!

MI PRIMER AMOR

CANTO I
El ideal

Tendría acaso bien pocos años


y un Club del pueblo frecuentaba yo.
Nunca había amado… y los desengaños
que son la causa de tantos daños,
creí mentira, pero me dolió! …
Ay!, nadie, nadie en la adolescencia
270
cree en el veneno que no gustó.
Carece el joven de la experiencia,
y ni se forma vaga conciencia
de las locuras que imaginó.
Todo lo viste color de rosa,
cada mujer es primavera en flor;
y es la Esperanza la virgen diosa
del alma joven, que caprichosa
vive aturdida por el amor.

Aun me acuerdo: ella frecuentaba


el mismo Club que frecuentaba yo;
si bien de ella muy bien se hablaba,
indiferente para mí pasaba,
hasta la noche que mi sol nació.

La vi esa noche bajo un cielo halado,


del patio angosto al reflector lunar.
¡Ay, ningún hombre a una mujer ha amaso,
271
como la amé desde que vi, obsecado,
su rostro de ángel de bellea astral!
¡Ella era el sueño cristalizado
de mi alma ansiosa de soñar y amar!

Mi alma entonces al amor se entrega,


no imaginando del amor la cruz…
Y una esperanza a la pasión agrega,
pues es tan dulce la ilusión que llega,
que a veces riega nuestra vida en luz!

Y torturado por las cadenas


de su belleza, preso quedé.
¡Desde ese día, si sufrí condenas,
y si lloré inconsolables penas,
por mi locura de quererla fue!

Enceguecióme de tal manera


aquella hermosa niña ideal,
272
que mi alma toda, mi vida entera,
temblando, al acto, si me pide, diera,
por un instante con ella hablar!

El que haya amado como yo una estrella,


sabrá que así perdí la libertad!
Ya estaba loco de amor por ella
y era difícil evitarlo ya …

Al fin seguila hasta su morada,


y pude hablarle, como es natural …
¿Lo qué le dije? – Fue casi nada:
alguna frase a la ocasión lanzada,
plática inútil, baladí, trivial …
Sobre la plaza donde vivía,
sobre emociones de alguna vez;
sobre los libros, sobre poesía …
En fin, fluctuando en mi fantasía
bebí el néctar de la embriaguez.
273
-Tengo unos libros que son primores,
(me dijo ella), que le prestaré.
Y respondile de mil amores:
-Pues yo triunfo de mis dolores,
leyendo libros … y escuchando a usted.

Sonriose ella, y mi pensamiento


su dulce imagen entronizó.
¡Oh, como entonces recobré el aliento!
¡Cómo, Dios mío, quedé tan contento!
¡Ni sé expresarlo dignamente yo!

Fue de esta forma que enceguecido,


en ella una dulce idea cifré.
Subí tan alto como no ha subido
quien de más alto ha caído
por amar mucho como la amé!
Quien no idealiza vive ignorando
274
la razón toda de su sufrir.
Ya que es humano vivir penando,
penemos, por un ideal luchando,
aunque luchemos hasta morir!

Supe que nunca ningún osado


le había dicho frases de amor;
que de sus padres viviendo al lado,
iba creciendo, como en el prado
sencilla crece la silvestre flor.

Embriagado en su presencia,
quisiera siempre con ella estar…
¡Ay, que agradable es la existencia,
en ese estado de subconsciencia
que el alma duerme para soñar!

¡Oh ensueño dulce! Aún hermosa,


dulce, sublime, oigo su voz de miel,
275
cuando al marcharme, muy cariñosa,
me dijo: - ¿Váse?... y presurosa:
-¿El libro?... Venga después por él.

Pasó una nube por mi memoria,


que aun nublando mi vida está!
Nunca había amado! … y aquella gloria,
para mi era la gran victoria
de mi temprana felicidad!

Por el librito tan prometido,


pronto fui a ella con el temor
de que me hubiera echado en el olvido,
o de no ser bien correspondido,
¡y le declaré mi primer amor!
¡Amor ardiente, ilimitado y ciego,
esencia pura de mi embriaguez!
¡Llama de ensueño, inspiración y ruego,
pasión sublime que es el santo fuego
276
con que se quiere sólo una vez!
---
Fue bajo un cielo de terciopelo
la primer cita del primer amor.
Trinaron aves alzando el vuelo,
de rosa y lirio vistiose el cielo,
más tarde un poco acostose el sol.
Por ver mi dicha asomó la luna,
aún más hermosa en su palidez;
hundió su imagen en la laguna,
besó la playa, besó la duna,
y nuestras frentes besó después! …

CANTO II
La ilusión

Tibias mañanas… suave alegría…


dulces caricias del cielo y sol..
Así tranquilo en mi obsesión vivía,
277
con la obsesión del que más tarde habría
de hacer eterno su primer amor!

Pasaba el tiempo y mi pasión crecía,


envuelta en puro, inmaculado tul…
¡Para mí todo era fantasía!
¡Nunca en mi vida fue más claro el día,
ni el sol más puro sobre un claro azul!...

Dulce en la vida es vivir soñando!


La Juventud es la mejor edad!...
¡El alma entonces vive cantando,
y el horizonte se va ensanchando,
hasta fundirse en la inmensidad!

Así seguía con mi Princesa…


Todo era paz en mi corazón! …
¡Enloquecido con su belleza,
y fanatizado con su pureza
278
que era la vida de mi pasión!

Alimentarse de la ilusión es bello.


El pesimista en el infierno está!
Es la ilusión el diamantino sello,
cuya honda herida, por debajo el vello,
persiste y duele hasta la ancianidad!

¡Todo era cielo para mí en la tierra!


¡Todo encerraba celestial albor!
Jamás la duda fue conmigo a guerra…
¡Ay, qué ambrosía milagrosa encierra
la flor celeste del primer amor!

Feliz yo era en aquel tiempo riente,


que ya en el tiempo tan atrás dejé …
Y amando a un ángel tan inocente,
vi mi futuro tan transparente,
cuanto nublado lo vi después!
279
Todo era dicha para mí y encanto.
Hasta mi alma el Astro Rey llegó!
Y en alas tibias de un afecto santo,
le repetía: - ¡Si te quiero tanto!
Y ella decía: - ¡Más te quiero yo!

Oh, si me amaba! Yo también la amaba


con el cariño que quiere a Dios.
Si estaba ausente, ¡cómo la extrañaba!
Y ella si ausente, ¡como suspiraba!...
¡si nos queríamos nosotros dos!

Dudo que alguien acaso hubiera


sobre la tierra más feliz que yo.
Era imposible!, pues la primavera
de aquel cariño que tan grande fuera,
tiene aún perfume de clavel en flor.
---
Ay, una noche la encontré llorando,
280
(declaro, amigos, que también lloré…)
- Me voy, (me dijo) hasta quien sabe cuándo…
Talvez un año, talvez dos, no sé …

Oí sus frases de dolor temblando:


-Cuando regreses, te estaré esperando,
escribe amada. Y ella sollozando,
prometió entonces:- Yo te escribiré.

Lamentos tristes y diversos cargos


nos repartimos con igual dolor;
pócimas crudas y suspiros largos,
ayes confusos del momento amargo,
las pruebas fueron de nuestro amor.

-Nunca, juraba, olvidaré en la ausencia,


al que en la mente me llevaré.
-Ten de mi vida, yo pedía, clemencia,
que sin ti fría irá mi existencia,
281
matando vil del corazón la fe.

Ella pidiome que no sufriese,


y amor eterna en la estación juró;
(y es de justicia que yo confiese,
que mi alma ciega, todo creyó.)

Me quedé pues alzando el pañuelo…


Bien que me acuerdo cuanto sufrí! …
Perdí el sosiego, perdí el consuelo;
mi pensamiento, emprendiendo vuelo,
se fue con ella… y huyó de mí.

Cuanto la amaba… cuanto me amaba,


de la pasión al celestial calor…
Por eso el día a suspirar pasaba;
sentía “saudades”… solo pensaba,
en la ilusión de mi primer amor.

282
CANTO III
Soledad

Allá en el sauce tiernas torcaces


ya por vez décima arrullando están;
y acaso en busca de nuevos oasis,
las golondrinas, que son fugaces,
se han ido y vuelto diez veces ya.

Ya van diez veces que el triste invierno


mi vida hastiada enfriando va;
y el cierzo crudo de un mal eterno,
Cruel y negro como el Averno,
sobre mi alma soplando está…

¡Una década de angustia llena!


¡Diez años largos no es un día, no!
¡Es como un siglo para un alma buena,
que sufre ausencia, soledad y pena,
283
por la presencia que en la infancia amó!

Esperé un día y otro día luego;


un correo y otro… y otro… y diez…
No vino carta contestando el ruego
del amor puro, sacrosanto y ciego,
que eternizar me prometió una vez.

Yo echaba cálculos en raudo vuelo,


para evitar la convicción del mal;
e imaginaba, para mi consuelo:
-Talvez hoy sea… pero aquel anhelo
desvanecíase en el vendaval.

Treinta mil veces cruzó el cartero.


Treinta mil veces le interrogué
sobre la carta de mi lucero…
Últimamente, cuando me veía,
el pobre hombre ya me decía,
284
la mano alzando hasta su sombrero:
-Nada ha venido hoy para usted.

Como lo quise yo a mi cartero!


Pues a un cartero, ¿quién no querrá…?
Quería olvidarte… quería, pero…
llegaba el tren… y el día entero
ya lo esperaba con ansiedad.

---

Nunca debiera de haberla visto.


Nunca por ella sintiera amor.
Me creí un muerto y sin embargo existo,
y eso lo sé, porque no resisto
la prueba simple de mi dolor.

Como el cariño de tal forma, daña,


enferma y triste me quedé por fin.
285
Dolencia rara, inexplicable, extraña,
que dentro el alma nos acompaña,
de nuestras vidas en el trajín.

Pásanse días, meses enteros,


años y años de tal suerte así.
El dolor puede ser pasajero…
Pero el recuerdo del amor primero,
nace en el pecho y permanece allí.

Sangrando siempre por mi abierta herida,


he de pasar por mi amargada vida,
igual que un hombre que perdió la fe.
Vendrá el otoño; se irá el invierno,
y bajo el peso de un recuerdo eterno,
siempre saudades de mi amor tendré!

El desengaño acobardarme pudo.


Mi pena es honda como es grande el mar…
286
Talvez aún ame, yo no lo dudo;
pero su olvido, ese golpe rudo,
ay!, eso nunca podré olvidar!

Nuevos fracasos quizá en la vida,


mi pobre alma soportará;
pero en el golpe de esas caídas,
estará el bálsamo de mis heridas,
mientras el tiempo rodando va!

