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artículos

Notas sobre la relación


entre escuela y
subjetividades juveniles
Silvia Duschatzky *

A partir de testimoniar la intervención de grupos de adolescentes en escuelas, la

autora revisa la constitución de la identidad juvenil en épocas de crisis.

*Licenciada en Ciencias de ¿De qué está hecha la escuela?


la Educación, Magister Esta duda nace del desconcierto e inaugura una zona de
en Sociología de la pensamiento. La pregunta por lo propio de una escuela luego
cultura y análisis cultural. de haberla transitado toda una vida despierta una sospecha,
Investigadora del área de aquella que sugiere que hemos sido arrastrados por presen-
Educación y coordinadora cias que dejaron de resultarnos familiares. Nos enfrentamos
del Diploma en Gestión con algo que está en la escuela pero cuyas formas escapan a
Educativa, Facultad nuestro reconocimiento. Se trata de un interrogante activo.
Latinoamericana de Pensar la escuela a partir de sus modos de expresión es tomar
Ciencias Sociales (Flacso). lo real como fuente de pensamiento –y no como simple obje-
Es autora de La escuela to de reconocimiento–, cuyos postulados no son otros que el
como frontera, coautora error y el saber. Re-conocer, entonces, es confirmar lo sabido
de Chicos en Banda y o la necesidad de restituir sus formas “genuinas” en caso de
compiladora de Tutelados haberse éstas hayan desaparecido. Pensar es merodear por
y Asistidos. los bordes de lo conocido, tomando esos componentes extra-
ños como signos que nos lanzan a un nuevo aprendizaje.
Formulemos la pregunta en una de las escuelas en las que
iniciamos nuestro trabajo de campo.1 Llegamos allí un día

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de marzo de 2004. En una mesa del come- con la contingencia, con la aleatoriedad en
dor conversaban el director, dos mujeres y su máxima expresión, produce una suerte de
tres chicos. Desde lejos daba la impresión entrenamiento en la práctica para lidiar con
de ser una charla amena. Sin embargo, las irrupciones repentinas. En otras palabras,
unos minutos más tarde, el director nos no hay partitura de la que pueda valerse este
comentó que una señora del barrio se había director a fin de recomponer la pérdida de
acercado a la escuela para pedir ayuda frente confianza entre la mujer y los chicos. No hay
a una situación que la descolocaba. referencia que le sea útil para inscribirlos en
una moralidad de convivencia social. No son
Los dos chicos que se encontraban allí le ha- el director y la madre los que interpelan a los
bían robado el televisor y si ella los denunciaba chicos desde su investidura, sino un conjun-
iban presos. La señora recibe un Plan Trabajar to de hablantes que intentan producir un
mediante el cual presta servicio en la escuela. común inexistente. En algún momento existía
Ella me pedía que echara a Pocho, uno de los el código de que en el barrio no se robaba, pero
chicos que comete el robo, pero yo le dije que esto hoy se perdió, se escucha con frecuencia.
mejor viniera a hablar. Ellos viven al lado de La relación con el mundo ya no está mediada
su casa. Pocho perdió a la madre hace muchos por sustratos de contención y referencia (la
años y ella se encargó de él desde entonces. pedagogía, por ejemplo), sino que se trata
Él solía decirle que la sentía como su madre, de una exposición directa a las más diversas
y ella lo quería como a un hijo. A mí me daba situaciones.
mucha pena. Probamos de todo: recuperar la Este suelo “indeterminado” sitúa al direc-
tele, juntar la plata, pero no hay caso. Ellos se tor, a los chicos y a la madre en el mismo
niegan a hacer algo. plano de vulnerabilidad. Precisando un poco
más, podemos sostener que, sin un suelo
La escena puede despertar disquisiciones común que funde coexistencia, el común es
sobre el motivo del conflicto o las reacciones tal vez una disponibilidad para ir a tientas en
producidas en quienes fueron afectados. busca de núcleos de posibilidad. Lo que allí
Sin embargo, la inquietud aparece en otro circula es un acto de habla sin guión, un puro
plano. Más allá del hecho puntual, lo que se decir que intenta hallar a su interlocutor. El
impone como problema –aquello que provo- director, erigido en figura cohesiva, balbucea,
ca al pensamiento– es la experimentación atento a algún rastro receptivo.
artesanal de “modos de hacer” con los otros.
Estar hoy en una escuela es estar expuestos a En algunos casos los chicos reconocen los ro-
lo imprevisto y a lo insólito. La familiaridad bos. Los más reacios a reconocerlos son los ma-

La escuela parece estar hecha de fragmentos

no forjados en la lógica institucional.


