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El apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre la
madre y el recién nacido o la persona encargada de su cuidado. Su función es asegurar el cuidado,
el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad.
El establecimiento del apego desde la infancia más temprana se relaciona principalmente con dos
sistemas: el sistema exploratorio, el cual permite al bebé contactar con el ambiente físico a través
de los sentidos; y el sistema afiliativo, mediante el cual los bebés contactan con otras personas.
En el transcurso del primer año, se establece un vínculo de apego con la persona con quien tiene
más contacto y aparece el miedo ante los desconocidos.
A continuación, veremos en qué consiste cada uno de los tipos de apego propuestos por Bowlby,
así como algunas manifestaciones en niños y adultos.
1. Apego seguro
Este tipo de apego está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador no
va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. De acuerdo con Bowlby, este tipo de apego
depende en gran medida de la constancia del cuidador en proporcionar cuidados y seguridad.
Debe tratarse de una persona atenta y preocupada por comunicarse con el recién nacido, no sólo
interesada en cubrir las necesidades de limpieza y alimentación del bebé. Desde luego, el
inconveniente es que esto supone una entrega casi total de parte del cuidador o cuidadora, lo cual
puede resultar complicado para algunas personas.
Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos, interactúan de manera
confiada con el entorno y hay una sintonía emocional entre el niño y la figura vincular de apego.
No les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y no les provoca miedo el abandono.
Es decir, pueden llevar a una vida adulta independiente, sin prescindir de sus relaciones
interpersonales y los vínculos afectivos.
Las emociones más frecuentes en este tipo de apego, son el miedo y la angustia exacerbada ante
las separaciones, así como una dificultad para calmarse cuando el cuidador vuelve. Los menores
necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera permanente que no les abandonen.
Exploran el ambiente de manera poco relajada y procurando no alejarse demasiado de la figura de
apego.
3. Apego evitativo
Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus cuidadores,
lo cual les provoca sufrimiento. Se conoce como “evitativo” porque los bebés presentan distintas
conductas de distanciamiento. Por ejemplo, no lloran cuando se separan de cuidador, se interesan
sólo en sus juguetes y evitan contacto cercano.
Lo constante han sido conductas de sus cuidadores que no han generado suficiente seguridad, el
menor desarrolla una autosuficiencia compulsiva con preferencia por la distancia emocional.
4. Apego desorganizado
Es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en que el niño presenta comportamientos
contradictorios e inadecuados. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego.
Lo constante en los cuidadores han sido conductas negligentes o inseguras. Se trata del extremo
contrario al apego seguro. Casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el niño es la
pérdida de confianza en su cuidador o figura vincular, e incluso puede sentir constantemente
miedo hacia ésta.
De adultos suelen ser personas con alta carga de frustración e ira, no se sienten queridas y parece
que rechacen las relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo. En otros casos, este tipo de
apego en adultos puede encontrarse en el fondo de las relaciones conflictivas constantes.
Sí, el apego no es inmutable ni se mantiene en la misma medida en todas las personas a medida
que el desarrollo progresa. Además, el comportamiento de todo individuo en una relación se ve
mediado por la conducta del otro. Las relaciones de amistad, laborales y de pareja también
influyen en el tipo de apego y el rol que se mantienen con las nuevas figuras de apego.
Todo esto es necesario interpretarlo desde un prisma integrador; lo cual implica que todas las
interrelaciones que se producen desde el nacimiento hasta la edad adulta marcan el
comportamiento del momento actual. Una persona con un estilo de apego inseguro en la infancia
puede “aprender” de a las conductas de apego seguro que le proporcionan su pareja u otras
personas queridas, como puede ser un grupo de amigos íntimos psicológicamente saludables. En
todo caso, lo importante es desarrollar las estrategias convenientes para generar seguridad, con
los recursos que tengamos disponibles.
Las características de las conductas dependientes en una relación romántica tienen características
muy similares en el tipo de apego ansioso. Sus similitudes radican en que ambos presentan los
mismos componentes esenciales como los son el temor a la pérdida de la figura vinculada, la
búsqueda de proximidad, y la protesta por la separación.