Otros amores, también ardientes,


huellas profundas en mi abrirán;
veré eclipsado mi Sol Naciente
por una nube parda y doliente…
Pero esas llagas… ¡se curarán!...

Veré el futuro sin luz nublado;


caeré cien veces en el luchar;
me veré pobre y desesperado…
287
Pero al fin todo se habrá borrado…
¿qué deja el tiempo de no borrar?

¡Solo este ángel tan adorable


de mi memoria no se apagará!
Desengañémonos!: Es incurable,
la primer llaga jamás sondable
que nos abrimos por voluntad…!

Todo se extingue, todo se apaga;


cierra y se cura la vieja llaga;
siempre hay un tiempo mucho mejor…
Mañana se odia lo que hoy se quiere,
y hoy se desea lo que ayer se odió!
Así es la vida: lo que hoy nos hiere,
talvez mañana se convierta en flor…
Y todo se olvida, todo se muere,
¡solo no muere el primer amor!

288
Pasan los años, se llega a viejo,
y de esa llaga aún se ve el reflejo,
en el secreto de un feliz dolor:
¡porque hay momentos en la vida impía,
que el alma vuela a sus mejores días,
y el hombre piensa en su primer amor!
---
Todavía vibran en mis oídos
las infelxiones de su amable voz…
¡Hace ya tanto que la he perdido,
y me parece que ayer ha sido
la última vez que ella me dijo adiós!

Agosto 15 de 1927.

Tortura

Hay torturas que al alma desesperan,


289
sufrimientos que nadie los consuela,
ni sospecha talvez;
mucho más tristes que el amor comprado
que se bebe en el vaso envenenado
de labios de mujer.

¡Es sufrir el desdén de quien se quiere,


y doblar la cerviz cundo nos hieren
y matan de dolor!
¡Es lanzarse al abismo de un abismo,
y dudar el cerebro de sí mismo,
por causas de un amor!

Es comprender, al fin, como nos mienten,


y con villana burla nos someten
a un yugo de opresión!
Es comprender que es tarde al retroceso,
porque el alma vendimos por un beso
fingido de traición!
290
Eso es más triste que el fatal suplicio,
del que en alcohol, enfermedad y vicio
el dolor quiere matar …
Y pierde la moral, en recompensa,
prostituyendo el alma y la vergüenza
en inmundo lupanar!...

Eso es más triste que el dolor que mata,


que la lenta aflicción que se retrata
en un rostro sin color.
Comprended quien yo soy: soy el reflejo
del que sueña joven y despierta viejo,
sin fe … en el amor!
Octubre 2 de 1930.

El sacerdocio del dolor


291
Vengan a mí los tristes que en la tierra
vagan cegados por su propia luz;
y repartámonos como colegas,
el peso de la cruz.

Vengan a mí los seres desgraciados


cuyo dolor jamás nadie entendió;
los que tienen adentro algo sagrado,
como tengo yo.

Los que el mundo lanzara en el olvido,


que una mano no encuentran para asir:
¡Vengan a edificar un nuevo nido
sobre el dolor de vivir!

Vengan a mí los que ambuláis vencidos,


los que tenéis la gloria de sufrir!
¡Vengan los fracasados y afligidos,
292
que no tienen el valor para morir!:

Y como hermanos, curémonos las llagas


que nos abriera el hierro del amor;
y erijamos un templo, y dentro el templo
¡Plantemos una flor!...
Agosto 17 de 1925.

Tu retrato

Percibí tu cartita hace buen rato,


y olvidar tu actitud, mujer, yo quiero:
me pides que te mande tu retrato,
que es el recuerdo de mi amor primero!

¡Permite que lo tenga, que mirando


quiero vivir al ángel que he adorado;
y cuando al fin me encuentre agonizando,
293
¡quiero que él sea el crucifijo amado,
que en el delirio moriré besando!

¡Déjame el retrato… yo te pido!


¡No quiero que tu estampa me abandone!
¡Accede, si eres buena, a mi pedido,
que si accedes a él, Dios te perdone!

¡Déjalo, por Dios; tú me lo diste!


¡Mira que nunca nos veremos más!
Quiero en mi noche silenciosa y triste,
llorar sobre él, para sufrir en paz!

Y creeré que lloras porque lloro,


y lloraré, mujer, porque te quiero!
¡Déjame el retrato, que te adoro!
¡Déjame el retrato, que me muero!

Y cuando viaje por lejanos mundos,


294
mientras vivas feliz en otros brazos;
cuando en abismos negros y profundos,
sienta, amor mío, vacilar mis pasos;

cuando por amarte odie la gloria,


aplastando las flores del camino;
cuando olvides mi nombre y mi memoria
en la raya feliz de tu destino;

y cuando a fuerza de quererte tanto,


me encuentre, oh mujer, agonizando:
¡Será tu estampa el crucifijo santo
que regado amoroso con mi llanto,
en el delirio he de morir besando!
Febrero de 1932.

Tu cuerpo

Tu cuerpo es la Poesía hecha visible:


295
hay en él más perfume y maravilla,
que el que hallarse es posible
en el nardo esbelto y en la flor sencilla,

ni el nido del ave que columpia


al hijo implume, oculto en la maleza,
puede existir más vida, más ternura,
más maternidad, ni más tibieza!

Ni en la esbeltez de la palmera enhiesta,


ni en los astros brillando en lontananza,
se encuentran más preguntas y respuestas,
se funden más promesas y esperanzas.

No hay más misterio oculto en la grandeza


de los secretos que a los mundos rigen,
ni más gloria en la tierra o más pureza! …
Ocúltate, Sol; tiembla, Belleza:
que hay más poesía y más naturaleza
296
en los desnudos senos de una virgen!
Mayo de 1938.

Las olas

Olas verdes y azules que lamen la playa,


olas verdes y azules que vienen y van…
Dulces olas que ilevan mis sueños,
talvez tus espumas no me llevarán!

Olas verdes y azules que suaves murmuran


los viejos sollozos con qué duerme el mar:
olas dulces y mansas que temblando acunan
los sueños del triste en la noche estival …

Quiero dormir o descansar… y a solas


descender al fondo del avaro mar…
siempre mecido en un vaivén de olas…
que dulce debe ser así soñar.
297
Olas verdes, tranquilas, que gimiendo inducen
a pensar en la vida que del mundo se va:
en tus blancas espumas que tanto seducen,
en tus blancas espumas me echaré a descansar.
Junio 14 de 1931.

Soledad

En el borde de mi cama, solo y triste estoy sentado.


En mis labios ya no asoman sonrisas de optimismo,
ya no cantan en mi alma las calandrias del pasado.
La alegría de la vida ya murió conmigo mismo,
y acaso hayas notado que mis ojos han llorado.
Acaso hayas notado que esta noche no he dormido,
lamentando la desgracia q’ el destino cruel me lana.
Tengo miedo de mí mismo, por saber q’ te he perdido,
y no hay pena más amarga que perder toda esperanza.

Mis amigos, esos pocos que yo tengo,


298
me interrogan y me ofrecen cigarrillos;
pero no cantan como antes, ni bromean, ni se ríen.
Ocultaron la guitarra con la cual hacían ruido,
y entran en puntillas, y entre sí se cuchichean,
y respetan el dolor del pobre amigo moralmente
derrotado,
y para que comprenda que ellos sufren mis angustias,
sin decir una palabra, se sientan a mi lado.
No sabes que estas cosas y estas escenas me
conmueven,
haciendo mis tormentos más funestos…
Yo bien sé lo que hay de noble y hay de grande
y hay de puro, digno y santo en esos gestos
de algunas compañeros sin estudio, sin cultura…
Pero todo es fruto apenas de semillas que he
sombrado.

Ha dos días q’ no almuerzo, ha dos noches q’ no


duermo,
y ha dos siglos que padezco la obsesión de mi locura!

299
Mi alma llora mucho, y mi corazón sucumbe enfermo,
porque ese mal de amor, ¡no tiene cura!

He bebido mucha lágrima en el cáliz de la ausencia,


he quemado mi cerebro en la tortura de la duda,
solo encontrando paz en la conciencia…
y ella, que es la estrella de mi cielo,
imposible es que comprenda que necesito su piedad;
imposible es que comprenda que me muero,
herido por este dolor de soledad.

Oigo música a lo lejos, cantilenas, melodías…


(es el mundo indiferente que se ríe de mi dolor.)
Por eso muchos hombres se suicidan en la orgía,
que es la desesperación de su agonía,
pues la vida se les huye por la herida del amor.

Balada sentimental

300
Princesa dulce y
hermosa:
Yo en cambio forjo
ay, cuán extraños miserias,
fulgores
llenas de escarcha y
despiden las bellas escoria,
flores
que conducen a la
de tu temprana ilusión. gloria.
La gloria del soñador.
Sabe, muñeca celeste:
mis sueños sí que son Tú sigues rutas
tristes, distintas,
porque tan solo soñando con ardentía;
consisten
te inspiras en la alegría,
en una vana pasión.
me inspiro yo en el
dolor.
Tú forjas róseos
palacios
¿Quién osaría
de oro y bellezas alcanzarte?
muchas,
¿Quién osaría
en donde arrobada poseerte?
escuchas
Porque el delirio de
los cánticos del amor. amarte

301
no pasa de una ilusión. mucho más sonzo al
quererte;
mis méritos para
Distintos nos hizo amarte,
Dios…
mis títulos para tenerte,
Tú elevas la frente al
cielo, ¿qué serán?
y yo me arrastro en el
suelo,
Tú forjas róseos
y hay un mundo entre palacios
los dos.
formados de sol y luna,
do la Ambición, la
Eres muy linda y Fortuna,
divina,
a tus plantas
naciste para un sultán; cantarán…
mis méritos para
amarte,
Por eso es que
mis derechos de reconozco
cantarte,
que soy un loco al
¿dónde están? amarte,
mucho más loco al
soñarte
Soy más que sonzo al
soñarte, sin lógica y sin razón.

302
Yo, triste vivo en mi
mal,
Tú tejes guirnaldas
leves con esta herida
ignorada…
para adornar tu
camino, Ten pena, mujer
amada,
y yo piso en los espinos
de mi amor
de mi propia perdición. sentimental.

Bien ves, soy loco al


quererte,
mucho más loco al
soñarte…

Yo… solo sueño


miserias,
tristes y vanas
quimeras,
de marchitas
primaveras
que fueron y no serán.

303
¡Benditas sean las madres!
Bendita se mi madre, y benditas
sean todas las madres de la tierra.

I
Yo ya tuve la gloria de tener una madre,
como todas las madres, toda gracia y dulzor;
y al perder a mi madre, yo perdí la alegría,
porque la madre mía fue mi único amor!

Como todas las madres, era santa, era buena,


y su alma estaba llena de dulzura y perdón;
y en su frente doliente, soportó, triste y muda,
el beso de Judas en el rostro de Dios!