214 I Anales de la educación común
yores de 25 años. Este año tuvimos el robo de tóricamente estaba unida a la imposibili-
una moto por parte de tres chicos. Al principio dad, no poder ser (“no puede hablarse de
nos costó. Amenazaban con que iban a prender cualquier modo”; “no pueden los chicos
fuego. Pasaron algunos días y aprovechamos desconcentrarse en clase”) y a la necesi-
que no estaban pasados de pasta. Lloraron, re- dad, no poder no ser (“no se puede no ser
conocieron y nos pidieron un espacio. respetuoso de los símbolos patrios”; “no se
puede no seguir una secuencia de trabajo”;
El problema comienza, poco a poco, a “no se puede no prestar atención”; “no se
tomar forma. La escuela parece estar hecha puede no contar con un cuaderno de clase”;
de fragmentos no forjados en lógica ins- “no se puede desoír una consigna”). La ex-
titucional. Hasta aquí sólo contamos con periencia de los tiempos actuales nos revela
una situación que, aunque marginal, revela que cualquier cosa puede acontecer y dejar
existencias dispersas, por momentos ame- de hacerlo, pero cuando Agamben enfatiza
nazantes entre sí, pero susceptibles de ser que la posibilidad y la contingencia son ope-
permeadas por algún movimiento azaroso y radores de subjetivación, está haciendo algo
frágil de composición. más que constatar la incertidumbre de los
tiempos que corren. Asumir la escuela de
¿Escuela inundada o escuela hecha de flujos? lo posible y lo contingente es disponerse a
Se hace imperioso preguntarnos, entonces, pensar agenciamientos múltiples. Tome-
si acaso la escuela está inundada de “incon- mos un ejemplo sobre cómo apoyarse en el
sistencias” (disrupciones que la alteran) o si potencial inscrito en la situación.
se trata de una nueva materialidad. Arries- Una de las escuelas de la ciudad de Bue-
gamos una hipótesis: la escuela está hecha nos Aires recibe los chicos que integran la
de componentes que no se dejan formatear experiencia del Tren Blanco.2 No obstante
por la maquinaria institucional. Si la escuela estos chicos van y vienen, en la escuela se
fue, en algún tiempo, una institución capaz preguntan cómo, en torno de qué, asegurar
de forjar a su habitante, hoy es un espacio su permanencia. Conversando con un gru-
tomado por múltiples presencias heterogé- po de docentes nos planteamos lo siguiente:
neas pasibles de ser pensadas en configura- y por qué no hacer “escuela” en el Tren Blan-
ciones múltiples y contingentes. co. Por qué la escuela que hoy recibe a estos
En este punto proponemos una digresión pibes no puede ser un recurso de activación
en relación con la contingencia. El filósofo de experiencias que se desplieguen en dis-
italiano Giorgio Agamben (2000) advierte tintos “espacios”. Por qué hacer equivalente
que la posibilidad –algo que puede ser– y la la escuela a un espacio previamente insti-
contingencia –algo que puede no ser– son tuido. Por qué no pensarse como recurso
los operadores de la subjetivación; el punto de diferentes nodos educativos y, a su vez,
en que un posible adviene a la existencia. de entramados en algún punto de encuen-
¿Qué significa esto para un pensamiento tro decidido en situación. François Jullien
educativo contemporáneo? La escuela his- (1999) recomienda, en lugar de construir

Adolescencia y juventud I 215


una forma ideal que se proyecte sobre las No nos inquieta la demostración fáctica
cosas, centrarse en detectar los factores de una hipótesis, sino probar su potencia
favorables que pueden configurar una cir- práctica. Una escuela hecha de fluidos nos
cunstancia. En palabras de Virno, se trata de abre a la posibilidad de ensayar múltiples
agudizar una sensibilidad para moverse en formas de agenciamiento, mientras que
el caleidoscopio de las oportunidades. una escuela inundada limita toda capacidad
Hemos sugerido hasta aquí algunos ele- inventiva de composición social, aferrándo-
mentos que nos acercan a una escuela hecha nos a la nostalgia de lo perdido o, lo que es
de fragmentos dispersos y formas indetermi- lo mismo, a la obsesión por su restitución.
nadas. Para avanzar en la idea invitamos a pen- A modo de ejemplo, analicemos la expe-
sar en la imagen de la inundación y del fluido. riencia de un grupo de jóvenes que no sien-
Tomemos de Bauman (2003) la metáfora de do alumnos toman a la escuela como sede,
la fluidez, pero no para oponerla a la solidez territorio, parada. No se trata entonces de
sino a la inundación. No hace falta convencer una experiencia escolar, pero sí de una ex-
a nadie sobre el anacronismo de suponer, en periencia acontecida en la escuela. ¿Por qué
la actualidad, la existencia de una vida sólida, tomarla como plataforma de pensamiento
certera, previsible, regular. No obstante, y to- sobre la escuela de nuestros días si sólo
mando a la escuela como nuestro territorio de nuclea entre 15 y 20 chicos que además,
pensamiento, la sensación que se registra es la en su mayoría, no están escolarizados? Por
de vivir inundados de disrupciones. ahora sólo consideremos algunas señales.
Una escuela inundada es una escuela Los encuentros de estos jóvenes ocurren
cubierta de extrañezas que entran en coli- en la escuela bajo formas no escolares, se
sión con su propia naturaleza disolviendo trata de okupantes de los espacios escola-
su ser. Un objeto inundado pierde la posi- res sin advenir en habitantes de la escuela
bilidad de existencia. En efecto, el Titanic aunque volviéndose de hecho un recurso
se hundió porque la materia ingresada le de “derivación” de aquellos alumnos que los
impedía mantenerse en estado de flotación. dispositivos escolares no pueden contener.
Si la escuela se encontrara inundada, si las “Hace un mes algunos profes empezaron a
presencias disruptivas fueran parte de la mandar al grupo a chicos de la escuela con
inundación, la respuesta no sería otra que causas penales por robo, alcohol, drogas.
el armado de diques a fin de mantener con- Incluso a una chica que no tiene causas
trolados a esos componentes amenazantes pero sí muchos problemas con el alcohol
de la existencia pedagógica. Por el contrario, [...] Ahora no pueden decir que no somos de
una escuela hecha de flujos es un territorio la escuela”, comenta Pato, coordinadora de
compuesto de formas inestables y dispersas, “Los Repiolas”.
de modulaciones imposibles de modelar. No En pocas palabras, la experiencia que pre-
obstante, una cosa es vivir en suelo alterado sentaremos es un “signo” de la escuela en
y otra pensar que se trata de una condición tanto interpela la eficacia constitutiva de sus
real de existencia que decidimos asumir. históricas formas de configuración.

