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Esta segunda ola presenta un porcentaje de éxito mucho mayor al resto en una
gran cantidad de trastornos, siendo de hecho el paradigma cognitivo-
conductual uno de los más predominantes a nivel de psicología clínica en la
actualidad. El objetivo es el cambio de las cogniciones o emociones que
provocan la conducta desadaptativa, ya sea restringiéndolas o modificándolas.
Algunas de las terapias de conducta más conocidas a nivel general son propias
de este periodo, como la Terapia Cognitiva de Aaron Beck para la depresión, la
terapia de autoinstrucciones o la Terapia Racional Emotiva de Albert Ellis, entre
otras.
Sin embargo, a pesar de su éxito clínico este tipo de terapias tiene también
algunos problemas. Entre ellos destaca el hecho de que se tiende a intentar
erradicar todo lo que genera malestar, sin tener en cuenta que eliminar todo lo
negativo puede causar patrones de comportamiento rígido que a su vez pueden
ser desadaptativos. De hecho, el intento de control puede acabar incitando
efectos contrarios a lo pretendido.
Este tipo de Terapias de Conducta considera que los problemas psicológicos son
debidos en buena parte al contexto sociocultural y comunicacional del
individuo, y al hecho de que un comportamiento dado sea considerado normal
o aberrante. Más que en la lucha contra la sintomatología la terapia debe
centrarse en reorientar y refocalizar la atención del individuo hacia metas y
valores para él importantes, mejorándose el ajuste psicosocial de la persona.
Referencias bibliográficas:
Oblitas, L.A. (2004). “¿Cómo hacer psicoterapia exitosa?” Los 22 enfoques más
importantes en la práctica psicoterapéutica contemporánea y de vanguardia.
PSICOM Editores. Bogotá D.C. Colombia. Pág. 146.