304
Yo ya tuve una madre… y talvez sea por eso,
que me inclino ante ellas con litúrgica unción,
¡ellas trazan la senda del bien con un beso,
y ese beso es caricia, es piedad y oración!

¡Cuantos hombres arrancan de sus ojos tan santos,


tristes gotas de llanto de un secreto dolor!..,
¡Y un madre llorando las faltas de un hijo,
es un Cristo orando en el monte Tabor!

Una madre es del cielo y el Señor la bendijo;


ella nutre a su hijo con su sangre y su luz…
¡Al mismo hijo deicida de Judea inclemente,
clavando inconsciente a su madre en la cruz!
Si aún viviera mi madre… ¡pero no, nadie sabe
el pesar que me invade de vivir sin amor!
Ni sabe nadie lo que vale una madre,
a no ser cuando es tarde para darle valor!
305
Ay!, pero aún muerta ella me tiende su velo,
y yo escucho en mi duelo, si me siento cobarde,
una suave armonía, que es caricia y consuelo…
¡Y es la voz de mi madre que baja del cielo!
Es la voz de mi madre…

II
Ya se ha muerto mi dulce madrecita,
mujer santa que amaba el alma mía,
cuya dúlcida voz, suave y bendita,
fue la canción más pura que yo oía.
Postrada ante mi cuna, así, de hinojos…
Sonreía contenta, y su mirada
era el único mundo de mis ojos.

Atalaya en mi vida fue su vida,


al mostrarme el camino del Derecho;

306
en flor dejó mi alma convertida,
y una enseña de fe puso en mi pecho.
Tenía ella raudales de purea
en su amor extremado por el niño;
fue su triste miseria su riqueza,
y su gloria más grande: su cariño.

Un escuela de luz fue su existencia.


Pues labrome un camino noble y recto,
mostrándome, en mi débil inocencia,
de la vida lo impuro y lo perfecto.
Enseñome a no odiar mi destino;
el deber inculcó a mi edad primera;
del triunfo del Bien, me hizo un camino,
de Justicia y de Amor, una bandera.

Y dictome las leyes del Progreso,


despreciando maldades con encono.
Las trazaba en mi alma como un beso.
307
De su beso y su amor, formé mi trono!

La Verdad fue su claro derrotero;


la Justicia, su ley en todo instante,
que alumbraba el camino verdadero,
con las chispas de luz de su semblante!

Su enseñanza brilló en todo momento:


fue sonrisa amorosa su castigo,
¡y en su templo triunfaba el Pensamiento,
combatiendo en un vicio, a un enemigo!

Esa madre enseñome dulcemente


la alegría del bien que se practica,
y la gloria de ser independiente,
porque el libre no teme, ni se hinca!

De toda virtud, hacía alarde,


e hizo de mi libertad, una muralla,
308
sin responder la afrenta del cobarde,
ni postrarme a los pies de la canalla!

Esa madre amoldome a las costumbres


de su ley de perdón y de paciencia,
sin doblar la rodilla ante los hombres,
y sin vender al oro la conciencia!

Si vida fue un dechado de ternura


con destellos de un hondo pensamiento.
Ha muerto!, pero su luz y su dulzura,
aun viven en mi eterno sentimiento…

Benditas sean, por su amor profundo,


LAS MADRES, pues del Bien abren las puertas!
Lloremos juntos, huérfanos del mundo,
sobre la tumba de las madres muertas!

309
III
Bendita sea tu madre, hijo mío.

Esa santa mujer a quien inspira


el amor maternal que te embelesa,
es bella como el sol cuando te mira,
y es pura como Dios, cuando te besa.

Su pensamiento, hijito, te bendice,


y su dulce voz halaga tus oídos,
con las tiernas palabras que te dice,
que yo no sé decir donde ha aprendido!

Es pálida, hijo mío cual la luna,


y a pesar de mujer, tu madre es santa;
¡es Santa Cecilia si te acuna,
y la Virgen del Carmen si te canta!

310
Tu sueño de inocencia la conmueve,
y acaso también la hace felice…
Su alma, como el lirio, es blanca y leve,
y su angélico amor bien te lo dice.

Solo tú, hijo mío, eres su palma.


Tan sublime ideal la hizo omnisciente.
Una estrella de luz brilla en su alma,
y un destello de Dios brilla en su frente!

Cundo vuelvo, hijo mío, del trabajo,


la encuentro ante tu cuna arrodillada…
¡Yo me inclino ante ella, cabizbajo,
y beso su frente, sin decirle nada…

¡Es que yo no he sentido en mis mejillas,


como tú, de una madre el beso santo,
ni he visto ante mi cuna, de rodillas,
a esa mujer que veneramos tanto!
311
No como tú, jamás miró tu padre
las divinas facciones maternales,
ni ha dormido en los brazos de un madre,
en las largas veladas nocturnales…

Ni ha sentido el calor de amante pecho


palpitando con dúlcido embeleso;
ni con un beso despertó en el lecho,
ni ha cerrado los ojos con un beso!

Ella vela tu sueño noche y día,


trasnochada y enferma… abatida!
Pobre madre!... Tú eres su alegría;
alegrarse es vivir!... ¡Tú eres su vida!

Tiene su alma calidez de estío.


Cuando te canta, pienso en Dios… y rezo;
y ocultando una lágrima la beso.

312
Y te beso en los ojos, hijo mío!

Cuando te canta el arrorró de hinojos,


yo, triste, huérfano, abatido, enfermo,
pensando no sé qué, cierro los ojos,
y sin saber por qué… también me duermo!

IV
¿Quién fue mi madre? – Un ángel de rodillas
ante un humilde altar;
que vino al mundo, lloró su llanto,
¡me quiso tanto!...
Y echó a volar!

¿Qué hizo? – Me enseñó el camino


de la felicidad;
cumplió el mandato de su destino:
fue santa, pura, sabia, inocente,

313
¡Reina doliente
de la humildad!

Levantó un templo con sus ideas,


y hasta ese templo Jesús bajó;
¡Gloria a mi madre! ¡Bendita sea
en cielo y tierra
y a la paz de Dios!

V
¿Qué dulce voz en mis oídos suena?
¿Qué imagen dulce desde el cielo baja,
que envolviendo dulcísima mi pena,
me dice con su voz suave y serena:
-¡Aleja el duelo que en tu mal trabaja!...?

¿Qué fulgores extraños me iluminan?


¿Qué estrellas titilan en mi alma,

314
que en mis horas de duda me reaniman,
devolviendo a mi espíritu la calma?

¿Qué celeste caricia me adormece?


¿Qué ternura divina me conmueve,
cuando rueda mi alma por la nieve,
y en las luchas del mundo desfallece?

¡Es la voz de un ángel que una noche,


después de una batalla huyó de mí,
y de un sueño divino en el derroche,
sus blancas alas desplegó en la noche,
y un perfume sutil dejó al partir!...

Es la voz de una santa que me amaba


que una noche llorando yo perdía,
y que al verme sufrir me acariciaba
con inmensa ternura… y que decía:

315
-Hijo:
Que nunca el odio en tu pasión taladre,
y ni el pasado en tu presente implores,
¡que tu sueño a velar vendrá tu madre,
cuando en la hora del fracaso llores!

VI
Una madre, una madre es lo más puro
que en nuestra vida material existe:
es el faro que alumbra el paso oscuro
de nuestra noche desolada y triste!

No está solo en el mundo con su pena


el que tenga una madre que lo aliente;
que comparta su duelo y su condena,
y en su pecho las creencias alimente!...

Cuántos, ¡ay!, en las horas de bonaza,

316
de su madre se olvidan y se alejan;
de sus conejos al final se cansan,
y de sus temores, sin razón se quejan.

Pero hete de aquí que vienen horas malas:


se le burla el amor; secan sus palmas;
el dolor de vivir quema sus alas,
y el desengaño cruel mata sus almas…

¿Quién mitiga su mal? ¿Quién a su lado


se hace presente para darle un beso?
¿Quién le prodiga afectos y cuidados?
¿Qué mujer es capaz de todo eso?

¡Es su madre!, que le ama derrotado,


que le perdona desde el corazón!...
Que en la hora del dolor está a su lado,
y en la hora del placer… acaso no.

317
VII
Cuando los buenos hijos de exasperan
por un hondo dolor,
corren a los brazos de la madre,
y lloran los dos.
Ay!, cuando los huérfanos suspiran,
partida el alma, el corazón sin fe:
¡no sé quién los consuela!
¡Ni quien ha de abrazarlos… yo no sé!

Retrato de un hijo

Tranquilo – su sueño de inocencia…


Dulce – su mirada sin enojos…
Con un ángel durmiendo en la conciencia,
y una imagen de madre ante los ojos.

Caricia del sol sobre la tierra;

318
trazo de unión que liga dos destinos.
La pureza del cielo en él se encierra,
y el frescor de la fuente del camino.

Nívea la frente; el corazón en calma,


y en todo él, de la pureza el sello!...
¡Un hijo es el amor dentro del alma!
¡Los hijos del amor siempre son bellos!

Risa celeste que a mi hogar alegra;


aurora dulce que mi noche alumbra;
¡estrella de mi vida siempre negra,
como un golpe de luz en la penumbra!

Si para el pobre hay en la tierra un cielo,


y si en el cielo hay algo de la tierra,
son los hijos, que alejan nuestro duelo,
y son las madres, ¡fuentes de consuelo!,
¡flores de amor que la existencia encierra!
319
El hogar

¡Cuánta tranquila placidez amena,


la dulce aurora del hogar corona!
¡A su quietud el alma se abandona,
olvidando el fantasma de su pena!

Todo allí es más cálido y más suave,


y lleno de motivos de cariño:
desde el juego inocente de los niños,
al columpio inocente de las aves!

¡Cómo el alma se ensancha de alegría,


y siente sobre sí abrirse el cielo,
cuando ríen y corren los chicuelos,
al declinar en el cenit el día!...

Nada es más agradable que la calma


320
de este solar donde la paz anida!
¡Solo allí tiene explicación la vida,
descanso el corazón – y sueño el alma!
Diciembre 3 de 1938.

El reloj

Al monótono tic-tac los minuteros,


van marcando en la esfera numerada,
en su diaria misión acostumbrada,
el lento transcurrir del día entero.

Las agujas también de la existencia,


giran sobre la esfera del vivir…
Y ora quedan en cruz en la conciencia,
y ora rectas, como espadas, para herir!

321
E inconscientemente,
el reloj de la vid, eternamente
no cesa su girar;
los minuteros se juntan y separan,
volviéndose a encontrar;
señalando las horas y los días,
y marcando dolores y alegrías
hasta que han de parar…

Mientras tanto, el péndulo golpea,


y dentro de su caja balancea…
¡El péndulo es el corazón!
Su marcha humana es duradera o breve,
y el destino es la cuerda que lo mueve
y que ha de detener su pulsación.