216 I Anales de la educación común


Los chicos se agrupan en bandas, espacios de aprendizaje

para una vida hecha de riesgos, durezas,

lealtades y códigos secretos.

La existencia de “Los Repiolas” en la es- de drogas varias, alcohol, enfrentamientos


cuela es, efectivamente, un problema, pero barriales, situaciones de violencia familiar,
¿en qué sentido? Deleuze (Zourabichvilli, paternidades tempranas, pasajes por la cár-
2004) sugiere que un problema emerge cel y/o institutos de minoridad, robos. Los
cuando el pensamiento que lo plantea está chicos suelen agruparse en bandas, núcleos
siendo forzado, cuando sufre el efecto de compactos que constituyen espacios de
una violencia exterior, cuando entra en con- aprendizaje de una vida hecha de riesgos,
tacto con un afuera que, lejos de constituir- durezas, coraje, lealtades, códigos secretos,
se como un exterior físico, es un afuera de lo habilidades para navegar en la aleatoriedad.
pensado, lo que aún no hemos pensado. En esta dirección, “Los Repiolas”, más que
“Los Repiolas” nace por iniciativa de Pa- una ruptura radical de los modos cotidia-
tricia, una joven del barrio que vive muy de nos de socialidad constituye una suerte de
cerca las sucesivas muertes y “caídas en el continuidad, al tiempo que presenta ciertos
abismo” de los chicos de la zona. El proyec- pliegues o líneas de fuga.
to comienza inmediatamente después de la La experiencia de una grupalidad irrepre-
muerte de Ramón –un joven que asistía al sentable continúa. La propia nominación
comedor de la escuela– relacionada con el evidencia que se trata, al igual que las bandas
problema de la droga y las bandas, suelo fa- de la esquina, de una agregación no inscrita
miliar de la vida cotidiana de muchos en los en el universo socialmente instituido: no son
barrios. Ramón había pedido ayuda, quería alumnos, no son internos de un instituto,
formar parte de algún taller que lo sacara de no son trabajadores. A su vez, persiste un
la calle. Su muerte hizo pensar a muchos de estilo que borra la distinción público-pri-
sus interlocutores y, como consecuencia, sur- vado. “Los Repiolas” están atravesados por
gió la iniciativa de construir un proyecto que el devenir de sus vidas. A diferencia de un
tuviera capacidad de contener a los chicos grupo institucional, su estadía allí no pone
que se encontraban en situaciones similares. entre paréntesis los avatares cotidianos sino
El primer agrupamiento se llamó “Los que es permeable a las diversas experiencias
Ramoncitos”. Luego, los propios chicos se por las que transcurren sus miembros. Se
rebautizaron con el nombre “Los Repiolas”. trata de un grupo “improductivo” en térmi-
El grupo reúne a pibes que viven en la cor- nos de una lógica de reproducción social,
nisa, atravesando constantemente realidades pero productivo en tanto modula formas de
de una intensidad desbordante: consumo existencia.

Adolescencia y juventud I 217


“Los Repiolas” son un soporte de produc- comida toda junta para que comamos rápido
ción de lo social sin finalidad específica. y nos fuéramos, así no nos mezclábamos con
Atraviesan las oscilaciones propias de una los chicos de la escuela. Los otros pibes nos
vida no amasada en la regularidad institu- miraban desde afuera [...] hasta que un día
cional. Por momentos parecen desvanecer- nos retobamos y nos quedamos sentados. Yo
se; por otros, fortalecerse. No obstante, algo les decía: “coman tranquilos, no se apuren.
se pliega otorgando nuevos tenores a su ¿Cómo era eso de que somos una comunidad?
existencia. “Los Repiolas” funciona en una ¡Qué comunidad, loco!”.
escuela y esto le confiere una singularidad
respecto de las grupalidades callejeras. No Si “Los Repiolas” fueran expresión de
se trata de toparse con otros, sino de decidir una escuela inundada nuestra subjetividad
un encuentro y, por lo menos, una condi- pedagógica se vería inalterada. Su existencia
ción. Se trata, en otros términos, de asumir no vendría a con-mover nada de los supues-
alguna tarea que, en un primer momento, tos acerca del modo esperado de habitar
se tradujo en el armado de la huerta. Asi- una escuela. “Los Repiolas” constituirían un
mismo, formar parte del grupo es aceptar error que debería ser reparado mediante un
un liderazgo que, aunque nacido de una esfuerzo de socialización escolar.
experiencia compartida de riesgos y afectos, ¿Son, entonces, “Los Repiolas”, un pro-
esté atento a marcar a cada instante la fron- blema para la escuela o la escuela se ve pro-
tera entre lo vital y lo destructivo; en este blematizada con una presencia que pone en
caso, esa condición recae en Pato. juego la eficacia de los dispositivos discipli-
Ocupar la escuela, a su vez, es formar parte narios? La escuela, al igual que la familia
de un escenario en el que suceden distintas y el conjunto de las instituciones sociales,
cosas: chicos en las aulas, profesores dando nos mostró que la vida humana adquiere
clases. “Los Repiolas” en la escuela experi- su estatuto social en la medida en que es
mentan el desafío de lidiar, más allá de los forjada en clave disciplinaria. Vida social
enfrentamientos violentos, con los prejui- era, en tiempos pretéritos, efecto de vida
cios y actitudes expulsivas de muchos de los institucional, vida armada en relación con
que transitan la escuela. la operatoria de ley, que no sólo regula exter-
namente intercambios y comportamientos,
Al principio no nos dejaban entrar al comedor. sino que inscribe en su nombre. Cada uno
Una vez que conseguimos entrar, nos traían la de los sujetos en la sociedad disciplinaria