La Dependencia Emocional es una adicción hacia otra persona, generalmente la pareja. Cuando
uno sufre dependencia, genera una necesidad desmesurada del otro, renunciando así a su libertad
y empezando un camino de lo más tortuoso y desagradable, en que por cada minuto de falsa
felicidad, derramamos litros y litros de lágrimas.
Schaeffer (1998) manifiesta que algunas personas tratan de cubrir con su dependencia,
necesidades insatisfechas durante su infancia, términos de Bowly (1989) estas personas no
crearon una “base segura” en la niñez, entendida ésta como la presencia y accesibilidad de figuras
adultas, que les permitiera tener una autoestima y auto confianza en la adolescencia o la edad
adulta.
En todos las personas que sufren Dependencia Emocional, los síntomas son muy parecidos.
Síntomas de la Dependencia
Necesitar al otro. Necesidad imperiosa de estar cerca de la persona amada o sentir amor la
mayor parte del tiempo.
Exigirle al otro que me dé más muestras de que está enamorado de mí, ya que si no, ya
interpreto que “no soy importante” “que no me quiere”.
Deseo de que en todo momento quiera estar conmigo, que me haga sentir constantemente que
“soy su prioridad”, aunque a menudo, por la manera de ser del otro, no lo voy a sentir.
Generar una gran necesidad de control absoluto del otro (y ésto lleva a discusiones en la
relación). Altos niveles de obsesión, preocupación y/o comportamientos vigilantes y controladores
por miedo a perder la fuente del placer/seguridad (temor al abandono, a un engaño, o a la
soledad).
Dejar de ser yo, de comportarme de acuerdo con mi personalidad, para gustarle más al otro, para
asegurarme de que el otro me siga eligiendo y no me deje. Incluso puedo llegar a hacer cosas que
jamás me habría imaginado que iba a hacer (cosas incluso degradantes para mi) con tal de no
perderle.
Se van dejando amigos de lado, seres queridos...ya que el mundo gira totalmente en torno a
nuestra pareja, nos vamos aislando con el otro. Aunque el otro, a menudo, sigue con su vida de
amigos y demás. Reducen las actividades sociales, laborales o recreativas (reducción hedonista)
para estar con la persona amada.
La relación nos genera ansiedad, no dormimos bien por las noches, a menudo tenemos ganas de
llorar desconsoladamente y sintiendo una gran impotencia por la misma situación.
Nos damos cuenta que estamos estancados, y aun así seguimos luchando.
Acostumbran a ser relaciones en las que hay rupturas reiteradas y reiteradas reconciliaciones,
siempre volviendo con los mismos propósitos de cambio una y otra vez, una y otra vez...aunque
por supuesto, no cambie nada.
A la persona dependiente, en realidad no le gusta cómo es el otro, ya que le hace sufrir mucho
por su manera de ser y comportarse, por su personalidad...pero aun así no quiere dejar de luchar.
Su vida se ha convertido en eso, una lucha que nos va marchitando, quitando la ilusión, nos va
haciendo invisibles y a veces incluso nos enferma.
Es probable que la persona dependiente tenga alguien con quién se desahoga explicándole lo que
siente, pero se da cuenta que le cuenta una y otra vez la misma historia, tantas veces que en algún
momento de lucidez toma conciencia de que aquello no funciona, pero se tapan los ojos y vuelven
a intentarlo.
Lo que define el apego no es tanto el deseo sino la incapacidad de renunciar a él cuando debe
hacerse, y podríamos decir que tal renuncia es conveniente, si el vínculo resulta dañino para la
salud mental y/o el bienestar de uno, el mundo y la gente que nos rodea. Concretamente y
respecto al amor, renunciar a una relación, al menos en principio, debería hacerse cuando: (a) ya
no te aman, (b) tu autorrealización vital se ve afectada, y (c) si tus principios se ven vulnerados.
