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NUEVAS TERAPIAS PSICOLÓGICAS: LA TERCERA GENERACIÓN

http://www.psicologia-
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Autora: Cristina Roda Rivera


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Índice del capitulo 2


 CAPÍTULO 2: LA TERCERA OLA DE TERAPIAS
 2.1. Introducción

 2.2. La Terapia de Activación Conductual


 2.2.1. Porqué surge la terapia de Activación Conductual

 2.2.2. Características de la Activación Conductual

 2.3. La Terapia Integral de Pareja


 2.3.1. Porqué surge la Terapia Integral de Pareja

 2.3.2. Los problemas de pareja desde la TIP

 2.3.3. La intervención en TIP

 2.4. Terapia de Aceptación y Compromiso


 2.4.1 Poner un mayor énfasis en la aceptación

 2.4.2. Ofrecer una nueva concepción de lo que ha de entenderse por "mejoría clínica"

 2.4.3. Situar los problemas psicológicos y sus posibles soluciones en un marco

axiológico

 2.4.5 Colocar al terapeuta en una situación paradójica

 2.4.6. Objetivos de ACT

 2.4.6.1. El trastorno de evitación experiencial

 2.4.6.2. ACT, como tratamiento radical del TEE

 2.4.7. Fundamentación teórica de ACT

 2.4.8. Fundamentación metodológica de ACT

 2.4.9. Aplicaciones de ACT

 2.5. La Psicoterapia Analítico Funcional


 2.5.1. El uso de PAF para mejorar la terapia cognitiva para la depresión

 2.5.2. Bases teóricas

 2.5.3. Estudios empíricos y otras aplicaciones

 2.6. La Psicoterapia Analítico Funcional y La Terapia de


Aceptación y Compromiso
 2.7. La Terapia Conductual Dialéctica de Linehan
 2.8. La Terapia Cognitiva basada en Mindfulnes
 2.8.1. Sufrimiento humano y trastorno evitación experiencial

 2.8.1.1. Contextos verbales de la evitación experiencial

 2.8.2. Que significa la palabra mindfulness

 2.8.3. Componentes y procesos psicológicos

 2.8.4. Aplicaciones y evidencia empírica

 2.8.5. Defusión Cognitiva

 2.8.6. Objetivos

 2.8.7. Técnicas y metáforas empleadas

 2.8.8. Conclusiones

CAPITULO 2: LA TERCERA "OLA" DE TERAPIAS DE CONDUCTA O


TERAPIAS DE TERCERA GENERACIÓN

2.1. Introducción
En palabras de Hayes (2004a, b), la tercera generación de terapias de conducta ha sido definida del
siguiente modo:

<< Fundamentada en una aproximación empírica y enfocada en los principios del aprendizaje, la

tercera ola de terapias cognitivas y conductuales es particularmente sensible al contexto y a las funciones

de los fenómenos psicológicos, y no sólo a la forma, enfatizando el uso de estrategias de cambio basadas

en la experiencia y en el contexto además de otras más directas y didácticas. Estos tratamientos tienden a

buscar la construcción de repertorios amplios, flexibles y efectivos en lugar de tender a la eliminación de los

problemas claramente definidos, resaltando cuestiones que son relevantes tanto para el clínico como para

el cliente. La tercera ola reformula y sintetiza las generaciones previas de las terapia cognitivas y
conductuales y las conduce hacia cuestiones, asuntos y dominios previa y principalmente dirigidos por otras

tradiciones, a la espera de mejorar tanto la comprensión como los resultados. >>


Estas terapias conductistas de tercera generación comienzan a surgir a finales de los 80, y aparecen

plenamente desarrolladas con varios manuales clínicos en los 90. A partir de ahí se han ido desarrollando

y aplicando a múltiples tipos de problemas clínicos, y probando su eficacia en casos clínicos y en estudios
de grupo. (Valero, 2010).

Surgen, por un lado, (1) ante las dificultades de las terapias de modificación de conducta más

tradicionales para poder modificar comportamientos en la vida diaria de la persona, sin control directo de

contingencias, y para poder actuar sobre los problemas a partir de una hora de sesión clínica con individuos

adultos. Y también, (2) ante las dificultades para abordar inicialmente los temas más cognitivos,

pensamientos, obsesiones, recuerdos, traumas, etc., con las técnicas de modificación de conducta, que

habían sido suplidas en su explicación por las denominadas cognitivas-conductuales. Aquí se comienza a

cambiar pensamientos y recuerdos como cualquier otra conducta, a partir del lenguaje, pero sin misterios ni

teorías profundas sobre la mente del individuo. Por otro lado, (3) también ante los problemas de

generalización y mantenimiento a largo plazo en muchos problemas clínicos de tipo crónico, con largas

historias de tratamiento, y con problemas existenciales o vitales, hasta ahora solo abordaban otro tipo de
psicólogos.

La segunda razón fundamental para estas nuevas psicoterapias es la investigación experimental de

nuevos principios de conducta, que pronto comienzan a aplicarse a las relaciones y terapias clínicas. En

este caso, (1) la investigación sobre relaciones de equivalencia, que dan lugar a la Teoría del Marco

Relacional que es la base de Terapia de Aceptación y Compromiso en su explicación sobre las relaciones

entre pensamientos y respuestas verbales. (2) También la investigación sobre conductas gobernadas por

reglas, es decir aquellas que están bajo control de otros estímulos verbales dados por otras personas o por

el propio individuo, y que incluso pueden cambiar las contingencias directas de la conducta que mantienen.

Esto es fundamental para la forma de dar indicaciones e instrucciones con adultos. (3) La investigación en
adultos sobre análisis funcional en las contingencias directas en la vida diaria y en la relación terapéutica,

dando lugar a aplicaciones más funcionales dentro de la propia sesión, y el énfasis en el análisis funcional

en los problemas clínicos del individuo, más que a la categorización diagnóstica. (4) La revisión de los

conceptos sobre conducta verbal y eventos privados, como una conducta más, con los mismos principios y

funciones que cualquier otra conducta motora; tratando pues los pensamientos, recuerdos y emociones del
individuo como conductas objetivo a modificar, y no como constructos cognitivos.

Con esas bases, a las que los autores añaden su propia experiencia clínica, surgen la "Terapia de

Interacción de Pareja" de Jacobson (Jacobson, Christensen, Prince, Cordova y Eldrige, 2000), y la "Terapia

Dialéctica-Conductual" de Linehan (Linehan, 1993). Poco después la "Psicoterapia Analítica Funcional" de


Kohlenberg (Kohlenberg y Tsai (1987), y la "Terapia de Aceptación y Compromiso" (Hayes, Strosahl, y

Wilson 1999; Wilson y Luciano, 2002). A estas se añadiría la "Terapia de Activación Conductual" (Jacobson,
1989, Martell, Addis y Jacobson, 1991; Lejez et al; 2005). Posteriormente, han derivado en otras líneas más

cognitivo-conductuales, ya que incluso ACT, comienza en algunos artículos a denominarse "psicoterapia

cognitiva de aceptación", dando lugar a la ahora famosa "Mindfullness" (Segal, Williams, y Teasdale, 2002)

y también otras psicoterapias cognitivo-relacionales, e incluso constructivistas que toman conceptos como
la "aceptación" y "evitación experiencial" .

Tabla 1: Comparación de las Terapias Tradicionales con las Terapias Verbales.


Terapias Verbales Terapias Tradicionales
Modificar directa o indirectamente la Modificar directamente la funcionalidad
Objetivo
funcionalidad de la conducta problemática de la conducta problemática.
Medio y Manejo de contingencias en el mismo Manejo de contingencias en el ambiente
Lugar consultorio. natural.

Teniendo esta visión general de por qué surgen estas terapias y cuáles son sus principios básicos,

convendría señalar en qué consisten los mismos más detalladamente; aunque para entenderlas también

convendría señalar las características más definitorias de cada una de las terapias para así poder

diferenciarlas, aunque nos centraremos más detalladamente en las dos terapias de tercera generación que

mas difusión están teniendo : La terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y La Psicoterapia Analítico
Funcional (FAP).

Al fundamentarse en el conductismo radical, estas terapias de tercera generación tienen en común


los siguientes rasgos:

 Analizan el comportamiento a la luz del contexto en el que ocurre, ya que parten de la base de que

un análisis descontextualizado y aislado de la conducta no permite descubrir su funcionalidad. Por

ejemplo "ir al súper a comprar comida" y "caminar de la casa al supermercado" si bien son dos

conductas que poseen los mismos comportamientos motrices, son distintas en cuanto a su

funcionalidad y el contexto en el que se presentan.

 No examinan el comportamiento de manera histórica, sino como un continuo. Por ello, la historia del

individuo junto a su entorno de desarrollo, se consideran aspectos fundamentales en la

interpretación de dicho comportamiento.

 No se hace una distinción entre la conducta observable y la privada, los eventos privados, como las

emociones, los sentimientos y los pensamientos del individuo, se analizan también a la luz de su

funcionalidad, así como las conductas que constituyen los problemas psicológicos por los cuáles

se consulta.
 Parten de la base de que los "problemas psicológicos" tienen su origen en el contexto socioverbal en

el que se desenvuelve el consultante, el cual dictamina lo que es "normal" o "anormal". Este

contexto socioverbal también tiende a considerar los pensamientos, las emociones y otros

eventos internos, por lo que es común que las personas tiendan a tratar de controlar sus

conductas problemáticas controlando dichos eventos internos (como cuando trata de controlar la

ansiedad para no sentir temor hacia algo). Como se dijo previamente, éstos eventos internos se

analizan de igual manera que la conducta observable, ya que estas terapias no se consideran la

causa de dichos problemas psicológicos.

 Se centran en la interacción que se da entre el terapeuta y el usuario dentro de la propia consulta,

extendida como interacción social, y por lo tanto, contexto socio-verbal. A través del intercambio

verbal y no verbal entre ellos dos, el terapeuta busca cambiar la funcionalidad de las conductas

que constituyen los problemas motivos de conducta

 2.2. LA TERAPIA DE ACTIVACIÓN CONDUCTUAL


 2.2.1 Porqué surge la terapia de Activación Conductual
 Según Marino Pérez Álvarez, hasta ahora, la medicación antidepresiva se justificaba en base a una

asumida superior eficacia respecto a la terapia psicológica para la depresión mayor. En relación con

la "depresión menor? (de leve a moderada) se reconoce la eficacia también de la terapia psicológica.

Aun así, la medicación es igualmente el tratamiento más usual para la depresión leve y moderada

que, por lo demás, es el caso de la mayoría de las depresiones (González Pardo y Pérez-Álvarez,

2004; Healy, 2004; Leventhal y Martell, 2006; Medawar y Hardon, 2004). Pues bien, la AC ha

mostrado ser tan eficaz como la medicación en la depresión mayor (Dimidjian, Hollon, Dodson et al,

2006). Este hallazgo pone en entredicho la medicación como tratamiento de elección para la
depresión.

 Asimismo, pone en entredicho la supuesta naturaleza biológica de la depresión y en todo caso su

consideración como enfermedad. Por su parte, la terapia cognitiva es probablemente el tratamiento

psicológico más utilizado para la depresión y en todo caso el que más se ha comparado con la

medicación. Se refiere concretamente a la Terapia Cognitiva de la depresión (TC) de Beck (Beck,

Rush, Shaw y Emery, 1979/1981).

 Con todo, la TC, aún siendo eficaz, se plantea la cuestión acerca de si su eficacia se debe a la terapia

en conjunto o quizá más bien a alguno de sus componentes, en particular, los conductuales o los

cognitivos. La cuestión no sólo tiene un interés empírico-técnico en relación con la especificación de


los componentes activos y así un posible perfeccionamiento de la terapia, sino que tiene además
importantes implicaciones relativas al estatus de la TC y a la naturaleza del propio concepto de

depresión. Concretamente, si resultara que el componente conductual por sí solo fuera igual de

eficaz que la terapia completa, quedaría en entredicho el componente cognitivo y por ende el estatus

de la terapia.

 Y así parece resultar de la investigación al respecto (Jacobson, Dodson, Truax, Addis & Koerner,

1996). Desde el punto de vista clínico aplicado esto no supondría, en principio, ningún problema, por

cuanto se trataría de la misma eficacia conseguida acaso de una forma más eficiente. De confirmarse

este hallazgo, la cuestión podría ser ya que el componente conductual se constituyera él mismo

como toda una terapia. Esto es precisamente lo que ha ocurrido dando lugar a la ya así llamada

terapia de AC. (Terapia de Activación Conductual). Es más, la AC ha llegado incluso a mostrar una

mayor eficacia que la propia TC (Dimidjian et al, 2006). Al final, no deja de ser sorprendente que uno

de los componentes de la TC, debidamente explotado al margen del punto de vista cognitivo, resulte

más eficaz que la terapia completa, aplicada de acuerdo con todos sus supuestos.