La escuela de “Los Repiolas” es un espacio que puede

ocuparse de maneras no convergentes

en una comunidad de sentido.


218 I Anales de la educación común
es nombrado por las diversas figuras de la Al respecto, hay un dato interesante que
ley. Así, somos hijos, alumnos, estudian- fortalece la hipótesis de una escuela hecha de
tes, profesores, padres, trabajadores. Estos presencias múltiples, diversas, heterogéneas,
nombres, vale decirlo, encierran una gama imposibles de ser filiadas a una comunidad
de permisos y prohibiciones. El nombre es de valores preexistente. Los chicos se acercan
aquello que nos inscribe en un lugar de la a la escuela pero la acomodan a sus conve-
relación social. Esto es, si somos hijos, de- niencias. No hay en estas subjetividades una
pendemos de la posición de autoridad; si representación de escuela ligada a una fun-
somos padres o docentes, somos portadores ción socialmente legitimada. Ellos van a la
de autoridad; si somos estudiantes, somos escuela pero no bajo la condición alumno. La
heterónomos de una jerarquía. escuela de “Los Repiolas” es un espacio que
Ahora bien, podemos objetar esta línea de puede ocuparse de maneras disímiles, no
razonamiento sosteniendo que en cualquier convergentes en una comunidad de sentido.
época hubo excesos, restos que se movían Allá por los setenta, Michel de Certeau
por fuera del universo de ley. Es cierto, pero (1990) nos había advertido sobre las prác-
se trataba de excepciones confirmatorias de ticas singulares que hacen los usuarios de
la regla, para las cuales la sociedad había los espacios diseñados bajo una finalidad
diseñado instituciones de encierro a la me- específica. Este historiador francés mos-
dida de esas “anormalidades”. De cualquier traba la enorme gama de juegos y ardides
modo, la invisibilidad social de los “restos” que llevaban a cabo los paseantes de París
dejaba a salvo las formas civilizatorias de so- desafiando itinerarios trazados y viviendo la
cialización. A diferencia de aquella realidad, ciudad mediante formas libres de circula-
“Los Repiolas” están en la escuela. Son, en ción. De Certeau sostenía que el caminante
principio, albergados en el espacio escolar y lee la ciudad como si fuera un poema y la
sus presencias no hacen otra cosa que reve- usa como el hablante, su propia lengua. Hay
larnos modos de existencia construidos más lugares que para él son neutros (elipsis),
allá de los códigos instituidos. Son chicos mientras otros representan más de lo que
padres, chicos chorros, chicos violentos o ex- aparentan (sinécdoque). Así, en su andar,
puestos a la violencia, chicos consumidores el caminante va construyendo un texto pa-
de sustancias, chicos huidizos de toda pres- ralelo, un poema urbano e impone al orden
cripción, chicos arrojados a una existencia externo de la ciudad, su propia ley de con-
sin amparo ni referencia ordenadora, chicos sumidor del espacio. De allí que “el espacio,
con capacidades inadvertidas –para la lógica para él, sea un lugar practicado, un cruce de
institucional– de sobrevivir en la intempe- elementos en movimiento: los caminantes
rie, chicos abiertamente permeables a las son los que transforman en espacio la calle
presencias de otros. La escuela –entendida geométricamente definida como lugar por
como institución capaz de fundar un sistema el urbanismo” (Augé, 2004).
de valores y reglas– se enfrenta a sus propios En esta dirección, en La escuela como
límites, alberga en su seno sus des-hechos. frontera (Duschatzky, 1999), destacábamos

