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5 HERIDAS EMOCIONALES QUE TE

AFECTAN DESDE TU INFANCIA


Aleja julio 29, 2015 Salud No hay comentarios
Las situaciones, conflictos y problemas que vivimos durante la infancia, no
siempre se quedan enterrados en el pasado. De hecho, muchas de esas
vivencias se quedan enquistadas en lo más profundo del inconsciente y desde
ahí ejercen su influencia sobre nuestra vida cotidiana, aunque la mayoría de las
veces ni siquiera somos conscientes de ello.
Cuando sufrimos un trauma o una herida emocional, el niño que aún vive
dentro de nosotros, continúa respondiendo como si estuviera en peligro, por lo
que nos impide dar respuestas adaptativas, adecuadas a nuestra edad y nivel
de madurez. En práctica, ante determinadas situaciones, ese niño asustado,
humillado o abandonado, toma el control. Por supuesto, en esos casos, puede
hacer más daño que bien.
Los problemas vividos de los 0 a los 7 años con nuestros padres explican en un
alto grado cómo será nuestra futura calidad de vida y cómo ello influirá en
nuestro bienestar y ante nuestras dificultades. Es aquí donde se generan 5 tipos
de personalidad partiendo de las 5 heridas de la infancia básicas: injusticia,
rechazo, abandono, traición y humillación. Así, de alguna forma, a partir
de estas 5 heridas emocionales o experiencias dolorosas de la infancia,
conformaremos una parte de nuestra personalidad.
Si tuviste dificultades con tu progenitor de sexo contrario,
tendrás dificultad para recibir amor, mientras que si tu
progenitor del mismo sexo no ha sido un buen modelo,
tendrás dificultad para expresar amor y amarte a ti mismo. Y
esas dificultades, con toda probabilidad, se perpetúan en la
edad adulta a no ser que sean sanadas.

LA TEORÍA DEL APEGO


Para comprender el efecto que los traumas y las heridas infantiles tienen en
nuestra vida como adultos, debemos adentrarnos en la teoría del apego. Según
esta, para entender el tipo de relaciones que establecemos en la adultez, es
imprescindible mirar hacia atrás, hacia las relaciones que establecimos con
nuestros padres o figuras importantes.

Según la teoría del apego, el comportamiento de los padres y las relaciones


afectivas que establezcan con sus hijos, tienen profundas implicaciones en la
forma en que los niños reaccionarán en el futuro. Esa relación afectiva
sobrevivirá a lo largo del tiempo ya que es la base sobre la cual formamos
nuestro “yo”. De hecho, en base a esa relación, construimos una serie de
modelos internos que nos orientan y nos permiten interpretar el medio.

Cuando esa relación ha generado un apego seguro, existen grandes


probabilidades de que nos convirtamos en personas abiertas y seguras de sí
mismas. Cuando ese apego es evitativo, ambivalente o desorganizado,
tendremos una visión distorsionada y negativa del mundo y de nosotros
mismos, por lo que, a la larga, tendremos que afrontar más conflictos y no
poseeremos los recursos psicológicos necesarios para hacerles frente.

Por supuesto, las heridas emocionales de la infancia no son un fardo que


debemos arrastrar por siempre, pero es importante aprender a reconocerlas
porque solo de esa forma, podremos sanarlas y continuar adelante.

LAS HERIDAS INFANTILES QUE MÁS DUELEN


EN LA ADULTEZ
1. EL RECHAZO
Es una herida muy profunda que cuando la sufres, te sientes rechazado en tu
interior y vives una idea equivocada respecto al derecho a existir. Se origina y
es mucho más intensa cuando es producida por el progenitor del mismo sexo.
Suele suceder cuando el bebé llega por sorpresa y en la primera etapa del
proceso uno o los dos progenitores lo viven como un fastidio en ese preciso
momento, o bien porque existe verdadero rechazo por parte de uno de ellos.

El miedo al rechazo surge tan pronto como el niño se da cuenta de que es una
persona independiente de sus padres, aproximadamente a los dos años de
edad. En ese momento, el niño comienza a buscar activamente la aceptación
de las figuras que son importantes para él. Si estas personas le rechazan, se
creará una herida emocional difícil de cicatrizar ya que genera la creencia de
que no es suficientemente bueno ni digno de ser amado. Su principal conducta
es la de huidizo.
El rechazo en la infancia provoca la descalificación hacia uno
mismo y genera una baja autoestima. Los pensamientos
principales son de rechazo, miedo a fracasar, de No ser
deseado y que necesitan imperiosamente la aprobación de
los demás. “No sirvo para nada”, “lo que digo no le importa a
nadie”, “no sé para que participo”, “no tengo capacidad para
hacer esto”, “soy malo para esto”, “nadie me escucha”.
Tiende a huir de las situaciones desagradables. No es muy partidario a
socializar y tiende a abandonar lo que inicia. No se apega a las cosas ni a las
personas. Considera sus relaciones y su dinero útiles aunque no le generan
placer.