El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse, cuyas premisas son:
independencia (soy dueño de mis actos), no posesividad (no me perteneces ni te pertenezco) y no
adicción (podría prescindir de ti). (WALTER RISO)
Tomar conciencia implica tener que aceptar que aquello no funciona, y que se va a acabar y
cuando hay una adicción no es nada fácil pensar en vivir sin aquello que sentimos que tanto
necesitamos.
Una vez somos concientes de lo que nos pasa y aceptamos nuestra dependencia, tenemos que ir
dejando espacio en nuestra mente a la idea de que debemos hacer un cambio y soltar al otro. Para
ello, es muy bueno pensar mucho en la dependencia, darnos cuenta de todo cuanto hemos
llegado a hacer, cuánto nos hemos arrastrado, degradado, cuánto hemos cambiado a causa de esa
necesidad de no perder al otro.
Por ejemplo, puede ser que una de esas situaciones sea el disfrutar únicamente con la compañía
de tu pareja y esto provocó que te alejaras cada vez más de tu familia y amigos.
3. ¿Qué pasaría si...? A continuación reflexiona acerca de los beneficios que traería a tu vida
el disminuir tu dependencia emocional hacia tu pareja.
Por ejemplo, ¿qué pasaría si le dedicaras también tiempo a tu familia y amigos?, ¿cómo te
sentirías?, ¿en qué crees que te beneficiaría de forma individual y a tu relación?
El hacer esto va a ayudarte a que aprendas a ver las cosas desde un enfoque distinto y más
positivo. Cada vez que te vengan a la mente cuestiones relacionadas con la dependencia y tengas
miedo de comenzar a realizar acciones para ser más independiente de tu pareja, piensa en los
beneficios de sentirte independiente.
Podés por ejemplo centrar tu atención en lo bien que te vas a sentir más adelante.
Pensar en lo positivo que es hacer un cambio por el bien de tu relación, imagínate logrando tus
objetivos personales que habías dejado de lado, etc.
4. Habla con tu pareja: La comunicación es esencial para mantener una buena relación con
tu pareja.
Una comunicación abierta y asertiva va a favorecer a que ambos puedan ir resolviendo con mayor
soltura cada problema normal que aparezca en la relación.
Por lo que sería importante que hablaras de esta situación con tu pareja y le expresaras tu
preocupación, así como las ganas que tienes de mejorar de manera individual y como pareja.
Esto te va ayudar a ser comprendido(a) por él /ella y a que puedas comenzar a implementar
cambios con mayor confianza.
5. Recupera o reestablece tus objetivos individuales. Los objetivos en común que tengas
con tu pareja son muy importantes pero no te olvides de que tus objetivos individuales
también lo son.
Si te has olvidado de ellos y te has dedicado a enfocarte únicamente en los que tienes en común
con tu pareja, es hora de que los recuperes y/o te los plantees nuevamente ya que te brindarán
también un sentido personal.
Así como disfrutamos de la compañía de otras personas, es importante también que aprendamos
a disfrutar de nuestra soledad. Un consejo para que puedas comenzar a lograrlo es que hagas
cosas que te apasionan.
Estas pueden ser desde escuchar música, desarrollar alguna actividad a solas, ver una película o
simplemente descansar.
Los amigos son también parte importante de la vida de toda persona y pueden ser un gran apoyo
en los momentos difíciles.
Referencias bibliográficas:
Bowlby, J. (1977). The making and breaking of affectional bonds. The British Journal of Psychiatry, 130(3): 201-210.
López, F. (2009). Amores y desamores: procesos de vinculación y desvinculación sexuales y afectivos. Madrid: Biblioteca
Nueva.
Guía práctica Para vencer la dependencia emocional. WALTER RISO
Tipos de Apego y sus implicaciones psicológicas - Por Rafael Gómez .
https://www.mentesabiertas.org/articulos/publicaciones/articulos-de-psicologia/tipos-de-apego-y-sus-implicaciones-
psicologicas 27/8/20
MANUAL DE DEPENDENCIA EMOCIONAL AFECTIVA. Silvia Congost.