 De esta manera, la AC no sería una terapia psicológica más que se alinea a la par de las terapias

cognitivo- conductuales sino que pone en entredicho la propia TC, tanto su fundamento como su

procedimiento. En relación con la Terapia de Conducta, la Activación Conductual representa un

modelo radicalmente distinto. Mientras que la Terapia Cognitiva responde a un modelo médico de

psicoterapia, la Activación Conductual responde a un modelo contextual. En este sentido, la AC viene

a contribuir igualmente a la desmedicalización de la depresión que también sería necesaria en la


terapia psicológica representada en este caso por la TC

 2.2.2. Características de la Activación Conductual


 La Activación Conductual (AC) es una nueva terapia para la depresión desarrollada sobre bases

contextuales y funcionales. La AC sostiene que el contexto explica más eficientemente la depresión

y es también el lugar más adecuado para llevar a cabo una terapia eficaz que los supuestos factores
internos, ya fueran neurológicos (típicamente 'desequilibrios químicos') o psicológicos (por ejemplo,

'esquemas cognitivos'). Asimismo, la AC sostiene que las conductas que caracterizan a las personas
deprimidas juegan un papel significativo en la depresión, y no son meramente síntomas de un cuadro.

 En este sentido, un aspecto básico de la AC es la consideración acerca de que buena parte de la

conducta de las personas deprimidas viene a funcionar en realidad como evitación conductual de

importantes ámbitos de la vida, aunque siempre es obvio que las conductas de los clientes son

conductas de evitación. (Pérez Álvarez, 2007). El cliente hace lo que siente natural. Únicamente

cuando se analizan las consecuencias de la conducta se puede empezar a comprender su función,


en este caso, la de evitación. No es tanto la forma como la función lo que realmente importa.
 Concebida la depresión bajo esta perspectiva, la AC trata de reponer a la persona cara a la vida,

poniéndola en contacto con las condiciones que pudieran reordenar el "disorder" o trastorno dado.

Trata de 'poner a funcionar' o, como sugiere su propio nombre, 'activar' a la persona a pesar de estar
(todavía) deprimida, como paso para dejar de estarlo.

 Se puede decir que la AC es un procedimiento que enfatiza los intentos sistemáticos de incrementar

conductas que hagan probable el contacto con las contingencias ambientales reforzantes y

produzcan, a su vez, cambios en los pensamientos, el humor y la calidad de vida, se trata de 'activar'

a la persona en la medida de sus posibilidades actuales y de acuerdo con sus intereses y valores
(Pérez Álvarez, M; 2007).

 A este respecto, es fundamental el análisis funcional de la conducta, a partir del cual poner en juego

las actividades que pudieran ser relevantes. Más importante que la aplicación de una serie de

técnicas es la filosofía contextual y el criterio funcional de base. No se trata de cambiar primero los

pensamientos y el humor para después actuar, por así decirlo, 'estar bien' para volver a hacer la vida,

sino de rehacer la vida a pesar precisamente de 'estar mal' todavía (pesimista y triste). En este

sentido, la AC incluye también la aceptación como principio y estrategia, en la línea de la Terapia de

Aceptación y Compromiso, si bien aquí el objetivo es crear condiciones ambientales para estar bien.

En todo caso, la AC combina la aceptación y el cambio a lo largo del tratamiento, por tanto la

Activación Conductual supone un avance respecto a la Terapia cognitiva para la depresión tradicional

y el tratamiento médico de la depresión, porque la Activación Conductual se ofrece igualmente como

alternativa a la Terapia Cognitiva de la depresión. Por lo pronto, es más efectiva y lo es de una

manera más parsimoniosa. Además, la AC proporciona un argumento muy potente, difícil de pasar

por alto, a favor de la desmedicalización de la depresión. La medicalización de la depresión está

sostenida no sólo por la concepción psiquiátrica que no sabe hacer otra cosa que medicar sino
también por terapias psicológicas, en particular, la Terapia Cognitiva, la cual supone alguna suerte

de 'mecanismo' o 'déficit cognitivo' que se habría de intervenir mediante técnicas específicas. El caso

es que el 'déficit cognitivo' y la 'técnica cognitiva' equivalen epistemológicamente a los 'desequilibrios

químicos' y a la 'medicación antidepresiva', todo lo cual estaría como mínimo en entredicho de

acuerdo con el estudio que se comenta. Por último, la AC viene a ser un ejemplo tanto o más

importante que la Terapia de Aceptación y Compromiso de toda una nueva generación de Terapia
de Conducta.

2.3. LA TERAPIA INTEGRAL DE PAREJA


2.3.1. Porqué surge la Terapia Integral de Pareja
La TIP representa una evolución que pretende solventar sus dificultades y mejorar tanto su base

filosófica como los aspectos técnicos de la Terapia Conductual Tradicional. Son estos cambios los que la
hacen pertenecer a lo que se ha denominado terapias de tercera generación (Hayes, 2004).

Se entiende que los problemas de pareja no sólo requieren cambios de primer orden (que se

modifique un comportamiento u otro), sino también cambios de segundo orden es decir, que la persona que

realiza la queja procure aceptar el comportamiento del otro. La TIP no promueva el cambio de

comportamiento, sino que alienta el cambio en uno mismo en vez de en el otro; un cambio, por tanto, en el

contexto del problema más que en el comportamiento problemático, algo característico de las terapias de
tercera generación (Hayes, 2004).

La terapia Integral de pareja pone su énfasis en tres aspectos fundamentales:

 Se vuelve al análisis funcional como forma de evaluar los problemas de pareja;

 Se hace más hincapié en el reforzamiento natural y se usan menos reglas; y

 Se da más importancia al contexto en el que surgen los problemas, esto es, se atiende mucho más al

papel de la historia del individuo en los problemas actuales.

En la Terapia Integral de Pareja, sin embargo, se tiene muy en cuenta qué antecedentes y qué

consecuentes son los que mantienen un comportamiento dado, aunque tal y como señalan Jacobson y

Christensen (1996) esto no está exento de dificultades, pues para el terapeuta es imposible hallarse

presente en cada uno de los conflictos de una determinada pareja, por lo que se vuelve inevitable confiar
en su criterio.

Los principales problemas de realizar un análisis funcional en La Terapia Integral de Pareja son:

 Cada miembro de la pareja tiene una versión diferente del conflicto, ya que debido a su historia

personal cada uno es más o menos sensible a según qué cosas de las que ocurren en un

conflicto, y es muy difícil que cada una de las partes acepte que la versión del otro quizás se

acerque más a la realidad de lo que ha pasado.

 El escaso control que se posee sobre las vidas de los clientes, lo que convierte en una tarea muy

complicada la manipulación de las variables que realmente controlan un comportamiento

(Jacobson y Christensen, 1996). A pesar de todo lo anterior, la pareja siempre puede proporcionar

pistas sobre las variables que controlan un conflicto. Su mismo comportamiento dentro de la
sesión puede arrojar claves fundamentales, ya que es en este contexto donde se pueden

reproducir muchos de los problemas que luego ocurren fuera.

La TIP otorga gran importancia a la historia personal de los miembros de la pareja; a pesar de que

los problemas de una pareja se producen en el presente y exhiben una topografía determinada, es la historia

y las experiencias de cada uno lo que determina sobre qué contenidos giran los conflictos y con qué
frecuencia surgen. Jacobson y Christensen denominan a esto vulnerabilidades; y se podrían definir como

aquellas circunstancias que afectan especialmente a cada uno de los miembros de la pareja y que hacen

mucho más probable que surja el enfrentamiento


Los Problemas de Pareja Desde la TIP (Terapia Integral de Pareja)
Según la TIP, el problema no son las incompatibilidades, que más bien resultan inevitables en una

relación de pareja, sino cómo se manejan. Una de las formas posibles de afrontar las incompatibilidades

que acaba generando problemas es la coerción. Esto implica que un miembro de la pareja aplica

estimulación aversiva hacia el otro para escapar de la estimulación aversiva que provoca la incompatibilidad,
o conseguir el reforzador del que priva la incompatibilidad.

El hecho de que estas incompatibilidades se manejen de forma coercitiva provoca que se generen

patrones de interacción que empeoran la situación de la pareja. Según Jacobson y Christensen (1996),
puede haber tres patrones de interacción destructivos:

 La evitación mutua, en el que ambos evitan enfrentarse al conflicto;

 La interacción negativa mutua, en el que ambos se atacan reiteradamente; y

 La demanda-retirada, en el que uno entra en una interacción negativa como demandar, acusar o

culpar y el otro se retira.

Si este es el panorama, lo lógico es que se intente modificar la forma de actuar o de ser de la persona

que no se ajusta "bien" al otro. Así es como se aumenta la polarización que hace que la pareja cada vez se
encuentre peor en la relación y que ambos se sientan cada vez más alejados el uno del otro.

En la TIP la formulación que se hace del problema a la pareja incluye tres componentes:

1. La descripción del tema principal de conflicto y la ayuda para identificar las situaciones conflictivas

que se dan fuera de la sesión;

2. El proceso de polarización, que describe las interacciones destructivas que se dan entre los

miembros de la pareja; y
3. La trampa mutua, que es resultado del proceso de polarización: "es la sensación de estar

atrapados sin solución que hace que no sean capaces de revertir el proceso de polarización una

vez que ha empezado" (Jacobson y Christensen, 1996).

Una formulación es buena si, y sólo si, ayuda a la pareja, es decir, en tanto en cuanto le resulta útil,

por lo que a la hora de presentarla hay que considerar atentamente los matices y correcciones que la pareja
misma pueda plantear.

2.3.3. La intervención en TIP


En la TIP la intervención se estructura en torno a tres cuestiones que trae la pareja de una sesión a

otra: discusión durante la sesión de situaciones generales y específicas que hayan surgido alrededor del

tema; situaciones en las que ha surgido el problema y lo han resuelto con éxito; y situaciones que se podrían

llamar positivas. Al inicio de la terapia las primeras serán las más frecuentes para poco a poco ir dando paso

a las segundas. Para trabajar la aceptación existen tres estrategias centrales: la unión empática, la
separación unificada y la tolerancia.

El objetivo de las dos primeras estriba en unir a la pareja alrededor del problema; es decir, que el

problema sirva para generar más intimidad. En la última la meta consiste en transformar en menos dolorosas

las conductas negativas del compañero (Jacobson y Christensen, 1996). En la unión empática se pretende

generar aceptación a través de poner en contacto la conducta de un miembro de la pareja con su historia

personal. Es decir, lo que se hace es contextualizar el comportamiento que la otra persona considera

problemático dentro de la formulación que se hizo del problema. Así, la conducta negativa es vista como

parte de sus diferencias. Para ello Jacobson y Christensen (1996) hacen referencia a la fórmula de la
aceptación:

DOLOR + ACUSACION = CONFLICTO

DOLOR – ACUSACIÓN = ACEPTACIÓN

El terapeuta anima a la pareja a manifestar sentimientos que no son expresados habitualmente y

que se supone elicitan una respuesta más empática por parte del oyente. Así, al final, el principal objetivo
de la TIP es transformar las situaciones de crisis de la pareja en "vehículos para la intimidad".

La separación unificada consiste en ayudar a la pareja a que se enfrenten juntos al problema. Es

decir, se trataría de que cuando se produce un incidente negativo sean capaces de hablar de él como algo

externo a la relación, como si fuera un "ello" (Jacobson y Christensen, 1996). Se procura conseguir que los

miembros de la pareja sean más conscientes de los procesos que ocurren en las interacciones negativas,

de forma que tomen más distancia y no se vean controlados por las emociones que surgen en ese momento.
Las estrategias de tolerancia se utilizan cuando no han funcionado las estrategias de aceptación, de forma

que aunque el objetivo sea la aceptación, es mejor que se toleren a que no se acepten siquiera. El fin es
hacer que la pareja se recupere más rápido del conflicto. No se consigue el mismo tipo de aceptación que

con las técnicas anteriores, sino más bien el que las conductas negativas del otro no sean tan aversivas
(Jacobson y Christensen, 1996).

Existen tres tipos de técnicas con las que se promueve la tolerancia: role playing de la conducta

negativa en la sesión; imitación de la conducta negativa en casa y habilidades de auto-cuidado. Aparte del

trabajo en aceptación y tolerancia, la TIP sigue recurriendo a estrategias de intercambio conductual y

entrenamiento en habilidades comunicación y resolución de problemas. Se ha comprobado que la TIP es

un tratamiento diferente de la Terapia Pareja Conductual Tradicional, que incluye como componente central

de la intervención la aceptación emocional con el fin de transformar los problemas en vehículos para crear

más intimidad. La TIP se muestra al menos igual de eficaz en algunos estudios que la TPCT, si bien en
otros trabajos la eficacia a largo plazo de la TIP es claramente superior.

Los mecanismos de cambio que subyacen a cada uno de los tratamientos son diferentes, basándose

uno en el cambio de comportamiento y otro en la aceptación del comportamiento de la pareja, siendo éste

último el factor que más parece influir en el mantenimiento a largo plazo de la mejoría lograda durante la
terapia.