¿CÓMO SANAR ESTA HERIDA?


Comienza a valorar tus habilidades positivas y logros. Poco a poco, atrévete a
arriesgar y tomar decisiones por ti mismo. Te darás cuenta que a medida que
ganas seguridad, la opinión de los demás deja de condicionarte. De esta forma,
comenzarás a vivir más plenamente, haciendo lo que de verdad te gusta y
apasiona.

2. EL ABANDONO
Los niños necesitan a otras personas para crecer, solo a través de ese contacto
se forma adecuadamente su personalidad. Sin embargo, si sus padres siempre
han estado ausentes la mayoría del tiempo, que trabajan todo el día o ante la
llegada de un nuevo hermano, aunque sea desde el punto de vista emocional,
ese niño se sentirá abandonado, no tendrá un apoyo a quien recurrir cuando lo
necesite. También sucede cuando te aíslan en una parte de la casa la mayor
parte del tiempo. Es mucho más intenso cuando se vive con el progenitor del
sexo opuesto. Sus pensamientos son de aislamiento, de abandono y de víctima.
Se orientan en un alto grado hacia la soledad. Su principal conducta es la
dedependiente.
Por eso, las personas que han vivido experiencias de
abandono en su infancia, suelen ser inseguras y desarrollan
una dependencia emocional, basada en un profundo miedo a
que les vuelvan a abandonar. “No estoy dispuesto a
soportarlo más”, “nadie me apoya en esto”, “nadie me
ayuda”, “prefiero estar solo”, “tú verás lo que haces”, “si
abandonas no vuelvas”. Son sus modos de comunicarse ante
un problema.
Su mayor temor es la soledad y no soporta estar a solas consigo mismo; al final
acaba estando solo. Es retraído, no le gusta el contacto con los demás, genera
un verdadero drama ante una mínima situación sin importancia, solicita y busca
el apoyo de los demás ante los conflictos.

¿CÓMO SANAR ESTA HERIDA?


La herida causada por el abandono no es fácil de curar. Así, tú mismo serás
consciente de que ha comenzado a cicatrizar cuando el temor a los momentos
de soledad desaparezca y en ellos empiece a fluir un diálogo interior positivo y
esperanzador. Es importante que aprendas a estar a gusto contigo mismo. No
es necesario que siempre tengas a personas a tu alrededor, a veces, la soledad
es buena consejera. Recuerda que a lo largo de la vida, nos encontramos con
muchas personas y es normal que en cierto punto nuestros caminos se separen.
Aprende a abrazar los cambios y desarrolla una visión optimista de las
relaciones interpersonales, es posible que al doblar de la esquina haya alguien
fabuloso esperando conocerte.

3. LA HUMILLACIÓN
Se ha demostrado que el rechazo y la humillación social, no solo provocan
sufrimiento sino un dolor a nivel físico ya que esta sensación comparte los
mismos circuitos cerebrales que el dolor. La humillación ya resulta difícil de
sobrellevar para un adulto, por lo que para un niño puede ser una herida atroz.
De hecho, es probable que aún recuerdes un hecho de tu infancia en el que te
sentiste humillado. Si esa situación se repite con frecuencia, es probable que la
persona termine desarrollando un mecanismo de defensa que la convierta en
un ser tiránico y egoísta, se trata de una coraza para defenderse de
humillaciones futuras.

Ocurre en cualquier ámbito durante la infancia. Se da en las situaciones


repetitivas en las que te avergüenzan, te gritan, te humillan y te comparan. Se
genera tanto en el entorno familiar como en el entorno social. Se hace más
fuerte cuando estas conductas provienen de la madre.

Los principales pensamientos son de abandono, de comparación y de rebajarse


a los demás (soy una basura). Los procesos mentales se enfocan en querer
poner solución a los problemas de los demás abandonando los intereses
propios, cosa que hace justificar y reafirmar su humillación. La conducta
principal es de dependiente.
Es orgulloso, rígido y masoquista (generando cierto placer en
el sufrir). Necesita estar atado a otras personas y cargar con
los problemas de los demás. No lo merezco, no soy digno, soy
muy poca cosa para esto, no tiene importancia.
¿CÓMO SANAR ESTA HERIDA?
En este caso, es importante aprender a perdonar. Solo cuando dejamos ir el
rencor que hemos guardado durante años, podemos encontrar nuestro
verdadero “yo”, que no es un niño asustado que necesita defenderse sino un
adulto seguro de sí, que conoce sus capacidades y no duda en defender sus
derechos de forma asertiva.

