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Buenas tardes.
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Yo “creo”, y subrayo el verbo creer, porque me parece que es el verbo
pertinente, y sobre esto volveré más adelante, que la vida se formó a
partir de materia inerte, por medio de procesos naturales, que no
requieren de la existencia de un creador. A continuación, intentaré
fundamentar esta afirmación.
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conocemos, que desembocó finalmente en los seres humanos. En
otras palabras, creo que la transición de la química a la biología no
requiere de componentes ni esencias distintas de las de la materia y
energía conocidas, sólo de las leyes de la física y la química, además
de ciertos niveles de complejidad molecular que admitan una
explosión combinatoria suficientemente vasta, de modo que la baja
probabilidad de encontrar moléculas auto replicantes se contrarreste
con el altísimo número de opciones desde donde escoger. Ellas
permitieron el ensayo trillones de opciones, variantes unas de otras,
de las cuales se retuvieron aquellas que admitían la auto replicación,
originando así la trayectoria que dio lugar a los organismos vivos, a
partir del Ultimo Ancestro Común Universal, LUCA en inglés, y, por
lo tanto, la vida, en esa perspectiva, sólo corresponde a
configuraciones de partículas especialmente complejas e
improbables, pero no a la obra de un creador.
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replicación de información por el DNA, la manera como las células
adquieren oxígeno, bombean energía o expulsan anhídrido de
carbono, entre tantos otros. El paso de la química a la biología no es
un salto que ocurre en un momento preciso del tiempo o se captura
mediante un evento instantáneo, ni siquiera se define por una lista de
atributos sobre los que hay que verificar si están o no están presentes,
sino que más bien se trata de una trayectoria acumulativa de
transiciones desde lo inanimado a lo vivo. Más aún, el mismo
Rutherford reproduce la definición informal que la NASA da al
respecto: dice la NASA que para reconocer si algo está vivo, se debe
mirar si sigue una evolución darwiniana (variación y selección,
además de reproducción y herencia). If it’s darwinian, it’s alive
resume esa idea.
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elementos que componen las células, es decir, los componentes con
que se construyen todas las células, pero además, que éstas tengan los
códigos de información y de procesamiento bioquímico que les
permita auto replicarse o reproducirse. La secuencia precisa de cómo
esos procesos ocurrieron no se conoce, y es posible que nunca se
conozca, pero sí es posible que se puedan reproducir condiciones que
simulen partes de ese proceso, que le den aún mayor plausibilidad a
esa hipótesis. El avance de la ciencia está cada vez más cerca de
lograrlo. Los experimentos de Lane en el edificio Darwin del
University College London, simulando condiciones de temperatura,
materiales y disposiciones geométricas del fondo marino de hacer 4
billones de años atrás, lo ilustran con convincente realismo.
Si, por las razones expuestas, lo que acabo de decir constituye una
hipótesis plausible, entonces cabe preguntarse por la relación que eso
tiene con la existencia de un creador. La recién bosquejada respuesta
de la ciencia respecto del origen de la vida – que aunque no es
completamente concluyente, sigue continuando en su avance a serlo
– no requiere de la presencia de un creador, ni siquiera para los seres
humanos. Eso avalaría mi afirmación inicial que creer en él no es
necesario para tener una explicación del origen de la vida. Sin
embargo, el que la vida provenga de la interacción natural de materia
inerte siguiendo las leyes de la física y la química, no resuelve el
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origen del repositorio de partículas y de energía que permite que esos
componentes inertes se organicen de maneras complejas y
evolucionen hasta llegar a ser organismos vivos. Por lo tanto, la
pregunta por la necesidad de un creador se traslada al nodo anterior,
al del origen del universo. Aunque en la versión que acabo de dar, el
origen de la vida deja de ser misterioso, eso no le quita misterio al
origen del Universo. Y aunque la ciencia tiene una respuesta -
incompleta, es cierto - del origen del universo - el Big Bang, la
aparición espontánea a partir de la nada de partículas de materia y
antimateria, o a partir de infinitesimales fluctuaciones cuánticas – ello
no resuelve, efectivamente, lo que ocurría antes del Big Bang, o cómo
es que éste se originó. Y aunque uno podría argumentar que el
concepto de tiempo antes del Big Bang pierde sentido, pues se trata
de categorías de comprensión de la naturaleza contingentes a las
características de la evolución de nuestro sistema nervioso central y
sus capacidades cognitivas y categorías epistémicas, como tiempo y
espacio, el problema no queda completamente resuelto.
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que lo rigen, porque después se transforma en un “espectador” inerte
de su desarrollo siguiendo esas leyes. En ese escenario, ello
desemboca, de acuerdo a la historia que la ciencia ha construido, en
el origen de la vida al que hemos hecho referencia. La segunda
versión, la teísta, afirma que, además, ese creador interviene en
nuestras vidas, especialmente en las vidas humanas, dando guías
morales, otorgando consuelo, concediendo favores u ofreciendo
recompensa eterna.
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infinitos? Me parece que todas estas elucubraciones son muy
confusas. Volveré sobre ellas al final, cuando me refiera al verbo
“creer”.
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Sin embargo, admito que a pesar de creer en la ciencia como la manera
de entender el mundo, no tenemos una prueba definitiva, o un
imperativo lógico incontrarrestable, que nos asegure que el camino de
la ciencia es “el camino” que nos conduce al conocimiento del mundo.
Ello es sólo una suposición inicial que hacemos, basada en el hecho
que describir las leyes que rigen las regularidades observables, lo que
hace la ciencia, nos ha dado hasta ahora buenos resultados. Pero sigue
siendo un supuesto. Sin embargo, tampoco disponemos de algo que
nos pruebe, empírica o lógicamente, la existencia (no la coherencia
del concepto) de un creador. Sólo podemos “creer” en él. Es decir,
cuando escogemos uno u otro camino, lo hacemos como un acto de fe
inicial, porque “creemos” que ese camino es el adecuado, o sea,
porque nos formamos la convicción de que eso es así. ¿Y cómo se
forman las convicciones? ¿Qué son las convicciones?
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Ella no se basa en una prueba lógico-matemática, independiente de
nuestro sistema de interpretación de la realidad, sino que corresponde
a una afirmación interna, apoyada en nuestro circuitaje neuronal, que
nos insta a creer y actuar sobre esa base.
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construir nuestras explicaciones del mundo. Podemos creer en el
método científico, o podemos creer en la existencia de un creador. Esa
es la importancia de utilizar el verbo “creer” que mencioné al
principio. Ese es el verbo epistemológicamente correcto a usar.
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