Así el reloj inconmovible gime


en el seco engranaje de sus dientes
talvez gastados ya!...
322
El reloj del vivir siempre es sublime.
A veces su tic-tac ya ni se siente…
Muy pronto parará…

Y una sobre otra, las agujas,


marcarán en la esfera del vivir,
con una exactitud inconmovible,
una hora especial, cierta, infalible:
¡la hora de morir!

Porque es nuestra vida, más o menos


un pequeño reloj en el camino,
que empieza a funcionar cuando nacemos,
y cesa su función cuando morimos!...
Diciembre 7 de 1936.

El espejo

Sobre el ángulo recto de un espejo


323
de mi curto en un ángulo situado,
se proyecta el vivísimo reflejo
de un clavel en un vaso colocado.

Así se reflejan en la vida,


mis locas esperanzas y mi anhelo,
que tan pronto florecen en mi herida,
como encienden los astros de mi cielo.
Así las vidas van pasando
por sus diversas evoluciones,
se van fundiendo, se van mirando,
en el espejo de sus pasiones.
Así las dudas que van matando,
y los fantasmas de los dolores
que nos acechan, ¡ay!, por doquier,
así los sueños hechos girones,
sus negras alas van proyectando
en los espejos de nuestro ayer…
En las amargas fisonomías,
324
en las auroras, tardes y días,
y en el cansancio del anochecer!...

Lo que nos mata, lo que semeja


al triste inverso de una ilusión,
nos transfigura, nos envejece,
nos vuelve trasgos que se parecen
a secas momias de corazón.
Lo que se ha ido, lo que ha pasado,
lo pretendido, lo no alcanzado,
lo que es saudade, lo que es suspiro,
lo que es distancia, lo que es retiro,
¡todo exaspera nuestra aflicción!...
¡todo se funde, todo se agrega
en el fastidio que al fin nos ciega,
ya que eso todo se vuelve en queja,
que nuestras almas en sí espejan,
porque las vidas espejos son!

325
Presentimiento

¡Oh, martirio incesante!...


Yo no puedo olvidar un solo instante,
la sombra cruel que me apartó de ti…
E igual como un autómata yo vivo,
aferrado a la idea impresionante,
de que no pueda el corazón cautivo
prolongar por más tiempo su sufrir!

Tu orgullo

Otros encontrarás, niña de hielo,


como yo no puedo ser:
que contesten tu orgullo con orgullo,
que tu poder derroquen con poder.

Otros, niña, hay, que tu ironía


les hará sonreír;
326
procúralos y encuéntralos, que un día
sabrás lo que es sufrir!
Diciembre 7 de 1936.

Tardes y auroras

¡Cómo engañó mi corazón confiado!...


¡Ay, cómo pudo, en un momento dado,
destruir tanto amor…
tanta dicha, tanto sueño sagrado,
tanta esperanza en flor!..

Caricias y alegrías…
Venturosas brisas mañaneras
y sosegados días…
¡Cómo se transforman al instante,
en noctámbulas sombras agoreras,
y cómo en invierno torturante,
se volvieron mis dulces primaveras!
327
Tardes dulzurosas del pasado…
Auroras de ternuras que viví…
Tardes y auroras que han terminado
para mí:

Vosotras, que sabéis de mis amores


y que habéis admirado
su rostro, más bello que las flores,
y la dulzura de sus ojos,
y la ternura de su voz:
tardes y auroras de un cariño yerto,
¡decid, decid por Dios,
si todo, todo ha muerto,
si nada existe entre los dos!

Alma mía que lloras,


corazón que padeces,
agonía que floreces
328
en cada nueva aurora:
¡Decid cómo pudo engañar mi confiado
corazón que dormía soñando su amor!...

Alma mía que lloras:


¡Quien duda, quien duda que lo hayas soñado,
que no me haya mentido, ni nunca engañado,
¡quien duda, Señor!

Una tarde de lluvia

Cae la lluvia lenta y bienhechora,


sobre el campo en flor.
Y es el campo más bello cuando llora,
que cuando ríe, saludando al sol.
Y mientras llueve, fumo… y esa calma
del campo me distrae…
Y cae el agua fuera… y en mi alma
también el agua cae.
329
Y pienso en tus labios inocentes,
si acaso esta tarde han de temblar,
para exhalar un ¡ay! lánguidamente,
o tremantes mi nombre murmurar…
Y exclama el corazón, sin que lo muerda
con los celos, la falta de la paz:
-Ay!... quién sabe si aún ella se acuerda!
¡Talvez ni piense más!...
Estoy lejos… y pienso en tus ojitos,
si esta tarde, cargados de expresión,
estarán llenos de bálsamo bendito,
bebiendo los espacios infinitos
a través del cristal de tu balcón.
¿Qué harás? ¿En qué recuerdos
distraídas tus horas pasarán?
Y mis tristes suspiros pesarosos,
son pájaros sin nido – que se van…
¿Piensas? ¿Se agitan tus pasiones?
Es mejor ni pensar…
330
¡Si este eterno gemir de corazones,
es de amar… y esperar!...
Vuela un pájaro… ¿a dónde?... Quizá al verde
follaje de un árbol irreal:
y el pájaro es mi alma que se pierde
por el cielo a volar…

La ausencia, la distancia, el desconsuelo,


del recuerdo en el lecho me postró…
Y mientras el crepúsculo alza vuelo,
al fondo de mi alma, desde el cielo,
una imagen, -¡la tuya!- se arrojó!

Y en el aire, ante mí, tu rostro flota,


más, cien veces más y más hermoso
que una flor;
y el agua cae en mi alma gota a gota,
como el perfume tierno y dulzuroso
de tu amor…
331
Soneto

Oh!, nadie sufre como yo en la tierra:


quiero una estrella que en el cielo está,
que me fascina por la luz que encierra
y por la pureza de su castidad.
Resulta tan absurdo pretenderla,
como lograr su entera posesión…
Y yo lo sé, y sufro, pues al verla,
siento que se me oprime el corazón..
Su amor está tan lejos, que no alcanza
mi alma a vislumbrar una esperanza
para el porvenir…
Ay!... sin embargo he de vivir soñando,
y he de amar esperando…
hasta morir.

332
Tus rodillas

Atardecer… ¡Qué hermoso! Nos exhorta


a pasear por el campo. En la explanada
echada estás, mostrando descuidada,
el dulce encanto de tu falda corta.

La pasión con su fuego me devora,


y perturba mis nobles pensamientos…
¡Y tú ríes… y cantas…! y yo siento
la atracción de tu carne tentadora!

De cansancio – tus senos palpitando…


y tus ojos – de amor resplandeciendo…
y en el césped – tus formas resbalando …

¡Oh, mujer, me fascinas y me humillas,


y sé que ha de seguirme persiguiendo,
la visión inmortal de tus rodillas!
333
Enero de 1937.

Cariño de mujer
Cariño de mujer: tú eres la brisa
pasajera y fugaz,
que besaste mi espíritu de prisa,
y pasaste, pasaste cual la brisa,
para no volver más.
Cariño de mujer: humo azulado,
pompa de jabón,
que se esfuma y se lleva lo soñado:
cariño de mujer, tú te has llevado
mi paz de corazón.

Vivía tranquilo!... y tus canciones


turbaron mi pensar…
Y en vez de aquella paz, quise prisiones,
encadenando a tantas tentaciones
mi hermosa libertad.
334
Cariño de mujer, pérfido y vano
como ola de mar:
tienes el despotismo del tirano,
esclavo constituido en Soberano,
por un juego de azar…

Cariño de mujer; ¿lo qué te has hecho?


¿dónde estás? ¿dónde estás?
¡Has volado del nido de mi pecho,
y ya no volverás!
Ay!... que mi corazón está deshecho,
y es débil su latido…
y tú te has ido,
para nunca más!...

Voluta de humo, capricho irresistible,


cariño de mujer…
hipnotismo infalible,
335
veneno azul, brebaje apetecible,
¿por qué te fui a beber?
¡No vuelvas, no! … Ya sé que es imposible
tu cariño, mujer.
Julio 4 de 1931.

El tiempo

En las manos impías de la turba ignorante,


ultrajada, ofendida, martirizada ya,
hacía mucho tiempo gemía agonizante,
cargada de pesadas cadenas, la Verdad.

Pero héte aquí, que un día, un viajero errante,


llamado el viejo Tiempo, hasta la turba llegó,
y tomándola en sus brazos, altivo y arrogante,
de las garras infames del pueblo la salvó.

Y el sol q’ entre las nubes fulgente se asomaba,


336
besó la frente augusta de la virgen q’ triunfaba,
la cual brilló bañada en un haz de claridad.

Era la justicia tardía que llegaba,


que aquella alegoría a los hombres presentaba,
del Tiempo inexorable, salvando a la Verdad!
Enero de 1939.

Avaricia

Tengo un tesoro oculto en una selva oscura,


que solo mis ojos miran, que solo mi mano toca:
ese tesoro encierra mi felicidad futura.
Adoro esa reliquia con una pasión loca,
mezcla de arrobamiento extático y ternura.
Eres tú ese tesoro, y te beso con locura…
¡Quiero que solo para mí sea tu boca!

Y así fanatizado, acaricio tus cabellos,


337
mientras tiemblan las blancas palomas de tus senos.
¡Y si me miro tanto en tus mansos ojos buenos,
es que tengo miedo que alguien más se mire en ellos!

¡Yo quiero tus caricias para mí únicamente!


Soy avaro y egoísta, tengo celos… y te adoro;
no descanso, vivo triste, desconfiando injustamente…
Si sonríes a otro hombre, nada digo… pero lloro;
si regalas un mirar, a la duda ya doy paso;
y lo mismo que un avaro, te apreto entre los brazos…
¡Tengo miedo que me quiten mi tesoro!

Melancolías
Para mi amigo de todos los tiempos,
Sr. JUAN EMILIO SAN MARTÍN.-

Hay días en que mi alma está triste y melancólica y


parece que sintiera
lentamente desgarrarse en lo alto de una cruz…

338
y mi corazón doliente es una triste flor en primavera,
como una pulverización de sombras en la luz.

Medito en lo que fui, que soñé ser y que no he sido,


en mis ansias, mis proyectos que la Vida destrozó…
Y el recuerdo es una lágrima temblando en un suspiro,
que el dolor de un desengaño en una noche me
arrancó!