Adolescencia y juventud I 219


experiencias de invención llevadas a cabo de la producción de microexperiencias que
por los alumnos. Recuerdo, por ejemplo, las se arman en el vacío de inscripciones, no
argucias desplegadas por un grupo de estu- contra una lógica. No son formas creativas
diantes que, frente a un excesivo control por de experimentar la condición de estudian-
parte de la dirección de la escuela, habían tes, sino que son otras formas de experien-
decidido colocar en el patio un buzón para cia social en un espacio llamado “escuela”
recibir mensajes con un cartel que rezaba pero despojado de su representación.
“No va más”. El director, suponiendo in-
ofensivo este artefacto ya que, en apariencia, De la escuela-institución a la escuela-nodo
no generaba ruidos colectivos, no imaginó Si la escuela no es un espacio pleno de
los efectos de su uso. Llegado el fin de sema- propiedades representables que sólo puede
na, los chicos leían en su radio local todos habitarse en correspondencia con su na-
los mensajes en los que se denunciaban las turaleza, es un nodo, un punto que reúne
arbitrariedades de la escuela. conexiones. Allí están los alumnos, “Los Re-
Estábamos frente a la invención de modos piolas”, los profesores. Pero su proximidad
de hacer en espacios disciplinarios, claro no está dada por un sustrato moral. Unos
ejemplo de una inteligencia social silencio- y otros son próximos en tanto se conectan
sa que se las arregla para ir más allá de los a un mismo punto de la red, sin embargo
límites poniendo en jaque el poder total de no son semejantes. No necesariamente sus
una maquinaria. A diferencia de “Los Re- presencias se afectan recíprocamente o se
piolas”, aquellos eran alumnos, estudiantes, mantienen ligadas por sentidos comparti-
habitantes creativos pero habitantes, al fin, dos. Pekka Himanen (2002) advierte que
de un aparato institucional. Una cosa es un la importancia de un nodo no deriva de sus
hacer más allá de la representación y otra rasgos específicos, sino de su capacidad de
es un hacer suplementario, desgajado de aportar información a la red.
toda representación. En la lógica de usos y Podríamos decir entonces que, más que
prácticas analizada por Michel de Certeau, procurar dilucidar la singularidad de este
los sujetos no desconocían los trazados nodo respecto de otros (como, por ejemplo,
existentes, sólo que se disponían a cruzar el de una página web), se trata de pensar qué
las fronteras de un devenir reglado. La dife- hace a la existencia de una escuela hoy. Pare-
rencia radical hoy es que, más que de viola- ciera que su “aporte” –la red no pide más– es
ción, trasgresión o burla de límites, se trata constituirse en espacio de aglutinamiento
de un recorrido que parece construirse en de chicos y jóvenes. Para la red, estos chicos
“territorio liberado”. “Los Repiolas” no son tienen existencia si están en la escuela, más
equivalentes a un grupo de estudiantes que allá de la cualidad y formas reales que tomen
sortea los controles y prescripciones institu- sus vidas. Himanen señala que la nueva eco-
cionales. No se trata de producciones silen- nomía se sustenta en las redes. Los mercados
ciosas, marginales, que vienen a disputar la financieros globales, origen de la inversión,
hegemonía de unas prácticas sociales, sino se nutren de redes electrónicas que procesan

220 I Anales de la educación común


Aunque no son alumnos, Los Repiolas son albergados

en el espacio escolar y sus presencias revelan

existencias más allá de lo instituido.

señales. Si la escuela es un nodo, su señal que ellas converjan en una unidad sintética
se expresa en la capacidad de capturar una (función que en tiempos de disciplina re-
densa masa de operaciones conectivas. En caía, se sabe, en el Estado como donador de
esta línea, la formación del ciudadano, la mo- sentido). Es tarea de sus agentes pensar sus
ralización de los sujetos, pierde relevancia. El conexiones, sus puntos de encuentro, ya no
valor de la escuela-nodo para la red radica en la filiación a una totalidad de sentido.
asegurar conexiones dado que un “usuario”
de la red puede ser potente conector de cual- Sobre configuraciones múltiples de vida
quier nodo. social
En las líneas anteriores sugeríamos que la
Este chico tiene 45 faltas y ayer me encaró escuela era tomada por presencias que, mira-
diciendo que escuchó que íbamos a echarlo. das desde la representación escolar, resultan
Yo le pregunté por qué había faltado tanto y “inconsistentes”. Veíamos también que dar-
él me contestó que le pegaron dos balazos en les un lugar, no implica que con ellas se dé
un enfrentamiento con otra banda que quería lugar a nuevas estéticas educativas. Podemos
usurparle la parada. Me pidió que no lo eche, entonces establecer una diferencia entre “dar
que tenía que seguir en la escuela. Cuando le un lugar” y “dar lugar a”. Cuando damos un
pregunto el porqué, me responde que estaba lugar, por ejemplo admitir a “Los Repiolas”
judicializado y que el juez se lo exigía, que si en la escuela, en verdad no damos lugar a
fuera por él ni loco vendría. Aparte me pidió que esas presencias ofrezcan la oportunidad
si podía darle una vacante a un amigo suyo al de nuevas formas de experiencia educativa.
que echaron de otra escuela. Damos un lugar, pero no dejamos que algo
nuevo advenga en el estilo de hacer escuela.
El nodo es una condición que nos excede. Ahora bien, para que la escuela pueda
Cómo pensar sus formas, cómo aprovechar pensarse como un recurso de agenciamien-
sus potencias y cómo ampliar sus posibles, to de múltiples heterogéneos es necesario
es una decisión que nos compete. avanzar en advertir cómo se mueven, bajo
Recapitulando, la presencia de “Los Re- qué formas se producen, de qué está hecha
piolas” nos enfrenta a una escuela de la mul- la vida social de esos múltiples.
titud, cuyo rasgo central no es simplemente Lo primero a destacar es que “Los Re-
la capacidad de albergar formas múltiples piolas” constituyen un pliegue que hace
de ser habitada, sino la imposibilidad de diferencia en el entorno vivido por sus