Por tanto, lo que vemos en esta terapia es que, una vez más, el componente de la aceptación es

fundamental para poder aplicar un tratamiento ajustado a las necesidades realistas de cada paciente y no
crear falsas expectativas.

2.4. Terapia De Aceptación y Compromiso


La terapia de aceptación y compromiso (ACT) (Hayes et al., 1999; Wilson y Luciano, 2002; Hayes y

Stroshal, 2004) surge desde el conductismo radical del pasado siglo. Aparece como una alternativa al trabajo

psicoterapéutico con pacientes de consultas externas, con problemas graves de índole emocional y donde
el terapeuta no tiene un control directo sobre el ambiente donde viven.

Las principales innovaciones de ACT como respecto a los anteriores tratamientos cognitivo-
conductuales se exponen a continuación:

 2.4.1 Poner un mayor énfasis en la aceptación como estrategia de intervención

 2.4.2. Ofrecer una nueva concepción de lo que ha de entenderse por "mejoría clínica"

 2.4.3. Situar los problemas psicológicos y sus posibles soluciones en un marco axiológico

 2.4.5 Colocar al terapeuta en una situación paradójica al encargarse de "de-psicologizar" la

vida del paciente

 2.4.6. Objetivos de ACT


 2.4.1 Poner un mayor énfasis en la aceptación como estrategia de
intervención:
 Todavía hoy es habitual que los manuales y los programas de "Terapia de conducta" se estructuren,

básicamente, en torno a epígrafes como "técnicas para incrementar conductas" o "técnicas para

disminuir conductas"; resaltando la importancia que el cambio del comportamiento -al alza o a la

baja- tiene para este enfoque. Por su parte, ACT viene a poner de manifiesto que, junto al cambio,
la aceptación puede ser una estrategia y un objetivo de la terapia.

 Siguiendo a Velasco y Quiroga (2004), se podría decir que la aceptación es un concepto que se

refiere a la renuncia a cambiar lo que no se puede cambiar, como podrían ser los propios

pensamientos o sentimientos. En este sentido ACT supone reconocer unos ciertos límites a la
intervención psicológica, dejando atrás el optimismo.

 En cualquier caso, habría que señalar que cuando un cliente pasa de una situación en que está

"enfrentado" a ciertos síntomas a otra en que los acepta se ha producido también un cambio. Ahora

bien, este cambio no es ya un cambio en el contenido -un cambio de primer orden-; sino un cambio

en el contexto en que la conducta tiene lugar - un cambio de segundo orden. Así, habría ciertas

situaciones en que podría ser más oportuno aplicar cambios contextuales, como la aceptación, que

cambios de primer orden. Una de esas situaciones sería aquélla en que el propio proceso de cambio
puede entrar en contradicción con el resultado que se pretende obtener.

 Por ejemplo, parece bastante improbable que una persona llegue a conseguir "estar tranquilo"

intentando deliberadamente eliminar la ansiedad o que alguien pueda conseguir eliminar ciertos

pensamientos molestos tratando de "no pensar en ellos". En situaciones como las descritas la

aceptación, entendida como un cambio en el contexto en que la conducta tiene lugar, podría ser una

alternativa eficaz a los intentos de cambio directo. Otra situación en que la aceptación podría ser útil

sería el caso de que se produjera un conflicto o, dicho en términos conductuales, cuando una misma
conducta está bajo control de contingencias opuestas.

 Así, por ejemplo, para una persona que hubiera sufrido un accidente grave de circulación volver a

conducir un automóvil estaría bajo la influencia de dos tipos de consecuencias contradictorias. Por

un lado, es probable que al subirse de nuevo al coche esa persona sienta ansiedad, temor, recuerdos

desagradables, etc. Por otro lado, al conducir el automóvil esa misma persona puede realizar

actividades que le son apetecibles (ver a sus familiares, llegar al trabajo en el menor tiempo posible,

etc.) Parece claro, pues, que cualquier decisión que la persona tomara tendría su lado negativo. En

definitiva, se podría decir que ACT propone una ponderación entre el cambio y la aceptación. Ello
supone que el terapeuta se ha de situar realistamente ante las circunstancias vitales que atraviesa
el cliente, reconociendo los posibles conflictos que se den, y siendo consciente de que las posibles
soluciones suponen, de una manera u otra, asumir un cierto coste.

 2.4.2. Ofrecer una nueva concepción de lo que ha de entenderse por


"mejoría clínica"
 Martin y Pearl resaltan, como una de las características más importante de la terapia de conducta

tradicional, el hecho de usar los cambios en la medida comportamental del problema como el

indicador por excelencia del grado en el que la intervención está siendo eficaz. A este respecto

conviene decir que para este enfoque gran parte de los comportamientos problemáticos del paciente

venían a ser determinados eventos privados (ansiedad, pensamientos intrusivos, memorias

traumáticas, sentimientos de tristeza, etc.) Por lo tanto, para la terapia de conducta tradicional un

paciente mejoraría si disminuyera su ansiedad, o si tuviera menos pensamientos obsesivos, etc.

Ahora bien, podrían darse ciertas situaciones en que, a pesar de haberse registrado cambios en

estos fenómenos psicológicos, cabría dudar de la eficacia de la intervención. Piénsese, p. Ej., que la

terapia aplicada ha sido capaz de reducir drásticamente los niveles de ansiedad del cliente ante

ciertas situaciones sociales y, sin embargo, éste sigue sin relacionarse con la gente de su entorno

aduciendo que ahora tiene "pocas ganas" o que "le vienen a la cabeza ideas de herir a los demás",
etc.

 Como se ha visto el principal objetivo de ACT no es modificar los sentimientos, emociones,

pensamientos o recuerdos del paciente; sino conseguir que éstos dejen de interferir con los objetivos

que la persona tiene en su vida. Como señalan Wilson y Luciano (2004) lo que interesa a ACT es la

función que los eventos privados tienen en lo que concierne a los pasos que el cliente está dando

para llevar su vida en la dirección que haya elegido. Así, desde el punto de vista de ACT podrían

darse intervenciones plenamente eficaces sin necesidad de que se produzca cambio alguno en los

eventos privados que, generalmente, son los objetivos principales de las intervenciones psicológicas.

De esta forma, si un cliente sigue refiriendo el mismo número de pensamientos obsesivos que

presentaba con anterioridad a la intervención pero ahora estos pensamientos ya no mueven a la

persona a realizar las comprobaciones que anteriormente afectaban seriamente a su vida, cabría

hablar de una mejoría clínica. Nos encontramos, pues, con que para ACT la forma de evaluar la

eficacia de la terapia es atender a los logros u objetivos que el cliente consigue en su vida, que serían

tanto más indicativos de un progreso terapéutico si se acompañan de la sintomatología que

anteriormente paralizaba la conducta de la persona. Había que señalar que esta forma de entender

las mejorías clínicas puede, en determinadas ocasiones, ir en contra de concepciones fuertemente

asentadas en el mundo de la salud mental. Piénsese, Por ejemplo, en el caso de un paciente con
alucinaciones auditivas. Desde el punto de vista de ACT, ni una disminución en el número de

alucinaciones sería indicativo de una mejoría, ni un aumento de un empeoramiento en el estado del


paciente. Lo relevante sería que, con o sin alucinaciones, la persona dirija su vida en la dirección que
ella quiere tomar.

 2.4.3. Situar los problemas psicológicos y sus posibles soluciones en


un marco axiológico:
 Se puede decir que ACT es la primera terapia de inspiración cognitivo-conductual que incorpora de

manera expresa, y como núcleo del proceso terapéutico, los valores del cliente. Y es que, como

reconocen Hayes et al. (2004), son muy pocas las conductas humanas que están moldeadas por las

consecuencias directas e inmediatas tal y como se han estudiado en el ámbito de la aprendizaje

animal. Por lo tanto, para entender tanto los problemas con los que el cliente acude a consulta como
las posibles soluciones a los mismos, habría que atender a los valores que esa persona tiene.

 La importancia que los valores del cliente tienen a la hora de promover una mejoría terapéutica ha

sido recientemente validada en el importante ensayo clínico sobre terapias psicológicas y

farmacológicas para la depresión (Dimidjan et al. ,2006). Según este estudio comparativo, a la hora

de tratar pacientes con depresión severa, resultan igualmente eficaces la medicación antidepresiva

y la Activación Conductual, siendo ambos tratamientos superiores a la Terapia Cognitiva. La

Activación Conductual busca, sencillamente, identificar y favorecer el desarrollo de actividades y la

búsqueda de contextos que son reforzantes para el paciente y consistentes con sus metas a largo
plazo.

 En este sentido, la Activación Conductual trata, al igual que ACT, de aclarar los valores del paciente

y promover el desarrollo de conductas acordes con dichos valores. Con hacer tan sólo esto, el

terapeuta ya tendrá mucho ganado, como ha demostrado el trabajo señalado para el caso de la
depresión.

 Como señalan Fariñas León y García Niubó (2000) las dinámicas subjetivas (entre las que se

encuentran los valores de una persona), son creadas y obradas por el sujeto a partir de la síntesis

compleja de sus condiciones concretas de vida en los distintos sistemas de interrelación personal en

que se encuentra inmerso (nación, clase o grupo social, familia, etc.) De ahí que, de una u otra forma,

los valores que uno adopta en las distintas facetas de su vida haya de estar conectados o, para

decirlo de otra forma, tener una cierta coherencia. Según este punto de vista, el terapeuta debiera

tener presente en todo momento que la conducta del paciente y que, en muchas ocasiones, se

pueden producir conflictos al existir contradicciones entre los valores de los distintos grupos que

tienen influencia en una sociedad determinada. Aclarar los valores del paciente tiene, por tanto,
mucho que ver con definir la propia identidad de la persona; algo que, por cierto, ya apuntó Maslow.
 2.4.5 Colocar al terapeuta en una situación paradójica al encargarse de
"de-psicologizar" la vida del paciente:
 Como señala Pérez Álvarez (2004), ACT es una terapia paradójica para el cliente que quiere quitar

el problema (la ansiedad, la tristeza, el miedo, etc.) y se le propone tenerlo. Pero, además, ACT es

paradójica también para la propia lógica clínica, que tiene como propio la eliminación de los síntomas.

En este sentido, se puede señalar que el terapeuta ACT tendría como uno de sus principales

objetivos "despsicologizar" la vida de la persona, restando importancia a la influencia que pueden

ejercer los pensamientos, sentimientos, recuerdos y demás sucesos privados. La paradoja llega al

máximo si se repara en que en esta tarea de de-psicologización el terapeuta (un psicólogo) utiliza

medios psicológicos (metáforas, ejercicios experienciales, manejo de contingencias, etc.). ¿Cómo es

que se pueda de-psicologizar a través de la psicología? La propuesta parece en sí misma un

contrasentido. Como hemos intentado resaltar a lo largo de esta exposición, tal vez un elemento

clave sea que el propio psicólogo tenga una visión realista de la estructura del mundo. En este

sentido, el terapeuta ACT debería ser, antes que un experto en las profundidades de la "psique", una

persona con un sentido mundano de la vida, versado en "el arte de la prudencia". Ello supondría,

como reconocen Porcel y González (2005), utilizar la estrategia y la vía oblicua cuando fuera
necesario; esto es, hacer uso de lo psicológico de una manera absolutamente pragmática.

 2.4.6. Objetivos de ACT


 Los principales objetivos de la ACT serían tratar el denominado Trastorno de Evitación Experiencial,

fomentar la aceptación y tener en cuenta en todo momento de la terapia los valores personales del

cliente, ya que sin estos la terapia carecería de sentido, adoptando una perspectiva existencial que

desde muchas terapias de conducta se había negado. Los valores del paciente en ACT son el timón
de la intervención.

 2.4.6.1. El trastorno de evitación experiencial


 ACT ha sido concebida como un tratamiento específico para aquellos problemas psicológicos que

se pueden encuadrar en lo que se conoce como Trastorno de Evitación Experiencial (TEE). El TEE

ocurre cuando una persona no está dispuesta a hacer contacto con sus experiencias privadas

(pensamientos, sentimientos, recuerdos, etc.) y se comporta deliberadamente para alterar la forma

o la frecuencia de dichos sucesos. El TEE está conceptuado desde una perspectiva analítica-

funcional como una alternativa o un diagnóstico funcional en contraste con las concepciones

topográficas y mecanicistas imperantes en la actualidad, en especial con las del DSM. En ocasiones,

se ha relacionado el TEE con la carencia de "flexibilidad cognitiva" o, dicho de otro modo, con un
estado de "fusión cognitiva" con los eventos privados.

2.4.6.2. ACT como tratamiento radical del TEE


La terapia pretende un doble objetivo: Por un lado se busca que el paciente llegue a aceptar aquellos

aspectos de su experiencia (pensamientos, emociones, recuerdos, etc.) que ha estado intentando modificar

sin éxito. Por otro lado, se trata de que tales sucesos privados no paralicen ya la vida de la persona. De esta

forma, el propósito de ACT no es conseguir una disminución de los síntomas, sino lograr que éstos dejen
de interferir con la vida del cliente.