Hay noches que no duermo, en que fantasmas


despiadados, asesores de mi duelo,
martirizan mi cerebro, que ya no conoce paz;
noches de delirio, en las que creo que del cielo,
aquella santa madre que he perdido, baja diáfana,
serena, en apacible vuelo,
hasta el fondo de mi alma, que no descansa más…

Esa madre no comprende las miserias de mi espíritu,

339
porque solo, abandonado en este mundo, lobo
hambriento disfrazado de cordero,
voy llorando en mis cantares, lentamente, mi amargor;
¡imposible es que comprenda que yo siento que me
muero,
sin afectos, sin amigos, sin creencia y sin amor!...

Muy pequeño ella dejome… ella soñaba que sería


muy dichoso el hijo amado, como ella talvez no pudo
ser…
¡Ay, pobre madre mía!... En su ilusión no preveía
que la eterna noche cruda, desolada, talvez sucedería
a las tenues claridades del humilde amanecer!...
Y pasa ante mi puerta la caravana alegre, risueño y
optimista,
integrada por jóvenes gallardos, heraldos de
conquistas,
portadores de alegrías, de esperanzas y de amor…
Y yo sigo cantando los reveses de mi lucha,
mientras ellos van cubriéndome de polvo del camino;

340
alguno se detiene, me mira… continúa… y no me
escucha,
y todos marchan fríos, mudos, igual que mi destino…
Alguna mujer ríe, y llamándola atención de los demás
con su malicia disfrazada,
me arroja, suspirando, la limosna de una flor;
y no falta quien me diga, con una gracia refinada:
-“¡Ay, cómo el poeta es triste! ¡Cómo el canto es lindo!
¡No desanimes, cantor!...”
Hay noches en las cuales un fantasma me vigila y me
seduce,
pues no encuentro una razón en mi dolor, para vivir;
la vida es un misterio, y ese misterio es que me induce
a buscar el misterio de ese sueño en que se duerme
para siempre… y es morir!
Y es entonces cuando aquella santa madre tan querida,
desciende hasta mi alma, en tenue luz diluida,
y sobre ella tiene el sueño de alas de cristal…
Y postrada ante mi lecho, temblando y de rodillas,
como cuando yo era niño, sabe Dios que en sus
mejillas,

341
¡como dos ágatas puras, como dos líquidas perlas,
ven los ángeles del cielo dos lágrimas rodar!...

Aspiración

Mujer bruñida en el cristal de roca:


tú, que me ves languidecer de antojos,
¡concédeme la gracia de tus ojos,
para calmar esta impaciencia loca!...

Mujer bruñida en el cristal de roca:


¡concédeme la máxima indulgencia,
de tus calientes seños la turgencia,
como único pan para mi boca!

Y cuando sienta sed en mi camino,


no quiero más que de tu beso el vino…
Y así seré feliz y seré bueno,

342
amando las turquezas de tus ojos,
la flor de ceibo de tus labios rojos,
y las vírgenes rosas de tus senos!...
Julio 12 de 1937.

Fracaso

Respondióme que “no”, que “era bobada”,


que “en todo caso, después…”
“que ella no estaba apurada”,
“que iba a pensarlo otra vez …”
¡ Y se reía la mujer amada!
y yo esperaba la respuesta ansiada,
abandonado a sus pies.

Luego, con lujo de detalles,


me habló de modas, fiestas y carruajes,
esmaltes y pinturas; ricos trajes
para casa y para calle;
343
me habló de Clubs, de teatros y placeres,
y en un breve intervalo sonrió.
¡Oh, poeta iluso!, ¿qué más claro quieres?
¡Tu corazón sin duda comprendió!...
Agosto 5 de 1938.

Amor eterno

Como una breve lluvia de verano


que apaga y refresca el polvo
momentáneamente:
así fue el amor de que me hablaste.
Y como una quimera,
o una pequeña nube pasajera,
rápidamente te disipaste
por el cielo ardiente…
Enero de 1929.

El ranchito
344
Es el ranchito lucero y qué bien respirarás!
que refleja la Virtud;
en su patio canta el Y en esas tardes
tero, amenas
en su techumbre el de cálida primavera,
hornero
una inocente gacela,
y en su interior la salud.
guapa y libre, serás tú:
saltando alegre y ligera
Santa alegría y trabajo
por verdegueantes
en el rancho se praderas
concentra;
y a la sombra del
allí la Envidia no entra, ombú!
ni el Orgullo tiene Allí el aire es más piro
alero,
que el viciado y tan
¡solamente existe paz! impuro
Y bajo el azul del cielo, que envenena la
ciudad.
en esas noches serenas,
Dónde ese rancho se
reclinada en la gramilla, alza,
¡verás que vida sencilla tu jugarías descalza

345
por el campo,
libremente,
Allí, la fresca corriente
y en la diáfana
corriente del cristalino arroyuelo,

del nativo manantial. canta a Dios


Omnipotente
En ese rancho, querida,
su eterna gloria del
todo es nobleza y cielo;
amor;
y hasta el boyero
allí la luna convida inocente
con sus reflejos tan une su dulce voz de
suaves, oro,
a purificar la vida, al divino eterno coro
con la oración de las de celestial sencillez,
aves,
con qué elevan sus
y las preces de la flor… loores
a Cristo, brisas y flores.
Allí, en aquel ranchito Cielos y tierra a la vez!
de mi temprana ilusión,
está el tesoro bendito Donde ese rancho se
alza,
de la paz del
corazón… todo es caricia y es
beso,
346
todo es amor y Dejemos, mujer, a un
embeleso, lado
de sueños dulces regalías de ciudad,
bordado…
que en ese rancho
Viene, yo sé, del apartado,
pasado,
trono de paz y
y está lejos del humildad,
progreso;
más distante del
pero en ese paraíso, pecado,
no se percibe el bullicio está la felicidad…
que ensordece la Y en tan envidiable
ciudad; calma,
allí no penetra el vicio no vive en peligro el
alma
ni campe la necedad…
de perder la eternidad!
Allí se vive alejado
de la humana
tentación, Agosto de 1933
y es ese lugar sosegado
que anhela mi
corazón…

Canto a la Muerte
347
Morir qué importa cuando la flor entreabre!
Cada triste que nace, un sepulcro se abre,
cada triste que muere, nace un astro de luz!
Muramos, dulce nada; nuestras vidas,
son lágrimas de angustia convertidas
en una inmensa cruz!

¡Venga la copa del mortal beleño!


Morir qué importa, si es la muerte un sueño,
enmudecer, palidecer talvez…
Fue ayer mi madre quién murió, ¡cuitada!...
Hoy toca al hijo… esta es la ley sagrada…
¡Ha llegado mi vez!

Huyó nuestra esperanza, y en los labios,


ha quedado, a manera de resabios,
la marca de la hiel.
No es más, la muerte, que un suspiro apenas,

348
un alivio talvez de estas cadenas
que muerden nuestra piel.

En la vida, mi amor, nada nos resta,


y solemne y sublime es esa fiesta
que da la eternidad…
Marino soy de todas las escuelas,
y mi roto bajél, rotas las velas,
en el último puerto encallará!

¿Morir, qué importa, si el amor lo acepta?


¡La muerte siempre es anhelada meta
del que no triunfó!
Si la vida es la marcha hacia el ocaso,
si vivir es morir, ¿qué importa acaso
ser mañana o ser hoy?

¡Oh, nuestra senda es desolada y triste!,


y más allá de nuestra tumba existe

349
un mundo espiritual…
¡Y en ese mundo de las almas buenas,
en flores transfórmanse las penas,
y en bonanza, la humana tempestad!

Harto sabido es que la vida es breve.


Quien en la vida halla inquietud y nieve,
suele en la muerte santa paz hallar…
Nuestra existencia es padecer…¡y alcanza!...
Hoy solo nos alienta esa esperanza…
¡No debemos tardar!

No debemos tardar, que nos espera


de otro mundo la eterna primavera
en qué triunfa el soñar!
¡Morir qué importa, si la vida es esta!
¡Si la aflicción en nuestro pecho asesta
de la duda el puñal!

350
Si esto es vivir, ¿lo qué es la vida acaso?
¡La he envenenada de un fracaso
que anula el existir!
Nacer, sufrir, envejecer… es todo;
y después, al final, de cualquier modo,
resta apenas morir,

Ahoguemos el mal… y el cuerpo inerte,


ante la imagen fría de la muerte,
entonces caerá;
y huyendo de la humana desventura,
las floridas y místicas alturas
el alma buscará.

Démonos cita en el azul palacio


que existe a través de los espacios,
del orbe más allá;
y después que huyamos de esta horrenda nieve,
el que primero a esas regiones llegue,

351
al otro esperará…
Marzo 6 de 1930.

Estrellas

Estrellas de mi cielo son tus ojos,


que alumbrarán el cielo de mi hogar,
disipando, inocentes, mis enojos,
con la luz infantil de su mirar.

Estrellas de mi vida, rutilantes,


serán tus risas divinas de cristal,
y serán tus encantos fascinantes,
de tu boca las perlas de coral.

Estrellas de mi cielo, tu albedrío,


y tus labios ardientes al besar…
¡Qué de estrellas preciosas, ángel mío,
he de llevar contigo ante el altar!...

352
Y en mi cielo lucirás tan bella,
que podrás a mi hogar iluminar;
¡y de rodillas miraré a mi estrella,
que en su luz ideal me ha de abrasar!

Y después… como un sueño, una quimera,


nuestra de ilusión se llenará…
Y cuando aromen las flores la pradera,
en tu cielo otra estrella nacerá!

Estrellas de mi vida, rutilantes,


serán tus risas divinas de cristal,
y serán tus encantos fascinantes,
de tu boca las perlas de coral.-
Febrero 26 de 1935.

Canto al Uruguay

353
¡FELICES los que pueden vivir en Patria libre!
Que en campos y hondonadas, por valles y quebradas,
se respire santa paz!
Y que en el amado suelo, como bendición del cielo,
reine entera libertad!
¡Felices los que viven en la uruguaya tierra,
que crían sus hijos libres en el seno del hogar!,
gobernándose a sí mismos, y lejos de la guerra
que tanto mal encierra, y que tanta decadencia
engendra en su maldito reinado de crueldad!
Porque esos oprimidos países de indigencia,
no tienen en su vida social – independencia,
ni libre la conciencia, ni en el alma – libertad!
Pero si alguien duda de nuestro heroísmo el temple,
que vaya allí, y contemple, -un segundo siquiera-
la estatua soberana, que se alza en la plaza Florida,
¡y verá en sus manos la cadena destruida
de oscuras opresiones extranjeras!...
De esa estatua magnífica se aprende

354
la lección más hermosa de la Historia.
¡El amor patrio su presencia enciende!
¡Y el culto de la Libertad es nuestra gloria!
Si un día alguien quisiera ultrajar este suelo bendecido,
¡sabría que por algo ha descendido
el Sol a iluminar nuestra bandera!
Pues los hidalgos hijos de este URUGUAY bendito,
¡basta que vean flamear la enseña azul y blanca,
para que todos, en un gesto valiente e inaudito,
sepan honrar el espontáneo grito
que el patriotismo al corazón arranca!

