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Psicológicos I
Curso 2022/2023
He de admitir que cuando empecé a leer los propósitos y bases de las terapias de
tercera generación me mostré un poco escéptica ante el marco teórico conductista que
plantean, pues he leído y tengo opiniones sobre ciertas terapias plenamente conductistas
que no me acaban de convencer, pero tras leer los artículos me he dado cuenta de que no
se trata de romper con todo el progreso de las terapias de segunda generación y el
cognitivismo asociado a ellas, sino que en su mayoría se trata de buscar soluciones
partiendo de una terapia conductista para poder “hacer arrancar” a los pacientes y así
solucionar los hábitos insanos existentes y poder inculcar otros hábitos y rutinas que
ayuden, además, a que desaparezcan los pensamientos negativos, las rumias, etc. Es decir,
este panorama conductista haría desaparecer también los problemas cognitivos del
paciente, no se trata de un conductismo radical.
Pero por encima de todo esto, el punto con el que estoy más de acuerdo es con la
forma de aplicación de estas terapias es el papel activo que se le da al paciente y a la
importancia de su relación con el terapeuta. Este enfoque me parece muy importante y
necesario, pues el hecho de que el paciente esté involucrado en la propia terapia y hacerlo
consciente de sus problemas y los pasos que se están llevando a cabo para solucionarlos
hace, en mi opinión, que este esté más motivado a la hora de afrontarlos y, por tanto, la
terapia será más rápida y eficaz. Además, esto ayudará a que el paciente no se como un
problema, ni desde el punto de vista del terapeuta ni desde el suyo propio.
Además, un aspecto sobre el que yo me mostraba muy crítica durante la carrera era la
insistencia de la relación jerárquica entre el paciente y el terapeuta, pues nos insistieron
en numerosas ocasiones y ámbitos en que esta diferencia de poder era primordial y, en
cambio, en este tipo de terapias se fomenta la relación de iguales y de confianza mutua,
favoreciendo las autorrevelaciones y la honestidad por parte del psicólogo. Me parece
primordial que el paciente no se sienta como alguien inferior en ningún momento durante
la consulta, pues esto además afectaría negativamente a la autopercepción del mismo y,
con esto, a la perspectiva de superación del problema que tiene.
Las tres terapias mencionadas en este trabajo hacen mucho hincapié tanto en la
relación que tiene el paciente con su problema, fomentando la aceptación y voluntad de
cambio e interiorizando la causa del problema para que este no se sienta el culpable de la
situación, como en la relación de este con el terapeuta, fortaleciendo y confianza entre
ambos.
En general, me gustaría seguir informándome sobre este tipo de terapias, pues, al ser
tan novedosas, las investigaciones que se han hecho sobre ellas son escasas y es innegable
que es necesario comprobar su utilidad en distintas poblaciones y distintas problemáticas.
Aún así, me ha parecido que, en los contextos de los que hablaba cada una (en especial el
Trastorno de Personalidad Límite en la Terapia Dialéctica Conductual y la Depresión en
la Terapia de Aceptación Conductual) la aplicación estaba muy bien dirigida, teniendo en
cuenta las mayores problemáticas de este tipo de pacientes, pero sin generalizar, es decir,
tratando los casos de cada paciente de manera individual y teniendo en cuenta las propias
características de la persona y del momento de la intervención.
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