4. LA TRAICIÓN
Una de las cosas que no perdonan los niños, es haber sido traicionados, sobre
todo por sus padres. Sin embargo, se trata de una situación bastante común ya
que muchos padres hacen promesas que luego no cumplen. De esta forma,
generan en el niño la idea de que el mundo es un sitio poco fiable. Surge en la
infancia cuando el niño se siente traicionado por alguno de sus progenitores. La
manera principal de traición es cuando sus padres no suelen cumplir las
promesas que hacen al hijo. Se intensifica cuando la conducta se sufre con el
progenitor del mismo sexo.

Sin embargo, si no logramos confiar en las personas, nos convertimos en


ermitaños, aislados del mundo, que nunca podrán lograr nada y que se sentirán
profundamente solos. Estas personas normalmente se comportan de manera
fría, intentan construir un muro en sus relaciones interpersonales y no dejan
que los demás entren en su intimidad.

Los principales pensamientos son de traición lo que genera que deriven en


sentir envidia de los demás por no merecer lo que tienen. Suelen ser muy
rígidos con la consecuencia de ser difícil poder cambiar la manera de pensar. La
principal conducta es la de controlador.
Le gusta tener el control sobre los demás para así evitar ser
traicionado. Su carácter es fuerte para justificar su capacidad
de control y le gusta manejar grupos. Suele confirmar sus
principales temores provocando que se produzcan. Los
mayores miedos del controlador son el disociarse de sí mismo
y separarse o perder a su pareja.
¿CÓMO SANAR ESTA HERIDA?
El hecho de que las personas en las que debías confiar te hayan defraudado, no
significa que todos lo harán. Para construir relaciones sólidas, es necesario dejar
entrar a los demás en tu vida y confiar en ellos. Solo cuando eres capaz de
entregarte, los demás se entregarán a ti.

5. LA INJUSTICIA
Se origina en un entorno en el que los progenitores son fríos en sus relaciones y
de conductas severas. Ocurre en la infancia cuando comenzamos a vivir nuestra
integridad como persona. Los padres comienzan a exigir demasiado al hijo. Es
más fuerte si el origen es con el progenitor del mismo sexo. Suelen ser estrictos
consigo mismos y tener pensamientos de comparación con los demás y con
ciertos indicios de auto-sabotaje. Buscan la exactitud. No es posible que otros
tengan lo que a mí me ha costado tanto trabajo, son pensamientos que suelen
rondar por su cabeza.

Hace poco se descubrió que los niños muy pequeños, de apenas 15 meses, ya
tienen un sentido de la justicia lo suficientemente desarrollado como para
catalogar una situación como desigual o igualitaria. Por eso, recibir una
educación en la que han sido víctimas de injusticias constantes, lacera
profundamente su “yo”, transmitiéndoles la idea de que no son merecedores de
la atención de los demás.

Un adulto que sufrió injusticias de niño puede convertirse en una persona


insegura o, al contrario, en alguien cínico que tiene una visión pesimista de la
vida. Esta persona tendrá problemas para confiar en los demás y establecer
relaciones porque, inconscientemente, piensa que todos le tratarán mal. Su
principal conducta es la rigidez.
Intentan ser muy importantes y proyectar fuerza y
poder. Fanáticos del orden y de conducta perfeccionista Solo
confían en sí mismos., les cuesta tomar acción, le gusta dar
órdenes y dirigir. “Justamente eso es lo que quiero”,
“exactamente es lo que debes hacer”, “creo que es justo,
estás de acuerdo conmigo”.
¿CÓMO SANAR ESTA HERIDA?
Es importante aceptar que las injusticias que se hayan cometido en la infancia,
no tienen por qué repetirse en la adultez. Comprende que ahora cuentas con
otros recursos para hacer valer tus derechos y recibir un trato mucho más justo.

Ahora que ya conoces las 5 heridas de la infancia que pueden estar afectando a
tu bienestar y sus personalidades asociadas. ¿Con cuáles de ellas te
caracterizaste?. Analizar estos tipos de conductas y reconocerlos en nosotros
mismos es el primer paso para sanarlos. ¿Qué vas a hacer ahora?
Puedes ver también 6 PASOS PARA SANAR NUESTRAS HERIDAS EMOCIONALES.

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