Canto a la República Argentina


Homenaje del autor al Honorable Directorio del “Comité Cultural
Argentino”, entidad intelectual que enaltece y honra la cultura del
mundo.

GIGANTE en los Andes reclinado,


con los pies en un Océano sumergido,
mirando hacia el Plata azulejado,

355
cual colosal triángulo clavado
de punta en el Atlántico dormido!...

Tu grandeza y poder incomparado,


lo cantan tus campiñas por doquiera,
las brisas lo repiten en tus prados,
el Paraná en sus plácidas riberas,
y en sus apacibles aguas, el Salado…

Patria de San Martín, ¡Águila andina


de poderosas alas desplegadas!...,
Tierra de Libertad, Tierra Argentina.
Do la Igualdad triunfa y predomina,
por la voz de la Patria inmaculada!

Eso eres tú – y serás – país hermano,


¡alcázar del Trabajo y del Talento,
que honra al Continente Americano!
¡Por algo fuiste cuna de Belgrano,

356
y por algo argentino era Sarmiento!

ARGENTINA: Tu escudo es la nobleza,


y el Patriotismo innato, tu adalid.
Tierra fértil y pródiga en riqueza:
¡orgullo es para el sol cuando te besa,
reverberando, ardiente, en el cenit!

Patria de Belgrano, generosa,


que así nos enamora y maravilla;
que te elevas, espléndida y hermosa,
del Plata azul en la vecina orilla;

Tierra por la Inteligencia florecida,


y por tus dignos hijos enzalzada,
de América del Sur, la más garrida,
por el Universo entero conocida,
y por veinte países admirada:
(y por miles de poetas festejada (1960) )

357
¡Que nunca vuelven por tu cielo, inquietas,
aves huyendo de un nidal de amores!;
¡que las brisas del mar, siempre azulado,
el cántico nos traiga de tus poetas,
la suave fragancia de tus flores,
en las rutas del aire embalsamado!...

País por Natura rico y enjoyado:


¡que siempre vea tu cielo empenachado
con nubes blancas de azahar y rosa;
y que tu bandera, a nuestros ojos grata,
¡siempre ondule, pacífica y graciosa,
en las tranquilas márgenes del Plata!

Acepta, acepta este concepto ajeno,


tierra de Rivadavia, tierra de Futuro!
De un poeta es canto de ternura lleno,
y no por no ser tuyo te ama menos,

358
y no por más humilde es menor puro!

Soneto al BRASIL
Homenaje del autor a la “Sociedad de Hombres de Letras del Brasil”,
con sede en Río, Asociación que refleja honor sobre las Letras
brasileñas y enorgullece la Literatura de América; En la figura
esclarecida del ilustre amigo, Dr. CARLOS MARANH

¡Brasil de Castro Alves y Junqueiro!


De Prudente de Moraes, país hermoso:
¡Tienes el poder de un Hércules coloso,
ante la admiración del mundo entero!

De Joaquín da Silva Xavier, ¡rico venero!,


tu bandera de campo y sol, es tu corona,
y mientras exista el Paraná y el Amazonas,
serás libre por tierra, mar y cielo!

¡Cuna del Mariscal Deodoro y Campos Salles,


y de D. Pedro, alcázar de ideales,

359
Patria de Río Branco – luminosa planga! –

¡Vive libre y feliz, augusto y fuerte!


¡Que el eco del grito – Independencia o muerte,
aún vibra en el histórico Ipiranga!
Primavera de 1935.

Descubrimiento de América
A la simpática y gentil educadora, Srta. ESTELIA
GONZALVEZ BRUM.

Las caducas teorías fracasaban,


y de Colón las leves carabelas,
al viento de la fe, sueltas las velas,
del mar sobre la toalla resbalaban.

Iban dejando atrás, milla tras milla,


venciendo al Imposible, ya vencido
con el sublime apoyo decidido
de Isabel Primera de Castilla.
360
Los hombres que a Colón acompañaban,
heridos por la duda y la tristeza,
por momentos “perdían la cabeza”,
cuanto más a lo ignoto se alejaban…

Pero la esperanza les tendía su tul,


y aquella tierra prometida un día,
se les aparecía en el sueño y se mecía
del mar en la ondulada toalla azul.

Y una dúlcida y cálida mañana,


como si fuera una mujer dormida,
se divisó la tierra prometida,
¡la exuberante tierra americana!

Y el sol ibero, en aquel mismo instante,


entre las nubes se asomó sonriente,
para besar el Nuevo Continente

361
que soñara el sublime navegante.

Y en la limpidez del sol aquel,


pareciera advertirse reflejadas
diez millones de atónitas miradas,
¡brillando solo en una, en qué temblaba
el fulgor de las joyas de Isabel!

Las aves de la isla embellecida


por la Natura en plena primavera,
¡tranzaron sobre aquellas carabelas,
el siglo de la esperanza de la vida!

Y allí estaba, en verdad, virgen y pura,


para darle razón a su “locura” …
AMÉRICA existía!; estaba allí! –
“¡Tierra!” – anunció Rodrigo de Triana,
y así nació la tierra americana,
reclinada en las islas Guanahaní!

362
12 de Octubre de 1931.

Soneto a Vasa More

Conozco un alma hermosa en el dolor purificada;


que más que mujer, es ángel, de la bondad reflejo,
cuyo inmenso corazón de luz, es el espejo
de todas las virtudes de que ella está dotada.

Su palabra, voz del cielo, y su palma consagrada


por aquellos que comprenden el tesoro de su musa,
es perfume y es caricia, que por nuestras almas cruza
como un beso y un suspiro y una brisa perfumada…

-¿Quién es? -Una escritora, una poetisa,


que no obstante sufrir tanto, ensaya una sonrisa,
y que, dulcemente, nos enseña a imitarla…

-Una mujer, que aunque el duelo la devore,

363
sufre y calla!...- ¡Pues esa es Vasa More!
¡Descubríos, como yo, para admirarla!
Setiembre 1 de 1944.

La lección del sabio

Cuando la turba se reía del anciano,


porque encorvado, frente baja, andaba,
este, compasivo, les mostraba
un hermoso arrozal, allá en el llano,
cuyos esbeltos tallos se doblaban
al peso de los granos.
Pero la turba no entendía al anciano.

Stella Brum

Angelical poetisa que cantas del pasado


las vírgenes ternuras de un ingenuo amanecer,
y que volviendo aún joven de mundos encantados,

364
de una región del cielo, en la tierra has despertado,
entreviendo en la mañana el injusto atardecer.

Dulce novia de los astros, fiel amiga de la luna,


llena eres tú de gracia, flor azul del mes de abril…
Tu poesía y tu belleza en tu juventud se auna,
para brillar espléndida y galana cual ninguna,
en el cielo literario para gloria del Brasil! –

Pero ¡ay!, sé que soportas del mundo la inclemencia,


y qué te ha herido el alma la necia incomprensión!
Y tus canciones dulces reflejan tu paciencia,
porque una golondrina, dechado de inocencia,
su alero de ternura instaló en tu corazón!

¡En cambio no ha logrado abatirte tanta pena,


ni oscurecer tu cielo esas nubes de crespón!
¡Y en perfume te prodigas, blanca y pálida azucena,
esparciendo en tu fragancia la piedad a manos llena,

365
la piedad que te negaron, que florece en tu perdón!
Agosto 4 de 1944.

Sonetos del camino

¡Siempre adelante!

Sueños y anhelos la existencia trunca,


y nos deja el alma como yo la llevo…
¡No hay que achicarse ante el fracaso nunca,
sino volver a comenzar de nuevo!

Ni hay que luchar en vano, que la muerte


de nuestra paz, trae pesimismo y lloro.
Si eres débil, no luches contra el fuerte,
si eres pobre, no luches contra el oro.

No gastes tu energía estérilmente,


defendiendo a los ídolos caídos;

366
que si así procedieres, ten presente,

que no serás por ello más querido.


Nunca mires atrás, ¡mira hacia el frente!
¡Vencedor deber ser, y no vencido!

¡Domínate!

La vida a veces despiadada oculta


veneno azul en cristalino vaso,
y la Envidia acecha, la Traición ausculta,
con falsa risa y con fingido abrazo.

Mira siempre a la cima del abismo,


cuando veas esas sombras perfilarse!
¡Nunca el hombre es más hombre ante sí mismo,
que cuando es capaz de dominarse!

367
Antepone al desprecio, ¡indiferencia!,
nunca a un plano inferior tu acción se mueva,
y en paz estará siempre tu conciencia.

No abras el corazón a la canalla!,


y sonriente, altivo, intrépido renueva
tu brío juvenil en la batalla!

¡Sonríe!

Nunca la piedad para una pena implores,


aunque esa pena te lastime el alma.
En los grandes tormentos , finge calma,
y aunque te llore el corazón… ¡no llores!

El que llora no gana la batalla.


No te presentes a la lucha, triste.
La fiera, al tímido, más pronto embiste…

368
Si tienes un dolor, ¡súfrelo… y calla!

Al hombre solo ha de vencer la muerte.


La vida es lucha donde vence el fuerte,
que la consigna del triunfo trae.-

Sonríe alegre; ¡el optimista es sano!


Y en el escenario del combate humano,
fracasa el tímido… y débil cae.-

Silencio

Si te indignan ajenas agonías,


sella tus labios y tu espada envaina:
¡observa como caen todos los días,
los que combaten la injusticia humana!

El que defiende al débil y se afana


en ser recto, moral, justo y honrado,

369
libra una lucha desigual y vana,
en la que, de antemano, es derrotado!

Nadie defiende a nadie; puedes creerlo;


sucumbe quien lo intente, y ya no logra
ni el mismo defendido, defenderlo!

Nadie defiende a nadie, y el vacío


en que se hunde el redentor, malogra
de su ideal el éxito, hijo mío!...
Febrero – Marzo de 1944.

Sonetos piadosos

Siembra de amor

Mitiga las ajenas amarguras.


De los ojos que lloran, seca el llanto.
¡Hay tantas increíbles desventuras,

370
y tantas almas que padecen tanto!

Sé indulgente, consuela al afligido,


sin pensar en el bien que no tuviste.
Comparte tu pan con el vencido.
Ten amor y piedad para los tristes.

Sé humilde, y serás recompensado


con la visión celeste y apacible
del cielo que en la tierra has conquistado!

¡Y tuyo será ese cielo tan bendito,


en que giran los astros invisibles,
y gravitan los mundos infinitos!

¡Medita!

¡Oh, tú, que marchas en la vida, ciego,


esclavo de tu mísera impostura:

371
piensa en Dios, polvo inservible, y luego
abandona, por Dios, tanta locura.