Adolescencia y juventud I 221


miembros. Se trata de una interrupción en Virno (2003) plantea que, en la actualidad
el devenir aleatorio y desreglado que ca- posfordista, la actividad del hablante infor-
racteriza la vida en el barrio. “Los Repio- mal ha ganado un lugar en la escena. No se
las” se inscriben en el campo de lo posible trata del lenguaje sabio, del lenguaje como
y no de lo necesario, porque pensarlos instrumento referencialista del mundo, sino
como lo necesario sería situarlos en la im- de una práctica comunicativa cuyos efectos no
posibilidad de que no se hubiera dado. Es pueden separarse de la misma enunciación,
necesario si es reductible a la correspon- en la que poco importa lo que se diga sino que
dencia con un estado de cosas; es posible el decir, el dirigirse a otro, tenga lugar. Veamos
si un movimiento de pensamiento hizo entonces, la capacidad de composición que
que una potencia advenga existencia. Ha- tuvo lugar mediante lo que Virno llama “la
bía en los chicos potencias de agregación, actividad del hablante sin partitura”.
potencias permeables a las presencias
conectivas que, frente a una propensión Primero no los aceptaron en la colonia de
(la convocatoria a reunirse en un grupo), verano porque sabían qué tipo de chicos eran,
tomó existencia. Sugerimos pensar en tres pero al final entraron de favor. El coordinador,
componentes que hacen al tejido artesa- nombrado por la Secretaría de Educación, es-
nal de la vida social. taba muy desbordado pero a partir de que ellos
empiezan a ir hubo cada vez menos problemas.
Lenguajes sin guión Ellos apaciguaban, ayudaban mucho en la con-
Suele decirse que el lenguaje ha perdido re- tención porque los profesores no tenían llegada
levancia en una vida hecha de imagen y de a los chicos. Ayudaban en todo, en los deportes,
cuerpos enfrentados. Sin embargo, lo que pa- en hacer el fuego para los “patys”, pero donde
rece haber declinado es la eficacia de códigos más ayudaban era en la relación con los chicos,
instituidos, fundadores de una comunidad de tarea que los profesores no podían abordar [...]
intercambio comunicativo. El lenguaje, hecho entonces ellos armaban los grupos para que los
de una lógica gramatical y sintáctica capaz de chicos no se pelearan, estaban siempre en el
fundar comunidad genérica de hablantes, pa- medio de la cosa. El último día estaban robando
rece haber perdido potencia performativa. No en la esquina y ellos fueron a pararlos.
obstante, asistimos a una gama de juegos lin-
güísticos, modos de decir (gato, bardo, mulas, Toda enunciación –nos dice este pensador
rescate) que arman interlocución. contemporáneo– es virtuosa porque está co-

La escuela puede pensarse como recurso de agenciamiento

de múltiples heterogéneos si se advierte

bajo qué formas se producen esos múltiples.


222 I Anales de la educación común
nectada a la presencia de los otros. Podría- tendría lugar en la escuela. Omar, el pibe de
mos sostener siguiendo a Virno que “Los 21 que estuvo en cana tres años y ahora es
Repiolas” ponen en escena una disponibi- pizzero, comenzó a recorrer las manzanas con
lidad oportunista, es decir, una porosidad Rodrigo. Recorrían las casas tirando papelitos
capaz de capturar indicios de posibilidad. hacia adentro pero luego comenzaron a armar-
En este caso, de posibilidad compositiva. se un discurso. “Por favor, señora, es una invi-
La escena nos muestra a un profesor que, tación para la escuela, ¿me puede atender?”[...]
munido de saberes especiales, no ha podido Estaba impresionado porque en la calle le dio
componerse con los chicos y otro grupo de el volante a una señora [...] Viste qué groso, la
chicos que sin partitura, sin guión, des- vieja se me puso a llorar, yo no sabía qué hacer,
pliegan la potencialidad de la lengua. El me dijo que la policía no pudo hacer nada y
lenguaje acá es un acto balbuceante cuya se lo mataron [...] unas cuadras más adelante
productividad radica en el acto de un decir, otra señora comentó que al padre le habían
que toca los puntos sensibles del otro, más robado y lastimado.
que en la fuerza contundente de sus enun-
ciados. Las subjetividades de intemperie, las Corporeidad desmesurada
subjetividades de velocidad, no cuentan con En un punto, el cuerpo es la vida misma o,
la condición receptiva de códigos de signi- como dice Merleau Ponty, sólo a través de la
ficado ordenadores del comportamiento. carne del cuerpo puedo tomar la carne del
En condiciones de desfondamiento no hay mundo. La vida sólo es si toma cuerpo, si
lugares preestablecidos de interlocución. tiene lugar en un devenir de formas expresi-
Cuando se habla, analiza Corea (2005), se vas. De ahí que el cuerpo, en palabras de De-
emiten ruidos pero las palabras no tocan leuze (2003), revele un lenguaje escondido,
con sus significados sancionados a los otros pero también el lenguaje forme un cuerpo.
porque no hay un código que estabilice sus Tomaremos la figura del cuerpo, enton-
referencias. Los lugares establecidos de ces, como signo elocuente para pensar las
enunciación le han cedido protagonismo formas posibles que adquiere la vida social
a los “lugares” producidos en situación o, en nuestros tiempos y, en particular, en la
más bien, posiciones activas que no des- trama de relaciones que hacen a esta escue-
cansan en la institución de funciones sino la. En primer lugar, quisiéramos distinguir
en las disponibilidades de los hablantes en la práctica de socialización de los cuerpos de
tanto tales, en las operaciones capaces de to- aquella que refiere a la socialidad de cuerpos.
mar los puntos sensibles de una situación. Una cosa es una escuela actuando sobre los
En consecuencia, siguiendo a Corea, el cuerpos y otra, una escuela sostenida por los
trabajo de comunicación es de permanente cuerpos que la ocupan.
construcción de condiciones. El poder político –nos enseñó Foucault– se
ha ocupado de los cuerpos instituyendo prác-
Salimos a volantear con “Los Repiolas” para ticas que mediante el control delimitaban sus
invitar a la asamblea sobre la violencia que confines. El cuerpo teorizado por él es una su-