Con esta filosofía, la terapia se suele estructurar en 6 objetivos o fases:

a. Creación de un estado de desesperanza creativa

b. Trabajo en valores

c. La solución como problema

d. Creación de una distancia con respecto al lenguaje

e. Diferenciar el "yo como contexto" del "yo como contenido"

f.Desarrollo de la voluntad
g. a) Creación de un estado de desesperanza creativa
h. Se trata aquí de que el cliente repare en las estrategias que ha venido utilizando para salir de la

situación en la que se encuentra y, cómo, a la postre, han resultado inútiles. Para ello nada mejor

que elaborar un "mapa del problema". Este mapa consiste en ir anotando los intentos de solución

que el cliente ha puesto en práctica hasta la fecha y los resultados que ha obtenido con tales

acciones. Una vez que se cuenta con una amplia lista de "soluciones emprendidas" y que se sabe

que ninguna de ellas ha conducido a salir de la situación en que el paciente se encuentra, el terapeuta

puede empezar a sugerir que algo raro debe ocurrir. En efecto, las soluciones que los clientes ponen

en práctica suelen ser bastante lógicas y están, por lo general, correctamente ejecutadas. Por otro

lado a la persona no le falta motivación para solucionar su problema. En este punto se puede sugerir

que algo "no cuadra": soluciones lógicas, bien ejecutadas y una buena motivación. y sin embargo el
cliente sigue con el mismo problema.

i. En las sesiones iniciales se debería promover un estado de confusión. Para ello se utiliza un estilo

terapéutico sin ninguna instrucción directa, con abundante uso de paradojas y las metáforas que son

típicas de esta fase u otras similares. A este propósito se podría señalar la "metáfora del perro". Se

propone al cliente que tal vez su situación pudiera ser similar a la de alguien que tiene miedo a los

perros y cada vez que sale de su casa se encuentra con un perro en el camino hacia su trabajo. Para

quitarse al perro de encima esta persona echa al perro el bocadillo que lleva para su almuerzo. El

perro, en efecto, se entretiene con el bocadillo y la persona puede seguir su camino hacia el trabajo.

El problema es que, al día siguiente, cuando vuelva a ir al trabajo, el perro seguramente se le volverá
a acercar. Y, de hecho, posiblemente se le acerque aún más que la ocasión anterior. Entonces, la
persona podría echarle un nuevo bocadillo para seguir su camino hacia el trabajo sin la desagradable

compañía del perro. La desesperanza creadora no puede entenderse lograda en unas pocas

sesiones, sino que deberá trabajarse siempre que el paciente muestre, directa o indirectamente, una
posible solución para poder llegar a controlar su sintomatología.

j. b) Trabajo en valores
k. Los valores son el corazón de ACT. La aceptación de los estados psicológicos molestos no tiene

ningún sentido si no se hace en el marco de los valores del cliente. Ahora bien, valorar es una acción

y no un sentimiento o una emoción. Con ello se quiere decir que, desde ACT, los valores de las

personas se muestran en su comportamiento. A su vez, también es relevante que no se confunda la

valoración con las razones que uno da para actuar. Cuando uno se comporta en una dirección valiosa

lo hace con razones, pero no por razones. Dicho en otros términos, las razones (por poderosas que

sean) no justifican nuestro comportamiento. Un ejercicio que pretende ilustrar esto es el llamado

"ejercicio de elecciones". El terapeuta toma dos objetos cualesquiera del despacho y pide al cliente

que elija uno u otro. Tras haber realizado la elección, solicitamos a nuestro cliente que nos diga las

razones por las que ha elegido uno de los objetos y no el otro. El terapeuta ha de reconocer que esas

razones que el cliente ofrece son ciertas, válidas y convincentes pero que, siendo así (teniendo esas

buenas razones), podría haber elegido el otro objeto. El ejercicio se repite hasta llegar a un punto en

que el cliente, cansado de realizarlo infinitas veces, dice que ha elegido un objeto y no el otro "porque

sí" o "porque le ha dado la gana" o alguna otra respuesta similar. Se trata, entonces, de hacerle ver

que ese era justamente el punto al que queríamos llegar: En el último extremo uno elige porque sí,

no por unas u otras razones. Es conveniente traer a colación este ejercicio siempre que el cliente

justifique su conducta por ciertas razones ("no lo hice porque en esta situación no hubiera sido de
buena educación...", "me hubiera sentido peor...", etc.).

l. Para clarificar los valores de los pacientes existen una serie de cuestionarios y formularios que

pueden ser de ayuda tanto al terapeuta como al cliente. Es importante, en cualquier caso, que no se

entienda la clarificación de valores con una rigidez que desvirtuaría su propósito. Se trata de saber

qué es lo realmente importante para la persona que acude a consulta. Hay muchas formas de

averiguar esto y es opción del terapeuta inclinarse por una más formal u otras menos estructuradas.

En todo caso, una vez que se tocan los valores del cliente sería importante que la primera pregunta

que se le hace cuando entra en sesión no sea "¿cómo te encuentras?" o "¿cómo va la ansiedad?",

etc.; sino cuestiones del tipo "¿qué has hecho esta semana en dirección a tus valores?" "¿qué cosas

importantes para ti has hecho estos días?", etc. Es decir, ha de dejarse bien claro, tanto de forma

directa como indirecta, que lo importante no es la sintomatología del cliente; sino sus acciones en
dirección a valores. Son varios los problemas que pueden surgir en esta fase. Uno de los más

comunes es que el paciente reconozca sólo ciertos valores socialmente aceptados; mientras que
oculte otros más problemáticos (dinero, fama, diversión, sexo, etc.) El terapeuta (y, por supuesto,

también el cliente) debe tener presentes todos los valores (tanto los socialmente aceptables como

los menos aceptables.). Será difícil que el cliente progrese si se trabajan sólo ciertos valores y se

descuidan otros tan o más importantes que los que el contexto social permite reconocer

públicamente. Otro problema muy común en esta fase es que el cliente ponga sus dificultades

psicológicas (la ansiedad, la tristeza, las obsesiones, las ganas de consumir, etc.) como

impedimentos para conseguir ciertos valores ("lo haría si no me pusiera tan nervioso", "intentaría

lograrlo si pudiera sentirme un poco mejor", etc.). En orden a trabajar estas "barreras psicológicas"
se recomienda utilizar la "metáfora del autobús". Se propone al cliente que la situación en la que

se halla podría ser similar a otra en la que él fuera un conductor de un autobús. En determinada

parada del recorrido se suben en el autobús unos pasajeros con "malas pintas" (mal vestidos, con

aspecto agresivo, etc.). Estos pasajeros permanecen en su asiento sin hacer demasiado ruido ni

molestar demasiado, pero en cuanto el conductor del autobús decide tomar una cierta dirección (por

ejemplo, dirigirse hacia la derecha) los pasajeros se le acercan y le empiezan a molestar e intimidar

de muy variadas maneras. Para no tenerlos encima incordiando, el conductor deja de tomar el camino

que se había propuesto, con lo que consigue que los pasajeros molestos se calmen y regresen a sus

asientos. Ahora bien, la próxima vez que el conductor pretenda tomar el camino de la derecha, los

pasajeros volverán a saltar y hacer ruido hasta que el autobús vuelva a la dirección que los pasajeros

molestos quieren. Como puede verse, aunque el conductor es quien tiene realmente las manos en

el volante, el autobús viene guiado por los pasajeros molestos.

m. ¿Qué se podría hacer en esta situación? Es bueno que el cliente nos dé contestaciones a esta

pregunta dado que, seguramente, reflejarán a los intentos de solución que él haya adoptado. Por

ejemplo, nos puede decir que lo que hay que hacer es "echar a los pasajeros del autobús". Si nos da

una respuesta como ésta podemos enlazar la metáfora con su situación actual y preguntarle si él ha

conseguido echar de su autobús a la "ansiedad" o a la "tristeza" o a las "obsesiones", etc. Parece,

en efecto, que los pasajeros no se dejan bajar con facilidad y que muchas veces el coste de intentar

bajarlos ha sido tener detenido el autobús durante bastante tiempo. Las posibles soluciones

pasarían, entonces, por tomar la dirección que uno quiere asumiendo (aceptando) que los pasajeros

van a molestar, van a amenazar, van a intimidar, van a hacer ruido, etc. Tal vez, después de varias

veces en que sus intentos de chantaje no funcionen, terminen callándose (o tal vez, no). Lo

importante, en cualquier caso, es que ahora quien decide la dirección del autobús es el cliente y no
los pasajeros.

n. c) La solución como problema


o. Dado que se está sosteniendo que el problema no es la ansiedad, o los nervios, o la tristeza, etc.,
cabría preguntar ¿cuál es, entonces, el problema? Pues bien, desde el punto de vista de ACT el
problema son los intentos por quitarse dichos síntomas. Para ilustrar este punto es prácticamente un
tópico utilizar la metáfora del "polígrafo". Se le pide al cliente que se imagine que en ese mismo

momento le apuntamos con una pistola y le decimos que, si no limpia el despacho, le mataremos.

Para hacerlo, le dejaríamos los utensilios necesarios (escoba, bayeta, etc.) ¿Limpiaría el cliente la

habitación en esta situación? Lo más probable es que sí, y que, por lo tanto, salvaría su vida. ¿Qué

ocurriría, en cambio, en otra situación? La otra situación que se propone es la de intentar un control

emocional para salvar la vida. Se le pide al cliente que se imagine conectado al mejor polígrafo del

mundo. Obviamente, si el cliente no sabe lo que es un polígrafo se le explicaría que es un instrumento

que sirve para detectar la activación del sistema nervioso. Pues bien, si el cliente estuviera conectado

a este polígrafo y, como en la ocasión anterior, le apuntáramos con una pistola y le dijéramos que la

salvación de su vida depende de que no se pusiera nervioso ¿qué ocurriría? Posiblemente, el cliente

no lograría controlar su ansiedad y, por consiguiente, perdería su vida. Es conveniente en este punto

recalcar la diferencia con la situación anterior. Cuando le pedíamos limpiar la habitación, el paciente

logró salvar su vida. Ahora, cuando le pedimos que controle su ansiedad, la ha perdido. Y es que,

en efecto, el control funciona bien con la conducta públicamente observable (limpiar, ir de viaje,

plantar, comprar, etc.); pero con la conducta que ocurre "debajo de la piel" (emocionarse, pensar,

etc.) el control no funciona.

p. Como se ve, se trata de hacer ver al cliente que hay "contenidos cognitivos" (y tanto vale para

"contenidos emocionales", etc.) que uno no puede eliminar. Existen, a su vez, miles de ejercicios que

pueden hacerse con el fin de ilustrar que el control de los sucesos privados no lleva a ningún sitio.

Así, por ejemplo, se conocerá el ejercicio del "elefante rosa" en que se pide al cliente que no piense

en un elefante rosa. Por lo general, basta dar la instrucción para que lo primero que le viene a la

cabeza sea un elefante rosa. Igualmente se pueden ilustrar los efectos perjudiciales del control con

actividades tales como bailar o caminar. Basta que uno intente llevar un control consciente de estas

actividades para que su ejecución se vea perjudicada. También se, por ejemplo, pedirle al cliente

que camine controlando su marcha. Seguramente ésta se verá perjudicada. Así, pues, si el problema

es el control ¿cuál sería la solución? La solución tal vez sea "estar". Estar abierto supone hacer un

hueco (aceptar, si se quiere) a aquellos sentimientos, emociones, pensamientos, etc. que no nos
gusta tener y, con ellos, dirigirnos hacia nuestros objetivos.

q. d) Creación de una distancia con respecto al lenguaje


r. Un punto fundamental de cara al desarrollo de la terapia es conseguir una distancia entre la persona

y sus pensamientos. Una forma de comenzar a trabajar la distancia del paciente con respecto a lo

que piensa podría intentar hacerle ver que sus pensamientos muchas veces no se cumplen: "¿no te

ha pasado, a veces, que estabas seguro o completamente seguro de que tu cartera (u otro objeto
cualquiera) estaba en un sitio y luego te has encontrado con que no estaban donde pensabas?".En
este sentido, es importante que el cliente ponga otros ejemplos en que esto le ha podido suceder. A

su vez, el terapeuta debería establecer analogías entre esas diversas situaciones y los problemas

que el cliente trae a consulta: "¿Y no podría ser que esto que piensas ahora fuera como aquella vez

en que estabas tan seguro de que tenías las llaves en el cajón y luego no era así?". Una forma de

que el cliente experimente que los pensamientos son solamente pensamientos (palabras) y no lo que
dicen ser (hechos) vendría dada por el ejercicio de repetir una palabra muchas veces. Se

ejemplifica en el diálogo que sigue (T: Terapeuta, C: Cliente).


s. T: Me gustaría que ahora dijeras una sola vez la palabra "peta-zeta".

C: Peta-zeta.

T: Bien. ¿Qué sensaciones te vienen?