Sabe, que vendrá un día, por ventura,


en que dejarás la tierra corrompida…
Sabe, desgraciada criatura,
que un alma tienes, inmortal, ¡perdida!

Pudiendo hacer el bien, nunca lo has hecho!


Ni ha hospedado jamás tu frío pecho,
a Dios Nuestro Señor, que nunca has visto!

Y en tinieblas vegetas, miserable,


sin presentir la vida incomparable
en el Reino inmortal de Jesucristo!

La cruz tantálica

Felices los que sufren el suplicio

372
de la cruz de miserias meritorias,
y no invaden, ni aun con la memoria,
la frontera sin límites del vicio!

Felices los que pasan miserables,


por el mundo de farsas ilusorias,
despreciando las formas incorpóreas
de la felicidad inalcanzable!

Felices los que sufren de esta suerte,


resignados en Dios hasta la muerte,
confiando en su piedad y su dulzura!

¡Gozarán de otra vida la alegría,


dónde el alma se funde en la armonía
que equilibra los mundos en la altura!
Enero 1936.

Soneto al amor

373
Para mi dilecto amigo Sr. AMARO E. RODRÍGUEZ

Amor: sol de místicos fulgores,


Dios y Señor de todo lo creado.
¡Qué dulce es amar y ser amado,
y que triste la vida sin amores!

Amor que todo enseña, todo oculta:


desde que alumbras con tu luz mi huerto,
ya todo me resulta cielo abierto,
ya todo una delicia me resulta.

Amor… amor… sin ti se apagaría


la antorcha musical de la poesía,
pues dónde no estás tú, todo fenece.

No te marches, Amor, sol de mi vida,


pues amarga sería tu partida,
y la causa talvez que me muriese.

374
1937

Joyel de amores

Por quien mi pecho suspira


¡Oh, dulce amor que me inspira,

oh, mi tesoro, mi bien!:

cuando mi pecho suspira,

¿suspira el pecho por quién?

-Por ti, tan nívea, tan clara,

con tus labios carmesí;

¡ese suspiro que exhala,

exhala el pecho por ti!

Luz que ilumina la sombra

de mi existencia sin fe:

cuando mis labios te nombran,

¿te nombran, mi amor, por qué?

375
Cuando mis ojos te miran,

y cuando ansiosos te buscan,

cuando en los tuyos se ofuscan

y entre tus labios se anidan;

cuando un reflejo de fe

muchas veces me embelesa,

y el optimismo me besa:

¿me besa, mi amor, por qué?

-Porque tu amor ha cambiado

mi negro valle de penas,

en un vergel de azucenas,

de sueños enguirnaldado;

porque tu amor me ha enjoyado

con la humildad de su ofrenda,

los dos brazos de mi cruz;

porque encendiste en mi senda

la antorcha de los amores,


376
toda bordada de flores,

toda estrellada de luz!

Musa gentil de mi halago,

isla flotando en el lago

de mi temprana pasión:

cuando muriendo de gozo,

el corazón tiembla ansioso,

¿por qué tiembla el corazón?

-Porque tu amor inocente,

le dio a mi noche inclemente,

claridad de amanecer;

ya que bajando del cielo,

ha iluminado mi vida,

y ha compensado en mi duelo

tanta lágrima vertida,

por saberte bien querer!

377
Cuerda esencial de mi lira,

ninfa que canta en mi edén:

cuando mi alma suspira,

¡bien sabes, mi amor, por quién!

-Por ti, mi orgullo, mi palma,

suspiro amoroso así;

¡ese suspiro del alma,

suspira el alma por ti!

Morenita linda

Morenita que ayer, por la tarde,

camino al colegio, yo te vi pasar:

¡se fue mi alma, como una cobarde,

presa en las redes de tu mirar…!

¡Detrás de tus ojos, morenita linda,

y de tu boca de jugosa guinda,

morenita linda, de pausado andar!


378
Morenita que por la carretera,

alegre y contenta, camino a la escuela

como una esperanza, te miré pasar!...

¡Y te alejaste, sonriendo, sonriendo,

y desde ese día yo vivo sufriendo,

sin poder tu imagen siquiera olvidar!

Talvez aun nos veamos, picarona, un día,

en la carretera que ayer te encontré,

y será tu alegría como una poesía,

bordada de sueños, como una mujer!

¡Y será un paraíso tu rara belleza,

morenita linda de hondo mirar!...

Y como una esperanza, como una promesa,

vestirás de blanco, morenita traviesa!...

Y no tendrás libros, no irás al colegio,

pero vendrás a mi alma que suspira obesa,

morenita traviesa que encontré al azar…!

Ayer ibas camino a la escuela,


379
y ya no te he visto esta tarde cruzar…

Ay!, no te he visto… y por la carretera,

tejiendo leyendas y azules quimeras,

morenita linda, yo volví a pasar…

Mañanas azules

Como las suaves mañanas de calma

que arrullan ensueños de dulce embeleso:

así son las claras mañanas del alma,

que riman promesas temblando en un beso…

¡Cuánto cielo sereno bordado de flores!

¡Cuánta paz, cuántos pájaros blancos y rojos!...

¡Ni más dulce es el poético sueño de amores

de las esperanzas que alientan tus ojos!...

Mañanas azules: reflejos de luna…


380
Ronda de niños en noche de estío…

Retozar de estrellas en mansa laguna…

Esplendor de un clavel engarzado en rocío…

Ay!, doradas mañanas que añora llorando

aquel que no ha de vivirlas de nuevo…

¡Oh, ternuras del ave cantando

en el nido del bosque colgando de un ceibo!...

¡Qué tranquila la vida! Qué paisajes de calma!

Todo exhala ambrosía, todo invita el amor…

Y resplandece la aurora del alma

entre el poncho estrellado de naranjos en flor…

Apacibles remansos, bordeados de flores…

Cuanta fe, cuanto anhelo, cuanto loco albedrío!

¡Camalotes de luz, flotadores,

paseando retazos del cielo en el río…!


381
Ay!, doradas mañana que añora llorando

aquel que no ha de vivirlas de nuevo…

¡Oh, ternuras del ave cantando

en el nido del bosque colgado de un ceibo! …

Homenaje

A MI GENTIL ESPOSA

Vengan aquí!, ustedes lo que admiran

de las mujeres las gracias ideales;

que habéis rendido, en sueños orientales,

el culto a las diosas que os inspiran:

Vengan aquí!, descúbranse la frente

ante la angélica deidad de un poeta,

que se oculta, cual tímida violeta,

en su amor inmortal, humildemente…


382
Un instante dejad el Universo,

y compartid, sin odios ni pesares,

la hostia impoluta de mi verso;

e inclinando conmigo la cabeza,

comulgad con el poeta en los altares

do se rinde homenaje a la Belleza!...

Ella

Es leve… frágil… y hechicera…

De un gracioso pomar es una flor…

Y es una blanca garza marinera

en el lago de plata del Amor!

Es tierna y es celeste como un sueño…

Es dulce y bondadosa siempre fue…


383
Ella agita la llama de mi ensueño,

de sus ojos tendiéndome la red…

Yo desdeño mi angustia y mi dolor,

cuando brilla en su angélica mirada

la estrella de su eterna seducción;

y en mis noches azules de pasión,

sueño otra vez con la ilusión solada,

de soñar conquistar su corazón!

Mi vida sin ti…

Sin ti, mi vida no tendrá auroras,

sombra será…

Cuerpo sin alma, alma que llora

melancolías de la soledad…

384
Sin ti, mi vida será una cruz…

Camino frío, sin amor, fortuna,

¡noche sin luna,

cielo sin astros… tarde sin luz!

Pájaro mudo,

poesía sin musa, musa sin voz,

árbol desnudo,

invierno crudo

de cuyos días se ausenta el sol!...

Si tú me dejas…

De glacial aflicción entre las rejas,

y en la sombra crucial de mi agonía,

encerraré la gloria de mis días,

humildemente, si es que tú me dejas…

385
Si tú me dejas no tendré auroras,

no tendré esperanzas, no tendré ya calma…

Y callarán las aves trinadoras

que columpian tu amor aquí en mi alma.

Si tú me dejas, me verás llevar

hacia el calvario la ilusión perdida,

que para siempre matará en mi vida,

lo que en la vida idealicé al soñar.

Si tú me dejas, no podré vivir,

ya que por siempre tu recuerdo amado,

será el fantasma de un amor truncado,

de esos que matan, sin jamás morir.

Si un día infeliz tu amor se aleja,

sin pensar en que talvez luego me enferme:

si es que cierras los ojos, has de verme


386
esperándote aun… es que me dejas.

Y así, mi amor, a tu recuerdo asido,

he de sufrir por siempre tu partida,

y de rodillas… los brazos extendidos…

He de esperarte así… toda la vida.-

Primavera 1940

Para la mujer que amo

Pasaremos por la vida de este amor de los amores,

con lágrimas acaso, mi lucero…

Y amargados por la nieve inclemente de un sendero

donde el sol no brilla nunca, donde no germinan flores,

donde brotan las espinas en las que tus plantas hieres…

¡Y sufriremos mucho, pero mucho, mi tesoro!:

Yo, por el pecado de no haber negado que te adoro,

y tú, por ese crimen de haber dicho que me quieres!


387
Y nadie sabrá lo que yo sé: que esa tu alma buena

se prodiga en perfumes de magnolia y azahar…

Y se desangra en flores, porque es de gracia llena…

Y que tus ojos dulces, espejos de tu pena,

lloran perlas azules como el cielo y la mar!...

Escalaremos los calvarios de un lento sufrimiento,

pero al fin de la jornada,

han de cesar nuestros íntimos tormentos,

y en una humilde tienda, curaremos el dolor, amada.

Estaremos viejos y cansados, sin hallar quien nos


comprenda;

pero , para el que sufre, sueña, espera y ama,

el cielo de la Dicha siempre se abre.

Acaso en un desierto instalaremos nuestra tienda

¡humilde y pobre sí, pero enjoyada con tu amor!

388
¡Y reflorecerás en tu belleza, como un amplio capullo que se
entreabre

en un rosal celeste, al primer beso del sol!...

Mi alma es triste

Mi alma es triste como el lirio pálido,

y sus cantos son tristes y son dulces

igual que un suspirar.

Semejan a la humildad de la corriente

que resbala, pausada y dulcemente

en dirección al mar…

Mi alma es triste como el ave herida

que lejos de su nido la apresó:

o la tormenta o la perdida bala

de ingrato cazador.