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perficie de inscripción de prácticas y discursos cente opera sostenido por una comunidad de
capaces de producir los cánones del placer y la pertenencia y referencia; en el segundo, cada
sexualidad. Este cuerpo es un cuerpo vigilado, agente en estado de intemperie reacciona o
codificado, comandado por una moralidad. El piensa desde sus disponibilidades.
cuerpo que sostiene, a diferencia del cuerpo La idea de cuerpos remite acá a la crudeza
sostenido (en un discurso, en unas prácticas, de relaciones sin mediación. Una socialidad
en una maquinaria productiva), es el efecto hecha de cuerpos es aquella que se arma no
del estallido de los diques socializantes. en función de un sistema de referencias o
garantías, sino en el uno a uno. En la sociali-
Hoy no voy a dar clases, estoy agotada y con dad hecha de cuerpos, cada uno está expues-
muchos quilombos. El otro día vino llorando to a la mirada –real o imaginaria– del otro,
una chica muy angustiada y después de hablar pudiendo operar como sostén o defensiva-
bastante terminó contando que el padrastro mente: “me miró mal” […] “como ella se fue
abusó de ella. Fue muy difícil manejar la a bailar, yo me escabié todo”.3
situación. La chica tiene 14 años y no quería Pedro tiene 18 años, está en tercer año y
decir nada porque sabía que la madre no iba a va a la escuela todos los días por exigencia
enfrentar a su esposo ya que él es el que sos- del juez. “No le importa si repito, si me va
tiene económicamente a toda la familia. Me mal. Él quiere que yo esté en el colegio”. En
comuniqué con los abogados de la comisión el relato de su vida, la mamá tiene un papel
de derechos humanos que recurrieron al juez protagónico. En todos los momentos de ca-
porque, dada la situación, ella no podía volver tástrofe que tuvieron que atravesar, fue ella
a su casa. La piba comentaba que la madre la que se puso la familia al hombro: durante
sabía pero decía que ella mentía y por eso la los tres años que el padre de Pedro estuvo
había amenazado que la iba a internar en un desocupado –y por eso tomaba y golpeaba
instituto, si hablaba. a su familia–, fue ella la que se bancó4 los
golpes de su esposo, la que sostuvo, la que le
En tiempos de cuerpos socializantes consiguió trabajo y el departamento en los
–instituciones–, este tipo de situaciones era monoblocks donde ahora están viviendo.
sostenido por sus engranajes (gabinetes psi- Una socialidad hecha de cuerpos se expre-
cológicos, instituciones de derivación y, sobre sa de manera paradojal, sufriente o exultan-
todo, referencias que permitían rápidas clasi- te, corroída o en su máximo despliegue. El
ficaciones de ciertos hechos que, además, no punto que la caracteriza es que se produce
eran frecuentes en la escuela). En tiempos en una proximidad, por momentos, desme-
de cuerpos que sostienen la fragilidad de lo surada. De allí que el otro, en su cercanía
social, es cada quien el que soporta la contin- descarnada, resulte amenazante o, por el
gencia desde la más absoluta vulnerabilidad. contrario, una convocatoria al encuentro.
En este plano de inscripción, una cosa es el “Mientras estábamos hablando con Pato,
cuerpo de profesores y otra, los cuerpos de se acerca Pedro y nos cuenta que tenía que
los profesores. En el primer caso, cada do- dar muchas materias. Ahí le ofrecí ayuda

224 I Anales de la educación común


Las situaciones relatadas presentan un rasgo singular:

lo que se arma y se desarma

es efecto de los avatares de un encuentro.

para la materia que necesite y él me pidió un conjunto de referencias de valor ha ce-