C: No sé... es como cuando tomaba petazetas... me viene el sabor... y casi puedo sentir las piedras

dándome en el paladar...
T: ¡Ahaaa! ¿Es casi como si tuvieras petazetas en la boca, no?

C: Sí, casi como si los estuviera comiendo.

T: Ahora, si estás dispuesto, vamos a decir los dos juntos muchas veces y muy rápido la palabra

"peta-zetas"... Venga [Terapeuta y paciente repiten esta palabra durante unos minutos tan rápido

como sea posible]


T: ¡Ya! ¿Qué queda de la sensación de antes? ¿Sigues notando el sabor de los petazetas en la

boca? ¿Notas su impacto sobre el paladar?


C: No. Ahora ya no....

T: ¡Exacto! esa es la arrogancia de las palabras... Cuando uno dice (o piensa) una cosa una vez

parece como si aquello fuera la realidad... pero luego... si repites esa palabra (o ese pensamiento)

muchas veces... aparece lo que realmente es... solamente un sonido hueco. ¿No puede ocurrir lo

mismo cuando tú piensas que no sirves para nada? ¿o cuando te dices que no vas a ser capaz de

salir nunca de esta situación?... Son sólo palabras... sonidos... aunque, como el petazeta, nos parece

vivirlos muy intensamente. A este mismo respecto es ilustrativo el ejercicio de "sacar la mente a

paseo". Para comenzar se suele preguntar al cliente cuántas personas hay en ese momento en la

habitación. Por lo común, los pacientes responden que dos. Ante dicha respuesta el terapeuta

debería indicar que, en realidad, hay 4 personas: el cliente, el terapeuta, la mente del cliente y la

mente del terapeuta. Acto seguido se propondría hacer un ejercicio de roles en el que, por un tiempo

(10 minutos aproximadamente), el cliente hará de sí mismo y el terapeuta de mente del cliente; más

tarde el terapeuta hará de sí mismo y el cliente de mente del terapeuta (otros 10 minutos). Por último,

y durante un tiempo similar, cliente y terapeuta irán por separado notando que cada uno de ellos

tiene una mente que juzga, evalúa, critica, afirma, niega, ordena, ruega, etc. La única regla durante
todo el ejercicio es que la persona nunca podrá dirigir la palabra a la mente, con independencia de

lo que ésta le diga.


t. Con este ejercicio se pretende que la persona deje de estar controlada por la mente (e intentando

controlarla). Por ello, es importante que, durante la realización del ejercicio el terapeuta esté atento

a la relación que establece la persona con la mente. Si, por ejemplo, la persona hace justo lo contrario

de lo que el terapeuta (haciendo de mente) le dice, cabría hablar también de una suerte de control. No

se trata de hacer que la persona haga lo contrario de lo que piensa, sino de que actúe con

independencia de lo que su mente le dice. Para maximizar la eficacia de este ejercicio es importante

que el terapeuta, cuando hace de mente del cliente, le diga aquél tipo de frases que más

frecuentemente perturban a la persona (siempre es lo mismo, no eres capaz de hacer nada, vas a

fracasar, etc.).
u. e) Diferenciar el "yo como contexto" del "yo como contenido"
v. Un punto importante del tratamiento es que la persona llegue a entender que ella no es equivalente

a sus conductas, es decir, que aunque la persona está hecha de conductas, no se puede reducir a

éstas. Desde luego, la persona está hecha de conductas; pero no se puede reducir a éstas. Por

ejemplo, podríamos decir que la Alhambra no es reductible a las piedras de las que está hecha. Es

indudable que, en cierta medida, la Alhambra son sus piedras como la persona sus conductas-; pero

no sólo. La Alhambra es la configuración que estas piedras toman. Psicológicamente, la persona

puede rechazar determinados pensamientos, sentimientos, etc. porque considere que tener dichos
eventos privados supone serlos.

w. Por ello, los componentes de esta fase pretenden lograr que el cliente contextualice sus contenidos

cognitivos (o conductuales) en un marco más amplio. Así, una metáfora que se suele utilizar es
la metáfora del ajedrez: se pide al cliente que se imagine un tablero de ajedrez en el que hay fichas

blancas y negras jugando una partida. Las fichas blancas serían, p. Ej., los pensamientos "positivos"

que el paciente tiene, aquellas cosas que le gusta pensar. Por el contrario, las fichas negras son los

pensamientos, emociones, etc. contra las que el paciente ha estado luchando, aquello que ha
intentado expulsar de su vida. Pues bien, planteada así la situación, se pregunta al cliente quién

sería él en esta hipotética situación.

x. Habitualmente, las personas suelen contestar que ellos son las fichas blancas. Ante esta respuesta

el terapeuta debería pararse y pedirle al cliente que considere alguna otra posibilidad. Si él no fuera

las fichas blancas ¿quién sería? Se puede sugerir al cliente que tal vez fuera el tablero que contiene

tanto las fichas blancas (los pensamientos, emociones, etc. que gustan) como las negras (los que no

gustan). De hecho, está claro que él tiene (con-tiene) tanto aspectos "blancos" como "negros". El

juego ha sido, hasta ahora, intentar que las blancas ganen la partida; pero este juego ha resultado

muy poco fructífero y tal vez haya traído más costos que beneficios. Otro juego posible sería mover

el tablero hacia la dirección que se estima adecuada, vayan ganando las blancas o las negras. Tal
vez sea más difícil mover el tablero (la persona) cuando las negras van ganando la partida; pero
desde luego que no es imposible. La metáfora que se acaba de explicar tiene la función de cambiar

el marco desde el que el cliente vive sus emociones o pensamientos "negativos", aquellos aspectos

de su experiencia que le molestan. Con el fin de que la persona experimente que él no es equivalente

a sus conductas también se puede realizar el ejercicio del observador de sí mismo. Este ejercicio

consiste, básicamente, en hacer que el cliente haga contacto con la variedad de pensamientos,

emociones, sentimientos, roles, apariencias, etc. que ha tenido a lo largo de su vida. Toda esta

variedad no ha mermado, sin embargo, su identidad personal. Cada uno de nosotros ha seguido

siendo él mismo a pesar de estar a veces triste y otras alegre, a veces ilusionado y otras

desesperado, a veces ser hijo y a veces ser padre, a veces ser un niño y otras un adulto, etc. Hay
algo que permanece constante en cualquier experiencia que uno tiene.

y. Así, el ejercicio que a continuación se detallará tiene como propósito el que la persona haga contacto

con esa experiencia de trascendencia comportamental. Para ello se solicita al cliente que se siente

en una silla cómoda y cierre los ojos. A continuación, se le pide que haga contacto con la situación

que se presenta en ese momento. Que note el contacto de su cuerpo con la silla y con sus ropas,

con el suelo, su respiración, los ruidos de la habitación, etc. Una vez hecho esto se van presentando

distintas situaciones. Por ejemplo, se pide que recuerde un momento en que él era un niño de pocos

años, y también otro en que fuera mayor. O un momento en que hubiera estado feliz y otro muy triste,

etc. Lo importante es que, a medida que realiza el ejercicio, el terapeuta insista en que el cliente

tendría que hacer contacto con el hecho de que hay algo que en todas las situaciones (por

contradictorias que sean) ha permanecido constante: Este "algo" es "el observador de sí mismo". A

pesar de que los sentimientos, pensamientos o roles desempeñados por el cliente han sido muy

diversos, el observador ha sido siempre el mismo: él mismo. Se ha de insistir que no se trata de una
"creencia" racional, sino de una experiencia.

z. El cliente ha de experimentar, realmente, que a pesar de haber hecho cosas muy distintas ha seguido

siempre manteniendo un aspecto que es común a todas estas conductas: el observador.


aa. f) Desarrollo de la voluntad
Este objetivo pretende poner en práctica todo lo anterior. Por lo tanto, la mejor forma de desarrollarlo

es que el cliente, en su vida, vaya progresivamente haciendo aquellas cosas que le son valiosas con

la sintomatología que anteriormente le paralizaba. Una manera de explicar lo que pretendemos decir
cuando hablamos del desarrollo de la "voluntad" viene dada por la metáfora del cubo de basura. Se

toma la papelera y se llena de basura. Si no hubiera, se pide al cliente que se imagine que la papelera

está llena de basura de todo tipo. Entonces le preguntamos si metería la mano en el cubo.

Obviamente, la respuesta del cliente suele ser negativa. En una segunda situación, le pedimos que
se imagine ahora que en el fondo del cubo hay algo que realmente es importante para él. Puede ser

dinero, la posibilidad de establecer una relación con la persona que quiere, la recuperación de alguna
dolencia, etc. ¿Metería la mano ahora el cliente en el cubo? Si aquello que hemos propuesto es

verdaderamente importante los clientes, efectivamente, meterían la mano en el cubo. Ahora bien,

¿sentirían "asco"? Lo más probable es que sí, pero, a diferencia de la primera situación, en esta

segunda "sentir asco" tiene un sentido, un propósito. No estamos pidiendo al cliente que meta la

mano en el cubo de basura pensando que es algo maravilloso, o sintiéndose feliz, u oliendo un

perfume exquisito. Lo que la voluntad implica es hacer las cosas y, especialmente, aquellas cosas

que traen consecuencias psicológicas desagradables por algo que merece la pena. De ahí la

importancia de haber trabajado adecuadamente los valores del cliente.

Si no hay nada en el fondo del cubo por lo que merezca la pena meter la mano, el cliente seguramente

no lo hará. Y hará bien no haciéndolo. Otra metáfora que se puede introducir en terapia y que ilustra
el sentido de la "voluntad" es la metáfora de la "mano quemada".Cuando uno tiene una mano

quemada (o ha sufrido alguna lesión, etc.) suele ser recomendable que ejercite la mano. Al hacerlo

sentirá seguramente dolor. Ahora bien, este dolor está al servicio de recuperar la mano para hacer

aquellas cosas que el cliente considera importantes.

La rehabilitación es algo muy doloroso. La voluntad consiste en, sintiendo este dolor, asumirlo como

una parte inevitable del camino que se espera recorrer para hacer de nuevos aquellas cosas que

uno quiere. Ya por último, la terapia suele finalizar con una instrucción paradójica y es que, en efecto,

todavía no se ha hecho terapia. El terapeuta debiera reconocer, a la hora de finalizar, que la

verdadera esencia de la terapia aparecerá ese preciso momento: cuando el cliente se encuentra en

el camino de su vida. Es probable que en este camino se den varias recaídas y problemas muy

diversos. En cualquier caso, lo realmente importante es que el cliente sea capaz de levantarse cada
vez que se cae y de seguir adelante.

2.4.7. Fundamentación teórica de ACT


El fundamento teórico de la ACT recae en la "Teoría de los Marcos Relacionales" (Relational Frame
Theory) ,una aproximación explicativa de la equivalencia de estímulos y de las relaciones de estímulos en
general, plantada por Hayes y su equipo (Hayes, Barnes-Holmes, Roche ,2001).

1- Implicación mutua entre dos estímulos relacionados (si A entonces B y si B entonces A).La ya

descrita simetría es una forma de implicación mutua basada en la relación "igual que". Sin embargo, se

pueden dar relaciones mutuamente implicatorias que no involucran simetría, como en la relación A es mayor
que B (pues B no es mayor que A).

2- La implicación combinatoria, la cual describe la facultad de las respuestas relacionales de

combinarse. Sus exponentes presentan el siguiente ejemplo, en ese sentido: Si A está relacionado con B
de una forma particular en un contexto específico, entonces hay una relación implicada entre A y C y entre

C y A. Por ejemplo, si a uno le dicen que un trabajo A paga más que un trabajo B, y que ese trabajo B paga
más que un trabajo C, la relación derivada está implicada combinatoriamente. El trabajo A paga más que el
trabajo C y el trabajo C paga menos que el trabajo A.

3- La transferencia o transformación de funciones. Una vez que se ha establecido algún tipo de

relación entre dos estímulos, ante las claves contextuales indicadas, las funciones psicológicas que tenía el

primer estímulo no solo se transfiera al segundo, sino que se pueden transformar en virtud del marco de
relación en cuestión.

Por ejemplo, si a una persona que sufre de fobia a las tarántulas se dice que las arañas X son mas

venenosas que las tarántulas, probablemente no solo transferirá el temor que le ocasionan las primeras a

las segundas, sino que además exhibirá un temor mucho mayor al segundo tipo de arañas en razón del tipo

de relación establecido entre los estímulos ("Mayor que") y los indicios contextuales presentados (en este
caso "venenosas").

La teoría permite entender por qué los seres humanos continuamente exhiben las mismas

respuestas ante estímulos distintos a aquellos ligados directamente por la experiencia. En el caso de los

desordenes psicológicos, dicha teoría permite vislumbrar por qué muchas reacciones emocionales y

afectivas disfuncionales son controladas por estímulos aparentemente no relacionados, pero que se
encuentran en un marco de relación que originan problemas psicológicos.