389
Mi alma es triste como el tierno acento

del cordero al balar,

cuando en el campo ve, del gavilán aleve

las alas reflejar;

y como el tañir de las campanas

en lento funeral…

Porque he visto morir, ¡ay!, tan tempranas

las rosas del rosal;

porque he visto caer, uno por uno,

día tras día, en un vacío inmenso

mis sueños de cristal;

porque he perdido todo en esta vida:

alegría de vivir, cariños de una madre,

sonrisas de amistad;

porque he visto, en mitad de mis abriles,

muertas las creencias infantiles

de mi temprana edad;
390
porque apagóse el brillo de mis ojos

y la rosa de colores flojos

de mis mejillas huyó;

porque joven aún, vi con espanto,

convertidas en noches de quebranto

mis mañanas de amor…

Mi alma es triste como un cuadro lánguido

de duelo y palidez:

como el proscripto al recordar la Patria,

la familia, el hogar, los tiernos hijos

muertos ya talvez…

Mi alma es triste como el dulce acento

del cordero al balar,

cuando en el campo ve, del gavilán aleve

las alas reflejar…

Triste, como el semblante de mi madre


391
que en sueños veo llorar!...

Porque he visto morir, ¡ay!, tan temprano

las rosas del rosal…

Diciembre, 1937.

Mi vida sin amor

En mi vida no hay amor… nunca he encontrado

un afecto de mujer…

¡Soy tan joven, Señor, y estoy cansado!

Me siento entristecer…

El mundo dice: - “ Es loco… es triste…

enfermo y amargado…”

¡No ven la pena que en mi alma existe,

las gentes del poblado!

No comprender mi mal inmensurable,


392
ni el cansancio de mi corazón…

Ni pueden comprender que es incurable

el mal de una pasión!

¡Si pudieran saber de esta amargura

las gentes del lugar…

Sabrían que mi mal no tiene cura,

¿cómo me he de curar?

No entienden mi tristeza… que pregunten

a la tierna niña de cabellos de oro

y ojos como el mar;

aquella que en las cálidas mañanas

me miraba al pasar;

aquella hermosa niña que una tarde,

juróme que los días de su vida

me habría de consagrar;
393
aquella… que olvidome y que no obstante

no pude yo olvidar…

No pueden comprender mi desventura

las gentes del lugar;

que pregunten a esa criatura

de ojos como el mar,

la razón por la cual yo vivo triste,

que esa virgen hermosa si aún existe,

talvez pueda explicar…

Agosto 2 de 1936.

Amor mío

Tú te agitas en mí y yo te veo,

y recuerdo tus gestos, alma mía,

y en brazos de mi loca fantasía,


394
adormezco en un plácido recreo…

Y cuando pienso en ti, supongo luego,

que tú, que eres un ángel, mi princesa,

desciendes del espacio hasta mi mesa,

¡a inspirar estos cánticos de fuego!

¡Entonces sé bien cuánto te adoro!

Y al soñar que también me quiere mucho,

de tan feliz, quiero reír… y lloro.

¡Ya bajas ante mí!... ¡Cuán dulce empeño!


¡Ven a mi lado!... ¡Habla… que te escucho!...
Y bésame en la frente… ¡Tengo sueño!

Tu voz

Tu voz es arrullo,

395
golondrina de una sueño de amores que matan;
es canto que brota en el suave murmullo
del manso arroyuelo en la lengua de plata.

Tu voz es la dulce ternura del nido


que inspira los trinos del ave inocente;
¡oh, canto que arranca del campo dormido,
el beso de seda del fresco relente!

¡Cuánta gracia atesora!

Golondrina de amor que suspira soñando…

Como sueña y suspira el alma que adora,

y florece en los labios de un ángel cantando!...

Es la miel de tus labios floridos y rojos,

y es la sirena que ahuyenta mi calma,

igual que el relámpago azul de tus ojos,

que enciende el amor que domina mi alma…

396
Nocturno

La luna marcha tímida y sonriente en el nácar de su coche,

y las estrellas se entrelazan, como perlas azuladas de un


rosario,

dibujando en el cielo un corazón… ¡dulce breviario

de inquietudes, de promesas y esperanzas que se funden

en un haz de proyecciones astrales en la noche!...

En un haz de proyecciones que iluminan el sendero


al caminante

que extraviado por la niebla se internara en la maleza…

¡Y parecen esos astros la expresión de tu amor santo,

que derrama en la sombra de mi vida el dulce encanto

de tus ojos que me guían como antorchas rutilantes,

por las indas encrespadas del mar de mi tristeza!...

397
La luna se derrama dulcemente

en el plácido riacho murmurante,

como llovizna lenta de nácar transparente

diluida en un reflejo de luces fascinantes!...

Y oblicuamente, la viajera que desciende de tan lejos,

penetra en mi ventana siempre abierta y cae en mi rostro,

mientras busco la ascensión de mi espíritu en sus rayos…

¡Y mi alma se diluye en sus mágicos reflejos,

confundida en la blancura de sus pálidos desmayos!

Veo la luna y me parece ver tu imagen sobre el cielo,

a mirarme como un ángel, tiernamente…

creo entonces oír frases de ternuras y de amores,

y ese haz de luces blancas, aún más blancas que mi anhelo,

me recuerdan tu mirada, luz envuelta en los albores

de la aurora de la vida, despuntando en el Oriente…

Me parecen ser tus ojos, que de par en par se abren sobre


mí,

398
amorosamente,

iluminando las tinieblas de mi alma, siempre triste,

con su luz inmaculada que da ánimo y confianza;

proyectando claridad en mi corazón, del cual hiciste,

con la dulce sugestión embrujadora de tu empeño:

¡un Quijote que se embriaga, en un banquete de esperanza,

con el azul brebaje de la copa del ensueño!...

Viejo plátano

Este viejo árbol cuida con celo

la puerta de tu murada,

y recostando en él, noche tras noche velo,

velo tu sueño sin que sepas nada…

Este árbol sabe lo que estoy pasando…

Este árbol sabe lo que estoy sintiendo…

El vio la noche que me fui llorando,

y vio la noche que me fui sonriendo…


399
No me siento tímido al quedarme solo,

junto a este plátano sobre el cual suspiro…

En su corteza yo grabé tu nombre,

nombre que beso cada vez que miro.

Me preguntó de ti, bajo la promesa

de guardar el secreto que te andaba queriendo,

y mi cuchillo, en su verde corteza

murmuró tu nombre… y él quedó sabiendo.

El viejo amigo es para mí un tesoro,

fiel confidente del amor de un hombre.

Siento que algo me falta, aunque yo mismo ignoro,

si no voy al plátano a visitar tu nombre.

Noche tras noches, así, sin que me veas,

pues sé que nunca, nunca tú has de verme…


400
Quiero mirarte, aunque de lejos sea,

hasta que de tanto trasnochar enferme…

Este árbol sabe lo que estoy penando…

Este árbol sabe lo que estoy sufriendo…

¡Él vio la noche que me fui llorando,

y vio la noche que me fui sonriendo!...

Cuando el tiempo eche todo en el olvido,

si me ves junto al árbol, no te asombres,

¡que cómo si fuera a un túmulo querido,

iré hasta el plátano a besar tu nombre!

Enero 6 de 1933.

Sueño dulce

Esta locura de escribir su nombre,

me trae al alma sensación muy bella.


401
¡Ha de ser una gloria para ella,

reinar así en el corazón de un hombre!

Sueño con una paloma y con un nido,

los veo ante mis ojos por do ande.

¡Para mí que este amor es el más grande

de los grandes amores que ha habido!

Los cielos que abarca, ¡nadie alcanza!

Solo tiemblo al pensar en la desdicha

que mata en nuestro pecho la esperanza!

Prefiero, si ha de ser otra mi suerte,

morir, mientras sueño con la Dicha,

¡consagrando mi sueño con la muerte!

La estatua de mármol

402
Para mi estimado y buen amigo Dr. ADALBERTO
PEDRAGOSA

Un sediento, transido por la mágoa,

en el camino de su vida un día,

halló una estatua inanimada y fría,

que ostentaba en la diestra un vaso de agua.

Se moría de sed… se arrodillaba

suplicando una gota, - ya con duda,

pero la estatua continuaba muda,

¡y la visión del agua le excitaba!

Y sufrió… y lloró… hasta que un día,

luego de agotar ruegos y arengas,

al expirar, clamaba en su agonía:

-Estatua sin corazón, ¡caí en tu red!...

403
¡Guarda tu agua, que talvez la tengas,

para ofrecer a quien no tenga sed!...

Serenata

Despierta!, que mi canto te convida

al amor, con el lloro de su acento!...

Y apenas temblequean en el viento

las hojas de los árboles, querida…

Abre bien tu ventana, mi tesoro,

y escucha la canción de mi querer...

¡Ya es tan tarde, que el pájaro canoro

anuncia el esplendente amanecer!

Arrójame una flor, amada mía,

para premiar mi amor con la fortuna

de tu feliz respuesta a mi osadía;


404
y de mi lira se ahogará la queja,

y me verás, bañado por la luna,

escalando la tapia hasta tu reja!...

Soneto a HECILDA CLARK

Famosa Escritora, Socióloga, Orador, Poetisa. Mensajera de


Paz, y Conferencista brasileña.

HECILDA CLARK sembrando blancas rosas va…

Es corazón que canta, esta poetisa inquieta…

Difícil es mirarla y no sentirse poeta;

difícil es leerla… y no admirarla ya.

Su alma pura es alba de bello amanecer,

que asoma en sus ojos de angélica mirada.

Y nunca tantas gracias se vieron reflejadas

en una sola imagen hermosa de mujer.

405
Su nombre esclarecido, su obra, su altruismo,

su siembra generosa de amor y patriotismo,

honra al BRASIL y AMÉRICA a la vez!

Alcázar de cultura, su musa maravilla;

alcázar de virtudes, en ella todo brilla;

¡no en vano la Gloria besando está sus pies!

Prometeo, fuiste feliz…

¡Oh Padre del Humano Pensamiento,

Prometeo, Señor de las Blasfemas:

yo te evoco a través del sentimiento

que derrama su néctar en mis poemas.

Yo quiero, cada vez que ella los lea,

que sepa que al perderla yo he sufrido,


406
y que en mis cantares siempre vea,

mi alma suspirando por su olvido.

Prometeo mitológico; mi mal,

es más cruel acaso… y torturante,

que el buitre en tu hígado inmortal…

Tú fuiste más feliz… tú has desafiado

de Júpiter las iras… y no obstante,

Hércules del Scitia te ha salvado…

Suspiros

Detrás de la suave belleza de un rostro de calma,

se pierden los ojos del que ama, soñando…

Así, en las rutas del aire, temblando,

se van los suspiros profundos de mi alma…

407
Suspiros que al pecho conmueve e inquieta;

suspiros que abren un cielo en la vida,

suspiros que llenan un mundo, querida,

y consagran la musa gentil de tu poeta…

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