una mano en inglés”. dido lugar a un sostén de cuerpos. El otro
Miguel no es su docente,5 tampoco un no es portador de una función, heredero de
recurso instituido para hacerse cargo de los un mandato, mediador o representante de
chicos con dificultades. A su vez, Pedro, no una terceridad; el otro es lo que su presencia
reconocía en él una función de apoyo escolar. pueda generar.
Se trata simplemente de una situación azaro- La existencia social, las decisiones que se
sa en la que un “cuerpo” se deja arrastrar por van tomando, las modulaciones que progre-
una presencia y se ofrece como posibilidad. sivamente sufre la vida de estos chicos, se
producen por fuera del imperativo moral
Afección a las presencias pero por dentro de las fuerzas afectivas. La
“Esa vieja me odia, ella fue la que me echó vida es puro azar y sólo adquiere sentido si
y creo que ni sabe que volví a la escuela. Yo es tomada por una constelación de afectos,
volví porque Graciela lo convenció al direc- entendiendo a los afectos como fuerzas ca-
tor. Por eso estoy en la mira de todos. Yo sé paces de afectar modos de existencia.
que a la primera que bardee6 me tengo que Cuando les pregunté por qué no robaban
ir pero yo no voy a hacer nada porque no le más, ambos me respondieron que no lo ha-
puedo fallar a Graciela, que se rejugó por cían porque era muy riesgoso y no estaban
mí”, nos cuenta Clovis. dispuestos a correr riesgo por sus hijos. “Si yo
Las situaciones que relatamos y que son no los tuviese a ellos –me dijo uno– no me im-
vividas por “Los Repiolas” en la escuela pre- portaría nada, saldría a chorear7 lo que venga”.
sentan un rasgo singular. Lo que se arma o No se trata, entonces, a los ojos de la des-
desarma, lo que se compone o se disuelve encantada subjetividad pedagógica, de dar
es efecto de los avatares de un encuentro. por agotadas las potencias de afectación
La estadía de Clovis en la escuela no está social de la escuela, sino de advertir cuáles
medida por convicciones o creencias acerca son los modos proclives a producir afec-
del valor de estudiar, sino por la capacidad ciones activas. Está visto que la autoridad
de ser afectado por una presencia. Se trata como pilar productivo está en baja y, como
de afecciones diferentes. En un caso, la contrapartida, que las presencias reales
sensación de ser rechazado; en otro, de ser pueden producir efectos a veces corrosivos
convocado. No obstante, interesa destacar y otros, multiplicadores. Pato, la coordina-
que el sostén históricamente provisto por dora del grupo nos comenta:

Adolescencia y juventud I 225


A Damián lo expulsaron de un taller de alfabe- […]. Mi viejo quiere que vaya a laburar9 de
tización por haberse peleado con la profesora. barrendero como trabaja él […] me dice que
Él cuenta que, desde que entraba a la clase, los si tuve huevos para tener un hijo, ahora
alumnos y la “profe” lo miraban con desprecio, tengo que hacerme cargo y eso es laburar
como si fuese a hacer bardo. Después de cinco para mantenerlo”. Miguel le aconseja “qui-
años de estar viviendo en la calle es difícil ima- zás una de las cosas que le podés decir a
ginar que cualquiera pueda llegar a soportar si- tu viejo es que si vos seguís estudiando
tuaciones despectivas sin reaccionar. Ante esta es porque querés responsabilizarte de tu
situación, la profesora viene a pedir que lo ex- futuro, porque probablemente con el título
pulsen no sólo del taller sino de “Los Repiolas”. tengas más chances de conseguir un mejor
Yo no le dí bola y me puse a pensar con Euge- laburo”. Pedro se entusiasma “está bueno
nio qué hacer. Acordamos que –como tres veces ese chamuyo,10 no lo había pensado. Se lo
por semana viene una maestra a darle clases al voy a decir”.
hombre que trabaja en la seguridad– podíamos Miguel cuenta una charla con Pato, coor-
tomar ese espacio también para Damián. Se lo dinadora del grupo. La noté contenta y
propusimos y él se re copó.8 No pasa un día sin hablamos de cómo la alegra ver bien a los
preguntar cuándo empieza. pibes, de cómo los extraña cuando no los ve.
Ella se constituye desde adentro del grupo,
Miguel se ofrece a ayudar a Pedro en no se piensa como una exterioridad que vie-
las materias. Pero Pedro no se muestra ne a ayudar a unos pobres desvalidos y me
muy convencido de poder continuar con da la sensación que esto es lo que produce
sus estudios. “No sé para qué estudio si efectos. Los chicos confían en ella y en el
el año que viene no creo que siga viniendo propio espacio grupal.

Notas
1
Este artículo fue elaborado en el marco de una investigación en curso realizada desde la
Flacso (Argentina) sobre “Violencia, escuela y subjetividad”. El campo de trabajo se si-
túa en tres escuelas secundarias ubicadas en la periferia de la ciudad de Buenos Aires,
la provincia de Córdoba y el Conurbano Bonaerense. Las notas de este texto se apoyan
en el material recogido en una de ellas, situada en el Bajo Flores, barrio empobrecido
de la ciudad de Buenos Aires.
2
El Tren Blanco es la nominación de un servicio ferroviario acordado con los movimien-
tos de cartoneros. Se trata de un tren sin butacas que recorre el itinerario comprendido
entre los puntos de residencia de sus miembros –generalmente en la provincia de Bue-
nos Aires– y los nodos de recolección y distribución de cartones. En esa experiencia,
que implica trasladarse en el tren llevando carros vacíos en los que luego se transpor-
tarán los cartones recolectados, los padres suelen ir acompañados por sus hijos.
3
Escabiar: hace referencia –en el lenguaje popular– al acto de beber vino.

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4
Bancar: soportar una situación o una persona molesta.
5
Miguel Bukart es miembro del equipo de investigación. Su relación con los chicos es
efecto de una posición de implicación que lejos de una con-fusión con la problemática
a investigar, permite la constitución de una trama de pensamiento y afecciones recí-
procas.
6
Bardear: provocar.
7
Chorear: robar.
8
Coparse, re coparse: entusiasmarse.
9
Laburar: trabajar.
10
Chamuyar: palabrería que tiene el propósito de impresionar o convencer.

Bibliografía
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