2.4.8. Fundamentación metodológica de ACT


La ACT se desarrolla por medio de las cinco metas sucesivas, cuyo cumplimiento abarca alrededor

de dieciséis sesiones terapéuticas. Tal como se enunció previamente, estas metas buscan primordialmente

generar un estado de distanciamiento comprensivo de los problemas, con el fin de ayudar al usuario a
aceptarlos y a comprometerse a elegir una opción de vida, a pesar de los mismos. Para ello es común el

uso de metáforas por parte del terapeuta. Las metas de la terapia coinciden con las etapas descritas

anteriormente (crear un estado de desesperanza creativa, trabajo en valores, solución como problema, crear

distancia respecto el lenguaje, diferenciar del yo como contexto del yo como contenido y desarrollo de la
voluntad).

2.4.9. Aplicaciones de ACT


ACT ha sido implementada con un amplio número de problemas psicológicos y con adultos y

adolescentes que muestran una capacidad verbal normal, dado su carácter de terapia verbal. Sin embargo,

la ACT se ha considerado especialmente apropiada para el tratamiento de las dificultades psicológicas

donde es posible la evitación emocional (como, por ejemplo, los trastornos por ansiedad), ya que ayuda a
los clientes a vivenciar, aceptar y comprometerse con las reacciones emocionales que siempre han evitado
y rechazado.

Bajo el anterior presupuesto, Carrascoso (1999) implementó la ACT con una persona que

presentaba trastorno de angustia con agorafobia y Luciano y Gutiérrez (2001) la utilizaron para el tratamiento

de una persona con trastornos de ansiedad. López (1999), por su parte, la utilizó para el tratamiento de una

persona con desorden de pánico con agorafobia, mientras que Zaldívar y Hernández la utilizaron en un caso

de agorafobia. Huerta, Gómez, Molina y Luciano (1998), finalmente, la implementaron en un caso de

ansiedad generalizada. Zettle (2003), en la misma línea, trató individualmente a 24 universitarios que

presentaban ansiedad ante las matemáticas, con ACT en unos casos y con desensibilización sistemática,

en otros. Los dos tratamientos mostraron reducciones en una prueba de ansiedad y en mediciones de

autoinforme, ganancias que se mantuvieron a los dos meses, según las medidas de seguimiento realizadas.

Bach y Hayes (2002), por otra parte, asignaron aleatoriamente a 80 pacientes hospitalizados con rasgos

psicóticos positivos, en un tratamiento con ACT a un tratamiento estándar o a una combinación de estas

dos intervenciones, mostrando los pacientes tratados con ACT una tasa de rehospitalización equivalente a

la mitad de la alcanzada por los pacientes que recibieron el tratamiento estándar, a los cuatro meses de

haberse realizado el tratamiento. Paul, Marx y Orsillo (1999) mientras tanto, trataron durante 12 con

resultados positivos por la Corte, tanto con ACT como con la psicoterapia analítico funcional, mientras que

Bond y Bunce (2000) compararon la ACT con un tratamiento conductual estándar para reducir el estrés y la

ansiedad en el lugar de trabajo ,mostrando la primera opción mayores resultados que la segunda.Por

último,otras problemáticas tratadas con ACT o con sus componentes principales son: abuso de bebidas

alcohólicas, duelo complicado, depresión, síntomas psicóticos, y la conducta sexual de alto riesgo en los
adolescentes.

2.5. La Psicoterapia Analitico Funcional


La psicoterapia analítico-funcional (PAF) es una forma de terapia de conducta que enfatiza el uso

de la relación terapeuta-cliente a objeto de utilizar con toda su intensidad las oportunidades de aprendizaje

que surgen en la sesión terapéutica (por ejemplo, intervención in vivo). Basada en el conductismo radical

de B. F. Skinner, la PAF produce el cambio a través de contingencias de reforzamiento naturales y curativas


que suceden dentro de una relación terapeuta-cliente emocional, cercana y con un alto grado de implicación.

Kohlenberg y M. Tsai hallaron que algunos de sus clientes tratados con técnicas de terapia cognitivo-

conductual convencional experimentaban notables mejorías que iban más allá de los objetivos iniciales del

tratamiento. En la búsqueda de las causas de este fenómeno, observaron que estos notables progresos

sucedían en aquellos pacientes con los que se había establecido una relación terapéutica4 intensa y
comprometida.
Como resultado de esta experiencia, Kohlenberg y su grupo aplicaron conceptos conductuales para:

1. Explicar la conexión entre mejorías dramáticas y una intensa relación terapéutica

2. Delinear el procedimiento a seguir para facilitar estos vínculos intensos y potencialmente

curativos.

Kohlenberg y Tsai afirmaron que la PAF, un poderoso tratamiento por sí mismo, es también una

aproximación integradora que puede ser combinada con prácticamente cualquier otro tipo de terapia con

resultados sinérgicos. Debe también destacarse que el énfasis en la relación terapéutica que hace la PAF

basándose en la teoría conductual tiene algunas similitudes no buscadas con el concepto freudiano de

transferencia, así como con la idea de que puede haber «significados ocultos» bajo la superficie de
afirmaciones hechas por los pacientes durante la consulta.

La PAF valora enormemente las oportunidades de aprendizaje in-vivo, es decir, la aparición real de

los problemas del paciente en su interacción con el terapeuta. El paciente está buscando tratamiento para

problemas de la vida diaria, y al hacerlo actúa del mismo modo disfuncional en el contexto clínico, por tanto

el terapeuta debe estar atento para detectar las conductas clínicamente relevantes. Podemos distinguir tres
tipos de conductas clínicamente relevantes dentro de la terapia.

 Las conductas relevantes tipo 1 (CCR1) son aquellas conductas relacionadas con el problema que el

cliente presenta en la sesión y cuya frecuencia debe ser reducida a lo largo de la terapia

 Las conductas clínicamente relevantes tipo 2 (CCR2) son las conductas que ocurren en la sesión y

que suponen una mejoría en relación al problema por el que se acude a consulta.

 Las conductas clínicamente relevantes tipo 3 (CCR3) son las interpretaciones del cliente sobre su

propio comportamiento. Junto a estas también se incluyen descripciones de la equivalencia

funcional que indican semejanzas entre lo que ocurre en la sesión y su vida diaria.

La PAF emplea varias estrategias terapéuticas. Las tres principales son:

Estar atento a la aparición de CCR, b) provocar CCR y c) reforzar CCR2.


*Estrategia 1: Atención a las conductas clínicamente relevantes (CCR). Esta estrategia es la más

importante ya que por si sola conduce a un tratamiento más intenso y efectivo.

Un terapeuta hábil en la detección de CCR tiende a tener también mayor facilidad para fomentar e

incentivar naturalmente a los clientes a objeto de que abandonen patrones autoinculpatorios que aparezcan
in vivo y, por tanto, incrementar aproximaciones más productivas hacia la vida.

* Estrategia 2: Provocar CCR2. Ya que la ocurrencia de CCR está indicada para la realización de

la PAF, ¿cómo puede el terapeuta favorecer su aparición? La reconstrucción de los problemas de conducta
del cliente en un ensayo conductual, como se ha mencionado, no es igual a la aparición natural de CCR.

Análogamente, fingir situaciones ad hoc, tales como llegar tarde a la consulta o enfadarse con un cliente,

no son recomendables, pues es incongruente con la relación honesta y cercana que la PAF sugiere.
*Estrategia 3: Reforzar CCR2. El reforzamiento es un término técnico que en este contexto se

refiere al cuidado y fortalecimiento que el terapeuta ejerce sobre las mejorías que se producen en la

consulta. Es recomendable confiar en las reacciones naturales del terapeuta en lugar de usar oraciones

estereotipadas como «¡eso es genial!» o «¡estupendo!», que pueden ser vistas por el cliente como faltas de

sinceridad. Los terapeutas expertos en PAF son conscientes de la aparición de CCR2 en el momento en

que suceden y son espontánea y genuinamente reforzantes.

Por otra parte, los terapeutas que no son conscientes de las CCR pueden castigar inadvertidamente

los CCR2 (por ejemplo, progresos terapéuticos). Consideremos un caso de una paciente que busca ayuda

por una depresión relacionada con la escasa asertividad que demuestra con su marido. El terapeuta al que

acudió intentó enseñarla a ser más asertiva usando ensayos conductuales, un procedimiento común de

terapia de conducta. La paciente dijo encontrarse incómoda con el ensayo conductual y preguntó si existía

otra manera de aproximarse al problema. El terapeuta entonces sugirió a la paciente que resistirse al ensayo

conductual era una muestra de evitación y la exhortó a que siguiera haciéndolo de todas maneras. El análisis

PAF de este episodio indica que la negativa de la paciente a realizar los ensayos es una CCR2, toda vez

que ha sido asertiva con el terapeuta al hacerlo, esto es, la misma habilidad de la vida real que él le estaba

intentando enseñar. El terapeuta, por otra parte, no fomentó ni fortaleció esta asertividad, y puede que

incluso la haya castigado inadvertidamente al acusarla de estar evitando e insistir en la realización del
ensayo conductual.

2.5.1. El uso de PAF para mejorar la terapia cognitiva para la depresión


La terapia cognitiva para la depresión, desarrollada en 1979 por Aaron Beck y sus colaboradores,

ha mostrado ser un tratamiento efectivo para la depresión mayor.No obstante, como con cualquier
tratamiento para la depresión, existe aún espacio para el avance. En particular, algunos clientes se resisten

a aspectos del método y fundamento teórico de la terapia cognitiva arriesgando los resultados de la terapia,

ello se conoce como disparidad teoría-cliente. Ejemplos de esta disparidad pueden hallarse en clientes que

experimentan que sus sentimientos gobiernan su conducta con independencia de sus pensamientos, en

aquellos que buscan una forma de terapia interpersonal más intensa, y en los que persiguen comprender
cómo sus problemas se relacionan con sus historias familiares.

En un intento de responder más efectivamente a las diversas necesidades de los pacientes, reducir

las disparidades teoría-cliente y retener el valor que la terapia cognitiva tiene para muchos pacientes, se ha

desarrollado una forma combinada de PAF y terapia cognitiva. Este nuevo modelo de tratamiento es
conocido como terapia cognitiva mejorada por PAF (TCMP). La TCMP implica dos avances sobre la terapia

cognitiva convencional. En primer lugar, el fundamento general para las causas y tratamiento de la depresión
está diversificado, incluyendo varias causas posibles además de la hipótesis cognitiva (por ejemplo, la
depresión es el resultado de creencias y pensamientos irracionales).

Así, a los clientes se les comunica que la depresión puede deberse a duelos personales no

elaborados, a la familia nuclear o a la historia personal, a la falta de experiencias asociadas con sensaciones

de dominio y placer, a sensaciones de ira dirigidas hacia uno mismo, a no tener acceso a relaciones de

intimidad por un déficit de habilidades, etc. Está diversificación del fundamento teórico permite ajustar con
mayor precisión el tratamiento con el cliente.

Un segundo avance sugerido por este enfoque es el uso de la relación terapéutica como una

oportunidad a tiempo real para aprender nuevos patrones de pensamiento y crear mejores relaciones. A los

clientes se les dice: «sería de ayuda para nosotros que nos concentremos en nuestra relación ya que si

tienes problemas al relacionarte conmigo es posible que también los tengas con otros en tu vida diaria

(familiares, compañeros de trabajo, pareja, etc.). Cuando uno expresa pensamientos, sentimientos y deseos
de una manera auténtica y asertiva es menos probable estar deprimido».

2.5.2 Bases teóricas


La PAF se desarrolló en el marco del conductismo radical de B. F. Skinner. Muchos lectores pueden

asociar erróneamente a Skinner con una teoría muy restringida, limitada a la explicación de la presión de

palancas en ratas dentro de cajas experimentales. Por el contrario, Skinner intentó explicar la relevancia de

las contingencias de reforzamiento en la comprensión de procesos humanos fundamentales como la

percepción, la sensación de sí mismo, la identidad, las creencias, el lenguaje, la poesía, la felicidad, la


personalidad, el amor y la creatividad.

Con la intención de ilustrar cómo funciona el conductismo radical, consideremos cómo aborda los

pensamientos, las creencias y las cogniciones. La teoría cognitiva, frecuentemente considerada la antítesis

del conductismo radical, establece que los pensamientos, creencias o actitudes determinan cómo

reaccionamos ante los eventos del mundo. Ello es conocido como el paradigma A-B-C. Por el contrario, la

posición del conductismo radical establece que los pensamientos en algunos casos determinan las

reacciones posteriores de un individuo, añadiendo que, en otros casos, los pensamientos pueden no tener

ninguna influencia en el modo en que reaccionamos. De hecho, uno puede tener reacciones sin que haya

existido un pensamiento precedente. Según la posición del conductismo radical, distintos paradigmas son
de aplicación según la historia de reforzamiento.

