Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Y uno diría: Pero mi madre o mi abuela fue una buena mujer. Si claro,
una buena mujer, pero sin reconocimiento, sin voto, sin fuerza para
defender sus ideales, para salir a cumplir nuevos sueños, sin fuerza
para defenderse. Viviendo para servir no haciendo ruido, sin quejarse,
sin alterarse, viviendo una desvalorización que comenzó desde su
infancia en el seno de su familia y que mantuvo al unirse a un hombre
que mantuvo dicha desvalorización latente.
Jovencitos hábiles para los deportes o el arte que son minimizados por
sus mismos padres, que les hablan de un futuro laboral útil, de
ingresos económicos como meta primordial, provocando que
abandonen aquello que aman hacer y para lo que son extraordinarios.
Jovencitas hermosas que ya desde su casa son llamadas gordas, tontas,
feas, y que crecen sintiéndose apenas merecedoras de cariño o
reconocimiento.
Sentirnos, hoy por hoy, con miedo de cambiar de trabajo, con miedo de
arreglar nuestra situación sentimental por miedo a quedarnos solos.
Miedo a reclamar un equivocado cobro, miedo a alzar nuestra voz ante
una injusticia, miedo a hablar siquiera o a pensar.
Así que es tu deber descubrir quién te desvaloriza, hoy por hoy. Quién
te desvalorizó a lo largo de toda tu vida y tú a quién desvalorizas
constantemente.
Comienza por repetirte lo bueno que eres, lo bella que eres, lo fuerte
que eres, felicítate por esa buena elección que hiciste o esa decisión
que tomaste. Descúbrete reconociendo algo valioso en tus hijos, en los
demás y diciéndolo en voz alta.
“Soy la mujer más inteligente del mundo, la más bonita, la más fuerte,
la más segura de sí misma”