Tomando un ejemplo de la vida corriente, todos hemos tenido pensamientos en forma de promesas

que nos realizamos a nosotros mismos del tipo: «no comeré la tarta de chocolate que engorda tanto»,
cuando nos ofrecen un pedazo. En algunas ocasiones confirmaremos el paradigma (a) al no comer la tarta
(hipótesis cognitiva); en otros casos, tendremos ese pensamiento, pero comeremos la tarta de todos modos
no satisfaciendo la hipótesis cognitiva.

Una ventaja de la visión del conductismo radical es que se acomoda a todas las posibilidades. La

visión conductista radical admite un amplio rango de vías por las que la gente experimenta la relación entre

pensamientos y acciones subsecuentes. Ello es parte de la ampliación de las bases teóricas que aducimos
mejoran la terapia cognitiva.

La teoría subyacente a la PAF no afirma que otros tipos de intervenciones (por ejemplo, dar consejo,

usar tareas, terapia cognitiva, entrenamiento en habilidades sociales) no sean eficaces, simplemente se

afirma que las intervenciones en tiempo real (in vivo) son más poderosas e incrementan la probabilidad de

resultados terapéuticos positivos. No obstante, tal y como ha sugerido Kohlenberg (2003a, 2003b), las

intervenciones cognitivo-conductuales pueden perder gran parte de su auge si la importancia de la relación


terapéutica sigue siendo subestimada.

2.5.3. Estudios empíricos y otras aplicaciones


Kohlenberg y Tsai presentan numerosos estudios de casos en su libro de 1991, Functional Analytic

Psychotherapy (Psicoterapia Analítico-Funcional), apoyando la hipótesis de la intervención en tiempo real

en el contexto de las sesiones terapéuticas como factor de mejora clínica. Desde entonces un número

creciente de publicaciones ha puesto de manifiesto resultados positivos en una pluralidad de problemas


conductuales, tanto aplicada unimodalmente como en conjunción con otras modalidades terapéuticas.

En un estudio de casos, Kohlenberg y Tsai (1994b) mostraron como la PAF mejoraba el resultado

de la terapia cognitiva de un varón deprimido de 35 años. El paciente informó que sus relaciones
interpersonales mejoraron como consecuencia de la TCMP.

En otro estudio de casos, R. H. Paul y sus colaboradores comunicaron beneficios adicionales

derivados del uso de la PAF como complemento a otro tratamiento en un paciente diagnosticado de

pedofilia. Un reciente estudio sobre TCMP, demostró una mejora clínica aumentada, así como avances en
las relaciones interpersonales derivadas de la combinación de terapia cognitiva con PAF.

La PAF ha sido también combinada con terapia marital, tratamiento para pacientes con el diagnóstico

de trastorno límite de la personalidad y en pacientes diagnosticados de trastorno de estrés post-traumático.


Varios estudios seminales han mostrado su compatibilidad con el uso de la aceptación.

2.6. La Psicoterapia Analítico Funcional Y La Terapia De Aceptacion Y


Compromiso (Similitudes Y Diferencias)
La Psicoterapia Analítico Funcional (PAF) se fundamenta en el análisis y moldeamiento del

comportamiento verbal del paciente en tiempo real durante las sesiones de intervención. En este caso, la
relación terapéutica se considera un modelo de relación interpersonal a generalizar a la vida diaria del
cliente.

La PAF ofrece un análisis conductual de la relación terapeuta-paciente y de su importancia en el

proceso clínico, así como un marco teórico para el análisis de los efectos sinérgicos derivados de su
combinación con terapias cognitivas o cognitivo- conductuales tradicionales.

La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) aborda los trastornos del comportamiento y las

emociones enfatizando el análisis de la evitación de eventos privados aversivos (por ejemplo, evitación

experiencial) como función de una pluralidad de comportamientos de topografía «psicopatológica». Estos

procesos pueden verse coadyuvados por el seguimiento de reglas verbales relativas al control estricto de
emociones y cogniciones.

Tabla 2: Características principales de ACT y FAP


Los fundamentos de la PAF son: las contingencias de reforzamiento en la sesión terapéutica

(incluyendo el uso del reforzamiento natural), la generalización del cambio en la medida que se produce una

similitud funcional entre la sesión y la vida diaria, el moldeamiento de la conducta a lo largo de las sesiones,
y el trabajo centrado en la conducta verbal del paciente y el terapeuta.

ACT (Características Principales) FAP (Características Principales)


Surge de la experiencia como clínico de
Kohlenberg
ACT-Aceptar, Elegir, Tomar una acción
Se basa en el análisis funcional de las
comprometida.
conductas de los pacientes en sesión.
Es básicamente contextual: Lo importante no son
Las contingencias de reforzamiento que
los síntomas sino las funciones de estos.
ocurren dentro de la sesión (reforzamiento
Adopta una perspectiva existencial y tiene tres
natural y moldeamiento)
premisas:
Es en el contexto terapéutico donde se dan
- Que la persona se comporte de forma
estas conductas y la equivalencia funcional.
congruente a sus valores - El componente verbal
Características:
es fuente de sufrimiento.
- Relación Terapéutica - Conductas
clínicamente relevantes - Reglas Terapéuticas.

Kohlenberg y Tsai (1991) toman en consideración no sólo la conducta abierta, especialmente verbal,

que se produce en sesión, sino que analizan las emociones, memorias, cogniciones, creencias, y el yo en
términos conductuales y en base a los principios identificados por la investigación experimental básica.

La PAF define tanto los problemas clínicos como las metas y objetivos terapéuticos en términos

conductuales (conductas clínicamente relevantes durante la sesión), considera la conducta en términos


funcionales, y entiende como fundamental la observación y análisis de la conducta durante la terapia.

Las técnicas o procedimientos propuestos por Kohlenberg y Tsai (1991, 1995a) para el cambio
terapéutico implican el análisis de la conducta en la situación terapéutica (observar conductas clínicamente
relevantes o efectos reforzantes de la conducta del terapeuta) y la manipulación de factores antecedentes

(evocar conductas, formulación de reglas más efectivas) y consecuentes (reforzar mejorías). En resumen,

la PAF se basa en principios conductuales, se centra en problemas clínicos definidos y analizados

funcionalmente, y propone procedimientos o técnicas de intervención derivados también del análisis


funcional de la conducta.

El principal punto de divergencia de la PAF respecto al análisis de la conducta más tradicional es


también su principal aportación: considerar la relación terapéutica como el centro del proceso terapéutico.

El caso de la ACT puede ser algo más complicado. En diferentes trabajos Hayes ha defendido la

vinculación de esta terapia con el contextualismo funcional, variante del conductismo radical que suele

considerarse el fundamento filosófico del análisis funcional de la conducta. Además, Hayes y Bissett (2000)
también advierten que la ACT se basa en el análisis de conducta contemporáneo.

Es difícil definir en términos conductuales simples el objetivo de la ACT, tanto las conductas

problema a las que se dirige como su objetivo terapéutico o conductas blanco. De forma plenamente

coherente con el análisis funcional de la conducta, los autores optan por definir las conductas problema

funcionalmente. Para ello se prescinde de definiciones topográficas, de contenido, o en base a constructos


(por ejemplo, trastornos) y se establece como objeto de intervención la evitación experiencial.

Mediante la ACT se pretende alterar la función de los eventos privados en su relación con la conducta
abierta, socavar y transformar el control que las reglas ejercen sobre la conducta.

Con la ACT no se pretende cambiar las reacciones del individuo (la topografía o el contenido) sino

la función de los eventos privados. Como señala Pérez-Álvarez (1996) su objetivo no es cambiar la conducta,

sino el problema, cambiando el contexto en el que se dan las conductas y problemas. Para ello se propone

una serie de técnicas u operaciones conductuales de tipo experiencial y metafórico, lo que supone un cambio

importante respecto de la tradición terapéutica representada no sólo por el análisis funcional de la conducta,

sino también por la terapia de conducta. Las técnicas u operaciones terapéuticas tradicionales suelen ir

dirigidas al cambio o control de la conducta, de su forma o contenido y de su frecuencia, o del control

estimular por el que se produce. Para ello el terapeuta realiza manipulaciones ambientales en relación con

la conducta del paciente a nivel de sus antecedentes o consecuencias. La ACT por el contrario no se centra

en el cambio de las conductas supuestamente problemáticas, eventos privados o conductas abiertas, sino

que intenta alterar la relación funcional entre ambas: la función de los eventos privados respecto a la

conducta abierta, de las palabras, de las reglas ineficaces sobre el control emocional o cognitivo (Hayes,
1998).
Y para alterar esa función controladora del lenguaje y de las reglas ineficaces se proponen

procedimientos que en absoluto son convencionales ni se derivan directamente de la investigación básica

experimental sobre el comportamiento humano. En este sentido, el proceder de la ACT sí que se aleja de
forma significativa de lo que hasta el momento ha sido la tradición del análisis funcional de la conducta.

En conclusión, tanto la PAF como la ACT, deben ser consideradas como terapias conductuales,

inmersas en el movimiento del Análisis de la Conducta Clínica. Suponen una continuación y actualización

del análisis funcional de la conducta dirigido a problemas que se dan en el contexto poco controlado de la

relación terapéutica clásica. La continuidad entre estas terapias se observa en sus fundamentos

conceptuales y empíricos, en el énfasis puesto en la conducta y su función, y en la forma como se interviene

frente a los problemas clínicos. A su vez, ambas terapias suponen un avance y actualización de

planteamientos más clásicos, e incluso una superación de ciertas limitaciones que impedían una evolución
realmente «funcional» de la terapia de conducta.

2.7. Terapia Dialéctica-Conductual De Linehan


El trastorno límite de la personalidad constituye un patrón general de inestabilidad en las emociones,

las relaciones interpersonales y la identidad, así como una notable impulsividad que comienza al principio

de la edad adulta y se da en diversos contextos (APA, 2000: 760). Entre un 1% y 2% de la población general

sufre este trastorno. Las conductas autolesivas y los intentos de suicidio son frecuentes y las tasas de
suicidio alcanzan el 9%.

Pese a la gravedad de este trastorno, el desarrollo y puesta a prueba de estrategias de intervención

eficaces para el mismo es todavía escaso; los logros terapéuticos son lentos y se producen abandonos y

recaídas con mucha frecuencia. Uno de los programas de tratamiento que ha recibido mayor apoyo empírico

es la Terapia dialéctico- comportamental desarrollada por la Dra. Marsha Linehan y su grupo de


investigación en la Universidad de Washington, en Estados Unidos, (Linehan, 1993).

Esta intervención constituye un programa de tratamiento que se enmarca en la terapia cognitivo-

comportamental, cuyo objetivo fundamental es que el paciente aprenda a regular la emocionalidad extrema,

reduciéndose las conductas desadaptativas dependientes del estado de ánimo y que aprenda a confiar y
validar sus propias experiencias, emociones, pensamientos y comportamientos.

Nos gustaría destacar los aspectos que constituyen importantes innovaciones de esta terapia. En

primer lugar, a diferencia de otros programas cognitivo-comportamentales, la terapia dialéctico-

comportamental es una intervención basada en principios terapéuticos y no una intervención basada en un

manual de tratamiento. Este programa se basa en una jerarquía de metas terapéuticas que se abordan en
función de su importancia. La jerarquía que se establece en la terapia individual es la siguiente:
1. Conductas suicidas y parasuicidas.

2. Conductas que interfieran con el curso de la terapia.

3. Conductas que afecten a la calidad de vida.

4. Aumentar habilidades comportamentales.

Esta estructura permite un abordaje flexible en función de las necesidades de cada paciente.

Otra contribución importante hace referencia al cambio en el enfoque de la intervención. La terapia

cognitivo-comportamental tradicional se centra en conseguir la resolución de problemas emocionales a

través del cambio comportamental y cognitivo. Linehan pone el énfasis en la aceptación y la validación, para
desde ahí conseguir el cambio.

Otro aspecto relevante a destacar de la terapia dialéctico-comportamental es que establece que la

intervención se realice por un equipo de terapeutas, no por terapeutas aislados. Los terapeutas reciben
retroalimentación y supervisión de los otros terapeutas en el seguimiento de cada uno de los casos.

El programa de tratamiento se estructura en una fase de pretratamiento y en tres de tratamiento. El

pretratamiento está dirigido a la orientación del paciente hacia la terapia, es decir, el establecimiento de la

relación terapéutica, de las metas y de los compromisos. Esta fase es esencial porque en ella se determinan

los límites de la terapia, unos límites flexibles, pero constantes que van a guiar la terapia. Uno de los efectos

más beneficiosos de estas estrategias de pretratamiento y que hace a la terapia dialéctico-comportamental


una intervención muy atractiva es que promueve la adhesión al tratamiento.

 La primera fase del tratamiento tiene una duración de un año y ahí se llevan a cabo las metas principales

del tratamiento utilizando terapia individual, terapia de grupo y consultas telefónicas: disminuir las

conductas suicidas, los comportamientos que interfieran tanto en la terapia como en la calidad de vida en

general, y aumentar las habilidades de toma de conciencia, de regulación emocional, de tolerancia al

malestar y las habilidades sociales. Se establece una sesión individual y una sesión de grupo a la semana

y las consultas telefónicas se utilizan entre sesiones principalmente para ayudar al paciente a generalizar

las habilidades y estrategias aprendidas en terapia a la vida cotidiana.

 La segunda fase del tratamiento está dedicada al tratamiento del estrés postraumático que suele ser

frecuente en estos pacientes. Este segundo momento del tratamiento no tiene una duración determinada.

 Por último, en la tercera fase, la cual tampoco tiene una duración determinada, un objetivo importante es

que el paciente construya el respeto por sí mismo y que aprenda a validar sus propias experiencias.
Además, otra meta terapéutica es que el paciente se empiece a plantear y perseguir metas vitales

realistas en distintas áreas como el trabajo, la familia, etc.

En definitiva, la terapia dialéctico comportamental constituye un programa de tratamiento que,

manteniendo una perspectiva de terapia cognitivo-comportamental, ha incorporado nuevos elementos

técnicos y relativos al enfoque y al proceso terapéutico para abordar con eficacia aspectos específicos del

trastorno límite de la personalidad como son los patrones de funcionamiento inflexibles y disfuncionales en
el área emocional y comportamental.

2.8. La Terapia Cognitiva Basada En Mindfulness


La meditación o técnicas de mindfulness son los procesos psicológicos o mecanismos de cambio

que están a la base de todas las terapias y técnicas de tercera generación. Entrar en profundidad en ella

sería bastante complejo ya que tendríamos que empezar por explicar mucha de la filosofía y técnicas

orientales para poder entenderla en su globalidad. Por ello, expondremos algunos puntos de forma

esquemática pero muy clara, para que se entienda bien de que corriente de pensamiento provienen estas
técnicas.

"EL DEDO QUE SEÑALA LA LUNA NO ES LA LUNA"

De igual modo...

"Las palabras que voy a utilizar no son Mindfulness"

Mindfulness es una experiencia,es una vivencia.

No está supeditada a los límites de la lingüística.

2.8.1 Sufrimiento humano y trastorno evitación experiencial


Existe una confluencia entre diferentes tradiciones espirituales y las modernas terapias de conducta,
en cuanto al modo o la vía para solucionar los problemas y aliviar el sufrimiento humano.

Una de estas confluencias es la relación que se le da tanto en diferentes corrientes espirituales como

en las actuales terapias verbales; a la relación que existe entre sufrimiento y lenguaje. Nuestro bien más

preciado y el que nos diferencia de otras especies tiene dos lados: el brillante, que nos ayuda y es útil, y el

oscuro, que puede llegar a ser limitante: "La capacidad autorreflexiva es un arma potencial y poderosa a la
vez que peligrosa" [Hayes, 2004].
Precisamente esa parte oscura y limitante del lenguaje es la que nos lleva a DECIR O PENSAR

frases como "Sin motivación no puedo seguir adelante", "Sin amor no tiene sentido seguir luchando o "No

puedo continuar con estas dudas sobre mí misma". Estas frases son familiares porqué están socializadas

dentro de lo común, y la sociedad instruye y orienta a que se piense y se hable de esa forma para acabar

con el estado (sensaciones y sentimientos) de esas cosas. Por ejemplo, si un amigo está triste y no quiere

recordar lo que le ha sucedido es probable que digamos: "distráete con otra cosa y te sentirás mejor ",
"intenta olvidarlo".

Con esa forma de actuar se señala que algunos contenidos o eventos privados son negativos y se

estaría dando un valor explícito al contenido del sufrimiento y del pensamiento. La sociedad instruye que

para actuar con coraje se ha de sentir coraje, pensar positivamente se ha de sentir coraje, pensar

positivamente pata tener éxito y creer que pueden quererte para poder encontrar el amor. A lo anterior se

le suma el fondo cultural de que el sufrimiento es malo y debe ser evitado para poder vivir. Por esto sentir

ansiedad, tristeza, soledad, rechazo en una persona es interpretado como patológico y urge su eliminación
para sentirse de otro modo y poder vivir feliz.

Es por ello que el lenguaje da lugar en muchas ocasiones a una fusión cognitiva con los

pensamientos, a problemas de interferencia con el pensamiento, creando contextos verbales de literalidad,

explicaciones, valoraciones y control, lo que nos daría una clase funcional destructiva y un diagnostico
funcional en psicopatología ,como es el Trastorno de Evitación Experiencial en la vida de un paciente.

2.8.1.1 Contextos verbales de la evitación experiencial


 Contexto verbal de la literalidad (responder a un evento en términos de otro). Las palabras aparecen

cargadas de función verbal (las palabras pueden acabar siendo evitadas tanto como los eventos

reales con los que se relaciona)

 Contexto verbal de la valoración (la sociedad establece los valores). Tener un pensamiento, una

emoción o un recuerdo puede ser valorado como aversivo y tomar función del evento real)

 Contexto de dar razones (justificamos lo que hacemos aludiendo que hay buenas razones para ello)

 Contexto verbal de control de la emoción y la cognición (tratar de controlar los eventos privados y

dolorosos).

2.8.2. Que significa la palabra mindfulness


-Mindfulness es un término inglés que no tiene traducción exacta al castellano. Es la traducción

inglesa de la palabra Sati. Sati es una palabra que procede de una lengua llamada Pali. Pali es la lengua
utilizada por la Psicología Budista desde hace más de veinticinco siglos. La traducción más aproximada de
Sati al español es : Atención Plena. Mindfulness ha sido descrito como un proceso de mantener cierto tipo

de Atención especial a la experiencia presente momento a momento. También como el "Mantenimiento de


una conciencia viva a la realidad presente".

Mindfulness es un estado de conciencia o atención plena a la experiencia presente, momento a

momento, con aceptación radical, libre de todo control y juicio de valor. La capacidad de producir estados

de Mindfulness es posible a través del empleo de diferentes técnicas de meditación, las cuales tienen su

origen en las prácticas espirituales budistas. El origen de su Mindfulness es el Budismo. Concretamente


proviene del Budismo Abhidharma.

- En el Budismo, Mindfulness ocupa un rol fundamental ya que representa la vía o el método para

erradicar el sufrimiento humano. Existen dos métodos de meditación: Concentración (Samatha)- Meditación

Concentración [Samatha denota tranquilidad y concentración] e Insight (Vpassana bhavana)-Cultivo de la


mente, con el propósito de ver de un modo especial que conduce al insight y a la comprensión plena.

- La psicología contemporánea, ha adoptado al Mindfulness como una técnica para incrementar la

conciencia y para responder más habilidosamente a los procesos mentales que contribuyen al desarrollo de

trastornos psicopatológicos y a otro tipo de problemas del comportamiento. En los últimos 20 años,

Mindfulness ha acaparado la atención de la Psicología Clínica, y más recientemente, también la de la


Psicología Experimental.

Existen muchos programas de tratamiento que incluyen Mindfulness y otros componentes

relacionados (como la Aceptación): Integrative Behavioral Couple Therapy, Functional Analytic

Psychoterapy o FAP, Roemer y Orsillo (2002)para la Ansiedad Generalizada, Schaartz(1996) para el

Trastorno Obsesivo Compulsivo., Kristeller y Hallet(1999) para Trastornos Alimentarios y Martell, Addis y
Jacobson (2001)para la Depresión.

2.8.3 Componentes y procesos psicológicos


Mindfulnnes podría definirse como un proceso no-conceptual: Mindfulness es conciencia sin que

nuestros pensamientos interfieran o nos absorban. Además está centrado en el presente, siempre centrado

en el aquí y ahora, no divagando en cuestiones relacionadas con el pasado o futuro. Es un proceso no

crítico, que evita elaborar juicios valorativos ni de sentencia (autoculpa).Es un estado de aceptación radical
de toda la experiencia tal cual es y además es intencional y pretende mantener y redirigir la atención.

En el proceso de Mindfulness se da una observación participante en la que el sujeto no es un testigo

imparcial .La experiencia se podría definir como un proceso no lingüístico, no es verbal ni se captura en

palabras, es ante todo una EXPERIENCIA, que explora diferentes niveles de percepción y pretende ser
liberador de un proceso de sufrimiento condicionado, para llegar a la espiritualidad y a la trascendencia.
Aplicaciones y evidencia empírica
Actualmente , Mindfulness ha sido utilizada como una técnica efectiva en el tratamiento de un amplio

y variado numero de trastornos psicológicos, como son la ansiedad, estrés postraumático, abuso de
sustancias, trastornos de alimentación, depresión, dolor crónico, trastorno límite de la personalidad, etc.

También se ha aplicado en otros problemas de tipo médico, como por ejemplo en psoriasis, VIH,

fibromialgia, cáncer, trasplante de órganos, atrofia muscular, e incluso en trastornos sexuales como la
impotencia sexual, e incluso, en problemas de violencia de género.

Otras intervenciones se han dirigido a la simple mejora del estado de ánimo, o al incremento del
bienestar general.

Se han desarrollado diversos programas de Mindfulness específicamente para infantes; en diversas

instituciones y organizaciones, como en escuelas y empresas; en actividades físico-deportivas y, cómo no,


se han adaptado ejercicios muy específicos para los propios terapeutas.

2.8.5 Defusión Cognitiva


- Cognitive Defusion es una técnica que data desde los orígenes de la Terapia Cognitiva. Detectar
los pensamientos y verlos como hipótesis en vez de como hechos objetivos.

- La terapia cognitiva Clásica y las Terapias Cognitivo-Conductuales actuales, pretenden controlar,

eliminar, reducir la frecuencia, intensidad, etc, de los pensamientos negativos y sustituirlos por otros más
deseables (a través de la disputa o el debate, la racionalización, la lógica, etc).

- En ocasiones no funciona: Incrementos tanto en la intensidad, frecuencia, así como en la duración,

e incluso, en la accesibilidad a los eventos privados (pensamientos, emociones, sensaciones corporales,


étc) no deseados.

- Por el contrario, desde la perspectiva de las TTG (Contextualismo funcional),el objetivo de las

técnicas de Cognitive Defusion es reducir la credibilidad y el impacto de los pensamientos negativos; NO

mediante la disputa y la lógica sino aprendiendo a ver los pensamientos como lo que son, pensamientos, y

no como ellos dicen ser. Dicho de otro modo, intentan alterar las funciones negativas de los pensamientos

en lugar de su forma, contenido o frecuencia. Se trata de no cambiar el contenido del pensamiento sino la
relación que tenemos con ese pensamiento.

2.8.6. Objetivos
- Socavar los contextos verbales, generando flexibilidad Cognitiva.

- Diferenciarme del proceso del pensar. Generar la perspectiva del "yo como contexto" versus "yo
como Contenido") y las Funciones Evaluativas del Lenguaje (Experiencia).
2.8.7 Técnicas y metáforas empleadas
TÉCNICAS:

 Repetición

 Paradojas (confusión) y metáforas

 Ejercicios de Cosificación/ Fisicalización

 Ejercicios Experienciales. Ejercicio del Observador

 Cambios en las Convenciones Lingüísticas


METÁFORAS:

 Pasajeros en el autobús

 Cabalgata con carteles

 Radio siempre encendida

 Nubes grises
Decir No y Hacer Si/Decir Si y Hacer No

Ejercicio de llevar la mente a pasear

Tarjetas

Ejercicios Experienciales

Ejercicio del observador (adaptado de Assagioli, 1971).

Ejercicio de Observación del flujo de la experiencia privada)

Ejercicios de Meditación o Mindfulness

Cambios en las Convenciones Lingüísticas

Sustituir "Pero" por "Y". "Me gustaría hacerlo pero tengo ansiedad" por "Me gustaría hacerlo y tengo
ansiedad"

Sustituir "Soy un desastre" por "Estoy teniendo el pensamiento de que soy un desastre.

Sustituir "No puedo soportarlo más" por "Estoy teniendo el pensamiento y la emoción de no
soportarlo más)

Otros

Darle gracias a la mente/Solo notar/Cantarlos/Interpreta por personajes/¿Por qué? ¿Por qué/Dios te


da la razón, ¿ha cambiado algo?/Trata a la mente como algo externo, como algo de fuera.

2.8.8. Conclusiones
 Técnicas de Mindfulness y Cognitive Defusion pueden resultar muy efectivas en la práctica clínica.

Valor Clínico.

 Suelen implicar otros componentes importantes tales como la Aceptación, la Toma de perspectiva,

mayor Autoconocimiento, etc.

 Requieren de práctica. Son habilidades que requieren ser entrenadas

 Provoca un "cortocircuito" en el condicionamiento (relaciones automatizadas, conducta-conducta:

pensar -hacer, sentir-hacer, hacer-sentir) posibilitando responder más adecuadamente.

 La lógica subyacente es contradictoria al "sentido común"; a lo que se supone que se ha de hacer, a

lo que hemos aprendido a hacer, a lo que el cuerpo y la mente quieren hacer (controlar, suprimir,

evitar, erradicar... toda sensación negativa y mantener, alcanzar, perseguir las positivas.

Movimiento Hedonista).

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